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Monterrey, N.L.

del 19 de enero del 2023


Alumna: Isis Avril Lopez Escobedo

Cambio en la familia, los medios de comunicación de masas y


otras instituciones de socialización.

Las relaciones familiares se estructuran como un diálogo con dimensiones


claramente contradictorias. Así como la comunicación entre los diferentes
elementos humanos siempre se entiende como asimétrica, no ocurre lo mismo en
la familia. La forma básica de comunicación en el hogar es tan simétrica como
emocional. En la familia, la comunicación tiene un matiz principalmente afectivo;
Se esperan emociones y sentimientos positivos porque existe un consenso social
de que los miembros de la familia intercambian afecto y basan sus relaciones en el
código de que las expresiones emocionales son importantes.
Los padres, en general los adultos, estamos a caballo entre dos culturas, la
cultura mecanicista en la que hemos nacido y con la cual convivimos todavía y la
cultura cibernética, propiciada por los biólogos desde las primeras décadas de
este siglo y continuada fundamentalmente por todos aquellos que han entrado en
el mundo de los sistemas, de la informática y de los medios de comunicación.
Nuestros hijos viven la era de la cultura cibernética, han nacido con ella, y sus
cerebros se adecuan desde sus primeros balbuceos a un mundo plagado de
iconos, de imágenes y de signos, en el que prima la velocidad que traen consigo
las nuevas tecnologías.
Los adultos de la familia están, en general, confundidos y preocupados por
no poder atender las demandas de los más jóvenes en cuanto a posibilidades
tecnológicas por una parte y por razón de la posible dependencia, adicción de
estos hacia los aparatos, ordenadores, televisión, etc.. Por cuestiones económicas
en muchos casos y de ignorancia en otros, los mayores de la casa, quedamos
atrasados y desvinculados de sus apetencias y necesidades.
Esto provoca en el sistema educativo familiar profundas inquietudes,
desequilibrios y problemas ya que al no conocer los padres las verdaderas
necesidades de sus hijos difícilmente les van a poder ayudar ni apoyar en su
aprendizaje, y lo que tal vez es más grave no comprenderán su afición por
determinados modos de estudiar o de divertirse.
El ritmo de la información se hace cada día más vertiginoso. La dualidad de
los procesos de modernización y tecnificación se manifiesta en que conduce tanto
al descubrimiento y la creación de pautas culturales como a su cambio y
destrucción. De ahí la preocupación de familias, sociedades y en definitiva de todo
grupo humano.
La cultura es un fenómeno esencialmente humano; el ambiente en el cual
viven los seres humanos está constituido principalmente por la acumulación de
actividades de generaciones anteriores. La especie humana por otra parte,
acumula experiencia por medio de la palabra; los estímulos eficaces que
despiertan los comportamientos son en gran parte productos de las vidas de
gentes que existieron antes. Hasta nuestra época, esta acumulación de
experiencias se mantenía de generación en generación con pocos y muy relativos
cambios, en un avance muy lento. Hoy los patrones culturales cambian con una
celeridad nunca dada en la historia de la humanidad, casi a la misma velocidad
que lo hacen las nuevas tecnologías. En la familia, en pocos años, se ha notado
esta gran transformación que desestabiliza en muchos momentos el estatus
establecido, la cultura tradicional, y la lleva a una situación de crisis, de conflicto y
en muchos casos de confrontación. La crisis generacional, aunque siempre ha
existido, se convierte hoy en una grieta que amenaza con la ruptura entre los
comportamientos culturales acumulados durante siglos, y los que provienen de
afuera, de un mundo en el que van desapareciendo las fronteras.
Las funciones informativas de la escuela pueden regularse básicamente por
las nuevas tecnologías. Utilizando documentos “usados” en las escuelas, se
pueden crear contenidos conceptuales a partir de la manipulación de la
información mediante técnicas de verbos icónicos. La riqueza del mundo
documental de lo que se considera ‘apropiado para la escuela’, parte del contenido
del curso, permite que se incorpore inmediatamente al aprendizaje en una
variedad de formatos, como video, televisión o computadora. La “reposición” de
los docentes en estas funciones no parece imposible a través de herramientas y
medios plenamente integrados en el funcionamiento de la escuela… que deben
ser coordinados por algún profesional pedagógico. Tal facilitación de la función
informativa de la escuela brinda una amplia oportunidad para que se desarrolle
otro conjunto de funciones en el entorno escolar: las funciones de socialización.
La socialización requiere la intervención mutua del grupo y del sujeto,
necesaria para la participación y convivencia en el grupo. Sin embargo, se puede
decir que es imposible aprender a participar en un grupo sin participar. Las
funciones sociales de la escuela requieren la presencia de los estudiantes. Así
como la función de información permite que padres y maestros trabajen juntos con
menos dificultad que las finanzas y la coordinación, la posibilidad de relaciones
sociales fuera de los grupos sociales no parece tan obvia. La escuela parece
indispensable en una forma de socialización: la socialización en una sociedad
dominada por la simetría. La función socializadora del docente es esencialmente
la de presentarse cuando sea necesario para maximizar la autorregulación del
grupo.
La incógnita que enfrentan hoy las familias y las sociedades es qué grupo
de personas están criando actualmente a nuestros niños y jóvenes, y por tanto en
qué grupo de personas, en qué costumbres; nuestro grupo de personas, cuya
estructura social no cambia, ahora está influenciada por otras formas de vivir,
pensar y divertirse. Nuestros jóvenes están siendo “educados” por un grupo de
personas que tienen mucho más poder financiero y mediático que nosotros, de
una manera diferente a la tradicional. La globalización, la homogeneización de
patrones culturales o la aldea global en que se ha convertido la tierra
principalmente a causa de los medios de comunicación, por un lado conduce al
parentesco cultural y promueve la igualdad de oportunidades sociales; por otro
lado, esta homogeneización inhibe nuevas culturas sociales. Se crean y se
debilitan las costumbres, la civilización y el idioma.
No hace mucho en el norte de Argentina, al pie de los Andes, cerca de la
frontera con Bolivia, veíamos a jóvenes locales de rasgos quechua puros vestidos
y peinándose exactamente como nuestros adolescentes de las mismas facciones.
De un pueblo pequeño o pueblo español. La fuente de la guía es la misma porque
también lo hacemos como jóvenes en los EE. UU. O el Reino Unido.
El comportamiento homogéneo de nuestro entorno indica una verdadera
colonización de otros países por parte de unos países, dando lugar a hábitos de
consumo acrítico de medios y nuevas tecnologías.
Ay dos conclusiones a partir de estas consideraciones: es evidente que la
familia podría complementar la función informativa de la escuela. Pero también, y
además, la familia podría completar la función social de la institución escolar: no
en balde es otro grupo social de características diferenciadas con el grupo/clase.
Porque las relaciones sociales no son siempre ni sólo simétricas. La estructura
social tiene frecuentemente a la base una estructura jerárquica que marca de
algún modo los ejes de convivencia. La asimetría que pretendería evitar la escuela
podría ser complementada en la familia. Función informativa de base tecnológica y
función socializadora podrían y deberían interrelacionarse, y posibilitar la
interacción entre escuela y familia. La función social que hemos indicado más
atrás, tal como reseñaba Lull, sería un interesante modo de articular las relaciones
de socialización y complementar la socialización escolar, coordinando las
situaciones de simetría y las asimétricas.
Los medios de comunicación nos muestran un mundo enfrentado a
problemas y con diferentes profundidades, desde el hambre masiva e
incontrolable y el desastre ecológico hasta programas de cotilleos y revistas que
hablan de los últimos romances de famosos oficiales de turno. El espectador por lo
general logra captar una visión superficial del mundo que lo rodea y muchas veces
se siente impotente para alcanzar una comprensión firme y profunda de la verdad
de los hechos o el verdadero significado de un pensamiento u opinión. La familia,
como primer escalón de una carrera permanente, es la principal responsable de
recibir estos fondos, luego de utilizarlos con fines sociales, y más aún como
soporte y plataforma de cambio. Las familias deben asumir la responsabilidad de
las respuestas de sus miembros a los horrores y tragedias humanas mientras
desarrollan un espíritu crítico hacia las noticias sensacionalistas o
sensacionalistas.
La educación familiar para la participación es la herramienta de
comunicación necesaria para lograr este objetivo. La cooperación requiere
información fáctica verdadera, completa y equilibrada; la reciprocidad requiere
diferentes puntos de vista, circunstancias, tendencias, creencias y costumbres.
Los medios de comunicación, si realmente median, ofrecerán a los individuos la
oportunidad de exponer los problemas de su entorno y crear la sensibilidad
necesaria para fomentar la participación.
Otra situación, directamente relacionada con la anterior, se relaciona con la
necesidad de desarrollar la capacidad crítica de los consumidores de medios. La
situación “pasiva” en relación con los medios debe convertirse en una acción que
se hace posible mediante el desarrollo de una capacidad crítica para hacer frente
a los mensajes de los medios. Los informes de los medios suelen ser válidos y
técnicamente detallados. Sin embargo, las funciones básicas de los mensajes de
grupo no se pueden perder. Si conectamos las reflexiones del cartero sobre la
violencia, la sexualidad y la competencia con el análisis de la publicidad de
Abraham Morse -un medio de comunicación de masas ampliamente estudiado-,
un mensaje muy detallado supone la presencia de dos componentes distintos: un
componente semántico (lo que quiere decir el mensaje) y otro un componente
estético (cómo agregar un mensaje semántico para hacerlo atractivo y motivador),
ambos están integrados en una sola unidad.
El componente estético suele frecuentemente estar constituido por
elementos de carácter agresivo o sexual. Basta con revisar los anuncios de
cualquier revista o programa de televisió. Capacitar para la diferenciación de esos
dos elementos constitutivos de los mensajes publicitarios puede ser una
interesante tarea del “uso social” de la televisión. Estamos así cargando de
contenidos una utilización formal de la televisión.
Una vía de acceso a este tipo de actividades críticas con los medios de
comunicación de interés especial es el tebeo. El tebeo es un medio masivo de
comunicación que presenta peculiaridades que le dan un especial valor añadido.
Uno deriva de su accesibilidad. Otro va ligado a la adaptación del tebeo como
medio al ritmo de lectura y análisis de los distintos sujetos. Un anuncio de
televisión suele venir marcado por su propio montaje y, consecuentemente, tiene
un tempo característico, cuya ruptura no es fácil, a no ser que se encuentre
grabado en vídeo. Pero incluso así, no resulta fácil la adaptación al ritmo individual
de lectura. El tebeo posibilita un análisis “ralentizado” sin perder su sentido
comunicativo. Pueden considerarse simultáneamente dos planos distintos,
comparar sus características, etc.

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