Cambio en la familia, los medios de comunicación de masas y
otras instituciones de socialización.
Las relaciones familiares se estructuran como un diálogo con dimensiones
claramente contradictorias. Así como la comunicación entre los diferentes elementos humanos siempre se entiende como asimétrica, no ocurre lo mismo en la familia. La forma básica de comunicación en el hogar es tan simétrica como emocional. En la familia, la comunicación tiene un matiz principalmente afectivo; Se esperan emociones y sentimientos positivos porque existe un consenso social de que los miembros de la familia intercambian afecto y basan sus relaciones en el código de que las expresiones emocionales son importantes. Los padres, en general los adultos, estamos a caballo entre dos culturas, la cultura mecanicista en la que hemos nacido y con la cual convivimos todavía y la cultura cibernética, propiciada por los biólogos desde las primeras décadas de este siglo y continuada fundamentalmente por todos aquellos que han entrado en el mundo de los sistemas, de la informática y de los medios de comunicación. Nuestros hijos viven la era de la cultura cibernética, han nacido con ella, y sus cerebros se adecuan desde sus primeros balbuceos a un mundo plagado de iconos, de imágenes y de signos, en el que prima la velocidad que traen consigo las nuevas tecnologías. Los adultos de la familia están, en general, confundidos y preocupados por no poder atender las demandas de los más jóvenes en cuanto a posibilidades tecnológicas por una parte y por razón de la posible dependencia, adicción de estos hacia los aparatos, ordenadores, televisión, etc.. Por cuestiones económicas en muchos casos y de ignorancia en otros, los mayores de la casa, quedamos atrasados y desvinculados de sus apetencias y necesidades. Esto provoca en el sistema educativo familiar profundas inquietudes, desequilibrios y problemas ya que al no conocer los padres las verdaderas necesidades de sus hijos difícilmente les van a poder ayudar ni apoyar en su aprendizaje, y lo que tal vez es más grave no comprenderán su afición por determinados modos de estudiar o de divertirse. El ritmo de la información se hace cada día más vertiginoso. La dualidad de los procesos de modernización y tecnificación se manifiesta en que conduce tanto al descubrimiento y la creación de pautas culturales como a su cambio y destrucción. De ahí la preocupación de familias, sociedades y en definitiva de todo grupo humano. La cultura es un fenómeno esencialmente humano; el ambiente en el cual viven los seres humanos está constituido principalmente por la acumulación de actividades de generaciones anteriores. La especie humana por otra parte, acumula experiencia por medio de la palabra; los estímulos eficaces que despiertan los comportamientos son en gran parte productos de las vidas de gentes que existieron antes. Hasta nuestra época, esta acumulación de experiencias se mantenía de generación en generación con pocos y muy relativos cambios, en un avance muy lento. Hoy los patrones culturales cambian con una celeridad nunca dada en la historia de la humanidad, casi a la misma velocidad que lo hacen las nuevas tecnologías. En la familia, en pocos años, se ha notado esta gran transformación que desestabiliza en muchos momentos el estatus establecido, la cultura tradicional, y la lleva a una situación de crisis, de conflicto y en muchos casos de confrontación. La crisis generacional, aunque siempre ha existido, se convierte hoy en una grieta que amenaza con la ruptura entre los comportamientos culturales acumulados durante siglos, y los que provienen de afuera, de un mundo en el que van desapareciendo las fronteras. Las funciones informativas de la escuela pueden regularse básicamente por las nuevas tecnologías. Utilizando documentos “usados” en las escuelas, se pueden crear contenidos conceptuales a partir de la manipulación de la información mediante técnicas de verbos icónicos. La riqueza del mundo documental de lo que se considera ‘apropiado para la escuela’, parte del contenido del curso, permite que se incorpore inmediatamente al aprendizaje en una variedad de formatos, como video, televisión o computadora. La “reposición” de los docentes en estas funciones no parece imposible a través de herramientas y medios plenamente integrados en el funcionamiento de la escuela… que deben ser coordinados por algún profesional pedagógico. Tal facilitación de la función informativa de la escuela brinda una amplia oportunidad para que se desarrolle otro conjunto de funciones en el entorno escolar: las funciones de socialización. La socialización requiere la intervención mutua del grupo y del sujeto, necesaria para la participación y convivencia en el grupo. Sin embargo, se puede decir que es imposible aprender a participar en un grupo sin participar. Las funciones sociales de la escuela requieren la presencia de los estudiantes. Así como la función de información permite que padres y maestros trabajen juntos con menos dificultad que las finanzas y la coordinación, la posibilidad de relaciones sociales fuera de los grupos sociales no parece tan obvia. La escuela parece indispensable en una forma de socialización: la socialización en una sociedad dominada por la simetría. La función socializadora del docente es esencialmente la de presentarse cuando sea necesario para maximizar la autorregulación del grupo. La incógnita que enfrentan hoy las familias y las sociedades es qué grupo de personas están criando actualmente a nuestros niños y jóvenes, y por tanto en qué grupo de personas, en qué costumbres; nuestro grupo de personas, cuya estructura social no cambia, ahora está influenciada por otras formas de vivir, pensar y divertirse. Nuestros jóvenes están siendo “educados” por un grupo de personas que tienen mucho más poder financiero y mediático que nosotros, de una manera diferente a la tradicional. La globalización, la homogeneización de patrones culturales o la aldea global en que se ha convertido la tierra principalmente a causa de los medios de comunicación, por un lado conduce al parentesco cultural y promueve la igualdad de oportunidades sociales; por otro lado, esta homogeneización inhibe nuevas culturas sociales. Se crean y se debilitan las costumbres, la civilización y el idioma. No hace mucho en el norte de Argentina, al pie de los Andes, cerca de la frontera con Bolivia, veíamos a jóvenes locales de rasgos quechua puros vestidos y peinándose exactamente como nuestros adolescentes de las mismas facciones. De un pueblo pequeño o pueblo español. La fuente de la guía es la misma porque también lo hacemos como jóvenes en los EE. UU. O el Reino Unido. El comportamiento homogéneo de nuestro entorno indica una verdadera colonización de otros países por parte de unos países, dando lugar a hábitos de consumo acrítico de medios y nuevas tecnologías. Ay dos conclusiones a partir de estas consideraciones: es evidente que la familia podría complementar la función informativa de la escuela. Pero también, y además, la familia podría completar la función social de la institución escolar: no en balde es otro grupo social de características diferenciadas con el grupo/clase. Porque las relaciones sociales no son siempre ni sólo simétricas. La estructura social tiene frecuentemente a la base una estructura jerárquica que marca de algún modo los ejes de convivencia. La asimetría que pretendería evitar la escuela podría ser complementada en la familia. Función informativa de base tecnológica y función socializadora podrían y deberían interrelacionarse, y posibilitar la interacción entre escuela y familia. La función social que hemos indicado más atrás, tal como reseñaba Lull, sería un interesante modo de articular las relaciones de socialización y complementar la socialización escolar, coordinando las situaciones de simetría y las asimétricas. Los medios de comunicación nos muestran un mundo enfrentado a problemas y con diferentes profundidades, desde el hambre masiva e incontrolable y el desastre ecológico hasta programas de cotilleos y revistas que hablan de los últimos romances de famosos oficiales de turno. El espectador por lo general logra captar una visión superficial del mundo que lo rodea y muchas veces se siente impotente para alcanzar una comprensión firme y profunda de la verdad de los hechos o el verdadero significado de un pensamiento u opinión. La familia, como primer escalón de una carrera permanente, es la principal responsable de recibir estos fondos, luego de utilizarlos con fines sociales, y más aún como soporte y plataforma de cambio. Las familias deben asumir la responsabilidad de las respuestas de sus miembros a los horrores y tragedias humanas mientras desarrollan un espíritu crítico hacia las noticias sensacionalistas o sensacionalistas. La educación familiar para la participación es la herramienta de comunicación necesaria para lograr este objetivo. La cooperación requiere información fáctica verdadera, completa y equilibrada; la reciprocidad requiere diferentes puntos de vista, circunstancias, tendencias, creencias y costumbres. Los medios de comunicación, si realmente median, ofrecerán a los individuos la oportunidad de exponer los problemas de su entorno y crear la sensibilidad necesaria para fomentar la participación. Otra situación, directamente relacionada con la anterior, se relaciona con la necesidad de desarrollar la capacidad crítica de los consumidores de medios. La situación “pasiva” en relación con los medios debe convertirse en una acción que se hace posible mediante el desarrollo de una capacidad crítica para hacer frente a los mensajes de los medios. Los informes de los medios suelen ser válidos y técnicamente detallados. Sin embargo, las funciones básicas de los mensajes de grupo no se pueden perder. Si conectamos las reflexiones del cartero sobre la violencia, la sexualidad y la competencia con el análisis de la publicidad de Abraham Morse -un medio de comunicación de masas ampliamente estudiado-, un mensaje muy detallado supone la presencia de dos componentes distintos: un componente semántico (lo que quiere decir el mensaje) y otro un componente estético (cómo agregar un mensaje semántico para hacerlo atractivo y motivador), ambos están integrados en una sola unidad. El componente estético suele frecuentemente estar constituido por elementos de carácter agresivo o sexual. Basta con revisar los anuncios de cualquier revista o programa de televisió. Capacitar para la diferenciación de esos dos elementos constitutivos de los mensajes publicitarios puede ser una interesante tarea del “uso social” de la televisión. Estamos así cargando de contenidos una utilización formal de la televisión. Una vía de acceso a este tipo de actividades críticas con los medios de comunicación de interés especial es el tebeo. El tebeo es un medio masivo de comunicación que presenta peculiaridades que le dan un especial valor añadido. Uno deriva de su accesibilidad. Otro va ligado a la adaptación del tebeo como medio al ritmo de lectura y análisis de los distintos sujetos. Un anuncio de televisión suele venir marcado por su propio montaje y, consecuentemente, tiene un tempo característico, cuya ruptura no es fácil, a no ser que se encuentre grabado en vídeo. Pero incluso así, no resulta fácil la adaptación al ritmo individual de lectura. El tebeo posibilita un análisis “ralentizado” sin perder su sentido comunicativo. Pueden considerarse simultáneamente dos planos distintos, comparar sus características, etc.