Está en la página 1de 2

orar la Circulación

El movimiento de la sangre se produce constantemente en un círculo cerrado, y es impulsado por el latir del corazón.
La sangre transporta a los tejidos de todo el cuerpo, el oxígeno y el alimento necesarios para garantizar la
supervivencia y el crecimiento celular. Por medio del aparato o sistema circulatorio se produce un enlace directo o
indirecto, las células y los órganos homeostáticos principales. Cada célula del cuerpo tiene una comunicación muy
rápida con los pulmones para satisfacer sus necesidades de oxígeno o para eliminar el bióxido de carbono.

La falta de ejercicios en nuestras actividades cotidianas, los hábitos alimenticios y un estilo de vida poco saludable,
son las principales causas de los problemas del aparato circulatorio. Con frecuencia nos quejamos de las piernas
cansadas y de los brazos pesados, acompañados de una sensación de hormigueo general. Nuestro cuerpo por su
constitución orgánica, necesita de movilidad para mantener las funciones vitales en óptimas condiciones, cuando por
las exigencias laborales de la sociedad actual, permanecemos inactivos y sin movilidad física durante las largas
horas, nuestra circulación sanguínea se ve afectada a causa de la dificultad que se genera para un buen retorno
venoso, algo que con el tiempo produce un deterioro evidente de la salud.

Si realizamos una actividad física con regularidad, con la cual movilizamos todas las articulaciones y músculos del
cuerpo estaremos actuando de acorde con las necesidades que el organismo requiere y mejorando nuestra salud.

Ejercicios:

1. Túmbate boca abajo y estira las piernas apoyando el dorso de los pies en el suelo. Coloca las manos por delante
de los hombros y el mentón próximo al suelo. Inspira empujándote con los brazos pero sin llegar a estirar por
completo los codos y llevando el cuerpo hacia atrás, lentamente. Relaja los hombros y el cuello, mirando hacia arriba
de modo que la espalda se arquee hasta donde puedas, evitando el dolor en todo momento. Mantén la posición de
la espalda arqueada durante unos cinco segundos o el tiempo que te sea posible, siempre y cuando contengas el
aire. Seguidamente baja la espalda espirando hasta que el mentón toque el suelo. Realiza el ejercicio descrito de
cinco a diez veces.

Beneficios: Fortalece la espalda, libera le tensión de la boca del estómago estimulando las funciones intestinales,
flexibiliza la columna vertebral y aumenta la capacidad respiratoria.

2. Permanece boca abajo, coloca los brazos doblados por delante de los hombros, apoya el mentón en el dorso de
las manos y separa ligeramente las piernas. Inspira, elevando una de las piernas lo más posible y completamente
extendida. Manténla alzada unos segundos, exhala volviendo a la posición inicial, para seguidamente levantar la otra
pierna. Realiza el ejercicio diez veces con ritmo y continuidad.

Beneficios: Mejora el riego sanguíneo hacia la zona intestinal, disminuye los dolores del síndrome menstrual,
estimula los órganos internos, previene la ciática, favorece la digestión.

3. Túmbate boca arriba con los brazos extendidos a los lados del cuerpo. Flexiona las rodillas hacia el pecho y
seguidamente estira una pierna hacia delante y hacia arriba sin mover la otra. Realiza veinte veces el movimiento
alternando las piernas con ritmo y armonía. Respira con normalidad y sin contener el aire.

Beneficios: Descongestiona la cadera y las piernas, reduce la fatiga de las piernas, aumenta el lubricante natural de
las articulaciones, agiliza el sistema sanguíneo.

4. Continua tendida boca arriba Levanta las piernas hasta formar un ángulo de 90º. Estira completamente las
rodillas y mantén los brazos a los lados del cuerpo con las manos al suelo. Doble los pies todo lo posible, como si
quisieras tocar con la punta las piernas, realiza la flexión soltando el aire. A continuación inspira y estira el pie a
modo de punta de ballet. Realiza el ejercicio veinte veces, lentamente acompasando la respiración.

Beneficios: Favorable en casos de calambres y lesiones en el tobillo, previene las várices, alivia la pesadez de las
piernas, descongestiona la hinchazón en los tobillos.

5. Sitúate de pie con las piernas algo separadas. Coloca una mano en la cintura y la otra con la palma hacia dentro,
estirando el brazo por encima de la cabeza. Separa a un lado la pierna que corresponde a la mano apoyada en la
cintura. Hazlo intentando mantener el equilibrio y abriendo la pierna todo lo que sea posible, inspira al separar la
pierna y exhala cuando vuelve al centro. Realiza diez repeticiones con cada una de las piernas, siguiendo las
indicaciones del ejercicio.

Beneficios: Aumenta la circulación sanguínea en los músculos de los muslos y los tonifica, mejora el equilibrio, el
retorno de la sangre y de la linfa.

6. Manténte de pie con los brazos abiertos a la altura de los hombros, inspira y levanta una pierna dirigiéndola hacia
la mano contraria, al tiempo que sueltas el aire. Vuelve a la posición inicial para realizar el movimiento con la otra
pierna. Repite el ejercicio diez veces alternando las piernas y respirando acompasadamente.

Beneficios: favorece la movilidad de la cadera, se activan las funciones digestivas y la eliminación de las toxinas.
Mejora la irrigación sanguínea de los glúteos y muslos.

7. Siéntate en una silla o en un taburete, de modo que las piernas formen un ángulo recto y los pies se encuentren
firmemente apoyados en el suelo. Levanta un brazo por encima de la cabeza e inclínate hacia el lado opuesto del
brazo estirado. Realiza una inclinación de modo que se expandan todos los músculos del costado, realiza el
movimiento soltando el aire. Al volver a la posición inicial inspira y realízalo hacia el otro lado. Repite el ejercicio diez
veces alternando los lados.

Beneficios: Se estira la musculatura del costado, activando las funciones vitales del organismo. Tonifica el sistema
respiratorio, reduce la tensión del pecho y aumenta la irrigación sanguínea en los espacios intercostales,
produciendo un aumento de temperatura, el cual previene los episodios gripales.

8. Sitúate de rodillas en el suelo, con las piernas separadas y el dorso de los pies apoyados. Coloca las palmas de
las manos apoyadas en el suelo con la punta de los dedos dirigida hacia las rodillas. Estira completamente los
brazos hasta sentir que se tensan las muñecas y el lado interno de los antebrazos. Balancéate hacia delante para
aumentar el estiramiento, al tiempo que sueltas el aire, cuando vuelvas hacia atrás, inspira. Repite el ejercicio
lentamente de cinco a diez veces, acompasando la respiración y procurando mantener las palmas de las manos en
contacto con el suelo, todo lo que te sea posible, sin doblar los codos.

Beneficios: Por efecto reflejo mejora las funciones digestivas, previene la rigidez de las muñecas y de los dedos de
las manos. La postura adoptada alivia la pesadez del estómago y se flexibilizan las rodillas y los tobillos, mejorando
la movilidad de los pies, a la vez que facilita una mejor circulación sanguínea y linfática.

También podría gustarte