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Claves para una evaluación en línea sencilla y

efectiva
La evaluación es habitualmente una de las mayores preocupaciones de las y los docentes y esto
se ha acentuado en estos tiempos de crisis donde hay que enfrentarse a nuevas situaciones bajo
presión, y además lidiar con antiguos problemas que no podemos resolver de la noche a la
mañana. En este contexto, ¿cómo podemos plantear una evaluación en línea sencilla y efectiva?

Ahora es más importante que nunca evaluar al estudiantado en sintonía con la realidad en la que nos
encontramos y para que aprendan a ser personas críticas y a afrontar los grandes retos de la sociedad
actual. Es en este sentido que las expertas de la UOC nos proponen seis aspectos clave para lograr
una una evaluación en línea efectiva, aplicables a todos los niveles educativos, y nos plantean
algunas preguntas que nos podemos hacer como profesoras y profesores para reflexionar sobre cada
uno de ellos.

1. Evaluar para aprender


Cuando tenemos que enseñar a distancia por primera vez nos preocupan muchos elementos que
parecen difíciles de conseguir: la interacción, la motivación, el compromiso activo del estudiantado,
etcétera. La propuesta es que concibamos la evaluación como el hilo conductor que nos ayude a
mantener a nuestras y a nuestros alumnos motivados y comprometidos con aquello que
queremos enseñar. No podemos equipar evaluar a calificar, ni podemos centrar la evaluación en la
mera repetición de información (Allen, 2000; Brown y Glasner 2003). La evaluación debería ser
formativa, continuada y competencial (De Ketele, 2006; Kaftan, Buch, y Haack, 2006),que de
protagonismo a nuestra o nuestro estudiante y lo implique en su propio proceso de aprendizaje de
manera que llegue a ser capaz de autorregularse, de pedir ayuda cuando la necesita y de integrar el
feedback que vaya recibiendo durante el proceso.

– ¿La actividad de evaluación es interesante y estimulante para mis estudiantes?, ¿está conectada con
su realidad?

– ¿Podemos dividir la actividad en distintas fases para poder tener evidencias de lo que van
aprendiendo, poder dar feedback al estudiantado antes de evaluar el producto final y mejorar así su
aprendizaje?

2. Concretar qué evaluamos


En el entorno virtual y en la actual situación de incertidumbre, es especialmente importante dejar claro
a los y a las estudiantes, desde el inicio, qué vamos a evaluar. Procura que el aprendizaje que
promueva la actividad de evaluación sea un aprendizaje situado y transferible, es decir, que conecte
la vida académica y la real, que conecte el aula con la comunidad. Así, seguramente plantearás
retos motivadores que estarán más cerca de tus estudiantes, despertarán su interés y será más fácil
mantenerlo. Por supuesto, ten en cuenta el nivel educativo en el que trabajas!

Y una vez decidido qué vamos a evaluar y de haberlo compartido con el alumnado, hay que ser lo
más ordenados y claros posible en nuestras exposiciones, ya sean orales, textuales o audiovisuales. Y
no sólo vamos a informarles de ello: vamos a oír su voz, a darles la oportunidad de hacer preguntas o
sugerencias, y de llegar a acuerdos sobre las actividades de evaluación propuestas. Hay que tener en
cuenta, no obstante, que no podemos estar todo el día respondiendo sus mensajes, así que deberemos
gestionar las expectativas del estudiantado estableciendo normas sobre cómo y cuándo se producirá
interacción con el docente.

Podemos grabarnos en vídeo explicando las fases y tareas que van a tener que hacer y el feedback que
pueden esperar, potenciando su motivación, y después crear un documento que el estudiante pueda
siempre recuperar, incluso trabajar sobre él. Los foros también pueden ser una buena opción para que
los y las estudiantes aporten su visión.

– ¿Qué aprendizajes son factibles y los más recomendables en este escenario en el que tendremos, por
fuerza, que hacer renuncias? ¿Los podemos concretar en resultados de aprendizaje, es decir, teniendo
en cuenta la perspectiva del estudiantado?

– ¿Hemos pensado estrategias y espacios de diálogo para compartir la información sobre la evaluación
con el alumnado e implicarlo en las decisiones relativas al contenido y la evaluación?

– ¿Tenemos claros los criterios de evaluación para las actividades propuestas? ¿Estos criterios de
evaluación son lo suficientemente explícitos y comprensibles para el estudiantado?

– ¿Hemos elaborado algún documento o instrumento para sistematizar estos criterios y compartirlos
con el estudiantado?

4. Visualizar el proceso de evaluación


El estudiantado debe saber cuándo comienza y acaba la actividad, y en qué momentos podrá esperar
el feedback y será informada sobre la calificación final. El entorno virtual permite hacer esta
planificación de la propuesta evaluativa muy visible y accesible para estas y estos estudiantes en todo
momento. Además es importante hacer recordatorios cuando empieza el cierre de cada una de las
actividades a partir, por ejemplo, de un foro que nos permitirá asegurar un segundo canal de
comunicación – lo que favorecerá la presencia docente, clave en la educación a distancia -.

Finalmente es importante, por un lado, hacer un cálculo aproximado de las horas que el estudiantado
va a necesitar para acabar la tarea y informarle al respecto. Y, por otro lado, plantear opciones para
flexibilizar la evaluación, si es necesario.

– ¿Hemos previsto el tiempo necesario dentro del calendario académico para evaluar estas actividades,
corregirlas, darles feedback, etcétera?

– ¿La planificación de la evaluación va a permitir hacer un seguimiento de todo el proceso de


evaluación, no solo del final?

5. Estrategias y herramientas de evaluación en línea


Para este webinar se ha propuesto clasificar las estrategias de evaluación en tres tipos: aquellas que
validan la asimilación de contenidos (cuestionarios de respuesta automatizada, listas de verificación,
etcétera), las que potencian el desarrollo competencial a través de retos (resolución de problemas,
elaboración de proyectos, etcétera.) y las que pueden aumentar la motivación y el compromiso del
alumnado (basadas en la gamificación). No existen estrategias buenas o malas sino en sintonía o no
con lo que queremos evaluar, con los objetivos y con las competencias a desarrollar. En este sentido,
es recomendable la variedad de estas estrategias de evaluación y asegurarnos, una vez más, que el
número de actividades es asumible.

Concretamente, y para el segundo tipo de estrategias basadas en retos, es


interesante usar plantillas en línea para ayudar a que el estudiantado pueda enfocar la actividad y al
docente a proporcionar un seguimiento al respecto. Para su evaluación tener un instrumento
tipo rúbrica en la que se dejen claros los criterios de evaluación es importante para reducir su
subjetividad. Finalmente recordemos que seria bueno dividir este proceso de evaluación en fases para
poder proveer un feedback (Carless y Boud, 2018) durante el proceso y no solo al finalizar la
actividad. De esta manera aumentará la implicación de las y los alumnos con la tarea, y así mejorará
su aprendizaje.

En momentos como este los juegos a través de estrategias de gamificación ayudan no solo a
desarrollar mejor las capacidades del estudiantado, sino a aumentar su compromiso y motivación
disminuyendo así los casos de abandono, una de las principales limitaciones en un entorno en línea.
Hay distintas herramientas en línea como Kahoot o Socrative que van a ayudarnos a promover el
diálogo y el debate con el estudiantado de forma divertida y a la vez que recogemos evidencias de su
aprendizaje.

– ¿Nuestra institución educativa dispone ya de un entorno virtual o de herramientas que como


profesoras y profesores podemos utilizar? Cuanto menos tiempo necesitemos, tanto alumnado como
profesorado, para aprender a usar nuevas herramientas, mejor.

– ¿La estrategia que hemos elegido nos permite recoger aquellas evidencias necesarias para evaluar lo
que queremos evaluar?

6. Dejar que los estudiantes sean los protagonistas


En la medida de lo posible, tenemos que dejar que el alumnado sea también evaluador.
La evaluación en línea puede facilitar mecanismos para la autoevaluación y
la coevaluación (Huisman, Saab, Van den Broek y Van Driel, 2019), que son también grandes aliados
en casos de ratios muy altas. Para hacerlo, es fundamental que los criterios de evaluación sean muy
claros, que el rol de nuestras y nuestros estudiantes como evaluadores sea también uno de los
elementos evaluados, y tener claro que, al final, la responsabilidad sobre la evaluación del
estudiantado será nuestra, de las y de los docentes únicamente.

Si eso no es posible, hay que intentar al menos crear espacios donde los y las estudiantes puedan
discutir sobre su aprendizaje, poner en común sus competencias, y así potenciar su interacción
social.

En definitiva, y en este último punto clave para una planificación de la evaluación sencilla i efectiva,
vamos a reflexionar sobre la posibilidad de que nuestras y nuestros propios alumnos sean también
evaluadores de su propio proceso de evaluación en algún momento del semestre. Si hacemos que esto
ocurra contribuiremos a una mayor apropiación de los criterios de evaluación y, por lo tanto, a un
aprendizaje mucho más significativo.

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