Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Aaaa
Aaaa
efectiva
La evaluación es habitualmente una de las mayores preocupaciones de las y los docentes y esto
se ha acentuado en estos tiempos de crisis donde hay que enfrentarse a nuevas situaciones bajo
presión, y además lidiar con antiguos problemas que no podemos resolver de la noche a la
mañana. En este contexto, ¿cómo podemos plantear una evaluación en línea sencilla y efectiva?
Ahora es más importante que nunca evaluar al estudiantado en sintonía con la realidad en la que nos
encontramos y para que aprendan a ser personas críticas y a afrontar los grandes retos de la sociedad
actual. Es en este sentido que las expertas de la UOC nos proponen seis aspectos clave para lograr
una una evaluación en línea efectiva, aplicables a todos los niveles educativos, y nos plantean
algunas preguntas que nos podemos hacer como profesoras y profesores para reflexionar sobre cada
uno de ellos.
– ¿La actividad de evaluación es interesante y estimulante para mis estudiantes?, ¿está conectada con
su realidad?
– ¿Podemos dividir la actividad en distintas fases para poder tener evidencias de lo que van
aprendiendo, poder dar feedback al estudiantado antes de evaluar el producto final y mejorar así su
aprendizaje?
Y una vez decidido qué vamos a evaluar y de haberlo compartido con el alumnado, hay que ser lo
más ordenados y claros posible en nuestras exposiciones, ya sean orales, textuales o audiovisuales. Y
no sólo vamos a informarles de ello: vamos a oír su voz, a darles la oportunidad de hacer preguntas o
sugerencias, y de llegar a acuerdos sobre las actividades de evaluación propuestas. Hay que tener en
cuenta, no obstante, que no podemos estar todo el día respondiendo sus mensajes, así que deberemos
gestionar las expectativas del estudiantado estableciendo normas sobre cómo y cuándo se producirá
interacción con el docente.
Podemos grabarnos en vídeo explicando las fases y tareas que van a tener que hacer y el feedback que
pueden esperar, potenciando su motivación, y después crear un documento que el estudiante pueda
siempre recuperar, incluso trabajar sobre él. Los foros también pueden ser una buena opción para que
los y las estudiantes aporten su visión.
– ¿Qué aprendizajes son factibles y los más recomendables en este escenario en el que tendremos, por
fuerza, que hacer renuncias? ¿Los podemos concretar en resultados de aprendizaje, es decir, teniendo
en cuenta la perspectiva del estudiantado?
– ¿Hemos pensado estrategias y espacios de diálogo para compartir la información sobre la evaluación
con el alumnado e implicarlo en las decisiones relativas al contenido y la evaluación?
– ¿Tenemos claros los criterios de evaluación para las actividades propuestas? ¿Estos criterios de
evaluación son lo suficientemente explícitos y comprensibles para el estudiantado?
– ¿Hemos elaborado algún documento o instrumento para sistematizar estos criterios y compartirlos
con el estudiantado?
Finalmente es importante, por un lado, hacer un cálculo aproximado de las horas que el estudiantado
va a necesitar para acabar la tarea y informarle al respecto. Y, por otro lado, plantear opciones para
flexibilizar la evaluación, si es necesario.
– ¿Hemos previsto el tiempo necesario dentro del calendario académico para evaluar estas actividades,
corregirlas, darles feedback, etcétera?
En momentos como este los juegos a través de estrategias de gamificación ayudan no solo a
desarrollar mejor las capacidades del estudiantado, sino a aumentar su compromiso y motivación
disminuyendo así los casos de abandono, una de las principales limitaciones en un entorno en línea.
Hay distintas herramientas en línea como Kahoot o Socrative que van a ayudarnos a promover el
diálogo y el debate con el estudiantado de forma divertida y a la vez que recogemos evidencias de su
aprendizaje.
– ¿La estrategia que hemos elegido nos permite recoger aquellas evidencias necesarias para evaluar lo
que queremos evaluar?
Si eso no es posible, hay que intentar al menos crear espacios donde los y las estudiantes puedan
discutir sobre su aprendizaje, poner en común sus competencias, y así potenciar su interacción
social.
En definitiva, y en este último punto clave para una planificación de la evaluación sencilla i efectiva,
vamos a reflexionar sobre la posibilidad de que nuestras y nuestros propios alumnos sean también
evaluadores de su propio proceso de evaluación en algún momento del semestre. Si hacemos que esto
ocurra contribuiremos a una mayor apropiación de los criterios de evaluación y, por lo tanto, a un
aprendizaje mucho más significativo.