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La conferencia de Alberto Morales del pasado 19 de marzo se centró en un

repaso por la significación de diferentes elementos musicales en el ámbito del Barroco.

Comienza la charla haciendo una contextualización en la que se especifican


aspectos concernientes al pensamiento de la época, centrándose en concreto en el
humanismo, el cual defiende al hombre como centro del mundo y el universo, lo que
tiene como consecuencia una pérdida progresiva de la importancia de lo sacro. En el
humanismo se encuentra el germen de las danzas del Barroco, que se bailan en épocas
del año determinadas. Una de las más famosas es la folía, de marcado carácter
españolizante, y con un patrón rítmico y armónico determinado. Por otro lado, estas
danzas se caracteriza por el uso de los modos 3 y 4, que tienen como una de sus
cualidades principales el llamado pasus duriuscus, que designa al semitono entre la
primera nota y la segunda, expresando deseo cuando procede de forma ascendente, y
dolor cuando procede de forma descendente.

Por otro lado, es interesante la puntualización sobre cuál fue el principal


impulsor para la difusión de estas danzas. Se trata de la imprenta, que fue el más
importante vehículo, y posibilitó una liberalización de la información, que pasa de
manos de la iglesia a ser propiedad del poder económico.

Después de esta introducción, se comenzó a hablar sobre el significado de


elementos musicales concretos. Uno de los ejemplos principales en torno al cual se
vertebró gran parte de la conferencia fue el aria del lamento de Dido, de la ópera Dido y
Eneas de Henry Purcell, la cual cuenta con un complejísimo desarrollo melódico y un
uso muy intencionado de la interválica. Esto queda ejemplificado mediante el uso de la
cuarta descendente mediante cromatismo, que expresa el lamento. De esta forma, vemos
como la música trata de imitar los fenómenos de la naturaleza.

Una importante manifestación de la significación musical del Barroco es la


teoría de los afectos, que consiste en la conversión de los afectos en elementos
musicales, asimilando las emociones a los modos. Podemos decir que hay seis afectos
básicos: amor, deseo, alegría, odio, evasión/admiración (los autores no tienen consenso
en cuanto a este afecto), y tristeza. Los modos menores expresan tristeza, los mayores,
alegría, los aumentados, desconcierto, y los disminuidos enfado u odio. Es decir, el
modo sirve para reflejar y sustentar los sentimientos del personaje.
Por otro lado, y como conclusión final de la conferencia, se habla de cómo estas
significaciones han cambiado a lo largo de la historia, la cual algunos autores han
considerado como una mera asimilación progresiva de la disonancia, admitiendo
conforme pasa el tiempo intervalos más alejados en la serie armónica. Es esto
precisamente lo que resignifica los elementos musicales. Por último, y en relación con
lo anterior, se plantea la problemática de la innovación musical, que en teoría va en
paralelo a esta evolución del oído musical hacia una aceptación de la disonancia, pero
que debe siempre mantener un equilibrio entre lo conocido y lo nuevo para generar
impresiones nuevas sin dinamitar el lenguaje, que es el nexo de unión entre el
compositor y el público.

En conclusión, se trató de una conferencia interesante, que trata temas


importantes siempre girando en torno a la semiología musical, de forma amena y
dinámica.

Elvira Simancas Fernández

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