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1. Denominación:
La harina se define como el producto finamente triturado obtenido de la molturación del grano del trigo blando (triticum aestivum) o la mezcla de este con el trigo duro
(triticum durum), en una proporción máxima de 4:1 (80% y 20% respectivamente), maduro, sano y seco e industrialmente limpio.
También es el polvo resultante de la molienda de otros cereales, de algunas leguminosas como avena, alforfón, maíz, arroz… y de algunos vegetales farináceos como las
castañas, garbanzos o lentejas.
La harina puede contener mayor o menor proporción del grano entero, según se deseche mayor o menor cantidad de salvado y germen. La proporción de grano entero que se
utiliza para obtener la harina se denomina grado de extracción. Cuando hablamos del 90% de grado de extracción se trataría de una harina que contiene un 90% de cereal
completo y se ha desechado un 10% de salvado y germen. Por lo tanto una harina integral seria una harina con el 100% de extracción.
La harina, sin otro calificativo, se entiende siempre como la procedente del trigo, cuando se trata de harinas procedentes de otros productos se debe indicar harina y seguido el
nombre del que proceda (harina de maíz, harina de cebada…).
2. Elaboración:
La harina se obtenía en otras épocas por la molienda de los granos entre piedras de molino o ruedas de acero que pueden ser movidas por fuerza animal o por simple
aprovechamiento de las fuerzas naturales: ríos, viento… en la actualidad se muele con maquinaria eléctrica, se realiza casi siempre en grandes fabricas harineras con unos
cilindros acanalados, luego lisos y cada vez mas próximos, los granos ya no son triturados, sino laminados, lo cual hace que desaparezcan algunos elementos esenciales del
trigo, como proteínas y sales minerales.
El proceso de molienda consiste en dos etapas, la de ruptura y la de reducción, la molienda se realiza gradualmente, obteniéndose en cada etapa una parte de harina y otra de
partículas de mayor tamaño. Entre fase y fase de molienda el producto molido es cribado y a continuación la harina es purificada, las fases son:
Trituración: el grano después de haber sido limpiado y acondicionado, se pasa por el primer juego de rodillos para ser triturado.
Cribado: la función del cernido o cribado es la de separar el producto en las tres fracciones principales: salvado, sémola y germen.
Purificación: posterior a la trituración se realiza la eliminación del salvado y clasificación de las sémolas por grosor a través de tamices y purificadores.
Reducción: el objetivo de la reducción es moler las sémolas y las semolinas purificadas y convertirlas en harina. Se reducen las partículas de sémola hasta una finura de
harina, además se elimina alguna partícula de salvado y germen que pudiera contener, esta operación se realiza con un cernido. Este proceso se realiza varias veces
hasta que queda eliminada la mayor parte de la sémola extraíble.
Blanqueo de la harina: la harina tiene un pigmento amarillo compuesto por un 95% xantofila o de sus esteres. El blanqueo del pigmento natural del endospermo de
trigo por oxidación, se produce rápidamente cuando se expone la harina al aire, más lentamente si se expone la harina a granel y se puede acelerar por tratamiento
químico utilizando agentes blanqueantes basados principalmente en compuestos clorados.
En el proceso de la molienda se separa el salvado y, por lo tanto, la harina de trigo se hace mas fácilmente digerible pero mas pobre en fibra, además se separa la aleurona y el
embrión, principales causantes del enranciamiento de la harina.
Los productos constituidos fundamentalmente por el endospermo de estructuras granulosas procedentes de la molturación del trigo, se denominan sémolas y semolinas. De las
cubiertas del grano procedente de la molturación que queda al extraer la harina, se obtiene un “salvado” de consumo humano.
3. Composición:
La composición de la harina de trigo duro es:
Agua: 12,56%
Gluten: 18,07%
Almidón: 66,07%
Otros: 3,30%
La composición del trigo blando es:
Agua: 14,55%
Gluten: 9,92%
Almidón: 73,04%
4. Calidad:
La calidad de la harina depende tanto del trigo con el que se ha hecho, como de si se ha conservado bien, sin humedad, ni hongos o ataques de insectos, que deterioran las
proteínas.
La calidad de la harina se aprecia en primer lugar por el tacto. Las harinas “redondas” son más granulosas y mas secas, sus partículas resbalan unas sobre otras. Las harinas
“planas” son más untuosas y más fragantes, dejan un fino polvillo (la flor) entre los dedos.
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Pero el aspecto más importante es su capacidad para hacer masas. No todas las harinas son iguales: sus propiedades que determinan su uso, son la fuerza de la harina
(capacidad para retener el aire en su interior), la tenacidad (resistencia cuando se estira la masa) y la extensibilidad (facilidad para estirarse, aporta volumen, importante sobre
todo en repostería), cuantas mas proteínas y gluten, mayor fuerza tendrá la harina.
Para hacer pan se necesita harina de gran fuerza o fuerza media, para la repostería de fuerza media y para frituras y salsas, la fuerza no es determinante, pero si que sean
harinas ricas en proteínas, con partículas mas grandes o con mucho almidón.
Harina de avena: La ya tan común avena es uno de los ingredientes favoritos de la llamada cocina fitness porque resulta mucho más nutritiva que el trigo, ideal para
deportistas o quienes buscan reducir un poco la ingesta de hidratos más simples. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que no es lo mismo la "harina" de copos
triturados, que la harina de avena obtenida del grano
En repostería podemos usar la primera opción, muy común ya en todo tipo de supermercados, y facilísima de preparar en casa si disponemos de un robot de cocina o
picadora para moler los copos de avena. Pero a la hora de elaborar masas de panadería, y recetas con mejor sabor y textura, necesitaremos harina profesional.
Este cereal no tiene gluten aunque no todos los productores garantizan que sea una harina apta para celíacos, siempre hay que revisar la etiqueta. Con la avena
podemos enriquecer todo tipo de recetas, especialmente si queremos potenciar los toques más dulces de una masa, dándole una textura más rústica pero sin el exceso
del centeno. Como en el porridge, combina muy bien con lácteos, frutas y frutos secos.
Harina de arroz: el molido del grano de arroz, normalmente en versión blanca refinada, proporciona una harina muy fina y suave, libre de gluten, con gran cantidad de
almidón y pocas proteínas. Apenas tiene sabor y no tiñe las masas, siendo muy adecuada por tanto para la repostería sin gluten, si bien puede dejar una textura algo
más apelmazada que el maíz. Se suele emplear también para rebozar y lograr fritos más crujientes.
No hay que confundirla con la harina de arroz glutinoso o mochiko, ingrediente fundamental de dulces japoneses como el mochi.
En su versión blanca (no integral) es una harina frecuente en los elaborados para celiacos, aunque por sus propiedades es complicada para la panadería, pero sí se
puede combinar con otros cereales para la elaboración de panes de miga más densa y húmeda, es muy recomendable para espesar salsas y para hacer rebozados (ya
que los deja muy crujientes).
Harina kamut o khorasan: se trata de una variedad del trigo (triticum turgidum), de las más antiguas que se conocen, pudo estar emparentada con el emmer, originaria
de las zonas de la antigua Mesopotamia o Egipto. Durante siglos este cereal se dejó de cultivar, hasta que hace unos años un estadounidense decidió rescatarlo del
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olvido, obnubilado por sus cualidades nutritivas (mayor contenido en proteínas y fibra) y por ser una variedad que no se había sometido jamás a alteraciones genéticas,
lo que, por otro lado, lo hace mucho más sensible a enfermedades y adversidades climáticas. Aunque ahora lo conocemos como kamut, esta variedad se llama
khorasan; y kamut (que significa 'trigo' en el idioma del antiguo Egipto) es el nombre de la empresa pionera que lo comercializa de manera ecológica.
Su harina tiene un color amarillento muy agradable visualmente, que además aporta un sabor particular a las masas, más dulce y menos ácido, potenciando los
lácteos de una receta o los matices más afrutados. Es excelente para combinar con otras harinas en repostería o para usarla sola, también en panes, considerando que
absorbe gran cantidad de agua y no nos dará una miga tan elástica.
Harina de espelta: pariente del trigo y con una historia parecida a la anterior: un pasado ancestral (se calcula que se cultivaba hace más de 7.000 años), con una reciente
recuperación en busca de sus mejores valores nutricionales (comparándola con el trigo común), olvidada durante años, lo que ha permitido que hoy no existan
variedades tan modificadas para potenciar su productividad.
Su peculiaridad es que su grano presenta una cascara mucho más dura que dificulta su refinado y tiene un gluten particular, que la hace más difícil de trabajar, pero
mucho más digestiva, la habitual es encontrarla en formato integral, aunque también se comercializa la harina de espelta blanca. Su casco exterior duro la hace más
resistente a enfermedades y climas, y por tanto más respetuosa con el medio ambiente, dado que no es tan necesario el uso de pesticidas, fungicidas y herbicidas.
Es una excelente alternativa para conseguir masas más sabrosas y aromáticas, con texturas diferentes. Absorbe muy bien el agua pero necesita amasados ligeros y
cortos y fermentaciones poco prolongadas, ya que tiene un gluten más débil.
Eikorn, escaña o espelta pequeña: los orígenes de este cereal se remontan hasta unos 7500 años a.C., situándolo como el gran antepasado del trigo actual.
Probablemente domesticado para el consumo humano en zonas de la actual Turquía, las personas ya consumían el cereal sin procesar, hasta que empezó a usarse como
harina, aunque fue desplazado por otros cereales más rentables.
Los granos también están recubiertos por una cascara dura que dificulta su refinado, tiene poco gluten y es algo complicada de trabajar en panadería. Igual que la
espelta se beneficia de fermentaciones más cortas y amasados breves combinando reposos.
Emmer, farro o espelta mediana: menos conocida que las anteriores, es más habitual hoy en día en Italia, donde tradicionalmente también se consumen los granos en
cocidos, con el término farro realmente se pueden encontrar también referencias a la espelta o el eikorn. De nuevo es un cereal muy antiguo que ha sufrido
modificaciones dadas las dificultades de su cultivo y producción a gran escala. Hoy en día se está recuperando por parte de pequeños productores y panaderos. Esta
espelta es muy sabrosa, ligeramente dulce y proporciona un tono rojizo a las elaboraciones.
Harina de tritordeum: una reciente creación, obtenida del cruce entre trigo común y un tipo de cebada chilena silvestre que busca las propiedades nutricionales de una
y la plasticidad del otro. Este cereal, que está consiguiendo abrirse paso en la industria española, tiene un color amarillento, por su alto contenido en luteína, contiene
menor cantidad de gluten y su cultivo reduce, como la espelta, el impacto ambiental, gracias a su resistencia.
Harina de teff: este antiguo cereal procedente de una planta herbácea ha sido parte indispensable de la dieta en Etiopía, muy apreciado en un país tan pobre por su bajo
coste y ricas propiedades nutritivas; es la base de la injera, una especie de pan plano o tortitas muy finas. Recientemente lo ha descubierto el resto del mundo y no es
raro que se le aplique el término de superalimento o sustituto de la quínoa.
La harina de teff no tiene gluten y es algo tosca, ligeramente granulosa, muy aromática y oscura. Aporta toques de sabor malteados a las masas y por eso es perfecta
para enriquecer cualquier receta dulce con un acabado más rústico, si preferimos los sabores algo más agrios y menos dulzones. Es aconsejable añadirla en pequeñas
cantidades a la hora de experimentar, pues tiende a dejar las migas muy ásperas y no absorbe bien del todo las grasas.
Harina de tapioca (yuca): la yuca es un arbusto típico de Sudamérica, que hoy en día podemos encontrar en numerosas zonas de África y en países costeros del
Pacífico. Su cultivo se remonta a tiempos de los mayas, ya que sus raíces poseen grandes propiedades nutritivas. Se puede comer frita o cocida. De hecho, la harina de
tapioca se extrae a partir de estas raíces y es, todavía hoy, un alimento básico dentro de la cocina de muchos países americanos.
Para obtener la tapioca se prensa la raíz de la yuca para eliminar el componente tóxico natural que contiene, tras lo que se deja secar, bien de manera industrial o en
secaderos al sol. Una vez tenemos las raíces bien secas, se muelen hasta obtener una fina harina que acabará convirtiéndose en la tapioca que todos conocemos.
La tapioca es una fuente natural de hidratos de carbono y tiene un alto contenido de almidón. Es baja en colesterol y en grasas saturadas, por lo que aporta energía
saludable y se recomienda en dietas dedicadas a subir peso. Esta harina no tiene gluten y pese a que con ella no se puede preparar pan, sí que podemos obtener con ella
tortitas, o bien usarla como espesante para salsas. Eso sí, tiene bastantes calorías.
Harina de maíz: el maíz es uno de los cereales más consumidos a nivel mundial y juega un papel esencial en la alimentación y cultura de muchos países
latinoamericanos; de allí nos llegó a Europa y aún tiene una gran presencia en España, especialmente en regiones del norte, y en Portugal, donde destacan los panes
o broas, también presentes en Galicia.
Pero es un cereal que puede ser confuso en su presentación en forma de harina, según el grosor del molido o si ha sido precocida.
Para elaborar cualquiera de ellas, se les quita la cascarilla. Si va a ser sémola, basta con molerla hasta obtener granos del tamaño de los de la arena. Si lo molemos más,
obtendremos harina cruda de maíz, y si en vez de molerla más, la cocemos, obtenemos la polenta. Para hacer harina de maíz precocida se cuece el grano antes de cocer,
y para hacer maicena se retira, además de la cáscara, el germen y se somete a un breve proceso de fermentación (mojando el grano) y por último se muele.
Variedades:
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Harina de maíz: puede ser amarilla o blanca, y suele ser de textura algo más fina que el trigo refinado, aunque puede presentar un grosor algo distinto según el
molido que se le haya aplicado. Cuando no se especifica nada más, se trata del cereal sin más, molido al natural. Es la más adecuada para hacer pan, también
bizcochos o galletas.
Harina de maíz refinada, fécula o almidón de maíz: lo que conocemos por maizena, de textura finísima, casi un polvo, pegajosa y empleada habitualmente
para espesar o ligar salsas. Además se puede usar en repostería sustituyendo parte o la totalidad del trigo.
Harina de maíz precocida: con algunas variantes según la marca, es la que se emplea para la preparación de arepas y otras recetas similares. Normalmente solo
hay que mezclar con agua para darles forma.
Sémola de maíz o polenta: con una textura granulada más o menos gruesa, la sémola también puede presentarse cruda o precocida, especialmente si está
destinada a la elaboración de polenta instantánea.
Harina de maíz tostada: el uso más habitual que se le da es la preparación del gofio canario, pero también es un ingrediente común en algunos países
americanos. Tiene mucho más sabor y es interesante enriquecer con ella masas dulces de repostería.
La harina de maíz no tiene gluten y por eso no se puede usar sola en la elaboración de pan. Las mencionadas broas suelen prepararse combinándola con centeno, a
veces con algo de trigo para proporcionar más volumen. Es recomendable escaldarla previamente con un 70% del agua de la receta para liberar el almidón.
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9.4 Otras harinas:
Harina de lino o de linaza: es la proveniente de la molienda de la semilla de lino. Son muchos los expertos que recomiendan la harina de linaza por encima de las
semillas de linaza enteras, ya que así es posible asimilar los nutrientes que se encuentran en el interior de las semillas. Su alto contenido en fibra ha sido el gancho para
muchas dietas, ya que contiene más de un 30%. Se puede utilizar como sustituta del huevo en muchas recetas, incluidas las dulces, y son muchos los que la añaden
a cucharadas a sus desayunos, en los yogures, en la leche o también en alimentos salados como los purés o los zumos para un aporte extra de fibra.
Harina de almendra: sobra explicar, dado el origen de esta harina, sus virtudes nutricionales, sobre todo en minerales, vitaminas y antioxidantes. La harina de
almendra es una opción muy saludable para la elaboración de dulces y panes, aunque, obviamente, mucho más cara.
Harina de castañas: un toque original para el final y para darle un sabor sorprendente a tus elaboraciones. Al igual que su compañera, la de almendra, aporta un
excelente valor nutritivo.
10.1Características:
Tanto almidón como fécula se utilizan para describir esencialmente la misma substancia genérica: un glúcido muy abundante en el mundo vegetal que cumple el papel de
reserva energética para el futuro desarrollo de una planta. Esta molécula compleja se encuentra en la práctica totalidad de semillas, pero también de tubérculos y rizomas. Y
aquí es donde radica la diferencia entre almidón y fécula: en su origen. Cuando se extrae de cereales como el arroz, el maíz o el trigo, usaremos la denominación almidón.
Cuando hablamos de tubérculos y rizomas como la patata o la tapioca, hablaremos de fécula, aunque por lo general se suele utilizar féculas para todos los géneros, ya que las
féculas son hidratos de carbono, almidón.
Desde un punto de vista, ya se trate de féculas o de almidones, el uso y los resultados son parecidos, aunque existen diferencias. Todos ellos son insolubles en agua fría y
requieren un calentamiento para espesar. Las féculas suelen ser menos blanquecinas, también suele ser más rápidas a la hora de espesar y tener un sabor más neutro. Los
almidones en cambio son más económicos y son más adecuados para procesos de cocción largos.
Mientras una harina está compuesta por agua, gluten y almidón (y otros compuestos en menor presencia), una fécula son únicamente hidratos de carbono, almidón. Se tratan
de almidones compuestos de carbono, oxígeno e hidrógeno. Las féculas son muy abundantes en las plantas, en especial en frutos y raíces.
El tamaño y la forma de los granos de almidón de las células del endospermo, varía de un cereal a otro; en el trigo, centeno, cebada, maíz, sorgo y mijo, los granos son sencillos,
mientras que los de arroz son compuestos. La avena tiene granos sencillos y compuestos predominando estos últimos.
En los comercios las encontramos en forma de polvo blanco, muy fino y en especial se extraen de diferentes vegetales como pueden ser las patatas, los arroces, el maíz, el trigo,
etc.
Ahora se pueden encontrar otras con un origen más exótico como pueden ser las procedentes de la mandioca, de la que se obtiene la tapioca, el almidón de sagú que se extrae
de unas palmeras con el mismo nombre.
Las que más almidón tienen son el arroz y el trigo que pueden tener un 75% en su composición, seguido por el maíz que tiene hasta un 70%. Y una fécula que se suele usar
mucho en algunas cocinas, es la fécula de patata. Pero las patatas tienen tan solo un 25% de almidón.
10.2Elaboración:
La fécula se extrae a través de un proceso de prensado de los tubérculos o semillas obteniendo una mezcla donde está el almidón, el gluten, aceites, etc., después se arrastra por
agua fría y se tamiza, se le añaden productos químicos que disuelven el gluten y otros restos, quedando solo el almidón, finalmente se somete a un proceso de secado
evaporándose el agua y quedando un polvillo blanco que es el almidón. Evidentemente los procesos son más rigurosos e innovadores cada día, cambiando en algunos casos
tanto procedimientos como métodos.
10.3Usos:
En nuestra cocina se utilizan más las féculas que proceden de trigo, del maíz, de la patata o el arroz. En general se emplean como espesantes de cremas o purés. También para
ligar salsas y darles más consistencia. También se puede emplear como antiadherente para estirar o formar masas y pastas, como puede ser el mazapán, etc.
Absorbe una cantidad mucho mayor de humedad que la harina de trigo tradicional, por lo tanto, se obtienen panes y pasteles más suaves y esponjosos.
Aunque sí que es cierto que el principal uso que solemos darle es como espesante o para ligar. En ese caso hay que tener en cuenta que las féculas son insolubles en agua fría y
que además suelen formar grumos si no las disolvemos primero. Entonces, lo que tendremos que hacer será disolverlas en un poco de agua templada y añadir la mezcla a la
preparación que estemos haciendo, siempre en caliente y en los últimos minutos de la preparación. Removemos y dejamos que espese.