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Capítulo 17: Pero en este tira y afloja yo seré el ganador.

Emi no entendía nada. ¿Acaso era que usó un vestido amarillo? ¡Qué frustración,
nadie usa un vestido amarillo para una primera cita! ¿Acaso es porque se recogió el
pelo cuando siempre lo lleva suelto? Es porque no le gustan sus orejas y trata de
ocultarlas siempre... tal vez sea eso. O porque no pidió una ensalada para cenar
como todas. ¿Qué fue lo que hizo mal? Porque ella se imaginaba terminando la cita
con un beso bajo el umbral de la puerta de su casa, al momento que Santi la
despidiera. Se imaginó una cita llena de risas, rubores gracias a los cumplidos y sus
dedos entrelazándose y nada de eso sucedió. Santi estaba como en su propio mundo,
a penas atendía lo que ella le decía y solía revisar el celular cada pocos minutos y ella
se dio cuenta de que solo reía por compromiso. Porque la risa verdadera de Santi es
la que hace que sus ojos se achinen formando arrugas en los costados y en estas casi
eran carentes.

Se tomó un taxi hasta su hogar y para el colmo el taxista no dejaba de hablar de


política, uno de los temas que ella más detesta. Santiago no la dejó en casa, no le dio
un beso y nunca le dijo nada.
"Y todo por callar", novela de @BeautifulDecember

Austin se escapó. Se esfumó al recreo en algún momento que lo perdí de vista, y si


quería sacarle una mala fotografía, tenía que aprovechar cada segundo. Así que
guardo mis cosas y me dispongo a buscar a ese tonto. Me fijo en la zona de nuestros
casilleros y no está. Busco con la mirada en la zona del comedor y nada, pero
entrecierro mis ojos al ver a los traficantes comiendo felizmente, son unos
desgraciados. Me asomo al gimnasio y ¡no puedo creer lo que veo! ¿Aquella es
Tronchatoro bailando salsa? Saco mi teléfono y filmo la escena de lo más cómica;
este jugoso video podría servirme en un futuro.

Cuando estoy a punto de resignarme e ir a comer, salgo al jardín interno y ¡paren el


mundo! Me quedo petrificada al divisar quiénes están ahí: ¿Austin coqueteando con
una chica? ¡Qué atrevido es! Y la desdichada es nada más y nada menos que Lulú...
tan típico de ella. Lulú está apoyada en el limonero dedicándole sonrisitas tontas,
mientras que el tonto está frente a ella hablándole. Justo en ese momento, ella
acaricia su hombro. ¿Cómo es que él no la detiene? ¿Si ella está con un resfrío o
algo? Tiene que cuidar sus defensas. ¿No se supone que él se preocupa por los
gérmenes? Es un mentiroso... muy típico de la jirafa.

No, esto no se quedará así.


Me acerco disimuladamente y escucho la conversación...
―Amé tu súper historia en literatura, es tan cool ―dice ella con voz nasal.
Ay, sí, tan cool... bla, bla, bla.
―¿Te parece? No sabía que te gustaba la literatura ―comenta Austin.
¿Gustarle la literatura? ¡JA! Esa chica solo sabe maquillarse y hablar con chicos tontos
como tú.
―¡No, la detesto! Yo solo pensé que literatura moderna era leer revistas de moda y
solo hay libros feos. O sea, ¿hello? ¡Usen lógica, primor!
Alguien deténgame que la mato, juro que la mato.
―¿Lo dices en serio? ―él pregunta confundido.
Sí, tremendo bobo, lo dijo en serio, ¡estamos hablando de Lulú!
―¡Obvio! Y yo por fin pensé que había una materia genial, ¡qué lata! ―se queja―.
Ahora dime ―ella comienza a jugar con el borde de la camisa de Austin―, ¿eres
bueno besando, como lo eres literiando?
No... Ella no dijo "literiando" ¡Díganme que no lo dijo!
―N-no lo sé... ―titubea Clarkson, pero ella se acerca de a poco y estira su boca
formando labios de pato, pese a eso puedo notar que él no está muy cómodo que
digamos. Al parecer Austin si tiene algo de compostura y me alegro por eso.
¿Qué? No, eso no me alegra. Para nada.
Entonces una sonrisa siniestra se manifiesta en mis labios y una gran idea comienza a
surgir en mi mente maestra. Solo tengo que intentar llorar y aquí vamos...
―¡Desgraciado! ―sollozo cuando me acerco en el momento justo que ella iba a
besarlo―. ¡Me engañas!
La jirafa abre sus ojos enormes y me mira confundido.
―¿Discúlpame? ―pregunta la chica enarcando una de sus cejas perfectamente
depiladas.
―¡¿Cómo puedes hacerme esto?! ―exclamo ignorándola a ella―. ¡¿Y dejas que me
enarque una ceja?!
―¿Estas saliendo con esta enana que da miedo? ―pregunta Lulú.
―¿Qué? Yo no... no...
―¡Enana tu abuela y lo mejor viene en compacto chico! ―expongo―. ¿Acaso no
piensas en nuestros niños? ―Le digo a Slender―. ¡Qué pensarán de su padre!
―¿Tienes hijos? ―inquiere la pelirroja, al llevarse una mano al corazón.
―¡Agnus, por favor, calla...!
―Sí, tenemos dos hijos ―Seco una de mis lágrimas de mentira―. Son dos bebitos
gorditos y muy lindos, mellizos. Sus nombres son Microbia y Slenderson.
―¿Pero qué...?
―Salieron hermosos como la mamá, gracias a Dios, porque si salen a su padre serían
unas cosas horroro... ―él me pisa―. ¡Ay, maltratador!
―¡Yo nunca te he visto embarazada! ―indica Lulú―. Qué nombres tan cool.
―Fue un embarazo prematuro, en el verano ―aseguro―. Inseminación artificial y una
nueva tecnología que reduce el tiempo de gestación... sí, solo a tres meses.
―¡Ay, Dios! ―gruñe Austin al llevarse sus manos al rostro y negando con la cabeza―.
¿En serio?
―Has quedado súper flaca, mi hermana es toda una vaca gracias a mis sobrinos.

―Sí, adelga express me ayudó ―miento y me limpió otra lágrima falsa―. Además
quiero estar linda para nuestra boda. Con Austin queremos una hermosa fiesta en la
playa.
Entonces, es cuando sucede lo que estaba esperando durante los últimos minutos: el
hermo... tonto rostro de Austin se deforma y yo me apresuro en tomarle una
fotografía. Queda enceguecido por el flash, por lo que aprovecho y le saco algunas
más.
―¡Por todos los labiales del mundo, casi me involucro con un joven casado!
―exclama Lulú.
Me llevo una mano a mi boca para tratar de no soltar una carcajada y siento como
Austin toma mi muñeca sacándome del lugar.
―¡Hey, suéltame, engendro del demonio! ―Le grito.
―¡Adiosito, tórtolos! ―Se escucha a Lulú.
Austin me lleva hasta el armario del conserje, en donde me había escondido cuando
se encontraba bajo los efectos de la "pica-cola", y me perseguía para asesinarme
sádicamente. Él entra conmigo y cierra la puerta detrás de él.
Debo confesar que acabo de entrar en pánico.
―¡¿Estás loca?! ―Me grita.
―No me trates así, esposito mío ―ordeno levantando mi dedo índice y frunciendo el
ceño―. Esa no es manera de tratar a la mujer que amas con locura.
―Estás totalmente loca, Agnus. ¡Estás loca! ―Niega con la cabeza.
―No sé de qué hablas. Ahora, si me disculpas, tengo que alimentarme y... ―No logro
abrir la puerta, ya que se pone frente a ella cerrándome el paso―. ¡Tengo hambre!
No es por amenazarte, pero soy lo peor del mundo cuando mis tripas rugen.
―Ya sé ―En su rostro se formó su típica sonrisa del mal―. Ay, Agnus... estás celosa.
―¿Celosa? ―Río―. Este encierro te afecta el cerebro.
―Ya veo por qué me perseguiste durante todo el día... ―Sigue sonriendo―. Si
querías un beso mío solo tenías que pedírmelo.
―¡¿Qué?! ―espeté―. ¿Tú te escuchas? ¿Eres consciente de la incoherencia
incoherente que tu mente sin coherencia dice? Déjame decirte que no. ¡No, señor, no
lo eres!
―¿Es esta tu venganza por lo de la torre? Pensé que me habías perdonado...
―¡Te perdoné!
―Pues no lo parece ―Encoje de hombros―. Espera, ya sé qué está pasando aquí...
No quieres perder este juego, es eso ¿verdad?
―No te estaría entendiendo ―confieso.
Se acercó más a mí, por lo que me vi obligada a mover mi flequillo para tapar mi ojo
izquierdo.
―Sí que lo haces, pero en este tira y afloja yo seré el ganador ―musita.
―Algo en tus neuronas no te deja ver las cosas con claridad, así que muévete de una
vez por todas, para que pueda salir.
―Disfruta de tu estadía, niñita ―Me guiñó un ojo.
―¿Estadía? Espera, ¿qué se supone que signifi...?
En un solo movimiento, Clarkson me dejó encerrada en el tétrico armario.
Perfecto, lo único que me faltaba.
Por más que intenté forzar el picaporte no logré abrirlo. Grité "ayuda" y "tengo
hambre" con todas mis fuerzas y nadie venía a rescatarme. Para sumar puntos a mi
desagradable vivencia, el lampazo me golpeó la cabeza y la cera ensució mis
impecables zapatos del colegio. Por suerte llevaba el celular conmigo, así que marqué
el número de France solicitando ayuda.

No obstante, al minuto de cortar, siento que el picaporte comienza a moverse y la


puerta se abre. ¡Habían llegado súper rápido!
―¡Gracias, no saben lo que...! ―Me detengo al ver que no es Francesca, ni otro de
mis amigos. Blake, el aliado de Austin, se encontraba parado frente a mí. El corazón
me bombeó frenéticamente de miedo―. ¡No me mates!
―¿Qué? ―preguntó sin expresión―. Escuché gritos y solo fui a buscar algo para abrir
el armario.
―No, yo dije... no me dejes, eso. No me dejes encerrada ―aclaré la garganta.
―¿Te encuentras bien?
―Sí... m-muy bien.
―Fue Austin, ¿no?
―Sí... y de la nada. Yo solo caminaba inocentemente, me forcejeó y me encerró
―explico.
―Hablaré con él, no te preocupes.
―¡Gracias, vampi... Blake! ―exclamé al irme rápidamente de allí.
Casi llego tarde a la última clase que es historia, donde el profesor dará un tema
importante con diapositivas sobre Napoleón Bonaparte, donde nos tomará examen la
semana que viene. Con mis compañeros, nos encontramos sentados como buenos
alumnos, esperando la llegada del profesor.
―Buen día, chicos ―saluda el profesor de historia―. Benjamín, ¿podés ir a buscar el
equipo en la sala de videos?
―Por supuesto, profe ―Mi amigo se levanta de su asiento―, pa' servirle a usted.
―Ah, y tomá la tarjeta de memoria así traes todo listo, ya que estás ahí.
Benja agarra la tarjeta y la guarda en su bolsillo del pantalón, luego sale del aula.
Captaba la situación a medias, ya que no me preocupaba nada más que no sea
entender qué es aquello de tira y afloja, que dijo Austin en el armario. ¿Se referirá a
las bromas? Porque si no es eso, agotaría hasta la última de mis neuronas en pensar
un motivo.
Luego de unos diez minutos, por fin aparece Benjamín con el equipo multimedia.
―¿Qué pasó, Benítez? ―dice el profesor―. ¿Acaso se fue a fabricarlo?
―Perdón, es que estaba mal conectado y se cayeron la mitad de las cosas ―Se
justifica―. Pero ya está todo listo, la tarjeta de memoria también.
―Gracias, ahora seguiremos con el tema ―informa―. Hoy veremos la vida de
Napoleón Bonaparte. Traje unas imágenes para hacer más didáctica la clase,
cualquier duda que les surja, me van preguntando, ¿está bien? ―anunció y comenzó
a reproducirlas.
He aquí el momento en donde nuestro plan se vio arruinado.
¿Se preguntarán qué sucedió? Okay, en la pantalla lo menos que hubo, fueron fotos
de Napoleón. Ninguna. Todas eran imágenes de Austin Clarkson durante aquella
broma en la cafetería.
―Napoleón Bonaparte fue un militar y gobernante francés, general republicano
durante... ―Intenté escuchar al profesor, pero con sinceridad, no pude hacerlo. Todos
nuestros compañeros comenzaron a reír. Por mi parte fijé la vista en Austin y él
estaba inmóvil y pálido.
Ninguno de los cuatro sabíamos qué hacer, el rostro de Benjamín tenía la culpa
atormentándolo por completo. Se suponía que esto no debía ser así, esas fotos se
debían quedar solo para nosotros.
Levantamos la mano y le gritamos al profesor, pero con el bullicio, pasamos
desapercibidos.
―¡Niños, sabemos que el militar era feo y petiso, pero no hay que reírse del difunto!
―vociferó nuestro profesor sin mirar a sus espaldas―. Sigamos con la clase: Su
padre, Charles Bonaparte, procedía de una familia toscana asentada...

La fotografía que se reproducía, era en el momento donde daba arcadas para vomitar
después del pastel con gusanos. Benjamín se puso de pie y arrancó el cable del
enchufe para apagar el dispositivo, sin embargo, el profesor alcanzó a ver esa última
imagen. Lo primero que hizo fue llamar al director David y éste, cuando ingresó en
nuestro salón, fijó su vista en nosotros. ¿La verdad? No sé qué le llevó en sacar esa
conclusión, porque podría haber sido cualquiera... Bueno, no.

En resumen: nos llevaron a todos a la dirección y eso incluye a Clarkson. Le juramos


con todas nuestras fuerzas, a David, que esto no fue a propósito, que esas fotografías
nunca iban a ver la luz. Sin embargo, como castigo a France, Cande y Benja, David
los obligará a pintar una parte del gimnasio de la escuela. ¿Qué haría yo? Si tenía que
arreglar los jardines con Austin por una semana, serán dos a partir del próximo lunes.
Y si el jardín estaba listo antes, él nos buscaría otra cosa para hacer. Oh, ni hablar de
la carta que debo hacer para mañana, de la cual no será sincera ni una sola palabra.
Lo más humillante, es que debemos leérnosla frente a nuestro malévolo director.

―Así que me habías perdonado, ¿eh? ―Me susurró Austin al alcanzarme.

―Sé que no nos creíste, pero esta vez fue un mal entendido, Benjamín se confundió
de memoria y...

―No hace falta que te expliques, Clas ―Me interrumpió―. Quiero volverte a recordar
que todo lo que escuches de mi parte, en esa tonta carta del perdón, será falso.

Luego de eso, se fue sin dejarme responderle.

Más tarde, cuando ya estaba en casa y me encontraba un poco relajada, me dediqué


a escribir esa carta como si fuera para una historia. Supe separar la realidad con la
ficción y el resultado me agradó bastante, lo desagradable será leérsela a él. Pero
¿qué más da? Ambos estábamos en esto y somos conscientes que nada es cierto. Yo
voy a fingir y él lo hará también, después de esto no creo que volvamos a hablarnos
después de lo enojado que se veía con todos nosotros, conmigo en realidad.

Detestaba el sentimiento que estaba masticando.

Minutos después, a punto de dormir, me llega un mensaje a Wattpad y nuevamente


se trataba de Adam...

StayStrong7: ¡Hola, Sabri!

StayStrong7: ¿Estás? Hoy tuve un día bastante difícil, y no sé, tenía ganas de hablar
contigo...

Yo también.

¿Cómo estáaaan? Espero que les haya gustado este capítulo y se hayan reído un
montón con Lulú jajajajajaja.

Tengan un hermoso miércoles y disfruten del resto de la semana.

Gracias por todo el apoyo que me dan día tras día, que a veces no puedo creer. Son
los mejores lectores de este mundo. Los quiero un montóooooon :3
Si quieren pueden unirse al grupo de Facebook, el link está en mi perfilsh 7u7

Bezitos con paziommm

¿PRÓXIMO CAPÍTULO?

Promise? Something that you cant't break. Ever.

QUÉ ES SUPERAR WACHOOOOO.

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