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Capítulo 2.

Descarado
Entré al taxi con Migue, pero mi amigo estaba muerto de curiosidad, podía verlo en sus ojos.
Dejamos a las chicas que lo acompañaban primero y luego me preguntó, no se aguantó. ¡Se
moría si no lo hacía!

-Vicky, ¿Qué diablos pasó allá? -interrogó. -Yo me imaginé un tipo horrible, insistente y
desubicado. Y llego y se estaban tragando -agregó desconcertado

-¡Que exagerado Migue! -exclamé divertida

-"Amigo, no me dejes sola con este tipo" -se mofó de mí. -Yo no vi que la estuvieras pasando
mal -arqueó una ceja. -Bien que te vi que lo estabas disfrutando

-¡Pero yo no dije eso! Solo te pedí que no me dejaras sola. Además, lo acababa de conocer

-¿Y así tratas a los chicos que acabas de conocer? ¡No me quiero imaginar cuando ya le tengas
confianza! -agregó escandalizado y sonreí para mí.

-Cuando haya confianza, me hará gritar de placer -declaré y me partí de la risa

-¡Mira Muchachita! ¡Respétame vale! ¡Es la última vez que te saco! -refutó en complicidad

-¡Pero eso fue lo que dijo él! -me defendí

Sonreí sin descaro y mi amigo me haló por el brazo para que le contara los detalles mientras
me llevaba de regreso a la residencia. Le conté todo detalladamente y quedó más que
satisfecho. Me dejó en la puerta de la residencia y se aseguró de que entrara. Cerré con llave y
me despedí con la mano.

Me fui directamente a mi habitación, pero el sonido de un mensaje de WhatsApp llamó mi


atención y me senté en la esquina de cama para ver de quién se trataba mientras me quitaba
los zapatos.

Desconocido
Sales bellísima en tu foto de perfil.
Vicky Flores
Disculpa, pero ¿Quién eres???... no tengo este número registrado

Sabía de quien se trataba, pero no quería darle importancia, pero al parecer mi respuesta le
molestó o le sorprendió un poquito porque me llamó.

-¿Tan rápido me olvidaste? -agregó a modo de saludo

-Umm... ¿Y quién se supone que eres?

-Alguien que te hará gritar de placer -aseguró

-Estas muy seguro de eso Juan Pablo.

-Me alegra que no me hayas olvidado.

-Creo que no me has dado la oportunidad de extrañarte.

-No quisiera que alguien más se me adelantara

El chico la verdad era un caramelo, provocaba comérselo, pero yo no quería salir con nadie,
solo que por alguna razón este chico me provocaba y era inevitable no coquetearle.

-A ver Juan Pablito. Déjame aclararte algo. Me tomaste desprevenida con ese beso.

-Pero si los mejores besos son los robados.

-Puede ser, pero te estás saltando una parte muy importante. Tú no sabes si yo soy una loca
obsesiva compulsiva, una devoradora de hombres, o si soy lesbiana. ¿Tú vas y te besas con
cualquiera?

-Por como respondiste a mi beso no creo que seas lesbiana y no tienes pinta de loca. Ahora, si
fueras una devoradora de hombres, no me molestaría para nada -enumeró sin descaro.

No pude evitar que se me escapara una sonrisa con sus ocurrencias.


-Si te vas a reír al menos déjame verte.

-¿Qué te hace pensar que me estaba riendo? -inquirí en un momento que me hizo dudar si me
estaba viendo por la ventana.

-Entonces, ¿te llamo y me demuestras que no te saqué una sonrisa? -inquirió

¿Qué?... Este chamo en serio está loco.

-Nop. No es necesario que me llames. Me estoy cambiando -mentí

-Uff... Ahora me dan más ganas de verte.

-Tú lo que eres es un calenturiento, vale. ¡Vete a dormir!

-Eres la primera chica que ha osado mandarme a dormir.

-¿Y eso te molesta?...

-No. Me intriga saber si siempre eres así de mandona.

Dios, pero este hombre quién sabe como me está imaginando.

-¡Uff, hasta más!Descansa, calenturiento. Ya es tarde.

-Ok, pero te voy a pedir un favor. Mándame un besito para poder dormir tranquilo. Y si te
ríes de nuevo, en vez de uno, deben ser dos -demandó

-O sea -enmarqué una ceja. -¿Siempre eres así de creído y demandante?...

-Solo con las rubias que son exigentes y mandonas.

Pero es que parece que tiene todas las respuestas en la punta de la lengua.

-Pues, yo soy muy mandona. ¡Ahora duérmete! -ordené


-Como usted diga mi rubia mandona

-¿Mi rubia mandona?... ¿Desde cuándo?

-Desde que respondiste a mi beso. Descansa mi rubia mandona -me lanzó un beso por el
auricular y colgó la llamada.

A parte de abusador y calenturiento, es creído y posesivo. Pero no se puede negar que está
como quiere.

Bueno, la noche después de todo no resultó tan mal.

...

Dos días después me levanté como de costumbre a hacer fila en la puerta del baño. La
residencia era bastante grande y todas las chicas del segundo piso hacíamos fila para tratar de
correr con suerte y poder ducharnos con agua caliente.

Cuando llegó mi momento me di una ducha rápida porque no quería llegar tarde a clases y
adicional a eso, quería comprar algo de desayuno. No alcancé a preparar nada en la
residencia.

Tomé el primer bus que pasó para que me acercara a la universidad y al llegar, Miguel me
avisó por texto que, en vez de ver clases en la sede de Ingeniería, la profesora nos atendería en
la sede de Educación.

Entorné los ojos al ver el mensaje y suspiré exhausta y resignada. Me dirigí a la sede de
Educación super molesta porque ahora debía pasar directo a clases y mi estómago estaba
rugiendo desde que llegué.

Arribé a la sede y llamé el ascensor con desesperación. De paso la clase era en el último piso.
Se abrieron las puertas del ascensor y entré echa una fiera.

¡Sé que llegué tarde por mi culpa, eso lo sé! ¡pero me molesta de sobre manera no haber podido
desayunar!
Se abrió la puerta del ascensor y salí apresurada cuando escuché unos chicos gritar: ¡La
tengo! ¡La tengo! La... Oh...

Me quedé de piedra cuando me di cuenta de lo sucedido.

-¡Ella la tiene! -gritó el idiota incapaz de siquiera disculparse y sus amigotes solo estaban
partidos de la risa.

-¡Se fue y no regresa! -se burló otro de ellos.

Lo miré como si lo pudiera matar con la sola mirada y el imbécil no hacía nada. Los muy
idiotas se pusieron a jugar a ver quién encestaba los residuos de una bebida rosácea como si el
pasillo fuese cancha de básquet y mis senos la canasta. El vaso cayó justo en medio de ellos.

¡Lo mato! ¡Por Dios mismo que lo mato!

-¡Imbéciles! -exclamé furiosa. -¡Ya son los suficientemente grandes como para andar con
idioteces!

-Perdona flaca, es que no sabíamos que tendrías una buena atrapada -comentó entre risas y
haciendo énfasis en mis protuberantes senos.

-¡Los ojos los tengo más arriba! -aclaré. -¡Quítate de mi camino! ¡Estúpido!

Me aparté de los imbéciles y me dirigí al primer baño que encontré. Me quité la camisa al
entrar y busqué una toalla de papel o algo con lo que pudiera limpiarme para no entrar así a
clases.

Por suerte había llevado ropa adicional para ir al gimnasio. Tomé algo de jabón para lavar las
manos e intenté lavar un poco mi camisa cuando escuché que la puerta se abrió y sentí a
alguien entrar.

-Definitivamente yo fui muy bueno en mi vida pasada. Anoche soñé contigo y ahora estás
frente a mí -agregó una voz masculina
-¿Juan Pablo?... -inquirí sorprendida y me cubrí el pecho en automático. -¿Qué haces en el
baño de mujeres?

-Estas ligeramente equivocada mi amorsote. Este es el baño de hombres -aseveró y me hizo


dudar.

Miré a mi alrededor y él estaba en lo cierto, el baño estaba repleto de urinales.

-¡Salte por favor! -ordené desencajada. -Acabo de tener un accidente con unos idiotas afuera y
necesito cambiarme.

-¿Me quedo a ayudarte?

-Ok, no dejes entrar a nadie -le indiqué bajando la guardia y al ver que ni se inmutó lo llevé
hasta la puerta. -¡Quédate allí y voltéate, por favor! -ordené exasperada.

-Perdóname, pero es imposible no mirar un cuerpo así de provocativo -agregó mirándome de


arriba abajo

-Tranquilo, me cambio y te doy privacidad -agregué con sarcasmo

-¡No vale! con tremendo mujeron en frente jamás recurriría a ese tipo de manualidades -
aseguró

-¡Lo que tienes de bonito, lo tienes de intenso!

-Me salió arisca la rubia mandona -se mofó

-¡Te advertí que era lunática! -respondí luego de colocarme la franelilla.

-No importa. Así no tendré tiempo de aburrirme -declaró

-¿Y qué te hace pensar que a mí me gustaría estar contigo? -inquirí haciéndolo dudar de su
seguridad

-Que te gustó la idea de hacerte gritar de placer -aseguró


-Y cuéntame, Juan Pablito -me acerqué a él y lo miré a los ojos -¿En qué momento dije eso?

-En ningún momento mi amor. Solo lo intuí.

-¡Salí premiada! -agregué con sarcasmo y me volteé para no reírme en su cara. -Un hombre con
el sexto sentido activado

-¡Fíjate que sí! -me haló por el brazo y en un movimiento de suma rapidez me encontraba
atrapada entre sus brazos.

Al parecer no le gustó que lo provocara.

-¿Qué haces?... -inquirí

-Nada, solo quería verte de cerca.

-Pero me estás mirando muy de cerca y me estás tocando como mucho también.

-Si, me gusta usar todos mis sentidos -confesó

-Ok... ¿Me dejas salir? Tengo clases justo ahora -agregué ligeramente incómoda

-¿Es muy importante esa clase? -interrogó y se me escapó una sonrisa

-Si. Importantísima -sentencié

-Si te pido algo, ¿me complacerías?

-Depende de lo que pidas.

-Quiero otro beso -demandó

-¿Y si me niego?

-Te lo robo.
-No me estás dando muchas opciones.

-No quiero dejarte escapar.

-Ya eso quedó bastante claro -comenté ante lo evidente. -Mira, eres muy simpático y todo...

-¡Auch! -me soltó de su agarre y se tocó el pecho con fingido dolor. -¡Eso dolió!

-Pablito mi amor, te conozco de anteayer. Esa noche me tomaste desprevenida. ¿Qué quieres
que te diga? ¿Qué me encantas y me abra de piernas a ti?

-No, pero, conozcámonos un poco más.

-¿Pero por qué yo?

-¿Por qué no tú? -insistió

Sonreí de nuevo y me interrumpió de inmediato.

-¿Eso es un sí? -inquirió

-Está bien, Juan Pablo. Conozcámonos -accedí.

En ese momento se abrió la puerta del baño y nos separamos de inmediato al ver a uno de los
profesores en el marco de la puerta.

-Señorita Flores, ¿Se puede saber qué hace en el baño de caballeros? -interrogó el profesor
dejándome sin habla

-Eh... -balbuceé. -Profe tuve un accidente -confesé.

-Si. Puedo dar fe de eso -respondió Juan Pablo levantando la mano como si estuviera en un
juicio jurando con la mano derecha sobre la Biblia. Solo la verdad y nada más que la verdad.

-Unos estudiantes me lanzaron accidentalmente una merengada encima y me vine a cambiar -


confesé
-¿En el baño de caballeros? -inquirió dudoso

-Profe, en ese momento no me fijé dónde entré. Además, esta no es mi sede.

-Ok. Lo dejaré pasar esta vez porque no la conozco por liderar actos de esta índole -agregó
dudoso.

-Profe, ¿qué se está imaginando? -exclamé entre sorprendida e indignada

-Nada. ¿Me permiten? Necesito usar el baño -agregó con un gesto serio.

-Claro, profe -le dimos espacio para que entrara. -Permiso.

Juan Pablo salió del baño muerto de la risa y aunque la situación se prestaba para
malinterpretaciones, no pude evitar sonreír junto a él.

-¿Sabes qué es lo más gracioso de todo? -inquirió

-No, cuéntame.

-Que todavía no te hago gritar de placer y ya todo el mundo cree que sí.

Su descaro me sorprendió, pero miré a mi alrededor y estaba segura de que todos se


imaginaban que me estaban dando duro contra el muro en el baño. Me acerqué a él y le
susurré al oído

-Espero que cuando lo hagas, no seas todo un fiasco. -Le di una palmada en el hombro y
cuando me disponía a irme me sujetó por el brazo.

-Hasta la fecha, ninguna se ha quejado -agregó sin descaro

-Siempre hay una primera vez -declaré

-Me encantan los retos.


Este chico estaba retándome con la mirada. Me costaba sostener su intensa mirada sobre la
mía y como ángel guardián sonó mi celular y lo contesté de inmediato cortando el contacto
visual.

-¿Dónde diablos estás Victoria del Valle? ¡Ya salimos de clase! -exclamó evidentemente
molesto por los gritos de daba a través del auricular

-¿Qué? -despegué el auricular de mi oído y verifiqué la hora. -¡Mierda! -exclamé molesta


conmigo misma

-¡Nena, te necesito enfocada! ¡Sé que debes estar con la mente nublada por lo de la disco,
pero...

-¡Migue, tuve un accidente al llegar! -lo detuve en seco. -Después te cuento. ¿Dónde estás?

-¡Pues en el área de ingeniería! La profe se va y ha dejado en su lugar a un profe suplente o


algo así.

-¿Qué?...

-¡Como lo oyes!

-¡Hoy no es mi día! -exclamé frustrada

-¡Mueve esas nalgas! ¡Te espero para desayunar!

-Ok, ok.

Guardé mi celular en el bolsillo del pantalón y me percaté que Juan Pablo continuaba a mi
lado.

-¿Problemas?... -preguntó

-No, solo es un día bastante movido -agregué. -Me tengo que ir, hablamos otro día. Vale -me
dispuse a irme
-¡Epa, pero ya va! -se detuvo frente a mí impidiéndome el paso

-Cariño, de verdad me tengo que ir. Yo te escribo -agregué e intenté irme, pero se posó de
nuevo frente a mí

-¿Y mi beso? -inquirió desencajado.

-A la próxima.

Salí de allí lo más rápido que pude y entré al ascensor seguida por el chico en cuestión.

¡¡¡Ay Dios!!! Solos en el ascensor. Este jueguito se me estaba saliendo de las manos.

Se cerraron las puertas tras él y continuaba frente a mí, observándome con una mirada
intensa.

-Esta vez no te me vas a escapar -sentenció

-¡No seas paranoico, nadie está escapando! Solo voy a desayunar -comenté restándole
importancia

Se abrieron de nuevo las puertas del ascensor y entró una manada de estudiantes empujándolo
hasta quedar de nuevo frente a mí con sus manos apoyadas a cada lado como en la discoteca.
Su rostro quedó muy cerca del mío, su aliento me acariciaba suavemente en rostro y de alguna
forma el mío se sincronizó con el suyo.

Esto era plenamente incómodo. Excitante, pero incómodo.

Traté de no mirarlo, pero tenía unos labios hermosos que incitaban a pecar. Eran hasta
hipnóticos.

-¿Estás bien? ¿No te estoy aplastando? -preguntó preocupado

-Si, estoy bien. Pero debemos dejar de encontrarnos en situaciones embarazosas, ¿no crees? -
indagué
-Eso te pasa por no darme mi beso.

Si que es insistente. Eres peligroso Juan Pablo, pensé.

-Solo uno chiquito, ¿sí? -me guiñó el ojo

No podía evitar sonreír con sus ocurrencias. Es un descarado y no desaprovechará ninguna


oportunidad.

Continuará...

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