Está en la página 1de 34

REVOLUCIONES INDUSTRIALES Y MOVIMIENTOS OBREROS EN LOS

PAISES CENTRALES.

Denis Sulmont Samain


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

PRESENTACIÓN

Este trabajo representa una enumeración teórica y analítica de numerosos temas,


estudios y problemáticas referidas a la industrialización y al movimiento obrero.

El enfoque general es el de relacionar a los procesados de industrialización con


los modos de producción que les permitieron desarrollar y destacar la acción de los
trabajadores en las diferentes “revoluciones industriales”.

El objetivo es esencialmente de proporcionar un material didáctico para ubicar


en su contexto más general una serie de puntos que profundizar a los cuales se debe
hacer referencia en el estudio y en la investigación en Sociología Industrial o Sociología
del Trabajo.

FASE PRELIMINAR:
Desarrollo de las fuerzas productivas y de la tecnología. Aparición del fenómeno
industrial.

1. Formas primitivas de producción.

Partimos de los trabajos de arqueólogos y antropólogos que han estudiado los orígenes
del hombre y la evolución de sus herramientas y de sus medios de producción. Durante
la mayor parte de su evolución la humanidad ha vivido en un estado de hambruna, sin
excedentes significativos, ni real división de trabajo. La expresión del hombre frente a
la naturuela se da bajo la forma de la mentalidad primitiva y actividad mágica.

Con la “revolución neolítica” aparece una primera división del trabajo, se genera
excedentes, aparece la agricultura (15,000 años A.C.) y una cierta actividad artesanal.
Esta evolución crea las condiciones para la aparición de formas sociales de dominación
y estructuración en castas, clases, etc.

Los modos de producción y las formas de o organizaciones sociales correspondientes a


esta evolución son variadas:
• organización comunitaria (el excedente, insuficiente, no puede ser apropiado
de manera privada sin poner en peligro la sobrevivencia de la sociedad).
• Modo asiático de producción
• Sociedad esclavista (ligadas a conquistas militares) y modo servil
• Formas de organización feudal
• Inicio de acumulación de tipo mercantil o comercial
Estos modos de producción y de organización social representan la base y las
condiciones de desarrollo de las “civilizaciones”. A nivel teórico e ideológico, surgen
modelos interpretativos de las diferencias sociales (la mala conciencia genera
conciencia…) (ej. Platón).

2.- La acumulación de capital hacia la revolución tecnológica.

La transformación de los excedentes en dinero transforma profundamente el panorama


social: la monetarización permite intercambios y formas de explotación. Permite nuevas
formas de acumulación:
• Del capitalismo usurero
• Del capitalismo mercantil

Pero en la medida que esta capitalización se genera sobre el proceso de producción


mismo, se limita a un atesoramiento que acaba en procesos de decadencia. Los usuarios
y los mercaderes invierten en la propiedad de la tierra y en el comercio.

Esta forma de acumulación capitalista, después de una grave secesión en Europa en los
siglos XIX y XV, resurge de manera explosiva con la “revolución Comercial” (s.16)
con la trasformación de las condiciones de viajes marítimos (…)1, el descubrimiento y
el pillaje de América, las relaciones comerciales con Oriente, etc.

Esta revolución comercial está acompañada de una revolución de los precios (debido al
flujo de una gran cantidad de metales preciosos) que contribuye a desplazar la
hegemonía de los sectores terratenientes.

Conjuntamente se desarrolla la vida urbana y las necesidades de trabajo artesanal, así


como el comercio de los productos “manufacturados”. La aparición de los
intermediarios permite un control del trabajo artesanal por una clase burguesa. Aparecen
las primeras revueltas de artesanos.

Nacen las condiciones para el trabajo en la manufactura. La manufactura no es todavía


una fabrica industrial, sino la reunión en un mismo sitio de obreros artesanos (que
poseen una calificación, un oficio) que trabajan con medios de producción y materia
prima proporcionados por un patrón. Aparecen primeras formas de salario. Las
condiciones son reunidas para subdividir cada proceso de producción en operaciones
simplificadas y complementarias, y para utilizar mano de obra no calificada, mujeres,
niños, etc.

Este proceso está acompañado del dinamismo creciente de los sectores burgueses frente
al régimen antiguo, preparando la “revolución burguesa”.

3.- La revolución tecnológica.

Cuando los conocimientos técnicos fueron aplicados al proceso productivo, cuando se


introdujo el “maquinismo” en la manufactura y en el sistema de transporte, la
acumulación capitalista de los burgueses occidentales (especialmente Inglaterra)
experimentó un crecimiento masivo. Se desarrollo una reacción en cadena de inversión

1
una línea de texto ilegible
y de acumulación en la industria. El modo de producción capitalista industrial llega a
ser hegemónico y la burguesía capitalista industrial tiene las condiciones para una
revolución política.

La acumulación capitalista de la burguesía industrial se realiza por el hecho de que:


• Su capital consiste en medios de producción que se “reproducen” de
manera ampliada.
• El trabajo que genero esta reproducción ampliada no posee estos medios
de producción. Es utilizado por los capitalistas industriales como una
mercancía (pagada a su costo mínimo de mantenimiento), lo que permite
a los capitalistas industriales de apropiarse del excedente (plus-valía)
generado por este trabajo.

Esto significa un proceso de proletarización de los trabajadores, desposeídos de los


medios de producción. Se requiere un mercado de “trabajadores libres” para trabajar en
las manufacturas industriales con salarios muy bajos y condiciones de trabajo infla-
humanas. Las reivindicaciones, inmediatas y globales dan lugar al movimiento obrero.
Frente a la “clase burguesa” y de manera antagónica, se desarrolla la “clase obrera”.

Este proceso representa la primera revolución industrial llega a ser hegemónico y la


burguesía capitalista industrial tiene las condiciones para una revolución industrial
política.

La acumulación capitalista de la burguesía industrial se realiza por el hecho de que:


• Su capital consiste en medios de producción que “reproducen” de
manera ampliada
• El trabajo que genera esta reproducción ampliada no posee estos medios
de producción. Es utilizado por los capitalistas industriales como una
mercancía (pagada a su costo mínimo de mantenimiento), lo que permite
a los capitalistas industriales de apropiarse del excedente (plus-valía)
generado por este trabajo.

Esto significa un proceso de proletarización de los trabajadores, desposeídos de los


medios de producción. Se requiere un mercado de trabajadores libres, para trabajar en la
manufactura industrial con salarios muy bajos y condiciones trabajo infla-humanas. Las
reivindicaciones, inmediatas y globales dan lugar al movimiento obrero. Frente a la
“clase burguesa” y de manera antagónica se desarrolla la “clase obrera”.

Esto significa un proceso de proletarización de los trabajadores, desposeídos de los


medios de producción. Se requiere un mercado de “trabajadores libres” para trabajar en
las manufacturas industriales con salarios muy bajos y condiciones de trabajo infra-
humanas. Las reivindicaciones, inmediatas y globales dan lugar al movimiento obrero.
Frente a la “clase burguesa” y de manera antagónica, se desarrolla la “clase obrera”.

Este proceso representa la primera revolución industrial.


LA PRIMERA REVOLUCIÖN INDUSTRIAL.

1.- El capital comercial y la colonización

Los teóricos de la revolución industrial no tenían un estudio sistemático acerca del


sistema colonial. Sin embargo el sistema colonial constituye uno de los factores de
mayor relevancia en la comprensión del proceso de acumulación capitalista industrial.
Representa:
• Una fuente de acumulación directa de capital (expropiación y
explotación de las colonias)
• Un mercado para la colocación de las mercancías manufacturadas del
país industrial
• Un abastecedor de productos primarios.

Así, la revolución industrial supone una primera división del capitalismo comercial
complementario y dependiente del capitalismo industrial de los países “avanzados” va a
tener un papel importante para subordinar los modos de producción “pre-capitalistas”,
transformándolos en función de sus intereses. En las colonias, se puede mantener ciertas
formas “pre-capitalistas” de relación social (a nivel de las relaciones laborales, por
ejemplo), pero ellas ya son subordinadas indirectamente al capitalismo industrial.

2.- LA hegemonía de la clase burguesa


a. Modelo ingles.

Hubo una relativa continuidad en el proceso de desarrollo: la transformación capitalista


industrial se gesto en el seno de la sociedad comercial y conjuntamente con el
enriquecimiento de la nobleza terrateniente. El empobrecimiento de los trabajadores del
campo libera una masa de fuerza de trabajo para la manufactura industrial y crea un
ejército industrial de reserva.

b. Modelo Francés

Durante el siglo XVII (Colbert) se desarrollan conjuntamente el comercio internacional


y la manufactura. Pero no hubo conjunción entre la nobleza terrateniente y la burguesía
(tercer estado). El antagonismo culmina en la revolución de 1789. Pero la burguesía de
la revolución francesa estaba dividida. Los ideales de libertad, de razón, etc. acaba con
el “terror”. La gran burguesía se refugió en el “bonapartismo”y fue derrotada con la
restauración de los Borbones. A partir de la “insurrección de Julio” de 1830 tenemos un
proceso complejo de alianzas con los terratenientes, y el surgimiento de un segundo
bonapartismo. En este proceso, tiene un papel muy importante el movimiento obrero. La
hegemonía política de la clase burguesa francesa no se estabiliza sino después del
aplastamiento de la comuna de 1871.

c. El modelo norteamericano

Representa una combinación excepcional de recursos naturales y humanos (inmigrantes


con espíritu de empresa y bagaje técnico). Logro la emancipación de la tutela inglesa así
como la subordinación del sur donde querían imponerse formas arcaicas de relaciones
socio económico.
La amplitud de las riquezas por explotar y de los territorios por conquistar permite un
desarrollo relativamente autónomo y aislado.

d. El modelo japonés

En una sociedad dominante feudal (los señores se aseguraban el excedente agrícola de


los campesinos), ocurrió primero una revolución religiosa-nacionalista y luego la
revolución Meiji (1872) que representa un desafío de la clase dirigente japonés a la
invasión comercial y política de las grandes potencias. La revolución Meiji realiza una
reforma agraria y un programa de desarrollo industrial en los sectores de base. Las
técnicas modernas son importadas de los países occidentales y se atrae a los técnicos
extranjeros con fuertes incentivos. No entra capitales extranjeros. Se aprovecha de la
centralización de los impuestos y de la bonanza del comercio exterior (seda, tejidos).
Además se utiliza una mano de obra barata y militarizada en los grandes centros
industriales, combinada con una multitud de pequeñas unidades de producción de tipo
artesanal.

El estado entregó las grandes empresas que había fomentado a unos grupos familiares
tradicionales, creando artificialmente una concentración privada de capital industrial.
Estas corporaciones privadas de capital industrial. Estas corporaciones fomentadas por
el estado y dominadas por el jefe de familia tradicional forman las estructuras llamadas
“Zaibatsu”. Su desarrollo se complementa con el desarrollo de la pequeña producción
fabril y del comercio internacional.

III Nacimiento del Socialismo Utópico

La primera revolución industrial genera transformaciones sociales, conflictos y


contradicciones que dan lugar al pensamiento socialista, primero bajo una forma
utópica.

a. Saint-Simon (1760-1825)

Representa el primer gran ideólogo del industrialismo, que tiene fe en la técnica y el


progreso moderno a nivel mundial. Divide la sociedad en una clase ociosa, parasitaria, y
una clase industrial que abarca todos los contribuyen a la producción y la distribución
(el empresario industrial, el agricultor, los trabajadores); el proletario no representa para
él sino un sector infeliz de la clase industrial, destinado a desaparecer con el progreso.
La propiedad se justifica si esta asociada con el “talento” y el espíritu de empresa. El
estado, en mano de las clases parasitarias (nobles, curas, militares y legistas), debe
transformarse en órgano planificador de la producción (tesis opuestas a la del
liberalismo). La política se transformaría en ciencia de la producción. Las naciones
desaparecerían así como las guerras.

b. Fourrier (1772-1837)

Parte de una crítica de la sociedad “burguesa” y un análisis positivista de las “pasiones


humanas”. Concibe una organización socio económica ideal que armonice y combine
las pasiones humanas: es la Asociación doméstica agrícola (o Falanstera), especie de
cooperativa de producción y de consumo que debe organizar los diferentes caracteres
topos de la humanidad en un número ideal de 1620 personas. Fourier representa un
precursor del movimiento cooperativista, de la psiquiatría social, del urbanismo social,
etc.

c. Owen

Dirigiendo una importante fabrica textil en Inglaterra, introduce una serie de reformas
sociales en su empresa. Pero la competencia con otras empresas traba sus ideales.

Intenta luego una experiencia comunista en EE.UU. (Pueblo de la “Nueva Armonía”)


que fracasa.

Finalmente trabaja en el seno de la clase obrera inglesa, proponiendo reformas como la


creación de una “moneda de trabajo”, la creación de cooperativas de consumo y un
movimiento de federación de los Trade-Unions.

IV. Filosofía, Economía y Ciencia Social

a. La filosofía alemana

Después del apogeo del racionalismo de Kant y el romanticismo de Fishte y Schelling,


Hegel (1770-1831) realiza un paso filosófico muy importante, reconciliando el
“pensamiento” con el “mundo exterior” – tesis muy nueva frente al dualismo vigente en
la filosofía desde descartes. Para Hegel el pensamiento y lo real se confunden. El
absoluto es la Idea y se desarrolla en la historia, según un proceso lógico y dialéctico.

Los “hegelianos de izquierda” o “jóvenes hegelianos” aplicaron el método dialéctico a


la crítica de la religión (feuerbach, Straus, Bauer) y a la interpretación de la sociedad y
de la economía. (Hess, Ruge, Stiner, etc.)

b. La economía liberal y clásica

Los fisiócratas (Quesnay) del siglo XVIII analizaron la interdependencia de las


actividades de producción. Luego la “escuela clásica inglesa” (Adam Smith, Ricardo y
John Stuart Mill) desarrollaron la teoría del valor a partir del Trabajo y los mecanismos
del mercado.

c. Los socialistas revolucionarios: Marx y Engels

En 1843, Marx (Contribución a la Crítica de la filosofía del Hegel, Manuscritos) analiza


como el derecho, la religión y el Estado tomas sus raíces en sus condiciones materiales
de existencia. En contacto con el movimiento obrero republicano de Paris, descubre la
ley de la lucha de clases y el papel el proletariado. Analiza la alienación en el trabajo en
función de la propiedad privada de los medios de producción (Manuscritos 1944)

Marx se vincula con Engels a partir de 1944. Engels, desde Manchester (1842), había
analizado la situación y las luchas de los obreros ingleses, sacando las lecciones del
movimiento cartista (ver: La situación de la clase obrera en Inglaterra, 1845).
En la “Ideología Alemana”, Marx expone su tesis sobre la contradicción principal en el
sistema de producción capitalista industrial: entre el desarrollo de las fuerzas
productivas (socialización) y las relaciones de producción (apropiación privada). Por
otra parte, critica el idealismo de los hegelianos.

En Bruxelas, establece una correspondencia con los socialistas franceses, alemanes e


ingleses. Con Engels entra en 1847 en la “Liga de los justos” (sociedad revolucionaria)
que se transforma en “liga de los comunistas” para la cual redacta el Manifiesto
Comunista (1848): trata de dar a los trabajadores la conciencia de su misión histórica en
tanto que clase revolucionaria, para superar las contradicciones inherentes al
capitalismo industrial.

En 1850 y 1852 analiza el proceso socio-político francés a partir de las relaciones de


clase muy finamente diferenciadas. Empieza por otra parte a trabajar su economía
política: La contribución a la crítica de la economía Política (1859) que anuncia su obra
principal: El Capital que quedara inconclusa a su muerte (1883). Precisa y sistematiza
su teoría del valor, de la plusvalía y de la acumulación capitalista, la dialéctica del
desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción.

Marx retomó una actividad política en 1864, participando este año a la fundación de la
Asociación Internacional de los Trabajadores (A.I.T., o Primera Internacional) se
pronuncia contra el socialismo puramente reivindicativo así como contra la acción
revolucionaria espontánea. Preconiza una organización política que actúe en función del
análisis científico de todos los aspectos fundamentales y coyunturales de la realidad
social. Plantea la necesidad de la revolución y de la dictadura del proletariado para la
instauración del socialismo.

Estos planteamientos chocaron con los del “proudhonismo” y del anarquismo.

d. Los anti-autoritarios: Proudhon (1809-1865), Bakunín (1814-1874), los


anarquistas.

La crítica social de Proudhon enfoca especialmente el proceso de proletarización del


artesanado y de las clases medias como consecuencia del desarrollo del capitalismo
industrial. Se opone a la gran propiedad y propone, no el colectivismo, sino
organizaciones de los trabajadores, de tipo mutualista (crédito gratuito, control de las
grandes unidades de producción, etc.) Contra el principio de autoridad y de centralismo,
se pronuncia por el principio “federativo”. La “anarquía” (en su sentido etimológico)
debe reemplazar la “Jerarquía”. El socialismo de Proudhon es anti-estatista.

Proudhon tuvo una gran influencia a nivel de la acción social reivindicativa de las
organizaciones obreras, preconizando y previendo muchas de las futuras conquistas
obreras: participación creciente en los beneficios y en el control de las empresas,
mutualismo y cooperativismo agrícola, creación de “consejos” económicos y políticos
de descentralización, etc.

El anti-autoritarismo libertario tuvo su expresión más violenta en Bakunín, que


concebía la organización de la sociedad “desde abajo hacia arriba”, por la vía de la libre
asociación y se oponía a toda autoridad e institución. Su acción política llevaba a un
terrorismo anarquista.

Proudhon, Bakunín y los anarquistas tuvieron un papel importante en la Primera


Internacional y en amplios sectores de la incipiente clase obrera surgida de la
descomposición del artesanado.

Las tendencias anarquistas en el movimiento obrero se desarrollaron en regiones donde


predominaba el trabajo aislado a domicilio (por ej. Los obrero relojeros suizos) así
como en países de desarrollo industrial tardío (Italia, España, Argentina, etc.)

IV El movimiento obrero durante la primera revolución industrial.

El proceso de acumulación capitalista de la primera revolución industrial dependía


directamente de la utilización intensiva de una fuerza de trabajo al menor costo posible,
permitiendo la extracción de una mayor plusvalía. En efecto, el factor “Trabajo” (capital
variable) tenía un gran peso en relación al capital fijo. Por otra parte la joven clase
trabajadora no tenía todavía ninguna organización sindical y política con suficiente peso
social para defender sus intereses. Se explica así la situación miserable a la cual fue
sometida la clase obrera al principio de la industrialización. Encontramos todos los
mecanismos necesarios para una explotación en función de un mayor rendimiento y
mayores ganancias:
• Prolongación de la jornada de trabajo
• Salarios ínfimos en relación con la inestabilidad en el trabajo y la
existencia de un “ejercito industrial de reserva”
• Condiciones de trabajo, de vivienda, de asistencia social, etc. infra
humanas. Consumo reducido a lo mínimo, ausencia de educación etc.

Como consecuencia se puede observar una especie de decadencia biológica y cultural


(alcoholismo, delincuencia) en las clases populares urbanas que contrasta violentamente
con el refinamiento de la vida humana.

En este contexto nace y se desarrolla el movimiento obrero, llegando a ser un elemento


central en la dialéctica social de la revolución industrial.

a. Movimientos nacidos a partir de los artesanos

Se señala como uno de los primeros movimientos el rechazo e incluso la destrucción


violenta de las máquinas de parte de los artesanos desplazados por ellas (ludismo)

En general las organizaciones obreras de tipo mutualista, sindical y político, nacieron


entre los obreros calificados, de oficio, muchos de ellos procedentes del trabajo
artesanal, desplazados o redefinidos por la industrialización. Estos trabajadores, dotados
de una cierta autonomía y de una capacidad de auto-formación van ha ser los primeros
forjadores de la organización obrera.

Fueron los trabajadores de este tipo que organizaron los “Trade-Unions” en Inglaterra,
alrededor de 1830, así como las “asociaciones amalgamadas” (especie de federaciones).
En estados Unidos, algunos sastres fundaron en 1869 los “Caballeros del Trabajo”,
movimiento anti-capitalista, pro-artesanal, que lanzó la lucha para conquistar la jornada
de las ocho horas. En Francia, estos obreros calificados (Tolain, Varlin, Malon, etc.)
fueron los principales actores de la Primera Internacional y de sus células obreras,
preparando el movimiento sindical, muy influenciado de proudhonismo y anarquismo.

Pero, paralelamente a este movimiento de procedencia artesanal, se desarrolla grandes


movimientos socio-políticos en los cuales la clase obrera desempeña un papel central:
veamos el movimiento cartista ingles, el movimiento republicano francés y la primera
internacional.

b. El movimiento cartista ingles (1836-1843)

En un primer momento, tenemos la influencia de los comunistas insurrecciónales:


Baboeuf (1760-1797) representa el precursor; veía en la revolución francesa como la
vanguardia de otra revolución mucho más importante para instaurar una sociedad
comunista. Conspiró para hacer caer el directorio. La acción política a partir de minorías
insurrecciónales fue prácticamente por Blangui en 1839. En esta época, la actividad
política de los obreros se realizaba en “sociedades secretas”.

Luego el movimiento obrero se ligó al movimiento republicano, con intentos de


reformas sociales del trabajo (Luis Blanc y Albert). Después del fracaso de la republica
y de la revolución obrera de febrero de 1948, el movimiento obrero queda dividido entre
tendencias blanquistas, proudhonistas, marxistas, anarquistas, etc. que se confrontan en
las secciones de la primera internacional, y durante las breves semanas de gobierno de
la comuna de París (1871).

La “amenaza obrera” constituye un factor capital para explicar por que los diferentes
sectores burgueses acabaron por dejar el paso a la figura de Luis Napoleón Bonaparte
(representante de los campesinos parcelarios y del lumpen proletariado de París), para
establecer un equilibrio político y una paz social de transición en una situación de
agudos conflictos. Este “bonapartismo” acabó con los dramáticos acontecimientos de la
Comuna donde se enfrentaron el proletariado y la burguesía. La masacre del
proletariado revolucionario de Paris permite la dominación política de la burguesía
industrial financiera.
Cronología2

Fecha Acontecimientos
1830 Insurrección de Julio en París, de los Borbones, ligados a la gran propiedad agraria hereditaria;
partidaria: los legitimistas, que expulsa al rey Carlos X. Se instala Luis Felipe, partidarios de
los orleanistas, representante de la aristocracia financiera y de la gran burguesía.
1830- Actividad obrera en “sociedades secretas” (edad de las familias, falanges democráticas,
1840 Federación de los Justos a la cual perteneció Marx). Influencia de Baboeuf, Blanqui, etc.
1839 Golpe de Mano fracaso de Blanqui
1840 Sociedad Comunista. El movimiento obrero se liga más con el movimiento republicano:
campaña de los banquetes (Luis Blanc); campaña para la organización y la protección del
trabajo. Creación de organizaciones corporativas. Influencia de Proudhon (Que es la
propiedad: 1840; Filosofía de la Miseria: 1846)
1848 -Revolución Obrera de Febrero en París (la Revolución “Hermosa”) que proclama la república
-Periodo de febrero: comisión del Luxemburgo (organización del trabajo), con L. Blanc y
Albert.
-Elección e la asamblea constituyente (mayo) y afirmación de la república burguesa.
Organización de los talleres nacionales.
-Insurrección de Junio y derrota del proletariado de París (Revolución “Fea”). Dictadura de los
republicanos burgueses.
-Diciembre Elección de Bonaparte (apoyo del campesinado parselario)
1849- -Disolución progresiva de los partidos parlamentarios
1851 -Derrota de la Burguesía republicana
-Derrota de los pequeños Burgueses
-Dictadura y luego división del partido del orden (legitimistas y orleanistas)
-2 de diciembre 1851: Golpe de estado de L.N. Bonaparte con la ayuda de la “Sociedad del 10
de Diciembre” (lumpen proletariado)
1852 Diciembre: Luís Napoleón Bonaparte emperador y “apoderado político de la oligarquía
industrial y financiera”.
1852- Bonapartismo
1871 -hasta 1860, periodo de afirmación burguesa (bonapartismo de derecha) desarrollo industrial
(ferrocarriles, concentración financiera), represión de las org. Obreras, expulsión de los
obreros del centro de París (obras de Haussman).
-1860-68, concesiones, bonapartismo de izquierda
envió de obreros a la exposición de Bruselas en 1862
-1864: “manifiesto de los 60”: el derecho político requiere el derecho social. Se reconoce
asocisiaciones, y el derecho de huelga.
-1865: sección francesa de la primera internacional (Tolain, Varlin)
-Represiones: contra los internacionalistas, contra huelgas (Ricamario, 1869). Se afirma las
tesis de Marx contra Proudhon; polémica con Bakunín.
-1870, Guerra Franco Alemana. Derrota francesa Gobierno republicano (Thiers)
-1871, la comuna de París. La provocación del gobierno a la población obrera de París dan
lugar a la insurrección del 18 de Marzo. Se eligió en París un consejo (la “comuna”) en
mayoría revolucionaria (blanquistas, proudhonistas, internacionalistas, etc.) Se empezó una
serie de reformas sociales pero el gobiernote Thiers reprimió y masacró a los insurrectos (la
semana sangrienta: 21-28 de mayo). La comuna queda como un símbolo en el movimiento
obrero internacional.

2
Este periodo ha sido el objeto del análisis histórico y sociopolítico de C. Marx en: “Las luchas de clases
en Francia de 1848 a 1850” (1850) y “el dieciocho de Brumairo de Luis Napoleón Bonaparte” (1852);
estas obras quedan como modelos ejemplares del análisis de las clases sociales y de la sociología de
Marx.
c. La primera internacional

Especialmente a partir de la década de 1860, se multiplicaron los contactos entre líderes


obreros y revolucionarios de varias partes de Europa. Los contactos se establecieron
particularmente entre los obreros franceses e ingleses. En 1863 y 1864 se realizaron
mítines comunes, en Londres. En el mitin de Saint Martin´s hall en septiembre de 1864
se concreto el proyecto de formar una “Asociación Internacional de Trabajadores”
(A.I.T.). Los estatutos fueron redactados con la participación activa de Marx (Chocando
en eso con los Proudhonistas y anarquistas). Se crearon “secciones” de la internacional
en Francia, en Bélgica, en Alemania (donde Lasalle había fundado el 1863 el primer
partido de clase: la Asociación General de los Trabajadores Alamanes), en España y en
Italia.

En los diferentes congresos de la A.I.T. se manifiestan las principales polémicas del


movimiento obrero: Marx se entra con Proudhon, luego con Lasalle (a propósito de su
apoyo a Bismar en el nacionalismo prusiano). El enfrentamiento más fuerte se dio a los
anarquistas anti-autoritarios, los cuales se separan en 1972, formando una “Internacional
Anarquista”. La A.I.T. se disolvió en 1876.

Pero ya nacían los futuros grandes partidos socialistas, políticos y nacionales: Wilhem
Liebknecht con Augusto Bebel crearon el Partido Social Demócrata Alemán en 1869,
en el cual se fusionaron varias tendencias socialistas en el Congreso de Gotha en 1875.
Ya el capitalismo industrial había entrado en una nueva fase de su historia.
LA SEGUNDA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

I. Crecimiento Industrial en el Proceso de Monopolización

a. Concertación y centralización del capital.

La capitalización de la plus-valía generada por el mismo capital industrial, a medida que


fue creciendo, realizó una “concentración” cada vez mayor de capital. A este proceso de
concentración, se añade un proceso de “centralización”, es decir la reunión de diversos
capitales en uno, a fin de evitar peligros de la competencia, de lograr un mayor escala de
producción, mejor rendimiento y productos más competitivos en el mercado.

Este doble proceso, que podemos llamar proceso de monopolización, se realiza a través
de la mediación del sistema financiero. El capitalismo industrial competitivo de la
primera revolución industrial no se transforma directamente en capitalismo industrial
monopolístico (o corporativo), sino que pasa por una fase de transición bajo la
dominación de grandes organizaciones financieras. Esta dominación realiza y acelera el
proceso de monopolización. Rudolf Hilferding analizó esta fase como la del
“capitalismo financiero” (1930).

(Ubicar aquí el papel de la tecnología)3

b. El papel de los bancos, de los promotores, de los magnates

En la lucha ente los competidores industriales, interviene el sistema de crédito que llega
a ser una arma clave en esta lucha. Los bancarios y los promotores financieros llegaron
a ocupar lugares claves en los concejos directivos de las empresas industriales y de
numerosas empresas a la vez. Con su capacidad financiera, estos “magnates” se
aseguran el dominio sobre la mayor suma posible de capital ajeno: este echo crea las
condiciones para la creación de acuerdos y combinaciones:
• Gentlement´s agreements, conventos voluntarios o asociaciones de
regulación de precios.
• Pools; repartición precisa del mercado y convenios sobre los precios
• Carteles y sindicatos de compra-venta: contratos y acuerdos mas estables
de varias empresas que guardan todavía su independencia.
• Trust: entidad a la cual las sociedades anteriormente competidoras
confían sus acciones, recibiendo en cambio certificados que indican en
que proporción participan en la obra común. (es utilizado de manera
corriente para indicar una fusión de empresas).
• Holding o Conzern: sociedad de participación que permite concentrar el
control financiero de numerosas empresas formalmente independientes
(permite reducir la fracción del capital necesario para el control efectivo.
• Fusión de empresas o concentración definitiva.

Este proceso hace que la propiedad real de capital se “distancie” de la gestión directa de
la producción industrial. El industrial propiamente dicho –o industrial activo– llega a
ser el gerente, el administrador del capital ajeno, mientras que los propietarios de capital

3
El papel de la tecnología quedo señalada pero no fue incorporada en el texto original.
se convierten en simples capitalistas de dinero: se crea una nueva aristocracia de la
finanzas (el “caballero” de la industria, el “tycoon”, el magnate, etc.) Este nuevo sector
capitalista tiene características de sector parasitario: mientras que a nivel de la
producción industrial misma, se realiza un proceso de socialización (por ejemplo, en
una “sociedad anónima” es la cual la dirección no tiene la propiedad privada de la
empresa) el proceso de acumulación se concentra en un sector capitalista financiero: lo
que pierden muchos empresarios industriales competitivos, lo ganan unos pocos
“caballeros de la industria”, financieros y especuladores. Peso eso no quiere decir que
bastaría suprimir este sector parasitario y socializar los bancos para que aparezca la
naturaleza social de la producción industrial (en este sentido va Hilferding). El capital
financiero lleva consigo un control de la producción industrial a escala superior: es una
fase de transición hacia la reversión del capital a los productores, no como productores
aislados, sino como grandes productores asociados controlando inmensos monopolios.
En este sentido se puede hablar de una “fase superior” del capitalismo (Lenin).

Tampoco este proceso significa que la competencia sea eliminada; al contrario se da a


escala mayor, entre grandes imperios financieros y monopolistas. Por razones que
vamos a ver a hora, se da también entre bloques nacionales e imperialistas.

c. Transformaciones internacionales.

Con el capitalismo financiero y el proceso de monopolización las relaciones económicas


internacionalizadas llegan a constituir un fenómeno regular e íntimamente relacionados
al desarrollo capitalista mundial. Aparece la noción de “economía mundial” (que
Bujarín identifico con el “imperialismo”.

Por una parte se incrementa la exportación de productos agrícolas y de materias primas


de parte de los países “periféricos” y los países industrializados exportan bienes
manufacturados y maquinarias. Pero, a este intercambio de mercancías se añade una
cada vez más importante mercado mundial de capital-dinero: los países “centrales”
exportan capitales bajo la forma de empréstitos públicos o privados para el
financiamiento de obras públicas, etc. Estos capitales generan una tasa de plus-valía
muy alta, bajo forma de utilidades, intereses, etc.

La dinámica de este proceso se encuentra en la lógica de la acumulación de capital y del


desarrollo de las fuerzas productivas que no funcionan en los límites impuestos por las
fronteras nacionales. Eso nos lleva a ver el problema de la realización de los excedentes
a medida que se desarrolla el capitalismo industrial.

d. La realización de los excedentes

El capitalismo acumula capital para poder invertirlo de manera genera que genere más
plus-valía. Hay crisis cuado el capitalista no encuentra oportunidades de inversión que
le permitan una cierta tasa relativa de plus-valía o cuando es incapaz de “realizar” el
valor integro de las mercancías que produce (sobre-producción o sub-consumo, según
los criterios capitalistas). Analizando el “tipo ingles de capitalismo en su fase
competitiva”, Marx señalaba una tendencia al decrecimiento de la tasa de ganancia.

Rosa Luxemburgo (1870-1919), retoma este problema en la fase de extensión


imperialista del capitalismo (ver: la acumulación del capital, 1913), para ella, el
esquema de reproducción ampliada capitalista no funciona sino en ciertas condiciones
históricas: el proceso de reproducción capitalista sólo puede realizarse cuando existen
sectores o zonas pre-capitalistas que entran en la esfera capitalista. Ahora bien, estas
zonas pre-capitalistas son cada vez más estrechas en los países industriales. Salvo si
existieran mecanismos de redistribución permanentes (que escapan a la lógica de la
acumulación capitalista), no hay en la sociedad capitalista una demanda que posibilite
realizar el valor de las mercancías producidas por la inversión de la plus-valía
anteriormente acumulada. (La tesis de Rosa Luxemburgo se opone a la de Tugan-
Baranowsky que plantea que si el incremento de capital se invierte, dividiéndose en
proporciones correctas entre las diversas ramas industriales, no hay motivo de crisis. No
explica como la lógica capitalista puede asegurar estas “proporciones correctas”).

e. La expansión cohesionada y el imperialismo

El problema de la realización de los excedentes a medida que se desarrolla de manera


extraordinaria la acumulación capitalista y las fuerzas de producción industrial de
algunos países explica la tendencia a la conquista de nuevas áreas de penetración y de
expansión.

Esta penetración y esta expansión no se realizan automáticamente, sino a través de una


acción política y militar que prepare el terreno económico o lo respalde. Eso supone que
el capital financiero y los monopolios en vía de expansión pueden controlar cada vez
más el poder estatal para afrontar los problemas de la expansión y de la competencia a
nivel internacional. Eso explica la importancia de los Estados Nacionales en la
expansión capitalista industrial, el crecimiento de las ideologías imperialistas y de las
perspectivas bélicas. La nación llega a ser el garante de la expansión (en este sentido se
puede hablar de “expansión cohesionada”, o “proceso de nacionalización del capital”,
ver Bujarin: la economía mundial y el imperialismo, redactado durante la primera
guerra mundial.

El imperialismo representa así un proceso histórico ligado a las necesidades de


expansión del capital financiero, el cual representa a su vez una fase de transición hacia
una mayor monopolización de las fuerzas de producción. El imperialismo extiende a
nivel mundial los procesos de competencia, de concentración y de centralización. Se
realiza una “repartición del mundo” entre asociaciones monopólicas ligadas a ciertas
potencias capitalistas nacionales.

Kautsky (1854-1938) pensaba que este proceso histórico debía llevar a un “ultra-
imperialismo pacífico”, es decir una completa internacionalización de los capitales
mediante acuerdos y procesos monopólicos a nivel mundial, lo que permitiría la paz
entre las nacionales.

Lenin (El imperialismo, fase superior del capitalismo, (1916), al contrario, ve un reparto
siempre inestable del mundo entre potencias y monopolios cada vez mas amplios. A
través de conflictos bélicos y/o de transacciones pacíficas se establece un reparto
provisional, sujeto a las modificaciones de las correlaciones de fuerza y a nuevas formas
de reparto. La paz no es sino una “tregua” en este estado de competencia a nivel
internacional.
II. Desarrollo de las Clases Sociales

a. La burguesía imperialista

En el proceso de monopolización que representa la segunda revolución industrial, la


clase burguesa está dominada por el sector financiero (el “magnate”, el “tycoon”, el
“promotor”, el “caballero de industria”…). Este sector tiene una relación indirecta con
el proceso de producción industrial: se vincula con tal o cual empresa en la medida que
ella representa una operación financiera provechosa en el conjunto de sus operaciones
financieras. Los gerentes de empresa, los racionalizadotes, los organizadores
representan un sector subordinado a este sector financiero. Por otra parte los industriales
independendientes y las empresas funcionando bajo el régimen de competencia clásica
pierden relativamente importancia económica y peso político, aunque, numéricamente,
representan un sector muy amplio.

Estos cambios en la composición y en el carácter de la clase burguesa se traducen por la


evolución de la ideología dominante. El “liberalismo” cede poco a poco el paso a una
ideología mucho más agresiva y “realista”. Ya no se cree la bananaza de las leyes
naturales que rigen la competencia perfecta y el progreso de la industria hacia el reino
de la paz. Contra la anarquía de la competencia se busca la racionalización a gran escala
y la “expansión cohesionad”. Se requiere de un Estado poderoso para garantizar la
propiedad privada y parasitaria, para asegurar los mercados domésticos y facilitar la
conquista de mercados exteriores. La burguesía ya no puede seguir las consignas de la
revolución de 1789, de “libertad, igualdad, fraternidad”. Debe extender su dominación
sobre una clase obrera cada vez más amplia y organizada así como sobre nuevos países.
La justificación de la dominación sobre otras naciones toma diferentes formas. Entre
otras, se expresa a través del racismo. La necesidad de la expansión cohesionada hace
del “patriotismo” la idea impulsora de la política: los antagonismos de clase son
negados para una acción común de la nación y para su grandeza. En periodos de crisis
estos elementos van a ser implementados por la pequeña burguesía dependiente y los
sectores imperialistas, dando lugar a movimientos de carácter “fascista”.

A nivel filosófico, esta evolución significa la crisis del racionalismo y a aparición de


corrientes irracionalistas (Nietzche), subjetivistas, intuicionistas, existencialistas, etc.

A nivel científico, el empirismo se impone contra los intentos de explicación global,


especialmente en economía. La teoría marginalista y la economía neo-clásica (escuela
británica, vienesa, suiza, etc.) ya no consideran el valor como una función del trabajo,
sino que calculan los costos y los precios a partir de la maximización de tendencias.
Estas tendencias son dadas, o, en ciertos casos, explicadas en términos psicológicos.
(Por ejemplo: es la intensidad de la última parte de las necesidades no satisfechas que
determinan el valor). Estos tipos de análisis ofrecen una explicación de las variaciones
macro-económicas, a corto plazo, en una situación dada. Permiten impulsar la
econometría. Los aspectos mas globales y los cambios macro económicos son
explicados dentro del juego de fuerzas políticas y militares.

El empiricritisismo encuentra también un terreno favorable en la organización


“racional” y “científica” del trabajo, aplicando ciertas leyes de la mecánica el trabajo
humano (Taylor; Ford, etc.). Eso produce una parcelarización y una descomposición del
trabajo vinculado a un sistema de producción en cadena.
b. La masificación de la clase obrera

Asistimos primero al aumento del número de trabajadores en los diferentes países


industriales. Cuantitativamente, los trabajadores de oficio siguen siendo muy
importantes. Incluso, se crean nuevas categorías profesionales (por ej. Los ferroviarios).
Pero el cambio más importante es el desarrollo masivo de los trabajadores
“especializados” (es decir sin oficio ni calificación profesional, definidos por su “puesto
de trabajo”). Estos trabajadores se ubican en un proceso de producción fuertemente
centralizado, organizado en forma de cadena de maquinas herramientas semi-
automatizadas, las cuales requieren mas intervención humana reducida a gestos simples
y repetitivos. Eso significa un trabajo parcelario, desmenuzado (ver Friedmann G., El
trabajo desmenuzado, 1958 O problemas humanos del maquinismo industrial, 1956).
Para este tipo de trabajo, el salario se calcula a partir del tiempo combinado con el
rendimiento: eso supone la pérdida de “conciencia profesional”, y enfrenta al trabajador
a los problemas de las cadencias y la fatiga. (Sobre los sistemas de salario, ver: Dobb
M. Salarios, 1965). Este trabajador especializado puede ser formado en unas horas o
unos días, en la misma fábrica (training on the job). Eso permite una alta rotación de
personal.

Estas características hacen que el obrero tipo de la segunda revolución industrial no


posea ni siquiera un oficio, ni tampoco una cierta calificación. Se acerca al tipo de
“proletario puro” descrito por Marx en el Capital. Individualmente no es necesario a la
empresa, sino en forma masiva. La rotación del personal obrero supone la existencia de
un “ejercito industrial de reserva” y permite mantener los salarios bajos y dificulta una
organización estable propiamente obrera. Mas masivo es este sistema de trabajo, mas
grande es el aislamiento de cada obrero (ver: Weil, S. La condición obrera).

Este proceso de proletarización masiva define una “situación obrera” global que abarca
no solamente los trabajadores de tal o tal empresa, sino toda una población de barrio o
de área geográfica vinculada a un complejo urbano industrial. Es esta fase, el concepto
de clase obrera tiene en lo concreto una expresión visible, masiva. El sindicalismo de
defensa profesional y a no puede responder a las necesidades de esta nueva masa obrera
no calificada de la gran industria. Se requiere un nuevo sindicalismo de masa,
organizando un gran numero de trabajadores por ramas industriales.

A este sindicalismo de masa corresponde una política de clase: es la época de los


grandes partidos nacionales de clase, de corte marxista como la “Social Democracia
Alemana” y los partidos revolucionarios o reformistas de la segunda y tercera
internacional.

Dado el carácter no calificado e inestable de los trabajadores y su importancia numérica,


la organización de la clase obrera supone el surgimiento de una cierta burocracia
sindical y política, así como líderes profesionales.

Numerosos problemas surgirán en el movimiento obrero correspondiente a esta fase, a


raíz de las relaciones complejas y los aparatos sindicales y políticos frente a las masas,
etc. Por otra parte surge una problemática muy importante para la clase obrera: su
posición frente a la política imperialista, expansionista, patriótica, etc. (a lo cual se
vincula la participación en conflictos bélicos). Ciertos sectores obreros de los países
dominantes se benefician de manera indirecta de los sobre beneficios obtenidos en las
colonias y en los países dominados (obtienen con mayor facilidad mejoras salariales).
Estos sectores que representan una porción variable de la clase obrera se transforma así
en “aristocracia obrera”, propensa una política reformista, a un sindicalismo de
“participación conflictual” y otras tendencias de tipo “pequeño burgueses”. Estas
tendencias tuvieron consecuencias en cuanto a la participación de la clase obrera en los
movimientos patrióticos y en las guerras nacionales.

III. El Movimiento Obrero con la Segunda Internacional

Mientras que la Asociación Internacional de los Trabajadores (Primera Internacional)


cesaba sus actividades en 1876, el sindicalismo obrero tomaba cada vez más amplitud
en Europa, como en Estados Unidos. Se creaban las grandes federaciones de industria.

Por otra parte, el socialismo empezó a cristalizarse en grandes partidos políticos


nacionales. En 1875, se funda el Partido Social Demócrata Alemán, en el congreso de
unificación de Gotha (asegurando la Asociación General Obrera Lassallano y el Partido
Obrero Social Demócrata de Alemania, fundado en 1869 por Wilhem Liebknecht). En
este congreso se plantea la necesidad de una vanguardia política de la clase obrera. Se
plantea también la necesidad de un período de transición política, después de la toma
del poder, donde el estado debe imponer una dictadura del proletariado para
implementar las tareas revolucionarias y preparar el socialismo.

En Bélgica se creó el Partido Obrero Belga en 1885. En Inglaterra, se formo una liga
socialista que desembocó en el “labour Party” en 1893. En Rusia, Plejanov creó el
“Grupo de Liberación del Trabajo”, en 1883. Antecedente del Partido Obrero Social
Demócrata de Rusia, formado en 1898. En Francia el Partido Obrero Francés de Jules
Guesde representaba una de las múltiples tendencias socialistas.

a. La formación de la Segunda Internacional

Los diferentes grupos y partidos socialistas europeos trataron de coordinarse. Pero las
distintas tendencias dentro de cada país dificultaban esta empresa. En 1889 en París, se
reunió dos congresos paralelos, uno de tendencia Marxista, el otro de tendencia
socialista (tipo “posibilista” francés y “laboralista” ingles). Se confrontaron entonces los
principales partidos y organizaciones obreras nacionales de Alemania, Francia e
Inglaterra, sobre todo. Aunque no se logró la unidad, estas reuniones de París y las
negociaciones de Engels permitieron plantear las bases para hacer resurgir una nueva
“Internacional”. En 1891 se realizo un congreso unificado en Brúcelas, donde
predominaron las tendencias “marxistas”.

La Segunda Internacional nacía así como una confrontación de partidos. A pesar del
fracaso de la comuna, la mayoría de ellos creía en el triunfo próximo de la revolución
proletaria y se dedicaba a preparar al proletariado para el asalto final. Pero las
reivindicaciones obreras inmediatas ocupaban ya un amplísimo lugar. Ya existía una
diferenciación marcada entre las luchas sindicales y políticas, pero eran vistas como
relacionadas dialécticamente: para la Social Democracia Alemana por ejemplo el
sindicalismo era considerado como la escuela primaria del socialismo. Sin embargo
existía interpretaciones concretas relativamente divergentes: los socialistas franceses
querían mantener el carácter político de la Internacional, mientras que los ingleses
buscaban dar el mismo peso de representación al sindicalismo y a las organizaciones
políticas.

Las dos tendencias estuvieron de acuerdo con expulsar a los anarquistas (en el congreso
de Zurcí, en 1893), pero las divergencias entre ellas agudizaron al empezar el siglo XX

b. El movimiento sindical

Como ya lo hemos indicado, el movimiento sindical tomó una gran amplitud con la
segunda revolución industrial, siendo lo más importante el desarrollo de las
organizaciones por ramas de industria. Sin embargo, según los países, este desarrollo
tomo caracteres muy variados: en Francia, el sindicalismo por industria se combinó con
una organización de tipo territorial (las “bolsas de trabajo” animadas por Pelloutier, por
ejemplo). En Inglaterra, el sindicalismo de oficio predominó hasta el fin del siglo XIX.
En el caso de los EE.UU. representa todavía una mayor resistencia del “viejo
sindicalismo”, debido al poder y a la acción represiva muy eficaz de los nuevos
industriales así como a la fuerza de la AFL, la central nacional de los sindicatos de
oficio: solamente en 1936, con la creación de la CIO, se impuso el “nuevo
sindicalismo” a nivel nacional en los EE.UU.

Entre las últimas líneas de acción sindical que se desarrollaron entonces señalamos las
siguientes:

EL sindicalismo político de tipo marxista: la acción sindical representa un nivel –las


luchas económicas inmediatas– dentro de un conjunto de luchas que deben ser
integradas en la acción política para la conquista del poder del estado. Una expresión de
esta concepción de Rosa Luxemburgo (Reforma o Revolución, 1907), que considera la
acción sindical como una especie de “trabajo de Sísifo”; no hace sino adecuar el salario
a la situación del mercado de fuerza de trabajo.

El sindicalismo político reformista: considera que la acción obrera tiene éxito al


contrarrestar las tendencias negativas del capitalismo, especialmente la tendencia a la
pauperización. Busca aprovechar de las sobre ganancias obtenidas por los países
desarrollados en su dominación de áreas menos desarrolladas. Además piensa que los
obreros no tienen todos necesariamente capacidad de gestión y por eso deben
“compartir” el poder con otras clases sociales. El acento será entonces el mejoramiento
inmediato de las condiciones de vida obrera. (ver: Berntein, artículos, 1890-1895).

Sindicalismo de oposición independiente o puramente obrero: Frente a la dificultad de


armonizar la acción sindical y política, especialmente cuando la clase obrera se
encuentra relativamente débil, se mantuvo y se desarrolló lo que puede ser considerado
como una cierta continuación del anarco-sindicalismo: se desconfía fuertemente de los
políticos y de sus burocracias. Los partidos políticos no son negados, pero se considera
su acción como paralela y claramente distinta. Encontramos un ejemplo de esta línea en
la CGT francesa antes de la guerra, que, “por ser revolucionaria” se declaraba apolítica
y puramente sindical. Se proponía derrocar el sistema capitalista por los obreros mismos
y la huelga general (ver su “Cartade de Amiens”), congreso de 1906). No muy lejos de
esta posición se encuentran las tesis del “Sindicalismo Revolucionarios” de Sorel (1847-
1922) que proponen un sindicalismo puramente obrero, sin intelectuales, dedicado a la
acción violenta y persistente, que da un amplio papel a la espontaneidad de las masas y
al heroísmo de sus líderes.

c. La crisis del revisionismo

Al fin del siglo XIX se agudizaron las polémicas dentro de la internacional y de los
círculos marxistas. Engels había muerto en 1895. Empezaron a desarrollarse nuevas
interpretaciones del marxismo y nuevas líneas políticas que denominaron
“revisionistas”.

E. Bernstein es el más representativo de estas nuevas tesis (que expuso sobre todo en:
Las premisas del Socialismo y las tareas de la Social Democracia, 1899). Para
Bernstein, el marxismo se encontraba superado por la evolución del capitalismo
moderno. Piensa en particular que las teorias del declive natural del capitalismo, de la
plus-valía, de la pauperización de la clase obrera, etc. deben ser revizada. En el plano
práctico propone un sindicalismo reformista, una participación política en los
parlamentos y, ocasionalmente en los ministerios.

La posición de Bernstain fue duramente atacada por Kautsky (1854-1938), quién hizo
triunfar el “marxismo ortodoxo” en la segunda internacional. Pero, si bien los partidos
social demócratas quedaban oficialmente en esta línea, mental y políticamente se
acercaron al revisionismo. La propia evolución de Kautsky fue en este sentido, en 1902,
en “Revolución Social”, considera que solamente el despotismo hace necesaria una
revolución violenta, mientras que la democracia debe permitir, con la evolución del
capitalismo financiero y monopolístico, un pasaje gradual del capitalismo hacia el
socialismo, sin conquista política del proletariado.

El revisionismo de Bernstein, y luego de Kautsky suscito varias reacciones de


Plekhanov, Rosa Luxemburgo, Lenin, etc. Buscando las causas estructurales de esta
corriente, denunciaron el carácter utópico o “pequeño burgueses” del reformismo, del
parlamentarismo, ministerialismo. Rosa Luxemburgo contestaba a Kautsky, en 1899
(reforma o revolución): “La democracia es indispensable no porque hace superfluo la
conquista del poder político por el proletariado, sino al contrario, por que hace esta toma
de poder a la vez posible y necesaria”.

d. La guerra y el movimiento obrero

Frente al peligro de guerra, el movimiento obrero tomó fundamentalmente dos caminos:


por una parte la acción obrera pacífica, representada por la campaña de Jaures en
Francia; por otra parte la alternativa revolucionaria, impulsada por Lenin en Rusia y
Rosa Luxemburgo en Alemania. Pero la Segunda Internacional no tuvo ninguna acción
eficaz frente al desencadenamiento de la guerra, lo que terminó por debilitarla por
completo. Los socialistas alemanes y franceses habían votado por los créditos militares.

Se formó un grupo de oposición internacionalista contra la guerra, en torno a Clara


Zetkin, Rosa Luxemburgo, Mehring, Lenin, Monatte, etc. Este grupo y los grupos
“neutrales” se reunieron en la conferencia de Zimmerwald en 1915, seguida el año
siguiente por la de Kienthal. La mayoría proponía medidas para presionar a los países a
negociar en vista de llegar a la paz. La minoría, encabezada por Lenin, buscaba
transformar esta guerra imperialista en guerra civil y revolución proletaria. El mismo
Lenin organizo una comisión socialista Internacional, antecedente de la
”Tercera Internacional”, que organizo después la toma del poder en Rusia.

e. Los movimientos revolucionarios y los “consejos obreros”

A medida que avanzaba la guerra, y después de ella, se agudizaron las crisis sociales
internas en la mayoría de los países, desarrollándose importantes movimientos
revolucionarios.

El más importante de ellos ocurrió en Rusia. Los fracasos del Zar en la guerra y la
corrupción de su gobierno originaron la insurrección de Petrogrado en febrero de 1917,
transfiriendo el poder al parlamento (Duma) encabezando por Kerenki. Pero una gran
parte de los obreros estaban organizados en “soviets” –consejos obreros, distintos de los
sindicatos que ya habían jugado un papel determinante en la “revolución de 1905”,
especialmente en San Petersburgo, los cuales eran dominados por los Bolcheviques,
dirigido por Lenin, se había formado como partido independiente el Partido Obrero
Socialdemócrata Ruso, donde predominaban los mencheviques, de tendencia más
heteróclita y reformista). Como medida de transición, Lenín lanzó la consigna: “todo el
poder a los soviets” (Ver. Tesis de Abril 1917) no para la implementación del
socialismo, sino para controlar la producción social, evitar el desbarajuste económico y
la fuga de capital, pero esta dualidad de poder no podía ser sino muy transitoria. En
octubre, el comité central del partido bolchevique tomó la decisión de la insurrección
que se realizó con éxito en noviembre. Luego, los dirigentes bolcheviques (Lenin,
Trostky, etc.) se enfrentaron contra el “grupo de oposición obrera” (el cual pedía más
autonomía para las organizaciones obreras de base) y lograron integración de los
sindicatos y comités de fábrica en el Estado y una sujeción a su política económica.

En Alemania, los Social Demócratas tomaron el poder en noviembre de 1918. El grupo


“Spartacus”, dirigido por Rosa Luxemburgo y Kart Liebnech, se enfrentó a este
gobierno “reformista”, desencadenando una huelga general y una insurrección armada
en 1919. El movimiento fue aplastado y sus líderes matados. En 1920, los consejos
obreros de la cuenca del Ruhr proclamaron su “dictadura”, pero fueron aplastados
también por el gobierno de Ebert.

En Italia ocurrieron también importantes movimientos huelguísticos y pequeñas


“comunas”, especialmente en la región nórdica (Turín), en 1919-1920. También
tuvieron un papel importante los consejos de fábrica. A. Gramsci (1891-1937), y el
grupo “Ordine Nuevo” (facción del partido socialista italiano, reunida alrededor de la
revista del mismo nombre) orientaron la política de estos consejos.

La insurrecciones obreras con la organización de consejos obreros tuvieron lugar


igualmente en Polonia, en Hungría en la misma época.

Frente a estos acontecimientos, especialmente la toma del poder por los bolcheviques en
Rusia, hay que destacar la posición de Lenin y Trotsky.

El primero demostró que la revolución proletaria era más fácil instaurar en un país sub-
desarrollado y autocrático, por que este representa “el eslabón más débil” en la cadena
de poder de los estados burgueses. Insistió sobre el carácter no espontáneo de la
revolución, sobre el papel del partido y los revolucionarios profesionales (en este
sentido se distinguía de Rosa Luxemburgo que confiaba más en el papel de masas
obreras, y criticaba el ultra centralismo político de los líderes del partido. Trotsky (ver:
Balances y Perspectivas 1906, y Revolución Permanente, 1928) como Lenin, piensa que
en un país atrasado el proletariado debe hallarse más temprano en el poder que en un
país capitalista avanzado: en los países atrasados la burguesía esta débil, dependiente y
poco numerosa. No tiene fuerza para realizar las tareas de la “revolución democrática
burguesa” (por ejemplo, la reforma agraria, el desarrollo de la producción industrial,
etc). Es el proletariado quien, tomando el poder puede asumir las tareas revolucionarias
tradicionales de la burguesía en los países en desarrollados. Por eso, el proletariado
aparece, para el campesinado, como la fuerza revolucionaria inmediata en los países
atrasados. De eso se deduce la posibilidad y la importancia de la alianza obrero
campesina en estos países.

Por otra parte, Trotsky piensa que el proceso revolucionario en un país no puede
desarrollarse y desembocar si no logra el sostén del proletariado de los otros países y si
no se extiende en una revolución mundial. En eso se distingue de Lenin y se opondría a
Stalin que trataron ante todo de defender y consolidar la revolución rusa, sujetando a los
otros partidos comunistas a la política de la Unión Soviética.

f. Nuevas internacionales.

Desde el principio del siglo XX, se creó un Secretario Sindical Internacional, vinculado
a los socialistas de la segunda internacional. Este secretariado se transformo se
transformo en 1913 en Federación Sindical Internacional (FSI): al fin de la guerra, la
conferencia de la paz de Versailles permite la formación de la OIT (Organización
Internacional del Trabajo), en la cual participan dirigentes ligados a la FSI, cuyas
actividades se habían parado durante la guerra. En 1919 se reestructuro una nueva
Internacional Sindical, llamada de Ámsterdam, siguiendo la línea reformista de la
antigua FSI. La Internacional Sindical de Ámsterdam agrupaba a las grandes
organizaciones sindicales como la Trades-Unions inglesa, la AFL norte americana, la
Comisión General de los Sindicatos de Alemania, etc. representando a casi 18 millones
de trabajadores organizados. Pero su programa se dirigía a los sectores de la clase
obrera más privilegiados y a los países más industrializados. Su ideología era más
marcada por el prudhonismo.

En la misma época se trató de reconstruir la segunda internacional, peor el intento no


tuvo mayor éxito.
Mientras tanto Lenin y los bolcheviques convocaron en enero de 1919, bajo la forma de
un “Manifiesto” a los obreros del universo a una Conferencia Internacional Comunista,
la cual reunió a 39 partidos alineados al punto de vista de la revolución y de la dictadura
del proletariado. Así nació la “Tercera Internacional” o “Internacional Comunista
(I.C.)”. En el segundo congreso, en 1920, la Internacional Comunista, adoptó sus “21
condiciones” que significaban una reglamentación rígida de los partidos comunistas
nacionales y su sujeción bastante estrecha a los intereses y a la defensa de la Unión
Soviética.

IV. Los Movimientos Nacionalistas y Revolucionarios en los Países Dependientes.

La gran extensión del capitalismo en el conjunto de los países del mundo que
significaba la segunda revolución industrial, está acompañado de nuevos movimientos
de suma importancia en los países dominados, colonizados, etc. Señalamos por ejemplo
la subida del nacionalismo chino con la creación de la república por Sun Yat Sen en
1911 y el desarrollo de su partido el Kuomitang (bloque de 4 clases: obreros
campesinos, pequeña burguesía y burguesía nacionalista) aliado con el partido
comunista hasta la ruptura y la masacre de este ultimo en 1927. Señalamos también el
proceso revolucionario mejicano a partir de 1911. Después de la primera guerra hubo
también importantes movimientos en India, Egipto, Siria, etc. Estos diferentes
movimientos y la problemática de que implican serán analizados en otro lugar.

Crisis y la Tercera Revolución Industrial

I. La Depresión y la Transición

Después de la guerra los países capitalistas no lograron recuperar su ritmo de expansión


comercial e industrial anterior a la guerra. La era de las conquistas coloniales estaba
prácticamente clausurada y además el mercado ruso se encontraba cerrado. Estados
Unidos, enriquecido de manera fabuloso, se planteaba como nuevo líder y rival de
Inglaterra. Otros países entraron también en la competencia, Alemania y Japón. Por otra
parte, desde el principio del siglo el modo de producción industrial capitalista era de
tipo monopolísticas. Pero este modo de producción en esta coyuntura entra en crisis, la
cual toma su forma más aguda en el “crack” de 1929 y la gran depresión que los siguió.

a. Tendencias monopolísticas y sobre capitalización

Las empresas monopolísticas generan una masa de utilidades mucho superior a las
empresas en una situación predominante competitiva. Estas utilidades no pueden ser
enteramente consumidas y deben ser reivindicadas para generar de nuevo utilidades.
Para ello se requieren amplias oportunidades de inversión que además aseguren la
mayor tasa de ganancia posible. Las oportunidades de inversión habían sido múltiples
en la fase que hemos descrito como “segunda revolución industrial”: los ferrocarriles a
partir de 1970, la conquista colonial con las inversiones para las actividades extractivas
y con la apertura de nuevos mercados que representan (para colocar productos
manufacturados o préstamos), la extensión de amplias ramas industriales, etc. Todo eso
explica el dinamismo del capitalismo industrial en esta fase. Pero este dinamismo no
debe hacer olvidar los elementos coyunturales favorables sorbe el cual descansa. Si
estos elementos desaparecen o pierden importancia, ocurre la crisis.
Baran y Sweezy (el capital monopolista, 1968) analizaron este problema en EE.UU. y
explicaron por ejemplo la depresión económica de los años 1907-1915 en este país por
la perdida de importancia del factor de inversión que representaba el ferrocarril,
mientras que las nuevas innovaciones tecnológicas de la época (ej. Electricidad) no
tenían el mismo factor positivo, pero las oportunidades de inversión que había
representado la implantación de todo el sistema ferroviario. En este mismo país la crisis
fue superada gracias a la primera guerra mundial y por prestamos para la reconstrucción
Europea. Otro echo importante que explica que el capitalismo industrial norteamericano
de la época que aguardo un gran dinamismo es el auge de la industria del automóvil
(1915-1925) que tenía inmensa consecuencias en cuanto a las oportunidades de
inversión.

Pero estas fases de prosperidad dejaban intacta la tendencia latente que hemos señalado,
y, cuando la industria del automóvil empezó a estancarse fue toda la economía que
parecía entrar en receso, resaltándose numerosos sectores en crisis (sector agrícola,
minas de carbón, sector textil, etc.) El optimismo se mantuvo hasta 1929, gracias a la
especulación financiera. Pero ya se anunciaba la gran depresión de los años 30, y hará
falta de la segunda guerra mundial para que el capitalismo monopolístico mundial
recupere su dinamismo. Los países industriales y especialmente EE.UU. se habían sobre
capitalizado (en buena parte a expensas de los países sub-desarrollados y sus
trabajadores), y este excedente de capital bruscamente vio caer su valor.

b. La crisis financiera y sus consecuencias

Es en esta situación económica de fondo que se ubica la gran fiebre de especulación del
fin de la década 20 en los EE.UU. El optimismo de lo hombres de negocio, acompañado
de prácticas de corrupción y una búsqueda sin freno de sobre ganancias a través de la
especulación preparaban una catástrofe en la bolsa de Nueva York, centro de las
operaciones especulativas, se produjo una baja de los valores hasta el momento en alza
constante. Los especuladores quisieron vender masivamente. El gran pánico se produjo
el 24 de octubre de 1929 –“el jueves negro”– en Wall Street. En algunos meses las
acciones perdieron la mitad de su valor. Los hombres de negocio y el gobierno
republicano no perdieron su optimismo en un primer momento. Pero en los años
siguientes, la crisis se había extendido al conjunto de la economía norteamericana y de
la esfera capitalista. La demanda fue fuertemente reducida, repercutiendo sobre la
producción; el crédito estaba bloqueado. El comercio exterior se redujo también

Para los trabajadores, eso significaba fuertes reducciones de salario, y amplio


desempleo (13 millones en EE.UU. en 1933).

La crisis se extendió a todo el mundo vinculado al sistema capitalista internacional.


Alcanzó Alemania, que era uno de los principales deudores de los EE.UU. y donde
había también un proceso de sobre capitalización. Desde Alemania, la crisis se extendió
a Gran Bretaña, que tuvo que abandonar el padrón oro para devaluar la Libra Esterlina,
lo que tuvo como efecto reducir más el comercio internacional. En Francia también
ocurrieron quiebras bancarias, etc. (ver Philip, Historia de los Hechos Económicos y
Sociales..., 1967).

El comercio internacional, ya duramente afectado después de la primera guerra (caída


de los precios de las materias primas… ver por ejemplo Furtado: La economía
Latinoamericana desde la conquista ibérica hasta la revolución cubana, 1969), entró
realmente en una especie de colapso. Se resquebraja el antiguo sistema de división
internacional del trabajo. Por ej. Los países latino-americanos tenían importantes
sectores extractivos exportadores a partir de los cuales tenían ingresos para comprar
productos manufacturados en los países industrializados. Los gobiernos latino-
americanos lograban también importantes empréstitos para sus gastos y sus obras
públicas. Ahora bien, con la depresión, la mayoría de estos sectores exportadores
entraron en crisis, reduciendo la capacidad de importar y paralelamente se cortaron los
prestamos a los gobiernos y al sector publico. Eso explica la epidemia de crisis política
que ocurrieron en países como Brasil, Argentina, Chile, Perú y Bolivia. Esta crisis del
comercio exterior que fue madurando desde la primera guerra mundial originó cambios
económicos y políticos muy importantes en estos países: un proceso de sustitución de
importación con una relativa industrialización, en los países que, como Brasil y
Argentina, pudieron movilizar al efecto una cierta acumulación de capital interno. Este
proceso será analizado en otra parte.

d. El papel de los Estados

La gran mutación del capitalismo industrial que se opera entonces comporta un aspecto
importante: el Papel creciente de la intervención del Estado en la regulación directa de
la vida económica y social. En las fases anteriores de la industrialización el Estado se
limitaba antes que todo al control político de las diferentes clases –o sectores de clases-
sociales, controladas en última instancia por la burguesía más “avanzada”. Pero, en el
proceso de monopolización y con la crisis que estamos analizando, el Estado no
solamente debe asumir la “expansión cohesionada”, sino también directamente una
cierta infraestructura económica y social y una cierta planificación sin las cuales la
crisis se volvería insostenible. Por Ej. El Estado debe tomar a su cargo ciertos sectores
que ya no puede asumir el capital privado (transporte, materias primas básicas, energía,
etc.) o que requieren de una iniciativa que escapa a la dinámica de la acumulación
privada del capital privado.

Esta acción del Estado (intervencionismo, nacionalización…) no tuvo la aceptación


automática de los diferentes sectores capitalistas de la época. Fue necesario el tremendo
golpe de los años 30 para que este mecanismo se imponga. Hay que recalcar la acción
en este sentido del pragmático presidente F.D. Rooslvet en los EE.UU., elegido en
1932, y de su política de “New Deal”.

El Ney Deal retoma la intensa actividad que había tenido el Estado en la vida
económica durante la primera guerra mundial. El gobierno empezó a controlar el
sistema bancario y financiero, a fomentar programas de desarrollo agrícola e industrial.
(se creó por ejemplo, la Tennesee Valley Authority, empresa pública modelo encargada
del desarrollo del valler Tennessee a base de un complejo hydro-eléctrico). Se creó un
sistema de ayuda a los desocupados; también se institucionalizó las negociaciones con
los sindicatos a través del “Nacional Labour Relations Boad”.
Sin embargo el New Deal no logro superar la crisis económica, alcanzando sus causas
profundas. El desempleo saguía y el segundo mandato de Roosvelt significo múltiples
dificultades. Es la segunda Guerra Mundial que explica fundamentalmente la
recuperación económica del capitalismo industrial norte americano después de la gran
crisis. Pero es indudable que el New Deal permitió plantear las bases de nuevos
mecanismos de regulación del capitalismo monopolístico, que tendrán su mayor
rendimiento después.

Este proceso generó una renovación al interior de la economía de clásica: no solamente


al liberalismo ciego, ya afectado, sino también al empiricismo económico que en
realidad implementaba una política económica liberalista. La “revolución keynesiana”
representa el acontecimiento más importante al respecto. Analizando la relación entre el
empleo, la inversión, el ahorro, etc. (Ver: Keynes, Teorías general del empleo, del
interes y de la moneda, 1936). Keynes demuestra que hay posibilidad de sobre
producción y de desempleo y que, para contrarrestar estas tendencias, el Estado debía
rebajar la tasa de interés y desarrollar inversiones públicas. En esta línea, una amplia
socialización de la inversión sería el único medio de asegurar aproximadamente el pleno
empleo. Keynes habla de que el Estado debe “cooperar con la iniciativa privada”, que la
baja de la tasa de interés permitirá un capitalismo “más igualitario”, sus teorías rebasaba
la lógica propia del capitalismo.

En ciertos países, frente a la debilidad extrema de la burguesía nacional, la intervención


del estado y de una burocracia pública o militar será tan importante que llegará a
mantenerse como elemento dominante. En este caso se podrá hablar de “capitalismo de
estado”.

e. Movimientos Nacional-Socialistas y recrudecimiento del imperialismo.

Hemos visto que la división internacional del trabajo y los intercambios internacionales
habían sido profundamente afectados después de la primera guerra y con la crisis del 30.
La mayoría de los países trataron de recuperar un equilibrio interno a u nivel inferior.
En cierto caso se trató de organizar una zona internacional de intercambio protegida
cortado del resto del mundo, es el caso ingles con su “zona esterlina” y el
“commonwealth”.

En varios países prevalecieron movimientos sociales que podemos llamar “nacional


socialistas”. Tuvieron su origen en los sectores burgueses medios y tradicionales, y
pequeño burgueses, profundamente afectados por la crisis y asustados por la amplitud y
la violencia de los movimientos obreros.

Estos sectores se movilizaron alrededor de un nacionalismo muy fuerte. “mas aya de las
clases sociales”, animando por un líder. El nacionalismo significaba un reforzamiento
del ejército, de la industria de guerra y un recrudecimiento del imperialismo. El control
de la clase obrera suponía la eliminación de sus organizaciones propias, la
militarización de los trabajadores en el seno de las corporaciones a la vez poseídas por
le gran capital privado y fomentadas por el Estado, y la utilización de slogan socialistas
demagógicos.

El fascismo en Italia y el nazismo en Alemania son los casos extremos de este tipo de
movimientos.
En el Japón, cuyo comercio exterior y cuya economía fueron también fuertemente
tocados por la crisis de 1929, el Estado empezó a intervenir de nuevo, de manera masiva
en la economía, a instancia del ejército, apoyado por los artesanos, los pequeños
industriales y campesinos. El estado organizó un sistema de racionalización, estableció
una concentración obligatoria de las empresas, reagrupando nuevos “Zaibatzus”, bajo la
forma de empresas mixtas. Tomó el control del comercio exterior.

f. El movimiento obrero internacional: frentes populares – el programa de transición.

Frente a al crisis, al crecimiento de los conflictos (huelgas, ocupaciones de fábrica,


creación de soviet, insurrecciones, etc.) y a la subida del fascismo, el movimiento
obrero internacional estaba profundamente dividido. Teníamos por una parte los
“socialdemócratas”, conminadores del ala reformista de la Segunda Internacional, que
formaron una Internacional Socialista en 1923. Varios partidos socialistas europeos
integraron gobiernos de la época. Por otra parte, se desarrollaban los partidos
comunistas, afiliada a la tercera internacional: aplicaban la táctica de “frente único
proletario”, es decir estrictamente “clasista”. La interpretación “izquierdizante” de esta
táctica significaba una ruptura radical con los social-demócratas y cualquier tendencia
reformista. Por eso los Partidos Comunistas se depuraron y se “bolchevizaron” (según el
sentido original –leninista- del término “bolchevización”, ya que luego significo la
depuración de las tendencias de izquierdistas y trotskistas, la stalinización). Esta
depuración significo el aislamiento de los partidos comunistas y explica en parte sus
fracasos iniciales en los grandes conflictos de 1923 en Europa.

En su oposición contra los socialdemócratas (que tildaba de “social-fascistas”, la


Internacional Comunista reforzó su cohesión interna, pero contribuyó a dividir las
fuerzas y aislarse frente al fascismo creciente, cuyo peligro no era percibido. La política
de apoyo y defensa a la unión Soviética, y la táctica de “clase contra clase”, que
reforzaba la autonomía y el aislamiento del “campo comunista”, en plena crisis
económica (1928-1933), culmino con la catástrofe del partido comunista alemán frente
al nazismo. En España, durante la larga guerra civil, las fuerzas republicanas y
proletarias se encontraban también sumamente divididas (anarquistas, comunistas,
socialistas, etc.) y esta división resto mucha eficiencia a la solidaridad internacional que
había dado.

Un viraje en la política internacional Soviética y en la Internacional Comunista se dio en


1933, cuando la táctica “clase contra clase” fue relegada a favor de una táctica de
alianza con las democracias. Eso se concretó con la formación del “Frente Popular” en
Francia (1935) y movimientos similares en otros países. Pero esta táctica de unidad
antifascista sufrió un fuerte revés con el estallido de la guerra y con la firma del pacto
de no-agresión con Alemania de parte de la URSS. La internacional Comunista se
disolvió en 1943. Como la Segunda Internacional frente a la Primera Guerra Mundial no
pudo resistir a las contradicciones nacidas con la nueva conflagración mundial.

Stalín, que trabajaba esencialmente a la defensa de la revolución en un solo país u


orientaba la internacional comunista en función de esta meta, tuvo que enfrentarse a
Trotsky quien buscaba la “revolución permanente”, su realización y extensión en otros
países. Además Trostsky criticaba cada vez más durante el proceso durante el proceso
de burocratización del Estado Sovietico y su degeneración en dictadura Stalinista. La
táctica impuesta a los comunistas chinos y su sangrienta derrota en 1927 acabaron de
separar a Trotsky del Partido Comunista Ruso. Fue exiliado y expulsado de Rusia en
1929. En numerosos partidos comunistas empezaron a formarse fracciones
“bolcheviques-leninistas-troskistas (ejemplo: la liga Comunista en Francia), las cuales
decidieron organizarse en la Liga Comunista Internacional (la Cuarta Internacional). En
su programa de transición, Trotsky presenta un análisis de la crisis mundial, precisando
las tareas revolucionarias que esta coyuntura requiere. Caracterizando esta crisis como
“la agonía mortal del capitalismo”, “las fuerzas productivas de la humanidad no han
cesado de crecer… Las condiciones de la revolución proletaria no sólo están maduras,
sino que han empezado a descomponerse…” Frente a esta situación, la clase obrera está
profundamente desorganizada, dividida, y desorientada (por el reformismo, el
stalinismo, el fascismo, etc.) Para una nueva movilización de las masas, Trotsky
propone un “programa de transición”: el reforzamiento de las reivindicaciones obreras
(escala móvil de salarios y horas de trabajo) frente a la crisis económica, reforzamiento
de las organizaciones obreras: sindicatos, comités de fábrica (o consejos obreros
formados en las ocupaciones de fábrica), soviets…, práctica del poder obrero y del
control obrero sobre la industria, creación de milicias obreras, etc.

II LA TERCERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

a. Hacia las corporaciones auto-financiadas

Con la guerra, los EE.UU. han accedido a la posición de primera potencia mundial,
logrando alcanzar la mitad de la producción industrial mundial, hecho nunca antes visto,
salvo al principio de la primera revolución industrial con el caso ingles. La guerra
represento para los EE.UU una reincentivación de su economía, una oportunidad de
inversión lucrativa sin precedentes, especialmente en la industria de material de guerra,
mientras que sus principales competidores eran afectados por la ocupación o la derrota
(caso japonés y alemán). En 1945 la burguesía norteamericana dispone de una inmensa
acumulación de capital y de un conjunto de fuerzas productivas, lo cual va a repercutir
sobre las características del sistema productivo y transformar la división internacional
del trabajo.

La acumulación de capital realiza por los monopolios va a permitirles contar con


inmensas reservas propias, y de tener una capacidad de “autofinanciamiento”. El grupo
financiero, bancario y especulativo (Wall Street) pierde en este proceso sus mejores
clientes. Los nuevos ricos de las corporaciones empezaron a tener entonces mayor peso
político, con los militares de su parte (debido a la importancia para el desarrollo de estas
corporaciones de las economías en guerra), y con la tecnocracia estatal (debido al papel
regulador cada vez más profundo del Estado). Se configura así, según la expresión de
Wrigth Mills, una nueva “élite del poder” (ver obra del mismo nombre, FCE, 1957),
compuesta de tres elementos interdependientes: los ricos de las corporaciones, los altos
jefes militares y los altos funcionarios de gobierno.

Mientras que en la fase de transición que representa el capital financiero, cada empresa
era dominada por entidades bancarias que no ejercía sino un control indirecto sobre sus
actividades productivas, en las corporaciones modernas ya no hay separación entre la
gestión financiera y la gestión económica de la producción. Estas nuevas corporaciones
representan grandes empresas integradas con un centro de gestión que administra su
expansión y actúa directamente a través de sus múltiples sucursales.
b. Los managesr y la “tecno-estructura”

Las corporaciones modernas significan la aparición de un nuevo tipo de empresarios, el


“manager”. El “manager” concentra la gestión industrial, comercial, financiera y
política de la corporación. Dispone de un verdadero ejército de financistas, economistas,
ingenieros, organizadores, etc. que le permite, planificar y racionalizar sus operaciones.
Se trata de un verdadero equipo técnico, directamente interesado al desarrollo de la
corporación, con capacidad financiera y pode de decisión. Estos managers y esta
tecnocracia, si bien puede tener una participación importante en el capital de la
corporación no son necesariamente sus propietarios: se establece una distinción entre la
propiedad (repartida entre algunas grandes accionistas y numerosos pequeños), y la
gestión. Pero no se trata de una distinción comparable a la vigente en el capitalismo
financiero, ya que ahora, parece que son los managers y la tecnocracia quienes tienen el
control estratégico. (ver Berle and Jeans, Coorporations and Private Property, 1932).

Eso llevo a los analistas, tal como James Burnham a hablar de una “revolución de los
managers” (The mangerial revolution, New York, 1941). Según este autor, son los
técnicos quienes cada vez más dirigirán y controlaran la economía moderna haciendo
desaparecer las diferencias entre los sistemas capitalistas y socialistas. Y estas
tecnocratización se darán también a nivel del Estado, ya que este se vuelve siempre más
coordinador y planificador de la vida económica y social.

Este tema se encuentra ampliamente desarrollado en las diferentes teorías sobre la


sociedad contemporánea: Ya M. Weber analizaba los conceptos de “racionalización” y
“burocratización” (Economía y Sociedad, 1922). Veblen anunciaba la era de los
ingenieros y de la tecnocracia, en su crítica de los hombres de negocios ociosos (The
Teory of Business Enterpriese, 1904). Actualmente, John K. Galbraigth, en su análisis
del “nuevo Estado industrial” (The New Industrial Stats, 1967. Trad. En Castellano por
Ariel, 1968), destaca el papel de lo que llama la “tecno-structura”.

El sociólogo francés R. Aron describe las sociedades industriales y las luchas de clase,
utilizando en buena parte la concepción tecnocrática para acercar en una misma
tendencia el modelo de desarrollo industrial soviético y el modelo capitalista y para
defender el último (ver: 18 lecciones sobre la sociedad industrial, 1962) y las luchas de
clase (1964).

Alain Touraine habla de “sociedad tecnocrática”, o “sociedad programada”, o “post-


industrial” (ver: la sociedad post-industrial, 1969). Considera que en este tipo de
sociedad, que está imponiéndose, la “lógica del poder” reemplaza cada vez más la
“lógica de la utilidad” (ver también: Poder y decisión en la empresa, en Tratado de
Sociología del Trabajo, t. II, op.cit). Recalca como la problemática de los tecnócratas en
una problemática de poder. Constituyen una esfera de poder, a la cual se tiene acceso
por el conocimiento, pero que organiza su sistema de selección y de dominación a
través del control económico, el control de los medios de comunicación, el control de
las masas, etc. Según Touraine, los actores dominantes de la sociedad “post-indudstrial”
debes su posición a su capacidad de administrar el conocimiento y controlar la
información, o sea a sus privilegios dentro de un sistema de comunicación.
Baran y Sweezy (El capital monopolista, 1968) analizaron más específicamente la
relación de los “nuevos empresarios” (managers, etc.) con la clase burguesa dentro del
régimen capitalista (modelo norteamericano), y ven una continuidad dentro de la “lógica
capitalista” : si bien los nuevos empresarios no buscan directamente, para ellos, las
mayores utilidades a la manera del empresario clásico o del magnate, orientan y
racionaliza la corporación en función de una búsqueda sistemática de ganancias
factibles y más altas, a plazos programados. Por otra parte, si bien no hay adecuación
automática y personal entre la propiedad y la gestión, existe una profunda conexión: un
gran director puede poseer sino un pequeño paquete de acciones de la empresa que
administra (incluso, no poseer ninguna), pero tener acciones en otras empresas. Su
posesión managerial le permite aumentar de manera preferencial su capital accionario, y
este privilegio aumenta a medida que sube en la escala de los puestos dirigentes. Así, en
el mismo tiempo que los nuevos empresarios y los managers representan la parte más
activa y de mayor facilidad en esta clase. Por otra parte, la ligación previa con esta clase
(familia, herencia, etc.), facilitan el acceso a los puestos directorales y la ascensión en la
jerarquía. Aquí intervienen los mecanismos de control de las comunicaciones, y la
lógica del poder de la cual habla Touraine.

e. El trabajo y la automatización.

Cada gran revolución industrial suponía el desarrollo y la aplicación de técnicas más


elaboradas en el proceso productivo: la máquina de vapor, luego el motor a explosión y
la energía eléctrica… El gran desarrollo económico, científico y técnico que acompaña
la tercera revolución industrial permite la introducción de las máquinas electrónicas en
el proceso de producción y más tarde de la energía nuclear. Además se desarrolla una
multitud de nuevas aplicaciones

El carácter de esta nueva tecnología permite elaborar sistemas productivos casi


automatizados, (cf. Por ej. Las fábricas petroquímicas, teleguiadas), en los cuales el
trabajo humano, después de haber intervenido en el diseño y la puesta en marcha, se
limitaba a tareas de control, de reparación, de regulación… La intervención mecánica y
repetitiva, propia del trabajo a la cadena pierde su importancia y las tareas de
manutención, de limpieza, etc, siempre necesarias quedan marginales. En este caso, el
capital fijo (la máquina) llega a ser la fuerza productiva inmediata, mientras que el
capital variable (la fuerza de trabajo) no interviene directamente: la productividad
individual en el acto productivo tiende a desaparecer y a ser reemplazada por la eficacia
de un conjunto integrado: esta eficacia no es la suma de esfuerzos productivos aislados,
sino la capacidad de programación y la racionalidad de una unidad.

Por eso, lo que este sistema requiere; es de una mano de obra altamente calificada, de
tipo profesional, que tenga la capacidad de controlar, de tipo profesional, que tenga la
capacidad de controlar, evaluar, adaptarse y trabajar en equipo integrado. En cierta
manera, este trabajador profesional recupera la autonomía relativa que permite la
calificación autonomía que tienen los “trabajadores de oficio” y que habían perdido los
trabajadores estrictamente especializados en tareas parcelarias de cadena. (Ver
Touraine: la organización profesional de la empresa en Sociología del Trabajo, op cit.
El autor elabora una tipología en la cual explicita las correspondencias y combinaciones
lógicas entre estas tres formas de trabajo)
Para estos trabajadores de tipo profesional, el salario no puede ser calculado a partir del
rendimiento individual directo (como por ejemplo, a la hora, a la pieza, etc), sino que
corresponde a la evaluación previa de un puesto de trabajo y de sus requerimientos. Así,
el trabajador entre en un sistema integrado de comunicación, y se le exige
fundamentalmente esta integración. Eso supone que sea preparado y seleccionado: esta
preparación requiere de todo el sistema educativo, escolar, técnico, y universitario,
complementando con los stages y la experiencia en la propia empresa. En este sentido,
el trabajador entra en una “carrera profesional”, la cual, en la medida que no esté
afectada por los cambios tecnológicos, le asegura una cierta seguridad ocupacional.

En este caso, la plusvalía no se obtiene principalmente del trabajo inmediato e


individual, sino globalmente, del conjunto integrado de trabajo acumulado, desde la
preparación, la investigación, etc. hasta el control, la verificación,…

Así, la tercera revolución industrial ve nacer un nuevo sector obrero, en general joven,
técnicamente preparado, profesionalizado, que tiene un estilo de comportamiento, un
nivel de consumo “moderno”. Esta “nueva clase obrera” se distingue de la “aristocracia
obrera” en el sentido que dispone de una formación técnica moderna, y entra de frente
en la “sociedad de consumo”, mientras que la aristocracia obrera corresponde a viejos
sectores obreros estrictamente especializados, o obreros de oficio, que se han asegurado
una mejor posición social gracias a la acción sindical y política, se puede notar
igualmente diferencias: mientras que los sectores obreros tradicionales insisten sobre
una actitud de defensa y de negociación, los sectores más modernos se manifiestan más
gestionarios, interesados a tener acceso al sistema de comunicación y de decisión, en la
empresa, en la región, o en el país. (ver: Serge Mallet, La nouvelle clase ovriere, Seuil,
1969).

La creación de este nuevo sector obrero supone la tarea de transformar la fuerza de


trabajo “común”, en fuerza de trabajo técnico-administrativa y científica. Eso requiere
todo un mecanismo de formación, de selección, de orientación, de integración. Este
mecanismo tiende a preparar un mercado de trabajo funcional y marginaliza a los
demás. La lucha para el control de este mecanismo (en gran medida dominado por el
estado y por las grandes corporaciones) está en gran parte en el centro de la
problemática del movimiento estudiantil, el cual se acerca a los movimientos generados
por estos nuevos sectores obreros. (Ver: Touraine, Le mouvement de mai ou le
communisme utopique, Seuil, 1968.)

III. NUEVA ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL

La problemática de la nueva integración mundial del capitalismo industrial, y de su


relación con el bloque comunista, la problemática de las empresas multinacionales, de la
nueva organización internacional del comercio, de la creación de zona de integración
económica, la problemática del nuevo imperialismo”… serán tratadas aparte. (ver. H.
Magdoff: la era del imperialismo, Nuestro Tiempo, 1969; P. Jalee: El imperialismo en
1970, Siglo XXI, 1970; F. Hinkerlammert y otro, Dialéctica del desarrollo desigual,
Cuadernos de Realidad Nacional, CEREN, n° 6, diciembre 1970).
a. La integración de los trabajadores
En las empresas modernas, se pone acento sobre el buen funcionamiento de las
relaciones humanas y laborales, buscando crear un “ambiente” propicio al trabajo, una
“moral” en los equipos de trabajo. Esta tendencia corresponde a las exigencias de las
empresas más automatizadas e integradas, que requieren equipos de trabajo de
confianza, con una cierta visión de conjunto del proceso de producción y un espíritu de
empresa. Corresponde también a los resultados de la sociología del trabajo y de sus
estudios empíricos en las empresas.

El Sociólogo Elton Mayo representa a este respecto un punto de partida (ver: The
humans problems of an industrial civilización, Harvard, 1945, traducido al cast.) Elton
Mayo realizó experiencias en la Western _Electric Cy, en sus talleres de Hawthorne de
Chicago. Se había empeñado durante varios años en establecer el efecto del ambiente
material del trabajo (por ejemplo el tipo de iluminación…) sobre el rendimiento de los
trabajadores. En esta vía no tuvo ningún resultado significativo. Frente a este interesante
fracaso, realizo una serie de experimentos sobre la fatiga, la monotonía. Estableció un
sistema de observación y de experimentación muy minucioso con seis trabajadoras
encargadas de montar piezas telefónicas. Se dio cuenta que las transformaciones
experimentales (tales como pausa, descanso, comida, conversación a intervalos
apropiados, etc.) tenían efectos positivos sobre el rendimiento, pero este efecto positivo
se mantenía cuando se suprimía estas transformaciones. Esta observación extraña no
tenía explicación a partir de las “variables” del experimento. Mas bien, Elton Mayo
explico este fenómeno en el hecho que las trabajadoras habían tomado un “interés” en el
experimento, estableciéndose una relación de confianza y de sinceridad que el jefe
interesado en la prueba, cambiándose la “actitud mental” del grupo de trabajo, etc. De
allí Elton Mayo sacó una serie de conclusiones generales para establecer “una
colaboración eficaz y sincera entre los grupos de administrativos y obreros” y tener en
cuenta los “factores sociales y humanos”.

En la misma línea que Elton Mayo, y desarrollando la sociología del trabajo en este
sentido, trabajaron los de la “Escuela de Michigan”, entre los cuales se destacan
Roesthlisberger y Dickson (ver: Management and the worker, Harvard, 1939). Esta
escuela siguió estudiando el grupo de trabajo a nivel de las relaciones sociales como de
los mecanismos psico-sociales, llegando a formar un tipo de sociología industrial que
generó aplicaciones prácticas de parte de los empresarios, (por ejemplo, organización de
un servicio de relaciones humanas en las empresas, stage de dinámico de grupo, etc.)

Estas tendencias de integración de los trabajadores en la empresa encuentra su


correspondencia en la interacción de los trabajadores en la sociedad global. Por ej.
Reinhard Bendix (trabajo y autoridad en la industria, 1956) considera que el problema
fundamental que se planteara a todas las sociedades en proceso de industrialización es la
“reintegración cívica de la fuerza de trabajo industrial recién creada” Esta reintegración
supone una especie de “igualación democrática, que tiene además como efecto de hacer
bajar el radicalismo de la clase obrera. En este sentido, R. Bendix propone que los
empresarios se conviertan e “hábiles organizadores del esfuerzo de cooperativo”. Y se
esfuercen de integrar a los obreros más militantes “ya que en los partidos se encuentran
aquellos individuos que son más activos y por lo tanto más capaces de convertir el
consenso táctico en acción solidaria”.
Encontramos perspectivas semejantes en A. Kornhauser (Industrial Conflict, 1954), C.
Kerr, J. Dunlop, F. Harbison, y C. Myers (El industrialismo y el hombre industrial,
1963), S. Lipset (Union Democracy, 1956), D. Bell (the end of ideology, 1960), J.
Galbraith (The affluent society, 1958), R. Dahendorf (Las clases sociales y su conflicto
en la sociedad industrial, 1957), etc.

Esta línea de análisis llevaba a considerar el movimiento obrero en términos de


“radicalismo – no radicalismo”, a observar un proceso de institucionalización de sus
conflictos, a detectar la movilidad de los sectores obreros dentro de los estratos sociales
y a predecir el aburguesamiento de la clase obrera y su perdida de sentido en tanto que
clase antagónica. En este sentido las contradicciones se plantearían solamente al nivel
“dirigente-dirigido” (ver Darhendorf).

Sin embargo, estos estudios que parecían haber obtenido un amplio consenso,
empezaron a ser criticados a medida que se profundizaba el sentido de la tercera
revolución industrial y de los nuevos sectores de trabajadores en ella. Bottomore por ej.
en “Las clases sociales en la sociedad moderna” (1968) señala como las teorías sobre las
sociedades democráticas, igualitarias, opulenta, etc. carecen en realidad de estudios
actualizados: “…algunos sociólogos han aceptado que … la clase trabajadora ha salido
de la pobreza y ha obtenido la ciudadanía industrial y política. Pero ha llegado a esta
conclusión sin haber realizado un estudio real de la evolución de las clases sociales en
tiempos recientes, o de los movimientos sociales contemporáneos que revelan las
posibilidades de la futura transformación social” )Ed. La Pleyade, p. 151).

Entre los esfuerzos para estudiar y analizar casos concretos referidos a la “nueva clase
obrera”, señalamos: en Inglaterra, Lockwood (The new Working class, 1960); en
Francia, S. Mallet (La nouvelle classe ouvriere, 1963), Touraine (La consciente
ouvriere, 1966); en Italia, B. Trencin (Tendencias actuales de la lucha de clases, 1965),
etc.

Al respecto, la perspectiva marxista está proponiendo nuevas interpretaciones. A Gorz,


(Estrategia y neo-capitalimo, 1964, el socialismo difícil, 1957, Reforma o revolución,
1969) considera que la democracia y el reformismo están fracasando y que las
reivindicaciones y luchas obreras a todos los niveles guardan su real alcance
revolucionario.

Entre muchos planteamientos, señalamos finalmente el de H. Marcase (el hombre


unidimensional, 1964). Habla de la “sociedad tecnológica” que tiende a ejercer un
control social integral, estandarizando los comportamientos e instituyendo mecanismos
de integración, incluyendo a las oposiciones. Los trabajadores ven mejorar su nivel de
vida y las organizaciones sindicales actúan como garante del orden y puros
negociadores. Además el control social se realiza en el psiquismo mismo de cada uno:
el “aparato Técnico” no permite libertad, sino la “introyección de la necesidad”,
generando un estado de perpetua auto-agresión, frustración, etc. El sistema establece
una total “enajenación” en los grupos sociales integrados en este sistema. Entonces, para
Marcase, las fuerzas de cambio social se encuentran en la rebelión instintiva de la
juventud y de la inteligencia y en los movimientos de liberación de los países pobres.

b. Sindicalismo y organizaciones obreras contemporáneas


Mientras que políticamente el movimiento obrero no pudo reconstituir reales centros
internacionales, después de la guerra, se concretó una corriente de unificación sindical
con la creación en 1945 de la Federación Sindical Mundial que agrupaba a los
sindicatos de URSS, de las democracias populares, las grandes centrales europeas, el
CIO norteamericano, etc. La AFL, los sindicatos cristianos y algunas otras centrales
temerosas de ser absorbidas en una corriente dominante por el comunismo, quedaron al
margen. Sin embargo, en pos de mayor unificación, la FSM practicó una política
moderna de reformismo sindical.

Pero la unidad de la FSM no pudo resistir a la división del mundo en dos bloques y al
desarrollo de la guerra fría. Se separan los Trades Union ingleses, la F.O. (Fuerza
Obrera) se escinde de la CGT francesa; en Norte América, el CIO apoya el plan
Marshall, la guerra fría y la lucha anti-comunista (1947). En 1955, fusiona la AFL. Así
el sindicalismo internacional se divide claramente en tres tendencias, la FSM,
comunistas (se adhieren los sindicatos chinos, después de 1949), la Confederación
Internacional de Organizaciones Sindicales Libres, fundada en 1949, agrupando al
AFL/CIO (hasta 1969), los Trades Unions, la ORIT, etc. y la Confederación
Internacional de Sindicatos Cristianos (CISC), fundada en 1920, que tomó el nombre de
Confederación Mundial de Trabajadores (CMT), en 1968.

Por otra parte, en los regímenes comunistas, el sindicalismo y las organizaciones


obreras tienen una problemática propia. En general, el Sindicalismo es una “correa de
transmisión” del partido comunista. Su participación en la administración de la
economía y de la empresa son reducidas. Sin embargo controla y hace aplicar las
convenciones colectivas, administra el seguro sindical, ejerce poderes reglamentarios en
el campo del trabajo e incluso conforma tribunales cívicos en las empresas. Desde 1958,
en URSS, el comité sindical de empresa dispone de ciertos poderes importantes, sin que
se pueda hablar de una participación obrera a nivel mayor (ver: Le syndicalisme
contemporain, Dossier Sciences Humaines n°5, por P. Silvestre y P. Wagret, ed. A.
Colin).

En los grandes países capitalistas, los principales centrales syndicales anglo-sajonas y


escandinavas colaboran abiertamente con el gobierno (la AFL y la CIO apoyan la guerra
de Vietnam), mientras que en los otros países mantienen una mayor autonomía política,
o actúan con la oposición. Pero en general el Estado busca nuevas fórmulas de
“participación”, de “concertación permanente”, “mensualización”, de cogestión (Ver
caso Alemania), etc. Sin embargo los últimos años han visto el desarrollo de nuevos
movimientos y corrientes conflictivas que parecen anunciar una nueva fase de
politización: en EE.UU. la U.A.W (Union de Trabajadores del Automovilismo)
encabezada por W. Reuther rompió con la AFL.CIO, denunciando el carácter
reaccionario del sindicalismo norteamericano. En mayo de 1968, el movimiento
estudiantil desencadena una huelga nacional general de varias semanas; en 1969 y 1970
se generan huelgas espontáneas de gran envergadura en Gran Bretaña, Alemania
Occidental de Izquierda en la FSM, la cual se encuentra en crisis.

El sindicalismo y el movimiento obrero en los países sub-desarrollados y dentro de los


movimientos de liberación nacional, la problemática obrera en países como China y
Cuba, las experiencias de autogestión como en Yugoslavia serán analizadas en otro
lugar.

También podría gustarte