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TEORICO 13/10

Los monstruos y sus razones

“Caprichos “, Francisco de Goya (1828)

Si bien el Iluminismo fue una promesa de salida a través de la razón instrumental hacia
una sociedad triunfante, pronto se debió enfrentar a sus propias promesas de superación.
La caída de la Bastilla en 1789 representó la señal de esperanza de la abolición de los
privilegios feudales, que conllevaron a estos cambios. Los descubrimientos científicos
estimulaban esa sensación de cambio. La Revolución Industrial, muy avanzada en
Inglaterra con respecto a otros países europeos, suponía que la mayoría de industrias
habían ido incorporando mejoras técnicas, como la máquina de vapor, símbolo del cambio
de una sociedad rural a una industrializada. El trabajo en las minas se facilitó gracias al
condensador separado de James Watt. La ampliación de las redes de comunicación
fomentó el crecimiento de industrias en ciudades ya existentes y entre 1800 y 1830
muchas de estas ciudades duplicaron su población. Esta situación trajo hacinamiento,
condiciones insalubres de vida, escasez de comida, mano de obra barata, y míseras
condiciones de vida para la clase trabajadora, que empezaba a preparar el movimiento
sindicalista que Dickens retrataría en Hard Times. Por estos años se descubre Australia,
convirtiéndose en el destino de miles de aventureros y gentes con ilusiones de progreso.
El 21 de febrero de 1848, se publicaba por primera vez en Londres el Manifiesto
Comunista escrito por Marx y Engels. Pocas obras se han difundido y han influenciado
tanto el curso de la historia. A fines de 1847, cuando estaban escribiendo el Manifiesto,
Europa estaba atravesada por una profunda crisis económica que había traído tremendas
privaciones y sufrimientos a las grandes masas de trabajadores y campesinos. La
situación era insostenible, más temprano que tarde todo parecía que iba explotar. En ese
clima, el temor al “comunismo” era patente entre las clases dominantes. Cuando el
Manifiesto dice “un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo”, están
definiendo la situación social. Tres días después de que el Manifiesto se publicara en
Londres, los obreros de París levantaron barricadas en toda la ciudad, provocando la
caída del reinado de la aristocracia financiera encabezada por Luis Felipe de Orleans y
forzando la proclamación de la Segunda República. Las movilizaciones se extendían más
allá del río Rin, hacia territorio alemán, con las protestas en Colonia, capital de Renania,
en el Imperio Prusiano. El pueblo de Viena desafió al emperador de Austria-Hungría y
poco después toda Hungría se levantaba reclamando su independencia. La revolución
llegó a Berlín, capital prusiana. Los gobiernos reaccionarios eran obligados a dimitir o
eran jaqueados por la movilización popular.  El manifiesto develo los contornos de la
nueva época histórica que estallaba a los ojos del mundo, y en la cual el proletariado
francés, aunque sería derrotado, mostraba por primera vez el significado de la irrupción
de la clase obrera como sujeto revolucionario.

A parte de una respuesta a una situación y a los cambios políticos, el Romanticismo


refleja algo más fundamental, una revolución interna, un cambio radical de actitud en
cuanto al valor de la experiencia intima humana. Los siglos XVII y XVIII habían sido una
época de descubrimientos científicos, una era en la que la investigación y el análisis
habían sido los instrumentos del llamado "Siglo de las Luces" (enlightenment); una era en
la que los seres humanos eran valorados principalmente como ciudadanos que jugaban
un papel determinado y "correcto" en la sociedad. Hubo tres actitudes principales en las
cuales los escritores románticos diferían marcadamente de sus predecesores: en sus
actitudes hacia lo Individual, hacia la Imaginación y hacia la Naturaleza. Para los
Románticos los seres humanos eran individuos, no miembros de una sociedad, ligados a
la Naturaleza más que a la artificialidad urbana. No aceptaban ideas religiosas y sociales
establecidas como "la única verdad", más bien buscaban un concepto más libre de la
verdad, basado en la experiencia individual y lo que es más importante, en la imaginación.
Para ellos el Arte es subjetivo, particular y orgánico.

El monstruo como imagen de la naturaleza sublevada es tanto lo irracional como la


posibilidad de interpelar los límites de la razón, una nueva postura observadora,
inductiva, lockiana, una actitud sensualista ante el proceso creativo y los objetos
naturales. El mundo renacentista y barroco es todavía teocéntrico; Dios era la fuente del
consuelo para las tribulaciones del hombre y la fuente de todos sus conocimientos. El
Renacimiento había concebido un universo integrado sin divisiones absolutas en el que
todo estaba interrelaccionado por un sistema de correspondencias. La descripción, por
ejemplo, se basaba en la preconcepción más que en la observación de la naturaleza
como hacían los literatos aristotélicos antiguos. Poco a poco, bajo la influencia de la
filosofía observacional inductiva de Francis Bacon, la física empírica de Newton y
especialmente la epistemología sensualista de Locke y Condillac, la poética recobró su
propia disposición empírica naturalista y su capacidad para la individualización. Locke, sin
negar la existencia del ser supremo, cortó la senda del conocimiento entre Dios y el
hombre enseñando que todas nuestras ideas nacen de impresiones sensoriales. Esta
subordinación psicológica al tono de la naturaleza es un conjunto característico de la
primera fase evolutiva del romanticismo, cuando el poeta todavía se rige menos por sus
aflicciones que por su curiosidad y la naturaleza influencia su estado de ánimo.

Arthur Schopenhauer (1788-1860) en El mundo como voluntad y representación (1818)


hizo del pesimismo el centro de un sistema filosófico, dando al irracionalismo un lugar
preponderante.

Según Goethe, el Romanticismo representa un principio de enfermedad. A la luz de la


psicología moderna, gana un nuevo sentido y una nueva confirmación. El Romanticismo,
puede ser calificado de "enfermizo", si sólo ve uno de los lados de una situación compleja
de tensiones y conflictos, si tiene en cuenta sólo un factor de la dialéctica histórica, y si
esta reacción exagerada delata una falta de "equilibrio espiritual". Desde un punto de vista
realista, el Romanticismo siempre parece una mentira, un autoengaño. Básicamente, los
temores del romántico son el presente y el fin del mundo. Algún ejemplo del irrealismo y
del ilusionismo románticos son la fuga al pasado y al futuro, a la utopía. "El Mal del siglo",
la angustia existencial, puede resolverse en un susurro melancólico o dar lugar a gritos
desgarradores de rebeldía que, ante la impotencia humana frente al destino, se expresan
mediante el sarcasmo. Esta "estética del terror" es uno de los descubrimientos del
Romanticismo. Las visiones macabras quizá sean la plasmación del fracaso de las
aspiraciones humanas más profundas. El hombre, en vez de rendir culto al creador, se
enfrenta y se rebela contra el orden establecido, subraya con amargura la imperfección y
miseria de lo creado y exalta el propio yo en un acto de orgullo y desafío. Este desafío al
Creador es calificado por algunos críticos como "satanismo" en cuyo seno late un ideal de
escrupulosa moral cívica y humana. El satanismo tiene consecuencias estéticas de
primerísimo orden. Al concebir la creación como imperfecta y desquiciada, se sustituye el
ideal de la belleza por el de la expresividad; el artista distorsiona sus materiales para
ajustarse con mayor facilidad al universo caótico que quiere plasmar (Goya en sus
aquelarres y pinturas negras, Blake en sus...) La estructura de los poemas salta en
pedazos. El artista ofrece al público lo que su libre inspiración le dicta.

Turner, (1751- 1851)

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