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Cristina, conductora del vehículo, deslumbrada por la cegadora luz del sol, no pudo

ver lo que tenía delante, a consecuencia de lo cual atropelló a Constancia, que circulaba en
bicicleta por la urbanización... en la misma dirección, por el carril destinado a automóviles.
Constancia falleció a consecuencia del golpe con el firme de la carretera. Determine si hay
conducta (Fundamente el porque).
A) Cristina no realiza ninguna conducta
B) Cristina, realiza una conducta

Llegados a este punto conviene matizar:


Cerrar los párpados, o no ver por la cegadora luz del sol, no puede atribuirse como
acción humana. Pero como esto, desde el punto de vista del Derecho penal, es irrelevante,
atípico (no realiza ningún delito), no es preciso cuestionarse más.
En cambio, proseguir la marcha, aun sabiendo que no ve, sí constituye acción humana
que, además, puede presentar después relevancia típica, puede estar prohibida por el Derecho
penal. De esto sí puede decirse que constituye una acción humana con relevancia típica.

Antonio conduce el autobús urbano de la Línea 12 en el que viajan diversas personas;


al llegar al cruce de la calle… frena fuerte y repentinamente para evitar arrollar a un peatón
que en ese momento cruza por el paso de cebra. Como todos los pasajeros a bordo del
autobús, Benito, quien iba agarrado a la barra superior, se vio desplazado hacia delante de
modo que se desprendió de la barra y fue a golpear contra otro de los pasajeros, Casilda,
quien no pudo evitar caer al suelo, por lo que sufrió leves contusiones. Determine la conducta
únicamente de Benito. ¿Responde Benito, por un delito de lesiones contra Casilda?.
A) Benito realiza una conducta.
B) Benito no realiza ninguna conducta.
Benito es paciente y no agente, al verse sometido a una fuerza (por obra del frenazo)
que no puede resistir y que le empuja hacia delante. Casilda, igualmente, se ve sometida a
una fuerza (por obra del empujón) que no puede resistir y que le empuja hacia delante hasta
que le detiene el choque con los asientos. Podemos decir que ninguno de los dos, en ese
momento y por lo que respecta al desplazamiento hacia delante, lleva a cabo un proceso
humano susceptible de autocontrol, por lo que desaparece el factor mínimo y necesario de la
teoría del delito como es el de la conducta humana. Y, puesto que Benito iba agarrado a la
barra del vehículo, no podemos imputarle responsabilidad por haber provocado su pérdida de
autocontrol. Por tanto, aquí acabaría el caso para Benito, quien no es responsable por carecer
del requisito básico de la conducta.

El guardabarreras, que padece un grave síndrome de ansiedad, se toma durante su


trabajo unas pastillas destinadas a contrarrestarlo. Se excede en su consumo, queda primero
completamente sedado y luego dormido. Al no cumplir durante este último estado su función
se produce un accidente ferroviario del que resultan personas muertas y heridas. ¿Hay o no
acción? Fundamente porque
En la fase previa, el guardabarreras estaba consciente. Debemos por tanto
preguntarnos si entonces existió una conducta en sentido jurídico-penal. En la fase previa el
sujeto se ve inmerso en un proceso humano y susceptible de autocontrol, pues la ingesta de
pastillas no es comprensible si no es mediante un acto de libertad (al menos, libertad básica o
volición). De este modo, el agente cuenta con una alternativa en su actuar: puede ingerir o no
pastillas, puede hacerlo ahora o después, pueden ser unas u otras. La existencia de una
conducta en sentido jurídico-penal en esta fase no resuelve el caso, pues es preciso que el
agente sea hecho responsable de forma extraordinaria precisamente por haber caído en esa
situación de inconsciencia. Ello es posible mediante la estructura de la actio libera in (sua)
causa.
La estructura de imputación de la actio libera in causa exige constatar, no sólo que
existe un momento de libertad en la causa (actio praecedens) de la inconsciencia subsiguiente
(actio subsequens), sino que además en ese momento hay ya responsabilidad. Veámoslo. El
guardabarreras no sólo era consciente en la fase de la actio praecedens, sino que además se le
puede exigir que, en razón del oficio que desempeña, el cumplimiento de la función de tutela
de bienes jurídicos. En concreto, que en el marco de una actividad arriesgada (el transporte
ferroviario) se mantenga en condiciones de poder cumplir el deber, cuando éste surja (es
decir, cuando el tren se aproxime, y haya de proceder a bajar las barreras). Por tanto, le
incumbe velar para que una fuente de peligro, como es un tren en funcionamiento, no derive
en lesión de personas…
En el momento de la actio praecedens es posible que el guardabarreras hubiera obrado
de forma imprudente. Pero respecto a este extremo no contamos con más datos en el relato de
hechos probados.
En definitiva, podría imputarse al guardabarreras el haber obrado contra lo que le
incumbía en razón de su oficio
Durante la visita a una exposición de valiosos jarrones chinos, A. empuja a B., que
cae irremisiblemente sobre una pieza expuesta, que se rompe en pedazos. ¿B comete un delito
de daños?
No, pues opera sobre B un factor externo, físico e incontrolable por sí mismo, que
bien podemos calificar como de fuerza irresistible. Tal factor resulta inevitable para B., es
factor suficiente para verse privado de autocontrol y por tanto de volición. En definitiva, B.
no lleva a cabo una conducta en sentido jurídico-penal

No hay conducta, porque opera un factor externo, físico e incontrolable por sí mismo,
que bien podemos calificar como de fuerza irresistible.
Y es la víctima..

El terrorista Z., apostado en un edificio, espera que pase su víctima V. por la esquina
que divisa desde su ventana. A la vez, el terrorista Y., sin mediar acuerdo alguno entre ellos,
se halla apostado en la ventana contigua del mismo edificio, esperando que su víctima V., la
misma que espera Z., pase por la esquina que divisa desde su ventana. V. pasa por la esquina
y ambos disparan. V. resulta muerto con dos disparos en el corazón, sin que se haya podido
probar quién de los dos hizo impacto primero. ¿Quién mató a V? ¿El terrorista Z o el
terrorista Y?
Tanto Z como Y disparan a V. Hemos venido argumentando que Sólo era posible
imputar lo seguro, una tentativa de asesinato –pero no el delito consumado– a cada uno. La
razón de ello es sobre todo de prueba: no se ha podido determinar cuál de los dos disparos
incidió primero. Esto no quita que el riesgo en sí fuera ex ante de muerte, ni que no lo fuera
ex post. Pero esta argumentación tiene otra premisa y es que en los hechos se reseña cómo los
terroristas obran «sin mediar acuerdo alguno entre ellos».
Este dato impide apreciar coautoría, y sólo será posible valorar las intervenciones por
separado. En efecto, si falta el mutuo acuerdo entre los intervinientes, no es posible la
coautoría. Ésta exige mutuo acuerdo y distribución funcional de roles entre los que
intervienen. Precisamente por ser coautoría, procede la imputación recíproca entre todos los
intervinientes, de manera que todo lo que uno hace se imputa a todos los demás, si están
vinculados entre sí por el mutuo acuerdo y la distribución de tareas. De no ser así, como se
relata en este caso, sólo es posible que cada uno responda por lo que él ejecuta, sin que sea
posible la imputación recíproca. Procede más bien la imputación separada. Es lo que se llama
autoría accesoria, que se asemeja a la coautoría por el dato de que intervienen varios sujetos
en un curso de riesgo para un bien jurídico. Pero se diferencia de ella en que esos sujetos no
se hallan vinculados por el mutuo acuerdo ni, por tanto, se distribuyen funciones. Tampoco se
trata de un caso de autores y partícipes, sino que cada uno de ellos hace todo lo que sería
oportuno para la realización del tipo, con independencia del otro. Incluso seguiría siendo un
caso de autoría accesoria aquel en el que un interviniente sabe de las intenciones de otro, y
obra por su cuenta (quizá uno de los terroristas supiera de la presencia y disposición del otro),
sin acuerdo mutuo. Pues bien, aun en este caso falta la coautoría porque no se ponen de
acuerdo entre sí. Por lo tanto, de nuevo, imputación separada a cada uno (autoría accesoria).
Si se hubiera podido probar quién disparó primero, uno será autor de delito consumado, y el
que dispara después autor de una tentativa de asesinato. En nuestro caso, al no haberse
probado, cada uno será autor de una tentativa de asesinato
Cuando inicias una oración se empieza con mayúscula. Ejemplo. La casa es blanca. /
no la casa es blanca. Redacta mejor, se entiende tu idea, pero es un galimatías. No existe la
palabra «producio».
Id., redacta mejor.
.
Sobre las 0,15 horas del día 25 de agosto del 2000, en la confluencia de las calles
Hermanos de Pablo y Sambara de esta capital, tras un incidente de tráfico, se apearon de sus
respectivos vehículos, Augusto y los acusados Carlos María, mayor de edad y con
antecedentes penales no computables y Vicente, mayor de edad y sin antecedentes penales,
iniciándose una discusión entre ellos. En el curso de dicha discusión, los dos acusados
comenzaron a propinarle puñetazos a Augusto hasta que, uno de ellos, le hizo caer al suelo de
un fuerte golpe en la espalda, quedando de rodillas o agachado con las manos en el suelo «a
cuatro patas»·, posición en la que le propinaron varias patadas, algunas de ellas en el tórax y
a la altura del hígado. En un momento dado, el acusado Vicente se dirigió al acompañante de
Augusto, Mauricio, que ya se había apeado del vehículo, y le propinó una patada por detrás
que le hizo caer sobre unos pivotes de hierro, causándole lesiones que precisaron de una 1ª
asistencia facultativa y tardaron en curar 7 días, con igual tiempo de incapacidad, quedándole
como secuela dolor en codo derecho de forma esporádica. Concluida la agresión, Augusto se
desplomo y cayó al suelo de bruces, golpeándose la cabeza contra el mismo. Poco después
fue trasladado a un centro médico, donde, ese mismo día, falleció a consecuencia de una
hemorragia subaracnoidea de carácter no traumático… La paliza de los acusados propinaron
a Augusto le produjo una contusión hepática con hemorragia intraparenquimatosa de
pronóstico grave que, dejada a su evolución natural, podía haberle causado la muerte». ¿Han
matado Carlos y Vicente a Augusto? ¿De qué muere Augusto? ¡Atención a la "hemorragia
subaracnoidea de carácter no traumático"!
¿Quién es Auvusto?
Respecto al riesgo de homicidio las cosas no son tan claras, pues se la víctima se
desploma y sufre un golpe en la cabeza, y experimentó una hemorragia subaracnoidea de
carácter no traumático. Este dato es clave, pues al ser de tal carácter, no puede tener origen en
los golpes (no traumática), sino que ha de vincularse con una lesión previa, congénita o de
carácter exógeno, pero no con la paliza. De se deduce que el riesgo de homicidio no se realiza
en el resultado, sino que es un nuevo riesgo, diverso, lo que se realiza, un riesgo proveniente
de las propias condiciones de la víctima. Por lo que el homicidio quedaría en tentativa. Que
además sufriera una hemorragia hepática que hubiera desencadenado la muerte no puede
tomarse como motivo para enlazar riesgo de homicidio y resultado de muerte, pues lo cierto
es que el de la hemorragia subaracnoidea adelantó el óbito. Y esta hemorragia, como ya
hemos dicho, tiene su origen, no en los golpes, sino en otro factor. Por lo tanto, de momento,
podemos afirmar que la conducta reviste objetivamente carácter típico a los efectos de la
vejación consumada, lesiones consumadas y homicidio en tentativa.
Respecto a la conducta de Vicente contra Mauricio (4), y por razones semejantes a las
ahora expuestas, nada nos permite dudar de su carácter objetivamente típico a los efectos de
la vejación (consumada) y lesiones (consumadas). Veamos también si es típica en lo
subjetivo.
II.3. En el plano subjetivo podemos afirmar que Carlos y Vicente se han de haber
representado que sus golpes (2) son de tal gravedad como para vejar a una persona (de que
están conmoviendo, empujando a alguien), también que están lesionando a esa víctima (zonas
a las que golpean, los ritos que darían la víctima, el conocimiento que toda persona tiene de la
importancia de zonas vitales…), y también que van a desencadenar en un riesgo de muerte
(por afectar repetidamente con patadas en la zona del hígado y tórax). Si no con dolo directo
de primer grado, puede defenderse el dolo directo de segundo grado, pues han de conocer que
sus golpes van a producir afectaciones internas, hemorragias, daños en órganos vitales: no
pueden no saber que dando una patada en el tórax, no se verá afectado el órgano respectivo, y
si golpean repetidamente, no pueden ignorar su gran potencialidad lesiva. Por tanto, la
vejación, las lesiones y el homicidio (en tentativa) son dolosos (obsérvese que la cuestión de
la hemorragia subaracnoidea no se resuelve en sede de tipicidad subjetiva, pues ya en la
objetiva ha quedado rechazada la tipicidad como infracción consumada).
Respecto a la conducta de Vicente contra Mauricio (4), llegamos a la misma
conclusión, avalada además por el dato de los pivotes sobre los que fue a parar al recibir la
patada, y que Vicente no podía ignorar que existían. Por tanto, la vejación y las lesiones son
también dolosos.

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