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Caso Kim Chol

El 13 de febrero de 2017, un hombre fue asesinado a plena luz del día en el aeropuerto de Kuala Lumpur
(Malasia). Mientras esperaba frente a los quioscos de facturación, alrededor de las 09:00 horas, dos mujeres
se le acercaron por detrás y, una tras otra, le frotaron la cara con las manos; murió en menos de una hora.
Por varios motivos, el ataque copó titulares en todo el mundo. Se trataba de un asesinato flagrante,
perpetrado en público y a la vista de las cámaras de seguridad. A modo de arma se usó VX, el más potente
de todos los agentes nerviosos considerado un arma de destrucción masiva por las Naciones Unidas.
Y la víctima, de nombre Kim Jong-nam, no era otro que el hermanastro del líder norcoreano Kim Jong-un.
¿qué podría empujar a dos veinteañeras sin intereses políticos aparentes -Siti Aisyah, de Indonesia, y Doan
Thi Huong, de Vietnam- a matar a un norcoreano exiliado que creció destinado a gobernar su país?
¿Y por qué las autoridades de Kuala Lumpur fueron tan proclives a creer que ellas, y solo ellas, eran las
culpables? ¿Quiénes eran realmente todos esos norcoreanos que fueron interrogados pero luego puestos en
libertad para desaparecer inmediatamente después sin dejar rastro?

En lugar de ellos, fueron aquellas dos jóvenes quienes se sentaron en el banquillo de los acusados para
enfrentarse a una posible pena de muerte por un crimen que ni siquiera eran conscientes de haber cometido.
Hasta donde ellas sabían, lo que sucedió la mañana de autos iba a ser grabado y colgado en el canal de
bromas en YouTube que, aseguraban, habían sido contratadas para protagonizar. Ellas creían que, gracias a
vídeos como ese, se convertirían en estrellas de internet. Soñaban con ser famosas, y lo habían logrado de
la forma más terrible.
Durante años Kim Jong-nam había sido el heredero preferido de su padre, el dictador Kim Jong-il. Cayó en
desgracia en 2001, tras ser arrestado en Japón en posesión de un pasaporte torpemente falsificado. Quería
llevar a su familia a Tokio Disneyland. Desde entonces, al parecer, trabajó como informante para la CIA y
tenía conexiones con China, que confiaba colocarlo algún día en el gobierno del país vecino. Siempre fue
visto como una amenaza por parte de Kim Jong-un y, de hecho, antes de su muerte ya sufrió varios
atentados. “

Por favor, retira la orden de castigarnos a mí y a mi familia", escribió en una carta dirigida al Jefe Supremo,
su hermanastro. "No tenemos dónde escondernos. Nuestra única forma de escapar es optar por el suicidio".
Nacida en 1992, Siti Aisyah creció en un pequeño pueblo de Indonesia. De niña trabajó en una fábrica
clandestina en condiciones de explotación laboral. Pasado un tiempo se casó con el hijo del propietario, con
quien tuvo un hijo. Siti tenía 17 años. En 2012 se divorciaron. Siti dejó al pequeño con la familia de su
exmarido y emigró a Kuala Lumpur con intención de prosperar. Pero acabó prostituyéndose y en 2017
siendo reclutada por un taxista, John, para lo que ella creía era un programa de bromas en televisión.

John le presentó a un tal James, un norcoreano que fingía ser japonés y productor de un programa de
cámara oculta. En su primer encuentro le pidió que hiciera una broma ante la cámara: embadurnar a una
mujer con aceite para bebés. Le pagó 96 dólares. A lo largo del mes siguiente, Siti participó en otros bolos
por el estilo. «Gansadas», decía James. En febrero, ella y «el señor Chang» -quien había reemplazado a
James- comenzaron a «ensayar» con personas en el aeropuerto de Kuala Lumpur.
Doan fue reclutada de forma más elaborada. Originaria de Vietnam, su padre era campesino. Ella estudió
contabilidad en Hanói, pero no encontró empleo como contable y se puso a trabajar de camarera, con el
sueño de ser actriz. Llegó a salir brevemente en el programa Vietnam idol.

Según declaró a la Policía, un amigo la llamó para preguntarle si le interesaría aparecer en «un vídeo de
cachondeo». Se dirigió a un bar de Hanói donde habló con un tal «señor Y». Este preguntó cuánto le
cobraría por un mes de trabajo. «Respondí que mil dólares, pensando que era demasiado». Pero accedieron.
El resultado fue que viajó a distintas ciudades, en las que estuvo ensayando «gansadas».
La víspera del asesinato, Siti celebró su vigésimo quinto cumpleaños en el Hard Rock Café de Kuala
Lumpur. Doan, mientras tanto, pasaba la noche en un hotel próximo al aeropuerto. Una de las cámaras de
seguridad la grabó con un gigantesco oso de peluche en brazos. se lo habían dado para que fuera ensayando
con él.

Al día siguiente, 13 de febrero, Siti se reunió con el señor Chang en una cafetería del aeropuerto. Su
interlocutor explicó que otra mujer iba a sumarse a la broma del día. Le indicó que apartara la vista un
momento y procedió a aplicarle una sustancia oleaginosa en las manos. A continuación señaló a un hombre
que se hallaba en el vestíbulo. Kim Jong-nam. Siti fue hacia él y le cubrió la cara con las manos. Un
momento después, Doan hizo lo mismo que ella.
Las grabaciones de seguridad muestran que ambas mujeres se dirigieron a los servicios por separado,
agitando las manos ligeramente, como si no quisieran tocar nada. La hipótesis es que lo que aplicaron a
Kim Jong-nam en la cara era una versión modificada del agente nervioso VX, una versión disgregada en
compuestos diferentes que tan solo resultaba efectiva al unirse y mezclarse otra vez.

Esto explicaría por qué Siti y Doan sobrevivieron al contacto con el producto químico.

Después del atentado, Siti volvió al Flamingo Hotel para trabajar. La Policía no tardó en detenerla. Doan
fue detenida en el aeropuerto al día siguiente, donde el señor Chang la había vuelto a citar para practicar
otra broma, aunque él no se presentó.
Siti y Doan desconocían quiénes eran Kim Jong-un y Kim Jong-nam. Eso sí, tanto la una como la otra
contaron con abogados de prestigio contratados por sus gobiernos nacionales respectivos, unos letrados que
sacaron a relucir multitud de indicios que hablaban de la inocencia de sus clientes. Por ejemplo, millares de
mensajes de texto sin la menor indicación de que tuvieran conocimiento del asesinato.

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