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3. (9-14) Dios establece una señal del pacto para Abraham y sus descendientes.
Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu
descendencia después de ti por sus generaciones. Este es mi pacto, que guardaréis
entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de
entre vosotros. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal
del pacto entre mí y vosotros. Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón
entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por
dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. Debe ser circuncidado el
nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne
por pacto perpetuo. Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne
de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.
a. Será circuncidado todo varón de entre vosotros: Por primera vez, Dios da algo que
hacer en cuanto al pacto. Le dijo que debían llevar una señal del pacto, haciendo mostrar
que ellos habían recibido el pacto por fe.
b. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio: La señ al era la circuncisió n, el
amputar el prepucio del varó n. Dios escogió esta señ al por muchas razones importantes.
i. La circuncisió n no estaba desconocida en aquellos días. Era una prá ctica ritual de varios
pueblos.
ii. Sin duda había razones higiénicas, especialmente en el mundo antiguo. “Hay una
evidencia médica que esta prá ctica ha contribuido a la duració n tan larga del vigor de la
raza de los judíos.” (Morris) McMillen, en Ninguna de Estas Enfermedades, notó estudios de
1949 y 1954 que mostraron una proporció n increíblemente pequeñ a de cá ncer cérvico
uterino en mujeres judías, porque la mayoría de sus esposos han sido circuncidados.
iii. Pero, má s importante, la circuncisió n es una manera de amputar la carne y una
apropiada señal del pacto para ellos que no deben poner su confianza en la carne.
iv. También, porque la circuncisió n se trata del ó rgano de la procreació n, era un
recordatorio de la simiente especial de Abraham que eventualmente traería el Mesías.
c. Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros: Dios
probablemente mandó que la circuncisió n de los infantes se llevara a cabo el octavo día
porque en este día su sistema inmune está en un nivel ó ptimo para tal operació n.
i. McMillen también toma nota de los recién nacidos tienen una susceptibilidad especial a
sangrar entre el segundo y quinto día de vida. Parece un importante agente de coagulació n
de la sangre, la vitamina K, no se forma en la cantidad normal hasta entre el quinto a
séptimo día de vida. Otro agente de coagulació n de la sangre, la protrombina, que se
encuentra en sus niveles má s altos en los recién nacidos precisamente en el octavo día es el
má s seguro, el día perfecto para circuncidar a un bebe.
d. Y el varón incircunciso… ha violado mi pacto: Los que rechazaron la circuncisió n,
rechazaron la señal del pacto. No fueron amigos del pacto que Dios hizo con Abraham. No
significa que la circuncisió n los hizo parte del pacto, pero por rechazar la circuncisió n,
rechazaron el pacto.
i. Desafortunadamente, a través de los siglos, los judíos llegaron a creer má s en la señ al del
pacto (la circuncisió n) que en el Dios del pacto, creyendo que la circuncisió n por sí mismo
era suficiente y necesario para salvar. Pablo contrarresta esta idea extensivamente,
especialmente en la luz de la obra terminada de Jesucristo (Gá latas 5:1-15).
ii. Así que, cristianos está n libres para circuncidarse o no. Uno lo puede hacer por razones
sociales o de higiene, pero no nos acerca para nada a Dios: porque en Cristo Jesú s ni la
circuncisió n vale algo, ni la circuncisió n, sino la fe que obra por el amor. (Gá latas 5:6)
iii. Para los cristianos lo má s semejante que tenemos a la circuncisió n es el bautismo. Pablo
relaciona estas dos ideas en Colosenses 2:11-12. Aun así, el bautismo es un “señ al” del
pacto; no nos salva, pero es una señ al del pacto que sí nos salva. Ser bautizado no nos salva,
pero el cristiano no debe rechazar el bautismo.
1. (15-16) La promesa es declarada: Un hijo vendrá de Sara, cuyo nombre ha sido cambiada de
Sarai.
Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su
nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser
madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella.
a. A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre: Solo hay una
diferencia sutil entre Sarai y Sara, pero es una diferencia importante. “Sarai significa mi
señ ora, o mi princesa, lo cual confine su dominio a una familia; pero Sara simplemente y
absolutamente sin restricciones, significa señ ora o princesa, o la princesa de una multitud”
(Poole).
b. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo: Dios lo hizo claro que este hijo no
vendría de otra madre-sustituta (como con Agar e Ismael). Sara misma daría a luz, aun que
había pasado de la edad normal para eso (Sara tenía aproximadamente 90 añ os en aquel
tiempo).
3. (19-22) Dios repite la promesa y los nombres del hijo que vendría de Abraham y Sara.
Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su
nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus
descendientes después de él. Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le
bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes
engendrará, y haré de él una gran nación. Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el
que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene. Y acabó de hablar con él, y
subió Dios de estar con Abraham.
a. Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac: El hijo se llamaría
Isaac (“risa”) porque sería un gozo para sus padres, pero también para siempre recordar a
Abraham como se rió de la promesa de Dios de darle un hijo de Sara en tan avanzada edad.
b. Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré: Ismael será
bendecido (porque Abraham pidió que lo fuera), pero el pacto y sus promesas solamente
pasarían al hijo que vendría, el hijo de la promesa.