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Al Dios que llama, Abraham responde obedeciendo, al Dios que promete responde con un acto de fe.
Llama profundamente la atención cómo reacciona ante la llamada de Dios; en Gén. 12,4 dice
simplemente: «Marchó, pues, Abraham, como se lo había dicho Yahveh»; no media ningún diálogo, no
solicita ninguna aclaración, no pone ninguna objeción; simplemente obedece. Y este acto de obediencia
es a la vez un acto de fe, pues Dios no le había dado ninguna prueba; incluso el futuro queda en buena
parte en la oscuridad de lo imprevisible: «vete… a la tierra que yo te mostraré» (Gén. 12,1). Abraham
simplemente se fía de la palabra de Yahveh y se pone en camino. La carta a los Hebreos comentará,
refiriéndose a este hecho: «Por la fe, Abraham, al ser llamado por Dios, obedeció y salió para el lugar
que había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba» (Heb. 11,8).
Según Gn.12, 2-3 y 7 ¿Cuál es la triple promesa que Dios le hace a Abram?
Panorama bíblico
El estudio de hoy comienza con los descendientes de Taré y uno de ellos es Abram y el otro es el padre de Lot. Más adelante vemos el llamado
que hizo Dios a Abram, a dejar Ur de los caldeos, dejar todas sus cosas e ir a la tierra a la cual Dios le iba a llevar.
Abram descendiente de Taré, tomó por mujer a Sarai. Habían adquirido muchos bienes, animales, personas que trabajaban para ellos viviendo
en Ur de los Caldeos, era una ciudad politeísta y sus principales dioses eran el agua, la tierra, el aire y el cielo. Ante todo esto se aparece Dios y
le hace un llamado a Abram para que se despoje de todas sus costumbres y separarse de su familia. Así también Dios nos llama a despojarnos
de las costumbres y cosas que nos impiden acercarnos a Él pero muchas veces no nos damos cuenta. Nuestro Señor quiere que le sirvamos con
todo lo que a Él le agrada, si hay algo con no viene de Dios eso debemos dejar y seguirle así como lo hizo Abram y su mujer.
Más adelante continua diciendo la palabra de Dios que lo iba a bendecir e iba hacer una nación grande porque Abram y Sarai no podían tener
hijos pero Dios los puso sobre muchedumbre de gente, los multiplicó. Al obedecer su palabra Abram fue bendecido muy grande siendo que
ellos ya no tenían posibilidades de tener hijos. La promesa que Dios hace llega en el momento justo porque nuestro tiempo no es el tiempo de
Dios así como Abram obedeció y confio en Dios también nosotros debemos imitar eso para ser bendecido por Nuestro Señor.
Después de mucho caminar llegaron a Siquem y ahí Abram edificó un altar para adorar a Dios. No sabemos en que condiciones estaba Abram y
su familia en ese momento pero él edificó un altar. Cuando más cansado estamos nos olvidamos de Dios siendo que en todo el día nos brindó
su ayuda y protección, Dios nos llama también a dedicarle un tiempo a Él, luego de un largo día poder acordarnos de que su amor y
misericordia estuvo, está y seguirá estando con nosotros, solo basta obedecer su palabra y confiar en Él.
Conclusión
No siempre vamos a mirar con los ojos de Dios, Él tiene una visión diferente para nuestra vida y de eso no nos damos cuenta, para poder
agradar a Dios es bueno obedecer, por más que sea algo imposible para nosotros pero para Él no lo es. Confiar cada día en su palabra y su
promesa llegará, así también poder dedicarle un tiempo, poder edificar un altar y adorarle y agradecerle por todo lo que nos dio hasta este
momento.
Estudio bíblico
Abram era descendiente de Taré y fue llamado por Dios a dejar sus costumbres y parentela. Él vivía en la ciudad de Ur de los Caldeos una ciudad
politeísta. Abram obedece a Dios y sale de su tierra con su esposa Sarai y su sobrino Lot, Tambien lleva todo lo que habían ganado y van hacia
Canaan. Abram y Sarai por la edad no podían tener hijos pero Dios le hace una promesa de que lo haría una nación grande y multiplicaría y así
pasó por su obediencia. Al llegar a Siquem Abram edifica un altar y le adora a Dios por las cosas que estaba haciendo en su vida. Debemos
tomas un momento cada día de nuestra vida para poder adorarle a Dios por las cosas que hace en nosotros.
En conclusión No siempre vamos a mirar con los ojos de Dios, Él tiene una visión diferente para nuestra vida y de eso no nos damos cuenta,
para poder agradar a Dios es bueno obedecer, por más que sea algo imposible para nosotros pero para Él no lo es. Confiar cada día en su
palabra y su promesa llegará, así también poder dedicarle un tiempo, poder edificar un altar y adorarle y agradecerle por todo lo que nos dio
hasta este momento.