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UNIVERSIDAD DEL MAGDALENA

FACULTAD DE EDUCACIÓN
LECTURA CRÍTICA 2021-2

1. A continuación se presentan dos textos, analizalos en grupo con la ayuda del cuadro que está al final
de cada uno de ellos.

La reforma tributaria les pega más duro a las mujeres

21 abr. 2021 - 10:00 p. m.Por: Catalina Ruiz-Navarro

Partamos de un ejemplo: lo que va a pasar con los productos de gestión menstrual. En 2018,
Colombia fue el primer país de América Latina en llevar a 0 % la tarifa del IVA a las
toallas higiénicas y tampones. Esto fue gracias a la iniciativa
#MenstruaciónLibreDeImpuestos que puso una demanda de inconstitucionalidad contra
este impuesto sexista. La Corte Constitucional falló a favor con la Sentencia C-117/18. Fue
un avance en el reconocimiento de nuestros derechos humanos. Pero con la reforma
tributaria los productos menstruales pasan de estar “exentos” de IVA a estar “excluidos”.
Este tecnicismo significa que a los productores ya no se les devolverá el IVA pagado por
los materiales e insumos que usaron y se van a encarecer los productos, porque el costo de
ese IVA se les trasladará a las consumidoras. Es decir, quedamos peor.

No es solo eso, la reforma grava gastos ineludibles que tienen que ver directamente con los
trabajos de cuidado de la vida: el “estrato 4” va a pagar IVA del 19 % por luz, agua, gas y
medicina prepagada. Las pensiones de ahorro voluntario también van a tener IVA. La
feminista Lola Olufemi explica en su libro Feminism, Interrupted: “Cuando gobiernos
sucesivos implementan políticas de austeridad violenta para ‘balancear el presupuesto’, son
las mujeres a quienes estas medidas golpean más fuerte. Como las mujeres en promedio
ganan menos que los hombres, dependen de forma desproporcionada del Estado para una
serie de servicios como el cuidado de niños y niñas o provisión de vivienda. El 90 % de las
familias monoparentales tienen a mujeres como cabeza de familia, son madres trabajadoras
que tienen ingresos medios o bajos y que están tratando de proveer para sus familias”. Las
mujeres son también la clase media que saldrá golpeada con la retención en la fuente a
salarios mayores a los $2,4 millones.
El problema no es sencillamente que suban los impuestos. El problema es que todo ese
recaudo no se gasta pensando en el bienestar de las mujeres y mucho menos en el cuidado
de la vida. Otra cosa sería si Colombia tuviera un fuerte Estado de bienestar, educación y
salud gratuita para todos y todas, por ejemplo; así pagaríamos impuestos encantadas. Pero
para nuestros derechos fundamentales hay recortes presupuestales. Y el costo de todo eso
va a salir del bolsillo y trabajo de las mujeres de la clase media y baja, que tienen esos
gastos como sus primeras prioridades. Los costos de los trabajos de crianza y cuidado de la
vida son ineludibles, por eso cuando no los asume el Estado alguien tendrá que hacerlo y
ese alguien suelen ser las mujeres.

No solo no se está haciendo un gasto para facilitar el cuidado de la vida, se está invirtiendo
directamente en la guerra. Según Salomón Kalmanovitz para Cerosetenta, “en el gasto
militar y en seguridad se proyecta un aumento significativo: $14 billones en aviones de
combate (contra Venezuela que está exangüe), renovación del parque automotor de
camionetas blindadas para todos los gallitos del Gobierno”. Las prioridades de un Gobierno
se conocen en su cartera, y estas son las prioridades del patriarcado. La lógica que subyace
es que tras el Acuerdo de Paz habrá que inventarse otra guerra, porque es altamente
rentable política y económicamente para los mismos sectores derechosos y neoliberales de
siempre. El escenario de destrucción que queda después de cualquier operación militar es
un costo que también han pagado históricamente las mujeres.

La gran ironía es que si algo ha quedado claro en la pandemia es que todo el gasto militar
para tener “seguridad” no salvó la vida de nadie y que, en cambio, los sucesivos recortes en
el área de la salud sí dejaron miles de muertos. La nueva reforma tributaria es un manifiesto
de las prioridades del Gobierno. elespectador.com

https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/catalina-ruiz-navarro/la-reforma-
tributaria-les-pega-mas-duro-a-las-mujeres-column/
Hoy otra vez fui invisible’
“Hoy otra vez fui invisible, no tenía amigos, todos se iban de mi lado”, dice Samuel Martínez
al recordar el rechazo de sus compañeros, que lo apartaban por su discapacidad.
Samuel tiene deficiencia visual y auditiva y está diagnosticado con un leve retraso mental que
lo hacía apto, en términos cognitivos, para integrarse a un colegio regular.

Política de inclusión
Este mes comenzó a regir un decreto que reglamenta la forma como se deben invertir los
recursos para apoyar a los niños con discapacidad o con talentos excepcionales. El programa
ha permitido garantizar el derecho a la educación de más de 4000 niños, pero tiene
dificultades en la práctica.
El primer obstáculo es la falta de preparación de los maestros para hacerse cargo de los
alumnos con discapacidad. “En las escuelas el número de estudiantes por aula puede llegar
hasta 50, de modo que atender de manera particular a un niño con necesidades especiales
resulta complicado”, indica Margarita Posada, miembro de una red de maestros integradores
de Bogotá.
Pero también hace falta abrir la mente de la gente para respetar las diferencias. “Que yo le
daba mala imagen al colegio”. “Que nunca iba a servir para nada”. Esos son los recuerdos
comunes de otros niños que, como Samuel, pasaron ratos difíciles en colegios regulares.
Para Marisol Moreno, experta de la U. Nacional en educación, estos casos de exclusión se dan
“porque no hay preparación cultural para asumir la discapacidad”. Algo que, según su
experiencia, podría solucionarse si la integración escolar se da desde pequeños, cuando los
niños aprenden a convivir.
A favor y en contra
El modelo integrador, por sí mismo, no es desacertado. Tiene ventajas que reconocen incluso
los padres de los niños que han sufrido percances.
De comienzo, estimula al niño porque le propone retos frente a los demás. En la educación
especial, corre el riesgo de estancarse. “Yo sentía que él daba más”, dice la mamá de Samuel,
Consuelo Corredor.
De otro lado, aligera costos para las familias, y los niños tienen la posibilidad de estar
acompañados en el colegio por sus hermanos y primos, señala Moreno.
Sin embargo, la inclusión también tiene desventajas como la falta de atención privilegiada
para el niño discapacitado, que con frecuencia requiere medicamentos y terapias
especializadas. Y además el menor debe asumir como cierta la idea de que no es bueno en
nada. “Siempre sus deficiencias van a ser resaltadas”, señala Moreno, mientras que en la
educación especial los maestros tienen la expectativa de que el niño avance y mejore.
Así que más allá de polarizar la discusión hay que sacar ventaja de lo que ofrece cada
sistema para satisfacer las necesidades de los niños.

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