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UNIDAD 9: Instrumentos de gestión ambiental

 Introducción.
 El Ordenamiento Ambiental del Territorio.
 La Evaluación de Impacto Ambiental.
 La Educación Ambiental.
 El Sistema de Diagnóstico e Información Ambiental. Régimen de Libre Acceso a la Información Pública
Ambiental (Ley N° 25.831).

INTRODUCCIÓN: Tal como lo vimos en la Unidad 8, la Ley General del Ambiente –seguramente la más
trascendente entre las de Presupuestos Mínimos– se estructura en tres partes.
Una primera parte en la cual se abordan cuestiones de carácter general: cuáles son los objetivos que se propone la
política ambiental de la Nación, cuál es el ámbito de aplicación de la ley, qué pautas de interpretación se establecen en
la materia, cuáles son los Principios Ambientales que informan a todo el ordenamiento destinado a la tutela del
ambiente y qué rol cabe a la administración en orden al cumplimiento de tales principios.
También se aclara qué debe entenderse por Normas de Presupuestos Mínimos y cuál es el contenido que éstas tienen;
y por último se establecen las reglas de competencia en materia jurisdiccional.
En la segunda, a partir del art. 8, la Ley General del Ambiente (LGA) se aboca al tratamiento de los Instrumentos de
Gestión Ambiental. En primer término los enumera –el Ordenamiento Ambiental del Territorio, la Evaluación de
Impacto Ambiental, el Sistema de Control sobre el Desarrollo de las Actividades Antrópicas, la Educación Ambiental,
el Sistema de Diagnóstico e Información Ambiental y el Régimen Económico de Promoción del Desarrollo
Sustentable (Art. 8)– y luego los regula someramente.
Y por último, la LGA destina unos cuántos artículos a conceptualizar el daño ambiental, brindando algunos
lineamientos formales y procesales en orden a la Acción por Daño Ambiental Colectivo y el acceso a la jurisdicción.
En esta Unidad vamos a estudiar los Instrumentos de Gestión Ambiental.
De modo muy sintético podemos decir que los Instrumentos de Gestión Ambiental son las herramientas de las que se
valen, tanto la Administración Pública como los particulares, para el cumplimiento de los objetivos que se fija la
política ambiental de la Nación (la protección del ambiente, de sus elementos y recursos, la preservación de la
biodiversidad y del equilibrio de los ecosistemas y, en definitiva, el mejoramiento de la calidad de vida de los
habitantes). Consisten, a grandes rasgos, en distintas regulaciones normativas, mecanismos de incentivo o promoción
de ciertas actividades y control o prohibición de otras y modos de generar conciencia acerca de las buenas prácticas
necesarias para la protección del ambiente.
Si bien están reguladas en el ámbito local, la totalidad de los instrumentos han merecido consagración internacional –
y, en algunos casos, como la información, la participación ciudadana, la evaluación de impacto ambiental, entre otros,
elevados a la categoría de principios ius ambientales– en los distintos instrumentos jurídicos existentes en la materia.
El art. 8 de la LGA efectúa una enumeración de los Instrumentos de Gestión que no resulta taxativa. Sin perjuicio de
que la norma comienza expresando “Los instrumentos de la política y la gestión ambiental serán los siguientes:
…” para luego nombrar los que ya hemos mencionado sin dar lugar –en apariencia– a la existencia de otras
herramientas, ello no debe ser entendido de tal modo.
En efecto, la propia ley, luego de brindar la regulación –de modo muy conciso, por cierto– sobre algunos de ellos (el
Ordenamiento Ambiental, la Evaluación de Impacto, la Información y Educación Ambientales), dedica luego algunos
artículos para el tratamiento de otros (como la Participación ciudadana y el Seguro Ambiental) que no habían sido
enunciados en el art. 8.
De igual manera, ciertos mecanismos de estabilidad fiscal, o de incentivos financieros utilizados para la promoción de
ciertas actividades beneficiosas para el ambiente (como la generación de energías limpias) constituyen herramientas
de política ambiental, aún cuando no estén enunciadas como tales.
A continuación analizaremos algunos de ellos.

ORDENAMIENTO AMBIENTAL DEL TERRITORIO : El Ordenamiento Ambiental del Territorio (OAT) es un


instrumento o herramienta de gestión y política ambiental cuyo objeto es la regulación espacial de actividades
productivas y sociales en un determinado territorio, siendo sus fines primordiales promover el uso racional de los
recursos naturales y la concertación de los diferentes intereses de los distintos actores sociales que comparten dicho
espacio.
Como herramienta de política ambiental, puede ser caracterizada como “mecanismo de comando y control”, en tanto
se consolida a través de regulaciones estatales directas que resultan obligatorias para todos, y que tiene por objeto la
organización espacial de las actividades en un ámbito territorial determinado (FARN).
El tradicional concepto de Ordenamiento Territorial estaba destinado a orientar el proceso de organización del
territorio en sus aspectos económicos y sociales, reflejando una mera planificación de los usos del suelo, y en el cual
predominaba el derecho de dominio en su versión más restrictiva, por sobre intereses colectivos, comunes o sociales.
Se caracterizaba por ser abordado por un proceso tecnocrático, elaborado por funcionarios y expertos con escasa o
nula participación de la ciudadanía.
ANTES
 Concepto clásico de Ordenamiento Territorial regulaba sólo aspectos económicos y sociales, particularmente
respecto al “uso del suelo”:
 I) LEYES VINCULADAS CON EL TERRITORIO DE FRONTERA  (LEYES 18575 Y 21900) 
 II) LEY NACIONAL DE CATASTRO (Ley 26.209)
 III) LEY “RÉGIMEN DE PROTECCIÓN AL DOMINIO NACIONAL SOBRE LA PROPIEDAD, POSESIÓN O
TENENCIA DE LASTIERRAS RURALES” (Ley No. 26737)
 Predominio del “Derecho de Dominio”
 Surgía de un proceso tecnocrático
 De base político - administrativa
AHORA
 Concepto moderno: comprende la variable “ambiental” como co- constitutiva de las políticas concibiendo al
ambiente, las comunidades y las actividades productivas en un todo integral que debe ser entendido en todo su
complejidad e interconexión
 Comprende además bienes y valores naturales y culturales
 Planificación urbanística: LEY N° 2.930 - Plan Urbano Ambiental . Ciudad Autónoma de Buenos Aires
 Predominio de los intereses sociales y colectivos 
 Surge de un proceso dinámico, integrador (interdisciplinario y transdiciplinario) y participativo
 Adopta un enfoque sistémico.  Comprende a las “ecorregiones” (ecosistémico)
 Apunta a un abordaje más integral frente a los conflictos socio-ambientales.
  Es una herramienta clave para el logro del desarrollo sustentable. 
Podríamos decir entonces, que el Ordenamiento Ambiental del Territorio es una herramienta estratégica fundamental
para la promoción del desarrollo sustentable, por su capacidad de anticiparse a escenarios futuros mediante la
evaluación integral (esto es, ambiental, social, cultural, económica, etc) de una porción de determinado territorio.
Como consecuencia de esta evaluación, el OAT permite prevenir y transformar de forma constructiva y democrática la
conflictividad socio ambiental existente en un territorio (Farn)
Ventajas y Utilidades
 Contribuye al diseño de políticas públicas y programas de planificación estratégica.
 Previene conflictos socio-ambientales. 
 Provee un marco de previsibilidad y legitimidad social.
 Aporta información territorial sobre recursos naturales, población, actividades económicas, etc.
 Optimiza la distribución de servicios sociales e infraestructura.
 Permite la planificación adecuada de asentamientos humanos y de actividades productivas.
 Otorga un rol esencial a la participación ciudadana.

MARCO LEGAL ARGENTINO:


En el marco de la Ley 25.674 General del Ambiente (LGA), el OAT es en enunciado en su art. 8 y definido a través de
los artículos 9 y 10.
 Art. 8 : “Los instrumentos de la política y la gestión ambiental serán los siguientes:
1. El ordenamiento ambiental del territorio
2. La evaluación de impacto ambiental.
3. El sistema de control sobre el desarrollo de las actividades antrópicas.
4. La educación ambiental.
5. El sistema de diagnóstico e información ambiental.
6. El régimen económico de promoción del desarrollo sustentable”.
Art. 9: “El Ordenamiento Ambiental desarrollará la estructura de funcionamiento global del territorio de la Nación
y se generará mediante la coordinación interjurisdiccional entre los municipios y las Provincias, y de éstas y la
ciudad de Buenos Aires con la Nación, a través del Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA); el mismo
deberá considerar la concertación de intereses de los distintos sectores de la sociedad entre sí, y de estos con la
Administración Pública”.
Art. 10: “El proceso de ordenamiento ambiental, teniendo en cuenta los aspectos políticos, físicos, sociales,
tecnológicos, culturales, económicos, jurídicos y ecológicos de la realidad local, regional y nacional, deberá
asegurar el uso ambientalmente adecuado de los recursos ambientales, posibilitar la máxima producción y
utilización de los diferentes ecosistemas, garantizar la mínima degradación y desaprovechamiento y promover la
participación social en las decisiones fundamentales del desarrollo sustentable.
Asimismo, en la localización de las distintas actividades antrópicas y en el desarrollo de asentamientos humanos, se
deberá considerar, en forma prioritaria:
* La vocación de cada zona o región, en función de los recursos ambientales y la sustentabilidad social, económica y
ecológica.
* La distribución de la población y sus características particulares.
* La naturaleza y las características particulares de los diferentes biomas.
* Las alteraciones existentes en los biomas por efecto de los asentamientos humanos, de las actividades económicas o
de otras actividades humanas o fenómenos naturales.”

El ordenamiento ambiental del territorio como sostén de la  democracia participativa. 


Decíamos que el OAT tiene un rol fundamental en la planificación del desarrollo sustentable para ello necesita de una
articulación e integración permanente con otras herramientas, como ser la Evaluación de  Impacto Ambiental (EIA)
así como, el instrumento de gestión de acceso a la Información Pública ya que no puede haber una participación real
en el diseño de políticas públicas ambientales, si la información no se encuentra producida por los organismos
correspondientes o es de difícil acceso para la ciudadanía. 
La participación ciudadana es un requisito de validez de los procesos de toma de decisiones públicas, en particular el
OAT y la EIA.
Recordemos los artículos de la Ley General del Ambiente que regula la participación ciudadana: 
Art. 19: “Toda persona tiene derecho a ser consultada y a opinar en procedimientos administrativos que se relacionen
con la preservación y protección del ambiente, que sean de incidencia general o particular, y de alcance general” 
Art. 20: “Las autoridades deberán institucionalizar procedimientos de consultas o audiencias públicas como instancias
obligatorias para la autorización de aquellas actividades que puedan generar efectos negativos y significativos sobre el
ambiente. La opinión u objeción de los participantes no será vinculante para las autoridades convocantes; pero en caso
de que éstas presenten opinión contraria a los resultados alcanzados en la audiencia o consulta pública deberán
fundamentarla y hacerla pública”.
Art. 21: “La participación ciudadana deberá asegurarse, principalmente, en los procedimientos de evaluación de
impacto ambiental y en los planes y programas de ordenamiento ambiental del territorio,  en particular, en las
etapas de planificación y evaluación de resultados”

El ordenamiento ambiental en las normas de presupuestos mínimos de la Nación:


 Ley 25.916 (Presupuestos Mínimos para la Gestión de Residuos Domiciliarios) (B.O. 07/09/2004)
Art. 20: “Los centros de disposición final deberán ubicarse en sitios suficientemente alejados de áreas urbanas, de
manera tal de no afectar la calidad de vida de la población; y su emplazamiento deberá determinarse considerando
la planificación territorial, el uso del suelo y la expansión urbana durante un lapso que incluya el período de
postclausura. Asimismo, no podrán establecerse dentro de áreas protegidas o sitios que contengan elementos
significativos del patrimonio natural y cultural”.
 Ley 26.631 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos (B.O. 26/12/2007)
Dada la situación alarmante que atraviesa nuestro país en materia de desmontes (280.000 hectáreas desmontadas por
año, 821 por día, 34 por hora), dato revelado por la Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación en
el 2007, el OAT tiene un rol clave para la conservación y protección de los bosques nativos, y la sanción de la Ley
26631 fue el disparador fundamental para que cada una de las provincias comiencen a regular los ordenamientos
ambientales territoriales, y en éste caso, el ordenamiento en materia de bosques nativos. 
La Ley 26631 en art. 3 señala: “Son objetivos de la presente ley: a) Promover la conservación mediante el
Ordenamiento Territorial de los Bosques Nativos y la regulación de la expansión de la frontera agropecuaria y de
cualquier otro cambio de uso del suelo …”.
Art. 4 define el O.T. de Bosques Nativos:  “… norma que basada en los criterios de sostenibilidad ambiental
establecidos en el Anexo de la presente ley zonifica territorialmente el área de los bosques nativos existentes en cada
jurisdicción de acuerdo a las diferentes categorías de conservación …”.
En su Art. 6 señala: “En un plazo máximo de UN (1) año a partir de la sanción de la presente ley, a través de un
proceso participativo, cada jurisdicción deberá realizar el Ordenamiento de los Bosques Nativos  existentes en su
territorio de acuerdo a los criterios de sustentabilidad establecidos en el Anexo de la presente ley, estableciendo las
diferentes categorías de conservación en función del valor ambiental de las distintas unidades de bosque nativo y de
los servicios ambientales que éstos presten. La Autoridad Nacional de Aplicación brindará, a solicitud de las
Autoridades de Aplicación de cada jurisdicción, la asistencia técnica, económica y financiera necesaria para realizar
el Ordenamiento de los Bosques Nativos existentes en sus jurisdicciones.  Cada jurisdicción deberá realizar y
actualizar periódicamente el Ordenamiento de los Bosques Nativos, existentes en su territorio”.
 A partir de ésta disposición cada provincia sancionó su ley de OAT de bosques nativos como veremos
algunos ejemplos en el Marco Legal Provincial.
 Ley 27520 (Presupuestos Mínimos de Adaptación y Mitigación al  CAMBIO CLIMÁTICO GLOBAL)
(B.O. 20/12/19)
Art. 22.- Medidas. El Gabinete Nacional de Cambio Climático, a través del Plan Nacional de Adaptación y Mitigación
al Cambio Climático, y las autoridades competentes de cada jurisdicción, establecerán medidas y acciones para las
evaluaciones de impactos, vulnerabilidad y adaptación, a fin de fortalecer la capacidad de los sistemas humanos y
naturales para afrontar los impactos del Cambio Climático, especialmente: h) Planificar un ordenamiento
territorial que contemple el uso del suelo de manera ambientalmente sostenible.

Marco Legal Provincial: 


 Provincia de Buenos Aires. Decreto-Ley 8912/77 Ley de Ordenamiento Territorial y Usos del Suelo. 
 Mendoza. Ley 8051. Ley de Ordenamiento Ambiental del Territorio y Usos del Suelo. Luego de 20 años de
anteproyectos que no lograban el consenso necesario, la provincia de Mendoza sanciona en el año 2009, esta
ley de OAT y Usos del Suelo, marcando un hito en la historia de la provincia y del país. 
 Mencionaremos algunas leyes de OAT de los Bosques Nativos  (a partir de la disposición del art. 6 de la Ley
26631 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos):
- Santa Fe: 
- La Ley Nº 11.717/1999 de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable en su Art. 2 contempla: La preservación,
conservación, mejoramiento y recuperación del medio ambiente comprende, en carácter no taxativo: a) El
ordenamiento territorial y la planificación de los procesos de urbanización e industrialización, desconcentración
económica y  poblamiento en función del desarrollo sustentable del ambiente  - Ley Nº 13372/2013 aprueba Mapa de
Ordenamiento de los Bosques Nativos.
- Decreto Nº 638/2014 crea el Comité Interministerial de Ordenamiento Territorial (CIOT). 
 Misiones. LEY XVI Nº 105 de Ordenamiento Territorial de Los Bosques Nativos (2010)
 Chaco Ley 6409 de Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos (2010)
 Salta. Ley 7543 de Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos (2009)
 Entre Ríos. Ley 10284 de Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos (2014)
Caso Jurisprudencial: Fallo Mendoza
 Cabe destacar que a partir de éste antecedente judicial se crea por Ley 26.168 la Autoridad Cuenca Matanza
Riachuelo (ACUMAR) (B.O. 05/12/2006).  En su art. 5 señala: “La Autoridad de Cuenca Matanza
Riachuelo, tiene facultades de regulación, control y fomento respecto de las actividades industriales, la
prestación de servicios públicos y cualquier otra actividad con incidencia ambiental en la cuenca, pudiendo
intervenir administrativamente en materia de prevención, saneamiento, recomposición y utilización racional
de los recursos naturales. En particular, la Autoridad está facultada para: … b) Planificar el ordenamiento
ambiental del territorio afectado a la cuenca …”
EVALUACIÓN DE IMPACTO AMBIENTAL. EL IMPACTO AMBIENTAL . Casi es una verdad de Perogrullo
afirmar que toda acción humana provoca un impacto en el ambiente, por mínimo que este sea. Hasta las actividades,
conductas y actos que podrían parecer más simples y cotidianas, como respirar o alimentarse, generan un impacto en
el medio que nos rodea, aunque este pueda ser (o parecer) insignificante.
Ello nos conduce, entonces, como primera medida, a la necesidad de conceptualizar adecuadamente al impacto
ambiental (pues una inclinación natural sustentada en las experiencias lamentables que implican los grandes conflictos
ambientales, nos anima a entender dicho término sólo en sentido negativo, y veremos que ello no es correcto).
Dice Aníbal Falbo que el impacto ambiental es “Toda posible alteración o modificación del ambiente, ocasionada por
la acción del hombre, alteración o modificación que puede tener un efecto tanto positivo como negativo”.
Tenemos –así– que los impactos sobre el ambiente pueden ser negativos o positivos. Bien es cierto que, en general,
cobran trascendencia los impactos negativos (pues además, desafortunadamente, sus efectos son mucho más
importantes, en términos de modificación de los ecosistemas), pero no por ello debemos dejar de advertir que pueden
efectuarse intervenciones beneficiosas para el ambiente1.
Avanzando más sobre el particular, debemos decir que cuando hablamos de impactos ambientales negativos, también
es necesario tomar razón de que no todos ellos constituyen daños ambientales, en sentido jurídico. Existe un
sinnúmero de actividades, trabajos, acciones, tareas, etc. que aunque pueden ocasionar un impacto negativo, no por
ello deben ser considerados como generadores de daño ambiental. Veremos más adelante que el criterio para dirimir
esa cuestión pasa por la significación o relevancia del impacto, de modo que para que un impacto ambiental pueda ser
considerado daño ambiental (con todas las consecuencias jurídicas que ello traerá aparejado) debe cobrar una
magnitud considerable, debe ser relevante. “El art. 27 de la LGA define al daño ambiental como “toda alteración
relevante que modifique negativamente el ambiente, sus recursos, el equilibrio de los ecosistemas, o los bienes o
valores colectivos”.”
Ahora bien: el Instrumento de Gestión bajo análisis asume relevancia cuando nos encontramos frente a la posibilidad
cierta de un impacto negativo relevante sobre el ambiente, o sus elementos, recursos, etc., es decir, frente al riesgo de
daños ambiental.

CONCEPTUALIZACIÓN. Se han propuesto distintas definiciones de la Evaluación de Impacto Ambiental (en


adelante, E.I.A.). Jorge Bustamante Alsina afirma que es el “proceso por el cual una acción que debe ser aprobada
por una autoridad pública y que puede dar lugar a efectos colaterales significativos para el medio, se somete a una
evaluación sistemática, cuyos resultados son tenidos en cuenta por la autoridad competente para conceder o no su
aprobación”.
Aníbal Falbo, a su turno, entiende que se trata de un “análisis de las posibilidades de impacto ambiental que presenta
un determinado proyecto o actividad que se pretende llevar adelante, a los fines de prevenir, de manera temprana,
sus efectos ambientales perjudiciales y riesgosos y, de esta manera, permitir, modificar o impedir su concreción”.
Por nuestra parte, preferimos caracterizar a la figura en cuestión comenzando por destacar su rasgo más distintivo, la
de constituir un procedimiento. Y así diremos que la E.I.A. es un procedimiento técnico-administrativo destinado a la
identificación de los posibles impactos ambientales negativos relevantes que un proyecto, obra, actividad o
emprendimiento es susceptible, eventualmente, de ocasionar, con la finalidad de prevenir o mitigar tales posibles
impactos o, en su defecto, de no autorizar la realización de dicha actividad, obra o proyecto.
La Ley General del Ambiente (L.G.A.) dedica tres artículos a la regulación de la E.I.A. En el art. 11 se establece la
regla general, una especie de Presupuesto Mínimo, según la cual “Toda obra o actividad que, en el territorio de la
Nación, sea susceptible de degradar el ambiente, alguno de sus componentes, o afectar la calidad de vida de la
población, en forma significativa, estará sujeta a un procedimiento de evaluación de impacto ambiental, previo a su
ejecución.”
De tal manera, y conforme los caracteres propios de las Normas de Presupuestos Mínimos (estudiados en la Unidad
VII), es claro que cualquier obra, actividad, emprendimiento, proyecto que razonablemente sea susceptible de
ocasionar un impacto relevante en el ambiente (entendido este en sentido amplio), debe atravesar –con carácter previo
a su autorización y comienzo de ejecución– por el procedimiento de Evaluación de Impacto Ambiental.
Seguidamente examinaremos los caracteres más importantes de la E.I.A. y profundizaremos sobre esta cuestión, pero
es menester adelantarnos ahora a destacar el rol fundamental que cumple la administración pública en este
procedimiento, pues se trata de una herramienta de derecho público. El procedimiento de E.I.A. se lleva a cabo frente
al Estado. Por ello el art. 12 de la LGA dice: “…Las autoridades competentes determinarán la presentación de un
estudio de impacto ambiental, cuyos requerimientos estarán detallados en ley particular y, en consecuencia, deberán
realizar una evaluación de impacto ambiental y emitir una declaración de impacto ambiental en la que se manifieste
la aprobación o rechazo de los estudios presentados.”

CARACTERÍSTICAS DE LA EVALUACIÓN DE IMPACTO AMBIENTAL. Efectuaremos ahora un breve


repaso por los principales caracteres de la E.I.A., aclarando que no se pretende con ello agotar el tema.
 Procedimiento técnico administrativo: como ya lo hemos esbozado, la E.I.A. es, ante todo, un procedimiento
técnico administrativo que, como tal, está constituido por diversas etapas vinculadas entre sí por un orden lógico y
que tiene por objeto la consecución de un fin determinado.
 La E.I.A. ha alcanzado, sin hesitaciones, la categoría de Principio Autónomo del Derecho Ambiental. En tal
sentido el Principio 17 de la Declaración de Río afirma que “Deberá emprenderse una evaluación del impacto
ambiental, en calidad de instrumento nacional, respecto de cualquier actividad propuesta que probablemente
haya de producir un impacto negativo considerable en el medio ambiente y que esté sujeta a la decisión de una
autoridad nacional competente”. En realidad, ya en la Carta de la Naturaleza, de 1982, la E.I.A. había hecho su
aparición en el concierto de los Instrumentos jurídicos de carácter internacional destinados a la tutela del
ambiente3.
 Es un instrumento multidisciplinario por excelencia. En el procedimiento de E.I.A. deben intervenir las más
diversas disciplinas científicas (incluida la jurídica, por supuesto) pues la identificación de las posibles
consecuencias dañosas de una obra o actividad requiere necesariamente del auxilio de otras ramas del
conocimiento.
 La E.I.A. constituye un mecanismo de índole esencialmente preventivo. A partir de utilizar el criterio de la
existencia o ausencia de certeza en la ocurrencia de un daño para diferenciar los principios preventivo y
precautorio, sin dudas el procedimiento de E.I.A se acerca mucho más al primero. Su objeto primordial es prevenir
daños significativos cuya ocurrencia tiene alto grado de probabilidad de verificarse, si no se toman las medidas
adecuadas para evitarlo. No obstante ello, en ocasiones también puede servir de corrector o reparador de riesgos o
daños ya existentes. Ello ocurre cuando la actividad u obra, por alguna razón, ha comenzado a tener principio de
ejecución sin haberse llevado a cabo la E.I.A. En tales circunstancias corresponde realizarla para corregir
eventuales irregularidades.
 Es un procedimiento de carácter previo. Ello surge implícito de su condición de instrumento preventivo, pero
además está expresamente contemplado en el art. 11, que establece que el procedimiento de E.I.A. debe realizarse
con anterioridad a la ejecución de la obra o actividad susceptible de producir un daño. Una vez más debemos
recordar que el carácter de presupuesto mínimo de la norma implica la nulidad de toda actuación administrativa por
cuya vía se autorice la ejecución de una obra o actividad riesgosa para el ambiente, sin que antes se hubiera
verificado la E.I.A.
 La realización del procedimiento de E.I.A no exonera de responsabilidad al autor del daño ambiental, si este se
produce, lo que resulta consecuencia directa de la naturaleza objetiva que tiene la responsabilidad por daño
ambiental. Por ello, producido el perjuicio (o incluso antes de que el mismo se verifique, si el caso así lo amerita)
se generarán las responsabilidades administrativas, civiles y penales que correspondan con independencia de que el
titular del proyecto, obra o actividad hubiese transitado con éxito el procedimiento de E.I.A. y hubiere obtenido el
certificado de aptitud ambiental.
 Como todos los instrumentos de gestión ambiental, la E.I.A. es esencialmente participativa. La participación de la
ciudadanía y, en particular, de las personas que podrían resultar directamente damnificadas por los efectos
negativos de las actividades bajo análisis, es absolutamente imprescindible e ineludible y constituye principal
requisito de validez del procedimiento. Al analizar las etapas del procedimiento indagaremos sobre los distintos
modos en que puede cumplirse la instancia de participación.
 La E.IA. es un procedimiento de implementación compleja y costosa, sobre todo en cuanto tiene que ver con el
estudio de impacto ambiental –e.i.a.– (que no debe ser confundido con la Evaluación de Impacto Ambiental –
E.I.A.). En la elaboración del e.ia. se requiere la confluencia de distintas disciplinas –cada una con sus
mecanismos, procedimientos técnicos, métodos de elaboración, análisis científicos, tecnología (muchas veces
importada), etc.– lo que demanda generalmente importantes erogaciones económicas. Al mismo tiempo, la
burocracia propia de la Administración y de los procesos que en su seno se llevan adelante, implica que muchas
veces la E.I.A. resulta un procedimiento lento y tedioso, incompatible con las necesidades del comercio, la
industria, la producción, etc. Sin embargo –y como contrapartida– su realización resulta a todas luces conveniente
desde el punto de vista práctico, pues evita la paralización de proyectos, obras y emprendimientos que demandan
grandes inversiones de dinero, para el caso de que no hubieran estado precedidos de una E.IA.

LAS ETAPAS DEL PROCEDIMIENTO DE EVALUACIÓN DE IMPACTO AMBIENTAL. Como hemos


visto, la E.I.A. es un procedimiento y, como tal, está compuesto por distintas etapas. Analizaremos cada una de ellas.

1. Categorización (identificación del proyecto o actividad como de Impacto Ambiental significativo). El


Procedimiento da comienzo con una manifestación que debe formular el interesado –particular, persona física o
jurídica– en llevar a cabo la obra o actividad en cuestión, ante la Administración. En dicha presentación, que tiene
carácter de declaración jurada, el titular del proyecto pone en conocimiento de la Autoridad el tipo de obra o
emprendimiento que desea desarrollar. Al respecto, dice el art. 12 L.G.A.: “Las personas físicas o jurídicas darán
inicio al procedimiento con la presentación de una declaración jurada, en la que se manifieste si las obras o
actividades afectarán el ambiente…”.
En general, las distintas normas provinciales 4 que regulan el procedimiento, disponen de un formulario de
presentación (generalmente denominado solicitud de categorización).
Efectuada la presentación, la Administración procede a la categorización de la actividad, obra o emprendimiento
según el grado de impacto ambiental susceptible de ocasionar, a cuyos fines habitualmente existen tres niveles de
riesgo: bajo o nulo impacto ambiental, mediano impacto ambiental y alto impacto ambiental 5.
En caso de que la obra o actividad se encuentre encuadrada dentro de la primera categoría, es decir, que no
represente a priori un riesgo de impacto ambiental (o este, de producirse, sea insignificante), estará exenta de efectuar
el procedimiento, ya que carecería de razón ponerlo en práctica.
Por el contrario, si la actividad es de aquellas que presumiblemente pueden ocasionar un mediano o alto impacto en el
ambiente, entonces el procedimiento de E.I.A. es obligatorio y el titular de la obra debe continuar con las etapas
siguientes.
Habitualmente la Administración (en esto las distintas jurisdicciones tienen normas similares) poseen un nomenclador
que establece de antemano la categorización de las distintas obras, actividades, emprendimientos que se realizan, de
suerte que la tarea sólo consiste en determinar a qué categoría previamente establecida corresponde la actividad bajo
análisis. Algunas actividades de alto impacto ambiental son: autopistas, autovías, líneas de ferrocarril, puertos,
aeropuertos, centrales de producción de energía eléctrica, parques industriales, plantas de tratamiento de aguas
servidas, obras relevantes de infraestructura, etc.

2. El estudio de impacto ambiental. Efectuada la categorización, y si la actividad en cuestión es de aquéllas que


obligatoriamente deben agotar el procedimiento, se pasa a la segunda fase del mismo, que es la presentación del
estudio de impacto ambiental (e.i.a.) por parte del proponente.
Es momento oportuno, entonces, de efectuar una aclaración importante: no deben ser confundidas la Evaluación de
Impacto Ambiental (E.I.A.) con el estudio de impacto ambiental (e.i.a.). A grandes rasgos y en orden a su
diferenciación, puede decirse que la primera es un procedimiento, el segundo una etapa del mismo.
En consecuencia, el interesado en llevar adelante el proyecto (o titular de la obra) debe efectuar –por su cuenta y a su
costo– y presentar a la Autoridad administrativa, un estudio cuyo principal propósito es determinar cuál es el
verdadero riesgo que entraña su proyecto para el ambiente.
Podemos definir al e.i.a. como el documento o informe privado que realiza proponente (a su costo) acerca de su
proyecto, que contiene la información suficiente para conocer los impactos del mismo y sus alternativas, el área de
influencia, las medidas preventivas y correctoras y el plan de seguimiento.
Siendo que este tipo de estudios, de ordinario, implican la valoración de una multiplicidad de aspectos técnicos y la
realización de estudios científicos y de campo que requieren de una intervención expertiz, generalmente son realizados
por organismos o instituciones especializados a tales efectos o que cuentan con los recursos humanos y técnicos y la
infraestructura necesaria para realizarlos (universidades, consultoras, centros de investigación, etc.). Como ya lo
hemos referido, es en esta etapa en la cual se aprecia con mayor nitidez el sesgo multidisciplinario que tiene esta
herramienta de gestión.
El art. 13 L.G.A. establece cuál es el contenido mínimo que debe tener el e.i.a.: “Los estudios de impacto ambiental
deberán contener, como mínimo, una descripción detallada del proyecto de la obra o actividad a realizar, la
identificación de las consecuencias sobre el ambiente y las acciones destinadas a mitigar los efectos negativos”. Es
un claro ejemplo de norma de presupuesto mínimo, por sobre la cual las provincias, en sus distintas regulaciones y en
uso de sus facultades, pueden establecer exigencias mayores.
Así, es habitual que las normas locales requieran que el estudio contenga:
 Una descripción detallada del proyecto, indicando plan de trabajo o de obras, inversiones a efectuar, desarrollo
técnico, equipamiento tecnológico y personal a utiliza, etc.
 La identificación de las consecuencias negativas que podrían producirse sobre el ambiente y las medidas
preventivas y correctivas que se instrumentarán para evitar o mitigar tales impactos. Aquí es donde se requiere
mayor precisión y rigor técnico y científico al estudio, desde que constituye el objeto primordial del mismo.
 El área de influencia del proyecto y de los posibles impactos a generar.
 La estimación de los residuos y deshechos que se generarán y las previsiones para su tratamiento.
 La incidencia que la actividad o proyecto puede tener sobre distintos servicios públicos y/u obras de
infraestructura existentes y la necesidad de proveer y construir unos y otras.
 Se debe prever un sistema de alternativas, en defecto de las medidas previstas para mitigar los posibles impactos.
Las mismas tienen que incluir la eventualidad de que haya que cambiar el lugar de realización del proyecto u obra
e inclusive su no realización.
 Un plan de monitoreo o seguimiento. Es de vital importancia verificar que las medidas y dispositivos previstos y
adoptados en orden a la prevención de daños se cumplan según el diseño previo y, fundamentalmente, cumplan
su objetivo.
 El marco normativo. Toda actividad está usualmente enmarcada en una regulación jurídica que delimita los
alcances y límites de la misma, siendo necesario ajustarse a tales prescripciones para resguardar la legalidad y
legitimidad del proyecto. Al mismo tiempo, no pocas veces se presentan situaciones no previstas (las
denominadas lagunas normativas) o que se prestan a diversas interpretaciones. Frente a algún tipo de
incumplimiento o, inclusive, ya en el marco de un proceso judicial (cualquiera fuere su causa) será necesario
también analizar cuál es el enfoque doctrinario y jurisprudencial que se ha dado a la materia. Es decir, es este un
campo propicio de incumbencia para los profesionales del derecho, quienes están capacitados para cumplir dicha
función. Lamentablemente, no pocas veces dicha labor es postergada (en aras de la reducción de los costos, o por
simple desconocimiento o negligencia) por el sector empresario (o efectuada, en subsidio, por profesionales de
otras disciplinas) corriéndose el riesgo de que las consecuencias (sancionatorias, indemnizatorias, etc.) sean
mucho más gravosas.

3. La etapa de discusión. La tercera etapa es el momento en el que se pone en crisis el estudio de impacto ambiental,
en donde se debate acerca de la procedencia, la veracidad y la rigurosidad técnica y científica del mismo. En otros
términos: efectuada la manifestación por parte del interesado sobre cuáles son las características fundamentales de su
obra o actividad y qué efectos nocivos prevé que la misma puede ocasionar (o incluso si se estima que los mismos no
se producirán), llega el momento de verificar si dichas previsiones se ajustan presumiblemente a la realidad y tienen
un adecuado margen de razonabilidad.
Este debate se realiza en una doble instancia: por un lado es la propia Administración la que evalúa si el e.i.a. cumple
con los requisitos de fondo y de forma previstos en la legislación respectiva y si, por sobre todo, reúne los recaudos de
procedencia y pertinencia en materia técnica.
Para el cumplimiento de tal cometido suele valerse de organismos o instituciones idóneos para efectuar dicho mérito
(que, genéricamente, no son otros que los que elaboran los e.i.a. centros de investigación, ONG dedicadas al quehacer
científico, universidades, etc.) que se expiden a través de lo que se denomina dictamen técnico.
Esta es uno de los elementos de valoración que tiene la Autoridad para evaluar el e.i.a. y decidir sobre su aprobación.
El otro es el resultado de la participación ciudadana, la otra instancia de debate.
La discusión del proyecto o estudio de impacto efectuado en el marco de la participación de la ciudadanía es, en
primer lugar, un requisito de validez del procedimiento. Es esencial y obligatoria, a tal punto que el no cumplimiento
de esta instancia (o su cumplimiento defectuoso) implica la nulidad de todo el procedimiento y la consiguiente
responsabilidad de los funcionarios públicos encargados de velar por la legalidad del mismo).
Hemos puesto de resalto en muchas ocasiones la importancia de la participación de la ciudadanía en los temas
relacionados con el ambiente. El art. 19 L.G.A. dice: “Toda persona tiene derecho a ser consultada y a opinar en
procedimientos administrativos que se relacionen con la preservación y protección del ambiente, que sean de
incidencia general o particular, y de alcance general”.
La participación ciudadana –además de resultar un recaudo de legalidad del procedimiento– cumple una función de
igual trascendencia: la de validación social del proyecto, es decir, la de otorgar legitimidad al mismo.
La denominada licencia social resulta ser un factor de trascendental importancia para que obras o actividades
usualmente reñidas con las buenas prácticas ambientales (o que directamente implican un riesgo de impacto
ambiental) puedan desarrollarse sin obstáculos ni interferencias.
En este sentido, sobran los ejemplos de proyectos (por ejemplo, relacionados con la actividad minera) que han sufrido
paralizaciones y hasta han tenido que desestimarse, por la férrea oposición y el boicot permanente de los vecinos y
aledaños de los lugares donde pretendían asentarse y de organizaciones comprometidas con la preservación del
ambiente.
Otro de los aspectos sobre los que resulta menester indagar, es el relacionado a los mecanismos de participación, es
decir, a los medios o métodos mediante los cuales las personas intervienen, expresas sus ideas, opiniones, objeciones,
etc.
Al respecto el art. 20 de la LGA estipula que “Las autoridades deberán institucionalizar procedimientos de consultas
o audiencias públicas como instancias obligatorias para la autorización de aquellas actividades que puedan generar
efectos negativos y significativos sobre el ambiente…”.
De todos modos, es necesario señalar que lo que importa es garantizar una participación auténtica, genuina, libre e
informada de las personas, independientemente de los mecanismos que la traduzcan, que pueden ser múltiples y
variados y que, en la práctica, exceden largamente los mencionados en la norma. Así, si bien la audiencia pública es el
mecanismo más difundido y utilizado (sobre todo en materia de E.IA.) ello no invalida la existencia y utilización de
otros instrumentos que pueden resultar igualmente útiles: los plebiscitos, los referéndums, las consultas públicas y las
consultas por escrito, las encuestas, etc.
Lo importante, se reitera, es asegurar la participación. El art. 21 de la LGA es meridianamente claro al respecto:  “La
participación ciudadana deberá asegurarse, principalmente, en los procedimientos de evaluación de impacto
ambiental y en los planes y programas de ordenamiento ambiental del territorio, en particular, en las etapas de
planificación y evaluación de resultados”.
Uno de los aspectos que mayores controversias ha generado en la doctrina ambientalista es el relacionado con el
carácter vinculante o no que asume la participación ciudadana o, en otras palabras, si los resultados o conclusiones de
dicha instancia resultan de cumplimiento u observancia obligatoria para la autoridad, de modo que deba ajustar su
decisión final a dichos resultados.
La cuestión ha sido resuelta por la LGA en sentido negativo. El art. 20, segunda parte, expresa: “…La opinión u
objeción de los participantes no será vinculante para las autoridades convocantes; pero en caso de que éstas
presenten opinión contraria a los resultados alcanzados en la audiencia o consulta pública deberán fundamentarla y
hacerla pública”.
Previo a ingresar en el análisis de la razonabilidad de la norma, debe señalarse que la redacción de la misma es
bastante confusa, aunque es posible no obstante interpretar lo que el legislador quiso expresar: la Administración no
está atada a los resultados de la instancia de participación ciudadana y, en consecuencia, puede apartarse al momento
de resolver, del dictamen o las conclusiones de la misma. De tal modo, puede aprobar el estudio de impacto ambiental
haciendo caso omiso a las opiniones u objeciones de la ciudadanía y, a la inversa, puede desestimarlo aún cuando la
audiencia pública (o el mecanismo que hubiere sido utilizado) hayan visto con buenos ojos el informe (aunque este
será el caso más improbable).
Pero –dice el art. 20– si la decisión de la Autoridad va en sentido contrario a las conclusiones de los participantes,
entonces debe ser fundada y, además, debe hacerse pública.
Ciertamente, la norma no ha estado exenta de críticas, la más importante de las cuales apunta a la falta de sentido y
utilidad que tiene una instancia de participación que no resulte obligatoria para la autoridad.
En otros términos: se dice que si la autoridad puede resolver a su arbitrio, sin considerar los resultados de la audiencia
pública, esta reviste carácter meramente “formal” y, en consecuencia, la tan mentada participación resulta estar vacía
de contenido.
Se agrega, además, que ello implica un riesgo inminente de que la autoridad resuelva conforme los intereses privados
o las necesidades coyunturales, desentendiéndose de la protección del ambiente.
Entendemos que ello no necesariamente es así, por varias razones.
En primer término la participación implica, precisamente, la posibilidad de intervenir en el procedimiento, de expresar
ideas, opiniones, críticas, sugerencias, de controlar la legalidad del mismo y velar por el cumplimiento de todas sus
etapas. Pero no se sigue de ello que toda esa actuación deba redundar en una síntesis que resulte vinculante para la
Administración.
Por otra parte, aunque muchas veces la participación ciudadana es informada, responsable y animada por el noble
propósito de tutelar objetiva y desinteresadamente el ambiente, en algunos casos se advierte la interferencia de otros
intereses o el despliegue de estrategias obstruccionistas que pueden poner en riesgo políticas de desarrollo necesarias
para la satisfacción de las necesidades de los habitantes.
En subsidio, llegado el caso de una autorización otorgada en desmedro de la legalidad del procedimiento, o de la
normativa vigente en materia de protección ambiental o, incluso, en consideración de intereses espurios y alejados de
los objetivos propios de la administración, los ciudadanos siempre tendrán a mano las herramientas jurisdiccionales
que provee el ordenamiento para corregir –y, en su caso, sancionar– dicho proceder. La interposición de una acción de
amparo ambiental (en su caso, con más una medida cautelar de no innovar) será el remedio procesal adecuado y
oportuno para detener cualquier obra o actividad que se encuentre degradando el ambiente y cuyas manifestaciones no
hayan podido ser detectadas.
Por lo demás –y más allá de experiencias lamentables (que, para peor, no son tan aisladas) que nos generan una
inclinación natural a sospechar del Estado– lo cierto es que es en la administración en quien debemos confiar y
delegar las decisiones que hacen al bienestar general y a la puesta en práctica de los programas de gobierno elegidos
por la ciudadanía. En última instancia, en eso consiste nuestra forma republicana de gobierno.
Sin perjuicio de ello, sí es criticable la disposición que ordena a la administración fundar las resoluciones que se
oponen a las conclusiones surgidas de las audiencias públicas. Los actos administrativos siempre deben ser fundados,
pues de lo contrario resultan arbitrarios y, por ende, inconstitucionales.

4. La declaración de impacto ambiental. Finalizado el debate acerca de la procedencia del e.i.a., llega el momento en
que la Administración debe expedirse. Y lo hace a través de la declaración de impacto ambiental.
La declaración de impacto ambiental es el acto administrativo final de la Autoridad que se dicta luego de ponderado el
Estudio de Impacto Ambiental y que declara la existencia o no de impacto ambiental. Existen tres posibilidades:
 Que se aprueba el estudio de impacto ambiental.
 Que no se apruebe el estudio de impacto ambiental.
 Que se ordenen efectuar modificaciones, aclaraciones etc.
En el último caso, conforme el carácter previo que tiene el procedimiento, las observaciones deben ser evacuadas
antes de que el estudio sea finalmente aprobado.
Como todo acto administrativo, la declaración de impacto ambiental debe estar adecuadamente fundada y, con ella, se
pone fin formalmente al procedimiento. El requisito de la motivación del acto es de cumplimiento ineludible,
conforme ocurre con todos los actos de gobierno.
Sin perjuicio de ello, y conteste también con la forma republicana que asume nuestro Estado, aun cuando en ese
administrativa el acto ponga fin al procedimiento, el mismo puede ser revisado, tanto administrativa como
judicialmente.
La instancia judicial de revisión es también recaudo inevitable, de modo que siempre existirá la posibilidad de que la
declaración de impacto ambiental sea sometida al análisis de los órganos jurisdiccionales correspondientes, según las
reglas propias de los códigos de procedimientos locales.

5. El Certificado de Aptitud Ambiental: Aprobado el estudio de impacto ambiental, es decir, cuando la declaración de
impacto ambiental es positiva, se emite el certificado de aptitud ambiental.
El Certificado de Aptitud Ambiental es el documento expedido por la autoridad administrativa que acredita el
cumplimiento satisfactorio del procedimiento de Evaluación de Impacto Ambiental a los fines de la aprobación o
autorización de la obra, actividad o proyecto que se desea realizar.
En virtud de las constancias de este certificado, el titular o interesado en llevar adelante la obra o actividad en
cuestión, acredita que la misma no es susceptible de ocasionar impactos ambientales negativos relevantes o que,
siéndolo, se han adoptado las medidas y recaudos necesarios para que tales impactos no se produzcan o se vean
reducidos a una mínima expresión, aceptable desde el punto de vista de la tutela del ambiente.
La obtención del certificado de aptitud ambiental, no obstante, no implica la autorización lisa y llana para comenzar
con los trabajos o comenzar a desplegar la actividad en cuestión, sino sólo que las previsiones necesarias en materia de
tutela ambiental han sido suficientemente satisfechas.
Por ende, habrán de completarse el resto de las diligencias y recaudos propios de los procedimientos en materia de
habilitación, autorización, etc. necesarios según la actividad de que se trate.

6. El plan de seguimiento o monitoreo (o auditoría) : Si bien el cumplimiento de esta etapa se verifica, en esencia, por
fuera del procedimiento de E.I.A. (pues hemos visto que su conclusión formal arriba con la declaración de impacto
ambiental y, en su caso, la obtención del certificado de aptitud ambiental), en sentido amplio el plan de seguimiento o
monitoreo es parte del procedimiento, pues sirve para verificar si el estudio de impacto ambiental ha resultado idóneo
en orden a la prevención de posibles impactos ambientales negativos.
Además, como se recordará, el e.i.a. debe prever, en su contenido, este programa de control de las medidas
inhibitorias o mitigadoras de los efectos nocivos que la obra o actividad bajo análisis pueden ocasionar, de modo que
la comprobación de la efectividad de las mismas resulta un dato esencial no sólo para establecer si el e.i.a. ha sido
adecuado y su implementación positiva, sino para velar por la efectiva tutela del ambiente, que no es sino
efectivamente el objeto primordial del procedimiento de E.I.A.
El seguimiento de la actividad debe efectuarse por parte del propio interesado, quien tiene la obligación de denunciar
ante la autoridad cualquier irregularidad que pueda advertir en tal sentido, pero también está en cabeza de la
administración, como parte del poder de policía propio de sus funciones.

LA EDUCACIÓN AMBIENTAL: El término Educación Ambiental es propuesto por primera vez en la Conferencia
de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) realizada en París en 1948, por  Thomas
Pritchard, quien sugirió un cambio del término “educación para la conservación”, por la alternativa “Educación
Ambiental”. Sin embargo, podría decirse que a finales del siglo XIX y principio del siglo XX, comienza a surgir el
movimiento de ‘‘escuela nueva’’ donde se establecieron ciertas ideologías como el respeto y contacto con el entorno
natural como el instrumento más apropiado para el desarrollo moral e intelectual del individuo.
En el año 1949 la Organización de las Naciones Unidas, celebra en Nueva York una primera Conferencia sobre la
problemática del medio ambiente, con escasas repercusiones.
Es en los años 60´ cuando la preocupación ambiental se convierte en el foco de atención de organismos y entes
gubernamentales internacionales, lo cual a través de numerosas conferencias se puede observar un recorrido por
distintos escenarios de discusión y análisis; desde el impacto del accionar humano sobre el planeta, así como
específicamente la conceptualización de la Educación Ambiental.
Es en el transcurso del Siglo XX donde puede observarse el surgimiento de la Educación ambiental no sólo como una
nueva disciplina sino como una nueva dimensión que requiere tratamiento interdisciplinario y transdiciplinario.

EDUCACIÓN E INFORMACIÓN COMO SOSTÉN DE LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA. La educación


ambiental es un proceso de formación de ciudadanos activos en la construcción de una sociedad democrática y
solidaria, conscientes de la situación planetaria ambiental y de la necesidad de repensar los modelos de conducta y
valores imperantes actuales.
Es en este marco que sostenemos la necesidad de la educación ambiental y el acceso a la información como
prerrequisitos para una participación responsable y como herramientas para la promoción del desarrollo sustentable.
Es necesario hacer una pequeña distinción entre información y educación.
Para Kolf Gröschner; Información apunta primariamente la formación de la voluntad de los ciudadanos que actúan
públicamente y Educación: se dirige en primera línea a la formación de conciencia del individuo en su actuación como
persona privada.
Siguiendo a Kolf Gröschner “el trabajo formativo apunta primariamente a la formación de la voluntad de
ciudadanos que actúan políticamente y la ilustración (educación) del público se dirige en primera línea a la
formación de conciencia del individuo en su actuación como persona privada”.

CONTEXTO INTERNACIONAL DE LA EDUCACIÓN AMBIENTAL: Continuando el desarrollo de una


conceptualización de la Educación Ambiental, en la Carta de Nevada de la UICN, en 1970, es definida como: “La
educación ambiental es el proceso de reconocer valores y clarificar conceptos con el objeto de desarrollar
habilidades y actitudes necesarias para comprender y apreciar las interrelaciones entre el hombre, su cultura y sus
entornos biofísicos. La educación ambiental incluye también la práctica en la toma de decisiones y la
autoformulación de un código de conducta sobre los problemas que se relacionan con la calidad ambiental”.
En 1972, se celebra la primera Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano, en Estocolmo –Suecia-,
siendo considerado el inicio del Derecho Ambiental Internacional dado que se reúnen por primera vez numerosos
representantes de todo el mundo para alertar sobre la problemática ambiental. Queda plasmado en la Declaración de
Principios: “El hombre tiene derecho a gozar de sus derechos pero tiene la obligación de proteger y mejorar el medio
para las generaciones presentes y futuras” (ppio 1), así como: “Es indispensable una labor de educación en
cuestiones ambientales” (ppio 19). En respuesta a las recomendaciones de dicha conferencia, se crea el Programa de
Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
En la actualidad, tanto el PNUMA como la UNESCO, trabajan permanentemente y mancomunadamente para
desarrollar una contribución internacional de la educación a fin de aportar a la solución de los grandes desafíos
ambientales.
La Carta de Belgrado de 1975, es un documento donde se fijan metas, objetivos y procedimientos que orientan los
programas mundiales de Educación Ambiental, apuntando a: “Formar una población mundial consciente y
preocupada con el medio ambiente y los problemas asociados, y que tenga conocimiento, aptitud, motivación y
compromiso para trabajar individual y colectivamente en la búsqueda de soluciones para los problemas existentes y
para prevenir nuevos”.
En 1977, se celebra la primera Conferencia Intergubernamental de Educación Ambiental en Tbilisi (capital de
Georgia, URSS), donde se conceptualiza la educación ambiental como un “proceso permanente en el cual los
individuos y las comunidades adquieren conciencia de su medio y aprenden los conocimientos, los valores, las
destrezas, la experiencia y también la determinación que les capacite para actuar; individual y colectivamente, en la
resolución de los problemas ambientales presentes y futuros”
En el marco de ésta conferencia se establecieron ocho principios rectores de educación ambiental: 1) globalidad del
enfoque; 2) continuidad a lo largo de la vida del individuo; 3) interdisciplinariedad; 4) participación; 5) dimensión
local y regional a la vez; 6) enfoque presente y futuro; 7) comprensión del desarrollo económico desde una perspectiva
ambiental; 8) promoción de la cooperación local y nacional para la solución de los problemas ambientales.
Este acontecimiento y los documentos internacionales que de él surgieron siguen siendo considerados –en la
actualidad- como bases fundamentales de cualquier programa de Educación Ambiental.
En el marco de celebración de la Conferencia de Rio 92, se elaboró el Tratado sobre Educación Ambiental para
Sociedades Sustentables y Responsabilidad Global 1, por el cual los estados firmantes reconocen el papel central de la
Educación en la formación de valores y en la acción social y se comprometen con el proceso educativo transformador
para crear sociedades sustentables y equitativas.
De esta manera destacan: “La educación ambiental es un proceso de aprendizaje permanente, basado en el respeto a
todas las formas de vida….tal educación afirma valores y acciones que contribuyen a la transformación humana y
social y a la preservación ecológica. Ella estimula la formación de sociedades socialmente justas y ecológicamente
equilibradas, que conserven entre sí una relación de interdependencia y diversidad”.
El Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sustentable. La Asamblea General de las
Naciones Unidas declaró el período de 10 años comprendido entre enero 2005 y diciembre 2014; Decenio de las
Naciones Unidas de la educación con miras al desarrollo sustentable. Los objetivos del desarrollo del Milenio
proponen: triunfar sobre la pobreza, mejorar la salud infantil, maternal y sexual, reforzar la oferta educativa, corregir
las desigualdades entre hombres y mujeres en la educación y elaborar estrategias nacionales de desarrollo sustentable.
La Conferencia Mundial sobre Educación para el Desarrollo Sostenible 2, se llevó a cabo en la ciudad Aichi Nagoya,
Japón, fue organizada por la Unesco en noviembre de 2014 y pidió acciones urgentes para generalizar la Educación
para el Desarrollo Sostenible.
En el marco de los Objetivos del Desarrollo Sostenible se ha establecido como objetivo 4: Educación de Calidad con
el finalidad de “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de
aprendizaje durante toda la vida para todos” 3
En función de todas estas definiciones podemos decir que la Educación ambiental:
 Constituye un proceso continuo de formación
 Parte del reconocimiento de las interrelaciones entre la humanidad y los sistemas biofísicos y culturales de
sustentación en los cuales se desarrolla la vida humana.
 Procura la formación en valores, comportamientos y actitudes de ciudadanos conscientes y conocedores de los
problemas ambientales, así como el desarrollo de habilidades para enfrentar situaciones reales.
 Genera una relación entre educación y códigos de conducta personal y social.
MARCO LEGAL NACIONAL: Nuestro país ha institucionalizado la Educación Ambiental en el Art. 41 de la
Constitución Nacional de 1994, al establecer: “Las autoridades proveerán…. a la información y educación
ambientales”.
La Ley General del Ambiente N° 25.675, establece en su artículo 2º: La política ambiental nacional deberá cumplir los
siguientes objetivos: h) Promover cambios en los valores y conductas sociales que posibiliten el desarrollo sustentable,
a través de una educación ambiental, tanto en el sistema formal como en el no formal.
En su artículo 8: Los instrumentos de la política y la gestión ambiental serán los siguientes: 1. El ordenamiento
ambiental del territorio 2. La evaluación de impacto ambiental. 3. El sistema de control sobre el desarrollo de las
actividades antrópicas. 4. La educación ambiental. 5. El sistema de diagnóstico e información ambiental. 6. El régimen
económico de promoción del desarrollo sustentable.
En sus artículos 14 y 15 da contenido a la educación ambiental la cual “constituye el instrumento básico para generar
en los ciudadanos, valores, comportamientos y actitudes que sean acordes con un ambiente equilibrado, propendan a
la preservación de los recursos naturales y su utilización sostenible, y mejoren la calidad de vida de la población” y
art. 15: “La educación ambiental constituirá un proceso continuo y permanente, sometido a constante
actualización…..”
La Educación Ambiental: en las leyes de presupuestos mínimos ambientales:
La educación ambiental como instrumento de gestión transcendental sólo ha sido incorporada en algunas leyes de
presupuestos mínimos ambientales en nuestro país, como ser: la Ley N° 25916 de Gestión de Residuos Domiciliarios
en su art. 25 inc d) directamente, y art. 25 incs e, f, g) indirectamente, la Ley N° 26.639 de Protección de Glaciares en
su art. 10 inc. G), la Ley N° 26815 Manejo del Fuego, en su art. 11 inc. b), y la reciente Ley N° 27520 de Adaptación
y Mitigación al Cambio Climático Global, regula de manera indirecta en su art. 19 inc. k): Promoción de una nueva
conciencia ambiental que permita reducir los efectos nocivos del cambio climático y aumentar la capacidad de
adaptación y en Cap. VI inc. c) Fomentar la sensibilización pública.
La Ley de Educación Nacional N° 20.206 de 2006, en su artículo 89 señala: “El Ministerio de Educación, Ciencia y
Tecnología, en acuerdo con el Consejo Federal de Educación, dispondrá las medidas necesarias para proveer la
educación ambiental en todos los niveles y modalidades del Sistema Educativo Nacional, con la finalidad de promover
valores, comportamientos y actitudes que sean acordes con un ambiente equilibrado y la protección de la diversidad
biológica; que propendan a la preservación de los recursos naturales y a su utilización sostenible y que mejoren la
calidad de vida de la población. A tal efecto se definirán en dicho ámbito institucional, utilizando el mecanismo de
coordinación que establece el artículo 15 de la Ley N° 25.675, las políticas y estrategias destinadas a incluir la
educación ambiental en los contenidos curriculares comunes y núcleos de aprendizaje prioritario, así como a capacitar
a los/as docentes en esta temática”.

LEY PARA LA IMPLEMENTACIÓN DE LA EDUCACIÓN AMBIENTAL INTEGRAL EN LA


REPÚBLICA ARGENTINA ( N° 27.621): El 3 de junio de 2021 se publicó en el Boletín Oficial la Ley para la
Implementación de la Educación Ambiental Integral en la República Argentina ( N° 27.621),  la cual tiene por objeto
establecer el derecho a la educación ambiental integral como una política pública nacional conforme a lo dispuesto en
el artículo 41 de la Constitución Nacional y de acuerdo con lo establecido en el artículo 8 de la Ley General del
Ambiente N°25.675; el artículo 89 de la Ley de Educación Nacional N.º 26.206; y otras leyes vinculadas tales como
Ley Régimen de Gestión Ambiental del Agua N.º 25.688; Ley de Gestión de Residuos Domiciliarios N°25.916; Ley
de Bosques Nativos N.º 26.331; Ley de Glaciares N°26.639; Ley de Manejo del Fuego N.º 26.815; y los tratados y
acuerdos internacionales en la materia (art. 1)
La Ley 27.621 establece las definiciones de Educación Ambiental Integral (EAI), Estrategia Nacional de Educación
Ambiental Integral (ENEAI), Estrategia Nacional para la Sustentabilidad en las Universidades Argentinas (ENSUA),
Estrategia Jurisdiccional de Educación Ambiental Integral (EJEAI), Coordinación Ejecutiva de la Estrategia Nacional
de Educación Ambiental Integral (CENEAI) y Coordinación Ejecutiva de la Estrategia Jurisdiccional de Educación
Ambiental Integral (CEJEAI).
En su art. 3 establece los siguientes principios de la educación ambiental integral: a) Abordaje interpretativo y
holístico, b) Respeto y valor de la biodiversidad, c) Principio de equidad, d) Principio de igualdad desde el enfoque de
género e) Reconocimiento de la diversidad cultural: el rescate y la preservación de las culturas de los pueblos
indígenas, f) Participación y formación ciudadana, g) El cuidado del patrimonio natural y cultural, h) La problemática
ambiental y los procesos sociohistóricos, i) Educación en valores, j) Pensamiento crítico e innovador, k) El ejercicio
ciudadano del derecho a un ambiente sano.        
La Estrategia Nacional de Educación Ambiental Integral (ENEAI) será el principal instrumento de la política de la
educación ambiental en todo el territorio nacional (art. 4) Los objetivos de la implementación de la ENEAI se
encuentran en el (art. 5). 
La presente ley establece que la ENEAI es una responsabilidad compartida, con competencias y facultades
diferenciadas, entre el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y el Ministerio de Educación, en articulación
con el Consejo Federal de Medio Ambiente y el Consejo Federal de Educación (art. 7) Así, el Ministerio de Ambiente
y Desarrollo Sostenible de la Nación tendrá la facultad de implementar la ENEAI y las EJEAIs en el ámbito de la
educación no formal, Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) y medios de comunicación; mientras que el
Ministerio de Educación tendrá la facultad de implementarlas en los ámbitos de educación formal, no formal,
Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) y medios de comunicación (art. 9)
La ENEAI se hará operativa por medio de la articulación interministerial, interjurisdiccional e intersectorial
permanente, a través de la Coordinación Ejecutiva de la Estrategia Nacional de Educación Ambiental Integral
(CENEA), asistida por un Consejo Consultivo integrado por organizaciones de la sociedad civil, ambos creados por
esta Ley (art. 10)
La CENEAI tendrá a su cargo hacer efectivos los objetivos de la implementación de la ENEAI y estará integrada por
representantes del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, del Ministerio de Educación de la
Nación, del Consejo Federal de Medio Ambiente y del Consejo Federal de Educación (art.12) Asimismo, se
recomienda a las provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a crear en sus jurisdicciones la Coordinación
Ejecutiva de la Estrategia Jurisdiccional de Educación Ambiental Integral como ámbito de gestión, coordinación e
implementación de la Estrategia Jurisdiccional de Educación Ambiental Integral (art.13)
El Consejo Consultivo de la Estrategia Nacional de Educación Ambiental tendrá la función de asistir y asesorar a las
autoridades de aplicación en la implementación de la ENAI (art. 14) Sus miembros, al igual que los miembros de la
CENEAI, desempeñarán sus cargos ad honorem, no pudiendo percibir retribución ni contraprestación alguna por
integrar dichos órganos (art. 18)
La CENEAI tendrá la misión de generar los mecanismos apropiados para visibilizar las disposiciones de la Ley 27.621
y revisar periódicamente la ENEAI atendiendo como mínimo y específicamente lo establecido en el art. 20.
Derecho a la información. La autoridad de aplicación deberá garantizar en todas las políticas, acuerdos y acciones
derivados de la presente ley el respeto de los derechos establecidos en el marco legal creado por la ley 25831,
Régimen de Libre Acceso a la Información Pública Ambiental y el Acuerdo Regional sobre Acceso a la Información,
la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe (Escazú)
aprobado por ley 27566. (art. 24)
Finalmente, la Ley 27.621 incorpora como inciso g) del artículo 92 (contenidos curriculares) de la Ley de Educación
Nacional el siguiente texto: “La toma de conciencia de la importancia del ambiente, la biodiversidad y los recursos
naturales, su respeto, conservación, preservación y prevención de los daños, en concordancia con el artículo 41 de la
Constitución Nacional, ley 25.675 y leyes especiales en la materia y convenios internacionales sobre el ambiente”.

LA EDUCACIÓN AMBIENTAL: INSTRUMENTO DE POLÍTICA AMBIENTAL : La misma se constituye en


un proceso fundamental orientado a la búsqueda de caminos alternativos que posibiliten la construcción de una
sociedad diferente, justa, participativa y diversa; convirtiéndose en un instrumento de gestión de suma importancia
para llevar adelante la Política Ambiental.
En 2006, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación creó la Dirección de Educación Ambiental.
Desde ésta Dirección se busca discutir el sentido de los procesos educativos ambientales emprendidos desde los
diversos espacios provinciales y municipales, así como promover que las prácticas educativo- ambientales se
configuren como espacios de discusión crítica, con el fin de incentivar y apoyar los procesos de cambio tendientes a
un desarrollo sustentable.
Con el fin de orientar, consensuar y articular las acciones que se concretan en las diferentes regiones del país, se
trabaja en el marco de un Estrategia Nacional de Educación (ENEA) 4, donde se establecen objetivos generales y
específicos.

MARCO LEGAL PROVINCIAL: Mencionemos ejemplos donde ha sido recogido este instrumento de gestión
ambiental en algunas provincias de Argentina:
Santa Fe: Ley N° 11.717 del Ambiente (art. 2 inc. K) y su decreto reglamentario N° 101 de 2003.
Entre Ríos: Constitución Provincial (art. 84 y 260). Ley Provincial de Educación N° 9890/09 (art. 11) y su Programa
de Educación Ambiental. Ley de Educación Ambiental N° 10.402 del 2015 5
Buenos Aires: Ley N° 1687 de Educación Ambiental del 28/04/2005.
Rio Negro: Ley Orgánica de Educación N° 4819, de 2012. Ley de Educación Ambiental N° 3247, de 1998.
Chaco: Ley N° 4910 Plan de Educación Ambiental del 2001. Programa Provincial de Educación Ambiental de 2013.
Plan Estratégico de Educación Ambiental de 2018.
Misiones: Ley N° 4182 de Educación Ambiental de 2001.
Chubut: Ley N° 5439 (ahora Ley XI N° 35) del Código Ambiental de la Provincia de Chubut. Decreto N° 350/12 –
Plan de Educación Ambiental Permanente.
Córdoba: Ley N° 10208 de Política Ambiental de 2014. Programa de Capacitación y Educación Ambiental.

JURISPRUDENCIA EN ARGENTINA: La tutela efectiva del ambiente se afirma en el derecho a la educación


ambiental el cual puede ser reclamado o exigido ante las autoridades judiciales:
 Vecinos por un Brandsen Ecológico Soc. Civil c/ Prov. de Buenos Aires y otros s/ Amparo Ley 16.986
La asociación “Vecinos por un Brandsen Ecológico” dedujo acción de amparo por daño ambiental colectivo, contra la
Provincia de Buenos Aires, el Estado Nacional, la Municipalidad de Coronel Brandsen y Coordinación Ecológica
Área Metropolitana Sociedad del Estado (C.E.A.M.S.E) a fin de impedir la instalación de un relleno sanitario en dicha
jurisdicción. A su vez, peticionó que las demandadas implementen un programa de educación para la ciudadanía y que
informen acerca del estado actual del ambiente y de los efectos que sobre aquél producen las actividades antrópicas,
así como también que se responsabilice a cada municipio por los residuos que genere. Si bien ésta Acción de Amparo
no fue resuelta por la Corte, ya que la misma se declaró incompetente en virtud de considerar que el conflicto bajo
estudio, no encuadraba en las previsiones del artículo 117 de la Constitución Nacional, en tanto no se presentaba en el
caso supuesto problemas ambientales compartidos por más de una jurisdicción.
 Municipalidad de Rosario c/ Prov. de Entre Ríos y otros s/ Amparo (Daño Ambiental)
Miguel Lifschitz, en su carácter de intendente de la ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe, promueve acción de
amparo contra las provincias de Entre Ríos y Buenos Aires, a fin de que cese el daño ambiental producido por las
quemas “indiscriminadas, reiteradas y sistemáticas” de pastizales, que se realizan en las islas de río Paraná y en el área
noroeste bonaerense. Asimismo, y a fin de obtener una adecuada satisfacción de su pretensión solicita que en la
sentencia definitiva se ordene a los Estados provinciales demandados la creación de un órgano integrado por las
distintas jurisdicciones provinciales y municipales afectadas, la declaración de emergencia ambiental del ecosistema,
la prohibición inmediata de la quema de pastizales en la zona, la implementación de un ordenamiento ambiental del
territorio, el control del desarrollo de las actividades antrópicas, la realización de un estudio de impacto ambiental a
cargo de las universidades nacionales de la zona, la suspensión de la aplicación de la Ley 9.603 de la Provincia de
Entre Ríos y el desarrollo de un programa de educación e información ambiental.
 Mendoza, Beatriz Silvia y otros, c/ Estado Nacional y otros s/ daños y perjuicios (daños derivados de la
contaminación del Río Matanza - Riachuelo)
En el punto V-4 de su resolución de fecha 20 de junio de 2006. La Suprema Corte de Justicia de la Nación requirió al
Estado Nacional, a la Provincia de Buenos Aires, a la ciudad de Buenos Aires y al Cofema para que en un plazo de
treinta días y en los términos de la Ley 25.675, presenten un plan integrado que contenga un programa de educación
ambiental (art.14).

EL SISTEMA DE DIAGNÓSTICO E INFORMACIÓN AMBIENTAL : Tal como lo expresáramos al estudiar el


modelo de desarrollo sustentable este requiere para su desarrollo un sustrato político constituido por el sistema
democrático.
Ahora bien, es menester tener en cuanta que el sistema democrático no se agota en la elección de las autoridades por
medio del sufragio universal, sino que como lo expresa Carlos Fayt “La democracia es el producto de la
participación responsable y consciente de todos y cada uno de los individuos, cuyos derechos políticos garantiza, a
fin de que cada uno intervenga en la formación de las decisiones respecto de la cosa pública, a cuyo efecto promueve
la educación gratuita en todos los grados y el acceso a la información y a la pública discusión de los asuntos,
facilitando por procedimientos adecuados la expresión de la voluntad popular” 6. Si acordamos con este concepto
podremos llegar a dos conclisiones: la primera de ellas la información y la participación ciudadana en la toma de
decisiones son elementos esenciales del Estado de Derecho, sin los cuales no podrían tomarse decisiones de manera
verdaderamente representativa circunstancia esta que se torna extensivamente necesaria respecto a la adopción de
decisiones políticas en materia ambiental. La segunda que en la ignorancia del pueblo reposa el poder de los
gobernantes imprudentes.
Al desarrollar la Unidad V decíamos que dada la especial característica del daño ambiental en especial en lo que
respecta a su incidencia supraindividual y a la casi imposibilidad de volver al estatus quo ante en los casos en que el
daño se consolidó, resulta imprescindible fortalecer las acciones de prevención y para ello, en el marco del Derecho
Ambiental Internacional, resulta imprescindible hacer efectivos los derechos a recibir información y ser notificado con
carácter previo al acontecimiento de un hecho que pudiera afectar el derecho de un estado de la comunidad
internacional a gozar del ambiente.
Tal circunstancia se ve reflejada en los antecedentes del Lago de Lanós y del Canal de Corfú a los que hiciéramos
referencia. También los podremos encontrar en otras fuentes del Derecho Internacional Ambiental como lo son: a) El
Convenio de Bregenz de 1893 sobre pesca en el lago Constanza, b) La declaración de Montevideo de 1933, c) La
Práctica de Jupiá de 1968 y d) El acuerdo de Presidente Stroessner de 1979.
A su vez el en la declaración de Río 92 se introdujo el Principio 10 en virtud del cual los estados acordaron:  “El mejor
modo de tratar las cuestiones ambientales es con la participación de todos los ciudadanos interesados, en el nivel que
corresponda. En el plano nacional, toda persona deberá tener acceso adecuado a la información sobre el medio
ambiente de que dispongan las autoridades públicas, incluida la información sobre los materiales y las actividades
que encierran peligro en sus comunidades, así como la oportunidad de participar en los procesos de adopción de
decisiones. Los Estados deberán facilitar y fomentar la sensibilización y la participación de la población poniendo la
información a disposición de todos. Deberá proporcionarse acceso efectivo a los procedimientos judiciales y
administrativos, entre éstos el resarcimiento de daños y los recursos pertinentes.”
A través de este principio se consolida la triada de los accesos: a la información, a la participación y a la justicia, la
que como referiremos más adelante se encuentra plasmada en la Convención de Aarhus 7 y en el acuerdo de Escazú8.
En el ámbito nacional, y como consecuencia de las discusiones de Río 92, la Constitución Nacional ha recogido la
dimensión ambiental y le asigna al Estado distintas responsabilidades, las que pueden ser sintetizadas como sigue:
a. proveer a la protección del derecho al ambiente, a la utilización racional de los recursos naturales, a la
preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación
ambientales; 
b. al Estado nacional: el dictado de las normas que contengan los presupuestos mínimos de protección, sin que
alteren las jurisdicciones locales (conf. con el art. 121 CN); 
c. a los Estados provinciales: el dictado de las normas complementarias a las enunciadas precedentemente; las
que podrán ser más estrictas pero no más laxas (flexibles). 
En cuanto a la información ambiental, como lo desarrollaremos mas adelante, un análisis taxativo o literal de la
Constitución Nacional nos lleva a concluir que la obligación sólo está en cabeza del Estado, más nada expresa sobre el
derecho de los ciudadanos a acceder a dicha información.
Sin embargo, se ha interpretado que por la trascendencia que tienen las distintas actividades antrópicas sobre el
ambiente, el deber de información no está a cargo exclusivamente del Estado, sino que resulta ser una obligación
concurrente de los particulares, especialmente de aquellos que son eventuales contaminadores.
Por otra parte, tal como lo expresara el Presidente de la Convención Constituyente y uno de los juristas más fuertes del
gobierno de turno "el deber de las autoridades no se limita a recolectar datos y proporcionar información, sino que
debe hacerse cargo de ella en cuanto a su elaboración, ordenación y procesamiento, para facilitar su conocimiento a
los particulares"9
Luego analizaremos en detalle las disposiciones específicas en la materia de la Constitución Nacional de la Ley
General del Ambiente y de la Ley de Acceso a la Información Publica Ambiental pero como lo destaca Cafferatta 10, ya
la ley 25.612 en su art. 19 contempla que tanto las autoridades provinciales como las de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires deben llevar registros en los que deben inscribirse todas las personas físicas y jurídicas responsables de
la generación, manejo, transporte, almacenamiento, tratamiento y disposición final de residuos industriales. Y la
información obtenida de dichos registros, deberá integrarse en un sistema de información integrado, administrado por
la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable del Ministerio de Salud de la Nación que en principio resulta de
"libre acceso para la población".

EL DERECHO A LA INFORMACIÓN y AL ACCESO A LA INFORMACIÓN AMBIENTAL : Como nos


señala Analía Sahaniuk11, el derecho a la información importa una obligación para el Estado, el que se encuentra
obligado a la producción, elaboración y difusión de información, mientras que el derecho de acceso a la información
pública, consiste en el derecho que posee el ciudadano de acceder -diríamos de conseguir- a la información que es
administrada por el Estado, ya sea producida por sus órganos o producida por otros organismos o particulares sobre
los que recaiga la obligación de informar.
Para garantizar adecuadamente este derecho, el Estado debe organizar la información, procesarla, clasificarla y
establecer un sistema que permita el acceso y la selección requerida.
Siguiendo a Sabsay y Tarak12 se puede afirmar que un régimen de libre acceso a la información pública contribuye a la
desconcentración del poder, a una igualdad de oportunidades, a la reducción de la discrecionalidad administrativa y
política, a un gobierno honesto y a una Administración pública confiable.
De lo expuesto precedente podemos colegir que un derecho es la consecuencia del otro, es decir que el derecho al
acceso complementa al derecho a la información.
- Las calidades de la información:Una vez consagrado el derecho amplio a la información, el segundo paso, consiste
en instrumentarlo de una manera eficaz para que pueda ser ejercitado, pues de lo contrario dicho derecho
automáticamente se convertiría en una mera declaración de principios.
Es una realidad que en reiteradas oportunidades dentro de distintos organismos de la administración pública y, aún,
dentro de un mismo organismo público, se realiza más de una vez idéntica labor, asignandose mal el tiempo, los
recursos económicos y el esfuerzo para desarrollar una misma tarea, que bien podría destinarse a mejorar o actualizar
la labor desarrollada, o bien, a afrontar nuevos proyectos. Esto se debe, entre otras cosas, a un deficiente sistema de
información de toda la administración pública, cuyos efectos ya se están sintiendo en el sector ambiental. Este
problema imposibilita la planificación y la toma de decisiones de cualquier proyecto, lo que limita considerablemente
la capacidad de hacer de la administración pública 13.
Partiendo de la base de que ni siquiera la administración pública puede informarse a sí misma, difícilmente podrá
cumplir con el mandato de informar.
Para subsanar esta deficiencia informativa en materia ambiental, y teniendo en cuenta la organización federal de
nuestro país, resulta imprescindible que el Sistema de Información Ambiental abarque la información existente en
todas las jurisdicciones, y aun aquella de carácter internacional que tenga incidencia en el país, articulándola a la vez
con las bases de datos de otros países como los del Mercosur.
El ciudadano, para poder ejercer una participación razonada, necesita información completa, confiable, actualizada y
sistematizada para ejercer su derecho-deber de proteger el medio ambiente.

LA CONSTITUCIÓN NACIONAL: La Constitución Nacional sancionada en 1994, en cumplimiento de lo acordado


en Rio de Janeiro recoge el Principio10 a través del segundo párrafo de su art. 41, que reza: “Las autoridades
proveerán a ..., y a la información y educación ambientales.”
En primer lugar corresponde fijar el sentido y alcance del témino “proveer” utilizado en el texto constitucional. La
misma expresión contenida en su Preámbulo “proveer a la defensa común” ha sido interpretada por la doctrina 14 como
la obligación en cabeza del gobierno federal de acordar los medios conducentes a la consecución de ese objetivo. Para
cumplir ese mandato, el Estado ha formado y mantenido un ejército militar cuya función es, justamente, asegurar esa
defensa común prometida.
Del mismo modo, en el caso del 2do párrafo in fine del Art. 41 de la Constitución Nacional, la doctrina también
entiende que “proveer” por las autoridades se traduce en una obligación de dar o hacer. De esta manera, a la luz de la
voluntad de la Convención Constituyente15, de la exégesis del texto escrito y conjugando a ambas con los antecedentes
analizados, puede interpretarse que la obligación que encierra el precepto constitucional implica:
a. Garantizar el acceso a la información existente en ámbitos públicos a fin de que la población pueda dar su
opinión y adoptar decisiones sobre los problemas ambientales que puedan afectarla;
b. Instituir sistemas que lo hagan posible y
c. La obligación de quienes se encuentren en condiciones de generar un daño ambiental, de informar
públicamente los riesgos que esa situación genere.
En segundo lugar debemos determinar que entendemos por la expresión “autoridades”. Si seguimos la propia
Constitución en su segunda parte “Autoridades de la Nación”, extendiendo la expresión “autoridades” a los tres
poderes del Estado, inclusive a los provinciales, los municipales, al Ministro Público y al Defensor del Pueblo.
Ahora bien si atendemos a la bifrontalidad de derecho a la información y al acceso a la misma la carga de brindar
información, también en cabeza de los particulares y el límite estará dado por quien puede requerirla.
Esta interpretación permite al Estado contar con los medios necesarios para cumplir acabadamente su cometido
constitucional ya que la información de mayor interés para el ambiente es, generalmente, la que se encuentra en poder
de los particulares.
Una de las herramientas más eficaces propuestas es la imposición legal de evaluaciones del impacto ambiental,
auditorias ambientales y en general declaraciones juradas acerca de la incidencia de la obra o actividad que se trate
sobre el ambiente16.

LEY GENERAL DEL AMBIENTE: Como lo refiriéramos en la Unidad 8 la LGA debe ser utilizada para la
interpretación y aplicación de la legislación específica sobre la materia, la que mantiene su vigencia en tanto no se
oponga a los principios y disposiciones contenidas en aquélla.
En su artículo 2° plasma los Objetivos de la política Ambiental Nacional y entre ellos está el de "organizar e integrar
la información ambiental y asegurar el libre acceso de la población a la misma"
En concordancia con aquel objetivo general, la ley especifica cuál es la importancia que representa para el Estado
contar con dicha información ambiental, determinando que es básica para la toma de decisión en el ámbito privado,
para el ciudadano que aspira a un ambiente digno y que tiene a su cargo la obligación de preservarlo, para las
organizaciones no gubernamentales cuyo objeto principal es la preservación y conservación ambiental y de sus
componentes, y para los investigadores que permanentemente aportan a la generación de dicha información con
distintos fines.
En efecto, como lo hemos referido en la introducción, entre los distintos instrumentos de política y de gestión
ambiental, se contempla expresamente en el inc. 5° del art. 8° "El sistema de diagnóstico e información
ambiental", previsión que se amplía en los arts. 16 al 18 que conforman el capítulo "Información ambiental".
Entonces, la información ambiental se constituye como un elemento imprescindible de toda política y gestión
ambiental, tanto en el orden nacional, provincial como municipal, considerando el ámbito de validez territorial de la
LGA.
A través del art. 16 se impone a todas las personas físicas y jurídicas, públicas y privadas, la obligación (el deber) de
proporcionar la información que esté relacionada con la calidad ambiental y la referida a las actividades que
desarrollan.
Tal como lo sostiene Ricardo Lorenzetti "La cuestión ambiental introduce la categoría de las informaciones privadas
de impacto social, que son todas aquellas que una empresa tiene dentro de su esfera privada, pero que afectan al
ambiente, y por ello se permite el acceso a las mismas” 17
Avanzando un poco más sobre la información ambiental que administra el Estado, el párr. 2° del mismo art. 16,
reconoce el derecho de todo "habitante" a obtener dicha información, en tanto no se encuentre contemplada
legalmente como "reservada".
Remarcamos estos dos conceptos que retomaremos al analizar la Ley de Acceso a la Información Pública Ambiental.
En el artículo 17° se asigna a la autoridad de aplicación nacional, hoy Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible
de la Nación la responsabilidad de:
a. desarrollar un sistema nacional integrado de información que administre los datos significativos y relevantes
del ambiente, y evalúe la información disponible, y
b. proyectar y mantener un sistema de toma de datos sobre los parámetros ambientales básicos, estableciendo los
mecanismos necesarios para la instrumentación efectiva a través del Consejo Federal de Medio Ambiente
(Cofema).
A tales efectos la autoridad nacional ha construido el sitio web https://www.argentina.gob.ar/ambiente
Por su parte el artículo 18° determina que las autoridades serán responsables de informar sobre el estado del ambiente
y los posibles efectos que sobre él puedan provocar las actividades antrópicas actuales y proyectadas. Entendemos que
la responsabilidad legal mencionada, alcanza tanto a las autoridades nacionales, provinciales como a las municipales,
y esa obligación está planteada de manera independiente al eventual requerimiento que puedan realizar los habitantes.
En el ámbito nacional, además de la obligación genérica citada en el párrafo precedente, el Poder Ejecutivo debe, a
través de los organismos competentes, elaborar un informe anual sobre la situación ambiental del país,
específicamente debe contener un análisis y evaluación sobre el estado de la sustentabilidad ambiental en lo ecológico,
económico, social y cultural de todo el país.
El Ejecutivo Nacional por años ha incumplido con la obligación impuesta por el LGA, sin perjuicio de ello a partir del
año 2016 se ha regularizado la presentación de los informes pudiendo encontrarse ellos en el sitio
web https://informe.ambiente.gob.ar/ .
LEY DE ACCESO A LA INFORMACIÓN PÚBLICA AMBIENTAL: ARTICULO 1° — OBJETO. La presente
ley establece los presupuestos mínimos de protección ambiental para garantizar el derecho de acceso a la información
ambiental que se encontrare en poder del Estado, tanto en el ámbito nacional como provincial, municipal y de la
Ciudad de Buenos Aires, como así también de entes autárquicos y empresas prestadoras de servicios públicos, sean
públicas, privadas o mixtas.
ARTICULO 2° — DEFINICIÓN DE INFORMACIÓN AMBIENTAL. Se entiende por información ambiental toda
aquella información en cualquier forma de expresión o soporte relacionada con el ambiente, los recursos naturales o
culturales y el desarrollo sustentable. En particular:
a) El estado del ambiente o alguno de sus componentes naturales o culturales, incluidas sus interacciones recíprocas,
así como las actividades y obras que los afecten o puedan afectarlos significativamente;
b) Las políticas, planes, programas y acciones referidas a la gestión del ambiente.
ARTICULO 3° — ACCESO A LA INFORMACIÓN. El acceso a la información ambiental será libre y gratuito para
toda persona física o jurídica, a excepción de aquellos gastos vinculados con los recursos utilizados para la entrega de
la información solicitada. Para acceder a la información ambiental no será necesario acreditar razones ni interés
determinado. Se deberá presentar formal solicitud ante quien corresponda, debiendo constar en la misma la
información requerida y la identificación del o los solicitantes residentes en el país, salvo acuerdos con países u
organismos internacionales sobre la base de la reciprocidad.
En ningún caso el monto que se establezca para solventar los gastos vinculados con los recursos utilizados para la
entrega de la información solicitada podrá implicar menoscabo alguno al ejercicio del derecho conferido por esta ley.
ARTICULO 4° — SUJETOS OBLIGADOS. Las autoridades competentes de los organismos públicos, y los titulares
de las empresas prestadoras de servicios públicos, sean públicas, privadas o mixtas, están obligados a facilitar la
información ambiental requerida en las condiciones establecidas por la presente ley y su reglamentación.
ARTICULO 5° — PROCEDIMIENTO. Las autoridades competentes nacionales, provinciales y de la Ciudad de
Buenos Aires, concertarán en el ámbito del Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA) los criterios para
establecer los procedimientos de acceso a la información ambiental en cada jurisdicción.
ARTICULO 6° — CENTRALIZACIÓN Y DIFUSIÓN. La autoridad ambiental nacional, a través del área
competente, cooperará para facilitar el acceso a la información ambiental, promoviendo la difusión del material
informativo que se genere en las distintas jurisdicciones.
ARTICULO 7° — DENEGACIÓN DE LA INFORMACIÓN . La información ambiental solicitada podrá ser
denegada únicamente en los siguientes casos:
a) Cuando pudiera afectarse la defensa nacional, la seguridad interior o las relaciones internacionales;
b) Cuando la información solicitada se encuentre sujeta a consideración de autoridades judiciales, en cualquier estado
del proceso, y su divulgación o uso por terceros pueda causar perjuicio al normal desarrollo del procedimiento
judicial;
c) Cuando pudiera afectarse el secreto comercial o industrial, o la propiedad intelectual;
d) Cuando pudiera afectarse la confidencialidad de datos personales;
e) Cuando la información solicitada corresponda a trabajos de investigación científica, mientras éstos no se encuentren
publicados;
f) Cuando no pudiera determinarse el objeto de la solicitud por falta de datos suficientes o imprecisión;
g) Cuando la información solicitada esté clasificada como secreta o confidencial por las leyes vigentes y sus
respectivas reglamentaciones.
La denegación total o parcial del acceso a la información deberá ser fundada y, en caso de autoridad administrativa,
cumplimentar los requisitos de razonabilidad del acto administrativo previstos por las normas de las respectivas
jurisdicciones.
ARTICULO 8° — PLAZOS. La resolución de las solicitudes de información ambiental se llevará a cabo en un plazo
máximo de treinta (30) días hábiles, a partir de la fecha de presentación de la solicitud.
ARTICULO 9° — INFRACCIONES A LA LEY. Se considerarán infracciones a esta ley, la obstrucción, falsedad,
ocultamiento, falta de respuesta en el plazo establecido en el artículo anterior, o la denegatoria injustificada a brindar
la información solicitada, y todo acto u omisión que, sin causa justificada, afecte el regular ejercicio del derecho que
esta ley establece. En dichos supuestos quedará habilitada una vía judicial directa, de carácter sumarísima ante los
tribunales competentes.
Todo funcionario y empleado público cuya conducta se encuadre en las prescripciones de este artículo, será pasible de
las sanciones previstas en la Ley N° 25.164 o de aquellas que establezca cada jurisdicción, sin perjuicio de las
responsabilidades civiles y penales que pudieren corresponder.
Las empresas de servicios públicos que no cumplan con las obligaciones exigidas en la presente ley, serán pasibles de
las sanciones previstas en las normas o contratos que regulan la concesión del servicio público correspondiente, sin
perjuicio de las responsabilidades civiles y penales que pudieren corresponder.

La ley de acceso a la información publica tiene ciertas particularidades: todas las leyes de acceso a la información
pública tienen lógicas comunes. Esta ley es una ley de presupuestos mínimos (tiene un alcance en todo el país, y las
legislaciones provinciales no pueden ponerse por encima de ella).
Los sujetos obligados a producir esta información son: 1) El estado (nacional, provincial y municipal); 2) Los entes
autárquicos; y 3) Las empresas prestadoras de servicios públicos en cuanto son financiadas por el estado. La actual ley
de información pública en general, establece esta obligatoriedad de brindar información a todo aquel que recibiera
subsidio por parte del estado para realizar su actividad.
¿Qué rol tiene el estado?  Proyección de un sistema de colección de datos, centralización, sistematización y
facilitación del acceso oportuno. La calidad de la información brindada por el estado debe ser clara, organizada, veraz,
objetiva, contínua y fluida, completa, fiable, de fácil acceso y tempestiva.
¿Qué entendemos por información ambiental?  se entiende por información ambiental toda aquella información en
cualquier forma de expresión o soporte relacionada con el ambiente, los recursos naturales o culturales y el desarrollo
sustentable. – Ley de acceso a la información pública ambiental argentina.
Convención de Aarhus 1998: "toda información disponible en forma escrita, visual, oral o electrónica o en cualquier
otra forma material y que se refiera a:
a) El estado de los elementos del medio ambiente tales como el aire, la atmósfera, el agua, el suelo, las tierras, el
paisaje y los sitios naturales, la diversidad biológica y sus componentes, incluidos los organismos modificados
genéticamente, y la interacción entre estos elementos;
b) Factores tales como las sustancias, la energía, el ruido y las radiaciones y las actividades o medidas, en particular
las medidas administrativas, los acuerdos relativos al medio ambiente, las políticas, leyes, planes y programas...
c) El estado de salud del hombre, su seguridad y sus condiciones de vida, así como el estado de los sitios culturales y
de las construcciones en la medida en que sean o puedan ser alteradas por el estado de los elementos del medio
ambiente..."
Cuando hablamos de proveer información estamos hablando en el concepto más amplio de acceso a la información,
debe darse toda la información que se tenga cuando ésta es solicitada.
- Caracteres del acceso: 1) Libre y gratuito (salvo los gastos)  cualquier persona puede solicitar información; 2) Sin
invocación de causa  porque la única causa es el simple interés de solicitar información; 3) La solicitud deberá ser
por escrito y suscripta por un residente. Sin embardo, en este tercer aspecto, la ley general del ambiente es más amplia
y establece que puede solicitarlo cualquier habitante, sea o no residente; por lo cual, es aplicable la ley general del
ambiente.
- Causales de denegación de la información: El principio es que todos tenemos acceso a la información, salvo estas
excepciones:
1) cuestiones de seguridad y defensa judicial.
2) cuando la información se encuentra bajo proceso judicial.
3) cuando la información es de propiedad industrial e intelectual.
4) cuando la información se encuentra en casos de confidencialidad de datos personales.
5) en casos de que la información sea parte de una investigación científica aun no publicada.
6) aquella información designada como clasificada o secreta por otras leyes.
7) cuando la solicitud es imprecisa.
- Infracciones a la ley: 1) Obstruccion, 2) Falsedad, 3) Ocultamiento, 4) Falta de respuesta oportuna, 5) Denegatoria
injustificada. En casos de infracción habrá responsabilidad tanto penal como administrativa.
Sin lugar a dudas el acceso a la información ambiental es motivo de tensiones. Para dar cuenta de las mismas
analizaremos el fallo de la Corte Superema de Justicia de la Nación en el caso GIUSTINIANI c/ YPF18 en el cuál
podremos analizar, el alcance del derecho al acceso a la información pública ambiental, la aplicación de las
excepciones y la titularidad de la información. A tales efectos acompañamos adjunta la guia para analizar el caso.
ACUERDO DE ESCAZÚ: En Escazú, Costa Rica, el 4 de marzo de 2018, se suscribe el Acuerdo Regional el cual
tiene por objetivo “garantizar la implementación plena y efectiva en América Latina y el Caribe de los derechos de
acceso a la información ambiental, participación pública en los procesos de toma de decisiones ambientales y acceso
a la justicia en asuntos ambientales, así como la creación y el fortalecimiento de las capacidades y la cooperación,
contribuyendo a la protección del derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un
medio ambiente sano y al desarrollo sostenible.” (art. 1°)
Este acuerdo, de suma importancia para hacer efectiva la triada de los accesos en la región, como lo refiriéramos
precedentemente, tiene su antecedente en la Convención de Aarhus de la cuál toma mucha de sus disposiciones y
mecanismos.
En su texto se reglamenta las condiciones mínimas que los estados deberán garantizar en cuanto a:
a. el acceso a la información ambiental, las causales de denegación, las condiciones para su entrega, la
generación y divulgación de información ambiental
b. la participación pública en los procesos de toma de decisiones ambientales
c. Acceso a la justicia en asuntos ambientales
Establece mecanismos de revisión independientes con el objeto de promover la transparencia en el acceso a la
información ambiental, fiscalizar el cumplimiento de las normas, así como vigilar, evaluar y garantizar el derecho de
acceso a la información.
Regula de manera novedosa la situación de los Defensores de los derechos humanos en asuntos ambientales, con ello
pretende no sólo proteger a aquellos que arriesgan hasta su propia vida para defender causas ambientales, sino generar
las condiciones básicas para el ejercicio eficaz de los derechos consagrados..
Más de una vez hemos repetido el axioma “no hay derecho sin acción”. Escazú va más allá y, con él, podemos decir
que “no hay acción sin actores” pues, al regular la figura del “Defensor Ambiental”,
Por otra parte suma como elemento diferenciador el reconocimiento de la diversidad cultural, a través de la
incorporación de dispositivos que tengan en cuenta a las poblaciones con mayor grado de vulnerabilidad, en especial
los pueblos originarios.
A su vez entre sus principios incorpora en forma expresa “el principio de no regresión”.
Otra particularidad de este instrumento del Derecho Internacional Ambiental fue su mecanismo de negociación el que
estuvo abierta a la participación del público ya sea en forma presencial o a distancia. Esta participación no sólo estuvo
en cabeza de sectores organizados, como la red Iniciativa de Acceso, sino que también involucró la participación del
público en general, a través de representantes designados en forma directa por votación electrónica.
Estos, además de asistir a las discusiones entre los países, podían hacer propuestas concretas para el texto del acuerdo,
siempre y cuando al menos un país estuviera de acuerdo en que se discutiera la propuesta.
En virtud del Plan de Acción de Guadalajara (México) 19, en el que los países signatarios de la Declaración sobre la
Aplicación del Principio 10 en América Latina y el Caribe acordaron establecer un Mecanismo Público Regional en el
que los interesados pudieran inscribirse completando un formulario breve y que estaría disponible en el sitio Web de
la CEPAL https://www.cepal.org/es/acuerdodeescazu/mecanismo-publico-regional. Este Mecanismo persigue
mantener informado a los interesados del Acuerdo de Escazú y permitir su vinculación, coordinar la participación del
público en las reuniones internacionales y contribuir a la transparencia.
Tal como lo señalan Damien Barchiche, Elisabeth y Andrés Napoli “La experiencia de Escazú también subraya la
importancia y el valor añadido de una participación pública efectiva en las negociaciones. Esta participación,
apoyada por expertos regionales e internacionales, permitió a los actores del proceso de negociación alcanzar una
visión compartida de los temas y mantener un alto nivel de ambición a lo largo de las discusiones” 20

GUÍA DE ESTUDIO  UNIDAD  9


 ¿Cuáles son los instrumentos de gestión ambiental que reconoce la LGA?
 ¿Que diferencias y que similitudes tienen la educación y la información Ambiental?
 ¿Cuáles son las características de la Educación Ambiental
 ¿Cómo ha sido su conceptualización en el contexto internacional?
 ¿Existe una Ley de presupuestos mínimos de educación ambiental? ¿Cómo ha sido su incorporación en el resto
de las normas de presupuestos mínimos ambientales de nuestro país?
 ¿La educación ambiental es un derecho y/o un instrumento de política ambiental? ¿Podría mencionar algunos
ejemplos?
 ¿Qué diferencia hay entre Derecho a la Información y derecho al Acceso a la Información?
 ¿Que responsabilidad asume el estado en la Constitución Nacional en materia de Información y de Educación
Ambiental?
 ¿Que obligaciones impone la LGA al estado en materia de información?
 ¿Quienes son los sujetos obligados a informar según la LAIPA?
 ¿Cuáles son los requisitos para poder acceder a la Información Ambiental en la Argentina?
 ¿En que casos se puede negar el acceso a la información?
 ¿Que trata el Acuerdo de Escazú y cuales son sus principales características?

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