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RESEÑA

Rosana Guber es una Lic. en Ciencias Antropológicas (Universidad de Buenos Aires).


Magister en Ciencias Sociales (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales -
Argentina)
y Magister en Antropología (Johns Hopkins University (EE.UU.)). Ph.D. en Antropología
(Johns Hopkins University). Sus temas de investigación son los métodos etnográficos, la
historia de la antropología en Argentina y las memorias sobre el conflicto de 1982
entre Argentina y Gran Bretaña por las islas Malvinas. Entre sus obras más destacadas
se encuentran El salvaje metropolitano (1991) La etnografía (2001) y De chicos a
veteranos (2004). (AVERIGUAR UN POCO MÁS PARA LA EXPOSICIÓN)
En este libro Rosana Guber reflexiona sobre la etnografía y las complejidades que la
conforman dadas sus características particulares en tanto enfoque, método y texto. El
objetivo de reflexionar sobre la etnografía es considerar su importancia en un mundo
globalizado en el que las diversidades culturales son “prescindibles”, en el que la
etnografía puede y debe contribuir a la comprensión de la diferencia y la diversidad
como características humanas, dada su particularidad para:
- Como enfoque: acercarse a los fenómenos sociales desde la perspectiva d sus
miembros e interpretarla a la luz de las teorías.
- Como método: privilegiar los conocimientos de los nativos, ser abierto y
condensar dentro de sí múltiples técnicas como la encuesta, las entrevistas, la
observación participante, etc; y llevar al investigador a abandonar certezas y
abrirlo a posibilidades otras de conocimiento.
- Como texto: ser el resultado del trabajo de campo realizado (el método), el cual
no es unilateral y se teje a través de relaciones interpersonales.
Desde esta triple dimensión para Guber: “La etnografía como enfoque no pretende
reproducirse según paradigmas establecidos, sino vincular teoría e investigaci6n y
favorecer así nuevos descubrimientos.”
- En el capítulo uno: UNA BREVE HISTORIA DEL TRABAJO DE CAMPO: Guber
sitúa en el contexto de la expansión imperial europea y la invención de la
imprenta el momento en el que se expandieron noticias de otros modos de
vida radicalmente distintos a los del gran occidente, el nacimiento de un interés
exótico en éstos que persiste en los siglos y da paso para que en el siglo XIX se
lleven a cabo los primeros trabajos académicos entre estos grupos,
caracterizados por la dualidad entre el recolector de la información y el analista
experto. En este contexto aparecen Fran Boaz y Bronislaw Malinowski quienes
coincidieron en unir la figura del recolector y el analista, por lo que el trabajo
de campo comienza a estar mediado por el “estar allí”. Así mismo guber
evidencia la dicotomía que existía entre la antropología de lo exótico, lo lejano,
y sociología de las sociedades modernas con poblaciones de estratos
económicos bajos, los pobres y los campesinos, para finalmente llegar a la
antropología de la cultura misma del antropólogo y la puesta en cuestión de la
figura del investigador mismo, como miembro de una sociedad y portador de
un sentido común, de prácticas y nociones socioculturales.
- En el capítulo dos: EL TRABAJO DE CAMPO: UN MARCO REFLEXIVO PARA LA
INTERPRETACIÓN DE TÉCNICAS: en este capítulo la autora
aborda la importancia de la reflexividad en el trabajo de campo, en tanto la
conciencia que el investigador tiene de su propia carga cultural y sus propios
sentidos comunes como sujeto perteneciente a una cultura especifica. Para
esto Guber trae a colación a Bourdieu y la supuesta “autonomía” del sujeto
investigador que no lo deja ver su propio “epistocentrismo” y las cegueras que
este contiene. Para la autora existen tres reflexividades que se despliegan o
conforman la etnografía: la reflexividad del investigador en tanto sujeto, la
reflexividad del investigador en tanto académico y científico, y la reflexividad
de la comunidad a la que estudia. Esto es importante porque las reflexividades
no siempre se dan de la misma forma ni en el mismo grado, sino que varían
acorde a los términos en los que va aconteciendo la relación y esto influye en la
interpretación que el investigador haga de las situaciones.

En el capítulo tres: LA OBSERVACIÓN PARTICIPANTE: la autora aborda el conflicto


entre quienes sostienen que durante el trabajo de campo se debe observar
sistemáticamente y participar solo en ocasiones necesarias y escasas (observas vs
participar), y los que sostienen que la participación ha de ser constante en tanto que se
conoce mejor experimentando (participar vs observar). Y evidencia la complejidad del
asunto al hacer notar que nunca habrá observación total ni participación completa, y
lo que sí debe existir es una articulación entre ambas, en la medida que las formas que
tomen y los grados en los que se den, estén sujetos a las situaciones que se vayan
dando en el campo. Es aquí donde aparece la observaci6n participante que consiste
principalmente en dos actividades: observar sistemática y controladamente todo lo que
acontece en torno del investigador, y participar en una o varias de las actividades de Ia
población. Siendo esta técnica particular dado su grado de no sistematicidad y la apertura
que permite.

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