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CARRERA: Licenciatura en Educación.

Modalidad a Distancia
ASIGNATURA: Psicología de los Procesos Grupales
MATERIAL DE CÁTEDRA

Estructura y dinámica de los grupos: roles, funciones y


liderazgo, comunicación y problematización.

Lic. Cristián Dougaluk – Prof. María Inés Monzón (2021)

El presente texto se realiza como material de cátedra de Psicología de los Procesos


Grupales, y su intencionalidad está focalizada en describir las características estructurales y
dinámicas de los grupos. Sumado a ello pretende describir los procesos de
problematizaciones que se dan en ellos. Reúne diferentes aportes teóricos principalmente
desde la perspectiva sistémica, caracterizando algunos componentes propios del
funcionamiento grupal, su comunicación y sus procesos de problematización y cambios.
En tal sentido, el recorrido conceptual destaca en forma progresiva elementos y
componentes propios de cada instancia, entendiendo al grupo como un sistema en el cual
operan pautas de interacción.
Abordar la totalidad de un sistema humano puede convertirse en una tarea compleja,
por lo cual se plantean tres ejes temáticos para observar y analizar de manera más
ordenada las variables que lo componen: la conceptualización de los componentes de la
estructura de un grupo, los aportes del análisis de la comunicación como principal foco de
abordaje en lo que refiere a su dinámica, y la problematización en vinculación con los
procesos de cambios.

Aspectos estructurales del grupo.


Desde una perspectiva sistémica, Serebrinsky (2009) plantea que los grupos
representan una forma de sistema abierto, que a través del tiempo elaboran pautas
de interacción que constituyen su estructura. De este modo se va definiendo la
gama de conductas que favorecen dicha interacción. Es necesario que las pautas se
concilien con el paso del tiempo, para que se establezca dicha estructura,
considerando que cada grupo se encuentra en un constante proceso de
transformación dentro de un sistema sociocultural más amplio. De esta forma
evoluciona por medio de diferentes etapas que implican cierta reestructuración,
adaptándose a situaciones cambiantes.
De acuerdo a las puntualizaciones realizadas por Serebrinsky y Rodríguez (2015),
para la realización del diagnóstico de un grupo se tendrá en cuenta la observación del
mismo, desde una mirada recursiva y multicausal, lo cual posibilita realizar diferentes
hipótesis a partir del análisis de su organización y estructura, considerando las interacciones
de las personas que lo componen y a su vez las interacciones con el contexto en un
determinado momento.
La estructura de un grupo surge de la interacción y las demandas de unos para con
otros de los integrantes que lo conforman, y está compuesta por ciertas variables
estructurales que describen su organización e interactúan entre sí, en un momento en
particular. Son propiedades del sistema que lo controlan y que, recursivamente, son
determinadas por éste. Las mismas, complementando los aportes de los autores ya
mencionados junto con los de Minuchín (1999), se describen a continuación:
- La frontera, establece la diferencia entre los miembros del grupo y el contexto en el
cual está inmerso, por medio de la cantidad y cualidad de la información que se intercambia,
siendo un sofisticado filtro de dicha información, seleccionándola y modulándola. En este
sentido, de acuerdo a las características particulares en cada grupo, la frontera puede
adoptar diferentes formas, presentándose de manera rígida, flexible o difusa. La frontera
rígida, implica una gran restricción tanto del ingreso como del egreso de la información entre
el grupo y el contexto, siendo selecto y escaso, tanto en los aspectos cuantitativos como
cualitativos. La frontera difusa, permite casi de manera indiscriminada el ingreso y egreso
de información en el intercambio sistema-contexto, perdiéndose el límite entre lo propio y lo
ajeno, casi sin poder seleccionar cualitativamente la información que circula, que además es
cuantitativamente considerable. Estos sistemas, casi no poseen filtros para tomar la
información del contexto, como tampoco para revelar la propia. La frontera flexible es
aquella que permite el ingreso y egreso moderado cuantitativamente de la información y
acepta rangos variables en sus aspectos cualitativos. Funciona seleccionando la
información en ambos aspectos, sin permitir que se excedan ciertos niveles de tolerancia de
ese sistema en particular, en diferentes momentos, también particulares; propiciando cierto
equilibrio en su funcionamiento y orden, posibilitando movimientos y cambios.
- Dentro de cada grupo se encuentran subsistemas que interactúan entre sí y
comparten características particulares, conformados por elementos que se agrupan y se
separan del resto, dentro del mismo sistema. Los límites de los subsistemas, son los que
definen dichas separaciones y se constituyen a partir de las reglas que determinan quiénes
participan y cómo. Además, se establecen por la información que comparten o no los
integrantes del grupo. Existen diferentes tipos de límites subsistémicos de acuerdo a sus
características, clasificándose también como rígidos, flexibles o difusos. El límite rígido
admite un escaso flujo de información entre los subsistemas, seleccionando en cantidad y
en calidad la información que circula y se comparte en el grupo. El límite difuso implica casi
la ausencia de filtros para la información que se comparte entre los integrantes del grupo,
con dificultades en la clasificación cualitativa de dicha información, sumado a una excesiva
cantidad. El límite flexible permite una separación adecuada de los subsistemas, habilitando
o limitando el flujo de información de acuerdo a sus cualidades y a la cantidad de la misma,
en diferentes momentos del grupo. Hay reglas que delimitan la información que se comparte
y la que no, permitiendo un intercambio adecuado, pudiendo compartirla como reservarla en
lo privado, de acuerdo a las necesidades de ese grupo en particular.
- La distancia, es el espacio de separación entre los integrantes de un grupo,
pudiendo posibilitar o dificultar el acercamiento mutuo, y está asociado al sentimiento de
pertenencia, configurándose en términos de dependencia, independencia o autonomía. La
dependencia, implica una cercanía extrema que genera la pérdida de la autonomía de los
integrantes del grupo, compartiendo un extremo interés e implicancia entre sus miembros.
En este sentido, la distancia acortada es la que implica factores dependientes marcados
entre sus miembros. La independencia, implica una lejanía extrema, cada miembro del
grupo privilegia sus intereses individuales por sobre los compartidos, incluso la implicancia o
el interés por ser parte del grupo va desapareciendo progresivamente. Es la distancia
alargada la que pone de relieve factores independientes entre los miembros del grupo. La
autonomía, implica una distancia media entre ambos extremos mencionados anteriormente,
un relativo equilibrio que permite tanto el desarrollo individual de cada miembro, como así
también del grupo en su totalidad. La distancia media es la que caracteriza a los miembros
de los grupos en donde la autonomía les permite un equilibrio flexible, posicionándose en
instancias más funcionales. Planteando estos tres aspectos en un continuo, y asociándolos
al concepto de sentimiento de pertenencia, los miembros de un grupo pueden presentar
una pertenencia extrema, pasando por diferentes niveles medios hasta una pertenencia
escasa, en concordancia con la dependencia, la autonomía y la independencia,
respectivamente.
- Los roles dentro de un sistema designan los lugares ocupados por los diferentes
miembros que lo componen, y las funciones, implican las acciones esperadas, demandadas
y asumidas a dichos roles; éstos, organizan las conductas en función de las interacciones.
Los roles son establecidos por los integrantes del grupo quienes determinan las funciones
que se deberán cumplir por medio de acuerdos explícitos e implícitos, atravesados incluso
por la impronta cultural y el contexto en el cual se encuentra inserto ese grupo. Los roles
responden a rótulos que se definen por medio de las funciones esperadas por el resto de
los otros miembros, pudiendo un miembro ocupar varios roles al mismo tiempo e incluso
compartirlo con otros miembros. Cada grupo en particular será el responsable de construir
los roles otorgados y asumidos, sin ser algo preestablecido de manera lineal. Los roles
tienen como principal función la de organizar las conductas de cada uno respecto a los
demás integrantes del grupo, el resto de las funciones que se asignan a cada rol son
determinadas por las interacciones de los miembros. Las funciones pueden ser demandas,
pedidos u obligaciones y al estar establecidas por los integrantes del grupo, no sólo reflejan
las particularidades del mismo, sino que además, permiten visualizar las características del
contexto en donde está inmerso.
- Las jerarquías, implican una escala de autoridad dentro del grupo, establecidas por
las reglas que lo gobiernan y lo controlan, generando relaciones complementarias y
simétricas en la toma de decisiones. Su función es establecer una cadena de mando para la
implementación de las reglas grupales, y poseen aspectos tanto cuantitativos como
cualitativos. Los aspectos cualitativos hacen referencia al modo en que se ejerce la
autoridad en un grupo, es decir, cómo se imponen las reglas. Y los aspectos cuantitativos,
aluden al nivel en la escala jerárquica de cada miembro del grupo. Para realizar una
evaluación de esta variable, no sólo se considera quien es el miembro del grupo que pone
las reglas, sino también, cómo reaccionan el resto de los integrantes a ellas, observando las
posiciones que adoptan, junto con la funcionalidad y efectividad en los lugares en los que se
posicionan cada uno de ellos. Para considerar el grado de jerarquía de cada integrante del
grupo se focaliza la observación en identificar quién imparte las reglas, siendo el de mayor
jerarquía aquel miembro que domina las conductas de los demás, estableciendo reglas que
guían sus acciones. Dichas reglas pueden ser más o menos funcionales para cada grupo en
particular, en un momento dado, y no necesariamente responden de manera lineal a los
roles que ocupa cada uno. Las posicione jerárquicas pueden ser compartidas y no sólo ser
ocupadas por un miembro del grupo en la posición superior, en estos casos de relaciones
simétricas, las decisiones deberán ser compartidas e implican diferentes niveles de
acuerdos implícitos y explícitos para mantener la funcionalidad del grupo. Todas las
posiciones son dinámicas, por lo cual todos los integrantes pueden ocupar en diferentes
momentos y frente a diferentes reglas, distintas posiciones. Las reglas pueden ser
respetadas y cumplidas, en cuyo caso quien las implementa encuentra que el resto de los
integrantes rigen sus conductas a partir de ellas, generándose así una relación de
complementariedad. Las reglas también pueden ser quebrantadas o incumplidas, en cuyo
caso quién intenta ocupar un rol jerárquico no lo consigue, generalmente son los casos de
mayor disfuncionalidad en el grupo.
- Todo grupo se encuentra inmerso en un contexto, en donde comparte relaciones
con otros grupos. En esa interacción se compartirá información significativa que podrá
provocar cambios internos en la organización más o menos significativos, dependiendo de
que dicha información sea entrópica o negentrópica. Esta última, es aquella que no tiene la
suficiente fuerza ni calidad suficiente para generar cambios significativos en la organización
del grupo. Mantiene así la homeostasis del mismo, respondiendo a la lógica del Cambio
Tipo 1. La información entrópica, al ingresar al grupo, presenta cualidades diferentes a las
que ya existe y/o un caudal elevado en términos cuantitativos. Produce cambios
significativos en la estructura del mismo, rompiendo el equilibrio preexistente, generando
movimientos entrópicos. Es decir, desestabiliza la homeostasis, respondiendo a las
características del Cambio Tipo 2.
- El momento vital sistémico, hace referencia a la situación vital del grupo asociado a
su propio desarrollo como tal, en diferentes aspectos tanto sociales, psicológicos,
biológicos, o asociados a situaciones particulares del acontecer cotidiano que impactan de
manera significativa. El ciclo vital implica sucesivas etapas caracterizadas por situaciones
similares o esperables en todos los grupos que se desarrollan en un ámbito social particular,
vinculándose con el desarrollo y los cambios vitales de sus integrantes. Por otro lado, los
hechos o eventos significativos implican situaciones que son connotadas de manera
significativa por un grupo, adquiriendo una relevancia tal que producen movimientos
entrópicos, generando cambios en diferentes niveles. Pueden ser significados por los
integrantes de manera positiva si resultan placenteros, de manera negativa si producen
displacer, o pueden generar una mezcla de ambos. Cada grupo determinará para sí cuándo
un evento es significativo o no, pudiendo el mismo hecho generar significativas
repercusiones en una e insignificantes en otras. Es por ello que resulta fundamental conocer
qué construcción realiza de la realidad un grupo en particular, para establecer con relativa
seguridad si para sus miembros se trata de un evento significativo o no.
Por último, existen dentro de la estructura del grupo algunas variables secundarias,
cuya presencia no es esencial para su organización, por lo tanto adquieren el carácter de
aleatorias, ellas son:
- Las alianzas, en lo referente a la unión de dos o más miembros del grupo con un fin
común, siendo este privativo de quienes se alianzan, sin compartirlo con los miembros
restantes. Cuando se presentan, pueden hacerlo de forma implícita o manifiesta, por medio
de la comunicación verbal como la no verbal, adoptando cualidades más flexibles o más
rígidas, de acuerdo a cada caso en particular.
- Las coaliciones, implican la unión de dos o más miembros del grupo, con un fin
común que persigue el objetivo particular de colisionar en contra de otro u otros miembros
del grupo excluidos de dicha alianza. En este caso también cuando se presentan, pueden
hacerlo de forma implícita o manifiesta, por medio de la comunicación verbal como la no
verbal, adoptando cualidades más flexibles o más rígidas, de acuerdo a cada caso en
particular.
Considerando estos aspectos, sumado a los desarrollos teóricos propuestos por
Pichón Riviére (1982) se pueden describir cuatro roles dentro de la estructura grupal: el de
portavoz, el del líder, el del chivo emisario y el de saboteador. No están determinados por la
estructura misma, sino que la estructura grupal los va poniendo en determinados
integrantes, a veces uno es el portavoz, y otro es líder, otro chivo o no hay chivo.

- El portavoz se define como el vehículo de una cualidad nueva, es el emergente grupal,


aquel que enuncia, expresa lo que esta ahí, rondando al grupo (del acontecer grupal),
pero que el resto de los integrantes no está en posibilidad de nombrar. Lo transmite
como propio sin saber que tiene significación grupal, lo afecta a él más que a otros. En
ese integrante ocurre una conjunción de la verticalidad y de la horizontalidad. La
verticalidad se refiere al integrante, a su historia personal, a sus deseos, a su historia
vivida, lo horizontal es aquello que tiene que ver con el grupo, con el proceso grupal, con
la historia del grupo. En el portavoz se conjugan estos dos elementos y es entonces
capaz de develar cierta latencia grupal. En diferentes situaciones grupales pueden
aparecer distintos portavoces.
- El rol del chivo emisario es aquel al cual se le depositan todos los aspectos
desfavorables, de tensión o conflictivos en un proceso grupal, aparece después de un
proceso de separación. Personaje cargado de culpas ajenas. El chivo es el depositario
de ciertos aspectos atemorizantes o negativos que la tarea ofrece al grupo. Es
habitualmente segregado del grupo, se lo hace cargo de cosas que a los demás les dan
miedo o que piensan que son cosas malas de sí mismos y que depositándolas sobre
uno, se las va a llevar cuando se vaya. Cuando se va un chivo emisario de un grupo no
se lleva todo lo malo, generando en el grupo un sentimiento de culpa frente al chivo.
- El rol del saboteador es aquel que se hace cargo de la resistencia al cambio, de la
angustia por lo nuevo. Juega este rol indispensable: ser el depositario de la resistencia al
cambio. Sin alguien que se haga cargo del temor a lo desconocido, no se puede vivir el
hecho de estar cambiando. No hay cambio sin resistencia. En otras palabras, asume el
liderazgo de la resistencia al cambio. Se encarga de sabotear toda propuesta de
modificación de la realidad grupal.
- El rol de líder es aquel que se hace cargo de los aspectos favorables del grupo, tiene
seguidores, mientras al chivo se le segrega para colocar en él todo lo malo, al líder se le
funda en todo lo bueno. Entre el chivo emisario y el líder se establece un par
contradictorio (los extremos de lo bueno y lo malo). Respecto al líder, Pichón Rivière
toma la conceptualización de Lewin y habla de cuatro tipos de líder: autocrático,
democrático, laissez-faire y demagógico.

 El líder autocrático asume directividad, rigidez, favoreciendo la estereotipia y


confundiéndose con el grupo, representando un obstáculo a la tarea. Esta actitud es
un obstáculo para la movilidad de los roles en la conformación de un grupo, no
permite la ruptura de estereotipias, lo cual es el objetivo de un grupo operativo.
 El líder democrático es el líder ideal, aquel que facilita la tarea en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, agiliza la participación grupal y el abordaje del objetivo y la
tarea del grupo.
 El líder laissez-faire, es decir, el “que deja hacer” se caracteriza por su actitud de
delegar al grupo el proceso grupal, es el pasivo y desinteresado.
 El rol del líder demagógico es el que aparenta ser democrático pero realmente es
autocrático. Es el impostor.

Las características de un líder son las de definir una dirección, proteger las ideas y crear
principios, es decir, los objetivos. Es el encargado de generar un grupo de trabajo y
conducirlo con eficacia. Debe aprender a manejar las herramientas necesarias de
conducción de los grupos, atendiendo a su objetivo. El grupo, una vez formado y
funcionando, se consolida a partir de su líder. Los objetivos le dan verdadero sentido a
su existencia y el estar dirigido por alguien con carisma permite un nivel de autoestima.
La acción de liderar implica competencias en el ámbito de la creatividad, de la
construcción de interpretaciones que generen nuevas oportunidades para el entorno. En
el ámbito del lenguaje, de la comunicación de visiones y narrativas que movilizan a otros.
En el ámbito emocional, de las disposiciones para escuchar, comprometerse y actuar en
pos de una visión. Y en el ámbito corporal, del desarrollo de presencia, empatía,
proximidad.

Aspectos dinámicos del grupo.


Retomando las puntualizaciones realizadas por Serebrinsky y Rodríguez (2015),
implica la manera en que los integrantes del grupo se relacionan, lo cual estará determinado
por la forma en la que se comunican. Cabe destacar que los autores presentan una
articulación siguiendo los postulados de Bateson (1948) y Watzlawick, Beavin Bavelas y
Don Jackson (1967), en lo referente a los desarrollos comunicacionales.
En tal sentido es propicio destacar que la comunicación es un proceso circular en el
que se realiza un intercambio recursivo de mensajes en un contexto determinado,
compuestos éstos por elementos o señales interrelacionadas, pudiendo manifestarse en
modalidad verbal, como no verbal. La comunicación tiene dos aspectos que configuran sus
funciones. Por un lado el informativo, ya que el mensaje brinda información respecto de
emociones, actitudes u objetos. Y por el otro el pragmático, haciendo referencia al efecto
que causa el mensaje en el receptor. Se distinguen así dos aspectos de observación
relevantes, la comunicación emitida y el efecto de la comunicación recibida. Todo acto de
comunicación implica una dinámica particular como el resultado de un todo recursivo en la
interacción de diferentes elementos.
De acuerdo a los aportes de Bateson (1948) y Watzlawick, Beavin Bavelas y Don
Jackson (1967), los efectos de la comunicación en la conducta, se estudian a través de
cinco principios básicos, los Axiomas de la Comunicación. Estos principios ordenan dicho
fenómeno y se encuentran siempre presentes, caracterizándolo como un proceso circular
de intercambio de mensajes en contextos determinados. Ellos son:
- Es imposible no comunicar: no hay nada que sea lo contrario de conducta, no
existe la no conducta, por tanto es imposible no comportarse. Si se acepta que toda
conducta en una situación de interacción adquiere el valor de mensaje, puede decirse que
es imposible no comunicarse.
- Niveles de contenido y de relación de la comunicación: una comunicación no solo
transmite información, además impone conductas, operaciones conocidas como aspectos
referenciales y conativos respectivamente. El aspecto referencial alude a la información y al
contenido del mensaje, el aspecto conativo refiere a cómo debe entenderse. Son niveles
lógicos diferentes, el último clasifica al primero.
- Puntuación de la secuencia de hechos: es necesario tomar en cuenta a todos los
comunicantes, ya que toda conducta es causada por y es causa de la conducta de los
demás. La puntuación que realice cada interlocutor respecto de las atribuciones causales,
es una operación arbitraria, una forma de organizar los hechos, que no siempre es
compartida por el otro.
- Comunicación digital y analógica: se entiende por comunicación digital a toda
expresión verbal, particularmente el uso de la palabra para enunciar las cosas. Incluye
analogías y uso de metáforas, considerando que la palabra es utilizada para nombrar algo.
Entre el nombre y la cosa nombrada existe una relación establecida de manera arbitraria, de
acuerdo a las reglas del lenguaje. En la comunicación analógica, se hace referencia a la
cosa en sí, por medio de expresiones que se asemejan o son similares a la cosa misma.
Incluye la comunicación no verbal, movimientos, posturas, gestos, expresiones faciales,
inflexión de la voz, secuencia, ritmo y cadencia de las palabras.
- Interacción simétrica y complementaria: las relaciones existentes en toda
comunicación, se pueden dar en dos modalidades, una basada en la igualdad y otra en la
diferencia. Una relación es complementaria cuando las dos personas se encuentran en
condiciones de desigualdad, uno parece estar en una posición dominante dando comienzo
a la acción y la otra parte parece seguir esa acción, ambos se complementan. En las
relaciones simétricas, las personas se conducen como si estuvieran en una relación de
igualdad o de diferencia mínima, en función de su comportamiento en un intercambio
comunicacional dado.
Retomando ahora los desarrollos de Serebrinsky y Rodríguez (2015), se pueden
describir sobre la base de los axiomas algunos fenómenos que acontecen en la
comunicación:
- La modalidad de comunicación implica observar los modos y actitudes que
presentan los integrantes de un grupo al comunicarse, poniendo el foco en los aspectos
cualitativos predominantes en la observación. Esos modos y actitudes tienen un gran valor
pragmático para entender el impacto que tienen para un grupo en particular y así
comprender su dinámica. El observador intentará identificar cuáles son las más
predominantes en esas interacciones, pudiendo coexistir varias de ellas al mismo tiempo,
en diferentes situaciones y contextos. Las más frecuentes o características pueden ser las
siguientes: halagos, insultos, reproches, agresión, sumisión, ironía, mentira, queja,
culpabilizar al otro, asertividad, entre otras.
- En las diferentes interacciones comunicacionales entre los miembros del grupo se
aprecian dos tipos de respuesta a los mensajes emitidos por cada interlocutor, la primera la
respuesta de desconfirmación y la segunda la respuesta de confirmación, la cual a su vez
puede presentarse en forma de descalificación o aprobación. Todo acto comunicativo
comprende un entramado complejo en cual se ponen en juego interacciones recursivas
entre sus participantes, y en este sentido, siguiendo los postulados de los autores
mencionados, se reconocen diferentes tipos de respuestas a la comunicación. En el juego
relacional de los interlocutores, quien emite un mensaje posee una intencionalidad al
hacerlo, y quien lo recibe lo interpreta, dando una respuesta al mismo, ya sea de
confirmación o de desconfirmación. La respuesta de confirmación implica transmitirle un
mensaje al otro interlocutor en el cual se confirma su existencia, su presencia, su self. El
confirmar al otro es aceptarlo, lo cual no implica directamente aprobarlo, y es allí que se
presentan dos diferenciaciones dentro de este punto: la descalificación y la aprobación. La
primera expresa un desacuerdo, menospreciando al otro en algún aspecto de su persona,
transmitiendo cierta insatisfacción respecto de lo que se comunica, es decir, un rechazo. En
cambio la segunda, expresa acuerdo con aspectos de la persona con quien se interactúa y
conformidad con el contenido de la comunicación, es decir, una aceptación. La respuesta de
desconfirmación implica transmitirle al otro un único mensaje, con la intencionalidad de
desconfirmar su self: “no existís para mí”. Se expresa fundamentalmente por medio del
lenguaje no verbal, y el gesto más relevante es no dirigir la mirada al otro.
- En todo proceso interaccional se distinguen dos modalidades de comunicación, la
verbal y la no verbal. El nivel verbal es la parte del mensaje que transmite contenidos y se
representa por la palabra como unidad mínima. El nivel no verbal corresponde a diferentes
signos que transmiten uno o varios mensajes que reflejan emociones y actitudes de la
persona, expresados por medio de diferentes formas de comunicación: lenguaje paraverbal
-tono de voz, ritmo del discurso, pausas o silencios-, la kinesis -gestos del rostro, mirada,
ademanes, movimientos del tronco y de las extremidades- y la proxémica -distancias de
proximidad o de lejanía, movimientos de acercamiento o de alejamiento o distancias en el
plano horizontal o vertical-. Así mismo, se establecen dos variables observables, la
coherencia intrínseca de la comunicación y los acuerdos y desacuerdos. La primera, implica
por parte del emisor la concordancia entre el contenido de la comunicación expresada
verbalmente y las emociones y actitudes que se manifiestan desde el lenguaje no verbal.
Por lo tanto, un mensaje puede ser en sí mismo congruente y genuino o presentar
contradicciones, lo cual puede confundir al interlocutor y generar malos entendidos. La
segunda, implica que el receptor podrá expresar su acuerdo o desacuerdo luego de realizar
una construcción a partir de los mensajes verbales y no verbales recibidos, y dicha
expresión podrá reflejarse en esas dos modalidades.
- En los procesos comunicacionales, emisor y receptor interactúan codificando y
decodificando los mensajes. La comprensión de los mismos dependerá de la construcción
del mensaje emitido que realiza el receptor, quien construye percibiendo los mensajes del
emisor realizando un recorte y otorgándole significaciones a lo percibido. De ese modo, se
evalúa cuán próxima es la construcción del receptor a la construcción del emisor. La
comprensión del mensaje implica que el receptor realice una construcción del mensaje
similar a la intencionalidad del emisor, es decir, en términos de realidades próximas. La falta
de entendimiento o los malos entendidos, en ocasiones implican construcciones distantes
del mensaje por parte del receptor en función de la intención del emisor.
- En este interjuego comunicacional se construyen de manera recursiva ciertas
relaciones que condicionan las conductas de los miembros de un grupo, siendo éstas de
igualdad o de desigualdad. La primera se caracteriza por la presencia de conductas entre
dos o más personas con una diferencia mínima, casi imperceptible, adoptando los mismos
comportamientos tanto en la comunicación como en la relación, aportando casi la misma
cantidad y calidad de información en sus mensajes verbales y no verbales. La segunda se
manifiesta cuando el comportamiento comunicacional es muy diferente entre los
interlocutores, evidenciando una posición superior y otra inferior en la relación, siempre una
conducta habilita a la del otro y recursivamente se retroalimentan, tanto en el plano verbal
como no verbal.
- Finalmente, en el proceso de comunicación se podrán observar tres planos que
interactúan de forma recursiva asociados al pensar, el sentir y el actuar: el plano cognitivo,
el plano emocional y el plano pragmático, respectivamente. Los tres planos están siempre
presentes y al observar los procesos comunicacionales se busca establecer la
preponderancia de uno de ellos en la dinámica de cada sistema. La predominancia del
plano pragmático se evidencia con la presencia de verbos empleados en el discurso, con
referencia a hechos concretos. La preponderancia del plano cognitivo implica
comunicaciones reflexivas, expresando los pensamientos respecto de sí mismo o de otros.
El plano emocional tendrá mayor impronta cuando en la comunicación se advierten las
emociones, que si bien siempre se manifiestan desde la modalidad no verbal, en este caso
la persona además puede ponerlas en palabras y expresarlas en su discurso.

Aspectos de la problematización en el grupo y los cambios.


Watzlawick, Weakland y Fisch (1994) puntualizan diferentes aspectos acerca de la
formulación de los problemas, y utilizan el concepto “más de lo mismo” para hacer
referencia a los intentos de solución que dan origen o agravan el problema. En este sentido,
realizan una diferenciación entre las conceptualizaciones de dificultad y problema,
asegurando que las dificultades implican “… un estado de cosas indeseables que, o bien
pueden resolverse mediante algún acto de sentido común (…) o bien, (…) a una situación
de la vida, indeseable (…) con respecto a lo cual no existe solución conocida y que hay que
saber sencillamente conllevar” (ps. 58 y 59). Y por otro lado, refieren al concepto de
problema afirmando que se trata de “... callejones sin salida, situaciones al parecer
insolubles, crisis, etc., creados y mantenidos al enfocar mal las dificultades” (p. 59). En este
sentido los autores plantean que aplicar la fórmula más de lo mismo, en ciertas situaciones,
genera los resultados esperados, pero en otras, ese intento de solución que resulta fallido,
mantiene o incluso agrava el problema.
En concordancia con los postulados de estos autores, Serebrinsky y Rodríguez
(2015), plantean que definir el problema en términos sistémicos y desde la epistemología
compleja, implica considerar una acción que se presenta por fuera del rango de tolerancia
de la homeostasis de un sistema.
Las conductas aceptadas son las que mantienen la homeostasis y el equilibrio del
grupo y cuando aparece un problema, es decir, una conducta inesperada que no está
incluida en el rango homeostático, el grupo puede realizar dos movimientos: dejar por fuera
esa conducta y no aceptarla, sosteniéndose como problema y generar crisis, o ampliar el
rango homeostático incluyéndola, dejando de ser un problema.
A partir de estas conceptualizaciones, se tendrán en cuenta diferentes variables:
- El problema latente está representado por todas las variables disfuncionales
observadas y evaluadas, en un momento dado, para un grupo en particular. En este
sentido, no es denunciado ni reconocido como tal por los miembros que lo componen.
- El problema manifiesto es el expresado por los integrantes del grupo y puede ser
concreto, si refiere a acciones, emociones y pensamientos bien consignados, o abstracto
cuando se lo describe de manera vaga o confusa.
- Los miembros del grupo realizan una atribución causal del problema que no
siempre es coincidente entre sí, dando diferentes explicaciones respecto de por qué les
sucede lo que les sucede, encontrando generalmente variadas racionalizaciones que
indican culpables o responsables. Pueden referir una única causa, como también considerar
la multicausalidad de los acontecimientos, pueden considerarlas internas o externas al
grupo y pueden darle una ubicación temporal en el pasado, en el presente o en el futuro.
- Todo problema posee una historia y en este sentido se evaluará su inicio, su
continuidad y frecuencia, intentando comprender cómo se originó y su correlato hasta la
actualidad, considerando los diferentes momentos y eventos recursivos que constituyen el
problema.
- Otro aspecto de relevancia es consignar el marco situacional del problema,
considerando el lugar donde se presenta, es decir, el escenario y los miembros del grupo
involucrados en él, como así también aquellos que puedan estar presentes sin ser
miembros del grupo. Este punto responde las preguntas dónde y con quién.
- La atribución de gravedad implica la magnitud que los miembros del grupo
configuren respecto del problema y en términos sistémicos implica evaluar su nivel de
disfuncionalidad tanto en su estructura como en su dinámica. Los integrantes del grupo
pueden realizar desde una atribución de gravedad extrema, es decir, invalidante y urgente
de resolverse, a una menor, que si bien genera displacer no reviste urgencia o inmediatez
en la búsqueda de soluciones.
- Así mismo, se evaluará el manejo del problema que los miembros del grupo
realizan en el plano pragmático, en el plano cognitivo y en el plano emocional. En el
primero, distinguiendo las acciones realizadas de cada uno frente a la presencia del
problema. En el segundo, puntualizando ideas, creencias, pensamientos o supuestos
respecto del problema y en ocasiones de las alternativas de solución. En el tercero,
pesquisando la expresión de emociones y sentimientos que les genera la presencia del
problema y su repercusión afectiva.
- Existen diferentes funciones que cumple el problema en un grupo en particular,
pudiendo implicar una función homeostática como también un beneficio secundario. La
primera, es aquella que permite que el grupo continúe funcionando dentro de los
parámetros en los cuáles ya venía funcionando previamente, es decir, dentro del rango
homeostático. La segunda, implica el surgimiento de un beneficio para el grupo a partir de la
presencia del problema, en cualquiera de los tres planos mencionados en el punto anterior.
- Otro aspecto a considerar son las soluciones intentadas, que al no funcionar,
agravan el problema. También deben considerarse aquellos intentos de solución que en
algún momento funcionaron, pero por diferentes razones, dejaron de implementarse. Las
soluciones intentadas implican ideas, acciones y emociones que se ponen en juego con el
objetivo de solucionar el problema, pero que al fracasar lo sostienen. Son cambios
cuantitativos e incluso cualitativos que no llegan a los resultados esperados por el grupo, ya
que no logran romper la homeostasis, direccionando los resultados en el mismo sentido de
los acontecimientos previos.
Fisch, Weakland y Segal (1982) proponen el concepto de solución intentada fallida
como uno de los principales factores en la transformación de una dificultad en problema, y,
sumado a ello, uno de los aspectos que no sólo sostienen el problema, sino que lo agravan
y complejizan. En este sentido, se considera que las soluciones intentadas fallidas deben
personalizarse de acuerdo a cada grupo, e incluso, en algunas situaciones, a cada miembro
del mismo, sin poder generalizar o unificar criterios respecto de lo que funciona o no en
cada caso. Por otro lado, se advierte acerca del fenómeno de la multicausalidad, para no
caer en reduccionismos. Las soluciones intentadas son un factor importante, pero no el
único, en la conformación de los problemas. Existen mecanismos tanto interpersonales
como intrapersonales en el sostenimiento de los mismos. Ambos niveles de funcionamiento
se encuentran en complementariedad recíproca, e íntimamente ligados a los tres planos en
los que se evalúa el manejo del problema. Intentar determinar cuál es el que da inicio a la
dinámica disfuncional, sería caer en un reduccionismo lineal.
Considerando los aportes de la Psicología Social, el afrontamiento de los problemas
en un grupo, pueden realizarse por medio de procesos de adaptación aprendizaje y
cambios. Enrique Pichon Rivière (1982) define el concepto de adaptación activa como un
aprendizaje de lo real mediante una relación dialéctica mutuamente modificante y
enriquecedora entre el sujeto y el medio. La adaptación es un aprendizaje a partir de la
lectura coherente, crítica que hace el sujeto respecto de la realidad. Implica desarrollar la
capacidad de apropiación, evaluación y creación para contribuir a la transformación de lo
real. Los logros que va obteniendo el sujeto abren nuevos aprendizajes y esperanzas para
la resolución de nuevos conflictos.
La matriz o modelo interno es la modalidad con la que cada sujeto organiza y
significa el universo de su experiencia, su universo de conocimiento (Quiroga, 1994). El
modelo de matriz de aprendizaje refleja una relación dialéctica entre el mundo interno, y la
estructura social que le permite al sujeto elaborar, organizar y significar las sensaciones,
emociones, pensamientos, sentimientos acorde a la necesidad y a su experiencia personal.
La capacidad de apropiación y de adaptación crítica del sujeto es un aprendizaje y la
experiencia en la que se desarrolla dicho aprendizaje deja una huella, una modalidad de ser
en el mundo.
El modelo interno es una matriz de estructura compleja, contradictoria, socialmente
determinada y sobre una infraestructura biológica. Incluye aspectos emocionales, afectivos,
conceptuales y esquemas de acción. Este modelo es una estructura en permanente
movimiento, formada por el recorrido de aprendizaje de cada sujeto, donde se sintetiza los
obstáculos y las potencialidades.
Frente a la presencia de un problema, la capacidad de adaptación de un sujeto se ve
significativamente afectada, por lo cual, se dificulta la posibilidad de apertura a generación
de acuerdos. La matriz con la que evalúa la situación conflictiva entra en contradicción con
aspectos significativos de su historia personal, dado que ésta se desarrolla en el ámbito
familiar y grupal. Quien realiza un análisis de los procesos grupales deberá reconocer las
diferentes matrices que interactúan en el conflicto, poniendo el foco en superar los
obstáculos por medio de las potencialidades que los involucrados en el conflicto presentan.
Desde una perspectiva sistémica, entendiendo sus diferentes representaciones en la
dinámica vincular, y siguiendo los aportes de Watzlawick, Weakland y Fisch (1994), se
distinguen al mismo tiempo, dos fenómenos relacionados: el Cambio tipo 1 y el Cambio tipo
2. El Cambio 1 es el cambio del no cambio, implica cambiar algo para que todo siga igual.
Habría un cambio solo aparente en el que no se llega a cambiar las estructuras ni las
pautas de comunicación, los cambios no son sustanciales, aunque si evidentes. Se trata de
un cambio cuantitativo, donde la relación y la pauta que conecta se mantienen igual. En el
cambio 2 la modificación es más radical, cambian las estructuras o las reglas de juego del
grupo. Se trata de cambios en la pauta que conecta, cambiando los resultados obtenidos en
las interacciones de un cambio cualitativo.
Sumado a ello, Prochaska, Di Clemente y Norcross (1994) crearon un Modelo del
Cambio para intentar comprender qué, cómo, cuándo y por qué cambian las personas. A
través de investigaciones enfocadas en estudiar el fenómeno del cambio intencional,
llegaron a la conclusión de que las personas cambian porque tienen problemas y en este
sentido, desarrollaron un modelo compuesto por estadios, procesos y niveles de cambio.
Los estadios representan la dimensión del cuándo y para lograr el cambio, una persona o
un grupo deben pasar por diferentes etapas que se describen a continuación:
- Precontemplación: implica la negación de la existencia de un problema y ausencia
de conciencia de su existencia, en esta etapa no se considera realmente el cambio como
una posibilidad, presentando resistencia como principal característica.
- Contemplación: los miembros del grupo reconocen tener un problema, se muestran
más receptivos a la información en cuanto al mismo y las posibles soluciones, aunque
vacilan en cuanto al momento de iniciar el cambio, dudando aún sobre sus beneficios; la
principal característica de este estadio es la ambivalencia.
- Preparación: en esta etapa las personas toman la decisión de realizar un cambio a
su situación problemática, siendo la planificación del mismo la característica principal en
este periodo.
- Acción: es el momento en que se hacen más evidentes los cambios en todos los
niveles tanto intra como interpersonales, siendo el compromiso la principal característica de
esta instancia.
- Mantenimiento: sigue a la acción, el propósito en este estadio radica en sostener
los cambios logrados a través de la modificación de las pautas de interacción y la
prevención de que el problema vuelva a suceder.
Al intentar cambiar un problema, la mayoría de los grupos realizan diferentes
intentos de cambios, en este sentido, no se sigue un patrón lineal, sino más bien uno en
espiral. En cada nuevo intento de cambio se incorporan nuevas estrategias y conocimientos
a partir de lo experimentado en las experiencias previas.

BIBLIOGRAFÍA
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• Watzlawich, P. (1987) “La teoría de la comunicación humana” Barcelona. Editorial
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