La educación inclusiva garantiza el acceso, permanencia, participación y
aprendizaje de todos los estudiantes, con especial énfasis en aquellos que están excluidos, marginados o en riesgo de estarlo, a través de la puesta en práctica de un conjunto de acciones orientadas a eliminar las barreras que limitan el aprendizaje y la participación de los alumnos, que surgen de la interacción entre los estudiantes y sus contextos; las personas, las políticas, las instituciones, las culturas y las prácticas.
La inclusión implica la transformación de las escuelas y de los maestros y ese
esfuerzo no puede ser solo para un estudiante, sino para todos los alumnos, implica que el personal de la escuela este formado, convencido y comprometido con todos sus estudiantes y de manera particular de los alumnos que más apoyo requieren como es el caso de quienes presentan de alguna discapacidad.
La atención educativa de las personas con discapacidad y de manera particular con
la promoción de su inclusión de las escuelas se señala en distintos instrumentos y documentos, tantos nacionales como internacionales.
La UNESCO define la educación inclusiva en su documento conceptual así: “la
inclusión se ve como el proceso de identificar y responder a la diversidad de las necesidades de todos los estudiantes a través de la mayor participación en el aprendizaje, las culturas y las comunidades y reduciendo la exclusión en la educación. Involucra cambios y modificaciones en contenidos, aproximaciones, estructuras y estrategias, con una visión común que incluye a todos los niño/as del rango de edad apropiado y la convicción de que es la responsabilidad del sistema regular, educar a todos los niño/as”.
De acuerdo a la Convención sobre los derechos de las personas con
discapacidad de las Naciones Unidas, una persona con discapacidad es aquella que tiene alguna deficiencia física, mental, intelectual o sensorial a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, le impide su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con los demás. Los principios que rigen el ejercicio a estos derechos son: el respeto de la dignidad inherente; la autonomía individual, incluida la libertad de tomar sus propias decisiones; la no discriminación; el respeto por la diferencia y la aceptación de las Personas con Discapacidad como parte de la diversidad y la condición humanas la igualdad de oportunidades; la accesibilidad; la igualdad entre el hombre y la mujer; el respeto a la evolución de las facultades de niños, niñas y adolescentes con discapacidad y su derecho a preservar su identidad.