CÓMO “MATAR AL PADRE” IMPUNEMENTE, CONSEJOS A LOS NUEVOS
ESCRITORES
Abel Medina Sierra
Me quieren matar. Los que orquestan el “crimen” están principalmente en
Maicao. Lo peor no es que me quieran “matar” sino que ni siquiera tienen un buen plan. Por buena fuente sé que son unos tres jóvenes escritores de mi pueblo quienes lo intentan.
Aclaremos al lector que no se trata literalmente de un homicidio. En el
mundo de la cultura y la literatura se designa con la metáfora de “matar al padre” a las intenciones de las nuevas generaciones, escuelas o movimientos por restarle valor, nombradía o poder simbólico a los consagrados. Es un proyecto que busca “bajar del pedestal” a quienes gozan de prestigio, reconocimiento o fama. Se aplica la metáfora porque para que surjan nuevas figuras se requiere “tumbar” a quien está en la cima, que es simbólicamente “el padre”.
Explicado esto, volvamos al caso. Esos nuevos escritores de Maicao están
tratando de ganar figuración precoz, pero en lugar de hacerlo con sus escritos lo hacen con la descalificación. No han publicado su primer texto y ya presumen, pontifican y quieren desconocer mi quehacer de unos 20 años de experiencia escritural. No es extraño que pase, incluso es lógico, necesario y tan natural el relevo generacional y que se quiera “matar al padre”. Pero para ello se debe mostrar una producción mejor y distinta de quien se quiere “deponer”; no basta con descalificaciones de corrillo sino que mediante ensayos críticos se debe demostrar que esa figura representa un proyecto estético o discursivo obsoleto, que sus fórmulas retóricas son desgastadas, que no representa los nuevos tiempos o que su producción está en declive. No se trata solo de un “quítate tú pa´ponéme yo” sino que quien quiere subir al pedestal debe hacerlo con un ars poético claro ¿lo tendrán? El “parricidio” está de moda en el mundo literario de La Guajira y es alimentado por algunos seudo “gurúes”, sedicentes luminarias del arte quienes aconsejan a sus pupilos que ni siquiera lean las obras de reconocidos autores guajiros pues según ellos “están mandados a recoger”. Han descalificado escritores como Víctor Bravo, Vicenta Siossi y hasta al Premio Casa de las Américas, Miguel Ángel López. Así mantienen a estos muchachos en una especie de miopía, los incentivan a la censura y no a la lectura crítica o a conocer los referentes regionales. Afortunadamente, ya algunos han abierto los ojos y terminan “matando” al gurú y formando su propia opinión, menos dogmática e inquisidora.
Al menos los nuevos escritores en formación de Maicao tienen más amplias y
mejores oportunidades y condiciones de ser buenos y mejores escritores que quienes los antecedieron como yo. Tienen libros y bibliotecas, asisten a talleres de escritura creativa, eventos formativos, programas de estímulo, oportunidades de publicación y referentes locales para sopesar su producción. Cuando yo comencé a escribir en Maicao solo había un escritor de oficio, Víctor Bravo Mendoza; no había talleres de formación. Soy hijo de padres analfabetas y nunca tuve en profesor en la escuela que me diera siquiera una lección de preceptiva literaria o al menos, tratara de sensibilizara ante la lectura.
Con todas estas limitaciones hoy he publicado 10 libros individuales, 10 en
co-autoría con otros autores, mantengo 10 más inéditos, he escrito cinco libretos para documentales de televisión de Telecaribe y decenas de artículos de prensa. Eso me ha servido para ganar dos veces Premio Departamental de Investigación Cultural y un premio nacional de ensayo. En el ámbito literario que es donde me quieren “ningunear”, he publicado solo dos obras. La primera, que fue mi primer libro editado, me permitió el mérito de ser uno de los pocos escritores guajiros a quienes un editorial nacional le publica. Esa misma obra fue elegido por Fundalectura como uno de los mejores nueve libros del año en literatura juvenil y por ello fue seleccionado para un programa de lectura de la Biblioteca Distrital para escuelas de Bogotá y hoy hace parte nada menos que de los libros selectos de la Colección Semilla que el Ministerio de Educación envía a todas las instituciones educativas del país. El segundo, obtuvo Premio Departamental de creación literaria y uno de sus cuentos fue reproducido en el magazín literario de El Heraldo.
Nada me complacería más que estos nuevos escritores me superen, pero
para posicionar su nombre no tienen que enlodar el mío con descalificaciones ligeras e irresponsables. Es con su obra que podrán hacerlo y cuando así sea, yo seré el primero que saldré a festejar que me hayan “matado” y pediré absoluta impunidad para ustedes. Por ahora, a leer y escribir, muchachos, que como dijo Diomedes “la tarea es grande…”