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Gilberto Antonio Chamba Jaramillo nació en 1963 en Machala, Provincia de El Oro, (Ecuador). Se
casó muy joven con una mujer llamada Mariela, con quien procreó dos hijas. Estuvo en el Ejército,
alcanzando el rango de Cabo. Era propietario de un taxi. Desde 1988 hasta 1993, recorrió las calles de
Machala en búsqueda de clientas. Todas debían cumplir con un patrón determinado: ser jóvenes,
estudiantes y estar solas. Durante su carrera criminal en su país natal, asesinó brutalmente a nueve
jóvenes y violó a otras tres. Cecilia Dora Cajamarca fue su primera víctima. Chamba la invitó a comer
sandía y le ofreció una cadena de oro y dinero a cambio de sexo; pero como ella se negó, él se
enfureció, tomó un pedazo de vidrio roto y se lo hundió con gran violencia. Luego violó su cadáver. El
asesino acudió al entierro y hasta les dio el pésame a los padres de la víctima. El segundo caso fue el de
Rosa Benavides, universitaria cuya madre, Lola Román, recordaría como “una chica tranquila,
estudiosa y feliz”. Gilberto también acudió al funeral de la víctima. Un policía ecuatoriano, Fausto
Terán, diría al respecto: “Muchas madres de las víctimas, lo conocían como un hombre tranquilo y
educado que había acudido a los velorios con pesadumbre”.
La ciudad de Machala
A veces usaba su uniforme militar. Sus víctimas tenían entre 14 y 24 años. Las convencía de que lo
acompañaran hasta una vieja casa, donde las estrangulaba y violaba: “Primero les ponía una mano en la
boca, la otra en la garganta y así las mataba, pero para asegurarme luego las ahorcaba con una cuerda o
alambre”, diría. En las paredes de aquella vieja casa en que mataba, Gilberto escribía los nombres de
sus víctimas y a modo de firma, dejaba en la escena del crimen un cordón amarillo. Chamba no
practicaba penetración vaginal a sus víctimas. Les ensartaba un instrumento similar a un bastón, que
había mandado a fabricar expresamente. A muchas, las ensartaba con tal violencia que el instrumento
salía por sus bocas.
Gilberto Chamba
Fue una verdadera psicosis colectiva la que vivió Machala en los cinco años en que Chamba cometió
sus atrocidades, siendo bautizado por la prensa como “El Monstruo de Machala”. El 19 de abril de
1993 fue arrestado y su reinado de terror en su país natal concluyó. Tras ser detenido, declaró: “Yo las
violaba después de muertas, esa era mi satisfacción personal. Soy culpable y en esto he andado solo”.
Chamba contó a los policías cada uno de los pasos que siguió antes, durante y después de los crímenes.
Los agentes que lograron su captura narraron que, dudosos de que Chamba fuera el verdadero asesino,
trataban de confundirlo llevándolo a sitios distantes del lugar de los asesinatos; sin embargo, con
frialdad, Chamba los corregía y les llevaba donde había violado y matado a sus víctimas.
El arresto en Ecuador
De sus diez víctimas en el Ecuador, dos eran menores de edad. Y el testimonio de una trabajadora
sexual, una de las dos mujeres que sobrevivió a sus ataques, sirvió para iniciar el proceso penal en su
contra, que terminó con una sentencia de 16 años de prisión. El 5 de julio de 1997 fue trasladado a la
Cárcel de Zaruma, según registros de la Dirección Nacional de Rehabilitación Social (DNRS). Solicitó
el cambio porque se sentía amenazado por el interno Giovanny Arcesio Noguera Jaramillo, quien el 13
de noviembre de 1994 asesinó a Daniel Camargo Barbosa "El Monstruo de los Manglares" en el penal
García Moreno de Quito, donde este último cumplía una pena por haber violado y estrangulado a
docenas de niñas en Guayaquil, en la década de 1980. De su sentencia, Chamba apenas cumplió siete
años, pues se acogió al beneficio del 2x1, que rebajaba las penas de los presos con buena conducta a la
mitad, y recibió un año más de indulto debido al Jubileo 2000, que otorgaba ese tiempo de gracia o
perdón.
La cárcel de Machala
El 9 de noviembre de 2000, tras cumplir su pena y luego de limpiar su historial policial, un beneficio
que sólo es posible en Ecuador, Gilberto, quien hasta ese entonces estaba casado y tenía hijas con su
esposa Mariela, decidió trasladarse a España. Un vuelo lo llevó hasta Ámsterdam y de allí se trasladó al
aeropuerto de Barajas en Madrid, en donde lo esperaban dos de sus hermanas. Desde entonces, Chamba
realizó varios trabajos de albañilería. También fue portero de los vecinos del edificio en donde vivía
con sus familiares y novias casuales. Para septiembre de 2004, logró colocarse como cuidador del
estacionamiento del complejo de entretenimiento Illa de l'Oci, situado cerca de la Facultad de Derecho,
en la localidad de Lérida. Allí cumplía no sólo con funciones de cuidador, sino que además colaboraba
con los dependientes que limpiaban las salas de cine.
Los seis años de aparente tranquilidad para la familia de Chamba, quienes sufrieron por su encierro en
Ecuador, terminaron cuando Gilberto fue detenido el 1 de diciembre de 2004, acusado de haber violado
y asesinado a María Isabel Bascuñana, una estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad de
la localidad. La chica generalmente dejaba su coche en el estacionamiento del cine, pues temía la
oscuridad. La última vez que se le vio con vida fue la noche del 23 de noviembre. Sus padres hablaron
con ella a las 22:00 horas, cuando les indicó que no iba a cenar en casa.
Dicha hipótesis se confirmó cuando los agentes encontraron el teléfono celular de María. Tras realizar
un registro de las llamadas entrantes y salientes, horas antes y después de su violación y asesinato,
pudieron constatar que su victimario hizo dos llamadas a líneas en donde se ofertaba sexo telefónico.
Las llamadas duraron entre cinco y seis minutos. Esa fue una de las pistas que condujo a los agentes a
considerar a Chamba como el principal sospechoso. Adicionalmente a ese dato, los agentes alegaron en
el juicio haber encontrado en el interior de la guantera del vehículo de María, bolsas de basura similares
a las que intentaban cubrir su cuerpo. Esas fundas eran muy similares a las que utilizaban las personas
de limpieza de los cines para llevar los residuos. Inmediatamente relacionaron el hecho con Chamba, al
ser él uno de los ayudantes de limpieza.
En un primer momento Chamba fue detenido únicamente para investigaciones, pues sus compañeros de
trabajo, quienes fueron llamados a declarar dentro del proceso, dijeron que no notaron nada raro la
noche del crimen y que el ecuatoriano no se ausentó de su lugar de trabajo. Además, las versiones de
vecinos y conocidos de Chamba eran a favor del asesino en serie, y daban cuenta de una buena
conducta y amabilidad, descartándolo como sospechoso de los hechos.
Sin embargo, las pruebas de ADN realizadas en los restos de semen encontrados en el cuerpo de la
víctima incriminaron directamente a Chamba, quien alegó que la policía española creó un complot para
acusarlo. Según él, los agentes tomaron una muestra de esperma de un preservativo que él había usado
y luego lo introdujeron en la vagina de María para señalar que él era el culpable. Realizados los análisis
y pruebas correspondientes, la Fiscalía desestimó ese argumento, que fue el principal elemento de
defensa del ecuatoriano. Con lágrimas en los ojos, la madre de Rosa Benavides, una anciana de 72 años
declararía a un reportero: “No se imagina cómo sufrimos todo ese tiempo. Y nos dio más rabia cuando
nos enteramos de que el asesino estaba tan campante en España, como si nunca hubiera hecho algo
malo”.
El arresto en España
Chamba lloró cuando lo arrestaron. Luego fue juzgado. Además de esas pruebas, la parte acusatoria
alegó el intento de ocultamiento de información por parte de Chamba, quien en un primer momento
dijo que al ser abordado por la policía dio a conocer sus antecedentes penales en Ecuador y un
incidente en España en el que estuvo relacionado sobre tenencia de armas. Sin embargo, a lo largo del
proceso se probó que el acusado ocultó su pasado judicial, hasta que cotejamientos entre la policía de
España y Ecuador confirmaron que era la misma persona sentenciada en Machala por asesinatos en
serie. “Presenta un perfil de psicopatía sexual integrado con falta de empatía hacia sus víctimas y una
profunda desviación sexual, consistente en la necesidad de unir la satisfacción sexual por actos
violentos a la muerte”, diría sobre él un psiquiatra.
El juicio
El fiscal que acusó a Chamba pidió una pena de 52 años. Al final del proceso, recibió una pena de 45
años divididos en veinte años por el homicidio de la joven estudiante española, otros doce por violación
y trece años por el intento de violación y asesinato de una prostituta rumana, quien testificó en su
contra tras ver sus imágenes y fotografías en medios locales, después de su detención. Fue una
sentencia histórica, por ser la primera vez que se imponía una sanción tan alta a un delincuente.
En prisión
Terminó así sus correrías el multihomicida, mientras en Ecuador, al enterarse de la condena impuesta
en España, Alejandro Muñoz, tío de Mariana Elisabeth, una de sus víctimas, dijo ante la prensa: "Que
se pudra en la cárcel. Ojalá la justicia española no sea tan corrupta como la ecuatoriana". Hasta la
fecha, se encuentra recluido en el Centre Penitenciari de Quatre Camins, en el Módulo 6, en España.
BIBLIOGRAFÍA:
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28 comentarios:
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Otra idea son los sadicos ucranianos : Viktor Sayenko e Igor Suprunyuk.
SEGUID ASÍ , feliz año!
saludos desde España
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Anónimomiércoles, 9 de marzo de 2016 a las 14:09:00 GMT-6
No olvidemos por ejemplo que ocurrió el sangriento asesinato de Luis Banchero Rossi en 1972 y desde
entonces, solo sabemos que inculparon al hijo de su jardinero, sabiendo que tenía enemigos que querían
apoderarse de sus empresas. Entre ellos, los Miro-Quesada, quienes no podían verlo ni en pintura.
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