Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Los objetos del conocimiento humano son: ideas impresas realmente en los sentidos o bien
percibidas mediante atención a las paciones y las operaciones de la mente; también pueden
ser ideas formadas con ayuda de la imaginación y de la memoria por composición y división, o
simplemente mediante la representación de las ideas percibidas. Cuando se observa que varias
ideas se presentan simultáneamente, se viene a significar su conjunto con un nombre y ese
conjunto se considera como una cosa; por ejemplo, la idea puede ir en compañía con un color,
gusto y olor determinados junto con cierta consistencia y figura: todo ello lo consideramos
como una cosa distinta significado por el nombre de manzana., otro conjunto de ideas
constituye la piedra, el árbol, etc.
II. Mente-espíritu-alma:
Existe algo que conoce y percibe la variedad de ideas y ejecuta diversas operaciones sobre
ellas como son el querer, el imaginar, el recordar, etc. Este ser activo que percibe es lo que
llamamos mente/alma/espíritu/yo. La existencia de una idea consiste simplemente en ser
percibida.
Ni nuestros pensamientos, ni las pasiones ni las ideas formadas por la imaginación pueden
existir sin la mente; varias sensaciones o ideas impresas no pueden tener existencia si no es en
una mente que las perciba. Por ejemplo, esta mesa en que escribo digo que existe porque la
veo y la siento. Cuando digo que había un olor, quiero decir que olido; si hablo de un sonido,
significa que fue oído; si hablo de un color o de una figura determinada, no quiero decir otra
cosa, sino que fueron percibidos por la vista y el tacto. Es incomprensible la afirmación de la
existencia absoluta de los seres que no piensan.
Los objetos son las cosas que percibimos por nuestros sentidos a partir de los cuales
percibimos nuestros propias ideas y sensaciones. Es una contradicción que cualquiera de estas
ideas o cualquier combinación de nuestros sentidos puedan existir sin ser percibidos.
VI. Todos los cuerpos que componen la estructura del universo, solo tienen sustancia
en una mente; su ser consiste en que sean percibidos o conocidos. De lo contrario,
si no existen en mi mente o en la de otro espíritu creado: no existen en absoluto, o
bien subsisten solo en la mente de un espíritu eterno.
VII. Segundo argumento:
No hay otras sustancias sino las espirituales, las que son capaces de percibir. Las cualidades
sensibles son las ideas percibidas por los sentidos (color, figura, movimiento, olor, sabor). El
tener ideas es lo mismo que percibir, y por lo tanto donde existe el color, figura, olor y demás
cualidades sensibles, hay un ser que las percibe y, por lo tanto, de esto resulta que no puede
existir una sustancia impensante.
Una idea no puede ser semejante sino a otra idea, un color o figura no pueden parecerse sino
a otro color o figura, es imposible concebir las semejanzas sino entre nuestras propias ideas.
Las cosas externas, supuestos originales de lo que nuestras ideas serian copia o representación
son perceptibles por si mismas, entonces, ellas son ideas.
Las cualidades de los cuerpos se dividen entre primarias (extensión, figura, movimiento,
reposo, solidez, impenetrabilidad y numero) y secundarias (colores, sonidos, sabores, etc.)
Las ideas que tenemos de las cualidades secundarias no pueden existir sin la mente o sin ser
percibidos, pero las ideas de las cualidades primarias son modelos o imágenes de cosas que
existen con independencia de la mente en una sustancia no pensante a la que llaman materia
(sustancia inerte carente de sentidos en la cual subsisten la extensión, la figura y el
movimiento las cuales no son más que ideas que existen en la mente, no pueden existir en una
sustancia que no perciba).
X. Argumentum ad hominem:
Si se admite que las cualidades primarias van inseparablemente unidas con las demás
cualidades sensibles y ni siquiera con el pensamiento se pueden disgregar de ellas, forzoso
sería concluir que solo existen en la mente. La extensión, la figura y el movimiento no pueden
concebirse sin las demás cualidades sensibles. En otros términos: donde se hallen las
cualidades secundarias, las sensibles, tienen que encontrarse también las primarias; esto es en
la mente y no en otra parte.
XII. Una misma longitud se puede representar por el numero uno, el tres o el treinta y
seis, según que la mente la considere con relación a la yarda, pie o pulgada. El
numero es tan relativo y dependiente del entendimiento humano que resulta
extraño que nadie le atribuya existencia fuera de la mente. La unidad hace
referencia a una reunión determinada de ideas, elegidas con arbitrariedad por la
mente para considerarlas en su conjunto.
XIII. La unidad es una idea abstracta.
XIV. Tercer argumentum ad hominem:
Un mismo ojo en diferente punto de vista y ojos defectuosos aprecian de diverso modo las
cualidades: se admite como cierto que el dulzor no es una cualidad real de las cosas, ya que el
sabor dulce se convierte en amargo según el estado subjetivo del individuo que lo aprecia,
como sucede en los casos de fiebre donde se altera el sentido del gusto en el paladar.
Por los sentidos tenemos conocimientos de nuestras sensaciones (ideas), aquello que
percibimos inmediatamente; pero los sentidos no nos informan de la existencia de cosas no
percibidas semejantes a lo que percibimos. El único medio de conocer las cosas externas es la
razón. La suposición de cuerpos externos no es necesaria para producir las ideas ya que
pueden surgir sin la presencia de los cuerpos, de la misma manera que a veces creemos verlos
y tocarlos sin que estén presentes.
XIX. La existencia de los cuerpos externos no aporta explicación alguna sobre el modo
de producirse nuestras ideas:
Se podría afirmar con alguna probabilidad que hay cosas o cuerpos que producen su propia
imagen en nuestra mente. Resulta que la producción de ideas o sensaciones en nuestras
mentes no puede ser razón para que tengamos que suponer unas sustancias materiales o
corpóreas ya que con tal suposición y sin ella, esta reconocido que la producción de las ideas
queda sin explicación alguna.
XX. Un dilema:
De existir o no los cuerpos externos, nunca nos será posible llegar a saberlo.
XXI.
XXII.
XXIII. Tenemos la facultad de imaginar o de formar ideas en nuestra mente, pero de
ninguna manera es posible considerar como existentes los objetos fuera de la
mente o los objetos no percibidos. Cuando nos esforzamos por concebir la
existencia d ellos cuerpos externos, estamos contemplando nuestras propias
ideas.
XXIV. La existencia absoluta de cosas no pensantes es una expresión vacía de sentido:
Todas nuestras ideas, sensaciones o cosas que percibimos son inactivas, ya que no hay en ellas
actividad o potencia alguna. Una idea u objeto del pensamiento no puede introducir o hacer
alteración alguna en otras ideas, en las cuales solo existe lo que es percibido y en ellas no se
encuentra ninguna potencialidad activa por lo que deducimos que no la tienen; es imposible
que una idea haga cosa alguna o sea causa de algún ser. La extensión, figura y movimiento no
pueden ser causa de nuestras sensaciones.
Percibimos una continua sucesión de ideas: algunas son provocadas y otras cambias o
desaparecen. Tiene que haber una causa de la que dependan las ideas, que las produzca y que
sea capaz de modificarlas; esa causa de las ideas es una sustancia activa incorpórea, un
espíritu.
El espíritu es un ser simple, indiviso y activo: en cuanto percibe las ideas se llama
entendimiento; y en cuanto las produce y opera sobre ellas, se llama voluntad. Es cosa
imposible el formarnos una idea que venga a ser la semejanza de ese principio activo que
puede excitar y modificar las ideas, así, el espíritu no puede ser percibido por si mismo, sino
solamente por los efectos que produce.
Voluntad, alma y espíritu no representan ninguna idea, sino algo que es muy diferente de ellas
y que siendo activo y operante no puede venir representado por ninguna idea.
Las ideas actualmente percibidas por los sentidos no tienen igual dependencia con
respecto a nuestra voluntad, por ejemplo, si un día claro abrimos los ojos, no esta en
nuestro poder el ver o no ver; sino que tiene que haber otra voluntad o espíritu que
produzca dichas ideas.
Las ideas del sentido son más enérgicas, vívidas y distintas que las de la imaginación, poseen
mayor fijeza orden y cohesión. Las reglas fijas o métodos establecidos de las que depende
nuestra mente y que despiertan las ideas de nuestros sentidos, se llaman leyes de la
naturaleza: las aprehendemos por la experiencia que nos da a conocer que tales o cuales van
seguidas por tales o cuales otras en el curso ordinario de las cosas.
Sin el conocimiento de las leyes, quedaríamos indecisos; jamás podríamos saber como
procurarnos ni el mas ligero bienestar ni como apartar el más leve dolor de los sentidos. Si
sabemos que el alimento nutre, que el sueño repara, que el fuego calienta y que el sembrar en
tiempo oportuno es medio indispensable para recoger la cosecha, lo debemos no al
descubrimiento de una relación necesaria entre nuestras ideas, sino a la observación de las
leyes que la naturaleza tiene establecidas.
Las ideas impresas en el sentido por el autor de la naturaleza, se llaman “cosas reales”; y las
despertadas en la imaginación por ser menos regulares, de menor viveza y mayor variabilidad,
se llaman “ideas o imágenes de las cosas que copian y representan”. Nuestras sensaciones,
aunque no son tan vívidas y distintas se llaman ideas ya que existen en nuestra mente.
Las ideas de los sentidos contienen realidad por ser más: enérgicas, ordenadas y coherentes
que las que produce la mente (no significa que tengan existencia externa), menos
dependientes del espíritu o sustancia pensantes que las percibe y en al cual son provocadas
por la voluntad de otro espíritu mas poderoso, pero no por eso dejan de ser ideas, ya que
ninguna idea enérgica o débil puede existir en una mente que la perciba.
Todo lo que existe es puramente nocional ya que, según lo que hemos dicho, solo esta en la
mente. Los principios sentados no nos privan de los seres de la naturaleza, ya que todo lo que
vemos, sentimos, oímos, concebimos, entendemos, queda a salvo y es real como siempre.
No se puede poner la menor objeción contra la existencia de lo que vemos con nuestros ojos y
tocamos con nuestras manos. Lo único inadmisible es lo que los filósofos llaman “materia o
sustancia corpórea”.
Hay sustancias espirituales, mentes o almas humanas que pueden despertar la idea que
quieran, pero estas ideas son pálidas, débiles e inestables en relación a aquellas que
percibimos por los sentidos, las cuales, siendo impresas en estos según ciertas normas o leyes
naturales, manifiestan ser efecto de una mente superior más poderosa y más sabia que el
espíritu humano.
El sol que vemos de día es el sol real, y el que de noche imaginamos es la idea del primero.
Entendida así la realidad, los seres del mundo (mineral, vegetal, estrella) son tan reales dentro
de nuestro sistema como puede serlo en otro.
XXXVIII. La aspereza, suavidad, color, olor, sabor, temperatura, figura, aspecto y otras
cualidades combinadas constituyen las varias clases de alimentos y vestidos ya se
ha demostrado que existen solo en la mente que las percibe, esto es lo que se da a
entender cuando las llamamos “ideas”, por lo que no sería ridículo decir que nos
alimentamos de ideas o con ellas nos vestimos; en este sentido, decir “cosa” es
análogo a decir “idea”.
XXXIX. La palabra idea es preferible a la palabra cosa:
Se emplea el término idea y no el de cosa por dos razones: la primera es que cosa por
oposición a idea, se toma como sinónimo de algo que existe fuera de la mente; y la segunda,
es que la significación de cosa tiene mayor extensión que la de idea. Por existir los objetos
sensibles solo en la mente y carecer de todo pensamiento y actividad, se designa la palabra
“idea” la cual contiene dichas propiedades.
No se puede admitir ni comprender que el testimonio de los sentidos se tome como prueba de
la existencia externa de una cosa que no es percibida por estos sentidos.
El fuego real es diferente a la idea del fuego, por lo tanto, el dolor real que el fuego ocasiona es
diferente a la idea de este dolor; sin embargo, nadie pretenderá que el dolor, por muy real que
sea, exista o pueda existir sin un sujeto pensante que lo perciba.