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Pontificia Universidad Católica Argentina

“Santa María de los Buenos Aires”


Facultad de Teología
Carrera: Bachillerato en Teología
Materia: Lectura de textos filosóficos IV

TRADUCCIÓN PARCIAL DE TEXTO

REDUCTION ET DONATION
de Jean Luc MARION

La fenomenología como tal


La apertura y la ampliación, subtemas 1 a 4 incluídos

Profesor: Dr. Luis Baliña


Alumna: María de las Mercedes Sánchez, Matr. 4741

Buenos Aires, 18 de noviembre de 2005


La fenomenología como tal

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En gran medida, la fenomenología asume, en nuestro siglo, el rol de la filosofía. De
hecho, después que Nietzche haya llevado a término y cumplido todas las posibilidades
(incluso invertidas) de la metafísica, la fenomenología, más que toda otra iniciativa teórica,
encara un nuevo comienzo.
El mismo año (1887) ve a Nietzsche definitivamente atraído por su último dios y a
Husserl pronunciar su discurso inaugural sobre “los fines y las tareas de la Metafísica”; el
mismo año 1900 ve desaparecer totalmente a Nietzsche y la publicación de
la 1° parte de Logische Untersuchungen. Pero su encuentro, más allá de lo
anecdótico, se refiere a una cuestión única: ¿las condiciones de la presencia pueden
extenderse al punto que todo ente accede a ella más allá de los límites fijados por estados
anteriores de la metafísica, e incluso por toda metafísica posible? ¿La donación en presencia
de cada cosa puede llevarse a cabo sin ninguna condición ni reserva ? Esta interrogación
marca el último avance de Nietzsche y el primer punto de llegada de Husserl. Alrededor de
ella, la filosofía bascula de la metafísica positivamente y negativamente acabada hacia un
pensamiento tal vez ya post-metafísico. Al menos en el sentido en que la fenomenología
puede pretender colmatar “la nostalgia de toda la filosofía moderna” en el mismo momento
de sobrepasarla. Al iniciar la tarea de liberar la presencia de toda condición y antes de
recoger lo que se da como se da, la fenomenología intenta llevar a cabo la metafísica e
indisolublemente, ponerle fin. Ella queda exactamente sobre la línea divisoria de aguas:
postulando la liberación de la presencia, colma la espera metafísica, pero quitándole el
objeto de su disputa, la destruye.
O por lo menos lo pretende. Pues la presencia, así dada sin ninguna de las reservas
metafísicas puestas en su uso anterior, impone a su vez exigencias. El camino cumplido por
Husserl en 1900/01 es en efecto de una extraordinaria ambigüedad: primeramente porque
extiende el campo de la presencia más allá de todo límite de manera de disolver la noción
misma; seguidamente y sobre todo, porque reproduce la determinación constitutivamente
metafísica de la presencia -la objetividad.¿ La restauración, más aún, la no suprimible
consagración de la objetividad por Husserl, no marca acaso la extrema dificultad, para la
fenomenología, de seguir fiel a su propia tentativa ? Más que los debates acordados sobre el
“realismo” y el “giro trascendental”, el ideal de la objetividad pone en duda el objetivo
mismo de la fenomenología > el retorno a las cosas en cuestión. Pues no va de ninguna
manera de suyo que las cosas en cuestión no se den más que bajo la figura de su objetivación
constituída.
El objetivo de la fenomenología no coincide con la objetividad > como lo enuncia el
punto de partida de Heidegger. La reciente publicación de cursos anteriores o
inmediatamente posteriores al Sein und Zeit (ser y tiempo) (tanto del 1° período de Friburgo,
del de Marburg, que del 2° período de Friburgo) permite establecer sólidamente un punto
decisivo: el ser no se convirtió para Heidegger en la apuesta de la fenomenología que antes y
definitivamente dentro de una crítica del ideal de objetivación seguido por Husserl. El
conflicto que opuso a Heidegger y Husserl aparece absolutamente ejemplar: una perfecta
inteligencia recíproca se une - como en todas las grandes confrontaciones filosóficas - a una
total incomprensión mutua para hacer pasa a la fenomenología, en un 2° arranque, su línea
de divisoria de aguas. La cuestión se enuncia de ahora en más: ¿el retorno a las cosas en
cuestión reconduce a su objetividad o a su ser ? ¿Lo que opera la rec(con)ducción actúa
como yo trascendental o en tanto que Dasein ? No se trata solamente aquí de una mutación
del método fenomenológico, ni tampoco de gastarse nuevamente en la pregunta del ser, sino,
más radicalmente, de determinar si y hasta dónde la fenomenología abre verdaderamente “un

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nuevo comienzo” de la filosofía como tal.
El mismo Heidegger no logró sin duda lo que él intentó más que cualquier otro, de
alcanzar para y por la fenomenología. Primero porque el Dasein (ser-ahí), como sea, queda
siempre frecuentado por el yo, luego porque el “fenómeno del ser”, incluso bajo la figura ya
mitigada de la diferencia ontológica, no se expone jamás; en fin porque la “fenomenología
de lo inaparente”, de ahora en más requerida, no sobrepasa ni su estado programático, ni su
formulación contradictoria. Pero si el horizonte del ser en su temporalidad se hace así
altamente problemático, como Heiddeger fue el primero en admitirlo desde 1927, entonces
la fenomenología deberá afrontar el dilema siguiente: o desaparecer como disciplina
filosófica , o admitir que su método (si un término tan marcado por la historia de la
metafísica puede aquí convenir) no debe depender de la cuestión del ser, tal como antes no
podía limitarse al objetivo de objetividad. No cabe duda que la gran mayoría de los
fenomenólogos recientes (en Francia, de Emmanuel Levinás y Paul Ricoeur a Jacques
Derrida y Michel Henry) no haya elegido la 2° vía: la búsqueda fenomenológica no se apoya
más que sobre sus propios protocolos de pensamiento más allá o más acá del objeto en su
constitución y del ente en su ser.
Nosotros no hemos, en las páginas que siguen, intentado otra cosa que despejar la
búsqueda fenomenológica como tal, sin confundirla con los objetivos sucesivos y, en un
sentido, provisorios. Si en fenomenología, al contrario de la metafísica, la posibilidad
sobrepasa en verdad la efectividad, hay que llevar este principio a su término, hasta ejercerlo
eventualmente contra la fenomenología ya efectuada. Porque no se sobrepasa un verdadero
pensamiento refutándolo, sino repitiéndolo, e incluso tomándole los medios de pensar con él
más allá de él. Entonces hasta el fracaso tiene éxito.

La apertura y la ampliación

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1) Dos interpretaciones y una ampliación

“Obra de apertura, ein Werk des Durchbruchs”, es con estas palabras que trece años
después de su primera edición de 1900/01, Husserl saludaba sus Investigaciones Lógicas.
Esta fórmula disimula apenas una desvalorización bajo el elogio. El mismo año, Husserl
publica el 1° tomo de las Ideen (Ideas), y si él saluda todavía las Investigaciones Lógicas es
como un viajero saluda, desde el barco que se aleja, la tierra dejada para siempre. En 1913,
la apertura se borra ante lo que ella ha hecho posible; Husserl lo confirma rápidamente:
“Una obra de apertura, y, también, menos un fin que un principio. De donde la paradoja que
no cesa de dominar la interpretación de las Investigaciones Lógicas: la apertura no se
encuentra reconocida más que para servir inmediatamente de comienzo a la fenomenología
posterior; que este principio parece una deriva discutible (como para Ingarden y sus
discípulos) o la sola vía correcta (para Husserl mismo), poco importa, ya que en uno y otro
caso, la apertura de 1900/01 no se encuentra inserta más que en relación con lo que ella no
anuncia todavía. Pero, suponiendo que todo lo adquirido teóricamente de la apertura de
1900/01 se reencuentre, completo, en los textos posteriores (lo que queda por demostrar,
como, entre otros, Sartre lo mostró), hay que admitir que fue adquirido sin el aval de la
ortodoxia fenomenológica posterior. Y entonces, si hay apertura, debemos poder leerla
según el único discurso de las Investigaciones Lógicas. Este trabajo no consiste por empezar
en identificar las tesis y los autores que critican a medida que avanzan; excelentes estudios
han demostrado que los adversarios de Husserl son considerablemente inconscientes de la
situación metafísica que los determina; de manera que no podemos esperar de ellos más que
una identificación doxográfica de las 1° decisiones teóricas de las Investigaciones Lógicas.
La apertura no puede recibir su dignidad propiamente metafísica más que de una
interpretación atenta a la esencia de la metafísica. Por lo tanto ella no ha encontrado más que
dos problemáticas suficientemente poderosas para ponernos sobre el camino de su situación
metafísica. Pero, estas dos problemáticas, siguiendo dos direcciones opuestas, radicalizan la
apertura hasta el punto de eliminar la apuesta de una mala puesta en situación. En un caso -
Heidegger- Husserl alcanza en las Investigaciones Lógicas, y sobre todo en la 6a, la
intuición categorial del ser, por tanto se separa de la disimulación neo-kantiana de la
metafísica que se agota, para abrirse a una donación del ser: “para poder desplegar la
cuestión del sentido del ser, es necesario que el ser fuese dado, a fin de poder interrogar su
sentido". La acción difícil de Husserl consistió justamente en la puesta en presencia del ser,
fenomenalmente presente en la categoría. Por esa acción difícil, agrega Heidegger, “yo tenía
finalmente un piso: “ser” no es un simple concepto, una pura abstracción obtenida gracias a
un trabajo de deducción”. Sin duda, Husserl no despliega realmente la cuestión del sentido
del ser (Sinn des Seins); eso no invalida que la apertura así lograda permite plantear la
pregunta del ser, por así decirlo más allá de la metafísica. De dónde la filiación, directa, que
Heidegger no formula jamás explícitamente, pero que no cesa de sugerir, entre de una parte
las Investigaciones Lógicas llegando a la intuición categorial que da el ser, y Sein und Zeit,
que construye la cuestión del ser por la analítica del Dasein. Según este tópico, la apertura de
1900/01 anticipa sobre la destrucción de la ontología y entonces realiza el fin de la
metafísica. La apertura abre más allá de la metafísica > el otro punto de vista - que debemos
a J. Derrida, que obtuvo así un mérito fenomenológico definitivo- revierte enteramente la
perspectiva. La apertura de las Investigaciones Lógicas consiste ciertamente en despejar la
significación (Bedentung meinen) en su idealidad a-priori. Pero, lejos de sacar la

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consecuencia o sea que la significación significa por ella misma, sin tener que recurrir en
modo alguno a la puesta en presencia intuitiva, Husserl no cesaría de reconducir la
significación hacia una intuición de rellenado, que la asegura en la presencia evidente. Por
tanto la fenomenología perpetuaría, contra su intención misma- contra la intencionalidad de
la significación- la supremacía de la presencia, y se hundiría en una última “aventura de la
metafísica de la presencia”; concluyendo, “la pertenencia de la fenomenología a la ontología
clásica” se traicionaría por el recurso a la intuición, para asegurar la presencia de la
significación, pero sobretodo por la supremacía incuestionada de la presencia misma en y
sobre la significación. Sobrepasar la metafísica como “metafísica de la presencia” impondría
de sobrepasar la fenomenología, usando contra ella una de sus potencialidades extrañamente
censurada desde la 1° Investigación - usando el índice (Anzeichen), el signo extranjero a toda
presencia, contra el signo dotado de significación en espera de su rellenado intuitivo. En este
tópico, la apertura de 1900/01, según el desarrollo que la lleva al “principio de principios” de
1913, restaura la metafísica prolongando el primado ontológico de la presencia. La apertura
no sobrepasa la metafísica, pero reconduce a ella.
El conflicto de estas dos interpretaciones orienta las Investigaciones Lógicas en dos
direcciones opuestas. O bien leyéndola a partir de la 6° y última se retiene la donación
categorial del ser, y es posible pasar a la diferencia ontológica cumpliendo la “destrucción de
la historia de la ontología”. O sino leerlas a partir de la primera, se retiene el dominio tanto
más neto de la presencia que la intencionalidad del a-priori permitiría discutirlo; se vuelve
entonces necesario de pasar a lo diferente, para trabajar en desconstrucciones sin fin ni
comienzo. Este conflicto, de hecho inesquivable, suscita, entre numerosas dificultades, dos
principales. a) ¿En qué consiste, a los ojos de Husserl, y abstracción hecha de la
prolongación des las Ideen, la apertura de las Investigaciones Lógicas? ¿El motivo
conscientemente Husserliano, si es que hay uno, de esta apertura, concierne directamente o
indirectamente la metafísica, eventualmente tematizada por el dominio de la presencia? b)
Heidegger retiene de la 6° Investigación la donación categorial del ser; Derrida estigmatiza
dentro de la 1° Investigación la intuición (búsqueda de la intuición) presentizante; ¿esta
distinción, suponiendo que se funda en los textos, no ofrecería un alcance conceptual
suficiente para que las dos lecturas, en lugar de afrontarse, se organizaran más sutilmente?
Resumiendo, si se trata de definir la metafísica con el fin de cuestionarla ¿la característica de
la donación (darse) equivale a la característica de la presencia por intuición? Es en el
examen de estas dos preguntas que hay que arriesgarse ahora, con algún peligro.
Si Husserl no comprende las Investigaciones Lógicas como “una obra de apertura”
más que en 1913, desde 1900 él reconoce muy conscientemente las “dificultades del análisis
fenomenológico puro” e indica el motivo: “la fuente de todas estas dificultades reside en la
orientación antinatural del pensamiento y la intuición que exige el análisis fenomenológico”,
o todavía dentro de “un habitus antinatural de la reflexión”. Semejante habitus exige de no
tener por efectivos los objetos, sino los actos que los implican. Las “cosas en cuestión” no
son las que naturalmente nosotros estaríamos llevados a considerar como efectivas, pero lo
que omitimos, los actos. Para substituir a las cosas (Dinge) que posiblemente no son más que
palabras, la efectividad correspondiente, brevemente para volver a la cosa en cuestión
(Sache) en cada oportunidad, hay que reconducir en cada ocasión la reflexión hacia sus actos
propios, entonces reconducir las concepciones hacia la intuición que le corresponde (o no).
“Los conceptos lógicos … deben tener su origen en la intuición”. Volver a las cosas en
cuestión implica girar el pensamiento hacia la intuición, en consecuencia: “Nosotros
queremos volver a las "cosas en sí mismas” (auf die "Sachenselbste" zurückgeben). Por
medio de intuiciones completamente desplegadas (vollentwickelten Anschauungen), nosotros

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queremos evidenciar que esto que es dado aquí dentro de una abstracción actual es
verdaderamente y objetivamente lo que quieren decir las significaciones de las palabras en la
expresión de la ley". El retorno de la cosa en juego impone que el pensamiento reconduzca
sus palabras a su intuición. La verificación de los enunciados supone la repetición a partir de
la intuición efectivamente cumplida, a partir de actos: “Es puramente a partir de la intuición
interna (Innenshau) y del análisis de lo intuicionado (Geschauten), y dentro de una vuelta
intuitiva (intuitiven) a las necesidades generales, que las afirmaciones serán conquistadas
como afirmaciones de esencias. No se trata de necesidades esenciales solamente supuestas,
pretendidas, pero es la necesidad y la universalidad incondicionada de su validez que vendrá
a ser intencionada, ella misma (selbst zum geschauten)”. Semejante retorno a las cosas
mismas como reconducción a la intuición no tiene fuerza más que si se trata de dar a su
eventual evidencia lo que según la orientación natural del pensamiento, no ofrece justamente
la intuición. Y por otra parte Husserl no admite la dificultad fenomenológica más que porque
él reivindica la intuición en lógica (lo que él no duda, por otra parte, en nombrar “el
cumplimiento (Vollzug) intuitivo de la abstracción”. La regla del retorno a la intuición , o sea
la inversión de la dirección natural, se despliega “así por todos lados. Pues cada
pensamiento, o por lo menos cada pensamiento coherente consigo mismo, puede llegar a ser
intuitivo”. En el ensayo del Prefacio a las Investigaciones Lógicas, reeditado también en
1913 (y publicado por E. Fink en 1939), Husserl puede entonces, explicitar la apertura por el
retorno sin excepción a la intuición: “… mi método es estrictamente intuitivo (intuitiven), o
sea radicalmente intuitivo (anschaulishe), en el sentido amplio que doy a ese término( in
meinem erweiterten Sinne), y (…) es precisamente en esto que consiste la diferencia tan
profunda que separa mi racionalismo y mi idealismo de aquéllos que lo han precedido y de
todas las ontologías escolásticas”. Hay que hablar de una “apertura” por que hay que
reconducir todo pensamiento a su efectivización (a sus actos) intuitiva. Esta auto-
interpretación tardía no se desvía de la intención inicial, por que, desde 1901, Husserl, en
una auto presentación reivindicaba “… haber descubierto una piedra angular (ein Grund-una
Eckstein) de toda fenomenología y de toda teoría del conocimiento futuro” en lo que él
llamaba ya “una ampliación fundamental, hasta aquí (…) no cumplida (fundamentale und
bisher nicht vollzogene Erweiterung) de los conceptos de percepción y de intuición”.
Nosotros concluímos entonces: la apertura de las Investigaciones Lógicas lleva a la
elevación de la intuición, como obrera de la evidencia, al rango de “justificación
fenomenológica adecuada” de todos los enunciado, o sea al rol absolutamente “determinante
(massgebend)” del “carácter descriptivo de los fenómenos, como ellos son vividos”. la
apertura y el final se responden: la apertura fenomenológica se lleva a cabo reconduciendo a
la intuición todo aquello que pretende constituirse como fenómeno. Este resultado suscita
dos confirmaciones.
Primeramente, parece difícil de mantener que el “principio de los principios”
formulado en las Ideen (Ideas) de1913 orientaría en una dirección inédita la empresa
fenomenológica, más aún contradiría el mandato primitivo del “retorno a las cosas mismas”.
El ensayo del Prefacio quedó inédito (ciertamente escrito en 1913), pero para las
Investigaciones Lógicas no vacila en efecto en reconocerle que ellas “profesa(n)
radicalmente el principio de todos los principios”, a saber el “derecho de lo que es visto
claramente, que justamente, en tanto que tal, es lo que es “originario”, es lo que se encuentra
antes que toda teoría, lo que da la última norma”. Este principio de derecho se cumple
cuando “siguiendo la evidencia de la experiencia, finalmente la percepción donadora
originaria dentro de su progresión concordante, hablamos simplemente de cosas que son”,
por que “entonces precisamente aceptamos lo que nos es dado inmediatamente en tanto que

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alguna cosa que es y nos lo interrogamos sobre sus propiedades y sus leyes”. Este principio
contradice tanto menos “el retorno a las cosas mismas”, que él lo comprende explícitamente:
“es este método intuitivo, llamando a las “cosas mismas” aquí en cuestión, quiere decir al
conocimiento “mismo” (precisamente en su donación directa, intuitiva), que sigue el Tomo
II de sus Investigaciones Lógicas, que a mi ver no fue escrito sin sentido (nicht umsonst)".
Para Husserl por lo menos, el “principio de los principios” no limita “el retorno a las cosas
mismas” pero contribuye al cumplimiento y la verdad: devolver a los objetos a los actos,
esto implica que “la intuición originariamente donadora sea una fuente de derecho del
conocimiento“. ¿No podríamos sin embargo objetar a esta conciliación de los dos principios
que aparece precisamente en 1913, dentro de una relectura de las Investigaciones Lógicas,
contemporánea del giro tomado con las Ideen ? Ésta objeción pierde mucho si se constata
que varios textos de las Investigaciones Lógicas mismas anticipan sobre el “principio de los
principios”: que baste el citar dos: primeramente esta argumentación extrema de la 5°
Investigación: "aquél que contesta la especificidad de los vividos intencionales, aquél que no
quiere (will) reconocer esto que para nosotros tiene la validez del más cierto (was uns als das
Allersicherste gilt), a saber que el ser-objeto consiste, desde un punto de vista
fenomenológico, en ciertos actos en los cuáles alguna cosa aparece o es pensada como
objeto, éste no podría sin duda comprender como el ser-objeto puede él mismo transformarse
en su momento objetivo". Lo más cierto, lo que descartes hubiese nombrado l’inconcussum
quid, y que solo posibilita el ser del objeto en tanto que objeto, tiende a esto: el objeto no
consiste más que en ciertos actos, actos de los cuáles la primacía tiende a ser aptitud a dejar
aparecer el dado como un vivido intencional. Este que rechaza aquí la “fuente de derecho”
de toda aparición, a saber lo vivido, no se puede rechazar, porque él se excluye él mismo del
terreno de la donación, donde solo una argumentación es posible. Si las condiciones de
posibilidad del ser-objeto, a saber la intuición en lo vivido, son contestadas, entonces son
también negados los eventuales objetos de la experiencia. Pero enseguida se presenta otro
texto, que cierra la introducción al tomo II de las Investigaciones Lógicas bajo el título sin
ambigüedad de “principio de la ausencia de presunción” (Prinzip der
Voraussetzungslosigkeit).Él pide asegurar el retorno a las cosas mismas por el respeto a la
única autoridad de la intuición: si es necesario que esta meditación sobre el sentido del
conocimiento no conduzca a una simple opinión, pero, como es aquí imperativamente
exigido, a un saber evidente (einsichtig) ella debe necesariamente cumplirse en tanto que
pura intuición de esencia sobre la base ejemplar, de experiencias dadas del pensamiento y el
conocimiento, “la intuición misma no puede entenderse como un último presupuesto, porque
ella no es ni presupuesta, ni puesta, ni dada pero originariamente dadora. La intuición ve
eso que las teorías presuponen de sus objetos; como la intuición da, sin razón ni condición ,
ella precede las teorías del dar, con el título de “teoría de las teorías”, en el sentido donde tal
vez, según Aristóteles, la imposibilidad de asegurar la ciencia por la sola ciencia repetida
() impone admitir el nous o
principio de principios ().
Queda que para asumir tal función, la intuición debe franquear los límites que le impone,
comúnmente, la teoría.
De dónde la 2° confirmación de la apertura; lo que Husserl tematiza como retorno
intuitivo a las cosas mismas exige "un nuevo concepto de intuición" librado de "lo habitual,
el de la intuición sensible". La intuición no se convierte en recurso principal de todo
concepto más que siendo la primera en sufrir la reforma fenomenológica, en esta ocasión
sometiéndose a una "ampliación fundamental", convirtiéndose "en intuitiva en el sentido
amplio que Husserl da a este término". No se podrá negar que, aunque anunciado desde la

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2° Investigación, el nuevo despliegue fenomenológico de la intuición no se lleva a cabo más
que con la 6° Investigación; desde la introducción ella anuncia "una
ampliación(erweiterung) absolutamente inevitable de los conceptos, en el origen
(solamente) sensibles, de intuición y de percepción, ampliación que permite hablar de
intuición categorial y especialmente de intuición universal". De hecho, como si la decisión
esencial que hace efectiva toda la apertura no cesara de atrasar su verdadero cumplimiento,
la 6° Investigación no cumplirá las promesas de los Prefacios de las 1° y 2° Investigaciones
Lógicas sino en su 2° parte; la primera duda en encarar el último debate. "En nuestro
próximo capítulo que trata de las formas categoriales en general, probaremos la necesidad de
extender (erweiterung) los conceptos de percepción y otra intuición. De hecho había que
esperar el apartado 45, titulado explícitamente "Extensión del concepto de intuición",
(Erweiterung des Begriffes Anschauung) para que, delante del objeto categorial, Husserl ose
admitir, que nosotros no podemos evitar estas palabras de las cuáles el sentido ampliado
(erweiterter sinn) no puede por cierto ser negado". (las palabras "inevitablemente", "de
intuición", o también "de percepción" y "de objeto"). Si reconocemos el hilo conductor de la
intuición, la unidad de la 1° con directamente la 6° se aclara. La 1° Investigación (y sus
prefacios) coloca en principio de los principios el retorno intuitivo y universal a las cosas
mismas. Para ejercer el hecho de lo concreto, es necesario que la intuición se convierta ella
misma en apta a su dignidad fenomenológica principal, en un último esfuerzo, el más difícil,
que moviliza toda la 6° Investigación: convertir en intuitivamente dado hasta el dominio
mismo de las categorías, la 1° Investigación "no tiene en suma más que un carácter
preparatorio" (vorvereitenden Charakter) por que no dispone todavía del concepto de
intuición que pretende poner en obra, por el contrario, la 6° Investigación "piedra angular de
toda fenomenología", Debe ser reconocida como la más extensa, la más madura y también
la más rica en resultados de todo el libro (ausgereifteste und wohl auch ergebnisvollste).
¿Debemos sorprendernos que la marche de las Investigaciones Lógicas procede a la inversa
de un orden analítico, y que el punto de partida implique ya resultados todavía por venir ?
Podemos sin duda sorprendernos, pero a condición de admitir que Husserl había advertido
que la fenomenología no puede no avanzar así: "Ella debe necesariamente utilizar en su
exposición misma casi todos los conceptos a la elucidación de los cuáles apunta. Es a esta
dificultad que se relaciona una cierta imperfección absolutamente irremediable concerniendo
la sucesión sistemática de las Investigaciones Lógicas fundamentales fenomenológicas (...)
La búsqueda se mueve de alguna manera en zig-zag; y esta comparación conviene tanto más
que en razón de la íntima interdependencia de los diferentes conceptos de conocimiento, es
necesario volver incesantemente (zurückkehren) a los análisis de origen y confirmarlos sobre
los nuevos, como se debe también confirmar los nuevos por los primeros. Nosotros podemos
entonces responder a la 1° cuestión; la apertura de la Investigación consiste en reconducir los
conceptos y los objetos a la intuición, o sea a extender radicalmente el alcance de intuición
misma. La apertura implica que la intuición da más de lo que aparenta, por lo menos lo que
aparenta para una mirada no fenomenológica. Por otra parte decimos, porque la intuición se
extiende, aparecerá más de lo que aparenta; a saber, exactamente tanto que la intuición en su
sentido amplio hace ver una mirada fenomenológica, por lo tanto antinatural.

2) Los campos de la intuición.

¿Pero, qué deja ver la intuición ampliada ? Una rápida respuesta a un corolario de la
1° cuestión permitirá concebir hasta dónde procede la ampliación, o sea la apertura. En el
ensayo de Prefacio a Investigaciones Lógicas, Husserl remarcaba un segundo aspecto de la

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única apertura: conocemos evidentemente "alguna cosa objetiva" (ein Gegenständliches) que
es, sin ser sin embargo sobre el modo de las cosas (reales). Dicho de otra manera: las
""ideas" son ellas mismas, valen como objetos (Gegenstände) ". De hecho en 1900/01, se
trata de comprender que "los objetos ideales existen realmente". Por ejemplo que "los 7
cuerpos regulares son 7 objetos tanto como los 7 sabios; el principio del paralelogramo de
fuerzas, un objeto tanto como la ciudad de París". Hay, para cumplir la orientación no
natural de la intuición que reclama la apertura, que considerar como objeto los actos hasta
ahora tenidos por no objetivos -"Son justamente estos actos, hasta ahora carentes de toda
objetividad (nich gegenständlich) , los que deben de ahora en más convertirse en los objetos
de la aprehensión y de la posición teórica; son estos que nosotros debemos considerar en
nuevos actos de intuición y de pensamiento, analizar según su esencia, describir y hacerlos
objetos (zu Gegenstände... machen) de un pensamiento empírico o ideadora". La objetividad
sobrepasa el modo de ser de la cosa, se libera de la realidad (Realität, real) , y entonces, ella
también se agranda: "yo elijo más seguido la expresión más imprecisa de objetividad
(Gegenständlichkeit) , por que aquí se trata en todos lados no simplemente de objetos en el
sentido estrecho (im engeren Sinn) , pero también de estados de cosa, de características, de
formas reales o categoriales dependientes, etc.". Comentando en 1925 las Investigaciones
Lógicas, Husserl pondrá netamente que "hay también sin ninguna duda objetividades
irreales y verdades irreales que le pertenecen". Hay aquí que resaltar que la objetividad se
extiende más allá de la objetividad real, en paralelo a la extensión de la intuición más allá de
lo sensible. Sobre todo hay que remarcar que estas 2 extensiones llegan al mismo horizonte -
categorial. Por otra pare, la objetividad ancha concierne de entrada, en la nota citada de la 1°
Investigación, las formas categoriales. Hay que comprender que, de entrada, la apertura
juega a favor y en vista de lo categorial, tanto por la intuición que por la objetividad
ampliada.
La extensión de la intuición se opone a su finitud kantiana, según que "nuestra
naturaleza comprenda en sí que la intuición no puede jamás ser más que sensible". Se trata
entonces "bajo reserva para ello de someter al concepto mismo de intuitividad
(Anschaulichkeit), contra su acepción kantiana, a una ampliación esencial (wesentliche
Erweiterung), admitir que nos afecta, por tanto que nos sea dado el concepto mismo, en su
figura categorial. La transgresión de la prohibición kantiana se cumple en tres momentos,
que ponen en obra, cada uno, una nueva acepción del categorial como tal, de suerte que
podamos suponer que toda intuición es, para Husserl, en un grado diferente, categorial. - a)
la intuición sensible quedaría, Kant lo dice claramente, ciega, si ningún concepto no la
subsume. Husserl saca autoridad de este adquirido para plantear que "el objetivo, el
verdadero conocimiento, no es la simple intuición, sino la intuición adecuada habiendo
revestido una forma categorial y adaptándose así perfectamente al pensamiento, o
inversamente, el pensamiento que extrae su evidencia en la intuición". La intuición más
elemental, o sea sensible, no tendría ninguna validez si ella no tuviese, de entrada, una
significación de la cuál ella asegura el completado; su función no se despliega más que
restringiéndose al completado de una forma categorial. Ella no puede presuponerla, salvo si
esta forma categorial se encuentra dada. -b) esta donación se efectúa ella misma sobre el
modo de la intuición, al menos en "la ideación evidente" (einschtig), donde lo universal en
persona nos es dado"; porque "la misma y única intuición" nos libra de hecho 2 objetos
irreductibles uno en el otro: en efecto, "sobre el fondo de la misma fundación intuitiva"
(desselben anschaulichen Untergrundes), dos actos , y no uno solo se emplean. De una parte
la intuición sirve de presentación fundadora para un acto en intuición ideal, - nosotros
buscamos tal casa, tal pintura roja, tal pequeño paño de pared amarillo y no tal otro, según

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una singularidad tan insustituible que para alcanzarla hay que ir "al motivo", con el riesgo,
como Bergotte, de morir por ello; la intuición funciona entonces, como en su primera
acepción, cumpliendo un enfoque singular. Pero, por otra parte, nosotros podemos, por la 1°
intuición utilizada como simple soporte, enfocar también la casa como la esencia de toda
casa posible o imposible en lo empírico, el color universal del rojo que ningún tono, entre
los rojizos del mundo, podrá jamás ni agotar, ni aproximar, puesto que ese rojo esencial no
brilla jamás aunque todos los rojos particulares brillen a partir de él. Así, sobre la intuición
sensible, se apoya "un acto de aprehensión y de intención haciendo surgir la especie
(spezialisierenden)", de manera que "se edifique sobre la intuición de la casa individual o de
su rojo un nuevo modo de aprehensión, que es constituivo por la donación intuitiva de la
idea de rojo (intuitive Gegebenheit der Idee)". Del categorial como esencia universal, hay
dato y dato intuitivo: la intuición primera se encuentra utilizada para volver intuitivo el
categorial, porque ella se deja desviar de lo individual (así pues de ella misma, dato hic et
nunc sobre el modo de un "esto" (dieses)), bajo la fascinación posesiva del categorial, "los
objetos ideales existen al contrario realmente (...) nosotros aprehendemos también con
evidencia (einsichtige) algunas verdades categóricas, que son relativas a estos objetos
ideales". La evidencia (Einsicht) lleva a cabo, en la ideación, la intuición de las esencias. El
límite kantiano cede ante la evidencia -de la evidencia de las esencias intuitivamente dadas.
Nosotros no tenemos que insistir sobre este punto, bien conocido, pero sobre eso que lo
hace posible. La intuición de las esencias se impone realizando ya -(cosa totalmente
remarcable) -la pareja de actos fundadores y de actos fundados, anticipándose sobre la 6°
Investigación. Sobre todo, ella moviliza la instancia del categorial. Así, la diferencia entre
los actos particulares (fundadores) y los actos universales (fundados) es "categorial", porque
"pertenece a la forma pura de objetivaciones de conciencia posibles, como tal. Así los "actos
no sensibles" se extraen de un pensamiento "categorial". Así sobre todo, la 1° Investigación
misma, cuando encara las "funciones categoriales", determina las diferentes significaciones
atribuíbles de una misma intuición a variaciones de solo y único "punto de vista categorial"".
Dicho de otra manera, la orientación de la intuición hacia las formas categoriales universales
(las esencias), descansa enteramente sobre la interpretación ella misma categorial de la
intuición, hasta entonces tenida por sensible. Desde la apertura de las Investigacións
(Investigaciones Lógicas), el paso decisivo de una ampliación de la intuición no se cumple
más que a partir de la autoridad del "categorial", o sea a partir de la 6° Investigación . La
apertura queda, una vez más, incomprensible e injustificable, si el conjunto no se encuentra
leído a partir de su término final. Esta inversión del orden de lectura de las Investigacións
(Investigaciones Lógicas) no corresponde solamente a la paradoja metodológica de su
marche en zig-zag; responde sobre todo a la paradoja fenomenológica del retorno a las cosas
mismas, tal que Heidegger lo formulaba todavía en 1925: "estos actos de ideación, de
intuición de lo universal, son en tanto que actos categoriales, actos donadores de objetos. Lo
que ellos dan, lo caracterizamos como idea,  species. Este término latino traduce 
el aspecto bajo el que se muestra alguna cosa (Ausshen von etwas). Los actos de la intuición
universal dan eso que vemos primeramente y simplemente de las cosas. Mientras yo percibo
simplemente, recorriendo mi alrededor, veo cuando observo casas, no primeramente y de
golpe y expresamente casas, particulares, distintas, pero veo primero universalmente esto: he
aquí una casa". Yo veo la casa, en tanto que casa, antes de (y para) ver una casa;o más bien,
el en tanto que de la casa precede a tal o cuál casa, y la hace aparecer como tal. La intuición
de las esencias no incrementa la intuición sensible por una extensión frágil, pero la precede
haciéndola posible fenomenológicamente.
De donde el último paso: c) la intuición categorial en el sentido estricto. Siguiendo el

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momento preciso donde, en su (ref.)45, la 6° Investigación ejecuta "la ampliación del
concepto de intuición", o sea el designio inicial (y único) de la apertura de 1900/01, el
procedimiento no puede más que sorprender, tanto por su economía de medios como por su
rapidez de conclusión. Sea un principio: "la homogeneidad esencial de la función del
cumplimiento"; dicho de otro modo: cualesquiera que sean las intenciones de significación,
ellas exigen todas, por principio, por lo menos la posibilidad de su cumplimiento intuitivo. A
este principio se agrega una cuestión: ¿en una expresión como "el oro es amarillo", todas las
formas categoriales pueden recibir la intuición de cumplimiento correspondiente, si nosotros
nos quedamos con los dos tipos de intuición ya reconocidos? Es claro que la intuición
sensible (o sea los actos fundantes) no puede cumplimentar las formas categoriales de
esencias, como oro y amarillo, ellas no reciben pues su acabado significativo que de
intuiciones de esencia. Queda el simple es. Pero el es "es puesto él mismo bajo nuestros ojos
(...) no es solamente pensamiento, pero precisamente intuido (angeschaut), percibido". En
efecto, nosotros no enfocamos solamente el oro, luego el amarillo, sino su unión, o sea
afirmamos su unidad; es más, afirmamos que la unidad predicativa se refuerza con una
constatación existencial. No enfocamos solo el oro (es) amarillo, o el oro-amarillo, pero
también "el oro-amarillo es". Entonces podemos constatar que estos enfoques categoriales
demandan una intuición de acabado correspondiente. Que "es" se encuentra enfocado
propiamente, o sea esperando un acabado propio, obtenemos finalmente confirmación
cuando está en lo que no encuentra un acabado intuitivo adecuado: así como la significación
oro-amarillo no coincide evidentemente con la significación el oro-amarillo es, del mismo
modo la ausencia del cumplimiento intuitivo de es se distingue claramente de su presencia -
que nos daría el oro-amarillo siendo en persona. Positivamente como negativamente, la
última forma categorial pone en movimiento el juego de la intención y de la intuición, del
enfoque y del cumplimiento. Así, todas las significaciones, incluso categoriales,
"inevitablemente", al fin, "se topan con una "intuición" o aún una "percepción" y un
"objeto". La intuición categorial no se impone por alguna mística iniciación que abriría un
sospechoso tercer ojo del espíritu. Ella resulta del puro y simple retorno a las cosas mismas,
que constata que el es, también, ofrece una significación, o sea exige una intuición. Ella
constituye un caso particular, aunque polémicamente remarcable, de la "gran clase de actos,
que tienen como particularidad que en ellos hay algo que aparece como "efectivo", y a la
verdad como "dada en persona" (etwas als "wirklich", und zwar als "selbst gegebenen"
erscheint)". La intuición categorial marca la determinación de toda intuición por la exigencia
categorial de la donación en persona del fenómeno. La intuición resulta de la donación sin
excepción. Otra confirmación de esta dependencia viene del estado curiosamente
"analógico" reservado a la intuición categorial - análoga con todas las otras intuiciones por
relación a la exigencia de una donación universal del fenómeno.
El límite fijado por Kant a la intuición debe transgredirse diversamente - pero para 1
solo motivo: la exigencia fenomenológica de la donación en presencia de todo fenómeno, sin
reservarse nada, el categorial no haciendo excepción. Reencontramos así el último corolario
de la primera cuestión:¿la apertura de 1900/01, en adelante identificada a la ampliación de la
intuición, concierne directa o indirectamente a la metafísica, ella misma definible por la
primacía de la presencia ?

3) el cumplimiento de la presencia.

Si la metafísica se define por la primacía, absoluta e ininterrogada en ella, de la


puesta en presencia del ente, y si ésta puesta en presencia no se lleva a cabo más que por la

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intuición, entonces habrá que concluir, sin reparos, que jamás la metafísica se cumple tan
perfectamente que con la apertura de 1900/01, tal que ella llega, al campo término de la 6°
Investigación, a abrir "el dominio de la intuición universal (der allgemeinen Anschauung)-
una expresión que no le sonará en los oídos a la mayoría mejor que la de hierro en madera".
La puesta en presencia cubre un campo sin límite ni resto, por que la puesta en evidencia
intuitiva se vuelve universal. La poderosa originalidad de la instauración husserliana de la
fenomenología no puede considerarse más que si se mide la audacia de la tesis de las
Investigaciones Lógicas: nada hace, justamente, excepción a la intuición, pues no escapa a
su reconducción en plena luz de la presencia; ni lo sensible, ni la esencia, ni la forma
categorial misma, nada quedará ahora invisible, puesto que un modo de intuición persigue y
acosa cada uno de estos objetivos como tantos modos de la presencia. Menos de siete años
después de la apertura, las lecciones de Göttingen enumeran, en la conclusión de su
itinerario, "los diversos modos de donación auténtica"; la lista se alarga tan lejos que aparece
evidentemente que ningún resto de sombra ni de retiro resiste a la evidencia del aparecer.
Husserl recuenta sucesivamente, "la donación de la cogitatio", la donación en el recuerdo
próximo, la donación de la unidad fenomenal en el flujo, la donación de la variación de esta
en el flujo, la donación de la cosa "exterior" al flujo, las donaciones propias al re-recuerdo y
a la imaginación, la donación de las entidades lógicas, la donación de lo universal y hasta la
donación de lo absurdo y del sin-lógica. De dónde la consecuencia última, pero obligada,
que "la donación está por todas partes, überall ist die Gegebenheit". La donación, como un
flujo de maremoto, sumerge todo ente y todo pensamiento, desde entonces que lo invisible
 por excelencia, lo inteligible como  e idea, se deja casi poner en escena por
una intuición en adelante sin límite (en el sentido kantiano), sin condición (en el sentido
leibniziano), sin reserva tampoco. Sin reserva quiere decir aquí: sin guardar nada en la
invisibilidad del retiro, pero también, sin guardar el menor retenido. La intuición
inspecciona todo, y no respeta nada; ella cumple la exigencia teórica con una extraña manera
de barbarie - la avalancha de la presencia. No hay, en efecto, que equivocarse sobre el
carácter de más en más programático de fenomenología husserliana: no se trata de una
indecisión en cuanto a la orientación final, ni a los medios de alcanzarla; la orientación se
llama la puesta en presencia; el único medio tiene por nombre intuición universalizada. Si la
empresa se hace programática, es que la amplitud desmesurada de la donación entrega tal
material a la constitución, que la Sinngebung descubre una tarea casi verdaderamente
infinita, a la medida del continente abierto por la apertura. De dónde el llamado lancinante y
casi angustiado de Husserl a "equipos" de investigadores, a "generaciones" de obreros de la
fenomenología, atareados en todas las "regiones" disponibles. La fenomenología alcanza en
este sentido fuertemente sobrio, una manera de  delante de la presencia
sobreabundantemente dada por intuición. Hay que citar, en confirmación, no solamente lo
que la 2° Investigación evoca bajo el título de "divina intuición de todo" (göttliche
Allerschauung), pero un texto de 1925, que, después de haber recordado "la tarea y la
significación de las Investigaciones Lógicas ", define así el "método de generalización
intuitiva (intuitiven verallgemeinerung)": "primeramente se trata de develar lo que no se
experimenta como mundo más que en estrechos límites (nur eng begrenzt), y con un
horizonte mal definido, de tal manera que nosotros ponemos en juego la experiencia posible,
que progresamos de evidencias posibles en evidencias posibles siempre nuevas, etc. y por
decir de algún modo, que nosotros nos figuramos una visión de conjunto (ein Gesamtbild...
bild), una intuición de conjunto del mundo (Gesamtanschauung der Welt) efectivamente
explicitado, aunque abierto todavía a otros avances: a saber tanto que este mundo de punta a
cabo (alles in allem), podría y debería aparecer (aussehen), cuando llenamos - por

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experiencia efectiva o por una experiencia de pensamiento cualquiera - los horizontes
abiertos, indeterminados con las posibilidades experimentales convenientes apropiadas". La
intuición no pone en presencia solamente los objetos del mundo, pone en presencia al
mundo mismo; la intuición no llena solamente el mundo, se sobrepone al él, a fin de recubrir
la mundalidad total de su presentificación. La intuición no recubre el mundo más que
totalizándolo según una Gesamtanschauung, que muestra su figura total (Gesamtbild)
forjándola (bildend): no llena el mundo de presencia, más que constituyéndose ella misma
como un mundo. Ella no hace (bilden) el mundo más que haciéndose ella misma mundo. El
mundo se mundaniza por la intuición, que hay que reconocer como, literalmente, universal.
La intuición derrama el mundo en la presencia, sin retiro, sin resto, sin moderación. la
metafísica de la presencia se cumple en la aparición (Aussehen) absoluta - el mundo como
intuición del conjunto, la intuición de conjunto como mundanización.
La apertura no abre más que sobre el cumplimiento matafísico de la presencia.
reencontramos, por una vía diferente, la interpretación propuesta por Derrida. Sobre esta vía,
que no fue la suya, se impone el acercamiento de Husserl con Nietzsche, al menos en un
fragmento, tardío (1888-1889) y esencial, por otra parte extrañamente titulado: "en que yo
reconozco mi semejante (meines Gleichen)". Nietzsche pretende revelar "la historia oculta
(verborgene) de la filosofía", no sin similitud con Husserl, erigiendo la fenomenología como
"nostalgia secreta (geheime) de toda la filosofía moderna". ¿Porqué un tal secreto, una tal
cara oculta, hasta ahora en filosofía ? Porque, en los dos casos, el último metafísico pone en
evidencia lo que la metafísica no había ni podido ni osado hacer aparecer. Nietzsche define
su inauguración propia en términos casi fenomenológicos: "la filosofía, tal que yo la he
comprendido y vivido hasta ahora (erlebt), es la búsqueda deliberada de las caras, hasta las
más malditas e infames, del Dasein". ¿Acaso la fenomenología husserliana no se fija la
búsqueda loca de las caras más ocultas del Dasein, para someter a la evidencia de la
intuición que presiente, lo que antes ninguna filosofía había simplemente podido ver cara a
cara? Esta empresa pasa seguido en Nietzsche por negadora y, en un primer sentido, a justo
título: "una filosofía experimental, tal que yo la vivo (lebt), anticipa, a título de prueba, sobre
las posibilidades del nihilismo radical: lo que no quiere decir que ella se quede en un no, en
una negación, en una voluntad de negar". Parecidamente, la fenomenología husserliana, para
ver, para volver a las cosas mismas, debe desde 1900/01 negar todo presupuesto, hasta
practicar bajo todas sus figuras la reducción del pensamiento a la evidencia del dado. En
estos dos casos, la presencia plena impone primeramente la destrucción de las sombras que
la limitan o la imitan, así pues la ofuscan. Pero, igual que la reducción -este otro nihilismo
primeramente negativo- llega a la constitución y a la Sinngebung, igual que Nietzsche
completa el "no" por un "sí", el gran Amen: "al contrario, ella quiere llegar a lo inverso - a
una aceptación dionisíaca (Jasagen) del mundo, como es, sin sacar nada, ni exceptuar, ni
seleccionar- ella quiere el ciclo eterno - las mismas cosas, la misma lógica y no-lógica de los
nudos. El más alto estado que un filósofo puede alcanzar: quedarse dionisíacamente frente al
Dasein: mi fórmula para ello es amor fati". La apertura fenomenológica quiere, por su parte,
la "intuición universal", que pone en presencia la totalidad en una "intuición de conjunto del
mundo". La evidencia de la donación husserliana opera ella también la "salida del sol", y no
deja más que "la sombra más corta", y hasta llega a eliminar toda no evidencia del mundo.
Al mediodía nietzschiano, responde la intuición sin trazas de la fenomenología, como, al
"monstruoso e ilimitado Si y Amén (ungeheure unbegrenzte Ja - und Amen - sagen)de
Zarathustra, responde la donación originaria del "principio de los principios". Pues, en el
principio que fija el más alto estado al que un fenomenólogo pueda llegar, se trata de
soportar que "eso que se ofrece a nosotros originariamente en la "intuición" (por decir en su

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efectividad carnal) deba ser admitido simplemente como lo que se da, pero también
solamente dentro de los límites en los que se da. "Recibir lo que se da en el centro de la
intuición como se da, ni más (Husserl), ni menos (Nietzsche)- exactamente, según la sola
"fuente del derecho del conocimiento", la intuición, en el uno y el sin límite, resto o retirada.
También en otro fragmento consagrado a la "más alta voluntad de potencia", o sea en eco al
"más alto estado", Nietzsche piensa expresamente el "siendo" como fenómeno ("das Seinde
als Schein"), no sin anunciar el punto de llegada de Husserl: "bajo el golpe de la reducción
(...) caen todas las ontologías", de suerte que "también la fenomenología pura parece
encubrir en ella todas las ontologías". El ente no encuentra su "fuente de derecho" más que
dejándose reducir a la intuición, o sea poner en presencia, sin resto ni retirada, en la (justa)
medida donde se da - resumiendo, apareciendo como fenómeno. Destrucción y exhibición
que dice igualmente la ambivalencia de "Schein" "simple apariencia "pero también
"aparición". Nada no es que no aparece, nada no aparece que no es". Entonces la intuición
"ensanchada" y/o el "sí sin límite" norma al ser del ente asegurando su perfecta presencia.
Para cumplir la metafísica de la presencia, Nietzsche puede así reconocer por su más
extraño, pero sin duda su más inesquivable parecido - Husserl.
Hemos obtenido, por lo menos en bosquejo, la respuesta a nuestra primera cuestión:
la apertura de las Investigaciones Lógicas ejecuta la "metafísica de la presencia" ampliando a
este punto la intuición a la que ella llega, en eco al "gran Amén" nietzscheano, a poner en
presencia la totalidad del ente.

4) ¿Un desconocimiento de la significación?

Queda entonces la 2° cuestión: ¿el cumplimiento de la primacía de la intuición como


presentificación universal, primacía que caracteriza indiscutiblemente la apertura de las
Investigaciones Lógicas, primado que tenemos subrayado todavía más metafísicamente ( si
esto es posible) que como lo había hecho Derrida, primado en fin que afilia la
fenomenología comenzada y acabándose en Nietzsche - este cumplimiento es suficiente para
llevar enteramente la apertura de 1900/01, de golpe y para siempre, a la metafísica, ella
misma definida como una "metafísica de la presencia"? Esta cuestión no puede entenderse
correctamente más que agregando rápidamente dos observaciones. a) determinar la
metafísica y la primacía en ella de la presencia y pretender identificar la metafísica como
figura unificadora de toda la filosofía reenvía al pensamiento de Heidegger, sin el cuál estas
nociones hubieran sido impracticables; así pues todo uso de estas nociones implica una toma
de posición con respecto de su iniciador. Por otra parte se encuentra que Derrida, reenviando
la apertura de las Investigaciones Lógicas dentro del campo cerrado de la metafísica, utiliza
las nociones heideggerianas sin justificar su confirmación táctica ni confesar su pertinencia
intrínseca. ¿Debemos hablar en general de "metafísica de la presencia"? ¿Podemos hablar de
ella en Husserl? ¿Podemos hablar desde las Investigaciones Lógicas? Estas cuestiones
prejuiciables no están hechas. Ellas, sin duda, no deberían ser hechas, si Derrida retomara
toda la estrategia heideggeriana para sí; pero precisamente él piensa muy originalmente
hacerlo sin reserva. Porque si él admite la noción de "metafísica de la presencia", él recusa
también radicalmente la comprensión de las Investigaciones Lógicas por Heidegger: lejos de
ver las premisas de un "nuevo comienzo" él devela el cumplimiento puro y simple de la
metafísica - como, precisamente, el develamiento del ente en la presencia. Este doble uso,
fuertemente contrastado, de las tesis heideggerianas sorprende; puede sin ninguna duda
justificarse, pero, sin duda también no recibe, en "la voz y el fenómeno", la legitimación
explícita. En otros términos, hay que preguntarse sobre una paradoja: ¿como podemos, para

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leer las Investigacións (Investigaciones Lógicas), jugar una tesis de Heidegger (la
"metafísica de la presencia") contra otra (la intuición categorial del ser como bosquejo de un
"nuevo comienzo")? Esta paradoja, no pretendemos resolverla, pero dejaremos por lo menos
aclarado, en su extraña luz, nuestro propósito.- b) la interpretación de Derrida escapa por
otra parte largamente al simplismo que nosotros le prestamos. Las Investigaciones Lógicas
no se dirigen, en efecto, a sus ojos, sobre la metafísica, más que en la medida en que,
primero, ellas habían llegado a la orilla extrema del campo de la presencia; ellas no vuelven
aquí más que porque estuvieron a punto de transgredirlas, porque "en un solo y mismo
movimiento, Husserl describe y borra la emancipación del discurso como no-saber". Por un
tal "discurso como no-saber", hay que entender más precisamente - y esta distorsión puede
parecer también sorpresiva y remarcable - el estado de la significación (Bedeutung) o de
"querer decir" (meinen) válido sin la confirmación de una intuición, así pues sin el
fundamento de una puesta en presencia. Husserl sería sin duda el primero (eso que Derrida
por otra parte no precisa) en comprender que "pertenece a la estructura original de la
expresión de poder pasarse de la presencia plena del objeto apuntado por la intuición", o
todavía que "la ausencia de intuición (...) no es solamente tolerada por el discurso, ella es
requerida por la estructura de la significación en general, por poco que la consideremos en
ella misma". El paso adelantado de Husserl liberaría a la significación de la presencia. El
paso en retirada - pues Husserl retrocedería delante de su propia audacia al interior mismo de
las Investigacións (Investigaciones Lógicas)- restablecería para la significación una
confirmación obligada de la intuición, y entonces censuraría la autonomía de la
significación, o más bien, para decir con Derrida, "el signo sería extraño a esta presencia en
sí, fundamento de la presencia en general". Para también reconstituir el doble, pero
simultáneo movimiento de una apertura (hacia la significación ideal) y de un retroceso
(delante de la diferencia originalmente no original del signo), Derrida debe, con virtuosidad,
introducir implícitamente dos decisiones capitales. Primeramente reconducir la
determinación de la significación a ésta del signo o del "discurso"; esta equivalencia rige por
otra parte mucho más profundamente su interpretación que aquélla, por lo tanto puesta en el
primer plano, entre el signo dotado de significación (Zeichen) y el índice desprovisto de
toda "cualidad de figuración" (Anzeige); porque, antes de decidir si el índice constituye la
verdad última del signo significativo, o, a la inversa, queda a justificar que la esencia de la
significación se juega, primeramente y completamente, en las figuras del signo. Eso que va
de suyo para Derrida, pero no para Husserl. Después, Derrida debe suponer que la intuición
rige, de una parte a otra, la "metafísica de la presencia"; así pues que la intuición lleva a
cabo, sola, la puesta en presencia. ¿Pero la intuición constituye, en cuánto que concierne la
presencia, la última palabra, por lo menos para Husserl ?
Nos parece que estas dos decisiones sostienen toda la lectura de las Investigaciones
Lógicas por Derrida. Ellas merecerían igualmente una discusión ajustada. Sin embargo,
como ellas determinan de hecho primeramente el punto de partida del itinerario propio (si
"propiedad" no sonara aquí justamente como la impropiedad por excelencia) de Derrida, y
que no nos ocupe más que la asignación a la apertura husserliana de su puesta, no
retendremos que la segunda de estas decisiones, sin disimular cuanto la primera es digna de
cuestión, ni olvidarla completamente. En efecto, la equivalencia, mantenida también por
Derrida, entre intuición y presencia, levanta una temida dificultad para situar la significación
en la fenomenología misma. ¿Qué status Husserl podrá reconocer a la significación, desde
que , de una parte, establece a diferencia de toda intuición confirmadora, y que por otra
parte, gracias a su "ampliación" al rango de "intuición de conjunto, Gesamtanschauung", la
misma se vuelve universal puesto en presencia ? ¿Dicho de otro modo, si la dignificación

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significa sin intuición (tal sería la apertura según Derrida), si la presencia se da
universalmente por la intuición (como nos ha parecido la apertura desde Husserl), que queda
de presencia, qué modo de ser, resumiendo que lugar le tocará todavía en particular a la
significación ? El paso atrás resultará casi necesariamente de esta aporía, que Derrida vuelve
inesquivable, mientras que Heidegger aparenta no adivinarla. Hay que hacer una pregunta a
las Investigaciones Lógicas: ¿el "agrandamiento "de la intuición en la dimensión del mundo
no contradice radicalmente la autonomía (idealidad) de la significación ? ¿Que presencia
puede recibir todavía la "inexistencia intencional" y sobre todo significativa, a partir de que
la intuición agote toda presencia ? Resumiendo, como la significación se dispensa de la
presencia, por tanto del ser, la significación no podría pasarse de la intuición más que
pasándose de ella misma. Aquí está la aporía, Derrida nos conduce a ella, él solo. Sin
embargo, él responde con una elegancia de alguna manera demasiado cómoda y rápida, para,
creemos, hacer justicia a la cuestión que surgió así. Según esta respuesta, Husserl,
reencontrando "la diferencia (...) siempre más vieja que la presencia", habría "negado" las
"consecuencias", como se rehúsa un obstáculo. El "imperativo intuicionista", auténtico
imperativo categórico de la metafísica, habría retenido la apertura en el umbral de la
diferencia, y, de golpe, "la originalidad del querer-decir como alcance es limitado por el
telos de la visión. La diferencia que separa la intuición de la intuición, para ser radical, no
sería menos pro-visoria". ¿Semejante contradicción de Husserl con él mismo y semejante
arrepentimiento medio consciente ofrecen la única figura posible ? Ciertamente, por lo
menos si la intuición constituye la última palabra de la presencia; en esta hipótesis sola, la
significación debe o bien girar a la diferencia o bien recaer bajo el yugo intuicionista. Esta
hipótesis - que indiscutiblemente Derrida presupone como el horizonte de la aporía que él
construye- caracteriza exactamente la metafísica como "metafísica de la presencia": ser
vuelve a ser presente, la presencia vuelve a la intuición. Delante de esta hipótesis, dos vías se
abren todavía a la interpretación. O bien, Husserl no puede más que contradecirse
contradiciendo la autonomía de la significación por el "agrandamiento" de la intuición;
confesaría entonces de esta manera reconocer por no sobrepasable la hipótesis metafísica e
la presencia por intuición. O bien, Husserl no afrontaría el status de la significación por que
él habría ya transgredido la primacía de la intuición en lo que concierne la presencia, de una
manera tanto más decisiva que no liberaría la significación de la intuición, que después de
haber cumplido el más metafísico agrandamiento; en este caso, la irreductibilidad de la
significación a la intuición no contradiría la universalidad del modo de presencia intuitiva,
pero atestiguaría, por transgresión, que la intuición, tan universal sea ella, no constituye el
último nombre de la presencia. La significación podría, incluso sin ser vista por intuición,
todavía ser. ¿Ser podría entonces manifestarse, desde las Investigaciones Lógicas, de otra
manera que por intuición, aunque fuera categorial, sobre un modo que se atestigua por
excelencia en la significación ? -Dado que esta vía no ha sido seguida, ni siquiera por aquél
que la ha hecho a contrario posible, tomémosla.

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