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Corporación Universitaria Americana

Marggy Patricia Chamorro Muñoz


Derecho 5-C

DELITO POLITICO

Pese a la ausencia de una definición del delito político, no obstante, es amplia la

doctrina y la jurisprudencia nacional e internacional que acota y precisa su naturaleza, es

por eso que la discusión sobre el delito político parece nunca haber cesado a lo largo de la

historia de nuestra nación. La guerra y la paz han ayudado, de maneras diferentes, a que en

todos los periodos se discuta con pasión sobre el significado de este, por lo tanto, son

aquellos que tienen como fin el mejoramiento de la dirección de los intereses públicos, en

contraste con los delitos ordinarios que se definían como aquellos con fines egoístas,

alejados enteramente de los móviles que definen por su aspecto espiritual o ideológico a esa

clase de organizaciones, refiriéndose a los grupos insurgentes.

Los delitos políticos son susceptibles de amnistía o indulto precisamente porque en

la realización del tipo penal va envuelta una motivación supuestamente altruista, en la que

el sujeto activo pretende modificar la sociedad para su mejoramiento. Existe una diferencia

básica respecto del móvil del delito ordinario, en la que el actor siempre obra guiado por

fines egoístas y muchas veces perversos.

En conclusión, el concepto de delito político carece de una definición unívoca de

rango constitucional, toda vez que hasta ahora esta se ha centrado en la oposición a los

delitos comunes u ordinarios y en su conceptualización por vía de exclusión. En materia

legal, comprende los delitos de rebelión, asonada y sedición, careciendo, sin embargo, de

un alcance más definido.


EL PERDON EN DERECHO PENAL

El perdón es algo que sólo se puede conceder gratuitamente, fruto de la magnanimidad. Por

ello nadie tiene derecho a ser perdonado por su víctima, por muy arrepentido que esté, ni tampoco

el ofendido está obligado o condicionado a hacerlo. Además, el perdón de la víctima, en principio,

carece de relevancia jurídica, pues no impide ni el enjuiciamiento de la conducta criminal ni la

sanción del culpable. Como veremos, también el arrepentimiento tiene escasa relevancia jurídica,

como ocurre con la reconciliación, en la que confluyen arrepentimiento y perdón, sin perjuicio de

que, por p En el ámbito penal, con carácter general, el perdón no impide la persecución de delitos

en los que el bien jurídico protegido excede al interés de la persona ofendida.

Para quienes son ajenos al mundo del Derecho, puede extrañar que en los delitos contra las

personas e, incluso, en los de propiedad, el bien jurídico protegido no sea el interés de la persona

que sufre la agresión o del titular del patrimonio afectado, y que, consiguientemente, el perdón del

ofendido no sea relevante para que deje de perseguirse y castigarse. Es suficiente con que los

tribunales tengan conocimiento de la existencia de delito, para que lo persigan y castiguen. Esto no

deja de ser una manifestación de que es el Estado quien ostenta el “ius puniendi” (derecho a

castigar), de tal forma que queda vedada la justicia particular, que fácilmente conduce a la

venganza. El perdón del ofendido no tiene efectos jurídicos, en cuanto que no puede impedir el

enjuiciamiento y, en su caso, el castigo, aunque sí puede suponer una renuncia a las

responsabilidades civiles derivadas del derecho, que no deja de ser un derecho de contenido

patrimonial encuadrado dentro del ámbito de disposición de la víctima.

Es cierto que hay excepciones. De un lado, los denominados delitos semipúblicos, que

precisan, para ser perseguidos de la denuncia del ofendido, aunque su perdón no extinguirá nunca la

responsabilidad criminal. Y de otro, los llamados delitos privados, en los que tanto la denuncia de la

víctima como su voluntad son imprescindibles para que sea juzgada y castigada la agresión, y,

además, el perdón del ofendido extingue la responsabilidad penal.

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