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MODALIDAD: CUENTO

TÍTULO: EL TERRITORIO DEL OJOS NEGROS.

NOMBRE Y APELLIDO DEL ESTUDIANTE: BARÓN PORTILLA FABIÁN ANDRES

GRADO: DÉCIMO

DIRECCIÓN: CALLE 19ª #13-76

TELÉFONO: 3138934250

LICEOGUSTAVO MATAMOROS LEÓN


MARGINAL DE LA SELVA-XVI BRIGADA-YOPAL CASANARE
TEL.3508285824-3133451276
marl.niño@liceosejercito.edu.co
l.munoz@liceosejercito.edu.co
Cuando me embargué a aquella travesía, nunca me hubiera imaginado este desastroso

escenario.

El barco, ya casi hundido completamente, se hallaba a una distancia prudente de la balsa en

la que las siete personas nos encontrábamos. No hubieron más sobrevivientes. Algunos de

los presentes lloraban, se lamentaban o simplemente se quedaban quietos y en silencio

como yo. Pero lo que era seguro es que no sabríamos cómo sobrevivir a lo que nos

esperaba.

Nunca me imaginé estar en una de éstas situaciones. Se ven en las películas, en las obras,

pero cuando te pasa realmente a ti, es cuando empiezas a pensar en lo desagradecido que

has sido anteriormente.

Pasaron días desde el suceso del barco.

Pero la suerte estaba de nuestro lado, hallamos una pequeña isla, donde no se divisaba

ningún tipo de civilización. No edificios, no autos. Pero por lo menos era tierra. Donde

podríamos refugiarnos y sobrevivir. Mucho mejor que en una pequeña balsa y el mar

infinito acompañándonos. Pusimos pie en la zona desconocida. Era una isla desolada como

había predicho, andamos por allí durante varias horas, pero no hallamos nada ni nadie que

nos socorriera.

Decidimos pasar la noche en la playa, construyendo un pequeño refugio con ramas y hojas

que algunos encontraron. Yo simplemente no podía creer que probablemente no volviera a

ver a mi familia. Por esto, me aislaba, no hablaba con nadie de los sobrevivientes. Ellos,

con el pasar de los días, empezaron a acostumbrarse, a divertirse, ya que eran jóvenes.
Aquel viaje en barco era una travesía de intercambio a otro país. Viajé yo sola, sin

compañía de ninguno de mis familiares, por lo tanto en este momento lo agradecía, si ellos

hubieran muerto en ese viaje, no sabría que hubiera sido de mi.

Los sobrevivientes y ahora mis acompañantes, eran estudiantes de varios lugares del país

que se dirigían al mismo destino que yo, por lo tanto, a diferencia de unos pocos, yo

incluida, tendían a tomar la situación como una broma, como otra manera de divertirse.

Pasaron los días. Ya había una rutina específica para el diario vivir. Se hicieron equipos

para diferentes actividades, como lo era la caza, la construcción o hasta la creación de la

comida ingerida. Prefería lo último ya que así no tenía que hablar con nadie, pero luego de

unos días. Empezó.

— ¡Está muerto! —Gritó una muchacha.

Uno de los chicos más jóvenes y risueños fue encontrado en la playa, carecía de sus globos

oculares y de sus extremidades. Por esto empezamos a tomar medidas, porque aquello, solo

pudo haberlo hecho un animal, uno muy grande y peligroso.

Sin embargo volvió a ocurrir dos días después. Ésta vez, no fue solo uno, sino dos. En este

caso una chica y un chico. Eran pareja.

Ahora solo quedábamos cuatro personas. Praia, Nacor, Heist y yo. Permanecíamos juntos,

tratábamos de cambiar nuestro refugio de lugar cada tanto, nadie salía solo. Pero esto solo

retrasó lo inevitable.

No había forma de no hablarles, al fin y al cabo estábamos juntos en esto y era injusto

alejarme y aislarme como usualmente hacía.


Una noche, donde los tres estaban sentados alrededor de la fogata improvisada decidí ir a

hacerles compañía. Praia estaba triste, los fallecidos eran sus amigos, sus ojos ya no

Brillaban como usualmente lo hacían, ella estaba devastada. Me senté a su lado a conversar,

y por primera vez desde el trágico accidente, pude relajar mi mente y ser normal de nuevo.

Pero no duró.

Oímos un ruido entre la maleza. Nos levantamos rápidamente y nos acercamos más a la

persona que estaba a nuestro lado. Nacor nos dijo que iba a revisar, pero cuando llegó a la

maleza, algo lo sujetó de sus piernas y se lo llevó. Su grito desgarrador nos obligó a correr

de la forma más rápida que pudimos.

Mis pulmones quemaban, mis piernas dolían, pero la adrenalina y el pensamiento de ser

atrapada y asesinada por aquella bestia me daba fuerza para seguir avanzando. Praia y Heist

corrían a mi lado, sin embargo la chica en algún momento resbaló y cayó. Cuando se trató

de levantar fui en su ayuda, pero una gran extremidad se hizo visible y agarró de los

tobillos a Praia. Ella gritó y lo hice yo también. Pero no pude sostenerla por mucho tiempo.

El monstruo se la había llevado. Reuniendo todas mis fuerzas con la ayuda de Heist

seguimos corriendo sin saber a dónde nos dirigíamos.

Decidimos subirnos a la cima de un árbol para evitar la muerte segura. Heist me levantó

haciendo como una escalera. Ayudándome a escalar. Cuando llegué a lo más alto, vi cómo

una parte del rostro de la bestia se mostraba. No tenía pelo, era gris y sus ojos estaban

inyectados en sangre, mostrando una gran pupila rojiza. Sus fauces tenían aquel líquido

carmesí perteneciente a mi amiga, lo cual me causo arcadas.

— ¡Cuidado, Heist! ¡Está detrás de ti! —Grité desconsolada.


No fui lo suficientemente rápida, la cosa engulló la cabeza de mi acompañante con una

rapidez sobrenatural, haciendo que su cuerpo tuviera espasmos y cayera, aterrizando en el

suelo. La imagen se repetía una y otra vez en mi cabeza.

Me agarré el cabello con mis dos manos y lloré como nunca lo había hecho. Puede ser

Que no los hubiera conocido bien, pero Heist me había salvado, me había ayudado a

escapar, y por mi culpa no había podido subir lo suficientemente rápido.

Como me estaba lamentando tan profundamente no pude oír como el monstruo subía por el

árbol que estaba justo al lado del que yo me encontraba.

Bajé rápidamente, las ramas se enterraban en mi piel y rasgaban mi ropa, pero eso no era lo

más importante.

Corre.

Aquello era lo único que mi mente gritaba, podía oír cómo se acercaba a mí, como sus

pasos grandes y calculados avanzaban hacia mi dirección. Así que no dudé otro segundo

más y corrí. Mi cabello me golpeaba en la cara, las piedras me hacían tropezar y además mi

mente estaba demasiado traumada como para pensar en ser más veloz.

No tardó en atraparme.

Sus extremidades se ajustaron a mi cintura y me hicieron caer de una forma tan brusca que

mis huesos sonaron con un crujido. La bestia era inteligente, eso no lo dudaba. Me tenía

completamente inmovilizada. Su hedor hacía que mis ojos lagrimearan y su saliva, que me

salpicaba la cara hacía que tuviera ganas de vomitar. Pero eso no era lo peor. Su cara era lo

más atemorizante, sus ojos vacíos y carentes de vida. Su boca grande y con los dientes más
grandes que hubiera visto, esa piel seca y grisácea, pegajosa y asquerosa. No tenía

escapatoria y eso lo sabía muy bien.

No dejé de luchar mientras engullía uno de mis brazos. Lo cual me causaba un dolor tan

terrible que hizo que gritara y llorara desesperadamente. Grité, pataleé, mordí a la bestia

horrenda, pero no pude vencer. Luego, cuando mis ojos ya no podían mantenerse más

abiertos, pude sonreír, al ver como el ruido inconfundible de un helicóptero se hacía

presente. No podía más. Mi sangre manchaba mi ropa, mi cara y el suelo.

En mis últimos momentos, dónde ya no podía sentir nada más, aparte de un asco profundo

por ésta cosa. Pude ver el rostro de alguien. El ruido de una pistola y sentir el peso de lo

que me estaba atacando sobre mi.

Alguien me cargó y me llevó a un lugar donde se oían las olas. Cuando abrí los ojos y ví a

un hombre mayor cargándome, le pedí con un susurro.

—Bájame.

Me obedeció y con el brazo que tenía, saqué la foto de mi familia que tenía en el bolsillo

temblorosamente.

—Búscalos, y diles que luché, que lo intenté—Susurré.

Sabía que no podían curarme, que estaba más en el lado de los muertos que de los vivos.

Entonces el hombre, me dejó cerca del agua de mar, la cual siempre me había gustado.

Mis ojos se posaron el cielo, las estrellas reinando e iluminándolo todo, donde pude ver la

cara de mi hermana menor, y de mi hermano mayor, los dos sonrientes. Imité sus sonrisas y

cerré los ojos. Ya sintiendo cómo la vida abandonaba mi cuerpo.

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