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LO SUBTE Y SUS PERIFERIAS

Lima es el Perú
El Perú es el Jirón de La Unión
El jirón de La Unión es el Palais Concert
Y el Palais Concert soy yo
Abraham Valdelomar.

El fragmento de poema que utilizo como epígrafe grafica a la perfección la ideología


centralista y su presencia, peligrosa, en las artes. Incluso de aquellas que se pretenden
contraculturales. En un dossier del fanzine Poetas del Asfalto, PDA 1 de mayo de 2007,
entrevistan al antropólogo estadunidense Shane Green, autor de Paño y revolución en el
Perú. Una pregunta trata sobre su conocimiento de lo subte fuera de Lima.

¿Sabes algo del movimiento subterráneo en provincias?


Muy poco para ser honesto, osea no mucho más de lo que me hayan contado, qué se yo
de: Arequipa, Trujillo, etc. Debo ser igual de Limón egocéntrico como todos ustedes,
me supongo. Sorry… En algún momento me dije: “voy a incluir a Huamanga en esta
huevada” (por lo que significa en la guerra y porque me dijeron que una banda de
Ayacucho, estuvo en eso del concurso de bandas antiprofesionales en ¿1988?, que ganó
Voz Propia. Pero no lo hice. Igual, hay límites en cualquier estudio, y aunque sean
arbitrarios o impuestos, ¿no?

Esto me llevó a cuestionarme: ¿quién impone, o pretende imponer, los límites a


lo subte? ¿Existe una “intencionalidad” en aquella delimitación, tanto ideológica como
espacial? Y de ser así ¿cuáles serían las consecuencias? Cito a Fernando Casamar, PDA
número 126, agosto 26 de 2017.

Se está dando una suerte de Boom de lo subterráneo, Boom que está haciendo que el
rock subterráneo, y la cultura asociada a este, parezca ya formar parte del mainstrean
cultural limeño, debido a las nuevas publicaciones, películas y a la exhibición principal
en Museo de Arte Contemporáneo -incluido el catálogo-libro producido por este-, que
está dando la impresión de que la lógica cultural del “capitalismo tardío” que se ha
venido apoderando de la cultura -como el proceso de instrumentalización etnocultural
comercial, realizado por lo que se nos ha enseñado a conocer como Marca Perú-, está en
proceso de engullirse lo subte, cuyo espacio está empezando a ser colonizado por el
mercado.

Entonces, tenemos que: a la visión centralista de los propios actores sociales


(todo nació en Quilca = Quilca soy yo), se suma la visión de los “historiadores” de lo
subte. Lo que genera un discurso en el que se resalta solo lo limeño. Y peor aún,
entendiendo como “Lima” el Centro y Barranco. Es así que se construye un relato
unilateral, que invisibiliza no solo lo acontecido en provincia, sino lo que sucedía en
Lima más allá de los ejes mencionados y sus respectivos mini circuitos.
Recuerdo una conversación acerca de este tema, sostenida hace poco en Cusco,
con el Rata, un personaje de la movida de Quilca, pero que además administra el Centro
Cultural Casa Duende en Villa María del Triunfo, (su barrio). “Somos más antiguos que
El Averno, pero no nos toman en cuenta”, me refirió.
A ello se suma la penetración, ya mencionada, del mercado, con el afán de
convertir lo subte en un producto de consumo, dirigido a ciertas clases sociales.

El movimiento subte peruano ha pasado a convertirse en un objeto de estudio


antropológico, que repite un modelo de subsunsión colonial y penetración capitalista
[…] cuyos resultados convertidos en libros, son publicados en idiomas que ellos (los
subtes) no entienden y para públicos entre los que no se encuentran ellos […]
Entonces, dichas “reflexiones” sobre lo subte, no esperan una “devolución”
dialógica de parte de los protagonistas (pasados o actuales). ¿O tal vez no les interesa a
los autores? ¿Será más fácil, y vendible, decir a la supuesta elite: esto es el subte, sus
límites, estética, posición política, ideología, etc., sin esperar una contra respuesta?
¿Qué se puede hacer? Podrían darse conversatorios, publicar fanzines, como hace PDA,
para esbozar otra lectura, postura, que les “responda” a las clases hegemónicas y a sí
mismos: no somos eso que dicen que somos, en libros y películas, sino que somos,
fuimos, tal cosa.
Como un aporte a la ruptura del paradigma, cuasi monolítico, de lo centralista,
ya se están realizando investigaciones de lo acontecido en provincias. Tal es el caso de
Frank Huamaní Paliza.
Por mi parte, ampliaré aún más el zoom, para enfocarme en lo subte de mi
barrio, Salamanca de Monterrico. Allí, en la década del 80 hubo una movida importante,
mixta, con bandas comerciales, progresivas, de rock and roll, grupos de teatro y alguna
que otra banda subterránea.
A continuación, entrevista a Coco Pajares, miembro del grupo de teatro Unidad,
creador, junto con el “Loco” Homero, de la productora Rayo Iris Asociados, y editor del
fanzine Rock del Verano.

¿El cambio social fue mi fuerte en esa época de transición?


Sí, entrábamos a una etapa de vuelta a la democracia -luego de esos cinco años de mal
sabor y retroceso con Morales Bermúdez-. Belaúnde instala una democracia barata, se
abre al capital; lo blanco limeño se vuelve a poner al centro de la moda económica,
política y social. Se terminan de destruir los pocos soportes de respuesta a la demanda
social, que mal que bien se habían creado con Velasco. Sendero emerge violentamente,
sin que el Estado tenga la capacidad de reconocerlo y contraponerse a él políticamente.
(En: LEÓN Francisco, La historia de Salamanca de Monterrico, III edición, Lima 2012,
p. 403-404).

En ese contexto, se realizaron entre los años 1985-86, una serie de conciertos
llamados Muestrarios de rock. Fueron 4 eventos, 2 en el Salón San Francisco de la
iglesia Nuestra Señora de la Esperanza, 1 en Camacho y el más multitudinario, 600
personas, en el cine Salamanca.
En estos eventos, hubo presencia de bandas subtes. Una de ellas, fue el grupo
Náusea. Inclusive, rememora Coco Pajares como uno de los mejores momentos del
festival: “haber visto un minipogo en el cine, cuando tocó Náusea”. Ellos fueron:
Orlando Schiafino Ulloa, en bajo, Ricardo Ayala Rojas en voz y letras, Martín Cabrera
Venegas en batería.
Poseían el sonido sucio y duro del punk. En el fanzine Rock del Verano, número
1, ellos se definían de la siguiente manera:

No nos gusta este sistema lleno de poses estúpidas, no nos interesa la estética de la
música, sino el mensaje que esta pueda transmitir.

Además, proponían la anarquía como una alternativa de cambio. Citamos el


fanzine Rock del Verano número 4, para clarificar el espíritu de esos años en mi barrio.

En Salamanca se respira rock, el ambiente es agresivo y alocado, lo cual no impide


reflexionar, de vez en cuando, y es allí cuando tenemos algo importante que decir […]
este arte podrá ser bueno o malo, pero es el mejor intento de expresión que puede hacer
un joven. La gente (y tú también) están sintiendo ganas de formar un grupo o de hacer
teatro, han visto que se puede montar obras, hacer conciertos o pintar paredes. Es hora
de que te expreses, las condiciones están dadas y todos queremos oír algo nuevo y
bueno […]

Para finalizar, debemos recordar las consideraciones de Ranajit Guha, uno de los
creadores del grupo de Estudios pos coloniales de la India. Guha nos habla de un
discurso “oficial”, que en el caso del Perú pretende ahora incorporar a lo subte. Este
discurso es aceptado por condicionamientos directamente relacionados con situaciones
de manejo de poder y vela los discursos subalternos. El llamado es a la resistencia,
rescatando otras “pequeñas voces” (Guha dixit) que existieron al margen de lo que se
pretende establecer como lo subte.

Francisco León.

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