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La pedagogía como saber, como objeto y como actitud, existe desde la antigüedad.
El nombre que adquirió fue el de Paideia. En la época del cristianismo, todavía
existía paideia y, sólo en el siglo III y IV d.c., empezó la construcción de un nuevo
modelo de pedagogía que se llamó Escolástica, y que tendría su mejor época en la
creación de las universidades en el siglo XII y XIII. Después de este modelo se
creó el modelo humanista o pedagogía racional que antecedió a los cambios
producidos por la Revolución Francesa (1789). En el siglo XIX se empezó a
construir un nuevo modelo de pedagogía que estuvo muy vinculado a la ciencia, la
experimentación y el trabajo y que se concretó en los postulados de la Escuela
Nueva (1920). El siglo XX empezó a transformar la escuela nueva, la
experimentación y nuestra relación con el trabajo por la aparición de la tecnología
y la técnica que está a punto de cambiar la pedagogía por otra forma pedagógica
atravesada por el currículo, las ciencias de la educación, las pedagogías críticas y
las pedagogías de la emancipación.
Conocer lo que han sido los objetos pedagógicos, sus conceptos, temas y
problemas, es preocupación de especialistas. No obstante, nos preguntamos ¿cuál
ha sido nuestro contacto con estas experiencias muchas de las cuales no son las
nuestras? ¿Cuál es nuestra relación con el mundo antiguo, medioeval y moderno?
¿Qué idea de antigüedad y de sus valores, figuras y secretos tenemos? Dado el
caso de que no tengamos, ninguna relación con estos modelos y experiencias, ¿qué
cosa o quién! nos ha alejado de ellas? Es claro que la escuela, el colegio y la
universidad '¡juegan un papel preponderante para enseñarnos lo que ha sido el
tiempo ,pasado y para enseñamos cual ha sido la pedagogía que ha existido; o
para indicarnos por medio de señas precisas la forma de llegar a estas
experiencias.
Puestos en este lugar (un lugar parecido al griego) uno se hace las preguntas e
indagaciones muy parecidas a las que se hicieron los antiguos. Es decir, el pasado
puede ser conocido si nos ponemos en el lugar de los antiguos y en el contexto de
sus preguntas. ¿Cuál era la pregunta pedagógica?: ¿Quién soy yo? ¿Cómo hago
para poderme educar yo mismo? ¿De qué maestro me valgo para llegar a la
verdad, tanto la verdad de las cosas, como mi verdad? ¿Por qué medios llego a
transformar mi vida para poder llegar a la libertad, la verdad y el conocer? Desde
la antigüedad griega, sabemos que la pedagogía es la mejor manera de conocer la
educación, porque son dos cosas bien distintas la educación y la pedagogía: la
educación, objeto del pensar y la pedagogía, instrumento para pensar. Si usamos
los dos conceptos separamos las dos prácticas. Pensar la educación es mejor
hacerlo desde fuera de ella, para eso se creó la pedagogía. Pensar la educación
desde la educación nos quita visión, al no tener distancia y perspectiva. Este modo
de acercarnos a la educación, desde la pedagogía, se lo debemos a los Griegos. En
este libro lo vamos a usar. Otra cosa notable de la cultura griega fue considerar
que la educación es un objeto que se puede pensar de muchas maneras y no de
una sola forma. Los griegos lucharon por crear muchas miradas para ver las cosas,
lucharon por crear varios sentidos y romper la unidad del sentido, lo que son las
cosas depende de muchas perspectivas. El sentido de una cosa son muchos
sentidos.
Quizás se nos haga difícil entender esta forma de pensar antigua, en parte, porque
no es la nuestra y, en parte, porque es extraña. Para pensarla mejor
acerquémonos a la cultura alemana En esta cultura, la educación es entendida
como ilustración; no son los estudios, tampoco los libros que uno ha leído, ni el
tener una profesión. Uno es educado cuando ha vivido. El vivir es el experimentar,
el sufrir, el arriesgarse, el entregarse de lleno a una empresa, proyecto o meta.
Son las transformaciones operadas cuando uno se dedica a algo lo que lo educan.
Vivir con pasión, vivir con intensidad, poniendo el pecho al destino es lo que los
alemanes definían como educación y que se expresa en la palabra alemana
Bildung.
Esta palabra significa educación, tal y como la pensaron los griegos. Uno de los
autores que mejor nos dice qué es la Bildung es Goethe que es, quizás, el gran
intérprete de la Bildung. Este concepto significa la educación que uno mismo se da.
En esto se parece a lo que se decía en la Grecia antigua aunque se diferencia de
ella, de la experiencia Griega, en que, para Goethe, el hombre que lucha por ser
alguien en la vida, por creer en sus deseos, por reconocer su identidad de la cual
sabe desde que nace, al final de su vida, en momentos posteriores, reconoce que
puede mas la Naturaleza, el destino, el azar que su propia lucha. Como si la lucha
no valiera la pena porque al final se impone el sentido de fuerzas que él desconoce.
La educación se define, entonces, como un doble juego: por un lado el juego
consciente, el juego del hombre en lucha consigo mismo, por salir adelante. Por el
otro, un juego que él desconoce, donde fuerzas juegan a su modo, sin importarle la
vida del individuo. El resultado de la educación está en saber extraer del juego que
juegan las fuerzas desconocidas (los dioses para los griegos) elementos que
ayuden para sacar adelante la propia vida del modo más digno posible. La
dignidad, la lucha, el valor, el sentido de la educación no está en salir adelante y
vencer las dificultades sino en reconocer que eso no basta, que al vencerse a sí
mismo no se vence a nadie, que la verdadera victoria es encontrar detrás del
vencimiento propio, otro mayor del cual no somos jugadores, a lo mas
espectadores, y que por esa condición tenemos del hombre una baja estima, un
desprecio, como si la vida fuera un combate infantil.
¿Por qué Florentino no es un ejemplo para nosotros? ¿Por qué esa educación que
se ve en esta obra no constituye un principio para nuestra educación? Porque
creemos que la educación es ir a la escuela, al colegio ya la universidad; porque
creemos que la educación es ser profesional; porque creemos que ser educados es
aceptar lo que dicen las leyes, el Estado y los maestros. Nos han enseñado, desde
la escuela, que la literatura es leer para descansar; al griego se le decía, al alemán
se le dice, que la literatura es lo que uno debe ser, es su ejemplo, su verdadera
educación, que la educación que existe en las escuelas e instituciones es, y a la vez
no es; representa una necesidad, pero no es lo que de verdad es importante en la
vida. Lo más importante es lo que uno hace sólo, lo que uno hace sin que se lo
hagan, uno se educa sólo, enfrentando sólo los peligros, siempre y cuando se
entienda que uno debe educarse sustituyendo la educación que nos da la escuela y
siendo más rigurosos con nuestra educación que la que produce la escuela. Uno es
su propio maestro, su educación, su ideal y su meta.
LA ESCOLÁSTICA
Entre el siglo III y el siglo XVII se crea, entonces, la segunda experiencia educativa
en occidente, la educación como un discurso o el discurso de la educación. Esta
experiencia aparece cuando se olvida el mundo antiguo, el mundo de la paideia. ¿
que era la Paideia? Era un modo de educación por medio del cual el griego o el
heleno se educaba a si mismo, sabía que se tendría que educar a sí mismo,
preocuparse y cuidarse y que no bastaba que la escuela y los maestros lo hicieran.
Esta cultura o experiencia educativa desaparece o se transforma cuando surge la
Escolástica se rige por principios diferentes a los de la paideia.
Como principio central de la escolástica podemos señalar que el Sujeto es
sustituido por un maestro. El sujeto depende del maestro es el maestro el que
conduce al sujeto, lo lleva, lo dirige, le dice qué hay qué hacer y cómo. La Iglesia
Católica fue el primer maestro, el primer pedagogo, la máxima autoridad
pedagógica, pues, en Grecia no había autoridades, existían maestros, pero allí el
maestro, no era el dirigía, criaba o educaba el niño. El maestro era un personaje
que emitía discursos, que tenía experiencias, que sabia educar pero no le imponía
a nadie esta forma de educar. no le imponía su experiencia. Invitaba a que cada
uno construyera su experiencia.
En primer lugar, lo que retiene nuestra atención son las diferencias. , Desde fines
de la Edad Media, se abrió a los laicos, y desde ese momento no dejó de
extenderse a capas de la población cada vez más amplias. Sin, embargo, hasta
mediados del siglo XVIII, la escuela continuo siendo latina, y cuando se volvió
francesa, cuando el empleo del francés dejo de ser condenado, el estudio del latín
continuo siendo el centro de los programas secundarios. Esta preferencia por el
latín se explica generalmente por las fuentes clásicas de nuestra cultura. En efecto,
hay que remontarse por encima de las épocas que practicaron del culto deliberado
de la Antigüedad romana, hasta esa Edad Media, en la que el latín era, en primer
lugar, el lenguaje de los clérigos y de sus escuelas profesionales. Durante muchos
siglos se enseño el latín como lengua viva, más que como lengua de cultura,
necesaria tanto al clérigo como al jurista o al administrador de bienes. Solamente
al principio del siglo XVIII prevaleció su función moderna de formación general. La
persistencia del latín se debe principalmente al origen medieval de nuestra
tradición escolar.
Ser escolástico haber sido educados por instructores, en una escuela cerrada, en
todos los sentidos, arquitectónicos y simbólicos, con portero, por medio de
exámenes orales y escritos, vigilados y castigados. Haber aprendido a leer de
memoria, repitiendo; haber aprendido a escribir de modo mecánico y como si fuera
una técnica; haber aprendido a considerar que la educación son las materias, las
clases, el estudio, las lecciones. La escolástica divide el mundo en un afuera y un
adentro, nos divide en dos, alma y cuerpo, divide la vida en dos, la buena y la
mala, divide y fragmenta y en esa dispersión nos perdemos, perdemos la
existencia.
Que un individuo es como una planta o un niño y que por lo tanto es necesaria
para educar esta autoridad fuerte que Dios creó, la Iglesia recogió y que los curas
y maestros aplican.
Decir, mandar, ordenar, imponer, llevar al otro a hacer algo, cambiar la conducta,
dirigir los actos, transformar el cuerpo, imponer, obligar, decirle al otro lo que tiene
que hacer, se entendió como si fuera una educación, en la forma de la instrucción.
Como si nadie pudiera aprender a leer ya escribir, aprendiera a reconocer su
cuerpo ya reconocer el mundo a los otros, sin esa voz de mando, de autoridad, sin
ejercer el poder, la imposición. La palabra, el lenguaje, el discurso se volvió
instructivo: obedecer el discurso, aceptar la palabra, adecuar el cuerpo y el espíritu
a lo que dice la oración el texto, el escrito. Leer es correr a aplicar lo que nos dice
el texto; escribir es pasar inmediatamente a la acción sin que medie nada, ni una
sola representación propia, sólo la que nos dice el texto. Instrucción y ser
instruidos no podía ser sino aceptar el mundo, el exterior, sin tener que pasar por
aceptarnos, Mediarnos. Esta instrucción y esta educación hacen invisible el sujeto,
la existencia. Lo anulan. El sujeto se anula al ser instruido.
La escolástica nos afecta de tal modo que nos divide, haciendo que pensemos una
cosa y hagamos otra, que discurramos por un lado y actuemos por el otro, que nos
representemos las cosas y que esa representación la alejemos de nosotros. Para la
escolástica, pensar es decir lo que es; para Descartes, pensar es meditar en lo que
nos pasa; para Rousseau, es unir pensamiento y actuación; para kan; es pensar
dentro de una experiencia posible, haciendo intervenir el sujeto. La escolástica la
encontramos, en nuestra experiencia, convertida en el discurso que hacemos y nos
hacemos sobre el conocer. ¿Qué significa que la educación sea un discurso por
medio del cual conocemos? Significa que la educación es una imagen que el
individuo crea sobre sí mismo como sujeto educado. Que la educación sea una
imagen, quiere decir que la educación es aquello que el sujeto puede conocer y que
es su objeto de conocimiento. El sujeto cree que la educación es un objeto que
está frente a él y que se puede representar en términos de la naturaleza, las cosas
o la realidad. Todo aquello que el sujeto hace para desarrollar este objeto o para
mejorarlo es conocimiento del objeto y, todo aquello que sea conocer ese objeto,
lleva al sujeto a perfeccionarlo. Tanto el niño como el adulto entran en el proceso
educativo o están en proceso de educación cuando tratan de conocer lo que es la
educación y cuando son educados. Esto quiere decir que la educación es un
discurso, pues, siempre hay que hacer de ella una representación, lo que significa
crear percepciones y observaciones desde ella. Discurso que es simple y familiar en
las primeras edades, en las primeras experiencias y en los primeros contactos
pero: que, luego, se puede desarrollar hasta llegar a un conocimiento científico,
esto es, cuando conocemos de modo complejo, claro, objetivo, completo, continúo
y acabado las cosas.
Que la educación sea un discurso es porque es un objeto del cual se puede hablar,
se le puede nombrar, llegar a observar, a contemplar y, aún, comprender. Todas
estas operaciones se llaman conocer el objeto, o construir un discurso sobre él,
decir oraciones, frases, proposiciones, que no comprometen para nada nuestra
existencia. El conocimiento de este objeto que está fuera de nosotros depende del
lugar, la posición, la situación, la relación y la capacidad con que enfrentemos este
conocimiento. Un niño tiene del objeto poco conocimiento, pues sus facultades, al
no estar desarrolladas, no alcanzan a totalizar el objeto. Una persona ignorante,
que no sabe leer, escribir y comprender también tiene dificultades para conocer el
objeto. El objeto tiene en sí, en su modo de existir, en sus cualidades, en su forma
como un objeto, un valor y una significación. El sujeto que quiera conocer y tener
de este objeto una comprensión total debe estar a la altura de él, en distancia,
posición y comprensión. No hay remedio, del objeto hay que hacer un discurso
para saber qué idea se tiene de él. Según sea este discurso, el objeto aparece en
su totalidad o en su parcialidad.
LA PEDAGOGÍA DE LA RAZÓN
Descartes va más allá de Comenio. En sus obras clásicas así como en las de sus
contemporáneos el Método, las Reglas, las Meditaciones y los Principios, nos
plantea otra forma de entender la razón. En convenio, el hombre se vuelve
razonable por medio de la educación, o sea, por medio de la escuela, el colegio y
la universidad. El hombre sólo llega a tener razón y a hacer de su vida razonable a
través de la educación, por la intervención del maestro, la disciplina, la moral y el
método científico. Ser razonable es obedecer, aceptar a Dios, conocer como conoce
la ciencia, saber explicar lo que son las ideas mayores de la humanidad: el bien, el
mal, Dios, lo justo y la verdad. Para Descartes, la razón no se produce en un lugar
cerrado, no se adquiere por medio de un maestro y por medio de la disciplina de la
obediencia. Todo lo contrario, la razón no está fuera del sujeto está en el sujeto,
no se le produce al sujeto por medio de autoridades, instituciones, poderes, sino
que el sujeto las adquiere por su propio esfuerzo, por la dedicación y la
concentración que el sujeto pone en sus actos, en sus pensamientos, en sus
razonamientos y en cada uno de sus gestos
Para Rousseau, el conocimiento mediado por otro impide que el hombre se conozca
y conozca su exterioridad y la diferencia que existe en todos los seres y en la
sociedad. Para Rousseau, la semejanza no es el rasgo esencial de la cultura sino la
diferencia y, ésta no se puede conocer sino por la semejanza interna, la que se
establece entre el yo, la interioridad y la exterioridad. ¿Cómo educar en la
diferencia? Primero, se forma el uno, es decir, el hombre se educa a sí mismo.
Segundo, se forma el otro, que es conocer lo que define lo humano. Tercero, se
conoce la diferencia, los valores, los problemas, y el pasado de la humanidad.
Todo, con el fin de construir un próximo futuro. En la totalidad de esta construcción
la naturaleza participa, actúa y acompaña al hombre como su pedagogo. La
pedagogía, en Rousseau, es la dirección que le da la naturaleza al hombre. La
naturaleza sabe siempre qué decirle al hombre, cuando éste la busca como su guía
y como su amigo.
Goethe abre las puertas a Nietzsche que va a ser el filósofo que más lejos va llevar
la idea de abandonar a Dios, al hombre y la razón. El abandono de estas falsas
ideas y creencias significó un retorno a lo griego. Emprendido por Goethe, Schiller
y Nietzsche. Se volvía al mundo antiguo con el fin de pensar la educación y la
pedagogía desde Grecia y oponer esta cultura a la educación que se presentaba en
Europa y concretamente en Alemania que era, a la sazón, uno de los polos
mayores de la cultura, junto a Italia y Francia. Lo que estaba en juego era la
construcción de una nueva cultura, un tipo de hombre, de moral, de civilización
que fuera distinto al ideal de la cultura católica, escolástica y cerrada, propia de la
Edad Media. Dos Filosofías, dos formas de pensar y dos modos de civilización se
opusieron: una cultura de la razón, de la ciencia, del individuo, del utilitarismo, de
la dialéctica y de la crítica, contra una civilización de la naturaleza, el arte, lo sobre
humano, la afirmación de la vida y del instinto. Un pensamiento de lo humano,
contra un pensamiento de lo más allá de lo humano; en definitiva, otra forma de
entender el hombre, el sujeto, el individuo y la cultura.
Pedagogía es el nombre de estos tres caminos por medio de los cuales se quería
conocer y construir la educación. La diferencia con Grecia es total, allí la
pedagogía, era la lucha de discursos sin una realidad única, más bien por construir
una realidad. En la época clásica era la lucha entre discursos por hacer aparecer la
única realidad que se veía, que era la naturaleza. Lo clásico es tener un suelo, una
tierra, para recorrerla. La educación siempre está acompañada por una
representación, y esto desde que existe la educación como una práctica y como un
objeto: como práctica en la Antigüedad y como objeto en la Modernidad. Como
práctica, la educación es más abierta, exterior, inmediata y con un sentido de la
profundidad. Como objeto, la educación es cerrada, localizada, firme y mediata.
Cuando se dice que la educación es práctica se desborda una primera
representación, la que aparece a la mirada y a la percepción, como si la educación
se diera en un más allá. Este más acá es el objeto de la educación, la
representación consciente. Estos dos sentidos de la educación siempre se han
mantenido: como exterior y como idea. Para decir este doble sentido, aparecieron
distintos razonamientos, representaciones de lenguaje, el primero en parecer fue el
discurso filosófico moral, que desde la Antigüedad hasta la modernidad fue casi la
única forma de dirigirse a la educación. La pedagogía era un discurso moral, una
ética, que se expresaba en consejos, en máximas, en cartas y reflexiones
generales dirigidas a los hombres en forma de conducción de su conducta.
El ideal de esta época fue crear la unidad hombre con discursos, realidades y con el
Estado. La forma lenguaje o forma saber: el discurso, la ciencia, la novela y la
técnica. La forma institucional o forma ser: las normas, las leyes y las reformas. La
forma fuerza o forma devenir: criar, instruir y formar.
El concepto de pedagogía que se formó en estos dos siglos (XVII Y XVIII) fue un
compuesto de discursos, reflexiones, ideas, esquemas, fuerzas y practicas sociales
e institucionales sobre la educación. Este concepto estuvo constituido
fundamentalmente por tres tipos de discursos o conocimientos: los de la ciencia, la
novela y la escuela. Con estos conocimientos se formó el concepto moderno de
pedagogía. El objeto de esta pedagogía era educar el hombre en todos sus
aspectos, cuerpo, alma e inteligencia. La pedagogía tenía, pues, un doble sentido:
combinar conocimientos y dirigirlos hacia el hombre. Para hacerlo, se construyeron
tres tipos de experiencias: un discurso cerrado y disciplinado atravesado por el
método, llamado Ciencia;' un espacio, cerrado y disciplinado, constituido por
correcciones y vigilancias, llamado Escuela y, un discurso abierto, espiritual,
natural y filosófico, llamado Novela. Ciertos libros clásicos sirvieron para
institucionalizar la ciencia: la Didáctica Magna de Comenio, el Discurso del Método
de Descartes, Pensamientos sobre educación de Locke y las Lecciones de
Pedagogía de Kant. La institución fundamental que apoyó la escuela como lugar de
educación fue el Estado, para ello difundió leyes, reformas y políticas educativas.
Las novelas educativas más famosas fueron El Quijote de la Mancha de Cervantes,
Años de andanzas y aprendizajes de Goethe, (1796). Antón Reiser de Moritz
(1785) el Emilio de Rousseau
(1762) historia de Agatón de Wieland y Enrique de Ofterdingen de Novalis.
La Escuela Nueva creada en 1922, los métodos activos, las nuevas pedagogías y
las nuevas teorías sobre la educación que se producen en todo el siglo XIX
recogieron estos discursos, experiencias, políticas y reformas de la educación del
período clásico y construyeron lo que se conoce como la pedagogía científica o
pedagogía nueva. Los Griegos vieron que vivían en un río que pasaba por debajo
de sus pies. Los cristianos alzaron los pies y se elevaron por encima del río. Los
clásicos cayeron del cielo y se posaron sobre una tierra nueva. En este nuevo
espacio, lugar y condición levantaron sus discursos y sus experiencias educativas
que cada vez más olvidaban que habían nacido de la tierra. Los discursos
terminaron por perder todo contacto con el río y con la tierra. La Escuela Nueva y
la Pedagogía científica se construyeron e idearon con discursos abstractos, alejados
de los primeros contactos. La tierra un método, el hombre una representación de
discursos, la educación una serie de caminos que conducen al lugar de la Nueva
Escuela: una tierra imaginada, inventada para proteger esta nueva especie de
hombre que había que conducir hacia una cultura proyectada por los hombres de
Estado, los hombres de las religiones, los hombres de ciencia, los hombres de la
pedagogía institucional.
El siglo XIX en educación es la desaparición de la lucha de discursos y experiencias
sobre el hombre, su ser, el ser de la naturaleza y el ser de la educación. Contra
esta ese olvido, y decadencia se opuso la filosofía de Nietzsche que vuelve a
recordar la paideia, el Renacimiento. A Lutero, a los verdaderos clásicos. Nietzsche
recuerda, nos recuerda que la educación es un camino de experiencias contrarias,
diversas. Antagónicas, opuestas, divergentes, múltiples. La educación es río de,
discursos que descansan sobre un río de realidades. Es falso, equívoco y
decadente, y no le hace ningún servicio a la vida, decir que la educación es el
camino que se levanta desde la casa, la escuela, el colegio, la universidad y el
trabajo. Es una falsa representación producida por el discurso del Estado, por las
Reformas, por la Iglesia y aun por la Ciencia.