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Año 1. Núm. 2.

La Habana, Marzo 30 de 1927

EDITORES
Mart Casanovas
Francisco Ichaso

revista«^«avance Jorge Maña ch


Juan Marinelio
José Z. Talleí
Apartado 2228.-La Habana
Solicitad» la franquicia postal c o m o correspondencia de segunda clase

D I R E C T R I C E S desmonte, el abono primerizo. Esta labor


la han realizado en Cuba, en los últimos
DE URBANIDAD. años, algunas publicaciones esforzadas, cu-
La prensa diaria, mediante sus sueltos de ya ejecutoria sería caprichoso e injusto des-
redacción unas veces y por boca de sus más conocer, en la misma obra de ascendra-
conspicuos comentaristas otras, ha acogido, miento civilizador que nos hemos impues-
en general, con extremos de cordialidad la to. El propósito cardinal de esas intencio-
aparición de "1927". -1 iodos los que nos nes es parejo al nuestro. Sus rumbos iwra-
han honrado con palabras de congratula- idos. Si navegamos en embarcación dis-
ción sincera, expresamos nuestro más vivo finta, es porque entendemos que aquí hace
reconocimiento. falta toda una briosa flota de esfuerzos en
CARPENTIER: TALLET. (i mismo derrotero.
Nuestro amigo Alejo Carpentier se vé Por lo demás, ya se irán denunciando
delicadamente obligado, por su vincula- nuestras simpabas y nuestras antipatías.
ción con otra revista, a declinar su respon- Icen pues las banderas de señales,
sabilidad en la edición de "1927". Quiere quienes busquen inteligencia
esto decir que no figurará ya en nuestra'
tripulación, aunque promete hacer de ves
en cuando la mar con nosotros.
"Los Cinco" quedan, no obstanie, caba-
les gracias al enrolamiento de José Z. Ta-
ttet a quien, fieles a nuestra consigna, no
tributaremos adjetivos. Sólo diremos, ÍSO
sí, que si "1927" hubiera necesitado hacer-
se a la vela con seis. Tallet hubiera sido el
otro. Hombre más avezado que él a los ho-
rizontes no lo hay.

BANDERAS DE ÍNTELÍGENCÍA
Apenas iniciada c.'fta reimta, se ha que-
>'ido ver en ella un movimiento conjurado
de grupo contra grupo, de camarilla con-
tra camarilla. Interesa a la nobleza de
nuestro propósito disipar a tiempo tales
prevenciones.
1927" revista absolutamente indepen-
diente, no nace sin parentescos, empero, ni
tiene escrúpulos en reconocerlos.
Ciertas faenas de cultura no se improvi- Por Adía M. YUNKEBS.
san: necesitan la previa labor de zapa y
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V A N G U A R D I S M O
LA FISONOMÍA DE LAS ÉPOCAS
¿ Cuál es la razón de ser del vanguardis- bien por las fuerzas propulsoras, acucio-
mo .^ ¿Cómo se explica y justifica esta in- sas de lo venidero. Así mirada, resulta
quietud renovadora que todas las genera- pues toda época un estado mayoritario de
ciones han conocido en algún grado, y con conciencia —es decir, de ideología y de
particular intensidad, a lo que parece, ]••:• sensibilidad— defendiéndose de dos mino-
generaciones jóvenes de hoy? rías inconformes: una, primeriza y recal-
Es casi un axioma histórico, no poco en citrante, que quiere volver sobre lo anda-
boga actualmente, el que establece que ca- do; otra, más adelantada y postrera, que
da época tiene una morfología, una fisono- pifia contra la rienda que la modera.
mía peculiar. Ciertos grandes aconteci- Este drama tan evidente, esta guerra ci-
mientos, generalmente suscitados por la vil de las épocas, es el hervor que las sal-
concentración de fuerzas sociales de índo- va de estancamiento, la oscilación que les
le muy diversa, han tenido la virtud de al- mantiene su ritmo e impide tanto la pre-
terar las costumbres, las actividades, las cipitación como la inercia estériles.
preocupaciones de una ancha porción de Pero lo que importa ahora advertir es
humanidad. Tales, para la civilización oc- que, en el fondo de esos períodos históri-
cidental, el Cristianismo, la invasión de los cos, hay siempre un gesto, un estilo, un
bárbaros, el Renacimiento —con su secue- ritmo preponderantes que influyen sobre
la religiosa, la Reforma, y su secuela polí- todas las formas no —deliberadas de con-
tica, el descubrimiento de América—. El ducta; y digo no— deliberadas, para ex-
tiempo que media entre estas profundas cluir por el momento las manifestaciones
variaciones es lo que, más o menos conve- que toman su origen y pergenio en la vo-
nida y conscientemente, solemos llamar lición individual, como el pensamiento y
una época. La nuestra, como ya veremos, el arte, señaladamente. Las instituciones
es el clima de la que se inició a comienzos de carácter espontáneo, las costumbres,
del pasado siglo, con la Revolución Indus- las diversiones, las modas, los prejuicios
trial, acontecimiento más ligado de lo que o creencias gregarias, las maneras socia-
se suele advertir con su concomitante, la les, las faenas utilitarias y hasta el len-
Revolución Francesa, y con su natural re- guaje, contraen por la eoetaneidad un pa-
activo el Romanticismo, erui)ciones a mi rentesco que les da inequívoco aire de fa-
ver del mismo foco volcánico. milia. Unas cuantas fracciones comunes
Pues bien: parece un liecho de corrien- marean la semejanza. El Cristianismo in-
te observación que cada una de esas épo- troduce, o por lo menos fomenta en el vi-
cas presenta, más allá y por debajo de to- vir cuotidiano un sentido provisional de
das sus vicisitudes intestinas, una sorpren- la existencia terrena, sentimientos de ab-
dente homogeneidad de contenido, una ob- negación y de piedad, filosofías renuncia-
via "solidaridad consigo misma", según doras que, en la misma medida en que to-
la frase de Ortega y Gasset. Sus aparen- nifican los espíritus, debilitan la contex-
tes contradicciones, sus ineertidumbres, tura social de la época y facilitan la con-
sus cismas y rebeldías son las reacciones quista de los bárbaros; estos, a su vez, traen
naturales contra esa ujiidad cardinal de un culto de la fuerza, una ingenuidad
conciencia por parte de las fuerzas con- primitiva y un sentido militante y jerár-
servadoras, añorantes de lo anterior, o quico que dictan el feudalismo e imponen

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un cariz orgánico y pugnaz a la misma
Iglesia humilde de Cristo. El Eenacimien-
to y la Reforma vuelven por el albedrío
espiritual del individuo, por los fueros de
la curiosidad, de la especulación, de la
aventura —que también es una suerte de
especulación geográfica— y auspician así
el descubrimiento y conquista de Améri-
ca. Ya a fines del Siglo XVIII, la Re-
volución Industrial, poniendo súbitamen-
te de manifiesto las maravillosas jiosibi-
lidades de lucro en la indagación de la
materia y en el rigor de los métodos de
explotación, impone una subida estima de
la utilidad, de la eficacia, de la economía
y del llamado sentido práctico; y esa esti-
ma, atacada sin cesar desde el Romanticis-
mo por las fuerzas renovadoras, se extien-
de hasta nuestro tiempo y le imprime su
sello histórico a la época en que vivimos.
Si se admite como cierto que todas las
producciones indeliberadas, esto es, incons-
cientes de cada época, asumen, por modo
más o menos ostensible, esa fisonomía co-
mún, ¿se podrá decir lo uiismo de las ac-
tividades deliberadas, de ¡as que, como las
Mañach, visto por BLANCO.
formas normativas de la cultura, son en
gran medida una creación de la voluntad Una aclaración previa se impone, sin
individual? El pensador en su gabinete, embargo, con pareja urgencia. Esa fide-
el artista en su taller, ¿se conforman tam- lidad a discutir no es lo que habitualmen-
l^'ién con el espíritu o conciencia de la épo- te y con justificado menosprecio llama-
ca? ¿Asumirá su obra, por lo menos, al- mos conformismo. No se trata de precisar
gún parentesco formal con ella? si el hombre de espíritu creador debe o no
Me parece evidente (|i!e la respuesta en- estar de acuerdo con determinadas doctri-
vuelve una cuestión do hecho. Unos pen- nas o actitudes privativas de la época; sino
sadores y artistas se conforman, se mue- hasta que punto ha de revelar su obra una
ven en ritmo con su tiempo; otros no. Pe- preocupación con el sentido general de su
ro aquí estamos ya en presencia de uno de tiempo y una asimilación a sus formas ex-
los puntos cardinales que urge aclarar. Lo presivas más características. Pues claro
que realmente importa decidir a todo hom- se está que un pensador o un artista pue-
^Te de conciencia responsable es si su fae- de vibrar al unísono con la cadencia más
na intelectual o artístíea, sus criterios, su honda y más amplia de la época y, no
tipo de sensibilidad deben o no serle fiel obstante, o tal vez por eso mismo, mante-
^1 momento histórico ei; (juc ,se producen, nerse sordo a ciertas fanfarrias inciden-
y en caso de que tal cosa se conceda, cómo tales. Una época se caracteriza tanto por
ha de evidenciarse esa simpatía con la sus nuevas formas de acción como por las
*Poca. reacciones, también nuevas, que aquellas

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provocan. ¿ Quién dudará de que Vigny, lo que respectivamente les concernía.'
romántico por excelencia, fué un poeta Pero esquivemos los tentadores mean-
muy de su hora? ]Mas lo fué, no porque dros de la divagación y retornemos a nues-
compartiese el sórdido egoísmo de la bur- tro punto de mira. Sentado sin esfuerzo
guesía maquinista que la Revolución In- que cada época tiene una fisonomía ])ecu-
du.strial endiosó; antes, ])recisamente, ])or- liar, trátase de esclarecer aliora si existe
quc abominó de ella con tan austera elo- lo que, en términos siempre gratos, pudie-
cuencia. Sin embargo, el oi)uicnto Jolm ra llamarse " u n imperativo categórico del
Bell de su drama " C h a t t c r t o n " era tan tiempo"; es decir, si el pensador, el artis-
"romántico", históricamente, como el mis- ta, el obrero intelectual han de ser repre-
mo poeta del ti'iste destino, ¿No asi)iraban sentativos hasta en sus inconformidades.
aquellos industi'iales incipientes de IHOO El intento de la próxima faena será, pues,
a un laissez fairc eccnúmlco, con el mismo averiguar en qué se Funda racionalmente
espíritu histórico con que la gente de Ilir- la presunta obligación del hombre de es-
nani a un laissez faii'c artístico' ¿No eran píritu creador a "marchar con su éjjoca."
ambas actitudes, cada umi a su manera,
una reacción contra el nitcicn régime eu Jorge MAÑAOH,

Conversaciones con J. M. de Heredia


Otro día, —era el lOOO, creo que a mi aviador del futuro, el símbolo de la libe-
tercer regreso de Italia,— fumábamos con ración "Plein Ciel".
Heredia, solos, en el comedor- de la Rué
Balzac: pieza amplia y alta, mal ilumina- Tntrépide, il bondit sur les ondes du vent;
da. Serían como las oiue de la noche. Ha- n se rué, aile ouverte et la proue en avant,
blábamos de la "ijegende des Siécles", co- n monte! H monte! II monte encoré
mo dos pri)nitivoK oústianos hubieran ha- Au delá de la garó on ou tout e'evanout
blado de San Juan. Ninguna hipérbole nos Comme s'il s'en allait dans la profunde
satisfacía. Pasados unos minutos, Heredia nuit
levantóse, y dijo; A la poursuite de 1'aurore.

"Aguardad. Voy a leéroslo". Pistos versos que tanto había leído yo, me
los revelaba Heredia. El mismo se revela-
I Por qué? Si un libro existe que conoz- ba. Yo desconocía esta voz, que, no obstan-
ca de memoria, es ese. Esperaba sin curio- te, era la suya; ni, menos aun, esta faz de
sidad ; no dudaba di' (uie iba a vivir un profeta que apercibí el levantar los ojos.
cuarto de hora inohidable de mi existen-
cia. Y su voz se hizo más y más lenta ;
Volvió Hei-rdia. se sentó cerca de mí,
d^ndo la espaJd;' a la vrntaua vidriada que '' Androméde étincelle.''
recibía de la A'.er.ue Fricdland un poco de
fresco nocturnal. Y entonces, con una voz Se detuvo.
completamente niu'va, con una gravedad " O r i o n . . . resplendit."
que sus proj)ios sonetos no le inspiraban
en tan sumo grado, leyó la profecía del Un gesto adoró el resplandecimiento.

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Experto artífice cera,
mista, Gabriel Fernán-
dez Iiedesma es una d«
las figuras má.» recias
de la nueva generacióP
mexicana. Arte e! su.
yo, profundamente lo-
cal, trÉ.gícaríiente bello,
como este grabado que
engalana hoy las págl.
ñas do " 1 9 2 7 " .

Por Gabriel F. LEDESMA.

Desi)U('s, más rápidaiueritc; Se ha pretendido que recitaba con ¡.r-


lilieio las páginas de los " T r o p h e é s " ; que
" L ' e s s a i m prodigieux des Pléiades gran- afectaba t a r t a m u d e z p a r a d e m o r a r la ri-
dit." m a ; que se releía con c o m p l a c e n c i a . . . .
Esto no son sino minucias y banalidades de
Y como si ])ronunciara nombres divinos; gentes que no puedejí concebir el amor del
l)oeta por la poesía.
"lirias... o u v r e s o n . . . cratére.
líeredia trabajaba con su conciencia
^''-i-cturus, oiseau d ' o r siineelle d a n s son
tanto como con su talento. P r e t e n d í a ex-
nid.)
presar que su obra no estaba por debajo
^ , finalmente, con u n calor, u n entusias- de sus penas. E s t i m a b a en él la conciencia,
i"f>, un;! violencia e x t r a o r d i n a r i a : la pena, el talento y la obra. P e r o algún
bello .soneto que h a y a podido hacer, aún,
" L o Seorpion H I D E I J X fait cahrer au el último. " L a Visión d ' A y a x ' ' , no lo re-
zénitli le i)oitrail bien du Sa^-itaire.'' citaba como la estrofa de " P l e i n C i e l " ,
en la cual el odioso " E s c o r p i ó n " , hizo que
¡ J a m á s ! j a m á s H e r e d i a lia p r o n u n c i a d o se e n c a b r i t a r a " S a g i t e r i o ' ' .
seis versos ante mi, como estos. Mil veces, Y Pierre L O U I S .
q^iizás, en quince años, le oí citar o recitar " L e Manus^i^ Autographe". Enero—Febrero
^'ersos; casi todos los de él. J a m á s con esta
1927.
•^'oz, este horror sagrado. Traducido especialmente para "1927".

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5obre las Dictaduras Lntre Lugones y Araquistain
Recibo ahora y aquí, en la Habana, con cambiado. Como no haya visto ofensa en
grandísimo retraso, el Repertorio Ameri- lo de suponerle un poco femenino, no com-
cano, del 22 de Enero, donde aparece una prendo qué puede haberle ultrajado.
carta del señor don Leopoldo Lugones á Pero tampoco hay ultraje en aplicar,
don Joaquín García Monge, director de la psicológicamente, el concepto de femenino
admirable revista de San José de Costa Ri- á un hombre. Puede ser femenina la psico-
ca, contestando á unas declaraciones mías logía de un hombre y tener perfectamente
que publicó La Democracia de San Juan organizada su fisiología de varón.
de Puerto Rico y transcribió el Repertorio. El señor Lugones, que gusta alardear de
Me lo envía un querido amigo con la justí- helenista, conoce seguramente la idea pla-
sima calificación siguiente: "¿Leyó usted tónica del amor: los sexos separados aspi-
estas hiperestesias de Lugones?". ran a unirse para realizar el sexo único de
Sólo un hombre, ciertamente, que no es que proceden. En rigor, no hay sexos ab-
dueño de su sensibilidad puede escribir es- solutamente puros. Cada sexo es una mez-
tas palabras: " E l señor Arasquistáin me cla variable de masculinidad y feminidad.
ofende, sin embargo, personalmente, á una En todos los hombres hay elementos feme-
distancia y en condiciones que me permi- ninos, y en toda mujer larvas viriles. La
ten dudar de su capacidad para sostener- tragedia ó tragicomedia empieza cuando
lo". ¿Y cuáles son esos mis tremendos agra- un sexo está dominado por los caracteres
vios que, en opinión del señor Lugones, yo del contrario.
no soy capaz de sostener? Deben estar en
Decir, pues, que el señor Lugones es un
el. párrafo que sigue, puesto que el propio
poco femenino no significa ni en la palabra
señor Lugones lo reproduce de la entrevis-
ni en la intención querer afrentarle, por-
ta mencionada:
que, repito, eso puede decirse de todos los
hombres, sin dudar de su varonía. A lo su-
"Leopoldo Lugones es un excelente poe- mo, quise sugerir que, psicológicamente,
" t a y un mediocre político. Un poco fe- es un poco más femenino que la mayoría de
" menino, como algunos poetas, siente el los hombres, fenómeno que es frecuente en-
"culto de la fuerza sin derecho. Pero no tre artistas y que acaso explica la veleidad
" h a y que tomarle demasiado en serio. Es en el pensamiento y la conducta do esa
' ' uno de esos hombres que no hay necesidad clase de naturalezas.
'' de rebatir; con el tiempo, indefeetible-
Tal vez los hombres somos injustos con
" mente, se rectifican a sí mismos. Espe-
las mujeres al imaginarnos que los rasgos
" remos que la veleta de su pensamiento
distintivos de la feminidad son, entre otras
"vuelva a señalar nuestro norte. La ve-
cualidades, el subjetivismo, la vanidad y
"leidad puede ser una buena musa lírica,
la admiración de la fuerza física; pero si,
"poro nunca un principio de sólido pen-
provisionalmente al menos, aceptamos esa
' ' samiento político.''
caracterización, observe el señor Lugones,
¿Donde está la injuria, como la califica sin que me mueva el menor propósito de
el señor Lugones? No en llamarle mediocre ofenderle, cómo en esa misma contraofen-
político, porque ol señor Lugones niega que siva epistolar que me lanza desde el Reper-
lo sea. Tampoco en atribuirle veleidad de torio Americano, abundan los trazos psi-
opiniones, porque veleidad quiere decii^ cológicos femeninos.
inconstancia y él mismo admite haberlas El señor Lugones no comprende, por

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ejemplo, que no habiéndome inferido daño acerca del escritor argentino, de quien,
alguno, ni mediando entre nosotros ene- sinceramente, no me acordaba en aquel
mistad alguna, ni relación personal de nin- momento más que del archipámpano de Se-
guna clase, yo combata sus opinones polí- villa. Ha bastado un leve rozamiento en su
ticas por un sentimiento de objetividad. vanidad para que generosamente dé fé de
Indirectamente da á entender que si yo le mi vida —¡gracias, señor Lugones!—. A
impugno, ha de ser por algún oculto ren- eso le llamo yo ser femenino.
cor ó despecho, quizás por lo que insinúa También es un signo de feminidad psi-
íi i'englóu seguido, por no haberse ocupado cológica suponer, como el señor Lugones
nunca de mis obras literarias y políticas. ha supuesto seguramente, pensando en sí
ííl señor Lugones no puede concebir más mismo, que había de herirme al decir que
que motivaciones subjetivas. A eso le llamo no conoce mis obras. Probablemente salgo
yo sei- ffiucnino. ganando con ello, tanto por el temor cons-
Demos ahora vuelta á la oración. El se- tante de que los demás, al conocer mis es-
ñor Lugones ignora mis obras y esto real- critos, participen del poco aprecio en que
mente es para consternarse, porque si un yo mismo los tengo como por estar seguro
personaje literario, según la novísima eu- de antemano de que, así fueran 'os más
trapelia estética de Pirandello y antes de geniales, nunca podría penetrar en su esen-
Tlnamuno (véase su Niebla y su interpre- cia el señor Lugones, y no ciertamente por
tación de Don Quijote), vive independien- falta de talento, que lo tiene y bien copio-
temente del autor, un autor no puede exis- so, sino porque hablamos, en la misma len-
tir sino en los demás hombres. A Robinson gua, dos lenguajes ininteligibles. Y quien
le concebimos haciendo de todo menos li- no ha de entender una cosa es mejor que
teratura. Pero un escritor que no viva en la ignore á que la entienda mal.
los demás es un Robinson literario, una ¡ Qué no daría 3^0, que probablemente
cntelequia sin realidad objetiva. ; Qué du- tampoco comprendo al señor Lugones —y
da. Dios mío! Si el mundo estuviera po- no sólo por los galimatías de estilo que sin
blado de Lugones, í,no sería yo un Robin- duda por travesura humorística, suele á
son de las letras?. veces intercalar en sus prosas—, qTié no
Por fortuna, el propio señor Lugones daría yo por no haber leído nada después
viene a sacarme de la isla de mi inexisten- de sus Montañas de oro, cuando todavía
cia. Yo nunca me había preocupado de que coqueteaba con el liberalismo absoluto, ó
el señor Lugones se ocupara de mí; su es- sea el anarquismo! Conservaría la imagen
timación ó desestimación me han sido siem- pura de un buen poeta, tal vez más rico
pre indiferentes, porque entre nuestros en metáforas que en emoción humana, y
intelectos no puede haber sino desafinida- de un liberal un poco simplista. Pero al
des refractarias; pero lo que no consiguie- contrastar aquella imagen de hace más
i'on mis obras ni mis artículos de La Nación de cuatros lustros con la realidad que aho-
de Buenos Aires, donde juntos colabora- ra veo en el señor Lugones, n;e parece que
dor, hombro con hombro, desde hace más sus Montañas de oro han repetido con su
de vei)ite años, sin que el señor Lugones propio autor el parto orogénico de la fá-
se enterase de mi existencia literaria, cosa bula.
qwe a menudo les ocurre á los viejos res- El señor Lugones ha abandonado el anar
pecto de los hombres que son una genera- quisnio, pero no el simplismo político, que
ción ó dos más jóvenes, lo han logrado unas ahora es adoración de las dictaduras mili-
humildes declaraciones en Puerto Rico, he- tares. Este culto de la fuerza es, en mi en-
chas sobre el pié forzado de iina pregunta tender, otro síntoma de feminidad psieoló-

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gica. El señor Lugones cree que las es])a- luchar de frente contra la dictadura mili-
das van á salvar al mundo. Buena i)role tar que allí domina, es —permítame decír-
haga. Y el señor Lugones, (lue tanto se que- selo— una tontería impropia de su talen-
ja de ser mal interpretado, no concibe que to, aunque no de su ingenuidad política,
las dictaduras luilitares tengan otra al- líay muchos modos y muchos lugares para
ternativa que una democracia simplista co- luchar contra las dictaduras. Lea las his-
mo la que él piensa, atribuyéndosela á los torias de las revoluciones, si el buen senti-
(Icüu'is. Si le quedaran tiempo y modestia do no le basta. Lea la historia de su pro-
¡)ara enterarse del pensamiento ajeno, ya pio ]iaís. Con esa teoría, á Martí le hubie-
sabría que para mí, como para muche.s lan fusilado sin salir de Cuba, y á Lenin
oti'os, la democracia es una idea infinita y Trotsky sin salir de Rusia. Yo no he ve-
cuya realización buscan los íiombres por riido á organizar la revolución en España
innumerables caminos, incluso por el de la desde América, ciertamente, entre otras
dictadura. Pero no por el de una dictadu- razones porque son muchos los americanos
ra histriónica, como la de Italia, ni que, como el señor Lugones, ven en el cha-
l)or el de una dictadura inepta, co- farote de Primo de Rivera el símbolo del
mo la de España, sino por el de estadista perfecto, y de los españoles no se
una dictadura inteligente, como la de diga; pero si me propusiera hacerla, no
Rusia, en la cual se está incubando una iría, créamelo, á prepararla en un café de
g!-au democracia futura, como la democra- la Puerta del Sol, aun á riesgo de contra-
cia francesa se incubó en la dictadura de decir la donosa táctica revolucionaria del
¡a Revolución francesa. A mí no me ofen- señor Lugones.
de la dictadura sino cuando es estúpida y Finalmente, como yo no quiero causar
cuando, en vez de i^rejjarar la elevación del ninguna molestia personal al señor Lugo-
ciudadano a la categoría de hombre, tien- nes, si le es enojoso el calificativo de feme-
ni, al contrario, á sujetarle ilimitadamen- nino, aun aplicado sin la menor intención
lí- a la condición de siibdito, de siervo ó de ofensiva y sólo en un sentido esti'ietamen-
]•/.•;i-ia. ílay dictaduras libertadoras y die- te psicológico, délo por retirado, pues
l.'iíluras opresoras. Esta es una distinción son sus ideas y no su persona, digna de
(iue el señor Lugones no concibe o la con- todos mis respetos, las que combato.
cibe al revés.
Luis ARAQUISTAIN.
Y ese simplismo democrático que ataca
el señor Lugones sólo está en su mente. Habana, Marzo de 1927.
I^or lo menos, no en la mía. Desde hace
;;ños vetigo combatiendo el sistema de go-
biernos ])arlamentarios del tipo francés, y 'Palabras finales sobre el estilo de
abogando, de una ¡larte, por los gobiernos Larreta: algmios críticos admi
¡¡residenciales y, de otra, por los Parla- ran en el, una obra de arte, como
mentos sindicales, buscando, en fin, nuevos la catedral de Reims- Yo diré iini
caminos de realización á la idea infinita eamente: no me interesan los ma
de democracia. Pero el señor Lugones no nícuros del estilo que le arreglan
(¡uiere enterarse. Hay que rozar la epider- las uñas a las palabras. En una
mis de su alma inconstante jiara que abra novela se agarra la vida—que lo
l(;s ojos al i)ensar ajeno, aunque mucho diga Dostoiéwsky—o se hace li
dudo que abra también el entendimiento. teratura para señoritas cursis.''
En cuanto á eso de que si éJ fuera de- —Ildefonso Pereda Valdes, en
niócrata español, se quedaría en España á " M a r t í n Fierro."

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EL V E L O C Í S I M O AMOK
Es Octavio Saltor, uno de P r o n t o estuvieron de acuerdo. Se escri-
los más esaursítos prosistas birían cada día, con p u n t u a l i d a d escrupu-
catalanes de nuestra hora. losa, ocho páginas compactas. Si esta tasa
Maneja el idioma con dono,
del texto era b u r l a d a a l g u n a vez, el culpa-
sa soltura, consiguiendo su-
tiles rap.tisaciones. El cuento b] e sería castigado con u n pellizco por ca-
que hoy putilicamos, traduci. da línea de desfalco. Con tal objeto esta-
do especialmente para nues- blecerían u n a especie de cuenta corriente,
tra revista, nos conduce has. que se liquidaría, con la más estricta j u s -
ta e! fiii, sin brusquedades, ticia, el día siguiente al regreso. No se con-
por !a sugestiva belleza de su
d o n a r í a n las multas. Los dos se reservaban
prof:»., elegante y precisa.
integro, el cobro de su respectivo crédito.
Carlos partió. Teresa, la misma t a r d e de
Acabado su ultimo ciu'so, a despecho de
la despedida, echó al buzón u n a s p a l a b r a s
las tropelías del idilio, Carlos y Teresa
férvidas, p a r a que el amado las recibiera
tuvieron, todavía, que vencer, la peor des-
ya el mismo día de su destierro. A su vez
v e n t u r a . P a r a completar la personalidad
Carlos, fidelisimo, a ú n se excedió al límite
curativa del médico novato, érale indispen-
convenido.
sable u n a auténtica investidura doctoral.
Y esto, a ú n siéndole difícil m a n t e n e r s e
P e r o conseguirla implicaba unos meses de
fiel. Sus dos compañeros de cuarto, no so-
ausencia continua, el destierro forzoso,
añoranzas enfermizas, a todo lo cual la
embullada p a r e j a no sabía acabarse de re-
signar.
Ocho años de verse y hablarse de t r e s a
cuatro veces diariamente, a más de aque-
llas en que, por su vecindad, podían con-
templarse de soslayo, había creado en ellos
n n habito n a t u r a l , que se había trocado en
verdadero frenesí. La perspectiva del sa-
crificio les desolaba t a n t o , solo de pensar
^n él, que ni osaban m e n c i o n a r l a ; y si lo
'lacían alguna vez. no era sin cogerse estre-
chamente, en u n a especie de cómica deses-
ppración, como invadidos de u n a sensación
oe vértigo, que hacía (jue fall a r a la t i e r r a
ba.io sus pies.
No obstante, las circunstancias, —singu-
larizadas en el imperativo categórico del
padre de Carlos—, les obligaron a aceptar,
como acontecimiento irremediable, el ho-
rizonte prolongado de la lejanía. Y, siendo
próxima la fecha de la p a r t i d a , se les hizo
preciso ingeniarse, p a r a vencer ó aligerar,
POf lo menos, los desoladores efectos sen-
timentales. I'or Rafael BLANCO.

25
Jo se complacían en ridiculizar su exaltado compañero durmiente. ¡Aquel pa])el, algu-
frenesí amoroso, sino (¡ue se empeñaban na mala noticia sería! jDo quién? ,• De sus
en librar a C'arlos de su i)asión, y sumer- padres, de " e l l a " ? Una enfermedad, una
girlo en sus andanzas gíilantes. Pero no muerte. . . ¡ Y ellos que se burlaban de su
triunfaban en su empeño. Al contrario. fiebi-e de felicidad!
Carlos sentía cada día mas avivada su i>a- ¿Y si lo abriéramos? preguntó el nu'is
sión ante las burlas insistentes y las aco- impaciente. Así podremos prc))a)-ar la no-
metidas tentadoras, y se libraba, con más ticia con menos brusquedad.
peligro que nunca para sus estudios, a su Después de discutir, convulsos, llemis
epistolario amoroso, frenéticamente. sus corazones jóvenes de fúnebre presagio,
Los enamorados no desí'allecían en su decidieron liiícerlo así. Abrieron el sobre,
correspondencia cuotidiana; pero a Carlos y a la luz trémula de un fosforo, dieróuse
fallóle alguna que otra vez el repai-to ma- a interj^retar el contenido.
tutino. Entonces, para evitarse preocupa-
Fué tal la algarabía que les produjo la
ciones angustiosas y dubitativas, los aman-
lectura, (pie a la una, se echaron, impulsi-
tes determinaron frfini[ncar sus misivas con
vos, sobre Carlos, golpeándolo con ensoña-
s"l[o de urgencia. Y esle suplemento pos
da furia, con irada indignación, soltándo-
tal se les hizo tan imprescindible, —a des-
le los mas enonncs improperios.
liedlo de aumentar e! costo del franípieo,—
que los dos se conjuraron a no olvidar de ¿Que les ocurría? No hacían sino vengar
usarlo una sola vez, por(¡uc el retraso que el escarnio hecho al buen celo amistoso de
esto ocasionaría a la carta, y la consiguien- su sorpresa.
te inf[uietud del destinatario, eran una Cuando Carlos pudo reaccionar, y le
i'es])onsabilidad terrible, que, horrorizaba, fué posible mirar al cuerpo del insospecha-
solo de imaginarla, a los dos amantes. do delito, que sus compañeros, con\-u]sos,
Transcurieron dos meses do hervor ])a- le mostraban, pegado a sus naj'ices, aiienas
siona!. Los carteros, hubiéranse quemado pudo deletrear.
los dedos si aquel epistolario hubiese trai- " H o y olvidé el sello rá])ido. Conster-
cionado exteriormente el calor que en su nada por el retraso. Teresa''.
interior encerraba.. Aún así, i quién lo diría !— esta pasión
Carlos ])oníase más ojeroso que si per- desesperada, al año del incidente reseña-
diera la noche con sus compañeros, y Te- do cristalizaba en un matrimonio suavisi-
resa languidecía más febrilmente que con nio, que poco antes del primer aniversario,
las lecturas románticas de toda una quin- maduraba en la ubérrima plenitud de un
cena. beatífico mellizage.
T'^na madrugada, enli-e dos y tres, lla-
maron con azorada ini])aciencia a la habi- Octavi SALTOE.
tación de Carlos. Este soñaba, ardoroso,
con .su mal digerido amoi-, y no oía las lla- Traducido especialmente para "1927."
madas. Pero sus compañeros, entonces
acostándose, apenas, fatigados de una no-
.;..;„ ^.5..>.>.^..-,.;. .;..•,
che pasada dispendiosamente, desvelái'on-
si' y acudieron a la i)uerta.
Rra un telegrama i)ai'a Carlos. Más que la iiosible inmoralidad do
IJOS inuehachos. asustados, lo recibieron
y se entregaron a conciliábulos en voz ba- los políticos, es lamentable su
ja, mientras miraban con piadoso afecto al ignorancia-
26
D A M A S A J O V A
amasajova, Damasajova!
Pelo brillante de ala de chova-
Diana de bronce. Verso africano-
Noche y luceros. Carey cubano--

¡Damasajova, Damasajova!
Ébano y luna. Cedro y caoba-
Himno insurrecto- Caña y laurel.
Río de sombras. Paila de miel-

¡ Damasajova, Damasajova!
La noche misma, sombras te roba-
Musa de extraño ritmo diverso,
bajo tus ojos fluye mi verso.

¡Damasajova, Damasajova!
Lira de virgen- Flancos de loba.
Sueñan tus ojos, negras panteras,
en los desiertos de tus ojeras.

¡Damasajova, Damasajova!
En tu profunda noche se arroba
mi musa, hambrienta de negras rimas:
nieve en remanso sobre las cimas.
" 1 9 2 7 " rinde su homenaje a Alfon
so Camin, alto poeta, reproduciendo
Puente de palmas en forma de H.
de su último libro "Carteles" esto
canto, de un inconfundiljie sabor
Sobre las noches de la laguna,
criollo. va tu belleza como azabache,
deshimbradora bajo la Luna.

Y al verte llena de luna antigua,


fiebre y cocuyos mi pasión loba,
grita a las noches de la manigua:
¡Damasajova, Damasajova!

A L F O N S O C A M I N
27
DE V I T A N U O V A EL CAZADOR DE MOSCAS
A JORGE MAÑACH
D I A
Yo fui un gañán haragán
que hacía surcos de canciones
i también pasteaba la manada
de mis silencios bizontes
Como que esta mañana
—oro gozoso sobre las viejas azoteas— un palomilla
cazador de nubes escarlata
es más alegre en nuestros pechos jóvnn'^:^ que les quitaba a las moscas
(parece que tu mano hace un rato ha nacido) el eielo ojuo traían a la esr^alda.
echemos alegría en la mañana-
Ai i padre:—¿Para que sirves?
2 Por Adía M. YTTOKEES. ] en verdad yo no servía para nada-

Y Pero llevaba una casa


Como en la tarde tiembla O R O A A
el vencimiento de su luz como una mosca en la palma de mi mano
Tus manolí^isieron ala un día la solté por la campiña
—ansiedad del momento i fue volando a pararse
alorodef^í^'í'^^'^^-
que emigra—empapa ahora Oro de ruf ^l^dad sobre los hombres de una calle
de ese temblor de tarde tus ojos insaciados, que ahora''' ^'^s en el viento!
construí sus paredes
¡Volvaraof'^ ^^ montaña. con las arrugas de mi cara
habrá en tu beso luego Ya hay ^" ®^ '^^'^ senderos! i sus ventanas
—quieto beso de luz de tus pupilas— La mañai^„r^ s'^s oros mordeduras huníanas
como un presentimiento de no besar mañana presos e o f l^^^^Pio incendio.
que hará más largo el beso. La noche 't^^'^^o transido sus tejados eran noches desveladas-
de espect»**'»^^ y miedo.
dijeron los vecinos:
¡Dolor del^^^ cautivo! —El cazador de moscas está rico!
¡Yatieneí»'^^^«"iisoros!
Yo levanté mis hombros como un árbol.
¿Verdad que no oyes bien Vamos, 4 ^ ' '^1 silencio!
la música de las estrellas ^ I ahora tengo casa:
(Ya llegará la noche sin fronteras <^ A S florece allí mi madre
—ni auroras ni crepúsculos— su corazón de manjar blanco
Luminosa de ti»'
y escucharás mejor) tiene el temblo^'L i mis hermanas
de una nave (A'i^P^ ^^«3^ mañana
son cuatro cascabeles en mis alas-
Ahora tienen tus manos rotas las cuera»^'^^j^«Pacio,
atrás las aguas ^^^^^adas.^ Mi padre dice ya:
—¿tocaste aquel regato que es un chorro de luna?-
Mientras el vie^jí^^^^.^, muerde el velamen —Bendito seas
ahora tienen tus manos
enrólame en tu'' -^' '-apitana. oh cazador de moscas i ciudades.
un rumor de caricias
in A R I N E L L O A L B E R T O G U I L L E N
que rompe el canto unánime' J U A N
29
28
CRITICA Y CONTRA-CRITICA
(Continuación.) Hubo un tiempo en que tal vez pudo
Esta nueva postura de Azorín tal vez considerarse la crítica como una tabla de
lialle defensores, muy particularmente en salvación para los que se encontraban a
tre nosotros, donde es todavía corriente punto de naufragar en el mar turbulento
que un poeta niegue el saludo al periodis- de las letras. La agenesia intelectual, la
ta que ha impotencia imaiginativa hallaban seguro
UN GÁESEÑO PARA USO liecho repa- abrigaño en los artículos de crítica. Pe-
DE LITERATOS ros a sus ro entonces ésta desempeñaba muy humil-
versos y que des menesteres. Apenas se atrevía a ori-
Un novelista plantee una cuestión perso- llar cautelosamente la obra juzgada para
nal al crítico que osa comentar su obra darnos luego el enteco fruto de semejan-
con honradas observaciones. Hace falta te bojeo intelectual. Si alguna vez sobre-
un Carreño para uso exclusivo de litera- pasaba el perímetro y se internaba en la
tos, en el cuai se establezcan las normas obra, lo hacía con un propósito puramen-
de conducta que deben regir las relacio- te topográfico. Cuando hallaba en su ru-
nes puramente intelootuales. Porque se ta un riachuelo agradable, un montículo
da el caso de que un escritor que en sus grácil o un fresco macizo de verdura, los
relaciones sociales se conduce como un describía con humildes palabras, añadién-
gentleman, taq pronto se siente contra- doles los comentarios interjeccionales de
riado por la crítica, se cree exento de to- rigor. A la hora de la censura el procedi-
do precepto urbano y autorizado para miento no variaba esencialmente; todo se
rif>ostar airadamente los conceptos del co- reducía a un mero cambio de adjetivos.
mentarista. La ''urbanidad intelectual" Y cuando más, el crítico se refoeila})a
es flor de las grandes urbes del espíritu anotando las faltas de sintaxis, lo.s exíraii
y en nada se conoce tanto nuestro am- jerismos, las cacofonías
biente espiritual, todavía de un acentua- Todavía hoy, por una. suerte de atavis-
do provincialismo, como en esas disputas mo, se practica, singularmente en el pe-
de comadres y en e«as roncilias sordas riódico diario, esa crítica adjetiva, cuyo
que suele iiaber entre artistas y críticos. proceso es el siguiente:
Y sobre todo en esi^ temor de nuestros lo.—¡Lectura de corrido
críticos a sei' veraces y lionrados en su,s LA CRITICA con subrayado de alguno
juicios, fruto de la amenaza de interdic- ADJETIVA que otro párrafo que ha-
ción profesional que pesa sobre ellos brá de citarse en su opor-
cuando han adoptado laia postura digna. tunidad.
Florece todavía pródlijamente entre 2o.—^Filiación de la obra leída, según
nosotros el tipo del artista obstinado en las clasificaciones tradicionales de la pre-
denigrar la crítica, considerándola como ceptiva.
fementido refugio de literatos impotentes. 3o.—Aplicación adecuada de los cli-
Y esto en nuestros días, cuando la pi'c- chés ' ' s t a n d a r d " : "descripción vigoro-
ponderancia del espíritu eriticista pare- sa", ''crudo realismo", " p i n t u r a de ca-
ce un signo de la época. Tan íntimamen- racteres", si se trata de una novela; " a c -
te conviven actualmente la creación y la ción bien conducida", "caracteres mante-
crítica, que apenas so sabe donde termi- nidos", ''intensidad dramática", "fuer-
na la primera y comienza la segunda. za cómica,", si se trata de una obra tea-

30
tral; "hondo lirismo", ''inspiración pro- lando su obra con fuertes pibotes, sin los
funda", ''fluidez del verso", si se trata cuales difícilmente podría subsistir!
de una obra poética. La crítica así comprendida no se some-
4o.—Compilación de gazapos. te dócilmente a la obra o ai autor juzga-
5o.—Breve colofón, tejido con unas dos, sino que parece ser ella la que los
cuantas consideraciones pseudo-filosóii- rebela e incorpora a sí
cas y alguno que otro consejo paternal al CRITICA Y misma. Lo que el artista
autor criticado. CltEACION hace con la realidad cós-
Con este recetario se lian escrito—y so mica hace el verdadero
escriben aiui—muchos artículos de críti- crítico con la realidad artística. Bene-
ca en el mundo. detto Crocc nos habla en su Estética de
Fue el ensayismo inglés el que dio a la cómo eS preciso que el artista sojuzgue a
crítica esa prestancia la realidad, se adueñe de ella si quiere
EL ENSAYISMO de aristocracia de las hacer verdadera obra de arte. " L a foto-
INGLES letras que hoy, sin grafía no es arte del todo—escribe—por-
duda, ostenta. El ac- que en ella el elemento natural permane-
tual ensayo crítico, cultivado con igual ce insumiso". Con ciertas modalidades
dilección en todas las lenguas, si bien pseudocríticas ocurre lo mismo: el "ele-
más amplio e independiente en su conte- mento natural", la realidad artística, es
nido, no difiere esencialmente del genui- decir, la ohra juzgada, se escapa de las
no ''critical essay". Su evolución ascen- manos del pretenso crítico, impotente pa-
dente le ha llevado más allá de la fórmu- ra reducirla a su voluntad.
la de Barbey d'lAurevilly. Un espíritu nada sospechoso de esteri-
No se trata ya de "ejecutar sobre una lidad—Anatole France—^ha dicho que el
obra tantas y tan sugestivas variaciones buen crítico es " e l que narra las aventu-
como las que puede realizar un músico ras de su alma en medio de las obras
hábil sobre un tema que él no ha creado", maestras". Esas aventuras, tan intere-
sino que nos hallamos ante un verdadero santes como las del viajero que se arries-
fenómeno de "invención crítica", si se ga por todos los parajes del mundo, pue-
nos permite la frase, ya que el verdadero den tener una resonancia predominante-
crítico construye una nueva armazón ideo mente sentimental y surge entonces la
lógica sobre los cimientos de la obra da- "crítica lírica"; mas cuando el lector
da. Ennobleciéndose paulatinamente, in- viajero es hombre dotado de espíritu dis-
dependizándose de la propia obra criti- eernidor, las narraciones de su peregrina-
cada para vivir su vida señera, paralela je serán al par que un documento reve-
a aquella, la crítica constituye hoy una lador de fina sensibilidad, una caracterís-
innegable manera de creación intelec- tica obra crítica.
tual. Ese admirable condensador de ideas Querer relegar la crítica a un plano se-
que es José Ortega y Gasset, ha expresa- cundario es un delito ¿le leso arte. La
do esta nueva misión de la crítica con una misma creación mermaría tan pronto le
definición exacta: "criticar es potenciar faltase el auxilio de la facultad discerna-
la obra juzgada". Ya no se trata do pa- dora. Crítica y creación se complementan,
rafrasearla o explicarla, sino de dotar al y del mismo modo que la eclosión creado-
lector de un órgano visual a propósito ra suscita y estimula el fervor crítico, és-
para su comprensión. ¡Cuántas veces el te a su vez sirve de acicate para nuevas
crítico colabora con el creador apunta- aventuras de belleza.

51
En épocas como la actual en que las turales. Hay individuos que no sienten la
inquietudes y las ansias inquisitivas del menor emoción estética ante un paisaje,
hombre han hecho del mundo una retorta un lienzo, una sinfonía o un poein!!,. Ilfy
donde ensayar los más peregrinos pro- otros que, emocionándose visiblemente,
ductos de la alquimia primisecular, la la- no pueden fijar la causa o c;iu>:as de HÜ
bor de la crítica es aún más decisiva. emoción. Y, finalmente, hay sujetos más
¿Qué hubiera sido de los ensayos pictóri- avisados que saben hallar rüí-cs de la
cos de un Cézanne, de los "precipitados'' pinoción estética experimentii Iri,
literarios de un Jacob y de las experien- Los primeros son las sensibiijdiule« ob-
cias musicales de un Satie, si paralelamen tusas o embotadas que no nos interesan
te a ellos no hubiera surgido la exégesis para el caso. Los segundos son meros ca-
crítica oportuna, que señala procedimien tadores, más o menos depurados, de la
tos, fórmula precedencias, destaca cscoii- belleza. Los terceros son los críticos.
ilidas bellezas imperceptibles par.i la sen tíon frecuencia el artista creador es pé-
sibilidad media del público y finalmente simo crítico. ¿Sabéis por q u é ' Poríjne se
diseña en la lejanía la meta de posibilida- halla incluido en el segundo inuno de la
des que a través de una espesa niebla de clasificación enunciada. Son i)er.sonas ca-
incertidumbres se persigue! paces de intuir la belleza pero )io de ra-
Sin la obra de un Jean Epstein, que zonar sobre ella. Un pintor puede ])intar
recoge en sí todas las palpitaciones de la admirablemente un crepúsculo, pero no
hora presente, todos los alientos del ''e-i- siempre puede discutirlo. Ha habido
pirit nouveau", ¿cómo hacer luz en esa poetas que han cantado con nobles acen-
selva de heteróclitas y extra-ñas floracio- tos la excelencia de una idea; pero pues-
nes que es el arte de vanguardia? Ha si- tos en el trance de razonar sobre ella,
do -preciso la labor de estudiosos ismólo- han disparatado patéticamente. Víctor
gos, como Cocteau, como Ungaretti, como Hugo cada vez que quiso criticar, se su-
Walden, comtí nuestros Jorge Luis Bor- mió en la forma más rudimentaria de la
ges y Guillermo de Torre para concretar crítica: la crítica interjeecional.
las aspiraciones disímiles y hacer de to- Digámoslo con palabras de un ¡gran ar-
das ellas un verdadero " c o r p u s " de es- tista, Antonio Machado: " s e crea por in-
tética. tuiciones ; se corrige por juicios, por re-
Se dirá que la verdadera belleza se in- laciones entre conceptos. Los conceptos
tuye y Que no hace falta el raciocinio de son de todos y se nos imponen desde fue-
la crítica para comprenderla y sentirla. ra en el lengua je aprendido; las intuicio-
Obra que necesita hermeneutas no los nes son siempre nuestras".
merece —exclaman algunos. De ahí que el poeta se equivoque casi
Pero es que hay también una forma de siempre cuando juzga su obra o cuando
intuición crítica que muy pocos espíritus pretende enmendar su pasada labor con
poseen. Es lo correcciones sucesivas.
INTUICIÓN A R T Í S T I C A que el vulgo ; Y la eontracrítica ?
E INTUICIÓN CRITICA llama con grá La contracrítica,es decir, la réplica del
fica expresión auljbr al crítico de su obra, huelsra las
*'el olfato crítico". Esta intuición crítica más de las ve-
es precisamente la que establece una es- LA CONTRAORITIOA ees. En ocasio-
cala jerárquica entre los catadores de la nes, cuando ver
belleza artística y aún de las bellezas na- sa, sobre la interpretación de un hecho

32
o sobre asuntos que, por su índole, inci- e.stética va más allá de lo soñado por el
tan a la polémica, puede resultar intere- artista y entonces se comprueba la con-
sante y fructuosa. Cuando recae sobre dición también creadora de la crítica. Pe-
los méritos de la obra es irremisiblemen- vo ante todo, deslindar los campos. Siga
te reprobable. ol artista el imperativo de su inspiración
Esto no implica, en modo alguno, ni mraneuiendo frente a la critica una acti-
la más remota sumisión o dependencia tud de respeto, nunca de sumisión.
del autor respecto de la crítica. La crea- Y el '^lítico inserte su espíritu en la
ción procede siempre a ésta. Primero fue niC'Cíula misma de la obra juzgada y, co-
la obra de arte; luego la estética. El ar- mo el arquitecto, sobre los cimientos hon
tista da a luz el forjo de belleza, fruto damente afincados, levante su estructura
de su intuición. Lueao el crítico formula ideal hacia las iiulies
su estética. Y ocurre a menudo que esta Francisco lOHASO.

A R T E & A R T I S T A S

R A F A E L B L A N C O
(Continuación.) dad artística, la tiene en su favor Rafael
Blanco.
IV. En New York, estudió y acumuló mate-
Rafael Blanco tiene en su Imber, como rial abundante, adquiriendo una experien-
arma propicia y siempre favorablemente cia sólida y substancial: Rápidos apuntes
dispuesta, un sentido crítico agudo e in- del natural, vivaces e intensos, una sabia
tensísimo, que esgrime constantemente y ágil y copiosa labor de documentación aca-
que, siendo una de las características de démica, y a la postre, un repertorio inago-
su indiosincraeia, es, así mismo una de las table de reserva. Toda una disciplina aca-
características más propiamente esenciales démica aprendida y conquistada fuera de
de su arte. Su ironía, larga y sutil, silen- toda disciplina y de toda norma, sin otro
ciosa pero insiciva, cortante, e implacable, giiía que su propia critica y su autodidac-
se refleja diáfanamente en su arte, burlón lismo. México, es para él una riv.-ÍT
y guiñolesco, pese a su gravedad y a sus ción, que gravitará, por su recia y vigoro-
visos trágicos. Esta ironía, que tiene para sa intensidad, por su enorme y substancio-
todo y frente a todo una sátira, que res- sa emotividad, sobre su futuro. Y ese re-
ponde a las sugestiones del medio no con pertorio, esa desciplina y esta rica expe-
un eco, sino con una réplica contundente, riencia, Rafael Blanco las pone al servicio
reactivamente y no de una manera pasiva, de su ideal estético y desde entonces, cuan-
es la revelación fiel de ese don de crítica, do esas fuerzas afluyentes cuajan y dan
que le da un control severo sobre si mismo su frutos, su cubanismo se manifestará y
y sus cosas, un control cabal de sus facul- producirá de una manera más categórica
tades, y una noción precisa de su alcance y esencial; con menos alardes escénicos,
y el de sus fuerzas. Blanco es, en, efecto, un con menos argumentaciones que anterior-
artista dotado, que sabe reprimirse; y pa- mente, pero con más decisión y firmeza en
ra el artista dotado es más difícil y meri- los propósitos y en la intención. Al través
toria la economía que el exceso. Y esa vir- de sus aventuras y de i-us romiajes nuestro
tud, alta virtud en el campo de la activi- gran caricaturista, permanecía fiel y su-

33
tismo, y ella es la que da a su obra un pro-
fundo interés emotivo y un contenido es-
tético peculiar, y su tónica inconfundible-
mente personal. De una imaginación fe-
cunda y fantasiosa, avasalladora, liafaei
Blanco ve el mundo a su manera, aisasiona-
damente, y solo así lo concibe y lo tolera.
Lo ve, y así nos lo describe, con implacable
ironía, con ensañada curiosidad, con avara
e irreductible intransigencia. Sea cual
fuere el personaje y la escena que descri-
be, aún aquellas más triviales e inofensivas
y que por su escaso contenido argumental
menos se prestan al comentario y a la sá-
tira, palpita en ellas, a través de la visión
de nuestro caricaturista, este espíritu de
tragedia intima y profunda, peculiar en él,
dándole al personaje y a la escena un vi-
goroso e inusitado dramatismo.
La caricatura, genérase por una ley de
contraste. Contraste e incongruencia entre
la idiosincracia y la personalidad del pro-
OPvSanovas, visto por Blanco. tagonista, y el acto que este realiza o esce-
na en que interviene; contraste disparata-
miso a .sus principios y fiel a si mismo, sin do entre la forma de realizar una acción
tleslumbr,;r.,,c y sin ciauoicar. S;.¡ió do K> y los medios que para ello se usan, y la ac-
prueba robustecido, con un cubanismo me- ción en si misma. Contraste, que provocan
nos escénico y argumental, pero si más esen el dramatismo y la tragedia, tanto más
eial y categórico. acentuadas cuanto mas se acentúen aque-
Y es que el cubanismo de Blanco arran- lla. Siempre, en las situaciones ridiculas e
ca de las mismas raíces y la entraña misma hilariantes que el caricaturista provoca,
de su arte. No es una una actitud atributi- palpita un fondo de tragedia, un drama
va, sino esencial y especifica. Es en él y en sordo y callado.
su obra una actitud inicial e intencional. Y como tal, es la caricatura una posi-
El cubanismo de Rafael Blanco es una ción deliberadamente crítica, una visión
cuestión previa, y sus escenas y toda la personal y arbitraria del mundo, que mue-
trama de su obra no son otra cosa sino la ve los partes de la tragedia a su gusto, que
plasmación de su ideal artístico, y la aco- se vale del convencionalismo de una trama
modación de la realidad a un convenciona- disparatada obligando a ello a los prota-
lismo arbitrario y personalisimo, a un rit- gonistas, y que, en consecuencia, describe
mo interior y completamente subjetivo, a el mundo no tal cual es, sino como el ar-
su manera de ver y de expresarse. tista quiere que sea, o lo antoja; a su ma-
nera, arbitrariamente. Es en propiedad la
V. caricatura, una realización escénica en la
Rafael Blanco, caricaturista ,es personali cual el caricaturista mueve a su gusto las
simo, arbitrario y sumamente inteligente. cuerdas de la tragedia, provocando con
Su visión es de un denso y trágico drama- ella la nota cómica y la hilaridad. De ahí

34
el valor inmenso del arte caricaturesco de De ahí, la claridad diáfana con que com-
Rafael Blanco, grande entre los grandes de pone y destribuye las masas, la firmeza e
la caricatura moderna, que crea un mundo inteligencia de sus rasgos, cada uno de los
convencional y una humanidad faceciosa cuales constituye no un hallazgo, dado al
y atribilaria que mueve con ensañada correr del lápiz, sino una solución, estu-
crueldad, tomando el mundo como un es- diada y prevista. Antes de acudir al na-
cenario gigantesco en el cual da vida a sus tural y situarse ante él, nuestro caricatu-
paradojas, y en el cual toman carne sus rista, lleva ya construida y resuelta su
mas fantasiosas y desbaratadas creacio- obra y le entra con decisión, sabiendo de
nes. antemano lo que ella puede dar de sí, y
No debe bastarle al caricaturista abrir previendo sus soluciones. De ahí, la clara y
sus ojos de par en par y soltar su mano. franca diafanidad con que se produce, la
La caricatura, no puede ser ingenua, ni rigurosa firmeza y sabia administración
demasiado fácil, ni refugiarse en la leyen- de los recursos gráficos y expresivos de
da, o pie de grabado so pena de no ser lo que se vale, y su persuasividad. Es, el ar-
que pretende ser: Es, por el contrario, una te de Rafael Blanco, un arte de suma in-
actitud y una actividad esencialmente, ne- teligencia y de una enorme precisión.
cesariamente crítica. Y esa es la actitud
de Rafael Blanco; Una actitud arbitraria, VI
tendenciosa y parcial, que nos explica el I>gual firmeza e inteligencia se traduce
intenso dramatismo de su obra, siendo es- en sus caricaturas personales, en las cua-
te una consecuencia y una manifestación, les él con Covarrubias, constituyen las
obligada y necesaria, de su criticismo. figuras de más relieve y valor en nuestro
Criticismo que a su vez justifica y ex- Continente. Sus caricaturas, son realmen-
plica, el humorismo de Blanco, penetrante, te caricaturescas, ridiculas, trágicas.
incisivo, frío y cortante, por su mismo aplo- Y así debe ser. Esencialmente arbitra-
mo y su ensañada mordacidad. El valor ca- ria, la caricatura personal menosprecia
ricaturesco de su obra no se apoya, mera- determinados rasgos y peculiaridades in-
mente, en las deformidades que pueda des- dividuales, o prescinde de todas ellas y
cubrir y revelar, sino en su intención bur- del individuo mismo, ya sea para acen-
lesca, en el propósito, es una actitud deli- tuar, especulativamente, algunos de aque
berada. líos, ya para crear otros rasgos y trazos
Cuando acude al natural, Blanco sabe completamente convencionales, esquemá-
lo que va a buscar y a descubrir, y lo que ticos y sumarísimos, en los cuales se con-
ha de encontrarse: Busca en él elementos centra toda la intención crítica y el inte-
y escenificación para darle carnadura a rés expresivo y burlesco de la caricatura.
su obra y darle vida: Busca en el mundo Es este un arte arbitrario, que tiene res-
espacio y ambiente propicio para dar vida pecto al personaje caricaturizado una
a sus maquinaciones, carne a sus fantas- vida aparte, guardando con aquel un pa-
mas y escenarios donde moverlos, viendo ralelo, una línea de equivalencia, pero
reflejarse en la vida las imágenes atribila-
siempre con valor y contenido propios.
rias y fantasiosas que crea y alienta en su
imaginación. El arte de Blanco, pues, se Así con las caricaturas de Rafael Blan-
proyecta de dentro para afuera; es un ar- co. Arbitrarias, trágicas, implacables.
te inteligentísimo, de un recio cerebralis- Hay en ellas algo ruás esencial y más inte-
mo previsto y preciso, que nada cede al ligente que una mera deformación o acu-
azar y al hallazgo fortuito. sación de determinados rasgos: Son sus

W
caricaturas algo más que una mera exa- con el mismo acento trágico con que lo
geración. Es una humanidad desconocida describe. Blanco lo describe tal cual lo
la que surge con ellas; una humanidad forja en su imaginación. La tragedia go-
cómica, por su arbitrariedad, ridicula y yesca en real y Goya fatalmente esclavo
estra.falaria, que tiene con las personas de ella; la de Blanco es una mueca mali-
que caricaturiza, sus representantes y ciosa con que pretende turbar nuestra
protagonistas. La caricatura de Riafael candidez y credulidad. Es la obra perso-
Blanco no es descriptiva, sino esencial- nalísima de un cubano, que como todos
mente arbitraria y sumarísima. En este los de su raza goza de la vida, dichoso de
género, arduo, por la suma facilidad con vivir confiado a su suerte a la Providen-
que se sucumbe a las exigencias anecdó- cia, seguro de su buena estrella, pero que
ticas del parecido individua,!, cuando no maldice de todo y de sí mismo y está
lo preside otra norma y otra guía que siempre en la oposición, porque desde ella
una mera exageración fisonómica, Blan- las arengas y las requisitorias cobran un
co nos brinda un arte inteligentísimo, pon tono dramático apasionado, versátil, tru-
derado, intencionado y trágicamente bur- culento.
lesco. Y ese criticismo deliberado de nues-
VII tro gran caricaturista y lo que aquel sig-
La obra de Rafael Blanco íxuarda en nifica para su arte singular y maravillo-
todos sus aspectos y relacionen una con- so, señala en nuestras artes, una valiosa
cordancia unánime y perfecta, y en ella, conquista civil. Es una iniciación, cultu-
inteligentísima, todo tiene una plausible ral definida, ponqué responde a un pro-
justificación. Su cubanÍH¡ uo pAjílica su pósito deliberado de revelación autócto-
criticismo, y este, a su vez, explica y jus- na, conquista que ansiamos y anhelamos,
tifica su íntimo y profundo cubanismo. con patriótico fervor, en todos los órde-
Blanco que usa donosamente del sofismo nes y todas las disciplinas de nuestra ci-
y la paradoja, que obliga a sus persona- vilización incipientísima.
jes a decir lo que él pretendo ([ue digan, Marti OASANOVAS.
que nos de del mundo una versión com- (Ilustración de Rafael Blanco.)
pletamente personal y tendenciosa, con
aires de tragedia: Que nos convence con ARrn NtTEVO: PRIMERA EXPOSICIÓN.—
sus embustes por el aplorao y la prrsua.- Esta primera exposición colectiva de Arte
sividad con que nos los cuenta, es iin ar Nuevo; se abrirá el próximo mes en la Aso.
elación de Prado 44. Tal vez en ella "no son
tista cubanísimo, que pone sus pasiones todos los (lue están", pero casi podríamos
y su persona en pugna abierta con la rea afirmar que "están todos los ciue son". En
lidad, y proclama con su o!)ra la supiv' efecto; reúne y cuenta con la aportación de
macia de la inteligencia. toda la gente joven, militante en las fUas de
avanzada. Es posible que, con el tiempo, ctue.
El dramatismo vigoroso de su olira, es den algunos rezagados dentro de este grupo,
una proyección de su sentido crítico, y y descubramos que en él, tras la máscara
en consecuencia, una actitud consciinitc del modernismo, se encubre más de un em.
y deliberada, no fatal y biológica. En di boscado. Pero no importa; el movimiento se
demuestra andando, y andando será que que.
versos tonos, se ha hecho referencia a una darán a la zaga, los que no puedan resistir
ascendencia goyesca en la obra de Rafael la dureza de la marcha. Por de pronto, c-sta
Blanco, no literal, pero sí en el propósi- primera exposición constituye a manera de
to y en la intención inicial, erróneamen una gran parada, por la cual desfilará, alti.
te a nuestro parecer. Goya ve el mundo va y marcial, la falange juvenil.-

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"LA LLANTIA ENOESA", DE ALFONS no decae ni un solo instante. Y la obra, por
MASERAS. Este último volumen de Al- su intensidad, por su penetrante y desola-
fons Maseras, tercero de poesías de su au- dora inquietud, por su fondo trágico, es una
tor, reúne un conjunto de composiciones más, y valiosa, de las obras más caracterís-
dispersas, publicadas al través de un largo ticas y peculiares de la lírica contempo-
período de tiempo. La tónica general de ese ránea.—M. O.
libro, peculiar y constante en su autor, es
de un pesimismo excéptico y desolador, y DOMIKOO RAVElíET. Lanzemos el "tip".
a la par, de una gran intensidad lírica, en Se trata de algo más que de un "cliance".
apasionado crescendo. Puede con él, jugarse a la segur.',. Ravenet,
en lo mejor de sus años mozos, es un auto-
Se descubren a través de su lectura, dos mo-
didáctico febril e inquieto. Un gran tem-
mentos o actitudes espirituales, cuyo tras-
peramento, un enorme tempsraraonto de
paso gradual, puede destacarse claramente,
pintor, rebelde, desconcertante, que no te-
por la sucesión de sus etepas. Una, repre-
me contradecirse y al cual no le hace mella
sentada por las primeras series de composl
desandar un trecho penosamente avanzado,
clones, seguramente las primeras también,
ni abandonar un baluarte seguro, conquis-
cronológicamente, en las que ese lirismo se
tado, tal vez, tras una lucha esforzada. Ra-
mueve sin freno, a todo vapor, y comple-
venet no le teme a nada, y es capaz de to-
tamente a obscuras. Los eternos temas, te-
das las audacias. Su aportación al próximo
mas invariables en la lírica de todos los
Salón de Arte Nuevo, desigual, varia y des-
tiempos,!—^amor, muerte, divinidad,—cons
concertante, es el fruto de una fecunda e
tltuyen el leitmotiv. Y, sintiéndose Impo-
insaciable inquietud, alimentada por un
tente para desentrañar el misterio y escu-
temperamento recio y vigoi-rso.—M. C.
driñar el más allá, el poeta, tiene un gesto
de renuncia, de pesimismo frío y penetran-
EL HIMNO Y LA D. G. DE E. A. — La Di
te, de amargo y anonadante excepticlsmo.
rección de Bellas Artes qnieíe modificar
Y una segunda actitud, en la cual, esa corrien- el Himno de Cuba por estimar que "no se
te lírica y ese acendrado dramatismo, de- ajusta enteramente a las reglas del Arte y
Jan de ser un canto y una manifestación de la Belleza". Nos gustaría saber cuáles
ególatra; buscan un punto de apoyo y un son, en la opinión del señor Hernández Giro
contacto con la realidad, y se infiltran en las tales reglas. ¿Quiénes las ropressntaii:
eí espíritu de las cosas que describe. Antes Rouget de l'Isle o Debussy? ¿Quién irá a en
el poeta, desdeñosamente se aislaba y se mondarle la plana a Pedrucho Figueredo—el,
encerraba en sí mismo, cantando su deso- Maestro Sánchez Fuentes?. . Y sobre to-
lación y su amargura. En esta segunda épo- do, ¿qué cree el señor Hernandos Giro que
ca, su escepticismo tórnase más cordial y es un himno, una partitura de ópera, o un
efusivo, y quiere que las cosas vibren con producto histórico cuya espontaneidad prís-
él, al imísono con su espíritu. Y es que, tina se debe venerar?—5.
dentro la penumbra de los temas eternos,
se ha deslizado un rayo de luz y de clari-
LOS MAZACOTES DE ZAYAS—Como si
dad; el poeta sabe que no ha de desentra-
no fuera bastante con lo qua había del
ñar el misterio, y ceja en su empeño de lle-
monumento a Zayas, se lo han "pegado" a-
gar a donde él, y escalar sus cimas. Perse-
hora unos bajorrelieves que son unos verda
vera en su pesimismo, pero se siente ya so-
deros adefesios, un escarnio al decoro' estéti
lidarlo a !as cosas del mundo, viendo refle-
co de la Capital de Cuba. Estos ma~anot.es
jarse en ellas la inquietud y el dolor que
de mármol con figuras grotescas, los ha ira-
a él, lo acosan y le abruman. Y esa solidarl-
portado el inevitable señor Pennino, claro
zaclón es para él un lenitivo.
está, y los hizo, por supuesto, un "escultor"
Escritas en tono mayor, estas poesías, muchas italiano, y los cobrará el señor Pennino—
veces dan al traste con la preceptiva y los también por supuesto—a precio de oro
cánones poéticos, acorde con el dinamismo ¿Hasta cuándo, señores estadistas, hasta
acelerado de la lírica inspiradora. El tono cuándo?—6.

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PROYECTO LAUDABLE.— El representante La personalidad del hombre—que Romain Ro-
señor Pastor del Rio ha presentado a Uand nos ha enseñado a venerar— ha eclip-
la Cámara un proyecto de Ley institu. sado un tanto a la del músico. Más de todos
yendo seis premios para las seis mejores modos su obra secular se impone con la fuer-
obras de arte que cada año se produzcan en za de las invenciones geniales.
Cuba. Esta es, escuetamente, la finalidad del Y así el domingo vimos cómo Sanjuán—espíritu
proyecto; ignoramos detalles y fórmulas ad- nada sospechoso de reaccionarismo—se deja-
jetivas que sería prematuro discutir. ba arrastrar voluptuosamente por esta fuer-
¿Advenirá ley este proyecto? . .Podrá colarse de za, llevando tras sí a los músicos de su ga-
ronden en la Gaceta, introduciéndose subrep- llarda orquest.a.—F. I.
ticiamente por entre la turbamulta de pro-
yectos que esperan su turno,—única manera
de que leyes como ésta " p a s e n " en la Cama EL "LONDON STRING QUARTBT" .—Fren-
ra? te a las manifestaciones artísticas especta.
culares—conciertos, veladas, funciones de
Por si o por no, esta noble intentona del señor
teatro—1"1927" mantendrá un (criterio ce-
Pastor del Río merece el aplauso agradecido
rrado. Sólo acogerá en sus coliminas aquellos
y estimulante de los que se preocupan por es-
espectáculos prestigiados por un logro de
tas cosas.—r. I.
plenitud estética o cohonestados por el noble
y desinteresado propósito de conseguirla.
EL CENTENARIO DE BEETHOVEN.—Na-
die con más derechos que la Orquesta Filar, Por fortuna, cada vez son más frecuentes unos
miónica para conmemorar el centenario de y otros. A aquellos pertenece el fino espec-
Beethoven. De las nueve sinfonías, la Or- táculo que nos ofrecerá «n los primeros días
questa Filarmónica nos ha dado a conocer de abril la sociedad " P r o Arte Musical"
seis íntegramente, más un tiempo de la Ter- con la presentación, por primera vez en la
cera, que oímos en el concierto conmemora- Habana del "London String Quartet".
tivo del último domingo.
El "London String Quartet" está considerado
Ocurre con la Orquesta Filarmónica algo que por la crítica europea y norteamericana co-
desconcierta aún a sus propios detractores. mo una de las agrupaciones más serias de su
Con ser nuestra orquesta la vanguardia, la índole.
que ha iniciado al público en la fruición de En sus programas figura, entre otras obras, el
la moderna música sinfónica, la que nos tie- Cuarteto en Sol Menor (opus 10) de Debn-
ne al tanto del movimiento musical contem-
ssy, cuyo tercer tiempo ("Andantino dou
poráneo, es, por otra parte, la que nos ha
cement expresiff) oímos en el primero de los
dado una versión más sincera—y por esta ra-
conciertos de "Música Nueva" organizados
zón más actual;—de las buenas obras sin-
por Amadeo Roldan y Alejo Carpentler—
fónicas de la antigüedad. Y es que el espí-
F. I.
ritu moderno no reside,—como piensan algu-
nos pretensos monopolizadores del vanguar-
dismo—en el desdén ignorante por las crea-
ciones del pasado, sino en la comprensión 11 TJNA OBRA DE ABAQUISTAIN. — Dos
beral, en la actitud revisora y en cierta ca- carteles feriales que estriden en la facha-
racterística facultad de enfocamiento, mer- da del "Principal" anuncian el próximo es-
ced a la cual las producciones vitales de los treno de una obra de Araquistain. Su título:
tiempos pretéritos se proyectan actualizadas " L a rueda de la virtud".
en el presente y aún se sitúan en función de ¡Albricias! iTJna bocanada de aire puro en el
futuro, con él fresco vigor de las cosas pe- ambiente, enrarecido de ideas y sobresatura-
r e n e m e n t e renovadas. do de infundios, de nuestro mundillo teatral!
Acorde con este criterio, " 1 9 2 7 " no vacila en " 1 9 2 7 " que se honra con la colaboración en
anotar el noble gesto de la Orquesta Filar- verdad codiciable, de Luis Araquistain, ex-
mónica en el centenario de la muerte de cita a la empresa del "Principal" para que
Beethoven. se verifique cuanto antes el ya anunciado
Beethoven envejece ciertamente. Sus obras ya estreno.
no inundan, como antaño, los programas. y ojalá cunda el buen ejemplo.—5.

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