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Medicina Prehispanica OSCAR PANDO
Medicina Prehispanica OSCAR PANDO
eruanas
Medicina pre-hispánica
Oscar Pamo-Reyna
I a América pre-hispánica, aislada del resto del mundo, tuvo sus propias
enfermeda
des y padecimientos. Los antiguos habitantes de estas tierras debieron luchar con
tra el hambre como consecuencia de cambios climáticos adversos, contra las secuelas
derivadas de las guerras y también contra los padecimientos causados por las infeccio
nes. Estas enfermedades eran tratadas por los curanderos que, con diferentes denomi
naciones, intentaron paliar el dolor y prolongar la vida.
Al igual que en el resto del mundo, hubo una altísima mortalidad infantil y materna. La
elevada mortalidad causada por las enfermedades, el hambre y la guerra fueron com pensadas
con una alta tasa de natalidad. Los pueblos, como los aztecas e incas, que hacia el siglo XVI,
habían alcanzado un alto nivel de desarrollo político, social y econó mico, se
preocuparon de asegurar la provisión de alimentos entre sus pobladores.
En cuanto a las enfermedades, los curanderos debieron de recurrir a una práctica basa
da en concepciones mágico-religiosas y en el conocimiento empírico de las plantas con
propiedades curativas, contando con una rica despensa natural para esto último.
FUENTES PARA SU ESTUDIO Cuando buscamos fuentes escritas tenemos que no son
muchas pues salvo los códices mayas -y, quizás los quipus que fueron verdaderos sistemas
contables utilizados por los incas- no hubo un legado escrito por los propios aborígenes de este
continente. Por tanto, se recurre a los testimonios de los llamados cronistas. Estos, españoles
en su mayoría, fueron muy disímiles en su formación -los hubo militares, frailes y
letrados relataron lo que vieron en el Nuevo Continente en los siglos XVI y XVII.
Estos cronistas escribieron años más tarde de sucedido los hechos y algunos escribie
ron lo referido por otros sin haber pisado estas tierras. Como los cronistas relataron los hechos
relacionados con el incario, podemos afirmar que estas referencias son válidas
únicamente para la medicina incaica. Este punto de vista es muy importante: las refe rencias
relatadas en la crónicas solo son válidas para el pueblo indígena al cual se refiere puesto que
las costumbres fueron muy diferentes y prácticamente no hubo con tacto alguno entre los
pueblos muy distantes.
En estas tierras se desarrollaron numerosas culturas a lo largo del tiempo y todas ellas
tuvieron su evolución: crecimiento, apogeo y declinación. Por ejemplo, las
culturas Chavín y Cupisnique pertenecen al Período Horizonte Temprano
(1500-200 A.C.), Moche y Nasca al Intermedio Temprano (100-700 D.C.), Wari y
Tiahuanaco al Horizonte Medio
Medicina y Reumatología Peruanas
00-1200), Chimú al Intermedio Tardío (1200-1460) y el Imperio Inca al Horizonte
(7
Tardío (1460-1532). Así que, en sentido estricto, cuando hablamos de medicina
prehispánica debemos especificar a cuál de las culturas nos estamos refiriendo. Se
suele caer en un gran error al englobar a todas las medicinas prehispánicas como si
fueran una sola.
Por tanto, para tener una idea de sus enfermedades y problemas de salud tenemos que
recurrir a los restos materiales que nos han dejado. Estos son coprolitos, restos óseos y
momias. Otra fuente de información puede ser el arte cerámico que retrato y
recreó a los individuos y hechos de la época. Este es el caso, casi exclusivo, de la cultura
Moche.
Coprolitos Los coprolitos son las heces secas y apelmazadas, endurecidas por la
deshidratación, que debidamente tratadas pueden darnos información sobre los
parásitos intestinales de los individuos de los cuales provinieron. En esta parte del
continente se ha encontra do diversos parásitos intestinales en los coprolitos
hallados en las letrinas de restos prehispánicos. Algunos son muy antiguos como
los hallados en Los Gavilanes (Ancash), con una datación entre los años 2850 y 2700
antes de nuestra era, correspondiente al período Arcaico Tardío, y donde se hallaron
huevos de Diphyllobotrium pacificum. En restos de la cultura Chiribaya, del sur del Perú
y que se desarrolló entre el año 700 y 1350 de nuestra era, se hallaron huevos de D.
pacificum y T. trichuris en los coprolitos (1-3)
Estos hallazgos ponen d e manifiesto que estos parásitos intestinales conviven con
el habitante americano desde la migración del hombre asiático hacia este continente
hace u nos 15 000 años.
Restos Óseos El estudio de los restos óseos suele revelar los diversos padecimientos
que debieron soportar en el pasado (4-7). Así tenemos:
• Las líneas de Harris, aquellas líneas transversales en las diáfisis de los huesos largos
que indican detención del crecimiento metafisiario como consecuencia de situacio nes
de estrés severo, enfermedad o desnutrición, fueron halladas en el 15% de un
conjunto de restos óseos pertenecientes a las culturas Nazca, Paracas,
Tiahuanaco, Ica e Inca. El osteoma del conducto auditivo externo es una
prominencia ósea que se forma como una reacción ante frecuentes infecciones del
conducto auditivo externo y que suele verse en los zambullidores o recolectores de
mariscos de aguas profundas. Esta lesión también ha sido descrita en otros
continentes, siempre en poblaciones costeras y en sujetos que suelen sumergirse,
por lo que casi fue exclusivo de los varones. Sólo se le ha encontrado en los restos de los
pueblos costeros o adyacentes a los grandes lagos por lo que la relación con la actividad
laboral del buceo es cercana. Entre el 3% y 13% de los cráneos de los habitantes
preincas de la costa presentaron las lesiones conocida como hiperostosis
porótica o espongiohiperostosis que suele ser un ensanchamiento del tejido
esponjoso de los huesos planos del cráneo, espe cialmente de los frontales y parietales
y que es un signo indirecto de una m arcada hiperplasia de la médula ósea, como
suele verse en las anemias severas crónicas. Esta hiperostosis porótica suele
hallarse en los cráneos de poblaciones costeras y correspondería a anemia
nutricional severa en la infancia. Han sido muy raros los casos de raquitismo y
de escorbuto a juzgar por los restos óseos.
Medicina y Reumatología P
eruanas
Han sido varios los casos de tuberculosis vertebral o mal de Pott hallados en las
momias preincas e incas, con lesiones radiológicas características y algunos
con confirmación bacteriológica por la técnica de reacción en cadena por
polimerasa
(polimerase chain reaction, PCR).
• Se han descrito los cambios característicos de espondiloartrosis en algunos
restos.
• Se han hallado malformaciones congénitas como coxa vara, luxación congénita de
cadera y escoliosis.
• Ocasionalmente se han encontrado restos óseos con cambios que sugerían
periostitis
u osteomielitis.
• Los cráneos de los antiguos aborígenes fueron mesocefálicos
predominantemente;
las formas braquicefálicas y dolicocefálicas correspondieron a cráneos deformados
artificialmente. Contrariamente a los que se sostuvo en el pasado, el llamado hueso
epactal o hueso i nca - que es un hueso wormiano situado entre los bordes
posteriores de los parietales y el superior del occipital - y la llamada fosita aymara - que
es un hoyuelo medio en la cara endocraneal del occipital, entre las crestas que
separan las fosas cerebelosas – son dos variaciones anatómicas que se encuentran en
los cráneos de los antiguos pobladores en la misma proporción que en los cráneos de
cualquier otro grupo hu mano. Aparte de las trepanaciones, véase más adelante, existe
evidencia de que algunos cráneos fueron cauterizados. Las deformaciones craneales
fueron practicadas en grado variable por las culturas preincas e incas, tanto de la costa
l parecer como un signo de distinción social. Estas
como de la región andina, a
deformaciones craneales se iniciaban en la infancia con aditamentos compresivos sobre el
cráneo en las cunas o por compresión con bandas o llautu. Los estudios de los cráneos
deformados ha demostrado que se mantenía la capacidad craneana en estos casos.
Existe evidencia basada principalmente en los estudios óseos de que hubo sífilis en
América cuando arribó Colón y de aquí fue llevada al Viejo Continente. Es
interesante hacer notar que los cambios característicos de artritis reumatoide han
sido descritos en restos óseos de este continente pertenecientes a los tiempos de 4
000 años AC mientras que no s e tiene evidencia de ellos e n los restos óseos
europeos anteriores al siglo XVIII y de África antes del siglo XX.
En nuestro medio fueron varios los médicos que se ocuparon del tema: Lorena, Muñiz,
Lavorería, Tello, Bello, Quevedo, Mongrut Steane, Fernández, Trelles y, sobre todo,
Weiss ( 4-6, 8)
21
Medicina y Reumatología Peruanas
Momias y Enfermedades Prehispánicas Se tiene evidencia de los estudios en las
momias incaicas, inicialmente de anatomía macroscópica, y después radiológicos, que
hubo tuberculosis de la columna vertebral o mal de Pott. Esto ha sido confirmado con
la técnica de PCR (del inglés polymerase chain reaction), demostrándose la presencia de
ADN de Mycobacterium tuberculosis (9). En el estudio de una momia de un varón de
unos 50 años de edad, de la cultura Nasca, del año 900 de nuestra era, se encontró
compromiso de varios órganos (pleuropulmonar y osteovertebral) con confirmación
anatomopatológica, radiológica, hallazgo de la bacteria con microscopía electrónica y con
PCR (10)
Con la misma técnica de PCR se ha demostrado la presencia de Trypanos oma cruzi,
causante del mal de Chagas, en momias preincas e incas (11-14). Del mismo modo, la
presencia de material genético del virus del linfoma de células T humano (HTLV-1) en
momias preincaicas muy similar a las cepas orientales, apoya la teoría del pasaje de este
retrovirus con la migración de los asiáticos a través del Estrecho de Bering (15).
El estudio de los coprolitos hallados en los intestinos de las momias brindan mayor
y mejor información que los hallados en las letrinas de las antiguas viviendas. De los
ectoparásitos, se han hallado piojos en las momias Chinchorro.
El estudio radiológico de 188 momias Leimebamba, cultura Chachapoyas (Intermedio
Tardío, 500-1500 AC) reveló: 22 (12%) casos de osteoartritis vertebral, 12 (6%) casos de
probable tuberculosis vertebral y 9 (5%) casos de osteomalacia (16).
Aparte de los ceramios retrato q ue dan testimonio de las rostros de los antiguos
pobla dores en diversas circunstancias, tenemos ceramios que nos evidencian la
presencia de deformaciones congénitas (labio leporino, prognatismo, enanismo, pie bot,
mongolis mo, polidactilia) y de otros padecimientos adquiridos (ceguera, cicatrices,
tumores, probable leishmaniasis mucocutánea o uta, exoftalmos, parálisis de Bell,
xifosis o giba por probable mal de Pott, amputaciones, uso de prótesis, edemas, lesiones
dérmicas, etc.). Tanto en los ceramios Moche como en otros Chimú, Chancay y algunos monolitos
Recuay se representa a individuos con lesiones dérmicas cuya naturaleza es muy difícil
de precisar. Se suele especular que serían casos de sífilis, pián, verrugas, etc.
Los mochicas también dejaron ceramios con representaciones de la vida sexual en sus
riadas manifestaciones, relacionadas probablemente con concepciones mágico religiosas.
va
Medicina y Reumatología Peruanas
La Medicina Incaica a Través de los Cronistas Para tener una idea de la medicina
incaica tenemos que recurrir a las únicas fuentes escritas que fueron los testimonios d
e
los llamados cronistas . Los más importantes son aquellos que estuvieron presente
durante o inmediatamente después de la conquista pues las informaciones suelen
modificarse si son provistas por segundas o terceras personas o si fueron escritas muchos
años después de ocurridos los hechos.
c
Se tiene referencia de los curanderos llamados camas as, como lo
relatan Polo de Ondegardo, Molina y Cobo.
Polo de Ondegardo escribió (17), “También ay indios que c uran enfermedades,
assi hombres c omo m ugeres q ue se l l a man camasca o s oncoy oc y no hazen cura
que no proceda s acrificio y suertes, y dizen estos que entre sueños se les dio el
oficio de curar apareciéndoseles alguna persona qu e se dolía de su ne cesidad, y
que les dio el tal poder. Y assí siempre que curan hazen sacrificio a esta
persona que dizen se les apareció entre sueños y q
ue les enseñó el m odo de
cur ar y los instrument os dello”.
O, como lo relatara Molina (18): "auí a n otros llamados camascas, l o
s cuales
decían que aquella gracia y virtud q ue te nían los vnos l a auían receuido del
trueno, d iciendo que cuando algun rayo caya y quedaua alguno atemorizado
después de buelto en sí decía que el trueno le a uía mostra
do aquel arte, ora
fuese de curar con yeruas, ora fuese de dar sus respuestas en las cos as que se
les p reguntauan . Y
así mismo quando alguno se escapaua de algun r ío o peligro
grand e decía n se les apar ecía e l demonio; ylos que quería q ue c
uras e con yeruas
se las mostraua, de a donde ha procedido ayer muchos indios grande s
heuolarios”.
Una de las descripciones más detalladas fue la del padre Cobo, quien llegó al Perú en
1599, vivió aquí 48 años y murió en Lima en 1657. En su obra publicada en 1653
también habla de los camasca o sonccoyoc, que eran los curanderos que trataban con
unca usaron medicamentos compues
hierbas y rituales y que (19): “N tos; sus
curas todas eran con yerbas simples, y entre ellos se hallaban grandes
herbolarios, de los cuales habemos nosotros venido a conocer las virtudes de
muchas plantas que usamos ya en nuestra s curas ambién con s
. T imples solían
hacer fomentaciones y p
erfumes que a
plicaban a calentura
s y a otras
dolencias.
ni la disposición de las venas para tal o cual enfermedad, sino que abrían la
que estava más cercana del dolor que padecían. Cuando sentían mucho dolor de
cabeça, se s angravan de las juntas de las cejas, encima de las narices . La
lanceta era un a punta de p e
dernal que ponían en un pal illo hendido, y lo atavan
porque no se cay esse, y aquella punta ponían sobre la vena y encima le davan un
papirote, y assí abrían la vena c on menos dolor que con las lanceta s comunes.
Para aplicar las purgas tampoco supieron
conocer los humores por la urina, ni miravan en ella, ni supieron qué cosa era cólera
ni flema ni melancol ía ”...
El cronista indio Guamán Poma de Ayala diferenció varios tipos de hechiceros y para
referirse a los hechiceros chupador es escribió (21); “ Estos hechiceros hablaban con
los demonios y dicen que chupando sacaban enferme dades del organismo y
p
extraían plata, piedra, palillos, gusanos, sapos, paja o maiz que odía existir en el
stos eran falsos hechiceros y vivían
cuerpo de los hombres o mujeres. E
engañando tanto a la gente como a los demonios con el fin de explotar la riqueza
de los indios haciéndoles creer como idólatras que existían las siguientes
enfermedades: Taqui o sea enfermedad originada por las fiestas y diversiones;
Oncuychirapa, enferme dad producida por la aparición del arco iris; Onco ypucyo,
enfermedad de los manatiales; Uncuy Pachamascasca , enfe rmedad del suelo o
tierra; Capac Uncuyuacamascasca, enfermedada de la Vaca; Pucyotap
Yascansara, enfermedad del maíz o viruela y Papa A coya Ormachisc an
Oncuy c ona, enfermedad ocasionada por la ca
ída. Todas esta s en fermedades
era n motivo de hechicería a causa de las idolatrías que ens eñó el Inca a los
hechiceros ".
En los meses de setiembre, Coya Raymi , se celebraban las procesiones para alejar a las
enfermedades (21): “Durante e
l mes y por mandato del Inca, tenían la
costumbre de echar las enfermedades y pestes de los pueblos de todo el
reino. Con este objeto se
presentaban todos los hom bres armados y juntos, como
si fueran a pelear en la guerra y tiraban al aire con sus hondas o simplemente con
las manos proyectiles encendidos, diciendo a grandes voces: salgan
enfermedades y pestes de este pueblo, dejando tranquilos a nuestros habitantes.
Al mismo tiempo que daban estos gritos, echaban agua a las casas y regaban las calles,
realizando así, una limpieza general".
Al igual que Garcilaso, Guamán Poma también hizo mención que ciertos indios curan
deros realizaban sangrías y purgas "sin conocer de los humores”. Es muy
probable que estas prácticas no hayan sido propiamente indígenas sino que
rápidamente fueron co piadas de los cirujanos barberos españoles e incorporados a sus
prácticas curanderiles. La razón de esta aseveración estriba en que las sangrías y purgas
obedecen a una concepción humoral de las enfermedades, lo que era desconocido
para los curanderos indígenas quienes practicaban una medicina empírica y
mágico-religiosa (22): “Los indios cirujanos, barberos que curan
sangran y saben
de enfermedades y llagas, conocen las yerbas co n que se van a curar; las
medicinas y pur gantes que deben ser utilizados para sanar enfermos. Curan
tambié n como lo hacen un Licenciado de Medi cina o Doctor con
medicamentos, afirmando que todas las enfermedades proceden en el hombre de
dos cos as: del calor y del frío, cual quie
ra que sea el mal... En las mu s y
jeres beata
médicas comadronas, curan y ayudan a bien parir a las mujeres
embarazadas, y
Medicina y Reumatología Peruanas
A lo largo de muchos años, los aborígenes de este continente lograron domesticar algu
nas plantas para obtener variedades ventajosas. Esto supuso dominar la distribución del
agua y la disponibilidad de tierras cultivables. Por lo menos durante el Incario, según la
evidencia, se logró alcanzar una producción agrícola que satisfacía las necesidades de
alimentos de la población (24). En algunos casos, probablemente en las culturas y
grupos humanos que no alcanzaron un elevado nivel de desarrollo, se
presentaron si tuaciones de hambruna cuando las reservas se agotaron o se malograron por
los desas tres naturales.
Los españoles se demoraron algunas decenas de años para darse cuenta del valor nu
tritivo de los variados productos vegetales (plantas, frutos y raíces) de esta parte del
mundo y que eran ampliamente consumidos por los indígenas. La razón estribó proba
blemente en una normal desconfianza pero que una vez conocido el producto no vaci
laron en transplantarlo a Europa, Asia y África, desarrollando un robusto comercio
de ellos. Citaremos a los siguiente productos originarios del Continente Americano
apa, camote, achira, maca, arracacha, jicama, mashua, mauka, oca, olluco,
(25): p
yacón, maní, yuca, palta, caigua, zapallo, calabaza, guayaba, pacae, piña, papaya,
pepino, pasionarias (granadilla, maracuyá, tumbo), chirimoya, cocona, lúcuma, tuna, quinua,
kañiwa, kiwicha, maíz, girasol; ají, rocoto, molle, vainilla, achiote, huacatay, paico, muña,
frijol, pallar, tarwi, algodón, y, coca.
33
.
Medicina y Reumatología Peruanas
tomate, por citar algunos, tuvieron en Europa, Africa y Asia para paliar la
hambruna es otra historia.
Actualmente, en el Perú se tiene una flora con más de 25 000 plantas, de los que el
30% s on oriundas, con más de 4 400 plantas útiles (alimentos, medicinales, maderas, colo
rantes, resinas, etc.); 182 son nativas domesticadas.
Las fuentes de proteínas de origen animal estuvieron dadas por el consumo de pro
ductos de mar y de agua dulce (ríos y lagos) como peces, mariscos, moluscos, crustá
ceos, etc. Otras fuentes fueron el cuy o cobayo, el pato, el pavo, camélidos (llama, alpaca y
vicuña), huangana, agutí, sajino, y los caracoles terrestres del género Scutalus.
LAS PLANTAS MEDICINALES Son numerosas, más de 1 400 especies, las plantas
con propiedades medicinales que existen en nuestro país. Muchas de ellas vienen
siendo explotadas masivamente. Las propiedades medicinales de las plantas fueron
descubiertas por ensayo y error por los antiguos curanderos. Este conocimiento se ha
transmitido oralmente. Con el tiempo, ha ocurrido lo que es característico de la
transmisión oral: la información se deforma o cambia conforme se va transmitiendo
de generación en generación. Esto se puede co rroborar con algunos e
scritos dejados
antaño donde se puede apreciar q ue la forma de preparar o las indicaciones de
determinada planta curativa son d iferentes a la forma como ahora se le prepara
o de sus indicaciones actuales. No existe evidencia de que los curanderos
prehispánicos emplearan pesos y medidas para determinar las posologías de sus brebajes o
infusiones.
Entre las plantas medicinales de mayor impacto tenemos la quina, que inicialmente fue
empleada como febrífugo inespecífico pero que después se definió su propiedad
antimalárica exclusiva; la coca, cuyo alcaloide principal, cocaína, dio origen a
los anestésicos locales; y la ipecacuana, emético muy útil en el tratamiento de la
amebiasis intestinal.
Existen plantas medicinales descritas por los cronistas que tienen reconocidas propie
dades farmacológicas pero que no son usadas actualmente. Es el caso del bálsamo
del Perú, bálsamo de Tolú, asipa, apincoya, a
yrampo, capulí, chucho, huayruru, layan,
llampu quisa, l ucetmusque, maju, m ancapaqui, mayte, rejalgarillo,
sacha-sol imán, s
ackarara,
Medicina y Reumatología Peruanas
thoupa, yerba de la trinidad, etc. Existen muchas otras cuyas propiedades
farmacológicas no han sido comprobadas (26).
El curare (Chondrodendron tomentosu m), cuyo extracto del tallo fue usado por
los in dios de la Amazonía para envenenar las puntas de sus dardos y lanzas, fue
conocido en Europa en el siglo XVI. Su principal alcaloide, la d-tubocurarina, tiene un
potente efecto paralizante de la musculatura por lo cual a partir de 1942 se le empleó como
relajante muscular durante la anestesia general.
El chamanismo de nuestra medicina folklórica ha rescatado el empleo de las plantas
alucinógenas por los antiguos curanderos en el diagnóstico y tratamiento. El
Trichocereus pachanoi es un cactus conocido como San Pedro que contiene el
alcaloide mescalina, de mayor uso en la región de la costa norte peruana; y de la liana
conocida como ayahuas ca (Banisteriopsis caapi) de la que se hace un preparado que
contiene el alca loide harmina, de uso en la región de la selva y que suele combinársele
con la chacruna (Psychotria viridiris).
Las plantas como la coca y el tabaco (Nicotina tabacum) tuvieron un uso ritual en los
tiempos prehispánicos. Desafortunadamente, los derivados de estas plantas han dado
lugar a su consumo exagerado dentro del hedonismo característico del mundo occiden
tal actual, con consecuencias deletéreas para la salud de las personas.
Con relación al periodo inca, en las versiones dejadas por los cronistas se sostiene
que su cultivo y consumo fueron reducidos y restringidos a la nobleza y a los sacer
dotes quienes la empleaban en actos rituales, que era almacenada y que los
indios bajaban a las zonas cálidas a cultivarla, donde los indios morían o adquirían una
enfermedad que les destruía la nariz y los labios (al parecer, se trató de la
leishmaniasis cutáneomucosa). Otros cronistas señalaron que, luego de la con quista,
el consumo de la coca tuvo una mayor difusión (27-28). Asimismo, parece ser que
la coca cumplió la función de valor de cambio en un contexto de ausencia de moneda y de
reglas andinas para la circulación de bienes de consumo. Esta función es
comprensible si se trató de un bien muy preciado en un sistema de intercambio de bienes
o trueque.
Desde las primeras incursiones de los españoles en la zona del Tahuantinsuyo, ellos
tuvieron noticias de la existencia de los cultivos de coca y los cronistas y visitadores
comenzaron a averiguar sobre sus características y usos. Muy pronto se abrió un
deba te sobre si debía o no permitirse que siga siendo cultivada y consumida por los
indíge nas. El clero consideró que debía prohibirse el cultivo y consumo de la «hoja del
diablo» por su relación con prácticas mágico-religiosa, lo que fue parte de la
«extirpación de i dolatrías». Llevada la coca a Europa, junto con otras plantas
supuestamente curativas, a partir del siglo XVII se encuentran referencias sobre sus
propiedades en los textos de medicina europea.
Los indígenas masticaban las hojas de coca, mezclando el amasijo con saliva,
en un alto de la actividad laboral, para obtener una sensación de bienestar y
resistir el can
37
Medicina y Reumatología Peruanas
LA QUINA No hay evidencia de que las propiedades antipiréticas de la corteza del
árbol de la quina fueran conocidas en el incario o antes. Lo concreto es que hacia principios del
siglo XVII se le venía empleando como febrífugo y como tratamiento de la malaria
por los curanderos de la provincia de Loja, en el actual Ecuador. Conocido esto último por
los españoles no tardó mucho en ser usado también por ellos.
Existe toda una leyenda; hacia 1629 la esposa del conde de Chinchón, virrey del Perú,
enfermó de fiebres, al parecer palúdicas, y fue curada por los polvos de una corteza que
resultó ser del árbol de la quina. Esta le fue administrada por la información que los
jesuitas habían recogido de los indios ojeños (29).
Fue el padre Antonio de la Calancha el primer cronista que dio referencia de la quina
como febrífugo en su obra de 1638. La corteza de la chinchona, desecada y pulveriza da,
fue introducida en España por los jesuitas: se la conoció como polvo de los jesuitas o
polvo de la condesa y, entre 1640 y 1660, fue difundida en España, Francia, Italia e Inglaterra. En
este último país fue utilizada para combatir el paludismo, muy prevalerte en ese entonces, por
el famoso médico Thomas Sydenham (1624-1689), conocido como el “Hipócrates inglés”.
Sus propiedades febrífugas fueron puestas en duda hasta que Richard Morton
(1635-1698) observó que la corteza de la quina permitía diferenciar a la fiebre
producida por la malaria de otras fiebres. Linneo, en 1753, clasificó al árbol como
Cinchona o
fficinalis.
En el mundo prehispánico, la vida no fue fácil y se debió luchar permanentemente contra
el hambre, la guerra y las enfermedades. Una manera de hacerlo fue alcanzar un
elevado índice de natalidad, lo que probablemente no siempre se consiguió y esto
nos explicaría el porqué de la extinción de sucesivas culturas, incluso después de
haber alcanzado un alto grado de desarrollo político, económico y social.
REFERENCIAS
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