Está en la página 1de 13

Crisis y replanteamiento actual de la ética

CRISIS Y REPLANTEAMIENTO ACTUAL DE LA ÉTICA


(En Una ética para tiempos difíciles - Centro de Espiritualidad Ignaciana, Simmons.A)

PROFESORES:
Carlos Romero Izaga
Gabriela Keiko Nakama Hokamura
Janina Onaka Núñez
M. Dolores Velasco Corrionero

"Los textos han sido seleccionados para el uso exclusivo de los alumnos del curso “Ética Profesional
en Ing. Industrial - IND201” Queda prohibida su difusión y reproducción por cualquier medio o
procedimiento total o parcial, fuera del marco del presente curso"

2
Crisis y replanteamiento actual de la ética

Introducción: El concepto de crisis.

Como el significado de la palabra "crisis" puede resultar ambiguo y, a veces


negativo, conviene señalar el significado que le vamos a dar. Según Toni Mifsud:

"El término crisis, prescindiendo de las discusiones académicas y semánticas,


dice relación con la configuración convergente de tres elementos: novedad, derrumbe y
búsqueda (...) la novedad de una situación provoca el derrumbe explicativo de una
situación anterior, exigiendo la búsqueda de una formulación explicativa más conforme
a la nueva situación".

Nosotros, por nuestra parte, vamos a tratar de enfocar la crisis actual de la ética
como una oportunidad que se nos presenta de buscar clarificar, enriquecer y profundizar
el sentido positivo y, sobre todo, imprescindible que tiene la dimensión ética de nuestra
vida. Pero para ello tenemos que examinar, aunque sea breve y esquemáticamente, el
proceso por el cual se ha generado la crisis.

I. Génesis histórica

Dos cambios importantes y sucesivos se han dado en Occidente que han


modificado substancialmente la sociedad y, por tanto, la perspectiva ética de ésta: el que
se ha llamado la modernidad y el que vivimos actualmente con la denominación no muy
clara de postmodernidad. Veamos los rasgos más característicos de ambos desde la
perspectiva que nos interesa.

1) La modernidad

A partir de las revoluciones científicas que se dan en Europa desde el siglo XVI,
en el siglo XVIII se cristaliza una actitud cognitivo-moral que M. Weber denomina de
racionalización con un síndrome lógico-empírico que penetra y atraviesa todas las
realizaciones intelectuales, artísticas e institucionales de Occidente.

Esto conlleva un proceso de secularización por el cual la religión cristiana pierde


el centro. Su puesto lo ocupará la economía, puesto que las ciencias modernas,
desencadenantes de todo este cambio tan fundamental, se han aplicado principalmente, a
través de la revolución industrial, a la potenciación de la economía de corte liberal-
capitalista. Este cambio del centro institucional en la sociedad marca la ruptura entre la
sociedad tradicional, o pre moderna, y la sociedad moderna.

La visión pre-moderna, tradicional, del mundo como una visión cósmica integrada
de la realidad, salta hecha pedazos. Le sucede una visión descentrado, diferenciada en
subsistemas con su lógica propia; una pluralidad de centros de valor. Surgen tres esferas
de valor independientes: la ciencia, la moralidad y el arte. Se da al mismo tiempo la
aparición de ideologías socio-políticas que conllevan una visión diversa del mundo. Se

3
Crisis y replanteamiento actual de la ética

consolida una percepción diferenciada y pluralista de la realidad. A la religión le han


surgido competidores en la función primordial de dar sentido. Las ideologías totalizantes
pueden hacer las veces de religión. La religión pasa a ser un asunto de opción personal y
se recluye cada vez más en el ámbito de la esfera privada.

Así, en resumen, podemos decir que la modernidad está caracterizada por la


aparición de las diversas "esferas de valor" o dimensiones de la razón y su creciente
automatización. Esta diferenciación de la razón conduce a su fragmentación o
desintegración y al creciente dominio, bajo las circunstancias de la revolución industrial,
de la racionalidad científico-técnica-económica.

A partir de esta última racionalidad se da un sistema de valores en el que el


rendimiento, la utilidad y la eficacia son virtudes incuestionables se pueden resumir en lo
que es la funcionalidad: todo ha de servir para algo, quizás para un propósito que es un
medio para otro medio, el cual, a su vez está encadenado a otro en una rueda sin f in. El
sistema y su funcionamiento es el objetivo. Los medios han ocupado el lugar de los
fundamentos y fines, constituyéndose como algo valioso en si mismos; el funcionamiento
del sistema es el objetivo. Con ello el hombre es valorado no por sí mismo sino por la
utilidad práctica que tenga. El hombre tecnológico es un hombre sin preguntas últimas y
por tanto sin valores de fondo; que no necesita saber nada fuera de su especialidad porque
otros lo saben por él, y sólo tiene que apretar botones (ep. De Kodak). Así los hombres
se convierten, como se ha dicho, en "borregos laboriosos" (Steven Lukes) o "idiotas
habilidosos" (Erik Erikson).

El sistema tecno-económico tiende a satelizar o colonizar todos los espacios de la


vida social y penetra en la educación, la política y la ética civil y personal. Así, por
ejemplo, el derecho se divorcia de la justicia y se convierte en un mero reglamento de
juego en la sociedad.

En conclusión, el hombre de la modernidad cree que con la ciencia y la técnica,


aplicadas sobre todo al desarrollo económico, puede saber todo y puede todo: es el gran
proyecto del progreso. Si Prometeo es el símbolo de la modernidad, Narciso y Dioniso
serán los símbolos de la postmodernidad.

2) La postmodernidad

La postmodernidad surge a partir del momento en que el "occidente" toma


conciencia de que el proyecto moderno ya no es válido. La modernidad se basaba en la
idea o ilusión del progreso a partir, sobre todo, de las posibilidades de la ciencia y la
técnica. Este proyecto se viene abajo con las dos guerras mundiales. Baudelaire dirá que
"el progreso no es sino el paganismo de los imbéciles".

4
Crisis y replanteamiento actual de la ética

La postmodernidad viene a constituir un ajuste de cuentas con la modernidad. No


sólo se rechaza un tipo de pensamiento, sino un estilo de vida que ha resultado claramente
insatisfactorio aún para las sociedades autoras y beneficiadas de esa modernidad.

Dado nuestro propósito, de la postmodernidad destacaremos los siguientes rasgos


teniendo en cuenta que más que un sistema racional es una sensibilidad:

- Se da un desencanto o decepción respecto de la razón, pues como veíamos antes,


ésta se ha ido estrechando de forma racionalista, positivista-tecnológica, cayendo en el
utilitarismo y pragmatismo, en beneficio de un determinado sistema económico
neoliberal, deshumanizando a la sociedad e instrumentalizando al ser humano. La razón
ya no puede darnos una visión totalizante de la realidad ni ofrecernos fundamentos y
fines. Como diría J.C. Mariátegui: "A la razón la han matado los racionalistas".

La consecuencia de la postmodernidad es quedarnos con un pensamiento débil, es


decir sin grandes ambiciones y seguridades. La postmodernidad no tiene esperanza de
poder cambiar "el mundo".

- Se decreta el fin de las utopías, pues el cambio histórico total es imposible. El


proyecto emancipador y de progreso de la modernidad es retórico. Ya no se cree en las
grandes palabras como Progreso, Justicia, Igualdad, Fraternidad, como tampoco en los
"metarrelatos", es decir las cosmovisiones globales portadoras de sentido. Sólo se dan
los relatos como explicaciones pequeñas y fragmentarias. El cristianismo también es
criticado como metarrelato.

- También se decreta el fin de la historia, pues vivimos en un tiempo sin horizonte


histórico, sin orientación, meta, ni visión de la totalidad. Se dice que la historia se la han
inventado los historiadores y existe sólo en los libros de texto. Hay tan sólo
acontecimientos sin ninguna conexión entre sí. Los hombres somos átomos-individuos
que estamos juntos por casualidad. Así, pues, erramos por siempre sin fin ni objetivos
últimos, sin brújula ni esperanza.

- Esto hace que vivamos en la inmediatez del presente. No hay que escapar del
presente sino disfrutarlo "carpe diem". El pasado y el futuro quedan en la sombra y con
ellos la perspectiva histórica. Hay que tener un pensamiento de fruición en oposición al
pensamiento funcional, es decir disfrutar los momentos de la vida por sí mismos. Se da
un esteticismo presentista pues el ideal no es la eficacia y el rendimiento sino la capacidad
de vivir lo bello en el momento. Es el tiempo del "yo" y del intimismo, de la meditación
trascendental y del cuidado del cuerpo; de las dietas y los gimnasios.

- En la perspectiva ética se da un politeísmo de valores y consensos "blandos". Se


trata de vivir bajo el signo de Dionisio, buscando la exaltación de la vida en su finitud, de
los valores múltiples, disminuidos, parciales, de las realizaciones nunca plenas. Sólo
caben consensos temporales, locales y, por tanto, revocables. Se trata de una “ética débil

5
Crisis y replanteamiento actual de la ética

y provisional”, pues es la única que respeta al hombre en lo que tiene de particular, de


imprevisible y, en el fondo, de infinito.

- Hiperindividualismo narcisista y hedonista. Se vive, según Lipovetsky, la


segunda revolución individualista. El lema de este individualismo es: "el mínimo de
coacciones y el máximo de elecciones privadas posibles, el mínimo de austeridad y el
máximo de deseo".

Hemos dado una visión más bien crítica tanto de la modernidad como de la
postmodernidad, pero es evidente que han aportado y aportan todavía muchos elementos
positivos.

3) Nuestras sociedades latinoamericanas.

En nuestras sociedades latinoamericanas y, en la nuestra en particular, se da una


combinación y, a veces, superposición de lo propio de una sociedad tradicional, de lo
moderno y de lo postmoderno. Por ejemplo, mientras el país oficialmente trata de
modernizarse, la juventud tiene rasgos que se pueden llamar postmodernos. Lo que sí
es importante tener en cuenta es que la realidad, y la nuestra en particular, no se puede
encasillar.

II. Factores de la crisis

Podemos, de forma resumida, señalar los siguientes:

a) Histórico – social.

El tránsito de una sociedad tradicional a la modernidad y postmodernidad, genera


dos tipos de reacciones opuestas. Por una parte, mientras una moral de corte relativista,
subjetivista, pragmática e individualista se va generalizando desde las más altas
instituciones del Estado hasta la permisividad individual del "todo vale"; por otra parte, y
de alguna manera como reacción, se da una moral tradicionalista legalista, dogmática y
rígida. Esto es lo que Adela Cortina denomina respectivamente camaleones y
dinosaurios. Sobre esto volveremos luego más ampliamente.

b) Filosófico - antropológico

En las sociedades occidentales, habituadas a fundamentar la moral en la religión,


la aparición del pluralismo ha producido una crisis de sentido, ya que tanto los porqué y
los para qué vivimos (fundamentos y fines) ya no son modelos compartidos socialmente,
como tampoco el quién somos; pues es bastante generalizada la crisis antropológica de
identidad que se da en nuestras sociedades occidentales. Hubo, pues, que recurrir a la
filosofía moral - es decir a la ética - para ver si ofrece modelos de fundamentación que
valgan para cualquier persona, sea cual fuere su fe religiosa o secular.

6
Crisis y replanteamiento actual de la ética

c) Religioso.

Conjuntamente con el pluralismo, la diversidad confesional, el agnosticismo y el


ateísmo que se van haciendo frecuentes entre nosotros, la religión y el cristianismo en
particular, por lo menos sociológicamente, siguen siendo mayoritarios y su presencia sin
duda es significativa. Esto suscita una situación paradójica para los cristianos que
tenemos que vivir en una sociedad y cultura plurales, pues no es fácil distinguir los valores
positivos de los procesos deshumanizadores y alienantes. Por otra parte, se ha ido dando
un tránsito de lo que se ha llamado "moral cristiana" a una "ética civil" o autónoma, que
desconcierta a muchos cristianos y a lo cual nos referiremos más adelante. Se da también
la aparición de una religiosidad "light" de escape, evasión y "consuelo", sin mayor
compromiso ético.

d) De certeza y evidencia ética.

En el sentido de que en las sociedades pluralistas, como la nuestra, la valoración


ética, que en nuestro medio, era clara y, en general, no cuestionada hace algún tiempo, ha
dejado de ser evidente y uniforme, lo cual desconcierta a quienes han vivido en la
situación anterior.

A la ética se le han presentado nuevos retos y problemas que no encuentran


respuesta en la moral tradicional. Retos que vienen, por una parte, de las ciencias, en
particular de la biología, psicología, economía, sociología, ecología, cibernética.
Problemas que van desde la manipulación genética hasta la injusticia y discriminación
social. Gobiernos con políticas pragmáticas que utilizan cualquier medio con tal de
perpetuarse en el poder. Una cultura de la imagen que manipula muchas veces
informaciones y conciencias. Una civilización del consumo donde el hedonismo y el
cuidado del cuerpo son valores prioritarios. Estados que promueven el aborto, y formas
de control de la natalidad forzadas e indiscriminadas. Medios socio-culturales en que la
violencia de todo tipo se ha vuelto ordinaria. Esto sólo para citar algunos ejemplos.

En nuestras sociedades no sólo se da la inmoralidad que siempre ha existido, que


se sitúa en la clara distinción entre el bien y el mal con una base objetiva, sino también la
amoralidad y la desmoralización. La amoralidad se da cuando se niega explícita o
implícitamente la distinción entre bien y mal, o sólo se tiene en cuenta lo útil o provechoso
para un individuo o grupo. A partir de ello se da la desmoralización en nuestras
sociedades porque los medios han tomado el lugar de los fines y viceversa: el dinero, el
poder, el prestigio, el placer, la empresa, etc., son las metas; el bien de las personas y el
bien común pasan a segundo lugar. El ser humano, aun cuando se trata de uno mismo, se
desmoraliza, pues se encuentra postergado y convertido en medio o instrumento para
lograr dinero, poder, éxito, etc.

7
Crisis y replanteamiento actual de la ética

A este respecto es importante lo que decía el Padre General de la Compañía de


Jesús aquí en el Perú este año en julio: "La globalización como tal no implica una
connotación negativa; más bien ofrece inmensas posibilidades para el desarrollo de la
humanidad. Pero cuando no se respetan los valores más fundamentales de la persona
humana - como ocurre en el campo económico con la absolutización del libre mercado,
la globalización resulta verdaderamente nefasta. Conocemos los efectos de las políticas
neoliberales: concentración de la riqueza, exclusión, ahondamiento de las diferencias
entre ricos y pobres, exacerbación del individualismo, competitividad desmedida,
ausencia de consideraciones éticas y valores". Más adelante añade: 'la búsqueda de
eficiencia y resultados, otra característica del esquema actual, no puede hacernos perder
de vista el porqué y el para qué del conocimiento, de la ciencia, de la técnica, de la
economía, de la vida humana. Donde no se respeta la vida humana, Dios está ausente. "

Más ampliamente, parecería ser que el mismo hecho de hablar de "moral"


despierta actitudes de rechazo. Esto se debe, por lo menos en parte, a que en el pasado se
identificara la moral con normas comprendidas como arbitrarias y lo cual generó, muchas
veces, culpabilidades traumáticas. La moral jugaba el papel de aguafiestas en la vida y
sólo señalaba lo que no se podía hacer.

III. Dos reacciones y una alternativa diferente.

A partir de esto, podemos decir que frente al pluralismo inevitable, respecto al


juicio moral en que se encuentran nuestras sociedades, se dan dos reacciones y una
propuesta alternativa.

La primera reacción es la del pragmatismo individualista que, como veíamos,


desemboca en la amoralidad, pues ninguna moral puede quedarse en los medios sin tener
en cuenta lo fundamentos y los fines basarse en el principio pragmático de que "el fin
justifica los medios" en el de que los derechos individuales pueden ejercerse sin tener en
cuenta el bien común. Dentro de esta misma posición se sitúan el relativismo subjetivista,
según el cual la moral depende de cada cultura, grupo o individuo y que para decidir lo
que es bueno malo justo o injusto tenemos que situarnos en la perspectiva de cada quien
y que los resultados valen para él pero no para los otros, pues no podemos encontrar
ningún criterio desde el cual podemos preferir unas opciones respecto de las otras. Esta
postura a veces se defiende sutilmente invocando el respeto y la tolerancia que sin duda
tenemos que tener los unos respecto de los otros, pero que no se puede confundir con la
permisividad del "todo vale" o con una ética "light".

Por otra parte, la espontaneidad de los sentimientos como criterio del actuar
humano es muy vigente en la actualidad. Es verdad que la pura emotividad es muy
peligrosa en el proceder ético, pero no se puede olvidar también, que, por lo menos en el
cristianismo, el amor es el criterio fundamental y último del obrar.

8
Crisis y replanteamiento actual de la ética

En oposición a lo anterior y de forma muchas veces reactiva se da un legalismo


rígido y tradicionalista que subraya la necesidad de la obediencia estricta a la norma
objetiva y que ignora la prioridad del hombre frente a la ley, la diversidad de situaciones,
culturas, personas y los nuevos retos que se presentan a la ética. La actitud de la persona
se reduce a una receptividad pasiva e inmadura y se da a costa de la responsabilidad ética.
La moral resultaba, así, represiva y alienante. Muchas veces esta posición se debe a la
angustia y desconcierto que suelen despertar las situaciones de crisis, a la necesidad de
seguridad psicológica, a cualquier precio, que suelen exigir muchas personas.

A partir de lo anterior es necesario admitir la validez de muchos de los


interrogantes y cuestionamientos hechos a los planteamientos morales tradicionales que
muchas veces habían caído en una mera normatividad no asumida libre y
responsablemente. Pero de esto no se sigue que haya que reducir las genuinas exigencias
éticas y evangélicas en razón de un conformismo sociológico.

En las dos reacciones frente a la crisis que hemos visto se da de alguna manera
una separación entre ética y vida. Valiéndonos de la parábola del sembrador del evangelio
diríamos que en la primera reacción el llamado ético "ha caído entre espinos y estos al
crecer la ahogaron", en la segunda reacción cayó "en las piedras, donde no había mucha
tierra" y se secó. Esperemos que la alternativa que vamos a plantear sea como la semilla
que cayo en tierra y produjo mucho fruto.

Frente a la crisis se da una alternativa diferente a las dos reacciones anteriores:


consiste en la búsqueda de una autenticidad ética, personal y socialmente responsable.
Esta es la alternativa de muchas personas que quizás no resulte notoria por ser en sí misma
más discreta, y no aparece como no aparecen en los diarios los aspectos más normales y
buenos de la vida. Hay instituciones y grupos, civiles y cristianos, que tratan de hacer
coherentes la ética y la realidad, su ética y su vida. Lo que sigue a continuación está
pensado con el deseo de respaldar y cimentar esta última posición de búsqueda. Pero esto
requiere un replanteamiento de la cuestión ética.

IV. Replanteamiento ético.

En primer lugar es necesario caer en la cuenta de que la ética o la moral no


consisten en cumplir normas que se imponen arbitrariamente al hombre y que más bien
parecerían estorbar su vida y realización humana. Pero tampoco es consecuente una ética
relativista, individualista o pragmática que la hace depender totalmente de las diferencias
de culturas, personas o intereses. Menos aún tiene sentido una ética fácil (Iíght) del todo
vale si me parece bien o me conviene. Frente a esas falsas alternativas se hace necesario
clarificar lo que es la ética y su significado para el ser humano y su vida.

Ética es lo que realmente da sentido trascendente, autenticidad y coherencia al


quehacer del hombre, en lo personal y en su convivencia con los demás.

9
Crisis y replanteamiento actual de la ética

De lo que se trata primordialmente es de cimentar, hacer creíble y comprensible


actualmente el planteamiento de la ética en cuanto que no es algo sobreañadido, una
superestructura respecto al ser mismo del hombre y percibido como una carga a veces
innecesaria, sino como la vocación del hombre a ser verdaderamente humano, a tener que
encontrar y dar sentido a su vida en la búsqueda de su realización auténtica y plena en sus
dimensiones personal, social e histórica. El "deber ser" de la ética surge y se sustenta en
el ser mismo del hombre, en su estructura antropológica.

Se trata en el fondo: 'De la captación del valor que tiene en sí mismo todo aquello
que es humano, sin necesidad de justificación exterior a él. De la intuición de que vale
más ser humano y bueno que no serio, que amar es mejor que no amar, que el bien se
justifica y se paga a sí mismo sin necesidad de otro premio distinto, y que vivir
humanamente, en libertad y en justicia, con los hombres y para los hombres, es la mayor
aspiración - y la obligación - del ser humano."

Como indica A. Torres Queiruga:

“Las normas morales, en cuanto morales, aparecen fundadas en la propia


naturaleza humana; son aquellas pautas de conducta que ayudan a su realización
auténtica: son buenas porque ayudan a ser más y mejores Personas. Lo específico de la
conciencia religiosa no consiste en tener normas morales distintas, sino en que las
comunes son reconocidas por ella como siendo idénticamente manifestación de la
voluntad de Dios...”

Esto no significa que no podamos hablar legítimamente de una moral o ética


cristiana, en el sentido que el cristiano puede encontrar un refuerzo a sus actitudes morales
en motivaciones de inspiración bíblica: al alimentarse evangélicamente la fe ahonda la
fundamentación moral en la que puede coincidir en muchos de sus aspectos con los no
cristianos. Recuperará, también así, su papel de inspirar esperanza en vez de sólo reprimir
la inmoralidad.

Lo que sí podemos decir, desde el punto de vista cristiano, es que el Evangelio


explicita lo que tiene de más valioso el ser humano y critica proféticamente la moral del
mundo tal como se da de facto.'

Eso significa también que los cristianos tenemos que encontrar la forma de que
los valores fundamentales del evangelio puedan ser considerados como válidos y creíbles
aún por los no cristianos.

Ahora bien, el que la ética parta de la misma estructura del ser humano y en ese
sentido sea autónoma, no quiere decir que sea autárquica o autosuficiente. Como veremos
en la siguiente charla, la ética, por lo menos desde el punto de vista cristiano, es mismo
tiempo autónomo y teónoma, y debe tener una referencia objetiva.

10
Crisis y replanteamiento actual de la ética

A parte de lo dicho, y para no creer que pasa por encima de la moral nos hace
libres o es un modo de liberación, podemos considerar como moral y ético todo lo que
ayuda a la realización del hombre personal y socialmente considerado, que es lo mismo
que Dios quiere para él, lo que lo hace realmente libre, lo que lo lleva a amar, lo que es
auténtico y verdadero en él. En resumen podríamos decir que es mal lo que inhumaniza
al hombre y que todo lo que le ayuda a cumplir su vocación humana, en la que se expresa
la voluntad divina, es lo que constituye llamado ético, el bien ético.

El que la ética se base en el ser humano en cuanto tal nos hace percibir con claridad
que la ética no puede ser relativa sin negarse a ella misma. Como señala Adela Cortina,
el relativismo que afirma que no podemos encontrar ningún criterio desde el cual preferir
unas opciones respecto de las otras, que es imposible distinguir lo justo de lo injusto, lo
malo de lo bueno, es inhumano: "Porque cuando alguien dice 'esto es justo', si con eso
está pretendiendo decir algo, no expresa simplemente una opinión subjetiva ("yo apruebo
x"), ni tampoco relativa a nuestro grupo, sino la exigencia de que cualquier hombre lo
tenga por justo."'

Es defendible la existencia de valores universales y la clave de todos esos valores


es el valor absoluto de las personas. Lo que sí es absolutamente necesario es el
"respetuoso pluralismo" pues si bien el hombre aspira al conocimiento de la verdad
ningún individuo, pueblo o cultura la posee en exclusiva y se hace necesario el diálogo y
la comunicación para encontrarse en la verdad.

Es muy importante caer en la cuenta que la ética no es relativa pero sí evolutiva.


El ser humano no es una realidad estática y pasiva, sino dinámica y activa, es decir
histórica. Justamente la ética nos hace caer en la cuenta de que el hombre, tanto en su
dimensión personal como social, es un ser en proyecto de sí mismo, en tensión, orientado
hacia mayores niveles de realización y de humanización. En la Biblia se puede percibir
con bastante claridad cómo el ser humano va creciendo y madurando en su percepción
ética; así vemos todo el avance que hay entre el "Ojo por ojo y diente por diente" (ley de
talión) del Antiguo Testamento evocado por Jesús y el "amen a sus enemigos" (cf. Mt.
5, 38 - 44) de él mismo. Por eso podemos esperar del futuro un mayor esclarecimiento y
progreso ético y moral. Pero el hombre no puede ni debe renegar de su pasado henchido
de experiencias. En este sentido es muy sabia la doble recomendación del Concilio
Vaticano II: arraigo tradicional y respuesta a los retos actuales de cara al mañana.

V. Fundamento antropológico de la ética.

A partir de lo dicho, conviene considerar lo que constituye el fundamento de la


ética en el ser humano. La exigencia ética no proviene de una autoridad externa al
hombre; es una exigencia de su condición de ser humano. El hombre no puede elegir ser
ético o no. En expresión de López Aspitarte que parafrasea a Sartre, " el hombre está
condenado a ser ético. El animal tiene su vida resuelta por el dinamismo de sus instintos
a los que, por otra parte no puede escapar. Al hombre, en cambio, los instintos le son

11
Crisis y replanteamiento actual de la ética

insuficientes y no se le ha dado un modo específico y determinado de ser y comportarse,


sino que él mismo tiene que encontrarlo, y en ello se da conjuntamente el llamado ético
y su dignidad de ser humano".

Para explicitar lo anterior, creo que se pueden plantear cuatro dimensiones del
fundamento ético en el ser humano:

1. El hombre como ser consciente, libre y por tanto responsable, se ve en la


necesidad ineludible de elegir y de emitir juicios de valor para poder optar consciente,
libre y responsablemente. Así el hombre sólo es responsable ética y moralmente en la
medida que es libre y consciente y, justamente por ello, responsable de sus actos.

2. El hombre como ser en búsqueda de sentido. De lo anterior se deduce que el


ser humano no tiene un destino predeterminado de encontrar y dar un sentido a la vida (y
a su propia vida) que oriente el quehacer de las personas y la sociedad. Aquí entra en
juego la afectividad del hombre que desea el bien aunque lo haga de manera equivocada,
pues la búsqueda de sentido a la vida es algo que compromete a todo el hombre y no sólo
su inteligencia.

3. El hombre como ser histórico en búsqueda de autenticidad y humanidad. Se da


por la tensión que se encuentra en el hombre entre lo que es y lo que debe, puede y quiere
ser; entre su ser de hombre y su autenticidad y humanidad, es decir su autorealización
personal, social y trascendente. Del ser antropológico se deriva el deber ser y hacer ético,
pero al mismo tiempo el ser del hombre sólo alcanza su plenitud a través del llamado
ético.
El ser proyecto de sí mismo es lo que hace al hombre ser ético. Es el llamado a
construir su propio ser en libertad.

4. El hombre como ser social y solidario. Somos constitutivamente sociales,


modelamos y somos modelados por el medio socio - cultural. El bien y mal que hacemos
repercute en los otros y viceversa. Nuestros actos afectan y cualifican a los otros hombres
y esto es recíproco. Si esto es así, la exigencia ética de construir la solidaridad es clara.

VI. Algunas conclusiones.

1. De lo anterior se desprende una conclusión clara y a mi parecer positiva: a


partir de la crisis es que no podemos pretender que se nos diga lo que tenemos
que hacer desde el punto de vista ético y moral, sino que nos vemos
prácticamente obligados a hacernos nosotros mismos responsables de nuestro
comportamiento ético en lo personal y en lo social, y, por tanto, tener que
encontrar significado y coherencia a la realidad y a la propia vida.
Evidentemente esta constituye un problema que muchos rehúyen pero al
mismo tiempo es aquello que hace que nuestra vida sea digna de ser vivida y
no caiga en la rigidez, la venalidad o la frustración.

12
Crisis y replanteamiento actual de la ética

2. El hacer lo anterior nos posibilitará ser, como ciudadanos y cristianos,


conciencia moral en nuestra sociedad desmoralizada, y en parte amoral, pero que
tiene una base humana y religiosa de gran valor. Esta tarea me parece
indispensable en nuestro país.

13
Crisis y replanteamiento actual de la ética

14

También podría gustarte