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Los testigos en los procesos de familia

Famá, María Victoria

Publicado en: DFyP 2015 (mayo) , 3

Sumario: I. Planteo.— II. Los testigos excluidos.— III. El testimonio de parientes y amigos y
los testigos excluidos en los procesos de familia: visión jurisprudencial y doctrinaria.— IV.
La reforma introducida por el art. 711 del Código Civil y Comercial.— V. La declaración de
los "allegados".— VI. Las excepciones introducidas por la norma.— VII. Palabras finales.

Cita Online: AR/DOC/1083/2015

Tras la reforma introducida por el Código Civil y Comercial la categoría de testigos excluidos
desaparece en los procesos de familia, sin perjuicio de la valoración que en cuanto a la
atendibilidad de su testimonio realice el juez al momento de sentenciar, conforme la regla de
la sana crítica. I. Planteo
El art. 711 del nuevo Código Civil y Comercial dispone que "Los parientes y allegados a las
partes pueden ser ofrecidos como testigos. Sin embargo, según las circunstancias, el juez está
facultado para no admitir la declaración de personas menores de edad, o de los parientes que
se niegan a prestar declaración por motivos fundados".
La norma ha reavivado viejos debates suscitados en torno de la admisibilidad e idoneidad de
los testimonios de los parientes y personas del fuero íntimo de las partes en los procesos de
familia, despertando a su vez nuevos interrogantes.
Tras sintetizar las posturas doctrinarias esbozadas hasta el momento, estas breves líneas están
destinadas a analizar los efectos de la citada disposición y proponer una interpretación más
sobre sus alcances.
II. Los testigos excluidos
La prueba testimonial puede ser objeto de numerosas limitaciones vinculadas con su propia
idoneidad (1), los hechos a probar, o los sujetos que vayan a declarar. Con respecto a este
último aspecto, suele hablarse de la admisibilidad de los testigos, de modo que un testigo es
admisible cuando la ley no prohíbe su declaración, sea con carácter general o en el caso de
que concurran determinadas circunstancias; en cambio, si media prohibición legal, el testigo
comprendido en ella se denomina excluido. (2)
En este sentido, en el ordenamiento procesal nacional resultan excluidos en general para
declarar las personas menores de 14 años (conf. art. 426, CPCCN), y en términos concretos,
para declarar en contra o a favor de determinados sujetos, los parientes consanguíneos o
afines en línea directa de las partes y el cónyuge, aunque estuviere separado legalmente, salvo
si se tratare de reconocimiento de firmas (conf. art. 427, CPCCN). (3)
Según la mayoría de los procesalistas, el fundamento de esta prohibición reside en la
conveniencia de preservar la solidaridad o unidad familiar, así como en razones de orden
público, ya que el propósito del legislador es el de evitar a los integrantes de la familia el
trance de declarar en contra de alguno de ellos. (4) Otros autores sostienen que la prohibición
no busca tanto proteger la cohesión de la familia, "sino la esfera de la reserva o privacidad
respecto de lo que suceda en su seno, así cuidadosamente sustraída de los ojos del juez en
causas en que precisamente se encuentra involucrado uno de sus integrantes, e interesan al
estado civil de las personas". (5) También se han invocado razones vinculadas a la parcialidad
o escasa convicción que podría generar una declaración prestada por un pariente cercano de
una de las partes, así como la premisa de no obligar a los parientes próximos a optar entre
falsear la verdad o declarar en contra del padre, hijo o cónyuge, protegiéndose así a la persona
a la que eventualmente se podría citar a declarar. (6)
III. El testimonio de parientes y amigos y los testigos excluidos en los procesos de familia:
visión jurisprudencial y doctrinaria
Dado que la testimonial se alza como un medio probatorio imprescindible y decisivo en los
procesos de familia, la doctrina (7) y la jurisprudencia (8) han coincidido en la admisibilidad
de la declaración de los testigos parientes y amigos de las partes, por considerar que son
precisamente las personas más cercanas quienes tienen el mejor conocimiento de las
circunstancias íntimas que exteriorizan el conflicto y, por ende, resultan testigos necesarios.
Ello sin perjuicio de que en definitiva sus declaraciones sean valoradas por el magistrado de
conformidad con las reglas de la sana crítica racional, si revelasen objetividad e
imparcialidad, cuestión que no se vincula con el testigo admisible, sino con el llamado testigo
atendible, es decir, aquél que se considera idóneo para crear la convicción del juez sobre la
verdad de los hechos.
Esta admisibilidad genérica no implica en general dejar de lado la prohibición absoluta
emergente del art. 427 del CPCCN y de normas similares locales en torno de los testigos
excluidos. (9)
Sin embargo, algunos precedentes han ido más allá descartando la aplicación de las reglas
relativas a los testigos excluidos en los procesos de familia tras resaltar la trascendencia de
sus declaraciones respecto de los hechos acaecidos en la intimidad familiar, en especial
cuando no existen otras personas capaces de atestiguarlos, de modo que los ascendientes,
descendientes y cónyuges resultan testigos necesarios o insustituibles para el esclarecimiento
de los hechos controvertidos. En tal sentido, se ha dicho que "Si bien dos de las personas que
depusieran (hija y nuera) son parientes de la actora, en los procesos de divorcio, esos
parientes aun en caso de mediar estrecho vínculo de parentesco, asumen el carácter de testigos
necesarios desde que, por tal circunstancia, son los que generalmente se han encontrado en
mejores condiciones para deponer sobre los hechos que deben ser juzgados"(10); y que "Para
acreditar las injurias graves que autorizan a declarar el divorcio vincular —en el caso se
discute la prueba de la causal invocada—, el hijo del matrimonio es testigo fundamental para
dar cuenta acerca de la existencia de los hechos injuriosos y agraviantes del demandado al
otro cónyuge, toda vez que habitualmente ello sucede puertas para adentro de la casa
familiar". (11)
Estas decisiones fueron severamente criticadas por algunos autores. Así, Kielmanovich, ha
resaltado la ilicitud de la prueba de los testigos excluidos, de conformidad con lo normado por
el art. 378 del CPCCN (12), afirmando que la interpretación contraria "conlleva a la virtual
afectación de la garantía del debido proceso adjetivo, del mismo modo que a la supresión del
deber de los jueces de decidir invariablemente de acuerdo a la ley, puesto que se prescindiría
abierta o desembozadamente de una norma imperativa, sin declaración de
inconstitucionalidad ni abrogación por parte del legislador". (13) Sin perjuicio de ello, de lege
ferenda, el autor ha propiciado la reforma del art. 427 del código local, proponiendo la
comparecencia de los testigos actualmente excluidos como deber, y como facultad de éstos la
declaración en sí, debiendo constar en actas, e in limine, la formulación de esta prevención
bajo pena de nulidad. Ello en tanto ha considerado que "el objetivo de resguardar
uniformemente la cohesión de la familia, debe ceder en asuntos de estado, de separación
personal o relativos a relaciones de tal naturaleza, en aquellas hipótesis en las cuales dicha
circunstancia no se exterioriza efectivamente, según la personal y excluyente apreciación del
mismo pariente, expresada a través de su voluntaria sumisión a la producción de la prueba.
Reivindicamos pues para el testigo el derecho de decidir si su testimonio, o por el contrario,
su silencio, lo expondrá a sufrir padecimientos o violentos conflictos de conciencia; y
fundamentalmente, el de resolver si la armonía de su núcleo familiar no aparece ya de hecho
severamente resentida, predisponiéndolo consiguientemente a colaborar en tal calidad". (14)
IV. La reforma introducida por el art. 711 del Código Civil y Comercial
El art. 711 estipula que los parientes y allegados pueden ser ofrecidos como testigos en los
procesos de familia. Cabe preguntarse pues, si esta regla no es más que una proyección de la
postura sostenida de manera unánime por la doctrina y la jurisprudencia en cuanto a la
admisibilidad de los testimonios de parientes no excluidos y amigos, o implica además una
reforma en el marco de los procesos de familia de las respectivas normas procesales locales
que indican a determinados parientes como testigos excluidos.
Dos son las interpretaciones doctrinarias que se han perfilado hasta el momento: la primera,
sostenida por las redactoras de la parte pertinente del Proyecto, Ferreyra de De la Rua (15) y
Bertoldi de Fourcade (16), afirma que el art. 711 del Código deroga la categoría de testigo
excluido prevista por el art. 427 del CPCCN y demás legislaciones provinciales. Con mayor
precisión, Guahnon y Seltzer sostienen que el art. 711 de la ley de fondo torna inaplicable el
art. 427 de la norma ritual, en el sentido de que "no se encuentra parcialmente derogado o
derogado, sino que en los procesos de familia el artículo 427 CPCCN no se aplica, pues esa
ha sido claramente la intención del proyectado artículo 711 al establecer específicamente las
pautas de admisibilidad de un sujeto como testigo en tales procesos, por lo que se la ha de
considerar ley especial y posterior que prevalece sobre la norma general y anterior, sin que
pierda en absoluto su vigencia para los restantes procesos...". (17) Otra interpretación,
expuesta por Kielmanovich, parecería indicar la subsistencia de la categoría de los testigos
excluidos, cuando afirma que "debería aclararse a qué parientes se refiere el Proyecto, así si
consanguíneos o afines en línea directa o solo a los parientes colaterales, de modo de no dejar
librada esta vital cuestión a los distintos criterios que puedan sostenerse por los diversos
legisladores provinciales, para nosotros, disponiendo la admisibilidad del testimonio de unos
y otros". (18)
Varias son las razones que encuentro para adherir a la postura que se inclina por la
inaplicabilidad de la regla de los testigos excluidos en los procesos de familia tras la reforma.
En primer lugar, parece haber sido esa la intención del legislador, no sólo porque lo postulan
las dos redactoras del art. 711, sino porque además, de no implicar una modificación de las
reglas locales en el marco de los procesos de familia, la norma sería un sinsentido, ya que de
ningún código de procedimiento local surge la prohibición de ofrecer (19) en general como
testigos a los parientes y allegados. En todo caso, lo que se persigue es la cautela en la
valoración de la idoneidad o atendibilidad de su testimonio, para lo cual todas las normas
locales prevén un interrogatorio preliminar conocido como "generales de la ley" que permita
al juzgador identificar la relación entre el testigo y las partes.
En segundo término, en tanto en la confrontación entre el ordenamiento de fondo y las
legislaciones procesales locales prevalecen las primeras (art. 31, CN) salvo que con ello
resulten vulneradas las competencias exclusivas de las provincias, lo cual en materia procesal
ha sido descartado por nuestro Máximo Tribunal. En este sentido, recuérdese que la Corte
Suprema ha observado desde antaño que las normas procesales dictadas por la legislatura
nacional son constitucionales en tanto resulten esenciales para la vigencia de la institución de
fondo. (20) De todos modos, y más allá de esta jerarquía, en caso de conflicto debe procurarse
la armonización de las dos fuentes y, de no ser posible, deben aplicarse las disposiciones que
tiendan a ampliar el sistema de derechos, proveyendo respuestas más propicias o beneficiosas
para su reconocimiento y efectiva concreción (principio pro homine). A la luz de este
mandato, puede concluirse que la regla flexible impuesta por el art. 711 garantiza el derecho
de defensa en juicio y una de sus consecuencias, la amplitud probatoria. Por otra parte, y
como bien se ha observado, la limitación del 427 del CPCCN es poco eficaz para proteger la
cohesión familiar (21) si se advierte que todos los demás parientes no excluidos pueden
declarar en contra y a favor de sus familiares, pese a la cercanía indudable de relaciones tales
como la de los colaterales, cuya declaración no ha sido expresamente prohibida. Desde esta
perspectiva, no puede decirse que la prohibición procesal responda a un fin
constitucionalmente válido, cual es la protección de la familia, en tanto no se presenta como
un mecanismo proporcionado (en términos de idoneidad) a tales efectos.
En tercer lugar, debe destacarse que el art. 711 alude genéricamente a los parientes. Si bien la
norma es imprecisa, la categoría de parientes remite a lo normado en el Código en orden a las
relaciones de parentesco, que incluye todos los parientes en línea recta y colateral, sean
consanguíneos, por adopción o por técnicas de reproducción asistida (conf. arts. 529 y ctes.,
Cód. Civil)
En fin, cabe reiterar como argumento el principio general del derecho por el cual ley especial
y ley posterior deroga ley general y anterior. (22)
Todo lo expuesto permite afirmar que tras la reforma introducida por el Código Civil y
Comercial la categoría de testigos excluidos desaparece en los procesos de familia, sin
perjuicio de la valoración que en cuanto a la atendibilidad de su testimonio realice el juez al
momento de sentenciar, conforme la regla de la sana crítica.
V. La declaración de los "allegados"
De manera confusa el art. 711 se refiere a la declaración de los "allegados" a las partes, que
según el Diccionario de la Real Academia española son aquéllas personas cercanas o
próximas a otra en parentesco, amistad, trato o confianza. En tal sentido, la inclusión de esta
categoría es sobreabundante por dos razones: por un lado, si con ella se quiso aludir a los
parientes —lo cual parece poco probable—, éstos ya se encontraban expresamente
mencionados en la norma; por el otro lado, si lo que se pretendía era referir a los amigos o
personas del entorno íntimo o de confianza de las partes, su mención era innecesaria pues
estas personas no se encuentran excluidas como testigos en ningún tipo de proceso civil, en
todo caso, la cercanía de la relación será valorada por el juez al analizar la idoneidad y
atendibilidad de su declaración.
VI. Las excepciones introducidas por la norma
A partir de lo normado en la segunda parte del art. 711, la procedencia de la declaración de
parientes y allegados muestra una limitación tendiente a evitar que los testigos se vean
inmersos en un conflicto de lealtades entre las partes del proceso: según las circunstancias, el
juez está facultado para no admitir la declaración de personas menores de edad, o de los
parientes que se niegan a prestar declaración por motivos fundados. (23)
Ambas hipótesis deben ser analizadas individualmente. La primera, refiere a una facultad del
juez con independencia de la actitud demostrada en el proceso por la persona menor de edad
ofrecida como testigo, de modo que en cierta medida se presenta como una limitación a la
cláusula genérica de admisibilidad que contiene el art. 426 del CPCCN, habilitando la
declaración de toda persona mayor de 14 años.
Como excepción a la regla, tal limitación debe ser evaluada por el juez de manera estricta, en
situaciones concretas, teniendo en miras el principio de favor probationes, y los de amplitud y
flexibilidad probatoria, proyecciones del mandato constitucional del debido proceso. Así,
claramente, deberá respetarse la decisión del hijo cuando se niega a declarar en un proceso
mantenido entre sus padres, aunque en la práctica ello difícilmente ocurra tras haberse
suprimido el divorcio por causales subjetivas, y siendo improcedente la declaración del hijo
en otros procesos vinculados directamente con sus intereses (tales como la disputa por su
cuidado personal, o el régimen de comunicación, o el proceso de alimentos, etc.). En este tipo
de procedimientos, se escuchará al niño en los términos expuestos al comentar el art. 707, mas
nunca en el rol de testigo, sino como consecuencia de su derecho constitucional a ser oído.
La situación del hijo, entonces, merece especial atención pues es quien puede ser más
fácilmente manipulado por sus progenitores, y resultará afectado emocional y psíquicamente
en caso de comparecer a prestar declaración. En este entendimiento, hubiera sido preferible
dejarlo al margen de las disputas de sus padres, más tratándose de niños y adolescentes, y
restringir absolutamente su posibilidad de declarar, manteniendo su estatus de testigo
excluido.
En cuanto a los demás parientes, la limitación es excepcionalísima, de modo que será
analizada con criterios verdaderamente estrictos, en situaciones extremas, y frente a motivos
fundados esgrimidos por el propio testigo, y no por la parte que se opone a su declaración.
(24) Aquí también, e incluso con mayor énfasis que en el caso anterior, deben ponderarse por
sobre todo los principios de favor probationes y amplitud y flexibilidad probatoria, en aras de
resguardar el derecho de defensa en juicio de las partes.
VII. Palabras finales
La especial naturaleza de las relaciones de familia y el derecho de familia, incide en sus
formas procesales. Y es que el viejo derecho procesal, según el cual la sentencia es el norte
del proceso y se trata de dictar una norma particular que sea una derivación razonada del
derecho vigente aplicada a la prueba producida en el litigio, deviene francamente ineficaz (25)
para un adecuado abordaje integral de los conflictos que se suscitan en el seno de la familia.
En este tipo de procesos la subsistencia de un sistema adversarial o litigioso, donde cada uno
toma un abogado y prepara la batalla para obtener lo que creen que es su único objetivo, esto
es, lograr una sentencia favorable que determine quién es el "ganador" y quién el "perdedor"
en vez de resolver el conflicto, tiende a impedir el cambio y la reconstrucción de un nuevo
orden en la estructura familiar. (26)
Sobre la base de esta premisa, sabemos que el cambio debe producirse en el proceso más que
en el contenido. Ya desde hace muchos años, Morello advertía sobre la necesidad de afianzar
una "justicia de protección o acompañamiento"(27) donde el juez "se instale con su imperio
en medio de la crisis de la familia y que la apoye, acompañe y entrene en el proceso de
organización o reorganización en que se encuentra". (28)
Este nuevo modelo se plasma en el Código Civil y Comercial recientemente sancionado, que
dedica todo un capítulo a la regulación de los procesos de familia. Sin embargo, su concreta
implementación requiere de sendos complementos indispensables para concretar este discurso
en la práctica y afectar positivamente la realidad de las familias. Uno de ellos es la necesidad
de armonizar las legislaciones procesales locales con los principios fundamentales que se
consagran en la norma de fondo; en lo esencial, provocando las modificaciones pertinentes
que permitan diseñar un procedimiento específico para la intervención en los conflictos de
familia en aquellas jurisdicciones del país donde esto aún no acontece y se aplican entonces
las reglas generales previstas para todos los procesos civiles. Tal ha sido la intención del art.
711 que aquí se comenta, que busca unificar criterios entre las distintas normas locales acerca
de la prueba testimonial en los juicios de familia.

(1) (1) Por el principio de originalidad de los medios de prueba resulta inadmisible la prueba
testimonial cuando con ella se pretenda sustituir o ampliar otro medio de prueba que
específicamente corresponda por ley o por la naturaleza de los hechos controvertidos (conf.
art. 397, CPCCN).

(2) (2) PALACIO, Lino E., Tratado de derecho procesal civil, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
2005, www.abeledoperrot.com.ar.
(3) (3) A modo de ejemplo, entre los ordenamientos procesales de las provincias, debe
recordarse que el art. 217 del Código santafesino reproduce esta prohibición con la misma
extensión, aunque exceptúa las cuestiones de nacimiento, matrimonio, divorcio o defunción
de los parientes. El art. 309 del Código cordobés, amplía la categoría de testigos excluidos a
los parientes colaterales hasta el segundo grado, y el art. 309 del Código de Tucumán a los
parientes colaterales hasta el cuarto grado. En Mendoza, rige como principio la misma
prohibición prevista por el art. 427 del CPCCN, pero con exclusión de los casos de filiación o
discusión sobre el estado de familia (art. 224). A su vez, en los Códigos de Jujuy (art. 341) y
de La Rioja (art. 322) sólo se permite al tribunal dispensar de declarar a los testigos que
tuvieren alguna vinculación con las partes que les impida expedirse con imparcialidad. En el
caso concreto de Jujuy, el art. 344 permite al testigo negarse a declarar si su respuesta puede
exponer a los parientes hasta el cuarto grado de consanguinidad o afinidad a sufrir daño
económico, deshonra o proceso penal.

(4) (4) GOZAÍNI, Osvaldo, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Comentado y
anotado, t. II, La Ley, Buenos Aires, 2002, p. 456; FENOCHIETTO, Carlos E., Código
Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires. Comentado, anotado y
concordado con los códigos provinciales, t. II, 2ª ed., Astrea, Buenos Aires, 2001, p. 427;
PALACIO, Lino E., Tratado de derecho procesal..., cit.; BELLUSCIO, Augusto C., Manual
de derecho de familia, t. I, Depalma, Buenos Aires, ps. 416 y 510; etc.

(5) (5) KIELMANOVICH, Jorge L., Teoría de la prueba y medios probatorios, 2ª ed. actual.,
Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 2001, p. 215.

(6) (6) COLOMBO, Carlos - KIPER, Claudio, Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación. Comentado y anotado, t. IV, 2ª ed., La Ley, Buenos Aires, 2006, p. 306; Borda,
Guillermo A., Tratado de derecho civil. Familia, t. I, 10ª ed., actualizado por Guillermo J.
BORDA, La Ley, Buenos Aires, 2008, p. 494; etc.

(7) (7) BORDA, Guillermo A., Tratado de derecho civil. Familia, t. I, 10ª ed., actualizado por
Guillermo J. BORDA, La Ley, Buenos Aires, 2008, p. 494; BELLUSCIO, Augusto C.,
Manual de derecho de familia..., cit., t. I, p. 510; KIELMANOVICH, Jorge L., Teoría de la
prueba y medios probatorios..., cit., p. 215; SOLARI, Néstor E., Algunos aspectos sobre la
admisibilidad del testimonio de parientes en el juicio de divorcio; LLGran Cuyo 2008
(diciembre), p. 1048; etc.

(8) (8) C. Nac. Civ., sala B, 09/10/1985, "F., E. E. c. B. de F., F. M.", LL 1986-E-11; C. Nac.
Civ., sala A, 27/06/1994, fallo Nº 45.964, Revista Derecho Privado y Comunitario, 1994-7; C.
Civ. Com. y Lab. Rafaela, 17/02/1999, "M., J. C. c. Q. de M., O. J.", LLLitoral 1999, 102; C.
Nac. Civ., sala F, 04/04/1990, "C. de G., V. v. G., J. A.", JA 1993-I, síntesis; C. Apel.
Concepción del Uruguay, sala Civ. y Com., 17/11/1994, "G. de M., J. E. v. M., C. A.", JA
1996-I, síntesis; C. 2ª de Apel. Civ. y Com. La Plata, sala I, 10/03/1996, "S. A., G. c. L., O.
J.", LLBA 1997-36; C. Nac. Civ., sala H, 4/10/1996, "G., T. M. c. V., G. H.", LL 1998-D-70;
C. Nac. Civ., sala F, 14/04/1997, "N. de A., E. c. A., L. R.", LL 1998-E-63; C. Nac. Civ., sala
L, 30/05/1997, "P. O., A. M. v. B., Z. M.", JA 2000-II, síntesis; C. Civ. Com. y Garantías en
lo Penal de Zárate, 13/07/1999, fallo 2451, "Revista de Derecho Privado y Comunitario",
2000-3; C. Nac. Civ., sala F, 10/08/1999, "M., F. G. y M., C. J s/ divorcio", ED 190-430;
ídem, 05/11/1999, "C., L. A. c. L. L., N.", ED 198-562; C. Nac. Civ., sala H, 19/09/2002, "P.,
A. c. C., J. C.", DJ, 2002-3-1029; C. Nac. Civ., sala E, 21/06/2001, "O., M. y otro c. R., E."
(inédito); C. Civ. Com. y Lab. de Rafaela, 4/06/2003, "V., N. S. c. G., O. A.", LLLitoral,
2004-96; C. Civ. Com. Fam. y Cont. Adm., 2ª Nom., de Río Cuarto., 26/08/2003, "B., P.J. c/
R., R. E. s/ divorcio vincular, régimen de visitas", www.abeledoperrot.com.ar; C. Nac. Civ.,
sala I, sala I, 06/05/2004, "B., B. c. C. S., A. P.", DJ, 10/11/2004, 810; C. Nac. Civ., sala A,
05/09/2004, "I., R. I. c/ R., C. M. s/ Divorcio", ED del 30/08/2004; C. Civ. Com. y Minería
San Juan, sala II, 21/09/2004, "L. J. N. c. S. F. G.", La Ley Online; Trib. Sup. de Just. La
Rioja, sala B en lo Civ., Com. y de Minas, 14/06/2007, "M., G. A. en P., C.L. c. M., G.A.",
LLGran Cuyo 2008 (diciembre), 1049; C. Nac. Civ., sala F, 10/09/2008; "O., B. v. K. I.",
www.abeledoperrot.com.ar; etc.

(9) (9) En tal sentido se ha resuelto que "La impresión revulsiva que provoca la lectura de las
declaraciones inculpatorias de los hijos, tanto por desfavorecer a uno de los progenitores,
cuando por la índole disolvente del propio vínculo de sangre, lleva a resaltar la razón de la
inadmisibilidad impuesta por el art. 323 CPr. Córdoba, en consonancia con el art. 40 de la
Constitución Provincial. No debieron recepcionarse ni consignarse tales manifestaciones: 'el
juez debe abstenerse de citarlas si fueren propuestas... aun cuando medie conformidad de las
partes'; testigos tales son excluidos en todos los casos y aunque fueren necesarios" (C. Civ. y
Com. de Córdoba, 2ª, 29/10/1992, "A. A. J. v. G. A. S. de A.", JA 1995-I, síntesis). Así
también, en orden a la declaración de los hijos del matrimonio, se ha dicho que "Si bien la
jurisprudencia y la doctrina admite, que en los juicios de esta naturaleza el testimonio de los
parientes o de los amigos íntimos o de los dependientes de una de las partes, o de ambos,
puede ser admitido, ya que las personas más allegadas son quienes tienen mejor conocimiento
de los hechos y constituyen testigos necesarios, de ello no se sigue que se pueda prescindir del
texto de la ley en el caso concreto, establecida por razones de orden público familiar" (C. Civ.
Com. Fam. y Cont. Adm. de Villa María, 14/12/2006, "A., L. B. v. H. C. C.",
www.abeledoperrot.com.ar).

(10) (10) C. Civ. Com. y Trab. Venado Tuerto, 29/09/1997, "F., E. E. y otro", JA 2000-II,
síntesis.

(11) (11) C. Civ. Com. y Lab. de Rafaela, 07/03/2002, "C., N. L. c. G., A. D.", LLLitoral
2002, 1389. En igual sentido ver C. Civ. y Com. de Rosario, sala III, 29/06/2000, fallo 1858,
"Revista de Derecho Privado y Comunitario", 2001-2; C. Nac. Civ., sala K, 10/12/2010, "B.,
A. M. c/ P., C. A. s/ divorcio", MJJ63529; etc.

(12) (12) En cuanto dispone que "La prueba deberá producirse por los medios previstos
expresamente por la ley y por los que el juez disponga, a pedido de parte o de oficio, siempre
que no afecten la moral, la libertad personal de los litigantes o de terceros, o no estén
expresamente prohibidos para el caso".
(13) (13) KIELMANOVICH, Jorge L., Los parientes como testigos en el juicio de divorcio,
LL 1986-B-824.

(14) (14) KIELMANOVICH, Jorge L., Los parientes como testigos..., cit. y, del mismo autor,
Teoría de la prueba y medios de prueba..., cit., ps. 216 y ss.

(15) (15) FERREYRA DE DE LA RUA, Angelina, El procedimiento de familia en el


Proyecto, LL 2012-D-722.

(16) (16) BERTOLDI DE FOURCADE, María V., El Proyecto de Código Civil y Comercial
unificado y procedimiento de familia, disponible en
http://ccycn.congreso.gov.ar/export/hcdn/comisiones/especiales/cbunificacioncodigos/ponenc
ias/cordoba/pdf/069_MARIA_VIRGINIA_BERTOTOLDI_DE_FOURCADE.pdf,
compulsado el 26/11/2012.

(17) (17) GUAHNON, Silvia - SELTZER, Martín, La prueba de testigos en los procesos de
familia. El artículo 711 del Proyecto de Código Civil y Comercial 2012, DFyP año IV, n¿ 9,
octubre 2012, La Ley, Buenos Aires, 2012, ps. 7 y ss.

(18) (18) KIELMANOVICH, Jorge L., El proceso de familia en el Proyecto de Código Civil
y Comercial de la Nación, LL 2012-D-1390.

(19) (19) Y esa es precisamente la expresión utilizada por el art. 711.

(20) (20) Ver Corte Sup., Fallos 138:157; 136:154; 308:490; 311:2478; etc. Así, por ejemplo,
en un fallo más reciente se sostuvo que "si bien es facultad no delegada por las provincias al
Gobierno Nacional la de organizar su administración de justicia pudiendo, por ende,
establecer las instancias que estimen convenientes, sin embargo no pueden impedir que los
magistrados locales consideren y apliquen en su integridad la totalidad del orden jurídico del
Estado, en cuya cúspide se encuentra la Constitución Nacional, las leyes que en su
consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con potencias extranjeras, a las que las
autoridades de cada estado están obligadas a conformarse no obstante cualquier disposición
en contrario que contengan sus constituciones o leyes" (Corte Sup., 15/07/2003, "Bracamonte,
Luis A. c/ Transportes Metropolitanos General Roca S.A.", Fallos 326:2397).

(21) (21) GUAHNON, Silvia - SELTZER, Martín, La prueba de testigos..., cit., p. 10.

(22) (22) Ídem, p. 9.


(23) (23) Debe notarse que la segunda excepción relativa a los parientes en general no había
sido contemplada en el Anteproyecto, sino que fue un agregado posterior.

(24) (24) GUAHNON, Silvia - SELTZER, Martín, La prueba de testigos..., cit., p. 15.

(25) (25) CÁRDENAS, Eduardo J., Prólogo a la obra de HUSNI, Alicia - FERNÁNDEZ
RIVAS, María, Familias en Litigio. Perspectiva psicosocial, LexisNexis, Buenos Aires, 2007,
p. XIX.

(26) (26) WAGMAISTER, Adriana, Procedimiento judicial como causa de litigiosidad en los
casos de familia, en Revista de Derecho Procesal. Derecho Procesal de Familia - II, 2002-2,
Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2002, p. 41.

(27) (27) MORELLO, Augusto M., La influencia de los procesos de familia sobre la
litigación civil, en Revista de Derecho Procesal. Derecho Procesal de Familia - I, 2002-1,
Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2002, p. 15.

(28) (28) CÁRDENAS, Eduardo J., Familias en crisis. Intervenciones y respuestas desde un
juzgado de familia, Fundación Retoño, Buenos Aires, 1992, ps. 40 y 41.

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