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Curso online de Neurología en el Paciente Canino y Felino

CURSO ONLINE DE
NEUROLOGÍA EN EL PACIENTE CANINO Y FELINO

Unidad 8
Cortisona y Enfermedad Neurológica: Saliendo al fin de
Dudas.

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Cortisona y Enfermedad Neurológica: Saliendo al fin de Dudas.

Marco Bernardini DVM. Dipl. ECVN


Jefe del Servicio de
Neurología del Hospital
Portoni Rossi de Bolonia

El utilizo de glucocorticoides en neurología veterinaria es frecuente. Aunque


tengan muchos efectos positivos, los glucocorticoides se utilizan por su acción
antinflamatoria e inmunosupresora. Los efectos de la terapia esteroidea en
relación a las enfermedades del encéfalo y de la médula espinal, incluyen la
protección sobre los radicales libres, la reducción de la presión intracraneal
disminuyendo la producción de líquido cefalorraquídeo (LCR) y el
mantenimiento de la integridad microvascular.

En algunos casos, su uso es apropiado; en muchos otros, los glucocorticoides


se usan de forma empírica (dosis incorrectas, largos o cortos períodos de uso)
incluso hasta llegar a su abuso. Por el hecho de presentar diferentes efectos
colaterales a largo tiempo, su administración debe estar limitada a situaciones
específicas donde su beneficio sea mayor al riesgo conocido.

La causa más frecuente de su uso incorrecto viene dada por la falta de un buen
diagnóstico previo. Este hecho puede ser imputable tanto a la dificultad de
dicho diagnóstico como a la falta de equipamiento necesario. Además, otra
causa frecuente aunque menos justificable consiste en el hecho de querer
resolver el problema con una terapia corticosteroidea asociada a una terapia
antibiótica con una duración de pocos días. Frente a un problema neurológico,
esta asociación terapéutica no produce ningún beneficio sino que retarda y
complica el diagnóstico.

El objetivo de esta presentación consiste en definir el correcto uso de estos


fármacos en la mayoría de las patologías neurológicas del sistema nervioso
central.

A nivel cerebral, las patologías vasculares más frecuentes son los infartos
cerebrales por oclusión de arterias cerebrales. En la zona infartada, disminuye
la producción de ATP, se instaura una acidosis por glicólisis anaerobia,
aumenta el Ca2+ intracelular y se forman radicales libres, llegando a la muerte
neuronal. Tales infartos son conocidos como “Infartos blancos”; de otro lado
encontramos los “Infartos rojos” caracterizados por una hemorragia secundaria
a la propia rotura de un vaso.

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Un vasto edema, visible con la Tomografía Computerizada (TC) y la


Resonancia Magnética (RM), se produce en la zona infartada. No existe
ninguna terapia específica para el tratamiento de los infartos; a pesar de los
mecanismos patogénicos que se desencadenan a raíz de la isquemia y la
presencia de el edema no existe ninguna evidencia de que el uso de los
corticoides favorezcan la recuperación del paciente.

A nivel medular, la patología vascular más frecuente es la mielopatia


isquémica, en la que se produce una isquemia focal en la médula espinal,
debida en la mayoría de los casos a la oclusión de un vaso de parte de material
fibrocartilaginoso. La RM, gracias a su capacidad de visualizar la médula
espinal y la presencia de edema, permite efectuar un diagnóstico directo de
mielopatía isquémica. No existe ninguna terapia específica; durante las
primeras horas se puede intervenir mediante la administración de fármacos
antiinflamatorios para limitar la extensión del edema medular.

Entre las enfermedades inflamatorias de origen infeccioso, se encuentran las


meningoencefalitis virales, bacterianas, fúngicas y protozoarias. En cualquier
caso, el uso de glucocorticoides puede ser peligroso si se administran dosis
altas por la inmunosupresión que producen. A dosis apropiadas, aunque no
exista un diagnóstico específico, la terapia corticosteroidea frecuentemente
retarda el diagnóstico y obstaculiza la evaluación de tests importantes (examen
de LCR) además de no producir ningún efecto curativo directo. Entre las
enfermedades inflamatorias no infecciosas que siguen un mecanismo
inmunomediado se encuentran la meningoencefalitis de origen desconocido
(MUO) y la meningoarteritis que responde a esteroides (SRM-A), aquí la
administración de glucocorticoides a dosis altas y por un período largo de
tiempo puede ser curativa o al menos puede alargar considerablemente el
tiempo de supervivencia del paciente. Sin embargo, la administración a dosis
terapéuticas en ausencia de diagnóstico, tiende a enmascarar la evolución de
la patología retardando su diagnóstico. En estas situaciones, cuando la
patología finalmente es diagnosticada, ya se presenta de forma avanzada y la
terapia puede ser en ese momento ineficaz.

En caso de traumatismo craneal, la terapia que debe efectuarse está sujeta a


controversia por la falta en medicina veterinaria de estudios basados en una
amplia casuística. En teoría, el uso de glucocorticoides es útil para inhibir la
peroxidación lipídica evitando daños secundarios, reduciendo la formación del
edema y modulando la respuesta inflamatoria. En realidad, diversos estudios
clínicos en el campo de la medicina humana no evidencian este hecho y
actualmente no se recomienda la terapia corticosteroidea en un trauma craneal
ya que podría ser responsable de coagulopatías e hiperglicemia.

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En caso de traumas espinales, el uso de metilprednisolona sodio succinato


(MPSS) ha sido muy aconsejado. Sin embargo, el estrecho margen temporal
de su uso y la extrapolación de protocolos al uso animal del uso humano sin
pruebas clínicas de su eficacia provocan que su uso sea cuestionable.

Entre las anomalías congénitas, la hidrocefalia representa la más común. El


uso de glucocorticoides puede mejorar la condición clínica disminuyendo la
formación de LCR y actuando sobre el edema que afecta al parénquima
nervioso periventricular. El uso de una terapia a largo tiempo puede ser útil,
pero normalmente se debe recurrir a otros fármacos o a la cirugía.

En caso de neoplasias de sistema nervioso, la terapia corticosteroidea se


considera una terapia paliativa. Sin embargo, puede actuar sobre lesiones
secundarias provocadas por las neoplasias (hidrocefalia, edema) que
normalmente son las responsables de la sintomatología presentada por el
paciente, mejorando significativamente el cuadro sintomático por un periodo de
semanas a meses.

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