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Comida de las ánimas Ángeles González Gamio

En todo el país en estas fechas se realizan ceremonias para recordar a los seres queridos que se adelantaron en el
viaje al más allá. El hanal pixán, o “comida de las ánimas”, es una tradición del pueblo maya en la que los
familiares saben que del 31 de octubre al 2 de noviembre las ánimas “reciben permiso” para visitar a sus
familiares.

Como en muchos sitios, en Yucatán el primer día se dedica a los niños y le llaman u hanal palal. El 1º de
noviembre es para los adultos y le nombran u hanal nucuch uinicoob, y el tercer día es el u hanal pixanoob,
dedicado a las ánimas del cementerio del lugar.

Entre los diversos ritos destaca la colocación de una mesa debajo de los árboles en el patio de las casas, que
funciona como altar, iluminada con velas de cera, donde se coloca la comida especial de esas fechas: atole
nuevo, pibes o mucbipollos y xec, que es una especie de ensalada preparada con naranja, mandarina, jícama y
otras frutas. La palabra xec es de origen maya y significa “revuelto o revoltijo”, suele utilizarse de manera
coloquial y bromista para referirse a situaciones confusas, particularmente entre los pobladores del sur de la
entidad: “tu trabajo es un xec” o “tu problema es un xec”.

Y continuamos con los alimentos que se ponen en el altar, como chile molido, dulce de papaya, coco y pepita,
tamales de x’pelón, también se ofrece una bebida alcohólica llamada balché, que se prepara con la corteza de un
árbol de ese nombre; no falta pan dulce y jícaras de tan-chucuá (rico atole que se elabora con masa de maíz,
cacao, pimienta y anís). Las veladoras, flores, ramas de ruda y las fotografías de los difuntos son muy
importantes en los altares.

Los alimentos se conservan toda la noche del 1º al 2 de noviembre en esos altares debajo de los árboles y
cuando las almas de los muertos “han tomado la esencia”, los familiares degustan los ricos platillos.

Hace unos días, en un viaje relámpago por la bella Mérida, tuve la suerte de encontrar mucbipollo en un
restaurante. Fue una experiencia gastronómica especial cuya preparación e ingredientes me voy a permitir
describir porque creo que vale la pena.

Tradicionalmente el mucbipollo es preparado con gran respeto en las comunidades mayas, ya que significa el
comienzo de las nuevas cosechas. El mucbipollo es un gran tamal que se elabora con masa de maíz a la que se
agrega manteca, carne de puerco o pollo, tomates, epazote y algunos condimentos. Algunos le agregan frijoles
negros de la región. Finalmente, el mucbipollo se envuelve en hojas de plátano y se cuece lentamente bajo la
tierra.

El resultado es un manjar con una cubierta dorada y crujiente que cuando se rompe deja salir el suculento
relleno de sabor incomparable. En mi caso, acompañé este manjar con un agua fresca de chaya y lima. Un
almuerzo de soberanos mayas. Antes de la llegada de los españoles, los mayas preparaban el mucbipollo con
guajolote, tomate y achiote, pero sin manteca ni kol, pero ya era un platillo tradicional de la temporada.

Después del suculento banquete caminamos al Gran Museo del Mundo Maya, un espacio cultural de vanguardia
que en cuatro salas permanentes exhibe más de mil piezas arqueológicas de su cultura, desde la época
prehispánica como esculturas en piedra, vasijas, adornos y objetos de oro, jade y concha. Algo muy interesante
es que varias salas están dedicadas a mostrar la vida cotidiana actual de los mayas. El diseño del edificio es muy
original, está basado en uno de los elementos fundamentales para el pueblo maya: el árbol de la ceiba. Con ese
concepto se desarrolla la construcción con estacionamiento, sala principal de recepción, salas de exhibición
permanentes y temporales, sala de usos múltiples, área infantil, sala de proyección cinematográfica, terrazas y
jardines. Definitivamente, hay que ir.

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