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4.

ESTAR DISPUESTO A
BUSCAR LA SABIDURÍA

4.1 Noción de sabiduría en Israel


4.2 La relación con Dios, fuente de sabiduría
4.2.1 La sabiduría, fruto del conocimiento de
Dios y de su Palabra
4.2.2 Hacer vida la Palabra de Dios
4.3 La sabiduría, don y tarea
4.4 Sabiduría versus necedad
4.5 Disposición para buscar y adquirir la sabiduría
4.5.1 Desear la sabiduría, don de Dios
4.5.2 Aprovechar los medios para alcanzarla
4.6 Vivir con sabiduría
4.6.1 Actuar con sabiduría
4.6.2 Honrar el don de la palabra que ha
recibido
4.6.3 Evitar conductas de riesgo
4.7 Los jóvenes posmo frente a la cuestión de la
sabiduría
4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

4. ESTAR DISPUESTO A BUSCAR


LA SABIDURÍA

I PRIMERA PARTE: ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

4.1 LA NOCIÓN DE SABIDURÍA EN ISRAEL


El siguiente rasgo que modelan los personajes que se proponen en este estudio, es el
de la disposición para buscar y alcanzar la sabiduría, con la que se ha de empeñar el
hombre en vencer la necedad que le acompaña, sobre todo cuando se es joven.

Uno de los rasgos más deseables que puede caracterizar a los jóvenes de todos los
tiempos, es el de la sabiduría –admitiendo que la noción que de ella se tiene, puede
ser considerablemente diferente de una cultura a otra–; carecer de ella ha de ser una
alerta acerca de algunos riesgos que los jóvenes, por su falta de sabiduría, debida
seguramente a su edad e inexperiencia, pueden correr.

La sabiduría humana, la que tiene como sujeto al hombre –y que es a la que, en


general, nos referiremos aquí–, se mueve no tanto en el campo del pensamiento como
en el de la acción, luego no es un cúmulo de conocimientos,1 sino un saber
orientado al comportamiento; es una norma de vida personal –por lo que se puede
hablar de una sabiduría subjetiva–; de hecho ser sabio es prácticamente sinónimo de
ser un hombre moralmente recto, capaz de aceptar la condición humana, de
distinguir lo que conduce a la vida y lo que conduce a la muerte,2 tanto en sentido

1
Si la sabiduría fuera un cúmulo de conocimientos, tendríamos que hablar no de hombres sabios, sino
sabihondos, y por lo tanto, ¿en vez de sabiduría tendríamos que hablar de sabihonduría?
2
«Los sabios se las ingeniaron para exponer desde diversos ángulos su doctrina de los dos caminos:
el que conduce a la autorrealización y el que lleva a la autodestrucción (con sus respectivas
repercusiones comunitarias). Quien elige el primero es denominado sabio o justo; quien opta por el
segundo recibe el apelativo de necio o malvado. El primer tipo humano colabora en la consolidación
de los órdenes cósmico y social; el segundo favorece el progresivo asentamiento de las fuerzas del
caos». Víctor MORLA ASENSIO. Proverbios. Comentario al AT. La Casa de la Biblia. PPC, Sígueme,
Verbo Divino. Estella 1995. 594.

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4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

físico, como moral y espiritual; sabio es el que cumple la voluntad de Dios, que no se
circunscribe a la Ley recibida por Moisés (Ley Mosaica), sino que va más allá de lo
local, de lo temporal y tiene una base racional3 –lo que se podría llamar una sabiduría
objetiva–, por lo que tiene siempre una dimensión ética y abarca todos los aspectos
de la vida humana, hasta el último detalle de la vida cotidiana; es la búsqueda de la
felicidad en base al discernimiento entre lo justo y lo injusto, entre lo valioso y lo
pseudovalioso, entre lo que construye al hombre y lo que lo destruye, a la luz de la
experiencia y de la sabiduría divina –aunque no siempre se hable explícitamente de
Dios–; es en síntesis, el arte de hacer y de vivir, de aquí que sus enseñanzas tengan
un alcance universal, constituyéndose en patrimonio de la humanidad:

Más allá de su carácter de disciplina, cualidad o atributo, la sabiduría representa


toda una actitud de hombres y pueblos, cuyo objetivo último es encontrar
soluciones y respuestas a las grandes preguntas, desafíos y misterios de la
existencia. La adquisición y dominio de tal sabiduría llega a constituir un
verdadero arte: el arte de vivir. A través de la sabiduría bíblica, la realidad y la
experiencia, junto al esfuerzo humano por desentrañarlas, se convierten en lugar
privilegiado de revelación divina.4

La sabiduría constituye el entramado básico sobre el que el sabio tejerá no sólo sus
enseñanzas, sino su propia vida. Si se considera que Israel era una cultura teocéntrica,
se entiende por qué absolutamente todas las cosas y absolutamente todo lo que sucede,
está vinculado con Dios, por lo que no se puede clasificar la sabiduría en religiosa y
profana, ni mucho menos se puede ver en ella una filosofía al estilo griego, lo cual no
obsta para reconocer la influencia que dicha filosofía tuvo en el pensamiento
sapiencial israelita, lo mismo que la sabiduría del Próximo Oriente Antiguo (Egipto,
Mesopotamia, Siria, Fenicia), situación que se vio favorecida por la ubicación
geográfica de Palestina, paso obligado entre los pueblos de aquella región.

¿Era la sabiduría en Israel cuestión de especialistas? Generalmente no, pues los


proverbios y otros tipos de refranes muestran la participación del pueblo en esa
búsqueda, de aquí que el término sabiduría (hm'äk.x' hokmáh) puede significar tanto
la facultad del artífice, capaz de ejecutar artísticamente sus obras (Ex 35,30-35), como

3
La sabiduría, si bien tiene un trasfondo religioso, en general se trata de reglas que se podrían llamar
de prudencia humana, del orden de las virtudes morales; es precisamente por esto que podemos
considerar que tienen una dimensión universal, pues no están ligadas al nacionalismo israelita, sino
a las demandas de la naturaleza humana. Este carácter profano de la mayoría de los proverbios, de
ninguna manera prescinde del tono religioso propio de una cultura teocéntrica.
4
J. MENCHÉN CARRASCO. Escritos Sapienciales. 544

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la habilidad para elaborar las vestiduras sacerdotales (Ex 28,3); sabio es el campesino
que conoce las estaciones y su relación con sus tareas; con más propiedad se llama
sabios a los que tienen las dotes necesarias para juzgar y gobernar prudentemente a
los pueblos: José, el hijo de Jacob (Gn 41,39), Moisés, Josué (Dt 34,9), David…; y por
supuesto que es Salomón el sabio por excelencia en Israel (1Re 3,28; 5,11-14).

La sabiduría va pasando de boca en boca, en el ámbito de la familia (Prov 1,8; 4,1-2;


6,20; 20,22; 31,1; Dt 6,7), del clan, de la tribu, y constituye la sabiduría popular, fruto
de la observación y de la reflexión personal o comunitaria, corroborada por la
experiencia, convertida en tradición, forjada en refranes de fácil memorización y
finalmente plasmada por escrito, a partir de las escuelas de la corte del rey (Prov. 25,1).

El sabio se empeña en la formación ética de las nuevas generaciones, derivada de la


Ley Mosaica, pero en consonancia con la ley natural, es decir, que los consejos que
el sabio da, tienen una dimensión universal y recorren la línea del tiempo,5 al abordar
los problemas del hombre no desde un matiz nacionalista (sólo para los israelitas),
sino en su perspectiva meramente humana.

La literatura sapiencial de la Biblia se puede caracterizar, siguiendo a Renard, 6 con


los siguientes rasgos:

♦ Profundamente humana. Basada en el raciocinio y en las exigencias de la ética


natural, descubre las relaciones y exigencias del hombre como tal, aunque
siempre supeditado a algo superior, a Dios y a su Ley. Pero bajo este aspecto
ha huido del legalismo y formulismo para ir a lo básico de las relaciones
humanas.
♦ Universal. No se alude apenas a las esperanzas nacionalistas de Israel, sino que
considera al hombre en sus relaciones religiosas con el Dios creador y
providente. Se dirige al hombre en general, sin limitaciones étnicas.
♦ Profundamente moral. Se predica la virtud, el justo medio, el temor de Dios
(que no tiene nada que ver con el miedo), que es el principio de toda sabiduría.
Los deberes familiares y sociales derivan de esta concepción eminentemente
religiosa de la vida.

5
«¿Acaso no nos enfrentamos hoy nosotros con las mismas cuestiones? Los comités de ética, los
grandes debates políticos y sociales, la solidaridad necesaria del hombre con sus semejantes en
todos los niveles de la escala planetaria, así como el aprendizaje de la vida en sociedad, el duro
descubrimiento de la felicidad en la tierra de los hombres, todo esto no es patrimonio exclusivo
del creyente» D. DORÉ. Eclesiastés y Eclesiástico. 5.
6
H. RENARD citado en Maximiliano GARCÍA CORDERO – Gabriel PÉREZ RODRÍGUEZ. Biblia
Comentada. Vol IV. Libros Sapienciales. BAC. Madrid 19672. 11-12

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♦ Esencialmente religiosa y monoteísta. Toda la religión y moral del AT gira en


torno a la idea de un Ser trascendente, misericordioso y justo, que se muestra a
la vez providente para con el hombre.

El autor del libro de la Sabiduría la pondera de tal manera, que en sólo dos versículos,
acumula 21 calificativos (el 21 es el resultado de 7 x 3, lo que significa la perfección
suprema) que nos permiten captar su naturaleza:

Pues hay en ella un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, ágil,
perspicaz, inmaculado, claro, impasible, amante del bien, agudo, incoercible,
bienhechor, amigo del hombre, firme, seguro, sereno, que todo lo puede, todo
lo observa, penetra todos los espíritus, los inteligentes, los puros, los más sutiles.
Sab 7,22-23

La literatura sapiencial enuncia algunos rasgos que relaciona con los jóvenes,
poniendo de manifiesto que la sabiduría no es algo ajeno a esta etapa etaria de la vida,
sino por el contrario, un tiempo privilegiado para adquirirla, siempre y cuando no se
piense por ello en un concepto escolarizado, sino fruto del continuo contacto con el
entorno socio – histórico, con la tradición heredada, la auscultación personal y
meditada de lo cotidiano. La persona que aspiraba a la sabiduría tenía que renunciar a
convertirse en un simplemente espectador del paisaje social.

En los textos en que La Sagrada Escritura se refiere a la relación entre los jóvenes y
la sabiduría, lo hace ya sea para reconocer sus aspiraciones a lograrla, para suscitar el
interés por alcanzarla, para recomendarla, o bien para expresar su presencia – ausencia
en ellos, o con algún otro matiz de ese difícil binomio juventud – sabiduría. Su
inexperiencia y su vulnerabilidad frente a las diversas influencias –positivas y
negativas–, su propensión a caer en trampas y engaños –o autoengaños– le hacen
acreedor a una urgente formación sapiencial.

4.2 LA RELACIÓN CON DIOS, FUENTE DE SABIDURÍA

4.2.1 La sabiduría, fruto del conocimiento Dios y de su Palabra


Establecer con Dios una relación personal, instaurar con Él una alianza, dialogar con
Él, tienen como uno de los frutos más dignos de consideración, la tan anhelada
sabiduría, que no es sino Dios mismo en cuanto que nos hace capaces de acoger su
vida y su proyecto. El sólo hecho de pertenecer al pueblo de Dios ya daba una cierta
garantía de llegar a poseerla, ¿pues no dice el Eclesiástico que eligió a Israel como su

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4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

morada? (Eclo 24,3-8.11-12). Aún cuando, obviamente, se puede pasar del


nacionalismo al universalismo de sus enseñanzas.

El ser humano es un ser inteligente, pues ha sido creado a imagen y semejanza de un


Dios que es la ineligencia infinita; pero en el contexto bíblico, esta inteligencia difiere
de la mera capacidad de especulación discursiva, de pensamientos y razonamientos
ampulosos, ni es el resultado de una investigación o un esfuerzo mental. Se trata de
un saber práctico, incluso popular, que hace más humano al hombre, que le abre
posibilidades, que actualiza sus capacidades para hacer el bien (Jr 4,22), que se
traduce en cotidianidad vivida plenamente, que ilumina para vivir el sentido de
alteridad con mayor responsabilidad, que habilita para asumir con mayor entereza
el sufrimiento y la muerte; se trata de sabiduría. Esta despierta en el hombre no sólo
su capacidad contemplativa, sino también transformadora, en orden a mejorar sus
relaciones con Dios7 y con los otros, así como al dominio vicario del mundo. De aquí
la alta estima en que el texto sagrado tiene la sabiduría.

¿Y cuál es la relación entre la sabiduría y la Palabra de Dios? Si la Escritura es la


fuente primigenia para el conocimiento de un Dios personal, que es sabiduría infinita,
entonces la Escritura se constituye en una fuente privilegiada para adquirir la
sabiduría. No se puede pensar en llegar a ser sabio sin conocer, meditar y hacer
vida la Palabra de Dios, a través de la cual se nos da a conocer Él mismo, así como
su proyecto para el hombre, y los preceptos que llevarán a éste a la consecución de
dicho proyecto (Bar 4,1). La Revelación, plasmada en la Palabra de Dios, será fuente
de sabiduría para quienes hagan de ella su compañera, con una recepción orante,
dialogante, fruto y alimento de la alianza, por muy joven que se sea (Sal 119,9.141).
Los jóvenes han de descubrir que la Palabra de Dios es la fuente en la cual han de
abrevar su sediento corazón, pues sólo ella puede satisfacer su sed de infinito.

La palabra, es el medio privilegiado mediante el cual Dios se revela, sobre todo a los
profetas; el uso reiterativo de la expresión oráculo del Señor, hace alusión justamente
al uso de la palabra por parte de Yahvéh, que comunica al profeta aquello que ha de
decir en Su Nombre. De aquí el aprecio y veneración que por la manifestación de Dios
mediante su Palabra, han tenido todos aquellos que aspiran a la sabiduría.

7
«Cuando la Biblia habla de la sabiduría, conocimiento, inteligencia y cosas parecidas, la mayoría
de las veces se refiere directamente a la relación del hombre con Dios expresada con esos términos.
En ese sentido no se trata de una categoría simplemente antropológica, sino religiosa. […] El sabio
no es solamente alguien que conoce cosas, leyes del universo, del ser humano, misterios… es,
sobre todo, quien sabe cómo vivir en plenitud al modo propiamente humano. Lo cual incluye en
primer –y casi único– lugar, saber vivir ante y para Dios, según sus planes». F. PASTOR RAMOS,
Antropología bíblica. El mundo de la Biblia. Verbo Divino. Estella. 1995. 95-96.

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4.2.2 Hacer vida la Palabra de Dios


La Escritura es la fuente originaria para el conocimiento de un Dios personal, con
quien el hombre se puede relacionar directamente, lo que implica hacer un espacio de
silencio para encontrarse con Él en la intimidad de su corazón y establecer así una
relación personal, que se enriquece y plenifica con la relación que, como comunidad
de creyentes, establece con Dios.

La Biblia, a contracorriente de la postmodernidad, está siendo La Palabra de Dios


cada vez más conocida, divulgada, estudiada, profundizada; la no es un metarrelato
espiritualidad de los cristianos ha vuelto así al principio fontal cuya fecha de
del conocimiento de Dios, que le lleva a tener la disposición de caducidad ya se
acoger y cumplir los preceptos divinos −sintetizados en el venció, sino que más
amor− , expresión de su proyecto de realización para el hombre, bien se Encarnó.
que incluye, y de manera inviolable, el cuidado de la Casa
común.

¿Y qué es lo que hay qué hacer respecto de la Palabra de Dios? Guardarla, cumplirla,
observarla, adecuar la conducta a su voluntad; llevar una vida honesta, recta,
guardando su Palabra (Sal 119,9; Prov 20,11).
¿Cómo podrá un joven proceder limpiamente?
Guardando tu Palabra.
Sal 119,9
El sabio que da consejo a los jóvenes, ha de suscitar en ellos, primero, la convicción
de que son aprendices de la vida y por lo tanto necesitan de la orientación de los
sabios, luego, la decisión de acoger esa enseñanza y finalmente, vivirla, es decir, hacer
de la Palabra de Dios, la fuente de una vida recta.

A pesar de ser joven y estar disfrutando de la vida, hay que


La sabiduría, sin duda, puede acordarse del Señor; acordarse aquí no significa un
l evar a un alto grado de ejercicio de la memoria, sino que tiene la connotación de
virtud antes de haber cumplir sus preceptos, de observar sus mandamientos, de
alcanzado una edad ser fiel a su alianza de amor (Ecl 12,1). La situación etaria
avanzada.. Cf. Sab 8,10 de juventud o pequeñez, no excusa de cumplir lo prescrito
en la Palabra del Señor (Sal 119,141).

Por otra parte, hay que asumir con lucidez la fugacidad de la propia juventud, su
transitoriedad, pues luego llegan los tiempos difíciles, en los que la vida pareciera que
ya no tiene sentido y la capacidad de disfrutar va menguando irremediablemente, así

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4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

como las posibilidades de independencia, autosuficiencia, autonomía. Ni hablar: la


juventud es una enfermedad que se cura con los años8 (Jb 20,11; 36,14; Ecl 11,10; 12,1;
Jn 21,18)

4.3 LA SABIDURÍA, DON Y TAREA


Dios es la fuente de la sabiduría, por lo tanto, sólo Él conoce su camino (Jb 28,23);
este Dios poderoso, cuya creación le obedece con diligencia, ha tenido a bien
comunicarla precisamente a su pueblo elegido, a su amado Israel. Y la sabiduría,
obediente como toda la creación, vino a habitar entre los hombres (Bar 3,32-37), con
lo cual reitera Baruc la doctrina sapiencial sobre el origen de la sabiduría: es un don
de Dios (Prov 18,17; Sab 9,4.6.10; Eclo 24,8) y, en cuanto tal, ha de ser recibido y
cultivado. Y si cultivado, entonces significa que no sólo es un don, sino también una
tarea del hombre, tarea en la que ha de hacerse guiar y ayudar por quienes le
preceden en el camino de la vida.

Cierto que Dios mismo otorga la sabiduría a su pueblo (Prov 2,6), pero es también una
tarea a realizar (Bar 3,9-4,4); hay cierta sabiduría innata en el hombre, pero crece con
la experiencia personal, resumen de todas las observaciones y reflexiones,
enriquecida sobre todo mediante las diversas formas de educación y del esfuerzo
personal, que no siempre depende de la edad (Jb 32,7-8). Se requiere la disposición
para buscar y alcanzar la sabiduría, sobre todo cuando se es joven (Sab 8,10) y con
facilidad se confunde el vigor y la fureza con ser sabio (Prov 24,5).

4.4 SABIDURÍA VERSUS NECEDAD


La Escritura alude reiteradamente a la sabiduría como antípoda de
la necedad; aquélla como arte de vivir y ésta no como el tener VERSUS
menos sabiduría o poca inteligencia, sino como la suma de Término latino que
actitudes que llevan al hombre a perder el sentido de la propia significa “contra”
vida (Prov 28,26); el relativismo, el hedonismo, el parloteo, la falta
de criterio para asumir una conducta digna de la condición humana;
todo ello tan en boga entonces como ahora. La sabiduría, aprendida por el
conocimiento y meditación de la Palabra de Dios, supone comportamiento, es decir,
el deseo afectivo y efectivo de actuar conforme a esa sabiduría, de cumplir los
preceptos mandados por Dios y expresados en las palabras de la alianza.

8
George Bernard Shaw dixit. (1856-1950).

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4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

Uno de los aspectos en los que el necio actúa en las antípodas del sabio es que,
mientras aquél acapara avariciosamente sus posesiones, entre ellas su supuesta
sabiduría, éste sabe que la sabiduría crece en la medida en que se comunica, pues
no se divide al compartirla, sino que se multiplica (Sab 7,14); la envidia y la aspiración
al monopolio son propias del necio, no del sabio que, en general, es generoso y
pacifista; el rey sabio se entiende, de hecho, en clave de paz.

La necedad puede l egarPero resulta que al corazón del joven está adherida la necedad
(Prov 22,15), Doña Necedad (Prov 9,13-18); el necio, en el
al extremo de decir:
contexto sapiencial, no es sinónimo de malcriado, de terco,
“No soy tan joven
sino de algo mucho más grave, pues tiene una connotación
como para saberlo todo.”
moral de imprudencia, de impiedad, de insensatez, por lo
OSCAR WILDE que la tarea de ayudarlo a adquirir la sabiduría deberá ir
acompañada del rigor de la disciplina, cual vara correctiva, pues si algo está adherido
tercamente, requiere gran firmeza para ser desprendido, arrancado, lo que, por
extremo que parezca, no le causará daño; ahorrarse el esfuerzo de educarlo, de
corregirlo, de castigarlo si es preciso (Prov 23,13), sí que le causaría graves
consecuencias; el castigo físico no le matará, pero si le matará espiritualmente la falta
de corrección (Prov 23,14).

Hay que evitar las exageraciones al consentir y mimar a los


El lujo, las diversiones hijos, pues éstos acabarán avergonzando a sus padres (Prov
inmoderadas e 29,15.21), y si avergonzar es el antónimo de honrar, estamos
inconvenientes y los mimos,
ante una falta al cuarto mandamiento. Con sólo mirar
son el cáncer de nuestra
juventud..
alrededor, podemos encontrar no pocos ejemplos de tal
situación, por ello se considera nociva la actitud de los padres
J. A. PLANCARTE
que, por un amor mal entendido a sus hijos, no los corrigen
ni se atreven a infligirles el más mínimo castigo. Si un hijo se siente amado, con un
amor verdadero –no como quien es simplemente un hijo consentido– entiende que
se le corrige e incluso se le castiga por su bien. El recurso de los sabios a la disciplina,
argumenta a favor de la necesidad de que, frente a las conductas inadecuadas, hay que
poner ciertos límites, razonables por supuesto, pero límites al fin.

Es un gran beneficio tener padres


En Eclo 30,11 se anota un recurso que puede contribuir a
enérgicos e inflexibles en la
evitar tal desastre; el texto recomienda no darles autoridad
corrección de sus hijos. ¡Qué
mientras son jóvenes, es decir, no dejarles a su arbitrio, no
responsabilidad tan enorme la de
hacerse de la vista gorda ante sus errores, no cancelar todo
los padres consentidores, la de los
tipo de límites; la autogestión, que es indiscutiblemente
padres que por amor a sus hijos
no les castigan ni les corrigen..
encomiable, es progresiva, pues dejar que los jóvenes sin
J. A.. PLANCARTE
más ni más lo decidan todo respecto de sí mismos, sin

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4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

límite cual ninguno, no es precisamente autogestión. La corrección juega un papel


importante en la formación para adquirir la sabiduría.

4.5 DISPOSICIÓN PARA BUSCAR Y ADQUIRIR LA SABIDURÍA

La Escritura no pontifica acerca de que todo joven ha de ser un puer senex


(literalmente, niño – anciano, o sea, niño – sabio), pero ciertamente aspira a que los
jóvenes vayan saliendo de la inexperiencia –¿o nos permiten decir necedad? – propia
de esta etapa etaria de la vida, para ir adquiriendo la sabiduría que es, ante todo, un
don de Dios que hay que desear, buscar, alcanzar mediante el recurso a los vías
adecuadas, como maestros sabios que, en forma escolarizada o no, pueden señalar
el camino, y sobre todo, practicando la meditación, la oración, pues qué mejor
Maestro que Dios mismo.

4.5.1 Desear la sabiduría


El autor del libro del Eclesiástico no se limita a formular una exhortación sobre la
sabiduría, sino a lo largo de diecinueve versículos (Eclo 6,19-37) hará una amplia
reflexión sobre las bondades, dificultades, requisitos y conveniencia de esta riqueza
inmensa que es la sabiduría, por ello, en esta larga disertación, pretende señalar tres
aspectos:

♦ La necesidad de que exista el interés por alcanzarla (Eclo 6,18-27)


♦ Las ventajas que de ella se obtienen (Eclo 6,28-31)
♦ La indicación de los medios para lograrla (Eclo 6,32-37)

El interés por alcanzar la sabiduría (Eclo 6,18-27) se ha de


suscitar desde la época de la juventud. La insistencia de los
Hacer acopio, durante
Libros Sapienciales en que es desde la juventud que se ha
de dar esta orientación a la vida, es por razones obvias; es la juventud, de aquello que
en esta etapa etaria cuando se ponen los cimientos de la se quiere usufructuar
edificación de la propia historia; es entonces cuando se en le vejez.: :¿Sabiduría?
siembra la semilla y según sea ésta serán los frutos; es el ¿Tranquilidad? ¿Amor?
tiempo en que se marca la orientación, el rumbo, la dirección ¿Bienestar?
en que se va a caminar de por vida. Cierto que esto no es Cf. Eclo 25,3
irreversible, fatal, pero la experiencia nos muestra cuán
decisivo es, para el resto de la vida, el tipo de intereses que
se cultivan en la juventud.

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4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

Lograr tal adquisición supone un esfuerzo sostenido, pues los frutos no se ven de
inmediato y ello puede llevar al desánimo; el autor sagrado compara este esfuerzo con
el del sembrador, que ha de arar y trabajar arduamente y ya después, disfrutar el fruto
de su trabajo (Eclo 6,19).

El joven que desee adquirirla se ha de esforzar en esta tarea, que no podrá ser realizada
por los negligentes, pues no serán capaces de soportar tan prolongado esfuerzo (Eclo
6,20-21), al cual renunciarán aún antes de haber comenzado; la dificultad de la empresa
es puesta de relieve por la cantidad de expresiones que al respecto anota el texto;

♦ cultivarla, fatigarse en su cultivo, v 19 El don de la


♦ cargarla, cuidarla, v 25 sabiduría es
♦ acercarse a ella, v 26 un excelente
♦ guardarla, defenderla, v 26 antídoto
♦ rastrearla, v 27 contra una
♦ buscarla, v 27 espiritualidad
♦ no soltarla, no olvidarla bonsái.
♦ no dejarla ir, v 27

Las ventajas que la sabiduría reporta (Eclo 6,28-31) superan con creces los esfuerzos
que por conseguirla se han de hacer. Ante todo, el gozo mismo de poseerla (v 28),
tanto mayor, cuanto más dura ha sido la lucha por alcanzarla (v 29-31).

4.5.2 Aprovechar los medios para alcanzar la sabiduría


En cuanto a los medios para alcanzarla (Eclo 6,32-37), la
indicación es buscar la ayuda de buenos consejeros, de Ser sabio implica tener la
maestros sabios que pueden compartir su experiencia; capacidad de transmitir lo
generalmente dicho perfil va unido a la edad avanzada, a aprendido a quienes lo
los ancianos, los cuales eran tenidos en la sociedad ignoran, gratuitamente, por
israelita como los más notables portadores de la sabiduría el mero gozo de compartirlo
(Eclo 6,32-36). Tener la disposición para consultar a quien Cf. Eclo 51,24-26
más sabe, para dejarse aconsejar, es signo de sabiduría, lo
contrario, es signo de necedad (Ecl 4,13-16).

El Eclesiástico recomienda también la meditación (Eclo 6,37), que hace que el


corazón se vaya compenetrando con la voluntad de Dios, con sus mandamientos, para
luego traducirlos en vida, lo cual es precisamente el sentido bíblico de la sabiduría.

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4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

Para orar, habrá que propiciar ciertos espacios de ocio y una actitud de sosiego, de
silencio, sin lo cual no se puede escuchar al Señor (Eclo 51,13-15). Por supuesto, no
basta con encontrar la sabiduría a través de la oración; habrá que ponerla en práctica,
en lo cual consiste la auténtica sabiduría, según la concepción que de ella tienen los
israelitas, como arte de vivir (Eclo 51,18-19).

Otra fuente de sabiduría es aprender a escuchar –incliné el oído– las enseñanzas de


quienes comparten lo que han adquirido y que, son por ello, dignos de gloria (Eclo
51,17). Saber callar y sabe escuchar, son signos de sabiduría (Eclo 32,7-10).

En expresión única en el AT, el autor habla de la invitación


que la propia sabiduría hace de acercarse a la oi;kw| paidei,aj Un futuro pleno y
(oiko paideias; casa de instrucción, escuela; Eclo 51,23), lo satisfactorio, fruto de
que supone un cultivo en sentido sistemático, bajo la guía de la sabiduría, se fragua
maestros del saber. No basta el aprendizaje empírico, no basta a golpe de cincel,
la sola experiencia, se necesita la dirección, la guía, de quien no a dinamitazos.
ya conoce el camino.

4.6 VIVIR CON SABIDURÍA

4.6.1 Actuar con sabiduría


Hay que insistir en que la sabiduría no sólo implica conocimiento, sino también y
sobre todo, comportamiento;

«¿Cuál es la sabiduría con que nosotros funcionamos? ¿Cuáles son los


principios y los hábitos que orientan nuestra acción y que expresamos por medio
de slogans, de refranes y de máximas? ¿Cuáles son nuestros maestros de
sabiduría, nuestros gurús confesados o inconfesados? Detrás de nuestras
convicciones hay toda una sabiduría, un arte de vivir y de comportarse».9

El libro de los Proverbios −que es una especie de refranero−, nos dice cuál es esa
sabiduría y señala que, enseñar a los jóvenes “ciencia y reflexión” (Prov 1,1-7), implica
enseñarles todos los rasgos de la sabiduría y las actitudes que requiere:

9
EQUIPO «Cahiers Evangile». En las raíces de la Sabiduría. Cuadernos Bíblicos 28. Verbo Divino.
Estella 19874. 62.

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4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

RASGOS COMO: ACTITUDES DE:


disciplina; v 2 conocer; v 2
entendimiento; v 2 discernir, entender; v 2
justicia; v 3 adquirir; v 3
equidad; v 3 ser prudente; v 3
rectitud; v 3 dar; v 4
prudencia; v 4 escuchar; v 5
conocimiento; v 4 crecer; v 5
sagacidad; v 4 aprender; v 5

La síntesis de este elenco sería: El principio de la sabiduría es el temor de Yahvéh


(Prov 1,7); temor que no tiene nada qué ver con el miedo, sino que ha de ser entendido
como respeto, reverencia, devoción filial, veneración; santo temor de no serle fiel, de
no vivir nuestra vida según sus planes, de ofenderle, temor de no amarle como merece.

Esta sabiduría es pues, no sólo conocimiento de las reglas, prescripciones,


mandamientos; también y sobre todo, se trata de asumirlos como normas de vida,
practicarlos, traducirlos en conductas adecuadas. La rectitud moral es signo de que se
es sabio.

4.6.2 Honrar el don de la palabra que ha recibido


Se puede decir que el hombre es tal, en cuanto que habla – escucha; honrar el don de
la palabra que como seres humanos hemos recibido, implica ser conscientes de que el
uso de la palabra, si bien nos permite expresar la riqueza de nuestras emociones, no
pocas veces se reduce a un parloteo insustancial, irreverente y hasta grosero, lo cual
nos muestra que es un ámbito en el que fácilmente se pierde el control.

Signo de necedad, de falta de sabiduría, es la devaluación de


la palabra, que prima hoy en no pocos ambientes, entre ellos, El derecho de
el juvenil. Hay jóvenes a los que sólo les falta decir: Cómo
expresar los propios
me molesta que hables cuando te interrumpo. Pareciera que
lejos de ver en la palabra un don que nos permite entrar en pensamientos
contacto con los demás, enriquecerlos con nuestra implica, primero,
comunicación, intercambiar la riqueza de la sabiduría que tener pensamientos
hemos adquirido, se ve en ella un medio para enmascarar la propios.
propia identidad, los propios anhelos y deseos, a veces no
muy dignos.

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105
4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

La Escritura muestra lo valioso de la discreción por una parte y de la elocuencia por


otra, como formas de sabiduría, asumiendo la capacidad de comunicación como un
don y no como un mero impulso. Ejemplos abundan en la Escritura:
♦ Ana, madre de Samuel, cumple la promesa hecha a Yahvéh de consagrarle al
hijo que le diera; 1Sam 1,10-11.21-28
♦ Elihú, el joven sabio que establece un diálogo con Job, controla su
temperamento revolucionario, que encauzó hacia la participación en la
situación que está presenciando, hablando con franqueza; Jb 32,9-20
♦ Timoteo, joven encargado de la comunidad de Éfeso, recibe de Pablo, su padre
espiritual, la valiosa recomendación de evitar las discusiones necias y
estúpidas, que sólo ocasionan altercados; 2Tim 2,23 (9.1.8; p )

4.6.3 Evitar conductas de riesgo


Justamente en el polo contrario de la búsqueda de la sabiduría de la que hemos venido
hablando, están ciertas aspiraciones juveniles que bien podrían considerarse como
conductas de riesgo, pues de ser incorporadas en el perfil de los jóvenes, darían al
traste con su futuro.

4.6.3.1 ¿Chicos borderless?


La Escritura, a riesgo de parecer intolerante, muestra que hay un orden social, moral
y religioso, y propone una vida capaz de asumir que hay límites, pero que éstos,
lejos de ser fuente de frustración, son señalamientos que facilitan el acceso a la
plenitud. Ni el hedonismo, que desemboca en la intemperancia, ni la ausencia de
límites, son sinónimo de felicidad, ni por lo tanto, de sabiduría.

El libro de la Sabiduría habla sobre la forma en que piensan los necios, acerca de la
actitud que han de asumir frente a la existencia: Vengan, pues, gocemos de los bienes
presentes, aprovechémonos de todo con ansia juvenil10 (Sab 2,6). Hay que hartarse de
vino –y de los placeres de la mesa que conlleva–, llenarse de perfumes, divertirse
hasta el delirio, hacer de la vida una –¿desordenada?– fiesta permanente que se torna
en orgía como principal ocupación, antes que la juventud se pase, dejando constancia
de sus excesos (Sab 2,7-9); la falta de límites se confunde con la realización personal.

10
Esta expresión evoca inevitablemente el texto de Is 22,13: Comamos y bebamos que mañana
moriremos, y aquélla, idéntica, reseñada por San Pablo cuando arguye a los corintios a favor de la
resurrección: Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos que mañana moriremos (1Cor
15,32).

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106
4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

A la larga, su frustración se torna agresión y los necios manifiestan sus malévolos


proyectos –aunque más tarde tendrán que reconocer que dichos proyectos fracasaron
(Sab 5,4-13)–; se disponen a usar la fuerza como ley,11 para maltratar a los pobres, a
los ancianos,12 a las mujeres indefensas;13 hacer la guerra a quien, con su vida
digna, se constituye en un reproche para la propia conducta, o a quien fastidie con
su reprensión y eche en cara las faltas a la educación recibida (Sab 2,6-12).

¡Que lamentable actitud ante la vida! ¡Qué falta de sabiduría! Y más lamentable aún
la alusión a la juventud que en este contexto se hace, como quien considera que la
nefasta conducta descrita, es propia de esta etapa de la vida. ¿Tienen
razón? ¿Todos los jóvenes son chicos borderless, incapaces de BORDERLESS
respetar los límites que señala la Ley dada por Dios, que nos insta a Sin límites
llevar una conducta moralmente correcta, en consonancia con su
dignidad humana –y habría que añadir, en consonancia con su identidad cristiana–?
Si el placer se constituye en un absoluto, entonces el quebranto de todo límite va
implícito y las conductas borderless se enseñorean del hombre, no para darle una
libertad sin límites, sino para esclavizarlo precisamente por falta de límites.

Cierto que un tema que resulta por demás inoportuno e incluso molesto para los
jóvenes, es el de los límites; si por ellos fuera, no existirían normas, criterios ni
autoridades que señalaran los límites que no se han de franquear, sobre todo por lo
que respecta a la experiencia del placer, del disfrute de la vida y las delicias que ella
ofrece.

Pero hablar de límites no significa de ninguna manera hablar de exclusión, de


frustración, de aburrimiento. De hecho, en Ecl 11,9 el autor prácticamente invita a
los jóvenes a buscar la felicidad, la alegría (Ecl 2,10; 3,12.22; 5,18-19; 9,7), lo cual
implica el disfrute del placer y de los deleites de que tanto gusta el hombre, sobre todo
cuando se es joven, lleno de vitalidad y el cuerpo está en óptimas condiciones. Y para
ello ha de seguir, ni más ni menos, que los impulsos de su corazón y lo que es un
incentivo para sus ojos,14 lo que le cause gozo, ilusión, placer, y exhorta a ello

11
La crueldad va frecuentemente unida a una vida de libertinaje y liviandad; Sab 12,10.
12
La veneración a los ancianos era parte importante de la tradición israelita: Lv 19,32; Prov 16,31;
20,29.
13
Se enlistan las personas que expresamente estaban protegidas por la Ley: Ex 22,21; Lv 19,32; Dt
10,18; 14,28-29; 16,11.14; 24,17.19.20.21; 26,12.13; Is 10,2; Jr 22,3; Ez 18,11; 22,29.
14
Esta recomendación contradice la forma en que, en general, se refiere la Escritura al hecho de ir
tras los propios apetitos: Apartad de vosotros los deseos del corazón y de los ojos que os seducen;
Num 15,39 (cfr. Job 31,7-8; Eclo 5,2). Sin embargo aquí –insistimos– el disfrute se enmarca en
el proyecto de Dios, lo cual supone que no se ha de convertir en un atentado contra la propia
dignidad.

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107
4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

utilizando ni más ni menos que cuatro imperativos: alégrate (11,9a); sigue (11,9b);
ten presente (11,9c); aparta (11,10a); aleja (11,10b):

Alégrate, muchacho, mientras eres joven, y que tu corazón sea feliz en tus años
juveniles. Sigue los impulsos de tu corazón y lo que es un incentivo para tus
ojos; pero ten presente que por todo eso Dios te llamará a juicio. Aparta de
tu corazón la tristeza y aleja de tu carne el dolor, porque la juventud y la aurora
de la vida pasan fugazmente. Ecl 11,9-10

Pareciera una invitación a la intemperancia, al desorden, al hedonismo, lo que


obviamente contradiría la doctrina tradicional, lo dicho en otras enseñanzas de la
Escritura (Prov 23,19-21), como en Sab 2,6, pasaje que acabamos de comentar; pero es
justamente la falta de límites lo que hace que aquella actitud sea condenable, mientras
que aquí se presenta como recomendable. Por ello, a la encarecida invitación a la
alegría, el autor añade: Pero… y aquí viene la cuestión de los límites: Pero ten
presente que por todo eso Dios te llamará a juicio (Ecl 11,9c). Disfrutar de la vida y
sus placeres es legítimo, es saludable, es incluso necesario para el bienestar
psicológico, pues la vida no puede ser sólo dolor, sufrimiento y privaciones; pero de
ahí a caer en los excesos, haciendo del placer el único sentido de la vida, el criterio de
valor de las cosas y de los acontecimientos –lo que no causa placer, no tiene ningún
valor–, con toda la secuela de desajustes que conlleva, implicaría no sólo ser un simple
epicureísta,15 sino sobre todo, perder de vista que Dios mismo ha fijado unos límites,16
en orden a no acabar atrapados en las redes de una vida desordenada; Él nos pedirá
cuentas de la forma en la que hicimos uso de los goces que puso a nuestro alcance;
la libertad no cancela la responsabilidad. No se trata tanto de disfrutar pensando que
Dios nos mira, sino en todo caso, disfrutar con nuestra mirada puesta en Dios.

La vida es esencialmente buena y resultaría invivible si se pretendiera que todo


disfrute y todo placer fuesen malos, en cualquier dosis y de cualquier índole. Por
supuesto que en el plan de Dios para el hombre está el que viva una vida deseable,
armoniosa, gozosa, aderezada con un placer inteligente –que no dé al traste con la
propia dignidad o la de los otros–, donde la felicidad no sea una quimera; así lo
sostienen otros textos de la Escritura: Hijo, trátate bien, conforme a lo que tengas
(Eclo 14,11); incluso aconseja: No te prives de pasarte un buen día, no se te escape la
posesión de un deseo legítimo (Eclo 14,14). ¿Acaso no Dios mismo es un Dios alegre

15
El epicureísmo es la doctrina de Epicuro (s. IV a.C.), que pone la suprema felicidad del hombre en
el placer de los sentidos, convertido así en un absoluto; no hay otra moral.
16
El primer límite impuesto por Dios al hombre fue en el paraíso, cuando les señaló el árbol de cuyo
fruto no debían comer.

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108
4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

y festivo? «Yahvéh tu Dios está en medio de ti, ¡un poderoso salvador! El exulta de
gozo por ti, te renueva por su amor; baila por ti con gritos de júbilo» (Sof 3,17).

Claro que todo esto ha de ser sin perder de vista que, en último término, la felicidad
plena sólo la vamos a encontrar en Dios; ciertamente cuando le veamos cara a cara,
pero también ahora, en la medida en que en nuestra vida Él ocupe el lugar que le
corresponde, el lugar que nuestro propio corazón anhela darle, pues como decía San
Agustín: Nos hiciste Señor, para ti, y nuestro corazón se sentirá insatisfecho mientras
no descanse en ti.17 De no ser así, la otra opción daría la razón al autor del libro del
Eclesiastés (también llamado Qohélet) que, en otro pasaje dice con aire pesimista
repite: vanidad de vanidades, todo es vanidad.18

4.6.3.2 La autoridad ¿proveedora de límites?


El asunto ahora es resolver la cuestión de a quién corresponde establecer los tan
necesarios límites, normas, criterios, lineamientos, que contribuyan a que los jóvenes
adquieran una conducta responsable, es decir, aprendan a conducirse con sabiduría.

Experiencia milenaria avala que las etapas de la niñez y


Lo que no se corrigió hoy, menos
juventud son el tiempo ideal para asimilar la educación que
se corregirá mañana […] los padres y maestros inculcan en sus hijos / pupilos; por
¿Creen ustedes que con la edad
ello, sin pretender que son los únicos protagonistas en esta
y los años entrarán más las
tarea, no cabe duda que los adultos19 juegan un papel
virtudes? Al contrario, se arraigan
más los vicios.
importante en la formación de las nuevas generaciones,
J. A. PLANCARTE carentes de experiencia, de lo cual nos habla la literatura
sapiencial. En Proverbios se anota que si el joven es
instruido oportunamente, a lo largo de su vida irá consolidando las enseñanzas
recibidas y cuando llegue a viejo, vivirá en coherencia con la sabiduría adquirida; la
educación se ha de dar a tiempo; más vale formar que reformar.

17
Confesiones de San Agustín.
18
«Qohélet quiere enseñar un arte de vivir. Una existencia vivida como una lucha, como una
conquista, como una carrera hacia el éxito, hacia el dinero, hacia el placer, hacia la gloria... acaba
irremediablemente en la decepción y el fracaso. De lo que se trata es de aprender a vivir. Es una
desgracia vivir en la oscuridad del sin-sentido, en un mundo que parece absurdo. El sentido de la
vida, o mejor dicho, del vivir no está ni en la riqueza, ni en el trabajo, ni en el placer: todo esto es
tan fugitivo como el vaho sobre el cristal. Para Qohélet, el vivir, en todas sus dimensiones es un
don gratuito ofrecido a todos» D. DORÉ. Eclesiastés y Eclesiástico. 13.
19
Si se considerara a los adultos como los únicos responsables de que los jóvenes se condujeran
adecuadamente, estaríamos cayendo en el ya mencionado adultocentrismo o bien en la imposición
de criterios establecidos por instituciones gerontocráticas.

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109
4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

Instruye al joven según sus disposiciones, que luego, de viejo, no se apartará


de ellas. Prov 22,6
No ahorres corrección al muchacho, que no se va a morir porque le castigues
con la vara. Prov 23,13

Sin embargo, no se ha de perder de vista que, incluso antes que la autoridad, el propio
sujeto es quien ha de fijarse los límites que su dignidad y sabiduría no le permiten
franquear.

II SEGUNDA PARTE: POSTMODERNIDAD Y JUVENTUD

4.7 LOS JÓVENES POSMO FRENTE A LA CUESTIÓN DE LA SABIDURÍA


La juventud actual pareciera haber colocado en el museo de antigüedades las
cuestiones relativas a la sabiduría; pensar en un joven sabio le ha de sonar a antinomia.
¿Y la escuela? Pues es para formar científicos, técnicos, cibernautas… ¿Quién dijo
que era para formar sabios? Pues vaya empobrecimiento de la educación. La
construcción del yo collage va por caminos ajenos a la sabiduría.

4.7.1 De la sociedad del conocimiento a la sociedad del sentimiento


La modernidad, en su terquedad por deificar la razón, la venerada diosa razón, se
había empeñado en rechazar toda forma de conocimiento que no pasara por su tamiz,
incluidas las formas tradicionales de sabiduría. Pero resulta que la razón no estuvo a
la altura de su reputación; surge la postracionalidad, con el rescate de otras formas de
conocimiento que, por contradictorias que parezcan, hacen su interpretación de la
parte de la realidad de la que se ocupan; el prestigio de la ciencia, la tecnología y la
intransigencia de la racionalidad han quedado en tela de juicio. No hay
pretensiones totalitarias en el conocimiento postmoderno, pues la verdadera verdad
es tan elusiva como subjetiva; se da el rechazo de un conocimiento de validez
universal y se pasa de la categoría de la verdad a la categoría de lo interesante, de lo
definitivo a lo tentativo, de lo objetivo a lo subjetivo, de lo absoluto a lo relativo; el
pesimismo respecto de la razón ilustrada se ha generalizado.

Del predominio de la razón, una vez desacreditada, se pasó al predominio del


sentimiento como forma de conocimiento; especialmente para los jóvenes, la
experiencia emocional es criterio de verdad; al grito de ¡Muera la razón y viva el
sentimiento! se desemboca en la ausencia de profundidad en el encuentro con cierto

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110
4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

tipo de saberes. El axioma clásico Pienso, luego existo dio paso al Siento, luego existo.
Si no me emociona, no me dice nada, incluso, no es verdad; la diosa razón fue
desplazada por la diosa emoción, y la sabiduría sigue brillando por su ausencia.

4.7.2 Caída de los metarrelatos como fuente de sabiduría


Se da el tránsito de los metarrelatos20 −cosmovisión integral, pensamiento
sistemático− a los microrrelatos −pensamiento pragmático, fragmentario, sólo
basado en experiencias−; aquéllos son desechados por su pretensión de ser una
justificación general de toda la realidad, de darle un sentido único, que lo abarque
todo y sirva a todos, pues la existencia humana es cada vez más compleja, y se vuelve
ingenuo querer darle una interpretación única, además de que es innegable que
algunos se han utilizado para unificar a las masas y encaminarlas hacia un proyecto
ideado por quienes detentan el poder. Se camina ahora hacia la deslegitimación de
esos paradigmas tenidos hasta entonces como intocables y al finiquito de dogmas
y creencias, evocando el nihilismo clásico. Los microrrelatos, en cambio, sólo aspiran
a dar sentido a un fragmento de la realidad, en consonancia con la fragmentación de
la vida tal como hoy se experimenta, por ello pueden, sin mayor problema, ser
cambiantes, rescindibles o incluso contradictorios; son sólo mini – utopías, o bien
mini – proyectos. De la uniformidad disciplinadora y
hasta totalitaria de los metarrelatos –que incluso, PALIMPSESTO
lamentablemente, sirvieron para justificar atropellos e Manuscrito sobre el que
injusticias–, se pasa al fomento de la heterogeneidad de se escribe una y otra vez,
los microrrelatos que a la larga, no dejan huella, haciendo borrando artificialmente
del hombre una trágica imitación del palimpsesto, sobre cada texto anterior
el que se escriben y se re–escriben múltiples en él escrito.
microrrelatos que nada tiene que ver con la sabiduría.

4.7.3 El endiosamiento del placer


En las diversas sociedades y en las diversas épocas, el placer ha jugado un papel más
bien relevante, hasta el punto de constituirse en un criterio de valor o incluso en un

20
Los metarrelatos clásicos pueden ser de tipo filosófico, político, religioso… y los hay positivos y
negativos: por ejmplo, es un metarrelato la creencia del poder omnímodo de la razón; el marxismo,
con su postulado de la lucha de clases; Freud, que propone el dominio del inconsciente sobre el
consciente; el liberalismo con su preeminencia del capital y la idea del progreso indefinido; y hasta
el propio cristianismo constituye un metarrelato, con su utopía del evangelio.

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111
4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

DEMIURGO demiurgo cultural. Y son precisamente los jóvenes quienes más


En la filosofía platónica, fácilmente han sucumbido ante semejante trastorno axiológico.
divinidad que crea
Cuántos jóvenes buscan obsesivamente el placer y la
y armoniza el universo.
gratificación y evitan a toda costa el dolor, la frustración, el
aburrimiento. Muchas de sus decisiones son tomadas en base a
estos parámetros, pues el placer se sacraliza, hasta convertirse incluso en el sentido
de la vida. Paradójicamente, se podría pensar que padecen síndrome de déficit de
deleite, pues nada parece satisfacerles. El tiempo se divide en dos categorías; el
tiempo del deber, de las responsabilidades familiares, escolares, laborales, eclesiales,
que resulta casi odioso, y el otro, el tiempo libre, del ocio dichoso. El embeleso que
ejercen la diversión y el entretenimiento pueden llegar hasta extremos obsesivos; el
sello de la aventura y la nocturnidad21 lo torna todo más interesante. Están
sobreestimulados, asediados por diversas formas de distracción y de evasión,
convertidas en herramientas del poder en turno, ofertadas especialmente por los
medios de comunicación, las redes sociales y la floreciente industria del ocio.

Si algún terreno resulta pantanoso para los jóvenes, es el relacionado con el placer
sexual. El despertar de la sexualidad va unido a la inseguridad en la forma como se
han de situar ante ella, al peligro de experimentarla como algo malo –moralmente
malo–, al riesgo de perderse en la embriaguez que sus excesos le reportan. La
Escritura tiene palabras sabias al respecto, palabras que han de ser situadas según las
distintas épocas, las diferentes concepciones del ser hombre y ser mujer, y los
múltiples influjos culturales.

La sexualidad es una fuente legítima de placer, que contribuye a la plena realización


del ser humano,22 pero cuando por la ausencia de inteligencia, de prudencia, de
fortaleza, de moderación, de disciplina, de responsabilidad, de juicio, en fin, de todos
esos matices que, en último término, son expresiones de sabiduría, acaba
esclavizándolo, pierde su legitimidad y se convierte en fuente de conflicto personal y

21
La noche ejerce una fascinación irresistible sobre los jóvenes; divertirse es muy importante, pero
si es de noche, qué mejor. La noche les permite liberarse del ojo vigilante de los adultos y poder
disfrutar a sus anchas de lo que desean hacer. De esto hablaremos más delante; cf. 18.10.
22
«Frente a la maraña de confusiones y pasiones que configuran nuestra sexualidad, la primera
cuestión que se plantea un católico serio no es: “¿Qué me está prohibido hacer?”, sino más bien:
“¿Cómo puedo expresar mi sexualidad de modo que, al mismo tiempo, afirme mi dignidad
humana?”. Y lo bueno es que no hay manera de afirmar mi dignidad sin afirmar al mismo tiempo
la dignidad del “otro”. Ese es el contexto en que nos movemos: “dignidad”. En ese contexto, hay
ciertas cosas que, según la doctrina de la Iglesia, no llevamos a la práctica porque vulneran nuestra
dignidad y perturban el ritmo de “dar y recibir”, que es lo que crea una verdadera comunión entre
los seres humanos». G. WEIGEL. Cartas a un joven católico. 156.

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112
4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

relacional.23 El placer sexual es un riesgo que los jóvenes han de aprender a


gerenciar, so pena de que, lejos de convertirse en fuente de realización, se convierta
en una dependencia que incluso lleve a perder lo más por lo menos. La sabiduría será
aquí un recurso indispensable.

4.7.4 La emoción como criterio de verdad


Cuestionada hoy la hegemonía de la razón científica y la existencia de la verdad
universal, se establece un nuevo paradigma cognoscitivo: la lógica del sentimiento,
de la emoción, de lo agradable, de lo apetecible. Resulta que los jóvenes no procesan
la información en la misma forma que las generaciones anteriores; la verdad pasa a
ser para ellos algo más experimental que proposicional, necesitan sentir para creer; la
emoción, siempre y cuando sea gratificante, se torna criterio de verdad, al punto que
prefieren las experiencias que las verdades. Vivir es sentir y mientras más
intensamente, mejor; la historia personal es tanto más valiosa cuantas más
experiencias relevantes se han vivido. Ello supone el tránsito de la verdad objetiva a
las verdades subjetivas, pero también abre a la sabiduría un cauce para llegar al
corazón de los jóvenes.

4.7.5 La cuestión axiológica


Se ha trastocado la cuestión axiológica, negando la posibilidad de que haya valores
universalizables o de que pueda haber una cosmovisión cristiana de validez universal.
Los nuevos sistemas de valores han sido desanclados de los valores universales,
objetivos; ahora no guardan una jerarquía entre sí, son más bien una especie de
amalgama, donde parece predominar lo provisional, lo transitorio, lo subjetivo, que
se afana por llenar el vacío dejado por la descanonización de los paradigmas
tradicionales.

Los jóvenes son testigos, e incluso protagonistas, de una nueva ingeniería


axiológica: nuevos valores irrumpen en escena, ganan terreno, se van
internalizando, mientras que otros, tenidos por intocables en cuanto pertenecientes a
la más rancia tradición, son preteridos, dejan de tener sentido, se consideran un lastre;
se cae en una confusión y/o inversión valoral. Sus nuevos asideros pseudovalorales
son: el amor entendido como erotismo, la verdad entendida como sinceridad, la
criticidad entendida como desprecio, la libertad entendida como ausencia de límites

23
Así lo muestra la historia del joven y la prostituta, narrada en Prov 7,1-27.

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113
4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

–ser chicos borderless– la amistad como derecho al usufructo del otro en beneficio
propio.

La asimilación acrítica de pseudovalores de culturas propias o extrañas acaba llevando


a prácticas no sólo ajenas sino incluso contrarias a los propios valores culturales y/o
religiosos; hay que utilizar la capacidad de juicio crítico –la sabiduría– para discernir
lo que, de la cultura en la que están inmersos, o de las culturas a las que la
globalización facilita hoy acceder, conviene o no conviene a la dignidad de las
personas.

4.7.6 Ausencia de silencio


Algunos jóvenes parecen huir del silencio y la interioridad como introspección, que
por efecto de la frivolidad en que se vive, se tornan mero aburrimiento. Prefieren los
señuelos mediante los cuales se les distrae de ese encuentro consigo mismos y, por
supuesto, de la posibilidad de crecer en sabiduría. Son extro-vertidos, están
vertidos, volcados hacia fuera, ajenos a sí mismos, a veces hasta el punto de quedar
vacíos; padecen una especie de alergia contagiosa ante preguntas serias que exigen
respuestas igualmente serias.

Se han de enfrentar a la precipitación vertiginosa y el ruido constante en que se vive


hoy, asumiendo una actitud de sosiego como medio para acceder a la auténtica
sabiduría (Eclo 38,24); esto les permitirá un clima adecuado para la oración, así como
para analizar y procesar las experiencias que han vivido y las circunstancias en que
se han visto inmersos.

4.7.7 Rol de la escuela


Si bien es cierto que la escuela sigue siendo determinante como agente socializador,
la educación, en el inmenso mercado de bienes y servicios característico del
neoliberalismo, se reduce a un simple mercado académico, de carácter elitista,
encaminado a la profesionalización y competitividad, dejando atrás los ideales de la
formación humanista y privilegiando las habilidades y destrezas sobre los
comportamientos; lo que cuenta son las aptitudes, no las actitudes, pues se ha caido
en al absurdo de que es el poder económico (FMI) el que manipula la escuela.

Sacudida por las convulsiones macrosociales, la escuela corre el riesgo de ser fuente
de exclusión y no de integración social. El conocimiento ya no está vinculado a ella
como su principal proveedor –el niño está expuesto a los medios masivos de

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114
4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

comunicación años antes de ir a la escuela–, pues el ciberespacio es un agente no ya


emergente, sino determinante en este terreno, aun cuando ingenuamente la escuela
cree que sigue siendo la fuente privilegiada de conocimientos, en aras de lo cual
descuida la formación holista de los educandos. Por otra parte, los padres de familia
descargan en la escuela responsabilidades que en realidad serían competencia de ellos
y no de la institución educativa.24

Conviene, además, superando la aversión hacia todo lo que proviene de los adultos,
que los jóvenes puedan aceptar que algunos maestros –no todos ciertamente– pueden
ser verdaderos maestros de sabiduría, de los cuales se puede aprender.

4.7.8 La palabra es considerada un mero convencionalismo social


Para ciertos jóvenes, las palabras son convencionalismos sociales cargados de
ambigüedades que no pueden expresar adecuadamente la verdad de la realidad, por lo
que, más que reflejar la realidad, la construyen. De aquí la simbiosis entre poder y
lenguaje, pues éste se torna en una eficaz herramienta que permite controlar,
definir, construir, asignar roles, y tantas otras formas de dominio, todo lo cual
justifica la desconfianza de los jóvenes en el lenguaje.

Se argumenta que el lenguaje moldea nuestro pensamiento, puesto que no puede haber
pensamiento sin lenguaje, y dado que el conocimiento está mediado por el lenguaje,
resulta que entonces no podemos conocer la verdad, la realidad objetiva ni, por ende,
hacer afirmaciones universales.

Sin desconocer ciertos elementos de verdad en estas afirmaciones, no podemos llegar


al punto de despreciar el don de la palabra, pues equivaldría a quedarnos sin recursos
para transmitir la sabiduría milenaria, patrimonio de la humanidad.

4.7.9 Infididelidad a la palabra dada


Dificultad que raya en la incapacidad para asumir compromisos duraderos, de largo
plazo, sostenidos por el empeño de la palabra dada. Hoy se es cortoplacista –rasgo

24
«Que la familia abandone en la escuela su responsabilidad educativa no depende de la escuela sino
de la familia. Pero no se puede negar el hecho empírico de que crecientemente muchos padres
“depositan” a sus hijos en los establecimientos educacionales para ganar el tiempo destinado a
ellos para la actividad productiva o profesional». P. Morandé. «La imagen del padre en la cultura
de la postmodernidad». 253.

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115
4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

distintivo de las emociones–, con cierta alergia a las exigencias radicales, con toda la
carga de inestabilidad que esto supone. Se afirma que los compromisos fuertes y
permanentes hacen vulnerables a las personas, pues engendran dolor y dependencia;
el miedo al compromiso se ha convertido en pánico y, la palabra dada, se ha
trivializado. De aquí que el matrimonio para toda la vida, con la “carga” que suponen
los hijos, e incluso la permanencia en la vida sacerdotal o en la vida religiosa, se torna
cada vez más difícil. Ahora los compromisos son sólo provisionales, blandos, sin
consistencia.

4.7.10 Información sobreabundante


El joven actual se encuentra atrapado en una cantidad abrumadora de información,
pero carece de un principio ordenador que le permita jerarquizarla, discernir entre lo
trivial y lo fundamental,25 pues le es presentada fragmentariamente y sin
profundización. La omnipresencia del internet, que nació primero que los jóvenes de
hoy, les ha dado a éstos una peculiar manera de estructurar su vida en torno a la red.
La capacidad para escuchar y seguir exposiciones y razonamientos parece cada vez
más limitada; la capacidad de atención, muy corta; al fin y al cabo lo que cuenta no
es el mensaje, sino la forma en que es presentado y el grado de influencia que logra
en el destinatario. Y para colmo, se puede confundir el exceso de información con
la sabiduría.

4.7.11 Confusión entre estar en las redes sociales y comunicarse


Nuestros jóvenes son hijos de la globalización de las comunicaciones, de la revolución
informática, del mundo digitalizado, de la cultura hacker, de la era electrónica, de la
sociedad del spot, del microchip, de la cibernética26; las tecnologías de la realidad

25
«Nos hallamos ante la saturación de información, un alud de noticias sin estructura axiológica que
nos hace perder el norte de lo importante y lo trivial; una difusión inmediatista y acelerada que no
le permite a la noticia durar y al destinatario reflexionar sobre ella; una proliferación de efectos
especiales y secundarios, que fragmenta, aproxima o aleja el objeto y le quita al sujeto la
posibilidad de ver con cierta distancia crítica el aspecto de las cosas. El resultado final es el
secuestro del acontecimiento, la imposibilidad de la reflexión, de la vuelta sobre las cosas,
impidiendo la recuperación de la secuencia de significados y erradicando el sentido». J. M.
MARDONES. «Modernidad y postmodernidad. Un debate sobre la sociedad actual (I)» 215.
26
El término cybernética proviene del griego kubernhtikh, (cybernetiké), que significa arte de
gobernar una nave, de aquí que se utilice el término navegar para referirse a la actividad de
acceder a la red. Nótese que la Real Academia de la Lengua Española la registra como cibernética
(con i latina).

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4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

virtual, que rápidamente van desplazando los medios considerados clásicos, como la
televisión, constituyen su hábitat, a pesar de su virulencia –¿cuándo se declaró la
netwar? ¿cuándo nos preparamos para las e-battles? ¿o para el ciberbullying?–.

Las redes sociales, más que de información, son fuente de interacción, por eso, fuera
de ellas – o mejor dicho, fuera de la sociedad–red constituida en netocracia como
poder paralelo –, su vida no tiene sentido; después de todo, ésta ha quedado reducida
a un reality show, a una selfie convertida en hipernews que, si no está en el face, o en
instagram no sucedió; la literatura ha sido sustituida por la twitteratura y la cibervida,
que sólo puede ser vivida en el cibermundo, en la iconósfera, donde su amigo más
íntimo es el mouse (bueno… ahora más bien su dedo, pues casi todas las pantallas son
touch).

Las consecuencias psicosociológicas –que por ahora planteamos sin connotaciones


morales– para estos habitantes del ciberplaneta son evidentes; entre otras, la
desterritorialización, producto de poder presenciar, a través de una pantalla, en
tiempo real, lo que sucede en cualquier parte del mundo; la destemporización, como
percepción del tiempo no como un continuo, sino como tiempo paralelo, sincrónico,
psicológico; o el hecho de que estos poderosos medios propician la formación de
ciertas estructuras mentales por donde luego transcurre el pensamiento.

Las redes sociales, con su ambivalente27 potencial, suelen propiciar que la


comunicación se reduzca a parloteo, aunque hay jóvenes que valoran su capacidad de
diálogo y sortean el riesgo de ser atrapados en las redes de la palabrería y en la
palabrería de las redes.

En las redes sociales ‒donde pareciera que la discreción brilla por su ausencia‒, les
resulta difícil establecer una conversación propiamente dicha, donde haya un
verdadero intercambio verbal entre dos personas, que resulte valioso, enriquecedor.
Se utilizan las redes para satisfacer la tentación de contradecir por sistema, en cuanta
ocasión sea posible, discutiendo cuestiones que incluso ni siquiera se conocen a fondo.

Y no se diga el uso de autodenigración que lamentablemene hacen algunos


adolescentes y jóvenes de estos recursos que, adecuadamente utilizados, son un
verdadera conquista de la humanidad.

27
Hablamos de ambivalencia de la redes, porque si bien encierran graves riesgos, son también una
riqueza gracias a la cual se han logrado avances inimaginables hasta hace un tiempo. Baste con
pensar qué hubiera sido de la humanidad sin la ayuda de las redes para enfrentar los horrores de
la pandemia del coronavirus, recién padecida. La escuela misma, obligada al confinamiento, sólo
pudo cumplir su encomienda gracias a la ayuda de la educación virtual.

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4. Estar dispuesto a buscar la sabiduría

4.7.12 Predominio de la imagen sobre la palabra


Se da hoy el absoluto predominio de lo audiovisual sobre lo discursivo, sobre la
palabra, privilegiando al homo videns, hasta llegar a la videocracia; las imágenes
holográficas, el rayo láser, las proyecciones en tercera dimensión –y hasta los
mensajes subliminales– han desplazado la palabra como principal medio para
transmitir verdades y principios. Todo un mundo que apenas hace unas décadas era
ciencia ficción y que, a los adultos (muy adultos) produce vértigo.

El asunto es que la sabiduría sigue teniendo como recurso preeminente la palabra,


lo que no significa prescindir de la imagen, sino no sobrevalorarla, hasta lograr el
desplazamiento de aquélla.

4.7.13 Deseos de aprender a vivir


A pesar de las circunstancias que les rodean, encontramos jóvenes que
verdaderamente desean aprender el arte de vivir, aprender a adquirir no sólo
conocimientos, sino sobre todo experiencias que enriquecen el diario caminar; buscan
espacios y encuentros que puedan darle un mayor sentido a su vida; buscan aprender
eso que llamamos sabiduría.28

ES CONVENIENTE,
DE VEZ EN VEZ,
AUDITAR NUESTRA VIDA,
PARA VERIFICAR CUÁN
SABIOS SOMOS

28
Si tuvieras que relacionar este tercer rasgo del perfil que proponemos −Estar dispuesto a buscar la
sabiduría−, con alguno de los valores de la Constelación de Valores de los Colegios Guadalupanos
Plancartinos, ¿con cuál lo relacionarías?

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