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III.1.

- El sabio y el sabichoso
El sabio es conocedor profundo y acucioso. Su tiempo tan costoso lo dedica
especialmente al estudio, a la observación, a la meditación…
Arriba a decisiones después de haberse informado profundamente y haber sopesado
suficiente lo que favorece y lo que desfavorece un cuestionamiento.
Considerable parte de su vida la dedica al conocimiento de sí mismo para ser justo
al juzgar las acciones de los demás y emitir juicios equilibrados relativos a cualquier
evento.
El sabio sintetiza sus discursos con la finalidad de expresar sólo lo esencial de las
cosas, sin muchos rodeos ni excesos de palabras. Es por eso que sus máximas o
sentencias concentran, en pocas palabras, lo que podría extenderse a libros y tratados
extensos.
El conocimiento del sabio tiene por raíz la bondad, la justicia, la unidad, la libertad
y la verdad, siendo sus ramificaciones las diversas utilidades que se cosechan en la
vida práctica que conducen a la realización plena del ser.
Es por eso por lo que los sabios desarrollan su actividad profesional como
consejeros, tanto de reyes como de personas corrientes.
El sabio, al vivir en paz y armonía consigo mismo, con el cosmos, se entrega al
servicio de su prójimo y de su sociedad, aconsejando, advirtiendo, prediciendo,
escribiendo, reflexionando…
En las actitudes, al sabio se le distingue por su humildad, fruto de la conciencia de
de su docta ignorancia, es decir, de saber no saber tantas cosas de sí mismo, del
mundo y de la trascendencia.
El sabichoso no es un estudioso serio y profundo. Al no dedicar su tiempo para
comprender y descifrar el ser, no posee conocimientos verdaderos en asuntos
esenciales, por eso puede destacarse más en las formas: en el lenguaje sofisticado y
confuso, así como en comportamientos llamativos y extravagantes.
Como no ha podido desarrollar de verdad su mundo interior, el sabichoso se
desborda en las exterioridades como muestra de su verdad y de su éxito. La
inteligencia del sabichoso sucumbe
El sabichoso es un pseudo-intelectual que habla y se escucha a sí mismo, sin estar
realmente presto a escuchar a los otros. Puede lograr persuadir, más no convencer
con argumentos válidos.
Es así que el sabichoso esta siempre dirigido hacia posiciones de poder y a la
acumulación de dinero y de cosas materiales como meta de la vida. Su quehacer se
desborda hacia el tener, en detrimento del ser y de la verdad.
Es por eso que al sabichoso se le encontrará comúnmente en las esferas políticas y
en carteles delictivos. Dentro de los ámbitos religiosos, el sabichoso se esforzará por
ascender y penetrar en los altos peldaños jerárquicos, desplazando a otros más
valiosos y de mayor formación.
El sabichoso es sabio en apariencia, está entrenado en el fariseísmo, la hipocresía, y
o, la ignorancia. El sabichoso aparenta saber lo que hace y lo que quiere, pero la vida
práctica lo defrauda y lo aplasta al final. Sólo hay que fijarse cómo en el tránsito,
por ejemplo, el que quiere rebasar a todos es alcanzado por todos en el próximo
semáforo.
En una sociedad influenciada por los sabichosos se empobrece la vida colectiva.
Se ha de inferir que las sociedades basadas más en la “sabichosería”, que en la
sabiduría y el conocimiento formalizado, no podrán pasar de ser subdesarrolladas y
serán eternas imitadoras de otras superiores; nunca podrán mostrar grandes
resultados.
En los estratos jerárquicos de las religiones se tiende a delegar la verdad eterna por
el “espíritu del tiempo”. No se acepta verdad alguna que pueda desalojar a los que
se consideran privilegiados del estatus quo, imponiéndose así el carpe diem (vivir el
momento) y las cupiditas naturalis (instintos) sobre los designios divinos que se les
ha confiado administrar. El coqueteo con los gobernantes y ricos desplaza a la
humildad.
El sabichoso está donde lo vean, quiere salir en las fotografías, en la televisión y en
Internet; escribirá para que aparezca su nombre y hablará en las reuniones, aunque
no tenga nada que decir.
PLATÓN argumentaba que, para que una sociedad alcanzara su finalidad de lograr el
bienestar y la felicidad de sus ciudadanos tenía que ser gobernada por sus sabios,
como la cabeza dirige al cuerpo. En caso de no ser posible directamente esta sociedad
del conocimiento, Platón propuso una sociedad regida por leyes, pero éstas deben
ser diseñadas por los más sabios, que de seguro no negociarán con el bien común,
pues el verdadero conocimiento incluye al sistema ético-moral.
La filosofía está entonces llamada a asumir una misión doble: por un lado, tiene
que enfrentar la pseudo-intelectualidad, para desenmascararla y deconstruirla; por
el otro lado, debe procurar erigir los cimientos de un discurso que realmente
explique, analice, clarifique y trascienda los hechos.
III.2.- ¿Qué es la sabiduría? Generalidades
” El que escucha la sabiduría tendrá un juicio acertado,
el que la obedece estará seguro.”
SIRÁCIDES 4, 15
La sabiduría no es un conocimiento cualquiera, sino un saber acerca del sentido de
sí mismo y de las cosas con las que se convive para un actuar acertado
El sabio valora y enjuicia toda realidad a la que accede en el espacio y el tiempo,
ya sea desde la luz eterna de sus creencias, o desde los parámetros fijos de la razón
(de su razón), o desde una combinación de ambos paradigmas, que es lo más
común. Su pretensión se dirige a la inteligibilidad, es decir, a establecer el valor
probablemente estable y constante de las cosas más indispensables para la raza
humana, incluyendo a ésta y a sus acciones, de manera primordial.
Con la sabiduría se reconoce el lugar, el tiempo y el rol asignados a determinados
fenómenos, acciones y procesos, en las interdependencias de ellos y en la jerarquía
axiológica en que se manifiestan. Ese “reconocer” conduce al sabio, tanto al
comportamiento correcto como a expresar las palabras adecuadas en determinadas
situaciones de la vida. En efecto, el sabio se esfuerza incesantemente por determinar
la convergencia entre el pensamiento y la acción.
La sabiduría, al integrar la intuición y las experiencias vitales al conocimiento,
aporta a éste cualidades diferentes y más complejas que la mera cientificidad, basada
en observar, describir y concebir hipótesis para verificarlas o reprobarlas, según
reglas establecidas por el método científico. No todo conocimiento es sabiduría.
Saber actuar negando los principios podrá ser conocimiento, pero jamás sabiduría.
Se infiere que el lenguaje sapiencial es cósico descriptivo, pero también alegórico,
metafórico y anecdótico, comunicando informaciones y mensajes que podrán
descifrar sólo los que los reciban con la justa disposición del espíritu.
La sabiduría, como forma específica de trascender el conocimiento y como género
literario, es común a las grandes civilizaciones orientales antiguas. A través de ella
se expresa el sentido de las cosas humanas en refranes, proverbios, aforismos, etc,
pero con contenido inagotable para dar consejos, aclarar, advertir, enseñar, describir,
criticar o sencillamente reflexionar.
En una etapa posterior, la sabiduría comenzó a especular sobre los principios del ser,
transformándose así en filosofía, la cual, según su etimología como “amor a la
sabiduría” sigue ligada al ámbito sapiencial.
Dado que la literatura sapiencial se refiere al mundo y al ser humano, en un sentido
general, ella posee un carácter internacional que hace que pueda ser adoptada por
diferentes pueblos y culturas. La filosofía, en cuanto a su base sapiencial, representa
un ámbito natural y racional para el diálogo y el entendimiento humano. Este rol no
puede ser sustituido por ninguna ciencia particular.
En la India, Gautama BUDDHA (ca. 560-480 a.C.) destacó la dinámica del
sufrimiento, del dolor y señaló el camino de la liberación del ser humano de éstos.
Según Buda, los dos extremos que conducen al sufrimiento y que el monje debe
evitar son la entrega al placer y a las pasiones y la entrega a la auto-tortura. Ambas
entregas no conducen a la meta humana. El camino de los ocho miembros que
conduce a la meta es el de la noción correcta, el pensamiento correcto, el hablar
correcto, el actuar correcto, la vida correcta, aspiración correcta, vigilia correcta y
recolectar correcto.
La sabiduría China fue muy variada, pero siempre centrada en aspectos humanos y
políticos. Entre los sabios chinos están: LAO TSE (ca. Siglo VI a.C.) y su doctrina
del Taoismo, del verdadero camino que enseña a actuar pasivamente, porque
mientras más leyes hay, aumenta también la cantidad de pillos y ladrones, por lo
tanto, dice el sabio: “Yo no hago nada y el pueblo se transforma por sí solo; yo me
mantengo tranquilo y el pueblo encuentra la medida, me quedo sin actuar y el
pueblo alcanza el bienestar, me quedo sin deseos y sin ansias y el pueblo alcanza la
sencillez y la naturalidad
Otro sabio chino fue MO TI (ca. 476-390 a.C.) el cual enseñó sobre la utilidad del
amor mutuo entre los seres humanos. Para MO TI toda miseria, guerra, infelicidad y
odio tienen su origen en la falta de amor mutuo. Es necesario el amor mutuo global
y general para acabar con toda guerra o miseria. Para alcanzar ese amor y la
solidaridad general, tiene cada cual que contemplar a los demás pueblos como si
fueran el propio, a cada familia como la propia y a cada persona como a sí mismo.
El Maestro chino MONG TSI (ca. 372-289 a.C.) defendió la postura que la naturaleza
humana es buena en sí. Los instintos naturales contienen los gérmenes del bien.
Hacer el mal no se corresponde con la naturaleza humana. Toda persona lleva
consigo los sentimientos de compasión y de vergüenza hacia lo malo. También lleva
los sentimientos de respeto, de honra y de discernimiento. El que busca estos
sentimientos los encuentra, el que no los procura los pierde. De ese modo el grado
de perfección alcanzado por cada uno es fruto del esfuerzo propio.
DAXUE resalta el camino de la tranquilidad y de la reflexión para poder llegar a la
meta de la vida. Así como las cosas tienen raíz y ramas, todo trabajo tiene comienzo
y fin. El que reconoce lo que fue antes y lo que será después, se acerca al camino
recto.
Si el conocimiento se encuentra en lo más alto, entonces los pensamientos son
verdaderos. Si éstos son verdaderos, entonces estará la conciencia recta. Si tenemos
la conciencia recta, entonces se forma la personalidad. Si la personalidad se forma,
entonces se ordena la casa. Si la casa está ordenada, entonces podrá ordenarse el
Estado. Si el Estado esta ordenado, entonces podrá el mundo vivir en paz.
LIU AN enseña que la verdadera naturaleza es la estrella polar del ser humano. Si el
ser humano logra conocerse a sí mismo, entonces podrá entender los sentimientos
ajenos. De no lograr ese conocimiento de sí mismo, se muestra inquieto y vive en
confusión. Así su actuar será desordenado.
El que vive de los instintos se descontrola porque desconoce su naturaleza verdadera
y pierde el camino recto, según LIU AN.
entre los Siglos 7 y 6 a.C. la sabiduría de los “siete sabios” se expresaba de la forma
siguiente:
CLEOBULO de Lindos dijo: Mesura es lo mejor. Respeta a tu padre. Es mejor escuchar
que mucho hablar. Hay que dominar las pasiones y los deseos. No conviene hacer
nada con violencia. Hay que educar a los niños. Hay que ver al enemigo del pueblo
como un verdadero enemigo. Cásate según tu condición, pues si eliges a alguien de
más alta alcurnia te ganas a un jefe, no a un familiar.
El sabio SOLÓN de Atenas dijo: No hagas nada en demasía. Huye del placer, que el
dolor engendra. No consigas amigos rápidamente y los que has conseguido no los
despidas rápido. Si aprendiste a obedecer aprenderás a mandar. Aconseja a los
ciudadanos, no lo más agradable, sino lo mejor. Infiere lo invisible de lo visible.
CHILÓN de Esparta dijo: Conócete a ti mismo. Ve despacio a los banquetes de tus
amigos, pero rápido a sus sucesos trágicos. Honra a los mayores. Considera
bienaventurados a los muertos. Domina la pasión. Obedece las leyes.
TALES de Mileto dijo: No te hagas rico de mala manera. No copies lo malo de tu
padre. Puedes esperar de tus hijos en la vejez el mismo amor que diste a tus padres.
El que no se domina se hace daño a sí mismo. La falta de formación es una carga
incómoda. Mantén la medida en todo. Es mejor que te envidien a que te
compadezcan.
PITACO de Lesbos dijo: Es difícil ser noble. Debes reconocer el momento adecuado.
No expreses tus planes, porque si fracasas se reirán de ti. No hagas lo que ves mal
en otros. No consueles al fracasado, pues sobre él posa el castigo divino. Segura es
la tierra, inseguro el mar. Consigue y conserva todo lo que te pertenece.
BIAS de Priene dijo: En su mayoría, los seres humanos son malos. Pon lentamente
las manos, pero sostén lo que has agarrado. Odia hablar rápido para no cometer
errores, pues lo que sigue es el arrepentimiento. Piensa en lo que haces. Escucha
mucho, pero habla sólo lo adecuado. Coge si tú has convencido, pero no si has
violentado. Pon a los dioses como causa del bien que haces, no a ti mismo.
Por último, PERIANDRO de Corinto dijo: Esfuérzate por el todo. La tranquilidad es
algo precioso. El forcejeo es engañoso. Las ganancias mal habidas son algo amoral.
Debes ser mensurado en la dicha y prudente en la desdicha. La honra de tus padres
es honra para ti. Mantente igual con los amigos, tanto en la dicha como en la
desdicha. Usa leyes viejas, pero pescado y carne frescos.
Al igual que las demás sabidurías de otros entornos culturales, los indios americanos
pensaron que era prudente escuchar a quien habla, sin interrumpirlo y aún piensan
que para vivir bien hay que buscar el silencio y se precisa de la observación
penetrante del mundo, de los animales y de los seres humanos. Es sólo después de
haber observado lo suficiente que se debe actuar.
“La gente debería pensar en sus palabras como si fuesen semillas. Deberían plantarlas,
y luego permitirles crecer en silencio. Nuestros ancianos nos enseñaron que la tierra
siempre nos está hablando, pero que debemos guardar silencio para escucharla.”
Por último referimos algunas sentencias sabias de los indios americanos:

“Nos movemos hacia adelante y nos transformamos en aquello en lo que pensamos.


¿No es hora de que nos detengamos a pensar en qué pensamos?”
Donm Coyhis, Mohicano

“Ten paciencia, muchacho. Mira a tu alrededor. Comprende quién eres, de dónde vienes y
por qué y adónde vas. Comprende que el tiempo está de tu lado y que el hecho de que alguien
haya inventado un reloj no te obliga a apresurarte en la vida. Si comprendes eso, sabrás cómo
usar el tiempo. Por lo tanto, la vida ya no es un problema. Hoy ya no es un problema. Nada
es un problema, porque tú comprendes que el tiempo no existe.”
Russel Means, Lakota
III.3.- El silencio docto de la sabiduría
El silencio del sabio es un acto de humildad de la docta ignorancia, que está pronta
a reconocer que hay muchas cosas de las que no sabe y que lo que sabe será siempre
insignificante e ínfimo con relación a lo que ignora.
JESÚS de Nazaret, por ejemplo, duró sus primeros treinta años en el anonimato,
en preparación, para luego, en sólo tres años, convertirse para todos los
tiempos, en un paradigma imponente que nadie puede pasar por alto.

En el libro de los Proverbios dice: “Hablando mucho no se evita el pecado,


quien domina su lengua es prudente y perspicaz.”

El silencio es para LAO TSÉ la gran revelación, porque mediante éste se nos hacen
inteligibles las esencias.
CONFUCIO describe a la persona instruida, eminente y noble como aquella que
primero piensa y luego habla como actúa. Es así como el sabio tendrá pocas
contradicciones al hablar y tendrá poco de que arrepentirse al actuar.
La acción y el pensamiento se relacionan íntimamente, de modo que, como dice el
refrán popular: “Si no haces lo que piensas, terminarás pensando lo que haces.”
Las palabras sólo son dignas de ser pronunciadas cuando nos ponen en contacto con
las esencias del mundo, de la vida y del ser humano. El sabio comunica verdades
argumentadas, ya vividas y reflexionadas
La escucha activa de los demás puede revelarnos una dimensión sagrada del ser
humano, que es, a la vez, grandeza y pequeñez, abismo y felicidad.
La libertad, tan apreciada por el ser humano, sólo puede resultar del silencio, del
estar consigo mismo. No es libre quien depende de otros, por eso la libertad es
proporcional a la capacidad de concentración en el silencio.
Pero el silencio del sabio no conduce a la atomización, individuación absoluta o al
ipsolicismo de un ipso esse subsistens (ser que existe en sí mismo), ni al rechazo de
la comunicación ni a la negación del discurso.
Por el contrario, si la sabiduría se oculta no sirve a la vida

La finalidad de la sabiduría es la sociedad, pero sus palabras son confiables. Su


compromiso es con la verdad, con lo justo, lo bueno, con la unidad y con la
libertad; primero para sí mismo, luego, también para los otros.
III.4.- Tesis sobre el amante de la sabiduría
1. El filósofo está entre los paradigmas de personajes que menos se dejan sentir
en los medios de comunicación públicos, de masa, porque en ésta predomina
el negocio, la imagen, el bullicio y la apariencia, mientras que él busca la
esencia.
2. El papel del filósofo va siendo sustituido por pseudo-intelectuales al cerrar los
espacios para el pensamiento realmente crítico, libre y profundamente ético,
pues esto se vende poco.
3. En sus expresiones políticas y religiosas, el filósofo es capaz de escuchar, de
analizar y es conciliador, dando al pensamiento de cada cual su justo lugar y
su merecido valor.
4. No es filósofo todo aquel que impresiona las masas con las máximas de los
sabios, sino el que se esfuerza por superar la distancia entre el discurso y la
práctica.
5. A todo verdadero filósofo le llega el momento de dejarse sentir en la sociedad,
pero sus reflexiones sólo fermentan y perduran si las ha madurado lo suficiente
y las ha convertido en filosofía de su propia vida.
6. El filósofo es tanto más necesario para la sociedad, cuanto más caóticas y
desordenadas sean las instituciones y las relaciones sociales, pero es
precisamente ahí donde menos participación se le facilita.
7. Aunque la filosofía sea concebida como “un arte sin pan”, en situaciones
normales de la sociedad, el filósofo desarrolla actividades que le aseguran el
sustento material con una vida digna.
8. Verdaderos filósofos no estarán quejándose constantemente de las desventajas
de su profesión, pues la eligieron conscientemente.
9. Para que se valore al filósofo en su sociedad, deberá desarrollarse una
dinámica de producción filosófica, capaz de trascender las propias fronteras
nacionales, que represente y dé prestigio a la nación, mediante la eficacia en
su tarea concientizadora.
10.El filósofo, mientras mayor grado académico posee y mientras más amplia es
su formación, tanto más humilde, sencillo y tratable será. Él encarna una
reserva moral y ética, tanto para la sociedad como para el Estado y sus
instituciones.
Estudiante: Arlet Rodríguez. Matrícula: 100645625

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