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Gisbert
Husemann
LA
CONSTRUCCIÓN
DEL
CORAZÓN
Y
LA
ESCTRUCTURA
DE
LA
PIEDRA
FUNDAMENTAL.
Conferencia
dada
el24.10.1992
Cuando
en
la
Navidad
1923
se
refundó
la
Sociedad
Antroposófica,
se
le
ha
otorgado
un
fundamento
espiritual.
Este
fundamento
se
vinculó
a
la
publicación
de
la
trimembración
fisiológica
(1917)
y
sobre
la
misma
se
edificó
el
fundamento.
La
trinidad
física
en
su
carácter
transitorio,
se
constituyó
en
símbolo
con
respecto
a
la
imperecedera
trinidad
espiritual
de
la
imagen
originaria.
El
congreso
duró
una
semana,
desde
el
25
de
diciembre
de
1923,
hasta
el
1ro
de
enero
de
1924.
De
esta
manera,
la
piedra
fundamental
se
ha
metamorfizado
siete
veces.
De
esta
manera
se
han
generado
los
siete
ritmos.
El
27
de
Diciembre
se
ha
señalado
brevemente,
que
los
ritmos
inducen
“a
avanzar
paulatinamente
y
de
manera
espiritual,
a
la
estructura”.
Esta
misión
estaba
dada
a
través
de
la
conferencia.
Como
punto
de
partida
servían
las
siguientes
relaciones
numéricas:
“De
lo
que
empero
depende,
es
la
relación
de
1:3:7:12.
Al
considerar
la
relación
entre
sí
de
estos
números
a
modo
de
relación
tonal,
en
la
cual
imaginamos
que
un
tono
en
un
determinado
tiempo
realiza
tres
oscilaciones,
otro
en
el
mismo
tiempo
siete
oscilaciones,
y
otro
más
doce
oscilaciones,
entonces
en
estos
números,
tenemos
expresado
la
relación
aquella
que
en
música
espiritual
brinda
la
relación
de
yo,
cuerpo
estral,
cuerpo
etérico
y
cuerpo
físico:
Yo=
1
Cuerpo
astral=3
Cuerpo
etérico=7
Cuerpo
físico=12
(g
A
101)
Esta
relación
numérica
la
seguimos
en
la
configuración
del
corazón
hacia
abajo
dentro
del
cuerpo
y
desde
allí,
en
configuración
puramente
espiritual
hacia
arriba,
hasta
la
piedra
fundamental.
En
el
organismo
de
los
doce
miembros
de
los
órganos
sensorios,
se
expresa
la
perfección
del
cuerpo
físico.
El
es
quien
ha
pasado
por
el
mayor
tiempo
evolutivo.
Las
especies
animales,
configuradas
en
lo
corporal
según
los
órganos
sensorios,
pueden
ser
clasificados
y
ordenados
en
doce
grupos.
Y
en
el
corazón
podemos
volver
a
encontrar
las
cifras
indicadas,
como
expresión
de
determinadas
fuerzas
plasmadoras
en
diferentes
configuraciones.
Como
médicos
estamos
habituados
a
tomar
en
cuenta
que
la
cantidad
de
los
latidos
del
corazón
son
síntomas
de
diversos
estados
del
cuerpo,
que
se
reflejan
en
los
números
del
pulso
y
de
los
latidos
del
corazón.
En
el
estado
febril
están
elevados,
así
como
también
al
cabo
de
esfuerzos
físicos.
Otros
estados
disminuyen
la
cantidad
de
los
latidos.
El
susto
paraliza
los
latidos
cardíacos,
que
pueden
llegar
hasta
la
detención.
Del
lado
derecho
del
corazón,
entre
aurícula
y
ventrículo,
se
encuentran
tres
valvas
de
la
válvulas
de
la
válvula
cardíaca.
En
el
lado
izquierdo
son
dos
valvas
de
la
válvula
entre
aurícula
y
ventrículo.
En
la
aorta
y
en
al
arteria
pulmonar,
en
cada
vaso
se
encuentran
tres
válvulas
sigmoideas
aórticas.
Las
cuatro
válvulas
cardíacas
de
las
cuales
se
está
hablando
habitualmente,
forman
aquí
once
partes
diferenciadas
con
exactitud
mayor,
de
la
siguiente
manera:
3
valvas
de
válvula
pulmonar,
lo
cual
son
4
válvulas,
con
11
partes
de
válvula
que
con
cada
latido
se
cierran
y
se
abren.
Estas
once
válvulas
han
sido
definidas
en
sus
funciones
en
estados
de
salud
y
en
estado
de
enfermedad
por
la
fisiología
y
la
patología
su
cantidad
como
tal
no
posee
importancia
para
la
medicina
oficial.
Durante
la
época
evolutiva
previa
al
parto,
todas
estas
válvulas
aún
no
poseen
su
posterior
función
e
importancia,
que
comienza
recién
con
el
inicio
de
la
respiración
pulmonar.
En
cambio,
otra
válvula,
entre
las
dos
aurículas,
posee
una
gran
importancia
en
la
época
del
desarrollo
con
anterioridad
al
parto,
que
finaliza
con
el
parto.
Esta
válvula
que
está
adyacente
al
tabique
inter
auricular,
se
encuentra
de
manera
vertical
con
respecto
a
las
demás
válvulas
mencionadas.
A
través
de
esta
abertura,
la
sangre
puede
sortear
al
pulmón,
que
aun
no
puede
respirar.
Por
lo
tanto,
la
sangre
fluye
sorteando
al
pulmón
y
desde
la
aurícula
derecha,
entre
directamente
a
la
aorta.
La
recepción
del
oxígeno
se
cumple
a
través
del
cordón
umbilical
desde
la
placenta
desde
la
madre.
Con
el
primer
respiro
al
cabo
del
nacimiento,
esta
válvula
se
cierra
de
modo
tal
que
de
golpe
las
otras
once
válvulas
adquieren
un
nueva
función,
siendo
que
se
desarrolla
la
circulación
pulmonar.
Con
anterioridad
al
parto,
en
el
fluir
sanguíneo
se
movían
doce
válvulas,
con
el
nacimiento
de
una
de
ellas,
la
válvula
dispuesta
en
posición
diferente,
es
paralizada,
mientras
que
las
demás
entran
en
plena
función.
Así
el
número
doce
está
inserto
en
el
corazón
con
el
cierre
de
la
duodécima
válvula,
también
se
cierra
el
portal
abierto
hacia
el
organismo
materno.
Mientras
que
se
abren
los
portales
hacia
el
pulmón
y
hacia
el
organismo
propio,
independizando
al
ser
humano.
Estos
portales
de
las
válvulas
cardíacas,
a
su
vez
son
un
símbolo
referido
al
hecho
espiritual,
que
con
la
formación
corporal,
en
todos
los
casos
se
cierra
el
portal
conducente
al
mundo
espiritual
y
que
así,
a
través
de
los
portales
sensorios
abiertos,
el
ser
humano
entra
al
mundo
terrenal.
El
hombre,
si
posee
la
facultad
de
la
memoria,
tiene
la
misión
de
re-‐encontrar
al
portal
que
conduce
al
mundo
espiritual,
mediante
el
autoconocimiento
de
su
ser.
De
ello
se
habló
en
las
primeras
oraciones
de
la
colocación
de
la
piedra
fundamental:
en
la
piedra
fundamental
resonó
la
renovada
antigua
palabra
de
misterio
“Reconócete
a
ti
mismo”.
En
la
configuración
del
corazón,
el
número
tres
lo
encontramos
en
la
cantidad
de
los
tabiques.
Desde
arriba
y
desde
abajo,
en
cada
dirección
crece
un
tabique
a
través
de
las
aurículas
y
los
ventrículos
y
se
amalgaman.
Un
tercer
tabique
crece
en
forma
de
espiral,
a
modo
de
una
superficie
de
doble
arco,
desde
el
pulmón
hacia
el
corazón.
El
tabique
desde
arriba,
separa
las
aurículas
a
modo
de
polo
nervio-‐sensorio
del
corazón.
El
tabique
desde
abajo,
separa
al
polo
metabólico
y
de
los
miembros,
del
corazón
a
modo
de
miocardio.
El
tercer
tabique
en
forma
espiral,
crece
desde
el
pulmón,
entrando
al
corazón
(aórtico
pulmonares
Septum).
Así,
la
trimembración
del
conjunto
aparece
reflejada
de
manera
real
en
la
parte.
Allí,
donde
los
tres
se
encuentran
en
un
punto
convirtiéndose
en
una
membrana
de
tejido,
redondeada,
yace
la
unidad
superior
de
estos
tres,
el
uno
del
corazón.
Con
el
tres,
interviene
el
principio
de
diferenciación
del
cuerpo
astral.
El
uno,
la
unidad,
encarna
al
yo.
Como
resultado
de
la
diferenciación,
ahora
podemos
diferenciar
tres
circuitos
diferentes.
Desde
el
circuito
del
medio
(el
menor)
el
pulmonar,
miramos
hacia
arriba
y
hacia
abajo.
El
circuito
superior,
de
la
cabeza,
mediante
dos
vasos
de
la
aorta,
se
ramifica
hacia
arriba.
Es
justificado,
diferenciar
este
circuito
craneano,
dado
que
la
sangre,
de
diferente
manera
como
en
el
caso
del
animal
fluye
en
sentido
opuesto
a
la
gravedad,
hacia
arriba,
donde
la
cabeza
se
encuentra
en
un
posición
diferente
que
en
el
caso
del
animal.
En
el
sentido
descendiente,
la
aorta
conduce
hacia
los
miembros
y
hacia
el
sistema
metabólico.
De
esta
manera,
los
tres
sistemas
principales
de
la
circulación.
El
número
siete,
llega
a
la
expresión
de
manera
clara,
en
el
desarrollo
desde
los
peces
hasta
el
hombre,
en
siete
fases.
Las
especies
animales
en
cuestión,
en
cada
caso
mantienen
en
su
cuerpo,
una
de
las
etapas
evolutivas
de
los
órganos
circulatorios.
Al
respecto,
algunos
ejemplos:
los
peces
de
íntegra
manera
viven
en
el
agua.
No
tienen
miembros.
La
cabeza
y
el
tronco
no
están
separados.
Todo
su
cuerpo
se
halla
determinado
por
el
sistema
del
medio.
Los
peces
tienen
desarrollado
recién
una
de
las
partes
de
la
circulación
sanguínea,
a
través
del
corazón
fluye
tan
solo
sangre
venosa.
Las
aletas,
colgadas
de
la
pared
externa,
muestran
que
allí
se
hallan
en
existencia,
los
gérmenes
y
los
modelos
para
los
miembros
futuros.
En
equiparación
a
las
presiones
ejercidas
por
el
agua
en
las
diversas
profundidades,
el
pez
posee
una
vejiga
natatoria
(excepciones
muestran
formas
extremas
en
determinadas
direcciones).
Con
las
aletas
y
la
vejiga
natatoria,
están
dados
los
modelos
cuyo
desarrollo
conduce
a
los
anfibios,
con
piernas
y
con
pulmones.
Las
piernas
se
empujan
hacia
afuera,
la
vejiga
natatoria
se
diferencia
hacia
adentro,
convirtiéndose
en
pulmón.
El
desarrollo
cardíaco
refleja
esa
configuración
corpórea.
A
ello
se
agrega
la
parte
arterial.
La
nueva
especie
animal
de
los
anfibios
–
sus
larvas
aún
son
peces
–
puede
pisar
la
tierra
y
puede
inhalar
y
exhalar
el
aire.
Los
miembros
son
apoderados
en
mayor
medida
por
la
exhalación,
el
órgano
pulmonar
en
cambio,
en
primer
término
es
configurado
por
la
inhalación.
Ambos
ritmos
los
volvemos
a
encontrar
en
el
proceso
vital
de
la
respiración
y
en
las
contracciones
y
las
dilataciones
(contracción
y
relajamiento)
de
los
músculos.
Los
reptiles
y
las
aves
extreman
la
respiración
pulmonar.
Poseen
órganos
cardíacos
complicados,
en
los
mamíferos,
la
complicación
del
corazón
es
revertida
con
el
extremo
desarrollo
de
las
piernas,
así
como
también
en
el
caso
del
hombre.
Visto
de
manera
orgánica
el
corazón
del
hombre
se
simplifica.
Esta
tendencia
de
formación
retroactiva
en
el
cuerpo
humano,
puede
ser
observada
en
el
ojo
y
en
el
oído
y
está
comprobada
además
que
en
la
cabeza,
en
otros
órganos.
Entre
los
peces
y
los
anfibios,
se
encuentran
los
peces
poseedores
de
pulmón.
Con
sus
órganos
respiratorios
pueden
respirar
tanto
en
el
agua,
como
también
–en
el
caso
del
secado
de
su
espacio
vital
–
con
los
pulmones.
De
esta
manera,
obtenemos
las
siete
generaciones:
peces
–
peces
con
pulmón
–
anfibios
–
reptiles
–
pájaros
–
mamíferos
y
el
hombre.
En
cada
una
de
estas
gradas,
el
corazón
y
el
pulmón
adoptan
una
figura
diferente,
que
refleja
en
lo
interior,
la
adaptación
de
los
seres
a
su
espacio
de
vida.
Los
números
1,
3,
12
se
encuentran
en
el
corazón,
en
estructuras
especiales.
El
número
siete
vive
dentro
de
un
acontecer
temporario
de
desarrollo
que
asimismo
articula
y
rodea
nuestra
vida
de
rítmica
manera,
con
la
membración
en
siete
de
la
semana.
A
través
de
este
mismo
ritmo,
se
obtiene
la
metamorfosis
de
la
piedra
fundamental
(según
las
constelaciones
cósmicas
del
día
correspondiente)
a
partir
de
estas
comparaciones
externas
de
lo
numérico
en
el
desarrollo
del
corazón,
aun
no
está
dada
una
posibilidad
directa,
para
el
avance
hacia
las
relaciones
numéricas
espirituales
originarias
de
la
piedra
fundamental.
De
hecho
los
números
son
tan
llamativos,
que
difícilmente
pueda
tratarse
de
una
casualidad.
En
la
figura
2,
vemos
las
mismas
relaciones
numéricas.
Esta
imagen
simbólica
se
encuentra
en
la
obra
de
Rudolf
Steiner
“LA
APOCALIPSIS
DE
JUAN”
(1908)
se
trata
del
señal
del
Cordero.
En
el
mismo
sentido,
la
imagen
del
cordero
ha
sido
referida
en
Munich
y
en
Oslo.
(g
A
104)
Desde
la
figura
del
cordero,
nuevamente
avanzamos
en
dos
direcciones:
hacia
arriba
llegamos
a
los
hechos
espirituales
originarios
(los
cuales
siempre
son
señalados
por
los
símbolos),
y
abajo,
en
el
ámbito
físico,
observamos
la
historia
del
corazón
en
las
especies
animales
de
la
evolución
y
el
corazón
en
su
desarrollo
orgánico,
como
expresión
de
los
cuatro
miembros
del
ser
(1,
3,
7,
12).
Estas
reproducciones
están
indicando
las
imágenes
originarias.
Según
lo
antes
dicho,
podemos
obtener
la
sonorización
de
estas
relaciones
numéricas.
Entonces,
la
imagen
se
incrementa,
llegando
a
sonidos
musicales
del
corazón.
Esto
ha
acontecido
en
el
caso
del
siguiente
ejemplo
de
notas:
Otro
paso
más
en
dirección
a
la
realidad
espiritual,
la
encontramos
en
los
rituales
simbólicos,
que
se
llevaron
a
cabo
en
la
anterior
Escuela
Esotérica
(con
anterioridad
a
1914)
a
modo
de
rituales
cúlticos
de
iniciación.
Al
respecto,
introducimos
una
breve
referencia.
En
el
símbolo
ritual
de
iniciación,
en
primer
lugar
resonó
una
campanada,
a
modo
de
llamada
al
yo,
se
daba
un
golpe
sobre
una
plancha
metálica.
El
uno
como
yo
y
como
tono.
En
la
segunda
parte
de
esta
festividad,
resonaron
tres
campanadas,
con
lo
cual
quiso
simbolizar
al
tiempo,
cuando
tierra,
luna
y
sol
han
sido
un
solo
cuerpo.
Por
entonces,
se
ha
desarrollado
el
cuerpo
astral.
En
la
tercera
parte
del
ritual
resonaron
siete
campanadas,
que
simbolizaron
la
formación
de
los
siete
planetas
conjuntamente
con
el
sol.
Finalmente
resonaron
doce
campanadas
con
referencia
a
la
remota
época,
en
la
cual
doce
poderes
estelares
rodearon
al
antiguo
Saturno
y
donde
se
predispuso
el
cuerpo
físico.
Los
doce
sentidos
que
allí
se
han
imprimido,
por
lo
tanto
son
los
órganos
más
perfectos,
por
el
hecho
de
que
proceden
del
más
largo
tiempo
de
evolución.
La
eternidad
a
modo
de
duración,
bajo
el
doce
entró
en
el
curso
del
tiempo.
Ha
sido
la
hora
de
la
medianoche
universal
de
nuestro
sistema
del
mundo.
Este
acto
simbólico
era
vivenciado
por
los
adeptos
y
cada
una
de
las
etapas
brevemente
referidas,
era
acompañada
por
determinadas
palabras
mántricas.
Estas
palabras
eran
pronunciadas
por
el
hirofante,
el
maestro
(g
A265)
Por
lo
tanto,
la
imagen
simbólica
en
los
rituales
se
ha
realizado
para
una
fiesta
de
inauguración,
que
se
ha
conservado
siendo
símbolo.
En
el
discípulo
de
los
espiritual
empero,
ha
incentivado
vivencias
tales,
que
han
podido
desprender
su
pensar,
su
sentir
y
su
querer
de
la
materia.
Lo
mismo
promueve
también
la
imagen
del
cordero.
Llegamos
así,
a
la
comparación
con
la
Piedra
Fundamental
de
la
Fundación
de
la
Sociedad
Antroposófica
en
el
año
1923.
Era
la
llamada
“del
yo”
llamado
por
sí
mismo”.
Por
cierto
que
es
imposible
manifestar
de
manera
más
individual,
la
base
para
la
convivencia
de
una
comunidad
de
muchos
seres
humanos.
Por
lo
tanto
tampoco
hubo
un
programa
con
respecto
al
comportamiento
de
los
miembros,
sino
aquello
que
de
manera
cognitiva,
antes
había
sido
representado
filosóficamente
como
“individualismo
ético”,
se
convirtió
en
llamada
y
reflexión
del
yo
individual
hacia
sí
mismo.
Allí
yace
el
uno.
El
tres
retorna
en
los
tres
lemas:
ex
deonascimur
–
a
partir
de
lo
divino
procede
la
humanidad;
In
Christo
morimur
–
en
el
Cristo
la
muerte
cobra
vida;
Per
spiritum
sanctum
reviviscimus-‐
en
el
pensamiento
universal
del
espíritu
despierte
el
alma).
Esta
trinidad
espiritual
de
inmediato,
con
la
mirada
orientada
hacia
abajo,
de
manera
expresa
es
relacionada
con
la
trimembralidad
fisiológica.
El
tres
fisiológico
es
la
réplica
de
un
tres
espiritual.
De
hecho
esta
relación
de
imagen
originaria
a
réplica,
se
ha
expresado
en
la
oración
primera
del
25
de
diciembre
de
1923
a
las
10
de
la
mañana.
El
número
siete
está
dado
con
los
ritmos
de
la
semana.
Cada
día
ha
obtenido
un
ritmo
diferente
de
piedra
fundamental.
Nos
referimos
a
dos
de
ellos,
de
manera
parcial.
El
27
de
diciembre
(jueves),
se
refiere
a
las
fuerzas
de
resurrección
en
el
alma
humana.
El
ritmo
de
es
día
despierta
en
el
alma
fuerzas
tales
que
en
ella
llegan
a
la
resurrección,
misterios
cósmicos
del
universo.
Al
día
siguiente,
viernes,
sucede
lo
inverso,
de
modo
tal
que
el
cosmos
ciertamente
a
aquello,
“que
puede
ser
llevado
a
cabo
en
el
alma
propia”.
El
hombre
y
el
cosmos
entran
en
una
especie
de
coloquio
recíproco.
En
el
mismo
cobra
vida,
la
esencia
de
la
Antroposofía,
a
modo
de
fundamento
de
una
nueva
práctica
de
vida.
Aquí
se
encuentra
el
punto
clave
de
una
básica
configuración
nueva.
Platón
le
adjudicó
determinados
cuerpos
a
los
cuatro
elementos:
cubo
–
tierra,
icosaedro-‐agua,
octaedro-‐aire,
tetraedro-‐fuego.
Según
Platón,
el
Dios
emplea
al
dodecaedro,
cuando
quiere
trazar
el
diseño
de
un
nuevo
mundo.
El
número
doce
aparece
en
la
imaginación
del
dodecaedro,
como
forma
de
la
piedra
fundamental.
Mediante
estas
relaciones
numéricas,
hemos
dado
un
primero
paso
referido
a
la
estructura
de
la
piedra
fundamental.
Existen
empero
aún
otras
estructuras,
que
yacen
a
una
profundidad
todavía
mayor
en
lo
espiritual
(metamorfosis
de
los
ritmos).
En
al
segunda
frase
emitida
el
25
de
diciembre
de
1923
se
ha
dicho,
que
a
partir
de
la
época
del
presente,
debía
ser
renovada
la
antigua
palabra
de
misterio
“reconócete
a
ti
mismo”
¿cómo
se
maneja
el
antiguo
ser
de
los
misterios
precristianos
frente
a
nuestra
época
y
frente
a
nuestro
propio
ser?
Esta
pregunta
que
la
piedra
fundamental
nos
plantea,
la
responde
la
piedra
fundamental
misma:
en
la
época
actual,
la
iniciación
ha
sido
trasladada
de
plena
manera
al
propio
sitio
de
iniciación
en
el
corazón.
La
meta
de
la
consagración
en
ese
templo
está
expresada
por
el
hecho
de
que
del
sitio
interior
del
lugar
de
misterio,
sale
“en
ser
divino”
que
se
conecta
con
el
ser
del
Cristo:
“unir
al
propio
yo,
al
yo
del
mundo”.
(g
A
260).
Juan,
el
Apocalíptico,
ha
visto
al
ser
del
Cristo
bajo
el
signo
del
Cordero.
En
su
estructura
se
renovaron
milenarias
verdades
de
consagración,
para
ser
colmadas
con
la
sustancia
actual
del
Cristo.
El
pasado
es
presente
pleno
de
vida,
en
tanto
el
yo
guarda
memoria
y
puede
recordar.
En
el
cordero,
Juan
veía
al
ser
divino
que
se
sacrifica.
En
la
sangre
del
cordero,
vive
la
sustancia
del
“amor
humano
universal”.
Mediante
este
concepto,
a
partir
de
la
igualdad
estructural,
tendríamos
que
poder
imaginar
y
vivenciar
también
el
contenido
y
la
sustancia
de
la
piedra
fundamental
a
modo
de
producto
del
amor,
en
forma
del
dodecaedro.
Recién
a
partir
del
conocimiento
se
obtiene
cognición
objetiva.
En
la
época
moderna
(micaélica)
la
toma
de
conocimiento
del
ser
del
Cristo
es
la
condición
previa
para
la
participación
real
en
el
Misterio
de
Golgotha.
Este
hecho
podría
ser
a
razón
de
que
se
haya
señalado
de
especial
manera
al
avance
hasta
la
estructura
de
la
piedra
fundamental.
Mediante
el
cristianismo
de
la
cognición,
el
Misterio
de
Golgotha
experimentó
una
renovación.
A
través
del
resonar
del
corazón,
la
plástica
generada
se
convierte
en
la
figura
de
la
palabra
de
la
piedra
fundamental.
Las
imágenes
sonoras
que
resultaron
de
los
hechos
empíricos
ocurridos
abajo,
ahora
también
pueden
ser
re-‐conocidos
dentro
de
un
espejo
originario,
esencial
de
una
esfera
superior.
Entre
la
muerte
y
un
nuevo
nacimiento,
el
hombre
vivencia
la
formación
del
corazón.
Experimenta
la
formación
del
corazón,
a
modo
de
movimientos
de
seres
espirituales.
Estos
movimientos
son
tales
de
los
seres
de
la
segunda
jerarquía.
En
el
cuerpo
se
convierten
en
circulación
sanguínea.
Por
lo
tanto,
se
trata
de
una
circulación
macro-‐cósmica,
cuya
resonancia
física,
se
convierte
en
latido
del
corazón.
El
corazón
macrocósmico
se
contrae,
convirtiéndose
en
corazón
físico.
También
en
el
movimiento
cardíaco
físico
es
de
manera
tal,
que
el
músculo
cardiaco
se
contrae
a
partir
de
un
movimiento
sanguíneo
originario
de
una
temprana
circulación.
Los
seres
de
la
segunda
jerarquía
–
Exusiai,
Dynamis,
Kriotetes
–
se
hallan
insertos
en
la
palabra
universal.
Son
los
trans-‐
vigorizados
por
la
palabra
cósmica
del
universo.
Es
así,
que
de
las
metamorfosis
plásticas-‐musicales
de
la
empirie
física,
de
hecho
se
comunica
la
imagen
originaria
cósmica.
La
réplica
física
del
órgano
cardíaco,
puede
ser
re-‐conocido
en
el
espejo
especial
originario
de
la
palabra
universal
(G
A231)
Queda
por
contemplar
aun,
al
corazón
como
órgano
cognitivo
de
los
problemas
de
la
piedra
fundamental.
Al
cabo
de
una
primera
audición
de
la
primera
parte
respectiva
de
los
tres
lemas,
se
hizo
referencia
a
este
órgano
cognitivo,
alegando,
que
existe
la
esperanza
de
que
la
piedra
fundamental
fuera
comprendida
“con
el
corazón
como
órgano
cognitivo”.
Con
este
órgano
cognitivo,
“se
manifestarían
de
manera
activa
las
imágenes
del
mundo”,
relacionadas
con
la
piedra
fundamental.
Lo
que
en
esa
hora
se
aproximaría
de
manera
espiritual,
debía
ser
recepcionado
con
ese
órgano,
de
modo
tal
que
por
los
allí
reunidos
podría
ser
portado
hacia
afuera”,
convirtiéndose
en
práctica
de
vida.
En
el
libro
“¿Cómo
se
adquieren
conocimientos
de
los
mundo
superiores?”,
es
justamente
ese
órgano
sensorio
superior,
mediante
el
cual,
lo
contemplado
de
manera
espiritual
y
lo
escuchado
de
manera
espiritual
puede
ser
conducido
a
una
relación
con
el
mundo
físico.
En
tal
sentido,
la
piedra
fundamental
y
el
corazón
como
órgano
cognitivo,
no
tan
solo
poseen
una
cualidad
y
un
significado
similar,
sino
la
misma
para
el
discípulo
espiritual.
Puede
comprenderse
entonces
que
para
ambos
casos,
se
desataca
de
manera
especial
un
determinado
momento.
En
el
mencionado
libro,
el
allí
nombrado
momento,
puede
ser
pasado
por
alto,
mientras
que
la
hora
y
el
instante
de
la
formación
de
la
piedra
fundamental
no
pueden
ser
pasados
de
alto.
El
corazón
como
órgano
de
la
cognición
promueve
una
síntesis
sintetizadora
de
todos
los
órganos
sensorios
superiores
que
pueden
ser
desarrollados.
En
el
último
término,
el
cuerpo
etérico
se
torna
movible
con
libertad
hacia
todos
los
lados.
El
discípulo
espiritual
puede
“girar
al
cuerpo
etérico
hacia
todos
los
lados”.
Se
convierte
en
un
espejo
perfecto
de
las
imágenes
del
mundo,
de
las
armonías
cósmicas,
de
la
palabra
universal,
audible
en
el
interior.
Dado
el
“parto
espiritual”
llevado
a
cabo
de
esta
manera,
es
de
suma
importancia,
no
perder
el
suelo
debajo
de
los
pies”.
Es
por
ello,
que
también
el
desarrollo
del
órgano
con
el
pensamiento
lógico
y
la
formación
del
punto
central,
comienza
en
la
cabeza.
Aquí
no
nos
referimos
a
los
pormenores.
Algunos
de
los
oyentes
de
aquel
entonces,
por
cierto
habrán
recordado
lo
dicho
referido
al
sumergirlo
en
el
corazón,
dado
que
también
el
punto
central
ubicado
en
la
cabeza,
es
sumergido
en
el
corazón.
De
la
misma
manera,
como
para
el
parto
físico
es
decisivo
con
larga
anterioridad
un
momento
planificado,
lo
mismo
acontece
con
el
nacimiento
espiritual.
A
ese
instante
significativo,
conducen
la
perseverancia
en
la
búsqueda
los
golpes
dados
por
el
destino,
acontecimientos
vitales,
encuentros
con
personas.
En
oportunidad
de
la
colocación
de
la
piedra
fundamental,
en
principio
se
está
hablando
del
“hoy”
a
modo
del
día
de
la
formación
de
la
piedra
fundamental.
Luego
empero,
el
acontecer
del
ahora
se
reúne
a
modo
de
un
foco:
así…
“en
este
momento
queremos
formar
en
nuestras
almas,
la
piedra
fundamental
con
forma
de
dodecaedro”.
(g
A
260).
Esto
de
hecho
significa,
que
la
piedra
fundamental
desde
afuera
fue
formada
por
Rudolf
Steiner
en
el
alma
de
los
presentes,
siendo
sumergida
“en
el
suelo
del
corazón”.
El
enigma
empero
se
complica
aún
más.
Cuando
pocos
renglones
más
adelante
se
habla
de
la
figura
imaginativa
de
la
piedra
fundamental
procedente
del
amor
del
universo
y
de
lo
humano
y
de
su
luz
radiante,
leemos:
…entonces,
la
piedra
fundamental
adquirirá
radiancia…
que
posee
la
radiancia
aquella
que
puede
iluminar
hacia
nosotros
a
cada
instante,
al
recordar
ese
momento”.
Por
lo
tanto
se
realiza
una
diferenciación
del
momento
del
acontecer
en
1923
y
los
momentos
posteriores
ubicados
en
nuestra
actualidad,
de
la
memoria
de
la
reflexión
y
de
la
memorización
del
acontecer
de
aquel
entonces.
En
los
ritmos
de
los
siete
días,
también
está
dada
la
particularidad
del
desconectar
al
tiempo.
Comparten
ese
hecho,
con
el
sistema
rítmico
de
la
trimembración
del
hombre.
En
la
cabeza
llegan
a
la
expresión
fuerzas
del
pasado,
en
los
miembros
ya
se
toman
posesión
de
impulsos
del
futuro.
Tan
solo
en
el
latido
del
corazón
y
del
pulmón
se
halla
presente
la
actualidad
esencial.
Es
por
ello
que
comprendemos
“que
mediante
los
ritmos
no
nos
pueden
abandonar
los
lemas
de
la
piedra
fundamental”.
(g
A
260).
Al
respecto
debe
ser
tomado
en
cuenta,
dado
que
allí
las
imágenes
originarias
se
reflejan
en
las
réplicas
fisiológicas,
las
imágenes
originarias
pueden
convertirse
en
presente
pleno
de
vida.
Los
espíritus
elementales
del
mundo
etérico
en
la
sucesión
del
Cristo
–
en
el
este,
el
oeste,
el
norte
y
el
sur
–
“escuchan
al
sol
del
Cristo”.
Esto
nuevamente
es
presente
gramatical.
En
ese
sentido,
son
ejemplo
para
nosotros
lo
hombres.
Proponen,
perciben
a
la
Tierra
a
modo
de
ser
viviente,
y
al
cabo
de
estas
vivencias,
tratar
a
la
tierra
de
manera
terapéutica
en
lugar
de
explotarla
(ver
G
A327).
Desde
hace
mucho
tiempo,
al
igual
como
puede
suceder
a
un
ser
humano,
la
tierra
se
encuentra
en
un
estado
de
alta
fiebre,
sacudida
por
escalofríos.
Como
sitio
del
logos
y
la
vivencia
del
Cristo,
la
Tierra
debe
ser
salvada.
Peligros
igualmente
serios,
el
hombre
está
generando
con
refinamiento
cada
vez
mayor
para
la
existencia
del
ser
humano.
La
técnica
superior
externa
como
poder
económico,
se
ha
apoderado.
Para
cumplir
con
las
misiones
a
ser
llevadas
a
cabo
frente
a
la
Tierra
y
frente
al
Ser
humano,
en
1923,
los
Antropósofos
allí
reunidos
fueron
situados
en
una
seria
responsabilidad.
Al
mismo
tiempo,
como
un
pequeño
grupo
se
les
permitió
acceder
a
las
fuentes
de
fuerza
prometidas
y
hacerse
cargo
de
la
responsabilidad
de
“sembrar”
lo
incorporado
para
la
práctica
de
la
vida.
Esta
nueva
configuración
de
la
vida
será
combatida
en
medida
cada
vez
mayor,
porque
los
enemigos
de
la
Antroposofía
saben
que
a
través
de
ellos,
las
imágenes
originarias
pueden
ser
convertidas
en
réplicas
prácticas.
Los
miembros
por
entonces
reunidos
y
las
Asociaciones
Antroposóficas
sobre
la
tierra,
al
lado
de
otras
misiones,
tienen
la
tarea
central,
de
hacer
visibles
en
sus
lugares
existenciales,
el
recordar,
reflexionar
y
contemplar
las
imágenes
espirituales
originarias,
en
los
lugares
terrenales
de
su
residencia.
Si
no
permitimos
que
se
descomponga,
la
piedra
fundamental
no
nos
abandona,
cuando
la
semilla
espiritual
yace
en
suelo
fértil.
El
diseño
de
una
nueva
configuración
del
mundo,
platónico-‐simbólico,
se
implantó
al
amor
humano
universal,
con
abarcativa
fuerza
de
voluntad,
a
modo
de
semilla
radicada
en
el
alma.
“Seres
espirituales
han
implando
frutos
de
su
trabajo
a
almas
humanas
y
quien
permite
la
descomposición
de
la
semilla
espiritual
a
causa
del
descuido,
está
destruyendo
obra
de
los
dioses”.
(g
A
14).
Un
fruto
del
espíritu
ha
sido
que
a
los
corazones
ha
sido
sumergido.
Al
ser
percibida
la
piedra
fundamental,
con
el
corazón
como
órgano
de
reconocimiento,
con
ello
asimismo
han
sido
renovados
lo
antiguos
misterios,
cobrando
actualidad.
Así
hemos
intentado,
definir
las
bases
científicas,
que
ha
servido
de
estructura
a
la
piedra
fundamental.
En
los
ritmos
se
despiertan
cobrando
vida
artística.
De
la
obra
artística
emerge
el
momento
creador,
que
llega
a
nuestro
corazón,
a
modo
de
un
acto
cultico,
como
HECHO
MÍSTICO
En
lo
mencionado
se
puede
reconocer
el
procedimiento
correcto
de
la
meditación.
En
primer
lugar
hay
que
abrirse
paso
hacía
un
pensamiento
que
se
puede
comprender
con
los
medios
que
facilitan
la
vida
y
conocimiento
cotidiano.
Entonces
uno
se
sumerge
repetidamente
en
este
pensamiento,
se
hace
uno
con
él.
El
fortalecimiento
del
alma
surge
desde
la
convivencia
con
tal
pensamiento
reconocido.
–
Aquí
ha
sido
elegido
un
pensamiento
recogido
desde
la
misma
naturaleza
del
pensar
en
sí.
Ha
sido
elegido
como
ejemplo
porque
es
especialmente
fructífero
para
la
meditación.
No
obstante,
para
cualquier
pensamiento
tratado
de
la
manera
descrito,
es
valido
lo
arriba
mencionado
para
la
meditación.
Para
la
persona
que
medita
es
sumamente
provechoso
si
reconoce
el
sentimiento
del
alma
que
resulta
del
antes
mencionado
movimiento
pendular
de
la
vida
del
alma.
Así
siente
con
mayor
seguridad
que
haya
sido
rozado
directamente
por
el
mundo
espiritual.
Y
esa
sensación
es
un
resultado
saludable
de
la
meditación.
Una
sensación
que
debería
irradiar
su
fuerza
hacía
el
contenido
del
resto
de
la
vida
diurna
despierta.
Rudolf
Steiner
“
El
Umbral
del
Mundo
Espiritual”