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1995.
Kyra y Tyra se enfrentarán a una serie de nuevas experiencias, después de
haber estado sobreprotegidas durante 18 años después de la muerte de sus
padres.
Su abuelo, Xhantus Kratos, la gran cabeza de la mafia grecoitaliana, la
'Ndrangheta, se ha hecho cargo de su educación en casa, pero ahora ambas
han exigido libertad para descubrir el mundo.
Las gemelas Kratos ingresarán a una universidad pública, con un apellido
falso, donde conocerán personas que cambiarán la idea que tenían sobre el
mundo afuera.
Violencia, mentiras, sexo, traciones, amor sin límites, tratados rotos entre
familias, serán los detonantes para que las almas puras de estas hermanas
sean llevadas al límite de la maldad.
"A veces los lazos de sangre no son suficientes para mantener la lealtad".
Angie Ocampo
Geminius
Carta para Atenea
3 de noviembre de 1996
Amada Atenea,
Hoy después de tanta búsqueda al fin te he encontrado. Alguien que no
nos quiere quiso hacernos mucho daño. Ya lo ha hecho y no quiero que llegue
a ti. Te quiero fuera de peligro, siendo feliz y teniendo una vida lejos de la
criminalidad y corrupción en la que tu tía y yo vivimos.
Esta vida consume y oscurece el brillo de cualquier alma. No soy una
buena persona, he tenido que robar vidas y sacrificar otras tantas. No escogí
esto, esto me escogió a mí y créeme que sí pudiera huir lejos y llevarte conmigo
al lugar más seguro y feliz del mundo, lo haría y no tendría que pensarlo dos
veces. Tú eres mi vida, eres nuestra vida. Pero desgraciadamente, esta es la
realidad y los villanos son los que tienen el control, y no puedo ser un buen
ejemplo para ti, debido a que el villano de esta historia… soy yo.
Tuve que transformarme en algo que odio y siempre he ocultado para
cuidar a los que amo y sobrevivir, para no dejarme pisotear por nadie y no
pretendo usar esto de excusa para enviarte lejos, pero si algo de buena madre
aún me queda, deberé hacerlo, por ti, por tu vida.
Jakov es una buena persona, mucho mejor que cualquiera de mi familia.
A pesar de ser un desconocido para mí, él es de eso que hay muy poco, es
transparente, leal y protector. Confío en que en mejores manos no puedo
dejarte.
Él te brindará todas las herramientas para volverte alguien invencible.
Necesitas todo el poder del mundo para lo que vendrá en unos años, ya que
siempre he confiado en el gran dicho: “Entre el cielo y la tierra no hay nada
oculto” y temo que algún día todo arda en caos y tú no estés lista. Pronto sabrás
la verdad y espero no estar en el infierno cuando eso pase, porque realmente
sueño con ver la gran mujer en la que se ha convertido Atenea Zubac.
Te amé ayer, te amo hoy y te amaré mañana.
Con amor y valentía, tu madre
Kyra Kratos
Posdata: En esta misma caja anexo mi diario, que guardé durante años,
para que algún día llegara a tus manos y leyeras la historia de quienes fueron
y por lo que tuvieron que pasar las gemelas Kratos.
Capítulo 1
Kyra
Atenas, Grecia
27 de julio 1995
Camino por los pasillos hasta el salón de mi primera clase del día que es
la de anatomía. Llego justo después del profesor y busco rápido una silla libre
para sentarme. Son escritorios de dos plazas y agradezco que no haya nadie
sentado aún en el primero que encuentro. Organizo mi falda color beige y me
siento cuidando de que no sea vea mi ropa interior.
Me fijo en el profesor y en las imágenes que ha puesto en la pizarra. Son
del cuerpo humano con cada músculo detallado y nombrado.
Por el rabillo de mi ojo veo como alguien se sienta a mi lado y al girar la
cabeza para verlo me llevo una no muy grata sorpresa.
—Pensé que ibas varios semestres más adelante —susurro.
—Llevo bastante saltándome esta materia por matricular otras primero y
no podía avanzar hasta culminar esta. No creas que te estoy acosando —
repara.
—¿Acosador?, ¿tú? Para nada.
No me habla más el resto de la clase y me siento un tanto extraña a su
lado. Huele muy bien y volteo a mirarlo un par de veces. Hace apuntes en su
libreta y su expresión de concentración me resulta un poco tierna. Muerde el
borrador de su lápiz de manera suave con sus dientes. Me fijo en su cabello,
es negro como una noche sin estrellas, al igual que sus cejas y pestañas.
Alessio es de esos pocos hombres que no tienen mucha barba y mantienen el
rostro afeitado. Su piel luce suave y me hallo curiosa en comprobarlo.
—Se han invertido los papeles al parecer —me mira.
Giro mi cabeza al frente a la velocidad de la luz. Qué vergüenza.
Una hora después, el profesor se despide no sin antes dejar un taller.
Estoy por hablarle al italiano, pero se levanta y sale rápidamente sin ni siquiera
mirarme.
Tomo mis cosas y salgo trotando detrás de él.
—¡Oye! —trato de alcanzarlo, sus piernas son demasiado largas y camina
muy rápido —. ¡Oye! —exclamo más alto.
—¿Qué quieres? —se detiene y choco con su pecho. Mi cuerpo cae hacia
atrás y mis glúteos besan el pavimento —. Déjame ayudarte —me tiende su
mano y la tomo.
Me pongo de pie, sacudo mi falda y ajusto mi maletín en mi espalda. Me
mira y alza las cejas esperando a que hable. Sus ojos azules me ponen
nerviosa y después de la vergüenza que acabo de pasar, ya no quiero decir
nada y salir corriendo, pero eso sería aún más humillante.
—Yo… —empiezo a hablar y recuerdo de lo que me dijo Tyra sobre que
necesitaba ayuda —. ¿Quisieras salir alguna vez? Digo, pues me encantaría
aceptar lo que me propusiste cuando me llamaste y…
—No —se gira y se echa a andar.
—¿No? —lo sigo detrás.
—No salgo con maleducatas y ya me dijiste una vez que no. Sé aceptar
el rechazo y espero que tú también.
Detengo mi paso y él sigue su camino. Mi dignidad acaba de
abandonarme por completo y partir hacia la estratósfera.
—Estúpida —me doy la vuelta y camino hacia la cafetería del lugar.
Pido una pequeña ensalada de frutas en el mostrador y busco una mesa
libre para sentarme. Me ubico en la primera que veo y saco mis apuntes
personales, no los de ninguna clase de aquí.
No entiendo por qué la formula ha dejado de funcionar, si lo hacía muy
bien al principio. Realmente me gustaría tener otra opinión de alguien que
maneje el tema a la perfección como yo… Esto no se lo puedo preguntar a
Argus, levantaría demasiadas sospechas.
Me tomo la cabeza entre las manos y me concentro en pensar en qué
estoy haciendo mal.
—No es para tanto —dice una voz femenina. Levanto mi cabeza y
observo a Olivia parada al frente —. Hay muchos más chicos aquí, no es el fin
del mundo si te rechazan.
—¿Ah? —pregunto extrañada —. No sé de qué me hablas.
—Escuché cuando invitaste al chico ese a salir.
—No deberías estar escuchando conversaciones ajenas —la reprendo.
—Lo sé, la escuché accidentalmente y solo quería venir a decirte que él
se lo pierde.
Sé que está tratando de hacer migas, pero su actitud forzada se siente
de aquí a Pekín.
—No deberías estar hablándome. Es más, ¿dónde está Magnus? Pensé
que no habría ningún cambio.
Alza las manos en son de paz. Bastante humillada me siento ya como
para que ella venga a recordármelo.
—Me informó esta mañana que sí se hará. Así que cualquier cosa que
necesites, estaré a tus ordenes —dice y se retira.
Al menos ya no tendré que verlo, ni hablar con él… Pero Tyra sí. Resoplo.
—Hola, ¿puedo sentarme? —pregunta la rubia llamada Calliope.
—Sí, claro —sonrío.
Se acomoda en la silla al frente y me mira con curiosidad.
—Te vi hablando con Alessio.
¿Acaso toda la universidad me vio?, quiero morir de vergüenza.
—Le preguntaba algo sobre la clase —miento y llevo un poco de fruta a
mi boca.
—Oh claro, mi novio podría serte útil para que te pongas rápido al día —
dice y algo en la garganta se me atora.
Empiezo a toser exageradamente. ¿Escuché bien? Dijo… ¿Mi novio?
—Oye, ¿estás bien? —me brinda un poco de agua.
—Sí, no mastiqué bien, lo siento —recibo la botella y doy un gran sorbo.
Carraspeo y vuelvo a la normalidad.
—Como te decía, mi novio podrá ayudarte y yo también. Pareces ser un
cerebrito y me gusta juntarme con gente como tú, que toma su carrera muy en
serio —dice.
—Yo…
—Tenemos un club de investigación y queremos invitarte a que te nos
unas. Eso sí, si tus calificaciones no son como esperábamos, te sacaremos —
advierte.
—Es que… —estoy por decir que no puedo salir a otro lugar que no sea
la universidad, pero lo modifico —. No tengo mucho tiempo libre y…
—Solo nos reunimos dos veces a la semana y es aquí mismo en la
universidad, el decano siempre nos presta el mejor laboratorio —alardea —.
¿Entonces que dices?, ¿nos vemos mañana a las 3?
Si es aquí en la universidad será un poco más fácil asistir y realmente
quiero conocer un laboratorio de verdad, el que tengo en casa es obsoleto.
—Sí, me gustaría —vuelvo a sonreírle.
—Perfecto, bienvenida al club —me ofrece su mano y le doy un leve
apretón —. ¿Y qué te gusta hacer, Kyra?
—Yo…—pienso durante rápidos segundos un hobbie diferente al que ya
tengo, pero no encuentro ninguno.
—Veo que tienes buen gusto por la moda, ¿dónde compras tu ropa? —
señala mi falda.
Miro hacia abajo y reparo mi atuendo. Me gusta vestirme muy bien y estar
siempre elegantemente presentada.
—Una modista va a mi casa y la hace a mi gusto, según lo que veo en las
revistas.
—¡Eso es genial!, ¡tienes tu propia modista! Deberías darme su número,
realmente confecciona muy bien —halaga mi atuendo.
—Sí, un día de estos te lo pasaré —cierro mi cuaderno y lo guardo en mi
maletín.
Seguimos hablando sobre moda y ropa. El tiempo se nos va en esto hasta
mi próxima clase.
🐍•♊•❤•♊•🐍
Tyra
Tomo mis cosas del escritorio y las guardo en mi bolso. Lo cuelgo por
encima de mi hombro y salgo hacia uno de los jardines. El ambiente ha estado
raro en la clase y sé muy bien por qué es. Uno de nuestros compañeros ha
fallecido, mejor dicho, ha sido asesinado y Magnus y yo tenemos mucho que
ver.
Trato de pasar tranquila como si nada pasara y no levantar ninguna
sospecha. Sigo caminando por los pasillos hasta que veo dos hombres de traje
venir en mi dirección.
—¿Tyra Dimitriou? —pregunta uno de ellos. Detengo mi paso y asiento
con la cabeza —. Queremos hacerle una simple pregunta.
—Sí, claro.
—El sábado se registró una explosión de un carro en el mismo lugar que
testigos la vieron macharse minutos antes del suceso. Díganos, señorita
Dimitriou, ¿qué hizo después?
—Yo…
—Nos fuimos juntos como ya le conté, teniente —un brazo rodea mis
hombros.
Me fijo en la identidad de la persona y reconozco al chico al que le di el
número de mi hermana.
—Queríamos escuchar la versión de ella, señor Salvatore —habla el
hombre de tez morena.
—Me fui con él, pero nadie nos vio salir juntos porque llevamos lo nuestro
en secreto —agrego.
—Ya saben, entre menos sepan, más dura —dice el italiano.
—Entiendo —saca una tarjeta y me la entrega —. Llámeme si recuerda
algún otro detalle a la hora de irse.
Ambos nos regalan una última mirada y nos esquivan para seguir
caminando. Me alejo del toque del chico y lo miro confundida.
—¿Qué fue eso?
—Te estaba ayudando, pero veo que eres igual de grosera que tu
hermana —niega con la cabeza e intenta irse.
—¿Por qué me ayudaste?, ¿qué quieres? —lo tomo del brazo y se
detiene.
Me mira fijamente, sus ojos son de un color gris tan claro que casi podría
ser blanco.
—Tranquila, no le diré nada a nadie. Dianthe se lo merecía —se suelta y
se marcha a paso apresurado.
Mi corazón empieza a latir más rápido y me voy en dirección opuesta.
Doy fuertes zancadas hasta salir al jardín y tratar de respirar aire puro, pero no
es suficiente. El pecho se me comprime y no entiendo que pasa.
Él no puede habernos visto…
—¿Estás bien? —la voz de Magnus me hace dar un salto.
—¿Qué haces aquí? —vuelvo a retomar mi caminata y noto que él me
sigue —. ¿No deberías estar con Kyra?, ¿dónde está Olivia?
—Lo he pensado mejor y después de lo del sábado es conveniente para
ambos que yo me encargue de ti —explica detrás de mí.
—La policía me ha preguntado donde he estado y con quien después del
incidente —susurro.
—¿Qué les has dicho?
—Un amigo de mi hermana me cubrió, dijo que me fui con él…
—¿Por qué haría eso? —inquiere.
Seguimos caminando.
—Creo que te vio… que nos vio.
Me toma del brazo y me impacta contra su pecho.
—¿Cómo se llama?
—No sé, sé que su apellido es Salvatore, creo que Kyra sí sabe su
nombre.
—Averígualo y habla con él —pide y me suelta.
—Lo haré, pero... ¿Qué le harás?, parece ser buena persona y tal vez
yo…
—No voy asesinando a la gente a diestra y siniestra si es lo que crees.
Solo quiero saber que es lo que sabe y asegurarme de que no vaya a abrir la
boca —explica.
Su expresión se transforma en una aún más seria e indescifrable. Detallo
su cabello corto y bien peinado. Está recién afeitado y hoy luce mucho mejor
que los otros días.
—Estoy lista para ir a casa —hablo y el asiente con la cabeza.
Lo sigo hasta el estacionamiento y ambos subimos al auto para luego
enrutarnos hacia la mansión.
Miro mis uñas pintadas de color negro todo el camino y comienzo a
desprender el esmalte de ellas. Estoy muy nerviosa, no quiero que nadie nos
descubra y realmente espero que el tal Salvatore no vaya a abrir la boca.
—Olivia es… —empiezo a hablar sin pensar, pero me detengo.
—¿Es qué? —no respondo y siento su mirada —. ¿Es qué, Tyra?
No debí abrir la boca, pero ya es tarde para echarse para atrás.
—¿Ella es tu novia? —pregunto y evito mirarlo.
No responde de inmediato y sé que está pensando su respuesta.
—Algo así —responde y el estómago se me retuerce.
No esperaba menos.
—Oh… ya veo.
—Tyra —toca mi muslo y lo quito inmediatamente —. Nadie puede saber
lo que pasó entre nosotros.
El auto se detiene y me bajo con apuro, pero antes de irme le hablo a
través de la ventanilla.
—Para qué hablar de algo que ni siquiera disfruté —suelto y me voy
dando largas zancadas.
Entro a la casa y voy hacia mi habitación. Estoy furiosa y no entiendo el
motivo. Sabía que Magnus tenía secretos y aún así decide tirarme a sus brazos,
no puedo recriminarle nada y eso es lo que más me enfada.
Paso por la habitación de Kyra y la noto abierta, la veo mirando con sus
binoculares por la ventana. Entro y me poso a su lado.
—¿Qué haces?
—¡Ah! —pega un brinco —. Mierda, me asustaste —se pone la mano en
su pecho.
Siempre tan dramática.
—¿Qué ves? —le arrebato el aparato de las manos y lo poso sobre mis
ojos.
Miro por la ventana y me fijo en que Xhantus está reunido con otro hombre
de unos 40 años o más. Están sentados hablando tranquilamente mientras
toman el té.
—¿Quién es?
—No lo sé con exactitud, solo sé su nombre porque Eldoris lo anunció
cuando llegó —dice.
—¿Y cuál es su nombre?
—Homero Cadin.
Capítulo 8
Kyra
Son un poco más de las siete de la mañana cuando piso la primera planta
de la mansión. Hay dos enfermeras paradas en la entrada esperando a que mi
abuelo les autorice seguir.
—Buenos días —las saludo con una gran sonrisa.
—Hola, Kyra, ¿cómo estás? —responde una de ellas.
—Excelente. Ya he empezado a estudiar medicina —les cuento.
—Oh, esa es una muy buena noticia —la otra dice con alegría —. Espero
te esfuerces bastante para ser la mejor.
—Lo seré —vuelvo a sonreír, pero esta vez no enseño mis dientes.
—Ya pueden pasar, señoritas —Eldoris aparece detrás de mí y me mira
—. Qué bonito blazer usas hoy.
Las enfermeras pasan por mi lado y se adentran por el pasillo que lleva a
la oficina de mi abuelo.
—Gracias. Le he agregado un poco de brillo —doy una vuelta y camino
detrás de las mujeres —. Hoy las supervisaré también —susurro.
Eldoris me regala una sonrisa, da media vuelta y se aleja hacia otra
habitación. Ingreso justo como ellas lo hacen y cierro la puerta detrás de mí.
Llevo años viéndolas hacer lo que hacen.
—Buen día, señoras… y Kyra —saluda Xhantus.
—Siempre en la oscuridad, abuelo —voy hacia las ventanas y abro las
cortinas dejando que el sol entre —. Mucho mejor, te vendrá bien la vitamina
D.
El anciano suspira y ambas enfermeras empiezan a regar su equipo sobre
la mesa libre que está en medio. Xhantus se sienta en una silla a esperar que
le apliquen sus medicinas. Mi abuelo sufre de leucemia mieloide aguda y el
tratamiento que antes le hicieron era para destruir las células formadoras en su
sangre y ahora le transfieren por vía intravenosa células madre de algún
donante.
Me acerco a las bolsas donde reposa este suero y tomo con discreción
una de ellas. La oculto en el interior de mi blazer.
—¿Puedo canalizarle la vena? —pregunto con fingida emoción.
—No veo por qué no, lo haces mejor que nosotras —la enfermera me
pasa unos guantes y alcohol.
—Primero voy al baño a lavarme las manos —me giro e ingreso al que
hay aquí mismo en la oficina.
Lavo mis manos y tomo lo que guardé en mi blazer. Saco la jeringa
cargada e inyecto su contenido en el orificio que tiene la bolsa para las agujas.
Vuelvo a ocultar todo y salgo.
—Lista —anuncio —. La mañana está demasiado linda hoy. Miren, no
hay ni una sola nube.
Todos miran por la ventana y dejo la bolsa nuevamente sobre la mesa.
Tomo los guantes y los pongo sobre mis manos.
—Eso significa más calor —dice —. ¿Y en qué te vas a especializar? —
pregunta la enfermera de más edad.
—No lo sé. Estoy entre neurocirugía y anatomía patológica —respondo y
procedo a tomar la mano de mi abuelo —. Quédate quieto —hablo suave.
—Tengo cosas que hacer, Kyra. Apúrate.
Me inclino y busco su vena, clavo el catéter en su lugar. Tomo la bolsa
que personalicé y ajusto ambas entradas. La cuelgo por encima de su cabeza
y abro la válvula para que el líquido entre a su torrente sanguíneo.
—¿Quién era el hombre con el que hablabas ayer? —pregunto.
—Un socio.
—¿De qué?
—De negocios —responde lo obvio.
Lo miro.
—¿Sí sabes que soy la heredera a todo lo que posees? Si no me das
información no podré sacar adelante toda la mierda que has creado.
—Técnicamente le pertenece a Tyra, es la mayor —suelta todo el aire —
. Pero sé que ella no tiene lo que se necesita, tú tampoco, pero me agradas
más.
—¿Quién era? —vuelvo a preguntar.
—Un inversor. Tiene propiedades aquí en Atenas y quiere evadir aún más
impuestos.
—¿Y qué le dijiste?
—Que no.
Miro a las enfermeras. Están surtiendo y organizando las pastillas del
abuelo, se toma casi 10 diarias.
—¿Por qué? —susurro.
—El lavado de activos no me genera tantas ganancias como los otros…
ámbitos —niega con la cabeza —. Hablaremos de esto después. ¿No tienes
clase?
—Sí —aliso mi blazer y mi falda —. Fue un placer verlas —les sonrío a
ambas mujeres y luego miro a Xhantus —. Abuelo —digo a modo de despedida
y salgo de la oficina.
Corro hasta mi habitación, voy a mi armario y escondo en mi cama la
jeringa usada. Tomo mi maletín y salgo hacia el antejardín en busca de Olivia.
—Apúrate, voy tarde —subo al auto.
Me fijo en el auto de Tyra y no está, supongo que tuvo clase más
temprano. Hago una anotación mental para buscarla después y preguntarle
cómo va con Magnus. También recuerdo que hoy tengo reunión con el
supuesto club al que me invitó Calliope.
Al llegar, Olivia estaciona y salgo despavorida sin despedirme. Muevo mis
pies con rapidez hasta el edificio.
Esquivo a las personas que van y vienen por los pasillos, me alejo de
ellas y justo cuando estoy por llegar al salón, alguien grita mi nombre, giro la
cabeza y me estrello con algo suave y duro a la vez.
Caigo sobre mis glúteos y mi falda se levanta. Me tapo de inmediato y
levanto mi vista para cerciorarme de que nadie me haya visto. Quito el cabello
de mi cara y maldigo internamente cuando lo veo agacharse frente a mí.
—La cosa più bella che i miei occhi abbiano visto —«lo más lindo que han
visto mis ojos», dice y con un dedo trata de levantar levemente mi falda.
Manoteo su mano y él se burla —. Nunca había visto unos igual —ríe —. A mi
también me gustan los girasoles.
Me pongo de pie. Debo estar roja de la furia y vergüenza.
—Ky, ¿estás bien? —pregunta Tyra llegando a mi lado.
—Sí, me tropecé con un stronzo —le doy una mirada asesina y me giro
hacia ella.
Escucho la risa del italiano detrás de mí.
—Hola, Tyra —saluda él.
—Hola —responde mi gemela
La miro indignada y recuerdo que ya se habían visto antes.
—¿Qué quieres?
—Voy a quedarme hasta tarde aquí, ¿podrías hacer lo mismo por mí? —
junta sus manos para suplicar y hace un puchero.
—Lo hará. Se ha unido a nuestro club de investigación y solemos terminar
muy tarde —responde el stronzo por mí.
—¡Eso es genial! —besa mi mejilla —. Ciao bella.
Se gira y sale corriendo por donde llego. Tomo aire y me giro para entrar
a clase, pero noto la puerta cerrada.
—Te tengo malas noticias, el profesor de esta clase odia la gente
impuntual y la verdad es que yo también —pasa por mi lado y empuja mi
hombro.
Me quedo mirando la puerta y respiro profundo. Mi mal humor se ha
acumulado como nunca y la ira quiere dominarme. Aprieto mis puños y me echo
a andar detrás del italiano.
Cuando lo alcanzo, lo empujo suavemente.
—¿Cuál es tu problema? —reclamo.
Se gira y me mira divertido.
—Arrabbiato sembri adorabile —«enojada te ves adorable», dice.
—¡No puedes decirme esas cosas y menos en italiano! —señalo.
—¿Por qué? —me mira confundido.
—Tú tienes novia, no te vengas a hacer el loco —niego y le clavo mi dedo
índice en el pecho.
—¿Novia?
—Sí, novia rubia y de nombre Calliope, ¿sufres de alzhéimer o qué? —
arrugo la nariz.
Su sonrisa se expande aún más y se convierte en una carcajada. Mi
cerebro la capta erróneamente y le procesa como algo lindo, pero vuelvo a
recordar que estoy enojada hasta la mierda y el trasero me duele. Ya son dos
caídas que tengo por su culpa.
—No tengo novia, Kyra… bueno, tenía… era algo parecido, pero se
acabó hace dos semanas.
—Entonces por qué ella dice que…
—¿Te lo dijo? —se encoje de hombros —. Tal vez esté en su etapa de
negación o esté celosa.
Si pudiera elegir un tipo de maquillaje para aplicarme ahora mismo de
acuerdo con la situación, sería el de un payaso.
—¿Celosa por qué?
—Le pregunté por ti.
—¿Por qué?
—Porque quería saber tu nombre.
—¿Para qué? —me cruzo de brazos.
El abuelo nos ha dicho que no confiemos en nadie que se nos acerque
extrañamente.
—¿Por qué haces tantas preguntas? —dice irritado.
—Soy curiosa.
Resopla y se pasa la mano por el cabello, echándolo hacia atrás.
—La respuesta la sabes, quería invitarte a salir —dice con suavidad.
—Eso es lo que no entiendo, ¿por qué querías invitarme a salir y luego
me rechazas?
—Te invité porque me… —se muerde la lengua.
—¿Te qué?
Me mira durante unos segundos, luego lo hace hacia ambos lados y
vuelve a mí.
—Vamos —me toma del brazo y me obliga a caminar.
—¡Me arrugas el oufit! —trato de zafarme, pero no puedo.
Busco a Olivia con la mirada y la encuentro viniendo hacia nosotros.
Niego con la cabeza y le gesticulo con mis labios un “estoy bien, solo estoy
haciendo drama”.
Alessio me lleva hasta uno de los jardines y me suelta.
—Los pasillos tienen oídos en las paredes —se excusa.
—Me dejaste doliendo el brazo —me acaricio mi extremidad.
—Esagerata —bufa.
Me fijo en lo peculiar de sus ojos, son tan claros que duele mirarlos.
—Responde mis preguntas. Tengo cosas que hacer —miento.
Realmente no tengo nada que hacer hasta las 3 de la tarde.
—Ya te la había respondido por teléfono. Te invité a salir porque eso hace
una persona cuando otra persona le interesa —se acerca y clava sus ojos en
los míos —. ¿Qué le respondes a la mayoría de los chicos que te invitan a salir?
—¿Por qué me rechazaste cuando yo te lo pedí? —ignoro su pregunta.
—Tengo dignidad, supongo. Responde mi pregunta.
Pensé que la olvidaría. Aparto mi vista de la suya y trato de buscar alguna
buena mentira, pero no la encuentro.
—Eres el primero el primer chico que me invita a salir… —digo en voz
baja sin mirarlo.
—¿Qué?
Levanto mi rostro.
—Nunca nadie me había invitado a salir, Alessio —digo seria.
—¿Qué?
—¿Eres sordo? Que nunca…
—Sí, eso lo entendí, pero ¿por qué? —su ceño se frunce —. Digo, tú…
—me señala —. Eres… bella come un angelo.
Blanqueo mis ojos y trato de irme, pero su mano vuelve a apresar mi
brazo.
—¿Por qué detestas los cumplidos? —vuelve a preguntar.
—No es que los deteste… —me abrazo a mí misma.
Está haciendo demasiadas preguntas, tal vez debería llamar a Olivia y
hacer que lo noquee.
—¿Entonces?
—Ningún chico me había dicho alguno antes y he leído historias de
romance donde los dicen, y luego el hombre termina siendo un hijo de su… —
su risa me hace parar de hablar y lo miro confundida —. ¿De qué te ríes?
—¿Acaso te tuvieron encerrada toda tu vida? —repara.
—¡Sí, y por culpa de eso no sé muchas cosas! ¡Perdóname la vida,
imbecille! —me giro decida a alejarme del idiota.
Mi situación no es motivo de burla, no es mi maldita culpa que mi abuelo
sea un maldito mafioso y que otra mafia quiera matar a mi hermana y a mí.
—¡Oye, espera! —siento sus pisadas detrás de mí —. ¡Oye, lo siento! No
lo sabía…
Me detengo y lo enfrento.
—No juzgues sin conocer, está mal —señalo.
—Lo sé y lo siento —dice y en su mirada puedo ver algo de sinceridad —
. Hagamos algo. Empecemos de nuevo, ¿te parece? —extiende su mano hacia
mí —. Mi nombre es Alessio Salvatore, estoy en sexto semestre de medicina y
me gustan los Rolling Stones.
Miro su mano y luego a él. Está vestido con una peculiar chaqueta de
cuero, camiseta blanca, bluejeans y unas converse. Dudo por unos segundos
y luego extiendo la mía y le doy un leve apretón.
—Mucho gusto, Alessio Salvatore. Yo soy Kyra Dimitriou, estoy en primer
semestre de medicina y me gusta Madonna.
Capítulo 9
Kyra
Suelto la mano del italiano cuando siento que la mía empieza a sudar y
temblar de manera extraña. Aliso mi falda para disimular que me estoy secando
las palmas.
—¿Quieres ir a desayunar? —pregunta.
Miro el reloj en mi mano antes de responderle. Son las 8 de la mañana y
nunca suelo comer tan temprano.
—Claro —sonrío.
Se da media vuelta y empieza a caminar hasta la cafetería. Lo sigo detrás
y las manos no dejan de sudarme.
¿Qué me pasa?
Entramos al lugar y vamos directo al mostrador de comidas. Alessio se
forma en la fila y yo también.
—Te noto incómoda, ¿todo bien? —dice.
—No hagas más preguntas, favor —pido y lo miro directamente a los ojos.
—De acuerdo, entiendo.
Realmente es la primera vez que tengo una conversación con un chico
que me llama un poco la atención. Él parece de esos que salen en las revistas
de adolescentes que compraba Tyra. Me fijo alrededor.
—Todos nos están mirando —me inclino hacia él para susurrar.
Él levanta su vista y se fija en las personas que están sentadas en las
mesas de toda la cafetería.
—Te miran a ti —susurra —. Estás demasiado elegante.
Miro con preocupación mi atuendo.
—¿Elegante?
No entiendo, el tono palo de rosa es el menos elegante para un blazer y
una falda. Además, llevo unas converse blancas.
—Parece que fueras a una reunión internacional de la OMS en el mundo
de Barbie —dice divertido.
Levanto mi mano y le propino un suave golpe en su ante brazo.
—No entienden nada de moda y no se los voy a explicar —le doy la
espalda a las personas y quedo frente a él.
—Si algo te hace feliz, no tienes que explicarlo o excusarte por eso —me
mira de pies a cabeza —. A mi me gusta, sobre todo… —sonríe y se muerde
su labio inferior —. Olvídalo —me da la espalda.
—Oye —lo tomo del hombro y trato de girarlo, pero es imposible. Es más
fuerte el aire que mis brazos —. No me des la espalda —me muevo hasta
quedar en su frente —. ¿Sobre todo qué?
—¿Segura quieres saberlo? —se inclina un poco para susurrar.
Alessio es bastante alto y lo sumo a la lista inexistente de cosas que me
empiezan a gustar de él, otra de ellas es sus ojos, su cabello y su sonrisa…
Definitivamente su sonrisa encabeza la lista.
¿Qué me pasa? No.
Asiento con la cabeza repetidas veces.
—Me gustan tus girasoles —confiesa y siento mi rostro arder de la
vergüenza —. Ves, no debí decírtelo.
No sé si tomármelo como un cumplido o una burla a mi torpeza.
—Se supone que nadie tendría que verlos, no te burles —digo.
Nos movemos un poco en la fila.
—No me estoy burlando, Kyra. Me refiero a que me gustan de verdad, o
sea, me gustan en ti… Tú… —dice algo nervioso —. Debería dejar de hablar,
no quiero asustarte.
—No hablemos más de mi ropa interior, cambiemos el tema —pido.
—Concuerdo.
—Buen día —nos saluda la mujer detrás del mostrador.
Alessio la saluda con una sonrisa de regreso y le entrega dos papeles
que parecen cupones. Saco mi billetera para pagar mi desayuno.
—No, yo te invito —dice.
—¿Pero cómo…? —pregunto sin saber como funciona el canje con esos
papeles aquí.
Días antes había venido y había tenido que pagar por mi comida, en
ningún momento vi que me pidieran ese tipo de cupones.
—Tengo una beca total, eso incluye hasta la comida. Me dan una gran
cuponera para las 3 comidas de cada día.
La mujer nos entrega los desayunos y Alessio toma ambos. Salimos de
la fila y caminamos hasta una mesa libre.
—Pero eso significa que este desayuno… sería tu almuerzo o cena —lo
miro con preocupación.
—No te preocupes. A pesar de algunas cosas, mi familia me enseñó a
ser un caballero. Me las ingeniaré después —vuelve a sonreírme —. Come, se
te pondrá frío.
Miro los huevos revueltos, con cereales y fruta que tengo al frente y luego
a él. El gesto me ha hecho sentir un tanto extraña y no sé como interpretar lo
que está pasando por mi cabeza. Decido ignorarlo y tomo los cubiertos para
empezar a comer junto con él.
Anoto en mi cabeza que debo invitarlo a cenar o almorzar más tarde.
—Eres elegante hasta para comer —repara divertido.
—Solo son modales. No voy a masticar con la boca acierta, ni engullir
todo en menos de un minuto —arrugo la nariz.
—Si te hace feliz, por mí no hay problema.
—Me vería horrible comiendo de esa manera.
Siento que su mirada analiza mi rostro por más segundos de los que
debería.
—No lo creo —responde —. ¿Qué te llevo a estudiar, medicina? —
pregunta de repente.
—Mi madre era médica —digo y llevo una fresa a mi boca.
—Sigues el legado familiar.
—Algo así —me encojo de hombros —. ¿Y tú?
—Rompí el legado familiar.
—¿Qué hacen tu padres? —indago.
—Son personas de… negocios en Italia —mira su plato.
—Y si eres italiano… ¿Qué haces en Grecia?
—Tuve que huir —alza su vista y toma una manzana para luego morderla.
Mis ojos se van al movimiento de sus labios sobre la fruta y mi cerebro
procesa la imagen en cámara lenta. Pestañeo repetidamente.
—¿Huir de qué?
—Del legado familiar —responde.
—¿No te gustan los negocios? —inquiero.
—Estoy a punto de exigirte lo mismo que tú respecto a las preguntas —
advierte —. Pero la verdad me da igual, quiero contártelo todo, pero poco a
poco.
—Está bien, siento si mi curiosidad te incomoda —digo honestamente.
No estoy enseñada a socializar con alguien que no trabaje en la mansión
o que no sea Tyra.
—Alguien como tú jamás podría incomodarme.
—¿Alguien como yo? —arrugo la nariz sin saber a qué se refiere.
—Una persona affascinante —«una persona fascinante».
Trago saliva.
—¡Alessio! ¡Kyra! —la voz de Calliope nos alerta y giramos nuestros
rostros en su dirección —. ¿Por qué faltaron a clase?
—Llegamos tarde —responde él.
—Oh, ya veo… ¿Me acompañas a la biblioteca? —la rubia lo mira solo a
él y toca su hombro.
Alessio me mira a mi y quiero que la tierra me trague. Voy a quedarme
aquí sola como una idiota porque no fui invitada.
—Lo siento, Lio. Voy a prestarle algunos apuntes que guardé de mi primer
semestre a Kyra y luego iremos al laboratorio, ¿te vemos allá?
Ella me mira, yo la miro a ella y luego ambas miramos a Alessio.
Realmente ya no siento tan amistosa a Calliope y ahora que Alessio se ha
negado a acompañarla, menos. En los libros que lee Tyra, las mujeres tienden
a tener de rival a otra mujer cuando otra chica llama la atención de su chico.
—Claro, nos vemos —dice y se gira para irse andando a paso
apresurado.
—Vamos —habla el italiano y se pone de pie.
—¿A dónde vamos?
—A prestarte mis apuntes. Conservo cada libreta desde el primer
semestre. Me gusta tener todo inmortalizado, pues mi memoria suele ser mortal
a veces —me tiende su mano.
Miro su extremidad y sin pensarlo un segundo más, la tomo. Me ayuda a
pararme y me suelta para meter las manos en su chaqueta. Inmediatamente
llevo las mías a los bolsillos de mi blazer.
Caminamos por el campus rozando nuestros antebrazos, mientras él me
da un pequeño tour y me señala sus espacios favoritos.
Mis pensamientos se equivocan al momento de pensar que iríamos hacia
su casillero. Caminamos un tanto fuera de la universidad hasta llegar a un
edificio que pone en letras griegas “vivienda estudiantil”. Me trago mis
preguntas, no quiero incomodar a nadie. Suficiente fue con mi curiosidad al
momento de pagar el desayuno.
Recuerdo que me habló de que tenia una beca completa y se lo adjudico
a eso. Si huyó de su casa para romper el legado familiar, debe de tener…
recursos limitados. Supongo que sus padres no estaban de acuerdo con su
idea de estudiar medicina y le retiraron todo su apoyo, supongo.
Subimos unos pisos por las escaleras hasta llegar al que cuento como el
cuarto nivel. Las paredes están llenas de pósteres de actividades estudiantiles
y toques de bandas musicales locales.
Siento la mirada de Alessio encima y automáticamente lo miro también.
Él ríe y no entiendo el por qué. ¿Tan obvia será mi cara de extrañeza? Jamás
había entrado a un lugar así, tiene que entenderme.
—Llegamos —se planta frente a una puerta con el número “407” grabado
en ella.
La abre y me invita a ingresar primero. Muevo mis pies y me detengo en
medio de la habitación. Consta de una pequeña cama para una persona bien
tendida con sábanas grises. Al fondo hay una enorme ventana y a mi derecha
un escritorio con un tablero que ocupa casi toda la pared. La pared de la
izquierda está llena de papeles con información de investigaciones médicas.
Me muevo hacia su escritorio y analizo la pila de libros que hay encima de él,
paso mis dedos por ellos. Levanto mi mirada hacia los garabatos del tablero,
son formulas químicas que entiendo un poco.
—¿Tan mal está que te dejó sin palabras? —pregunta.
—¿Qué? No, en absoluto.
Giro a verlo y mis ojos caen en la estantería llena más libros en inglés,
italiano y griego. Camino hasta ella y él cierra la puerta para que pueda
husmear mejor.
—¿Son todos tuyos?
—Solo trabajo para ellos y por ellos. Aún tengo una lista larga por comprar
— se inclina y alza el cobertor de su cama —. Aquí tengo más.
Debajo de esta hay muchísimos más tomos. Dibujo una sonrisa en mis
labios. Se siente bien conocer a alguien con quien voy a poder compartir
muchas cosas y no me va a mirar como un bicho raro como lo hace Tyra.
—Sei una persona affascinante —«tú si eres una persona fascinante», le
digo. Él sonríe y mi mente me aconseja que busque en una próxima ocasión
otro cumplido si quiero volver a causar esa sonrisa. El silencio y la falta de
respuesta se pone un poco incómoda y miro hacia el tablero —. ¿En qué
trabajas? —pregunto cambiando el tema.
—En el laboratorio estamos trabajando sobre la procedencia de algunas
enfermedades para encontrar una posible cura o tratamiento efectivo —señala
las fórmulas —. Estas son algunas para el cáncer, con más exactitud, el
pulmonar.
—Mmm —detallo todo con atención —. Está mal.
—¿Qué? —me mira confundido. Tomo uno de los marcadores y borro
parte de la ecuación —. Oye, ¿qué estás haciendo? No…
Corrijo algunos números, quito unos y agrego otros. Desarrollo una de las
formulas básicas con las que suelo trabajar y termino.
—Listo.
Alessio se acerca y repara lo que acabo de hacer.
—¿Cómo es que…? —voltea a mirarme —. Sabes cuántos libros tuve
que comprar para poder llegar al resultado anterior y vienes tú y me dices que
estaba mal y… —vuelve a mirar al frente —. Lo solucionaste.
—Tal vez no compraste los libros correctos —me encojo de hombros.
—¿Y tú sí? —gira su cabeza.
—Sí y tal vez te los preste —junto mis manos.
—¿Me recuerdas tú número de semestre?, porque ahora mismo me
siento en primero y te veo a ti como la que está en sexto.
—Mi madre tenía muchos libros y desde pequeña empecé a leérmelos
todos aún si saber que significaba —cuento.
—Sei una persona affascinante —vuelve a decir.
Esta vez la que le sonríe soy yo. Debo haberme puesto de color carmín.
Carraspeo y señalo el tablero.
—¿Has escuchado alguna vez sobre las células Hela? —pregunto.
—Sí, pero es difícil extraerlas. Ninguna persona con cáncer va por ahí
dejando que un estudiante le saque muestras.
—Es cierto —digo y sigo reparando sus fórmulas —. Es tu día de suerte,
Salvatore… o tal vez también sea el mío.
—¿Por qué?
—Porque yo tengo un gran cultivo de células Hela.
Capítulo 10
Tyra
Son más de las cuatro de la tarde, camino por los pasillos un poco
nerviosa. Sé que le prometí a Kyra deshacerme al menos de Olivia, pero la
mujer hoy tiene cara de pocos amigos y Magnus, bueno, el siempre tiene esa
cara.
Me asomo un poco a la habitación de Ky. La puerta está a medio cerrar y
por la pequeña abertura puedo verla mirándose al espejo. Está eligiendo que
ponerse para esta noche, me causa demasiada ternura, es mi hermana menor
y es responsabilidad mía verla feliz. Tengo que encontrar la manera de que se
pueda ver con Alessio, sé que él le gusta y jamás la había visto cambiarse de
ropa más de cinco veces por alguien. Kyra es segura y nunca la había visto de
esta manera.
Doy dos golpes en la puerta.
—La de color azul es mi favorita —le digo.
—No entiendo porque no puedo elegir algo y ya está —refunfuña.
—Porque realmente él te gusta —me cruzo de brazos bajo el marco de la
puerta.
Ella me mira y esta vez me da una sonrisa a medio hacer.
—Es muy inteligente —vuelve a mirarse al espejo. Se pone la falda azul,
una camisa blanca y sus converse blancas —. ¿Qué tal así?
—Hermosa —sonrío y voy hasta su tocador —. Ven, siéntate.
Tomo el cepillo y ella se deja caer en el banco frente al espejo. Peino su
largo y castaño cabello.
—¿Qué debo tener en cuenta a la hora de… besar? Digo, no creo que
suceda, pero… —pregunta apenada.
Es gracioso que sepa como crear y destruir un virus, pero no sepa dar un
beso. Esa es mi Ky.
—No pienses mucho. Es una acción natural del cuerpo, él sabrá guiarte.
Pero eso sí, evita producir demasiada saliva y abrir mucho la boca, y deja tu
lengua quieta al principio.
—¿Cómo se usa la lengua? Eso se escucha desagradable —arruga su
nariz.
—Ya lo descubrirás. Besar es algo natural, Ky, no necesitas una fórmula
o un manual para eso, solo déjate llevar.
—Dejarme llevar, copiado —respira profundo y exhala el aire.
Ruedo los ojos. Está nerviosa.
—Ven —la giro hacia mí.
Tomo el labial rosa y lo esparzo con delicadeza sobre sus labios. Tomo
el lápiz negro y con cuidado delineo el nacimiento de sus pestañas, les paso el
cepillo del rímel y por último un poco de color a sus mejillas y listo.
—Casi tan linda como yo —digo.
—Idiota.
Se gira para mirarse al espejo. Kyra no es de usar maquillaje, pero
cuando lo hace sus ojos verdes resaltan demasiado. Esa es una diferencia que
solo ella y yo conocemos. Sus iris son un tono más claro que los míos.
—Lo vas a flechar —cepillo por ultima vez su cabello y doy un paso hacia
atrás —. Tengo que irme ya, espero que te vaya bien y ya sabes, si decide
acusarte, le aplicas el veneno —guiño un ojo y camino hacia la salida.
—Ty —me llama y giro mi cabeza —. Gracias.
—Es con gusto, gemela malvada —respondo y salgo.
Mi estómago se retuerce. Planear algo no es lo mío, es lo de Kyra. Lo mío
es improvisar y solucionar las cosas cuando ya se han ido a la mierda.
Voy hasta la biblioteca del abuelo, que es donde está Magnus la mayoría
de las veces. Abro la puerta y lo veo sentado mirando del piso.
—Hola —hablo.
Levanta la cabeza cuando escucha mi voz.
—Hola —responde.
Sus ojos grises me miran con seriedad y la odio. Nunca puedo descifrar
que está pasando por su cabeza.
—¿Y Olivia? —pregunto.
—Está en el jardín con los infantes.
—Ah.
Meto las manos en los bolsillos de mi jean desgastado a la cadera. Llevo
una blusa corta que deja a la vista la mitad de mi abdomen. Siento los ojos del
guardaespaldas seguirme mientras detallo los libros en los estantes.
—¿Qué quieres? —pregunta y se pone de pie.
Volteo a mirarlo, está usando su peculiar ropa negra.
—Deshacerme de Olivia y tenerte para mí —confieso y me acerco
lentamente hasta él.
Niega con la cabeza.
—No será cuando tú quieras.
—Ah, pero sí será… —poso mis manos en sus pectorales —. No sabes
lo adoloridos que están mis dedos de pensar tanto en ti, Magnus.
Me pongo de puntitas para tratar de alcanzar su boca, paso mi lengua por
sus labios y de la nada su mano se apodera de mi cuello.
—Tyra, no —advierte.
—¿Qué te lo impide? —llevo mi mano hasta su pelvis y acaricio su dureza
por encima de sus pantalones —. Mira cómo te pongo…
Noto como su quijada se tensiona.
—Tyra, ¿qué quieres?
—A ti… —trato de besarlo nuevamente, pero me detiene.
—Recuerda que soy la excepción a tus manipulaciones.
—Voy a hablarte claro. Somos adultos y todo el asunto —sonrío —. Kyra
quiere entrar a un amigo a la casa, a Alessio, el que me cubrió en mi coartada
y yo te quiero follar a ti, pero Olivia como que no encaja en la ecuación.
—Estás buscando que tu abuelo las prive de libertad de por vida —trata
de irse, pero lo detengo.
—Quiero intentar algo contigo y he conseguido algunos materiales que
nos servirán.
Me poso detrás de su espalda y me pego con cuidado a él. Llevo mis
manos nuevamente hasta su pelvis y desajusto su correa, para luego seguir
con el botón y el cierre de su pantalón. Meto mis manos dentro de su ropa
interior y me recibe la calidez de su piel. La boca se me hace agua. Él está
totalmente inmóvil, sé que lo estoy logrando.
Tomo su miembro con ambas manos y lo libero. Con suavidad empiezo
a bombear su extensión, causándole placer.
—Quiero que me des tan duro, Magnus…
—Tyra.
No entiendo el tono que usa al decir mi nombre, así que acelero aún más
el movimiento de mis manos.
—Quiero que me ahorques, me pegues, me escupas y me insultes… De
solo pensarlo mi pequeña y rosadita vulva ya se encuentra tan mojada… —
acentúo un tono de voz tierno y sensual.
De repente se gira y me toma del cuello. Me encanta cuando lo hace.
Sonrío con perversidad.
—Odio que parezcas un maldito ángel y que en el fondo seas el peor de
los demonios.
—Sé mi dios y fóllame hasta el cansancio hoy.
—Nos vemos a las 7 en tu habitación y realmente prepárate, no podrás
arrepentirte de nada.
Acomoda su ropa nuevamente y se viste. Le lanzo un sonoro beso antes
de que salga azotando la puerta. Dejo salir todo el aire retenido y ventilo mi
cara con las manos. El hijo de puta me pone demasiado.
Desabrocho mi jeans e introduzco una de mis manos. La humedad no me
sorprende y la uso para lubricarme el clítoris y mover mis dedos rápidamente
sobre él mientras pienso en lo que quiero que me haga Magnus, en la forma de
su miembro erecto, en sus besos sobre mis senos y su lengua sobre mi
hinchazón. El ojigris me provoca tantas fantasías que pueden llegar a rozar la
línea de las parafilias.
Desato un orgasmo en su nombre y realmente me preparo para lo que
está por venir.
🐍•♊•❤•♊•🐍
Kyra
Vuelvo a verme en el espejo. Faltan 5 minutos para que sean las 7 y mis
manos han empezado a temblar. Aliso mi falda y me cercioro de que no tenga
ni una sola arruga, al igual que mi camisa. Tomo la diadema azul y la pongo
sobre mi cabello. Vuelvo a admirar el maquillaje que Tyra me hizo. Rara vez
dejo que ponga sus manos sobre mi cara, pero esta es una ocasión especial.
Detengo mis pensamientos y me doy una cachetada mental. Solo viene
por trabajo y a ver mi biblioteca. He decido no enseñarle hoy a Perro y Gato.
Iré paso a paso, no quiero que piense que soy una loca.
—Olivia se ha ido —la voz de Tyra me hace dar un salto.
—¿Segura?
—Segurísima. Estaré en mi habitación haciendo… cosas. No me
molestes y yo no te molestaré, ¿de acuerdo?
No quiero saber qué es lo que va a hacer así que asiento con la cabeza.
—Iré hacia la puerta trasera, pronto llegará —paso por su lado para salir.
—Hey —me detiene —. Deja que todo fluya y relájate —besa mi cabeza
y sale dando saltos por todo el pasillo.
Respiro hondo y trato de en serio calmarme. Vuelvo a mover mis piernas
hasta llegar a la puerta trasera. Quito las plantas enredadas en la cerradura y
cuando la abro, veo a Alessio recostado contra la pared.
—Che bello rivederti —«es bonito verte otra vez».
Dibujo una sonrisa en mi rostro.
—Puntual —reparo.
—No sabía cuanto me iba a tomar llegar aquí, así que salí un poco más
temprano —dice y se incorpora.
Su altura me intimida un poco.
—¿Cuánto tiempo es “más temprano”?
—Una hora —pasa por mi lado y se detiene para mirar la casa —.
Realmente eres millonaria.
—¿Llevabas una hora esperando?
Se gira para observarme.
—No te preocupes, el tiempo no importa cuando es bien gastado —
sonríe.
—Gracias —digo sin saber por qué.
—¿De qué? —pregunta divertido.
—Por eso —señalo la puerta trasera.
Sus ojos se abren exageradamente.
—Casi lo olvido —dice y vuelve afuera. Cuando entra, mis ojos caen en
el ramo de girasoles que sostiene en sus manos y en la barra de chocolate
blanco que me ofrece —. Algo me dijo que te gustarían los girasoles.
Tomo ambos detalles en mis manos y recuerdo que Eldoris puede salir
en cualquier momento.
—Vamos antes de que alguien nos vea —le digo tratando de salir del
trance que me han generado sus regalos.
Ingresamos a la casa y lo llevo directo al sótano. Va a pensar que estoy
tan loca, eso es más que seguro. He cubierto los cristales con bolsas negras
por fuera para que no se vea nada.
—He salido con chicas antes y puedo decir que ninguna jamás me ha
hecho bajar a su sótano —dice mientras descendemos las escaleras.
Mi estómago se comprime aún más.
—Lo siento, yo…
—No lo sientas, Ky —se mueve por el lugar admirando todo —. Puedo
apostar que ningún sótano hubiese sido como este. Me gusta.
Dejo las flores sobre la mesa y con delicadeza toco los pétalos de la flor.
Jamás había visto un girasol en persona y por supuesto, jamás nunca nadie
me había regalado flores.
—¿Te gustaron? —pregunta detrás de mí y doy un pequeño salto.
—Oh, sí. Claro que sí —doy media vuelta y quedo frente a él —. Están
bellissimos. Grazie.
Nuestros ojos y sonrisas conectan por unos segundos y luego él
carraspea.
—Así que… Cuéntame sobre este lugar —pone sus manos en jarras.
—Mi madre, Aphrodite, era una gran doctora e investigadora. Nuestro
abuelo sufre de leucemia mieloide aguda y ella trabajó durante años para tratar
de encontrar algún tratamiento o cura.
Alessio me escucha con atención mientras se mueve detallando cada
objeto del lugar, hasta llegar al estante de libros.
—Qué gran colección —dice mirando cada tomo —. ¿Y lo logró? —me
mira.
—Consiguió un par de cultivos de células Hela y trabajó en torno a ellas
hasta su muerte.
—Oh, lo siento mucho.
Niego con la cabeza.
—No te preocupes, fue hace muchos años —me muevo hacia la nevera
especial —. Estas son —señalo a través del cristal.
—Siento que he perdido todo mi tiempo en la universidad, tienes al
alcance más conocimiento e instrumentos que las personas de ese lugar —sus
ojos caen en los recipientes que contienen las células —. Increíble.
—Mi madre tenía diarios y siempre escribía todo. He leído hasta sus más
nefastos apuntes.
—¿Podría…? —señala los libros sobre la mesa.
Asiento la cabeza y toma una en sus manos. Lee con atención y frunce
su ceño, al mismo tiempo que muerde su dedo pulgar.
—Affascinante —susurra.
Sigo mostrándole cada tomo y cada diario importante que mi madre
redactó. Alessio me presta la mayor de las atenciones y aporta deducciones
que nunca había podido escuchar de nadie más y con nadie más me refiero a
Tyra. A ella tenía que explicarle con palabras simples, Alessio me entiende
cada término y me habla de la misma manera.
Aquí abajo me siento en mi mundo y me alegra la idea de que ahora tengo
con quien compartirlo.
🐍•♊•❤•♊•🐍
Kyra
Cuando miro el reloj plateado en la pared, puedo apreciar que son más
de las nueve de la noche. Alessio no para de hablar sobre las células y lo que
ha entendido de todo lo que ha leído, y yo no paro de mirarlo.
—Kyra —dice. Pestañeo varias veces para salir del trance en el que
estaba —. No me estabas escuchando, bella —toma un mechón de mi cabello
y lo lleva detrás de mi oreja.
—Lo siento, estaba pensando en… mi hermana. Tuvo que meterse en
algunos problemas para que pudieras estar aquí y me preguntaba donde podría
estar —miento, pero a la vez digo algo real.
Espero que Ty esté bien. La verdad es que me distraje mirando su rostro
y sus expresiones.
—Si quieres puedo irme ya, no quiero causar más problemas —intenta
ponerse de pie.
—No causas ningún problema —vuelvo a mentir porque no quiero que se
vaya aún —. Si te vas más tarde será mejor, Eldoris ya estará en su quinto
sueño y… —caigo en cuenta de mi palabras —. No quiero decir que tengas que
quedarte hasta tarde si no quieres, solo digo que…
—Hasta más tarde será, tampoco tengo ganas de irme aún —dice y
vuelve a sentarse a mi lado. Las comisuras de sus labios trazan una curva hacia
arriba y su mano vuelve a acariciar mi cabello —. Bellezza e intelligenza, una
combinación que muy pocas personas ostentan.
—Más que inteligencia, podría llamarse locura —susurro, pero sé que me
escuchó.
—De la locura han salido los mejores inventos. Mira a Da Vinci, abrió
cuerpos inertes, aun cuando en su época era ilegal, para pintar lo que había
adentro y retratar cada detalle de nuestra anatomía. Galileo, que se aventuró a
decir que la tierra no era plana y casi lo queman vivo —se pone de pie y se
acerca hasta mi silla, posa sus manos en mis mejillas y nuestros ojos vuelven
a conectarse, pero esta vez más cerca —. El progreso es una locura que
debemos estar dispuestos a experimentar.
Sus palabras calan en cada parte de mi cuerpo, su toque se siente hasta
el interior de mis huesos y su aroma se impregna en cada partícula de oxígeno
que respiro.
Todo en él se siente tan bien y me hallo fantaseando en cómo sería
besarlo… en cómo al menos sería un beso. Por inercia me relamo los labios y
toda la atención del italiano recae en la acción. Sus ojos grises rayando en
blanco, se han tornado opacos y su boca se ha entreabierto.
No sé que hacer, no sé cómo continuar, realmente quiero besarlo, pero
no quiero asustarlo. Tal vez él no quiera lo mismo y…
Callo mis pensamientos y dejo seguir a mis instintos naturales, quienes
se apoderan de mi albedrío y terminan sellando mis labios con los de Alessio.
Cierro mis ojos y no muevo mis labios, solo me empeño en sostener la unión
que me da la sensación de tener mil girasoles en el estómago.
Alessio se echa hacia atrás y me mira sorprendido.
Lo he estropeado.
—Lo siento, yo no…
No me deja terminar de hablar porque vuelve a besarme sin previo aviso
y esta vez siento su boca moverse sobre la mía. Imito sus movimientos y dejo
que todo fluya. Cada segundo que avanza siento que necesito más de él, sabe
a chocolate blanco y a menta, huele delicioso. Llevo mis manos hasta su
cabello y me pongo de pie para deleitarme aún más de la gran obra de arte que
es este hombre. Nuestros cuerpos se juntan y las manos de Alessio viajan
hasta mi cintura. Debo ponerme de puntillas para facilitarle el beso.
El beso… Mi primer beso. El primero y sé que será el mejor de toda mi
vida.
Una tos seca se escucha al fondo y Alessio gira su rostro para averiguar
de dónde proviene.
—¿Qué fue eso? —pregunta agitado sin soltarme.
Mierda.
—Yo… Eh... —me separo de él y busco alguna excusa.
—¡Agua!, ¡por favor! —dice uno de ellos y lo identifico, es Perro.
—¿Kyra? —Alessio pregunta un tanto extrañado. Al ver que no respondo
va hasta el lugar de donde provino la voz y arranca de un solo tirón los plásticos
que cubrían las celdas —. Mierda.
Creo que sí tendré que recurrir al veneno… Bueno, al menos lo besé.
—Escucha primero la historia que hay detrás de todo antes de que sacas
conclusiones que no son y…
—¿Practicas con ellos y las células Hela? —me mira y luego vuelve a
ellos.
—Sí, pero no es como piensas. Ellos son…
—Tus conejillos de indias —agrega.
—Sí, pero se lo mereci…
—Infórmame de su evolución —pide y se dirige a revisar las carpetas que
cuelgo afuera de cada celda.
—¿Qué? —doy un paso hacia él.
—¿Han respondido bien?, ¿qué enfermedades les has inyectado?
—Pero…
Alessio se acerca a mí.
—El progreso es una locura que debemos estar dispuestos a
experimentar, ¿recuerdas?
—Eran violadores —suelto.
—No importa, Kyra. Voy a decirte algo y espero no sonar grosero o crudo,
pero a la final… ellos siguen siendo personas y tú no eres un ser impartidor de
justicia para adjudicar que castigo se merece cada uno, pero si te tranquiliza el
hecho de que eran personas horribles, quédate con eso. Pero como futura
médica debes saber que cualquier vida, sin importar la reputación de la
persona, es importante; pero más importante aún es el progreso —toma mi cara
entre sus manos —. ¿Sabes que tienes el futuro en tus manos? Claro que lo
sabes y por eso mismo, no importa si quienes están allí fueron los mejores
seres humanos del mundo.
Sus palabras me dejan sin las mías y lo único que puedo hacer es asentir
con la cabeza. Me zafo de su toque y decido explicarle que pasa con cada
“paciente”.
—Están conmigo desde hace tres años. Él es Perro y él es Gato.
—Creativa.
Ignoro su comentario y sigo hablando.
—A Gato las células lo han mejorado, pero a Perro lo han enfermado más
y no entiendo la razón —paso una mano por mi cabeza.
—Su genética.
—Ya la estudié, ninguno tiene enfermedades hereditarias, son… eran
extremadamente sanos.
—¿Qué cantidad les aplicaste a cada uno? —cuestiona.
—La misma, 5ml semanales.
—¿Has intentado aplicarle más o menos a Perro?
Niego con la cabeza.
—No lo había pensado, el componente tiene la cantidad exacta para
atacar las células enfermas.
—Tal vez en Perro esas células de la enfermedad se reproduzcan más
rápido haciendo que el componente sea insuficiente, o más lento, haciendo que
el resto ataque a las células buenas —objeta.
Me quedo pensando por unos segundos. Nunca lo había pensado de esa
manera…
—Tendría que estudiar sus cultivos después de inyectarle una
enfermedad…
—Para saber cuántas células Hela va a necesitar. Personalización, le
llaman —dice y golpea con delicadeza su hombro con el mío.
Me lanzo hacia él y me empino para impactar mis labios con los suyos.
La emoción no me deja pensar.
—¡Manos a la obra, entonces! —me separo y camino hasta la nevera —.
¿Tienes algo que hacer más tarde o quieres ayudarme en esta locura?
Me mira divertido.
—Si me das otro beso, te ayudaré en cada maldita locura que se te ocurra
por el resto de la eternidad.
—Ese es un tiempo muy largo —reparo y él me toma del brazo.
Me acerca a su pecho y nuestros labios se rozan.
—Dar suerte que estoy libre.
🐍•♊•❤•♊•🐍
Tyra
—¡Dios! Casi me matas del susto —llevo la mano hasta mi pecho.
Magnus ha entrado sin tocar y se ha parado detrás de mí mientras veía
los arboles danzar por la ventana.
—Parece que viene una tormenta —detalla.
—Y de las fuertes.
—No tan fuerte como lo que pasará dentro de estas paredes —susurra
en mi oído.
Me giro para mirarlo.
—Enséñame —pido.
—No, no voy a enseñarte, bonita. Voy a usarte —dice y me toma del
brazo. Me lleva hasta el centro de la habitación —. Arrodíllate.
Obedezco su orden y lo veo sacarse la correa de los pantalones. Se
agacha a mi lado y con fuerza ata mis manos detrás de mi espalda. Se
incorpora y se posa frente a mí. Su mano acaricia mi mandíbula y tomo aire
para estar listar para lo que viene.
Mete su dedo pulgar en mi boca y lo succiono. Su otra mano libera su
miembro erecto y abro aún más para que lo introduzca. Hace días quería volver
a hacer esto, saborearlo otra vez.
Muevo mi cabeza de atrás hacia adelante con lentitud. Una de sus manos
se apodera de mi cabello y lo envuelve. Me tiene a su merced y mi corazón late
más rápido porque todo mi cuerpo sabe que lo que viene no será nada suave.
He dejado de mover mi cabeza porque ahora es él quien penetra mi boca
a su gusto. Siento como la punta de su erección llega hasta lo más profundo
de mi boca, haciendo que un par de arcadas y tos se hagan presentes. No
aminora en ningún momento la velocidad, se ha vuelto aún más rudo y mi cuero
cabelludo ha empezado a arder.
De la nada se aleja y se inclina. La palma de su mano impacta en mi
mejilla, mi cara se ve obligada a girar, pero cuando vuelvo a mirarlo, le doy una
sonrisa vil.
—¿Vas a hacer lo que te pida? —pregunta en un susurro.
—Lo que tú quieras —miro su boca y trato de besarlo, pero me detiene.
—Los besos son demasiado suaves para estas situaciones —se yergue
y vuelve a penetrar mi boca.
No me molesto en cerrar mis labios, pues las embestidas son tan rápidas
y profundas que no quiero lastimar su extensión. Estoy poniendo todo de mi
para no devolver el contenido de mi estómago, pero su erección está
traspasando el fin de mi boca y llegando al inicio de mi garganta.
Las arcadas empiezan a hacerse más constantes y la tos que no puedo
liberar obliga a mis ojos a derramar lágrimas. El aire también me esta faltando,
pero él está tan excitando con mi sumisa imagen que sé que no se va a detener.
Sus penetraciones siguen y los músculos en mi cara han empezado a
doler. No aguanto más, mi estómago… Me echo hacia atrás para liberarme y
vomito a un lado.
—No debías hacer eso, bonita. De pie, viene tu maldito castigo.
Me levanto y lo miro.
—Quiero algo.
—No.
—Te va a gustar y me va a doler.
—¿Qué es? —indaga.
Me desnuda con rapidez, y al llegar a mi pequeña blusa, la rompe en dos.
Libera mis senos y se prende de uno de ellos, echo mi cabeza hacia atrás.
—Quiero que me penetres por delante y por atrás…
—Eso lo hicimos la vez pasada —dice y muerde uno de mis pezones.
El ardor se instala en esa zona sensible.
—Lo sé, lo quiero a la vez…
—No tenemos nada con que ayudarnos.
—Túrnate.
Se incorpora y me mira.
—¿Dónde viste eso?
—Llevo noches imaginándolo.
—Qué bonita imaginación —repara mientras aprieta mis pezones.
El placentero dolor hace que me retuerza.
—¿Lo harás?
—Sí —responde.
Me toma del cuello y me empuja hasta la cama. Agradezco haberme echo
el enema una hora antes y haber anestesiado un poco aquella zona que no
lubrica por si sola.
Magnus efectúa su completa desnudez y desde aquí admiro nuevamente
su cuerpo. Muerdo mi labio y hago una foto mental para mis noches de soledad.
—Primero atrás —susurra y abre mis piernas.
Escupe el lugar y luego su verga. Se posa encima de mí y empieza a
tratar de llenar la mitad de mis glúteos con su grandeza. Muerdo mi labio para
evitar que cualquier sonido salga de mi boca. No duele tanto como la vez
pasada gracias a la anestesia, pero la incómoda sensación no deja de ser
extraña.
Un par de minutos después cuando ya se ha enterrado por completo en
mí, empieza a moverme de atrás hacia adelante, reproduciendo el sonido típico
de nuestras carnes chocar.
—¿Lista?
Asiento con la cabeza.
Magnus me voltea con agilidad. Mi pecho y cara quedan contra la cama
y mis glúteos se levantan hacia él junto con mi zona rosa expuesta.
Siento su miembro entrar en mi vagina, para luego salir e introducirse en
mi ano. Vuelve a mi vagina y luego a mi ano. La sensación me abruma y me
lleva al borde de un dolor y placer que jamás había experimentado. Sigue
turnándose de entrada y cada vez aumenta más la fuerza y rapidez de los
embistes.
Mi corazón ha empezado a golpear mi pecho con más fuerza y mi cuerpo
no para de temblar, y se me hace el difícil sostenerme debido a que tengo las
manos atadas. Magnus está haciendo y deshaciendo conmigo lo que quiere.
Estoy a su disposición y eso me encanta.
—¡Insúltame, maldito hijo de puta!
—¡Tú eres la maldita hija de puta! —exclama clavándose atrás hasta el
fondo —. Vuelve a insultarme y voy a marcarte.
—¡Hijo de puta!
Me levanta del cabello y su boca ataca mi cuello. Muerde y chupa la
delgada piel y sus dedos se envuelven en él presionando con fuerza. Sus
penetraciones se quedan en ese lugar y su otra mano viaja a mi vulva para
torturarme aún más de placer. Una palmada en esa zona sensible me obliga a
soltar un pequeño grito.
—No grites, maldita.
—Es lo que causas, imbécil. Dame más.
Magnus vuelve a impactar su mano con más fuerza contra mi hinchazón
y esta vez muerdo mi labio.
—Muy bien —me empuja y vuelvo a caer contra la cama.
Sus estocadas vuelven a ser turnadas. Mi cuerpo no distingue ya lo que
duele y lo que disfruto. Tiemblo cada vez que se toma más tiempo atrás y
respiro cuando se enfoca en mi vagina. Estoy tan a punto de llegar… Lo
necesito más ahí.
—Fóllame la vagina, maldita sea. Estoy por venirme.
—No me des ordenes, hija de puta —toma mi cabello y se clava con más
fuerza atrás.
Su pelvis golpea mis glúteos con tanta fuerza que siento el dolor hasta en
los huesos. La palma de su mano impacta repetidas veces en uno de ellos y
siento como desfoga su orgasmo en mi interior.
—Eres un puto egoísta —gruño.
Sale de mí y me voltea. Clava su boca en mi vulva y muerde mi clítoris.
Mis piernas aprisionan su cabeza y su lengua empieza a darme las mejores
caricias de toda mi vida. No tiene que trabajar mucho, porque en menos de dos
minutos estoy gritando su nombre y retorciéndome sin liberarlo de entre mis
piernas.
Esa noche, después de una ducha, todo se repite y no sé en que
momento caigo dormida a su lado.
Capítulo 13
Kyra
Los tres abordamos el auto tan pronto apago las luces de toda la casa.
He manipulado a uno de los porteros para que no diga nada. He dicho que
Alessio es el nuevo conductor contrato por el abuelo debido a que Olivia se
sentía mal.
Es tan fácil manipular a la gente aquí.
Pongo a trabajar mi memoria para indicarle a Alessio donde vives
Magnus. Le digo que por favor parta desde el parqueadero donde ocurrió la
explosión y quince minutos después de seguir mis órdenes bajo del auto. El
gris edificio se levanta ante mí y trago saliva.
Estoy por subir al infierno y no creo que esta vez algún dios se apiade de
mí.
—¿Te recogemos? —pregunta Alessio detrás de mi dentro del auto...
—No. Volveré sola.
—¿Cómo harás eso? —Kyra se asoma —. Es de noche y…
—Volveré sola —digo y camino hacia la pequeña portería sin vigilancia.
No tomo el ascensor y tomo las escaleras. Llego al piso donde recuerdo
esta su apartamento y me paro frente a la puerta. Ajusto más a mi cuerpo el
bolso que llevo en la espalda. Meto la mano en uno de los bolsillos de mis jeans
desgastados y saco una tarjeta y un clip de cabello.
Me agacho para enfocarme en la cerradura y abrir. Uno cuantos minutos
e intentos después, al fin lo logro y entro con cuidado. Todo está oscuro y
agradezco que no esté. Cierro detrás de mí. En realidad, me daba igual si
hubiese estado.
Voy directo a su escritorio librería y busco como loca algo que ni siquiera
sé que es, pero lo sabré cuando lo vea.
Detrás de unos libros encuentro una pequeña caja cerrada. Busco la llave
alrededor y no encuentro nada. Vuelvo a hacer uso del clip y al fin logro divisar
su contenido.
Son dos pasaporte estadounidenses. Dejo la caja sobre la mesa y los
abro.
—Olivia White y… Magnus White —leo.
¿White?
Sabía que eran pareja, pero… Mierda, están usando un apellido falso.
¿Qué esconden?
Guardo ambos pasaportes en mi bolso y sigo buscando algo que me
genere aún más interés. Me agacho para mirar debajo de su cama y encuentro
una computadora portátil. Nunca había visto una, Kyra tiene algunas, pero son
de escritorio.
La tomo y la abro. Hay una pantalla en rojo y un recuadro en la mitad que
dice «Password». Busco en los pasaportes sus fechas de nacimiento y las
tecleo con esperanza.
Nada.
Un ruido en la entrada me alerta, dejo todo en su lugar y me obligo a
correr para ocultarme dentro del armario, ajusto la puerta para poder ver de
quien se trata.
Veo entrar a Magnus con una extraña mujer de la mano. Es rubia y alta.
Inmediatamente empiezan a besarse y a desnudarse. Magnus estruja los senos
de la mujer mientras ella echa su cabeza hacia atrás.
La escena que se presenta ante mis ojos produce un cosquilleo bajo entre
mis piernas. Me asombra, esto realmente me está excitando. Introduzco mi
mano entre mis pantalones y llego hasta la humedad que no sabía que tenía.
Muerdo mi labio y muevo mis dedos en círculos sobre mi clítoris mientras veo
como Magnus penetra desde atrás a la rubia.
Le da fuerte y sin mesura, como me ha dado a mí días atrás. La toma del
cabello y la nalguea. Ella gime y se retuerce, pero él no la deja apartarse. Clavo
mis ojos en los cuerpos de ambos, sudan y respiran agitadamente. Están
disfrutando sin saber que alguien más también lo esta haciendo sin ellos saber.
La rapidez con la que alcanzo el orgasmo me deja con la boca abierta y
debo morder mi lengua para no producir ningún sonido. Me recompongo y salgo
de entre las sombras.
—Qué buen show, pero me urge hacer pis y por lo que veo iban a tardar
—digo y ellos saltan por la sorpresa de mi presencia.
Magnus sale de la mujer y se aproxima a mí, para luego tomarme del
cuello y mirarme fijamente con odio.
—¿Qué mierda haces aquí? —pregunta.
Su fuerte agarre sobre mi garganta me duele y me causa tos, pero sonrío.
—Te extrañaba, cariño…
Me empuja contra la pared.
—Tyra —gruñe —. No juegues conmigo.
Su erección roza mi estómago y llevo una de mis manos a ella para
bombearla con suavidad. Está húmeda debido a los jugos de la otra mujer.
—¿Por qué no, cariño? —susurro contra su boca.
—¿Qué está pasando, Magnus?, ¿quién es ella? —pregunta la rubia y se
cubre con la sábana.
—Ella es… —jadea.
Muevo un poco mi cara para verla.
—¿Te gustan los tríos, rubia? —interrumpo. Sigo masturbando a Magnus
y clavo mis ojos en su rostro otra vez —. Porque a mi sí y me encantaría
participar.
—Tyra —dice a modo de advertencia.
—Dime, cariño —sonrío con vileza.
Mi mano no se detiene y de repente él se aparta. Se va hacia el baño y
nos deja solas a mí y a la rubia.
—¿Quién eres? —pregunta curiosa.
—Soy como tú, una amiga más de Magnus —me encojo de hombros. Me
acerco hasta la cama y me siento en ella —. ¿Has estado con chicas?
—Sí, muchas —responde.
—Yo no —la miro por unos segundos y aparto el cabello de su rostro —.
Eres muy hermosa.
—Bésame —sonríe.
Lo pienso durante un momento y me aproximo con lentitud y fingida
inocencia hasta su boca. Saboreo sus dulces labios mientras siento sus manos
en mi cuerpo. Todo se siente tan nuevo, suave y diferente a otras manos que
ya me han tocado.
Subo las mías por todo su abdomen hasta llegar a sus pechos. Los
acaricio y ella hace lo mismo con los míos. Otros labios se sienten en mi cuello
y otras manos sacan mi blusa.
Magnus me pone de pie y baja mi pantalón. La rubia se agacha frente a
mí y saca la lengua para pasarla por la mitad de mi labios vaginales. Las piernas
me tiemblan debido al toque y me sostengo de Magnus, quien presiona su
erección contra mi espalda, besa mi cuello y también estruja mis senos. Se
siente increíble tener a dos personas a mi merced sexual.
La mujer me regala el más tierno y suave sexo oral que me hayan hecho
jamás. Ver a alguien de mí mismo sexo brindándome placer, mientras tengo a
un hombre atrás, me eleva a un mundo de éxtasis que no conocía.
Tomo a la rubia del cabello y la obligo a ponerse de pie. Impacto mi boca
contra la suya y me pruebo en ella. Magnus se une a nuestro beso y seguido
caemos en la cama sobre él.
La rubia toma la erección de Magnus y se la lleva a la boca.
—Ven bonita, siéntate aquí —me invita ella.
Me pongo de rodillas y alineo mi pelvis encima de la de él, la rubia me
penetra con la polla de Magnus con suavidad mientras lo veo a él mirar la
escena sin parpadear. Comienzo a cabalgarlo con lentitud, mientras ella ubica
su vulva sobre la boca de él. Ambas quedamos de frente y la mujer me atrae
para besarme con rudeza y eclipsar nuestros gemidos.
Siento una euforia que no sabría describir, pero la situación me está
gustando más de lo que imaginé. La mujer es hermosa y Magnus es tan
atractivo como el peligro para mí.
Una mano delicada se posa en mi pecho y me empuja un poco hacia
atrás. Me apoyo en mis manos para no caer. La rubia se inclina y desciende
hasta mi vulva. Magnus y yo seguimos unidos, él aún continúa besándole el
clítoris a ella, y ella ahora besa y acaricia el mío con su lengua, mientras sigo
moviéndome arriba y abajo sobre la gran erección.
Voy a correrme y será increíble. Mis ojos caen en la escena y me enfoco
en cada movimiento de ellos para excitarme aún más y aumentar mis ganas de
llegar al orgasmo.
Tomo el cabello de la mujer en una de mis manos y me aferro a él para
impedirle que se despegue. Aumento mis embestidas mientras la rubia trata de
mantenerse pegada a mí. La sensación me abruma y gimo aún más fuerte. Un
poco más y me romperé en pedazos.
Magnus se apodera de los movimientos de su cadera y me clava aún más
profundo. Grito cuando el orgasmo me inunda, trato de no quitarme y disfrutar
lo que más pueda del clímax. Siento como la rubia se aparta y cuando abro los
ojos, veo a Magnus frente a mí. Me toma del cuello y me besa. Se levanta de
la cama conmigo encima, sin interrumpir el coito y se mueve por la habitación
hasta que mi espalda golpea una pared.
—No debiste venir aquí —dice antes de empezar a arremeter con fuerza
contra mi sexo.
Sus estocadas resuenan en toda la habitación y más que placer, el dolor
se hace dueño de mi cuerpo. La rubia queda aún lado y mis ojos van a ella
mientras lamo la cara de Magnus. Nos mira seria y yo me enfoco nuevamente
en el hombre que me folla como un animal.
Llevo hasta mi boca hasta el oído de Magnus.
—Podría apostar… —jadeo y trato de tomar aire para hablar mientras un
orgasmo nuevo empieza a formarse —. Podría jurar que estabas pensando en
mí cuando la follabas a ella.
Me aparto para mirarlo. Sus manos están ocupadas sosteniendo mi peso
y sé que no va a hablar porque está tan ocupado en llegar a su orgasmo. Dejo
ir el segundo mío y me aferro a su espalda, clavando mis uñas en su piel.
Aunque lo creía imposible, sus embestidas avasallan de dolor mi sexo y
aumentan, su orgasmo se hace notorio y sus dientes de entierran en mi
hombro.
Lo abrazo para no caerme y espero a que la sensación lo abandone. Se
detiene de inmediato, me mira y me baja.
—Ve a vestirte, te llevaré a la casa —ordena.
Pongo mis pies en el piso y recojo todas mis cosas para luego encerrarme
en el baño. Me visto con rapidez y al escuchar la voz de la rubia pego mi oreja
a la puerta.
—¿Y yo?, deberías mandarla en un taxi a su casa para poder seguir
disfrutando solo tú y yo… —le dice ella.
—La noche acabó, coge el taxi tú —responde él.
Voy hasta mi bolso y tomo el frasco verde entre mis manos. Destapo la
jeringa y la lleno. La oculto detrás de mi espalda. Salgo de baño y les sonrío.
—Estoy lista —hablo y gano la mirada de ambos. Ella me mira irritada.
Camino hasta su lugar —. Eres demasiado hermosa… —acaricio su cabello —
, pero no me gustan las personas que odian compartir —suelto y clavo la jeringa
en su cuello.
Vacío todo el contenido y me alejo.
—¡¿Qué hiciste?! —Magnus me agarra del brazo mientras yo no dejo de
ver a la mujer retorcerse en el piso.
—¡Me quema!, ¡Ayúdame! —grita y llora mientras lleva sus manos al
cuello.
—¡¿Qué mierda le hiciste?! —Magnus vuelve a estrujarme.
—Le quema… —susurro y sonrío —. Funciona.
Kyra dijo que en los ratones había dado efecto, pero que no lo ensayaría
con humanos hasta encontrar alguien que lo mereciera. Tal vez la rubia no lo
merecía, pero no significaba nada para mí.
—¡Tyra! —Magnus me toma del cuello —. ¡¿Qué le aplicaste?! —grita
para hacerse escuchar por encima de los alaridos de la mujer.
—Veneno —respondo y lo miro.
—¡¿Por qué mierda?! —aprieta más fuerte.
Lo empujo con fuerza.
—No vuelvas a tocarme si no quieres terminar igual —me giro para irme
y él se agacha al lado de ella para tratar de auxiliarla, pero es inútil. Sin la cura
no podrá hacer nada —. No dejes que muera aquí, tendrías que llamar
nuevamente a los hombres con los trajes de astronautas.
—Tyra —me llama y giro.
—¿Sí?
—Voy a destruirte —suelta con aversión.
Río.
—No si lo hago yo primero, White.
Capítulo 20
Kyra
Minutos después de dejar a Tyra, llegamos al lugar donde sería la fiesta
del amigo de Alessio. Al final decidimos venir, debido a que quería quedarme
cerca por si algo ocurría con mi gemela.
Estacionamos en el estacionamiento de la playa y tomados de la mano
vamos hasta el grupo de personas que bailan y hablan alrededor de la fogata.
—¿Dónde estamos? —pregunto tratando de ocultar mi emoción.
Jamás había venido a la playa y no quiero que Alessio piense que soy
una loca si le digo que me quiero meter al mar sin importarme que sean las 9
de la noche.
—Paleo Falero. Esta es una de las tantas playas que tiene Atenas —se
inclina para responderme.
Alessio saluda a todos los presentes. Los únicos rostros que reconozco
son el de Calliope y el resto de integrantes de club de laboratorio, al cual dejé
de asistir para evitar la incomodidad que me genera la rubia.
—Te dejaron salir al fin, pero claramente no solo —agrega y tomo una
bocanada de aire.
Todo este mes, cada que me ha visto, suelta este tipo de indirectas
ridículas. La ignoro por completo, pero no parece que tenga ganas de
detenerse.
—¿Cómo estás, Lio? —Alessio le pregunta ignorando su anterior frase.
Odio que sea tan caballero con ella, pero es su personalidad y no puedo
enojarme con él.
—Bien, Alessio. Tratando de despejarme, como sabes la muerte de mi
hermano aún está reciente y no he tenido cabeza para nada más —habla
mirándolo solo a él.
—Realmente siento que todo haya pasado así. Estarás mejor —palmea
su hombro y pasa por su lado para seguir.
Le sonrío a la mujer y me pego aún más al costado de Alessio. No
conozco a más nadie aquí y quiero que la tierra me trague. Me ofrecen sodas
y cervezas y rechazo todo. Alessio acepta una botella de agua y bebe de ella.
Nos sentamos en uno de los troncos alrededor de la fogata.
—¿Cómo estás? —me empuja levemente con su hombro.
—Bien —sonrío.
Pese a que me encuentro un tanto desubicada, a su lado no hay duda de
que estoy donde debo estar. Agradezco haberme puesto unos jeans de Tyra,
pues pensé que vendríamos en moto.
Él me regresa la sonrisa y besa mi mejilla.
—No voy a dejarte sola —dice y lo siento bastante real, como si acabara
de prometerme algo que no sé.
Abrazo su brazo y recuesto mi cabeza en su hombro para fijarme de lleno
en las olas de mar mientras él habla con uno de sus amigos. No le presto
atención a la conversación y me concentro en las olas del mar que suben y se
van.
Mis pies pican por sentir las pequeñas piedritas húmedas debajo de ellos.
No quiero desperdiciar esta oportunidad. Halo con delicadeza el brazo de
Alessio para lograr que me mire.
—Dime, amore.
Llevo mi boca hasta su oído.
—Quiero entrar al mar —susurro.
Se separa un poco y me mira divertido. Me analiza por unos segundos y
lo entiende al fin.
—No conocías… Ven —se pone de pie y me ofrece su mano —. Iremos
a caminar —le avisa a su amigo.
Avanzamos juntos por toda la orilla. Decido quitarme los zapatos y al fin
sentir la textura de la arena. Nos alejamos lo suficiente del grupo para no ser
vistos. Está un poco oscuro pero la luna ilumina lo necesario.
Nos detenemos y voy hacia la orilla. Subo el dobladillo de mi pantalón y
doy unos cuantos pasos hacia el frente. El agua golpea mis tobillos y no puedo
evitar sentirme una niña pequeña, pues la mayoría conocen el mar a esa edad.
Ojalá fuera de día para poder encantarme con el azul del agua y el cielo
uniéndose.
—¿Qué tal? —pregunta.
—Increíble —giro el rostro para mirarlo —. Lo siento, es que…
—No tienes que disculparte por esas cosas, es más —se aproxima a mí
—. Tienes que darme una lista de cosas que quieras hacer y nunca hayas
hecho para que la completemos juntos.
Río.
—Lo haré, pero será muy larga —advierto.
—Descuida, ya te he dicho que tengo todo el tiempo del mundo para ti —
guiña su ojo.
Mis girasoles estomacales despiertan y para no ser tan evidente giro a
mirar el mar. La noche está cálida y el agua está fresca. Una idea algo estúpida
pasa por mi cabeza y decido ejecutarla.
Tomo el borde de mi blusa y la saco por mi cabeza. Hago lo mismo con
mi pantalón y se lo entrego todo a Alessio, quien me mira estupefacto.
—¿Por qué la cara?, ¿nunca habías visto una mujer desnuda?
Niega con la cabeza, pero luego la sacude.
—Digo, sí, pero no a la orilla del mar y con la luna encima —sonríe —. Te
ves impresionante.
—¿Quieres verte impresionante conmigo? —le extiendo mi mano.
Sigo llenándome de valor para no cubrir mis pechos y volver a ponerme
la ropa. El italiano acepta mi mano, besa mis nudillos y la suelta para empezar
a desnudarse también, solo que él si lo hace completamente. Yo al menos dejé
mi panty en su lugar.
Mis ojos caen hipnotizados en su anatomía. Alessio es de contextura
delgada, pero sus músculos resaltan con notoriedad bajo la luna y su miembro
apunta en mi dirección. Me muerdo la lengua y trago saliva.
—Quítate eso también, igualdad de condiciones —dice.
—O puedes ponerte el tuyo — reparo y río.
—No es bueno andar con ropa interior mojada, Ky.
Ruedo los ojos y me animo a desaparecer la única tela que me cubría. Al
fin y al cabo, ya tuve su boca entre mis piernas.
Lo tomo de la mano y lo invito a correr junto a mi hasta ingresar al mar.
Las olas nos reciben y el sabor salado del agua llega en gotas hasta mi boca.
Suelto a Alessio para sumergirme y nadar un poco bajo el agua.
Cuando salgo a la superficie, el está a unos cuantos pasos.
—Recuérdame traerte de día —dice.
—Lo haré —digo y peino mi cabello hacia atrás.
—Ven aquí —esta vez es él quien extiende su mano.
Camino a través del agua y llego hasta él con mis brazos cruzados. Inclino
un poco la cabeza hacia atrás para mirarlo mejor.
—Me gustas… —levanto mi mano para acariciar su rostro.
—A mi me pasa algo más —susurra y siento sus manos en mi cintura.
Me atrae a su cuerpo y su erección golpea mi vientre. Se inclina para
besarme y yo me empino para recibirlo. Rodeo su cuello con mis brazos y
envuelvo mis piernas alrededor de su cadera. Mi vulva se presiona contra su
miembro y envía corrientes deseosas de algo más.
Pruebo la sal del mar en sus labios y me pierdo en los movimientos de
estos.
—Alessio… —susurro contra su boca.
Él asiente con la cabeza y empieza a caminar conmigo fuera del agua
hasta llegar al lugar donde dejamos nuestras prendas. Se sienta sobre ellas
conmigo encima y en ningún momento dejo de besarlo. El contacto piel con piel
se siente fascinante.
Alessio acaba el beso para bajar a besar mis senos. Echo mi cabeza
hacia atrás para darle más comodidad. Amo tanto que haga eso. Muevo mi
pelvis de adelante hacia atrás sobre la de él y pronto me comienzo a sentir más
y más húmeda. Cada vez más lista para él.
El italiano se da cuenta de esto y lleva uno de sus dedos hasta mi clítoris
para impartir rápidas caricias sobre él.
—Kyra… —dice contra mi boca.
—¿Mmm? —pronuncio el medio de jadeos y placer.
—Sono pazzo di te —«Estoy loco por ti».
No me deja responder debido a que me alza un poco y ubica la punta de
su miembro en mi entrada. Muerdo mi labio y me aferro a sus hombros.
—Controla tú los movimientos —indica.
Miro sus ojos y asiento con la cabeza. Me apoyo sobre mis rodillas para
comenzar a subir y bajar sobre él. Tomo aire y dejo que vuelva a adueñarse de
mis senos mientras poco a poco vamos siendo uno solo.
Las caricias en mi clítoris vuelven y agradezco que me ayude a distraerme
del ardor que está causando su grosor y la sal del agua. Debí pensarlo mejor
cuando le pedí hacer esto aquí, pero ahora mismo no voy a echarme para atrás.
Llevo deseando esto por semanas.
Me muevo de arriba abajo con delicadeza, siento como va entrando cada
vez más profundo y cuando su pelvis choca con la mía, me doy cuenta de que
ya lo he logrado.
Sus ojos me miran y me abraza. En una ágil maniobra sorpresiva me pone
debajo de él sin separarnos un solo centímetro.
—Voy a moverme —anuncia.
Asiento con la cabeza y llevo mis manos hasta su torso. Lo acaricio con
descaro y confianza, pues desde ahora Alessio es aún más mío.
Se aleja un poco y vuelve a hundirse en mí, reprimo el gemido de dolor y
lo incito con mi mirada para que lo vuelva a hacer. Esta vez se mueve más
seguido y siento como la piel se me eriza. Me mira con el mismo deseo que yo
lo miro a él y me siento aún más extasiada.
Su ritmo se vuelve más constante y mis gemidos aún más sonoros.
Aunque quiera reprimirlos no puedo, no si sigue dándome de esa manera. Mis
uñas se entierran en sus brazos y siento una rara y extraña sensación en mi
vientre bajo. Algo que inicia y promete acabar con todo dentro de mí.
La mano de Alessio apresa mi seno derecho y sus ojos siguen sin
despegarse de los míos. Su boca entreabierta y su cabello húmedo sobre su
frente me regalan la mejor imagen de él que jamás haya visto nunca.
Envuelvo mis piernas nuevamente a sus caderas y me enfoco en dejar
fluir lo que estoy sintiendo gracias a sus embestidas. El dolor no se ha ido, pero
ha llegado algo tan delicioso que no pienso dejar ir.
Alzo mi cabeza un poco para llegar hasta sus labios y besarlo. El
desciende y nuestros pechos se unen. Un orgasmo que jamás había
experimentado atraviesa todo mi sistema nervioso y me aferro a él para no
moverme. Callo mis gemidos contra su boca, un gruñido sale de la suya y con
cuidado va ralentizando las penetraciones.
—Lo siento… —oculta su cabeza en mi cuello —. No debía pasar así…
—¿Entonces cómo?
—En privacidad —revela.
Tomo su cabeza y lo obligo a mirarme.
—Lo hicimos en una maldita playa bajo la luna, a la mierda la privacidad
—río.
Devuelve la sonrisa y seguido me besa con suavidad. Sale lentamente de
mí y se pone de pie para ayudarme a que yo también lo haga.
—¿Vamos al mar nuevamente a quitarnos la arena? Me gustaría ir a tu
casa y darme un baño contigo para pasar el resto de la noche haciéndolo
nuevamente —acaricia mi cintura y el final de mis senos.
—Suena perfecto —digo y volvemos a entrar al agua.
Aunque pocos segundos después, me arrepiento. Mi entrepierna arde
muchísimo.
—¿Estás bien? —pregunta.
—Sí.
Trato de quitarme con rapidez la arena pegada a mi cuerpo para salir y
vestirme. Necesito una ducha y rápido. Corro hasta mi ropa y la pongo sobre
mi cuerpo. Alessio hace lo mismo sin dejar de mirarme de manera curiosa. De
ninguna manera le voy a decir que me está ardiendo la vagina.
Elimino con mis manos el agua de mi cabello y tomo la mano del italiano
para empezar a caminar de regreso.
Cuando estamos por llegar, Alessio se detiene. Lo miro y veo algo
parecido a la furia en su rostro. Llevo mi vista al frente para descubrir que es lo
que lo puso así y diviso a unos hombres extraños vestidos de traje, rodeando
al grupo de estudiantes que antes disfrutaba de la fiesta.
—¿Quiénes…? —pregunto, pero Alessio me jala hasta detrás de un
pequeño quiosco.
—Quédate aquí y no salgas hasta que te lo diga —toma mi cara entre sus
manos —. ¿Está bien?
Asiento con la cabeza sin entender que está pasando. Mi corazón
empieza a bombear más fuerte.
—Pero…
—Kyra, quédate aquí. Por tu bien, por favor —pide casi como súplica.
—Lo haré.
Besa mi frente y luego se gira para ir en dirección del círculo de personas.
—¡Miren quien se dignó a aparecer al fin! —exclama una voz en italiano.
Asomo un poco mi cabeza para ver la escena.
—Déjenlos ir —pide Alessio.
—¡Pero si apenas empezaba la fiesta!, ¿o no chicos? —vuelve a hablar
el mismo hombre de traje.
—Déjenlos ir —esta vez Alessio se oye más crudo.
El hombre que habló antes mira al resto y hace una seña con la cabeza.
—¡Lárguense! ¡Rápido, antes de que me arrepienta! —grita otro en
griego.
Alessio sigue estático en su lugar. Todos desaparecen en un santiamén
y aunque siento que yo también debería hacerlo, decido quedarme.
—¿Cómo te trata la vida, Alessio? —uno diferente se planta frente a él y
le habla en italiano también.
—Mejor que a ustedes, seguro —responde.
—Lástima. Porque hoy tu vida acaba de dar un gran giro.
Alessio da un paso hacia atrás.
—No…
—Sí, Alessio. Tu padre murió.
Capítulo 21
Alessio
Después de al fin lograr llegar a casa, entro por la puerta trasera y voy
hasta la cocina por algo de comer. El descubrimiento y ajetreo de hoy me ha
dejado un poco hambrienta. Voy a la nevera y saco un yogurt.
—Pensé que estarías dormida —digo cerrando la puerta y abriendo la
pequeña botella de plástico. Kyra me mira seria con los brazos cruzados sobre
sus pechos.
—¿Dónde estabas? —pregunta con rudeza.
—Follando —respondo y me llevo la botella a los labios. Bebo sin dejar
de mirarla.
—¿Tienes la muestra?
—No —miento y niego con la cabeza —, pero he descubierto algo.
Magnus y Olivia se apellidan White.
—¿White?
—Mira, estos son sus pasaportes —le ofrezco ambos documentos para
distraerla de su pregunta anterior.
Los estudia y luego me mira nuevamente.
—Alessio es un Armani —suelta sin más.
—¿Armani? —detengo mi respiración —. ¿Cómo Lione Armani?
—Sí, Alessio es su hijo —explica y se sienta sobre una silla alta. Apoya
los codos y sostiene su cabeza gacha entre las manos.
—Xhantus va a matarte —reparo —. Está aquí, ¿verdad?
—Está durmiendo arriba —vuelve a negar con la cabeza —. Van a
matarnos —me mira con los ojos llorosos.
—Tienes que alejarte de él —sugiero.
Sigo parada en medio de la cocina, no dejo de mirar su rostro. Esto nunca
me lo esperé.
—No, Ty. Tengo que heredar rápido.
—Para eso el abuelo tendría que…
—Morirse —termina la oración por mí.
—¿Serías capaz de matar al abuelo? —doy un paso hacia ella.
Esta no es Kyra…
—Fui capaz de mantenerlo con vida más de lo que merecía… Así como
di, puedo quitar —sus ojos reflejan un vacío que jamás había visto. Ella no
puede actuar así, esto no es muy ella.
—¿Qué pasó con el plan de huir? —inquiero a modo de reclamo.
—Huir es de cobardes, Ty. Nuestra sangre siempre estará sucia, mira lo
que soy… mira lo que tú… —su voz se corta —. Sobre todo tú.
—Yo estoy bien. No vengas a joder con lo mismo ahora —sus palabras
me hieren. Es la única que sabe que mi mente a veces pierde el control y
también es la única que sabe que soy más inteligente que cualquier sombra
que me acecha.
—Estoy haciendo lo que tú harías, Ty —dice.
—No deberías hacerlo. Creas cosas tóxicas, así que por favor no te
conviertas en una de ellas. Tu alma no lo soportaría —doy unos cuantos pasos
más hasta llegar a su lado —. Tal vez yo debería estar en la cabeza. Eres más
sensata y la sensatez no sirve para castigar las traiciones que sucedan en la
mafia.
—No —se pone de pie —. Sería todo un desastre —se voltea para irse,
pero mi risa la detiene —. ¿De qué te ríes?
Tomo aire antes de responder.
—Piensas que estoy enferma al igual que el abuelo, ¿cierto? Que mi
cabeza no soportaría tanto poder y por eso te lo ha dejado a ti. Él te mandó a
hacerme desistir de eso, ¿cierto, hermanita? —le agrego un tono de falsedad
a la última palabra.
Su rostro palidece.
—Ty… Tu salud es más importante, lo hicimos por ti…
—¡Deja de hacer cosas por mí! ¡Puedo defenderme sola! ¡Puedo
controlarme sola! —grito con impotencia.
Ella bufa.
—Dime, Tyra —se acerca buscando mi rostro, pero miro al piso —.
¿Cuántas personas han muerto por tu culpa? —pregunta y no respondo —.
¡Responde, maldita sea!
—Muchas y no busques que tú seas una de esas —doy un paso en
dirección a ella —. A veces los lazos de sangre no son suficientes para jurar
lealtad. No busques que quiera asesinarte como tú piensas asesinar a
Xhantus… Y te advierto Kyra —nuestras narices se rozan y ella no se intimida
—. Mátalo y de inmediato dejaré de exigirme control.
Cada mañana lucho con mi cabeza para mantenerme en orden, pero hay
momentos en los que todo se escapa de mis manos.
—Sé lo que hiciste y no me asusta —me reta.
—Yo sé que lo sabías y te asusta, porque si realmente no lo hiciera no
habrías ignorado la magnitud de la crueldad que tengo. Las personas que no
me tienen miedo, buscan hacerme pagar y tú… —llevo mi dedo índice a mi
boca —. Shhhh. Así te quedaste.
—No tienes arreglo —niega con la cabeza —. Xhantus tomó la mejor
decisión de su vida.
—Y ahora se la haré cambiar —paso por su lado para irme, pero ella clava
sus dedos en mi brazo.
—Yo seré la nueva cabeza de esto y necesito ese lado sádico tuyo.
Conoces cómo funciona. Deja de ser una maldita hipócrita y sé honesta —se
altera.
—No seré la maldita mascota de nadie, Ky. Sí me dejé convencer de
renunciar al cargo fue porque todo lo que viví. Gato y Perro no fueron los únicos
hombres que me hicieron daño, y pensé que al contártelo ibas a protegerme —
doy un paso hacia atrás —. Un abuso sexual no me hace una maldita basura,
creo que fui capaz de superarlo, pero tú y el abuelo no lo harán jamás y siempre
me verán como la más débil de las dos.
—No te veo de esa manera… —se acerca con su mano levantada para
acariciarme, pero sigo retrocediendo —. No quiero que nada más te pase… ¡No
te debiste acostarte con Magnus! Te dije que buscaras tener una propia primera
vez cuando te sintieras lista y no fuiste nada inteligente al lanzarte al primer
hombre que se te presentó.
La ira se acumula en mi pecho y mis palabras son el desfogue de la
explosión que me causan.
—¡Tú hiciste la misma mierda con Alessio!, te lo follas solo para obtener
algo a cambio.
—¿Qué quieres tú de Magnus? —me señala.
—Contactos y él parece tener muchos. Magnus es de esos hombres que
son fáciles de manipular si te muestras sensible y dependiente de ellos. Aman
el control y yo amo fingir que lo cedo —sonrío —. Voy a llegar arriba y no me
importa si es con el apellido de esta familia o con un apodo. Nadie va a meterse
en mi mierda.
—¿Desde cuándo quieres el poder?
—Desde que me di cuenta de que quién no lo tiene, no sirve y no tiene
éxito.
—Ya no hay vuelta atrás y empezar de cero es imposible aquí, hermanita
—sonríe con fingida ternura.
—¿Quién dijo que empezaré de cero? —me doy la vuelta y esta vez si
me largo por completo del lugar.
Subo a mi habitación y entro a la ducha sin siquiera quitarme la ropa. Mi
cabeza hierve y mis manos también. No quiero perder el control en mi propia
casa cuando no me sirve de nada.
Manipular el cuerpo de seguridad de mi abuelo siempre fue una tarea
sencilla. La mayoría de hombres tienen un espacio en su cabeza donde solo
piensan a través de la testosterona, la cual no les permite racionar y toda su
mente se nubla de lujuria y sexo.
Son criaturas tan sencillas de tratar… pero algunos se me salieron de las
manos.
Después de salir y secarme. Me tiro desnuda sobre la cama. A mi mente
llega cada error que cometí y cometieron conmigo.
“¿Cómo vas a pagarnos tantos favores, piccola?”
Todo inició y terminó con esa frase.
🐍•♊•❤•♊•🐍
Alessio
No ha amanecido aún. Mis ojos se abren debido a que un llanto suave ha
activado mi audición. Reconozco que proviene de Kyra de inmediato. Está
sentada contra la puerta de la habitación y abraza sus rodillas a su pecho que
sube y baja debido a las rápidas respiraciones.
—¿Qué pasó? —pregunto sentándome a su lado.
Paso mis manos por mi cara para luego buscar la suya bajo su cabello.
—La he cagado con Ty. Debía cuidarla y no lo hice… —solloza y estira
sus brazos para envolverlos alrededor de mi torso.
—¿Qué pasó? —vuelvo a preguntar debido a que no entiendo el contexto
de sus palabras.
—Ty siempre ha querido salir al mundo desde muy pequeña y lo logró.
Desde sus 14 años manipuló a tantos hombres como pudo de seguridad,
quienes la llevaban a donde ella quería, excepto dentro de Atenas. Hasta que
dos de ellos se creyeron con el derecho de reclamarla como parte de pago a
cada favor que le hacían —sus ojos están llenos de dolor —. No me lo contó
hasta después de que eso pasó tres veces.
—¿Eran Perro y Gato? —indago con precaución. No quiero mencionar ni
preguntar nada fuera de lugar.
Niega con la cabeza.
—No. Fueron un par antes de ellos. A los primeros los envenenó de a
poco con cianuro y un día aparecieron muertos en sus casas. Después de eso,
cada guardia que le hacía un favor, ella repetía el modus operandi y los
asesinaba antes de que quisieran volver a cobrarle algo a cambio de ayudarla
a escapar —suelta todo el aire —. En parte también fue mi culpa, debido a que
me hacía pasar por ella cuando se ausentaba por más de un día entero. Perro
y Gato fueron un regalo de parte de ella para empezar a estudiar la cura que
había desarrollado. Ahí supe que Tyra no estaba bien y acepté todo.
—¿Tu abuelo lo sabe? —pienso en que Xhantus no parece un hombre
fácil de burlar.
—Sí, era raro que su personal muriera por la misma razón. Se enteró de
que los envenenaba, pero no de que escapaba.
Esto es lo que les hace la mafia a sus hijos. Los pone en peligro en todo
momento, pero da igual, porque entre más dañado esté el líder, más dañado
estará su entorno y eso es exactamente lo que se necesita en la Cosa Nostra
o cualquier otra organización.
La historia de Tyra me remueve las fibras y al ver la lástima en los ojos
de Kyra hacia su hermana, me planto en que jamás dejaré que se entere de la
oscuridad de mi pasado. No quiero que ella me vea de esa manera.
—Ahora quiere subir al poder —vuelve a hablar —. Ella renunció a él, ya
no le corresponde y tampoco le conviene.
—Necesito que seas tú quien escale —me aparto para mirarla a los ojos
—. Ahora que sé lo que me acabas de contar sobre ella, no podemos dejar que
el cargo del Capo caiga sobre su cabeza.
—No voy a dejar que eso suceda, Alessio —se incorpora —. Ella quería
escapar conmigo y de la noche a la mañana quiere de nuevo su derecho de
primogénita. No entiendo… Tanto que pienso y siento que todo su cambio es
por Magnus.
—Voy a averiguar quién es —me pongo de pie también.
—¿Cómo lo harás —frunce el ceño.
—Tengo que irme, Kyra y lo sabes —digo aunque me pese —. Enzo no
puede tomar el control y yo eso lo sé más que nadie.
—Tyra tampoco puede tomar el control.
—No dejes que lo haga. Desaparece a Xhantus y posiciónate. Enviaré a
alguien de confianza que te enseñe a disparar y distintos modos defensa física.
Vendré cada ocho días a reforzar lo que has aprendido. No tendré piedad
contigo, amore.
—¿Porqué siento que me prepararás para una guerra?
Tomo su quijada entre mis dedos.
—Te prepararé para la vida que te tocó y esa vida se trata de vivir en
guerra.
Beso sus labios para luego girarme a buscar mi ropa y vestirme.
—No puedo matar a Xhantus. Voy a engañarlo y mandarlo lejos —
menciona.
—Pídeme lo que necesites y a quien necesites, pero esta semana
necesito que te reúnas con su consigliere —ajusto la chaqueta sobre mis
hombros —. Me encantaría darte la mejor boda de tu vida, pero tendrá que ser
esta tarde y sin invitados, ni flores.
—En resumen, una típica boda por conveniencia, ¿correcto?
—Con la gran diferencia, de que en esta disfrutarás la luna de miel —le
guiño un ojo antes de agarrarla por el cuello y volverla a besar.
Salgo de la habitación y atravieso la puerta trasera hasta llegar a mi moto.
Acelero y voy directo hacia un apartamento diferente al estudiantil, ubicado en
la zona más cara de la ciudad. Entro al lugar y voy hacia el teléfono. Marco el
número que me sé de memoria desde hace varios años.
Después de tres tonos contestan.
—Armani —dice.
—Zubac.
Capítulo 24
Kyra
No está.
Se ha ido.
Y no me llevó.
Su habitación se encuentra vacía. Voy hacia su closet y reparo la falta de
un poco de ropa y un par de zapatos. Mi corazón se detiene y mis respiraciones
tratan de mantener mi cuerpo con vida. Una hoja de papel se posa sobre la
cama, voy directo hacia ella y la tomo con firmeza pese al temblor en mis dedos.
La giro y mis ojos contemplan la desordenada caligrafía de Tyra.
“No te necesito”.
Mis manos estrujan el papel con ira. Mi corazón vuelve a tener latidos,
pero esta vez son causados por el odio y la rabia que han despertado sus
palabras. Doy media y vuelta para mover mis pies a paso apresurado por toda
la casa hasta la entrada del sótano. Desciendo por las escaleras y oprimo el
interruptor de las luces. Mis ojos van a la nevera principal donde yacían todas
mis muestras y digo yacían porque ya no están.
—¡Hija de perra!
Lanzo todo lo que hay sobre la mesa de atrás. Años de trabajo para que
mi propia hermana arruine y se robe todo en menos de un día. Respiro hondo
y trato de calmarme. Limpio el sudor de mis manos en mi vestido blanco.
Aquí la loca no eres tú, la loca es ella.
Miro hacia la izquierda y veo a Gato en el suelo degollado.
—¿Por qué no me sorprende? —exhalo todo el aire y llevo las manos a
mi cabeza.
Esta familia realmente está loca y Tyra es la viva prueba de ello. Según
todos los libros de psicología y genética que me he leído, ella parece tener un
trastorno de la personalidad. Nunca es impulsiva, siempre tiene todo planeado.
Manipula y miente sin césar, lo hacía constantemente conmigo hasta que la
descubrí. Pero lo que no entiendo y nunca entenderé es si realmente me quería
o solo lo fingía. Jamás lo sabré, pues la mente humana es tan compleja que no
hay ningún instrumento que marque con exactitud que problemas mentales
tenemos.
Las acciones de Tyra, que en este caso llamaré “síntomas”¸ que ha tenido
a lo largo de su vida siempre me parecieron extraños, pero no fue hasta que
empezó a huir y fue victima de abuso sexual, que todo se incendió aún más y
en muchas ocasiones perdió el control.
Sentí que la nueva poca libertad que nos dieron le ayudaría a filtrar su
impotencia. Siempre ha odiado el encierro y esta vez sí decidió irse por
completo y sin mí. Sin la persona que tanto la ayudó y la apoyó.
Los diarios de mi madre no relatan muchas cosas personales sobre ella,
pero cada vez que la leía, sentía que leía a Tyra. El trastorno definitivamente
es hereditario.
Voy hacia la parte trasera donde guardo algunos aparatos que ya no
sirven y entre el montón encuentro el bidón de gasolina. Riego el cuerpo de
Gato y el resto del lugar. Tomo un portafolio con contraseña y guardo en él la
primer muestra del proyecto Geminus y Anfarwol. No desconfiaba de Tyra, pero
hay cosas que es mejor guardar para uno mismo. Las personas cambian y no
me gusta correr riesgos. Ni siquiera con Alessio.
Los niños no están en la casa. Eldoris los tiene en el jardín, pero después
de esto espero que sus padres vengan a buscarlos. Tomo el encendedor y lo
dejo al final de la escalera mientras doy la vuelta para subir. Cierro la puerta sin
detenerme a apreciar el fuego que sé que se esparce por el lugar que muchas
veces fue mi prisión y mi lugar libre al mismo tiempo.
Tyra ha decidido irse, así que ya no hay nada que me ate aquí y me
impida llegar hasta la cabeza de la ‘Ndrangheta. Voy a mi habitación y saco mi
pequeña caja, la ubico bajo mi brazo, camino hasta la oficina de Xhantus y es
ahí cuando las alarmas se activan. El personal de seguridad ingresa para
evacuar al anciano de cabellos blancos que me mira mientras suelta el aire de
su tabaco.
—Pensé que Tyra era la única que heredó la enfermedad de Aphrodite
—mira hacia el piso, tira el enorme cigarrillo y lo aplasta la con punta de su pie
—. No tienes que matarme. Desapareceré.
—No pensaba hacerlo, abuelo —digo y refuerzo el agarre en el mango
del portafolio.
—Tal vez tú también lo tengas —señala —, solo que algunos locos saben
cuándo estar cuerdos.
—No estamos locas, mamá no estaba loca —doy un paso al frente.
Sus palabras me enojan, pero debido a la situación me controlo.
—Todos en esta familia estamos locos… Los hijos de ambas también lo
estarán si alguna vez deciden procrear…
—Señor… —dice uno de sus subordinados, pero el alza la mano para
callarlo.
—Aphrodite no buscaba una cura para mí —niega con la cabeza y ríe —
. Tu madre no era buena persona, tu padre tampoco, crearon demasiados
venenos y por eso terminaron muertos y ese será el destino final para esta
familia: la muerte.
—Muy bien dicen que solo los dementes tientan y juegan con la muerte,
pues sus mentes saben que ella sería el mejor de lo paraísos —ladeo mi
sonrisa —. Esta mafia crecerá bajo mi mando y arrasará con todo a su paso
porque “la muerte” la tengo en mis manos —agito levemente el portafolio y me
doy media vuelta para huir del lugar.
Todos salimos de la casa y nos alejamos de ella para apreciar el infierno
que la consume. Eldoris y los niños se han ido en uno de los autos y mi abuelo
procede a hacer lo mismo.
—Garenpous —llama a uno de sus guardias —. Llévala a donde ella
quiera, desde hoy es libre.
—Sí, señor —responde.
Me quedo mirando sus ojos verdes y apagados.
—Ocúltate bien. Cuando te necesite, te buscaré.
—Ojalá nunca lo hagas —dice y se adentra en el carro.
Entiendo la actitud de mi abuelo. Su más preciados cuervos le han
arrancado los ojos y todo debió pasar cuando tenía que pasar.
—Señorita Kratos, ¿a dónde la llevo? —pregunta el hombre.
—Eso no nos va a servir —señalo el auto —. Necesito un avión.
Saca un enorme teléfono de su bolsillo y lo lleva a su oreja.
—¿Con destino a…?
—Roma.
—A Armani no le gustará que invadan su territorio… —la voz de un
hombre me hace girar —. Vaya, creo que llegué demasiado tarde —repara
mirando la casa.
Su apariencia me recuerda a Magnus y a Olivia, y por ende pienso en
Tyra.
¿Qué habrá hecho mi gemela loca con ellos?
—¿Tarde para qué, señor…? —lo miro de pies a cabeza.
—Jakov —extiende su mano —. Jakov Zubac.
—¿Y usted es…? —arrugo la nariz.
—Alguien que le enseñará como incendiar una casa de manera más
efectiva la próxima vez.
🐍•♊•❤•♊•🐍
21 de octubre de 1995
Un mes después…
Alessio
Cumplir años nunca ha sido un día alegre para mí y menos cuando he
tenido que torturar a 33 hombres hoy. Lo hice no porque no tuviera a alguien
más que ejecute esto por mí, si no porque realmente lo disfruto. Disfruto del
sufrimiento. El mal me hace bien y estuve años reprimiéndolo.
—Nuestro padre estaría orgulloso —Enzo me palmea el hombro.
Extraigo mis guantes de cuero y los guardo en el bolsillo.
—Nuestro padre está en el infierno esperándonos al igual que todos ellos,
arrepintiéndose de toda la mierda que hicieron. No creo que le quede tiempo
para estar orgulloso —señalo los cuerpos mutilados, electrocutados,
aplastados y demás.
—Don —menciona uno de los capos —. La señorita Antonella desea
verlo.
Tomo mis guantes y se los clavo a Enzo en el pecho.
—Toma, para tu colección —le sonrío y salgo del enorme calabozo hacia
las habitaciones del último piso.
No me molesto en limpiarme, para todos en esta enorme casa es normal
verme así, exceptuando a…
—¡Al menos pudiste darte un baño, Alessio!
—Esto es lo que soy —abro las manos y me tiro sobre una de las sillas
color rosado de su habitación.
El vestido pegado a su cuerpo resalta la redondez de su vientre. Debería
sentirme algo conmovido cada vez que la veo, pero… nada.
—Estoy por completar mi semana 40 y tú todavía no me has dicho algún
nombre —se para frente a mi con los brazos cruzados.
—Ponle el que sea, pondrá cambiárselo si quiere más adelante —agito
mi mano.
Suelo ser un caballero, pero con Antonella no puedo ni sonreír porque de
inmediato ella saldría a comprarse el vestido de novia, que no dudo que tenga
ya.
Se lleva la mano al vientre y lo acaricia.
—Eres horrible, ¡lárgate! —me toma del brazo y para que no haga
ninguna fuerza, me pongo de pie y me marcho por voluntad propia.
—Antonella —me giro y la enfrento —. Di la verdad y nuestras vidas serán
mejor.
—¡Es tuyo!
—Como también puede ser de Dante —acerco mi cara a la suya cuando
sus ojos se abren de par en par —. No estaba aquí, pero alguien sí y ese alguien
te vio…
Su mano impacta mi mejilla y doy un paso hacia atrás.
—Respeta a la madre de tu hijo —dice y cierra la puerta en mis narices.
Tomo una profunda respiración y apoyo mi frente en la oscura madera.
Cierro los ojos y trato de olvidar el entorno que me rodea. Nunca me ha gustado
lo que emite esta casa y mucho menos las personas que habitan en ella.
Decido ir hasta mi habitación y darme una ducha. La sangre cae a mi pies
y se va entre los agujeros de la cañería. Mi cabeza habita un enorme dolor del
que no he podido deshacerme desde que llegué. Un mes. Un mes siendo un
esclavo de tradiciones sanguinarias y de alianzas falsas. Un mes sin ver a la
delgada mujer de ojos verdes, pero aun así espero que pase más tiempo.
Zubac tiene que entrenarla, tiene que hacerla la mejor y prepararla para este
lado de mi vida y de su vida.
Soy el enemigo, y ella el mío, y tendrá que estar a la altura para
defenderse.
Jakov ha sido un gran aliado, sobre todo porque es sobrino de mi madre,
pero ella no sabe que tengo contacto con él y tampoco sabe que yo sé que ella
es hija de un militar. Zubac me ayudó a ubicarme en Grecia, el me matriculó en
la universidad y consiguió mi beca.
No soy un idiota. Sé que trabaja para una enorme organización militar y
solo fue ver a Magnus, para descubrir que él también lo hacía. Zubac me debe
muchas respuestas, pero ahora no necesito saberlas. Primero necesito
ganarme la confianza de todos estos hombres nuevamente.
Dos toques en la puerta me obligan a cerrar el grifo.
—Mi Don, los invitados están esperando por usted —anuncia Francel, el
mayordomo.
—Un segundo —respondo y salgo para secar mi cuerpo.
Desde que llegué me he encargado de entrenar más y hacer crecer mis
músculos. Planeo aprovechar mi altura para impartir más temor entre mis
socios.
Salgo desnudo a la habitación y calzo todas las piezas de mi traje sobre
mi anatomía. Peino mi cabello hacia atrás y me doy una última mirada en el
espejo.
Preparado para ser quien no quisiera, pero todos quieren que sea.
Esta vez mi consigliere, entra sin tocar y con el rostro serio.
—¿Qué ocurre, Carlo? —pregunto.
Tiene casi 30 años y cada uno de ellos los ha pasado sirviéndole a mi
familia. Desde que éramos niños, cada quien sabía cuál era su rol a futuro
dentro de la mafia.
—Te ha llegado esto —extiende un sobre dorado con un sello color verde
—. He tenido que ocultarlo para que nadie más lo viese, ese es el sello de los…
—Kratos.
—Pensé que Xhantus había fallecido —inquiere.
Lo tomo en mis manos y luego levanto la vista hacia él. Mis pulmones han
dejado de trabajar. Siempre recibo noticias de ella por parte de Jakov, no pensé
que tuviera la valentía de escribirme. Está enojada y me odia, eso me ha dicho
Zubac.
Al parecer está aprendiendo y muy bien.
—Te dejaré solo, luego me lo contarás, ¿correcto? —escudriña mi rostro.
Carlo me conoce muy bien y sabe que oculto algo, algo que no quiero
contarle a nadie, no hasta que ella, mia moglie, esté lista. Carlo se va de la
habitación y a mi cabeza llega el recuerdo del día de nuestra boda por
conveniencia como ella lo llamaba.
—No van a dejar que nos casemos, ni siquiera he hecho la primera
comunión. Soy del diablo y para el diablo —bromea.
—Eres para mí, eso eres —beso su cien.
—Estoy tan nerviosa, esto parece tan real —dice mirando la iglesia vacía.
El padre ha sucumbido a mis peticiones y ha omitido todo para casarnos.
Ya lo hicimos por el medio legal y todo tuvo que ser por contactos también, pero
es importante que nos casemos ante la iglesia, porque el papel que nos darán
después de esto solo podrá ser absuelto por el vaticano, mientras que por lo
legal, no tendrá validez al momento de que parta hacia Roma.
La Cosa Nostra es devota y se arrodilla ante el papa.
—Jóvenes, así que veo que realmente esto es en serio… —el padre entra
vestido con su enorme túnica roja con los laterales color crema.
Kyra se levanta para saludarlo y sigue mirando la enorme y colorida
iglesia.
—Empecemos padre, tenemos un viaje largo que emprender —digo.
Kyra y yo subimos al altar tomados de la mano. Ella vistiendo un vestido
tubular blanco y yo mi distintiva chaqueta de cuero. Un pequeño y falso girasol
adorna su cabello castaño, que cae en ondas hasta el final de su espalda.
Es hermosa y aunque esto sea una estrategia, en el fondo me alegra,
porque sé que será mía por siempre y yo de ella.
—Haré algo diferente esta vez —dice el viejo hombre y se aclara la
garganta —. Que el amor jamás los detenga, que la alegría nunca les falte, que
el odio no los separe, que las dificultades no los aburran, que los besos no les
cansen y que cuando se miren el uno al otro encuentren su infierno y su cielo
en cada abrazo… Que la vida les enseñe lo que les faltó y que la muerte les
recuerde lo que ganaron. Hoy uno sus almas en una sola y Dios hará que al
final ninguno pueda vivir sin el otro, porque lo que veo aquí es tan puro que el
mundo podría arder y nada se volvería cenizas… Alessio Armani y Kyra
Kratos… ¿aceptan caminar juntos de la mano por el resto de sus vidas?
Ambos nos miramos y ella me sonríe.
—Acepto —decimos al unísono.
—El amor ha hablado y Dios ha atestiguado, los declaro marido y mujer.
Puede besar a la novia.
Kyra se lanza a mis brazos y yo la recibo con seguridad. Ese beso selló
un trato de paz y de guerra al mismo tiempo. Algo que tendremos que soportar,
algo que vamos a odiar y a amar…
Vuelven a tocar la puerta, pero esta vez no respondo. Abro el sobre y
busco en su interior. Saco la pequeña hoja de color dorado también.
“Feliz cumpleaños, cuñado. Disfruta tu sorpresa.
Con amor, T.K.”.
Capítulo 25
Alessio
—Bésame, Kyra.
Su aliento y la atracción me embriagan. La tensión sexual es tan alta que
duele que no me toque o no tome acción. Quiere sea yo quien rompa todo, que
acabe el deseo y empiece el fuego. Un solo movimiento y no habría espacio
para arrepentimientos. Solo pienso en el placer, en lo mucho que me gusta él
y en lo profundo que quiero sentirlo.
No pienso más y lo beso. Lo beso con la fuerza que no creí que tenía,
con el salvajismo que retuve por tanto, con todas las ganas acumuladas que le
tengo, pero me negué desde que lo conocí.
Sonríe con suficiencia sobre mi boca.
—Lo mejor de estar en medio de la nada, es que no voy a cohibirme y no
quiero que tú tampoco lo hagas —dice contra mi boca y envuelve mi cabello en
su mano, jalando hacia atrás. Mi cabeza se inclina y mi cuello queda expuesto.
Siento sus dientes enterrarse en mi delgada piel y un gemido es el resultado
que obtiene mientras sigue esparciendo algo que ni siquiera se parece a un
beso. El dolor me aviva y me humedece.
Sí, esto era lo que quería y ni siquiera ha empezado.
Jakov toma el cuello de mi camiseta y lo rasga a la mitad. El arranque me
deja sin aliento y mis senos saltan a la vista. Sus manos se adueñan de ellos y
me empuja contra la pared. Mi cabeza sea golpea y me siento un poco
mareada.
Su boca vuelve a impactar con la mía y lo beso como si llevara mil años
sedienta. Desciende hasta mis pantalones y con agilidad se deshace de ellos
en un segundo. Saca mis bragas y luego pasa a deslizar la camisa por mis
hombros, dejándome totalmente desnuda frente a él. Apago cualquier señal
que me pida parar.
Da un paso hacia atrás y me mira de pies a cabeza mientras se muerde
el labio. Se quita la ropa sin dejar de observarme y cuando baja su ropa interior,
mi boca se transforma en una pequeña o cuando veo el tamaño de su polla.
Se bombea acercándose lentamente hacia mí. Quiero que acelere todo y
me tome lo más duro y rápido que pueda. No quiero ningún juego previo, quiero
algo rudo y sin un ápice de cariño.
Su mano llega hasta mi mejilla y su dedo pulgar busca entrar en mi boca.
Lo chupo y muerdo la yema de su dedo.
—No sé si tienes buena o mala suerte —susurra sobre mis labios, para
luego girarme y pegar mi pecho con fuerza a la pared. Siento la erección
tallarme la espalda.
—¿Por qué? —susurro.
Escucho como lleva los dedos a su boca y los empapa de saliva, para
luego estrellarlos contra mi vulva. Por inercia abro mis piernas, arqueo la
espalda y echo mi cabeza hacia atrás mientras me acaricia en círculos.
—Llevo más de un mes jalándome la polla pensando en ti y el hambre
que te tengo no será saciado en un solo polvo —me toma del pelo y me guía
hasta azotar mi pecho contra la mesa del pequeño comedor —. Pobre de ti,
Kyra Kratos.
No me deja responder porque de inmediato se entierra en mí y debo
clavar mis uñas en la madera para no moverme del lugar. Vuelve a tomarme
del cabello y me levanta aprensando mi cuello también. Sus embestidas son
violentas, me folla como si me odiara y al fin puedo sentirme como el maldito
diablo pecador que fue echado del cielo.
—Eres más suave y apretada de lo que imaginé… —dice en medio de su
agitación.
Sus manos me asfixian y cede el agarre cuando mi tos se hace presente.
Jamás me habían follado de esta manera y no voy a exagerar al decir que es
el mejor.
Cada penetración de Jakov hace que me olvide de mi estado civil, de mis
sentimientos y de la culpa que mañana podría tener. Esto es sexo, sádico y del
sucio, lo que siempre quise.
Coloco mis manos sobre la mesa y me empujo hacia atrás, haciendo que
Jakov retroceda unos pasos y salga de mí. Me mira atónito cuando me volteo.
Lo tomo del cuello y le indico que se siente. Obedece y se deja caer sobre la
silla. Paso mis piernas a cada lado de su cadera, tomo su miembro y vuelvo a
penetrarme para esta vez ser yo quien tome el control.
Sus manos azotan mis glúteos con fuerza mientras subo y bajo sobre su
longitud. Mis líquidos empapan toda su pelvis y su boca muerde y chupa mis
pezones. Bajo mi mirada para apreciar la unión de nuestros cuerpos. Nunca
había visto algo tan excitante como esto, como él. Sus venas se brotan sobre
su piel y clavo mis uñas en sus hombros para sostenerme.
El orgasmo se ha formado en mi interior más rápido de lo esperado y esta
vez no muerdo mi lengua y dejo salir todos los gemidos que mis cuerdas
vocales piden. Él vuelve a tomar el control con su pelvis y golpea la mía con
fuerza.
El dolor hace que mis uñas marquen a profundidad su piel. Mi cuello
vuelve a ser rodeado por sus enormes manos y me folla a su antojo. Para él
también soy una muñeca, pero no de cristal, si no de trapo.
Se pone de pie conmigo encima y rodeo su cuello para no caer. Él e toma
por los muslos y ejerce un vaivén que hace que mis caderas aterricen justo en
las de él. El sonido de las embestidas es húmedo y agudo. No quiero que pare
nunca, no quiero que esto acabe, pues sé que la culpa vendrá después y ahora
solo quiero pensar en disfrutar los orgasmos que él pueda regalarme.
Siento como aumenta el bombeo y deduzco que está próximo a llegar a
su orgasmo. Me separo para mirarlo y lo beso brevemente en los labios.
—Yo también me toqué un millón de veces pensando en ti —confieso.
Sus ojos se oscurecen aún más y vuelve a azotarme contra le mesa. Mi
espalda duele y suelto un pequeño quejido. No deja de penetrarme y sus dedos
se hunden con fuerza en mis caderas. Me está dando más duro de lo que
quería, de lo que imaginé y me encanta.
Zubac está matándome de placer y no me importa el mañana, debido que
hoy realmente murió una parte de mí entre sus brazos.
Su liberación llega y se vacía. Me toma del brazo y me pone de pie.
—Arrodíllate y chupa —ordena.
Hago lo que me dice y pruebo su sabor junto con el mío sobre toda su
extensión. Mi sexo gotea y quiero todavía más. Lo meto hasta el fondo de mi
garganta causándome arcadas hasta que toma el control y folla mi boca sin
delicadeza. Sus manos se apropian de mi cabello y el nacimiento de este arde
con cada embestida que orquesta.
—Abre más… —pide y lo hago —. Sí, nena…
Otra descarga se expulsa dentro de mi boca. Toma su polla para
estrellarla contra mis mejillas mientras la sensación del orgasmo se le agota.
Me pongo de pie y voy hasta su boca para morder su labio inferior.
—Aún no termino —me pega contra su cuerpo.
—Yo tampoco.
Me jala hasta su cama y me avienta sobre ella para posicionar su cabeza
entre mis piernas y morder mi clítoris. La sensación me envía lejos y envuelvo
mis piernas alrededor de sus hombros.
Los lengüetazos que imparte aleatoriamente sobre el punto exacto me
obligan a blanquear los ojos y repetir mil veces su nombre entre gemidos.
—Jey…
Mis manos se aferran a las sábanas y cuando pensaba que no podía
sentir aún más, dos dedos se adentran en mi canal y presionan un extraño
punto que causa que tenga ganas de orinar.
—No…
—Déjate llevar y no reprimas nada —me mira y asiento con la cabeza.
Vuelve a retomar su trabajo con la lengua y sus dedos aumentan la
sensación extraña. Sé que lo que viene es un orgasmo, pero no entiendo lo
otro, no quiero orinarme, pero mi cuerpo pide que lo deje ir.
A la mierda todo.
Libero el orgasmo y lo extraño al mismo tiempo. No me detengo a mirar
lo que está pasando entre mis piernas, pero la humedad es bastante notoria,
algo salió y no quiero saber qué es.
Jakov se aleja y vuelve a penetrarme sin aviso previo. Eleva mis piernas
sobre uno de sus hombros y las abraza. Su pelvis retoma los golpes violentos
que ejercía hace unos minutos contra la mía. Estoy tan sensible que solo me
queda gritar y gemir para soportar el placer doloroso que me tiene a punto de
quiebre. No sé si es sudor lo que baja por los costados de mis mejillas o
lágrimas por sentirme tan abrumada.
Si no me van a follar de esta manera, no quiero que nadie más vuelva a
tocarme.
Otro hijo de puta orgasmo vuelve a adueñarse de mi sistema y esta vez
confirmo que son lágrimas las que caen de mis ojos. Jakov aumenta los
embistes y sé que también obtuvo su clímax.
Todo se ralentiza y nos hallamos bañados en sudor. Mi piel está desnuda,
pero no siente frio debido a la hoguera que tengo por amante.
Se deja caer sobre mí y esconde su cara entre mi cuello y hombro.
—Voy a follarte hasta el amanecer, ¿tienes algún problema con eso?
Niego con la cabeza.
—Ninguno, Zubac.
🐍•♊•❤•♊•🐍
Tyra
Meto mis dedos en mi húmedo interior. Desperté de un sueño bastante
excitante, algo que ni mi consciente era capaz de atreverse a imaginar. Me follo
con suavidad, pero imagino que me dan con rudeza y sadismo. Ubico mi punto
exacto y dejo fluir la sensación que me lleva a girar sobre la cama mientras
abro mi boca y tuerzo mis ojos.
Detengo las caricias y respiro con tranquilidad nuevamente cuando el
orgasmo me abandona. Me alerto cuando escucho dos golpes en la puerta,
pero no termino ni de ponerme de pie cuando Magnus entra a mi habitación sin
ser invitado.
—¿Qué hacías? —me mira de pies a cabeza.
—Me masturbaba —respondo y camino hasta él —. ¿Quieres probar? —
toco su cara e introduzco mis dedos en su boca. Los chupa y la acción me deja
nuevamente con humedad entre mis piernas.
Sus manos toman mi cuello y yo sonrío. Me encanta tanto tentarlo.
—No juegues conmigo —advierte para luego intentar besarme.
Me zafo de su agarre y retrocedo.
—Voy a jugar contigo, Magnus y será cuando yo quiera —paso por su
lado sin antes acariciar su pelvis e introducirme en el baño. Cierro con llave y
me meto a la ducha.
Tengo que sacar de mi cabeza ese maldito sueño.
Prohibido. Prohibido. Prohibido.
Tal vez si no sale de mi cabeza, no le hace daño a nadie. Vuelvo a
tocarme en su nombre y cuando salgo del baño y de mi habitación ya lista para
partir hacia Sicilia, lo veo en medio del enorme salón.
—Armani.
No entiendo en qué momento he empezado a verlo diferente. El día de
su cumpleaños lucía tan…
—Kratos —responde girando para verme —. Necesito un favor.
—Mis favores son caros —ignoro su presencia y sigo hacia la salida.
—Pagaré lo que sea —dice y me detengo.
Giro lentamente y le sonrío.
—¿Lo que sea?
—Lo que sea —ladea su sonrisa.
Viste su peculiar chaqueta de cuero y sus manos están metidas en los
bolsillos de sus jeans de color negro. Luce tan fresco e inocente.
—Habla rápido —me cruzo de brazos.
—Necesito que mates a Carlo y a su familia.
—Está bien —me encojo de hombros.
—¿Así de fácil? —frunce el ceño.
—Así de fácil, cuñado —digo y trago duro.
Carraspea y mira hacia otro lado.
—Tengo un evento importante en dos días —cuenta y muevo mi cabeza
a modo de cuestión.
—¿Y…?
—Quiero que me acompañes.
La invitación me toma por sorpresa. No voy a ser la maldita consejera, ni
matona de nadie.
—Tienes que manejar tus asuntos solo, yo no…
—No de esa manera. Quiero que solo seas mi acompañante —da un
paso hacia mí y yo retrocedo dos.
Me quedo mirándolo por unos segundos. No entiendo a qué va esto.
—Tengo que irme —suelto y me giro.
—Escríbeme o llámame si decides algo —dice y no me paro a
responderle.
Subo al auto donde Magnus va de conductor y le ordeno partir hacia el
aeropuerto. Todo el viaje transcurre en silencio, pero mis pensamientos hacen
un ruido bestial dentro de mi cabeza. El capitán avisa el aterrizaje y nuevamente
nos dirigimos hacia uno de los autos.
Magnus conduce por toda la pequeña ciudad. Al final Armani me dio su
ubicación exacta y no perderemos tiempo investigando.
Llego a un terreno rodeado de arboles secos con una cabaña en medio.
White se estaciona al lado de una vieja camioneta y bajamos para mirar el lugar.
Toco la puerta de entrada y minutos después nadie responde.
Magnus saca su arma y la recarga. Hay demasiado silencio, pero al
momento de decidir rodear la casa, escucho el sonido del agua corriendo. Voy
hacia atrás y cuando llego lo que veo hace que mi corazón se detenga.
Kyra se halla desnuda bajo el chorro de una improvisada ducha mientras
besa a otro hombre de desconocida identidad para mí.
Una carcajada se me escapa y me siento en una vieja silla. Me gano la
atención de ambos y Kyra corre a taparse con una toalla y vestirse a la
velocidad de la luz, mientras el hombre me mira con furia. Está muy bien y en
parte puedo entender a mi gemela.
Esta situación me conviene tanto…
—¿Qué mierda haces aquí? —se para furiosa frente a mí.
—No lo sé. Dime mejor que haces tú —señalo al hombre de tatuajes
rapado.
No parecen ser de los de su tipo. Ella es más de salir con caribonitos,
como Alessio, por ejemplo.
—Esto no es… esto no es… —intenta explicarse, pero no puede.
Débil.
—Esto sí es y lo mejor que puedes hacer es afrontarlo —me levanto y la
reto —. No seas una perra hipócrita.
Su mano impacta contra mi rostro y vuelvo a reírme aún más fuerte,
mientras niego con la cabeza. Jamás me había golpeado y que lo haga ahora
es un síntoma de desesperación e irrespeto.
—Zubac —saluda Magnus.
—White —responde el hombre.
Los ignoro, pero guardo en mi memoria investigar de donde se conocen
y vuelvo toda mi atención nuevamente a Kyra.
—Tomaste tu decisión y ahora yo tomaré la mía —la miro por última vez
y doy media vuelta para irme.
Esta hermandad acaba de irse a la mierda junto con la lealtad.
Capítulo 29
Alessio
Mis ojos se abren antes que los de ella. La miro por unos segundos hasta
que despierta y me mira confundida.
—Pensé que te irías a tu apartamento —susurra con voz ronca.
—No quería estar sola —respondo desperezándome.
Tyra se pone de pie rápido y va corriendo hacia el baño. Me quedo en la
cama con la mente en blanco hasta que escucho como abre el agua para
ducharse. Minutos después sale envuelta en una toalla.
—¿A qué hora te marchas? —me incorporo y voy hasta el baño para
asearme también.
—En un par de horas —habla mientras se viste.
Cuando entro al baño todo está en orden y no se ve nada extraño. Me
aseo lo más rápido que se me es posible y salgo para tomar algo de su ropa.
—¿Podrías acompañarme a mi apartamento? Tengo que enseñarte algo.
Se detiene para mirarme con extrañeza y asiente levemente con la
cabeza.
—Claro.
Terminamos de arreglarnos y antes de irnos pasamos a la cocina a
desayunar algo rápido. El ambiente está tenso y nuestras miradas son tan
incómodas que ninguna es capaz de sostenerla fija por más de dos segundos.
Tyra toma el auto y ambas nos enrutamos hasta mi nuevo lugar.
—¿Magnus te enseñó a conducir? —pregunto.
Niega con la cabeza.
—Alguien más lo hizo.
Vuelve a sellar sus labios y decido mirar por la ventana hasta que
llegamos al edificio. Subimos hasta el apartamento y me tiro sobre el sofá. Mis
manos se juntan y las masajeo para evitar el temblor.
—Tengo retraso menstrual —confieso.
Se gira para mirarme atónita.
—¿Estás embarazada? —pregunta y su rostro palidece.
—Vamos a descubrirlo —me pongo de pie y avanzo hasta la habitación
llena de instrumentos de laboratorio.
—¿Cómo lo harás? —indaga viniendo detrás de mí.
—Ya lo verás —digo tomando todo lo que voy a necesitar.
—¿Puedes hacer eso aquí?
—Tyra, creé un virus que podría acabar con la mitad de la población
mundial ¿y dudas de si soy capaz de descubrir una simple hormona elevada
en mi sangre? —bufo —. No me faltes el respeto.
—Hazlo rápido entonces, tengo que irme pronto —dice mirando el reloj
en su muñeca.
Ruedo mis ojos y me pongo en ello. Espero que revelando esto, ella sea
capaz de revelarme sus secretos. Minutos después he terminado.
—Listo —anuncio.
—¿Y ahora qué?
—Voy a tomar una muestra de mi orina, si vierto una gota aquí —señalo
el liquido incoloro —, y se pone color azul estaré embarazada y si es verde no
lo estaré.
—Entiendo —se acerca con los brazos cruzados para reparar el
recipiente.
—¿Quieres intentarlo tú?
—¿Yo? —da un paso hacia atrás —. ¿Por qué haría eso? —niega con la
cabeza.
—Solo para verificar mi prueba.
—Ya oriné, no tengo ganas, ni tiempo —dice seria.
Extraño.
—Está bien, ya vuelvo —me pongo de pie y voy hacia el baño. Tomo la
muestra y vuelvo a ingresar.
Vierto una pequeña gota de mi orina en el recipiente y espero unos
segundos hasta que el líquido toma un color definitivo.
Tyra se acerca y me mira.
—Azul… —dice.
—Azul —repito.
Lo sospechaba, pero ahora es real. Estoy embarazada.
—¿Quién es…? —carraspea nerviosa —. ¿Hace cuánto…?
Sé con exactitud lo que quiere saber: quién es el padre.
—Hace dos meses no tengo mi periodo —miento.
Mi último periodo fue hace un mes y sé con seguridad que Jakov es el
causante de esto. Estoy probando a Tyra.
—O sea que… —su rostro se pone aún más pálido y parece que en
cualquier momento fuera a vomitar.
—Alessio es el padre —sonrío con falsedad —. Tengo que ir a contárselo
—me pongo de pie fingiendo emoción.
—No está en la ciudad —informa de manera cruda.
—¿Estás bien? —me acerco a ella —. Te ves enferma… Pensé que
estarías feliz por mí.
—¿Feliz? —frunce el ceño —. Estamos en la mafia, Kyra. Eso… —señala
mi vientre —. Un bebé es otra debilidad más y una enorme.
—Tenemos todo el dinero del mundo para pagar seguridad —replico
aunque sepa que ella tiene razón.
No esperaba quedar embarazada, sé el peligro y los problemas que se
avecinan, lo que me duele es que no me reveló que ella también está
esperando un bebé del hombre que es nuestro enemigo y mi esposo, aunque
esto último ya me valga mierda. O está la posibilidad de que sea de Magnus
también.
—Mi cabeza está siendo buscada, Kyra. Ahora que se ha corrido el rumor
de que Xhantus está muerto y que una nieta suya ha tomado el poder de la
‘Ndrangheta, tengo a medio mundo criminal buscando mi cabeza. Saben que
no tengo experiencia, saben que soy una maldita novata y saben que pueden
aprovecharse de eso en cualquier momento —toma aire para seguir hablando
mientras la furia se adueña de su rostro —. Ni la mejor seguridad será suficiente
sino me preparo con excelencia para dirigir esta mierda. Llevo dos meses sin
dormir porque me preocupo por nuestras vidas y voy hacia una condena que
tal vez termine en muerte, voy a reclutar el mayor numero de asesinos sádicos
que más me sea posible porque necesito ese ejército. No he estado retirada de
la vida, tomando vacaciones en medio del campo, Kyra —señala su pecho —.
Yo he estado aquí, en territorio enemigo, arriesgando todo para que no nos
falte nada y seré grande con o sin tu ayuda.
Expulso todo al aire que tenía retenido mientras hablaba.
—Yo no quise irme, tú te fuiste y tuve que hacerlo porque Alessio…
—¿Alessio? —se ríe con cinismo —. Él te creyó incapaz e indefensa y te
mandó allá para “protegerte”. ¡Las Kratos somos fuertes y capaces de cualquier
cosa! —me señala —. ¡Creíste que él te estaba protegiendo, cuando tenias que
aprender a protegerte sola! ¡Como yo! —niega con la cabeza mientras una
sonrisa atraviesa su rostro —. No te llevé conmigo porque estabas
encaprichada con él y sabía que no ibas a dejarlo. Alessio es una distracción y
las distracciones hay que eliminarlas.
Sus palabras me desencajan, no tiene sentido lo que me está diciendo.
Está embarazada de él y él está enamorado de ella, pero ella en definitiva no
lo está de él, porque sus palabras suenan a que quiere acabarlo.
No entiendo por qué no me cuenta la verdad y si no lo hace, tendré que
empezar a trabajar en mis asuntos sola, ya que por lo visto, ella sí lo está
haciendo.
—Lárgate —señalo la salida. No voy a tratar más con una mentirosa.
Se va sin decir una sola palabra más y cuando escucho azotarse la puerta
de la entrada, mis lágrimas lo toman como luz verde para empezar a caer sobre
mis mejillas. Alejo cualquier tipo de pensamiento nefasto y me enfoco en lo que
acabo de descubrir.
Seré mamá…
Me llevo las manos al vientre y pienso en Jakov. Él también será padre y
tiene que enterarse. Voy hacia el teléfono y marco el número que me obligó a
memorizar. Al segundo tono contesta.
—No pensé que fueras a tomar una decisión tan rápido.
—No tenía que tomar ninguna decisión, solo tenía que venir a arreglar un
par de asuntos y a enterarme de otros —respondo.
—Entiendo.
—Tenemos que hablar.
—¿Estás bien?
—Sí. ¿Ya partiste? —pregunto sin mucha esperanza.
—Estoy esperando mi vuelo.
—Cambia de destino hacia aquí —indico.
—¿Pasa algo?
—Cambia el destino, ya te contaré cuando nos veamos. Trae mi maletín.
Un suspiro llena la línea y mis nervios temen que diga que no.
—Estaré ahí en unas horas —responde y cuelga.
Me siento en la mitad del enorme sofá blanco y miro hacia la ventana,
mientras en mi cabeza empieza a crearse un nuevo plan. No voy a tener a mi
bebé aquí en Italia, debo volver a Grecia, buscar a Eldoris y los niños. Pienso
dejar a un lado a Tyra mientras mi embarazo procede en calma, si ella quiere
llevar su gestación o interrumpirla en medio de esta guerra, será problema de
ella.
Presiento que está sufriendo depresión. Las pastillas en el piso fueron un
intento de suicidio y no voy a dejar que mi hijo pague los platos rotos de alguien
que no se sabe controlar emocionalmente.
Mi gemela es un tornado que acaba con todo a su paso y conmigo no
podrá. Alessio no me preocupa, Tyra es su propia karma y sé que ella va a
acabar con él de alguna manera. Ella es tóxica y nada puede aguantar el voltaje
del veneno que destila sin terminar herido.
Tres horas después el teléfono vuelve a sonar y contesto rápido.
—Hola.
—Nos vemos en la Fontana di Trevi en 15 minutos.
—Ahí estaré —dejo caer el teléfono sobre su base y me alisto.
Tomo una chaqueta, algo de efectivo y corro hacia abajo en busca de un
taxi. Cuando entro a la parte trasera de uno, le digo en italiano el nombre del
lugar y me lleva en menos de 10 minutos hasta allá. Cancelo el trayecto y me
bajo en busca de Jakov.
Cuando lo veo de espaldas a la fuente, corro tras él y envuelvo mis brazos
alrededor de su cintura. Pegando mi cara a su enorme espalda.
—¿Tan rápido me extrañaste? —pregunta mientras acaricia mis brazos.
—Sí.
Me gira para verme y me abraza, haciendo que mis pies dejen de tocar el
piso. Sus labios aterrizan en los míos.
—Estoy embarazada —suelto sin más.
Sus ojos se abren descomunalmente y vuelve a besarme con fuerza.
Recibo la inesperada reacción mientras sonrío contra su boca. Pensé que no
iba a estar feliz por la noticia, pues es un militar que literalmente vive para su
trabajo y no creo que un bebé tenga lugar en sus planes.
—¿Estás feliz? —pregunto extrañada.
—¿Por qué no lo estaría? —me mira curioso.
—Es que, yo…
—Toda mi vida he soñado con ser padre, retirarme y darme el tiempo
para conocer a alguien que tenga el mismo deseo que yo y ahora…
—Creo que pasó unos años antes —sonrío.
—Lo mejor de la vida no se planea, simplemente sucede.
Mi corazón se hincha en mi pecho y vuelvo a besarlo. Disfruto de este
pequeño instante de felicidad porque pronto tendremos que hablar de la parte
triste de todo esto.
Me suelta con delicadeza y mis pies vuelven a tocar el piso. Caminamos
por el lugar hasta sentarnos sobre una banca mientras admiramos la
arquitectura italiana de la fuente.
—Tengo que irme de Italia —hablo al fin.
—Es lo mejor.
—Voy a organizar algunas cosas, aprovechando que Tyra estará
ausente. Va a odiarme después de lo que voy a hacer, pero ella ha hecho cosas
peores…
—¿Qué hizo?
—Alessio y ella… —las palabras se me atoran en la garganta. Me dan
náuseas solo pensar en ellos juntos.
—Entiendo —dice y toma mi mano.
—Creo que también está embarazada, pero no sé si de Magnus o de
Alessio.
—Magnus se operó después de su primer y último hijo —comenta y mis
ojos lo miran curiosos.
—¿Magnus tiene un hijo?
Asiente con la cabeza.
—Está en un internado en Suiza. Olivia y él son compañeros de trabajo y
si la organización se llega a enterar de que tienen un hijo, suspenderían a
alguno de los dos —explica.
—Entonces el hijo sería de Alessio —trago duro.
—Sí.
Transformo mi boca en una línea. Tendré un sobrino que será el hijo de
mi esposo y no encuentro ninguna forma de que no suene retorcido.
—Esto es una mierda —me cruzo de brazos y apoyo mi cabeza en su
hombro.
—Alessio es un hombre con bastantes traumas y oscuridad en su vida…
—Cuando lo conocí parecía diferente —lo interrumpo.
—Es bueno mintiendo y manipulando. Es inteligente, pero no sabe
separar el bien del mal. Si a él algo le trae beneficio por muy enfermo que sea,
para él será correcto.
—Tyra es igual.
—Tal para cual entonces —se encoge de hombros —. De esa relación
solo puede resultar dos cosas. La primera, que se entiendan tan bien que se
alíen y generen el peor de los caos, o que no se entiendan y generen el peor
de los caos —bufa —. No voy a dejar que ese caos te toque a ti y mucho menos
a nuestro hijo.
—No quiero dejarle el poder de la ‘Ndrangheta a Tyra —replico.
—¿Para qué lo quieres? —me mira con seriedad —. Si realmente sientes
algo por mí y quieres cuidar de la persona que se ha empezado a formar en tu
vientre, deja a un lado el orgullo y el ego. Ya te demostró que es una pésima
hermana y la vida se encargará de poner a cada uno en su lugar. Yo quiero que
la vida nos dé a nosotros el lugar que nos merecemos, juntos, los tres.
Sus manos toman las mías y verlo hablar de esa manera hacen que mis
ojos se cristalicen. Tiene tanta razón. Tyra ha creado su nuevo mundo lleno de
toxicidad y maldad y me ha excluido de él, tal vez es lo mejor que ha hecho por
mí, mantenerme fuera de todo. Llevo mi mano hasta su mejilla.
—Regresemos a Grecia hoy mismo —sonrío entre lágrimas —. Voy a
necesitar mucho a Eldoris. No sé cómo cambiar un pañal.
Sonríe.
—Yo puedo desarmar una bomba atómica, así que eso será fácil.
Capitulo 35
Tyra
EPÍLOGO II
Jakov
Ha habido momentos en mi vida en los que me he detenido para analizar
algunas situaciones, pues nunca se ve con claridad el problema si estás dentro
de él. Lo mejor es alejarnos y dar un par de pasos hacia atrás, que nos ayuden
a divisar mejor el panorama que tenemos en frente.
Un problema jamás sería problema sin una solución y una solución no
podría existir sin este gran cuestionamiento: ¿Qué estamos dispuestos a perder
y qué vale la pena ganar?
Estuve dispuesto a perderme la crianza de Jade para que ella ganara una
vida lejos del peligro que rodea a su madre y parte de mi trabajo. La existencia
de mi hija es ahora el mayor secreto que oculto y mi nueva misión es ir por
Atenea.
Esto se lo debo a Alessio, por dar su vida protegiendo a otras dos más.
—¿Qué día nació? —la voz de Charles me saca de mis pensamientos.
—1 de agosto —respondo.
Charles y Lilian Johnson serán los padres adoptivos de Jade o como
planeen llamarla. Lilian la sostiene en brazos mientras Charles firma y fabrica
un acta de nacimiento donde se demuestre que ellos son sus padres reales,
aunque sea falso.
Ambos son viejos amigos en los que confío. Son ingenieros
aeroespaciales y sé que la educarán de la mejor manera.
Kyra no quiso asistir, me dijo que no es capaz de entregar a su hija y
prefiere hacerlo así, además que debía visitar a Tyra.
—La nombramos Jade… pero ustedes pueden nombrarla como deseen
—el nudo en mi garganta es severo.
—Jade es un nombre precioso… —habla Lilian —. ¿Cierto, Jade? —dice
mirando a la bebé —. Sus ojos son iguales a los tuyos. Me recuerdan al bosque
que tenemos cerca de casa. Es una combinación perfecta entre marrón y verde.
—¿Debemos preocuparnos por alguna enfermedad hereditaria? —
Charlas interviene.
Niego con la cabeza.
—Su madre no tiene ningún padecimiento, es una mujer demasiado
inteligente, hermosa y saludable —respondo.
Algo dentro de mí me tienta a tomar a Jade e irnos lejos los tres, pero mi
parte razonable repite que esto es lo mejor para ella y que no debo ser egoísta.
—Quiero firmes esto, Jakov —Charles me tiende una hoja y la analizo de
inmediato.
Es un contrato que en resumen especifica que después de hoy ni yo, ni
Kyra podemos acercarnos a Jade en ninguna circunstancia y de ser así, ellos
tendrían total derecho para emprender una demanda en nuestra contra.
—No esperaba menos de ti —tomo el bolígrafo en la mesa y firmo sobre
la línea donde se refleja mi nombre. Es algo que yo también hubiese hecho.
—Cuidaremos de ella y la protegeremos con nuestra vida —Lilian me
tiende a la bebé —. Despídete.
—Confío en ustedes, por algo los elegí —me pongo de pie y la alzo en
mis brazos —. Serás feliz y eso es lo que importa —le digo, pero sé que lo
estoy repitiendo más para mí.
Entrego nuevamente a Jade. Estiro la mano para despedirme de Charles
y me devuelve un fuerte apretón.
—Gracias por traerla, es un honor recibir esta magnitud de confianza de
parte tuya —menciona y no lo soporto más.
Asiento con mi cabeza y salgo a toda pisa de la casa. Justo cuando estoy
por ingresar al auto, una llamada entra en mi celular.
Número privado.
—White.
—Zubac. Tenemos trabajo.
—Estaré mañana temprano en el pentágono —digo y cuelgo.
La cacería de Homero Cadin y Enzo Armani se le ha asignado a
Occidente. De esta ninguno de los dos saldrá vivo.
🐍•♊•❤•♊•🐍
Así fue como realmente sucedió…
23 de octubre de 1996
2 semanas después…
Atenas, Grecia
—¡Todos a sus ubicaciones! —ordena el comandante.
Miro a Magnus, quien viste completamente de negro al igual que yo.
Estamos armados y listos para atentar una de las casas de Cadin. Después de
semanas de investigaciones, hemos dado con su posible paradero.
Estamos a dos minutos de iniciar el combate, pero de repente mi celular
satelital vibra en mi chaleco. Es algo totalmente extraño, porque las personas
que están aquí presentes son las únicas que tienen conocimiento de él y si me
necesitan podrían comunicarse conmigo por el interlocutor.
Sin pensar, contesto.
—No está ahí. Tengo a Homero, Enzo está 10 casas más abajo: Casa
34, Firiales.
—¿Tyra? —pregunto y los ojos de Magnus caen en mí.
—Necesito que vayas por Atenea, debo seguir buscando a Ares —pide y
cuelga.
Llevo el celular al frente y me quedo mirándolo. Se escuchaba diferente.
—¿Qué pasó? —pregunta White.
—Tenemos que ir 10 casas más abajo. Homero no está aquí —hablo por
el micrófono para que el comandante me escuche.
—¿Fuente? —no contesto —. ¡Si no es confiable no arriesgaré a mis
hombres!
—Yo me arriesgaré —decreto y empiezo a caminar con agilidad para no
ser detectado.
—¿Qué mierda estás haciendo? —susurra Magnus detrás de mí.
—Ir por Enzo.
—¡Mierda, Zubac! Van a echarnos —se queja.
—No estoy pidiendo ayuda, quédate.
—Jamás te abandonaría —responde.
Decido dejar la discusión y sigo mi camino silencioso hasta la casa. Me
fijo en el alrededor y todo yace en silencio, pero hay distintas luces prendidas.
Ingreso sin planear algo y es primera vez en mi vida que actuaré conforme
sucedan los hechos. No tengo tiempo y no voy a perder la oportunidad de
recuperar a Atenea. No sé cómo escapó Tyra del centro de salud mental, pero
no me sorprende.
Ingresamos al lugar sin ningún inconveniente. Mi arma lleva puesta un
silenciador y el único plan que tengo es reventar el cráneo de quien se
atreviese. Me topo con el primer hombre y lo envío al infierno. Magnus hace lo
mismo a mi lado. Siempre hemos trabajado juntos desde que salimos de la
academia, así que conocemos muy bien nuestras tácticas y movimientos. No
hace falta hablar para saber de qué que encargará cada uno.
EPÍLOGO III
Enzo
2 días después del enfrentamiento...
La lluvia azota la tapa del ataúd. Solo hoy una persona vive y sufre el luto,
y esa persona soy yo. Volví al bosque por el cuerpo de Alessio y después de
pagar su traición, le he concedido el perdón y he tenido misericordia para darle
santa sepultura a su cuerpo.
No soy un desalmado, esto me duele más que cualquier cosa que he
vivido en el pasado, pero se lo merecía y yo tenía que ejecutarlo.
El mausoleo de la familia Armani guardará su cuerpo por el resto de la
eternidad y con las palabras en latín del único obispo que aceptó venir, despido
a quien una vez me cuidó hasta el fin... Hasta que ella apareció.
Tyra Kratos pagará lo que tuve que hacer y lo que le hizo Alessio a
nuestra familia. Si quiero seguir vivo frente a las familias, tendré que ocultar a
Ares y convertirlo en lo que realmente debió ser Alessio. Kyra no saldrá librada,
buscaré su descendencia hasta el final de mis días y no habrá lugar en la tierra
donde puedan esconderse.
Siete años después…
—¡Ares! —camino por toda la casa en su búsqueda —. ¡Ares! —grito con
más fuerza.
Lo veo correr hacia una habitación y apuro mi paso hasta entrar en ella.
Su cabello castaño se asoma por encima del escritorio. Cree estar escondido,
pero mi mano se aferra a él y lo levanta con fuerza.
—¿Crees que estoy jugando? —afianzo mi agarre y lo llevo afuera —. En
esta puta casa no hay tiempo para juegos —la ira me descontrola y lo suelto
con fuerza haciendo que su cara impacte en el piso —. ¡Crece de una maldita
vez!
El bastardo es una copia exacta de su padre con los ojos de su madre,
solo que más claros. Odio el maldito color verde.
—¡No quiero matar a nadie! —se queja el escuincle. La sangre ha
empezado a salir por su nariz e intenta detenerla.
—¡Vas a hacer lo que yo te diga! —me agacho frente a él —. ¿Crees que
este mundo es risas y diversión? —niego con la cabeza —. No, Ares. Agradece
que estás vivo. No eres nadie y si quieres algún día cambiar eso, deberás hacer
la mierda que te digo.
—Pero yo…
—¡Pero nada! —me levanto y lo tomo del brazo. Sigo caminando con él
hasta salir al enorme establo, donde nos esperan los cerdos —. Seltic, si no los
mata, avísame para enviarlo al sótano.
El viejo y desagradable hombre toma al niño. Me quedo unos minutos
para asegurarme de que al menos empiece.
—Vamos, inútil. Demuestra que tienes huevos —lo aliento desde las
sombras.
Los cerdos están sentados atados en las sillas y suplican un perdón que
jamás les será concedido, a cambio se les dará un castigo que será llevado a
cabo por unas pequeñas manos.
Seltic lo pone en posición y lo obliga a tomar el arma en su mano.
—Papá… No quiero hacer esto, por favor —sus sollozos no me generan
nada. A mí me trataron peor y ahora soy un hombre poderoso, esto será bueno
para él.
—No me llames así, no soy tu maldito padre, a ese le clavé una bala en
el corazón y si no quieres ir a hacerle compañía ¡Dispara! —ordeno.
Sigue llorando y temblando. Me da pena ajena.
—Sí me quiero ir con mi papá —susurra y gira el arma para apuntarse.
Me lanzo para evitar el impacto que resuena en todo el establo. Ares es
mi mayor proyecto y voy a quebrarlo como a una roca hasta que se vuelva un
enorme y asesino diamante.
EPILOGO IV
Tyra
Londres, Reino Unido
3 de noviembre de 1996
Aún gozo de la lealtad de mi ejército. He salido del maldito manicomio al
que me ingresó Kyra y he movido cielo y tierra para encontrar a mis mellizos.
Jakov tiene a Atenea y la velocidad no es suficiente para ir hasta donde se
encuentran. No encontrar a Ares me está matando lentamente, nadie sabe
nada, nadie vio nada y encontrar a alguien que ni siquiera ha sido registrado o
retrato será imposible, pero no por eso me voy a rendir.
Si 100 años vivo, 100 años pasaré buscándolo.
Bajo del auto después de estacionar frente a la casa. Jakov me ha
enviado la ubicación. El lugar es aledaño y tuve que detenerme en un retén de
seguridad que instauró él hace unos minutos.
Camino hasta la entrada, pero me detengo cuando Kyra sale cerrando la
puerta.
—¿Por qué todo tiene que ser tan difícil contigo? —habla.
—Solo vengo por Atenea —intento pasar por su lado, pero me detiene.
—No está aquí.
Mis cejas se juntan. No entiendo.
—Jakov me dijo que…
—Eres un peligro para Atenea. Si realmente ella te importa, la dejarás ir
—el tono de su voz es tan vacío que casi dudo que estoy hablando con mi
hermana.
—No vas a quitarme a mi hija —digo amenazante.
—Yo abandoné la mía para que fuese feliz…—su voz se quiebra —.
Atenea será criada por Jakov y entrará a una organización secreta a sus cinco
años. En algún momento, Enzo volverá por ella, espero que no lo haga, pero
quiero al menos darle tiempo de aprender a defenderse y eso se logrará
estando lejos de ti… ¡Solo traes destrucción y ruina! —las lágrimas se
desbordan de sus ojos.
—Kyra no…
—¡Tyra, no! ¡Ya hiciste suficiente! —se seca las mejillas con rudeza —.
¡Déjala en paz! ¡Enfócate en acabar con Enzo y en encontrar a Ares! Y si lo
encuentras, intenta hacer lo mismo que hicimos con Jade o Atenea. El destino
de nuestras vidas está marcado con la muerte y la única manera de protegerlos
es mantenerlos lejos… Tú no estás bien y yo tampoco.
Las emociones y los pensamientos se atiborran en mi ser. No sé que
sentir, no sé que pensar. Las lágrimas apañan mis ojos. La tristeza, la ira y el
odio me abruma.
—Déjame despedirme… —pido con la cabeza gacha.
—Te repito, Atenea no está aquí, está en Washington y le he jurado que
no nos tendrá cerca a ninguna de las dos.
—Algún día sabrá la maldita verdad —replico.
—¿Quieres que algún día se entere del desastre que tiene por madre? —
bufa —. Es mejor que piense que sus padres están muertos y que Homero
Cadin la secuestró y Jakov la rescató por casualidad. No quiero que ni siquiera
se entere de Enzo, ni de su hermano, ni de que su padre murió protegiéndola
y luego su madre terminó en un manicomio porque enloqueció aún más de lo
que ya estaba —da un paso hacia mí. Mis lágrimas han empezado a
derramarse y me es imposible detenerlas. Sigo con mi postura imperturbable
ante ella y levanto la cabeza —. Dime, ¿quieres que realmente se entere de la
mierda que tiene por familia?
—Te contradices. Quieres prepararla para una guerra de la que la estás
alejando —intento agravar la voz, pero fallo.
—Cuando sea hora, sabrá la verdad… mi verdad.
—¿De qué mierda hablas?
—Voy a tomar tu maldito puesto en la ‘Ndrangheta, trabajarás conmigo y
te asociarás conmigo, eso incluye tu organización de asesinos —intento
interrumpirla, pero alza su mano —. Estoy cansada de escucharte, siempre
todo ha sido sobre ti y a tu modo, es hora de que me escuches a mí —otro paso
más y sigo firme —. No te acercarás a Atenea y si algún día se entera de la
verdad, yo seré quien dé la cara como su madre…
Me río.
—Estás loca —intento irme, pero su mano toma mi brazo.
—¿Quieres que Enzo tenga más razones para venir por ella? Ya mataste
a Homero, que era quien me buscaba. Enzo es un niño imbécil, pero piensa
que por tu culpa tuvo que matar a su hermano.
Me suelto con fuerza.
—No voy a unirme a ti —decreto.
—Lo harás. Querías que el proyecto Geminus fuese un arma biológica,
bien, porque lo será —se cruza de brazos —. Ellas están a salvo y es hora de
vengarnos, ¿no deseas desmembrar con tus propias manos a Enzo?
Miro hacia el cielo para evitar que las lágrimas sigan cayendo. Pensar en
Alessio me destroza, pensar que nunca conoció a Ares, que nunca verá crecer
a nuestros hijos y que yo tampoco lo haré, me detiene el corazón y en su lugar
se levanta una roca.
—Alessio… —carraspeo —. Alessio compró una isla y plantó un enorme
laboratorio con todo lo que investigó su abuelo y nuestros padres robaron.
—¿Enzo lo sabía? —pregunta.
—Sí.
—Hay que llegar a ella primero que él —dice y asiento con la cabeza —.
Entra.
Paso por su lado e ingreso a la casa. En la mesa del centro veo la caja
con el diario que ha portado siempre Kyra y… el mío está a su lado.
—¿De dónde lo sacaste?
—Volví a la última casa en la que estuvimos y recuperé algunas cosas,
entre ellas tu diario. No sabía que escribías uno.
—Aquí están todas… —tomo el mío.
—Nuestras mentiras y verdades —agrega. Se sienta en el sofá. Tiene
unas hojas vacías al frente y un lapicero sobre ellas.
—Escríbele una carta a Atenea. Tu vida y mi vida corren un riesgo de
muerte alto y le enviaré esto a Jakov para que lo guarde por si algún día la
bomba explota y no nos da tiempo de decírselo en persona —dice.
Me siento frente a ella y tomo el lapicero en mis manos, pero justo
después de que he escrito la fecha y su nombre, me detengo.
—Quiero que Atenea esté orgullosa de su madre… —susurro —. De mí
nunca lo estará y ese diario es la prueba de ello —señalo el libro.
Kyra tiene razón. Tal vez ella estará mejor sabiendo que su madre es mi
hermana y no yo.
—Escríbele lo que quieras decirle, firmaré por ti. He hecho cosas
menos… peores.
Tomo aire y retomo la carta.
Amada Atenea…
🐍•♊•❤•♊•🐍
27 de julio del 2009
13 años después…
Los Ángeles, Estados Unidos
Me he librado de Kyra por algunos días. Mi cabello está oculto bajo una
gorra, mis ojos detrás de unos lentes y el resto de mi cuerpo luce un traje militar
de aviación.
Camino con confianza por todo el recinto hasta llegar a la oficina temporal
del gran General Magnus White. Entro sin tocar.
—¡Le dije que no me molestara…! —su voz desaparece cuando retiro los
lentes.
—Hola, White —me siento en una de las sillas frente a su escritorio.
—Tyra —pronuncia y veo su manzana de adán moverse.
—Imaginé que tendríamos un mejor encuentro —me burlo. Los años le
han sentado bien, pero solo pensar en el pasado hace que mi estómago se
revuelva.
—¿Qué quieres? —su rostro sigue tan indescifrable.
—Olivia te envía saludos —sonrío.
Se pone de pie con furia. Saca un arma debajo de su escritorio y me la
apunta.
—¡Lárgate o voy a clavarte cinco balas en el cráneo!
Reviso mis uñas. Mierda, necesito una manicura, ser una maldita matona
no me da tiempo de nada.
—Cálmate, no me gusta el drama —toco la mesa para que se siente —.
Solo vine a pedirte un favor y te recomiendo no matarme, porque he avisado
que si no salgo viva de aquí, vayan por tu hijo y terminen de matar a Olivia, y
pues yo sé que no quieres eso así que…
—¿Qué quieres, Tyra? —deja de apuntarme y el tono de su voz suena
abatido.
—Ver a Atenea.
—Jakov me hizo jurar que…
Al parecer la lealtad que le tiene Magnus a Jakov es bastante fuerte para
proteger a mi descendiente sin importar qué.
—No me importa. Solo quiero verla, no hablar con ella —me pongo de pie
y lo invito a salir —. Puedo ir sola y buscar hasta dar con ella, pero quiero que
me guíes tú.
—No.
Tomo aire y lo suelto. Es tan difícil tratar con militares. Realmente solo
quiera verla, no necesito nada más. Llevo años buscando a Ares sin tener éxito
y necesito una mínima motivación para seguir viviendo en este mundo de
mierda. Quiero ver a mi hija.
—Odio amenazar a la gente, es algo demasiado indignante y bajo, no me
obligues a hacerlo... —tomo aire cuando noto que no va a ceder —. Tu hijo es
tan parecido a ti. Ojos grises y cabello negro. De Olivia no sacó nada —espero
unos segundos y vuelvo a hablar —. Solo quiero ver a Atenea de lejos.
Sé que se debate mentalmente, pero de la nada empieza a caminar hacia
la salida y lo sigo victoriosa. Unos cuantos metros después de dar algunos
pasos, nos detenemos frente a un grupo de pre adolescentes que entrenan en
campo abierto. Se les ha puesto como tarea atravesar una serie de obstáculos.
—Es ella —señala a una chica que está por iniciar su carrera. La roca en
mi pecho se transforma cuando la pistola de salva se dispara hacia el cielo y
ella se echa a correr a toda velocidad. Con agilidad escala, trepa, salta, gatea
y supera todos los obstáculos en un tiempo inhumano —. Es la mejor en todo.
—No esperaba menos —comento. Magnus intento irse, pero lo detengo
con mi mano. Sus ojos bajan a la unión —. Necesito otro favor.
—Dijiste que no hablarías con ella…
—Y no lo haré —lo interrumpo.
—¿Qué quieres? —pregunta y yo sigo mirando a mi hija.
Su cabello castaño va recogido en una trenza larga. Es más alta que el
resto de chicas y su rostro es lo más precioso que jamás he visto. Desde aquí
veo en sus ojos verdes la determinación y la fiereza de la que está hecha.
—Necesito que aumentes sus entrenamientos, que sean el triple de
arduos que los de los demás, que destaque aún más, que llegue lejos, que se
le exija más… —intenta hablar, pero lo callo —. Necesito que nada la aplaque
y que jamás puedan vencerla. Necesito que Atenea Zubac se vuelva…
INDESTRUCTIBLE
FIN
CARTA PARA JADE
A.A
Mi vida fue educada con hierro, corregida con sangre, alimentada con
odio y es motivada por la destrucción.
Jamás me he declarado «persona», porque ese nombre y los derechos
que conlleva me fueron arrebatados hace mucho. La tortura trabajó tanto mi
mente que lo único que anhelo sufrir es la muerte, pero no voy a irme solo.
Me enseñaron el arte sumisión y hasta hoy, agachar la cabeza fue mi
única opción.
Las paredes están llenas de sangre, que por primera vez en mucho
tiempo, no es mía. El mar de personas en el suelo pide clemencia mientras
agonizan, ¿pero cómo dárselas? Si no conozco el significado de esa palabra,
realmente no conozco el significado de muchas palabras…
Como por ejemplo:
Confianza.
Cariño.
Amor.
He escuchado hablar de ellas, una persona intentó enseñármelas y creí
haber visto a lo que se le dice “luz” en sus ojos azules y su cabello rubio, pero
para su desgracia solo conozco y aplico todo lo que provenga de la oscuridad
en la que crecí. Tarde o temprano todo sale a flote.
Estoy en ruinas. Ruinas filosas y oxidadas que cortan e infectan a
cualquiera que intenta acercarse y ella no fue la excepción.
Un ser vivo que no razona es un animal. Así me trataron, así me proclamo:
Un animal.
Un animal que creció para destruir, para aplacar y vencer… pero que
también nació para ser…
INQUEBRANTABLE