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2.1. Materias
Como sector del ordenamiento jurídico, el DIP responde esencialmente a un tríptico de
cuestiones jurídicas: competencia judicial internacional, derecho aplicable y
reconocimiento y ejecución de decisiones. En primer término, el régimen de la
competencia judicial internacional trata de determinar en qué condiciones y bajo que
principios los órganos que ejercen la función jurisdiccional en un Estado tienen
competencia para entrar a conocer y proceder a solucionar los problemas que suscita
una determinada situación privada internacional. La determinación de la competencia
judicial internacional de las autoridades y tribunales españoles constituye la primera
cuestión que debe ser resuelta. Si la respuesta a dicha cuestión es negativa, la solución
de la controversia jurídica desaparece, al menos inicialmente. Si se afirma la
competencia de los órganos jurisdiccionales o de las autoridades españolas, tiene
sentido plantearse a segunda de las grandes cuestiones, a saber, el derecho aplicable o
régimen de solución del fondo de la controversia.
Que los tribunales españoles sean competentes no significa necesariamente que el fondo
de la cuestión deba de ser resuelto conforme al derecho material español. Es posible que
un tribunal español resulte competente y que deba resolver en cuanto al fondo conforme
a uno o más sistemas jurídicos extranjeros. La cuestión del derecho aplicable por parte
de los tribunales españoles se resuelve a través de la reglamentación del DIP español,
que se refiere a las diferentes fórmulas para conseguir una solución de fondo de los
litigios o diferencias provocadas por las situaciones privadas internacionales. En
ocasiones, pero no siempre, las respuestas de fondo se obtienen mediante la aplicación
de un determinado derecho estatal que puede ser tanto el derecho del tribunal que
conoce como un derecho extranjero, pero también se puede obtener la respuesta a través
de normas materiales o sustantivas especialmente creadas para regir las situaciones
privadas internacionales, tanto desde las fuentes estatales, como mediante mecanismos
de cooperación internacional o a través de los actos de las organizaciones e instituciones
internacionales.
El reconocimiento de los efectos de una decisión o de un acto extranjeros que
resuelve y sanciona una situación privada internacional goza de sustantividad propia
como sector específico del DIP. La posibilidad de reconocer y ejecutar los efectos de
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una decisión judicial extranjera constituye una de las labores esenciales del DIP, en
orden a dotar de continuidad a las relaciones jurídicas en el espacio internacional.
El tríptico de cuestiones analizadas no agota, sin embargo, las materias que componen
el DIP. Cabría añadir un cuarto sector de cuestiones, susceptibles de englobarse en un
concepto genérico de cooperación. Se trata más bien de una serie de técnicas que
aportan soluciones puntuales a ciertas cuestiones de tráfico externo. Presentan una
importancia notable en el ámbito del derecho procesal internacional y de la cooperación
judicial y extrajudicial, abarcando aspectos como la obtención de pruebas en el
extranjero, la notificación de documentos... El propio sector del reconocimiento y
ejecución de decisiones puede entenderse como una manifestación autónoma de este
sector del DIP. Pero, además de en el ámbito procesal, las técnicas de cooperación son
de utilización frecuente en ámbitos sustantivos, actuando de forma autónoma o
alternativa respecto a los sectores de la competencia judicial internacional, el derecho
aplicable o el reconocimiento de decisiones. La cooperación entre autoridades es un
recurso de creciente importancia en sectores vinculados a los derechos de la persona y al
derecho de familia.
2.2. Derecho interregional
Muchos estados son plurilegislativos, pues en su interior conviven diferentes
ordenamientos o sistemas jurídicos. En España, por ejemplo, a diferencia de USA, el
derecho interregional no plantea demasiados problemas.
El derecho interregional español se configura a partir del art. 149.1º.8º CE. Dicho
precepto prevé la posibilidad de que las CCAA conserven, modifiquen y desarrollen los
derechos civiles, forales y especiales, reservando al Estado la competencia exclusiva en
materia de legislación civil y para dictar normas para resolver los conflictos de leyes. Es
importante reparar en que las competencias de las CCAA en materias de derecho
privado no se extienden a las normas de DIP que han de resolver los conflictos de leyes
internos. Conviene adelantar que el principio del que parte el estado en el ejercicio de
dicha competencia consiste en la aplicación a los conflictos de leyes internos de las
mismas normas que rigen los conflictos de leyes internacionales, tal y como dispone el
art. 16 CC.
3. Fuentes del derecho internacional privado
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existe una ley especial que regule un sector sustancia de los problemas de tráfico
jurídico externo. En general, los distintos sectores que conforman el contenido de
nuestro ordenamiento se insertan en cuerpos legales diversos y de distinto rango.
Conviene indicar la importancia de la jurisprudencia y de la doctrina en la consolidación
del sistema de DIP autónomo. Su importancia no radica únicamente en la dispersión
formal de las normas estatales de DIP, sino en la generalidad con que se suelen formular
sus reglas de competencia judicial, derecho aplicable o reconocimiento de decisiones.
En cierto sentido, el DIP autónomo se exige sobre la base de principios, más que de
normas, que en su mayor parte requieren concreción y mecanismos de reducción
funcional.
3.2. Derecho internacional privado convencional
A. Incidencia de los convenios internacionales
La importancia de los convenios internacionales en el sistema español de DIP es
singularmente notable y que se manifiesta en todos sus sectores. Existen, sin embargo,
importantes diferencias metodológicas según el sector analizado.
En el ámbito de la competencia judicial internacional, inciden sobre todo textos
multilaterales que circunscriben su aplicación a un ámbito especial limitado, tal límite
es propio de los convenios de cooperación procesal y de reconocimiento y ejecución de
decisiones. Esta limitación permite aplicar las soluciones del DIP en los supuestos no
cubiertos por el ámbito espacial de los convenios.
El convenio internacional es el instrumento fundamental en la consecución de un
derecho uniforme, el cual ofrece dos opciones: la elaboración de convenios de derecho
uniforme que derogan las reglamentaciones internas de los Estados e imponen su
vigencia tanto en las relaciones del tráfico interno como en las de trafico externo, de
otro lado, es posible que el convenio de derecho uniforme restrinja su aplicación a las
relaciones conectadas con más de un ordenamiento.
B. Problemas de delimitación
La importancia de los convenios internacionales como fuente del DIP exige un correcto
proceso de delimitación normativa. Tanto entre los tratados y el DIP autónomo: el lugar
que ocupa el tratado en el sistema de fuentes diseñado por la CE, y sus relaciones, de
este modo, se prevé la preferente aplicación de la norma convencional frente a la norma
interna.
Más problemas plantea la delimitación entre dos o más convenios internacionales., lo
que supone frecuentemente la colisión entre convenios. Este hecho se produce por
diversos factores. En primer término, por coincidir las materias propias de convenios
bilaterales y multilaterales. En segundo lugar, porque dentro de un mismo foro
codificador se produce una revisión de convenios anteriores. En tercer lugar, por tratarse
de materias que son objeto de codificación internacional en los distintos foros.
Finalmente, no puede olvidarse, que a menudo se suscitan falsos conflictos de
convenios por una defectuosa interpretación de sus respectivos ámbitos de aplicación.
Existen por tanto muy variadas materias donde se solapan y suceden tratados
internacionales bilaterales y multilaterales. Los riesgos implícitos en los problemas de
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delimitación entre convenios son múltiples y van desde la posibilidad misma de ignorar
la existencia de textos internacionales cada vez más numerosos, hasta la propia
dificultad que entraña la labor de delimitación entre convenios. Dichas dificultades han
propiciado la inclusión en los mismos textos convencionales de cláusulas de
compatibilidad, que sin embargo no se contemplan en todos los tratados
convencionales; y aun cuando existen, se muestran insuficientes para resolver todos los
problemas.
De ahí que se hayan aducido soluciones de carácter general de muy distinto signo. En
unos casos se busca la eficacia óptima o el convenio más favorable para proceder a
delimitar convenios destinados a la protección de una parte débil o a la consecución de
la validez o reconocimiento de un determinado acto o decisión. En otros supuestos la
solución viene dada por la regla de la especialidad de la materia, y en el caso de tratados
sucesivos sobre la misma materia, se recurre a la regla de aplicabilidad del tratado
posterior.
3.3. Derecho internacional privado institucional
A. Fuentes y técnicas legislativas
Los fenómenos de integración económica y jurídica propician una importancia creciente
del DIP institucional. En el ámbito de la UE, la generación de normas de DIP de origen
institucional atiende a las necesidades impuestas por los objetivos y el correcto
funcionamiento del mercado interior, la elaboración de convenios entre los Estados
miembros permite ampliar los contenidos y el ámbito de las normas de DIP, si bien la
vía convencional no permite la caracterización como autentico derecho institucional,
sino, como DIP convencional especifico.
B. Problemas de delimitación
Las fuentes del DIP institucional prevalecen sobre las normas de origen convencional o
autónomo.
El DIP institucional presenta unos límites rationae materia, que vienen dados por las
propias libertades, políticas y objetivos marcados en los Tratados constitutivos para
cuyo establecimiento y funcionamiento se reserva la política de aproximación y
armonización jurídica y de cooperación jurídica en materia civil. También coexisten los
límites impuestos por el principio de subsidiariedad que implica que en los ámbitos que
no sean de su competencia exclusiva, la Comunidad intervendrá solo en la medida en
que los objetivos de la acción emprendida no puedan ser alcanzados de manera
suficiente por los Estados miembros y pueda lograrse mejor.
Los problemas de delimitación se suscitan, sin embargo, dentro del propio DIP
institucional o comunitario. La diversidad de técnicas de reglamentación y codificación
del DIP comunitario puede provocar problemas de coherencia interna. Por otra parte, en
las relaciones con terceros estados, la primacía del Derecho comunitario y la necesidad
de aplicar un DIP especifico en las relaciones intracomunitarias puede plantear
problemas en la aplicación y cumplimiento de convenios internacionales por lo que en
la práctica se habilitan cláusulas de desconexión que facilitan la ratificación del
convenio internacional sin afectar a la aplicación intracomunitaria del DIP institucional.
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competentes para entender de los litigios en los que participen sujetos de derecho
internacional.
La práctica internacional ha ido evolucionando de una concepción maximalista de la
inmunidad de jurisdicción a una consideración más matizada de la noción, cuyo punto
de referencia es el imperium que revista el acto que se pretende enjuiciar.
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guardando las distintas demandas entre si un grado de conexión que justifica el interés
por que sean juzgadas en un solo proceso. En estos casos el art. 8.1º del RB contempla
la posibilidad de que pueda demandarse a los distintos demandados ante los tribunales
del domicilio de cualquiera de ellos siempre que las demandas estuvieren vinculadas.
La aplicación del art. 8.1º RB, así como, con carácter general, la de todas las reglas de
conexidad del art. 8, afecta únicamente a los demandados que se encuentren
domiciliados en estados miembros. En consecuencia, la norma permite la centralización
del litigio ante los tribunales del estado miembro correspondiente al domicilio de uno de
los demandados, respecto del resto de demandados domiciliados en otros estados
miembros.
En segundo lugar, si se trata de una demanda sobre obligaciones de garantía o para la
intervención de terceros en el proceso, puede demandarse ante el tribunal que estuviere
conociendo de la demanda principal, salvo que esta se hubiere formulado con el único
objeto de provocar la intervención de un tribunal distinto del correspondiente al
demandado, provocando desviación del fuero (art. 8.2º)
En tercer término, el art 8.3º prevé, si se tratare de una reconvención derivada del
contrato o hecho en que se fundamentare la demanda inicial, la competencia del tribunal
que estuviere conociendo de esta última.
Finalmente se contemplan dos reglas de competencia derivada especiales: el art. 8.4
prevé que si, en materia contractual, la acción pudiera acumularse con otra en materia
de derechos reales inmobiliarios dirigida contra el mismo demandante, podrá
presentarse la demanda ante el tribunal del estado miembro en el que estuviere sito el
inmueble. Por su parte, el art. 9 RB prevé la extensión de la competencia del tribunal de
un estado miembro para conocer de acciones de responsabilidad derivada de la
utilización o explotación de un buque a la demanda relativa a la limitación de esta
responsabilidad.
G. Medidas provisionales y cautelares
El art. 35 RB dispone que podrán solicitarse medidas provisionales o cautelares
previstas por la ley de un estado miembro a las autoridades judiciales de dicho estado
incluso si otro estado miembro fuere competente para conocer sobre el fondo. El
tribunal que conocer sobre el fondo extiende su competencia a la adopción de medidas
cautelares y provisionales.
Las medidas cautelares y urgentes que se puede solicitar son aquéllas previstas por la
ley interna del tribunal ante el que se solicitan. No obstante, el art. 35 emplea un
concepto autónomo de medidas provisionales o cautelares.
2.3. Normas de aplicación
A. Verificación de oficio de la competencia judicial internacional
Una de las cuestiones básicas de todo sistema de competencia judicial internacional se
refiere a la verificación o control de oficio o a instancia de parte de la competencia
judicial internacional. El reglamento reserva dos preceptos al tratamiento de la
comprobación de la competencia, estableciendo la declaración de incompetencia de
oficio en dos casos: cuando los tribunales de otro estado miembro fueren
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exclusivamente competentes en virtud del art. 25 y 27, siempre que la cuestión objeto de
competencia exclusiva se haya planteado como cuestión principal. El respeto del interés
público o general que subyace en las competencias exclusivas justifica tanto su
naturaleza como su verificación o control de oficio.
En segundo lugar, procede la verificación de oficio cuando el demandado domiciliado
en otro estado miembro, fuere emplazado y no compareciere, si la competencia no
pudiese fundarse en ninguna de las disposiciones del reglamento (art. 28). Fuera de
estos supuestos el reglamento no prevé la declaración de incompetencia de oficio.
La laguna aparece resuelta en la nueva regulación introducida en el RB 1 bis. Conforme
al art 25, la sumisión expresa por las partes a los tribunales de un estado miembro
genera un supuesto de litispendencia si la demanda se plantea ante el tribunal de
cualquier estado miembro distinto al elegido. El art 31.2º del RB introduce una solución
consecuente con esta calificación: cabe, en primer lugar, que el demandado comparezca
y se someta tácitamente a los tribunales del segundo estado, pero en otro caso, si se
presenta una demanda ante un órgano jurisdiccional de un estado miembro que no tenga
competencia exclusiva en virtud del acuerdo de elección, el órgano jurisdiccional del
otro estado miembro debe suspender el procedimiento hasta que el tribunal elegido se
pronuncie sobre su competencia, a menos que existan acuerdos de elección de foro
contradictorios.
B. Litispendencia
El art. 29 del RB 1 bis regula el problema de la litispendencia, estableciendo que cuando
se formularen demandas con el mismo objeto y la misma causa entre las mismas partes
ante órganos jurisdiccionales de estados miembros distintos, el tribunal ante el que se
formulare la segunda demanda suspenderá de oficio el procedimiento en tanto no se
declarare competente el tribunal ante el que se interpuso la primera demanda. Cuando el
tribunal ante el que se interpuso la primera demanda se declarare competente, el tribunal
ante el que se interpuso la segunda se abstendrá en favor de aquel.
El régimen de la litispendencia obedece más bien a la lógica del reconocimiento y
ejecución de decisiones. La admisión de la litispendencia tiene a evitar la coexistencia
de dos decisiones sobre la misma causa incompatibles entre sí y perjudicial para la libre
circulación de decisiones. De ahí que, para que opere la suspensión y abstención
prevista no se tenga en cuenta el domicilio de las partes en ambos procedimientos.
La suspensión o abstención del tribunal que conoce en segundo lugar se produce sin que
quepa control de la competencia judicial internacional del tribunal que conoce en primer
lugar ni valoración alguna de las posibilidades de reconocimiento de la decisión que
vaya a dicta el tribunal que conoce en primer lugar. Solo si se trata de una competencia
exclusiva del tribunal que conoce en segundo lugar, se denegara previsiblemente la
suspensión o inhibición.
Por otra parte, la identidad de las partes, objeto y causa que justifica la excepción de
litispendencia internacional ha de ser valorada en términos latos. La identidad del objeto
debe interpretarse asimismo en términos amplios y no formales. No se trata de que el
petitum de ambas demandas coincida exactamente, sino de que en ambos procesos se
dilucide la misma cuestión.
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sola acción o varias entre las que exista un nexo por razón del título o causa de pedir
que aconsejen su acumulación.
No obstante, la competencia establecida conforme a lo dispuesto en el apartado 1 de
este artículo podrá ser excluida mediante un acuerdo de elección de foro a favor de un
Tribunal extranjero. En tal caso, los Tribunales suspenderán el procedimiento y sólo
podrán conocer de la pretensión deducida en el supuesto de que los Tribunales
extranjeros designados hubieren declinado su competencia.
No tendrá efecto la exclusión de la competencia de los Tribunales españoles en aquellas
materias en que no cabe sumisión a ellos
C. Foros especiales por razón de la materia
- Art. 22 quáter LOPJ
En defecto de los criterios anteriores, los Tribunales españoles serán competentes:
a) En materia de declaración de ausencia o fallecimiento, cuando el desaparecido
hubiera tenido su último domicilio en territorio español o tuviera nacionalidad
española.
b) En materia relacionada con la capacidad de las personas y las medidas de
protección de las personas mayores de edad o de sus bienes, cuando estos
tuviesen su residencia habitual en España.
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- En defecto de sumisión expresa o tàcita o foro del domicilio del demandado (art.
25 quinquies LOPJ)
Asimismo, en defecto de sumisión expresa o tácita y aunque el demandado no tuviera su
domicilio en España, los Tribunales españoles serán competentes:
a) En materia de obligaciones contractuales, cuando la obligación objeto de la
demanda se haya cumplido o deba cumplirse en España.
b) En materia de obligaciones extracontractuales, cuando el hecho dañoso se haya
producido en territorio español.
c) En las acciones relativas a la explotación de una sucursal, agencia o
establecimiento mercantil, cuando éste se encuentre en territorio español.
d) En materia de contratos celebrados por consumidores, estos podrán litigar en
España si tienen su residencia habitual en territorio español o si lo tuviera la otra
parte contratante; esta última solo podrá litigar en España si el consumidor tiene
su residencia habitual en territorio español.
e) En materia de seguros, cuando el asegurado, tomador o beneficiario del seguro
tuviera su domicilio en España; también podrá el asegurador ser demandado ante
los Tribunales españoles si el hecho dañoso se produjere en territorio español y
se tratara de un contrato de seguro de responsabilidad o de seguro relativo a
inmuebles, o, tratándose de un seguro de responsabilidad civil, si los Tribunales
españoles fueran competentes para conocer de la acción entablada por el
perjudicado contra el asegurado en virtud de lo dispuesto en la letra b) de este
artículo.
f) En las acciones relativas a derechos reales sobre bienes muebles, si estos se
encontraren en territorio español al tiempo de la interposición de la demanda.
Respecto a los supuestos previstos en las letras d) y e) también serán competentes los
Tribunales españoles cuando el consumidor, asegurado o tomador del seguro sea
demandante y las partes hayan acordado la sumisión a los Tribunales españoles después
de surgir la controversia, o ambos contratantes tuvieran ya su domicilio en España en el
momento de celebración del contrato o el demandante fuera el consumidor, asegurado o
tomador del seguro.
- Medidas provisionales (art. 22 sexies LOPJ)
Los Tribunales españoles serán competentes cuando se trate de adoptar medidas
provisionales o de aseguramiento respecto de personas o bienes que se hallen en
territorio español y deban cumplirse en España. Serán también competentes para
adoptar estas medidas si lo son para conocer del asunto principal.
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A. Concepto y estructura
Las normas de competencia judicial internacional dan una respuesta a la primera
cuestión que suscitan las relaciones privadas internacionales: la autoridad competente
para resolver una situación litigiosa. Si la respuesta a esta primera cuestión es positiva,
se plantea de inmediato la cuestión de fondo: ¿con arreglo a qué criterios y a qué
normas va a resolver el órgano jurisdiccional la pretensión litigiosa?
La respuesta a esta cuestión de fondo ha girado entorno a diversas opciones. Desde
mediados del siglo XIX dicha respuesta se ha construido sobre un paradigma normativo:
la norma de conflicto multilateral. La obra de SAVIGNY parte de la relación jurídica, y
más concretamente de su naturaleza, para conforme a ella determinar cuál es la sede de
dicha relación, esto es, para localizarla en un ordenamiento interno.
En su estructura, la norma de conflicto se asemeja al resto de las normas jurídicas, si
bien suele hablarse de un elemento específico, el punto de conexión. El supuesto de
hecho de la norma de conflicto es una categoría jurídica en la que queda contemplada
una determinación situación privada internacional. La misión del punto de conexión es
dotar de relevancia jurídica a un elemento o circunstancia fáctica o jurídica que puede
encontrarse en el supuesto de hecho, fijando a través de él la localización de la relación
jurídica en un determinado estado, cuya ley va a ser aplicada. Esta consecuencia jurídica
no se contiene en la propia norma, sino que es preciso determinarla indirectamente.
B. Caracteres
En primer lugar, la norma de conflicto es una técnica de reglamentación indirecta.
En segundo lugar, es frecuente que la norma de conflicto presente un relativo grado de
generalidad o abstracción, haciendo referencia a categorías amplias. Tal generalidad
aleja a la norma de conflicto de las particularidades del caso litigioso y la convierte más
en un principio que en una norma.
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prueba. Si el derecho extranjero no resulta alegado no probado por las pares, la solución
más acreditada consiste en aplicar, en su defecto, el derecho español.
El art. 33 de la Ley 29/2015 concreta igualmente si no se prueba el contenido del
derecho extranjero, “excepcionalmente” se aplicará subsidiariamente el derecho
español. Pero ¿cuándo es excepcionalmente? Esta ley no mejora la situación, si no la
agrava la deja igual.
¿Por qué es un problema? Porque la solución que se adopte es determinante.
- La solución ideal al problema es la aplicación del derecho extranjero, el
problema: principio dispositivo que rige el proceso.
- La solución mayoritaria, apoyada también por la jurisprudencia, es la aplicación
del derecho español, pero es la más contraria a la imperatividad de la norma de
conflicto.
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Si las partes no invocan o manifiestan una total pasividad en la prueba del derecho
extranjero el juez no debe desestimar la pretensión, sino tomar la iniciativa en la
obtención de dicha acreditación. Si las partes tienen derecho a invocar y probar el
derecho extranjero, y han de tener en todo caso la posibilidad de debatir en torno a dicha
prueba y a su propia aplicación, ello no obsta la obligación del juez de aplicar de oficio
la norma de conflicto y de garantizar que el litigio sea resuelto conforme al derecho
extranjero.
En todo caso, en la labor complementaria o sustitutiva del juez, el art. 282.1 LEC no
limita sus posibilidades procesales en la indagación del derecho extranjero. En
particular, podrá hacer uso de la facultad de señalamiento de pruebas en la audiencia
previa al juicio ordinario a que hace referencia el art. 429.1.II, momento que resulta más
oportuno desde el punto de vista del desarrollo del proceso. En el conocimiento del
derecho extranjero, el juez puede utilizar asimismo los mecanismos de asistencia
judicial internacional que determinan los convenios internacionales en la materia
suscritos por España.
El principio de alegación de parte previsto en el art. 281.2 LEC no impide que el juez
participe activamente en la indagación y aplicación del derecho extranjero. Sin
embargo, es conveniente analizar si el propio conocimiento del juez acerca del derecho
extranjero puede suplir la carga de la prueba del mismo por las partes, e incluso, su
invocación. Es posible que, ante la pasividad de las partes, el juez anteponga su propio
conocimiento privado acerca del derecho extranjero.
B. Articulación de la prueba del derecho extranjero
Los arts. 281 y 282 LEC se refieren al deber de las partes en orden a acreditar la
vigencia y el contenido del derecho extranjero, sin llegar a ser una autentica carga de la
prueba.
La jurisprudencia y la doctrina han vacilado a la hora de determinar a quién incumbe
llevar a cabo la prueba, si bien la solución más extendida es que la parte a quien
beneficie o interese la aplicación del derecho extranjero debe acreditar su contenido o
sufrir las consecuencias de su falta de prueba.
Es preciso determinar cuál es el objeto de la prueba y el contenido de la alegación del
derecho extranjero. El art. 281.2 LEC se refiere escuetamente a la vigencia y contenido
del derecho extranjero, si bien la regla jurisprudencial dominante se expresa con
claridad al exigir la prueba de la interpretación y aplicabilidad al caso del derecho
extranjero.
La prueba de la vigencia del derecho extranjero puede estar condicionada por su virtual
inconstitucionalidad conforme al ordenamiento jurídico de que dimanan. El control de
constitucionalidad de la ley extranjera no tiene sentido si en el sistema extranjero no
existe un sistema de control de la constitucionalidad de las leyes.
Una vez analizados los problemas que suscitan la carga y el objeto de la prueba del
derecho extranjero por las partes, es preciso, delimitar el momento procesal oportuno
para alegar el derecho extranjero. La LEC parece clarificar el momento de preclusión de
la invocación del derecho extranjero.
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2. Delimitación de regímenes
El art. 951 LEC señala que las sentencias firmes pronunciadas en países
extranjeros tendrán en España la fuerza que establezcan los tratados respectivos. La
autonomía del régimen convencional y su primacía jerárquica deriva directamente de la
ordenación de fuentes en nuestro sistema y, en concreto, del art. 96.1 CE.
Junto a las reglas generales de solución de los conflictos entre convenios, destaca aquí,
de forma especial, la aplicación del convenio más favorable. Esta última regla de
delimitación es particularmente operativa en el ámbito del reconocimiento y ejecución
de decisiones, toda vez que la ratio de los instrumentos convencionales es favorecer el
reconocimiento; de ahí que algunos textos convencionales hayan previsto expresamente
una excepción a su aplicación en favor, no solo de otros convenios, sino del propio
régimen común del estado requerido, cuando éste sea más favorable al reconocimiento.
La regla no habilita a una aplicación de los distintos convenios en forma de mosaico, a
través de la búsqueda de los distintos convenios más favorables de cada convenio, sino
una opción genérica por el régimen de un concreto convenio o del derecho interno, que
habitualmente deberá ejercer el solicitante del reconocimiento.
La comunitarizacion de la cooperación judicial en materia civil conlleva una limitación
de la facultad de los estados miembros en orden a la ratificación de nuevos convenios
multilaterales y bilaterales en la materia, quedando condicionada a la política de
negociación de convenios internacionales a la política común de la UE. En el ámbito del
reconocimiento y ejecución de decisiones, la primacía dl derecho institucional se supone
y relega a un segundo plano el principio del favor executionis como mecanismo de
selección y delimitación de fuentes.
La pluralidad de fuentes institucionales, convencionales y estatales convierten a la
identificación del régimen de reconocimiento en una cuestión tan esencial como
delicada. Para identificar el régimen de reconocimiento de una decisión es preciso
manejar una serie muy amplia de variables y combinaciones que parte de cinco
cuestiones básicas:
Desde un punto de vista espacial, sin embargo, el capítulo III del reglamento presenta un
ámbito de aplicación diverso al del Capítulo II. Basta para su aplicación que se trate de
una decisión procedente de un estado contratante, sin que sea necesario ninguno de los
requisitos adicionales exigidos para la aplicación de las normas de competencia
judicial internacional del reglamento, prioritariamente, domicilio del demandado en un
estado miembro.
El RB 1 bis prevalece entre los estados miembros sobre el régimen de reconocimiento
de decisiones paralelo.
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reconocer las sentencias dictadas por los tribunales españoles, esta circunstancia actúa
como una excepción al reconocimiento en el régimen común, y así lo ha señalado la
jurisprudencia al atribuir a la parte que se opone al reconocimiento de la carga de la
prueba del hecho impeditivo del reconocimiento: la presencia de reciprocidad negativa.
El art. 952 LEC perfila el régimen de reciprocidad en su aspecto positivo, con ciertas
carencias conceptuales. En el citado precepto se alude a la reciprocidad relativa a la
fuerza que las sentencias dictadas en cada país tienen en el otro. Ello no significa que si
las sentencias españolas son reconocidas en un país extranjero, las de este país vayan a
ser reconocidas automáticamente en España, sino que las sentencias de ese país se
someterán en España a idénticas condiciones que las exigidas para las sentencias
dictadas por nuestros tribunales. La reciprocidad hace referencia, exclusivamente, a las
condiciones de reconocimiento y no a otros extremos.
El procedimiento de reconocimiento en España seguirá siendo el previsto en los arts.
995 y ss. LEC, esto es, el procedimiento de execuátur, aunque en el país extranjero el
tipo de reconocimiento sea menos gravoso y rápido o incluso se conceda
incidentalmente o de forma automática.
(ya no existe) La reciprocidad positiva es un régimen más gravoso que el régimen de
condiciones previsto en el art. 954 LEC y que resulta aplicable en defecto de
reciprocidad. Las condiciones del art. 954 son condiciones mínimas, exigibles siempre,
incuso si opera la reciprocidad positiva por esta razón, cabe decir que el régimen de
reciprocidad positiva, al igual que el régimen de reciprocidad negativa, se prevé en
beneficio de quien se opone al reconocimiento. Si la reciprocidad negativa sirve para
exceptuar el reconocimiento, la positiva permite agregar al reconocimiento condiciones
adicionales.
En el supuesto de que no conste la reciprocidad negativa o positiva o, sencillamente, de
que no exista dicha reciprocidad, el art. 954 LEC prevé un régimen de cierre,
claramente entendido con carácter subsidiario, al prever que si no estuviere en ninguno
de los casos de que se hablan los tres artículos que anteceden, la ejecutorias tendrán
fuerza en España si reúnen las circunstancias siguientes:
a. Que la ejecutoria haya sido dictada a consecuencia del ejercicio de una acción
personal.
b. Que no haya sido dictada en rebeldía.
c. Que la obligación para cuyo cumplimiento se haya procedido sea licita en
España.
d. Que la carta ejecutoria reúna los requisitos necesarios en la nación en que se
haya dictado para ser considerada como autentica, y los que las leyes españolas
requieren para que haga fe en España.
Pese a que nuestra legislación configure claramente un sistema jerarquizado, en la
práctica jurisprudencial se aplican a menudo ambos regímenes interrelacionados. En
concreto, ha cobrado cierta importancia la aplicación cumulativa del régimen de
reciprocidad en su vertiente positiva y del régimen de condiciones previstos en los arts.
952 y 954 LEC. De esta forma, una vez probada o presunta la reciprocidad positiva,
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como al alejamiento del tribunal de los datos del litigio y su influencia en la correcta
administración de justicia.
La regulación del control de la competencia judicial internacional del tribunal de origen
en el RB I bis presenta características muy especiales.
Mientras que las normas de competencia judicial internacional directas del reglamento
se aplican cuando el demandado se halla domiciliado en un estado parte, el régimen de
reconocimiento de decisiones abarca también las decisiones dictadas por un estado
miembro cuando el demandado no este domiciliado en un estado parte. Esta cuestión es
vital, desde el momento en que la lista de foros exorbitantes queda descarada como
fundamento de la competencia judicial internacional cuando el demandado se halla
domiciliado en un estado parte, pero no en caso contrario. Quiere ello decir que un
tribunal de un estado parte está legitimado para fundamentar su competencia en uno de
dichos foros exorbitantes siempre que el demandado no se halle domiciliado en un
estado parte. Y, sin embargo, dicha decisión debe de ser reconocida en los demás
estados parte sin que pueda mediar un rechazo de tal criterio de competencia judicial
internacional.
4.6. Ausencia de contradicción con una decisión judicial o un proceso
pendiente en el estado requerido
El reconocimiento de una decisión judicial extranjera no es posible, si con anterioridad a
la solicitud del execuátur, existía ya en España una decisión sobre la misma causa, con
las mismas partes e identidad de objeto, o sencillamente incompatible con la decisión
extranjera.
No se trata de hacer valer el efecto de cosa juzgada d la decisión española. La razón de
ser de esta condición no es otra que mantener la congruencia del sistema interno frente a
la pluralidad d soluciones que puede conllevar la sanción de un mismo hecho, obtenida
ante distintas jurisdicciones.
La condición señalada se recoge con carácter general en los regímenes institucionales y
convencionales. En el RB I bis se contempla en unos términos amplios.
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La primera excepción a la aplicación de la lex fori viene dada por la aplicación de una
ley distinta a la capacidad para ser parte y a la capacidad procesal. La capacidad para ser
parte o personalidad procesal se define como la aptitud para ser titular de los derechos y
obligaciones derivados del proceso. Sin embargo la capacidad jurídica en el ámbito civil
y la capacidad para ser parte no siempre coinciden. Es posible que determinados entes
desprovistos de personalidad puedan ser parte en el proceso. Por ello es importante
señalar de antemano que la remisión a la ley de extranjera para regular la capacidad para
ser parte o la capacidad procesal, la legitimación, etc., se entiende efectuada a sus
normas procesales y, solo en defecto de estas, procederá aplicar sus normas civiles
sustantivas. Así, si se trata de aplicar la ley personal a la capacidad para ser parte de las
sociedades irregulares, habrá de consultar, las leyes procesales para saber si se les
concede capacidad jurídica. Solo si no hay normas procesales que reconozcan la
capacidad para ser parte procede recurrir a las disposiciones sustantivas que
determinaran dicha capacidad como correlativa a la capacidad jurídica.
En efecto, la capacidad para ser parte de un sujeto se rige por su ley personal. Esta
norma no plantea mayores problemas en el caso de personas físicas, siendo aplicable su
ley nacional. Como quiera que toda persona, por el mero hecho de serlo, tiene capacidad
para ser parte, se trata de determinar conforme a le ley señalada en que momento nace la
personalidad física. El hecho de ser extranjero no limita su libre acceso a los tribunales.
Muy al contrario, la excepción de orden público puede servir para Inaplicar aquellas
normativas extranjeras que no reconozcan la personalidad de determinados sujetos por
motivos que impliquen discriminación por razón de sexo, raza, religión, etc.
La capacidad para ser parte de las personas jurídicas se rige asimismo por la ley de su
nacionalidad, podrá ser parte en un proceso abierto en España cualquier persona jurídica
válidamente constituida conforme a su ley nacional. Asimismo, la ley nacional de la
persona jurídica es la que determinara quienes ejercen una representación necesaria, lo
que es determinante para el ejercicio de sus derechos procesales, y en particular, para
valorar la capacidad del representante de la persona jurídica para otorgar y firmar la
escritura de poder para pleitos en nombre de la persona jurídica.
La solución es la misma para la determinación de la capacidad procesal, que es un
reflejo de la capacidad de obrar en el derecho civil, esto es, la capacidad para
comparecer en juicio y realizar actos procesales, capacidad que ostentan en España
quienes estén en el pleno ejercicio de sus derechos civiles. Por tanto, serán las normas
procesales, y en su defecto, las normas sustantivas de la ley nacional del sujeto las que
determinen la capacidad para comparecer en juicio, la representación legal de los
incapaces y las fórmulas de integración de la capacidad de obrar o comparecer en juicio
incompleta o limitada. Las excepciones a esta regla en favor de la aplicación de la lex
fori, se activan a través del correctivo de orden público, cuando no sean de recibo las
limitaciones a la capacidad procesal impuestas por las leyes extranjeras. También es
posible que la ley del foro contenga normas materiales imperativas que atribuyan
capacidad procesal al extranjero. Así lo entiende nuestra doctrina.
Tampoco se rige por la lex fori la ley aplicable a la legitimación procesal de las partes o
a la sustitución procesal, esto es, a su derecho a participar en un concreto proceso como
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o jurídica que lo otorga. En cambio, el contenido del poder va a quedar regido por la lex
fori. En efecto, en principio la representación procesal no es más que una especia de la
representación voluntaria. En este sentido se diferencia de la representación necesaria de
las personas jurídicas, que se rige por la ley nacional; y de la representación legal de los
incapaces, a los que se le aplica la ley que regula la relación jurídica de la que nacen las
facultades del representante.
Cualquier representación voluntaria se rige, salvo acuerdo expreso, por la ley del país
donde se ejerzan las facultades conferidas. De ahí que la doctrina extrae normalmente la
aplicación de la lex fori, por ser el lugar donde se ejerce la facultad de representación
procesal. Sin embargo cabe la posibilidad de obviar la lex fori si representado y
representante han señalado la aplicación de otra ley al contenido del poder. Esta
posibilidad debe ser rechazada.
B. La prueba
Si la prueba se concibe como un puro acto de instrucción procesal en orden a la
determinación de los hechos alegados por las partes, independientemente del contenido
de los derechos en juego, habría de someterse a la lex fori. Esta calificación
estrictamente procesal de la prueba es indudablemente mayoritaria. Sin embargo, esa
calificación admite matizaciones. En efecto, determinadas cuestiones probatorias están a
menudo ligadas a la regulación de fondo, de forma que si se aplica a tales cuestiones
una ley distinta a la que rige el fondo del asunto de hecho se está desvirtuando la
aplicación de ésta última.
Una razón similar justifica la aplicación de la lex excusae a las pruebas preconstituidas
o documentales, que las partes obtiene y buscan conforme a un determinado
ordenamiento en prevención de un eventual litigio. Es evidente que la utilidad de dichas
pruebas seria mínima si se fuera a aplicar la ley del foro, toda vez que las partes no
pueden suponer en modo alguno ante que tribunales se suscitara en el futuro el litigio.
Para que tales pruebas sean operativas es preciso tener completa certeza y previsibilidad
acerca de la ley que les otorga eficacia, independientemente de cuando y donde surja el
litigio.
En el sistema español, frente a las doctrinas procesalistas que avalan la
aplicación general de la lex fori, los internacionalistas han entendido más adecuado
precisar la solución según el aspecto probatorio concreto. Así, se estima que el objeto y
carga de la prueba deben regirse por la ley aplicable al fondo, al igual que las
presunciones legales que dispensan o desplazan la carga de la prueba, toda vez
que se trata de actos íntimamente relacionados y tenidos en cuenta a la hora de
regular el fondo del asunto.
Anexos
1. Convenio de Lugano
El convenio relativo a la competencia judicial internacional y a la ejecución de
resoluciones judiciales en materia civil y mercantil, hecho en Lugano en 1988, extendió
la regulación del convenio de Bruselas a los países miembros de la Asociación Europea
de Libre Cambio. Su contenido era semejante al del Convenio de Bruselas aunque
existían ciertas diferencias puntuales.
El convenio de Lugano tomo como modelo el convenio de Bruselas. El nuevo texto del
Convenio de Lugano de 2007, sin embargo con la entrada en vigor del RB I bis será
preciso adoptar una nueva versión del Convenio de Lugano para mantener el
paralelismo.
El convenio de Lugano no impide la aplicación del RB I bis, las reglas que rigen la
relación entre los distintos textos pueden resumirse así:
- Si el domicilio del demandado está en un estado miembro de la UE, los jueces
españoles determinaran su competencia judicial internacional conforme al RB I
bis.
- Si el domicilio del demandado está en Suiza, Noruega o Islandia, los jueces
españoles deberán aplicar el Convenio de Lugano.
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