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Derecho Internacional Privado (parte general)

Tema 1. Objeto, contenido y fuentes


1. Objeto y función del derecho internacional privado

1.1. La situación privada internacional


La pluralidad de sistemas jurídicos explica el objeto y la función del DIP. Cada estado
cuenta con su propio ordenamiento jurídico, a su vez, los derechos estatales conviven
con regímenes jurídicos diversos. De esta forma una misma conducta social o relación
jurídica puede estar conectada con más de un ordenamiento o jurisdicción. Ello puede
provocar la concurrencia de reglamentaciones contradictorias de una misma conducta.
Se suele denominar situaciones privadas internacionales a las relaciones jurídicas que
ponen en relación a distintos sistemas jurídicos. Las situaciones privadas internacionales
presentan un mayor grado de inseguridad jurídica que las situaciones puramente
internas. La función del DIP consiste en proporcionar respuestas adecuadas a dichas
relaciones, procurando resolver su discontinuidad.
Las situaciones privadas internacionales se definen mediante la presencia de un
elemento extranjero o internacional. La internacionalidad de una situación probada
puede venir dada tanto por elementos personales o subjetivos referidos a las partes de
una relación jurídica, como por los elementos objetivos de dicha relación.
En todo caso el elemento internacional o extranjero siempre es relativo y susceptible de
modulación.
1.2. Problemas condicionantes del DIP
El DIP cumple una función social. Los cambios políticos, económicos y culturales de la
sociedad repercuten en la propia evolución del DIP.
Diversos son los factores que condicionan el decurso de las relaciones jurídicos privadas
a través de las fronteras. En primer término, deben ponderarse circunstancias de
naturaleza política y económica. Referido a este punto, debemos destacar la importancia
de la cooperación internacional, que sigue siendo un elemento determinante del DIP
actual.
Pero la creciente complejidad de esas relaciones y la progresiva interdependencia social
y económica de los estados ha dado a luz un nuevo fenómeno político, social,
económico y jurídico que va a afectar directamente al DIP, dando lugar a un tercer
plano o escenario de actuación al que denominaremos DIP de la integración. Su
incidencia se manifiesta en el ámbito de las fuentes: junto al DIP y material de origen
estatal y convencional convive un derecho institucional. Así, en el marco de la UE, la
libre competencia o las libertades de circulación constituyen exigencias del mercado
integrado hacia las que deben orientarse las normativas nacionales, incluidas sus normas
de DIP.

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El DIP también se ve afectado por la interdependencia y globalización de la economía.


La consecuencia más natural de esta interdependencia economía es la necesaria
cooperación internacional a la hora de establecer mecanismos de regulación y
equilibrio de la economía mundial.
Las consecuencias de la globalización económica no solo se producen en el ámbito del
derecho económico y en la estructuración institucional del comercio mundial. Alcanzan
igualmente al derecho privado. En el ámbito del derecho económico se hace cada vez
más necesaria la intervención institucional de naturaleza supraestatal, mientras que en el
sector del derecho privado se imponen fórmulas de unificación o globalización
(principios UNIDROIT) o, como alternativa la simple competencia entre ordenamientos
nacionales.
2. Contenido del derecho internacional privado

2.1. Materias
Como sector del ordenamiento jurídico, el DIP responde esencialmente a un tríptico de
cuestiones jurídicas: competencia judicial internacional, derecho aplicable y
reconocimiento y ejecución de decisiones. En primer término, el régimen de la
competencia judicial internacional trata de determinar en qué condiciones y bajo que
principios los órganos que ejercen la función jurisdiccional en un Estado tienen
competencia para entrar a conocer y proceder a solucionar los problemas que suscita
una determinada situación privada internacional. La determinación de la competencia
judicial internacional de las autoridades y tribunales españoles constituye la primera
cuestión que debe ser resuelta. Si la respuesta a dicha cuestión es negativa, la solución
de la controversia jurídica desaparece, al menos inicialmente. Si se afirma la
competencia de los órganos jurisdiccionales o de las autoridades españolas, tiene
sentido plantearse a segunda de las grandes cuestiones, a saber, el derecho aplicable o
régimen de solución del fondo de la controversia.
Que los tribunales españoles sean competentes no significa necesariamente que el fondo
de la cuestión deba de ser resuelto conforme al derecho material español. Es posible que
un tribunal español resulte competente y que deba resolver en cuanto al fondo conforme
a uno o más sistemas jurídicos extranjeros. La cuestión del derecho aplicable por parte
de los tribunales españoles se resuelve a través de la reglamentación del DIP español,
que se refiere a las diferentes fórmulas para conseguir una solución de fondo de los
litigios o diferencias provocadas por las situaciones privadas internacionales. En
ocasiones, pero no siempre, las respuestas de fondo se obtienen mediante la aplicación
de un determinado derecho estatal que puede ser tanto el derecho del tribunal que
conoce como un derecho extranjero, pero también se puede obtener la respuesta a través
de normas materiales o sustantivas especialmente creadas para regir las situaciones
privadas internacionales, tanto desde las fuentes estatales, como mediante mecanismos
de cooperación internacional o a través de los actos de las organizaciones e instituciones
internacionales.
El reconocimiento de los efectos de una decisión o de un acto extranjeros que
resuelve y sanciona una situación privada internacional goza de sustantividad propia
como sector específico del DIP. La posibilidad de reconocer y ejecutar los efectos de

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una decisión judicial extranjera constituye una de las labores esenciales del DIP, en
orden a dotar de continuidad a las relaciones jurídicas en el espacio internacional.
El tríptico de cuestiones analizadas no agota, sin embargo, las materias que componen
el DIP. Cabría añadir un cuarto sector de cuestiones, susceptibles de englobarse en un
concepto genérico de cooperación. Se trata más bien de una serie de técnicas que
aportan soluciones puntuales a ciertas cuestiones de tráfico externo. Presentan una
importancia notable en el ámbito del derecho procesal internacional y de la cooperación
judicial y extrajudicial, abarcando aspectos como la obtención de pruebas en el
extranjero, la notificación de documentos... El propio sector del reconocimiento y
ejecución de decisiones puede entenderse como una manifestación autónoma de este
sector del DIP. Pero, además de en el ámbito procesal, las técnicas de cooperación son
de utilización frecuente en ámbitos sustantivos, actuando de forma autónoma o
alternativa respecto a los sectores de la competencia judicial internacional, el derecho
aplicable o el reconocimiento de decisiones. La cooperación entre autoridades es un
recurso de creciente importancia en sectores vinculados a los derechos de la persona y al
derecho de familia.
2.2. Derecho interregional
Muchos estados son plurilegislativos, pues en su interior conviven diferentes
ordenamientos o sistemas jurídicos. En España, por ejemplo, a diferencia de USA, el
derecho interregional no plantea demasiados problemas.
El derecho interregional español se configura a partir del art. 149.1º.8º CE. Dicho
precepto prevé la posibilidad de que las CCAA conserven, modifiquen y desarrollen los
derechos civiles, forales y especiales, reservando al Estado la competencia exclusiva en
materia de legislación civil y para dictar normas para resolver los conflictos de leyes. Es
importante reparar en que las competencias de las CCAA en materias de derecho
privado no se extienden a las normas de DIP que han de resolver los conflictos de leyes
internos. Conviene adelantar que el principio del que parte el estado en el ejercicio de
dicha competencia consiste en la aplicación a los conflictos de leyes internos de las
mismas normas que rigen los conflictos de leyes internacionales, tal y como dispone el
art. 16 CC.
3. Fuentes del derecho internacional privado

3.1. Derecho internacional privado estatal


El DIP adquiere el adjetivo internacional por su objeto, pero no en razón de sus fuentes.
No se vincula al derecho internacional público y constituye una parte del derecho
privado de un determinado sistema jurídico. En consecuencia, el sistema español de DIP
se construye a partir de normas emanadas del legislador español. Sin embargo,
actualmente el DIP autónomo español resulta más reducido que el derecho de origen
convencional o institucional. El DIP europeo despliega un predominio indudable, dado
que la mayor parte de las situaciones privadas internacionales que afectan a España se
enmarca en el territorio de la UE.
El sistema de DIP autónomo español no hace honor al concepto de sistema, entendido
en un sentido formal, pues se caracteriza por una marcada dispersión normativa, no

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existe una ley especial que regule un sector sustancia de los problemas de tráfico
jurídico externo. En general, los distintos sectores que conforman el contenido de
nuestro ordenamiento se insertan en cuerpos legales diversos y de distinto rango.
Conviene indicar la importancia de la jurisprudencia y de la doctrina en la consolidación
del sistema de DIP autónomo. Su importancia no radica únicamente en la dispersión
formal de las normas estatales de DIP, sino en la generalidad con que se suelen formular
sus reglas de competencia judicial, derecho aplicable o reconocimiento de decisiones.
En cierto sentido, el DIP autónomo se exige sobre la base de principios, más que de
normas, que en su mayor parte requieren concreción y mecanismos de reducción
funcional.
3.2. Derecho internacional privado convencional
A. Incidencia de los convenios internacionales
La importancia de los convenios internacionales en el sistema español de DIP es
singularmente notable y que se manifiesta en todos sus sectores. Existen, sin embargo,
importantes diferencias metodológicas según el sector analizado.
En el ámbito de la competencia judicial internacional, inciden sobre todo textos
multilaterales que circunscriben su aplicación a un ámbito especial limitado, tal límite
es propio de los convenios de cooperación procesal y de reconocimiento y ejecución de
decisiones. Esta limitación permite aplicar las soluciones del DIP en los supuestos no
cubiertos por el ámbito espacial de los convenios.
El convenio internacional es el instrumento fundamental en la consecución de un
derecho uniforme, el cual ofrece dos opciones: la elaboración de convenios de derecho
uniforme que derogan las reglamentaciones internas de los Estados e imponen su
vigencia tanto en las relaciones del tráfico interno como en las de trafico externo, de
otro lado, es posible que el convenio de derecho uniforme restrinja su aplicación a las
relaciones conectadas con más de un ordenamiento.
B. Problemas de delimitación
La importancia de los convenios internacionales como fuente del DIP exige un correcto
proceso de delimitación normativa. Tanto entre los tratados y el DIP autónomo: el lugar
que ocupa el tratado en el sistema de fuentes diseñado por la CE, y sus relaciones, de
este modo, se prevé la preferente aplicación de la norma convencional frente a la norma
interna.
Más problemas plantea la delimitación entre dos o más convenios internacionales., lo
que supone frecuentemente la colisión entre convenios. Este hecho se produce por
diversos factores. En primer término, por coincidir las materias propias de convenios
bilaterales y multilaterales. En segundo lugar, porque dentro de un mismo foro
codificador se produce una revisión de convenios anteriores. En tercer lugar, por tratarse
de materias que son objeto de codificación internacional en los distintos foros.
Finalmente, no puede olvidarse, que a menudo se suscitan falsos conflictos de
convenios por una defectuosa interpretación de sus respectivos ámbitos de aplicación.
Existen por tanto muy variadas materias donde se solapan y suceden tratados
internacionales bilaterales y multilaterales. Los riesgos implícitos en los problemas de

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delimitación entre convenios son múltiples y van desde la posibilidad misma de ignorar
la existencia de textos internacionales cada vez más numerosos, hasta la propia
dificultad que entraña la labor de delimitación entre convenios. Dichas dificultades han
propiciado la inclusión en los mismos textos convencionales de cláusulas de
compatibilidad, que sin embargo no se contemplan en todos los tratados
convencionales; y aun cuando existen, se muestran insuficientes para resolver todos los
problemas.
De ahí que se hayan aducido soluciones de carácter general de muy distinto signo. En
unos casos se busca la eficacia óptima o el convenio más favorable para proceder a
delimitar convenios destinados a la protección de una parte débil o a la consecución de
la validez o reconocimiento de un determinado acto o decisión. En otros supuestos la
solución viene dada por la regla de la especialidad de la materia, y en el caso de tratados
sucesivos sobre la misma materia, se recurre a la regla de aplicabilidad del tratado
posterior.
3.3. Derecho internacional privado institucional
A. Fuentes y técnicas legislativas
Los fenómenos de integración económica y jurídica propician una importancia creciente
del DIP institucional. En el ámbito de la UE, la generación de normas de DIP de origen
institucional atiende a las necesidades impuestas por los objetivos y el correcto
funcionamiento del mercado interior, la elaboración de convenios entre los Estados
miembros permite ampliar los contenidos y el ámbito de las normas de DIP, si bien la
vía convencional no permite la caracterización como autentico derecho institucional,
sino, como DIP convencional especifico.
B. Problemas de delimitación
Las fuentes del DIP institucional prevalecen sobre las normas de origen convencional o
autónomo.
El DIP institucional presenta unos límites rationae materia, que vienen dados por las
propias libertades, políticas y objetivos marcados en los Tratados constitutivos para
cuyo establecimiento y funcionamiento se reserva la política de aproximación y
armonización jurídica y de cooperación jurídica en materia civil. También coexisten los
límites impuestos por el principio de subsidiariedad que implica que en los ámbitos que
no sean de su competencia exclusiva, la Comunidad intervendrá solo en la medida en
que los objetivos de la acción emprendida no puedan ser alcanzados de manera
suficiente por los Estados miembros y pueda lograrse mejor.
Los problemas de delimitación se suscitan, sin embargo, dentro del propio DIP
institucional o comunitario. La diversidad de técnicas de reglamentación y codificación
del DIP comunitario puede provocar problemas de coherencia interna. Por otra parte, en
las relaciones con terceros estados, la primacía del Derecho comunitario y la necesidad
de aplicar un DIP especifico en las relaciones intracomunitarias puede plantear
problemas en la aplicación y cumplimiento de convenios internacionales por lo que en
la práctica se habilitan cláusulas de desconexión que facilitan la ratificación del
convenio internacional sin afectar a la aplicación intracomunitaria del DIP institucional.

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El legislador comunitario también ha dictado reglamentos diversos y directivos en


materia de derecho privado sustantivo cuya función es procurar la armonización de los
derechos privados nacionales, tanto para las situaciones intracomunitarias como
puramente internas. Esta normativa suscita problemas en situaciones internacionales,
tanto si vinculan a EEMM entre sí como a éstos con terceros estados cuando el
reglamento o directiva carecen de indicadores de aplicación especial adecuados, puede
resultar necesario jugar con las normas de DIP tanto institucionales como
convencionales.

3.4. Derecho internacional privado transnacional


El concepto de derecho transnacional aparece vinculado a la noción de lex mercatoria se
trataría de un derecho espontaneo, nacido de la práctica comercial, con unas fuentes
propias, fundamentalmente los usos comerciales, y unos medios de solución de los
conflictos de intereses específicos. La lex mercatoria se fundamenta en dos actos
básicos: el contrato internacional y el arbitraje comercial internacional.
La recepción de la lex mercatoria por los sistemas estatales puede llevarse a cabo a
través de textos internacionales que institucionalizan sus desarrollos y sirven para fijar
sus contenidos y propiciar una mayor aplicación prospectiva por la propia sociedad de
comerciantes en otros casos, pueden ser los usos del comercio internacional en sí
mismos los que sean objeto de una recepción o referencia explícita o implícita en los
textos internacionales.
En segundo término, se encuentran los usos y costumbres del comercio internacional
que consisten en un conjunto de reglas surgidas del obrar de los participantes en el
comercio internacional que con frecuencia se apartan de las reglamentaciones
nacionales en materia mercantil.
Finalmente la incidencia de la lex mercatoria en el ámbito de la contratación mercantil
internacional se ha visto impulsada por la elaboración de los Principios Unidroit sobre
los contratos comerciales internacionales.

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Tema 2. Competencia judicial internacional


1. Competencia judicial internacional

1.1. Concepto y autonomía de la competencia judicial internacional


La función jurisdiccional es una potestad emanada de la soberanía del Estado. Tal
potestad se extiende a todas las personas, a todas las materias y a todo el territorio
español, en la forma establecida en la CE y en las leyes (art. 4 LOPJ). La jurisdicción es
una función del estado que no queda afectada por la existencia de elementos extranjeros
en el proceso.
Las normas de competencia judicial internacional determinan y delimitan las situaciones
privadas internaciones de que dichos tribunales pueden conocer.
Por razones prácticas y de efectividad, así como el respeto a principios esenciales de un
ordenamiento jurídico, se aconseja que los sistemas jurídicos limiten el volumen de
supuestos internacionales en que va a ejercerse la potestad jurisdiccional, o bien los
Estados se inclinen por la celebración de tratados internacionales que establezcan reglas
comunes de competencia judicial internacional.
El conjunto normativo resultante integra el régimen jurídico de la competencia judicial
internacional. Estas normas tienen como finalidad una distribución de los ámbitos de
actuación jurisdiccional de los distintos estados, limitándose, cuando su origen es
interno, a establecer si dicho Estado puede insertar un litigio concreto en el ámbito de
actuación de sus propios tribunales, si se trata de reglas de origen internacional su
función es distributiva de competencia, mientras que si proceden de origen interno es
meramente atributiva de competencia.
La competencia judicial internacional se sitúa en un plano lógico anterior a la
competencia judicial interna, pues los conflictos de competencia interna solo tienen
sentido cuando los órganos jurisdiccionales españoles son competentes
internacionalmente.
La autonomía de la competencia judicial internacional frente a la competencia judicial
interna puede provocar supuestos de inadaptación.
1.2. Regulación de la competencia judicial internacional
A. Diversidad de regímenes
En la determinación de la competencia judicial internacional debe tenerse en cuenta una
diversidad de regímenes institucionales y convencionales, cuya aplicación resulta
preferente. Debemos tener en cuenta el régimen que se encuentra en el Reglamento de
Bruselas I bis, además de nuestra LOPJ y la Ley 29/2015.

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Existen también algunos convenios internacionales que no se destinan específicamente a


la reglamentación de la competencia judicial internacional. La mayor parte de estos
convenios poseen un carácter multilateral, aunque la práctica comparada y española
registra su presencia en convenios bilaterales.
Dentro de los convenios multilaterales que vinculan a nuestro país cabe referirse a dos
grandes grupos. En primer lugar, la gran mayoría son convenios sobre materias muy
concretas, cuya especificidad aconseja la inclusión en su articulado de alguna norma
especial de competencia judicial internacional. En segundo lugar, existen también
convenios de derecho uniforme, suya misión es específicamente unificar las normas de
competencia judicial internacional en la materia abordada.
B. Normas y foros de competencia judicial internacional
Las normas de competencia judicial internacional presentan un carácter unilateral, y
proceden a delimitar el ámbito jurisdiccional de los tribunales de un estado. En un
régimen convencional o institucional, sin embargo, la característica esencial es la
bilateralidad de las normas que incorporan.
La norma de competencia judicial internacional es, asimismo, una norma indirecta y
atributiva. Su supuesto de hecho está conformado habitualmente por una categoría o
relación jurídica. Al aplicar el sistema de competencia judicial internacional debe
procederse en la mayoría de los casos a un proceso de calificación de la acción, en
orden a seleccionar la norma de competencia pertinente. La norma incorpora además un
criterio de conexión, denominado fuero o foro de competencia, que contiene los
requisitos de vinculación o proximidad del supuesto que justifica la consecuencia
jurídica de la norma: la atribución de competencia judicial internacional a los tribunales
de un estado determinado.
Los foros pueden ser de carácter personal (nacionalidad, domicilio, residencia habitual,
etc.), territorial (lugar de situación de un bien inmueble, lugar de ejecución del contrato,
lugar donde ha ocurrido un accidente, etc.) o responder a criterios flexibles o
necesidades concretas (que el litigio posea una vinculación estrecha con el foro, que en
el país de origen del extranjero encausado se dé el mismo trato a los nacionales, fórum
necessitatis, etc.).
Cuando los foros no responden a criterios de proximidad más o menos objetiva, se halla
de foros exorbitantes, por oposición a foros normales o apropiados. Estos últimos
presentan un doble elemento de proximidad y neutralidad genérica que no aparece en
los foros exorbitantes, cada legislador nacional es libre de establecer en sus normas de
competencia judicial internacional foros exorbitantes. Sin embargo, el hecho de
fundamentar la competencia en uno de estos foros puede llevar aparejada una sanción
indirecta por parte de los demás estados, es decir, la denegación del reconocimiento de
una decisión.
Otra distinción relevante es la que hace referencia a los foros exclusivos por oposición a
los foros concurrentes. La utilización de foros de competencia exclusivos conlleva la
atribución de la competencia judicial a los tribunales de un estado, de forma excluyente
para los demás, de forma que si estos últimos conocen serán sancionados con la
denegación del reconocimiento de sus sentencias. Un foro concurrente atribuye

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competencia judicial internacional a los tribunales de un estado, pero no impide que


puedan conocer los tribunales de otro estado en virtud de foros diversos.
Una cuestión esencia es la de la correcta interpretación o concreción de los foros, sea
cual fuere su naturaleza. Dicha concreción debe fundarse en los principios informadores
del concreto sistema de competencia judicial internacional. Determinados foros de
competencia responden más directamente a la protección de una de las partes en el
proceso, se habla entonces de foros de protección, por oposición a foros neutros o
neutrales (son foros de protección los de materia de seguros, consumidores, y contratos
de trabajo).
El juego de las normas de competencia judicial internacional y la acotación de los foros
de competencia no agotan el catálogo de cuestiones que debe resolver un régimen de
competencia judicial internacional. La puesta en práctica de las normas de competencia
judicial suscita una serie de problemas de aplicación. Entre ellos se encuentra la
cuestión de determinar si la verificación y aplicación de la competencia judicial
internacional se opera de oficio o a instancia de parte; la admisibilidad y criterios con
que puede admitirse el fenómeno de la litispendencia; los efectos del factor tiempo en la
determinación de la competencia judicial internacional; los efectos de la Derogatio fori;
o el régimen del proceso con pluralidad de demandados. En ocasiones estos problemas
encuentran un tratamiento concreto en el propio régimen de competencia (RB 1 bis)
pero es frecuente que muchos de estos problemas de aplicación no se beneficien de un
tratamiento expreso, como ocurre en la mayoría de los sistemas convencionales y
también en el régimen de la LOPJ.
1.3. Limites derivados del DIP
La regulación de la competencia judicial internacional en materia de Derecho privado es
una cuestión ajena a los principios o normas del DIP, sin embargo la jurisprudencia
internacional impone ciertos límites impuestos por el derecho internacional general.
La normativa internacional de derechos humanos introduce un primer límite referido a
la limitación de foros privilegiados para una de las partes, en particular el fórum actoris
derivado de la posesión por el demandante de la nacionalidad del foro. Este criterio de
competencia exorbitante resulta opuesto al principio del juez natural, expresado en el
principio actor sequitur fórum rei, que aconseja formular como foro general el
correspondiente al domicilio del demandado. Pero la contrariedad del fórum actoris con
la normativa de derechos humanos aparece cifrada en la quiebra de principios
fundamentales relativos a las garantías del proceso y a la prohibición del ejercicio
abusivo de la jurisdicción. El fórum actoris implica una débil proximidad del supuesto
con el tribunal, capaz de producir una carga procesal irrazonable para el demandado.
Un segundo límite viene impuesto por la obligación internacional de garantizar los
extranjeros el acceso a la justicia, evitando supuestos de denegación de justicia. La
protección judicial de los extranjeros constituye una de las manifestaciones del deber
general de protección que incumbe a los estados respecto de los extranjeros.
Por último, la inmunidad de jurisdicción y ejecución se erige como el límite
internacional más relevante de la competencia judicial internacional. La inmunidad de
jurisdicción se articula como un principio según el cual los tribunales internos no son

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competentes para entender de los litigios en los que participen sujetos de derecho
internacional.
La práctica internacional ha ido evolucionando de una concepción maximalista de la
inmunidad de jurisdicción a una consideración más matizada de la noción, cuyo punto
de referencia es el imperium que revista el acto que se pretende enjuiciar.

2. Régimen del reglamento Bruselas 1 bis

2.1. Aspectos generales


A. Antecedentes
Anteriormente se encontraba el Reglamento de Bruselas I, que ha sido derogado por el
Reglamento de Bruselas I bis (Reglamento 1215/2012)
B. Ámbito de aplicación y relaciones con otras fuentes
El ámbito material de los Reglamentos Bruselas I y Bruselas I bis se define en su art. 1,
según el cual este texto solo se aplica a las cuestiones litigiosas que tengan carácter civil
o mercantil, independientemente de la naturaleza del órgano jurisdiccional, quedan
expresamente excluidas aquellas que se refieran a cuestiones fiscales, aduaneras o
administrativas, cuestiones de estado y capacidad de las personas físicas, regímenes
matrimoniales, testamentos, sucesiones, quiebras y procedimientos análogos, seguridad
social y arbitraje, obligaciones de alimentos derivadas de relaciones de familia, de
parentesco, de matrimonio o de afinidad.
El RB I bis entró en vigor en 10 de enero de 2015, y sus reglas sustituirán a las del
Reglamento Bruselas I.
Los mayores problemas de interpretación se detectan respecto del ámbito de aplicación
espacial del reglamento. En puridad, el Reglamento se aplica espacialmente en todos los
supuestos, ya que contempla tanto el caso de demandado domiciliado en un Estado
miembro (arts. 4 y 5 RB I bis), como el supuesto del demandado no domiciliado en un
Estado miembro (art. 6 RB I bis). Sin embargo no siempre se aplican sus normas cobre
competencia judicial internacional, dado que el art. 6 remite a la legislación de cada
Estado miembro para la regulación de la competencia judicial internacional si el
demandado no estuviere domiciliado en un estado miembro. Con carácter general, las
reglas sobre competencia judicial del Reglamento se aplican cuando el demandado se
halle domiciliado en un Estado miembro. Se trata únicamente de un criterio general,
pues algunas normas de competencia judicial del Reglamento disfrutan de otros criterios
de aplicación especial.
Respetando los criterios generales del derecho internacional, el Reglamento ha previsto
la aplicación preferente de los convenios sobre competencia judicial internacional en
materias específicas entre estados miembros. El reglamento solo exige la aplicación de
su art. 28, es decir, el control de oficio de la competencia por parte del juez, en caso de
incomparecencia del demandado, y la suspensión del procedimiento en caso de que no
se acredite que el demandado ha podido recibir la cedula de emplazamiento o

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documento equivalente con el tiempo suficiente para defenderse o que se ha tomado la


diligencia a tal fin.
La compatibilidad del Reglamento con otros textos internacionales que aborden con
carácter general la cuestión de la competencia judicial internacional exige diferencia a
su vez entre otros convenios. Por un lado, el Reglamento prevalece sobre los convenios
bilaterales entre estados miembros que contengan disposiciones generales sobre
competencia judicial internacional (arts. 69 y 70 RB I bis). El criterio de prevalencia del
Reglamento se extiende asimismo a los convenios generales extracomunitarios.
Finalmente el Reglamento reproduce asimismo su compatibilidad y la correspondiente
prevalencia de las normas sobre materias particulares y contenidas en otros actos de
carácter institucional, manteniendo, el criterio de especialidad.
2.2. Foros de competencia judicial internacional
A. Estructura general
El RB I bis contiene un conjunto de normas de competencia judicial bilaterales, cuya
función es distribuir dicha competencia entre los estados miembros. La naturaleza de las
normas y su función permiten un reparto jerarquizado de competencias judiciales.
La estructura de los foros de competencia judicial internacional del RB 1 bis, se
construye en cuatro niveles. El primer nivel está constituido por las competencias
exclusivas (art. 24). En determinadas materias, este precepto atribuye competencia
única y exclusiva a los tribunales de un estado miembro, excluyendo la posibilidad de
que conozcan otros cualesquiera otros tribunales.
Si no se trata de una de las materias previstas en el art. 24, es preciso recurrir al segundo
escalón: sumisión expresa. La voluntad de las partes, con las condiciones y límites
establecidos en los arts. 15, 19 y 23, atribuye competencia exclusiva a los tribunales
designados por las partes. La Prorrogatio fori no puede operar sobre materias reguladas
mediante competencias exclusivas, y atribuye, a su vez, competencia en principio única
y a favor de dichos tribunales. No obstante, el acuerdo de sumisión a los tribunales de
un estado miembro siempre puede ser modificado tácitamente, mediante la sumisión por
ambas partes a otros tribunales (art. 26).
El tercer grado de las reglas de competencia judicial del RB opera en defecto de
sumisión expresa por las partes y siempre que no se trate de una de las materias objeto
de competencias exclusivas previstas en el art. 24. En tales casos, si el demandado se
encuentra domiciliado en un estado miembro, serán competentes, indistintamente, los
tribunales del domicilio del demandado (art. 4) o los designados por los foros
especiales de competencia de los arts. 7 a 23. También, en su caso, los tribunales a los
que las partes se hayan sometido tácitamente (art. 26).
B. Foros exclusivos
El art. 24 contiene un catálogo de foros de competencia judicial exclusiva. Dichos foros
atribuyen competencia exclusiva, única e inderogable a los tribunales de un estado
miembro. Se trata de una competencia exclusiva porque ninguna otra jurisdicción puede
conocer del asunto sin incumplir las obligaciones que le incumben en virtud del

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Reglamento y someterse al riesgo de que su decisión no sea reconocida en los restantes


estados.
El hecho de que la competencia exclusiva sea única debe entenderse en términos
jurídicos, no lógicos. Es posible que dos estados miembros se consideren
exclusivamente competentes. Para evitar esta diversidad lógica, el art. 31 introduce una
regla de unidad jurídica con base en criterio temporal: cuando en demandas sobre un
mismo asunto los tribunales de varios estados miembros se declaren exclusivamente
competentes, la declinación de la competencia será en favor del tribunal ante el que se
presentó la primera demanda.
Las materias afectadas por las competencias exclusivas son cinco:
1. Derechos reales y arrendamientos de bienes inmuebles, donde los tribunales
exclusivamente competentes son los del Estado donde se encuentre el inmueble.
2. Validez, nulidad o disolución de sociedades y personas jurídicas que tuvieran su
domicilio en un estado miembro, o de decisiones de sus órganos, sobre lo que
conocen exclusivamente los tribunales de dicho estado.
3. En materia de validez de las inscripciones en los registros públicos, los
tribunales del estado en que se encontrare el registro serán exclusivamente
competentes.
4. En materia de inscripciones o validez de patentes, marcas, diseños o dibujos y
modelos, y demás derechos análogos sometidos a depósito o registro, serán
exclusivamente competentes los tribunales del estado en que se hubiere
solicitado, efectuado o tenido por efectuado el depósito o registro en virtud de lo
dispuesto en algún convenio internacional o instrumento de la Unión.
5. Acerca del reconocimiento y ejecución de resoluciones judiciales, que recae en
los tribunales del estado miembro del lugar de ejecución.
La razón que explica la exclusividad de la competencia sobre estas materias, es
básicamente el interés público o general del estado del lugar de situación del inmueble,
persona jurídica, registro, etc., en atención a la materia y a la especial proximidad del
litigio con el estado exclusivamente competente. La presencia de un interés general o
público explica, además, que en estos casos el interés procesal de las partes quede
desplazado por el mayor peso del primero. Por ello, el domicilio del demandado en un
estado miembro no actúa como criterio de aplicación espacial de las normas del
Reglamento.
C. Sumisión por las partes
La voluntad de las partes no puede derogar las competencias establecidas con carácter
exclusivo. Pero cuando no exista una competencia exclusiva de un estado miembro, las
partes pueden prorrogar la competencia, tanto expresa como tácitamente. Las partes
pueden, mediante un acuerdo atributico de competencia, someterse expresamente a los
tribunales de un estado. Si media sumisión expresa, los tribunales elegidos serán los
únicos competentes.
La competencia se produce, incluso, si lo que está en cuestión es la propia validez o
nulidad del contrato en el que se inserta la cláusula de elección, siempre que se cumplan
las condiciones formales previstas. El art. 25.5 RB 1 bis ha plasmado legalmente este

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principio al disponer que un acuerdo atributivo de competencia que forme parte de un


contrato será considerado como un acuerdo independiente de las demás cláusulas del
contrato la validez del acuerdo atributivo de competencia no podrá ser impugnada por
la sola razón de la invalidez del contrato.
En el RB 1, acerca de la Prorrogatio fori, era preciso partir de tres supuestos
diferenciados:
a. Las partes se someten a los tribunales de un estado miembro, y al menos una de
ellas tiene su domicilio en un estado miembro.
b. Las partes se someten a los tribunales de un estado miembro y ninguna de ellas
se halla domiciliada en un estado miembro.
c. Y las partes se someten a un estado no miembro con independencia de cuál sea
su domicilio.
El alcance del nuevo art. 25.1 del RB 1 bis es diferente. Aunque la consecuencia no
varía, se atribuye competencia única a los tribunales elegidos, pero el nuevo reglamento
lo hace con independencia del domicilio de las partes, de forma que no distingue entre
el caso a. y b. y, por tanto la determinación de la competencia del tribunal del estado
miembro elegido vendrá establecida aunque ninguna de las partes tenga domicilio en un
estado miembro. El art. 25.1 cubre además una laguna de la reglamentación anterior, al
determinar que la validez sustancial de la cláusula de elección de fuero se determina con
la ley del estado miembro elegido por la clausula.
Las condiciones formales que deben cumplir semejante convenio atributivo de
competencia deberá celebrarse:
a. Por escrito o verbalmente con confirmación escrita.
b. O en una forma que se ajuste a los hábitos que las partes tuvieran establecidos
entre ellas.
c. O, en el comercio internacional, en una forma conforme a los usos que las partes
conocieren o debieren conocer y que fueren ampliamente conocidos y
regularmente observados por las partes en los contratos del mismo tipo en el
sector comercial considerado.
El caso c. no se halla previsto en el RB 1 bis. Si las partes han suscrito un acuerdo de
sumisión a los tribunales de un estado no miembro, sea cual fuere su domicilio, no
existe obligación por parte de los estados miembros de respetar semejante derogatio fori
que no actúa en favor de un socio en el Reglamento, sino de un tercer estado. El efecto
derogatorio de la voluntad de las partes se resolverá, en este caso, conforme a los
respectivos derechos internos de cada estado miembro.
Algunos límites y correctivos modulan dicha facultad de sumisión expresa existen
límites rationae materiae. La prorrogatio fori no puede operar sobre las materias
reguladas por el art. 24; las clausulas atributivas de jurisdicción tienen un alcance y
posibilidades limitados en materia de seguros (art 15), contratos celebrados por
consumidores (art. 19) y contratos de trabajo (art. 23).
El art. 23 del RB 1 bis contempla la prorrogación tácita, esto es, la competencia del
estado miembro ante el que compareciere el demandado la sumisión tacita no es

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operativa si se trata de una de las materias que atribuye competencia exclusiva e


inderogable por la voluntad de las partes a los tribunales de un estado miembro. Opera,
sin embargo, como un criterio alternativo de atribución de competencia incluso respecto
de los foros de protección especiales. Actúa no solo como alternativa a los foros
especiales por razón de la materia, sino que prevalece frente a una clausula atributiva de
jurisdicción o sumisión expresa.
Se duda si la comparecencia del demandado como criterio de atribución de competencia
a los tribunales de un estado miembro actúa con independencia del domicilio del
demandado en un estado miembro. Se ha defendido que solo cable aplicación del art. 26
cuando el demandado se halla domiciliado en un estado miembro.
Si se admite que el art. 26 se aplica con independencia del domicilio del demandado en
un estado miembro, caben otras dos opciones: la primera es que el art 26 opera solo con
que las partes se sometan tácitamente a los tribunales de un estado miembro, cualquiera
que sea el domicilio del demandado o del demandante. En suma el art. 26 se aplicaría en
todos los casos. Desde la perspectiva española, ello quiere decir que siempre que las
partes y cualquiera que sea su nacionalidad o domicilio se sometan tácitamente a un
tribunal español, el tribunal español ha de valorar dicha sumisión y aceptar la
competencia conforme al art. 26, con lo cual el concepto de sumisión tacita que pudiese
extraer del art. 22.2º LOPJ no sería aplicable nunca.
Frente a esta interpretación mayoritaria existe una segunda alternativa como quiebra que
la sumisión tacita por comparecencia del demandado no es más que una manifestación
del principio de autonomía de la voluntad como criterio de atribución de competencia,
podrá entenderse que el art. 26 goza del mismo ámbito de aplicación que el art. 25, de
forma que actuara como criterio de atribución de competencia a los tribunales de un
estado miembro.
La nueva reglamentación del RB 1 bis viene a resolver el problema interpretativo
haciendo confluir las dos últimas tendencias señaladas y descarta la primera opción
tendente a restringir la aplicación del art. 26 a supuestos en que el demandado estuviera
domiciliado en un estado miembro. En suma, la aplicación del art. 26 procederá en
todos los supuestos en que se suscite ante los tribunales españoles la eventualidad de
una sumisión tacita.
Finalmente es importante destacar que la comparecencia del demandado no comportara
la competencia del tribunal si dicha comparecencia tuviera por objeto impugnar la
competencia. La interpretación de este límite es uno de los elementos claves del art. 26.
D. Foro general del domicilio del demandado
En defecto de foros de competencia judicial exclusiva o sumisión por las partes, el foro
del domicilio del demandado constituye el criterio general de atribución de competencia
en el RB 1 bis (art. 4).
El reglamento no contiene un concepto uniforme de domicilio, pero si disposiciones
conflictuales sobre la interpretación de dicho concepto. Así, la concreción del domicilio
de las personas físicas en un estado miembro se rige por la ley de dicho estado. Si se
trata de determinar si una parte esta domiciliada en territorio del foro, el tribunal del

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estado miembro aplicara su ley interna; si no estuviere domiciliada en el estado cuyos


tribunales conocieren del asunto, el tribunal, para determinar si dicha parte lo está en
otro estado miembro, aplicara la ley de dicho estado. Por su parte el art. 63 del RB 1 bis
establece el criterio de determinación del domicilio de las sociedades introduciendo tres
criterios materiales, a saber: sede social, administración central o centro de actividad
principal.
Las soluciones previstas en el reglamente no se hallan exentas de problemas la
diferencia de criterios en los distintos estados miembros puede dar lugar tanto a
conflictos positivos como negativos.
En el primer caso, dos jueces de sendos estados miembros pueden considerar
domiciliado en su territorio al mismo sujeto. La solución de este conflicto positivo
puede alcanzarse con los mecanismos previstos en el propio reglamento (litispendencia,
conexidad...).
Más difícil es la solución de un conflicto negativo: ninguno de los jueces considera al
demandado domiciliado en su estado, por no cumplir las condiciones previstas en el
derecho aplicable. Esta consideración no solo afecta a la inoperancia del foro del
domicilio del demandado, sino que puede llevar a la inaplicación de las normas de
competencia previstas en el reglamento. Esta consecuencia invita a una interpretación
del concepto de domicilio flexible.
E. Foros especiales por razón de la materia
En defecto de competencias exclusivas o sumisión por las partes, los órganos
jurisdiccionales de los estados miembros gozan de competencia judicial no solo en
virtud del foro general del domicilio del demandado, sino en virtud de los foros
especiales por razón de la materia (arts. 7 a 23 RB).
El demandante, siempre que no se trate de una materia sujeta a una competencia
exclusiva o medie sumisión de ambas partes, mantiene en todo caso, una doble opción:
plantear su demanda ante los tribunales correspondientes al domicilio del demandado o,
como alternativa, hacerlo ante los tribunales que designan las normas de competencia
judicial especiales por razón de la materia. Estos foros se fundan en un principio de
proximidad, procediendo a designar a aquellos tribunales que pueden presentar una
vinculación más estrecha con el litigio.
Los foros especiales deben ser interpretados de forma contenida. Se trata de una
excepción al foro del domicilio del demandado y debe interpretarse restrictivamente
para garantizar el alto grado de previsibilidad de las reglas de competencia judicial
internacional.
El foro especial proporciona un foro alternativo al foro del domicilio del demandado.
F. Competencias derivadas
Junto a los foros especiales por razón de la materia, los arts. 8 y 9 del RB 1 bis
contemplan varios supuestos en los que se establecen competencias derivadas,
producidas por situaciones de conexidad. La primera de ellas tiene lugar en aquellos
casos en que existe un solo demandante frente a una pluralidad de demandados,

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guardando las distintas demandas entre si un grado de conexión que justifica el interés
por que sean juzgadas en un solo proceso. En estos casos el art. 8.1º del RB contempla
la posibilidad de que pueda demandarse a los distintos demandados ante los tribunales
del domicilio de cualquiera de ellos siempre que las demandas estuvieren vinculadas.
La aplicación del art. 8.1º RB, así como, con carácter general, la de todas las reglas de
conexidad del art. 8, afecta únicamente a los demandados que se encuentren
domiciliados en estados miembros. En consecuencia, la norma permite la centralización
del litigio ante los tribunales del estado miembro correspondiente al domicilio de uno de
los demandados, respecto del resto de demandados domiciliados en otros estados
miembros.
En segundo lugar, si se trata de una demanda sobre obligaciones de garantía o para la
intervención de terceros en el proceso, puede demandarse ante el tribunal que estuviere
conociendo de la demanda principal, salvo que esta se hubiere formulado con el único
objeto de provocar la intervención de un tribunal distinto del correspondiente al
demandado, provocando desviación del fuero (art. 8.2º)
En tercer término, el art 8.3º prevé, si se tratare de una reconvención derivada del
contrato o hecho en que se fundamentare la demanda inicial, la competencia del tribunal
que estuviere conociendo de esta última.
Finalmente se contemplan dos reglas de competencia derivada especiales: el art. 8.4
prevé que si, en materia contractual, la acción pudiera acumularse con otra en materia
de derechos reales inmobiliarios dirigida contra el mismo demandante, podrá
presentarse la demanda ante el tribunal del estado miembro en el que estuviere sito el
inmueble. Por su parte, el art. 9 RB prevé la extensión de la competencia del tribunal de
un estado miembro para conocer de acciones de responsabilidad derivada de la
utilización o explotación de un buque a la demanda relativa a la limitación de esta
responsabilidad.
G. Medidas provisionales y cautelares
El art. 35 RB dispone que podrán solicitarse medidas provisionales o cautelares
previstas por la ley de un estado miembro a las autoridades judiciales de dicho estado
incluso si otro estado miembro fuere competente para conocer sobre el fondo. El
tribunal que conocer sobre el fondo extiende su competencia a la adopción de medidas
cautelares y provisionales.
Las medidas cautelares y urgentes que se puede solicitar son aquéllas previstas por la
ley interna del tribunal ante el que se solicitan. No obstante, el art. 35 emplea un
concepto autónomo de medidas provisionales o cautelares.
2.3. Normas de aplicación
A. Verificación de oficio de la competencia judicial internacional
Una de las cuestiones básicas de todo sistema de competencia judicial internacional se
refiere a la verificación o control de oficio o a instancia de parte de la competencia
judicial internacional. El reglamento reserva dos preceptos al tratamiento de la
comprobación de la competencia, estableciendo la declaración de incompetencia de
oficio en dos casos: cuando los tribunales de otro estado miembro fueren

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exclusivamente competentes en virtud del art. 25 y 27, siempre que la cuestión objeto de
competencia exclusiva se haya planteado como cuestión principal. El respeto del interés
público o general que subyace en las competencias exclusivas justifica tanto su
naturaleza como su verificación o control de oficio.
En segundo lugar, procede la verificación de oficio cuando el demandado domiciliado
en otro estado miembro, fuere emplazado y no compareciere, si la competencia no
pudiese fundarse en ninguna de las disposiciones del reglamento (art. 28). Fuera de
estos supuestos el reglamento no prevé la declaración de incompetencia de oficio.
La laguna aparece resuelta en la nueva regulación introducida en el RB 1 bis. Conforme
al art 25, la sumisión expresa por las partes a los tribunales de un estado miembro
genera un supuesto de litispendencia si la demanda se plantea ante el tribunal de
cualquier estado miembro distinto al elegido. El art 31.2º del RB introduce una solución
consecuente con esta calificación: cabe, en primer lugar, que el demandado comparezca
y se someta tácitamente a los tribunales del segundo estado, pero en otro caso, si se
presenta una demanda ante un órgano jurisdiccional de un estado miembro que no tenga
competencia exclusiva en virtud del acuerdo de elección, el órgano jurisdiccional del
otro estado miembro debe suspender el procedimiento hasta que el tribunal elegido se
pronuncie sobre su competencia, a menos que existan acuerdos de elección de foro
contradictorios.
B. Litispendencia
El art. 29 del RB 1 bis regula el problema de la litispendencia, estableciendo que cuando
se formularen demandas con el mismo objeto y la misma causa entre las mismas partes
ante órganos jurisdiccionales de estados miembros distintos, el tribunal ante el que se
formulare la segunda demanda suspenderá de oficio el procedimiento en tanto no se
declarare competente el tribunal ante el que se interpuso la primera demanda. Cuando el
tribunal ante el que se interpuso la primera demanda se declarare competente, el tribunal
ante el que se interpuso la segunda se abstendrá en favor de aquel.
El régimen de la litispendencia obedece más bien a la lógica del reconocimiento y
ejecución de decisiones. La admisión de la litispendencia tiene a evitar la coexistencia
de dos decisiones sobre la misma causa incompatibles entre sí y perjudicial para la libre
circulación de decisiones. De ahí que, para que opere la suspensión y abstención
prevista no se tenga en cuenta el domicilio de las partes en ambos procedimientos.
La suspensión o abstención del tribunal que conoce en segundo lugar se produce sin que
quepa control de la competencia judicial internacional del tribunal que conoce en primer
lugar ni valoración alguna de las posibilidades de reconocimiento de la decisión que
vaya a dicta el tribunal que conoce en primer lugar. Solo si se trata de una competencia
exclusiva del tribunal que conoce en segundo lugar, se denegara previsiblemente la
suspensión o inhibición.
Por otra parte, la identidad de las partes, objeto y causa que justifica la excepción de
litispendencia internacional ha de ser valorada en términos latos. La identidad del objeto
debe interpretarse asimismo en términos amplios y no formales. No se trata de que el
petitum de ambas demandas coincida exactamente, sino de que en ambos procesos se
dilucide la misma cuestión.

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Sin embargo, la situación de litispendencia debe apreciarse a tenor exclusivamente de la


posición planteada por los demandantes, sin tener en cuenta los motivos de oposición
que pueda formular el demandado, susceptibles de alterar el contenido y naturaleza de
las demandas.
C. Conexidad
El art. 30.3 del RB contiene una definición de conexidad a los efectos de aplicación del
reglamento. Se entiende por demandas conexas las vinculadas entre sí por una relación
tan estrecha que sería oportuno tramitarlas y juzgarlas al mismo tiempo a in de evitar
resoluciones que podrían ser contradictorias si los asuntos fueran juzgados
separadamente. Para que exista conexidad basta con el hecho de que la tramitación
separada de dos demandas provoque un resultado contradictorio, sin que sea necesario
que las dos decisiones susceptibles de dictarse puedan dar lugar a consecuencias
jurídicas mutuamente excluyentes.
La conexidad aconseja la acumulación de dos acciones por conveniencia, pero no
siempre por necesidad.
En la litispendencia, la identidad de partes, causa y objeto implica necesariamente una
inconciliabilidad en sentido más estricto, debe suponer el riesgo de dos decisiones cuyas
consecuencias jurídicas se excluyen mutuamente. En cambio, la conexidad cubre
supuestos en que solo existe contradicción, así como otros en los que existe riesgo de
que las consecuencias de ambas decisiones se excluyan mutuamente.
Al igual que la litispendencia, la solución de los problemas derivados de la conexidad
obedece a la lógica del reconocimiento o libre circulación de decisiones. El art. 30.1 del
RB faculta al tribunal al que se hubiese presentado la demanda posterior para suspender
el procedimiento, cuando se presentares demandas conexas ante tribunales de estados
miembros diferentes; a instancia de las partes, dicho tribunal puede igualmente declinar
su competencia cuando la demanda presentada en primer lugar este pendiente en
primera instancia, a condición de que el tribunal que conozca de la primera demanda sea
competente asimismo para conocer de la segunda y su ley permita la acumulación de
acciones conexas.
3. Sistema autónomo de competencia judicial internacional

3.1. Aspectos generales


A. Principios informadores
Aunque la jurisprudencia del TC no da pie a vincular el derecho al juez predeterminado
en la ley con las normas de competencia judicial interna o internacional, la
previsibilidad del foro competente no deja de ser un principio informador del sistema.
Lo es en el ámbito del espacio judicial europeo; pero también el principio de legalidad
aparece incuestionablemente reforzado en el ámbito del sistema autónomo español.
Por otra parte, el derecho a una tutela judicial efectiva de los jueces y tribunales se
concreta en un derecho de acceso a la justicia por parte de los extranjeros y en la
necesidad de que se atribuya a los tribunales españoles un volumen de competencia lo
suficientemente amplio como para que el desconocimiento no conlleve denegación de

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justicia; incluso habilita la posibilidad de justificar la competencia judicial de los


tribunales españoles no prevista en la ley, en virtud del fórum necessitatis, cuando de las
circunstancias se deduzca que el supuesto, con cierta vinculación con España, no entra
dentro de la competencia judicial internacional de ninguno de los tribunales de los
distintos estados conectados con el mismo, o el reconocimiento de la sentencia
extranjera dictada resulta imposible en España.
B. Estructura general del sistema
Los foros de competencia judicial internacional de los números 1 al 4 del art. 22 LOPJ
atribuyen a nuestros tribunales españoles competencia para conocer de determinados
litigios en materia civil o mercantil, así como para intervenir en ciertos expedientes de
jurisdicción voluntaria. Por otra parte, de acuerdo con el número 5 de este artículo, la
competencia judicial internacional de nuestros tribunales se extiende también a la
adopción de medidas provisionales o de aseguramiento respecto de personas o bienes
que se hallen en territorio español.
La estructura del art. 22 LOPJ se basa en el método de jerarquización de estos criterios
que también utiliza el RB. Sin embargo este criterio es discutible.

3.2. Foros de competencia judicial internacional en materias civiles


Todos responden al principio de proximidad.
A. Foros exclusivos
El art. 22 LOPJ recoge una serie de foros que presentan carácter exclusivo, naturaleza
que radica en la fuerza especial del vínculo que presentan con los tribunales españoles,
atendiendo asimismo a la especialidad de la materia sobre la que versan. Esta
vinculación hace que la competencia de los tribunales españoles se considere exclusiva.
Los foros de competencia exclusiva recogidos en el art. 22 LOPJ se inspiran y coinciden
en buena medida con los previstos en el RB. Se trata de un catálogo de foros exclusivos
cerrado. Sin embargo el precepto presenta una aplicabilidad indirecta pues actúa como
determinante del control de competencia judicial internacional del tribunal de origen
frente al reconocimiento de decisiones extranjeras provenientes de estados no partes en
el régimen de Bruselas o de Lugano. En tales casos, el respeto de dichas competencias
exclusivas actúa como un obstáculo insalvable para el reconocimiento.
B. Foros generales
- Sumisión expresa o tácita (art. 22 bis LOPJ)
En aquellas materias en que una norma expresamente lo permita, los Tribunales
españoles serán competentes cuando las partes, con independencia de su domicilio, se
hayan sometido expresa o tácitamente a ellos. No surtirán efectos los acuerdos que
atribuyan la competencia a los Tribunales españoles ni las estipulaciones similares
incluidas en un contrato si son contrarios a lo establecido en los artículos 22 quáter, 22
quinquies, 22 sexies y 22 septies, o si excluyen la competencia de los órganos judiciales
españoles exclusivamente competentes conforme lo establecido en el artículo 22, en
cuyo caso se estará a lo establecido en dichos preceptos.

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La sumisión a los Tribunales españoles en las materias contempladas en las letras d) y


e) del artículo 22 quinquies sólo será válida si se fundamenta en un acuerdo de sumisión
posterior a que surja la controversia, o ambos contratantes tuvieran ya su domicilio o
residencia habitual en España en el momento de celebración del contrato o el
demandante fuera el consumidor, asegurado o tomador del seguro.
Se entenderá por acuerdo de sumisión expresa aquel pacto por el cual las partes deciden
atribuir a los Tribunales españoles el conocimiento de ciertas o todas las controversias
que hayan surgido o puedan surgir entre ellas respecto de una determinada relación
jurídica, contractual o no contractual. La competencia establecida por sumisión expresa
se extenderá a la propia validez del acuerdo de sumisión.
El acuerdo de sumisión expresa deberá constar por escrito, en una cláusula incluida en
un contrato o en un acuerdo independiente, o verbalmente con confirmación escrita, así
como en alguna forma que se ajuste a los hábitos que las partes tengan establecidos
entre ellas, o en el comercio internacional sea conforme a los usos que las partes
conozcan o deban conocer y que, en dicho comercio, sean ampliamente conocidos y
regularmente observados por las partes en los contratos del mismo tipo en el sector
comercial considerado. Se entenderá que media acuerdo escrito cuando resulte de una
transmisión efectuada por medios electrónicos que proporcione un registro duradero.

Se considerará igualmente que hay acuerdo escrito cuando esté consignado en un


intercambio de escritos de demanda y contestación dentro del proceso iniciado en
España, en los cuales la existencia del acuerdo sea afirmada por una parte y no negada
por la otra.
Con independencia de los casos en los que su competencia resulte de otras
disposiciones, serán competentes los Tribunales españoles cuando comparezca ante
ellos el demandado. Esta regla no será de aplicación si la comparecencia tiene por
objeto impugnar la competencia.
- Foro del domicilio del demandado (art. 22 ter LOPJ)
En materias distintas a las contempladas en los artículos 22, 22 sexies y 22 septies y si
no mediare sumisión a los Tribunales españoles de conformidad con el artículo 22 bis,
éstos resultarán competentes cuando el demandado tenga su domicilio en España o
cuando así venga determinado por cualquiera de los foros establecidos en los artículos
22 quáter y 22 quinquies.
Se entenderá, a los efectos de este artículo, que una persona física está domiciliada en
España cuando tenga en ella su residencia habitual.
Se entenderá que una persona jurídica está domiciliada en España cuando radique en
ella su sede social, su centro de administración o administración central o su centro de
actividad principal.
En caso de pluralidad de demandados, serán competentes los Tribunales españoles
cuando al menos uno de ellos tenga su domicilio en España, siempre que se ejercite una

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sola acción o varias entre las que exista un nexo por razón del título o causa de pedir
que aconsejen su acumulación.
No obstante, la competencia establecida conforme a lo dispuesto en el apartado 1 de
este artículo podrá ser excluida mediante un acuerdo de elección de foro a favor de un
Tribunal extranjero. En tal caso, los Tribunales suspenderán el procedimiento y sólo
podrán conocer de la pretensión deducida en el supuesto de que los Tribunales
extranjeros designados hubieren declinado su competencia.
No tendrá efecto la exclusión de la competencia de los Tribunales españoles en aquellas
materias en que no cabe sumisión a ellos
C. Foros especiales por razón de la materia
- Art. 22 quáter LOPJ
En defecto de los criterios anteriores, los Tribunales españoles serán competentes:
a) En materia de declaración de ausencia o fallecimiento, cuando el desaparecido
hubiera tenido su último domicilio en territorio español o tuviera nacionalidad
española.
b) En materia relacionada con la capacidad de las personas y las medidas de
protección de las personas mayores de edad o de sus bienes, cuando estos
tuviesen su residencia habitual en España.

c) En materia de relaciones personales y patrimoniales entre cónyuges, nulidad


matrimonial, separación y divorcio y sus modificaciones, siempre que ningún
otro Tribunal extranjero tenga competencia, cuando ambos cónyuges posean
residencia habitual en España al tiempo de la interposición de la demanda o
cuando hayan tenido en España su última residencia habitual y uno de ellos
resida allí, o cuando España sea la residencia habitual del demandado, o, en caso
de demanda de mutuo acuerdo, cuando en España resida uno de los cónyuges, o
cuando el demandante lleve al menos un año de residencia habitual en España
desde la interposición de la demanda, o cuando el demandante sea español y
tenga su residencia habitual en España al menos seis meses antes de la
interposición de la demanda, así como cuando ambos cónyuges tengan
nacionalidad española.
d) En materia de filiación y de relaciones paterno-filiales, protección de menores y
de responsabilidad parental, cuando el hijo o menor tenga su residencia habitual
en España al tiempo de la interposición de la demanda o el demandante sea
español o resida habitualmente en España o, en todo caso, al menos desde seis
meses antes de la presentación de la demanda.
e) En materia de adopción, en los supuestos regulados en la Ley 54/2007, de 28 de
diciembre, de adopción internacional.
f) En materia de alimentos, cuando el acreedor o el demandado de los mismos
tenga su residencia habitual en España o, si la pretensión de alimentos se
formula como accesoria a una cuestión sobre el estado civil o de una acción de
responsabilidad parental, cuando los Tribunales españoles fuesen competentes
para conocer de esta última acción.

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g) En materia de sucesiones, cuando el causante hubiera tenido su última residencia


habitual en España o cuando los bienes se encuentren en España y el causante
fuera español en el momento del fallecimiento. También serán competentes
cuando las partes se hubieran sometido a los Tribunales españoles, siempre que
fuera aplicable la ley española a la sucesión. Cuando ninguna jurisdicción
extranjera sea competente, los Tribunales españoles lo serán respecto de los
bienes de la sucesión que se encuentren en España.

- En defecto de sumisión expresa o tàcita o foro del domicilio del demandado (art.
25 quinquies LOPJ)
Asimismo, en defecto de sumisión expresa o tácita y aunque el demandado no tuviera su
domicilio en España, los Tribunales españoles serán competentes:
a) En materia de obligaciones contractuales, cuando la obligación objeto de la
demanda se haya cumplido o deba cumplirse en España.
b) En materia de obligaciones extracontractuales, cuando el hecho dañoso se haya
producido en territorio español.
c) En las acciones relativas a la explotación de una sucursal, agencia o
establecimiento mercantil, cuando éste se encuentre en territorio español.
d) En materia de contratos celebrados por consumidores, estos podrán litigar en
España si tienen su residencia habitual en territorio español o si lo tuviera la otra
parte contratante; esta última solo podrá litigar en España si el consumidor tiene
su residencia habitual en territorio español.
e) En materia de seguros, cuando el asegurado, tomador o beneficiario del seguro
tuviera su domicilio en España; también podrá el asegurador ser demandado ante
los Tribunales españoles si el hecho dañoso se produjere en territorio español y
se tratara de un contrato de seguro de responsabilidad o de seguro relativo a
inmuebles, o, tratándose de un seguro de responsabilidad civil, si los Tribunales
españoles fueran competentes para conocer de la acción entablada por el
perjudicado contra el asegurado en virtud de lo dispuesto en la letra b) de este
artículo.
f) En las acciones relativas a derechos reales sobre bienes muebles, si estos se
encontraren en territorio español al tiempo de la interposición de la demanda.
Respecto a los supuestos previstos en las letras d) y e) también serán competentes los
Tribunales españoles cuando el consumidor, asegurado o tomador del seguro sea
demandante y las partes hayan acordado la sumisión a los Tribunales españoles después
de surgir la controversia, o ambos contratantes tuvieran ya su domicilio en España en el
momento de celebración del contrato o el demandante fuera el consumidor, asegurado o
tomador del seguro.
- Medidas provisionales (art. 22 sexies LOPJ)
Los Tribunales españoles serán competentes cuando se trate de adoptar medidas
provisionales o de aseguramiento respecto de personas o bienes que se hallen en
territorio español y deban cumplirse en España. Serán también competentes para
adoptar estas medidas si lo son para conocer del asunto principal.

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- Apreciación de oficio y litispendencia (arts. 22 octies y nonies LOPJ)


No serán competentes los Tribunales españoles en aquellos casos en que los fueros de
competencia previstos en las leyes españolas no contemplen dicha competencia.
Los Tribunales españoles apreciarán, de oficio o a instancia de parte, su competencia de
conformidad con las normas vigentes y las circunstancias concurrentes en el momento
de presentación de la demanda, y el proceso se sustanciará hasta su conclusión aunque
dichas normas o circunstancias hayan sido modificadas con posterioridad, salvo que
expresamente se determine lo contrario.
Los Tribunales españoles se declararán incompetentes si su competencia no estuviera
fundada en las disposiciones de las leyes españolas, de conformidad con lo previsto en
las leyes procesales.
Los Tribunales españoles no podrán abstenerse o declinar su competencia cuando el
supuesto litigioso presente vinculación con España y los Tribunales de los distintos
Estados conectados con el supuesto hayan declinado su competencia. Tampoco lo
podrán hacer cuando se trate del reconocimiento y la ejecución de resoluciones
judiciales, decisiones arbitrales y acuerdos de mediación dictados por los Tribunales
extranjeros.
Las excepciones de litispendencia y de conexidad internacionales se alegarán y
tramitarán con arreglo a las normas generales que regulen las leyes procesales.

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Tema 3. Derecho aplicable

1. Pluralidad de técnicas de reglamentación

1.1. La norma de conflicto

A. Concepto y estructura
Las normas de competencia judicial internacional dan una respuesta a la primera
cuestión que suscitan las relaciones privadas internacionales: la autoridad competente
para resolver una situación litigiosa. Si la respuesta a esta primera cuestión es positiva,
se plantea de inmediato la cuestión de fondo: ¿con arreglo a qué criterios y a qué
normas va a resolver el órgano jurisdiccional la pretensión litigiosa?
La respuesta a esta cuestión de fondo ha girado entorno a diversas opciones. Desde
mediados del siglo XIX dicha respuesta se ha construido sobre un paradigma normativo:
la norma de conflicto multilateral. La obra de SAVIGNY parte de la relación jurídica, y
más concretamente de su naturaleza, para conforme a ella determinar cuál es la sede de
dicha relación, esto es, para localizarla en un ordenamiento interno.
En su estructura, la norma de conflicto se asemeja al resto de las normas jurídicas, si
bien suele hablarse de un elemento específico, el punto de conexión. El supuesto de
hecho de la norma de conflicto es una categoría jurídica en la que queda contemplada
una determinación situación privada internacional. La misión del punto de conexión es
dotar de relevancia jurídica a un elemento o circunstancia fáctica o jurídica que puede
encontrarse en el supuesto de hecho, fijando a través de él la localización de la relación
jurídica en un determinado estado, cuya ley va a ser aplicada. Esta consecuencia jurídica
no se contiene en la propia norma, sino que es preciso determinarla indirectamente.
B. Caracteres
En primer lugar, la norma de conflicto es una técnica de reglamentación indirecta.
En segundo lugar, es frecuente que la norma de conflicto presente un relativo grado de
generalidad o abstracción, haciendo referencia a categorías amplias. Tal generalidad
aleja a la norma de conflicto de las particularidades del caso litigioso y la convierte más
en un principio que en una norma.

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La generalidad sin embargo, no es una condición sustancial de la norma de conflicto. A


través de la experiencia jurídica, es usual que tanto el legislador como la jurisprudencia
vayan decantando normas de conflicto especiales para supuestos más concretos o
típicos.
En tercer término, la rigidez de la norma de conflicto es otra de sus pretendidas
características. La rigidez se halla vinculada al punto de conexión elegido. La opción
por una conexión única, determinada en el tiempo, confiere a la norma de conflicto una
rigidez absoluta. No todas las conexiones resultan igualmente rígidas. Por definición,
los puntos de conexión mutables (sin concreción temporal) ofrecen mayores opciones.
Y, por su naturaleza, algunos puntos de conexión admiten una interpretación más
amplia o se consignan de forma deliberadamente abierta.
Para contrarrestar la rigidez general del sistema conflictual, el legislador puede recurrir
a una cláusula de excepción que opere cuando exista eventualmente una ley más
estrechamente conectada que la ley designada por la norma de conflicto, otorgando al
interprete la facultad de apartarse de la regla general para el caso concreto. La
corrección de una norma general a través de una cláusula de excepción no puede
fundamentase en la consecución de un resultado material más ajustado o convincente,
sino en la mayor proximidad o vinculación del supuesto con una de las leyes en
presencia, independientemente de su resultado material. Esto no significa que la
cláusula de excepción sea un expediente puramente formal, pues finalmente, al corregir
la conexión en un caso concreto, procura garantizar el objetivo material que dicha
conexión pretendía buscar.
En cuarto lugar, se destaca la neutralidad como otra de las características que definen a
la norma de conflicto como técnica de reglamentación. Su propio objeto, la localización
del supuesto litigioso en un ordenamiento interno, tendría como consecuencia la
ausencia de consideración del contenido material del derecho extranjero y de los
derechos en presencia. Sin embargo la norma puede formularse conteniendo
expresamente un elemento material que dirija el proceso de selección de la ley
aplicable. Se trata de las denominadas normas de conflicto materialmente orientadas, de
carácter sustancia, o con finalidad material. Sin perder la apariencia indirecta de la
norma de conflicto, este tipo de normas se caracterizan por contener un índice de
carácter material que predetermina la selección de la ley aplicable. Tales leyes gozan de
un amplio abanico de posibilidades en su articulación.
La misma orientación material favorable a la validez de un acto, a la consecución de un
determinado derecho o al interés de determinados sujetos, puede alcanzarse a través de
un sistema de conexiones subsidiarias o en cascada, ordenadas según el grado de
localización del supuesto, y cuya intervención se va desechando sucesivamente hasta
hallar aquella ley que conduce o actúa un determinado resultado material.
Una orientación material contraria o limitativa puede lograrse igualmente a través de
una asociación de conexiones, esta vez de aplicación cumulativa.
Finalmente, la consecuencia de la norma de conflicto es designar la aplicabilidad de un
determinado derecho estatal, localizando allí el supuesto, por lo que la norma de
conflicto se caracterizaría por nacionalizar las situaciones privadas internacionales.

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1.2. Normas materiales

A. Normas materiales imperativas


La neutralidad de la norma de conflicto implica un riesgo evidente: recurrir a un
ordenamiento extranjero que no tenga en cuenta las normas jurídicas que fundamentan
el orden de valores superiores o fundamentales del foro. El concepto de normas
materiales internacionalmente imperativas responde a la necesidad de orientar
materialmente la cuestión del derecho aplicable en orden al respeto de tales valores o
intereses públicos primordiales.
No todas las normas que poseen un carácter imperativo en el derecho material son de
imperativa aplicación al trafico externo. Las normas materiales imperativas participan
normalmente, en el DIP, de la imperatividad más estricta y excepcional que se define en
la noción de orden público internacional frente al orden público interno.
Las normas materiales imperativas, de aplicación inmediata o necesaria, tienen la virtud
de agrupar lo que la jurisprudencia entiende por leyes de policía y seguridad y leyes de
orden público. Es preciso delimitar las especies o subespecies que se inducen del
conjunto de normas materiales del foro imperativamente aplicables a supuestos de
tráfico externo.
En primer lugar, cabe hacer referencia a las llamadas leyes de policía, a las que
explícitamente se refiere el art. 8.1 CC, al establecer que las leyes penales, las de
policía y seguridad publica obligan a todos los que se hallen en territorio español. Las
leyes de policía responden a la necesidad de un tratamiento uniforme tanto de las
situaciones internas como internacionales conectadas con el territorio del foro. La
imperatividad de estas normas se sustenta en la satisfacción de intereses colectivos.
En segundo lugar, no todas las normas materiales imperativas gozan del mismo grado
de imperatividad, su fuerza depende del grado de conexión del supuesto con el foro. Si
la vinculación del supuesto con el territorio español es mínima, esta carece de vocación
para ser aplicada a los supuestos de tráfico externo. Ahora bien, esta exigencia de
vinculación con el foro no es extensible a toda norma material imperativa. Actúa con
normalidad frente a las normas de policía u orden publico económico, sin embargo,
podemos decir que existen normas materiales imperativas absolutas, esto es, cuya
aplicación no puede hacerse depender del grado de vinculación del supuesto con el foro.
Se trata de aquellas normas que garantizan el respeto a los derechos fundamentales
recogidos en la CE. La sujeción a esos valores es absoluta y condicionan al intérprete
español desde el momento en que debe conocer del supuesto litigioso.
Por último, es de destacar la distinción entre normas materiales absoluta y relativamente
imperativas. La imperatividad de estas últimas radica en la obtención de un resultado
material favorable a determinadas personas o situaciones. Su aplicación solo se justifica
si la ley extranjera que designa la norma de conflicto no resulta tanto o más favorable
que la ley español a la consecución de dicho objetivo.
B. Normas materiales especiales
Las normas materiales especificas o normas de DIP material dan una respuesta directa y
material a un supuesto de trafico externo. Tales normas están pensada para la

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especialidad que introducen las situaciones de tráfico externo y contiene el elemento de


extranjería en el supuesto de hecho. Además de esta circunstancia, se distinguen en el
hecho de determinar una consecuencia jurídica, en arbitrar una respuesta sustancial
distinta a la propia del derecho material del foro.
Las normas materiales especiales pueden operar de forma independiente de la norma de
conflicto o sobre la base de lo dispuesto en la norma de conflicto. En el primer caso, las
normas materiales especiales tienen la virtud de excluir la aplicación de la norma de
conflicto, aplicándose de forma directa. En el segundo, el tribunal del foro solo dará
aplicación a sus normas materiales especiales si la ley designada por la norma de
conflicto es la ley del foro o, tratándose de normas materiales de origen convencional, la
ley de un estado parte del convenio.
Las normas especiales materiales son preferentemente de origen internacional. La razón
fundamental estriba en que solo por la vía convencional puede alcanzarse un grado
adecuado y deseable de armonización materia o unificación internacional.
Sin embargo, el método del derecho material especial ofrece otra valoración en la
solución del derecho aplicable a las situaciones privadas internacionales en un marco de
integración. En el marco de la UE, la necesidad de armonización jurídica aconseja y
posibilita reglas materiales especiales, que se ven avaladas por una interpretación
uniforme a cargo del TJUE. En cualquier caso, por la naturaleza del proceso de
integración, estas normas materiales especiales tienen a perder el adjetivo de especiales,
al resultar aplicables sin distinción entre situaciones intracomunitarias y puramente
internas.
2. Determinación indirecta de la ley aplicable

2.1. Imperatividad de la norma de conflicto


En la mayoría de los países europeos, las normas de conflicto se consideran obligatorias
e imperativas. Siguiendo esta línea, el art. 12.6 del CC se inclina claramente a favor de
la imperatividad de las normas de conflicto al establecer que los tribunales y
autoridades aplicaran de oficio las normas de conflicto del derecho español.
Dos cuestiones procesales comprometen la imperatividad de la norma de conflicto en
primer lugar, puede ocurrir que las partes no evidencien, o incluso oculten, el elemento
de extranjería. En tal circunstancia, el principio de congruencia de la sentencia (art. 218
LEC), junto con el principio de justicia rogada o dispositivo impide al juez la facultad
de indagar y establecer dichos elementos de hecho. No obstante, si el juez aprecia de
oficio que existen elementos extranjeros que pueden interferir en la claridad y precisión
de las pretensiones deducidas puede advertirlo en la audiencia previa al juicio. Debe
tenerse en cuenta que el principio dispositivo no tiene un alcance absoluto, pues existen
procesos en que interviene un interés público.
En segundo lugar, la imperatividad de la norma de conflicto queda igualmente
comprometida se mantiene un régimen procesal dispositivo del derecho extranjero. La
práctica jurisprudencial española ha venido manteniendo el principio de alegación y
prueba del derecho extranjero por las partes (art. 281 LEC que sustituye al art. 12.6 CC)
limitando en la practica la posibilidad de una participación activa del juez en dicha

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prueba. Si el derecho extranjero no resulta alegado no probado por las pares, la solución
más acreditada consiste en aplicar, en su defecto, el derecho español.
El art. 33 de la Ley 29/2015 concreta igualmente si no se prueba el contenido del
derecho extranjero, “excepcionalmente” se aplicará subsidiariamente el derecho
español. Pero ¿cuándo es excepcionalmente? Esta ley no mejora la situación, si no la
agrava la deja igual.
¿Por qué es un problema? Porque la solución que se adopte es determinante.
- La solución ideal al problema es la aplicación del derecho extranjero, el
problema: principio dispositivo que rige el proceso.
- La solución mayoritaria, apoyada también por la jurisprudencia, es la aplicación
del derecho español, pero es la más contraria a la imperatividad de la norma de
conflicto.

2.2. El supuesto de hecho de la norma de conflicto: el problema de la


calificación
La norma de conflicto utiliza como supuesto de hecho una categoría jurídica,
normalmente concebida con cierta amplitud. Para elegir la norma que ha de resolver el
supuesto, es necesaria una previa delimitación o depuración del alcance de tales
supuestos, esto es, del ámbito de aplicación material de cada norma de conflicto.
La delimitación es un proceso de interpretación o análisis de las materias englobadas en
cada norma de conflicto susceptible de llevarse a cabo de forma abstracta o
independiente de un asunto litigioso concreto. En la práctica, sin embargo, la
delimitación no se separa del proceso de calificación, es decir, de subsunción de los
hechos del supuesto.
La operación de calificación para determinar la norma de conflicto aplicable ha de
hacerse con arreglo a la ley del foro, tal como dispone el art. 12.1 CC. además de otras
razones, la calificación ex lege fori obedece a dos argumentos principales: en primer
lugar, el carácter interno de muchas normas de conflicto que conlleva por sí mismo el
carácter nacional de la calificación, en segundo lugar, un motivo puramente lógico
deriva del carácter previo de la calificación, es decir, si ésta sirve para la determinación
de la norma de conflicto eventualmente aplicable, se desconoce de antemano la ley
aplicable, resultando por ello incongruente pretender utilizar la calificación conforme a
la lex causae eventualmente extranjera.
El problema de la calificación ex lege fori es el de la calificación de una institución
desconocida para el foro, nacida al amparo de un ordenamiento extranjero.
Para las instituciones conocidas por el derecho del foro, pero en un distinto contenido en
el derecho extranjero, resulta particularmente útil la distinción de la operación de
calificación en dos fases: en una primera fase de análisis, se trata de determinar ante qué
tipo de institución o relación jurídica estamos, y en ella es preciso tener en cuenta los
conceptos jurídicos y la configuración que de una determinada institución hace el
derecho extranjero. Posteriormente se procede a una fase de decisión se determina a que

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categoría del ordenamiento del foro corresponde la institución analizada previamente


conforme al derecho extranjero en que ha sido creada.
La calificación funcional es una opción igualmente valiosa respecto de aquellas
instituciones desconocidas en principio para el foro. Como no existe en nuestro
ordenamiento jurídico una configuración jurídica de tales instituciones, la única vía de
solución consiste en incidir en su función social. Se trata de la técnica de transposición
de instituciones, que se fundamenta en el principio de equivalencia de instituciones. El
fin último es transportar o transponer dicha institución a otra conocida por el foro, con
el fin de garantizar la continuidad y el reconocimiento de la institución.
La calificación ex lege fori presenta una excepción de creciente importancia cuando se
trata de normas de conflicto de origen convencional o institucional. En estos casos, son
las propias normas del texto internacional las que delimitan rationae materiae los
supuestos de hecho a los que resultan aplicables, procediendo a menudo a una
delimitación de materias conexas.
2.3. El punto de conexión

A. Concepto y clasificación de los puntos de conexión


El punto de conexión de una norma de conflicto consiste en una circunstancia fáctica o
en un elemento jurídico que permite atribuir a una categoría jurídica la aplicación de
una concreta ley.
Los puntos de conexión son susceptibles de múltiples clasificaciones:
- En primer término, cabe distinguir los puntos de conexión facticos, compuestos
de uno o varios elementos de carácter circunstancial o puramente factico (lugar
de situación de un bien, residencia habitual...), de los puntos de conexión
jurídicos, que no se refieren a una realidad de hecho, sino a un vínculo o
situación de derecho (domicilio, nacionalidad...).
- En segundo lugar, en atención a su carácter permanente o variable, se distingue
entre puntos de conexión mutables (nacionalidad, domicilio, residencia
habitual...) y puntos de conexión inmutables (lugar de celebración de un acto, de
un bien inmueble...).
- En tercer lugar, se contraponen los puntos de conexión subjetivos, referidos a los
sujetos de la relación jurídica, a los puntos de conexión objetivos, relativos a
circunstancias de la relación jurídica independientes de sus sujetos.
- En cuarto lugar, próxima a la distinción anterior se halla la que atiende al
carácter personal o territorial de las conexiones.
- Por último, por el grado de flexibilidad que introducen en la norma, se habla de
puntos de conexión determinados o cerrados caracterizados por la rigidez que
imprimen a la reglamentación, y de puntos de conexión indeterminados o
abiertos, que confieren a la norma cierta flexibilidad
Conviene recordar que en atención a la acumulación de conexiones en una misma
norma, y en especial, a la relación que guardan dichas conexiones entre sí, se distingue
entre conexiones alternativas, subsidiarias, cumulativas, acumulativas, etc.

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B. Determinación del punto de conexión


Los puntos de conexión facticos no plantean más problemas de determinación que la
simple constatación o prueba de los hechos a que se refieren. En contrapartida, los
puntos de conexión jurídicos requieren una precisión o calificación. Como ocurre con la
calificación del supuesto de hecho y por idénticos motivos, corresponde a la lex fori la
determinación del punto de conexión conforme a un determinado criterio de regulación.
Sin embargo la nacionalidad obliga a establecer una excepción. Al tratarse de un
vínculo jurídico, es inevitable que su determinación se efectué tomando en
consideración el ordenamiento del estado cuya nacionalidad se pretende, dado que solo
en dicha normativa es posible hallar la serie de datos que componen dicho vinculo.
Los puntos de conexión mutables, susceptibles de alterarse en el tiempo, pueden
conducir a un conflicto móvil. Se denomina conflicto móvil a la alteración del puto de
conexión en el tiempo. Los puntos de conexión mutables requieren una precisión
temporal. A menudo, el propio legislador procede a precisar temporalmente la conexión,
evitando el conflicto móvil.
Tradicionalmente, la solución del conflicto móvil se ha basado en la aplicación
analógica de los principios del derecho transitorio, atribuyendo competencias
respectivas a la ley anterior y posterior de acuerdo con los criterios vigentes en el
derecho transitorio interno.
Conforme a esta caracterización del problema, el conflicto móvil debe resolverse de
acuerdo con los criterios propios de los conflictos de leyes en el espacio, es decir, del
DIP. En este sentido, el conflicto móvil no puede tener una solución general, sino
particular.
La alteración del punto de conexión no puede ser puramente ocasional, sino buscada
con el propósito de alterar fraudulentamente la ley aplicable.
El ordenamiento español contiene una norma de aplicación referida al fraude de ley en
el art. 12.4 CC, que establece: se considerara como fraude de ley la utilización de una
norma de conflicto con el fin de eludir la ley imperativa española. Sin embargo este
precepto contiene numerosas lagunas. Las cuales se cubren con una aplicación
analógica del art. 6.4 CC.
2.4. Localización del derecho aplicable
La consecuencia de la norma de conflicto puede resumirse en una disyuntiva: aplicación
de la ley del foro o de una ley extranjera. Aunque, en principio, ambas opciones
aparecen enunciadas en un plano de igualdad, el proceso de aplicación práctica de la
norma de conflicto conduce a maximizar las posibilidades de aplicación de la ley del
foro. Aun así, el hecho de que la localización recaiga en el derecho del foro, no significa
que el tratamiento de la situación privada internacional vaya a ser exactamente el mismo
que si se tratara de una situación interna.
Con todo, es indudable que la singularidad del proceso de localización se debe a la
posibilidad que abre en orden a aplicar un derecho extranjero. Esta posibilidad es común
a la generalidad de los sistemas jurídicos. Conviene precisar que si bien la mayoría de

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las normas de conflicto utilizan el término ley, la referencia no se circunscribe a la ley


en sentido formal, sino al ordenamiento o legislación en sentido general.
Por el contrario, la remisión a la ley extranjera no cubre necesariamente todas sus
normas jurídicas, sino, as específicamente, aquellas que merecen ser calificadas como
generales. como se verá más adelante, las disposiciones legales no generales, que
presentan un carácter decisorio u un destinatario singular, esto es, que se agotan con su
promulgación, plantean generalmente problemas de reconocimiento y no de derecho
aplicable, por lo que no resultan aplicadas las normas de conflicto.
No existe ninguna limitación especial a la aplicación de las normas de un sistema
extranjero según su carácter público o privado. La remisión de la norma de conflicto se
hace al derecho extranjero que ha de regir la situación litigiosa, con independencia de su
carácter y eventual naturaleza.
3. Aplicación del derecho extranjero

3.1. Problemas de aplicación


La aplicación de sistemas jurídicos diferentes a una misma situación privada
internacional provoca problemas de adaptación. La técnica conocida en el DIP con la
denominación de ajuste o adaptación responde al problema de la incompatibilidad o
fricción entre normas pertenecientes a diversos sistemas jurídicos, que deben ser
aplicadas simultáneamente.
Cuando se producen problemas de inadaptación es preciso modificar la norma de
conflicto para que pueda tener lugar una regulación armoniosa y coherente del supuesto
internacional. Caben, a tal efecto, dos opciones: una consistiría en jerarquizar las dos o
más normas de conflicto que dan lugar a la inadaptación, o bien derogar pura y
simplemente una de ambas normas; la segunda opción resulta de intentar compaginar el
tenor de los derechos materiales en presencia, extrayendo de su observación una
reglamentación ad hoc, una normativa particular que resolviese la inadaptación.
Un supuesto especial de inadaptación puede producirse si existe una cuestión previa. La
cuestión previa se suscita si al enjuiciar una situación regulada por determinada norma
de conflicto aparece una cuestión jurídica que presenta autonomía propia, pero que
precisa ser resuelta previamente para abordar la cuestión principal.
3.2. Localización de las normas materiales
A. Conflicto de calificaciones
Existe en el sistema español un principio básico de remisión integral al derecho material
extranjero una vez que a través de la norma de conflicto se designa la aplicación del
derecho extranjero, la concreción de las normas materiales determinadas y precisas que
dentro de ese derecho extranjero deban ser aplicadas se realizara conforme a lo
dispuesto por el propio sistema extranjero.
La primera manifestación del principio citado es la intrascendencia, en el sistema
español, del denominado conflicto de calificaciones. Es posible que la cuestión litigiosa
regida por el derecho extranjero pueda quedan encuadrada en el contexto de una
categoría normativa distinta a la que corresponde a la ley del forro y que dio base a la

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selección de la norma de conflicto. El papel de la calificación ex lege fori termina al


elegir la norma de conflicto que concluye con la localización o determinación del
derecho extranjero aplicable.
B. El conflicto internacional transitorio
Una solución similar a la del conflicto de calificaciones recibe el conflicto internacional
transitorio. Con esta denominación se conoce en el DIP al problema derivado de la
modificación en el tiempo de las normas materiales del derecho extranjero declarado
aplicable por la norma de conflicto del foro. Es posible, que en el derecho material
extranjero se haya operado un cambio legislativo y exista una duda acerca de si procede
aplicar la nueva legislación o la antigua. Para resolver esta cuestión transitoria, e
identificar las normas materiales del derecho extranjero que deben ser aplicadas, han de
aplicarse las reglas generales y especiales del derecho transitorio extranjero y no del
derecho transitorio del foro.
No obstante la regla general puede sufrir alguna excepción puntual, cuando resulte
imposible aplicar el derecho transitorio extranjero, bien porque no haya podido ser
probado, bien porque sus criterios puedan considerarse contrarios al orden público. En
ambos casos, lo procedente es decidir la aplicación del derecho extranjero mediante la
aplicación residual del derecho transitorio del foro.
C. Remisión a un sistema plurilegislativo
Mucha mayor enjundia presenta el problema de localización del derecho material
extranjero que deriva de la remisión a un sistema plurilegislativo. Los estados
plurilegislativos se caracterizan por la existencia, dentro de su sistema jurídico, de una
pluralidad de leyes o legislaciones susceptibles de regular una misma situación y de
generar conflictos de leyes internos
Los sistemas plurilegislativos pueden ser de base territorial o personal. En los primeros,
existe una pluralidad de legislaciones en materia de derecho privado en distintos
territorios, estados federados o provincias. En los sistemas plurilegislativos de base
personal existen distintas legislaciones aplicables en razón de la cualidad religiosa,
étnica o tribal del sujeto. En todos estos casos, la remisión de una norma de conflicto del
foro a la ley de un estado plantea un problema de aplicación consistente en determinar,
dentro de dicho estado, que derecho material concreto, entre los distintos que coexisten,
debe ser aplicado.
Fiel al principio que ya hemos señalado, el legislador español opta por un sistema de
remisión indirecta. Si la norma de conflicto remite a un estado plurilegislativo, la
legislación local o personal concreta que debe ser aplicada vendrá designada por las
propias normas sobre conflictos internos de dicho estado.
La remisión indirecta se presenta como una solución mu apropiada para resolver la
remisión a un sistema plurilegislativo de base personal o territorial, operada esta última
a través de la nacionalidad. En contrapartida, presenta un inconveniente manifestó: la
posibilidad de que en el estado plurilegislativo no existan normas expresas sobre la
solución de conflictos de leyes internas, en cuyo caso, se hace preciso cubrir la laguna a
partir de conexiones subsidiarias. Con carácter general, se suele acudir en el derecho

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comparado y en el derecho convencional, a dos conexiones de cierre: con ánimo de


generalidad, la aplicación de la ley que presente un vínculo más estrecho con el
supuesto o las partes implicadas y, preferentemente en caso de conflicto interlocal, la
aplicación de la ley de la residencia habitual o domicilio de las partes o parte.
La alternativa a un sistema de remisión indirecta, es un sistema de remisión directa. Este
sistema permite utilizar las conexiones de la norma de conflicto para identificar
directamente la legislación local aplicable al supuesto litigioso, presumiendo que la
conexión designa directamente no la ley de un estado, sino la ley del territorio concreto
de ese estado.
En efecto, el sistema de remisión directa presenta dos límites: en primer lugar, solo es
operativo cuando se trata de conexiones de carácter territorial, resultando inviable
cuando la norma de conflicto contiene un punto de conexión estrictamente personal. En
segundo lugar, aun cuando se trate de conexiones territoriales, el método de remisión
directa es inapropiado en caso de remisión a un sistema plurilegislativo de base
personal, en cuyo caso el mandato de aplicación de la ley local interna no es apropiado
ni suficiente para resolver un conflicto de leyes interpersonal, cuyo origen no se
encuentra en la necesidad de aplicar una ley distinta por razón del territorio, sino en la
pluralidad de leyes motivada por la distinta cualidad del sujeto.
Finalmente, ambos sistemas de remisión, directa e indirecta, pueden combinarse
mediante un sistema de remisión mixta.
3.3. Imposibilidad de aplicación
A. Imposibilidad legal: orden publico
El orden público internacional puede ser definido como el conjunto de principios que
inspiran un ordenamiento jurídico y que reflejan los valores esenciales de una sociedad
en un momento dado. En su aspecto positivo, el orden público se confunde con las que
hemos denominado normas materiales imperativas. La dimensión negativa del orden
público se utiliza como correctivo funcional frente a la norma de conflicto, en virtud del
mismo, se elude la aplicación de la ley extranjera reclamada por la norma de conflicto.
Dicho correctivo viene recogido expresamente en el art. 12.3 CC.
El concepto de orden público utilizado por el art. 12.3 CC debe entenderse referid al
orden público internacional, por oposición al orden publico interno. Este último viene
conformado por todas las disposiciones o principios imperativos de un sistema jurídico,
no derogables por voluntad de las partes. En contrapartida, el orden público
internacional es un concepto más restringido, que hace referencia a aquellas normas o
principios esenciales, o de imperatividad reforzada, que impiden la aplicación de una
norma extranjera que pueda derogarlos.
El correctivo del orden público se atenúa según el grado de vinculación con el foro del
supuesto litigioso, se afirma la relatividad en el espacio del orden público: a mayor
conexión, mayores posibilidades de aplicación del orden público. Por definición, el
orden público económico requiere una determinada conexión especial del supuesto con
el ordenamiento del foro, pues no tendría sentido utilizarlo si la aplicación de la ley
extranjera no produce efectos nocivos en el mercado nacional.

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Definido su concepto y analizado su alcance, la excepción de orden público presenta los


siguientes caracteres:
- En primer lugar, la excepcionalidad; la ley extranjera ha de implicar una
contradicción manifesta con los principios jurídicos fundamentales, sin que sea
suficiente una mera diferencia de contenido.
- En segundo lugar, el particularismo o territorialidad: el rechazo del derecho
extranjero se produce como resultado de su contrariedad con el orden público
del foro.
- Por último, la actualidad del orden público para apreciar la contrariedad de una
ley extranjera con el orden público español, el juez debe tener en cuenta
exclusivamente los principios y valores esenciales vigentes en el derecho
español en el momento en que debe dictar sentencia.
Los principios y valores esenciales que integran el concepto de orden público
encuentran su origen en el derecho estatal, y dentro de este en el derecho constitucional.
La constitución constituye la referencia básica a la que debe ajustarse el derecho
extranjero reclamado por la norma de conflicto. Su transcendencia es manifesta en el
ámbito del derecho de familia, por incorporar valores específicos relativos a la dignidad
de la persona, a la igualdad de los cónyuges o de los hijos y a la protección del menor.
La constitución económica, como base del orden público económico, explica que éste
no solo se nutra de principios o valores extraídos del derecho estatal. En particular, los
principios que diseñan el mercado interior en los tratados constitutivos de la UE forman
parte de la constitución económica de los estados miembros. Directamente informan la
excepción o reserva del orden publico.
Por otra parte, las normas de orden público del foro que atienden a intereses estatales
sólo pueden aplicarse de forma inmediata en tanto no produzcan una restricción
injustificada a las libertades comunitarias. De esta forma si existe una doble lex fori, se
puede predicar la preeminencia de la lex fori europea sobre la lex fori estatal.
B. Imposibilidad material
El órgano de aplicación puede encontrarse en la tesitura de no poder materialmente
aplicar el derecho extranjero. Esta imposibilidad es absoluta si resulta imposible fijar el
punto de conexión de una norma de conflicto, cuando la normativa extrajera presenta
una laguna en la reglamentación del supuesto o bien su contenido no ha podido ser
determinado o es abiertamente contrario al orden público. La imposibilidad puede ser
parcial si únicamente se desconocen o exceptúan normas relativas a aspectos parciales
de la situación litigiosa, en cuyo caso solo respecto de aquellas se suscita la
imposibilidad material de aplicar el derecho extranjero. La falta de prueba del derecho
extranjero no implica en sí misma una imposibilidad material, ya que puede depender de
la voluntad de las partes o del intérprete, si bien sus consecuencias pueden coincidir.
Una primera solución hipotética consistiría en inadmitir la demanda o desestimar la
pretensión; la solución es simple, pero presente evidentes inconvenientes sobre todo de
índole sustancial: comportaría un non liquet, que llevaría aparejada una denegación de
justicia.

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3.4. Aplicación del derecho internacional privado extranjero: el reenvío


En principio, la remisión al derecho extranjero se entiende realizada exclusivamente al
derecho material, con exclusión de las normas de conflicto del sistema extranjero. Este
principio se contrapone a la técnica del reenvío. El reenvío implica una remisión por la
norma de conflicto española a un derecho extranjero y la consideración u observación
de las normas de conflicto de dicho sistema extranjero. Si dichas normas remiten a la
ley del foro, estaremos ante un supuesto de reenvío de retorno o de primer grado; si, al
contrario, remite a una tercera ley, se trataría de un reenvío de segundo grado.
Dispone el art. 12.2 CC que la remisión al derecho extranjero se entenderá hecha a su
ley material, sin tener en cuenta el reenvío que sus normas de conflicto puedan hacer a
otra ley que no sea la española. De la redacción del art. 12.2 CC se desprende que
nuestro sistema no admite con carácter general más que el reenvío de retorno a la ley
española.
El reenvío constituye una técnica formalista y que apenas se justifica en la comodidad o
interés de facilitar una aplicación preferente de la ley foro, aun cuando haya que
traicionar el propio sentido de sus normas de conflicto.
4. Tratamiento procesal del derecho extranjero

4.1. Invocación y prueba del derecho extranjero por las partes


A. El principio de alegación y prueba por las partes
La aplicación del derecho extranjero en el foro supone la última fase del método de
atribución e implica que la realización del proyecto de reglamentación contenido en la
norma de conflicto no ha quedado distorsionado ahora bien, tal aplicación nos enfrenta a
una contradicción fundamental entre el sistema del foro y el sistema extranjero, pues
ambos son ordenamientos jurídicos con un tratamiento procesal diferencial. El principio
iura novit curia no opera para el derecho extranjero. Sin embargo, tampoco el derecho
extranjero tiene la consideración procesal de un simple hecho, al menos en todas las
hipótesis.
En suma, el derecho extranjero tiene una consideración procesal peculiar, viene a ser un
tertium genus entre el derecho y los hechos. Ahora bien, tal naturaleza ha de quedar
garantizada en el proceso, por lo que su tratamiento procesal ha de revestir
características propias, siendo a veces asimilables a la condición procesal de los hechos
y, en otras ocasiones, a las normas jurídicas nacionales. El art. 281.2 LEC confirma este
carácter procesalmente hibrido del derecho extranjero.
Con carácter general, el sistema español parte de un principio de alegación y prueba del
derecho extranjero por las partes. El art. 281.2 LEC prevé que el derecho extranjero
deberá ser probado en lo que respecta a su contenido y vigencia, pudiendo valerse el
tribunal de cuantos medios de averiguación estime necesarios para su aplicación,
mientras que el art. 282 señala que las pruebas se practicara a instancia de parte.
Si las partes invocan el derecho extranjero y aportan un principio de prueba, el juez está
obligado a colaborar con las partes en la obtención de dichas pruebas.

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Si las partes no invocan o manifiestan una total pasividad en la prueba del derecho
extranjero el juez no debe desestimar la pretensión, sino tomar la iniciativa en la
obtención de dicha acreditación. Si las partes tienen derecho a invocar y probar el
derecho extranjero, y han de tener en todo caso la posibilidad de debatir en torno a dicha
prueba y a su propia aplicación, ello no obsta la obligación del juez de aplicar de oficio
la norma de conflicto y de garantizar que el litigio sea resuelto conforme al derecho
extranjero.
En todo caso, en la labor complementaria o sustitutiva del juez, el art. 282.1 LEC no
limita sus posibilidades procesales en la indagación del derecho extranjero. En
particular, podrá hacer uso de la facultad de señalamiento de pruebas en la audiencia
previa al juicio ordinario a que hace referencia el art. 429.1.II, momento que resulta más
oportuno desde el punto de vista del desarrollo del proceso. En el conocimiento del
derecho extranjero, el juez puede utilizar asimismo los mecanismos de asistencia
judicial internacional que determinan los convenios internacionales en la materia
suscritos por España.
El principio de alegación de parte previsto en el art. 281.2 LEC no impide que el juez
participe activamente en la indagación y aplicación del derecho extranjero. Sin
embargo, es conveniente analizar si el propio conocimiento del juez acerca del derecho
extranjero puede suplir la carga de la prueba del mismo por las partes, e incluso, su
invocación. Es posible que, ante la pasividad de las partes, el juez anteponga su propio
conocimiento privado acerca del derecho extranjero.
B. Articulación de la prueba del derecho extranjero
Los arts. 281 y 282 LEC se refieren al deber de las partes en orden a acreditar la
vigencia y el contenido del derecho extranjero, sin llegar a ser una autentica carga de la
prueba.
La jurisprudencia y la doctrina han vacilado a la hora de determinar a quién incumbe
llevar a cabo la prueba, si bien la solución más extendida es que la parte a quien
beneficie o interese la aplicación del derecho extranjero debe acreditar su contenido o
sufrir las consecuencias de su falta de prueba.
Es preciso determinar cuál es el objeto de la prueba y el contenido de la alegación del
derecho extranjero. El art. 281.2 LEC se refiere escuetamente a la vigencia y contenido
del derecho extranjero, si bien la regla jurisprudencial dominante se expresa con
claridad al exigir la prueba de la interpretación y aplicabilidad al caso del derecho
extranjero.
La prueba de la vigencia del derecho extranjero puede estar condicionada por su virtual
inconstitucionalidad conforme al ordenamiento jurídico de que dimanan. El control de
constitucionalidad de la ley extranjera no tiene sentido si en el sistema extranjero no
existe un sistema de control de la constitucionalidad de las leyes.
Una vez analizados los problemas que suscitan la carga y el objeto de la prueba del
derecho extranjero por las partes, es preciso, delimitar el momento procesal oportuno
para alegar el derecho extranjero. La LEC parece clarificar el momento de preclusión de
la invocación del derecho extranjero.

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En cuanto a los medios de prueba del derecho extranjero, la jurisprudencia ha venido


insistiendo reiteradamente en la necesidad de hacer uso de los medios de prueba
admitidos por la legislación española. Dentro de ellos destaca la prueba documental y,
de forma particular, la prueba pericial.

La prueba documental se revela como la más operativa, además de imprescindible.


Dicha prueba no es admisible a través de documentos privados o generales, sino a través
de documentos públicos o intervenidos por fedatario público y puede aportarse al
proceso a través de certificaciones expedidas. Estas certificaciones serán rápidas y
fáciles de conseguir, pero tiene el inconveniente de que jamás podrán determinar el
alcance y contenido de la norma extranjera, sino únicamente su texto literal y su
vigencia. No obstante tal inconveniente puede subsanarse solicitando información al
país extranjero de que se trate o utilizando un mecanismo de información institucional.
También ha insistido nuestra jurisprudencia en la necesidad de complementar la prueba
documental con una pericial.
4.2. Régimen de los recursos
Las partes pueden verse perjudicados o discrepar de la interpretación y aplicación o
inaplicación por el juez español del derecho extranjero, o del propio contenido del
mismo determinado como resultado de la prueba. Es posible que se cometan
infracciones relativas a preceptos del derecho extranjero, o que su contenido,
interpretación o alcance no hayan sido correctamente determinados, en cuyo caso es
preciso determinar si tales infracciones facultan a las partes para interponer el
correspondiente recurso.
4.3. Información acerca del derecho extranjero
El convenio europeo acerca de la información sobre el derecho extranjero establece un
sistema de auxilio judicial y de colaboración internacional en materia de información
del derecho extranjero a través de un ágil mecanismo: cada país designa un único
órgano de recepción que es el encargado de recibir las peticiones de los países
extranjeros que solicitan información sobre su sistema jurídico. Una vez obtenida la
respuesta se remite al correspondiente órgano de recepción del otro país a través de los
órganos de transmisión que pueden ser varios o encomendase su labor al propio órgano
de recepción de cada estado.
El estado requerido está obligado a responder salvo cuando sus intereses estuvieres
afectados por el litigio o cuando se estime que la respuesta pueda atentar a su soberanía
o a su seguridad. La respuesta, que deberá ser facilitada lo más rápidamente posible, ha
de estar basada en textos legales o en decisiones jurisprudenciales y, en determinadas
ocasiones, será acompañada, además de los documentos complementarios que se
consideran necesarios, de comentarios explícitos, etc. De esta forma, la autoridad
judicial de un estado puede obtener de otro estado una respuesta concreta, imparcial y
objetiva sobre la norma que pretenda conocer.
4.4. Aplicación extrajudicial del derecho extranjero
La aplicación del derecho extranjero o el fenómeno de la asistencia internacional no se
recuden al ámbito estrictamente jurisdiccional. También es necesario referirse a
problemas que suscitan tanto la aplicación del derecho extranjero como el
auxilio internacional ente autoridad no judiciales; en este ámbito, las soluciones
no varían sustancialmente de las analizadas pero presentan algunas características
propias dignas de ser destacadas. 37
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Tema 4. Reconocimiento de decisiones, documentos y actos


1. Introducción
El art. 117.3 CE atribuye la potestad jurisdiccional exclusiva en todo tipo de procesos,
juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado, a los juzgados y tribunales determinados por
nuestras leyes. En cuando a las resoluciones judiciales extranjeras, se presentan
numerosos obstáculos, los cuales se solucionan ya que todos los sistemas jurídicos
establecen de una u otra forma algún sistema de reconocimiento de decisiones,
documentos y actos extranjeros.
El carácter extranjero de las decisiones debe ser entendido como un carácter excluyente,
esto es, referido a toda decisión dictada en el ejercicio de un poder jurisdiccional
distinto al español.

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2. Delimitación de regímenes

2.1. Perspectiva general

El art. 951 LEC señala que las sentencias firmes pronunciadas en países
extranjeros tendrán en España la fuerza que establezcan los tratados respectivos. La
autonomía del régimen convencional y su primacía jerárquica deriva directamente de la
ordenación de fuentes en nuestro sistema y, en concreto, del art. 96.1 CE.

Junto a las reglas generales de solución de los conflictos entre convenios, destaca aquí,
de forma especial, la aplicación del convenio más favorable. Esta última regla de
delimitación es particularmente operativa en el ámbito del reconocimiento y ejecución
de decisiones, toda vez que la ratio de los instrumentos convencionales es favorecer el
reconocimiento; de ahí que algunos textos convencionales hayan previsto expresamente
una excepción a su aplicación en favor, no solo de otros convenios, sino del propio
régimen común del estado requerido, cuando éste sea más favorable al reconocimiento.
La regla no habilita a una aplicación de los distintos convenios en forma de mosaico, a
través de la búsqueda de los distintos convenios más favorables de cada convenio, sino
una opción genérica por el régimen de un concreto convenio o del derecho interno, que
habitualmente deberá ejercer el solicitante del reconocimiento.
La comunitarizacion de la cooperación judicial en materia civil conlleva una limitación
de la facultad de los estados miembros en orden a la ratificación de nuevos convenios
multilaterales y bilaterales en la materia, quedando condicionada a la política de
negociación de convenios internacionales a la política común de la UE. En el ámbito del
reconocimiento y ejecución de decisiones, la primacía dl derecho institucional se supone
y relega a un segundo plano el principio del favor executionis como mecanismo de
selección y delimitación de fuentes.
La pluralidad de fuentes institucionales, convencionales y estatales convierten a la
identificación del régimen de reconocimiento en una cuestión tan esencial como
delicada. Para identificar el régimen de reconocimiento de una decisión es preciso
manejar una serie muy amplia de variables y combinaciones que parte de cinco
cuestiones básicas:

a. El país de procedencia de la decisión o acto.


b. La fecha en que se dicta la decisión o se constituye el acto en cuestión.
c. La materia que se refiere, dentro del derecho privado.
d. El tipo de decisión o acto de que se trata.
e. El efecto que pretende el reconocimiento.

Con la información que proporciona la respuesta a las cinco cuestione señaladas,


estaremos en condiciones de identificar el régimen o regímenes de reconocimiento que
deben o pueden aplicarse a un caso concreto. Este régimen de reconocimiento debe
proporcionarnos a su vez la respuesta a los tres problemas básicos de una solicitud de
reconocimiento, a saber:
a. El órgano ante el que debe plantearse la solicitud de reconocimiento.
b. El procedimiento de reconocimiento y/o ejecución.
c. Y las condiciones a que ha de someterse dicho reconocimiento. 39
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2.2. Régimen de los reglamentos


En el ámbito del espacio judicial europeo, el reconocimiento de decisiones encuentra un
marco de regulación institucional en el Reglamento de Bruselas I bis. Aplicable cuando
la decisión provenga de cualquiera de los estados vinculados por el reglamento. Su
ámbito de aplicación material coincide con el de las propias normas del reglamento
sobre competencia judicial internacional.

Desde un punto de vista espacial, sin embargo, el capítulo III del reglamento presenta un
ámbito de aplicación diverso al del Capítulo II. Basta para su aplicación que se trate de
una decisión procedente de un estado contratante, sin que sea necesario ninguno de los
requisitos adicionales exigidos para la aplicación de las normas de competencia
judicial internacional del reglamento, prioritariamente, domicilio del demandado en un
estado miembro.
El RB 1 bis prevalece entre los estados miembros sobre el régimen de reconocimiento
de decisiones paralelo.

2.3. Régimen convencional e institucional especial


El régimen convencional multilateral se cifra en las clausulas aisladas referidas a
aspectos de reconocimiento o competencia judicial indirecta que se contienen en
determinados textos multilaterales relativos, fundamentalmente, a los sectores de la
responsabilidad civil por daños y transporte.
En segundo término, destacan los convenios multilaterales específicos de
reconocimiento sobre materias concretas.
Finalmente, algunos convenios internacionales sobre materias específicas incluyen
normas sobre reconocimiento de decisiones, al lado de una reglamentación de aspectos
de competencia judicial, derecho aplicable o cooperación de autoridades.
2.4. Régimen convencional bilateral
El tramado de convenios bilaterales de reconocimiento y ejecución de decisiones
suscrito por España presenta una nota acusada de heterogeneidad. Reflejan una política
convencional de más de 100 años de duración, a menudo errática y ajena a cualquier
directriz general. En consecuencia, los distintos convenios bilaterales presentan
diferencias más notables en torno al ámbito de aplicación material, decisiones
susceptibles de reconocimiento, tipos, condiciones procedimiento, etc.
2.5. Régimen común
Lejos de tratarse de un régimen residual, nuestro régimen común, previsto en la LEC,
puede resultar de aplicación, incluso si media la aplicación de un régimen convencional,
como régimen más favorables. Se trata de un sistema que puede resultar fácilmente más
propicio al reconocimiento que algunos regímenes convencionales, pues omite algunas
condiciones que si concurren en éstos.
Nuestro derecho interno articula dos regímenes ordenados asimismo jerárquicamente.
En primer término, en defecto de convenio opera en nuestro sistema el régimen de
reciprocidad, regulado en los arts. 952 y 953 LEC. Ambos preceptos configuran un solo
régimen asentado en el criterio de reciprocidad, obviamente, si la reciprocidad es
negativa, esto es, si en el estado de origen de la decisión extranjera no se procede a

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reconocer las sentencias dictadas por los tribunales españoles, esta circunstancia actúa
como una excepción al reconocimiento en el régimen común, y así lo ha señalado la
jurisprudencia al atribuir a la parte que se opone al reconocimiento de la carga de la
prueba del hecho impeditivo del reconocimiento: la presencia de reciprocidad negativa.
El art. 952 LEC perfila el régimen de reciprocidad en su aspecto positivo, con ciertas
carencias conceptuales. En el citado precepto se alude a la reciprocidad relativa a la
fuerza que las sentencias dictadas en cada país tienen en el otro. Ello no significa que si
las sentencias españolas son reconocidas en un país extranjero, las de este país vayan a
ser reconocidas automáticamente en España, sino que las sentencias de ese país se
someterán en España a idénticas condiciones que las exigidas para las sentencias
dictadas por nuestros tribunales. La reciprocidad hace referencia, exclusivamente, a las
condiciones de reconocimiento y no a otros extremos.
El procedimiento de reconocimiento en España seguirá siendo el previsto en los arts.
995 y ss. LEC, esto es, el procedimiento de execuátur, aunque en el país extranjero el
tipo de reconocimiento sea menos gravoso y rápido o incluso se conceda
incidentalmente o de forma automática.
(ya no existe) La reciprocidad positiva es un régimen más gravoso que el régimen de
condiciones previsto en el art. 954 LEC y que resulta aplicable en defecto de
reciprocidad. Las condiciones del art. 954 son condiciones mínimas, exigibles siempre,
incuso si opera la reciprocidad positiva por esta razón, cabe decir que el régimen de
reciprocidad positiva, al igual que el régimen de reciprocidad negativa, se prevé en
beneficio de quien se opone al reconocimiento. Si la reciprocidad negativa sirve para
exceptuar el reconocimiento, la positiva permite agregar al reconocimiento condiciones
adicionales.
En el supuesto de que no conste la reciprocidad negativa o positiva o, sencillamente, de
que no exista dicha reciprocidad, el art. 954 LEC prevé un régimen de cierre,
claramente entendido con carácter subsidiario, al prever que si no estuviere en ninguno
de los casos de que se hablan los tres artículos que anteceden, la ejecutorias tendrán
fuerza en España si reúnen las circunstancias siguientes:
a. Que la ejecutoria haya sido dictada a consecuencia del ejercicio de una acción
personal.
b. Que no haya sido dictada en rebeldía.
c. Que la obligación para cuyo cumplimiento se haya procedido sea licita en
España.
d. Que la carta ejecutoria reúna los requisitos necesarios en la nación en que se
haya dictado para ser considerada como autentica, y los que las leyes españolas
requieren para que haga fe en España.
Pese a que nuestra legislación configure claramente un sistema jerarquizado, en la
práctica jurisprudencial se aplican a menudo ambos regímenes interrelacionados. En
concreto, ha cobrado cierta importancia la aplicación cumulativa del régimen de
reciprocidad en su vertiente positiva y del régimen de condiciones previstos en los arts.
952 y 954 LEC. De esta forma, una vez probada o presunta la reciprocidad positiva,

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procedería el reconocimiento de la decisión extranjera si, además, se cumplen las


condiciones previstas en el art. 954 LEC.
Ahora bien, el art. 954 LEC (mirar la ley de cooperación) diseña un régimen de
condiciones mínimas sustantivas y formales. Tales condiciones se vinculan, por una
parte, a exigencias constitucionales o sustantivas, y, por otra, a mínimos requisitos
formales de congruencia del sistema jurídico el carácter irrenunciable de estas
condiciones las hace siempre exigibles, incluso cuando proceda aplicar el régimen de
reciprocidad positiva. En suma, el régimen de reciprocidad es útil para añadir otras
condiciones, pero no permite prescindir de las previstas en el régimen de condiciones
del art. 954 LEC. Por ese motivo, señalábamos el carácter del régimen de reciprocidad
como obstaculizador del reconocimiento, y la necesidad de que se la parte que se opone
al mismo quien asuma la carga de su alegación y prueba.
3. Efectos, decisiones y tipos de reconocimiento

3.1. Efectos del reconocimiento


Reconocer una decisión extranjera implica dejar valer en el foro los efectos que esa
decisión tiene en el país en que se dictó, siempre que no sean incompatibles con nuestro
sistema, de forma que tras su reconocimiento la decisión extranjera sigue siendo
extranjera, no se produce ningún fenómeno de nostrificacion.
El reconocimiento puede tender, en primer término, a procurar la fuerza ejecutiva en el
foro de una sentencia extranjera, efecto característico de las sentencias de condena. Para
conseguir dicho efecto, siempre resulta necesario recurrir a un procedimiento de
ejecución.
En segundo lugar, el reconocimiento procura en el foro la obligatoriedad o efecto de
cosa juzgada material de la sentencia extranjera, en cuya virtud su contenido vincula a
las autoridades y órganos jurisdiccionales del foro y se actúa el principio de non bis in
ídem, que impide no solo la iniciación en el foro de un nuevo proceso con idénticas
partes, objeto y causa, sino también que se vuelva a suscitar como cuestión incidental en
todo tipo de procesos. Se alude al efecto prejudicial de la sentencia extranjera, la cosa
juzgada material solo despliega sus efectos tras el reconocimiento, si bien los derechos
de las partes deben retrotraerse a la fecha de la sentencia extranjera.
Íntimamente ligado al efecto de cosa juzgada material se presenta el reconocimiento del
efecto constitutivo de determinadas decisiones. Las sentencias constitutivas se
caracterizan por la producción de un cambio o modificación en una situación jurídico-
material.
Por último, el reconocimiento es precioso para lograr el efecto registral de las decisiones
extranjeras. Dicho efecto consiste en el acceso al registro de la decisión extranjera como
título para practicar la inscripción registral.
La decisión extranjera puede producir, como cualquier otro documento público
extranjero, efectos probatorios al margen del reconocimiento, si cumplimenta las
condiciones previstas en los arts. 144 y 323 LEC y que serán objeto de posterior
estudio. En la legislación registral se contempla tal valor probatorio de la sentencias

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extranjeras, permitiendo la anotación a título informativo de las misma, aunque no


hayan sido reconocidas.
3.2. Decisiones susceptibles de reconocimiento
A. Sentencias
El bloque fundamental del sector del reconocimiento se refiere a las decisiones
judiciales extranjeras dictadas en procedimientos contenciosos y en materia de derecho
privado. El reconocimiento solo es posible respecto de las sentencias declarativas, cuyos
efectos, singularmente el ejecutivo, pretendan obtenerse en España. No es posible
ejecutar en España sentencias extranjeras si no es a través de los procedimientos de
ejecución contemplados en la legislación interna, convencional o institucional aplicable.
Habitualmente, se constriñe la cuestión al reconocimiento de sentencias firmes. En
efecto, tanto en el régimen convencional como en el común se suele exigir el requisito
de firmeza como condición para el reconocimiento de sentencias dictadas en
procedimientos contenciosos, si bien existen excepciones notables. La firmeza hace
referencia a la noción de cosa juzgada en sentido forma, esto es, la no impugnabilidad
de la sentencia dentro del mismo proceso.
La excepción más importante al requisito de firmeza para el reconocimiento se
encuentra en los reglamentos comunitarios y en los convenios. El sistema de
reconocimiento y ejecución incluye las sentencias provisionales, siempre que sean
ejecutivas en el país de origen, si bien ello ha obligado a establecer las correspondientes
cautelas.
B. Títulos ejecutivos europeos
El Reglamento núm. 805/2004 del PE y del Consejo contiene por primera vez de
determinados títulos ejecutivos extranjeros, que están siendo aplicados con normalidad
por nuestros tribunales.
El mecanismo de funcionamiento del Reglamento exige que la autoridad de origen, a
petición de parte, certifique el título como un título ejecutivo europeo, expidiéndolo de
conformidad con el formulario normalizado que consta en el Anexo I al Reglamento. La
expedición de un título ejecutivo europeo implica la ejecutividad inmediata del título en
otros estados miembros, sin que sea necesaria ninguna declaración de ejecutividad, ni
pueda impugnarse ni oponerse condición alguna a su reconocimiento. En España, el
titulo será equivalente a un título ejecutivo español y permitirá el acceso directo al
procedimiento de ejecución contemplado en los arts. 538 y ss. LEC. El procedimiento
de ejecución se rige por la ley del estado requerido, y el reglamento se limita a disponer
que la denegación de la ejecución únicamente procede si el título ejecutivo europeo es
incompatible con una resolución dictada con anterioridad en el estado miembro de
ejecución o, incluso en un tercer estado, siempre que exista identidad de objeto y partes.
Semejante privilegio tiene como contrapunto unas condiciones muy estrictas en torno a
la protección del demandado y que deben concurrir necesariamente para que la
autoridad de origen certifique la decisión o el documento como título ejecutivo europeo.
Dichas condiciones se refieren a las garantías relativas a la notificación del deudor y a la
información acerca del crédito que debe acompañar a dicha notificación. En particular,

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no cabe certificación como título ejecutivo de las sentencias recaídas en rebeldía,


cuando han sido dictadas contra un demandado cuyo domicilio sea desconocido.
C. Actos de jurisdicción voluntaria
En el sistema español se señalan como actos de jurisdicción voluntaria actuaciones tan
dispares como la adopción, el deslinde y amojonamiento, el nombramiento de un tutor,
la declaración de ausencia, el depósito y reconocimiento de efectos mercantiles,
calificación de averías y liquidación de la gruesa, etc. Los distintos actos de jurisdicción
voluntaria presentan una naturaleza muy dispar y reflejan un alcance muy variable en la
intervención de la autoridad. Los actos de jurisdicción voluntaria no producen efecto de
cosa juzgada material, ni tampoco en su mayoría efectos ejecutivos. Ni siquiera todos
ellos precisan reconocimiento para producir efectos, ni merecen la calificación de
decisiones.
En aquellos actos de jurisdicción voluntaria en que la autoridad desarrolla una mera
función receptora de declaraciones de voluntad privada, actuando más como una
condición de eficacia formal del negocio que como un administrador de derechos
privados, su eficacia depende de la solución de un problema de ley aplicable. La
cuestión de reconocimiento de tales actos se cifra en sus efectos registrales como
documento público.
En segundo lugar se situarían los actos en los que la intervención de la autoridad tiene
un carácter constitutivo y es dicho efecto constitutivo el objeto de reconocimiento; se
trata de actos en que la autoridad no solo interviene pasivamente sino que decide,
interpretando y aplicando la ley, valorando y sancionando en un sentido u otro la
constitución del acto y los derechos derivados.
En el régimen común español, el reconocimiento del efecto constitutivo de los actos de
jurisdicción voluntaria ha seguido históricamente dos criterios dispares. El primero de
ellos parte de un reconocimiento material, consistente en el cumplimiento de los
requisitos previstos en los arts. 144 y 323 LEC, y en el respeto de las condiciones de
validez exigidas por la ley aplicable conforme a nuestro sistema de DIP.
La segunda opción consistiría en aplicar el procedimiento de execuátur. Esta segunda
opción se enfrenta con el inconveniente de la exigencia de firmeza requerida a las
decisiones susceptibles de execuátur. Sin embargo, un concepto amplio de firmeza
permitiría incluir esos actos de jurisdicción voluntaria entre aquellos susceptibles de
execuátur.
D. Laudos arbitrales
El reconocimiento en España de los laudos arbitrales extranjeros se sustancia a través de
mecanismos estrictamente convencionales. Con independencia de lo dispuesto en el
régimen convencional multilateral que vincula a nuestro país, el reconocimiento y la
ejecución de los laudos arbitrales extranjeros se incluye en algunos textos de carácter
bilateral.
E. Medidas provisionales y cautelares

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La ausencia de firmeza de las medidas provisionales y cautelares impide su


reconocimiento en el régimen común español. Sin embargo, este límite no se extiende al
régimen convencional multilateral, ni al régimen de determinados convenios
específicos.
F. Condenas en costas
A menudos, ciertas decisiones no judiciales, pero que complementan a otra judicial, se
someten al mismo régimen de reconocimiento de las decisiones judiciales. Es el caso de
las decisiones de una autoridad administrativa en materia de alimentos, o del acto por el
cual el secretario judicial liquida las costas del proceso. El reconocimiento y ejecución
de las decisiones de condena en costas goza, en nuestro ordenamiento, de un tratamiento
particular.
G. Transacciones judiciales
La transacción es un contrato por el cual las partes, dando o prometiendo o reteniendo
cada una alguna cosa, evitan la provocación de un pleito o ponen término al que había
comenzado. La transacción judicial no es más que una subespecie caracterizada por
celebrarse ante el juez del proceso pendiente, quien la autoriza. Esta autorización
convierte a la transacción judicial en un título ejecutivo equivalente a la sentencia.
Con estos antecedentes, parecería más propio cometer a las transacciones judiciales al
régimen común de las decisiones judiciales. Sin embargo, la sujeción de la transacción a
las causas de invalidez de los negocios jurídicos impide reconocerle efectos de cosa
juzgada. Su peculiar fuerza ejecutiva la aproxima al régimen del reconocimiento de los
documentos públicos, al menos en nuestro régimen común.
La asimilación del reconocimiento de las transacciones judiciales al régimen de los
documentos públicos es el principio presente en el RB I bis. En contrapartida otros
regímenes convencionales multilaterales y bilaterales incluyen directamente las
transacciones judiciales dentro de las normas relativas al reconocimiento de decisiones
judiciales, que serán de aplicación por analogía.
H. Documentos públicos
La eficacia de los documentos públicos extranjeros como título para practicar la
inscripción en un registro español se somete a condiciones similares a las que se
describirán en el capítulo siguiente acerca de su fuerza probatoria en juicio. Sin
embargo, el efecto material conseguido a través de la inscripción justifica en sí mismo
el sostenimiento del reconocimiento a mayores controles de validez del acto
instrumentado. Los requisitos que debe cumplimentar un documento público autorizado
por autoridad extranjera para beneficiarse de su condición de título para practicar la
inscripción registral de los hechos que dan fe difieren y van más allá de los establecidos
en los arts. 323 y 144 LEC.
El art. 523.1 LEC contempla específicamente los títulos ejecutivos extranjeros,
incluyendo junto a las sentencias firmes los demás títulos ejecutivos extranjeros, y
sometiendo a su régimen, en defecto de tratado internacional, a las disposiciones legales
sobre cooperación jurídica internacional.

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En defecto de tratado, la ejecución de los documentos públicos extranjeros seguirá el


mismo procedimiento de ejecución que el previsto en el Libro III LEC. En particular, la
competencia para el reconocimiento y ejecución del documento público extranjero
recaerá en los juzgados de primera instancia del lugar que corresponda con arreglo a los
arts. 50 y 51 LEC, así como, alternativamente, a los del lugar del cumplimiento de la
obligación o de cualquier lugar en que se encuentren los bienes del ejecutado
susceptibles de ser embargados.
En contraste con la solución prevista para el régimen común, el régimen de Bruselas y
de Lugano prevé el reconocimiento de los documentos públicos con fuerza ejecutiva a
partir del procedimiento de ejecución regulado en los textos reglamentarios y
convencionales. Ello implica que el documento debe ser previamente declarado
ejecutivo a través de un procedimiento que puede implicar incluso un recurso de
casación.
Como únicas condiciones se exige simplemente la autenticidad del documento, su
ejecutividad conforme al ordenamiento de origen y la no contradicción de la ejecución
del documento con el orden público del estado requerido.
El reconocimiento de la fuerza ejecutiva de los documentos públicos extranjeros se
encuentra recogido asimismo en otros regímenes convencionales.
I. Actos públicos
Determinados actos no jurisdiccionales constituyen en sí mismos decisiones o sanciones
emanadas de una autoridad pública que conllevan un efecto ejecutivo
fundamentalmente. El acto público se diferencia de acto jurisdiccional por carecer del
carácter irrevocable de este último y por no hallarse investido el órgano del que emana
de la independencia que caracteriza a los órganos que ejercen la función jurisdiccional.
Se asemejan al ser ambos actos singulares, de carácter decisorio, que se agotan con su
pronunciamiento. Frente a un principio de base que rechaza el reconocimiento de los
actos públicos de carácter administrativo o gubernativo hoy queda abierta la vía a un
eventual reconocimiento.
En ocasiones, la decisión administrativa o el acto público adoptan la forma de una
resolución, en tales supuestos, el régimen de reconocimiento puede asimilarse al de las
sentencias. Pero a menudo los actos públicos pueden recurrir a la forma de una ley o
decreto-ley. En estos últimos casos, es fácil que el problema del reconocimiento del acto
público tienda a confundirse con un problema de ley aplicable o conflicto de leyes.
La especialidad de cada acto público susceptible de afectar a los derechos privados en
otro estado requiere cifrar las condiciones del eventual reconocimiento en nuestro
sistema caso por caso, siendo su lugar de análisis la parte especial del DIP.
3.3. Tipos de reconocimiento

A. Reconocimiento automático e incidental


El reconocimiento automático es la alternativa técnicamente más sencilla y menos
gravosa para articular el reconocimiento de las decisiones extranjeras, si se exceptúa la

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ejecución inmediata de títulos ejecutivos europeos. Consiste en el reconocimiento sin


necesidad de procedimiento especial alguno.
El reconocimiento automático no significa reconocimiento incondicional ni inmediato,
sino, sin necesidad de un procedimiento previo de homologación. La posibilidad de
reconocimiento automático confiere al solicitante del reconocimiento un derecho de
invocación directa de la decisión extranjera ante la autoridad competente para conceder
el efecto ejecutivo, de cosa juzgada, registral o constitutivo requerido, que deberá
proceder a analizar si dicha decisión cumple las condiciones exigidas y, en su caso,
conceder el reconocimiento.
El reconocimiento automático no siempre es posible en el régimen común español, que
requiere generalmente un procedimiento previo de homologación o execuátur, cuyo
objetivo es conceder o denegar el reconocimiento. Dicha facultad corresponde a los
juzgados de primera instancia o a los juzgados de lo mercantil, y solo una vez obtenido
el execuátur, el interesado podrá instar ante la autoridad competente el efecto
pretendido.
Frente a lo previsto con carácter general en el régimen común, el reconocimiento
automático se admite en algunos textos institucionales y convencionales.
El RB I bis ha introducido la fórmula del reconocimiento automático para el efecto
ejecutivo de las decisiones y actos procedentes de otros estados miembros, al no
requerir una declaración previa de ejecutividad o execuátur. El titulo ejecutivo
extranjero, acompañado de las certificaciones correspondientes, se invoca directamente
ante el órgano jurisdiccional encargado de la ejecución, y el control de condiciones
únicamente procede, a instancia de parte, si se solicita específicamente la denegación
del reconocimiento ante el órgano jurisdiccional designado en cada estado miembro.
Al margen del régimen de Bruselas y Lugano, en el sistema español el reconocimiento
automático opera en algunos convenios multilaterales específicos y, en el marco
bilateral, respecto de las decisiones provenientes de Alemania, Austria, Bulgaria,
México, Rumania, Rusia, El Salvador, y, con más limitaciones, Brasil y Uruguay.
La propia naturaleza del reconocimiento automático justifica que su admisión siempre
venga acompañada asimismo de la posibilidad del reconocimiento incidental de la
sentencia extranjera. Pero tanto el reconocimiento automático como el incidental
carecen de efecto de la cosa juzgada: la decisión de reconocimiento agota sus efectos en
el procedimiento o ante la autoridad a la que se ha solicitado.
B. Reconocimiento autónomo: el procedimiento de execuátur
El reconocimiento automático tiene el manifiesto inconveniente de su provisionalidad.
En primer término, es un reconocimiento que carece de fuerza vinculante, por lo que
existe la posibilidad de posturas contradictorias en diferentes autoridades judiciales y
administrativas respecto de una misma decisión. En el caso de un reconocimiento
incidental en juicio, no solo se trata de un reconocimiento no vinculante en un proceso
distinto, sino que, en el mismo proceso, puede ser revisado en ulteriores instancias. Con
el fin de solventar esta provisionalidad, se ha abierto la posibilidad de que el interesado
pueda entablar un procedimiento autónomo o especial, en que se declare el

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reconocimiento con carácter principal y efecto vinculante, esto es, produciendo el


característico efecto de la cosa juzgada material. Se trata de una posibilidad que
abarcaría a un procedimiento autónomo similar al del execuátur previsto en los arts. 955
y ss. LEC.
En efecto, en el régimen común, las decisiones extranjeras deben someterse a un
procedimiento autónomo de homologación, denominado procedimiento de execuátur,
cuyo objeto especifico es el reconocimiento con efectos de cosa juzgada de la decisión
extranjera. El procedimiento regulado en los arts. 955 a 958 LEC es aplicable tanto para
el régimen de reciprocidad como para el de condiciones.
La primera nota a destacar del procedimiento de execuátur es precisamente su
autonomía, que lo diferencia del reconocimiento automático e incidental. El
procedimiento de execuátur regulado en la LEC no es un procedimiento de ejecución,
sino un procedimiento de reconocimiento u homologación. En primer término, no
siempre es el efecto ejecutivo de una decisión lo que se pretende a través de este
procedimiento, pero sobre todo, en segundo lugar, aunque se pretenda el efecto
ejecutivo, el procedimiento de execuátur se erige como un presupuesto de la ejecución,
pero no la lleva a cao, simplemente trasforma la decisión extranjera en un título de
ejecución.
La competencia para resolver acerca del reconocimiento correspondía al TS hasta la
reforma del art. 85. LOPJ y del art. 955 LEC, que atribuyeron la competencia a los
juzgados de primera instancia del domicilio o del lugar de residencia de la parte frete a
la se solicita el reconocimiento o la ejecución, o de la persona a quien se refieren los
efectos de la decisión. La ley 13/2009 extendió dicha competencia a los juzgados de lo
mercantil. Subsidiariamente, la competencia territorial se determinara por el lugar de
ejecución o donde deban producir efectos las decisiones cuyo reconocimiento se
solicita.
El procedimiento de execuátur se caracteriza por otra parte, por los principios
dispositivo, documental y de aportación de parte. La legitimación no viene regulada en
la LEC, si bien se estima que están legitimados quienes fueron parte en el proceso
extranjero, sus derechohabientes y los terceros que acrediten un interés.
Prevé el art. 956.1 LEC que previa la traducción de la ejecutoria con arreglo a derecho,
después de oír a la parte contra quien se dirija y al MF, el tribunal declara si debe o no
darse cumplimiento a dicha ejecutoria.
No parece estar abierta la vía de un eventual recurso de amparo ante el TC en aquellos
casos en que la concesión del reconocimiento vulnere algunas de las condiciones al
reconocimiento que apuntan a garantizar la no violación de derechos fundamentales.
En el caso del RB I bis, el procedimiento es el mismo previsto en los arts. 38 y 52 para
solicitar el efecto ejecutivo de la decisión extranjera. El reconocimiento es suficiente
cuando de lo que se trata es de hacer valer el efecto prejudicial, el efecto constitutivo o
el efecto registral de una decisión. Ahora bien, si se trata de una sentencia de condena,
de la ejecución requiere ineludiblemente una actividad judicial o procesal que se
sustancia a través del procedimiento específico que se contiene en tales textos.

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C. Reconocimiento global y reconocimiento parcial


Frente al reconocimiento global de todos los pronunciamientos de la decisión extranjera,
cabe la posibilidad de un reconocimiento parcial solo de algunos de los
pronunciamientos contenidos en el fallo. Se trata de una alternativa que se suscita, de un
lado, respecto de las sentencias penales que contienen pronunciamientos civiles, dado
que en principio no cabe reconocimiento en España de sentencias penales.
En el régimen común, no existe jurisprudencia que determine la posibilidad de
reconocimiento parcial de los pronunciamientos civiles de las sentencias penales
extrajeras, aunque la doctrina se ha manifestado a favor de esta interpretación funcional.
El reconocimiento parcial se suscita igualmente como una posibilidad frente a los
distintos pronunciamientos que pueden contenerse en una sentencia civil, mercantil o
laboral, bien porque respondan a peticiones acumuladas, pero diferentes, bien porque
los efectos concedidos en la decisión sean separables. Incluso cabe barajar la posibilidad
de una solicitud de execuátur parcial, no solo de una concesión parcial del execuátur. El
reconocimiento parcial puede servir, por otra parte, para lograr un efecto atenuado de la
excepción de orden público, susceptible de afectar únicamente a una parte o a un solo
pronunciamiento, y no a los restantes.
4. Condiciones de reconocimiento

4.1. La ausencia de revisión de fondo como principio base


La doctrina, jurisprudencia y las propias fuentes normativas presentan a la revisión de
fondo como un principio antitético a la función de reconocimiento, que quedaría
desvirtuado por un proceso de interiorización nostrificacion y no de reconocimiento. Si,
como condición de reconocimiento, la autoridad de origen ha de ser competente, el
fondo de la decisión no deber ser revisado, ni cabe exigir, como tal condición de
reconocimiento, que hubiera podido ser dictada con idéntico contenido por un tribunal
español. La elusión de la revisión de fondo implica convertir al reconocimiento en un
mero procedimiento de control formal u homologación, que impide volver a considerar
los hechos, limitando las causas de denegación a las condiciones específicas del
reconocimiento.
4.2. Control de las garantías procesales y control de orden publico
El principio de no revisión del fondo no impide la existencia de algunas condiciones
tasadas del reconocimiento que inciden o afectan a aspectos sustanciales. En el régimen
común, el art. 954.2 LEC exige que la decisión extranjera no haya sido dictada en
rebeldía. Esta exigencia se circunscribe básicamente a la regularidad y suficiencia de la
notificación de la demanda; pero, por esta razón, quedaría fiera de la condición todo
supuesto de rebeldía culpable, estratégica o por conveniencia, consistente en la ausencia
del demandado en el procedimiento de origen debida al propio desinterés del
demandado.
La jurisprudencia constitucional configura la noción de un orden público constitucional
como limite al reconocimiento y ejecución de decisiones extranjeras. Es condición del
execuátur que la obligación para cuyo cumplimiento se haya procedido sea licita en

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España, limite que, por su naturaleza, es igualmente oponible en el régimen de


reciprocidad. El límite del orden público atiende a la protección de valores
fundamentales de índole social o económica del foro.
Ante el TC, el control del orden público se ha planteado exclusivamente sobre la base
del art. 24 CE y acerca de las garantías constitucionales referidas a la regularidad del
emplazamiento y, en general, del desarrollo del proceso, a la necesidad de
fundamentación jurídica y prueba de los hechos que fundamentan la decisión. Sin
embargo, tal y como ha indicado el TC, el límite del orden público puede afectar a
cualquier otro derecho constitucional distinto de las garantías procesales.
El control de las garantías procesales y el control del orden público se encuentra
recogido habitualmente a través de disposiciones separadas, en los distintos regímenes
institucionales y convencionales, multilaterales y bilaterales, de reconocimiento.
El art. 45.1 RB I bis ha introducido importantes modificaciones. Por una parte,
incorpora un tratamiento menos formal de la rebeldía,
4.3. Control de la ley aplicada
Esta condición consiste en supeditar el reconocimiento al hecho de que el tribunal
extranjero haya aplicado al supuesto la misma ley que hubiese sido aplicada por los
tribunales españoles, a menos que el resultado final coincida. Se trata de una condición
que se circunscribe a las decisiones dictadas en procedimientos relativos al derecho de
persona, familia y sucesiones.
El control de la ley aplicada no es una condición prevista ni exigible en el régimen
común español.
En contraste con el régimen común, el control de la ley aplicada tiene una cierta acogida
en el régimen convencional
4.4. Autenticidad de la decisión
La demostración de la autenticidad de la ejecutoria extranjera presentada al
reconocimiento, y el cumplimiento de los requisitos de prueba que deba cumplimentar
para hacer fe en España, constituyen una condición previa que opera sea cual fuere el
régimen del reconocimiento. En el régimen común, la exigencia de autenticidad de la
ejecutoria extranjera, solo implícita en el régimen de reciprocidad, se especifica en el
art. 954.4 LEC, que articula la condición de que la carta ejecutoria reúna los requisitos
necesarios en la nación en que se haya dictado para que haga fe en España. La
determinación de la autenticidad de la ejecutoria conforme al ordenamiento procesal
extranjero podría situar a esta condición como una excepción a instancia de la parte
interesada.
No parece de recibo declinar un control de oficio de este requisito, que actúa como
condición imperativa y previa al reconocimiento y del que depende la constancia de la
firmeza y ejecutividad de la decisión.
Los distintos regímenes institucionales y convencionales exigen asimismo la condición
referida a la autenticidad de la decisión, aunque presentan ciertas variables a la hora de

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regular la documentación acreditativa de este extremo, así como a la hora de exigir o


dispensar de traducción o legalización.
4.5. Control de la competencia judicial internacional
Una condición común en todo tipo de regímenes de reconocimiento, esencial como
principio de regulación en este sector de problemas, es la que hace referencia al control
de la competencia judicial internacional del tribunal de origen de la decisión. En cuanto
tal, el control se circunscribe a la competencia general del tribunal extranjero que ha
dictado la decisión, esto es, a su competencia para conocer de un supuesto de trafico
externo, sin que alcance al control de la competencia interna del tribunal que haya
dictado la resolución objeto de reconocimiento.
El control de la competencia judicial internacional justifica la elución del control de la
ley aplicable por dicho tribunal. Si se ha reconocido su competencia carece de sentido
pretender que dicho tribunal aplique la misma ley prevista en el foro para casos
similares, máxime cuando pueden existir supuestos en que ni siquiera estaría justificada
la competencia de los tribunales del foro. De igual modo, la incompetencia judicial
internacional del juez de origen tiene una importancia clave en la valoración de una
posible rebeldía voluntaria del demandado que resultaría justificada.
En el régimen común español no existe una reglamentación específica y directa del
control de la competencia judicial internacional. En primer lugar, el control ha de operar
para garantizar el respeto de las competencias atribuidas con carácter exclusivo a los
tribunales del foro. En este sentido no es posible el reconocimiento en España de una
decisión extranjera cuando la competencia judicial internacional venga atribuida
exclusivamente a los tribunales españoles (LOPJ). En segundo lugar, el alcance del
control debe extenderse a aquellas decisiones que sin llegar a conculcar ninguna de las
competencias exclusivas de nuestros tribunales, obedecen a un foro de competencia
manifiestamente desproporcionado o exorbitante.
Para determinar el carácter exorbitante de un foro aben distintas soluciones. En primer
término, existe la posibilidad de positivizar una serie de reglas o foros especiales de
competencia indirecta, que determinen caso por caso los supuestos en que se admite la
competencia de un tribunal extranjero. En nuestro derecho, los foros especiales de
competencia indirecta se expresan únicamente en el régimen convencional, pero no
existen normas de competencia judicial indirecta en el régimen común.
Ello conduce a un segundo sistema de determinación del carácter exorbitante del foro
que determina la competencia judicial internacional del tribunal extranjero: la aplicación
indirecta de los foros de competencia directa, esto es, la bilaterizacion de estos últimos.
De esta forma, se considerar normal la competencia del tribunal extranjero si obedece a
los mismos criterios que atribuyen normalmente la competencia a los tribunales del
foro. En caso contrario, el foro será considerado exorbitante y se denegara la ejecución.
Si no se trata de una competencia exclusiva de los tribunales del foro, ni tampoco el
foro de competencia que justifica la decisión extranjera coincide con los foros de
competencia directa previstos en el ordenamiento del foro, el juez del execuátur habrá
de valorar circunstancialmente el carácter exorbitante del foro, en atención, de forma
particular, a los derechos de las partes y a la garantía de su defensa en el proceso, así

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como al alejamiento del tribunal de los datos del litigio y su influencia en la correcta
administración de justicia.
La regulación del control de la competencia judicial internacional del tribunal de origen
en el RB I bis presenta características muy especiales.
Mientras que las normas de competencia judicial internacional directas del reglamento
se aplican cuando el demandado se halla domiciliado en un estado parte, el régimen de
reconocimiento de decisiones abarca también las decisiones dictadas por un estado
miembro cuando el demandado no este domiciliado en un estado parte. Esta cuestión es
vital, desde el momento en que la lista de foros exorbitantes queda descarada como
fundamento de la competencia judicial internacional cuando el demandado se halla
domiciliado en un estado parte, pero no en caso contrario. Quiere ello decir que un
tribunal de un estado parte está legitimado para fundamentar su competencia en uno de
dichos foros exorbitantes siempre que el demandado no se halle domiciliado en un
estado parte. Y, sin embargo, dicha decisión debe de ser reconocida en los demás
estados parte sin que pueda mediar un rechazo de tal criterio de competencia judicial
internacional.
4.6. Ausencia de contradicción con una decisión judicial o un proceso
pendiente en el estado requerido
El reconocimiento de una decisión judicial extranjera no es posible, si con anterioridad a
la solicitud del execuátur, existía ya en España una decisión sobre la misma causa, con
las mismas partes e identidad de objeto, o sencillamente incompatible con la decisión
extranjera.
No se trata de hacer valer el efecto de cosa juzgada d la decisión española. La razón de
ser de esta condición no es otra que mantener la congruencia del sistema interno frente a
la pluralidad d soluciones que puede conllevar la sanción de un mismo hecho, obtenida
ante distintas jurisdicciones.
La condición señalada se recoge con carácter general en los regímenes institucionales y
convencionales. En el RB I bis se contempla en unos términos amplios.

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Tema 5. Derecho procesal civil internacional


1. Problemas de extranjería procesal

1.1. Aspectos generales


Las normas de extranjería condicionan en buena medida los distintos sectores del DIP;
el derecho judicial internacional no es una excepción. Una vez que queda determinada
la competencia judicial internacional de los tribunales españoles, el desarrollo del
proceso puede verse condicionado por la extranjería de una de las partes. En efecto,
también en el ámbito procesal puede existir un trato diferencial del extranjero respecto
de los nacionales del foro, relativo al goce de determinados derechos o a la imposición
de determinados gravámenes que condicionan el desarrollo del proceso e incluso
predeterminan su propia viabilidad.
Los problemas de extranjería procesal se refieren a las normas de extranjería que
afectan a la presencia en el proceso de una parte extranjera, sea demandante o
demandada. En la actualidad, la única discriminación procesal se contemplaba fuera de

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2. Derecho aplicable al proceso

2.1. La aplicación de la lex fori como regla general


A. La regla lex fori regit processum
Los actos procesales se sucederán conforme a lo establecido en la propia ley del foro,
con base en el principio de estricta territorialidad de las leyes procesales. Esta
territorialidad presenta en la actualidad ciertos índices de relatividad. La presencia de
normas procesales de origen europeo es cada vez mayor en el sistema jurídico.
Con todo, la mayor parte de la actividad procesal sigue dependiendo de los derechos
nacionales. En tal caso, el problema de fondo, radica en conocer en qué casos cabe
exceptuar la aplicación de esta regla general; en otras palabras, se trata de acotar
aquellos aspectos relacionados con el proceso que desmerecen una calificación
estrictamente procesal, pudiendo someterse a una ley distinta de la del foro, eso es, a
una ley extranjera o extraña a la del estado del tribunal que conoce.
La duda no afecta en modo alguno al carácter general de la regla lex fori regit
processum. Dicha máxima es ya un lugar común en todos los sistemas jurídicos;
sustentada en el principio de territorialidad y en el carácter cuasi-publico de las normas
procesales.
Su aplicación no ofrece mayores problemas respecto de los actos procesales que llevan
a cabo las partes, o adopta el juez, ni tampoco en lo que atañe a la reglamentación de las
distintas fases del procedimiento y su terminación. No obstante, una primera excepción
se origina en la necesidad de que determinados actos procesales deban sustanciarse en el
extranjero; así, es posible que la práctica de una notificación o una prueba concreta
deban llevarse a cabo en territorio extranjero. A tal efecto, los mecanismos de
cooperación judicial internacional permiten la posibilidad de que dichos actos se realice
conforme a la lex fori, pero la regla general será la aplicación a la ejecución del acto de
la ley del estado extranjero en cuyo territorio haya de realizarse el acto en cuestión.
B. El art. 3 LEC
Bajo la rúbrica Ámbito territorial de las normas procesales civiles, dicho precepto
estable que con las solas excepciones que puedan prever los tratados y convenios
internacionales, los procesos civiles que se sigan en el territorio nacional se regirán
únicamente por las normas procesales españolas.
El propósito del art 3 LEC no es más que declara el alcance estrictamente territorial o la
aplicación imperativa de las leyes procesales del foro al proceso abierto en el foro. Es
una norma que reconoce o declara el carácter imperativo o de aplicación territorial de
todo un sector de normas: las relativas al proceso.
2.2. Excepciones a la aplicación de la lex fori
A. Capacidad, legitimación y representación de las partes

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La primera excepción a la aplicación de la lex fori viene dada por la aplicación de una
ley distinta a la capacidad para ser parte y a la capacidad procesal. La capacidad para ser
parte o personalidad procesal se define como la aptitud para ser titular de los derechos y
obligaciones derivados del proceso. Sin embargo la capacidad jurídica en el ámbito civil
y la capacidad para ser parte no siempre coinciden. Es posible que determinados entes
desprovistos de personalidad puedan ser parte en el proceso. Por ello es importante
señalar de antemano que la remisión a la ley de extranjera para regular la capacidad para
ser parte o la capacidad procesal, la legitimación, etc., se entiende efectuada a sus
normas procesales y, solo en defecto de estas, procederá aplicar sus normas civiles
sustantivas. Así, si se trata de aplicar la ley personal a la capacidad para ser parte de las
sociedades irregulares, habrá de consultar, las leyes procesales para saber si se les
concede capacidad jurídica. Solo si no hay normas procesales que reconozcan la
capacidad para ser parte procede recurrir a las disposiciones sustantivas que
determinaran dicha capacidad como correlativa a la capacidad jurídica.
En efecto, la capacidad para ser parte de un sujeto se rige por su ley personal. Esta
norma no plantea mayores problemas en el caso de personas físicas, siendo aplicable su
ley nacional. Como quiera que toda persona, por el mero hecho de serlo, tiene capacidad
para ser parte, se trata de determinar conforme a le ley señalada en que momento nace la
personalidad física. El hecho de ser extranjero no limita su libre acceso a los tribunales.
Muy al contrario, la excepción de orden público puede servir para Inaplicar aquellas
normativas extranjeras que no reconozcan la personalidad de determinados sujetos por
motivos que impliquen discriminación por razón de sexo, raza, religión, etc.
La capacidad para ser parte de las personas jurídicas se rige asimismo por la ley de su
nacionalidad, podrá ser parte en un proceso abierto en España cualquier persona jurídica
válidamente constituida conforme a su ley nacional. Asimismo, la ley nacional de la
persona jurídica es la que determinara quienes ejercen una representación necesaria, lo
que es determinante para el ejercicio de sus derechos procesales, y en particular, para
valorar la capacidad del representante de la persona jurídica para otorgar y firmar la
escritura de poder para pleitos en nombre de la persona jurídica.
La solución es la misma para la determinación de la capacidad procesal, que es un
reflejo de la capacidad de obrar en el derecho civil, esto es, la capacidad para
comparecer en juicio y realizar actos procesales, capacidad que ostentan en España
quienes estén en el pleno ejercicio de sus derechos civiles. Por tanto, serán las normas
procesales, y en su defecto, las normas sustantivas de la ley nacional del sujeto las que
determinen la capacidad para comparecer en juicio, la representación legal de los
incapaces y las fórmulas de integración de la capacidad de obrar o comparecer en juicio
incompleta o limitada. Las excepciones a esta regla en favor de la aplicación de la lex
fori, se activan a través del correctivo de orden público, cuando no sean de recibo las
limitaciones a la capacidad procesal impuestas por las leyes extranjeras. También es
posible que la ley del foro contenga normas materiales imperativas que atribuyan
capacidad procesal al extranjero. Así lo entiende nuestra doctrina.
Tampoco se rige por la lex fori la ley aplicable a la legitimación procesal de las partes o
a la sustitución procesal, esto es, a su derecho a participar en un concreto proceso como

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demandante o como demandado. La legitimación se ampara en un derecho subjetivo


que emana directamente de la relación jurídica en cuestión.

La aplicación de la lex fori a la postulación, esto es, a la necesidad de comparecer en


juicio representado por procurado y defendido por letrado, no plantea duda alguna.
Dicha exigencia debe ser cumplida siempre que así lo exija la ley del foro. En el ámbito
de la representación, el problema se suscita en relación con la ley aplicable a la
capacidad para otorgar el poder, a su forma y contenido en cuanto a la capacidad para
otorgar el poder, esta queda regida normalmente por la ley personal de la persona física

o jurídica que lo otorga. En cambio, el contenido del poder va a quedar regido por la lex
fori. En efecto, en principio la representación procesal no es más que una especia de la
representación voluntaria. En este sentido se diferencia de la representación necesaria de
las personas jurídicas, que se rige por la ley nacional; y de la representación legal de los
incapaces, a los que se le aplica la ley que regula la relación jurídica de la que nacen las
facultades del representante.

Cualquier representación voluntaria se rige, salvo acuerdo expreso, por la ley del país
donde se ejerzan las facultades conferidas. De ahí que la doctrina extrae normalmente la
aplicación de la lex fori, por ser el lugar donde se ejerce la facultad de representación
procesal. Sin embargo cabe la posibilidad de obviar la lex fori si representado y
representante han señalado la aplicación de otra ley al contenido del poder. Esta
posibilidad debe ser rechazada.
B. La prueba
Si la prueba se concibe como un puro acto de instrucción procesal en orden a la
determinación de los hechos alegados por las partes, independientemente del contenido
de los derechos en juego, habría de someterse a la lex fori. Esta calificación
estrictamente procesal de la prueba es indudablemente mayoritaria. Sin embargo, esa
calificación admite matizaciones. En efecto, determinadas cuestiones probatorias están a
menudo ligadas a la regulación de fondo, de forma que si se aplica a tales cuestiones
una ley distinta a la que rige el fondo del asunto de hecho se está desvirtuando la
aplicación de ésta última.
Una razón similar justifica la aplicación de la lex excusae a las pruebas preconstituidas
o documentales, que las partes obtiene y buscan conforme a un determinado
ordenamiento en prevención de un eventual litigio. Es evidente que la utilidad de dichas
pruebas seria mínima si se fuera a aplicar la ley del foro, toda vez que las partes no
pueden suponer en modo alguno ante que tribunales se suscitara en el futuro el litigio.
Para que tales pruebas sean operativas es preciso tener completa certeza y previsibilidad
acerca de la ley que les otorga eficacia, independientemente de cuando y donde surja el
litigio.
En el sistema español, frente a las doctrinas procesalistas que avalan la
aplicación general de la lex fori, los internacionalistas han entendido más adecuado
precisar la solución según el aspecto probatorio concreto. Así, se estima que el objeto y
carga de la prueba deben regirse por la ley aplicable al fondo, al igual que las
presunciones legales que dispensan o desplazan la carga de la prueba, toda vez
que se trata de actos íntimamente relacionados y tenidos en cuenta a la hora de
regular el fondo del asunto.

En segundo término, la admisibilidad de los medios de prueba y su fuerza probatoria


parecen irremisiblemente abocadas a ser regidos por la lex fori 56
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Anexos
1. Convenio de Lugano
El convenio relativo a la competencia judicial internacional y a la ejecución de
resoluciones judiciales en materia civil y mercantil, hecho en Lugano en 1988, extendió
la regulación del convenio de Bruselas a los países miembros de la Asociación Europea
de Libre Cambio. Su contenido era semejante al del Convenio de Bruselas aunque
existían ciertas diferencias puntuales.
El convenio de Lugano tomo como modelo el convenio de Bruselas. El nuevo texto del
Convenio de Lugano de 2007, sin embargo con la entrada en vigor del RB I bis será
preciso adoptar una nueva versión del Convenio de Lugano para mantener el
paralelismo.

El convenio de Lugano no impide la aplicación del RB I bis, las reglas que rigen la
relación entre los distintos textos pueden resumirse así:
- Si el domicilio del demandado está en un estado miembro de la UE, los jueces
españoles determinaran su competencia judicial internacional conforme al RB I
bis.
- Si el domicilio del demandado está en Suiza, Noruega o Islandia, los jueces
españoles deberán aplicar el Convenio de Lugano.

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