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Sinopsis ____________________________________________________________________ 3
Capítulo 1 _________________________________________________________________ 4
Capítulo 2 ________________________________________________________________ 12
Capítulo 3 ________________________________________________________________ 19
Capítulo 4 ________________________________________________________________ 23
Capítulo 5 ________________________________________________________________ 28
Capítulo 6 ________________________________________________________________ 36
Capítulo 7 ________________________________________________________________ 39
Capítulo 8 ________________________________________________________________ 43
Capítulo 9 ________________________________________________________________ 56
Capítulo 10 _______________________________________________________________ 60
Capítulo 11 _______________________________________________________________ 64
Capítulo 12 _______________________________________________________________ 81 2

Capítulo 13 _______________________________________________________________ 84
Capítulo 14 _______________________________________________________________ 88
Capítulo 15 _______________________________________________________________ 94
Capítulo 16 _______________________________________________________________ 97
Capítulo 17 ______________________________________________________________101
Capítulo 18 ______________________________________________________________107
Capítulo 19 ______________________________________________________________110
Capítulo 20 ______________________________________________________________113
Próximo libro _____________________________________________________________115
Sobre la autora __________________________________________________________116
Créditos _________________________________________________________________117
Sexys pensamientos sobre Cole invaden los sueños de Anna. Cada
detalle arde brillantemente en su mente; la manera en que sus manos
se sienten sobre su piel desnuda, el suave roce de sus labios contra los
de ella, y la manera en que los cuerpos de ambos encajan
perfectamente. Anna despierta jadeante, con escalofríos como si
aquello realmente hubiera sucedido. ¿Qué fue lo que produjo que
pensara en Cole de esa manera? Estaba completamente prohibido.

Y Anna no se sentía de esa manera con respecto a él, al menos eso es lo


que pensaba. Era divertido coquetear con Cole, eso era todo, y la
tensión sexual entre ellos era normal, ¿cierto? A todos alguna vez les
pasa eso con un sujeto súper ardiente. Tenía sentido. Su mente
simplemente le estaba diciendo que necesita un novio.

Pero, ¿y si Cole resultaba ser el indicado? ¿Y si está justo ahí y Anna lo


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deja escaparse de entre sus dedos? Cole es más de lo que esperaba, con
suficiente sex appeal para hacer a Anna darse cuenta de todo lo que se
ha estado perdiendo.

*Advertencia: esta novela tiene contenido sexualmente explícito.


Traducido por Lola Irina

Corregido por beatrix85

—Realmente tampoco estaba durmiendo bien —dice Cole


compasivamente. No tiene ni idea de lo que me está haciendo. Estoy sin
aliento, avergonzada por cosas que él no puede saber, pero esto
todavía hace que mis mejillas se calienten.

Mis emociones están mezcladas. Lo miro. Es demasiado viejo. Soy


demasiado joven. Él es de dinero. Odio el dinero. Echo un vistazo a Cole
otra vez. Maldita sea. Todavía lo deseo. Esa excitación, lo que sea que
puso la idea en mi cabeza no me dejó cuando me desperté, y teniéndolo
tan cerca es como poner un imán en una brújula. Mis emociones están
girando como un trompo.
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Son pasadas las dos de la mañana, pero me siento fuertemente herida.

Dejando el sofá le digo:

—Voy por una bebida. ¿Quieres una?

Sonriendo, se burla:

—Claro, pero, ¿eres legal?

Mis pantalones cortos de algodón se adhieren a mis caderas cuando me


alejo. Me río por encima de mi hombro.

—Legal para hacer cosas que no podrías imaginar, viejo. —No tengo ni
idea de por qué lo digo, pero me hace sentir mejor. Cole permanece en
la sala de estar, cuando regreso con las bebidas, está sentado en mi
cama, también conocida como sofá.

Estaba durmiendo en el suelo a mi lado. Las puertas de la sala de estar


estaban cerradas y mis padres nos dejaron solos para hacer bebés toda
la noche.
Le paso un vaso con whisky en el fondo y una lata de Coca-Cola. Tengo
una copa de vino. Cuando toma su vaso, las choco.

—Salud.

Asiente, vierte la coca cola en su vaso, y pone los pies encima de la


mesa y me mira.

—¿Por qué estamos bebiendo?

Digo la primera cosa que me viene a la mente:

—Por tu reconocimiento hacia las mujeres, pero no a la ropa femenina.


A menos que cuentes las bragas de Les Femme’s. No usas de esas,
¿verdad? —Me río y doy un sorbo al vino.

—Sólo en mi cabeza. Una de esas de manzana hace una máscara


realmente genial. —Se ríe y escupo un sorbo de vino, tratando de
sofocar la risa—. Eso es humor de segundo grado de ropa interior,
Lamore. En serio, ¿los chistes de calzoncillos te hacen reír?

Estoy cubriendo mi boca, así no escupiré de nuevo y trato de tragar el 5


vino que queda en mí boca. Casi ahogándome, me río.

—Combinado con la imagen de ti vestido como un superhéroe, medias


deportivas, con una braga-máscara en la cara, sí.

Cole me sonríe.

Descanso mi cabeza contra el respaldo del sofá. Cole se sienta a mi


lado, su pecho desnudo está distrayéndome. Está llevando sus
vaqueros, y está descalzo. Miro su pecho subir y bajar por el rabillo de
mi ojo. Maldito sueño. Me encojo de hombros como si él no me
afectara. No quiero que lo haga.

Cambiando de tema digo:

—Me gustaría ver tus pinturas, de las que me contaste el otro día.

—Oh. —Y entonces está callado. Sus ojos miran su copa como si tuviera
la respuesta que él no tiene.
—¿Entiendo que no le muestras esas cosas a la gente demasiado a
menudo?

Niega con la cabeza.

—No, en realidad no. —Está en silencio por un momento y luego dice:

—Si realmente quieres verlas, te las voy a mostrar. Te lo debo por esta
noche.

—Psh —le digo golpeándole en el hombro—. No me debes nada. No es


como si te hubiera dejado sentado allí. —Me quedo mirando el techo,
sin pensar. Bueno, no lo suficiente.

—Eres una persona rara, Lamore. —Termina su bebida, la deja y pone


sus dedos detrás de la cabeza.

—No tienes ni idea. —Echo un vistazo a mi copa de vino y la dejo. Me


froto los ojos con las manos.

Me mira antes de decir:


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—Lo dices como si fuera una cosa mala.

—Eso es porque la mayoría de las veces lo es. —Lo miro.

Cole está sentado a mi lado, estirado, completamente a gusto. Por lo


menos lo parece de esa manera. Todo en él dice que está cómodo en su
propia piel, que le gusta quien es él y en lo que se ha convertido. Me
mira por el rabillo del ojo.

—¿Cómo? ¿Cómo es eso de malo?

—Sólo lo es. Soy un imán de imbéciles. Me siento atraída por cada


perdedor en un radio de cincuenta kilómetros. El tipo parece agradable
al principio, pero todos y cada uno de ellos están totalmente
estropeados. O tal vez soy yo. Tal vez soy la única que está estropeada.
—Estos fueron los pensamientos que habían estado golpeando en mi
cerebro. Sin Emma para hablar, se quedaron allí. Cole me agitó y me ha
hecho sentir diez veces más viva en el día anterior de lo que nadie ha
logrado.
Cole se ríe al principio, pero cuando se da cuenta de que estaba
hablando seria, dice:

—Anna, no puedes estar hablando en serio. No eres tú.

Me pongo una almohada sobre mi pecho.

—¿Cómo lo sabes? Me acabas de conocer. Y no es como si me


conocieras de esa manera. No puedes estar seguro de que no soy yo. —
Mi voz se suaviza mientras hablo.

—No eres tú —repite. Las líneas de tensión en sus hombros. No


estaban ahí hace un momento, pero parece difícil de perderlas ahora.

—Lo siento —le digo—. Te estoy haciendo sentir incómodo. No quise…

Cuando gira su rostro hacia mí, mi aliento se atrapa en mi garganta. Sus


ojos son tan suaves, tan sinceros, que no puedo dejar de mirarlos.
Toma la almohada que aplasta contra mi pecho y me siento expuesta.

Con confianza dice:


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—No me vas a hacer sentir incómodo. —Pone la almohada en el suelo.
Cuando se gira hacia mí, pregunta:

—¿Sabes cómo puedo decirte que no eres tú? —Niego con la cabeza. Mi
corazón se acelera más rápido. Sus ojos buscan mi cara como si no
pudiera creer que no veo que no soy la razón por lo cual los imbéciles
acuden como manadas—. Eres curiosa por naturaleza. Lo cuestionas
todo, hasta el punto de exasperación. —Me sonríe como si fuera un
rasgo adorable—. Anna, las personas que cuestionan las cosas por lo
general se conocen a sí mismas bastante bien. Quieren saber por qué
las cosas funcionan y tratan de corregirlos cuando no lo hacen. Si él
estaba haciendo eso, si estaba tratando de cuidar de ti, no estarías
preguntándome esto ahora mismo, se lo estarías preguntando a él.

Parpadeo fuerte y aparto la vista. Acerco mis rodillas a mi pecho, y


envuelvo mis manos alrededor de mis tobillos.

—Él está tratando de hacer lo que deseo. —Me doy cuenta hacia dónde
va a ir esta conversación. No estoy segura de si quiero hablar de eso
con él. Apenas conozco a Cole, pero a partir de hoy, las cosas han
cambiado. El hecho de que confía en mí ciegamente, no me extraña. Y
es tan fácil hablar con él.

—¿Y? —indica Cole.

—Y se ofreció a hacer lo que deseo, pero no es lo mismo. Es como la


diferencia entre querer realmente una galleta y sólo considerar que es,
más o menos. —Estoy mirando mis pies. Cuando no responde, lo miro.
Me está sonriendo con una extraña expresión en su rostro—. ¿Qué?

—¿Galletas? ¿En serio? ¿Estamos usando una metáfora de galletas en la


conversación el sexo? —Me sonríe y empuja mi hombro con el suyo—.
Vamos. Háblame. Sabes mi secreto más oscuro. Me puedes decir los
tuyos.

Sonrío suavemente.

—¿Cómo sabías que era acerca del sexo? —Me estremezco cuando lo
digo, mis mejillas cada vez más calientes.

—¿Por qué otra cosa te pondrías roja ahora mismo? Y estoy en tus
diversiones. Galletas, caramelos, ¿siempre escoges la comida cuando 8

estás tratando de referirte a algo importante? —Le sonrío


tímidamente, pero no respondo. No puedo decirlo. Quiero hacerlo, la
pregunta está en mi lengua, pero no puedo—. Vamos Lamore —insta,
chocando mi hombro de nuevo

—Bien —digo nerviosamente—. Voy a preguntar, pero no te rías de mí.


Esta es una pregunta de chica, y no eres una chica.

—Obviamente —dice sonriendo.

Le golpeo el hombro de regreso y luego digo:

—¿Crees que una relación tiene una oportunidad si una pareja es


demasiado blanda para el otro?

—¿Blanda? —pregunta como si no supiera lo que quiero decir.

Asiento.

—Sí, como que a él le gustan las cosas pervertidas y a mí me gustan las


cosas vainilla. —No tengo ni idea de por qué cambié nuestros roles.
Edward era vainilla y yo quería ser la diosa maniaca. No me di cuenta
de que estaba retorciendo mis dedos hasta que Cole acarició mi mano.

—Detente. —Libera mis dedos cuando lo miro a los ojos—. Esto no


quiere decir que no pueda funcionar, pero también habrá una brecha
ahí para él. No lo notarás, pero no va a sentirse satisfecho tan
frecuentemente. Eso es un problema en cualquier relación. Y no es algo
que sea tu culpa. Es sólo la forma en que es.

—¿No crees que cambiaría? ¿Que podría ser más... vainilla? —Hay
desesperación en mi voz, como si supiera la respuesta antes de que la
diga. En algún lugar en el fondo de mi mente, ya sé que las cosas están
destinadas a fracasar con Edward. Es sólo que no quiero descartar un
buen hombre por algo que parece tan egoísta, especialmente si él está
satisfecho. Al mismo tiempo, tratarse de sexo blando para toda la vida
es algo que no tiene mucho atractivo.

Cole mira a un lado, y sacude la cabeza.

—Lo siento, pero no. Personas como esas tienden a ser apasionados y
quieren demostrarlo. También sale a la superficie en otras áreas de su 9

vida. Una persona que habla, actúa, y respira con pasión no va a


convertirse en un amante sumiso. No es lo que son...

Mirando fijamente a los ojos, hablo sin pensar:

—Una persona como tú.

Cole es un apasionado. Sabe de lo que estoy hablando. Mientras me


estaba diciendo lo que él pensaba, me doy cuenta de que está hablando
de sí mismo. Mi cara se ruboriza cuando me doy cuenta de lo que he
dicho. Sus ojos se fijan en mis labios hasta que aparto la vista.

Me sonríe.

—Una persona exactamente como yo. Escucha, Anna… — Alcanza mi


mano. Cuando cepilla sus dedos contra los míos, lo miro a los ojos. No
me toca por un tiempo. Esas cosas pequeñas aquí y allá. Levanto la
vista hacia él, y dice:

—Pienso que sólo estoy diciéndote lo que ya sabes.


Su voz es suave, sus ojos no se encuentra con los míos. Cole frota su
pulgar contra la palma de mi mano. No puedo dejar de mirarlo
fijamente. Mi corazón late con fuerza. No puedo controlar cuanto me
hace sentir.

—No cambies para nadie. Al final, no lo merece —dice y luego sonríe


de nuevo—. Además, privar al mundo de Anna Lamore sería un
pecado. Tendría que darle un puñetazo seriamente a este tipo en la
cara.

Sus palabras son tan inesperadas que resoplo y rio. Es un gran


graznido. Mis manos vuelan a mi boca para ocultarlo, pero mi cara se
pone rojo remolacha de todos modos. Cole se ríe, sus ojos de color azul
brillante e iluminados. La calidez de su voz me llena por dentro. Los
tonos ricos fluyen con tanta facilidad, con tanta confianza. Quiero lo
que tiene. Quiero sentirme cómoda en mi propia piel.

Cuando nuestros ojos se encuentran, me pregunto lo que está


pensando, lo que ve cuando me mira. Anteriormente, dijo que yo era
una niña, pero su mirada ahora dice lo contrario. La intensidad de sus 10
ojos me pone tan caliente. Una corriente pasa a través del centro de mi
cuerpo. No puedo apartar la mirada. Cole se apoya más cerca hasta que
siento su aliento a través de mis labios. Cada centímetro de mí está
vibrando. Deseo que me toque, sentir su palma contra mi rostro y el
sabor de sus hermosos labios.

Mi mirada se desvía a su boca. Parpadea lentamente, una vez, y sé que


se va apartar. Antes de que tenga la oportunidad, finjo que no pasó
nada, que no siento la atracción. Me apoyo en su pecho antes de que
pueda decir algo y descanso mi cabeza en su hombro.

La sorpresa me llena cuando los brazos de Cole se envuelven alrededor


de mí, tirando de mí apretadamente. Nos quedamos así por un largo
tiempo, cada uno de nosotros demasiado temerosos de movernos. Esta
es la primera vez que sé cuánto es el efecto que Cole Stevens tiene
sobre mí. Sacude mi corazón. El sueño me pilló por sorpresa, y no hay
nada que lo detenga.

Mi cuerpo ha reaccionado a él desde el primer día, pero me negué a


reconocerlo.
Después de unos momentos, nos separamos. Cole se baja hasta al suelo
y yo cierro mis ojos y me reclino en mi almohada. Retuerzo las mantas
entre mis dedos. Mi corazón palpita en mi pecho como si estuviera
asustada. Me sobresalto. Me gusta. Tengo una cosa por Cole. Cada
músculo dentro de mi tira con fuerza, mientras que mis dedos tiran al
borde del pánico.

11
Traducido por flochi

Corregido por beatrix85

A la mañana siguiente, me despierto lista para fingir que nada pasó, no


es que algo sucediera realmente. Solo se sentía como si así fuera. Cole
no está a mi lado en el suelo cuando me siento. Sus mantas están
dobladas sobre una silla. Me dejó dormir y está soportando a mis
padres solo. Rápidamente, me pongo mis pantalones vaqueros y una
camiseta sin mangas y me cepillo el cabello. A medida que me acerco a
la escalera, escucho la voz de mi madre. Se está riendo, junto con papá
y Cole.

Cuando llego a la parte superior de las escaleras, vacilo. Cole está


sentado con mis padres y parece que de alguna manera están teniendo 12
una conversación normal. Me quedo inmóvil, escuchando.

Mamá le dice a Cole:

—Entonces, ¿qué tal ésta? ¿Estaba retocada? —Empuja un papel en su


dirección. Cole lo alcanza y lo desliza hacia él mientras sorbe su café.

Asiente.

—Sí, las modelos en los anuncios tienen Photoshop, eso es como los
retoques, pero es más que eso. Todas éstas están manipuladas en
cierta medida. Los muslos reales no se ven así.

Mamá aparta el papel y lo mira de cerca.

—¿Cómo lo sabes? No puedo verlo. Y esta chica es tan delgada. Sus


muslos podrían realmente verse así.

Cole mueve negativamente la cabeza y toma el papel.

—Es mi trabajo. Hacemos esto todo el día. Igual Anna, y es muy buena
en eso. Pero a veces en las líneas de productos más baratas puedes ver
defectos, como… —Se pone a dar vueltas a las páginas. Luego de pasar
tres veces, se detiene y alisa la hoja impresa—, aquí. ¿Lo ves?

Mamá regresa el papel y su mandíbula se abre. Empuja las páginas


hacia papá, quien sonríe como si ya conociera todas estas cosas.

—Frankie, ¿viste esto? ¿Sabías que podían hacer esto?

—Sí. Lo han estado haciendo por años. Te dije que las mujeres de
verdad no se ven así. Eres hermosa y siempre lo has sido. No tienes
nada que envidiarle a estas ramitas, cariño. —Toma su mano mientras
habla. Siempre la ha adorado. Se miran el uno al otro.

Cole sonríe y alza la mirada, viéndome en la puerta. Se pone de pie y


cruza la sala.

—Buenos días, amor. ¿Puedo conseguirte el desayuno? —Me besa en la


mejilla y casi me caigo. Una voz dentro de mi cabeza se ríe
histéricamente y me instruye para que nunca más me vuelva a lavar la
cara. Me quedo mirando a Cole mientras toma un plato y lo llena con
panqueques y salchichas. Me lo da y agarra una taza de café—. Vamos. 13
Siéntate. Tenemos tiempo.

Me dirijo a la mesa. Nos sentamos juntos y comemos. La conversación


no deriva en lomos de ternera o bebés. Una sonrisa se extiende en mi
cara y no puedo ocultarla.

***

Es sábado. Para cuando regreso a mi apartamento, Emma ya se ha ido.


Me meto en la ducha y abro el agua caliente. Me quedo de pie ahí
dejando que me lave hasta que mi piel está adormecida. Hay tantas
cosas que quiero hacer, pero no sé por dónde empezar. Cole dejó la
casa de mis padres justo después de terminar el desayuno. Su chofer lo
recogió en un deslumbrante coche negro. Ofreció llevarme a casa, pero
no quería dejar mi motocicleta. Se lo agradecí y le dije que me quedaría
hasta más tarde.

Esta semana ha sido tan extraña. Si alguien me dijera que el hombre


que rompió mis sueños la semana pasada estaría pasando la noche
conmigo y protagonizando mis fantasías traviesas, no les habría creído.
Antes de irme a trabajar, llamo a Edward y le digo que quiero
encontrarme con él más tarde. Romper va a ser un asco, pero es
inevitable. No hay futuro para nosotros. Esto es lo más humano, incluso
si me ama. Sólo espero que lo entienda. No puedo cambiar por él, y él
no debería cambiar por mí. En alguna parte allá fuera, hay una chica
que es perfecta para él, y sé que no soy yo.

Me pongo un par de pantalones cortos y una camiseta. No me visto


realmente para el trabajo, pero no hay clientes hoy y hace un calor
demencial. Dejo mi motocicleta en el estacionamiento del otro lado de
la calle y me dirijo a Le Femme vía metro, luego hago el último tramo a
pie. Para cuando llego, mi lindo traje está empapado en sudor y mi
cabello está caído. Me veo horrible. Luego de empujar la puerta,
camino hacia el espejo, intentando rescatar mi aspecto, al menos un
poco. Sacando un pañuelo de papel, me seco el sudor de la cara. La
mayor parte de mi maquillaje se fue flotando varias manzanas atrás.

Pecas por el sol y mejillas sonrosadas me echan un vistazo. El brillo en


mi cara se niega a ser domado. Me paro allí por un segundo y miro el
pañuelo, preguntándome si debería siquiera molestarme. 14

—Hey. —Cole se acerca detrás de mí. Su voz suena suave al principio,


casi tímida—. Estás aquí. Y… um, vaya… Te ves…

Resoplo.

—Como un desastre. Dime que no hay clientes hoy. Por favor. No


puedo arreglar esto. —Hago un gesto hacia mi cara, la cual está
brillando otra vez en una manera como de “acabo de hacer pesas”.

Cole se apoya en el escritorio vacío de la Srta. Todd. Los músculos en


sus brazos se abultan. Su camiseta se aferra a su cuerpo y me doy
cuenta que no lo he visto vestido así antes. Se ve como listo para ir a la
playa, usando pantalones cortos y una camiseta. La oficina está más
calurosa de lo usual. Hay un brillo de sudor en su piel. Sonríe.

—No hay clientes. Vamos a estar editando todo el día. Y te ves bien, así
que no te preocupes.

Me rio.
—Sí. Buen intento, pero vi la manera en que te quedaste en silencio
hace unos segundos. —La manera en que me mira hace a mi estómago
dar un vuelco. Es como si verme hecha un lío desaliñado hace que me
guste más. Dejo de preocuparme por pequeñeces frente al espejo y
lanzo el pañuelo.

Se desliza fuera del escritorio y se acerca a mí.

—El aire acondicionado está teniendo problemas. Tendremos suerte si


eso no nos mata. Los chicos de la reparación estarán aquí más tarde
para trabajar en eso. Vamos. Vayamos a editar. —Inclina la cabeza y se
vuelve. Cole mete las manos en los bolsillos y lo sigo al estudio.

Unas pocas horas después, el sudor me está empapando. El aire


acondicionado ha muerto completamente y el chico de la reparación no
ha aparecido. Cole los llama y se asegura de que seamos los siguientes
en la lista, así que nos sentamos y esperamos. Dejo de editar y me
acuesto sobre el suelo frío de cemento. El sudor está chorreando en el
teclado de mi ordenador; se está tan enfermizamente caliente aquí. El
cemento se siente bien en mi nuca y piernas. Suspiro y doblo las manos 15
detrás de mi cabeza.

Cuando Cole lo nota, se acerca y se para encima de mí, con sus manos
sobre las caderas.

—Levántese, Lamore. Hay más trabajo por hacer, y estaremos hasta


mañana a este paso. —Me tiende una mano.

No la tomo.

—Debe hacer veinte grados aquí abajo. Deberíamos mover el


ordenador al suelo. De esta manera es mucho mejor. —Cuando no
tomo su mano, Cole ladea la cabeza y se pone las manos sobre las
caderas. Me pongo a reír. Se ve ridículo—. ¿Qué? ¿Vas a gritarme?
Hace como cien grados aquí. Además, estarías sentado en el suelo si
pudieras volver a levantarte. Ya sabes, sin usar ese botón alrededor de
tu cuello. —Cambio mi voz para imitar a la anciana de la televisión—.
¡Ayuda! ¡Me he caído y no puedo levantarme! —Mi risa oculta mis
palabras para cuando termino de burlarme de él.
Cole se mueve rápido. Cae de rodillas y aterriza a mi lado antes de
empezar una lucha de cosquillas que me provoca lágrimas en los ojos.
Sus dedos se mueven sobre mi piel resbaladiza. Estoy riéndome tanto
que no puedo respirar.

—Sí podría volver a levantarme —murmura con una sonrisa en su


rostro—. No soy mucho más mayor que usted, Lamore. De hecho, vas a
ser quien ruegue pidiendo ayuda para levantarse. —Me hace más
cosquillas. Mis piernas patean mientras intento rodar fuera de su
alcance. Me las arreglo para caer sobre mi estómago, pero me agarra
del tobillo y tira. Grito cuando mi camiseta se levanta. Frenéticamente,
mis manos pasan de la lucha de cosquillas, a intentar evitar que mi
camiseta revele mucha piel.

Cole se está riendo.

—Ríndase, Lamore. Ruegue por ayuda. —Bate sus ojos y dice en una
voz femenina:

—Me he caído y no puedo levantarme. —Sus dedos se mueven contra


la piel desnuda de mi cintura, mientras rio histéricamente. 16

Pateándolo, mi pie conecta con el costado de su cara por accidente. El


impacto es audible. No quise hacer eso. Sorprendidos, nos detenemos
por un momento. Su mandíbula cae, también la mía. Nadie ríe. Nadie
respira hasta que sonríe, diciendo:

—Vas a pagar por eso.

Antes de agarrarme, intento arrastrarme estilo cangrejo, pero Cole tira


de mi pierna y caigo sobre mi espalda. De repente se encuentra encima
de mí, sus manos intentando sujetar mis muñecas. Rodamos por el
suelo por un minuto, ambos con mucho más calor que cuando
empezamos hace unos minutos. El sudor se escurre por mi cara. Las
pequeñas gotas ruedan por mi cuello y entran en mi escote. Lo ojos de
Cole siguen el movimiento. Intento hacerlo caer de rodillas, pero
cuando baja, me sujeta el cuerpo al suelo, agarrando mis muñecas.

Estamos respirando con fuerza cuando tira mis manos y las golpea
hacia abajo sobre mi cabeza, estirándome. Mientras lo hace, nuestras
miradas se traban, y ahora mi camiseta se ha subido, revelando más de
lo que normalmente enseño. Siento la piel desnuda en mi estómago
contra su camiseta. Me hace sentir como si estoy cayendo. No quiero
que se detenga. No hay risas, sólo respiraciones entrecortadas
mientras nos miramos fijamente entre sí. Permanece sobre mí y no
puedo moverme.

Me siento perdida. Mi cabeza está nadando, atrapada en la neblina que


llega con estar drogada de risas. La manera en que me mira envía un
escalofrío a través de mi cuerpo. Lo siento moverse sobre mi cuerpo,
pero no me libera. No quiero que lo haga. Quiero saber lo que hará este
hombre apasionado, cómo trata a sus amantes. No puedo ignorar el
sueño que había tenido anoche en la casa de mis padres.

Cierro los ojos lentamente, y miro su hermoso rostro.

—¿Realmente tengo que rogar, Cole? —Mi voz es muy profunda, muy
sensual. Lo digo juguetona, pero no puedo conseguirlo. Mi voz me
traiciona y mi inocente pregunta suena a todo menos inocente. El calor
se apresura a mis mejillas, y se siente como si cada parte de mi sueño 17
estuviera pintado sobre mi cara. No respiro mientras lo veo, esperando
a que reaccione, pero no lo hace.

La expresión de Cole no cambia… su intensa mirada se oscurece, sus


labios se separan. No hay una sonrisa en su rostro. Ya no. Algo cambió,
un momento de coqueteo que se pasó del límite. Ambos lo sabemos. La
sujeción de Cole sobre mis muñecas se aprieta; sus ojos están trabados
con los míos. Su estructura más alta le permite tirar de mí ligeramente,
estirando mi cuerpo. Mis pechos se empujan contra su pecho duro.
Jadeo, deseando, queriendo algo que no puedo comprender. Cada
centímetro de mi piel se siente fría y caliente a la vez. Los labios de
Cole se encuentran justo encima de los míos. Quiero que los acerque,
que me pellizque, que saboree mi beso y que luego lo repita todo otra
vez.

El cuerpo de Cole está tenso, cada músculo perfectamente formado. Sus


costillas se expanden cuando intenta calmar su respiración. Puedo
sentir a su corazón latiendo cuando tira de mí. El movimiento lo hace
yacer sobre mi pecho. Sus ojos muy oscuros.
Susurra:

—Demonios, sí. Ruega por ello, Anna. Ruégame… —Sus labios están
tan cerca de los míos, pero no me besará. Me retuerzo debajo de él,
intentando cerrar las distancias, pero no me deja.

Antes de que cualquiera de nosotros pueda decir algo, el timbre de las


puertas principales suena. Nos separamos. Cole se pone de pie,
frotando sus manos a través de su cabello. Su espalda está hacia mí a la
vez que abandona el cuarto para dejar entrar al chico de la reparación.
No puedo leer la expresión de su cara, pero la manera en que se mueve,
la manera en que sus anchos hombros se inclinan mientras se aleja,
parece que lo lamenta.

Mi estómago da un vuelco. Me pregunto si lamenta no besarme, o


lamenta estar en esa posición conmigo. Nunca se lo preguntaré.

18
Traducido por magdys83

Corregido por beatrix85

Cuando Cole regresa, estoy trabajando en mi escritorio. Lo miro por el


rabillo del ojo. No se da cuenta. Cuando se sienta actúa de la misma
forma que lo hizo antes de nuestro revolcón en el piso. Mi estómago se
está retorciendo en nudos. Mirarlo me hace querer tocarlo, su hermoso
rostro, su cabello sedoso, así que vuelvo a mi computadora. La pantalla
brilla frente a mí. Edito fotografías hasta que ya no puedo ver. El
mundo se vuelve borroso y mis ojos escuecen. Cole me dice varias
veces que me marche, pero no quiero. El trabajo aún no está listo, y en
realidad, no quiero dejarlo. Quiero ver si hay algo más ahí. Si me va a
tomar en sus brazos cuando se haya editado la última fotografía, y las
19
computadoras se apaguen. Pero, no lo hace.

Hablamos como buenos amigos y nada más. Me he acostumbrado a su


voz, la intensidad de su mirada. La pasión arde dentro de él de una
forma que no podría haber imaginado. Cuando finalmente terminamos
el trabajo, montamos el elevador para bajar juntos al vestíbulo. Es
pasada la medianoche. Cancelé mi cena de la ruptura con Edward para
terminar el trabajo. Fue lo único bueno que resultó de quedarse hasta
tarde.

Cole está apoyado en la baranda de metal en el elevador. Sus ojos están


a un lado de mi cara. Tengo la cabeza hacia atrás contra la pared,
inclinada hacia arriba, con los ojos cerrados. Cada músculo de mi
cuerpo duele. Entre el calor y el número de horas que he estado
despierta, apenas puedo estar en pie. La idea de caminar y después
tomar varios trenes para llegar a casa nublan mi pensamiento.

Finalmente él rompe el silencio.


—No deberías ir a casa esta noche. —Sus palabras descienden en mí.
Me pregunto si estoy alucinando cuando abro los ojos y lo veo. Me está
mirando fijamente, actuando como si hubiera dicho algo
absolutamente sensato.

Sé lo que quiere decir, pero sonrío y débilmente digo:

—¿Vale, Cole? ¿A dónde debo ir? —Cambio mi peso al otro pie. No


puedo verlo. No quiero cualquier esperanza que está llenando mi
pecho. Me está diciendo que me desea, que le gusto, que va a actuar en
consecuencia. La golpeo abajo, y la meto en el armario en el fondo de
mi mente.

Él apoya un brazo por encima de mí. Inclinando mi cara hacia arriba


para verlo, dice:

—Ven conmigo a casa. Puedo decir que estás exhausta…

Lo miro fijamente. Mi corazón está martilleando. No puedo decir lo que


está pensando, lo que está ofreciendo. Voy a lo seguro. Sacudiendo mi
cabeza, digo: 20

—No pasa nada. El metro no está tan lejos y voy a estar en casa en
menos de una hora…

Su mano ahueca mi cara.

—Mi casa está a menos de diez minutos de aquí. Piénsalo. En quince


minutos puedes estar en una ducha caliente, en treinta puedes estar
relajada con los pies en alto. —Toma un mechón de cabello y lo mete
detrás de mí oreja—. Vamos, Lamore. No puedo despedirte en las
calles. ¿Qué pasa si alguien te acosa?

Lamore. Puso esa distancia aquí, como si fuéramos amigos, pero está
metiendo el cabello detrás de mi oreja y está parado muy cerca para
eso. No entiendo que está haciendo. Es como si me deseara, pero aún
no se comprometiese con la idea.

Mi voz es suave.
—Oh, ¿y no querrás? —Río, pero suena hueco. Me digo a mí misma que
es porque estoy cansada. No tiene nada que ver con tomar malas
decisiones basadas en la libido en un elevador.

Se inclina más cerca, sus labios casi rozando los míos. Cuando habla, su
cálido aliento se desliza a través de mi boca.

—No a menos que quieras que yo…

Nuestros ojos se traban. Es la primera vez desde que cualquiera de los


dos dijo algo, hizo alguna indicación de… ¿de qué, Anna? Mi monja
interior está golpeándome sobre la cabeza con una regla. Él es muy
viejo. Es muy salvaje. No es nada de lo que quiero, nada de lo que
necesito. Cole Stevens es pecado cubierto de chocolate y necesito a
alguien estable, como la fibra. Mi mente destella hacia Edward, a la
vainilla, el bueno confiable de Edward.

Le sonrío dulcemente e inclino mi cabeza contra la pared.

—No puedo. —Me escucho decir—. Tengo que ir a casa y empacar. Se


supone que tenemos que dejar Long Island mañana y no he empacado 21
nada. Y hay algo más que tengo que hacer. Es importante. —Estoy
mordiendo mi labio inferior. Sus ojos fijan su atención en el
movimiento.

Cole asiente, diciendo:

—Ya veo. —Retrocediendo, desliza sus manos en los bolsillos.

Me doy cuenta de que suena como que me estoy escabullendo. Estiro el


brazo y toco su hombro. Baja la vista hacia mi más cautelosamente que
antes.

—Cole, en verdad tengo algo que hacer. Necesito terminar con mi


novio. No puedo irme por tres meses y darle falsas esperanzas. Se
supone que lo haría esta noche. —Lo miro fijamente a los ojos,
pensando: pero quiero quedarme contigo y aquí estas ofreciéndote y yo
diciendo que no. ¿Qué diablos me pasa?

—Sólo te estaba ofreciendo una cama por esta noche —dijo, como si no
significara nada, como que no significa nada. El elevador da repique de
que estamos en la planta baja. Las puertas se abren y salvan a Cole de
conseguir ser abofeteado. Quiero gritarle. Quiero que deje de jugar y
me diga lo que piensa, pero se aleja con pasos largos. Cuando salimos
del edificio agarro su brazo. Se detiene y me mira.

—Dime lo que quieres. —Ahí. Se lo digo. Sin rodeos. Mi corazón está


golpeando en mis costillas y siento que no puedo respirar.

Asiente, sonriendo, y sigue caminando hacia el coche negro


estacionado en la cuneta. Lo sigo. Las emociones están fluyendo a
través de mí en un torrente exasperante. No sé exactamente lo que
quiero de él o lo que espero que diga, y cuando responde puedo
escuchar la oscuridad en su voz advirtiéndome que me aleje.

—Señorita Vainilla, no deberías decirme esas cosas. No te gustará a


donde te va a llevar.

Para el momento en que abre la puerta del coche, vuelve a ser un feliz y
despreocupado Cole. Se ve apático, como si no se preocupara por mí de
una forma u otra, pero sus ojos cuentan otra historia. Sus ojos tienen
cerca de veinte años más que los míos, y han visto cosas que los míos 22

nunca verán. Como si la mancha de alma que brilla a través hubiera


sido apagada y reemplazada con un Cole que conoce el mundo y sabe
que no existe un futuro para nosotros. Mi estómago cae hasta mis
zapatos. No me gusta ese mundo.

Antes de que se deslice en el coche, me mira y dice:

—Ultima oportunidad. —La manera en que me mira deja claro que es


una invitación a su cama, no a su casa.

Algo acerca de la manera en que lo dice suena como el rollo de una


noche. Mientras que Cole puede ser increíblemente caliente, yo no soy
esa clase de chica. Niego con la cabeza. Mi voz es dulce.

—No hago lo de una noche. Lo siento. —Antes de que pueda decir algo
más, giro en mi tacón y me alejo.
Traducido por Selene1987

Corregido por LulaaMaddox

El sol fluye por la habitación. Cubro mi cabeza con una almohada.


Quiero volver a dormir, pero no puedo dejar de pensar en Cole.
Señorita Vainilla. ¡Ja! Si él supiera. Respiro profundamente y
finalmente decido levantarme. Son un poco más de las seis de la
mañana. Oigo a Emma en la cocina. Cuando entro la veo vestida con su
uniforme de trabajo, sorbiendo una taza de café. 23

—Hola —digo más bien aturdida.

—Vaya, mira quién está en casa. Edward te estaba buscando.

Asiento con la cabeza.

—Sí, tuve que trabajar hasta tarde anoche. —Me mira por encima del
borde de la taza—. Le dije que viniera en un par de horas.

—¿Así que el nuevo jefe es un grano en el culo?

Me encojo de hombros.

—Quizás un poco. —Tomo una taza y la lleno de café. Siento sus ojos
en mi espalda mientras lo hago y empiezo a preguntarme en qué está
pensando—. ¿Por qué lo preguntas?

—Oh, no lo sé. —Parte un trozo de tostada por la mitad y me ofrece un


trozo de su desayuno. Lo acepto—. Te tiene trabajando a horas
extrañas, te está arrastrando a la Isla de nuevo, y no voy a verte el resto
del verano. Es un grano en el culo, Anna. —Se ríe, mientras se da la
vuelta y coloca su taza vacía en el fregadero. Mirándose en el espejo,
comprueba su maquillaje y se dirige a la puerta. Grita:

—Llama de vez en cuando para saber que estás a salvo. Tu jefe me da


escalofríos.

—Claro —contestó y la puerta se cierra de golpe.

Miro su tostada. Algo me molesta, algo que dijo, pero no sé el qué.

Ignorando la sensación, salto a la ducha. Me tomo mi tiempo para


vestirme y luego recojo. Cuando abro mi cajón de picardías, me
pregunto si debería llevar alguno. Lo que Cole sugirió anoche me mató.
Un rollo de una noche. Cierro el cajón con fuerza. De ninguna manera
me acostaré con él. Sea lo que sea lo que pensé que ocurrió, no fue así.
Así de simple. Me ve como un rollo y nada más.

Suena el timbre de la puerta, e interrumpe mis pensamientos. Camino


hacia la puerta diciéndome que esto es necesario, pero cuando abro la
puerta, Edward está ahí de pie con un gran ramo de rosas amarillas. Mi
boca se abre formando una pequeña “O” y no puedo hablar. Me siento 24
como una escoria. Me entrega las flores. Le sonrío con tristeza, pero él
malinterpreta mi emoción como algo bueno.

—Hola, cariño. —Besa mi mejilla y me empuja hacia el apartamento—.


Recuerdo que decías que te encantan las rosas amarillas, y bueno,
pensé que como ibas a estar fuera un tiempo, podrías llevártelas
contigo para acordarte de mí.

Mirando a las flores, digo:

—Edward… son encantadoras. Gracias, pero…

Él se vuelve y me mira. Cogiendo las flores de mis manos, las coloca en


la parte superior de mi maleta en el pasillo, antes de llegar hasta mí.
Coloca sus brazos sobre mi cintura y me empuja hacia él. Me siento
como si abrazara una anguila. No puedo reunir la fuerza para fingir
más. Esta relación ha perdido su curso y quiero salir.

Él sonríe, y se vuelve, diciendo:

—Emma tiene un jarrón aquí. Dijo que podrías llevártelo contigo…


—Edward, para. —Pero no se detiene. Sonríe como si fuera feliz,
ignorando totalmente que mi humor no coincide con el suyo. Me alejo
de él, pero él se aleja para coger el jarrón. Le sigo a la cocina—. Por
favor, para. Tengo que contarte algo. —Mi voz es demasiado alta,
demasiado brusca.

Él se pone recto y se vuelve para mirarme. Sus ojos me barren y menea


su cabeza como si se hubiera perdido algo.

—Oh, lo siento, cariño. No lo había visto antes. Estás agitada porque


vas a echarme de menos. —Acercándose a mí, coge mis manos entre
las suyas y dice:

—Te quiero, cariño. No será demasiado tiempo. Podemos…

Le corto:

—Esto no está funcionando. —Dejo escapar mientras retiro mis manos.

La manera en la que entró por la puerta y siguió hablando hace que sea
muy difícil para mí decir nada. Me doy cuenta DE que sigue
haciéndome lo mismo: cuando intento hablar, habla por encima de mí. 25

Es como si intentara controlar la relación para evitar que se termine.


Pero después de haberle gritado, creo que estoy equivocada. Edward
parece como si le hubiera golpeado con un sartén.

Sueno compungida.

—Me gustas de verdad, pero creo que no encajamos. Somos muy


diferentes en muchos sentidos, y no lo suficiente en otros. A la larga,
ambos nos arrepentiremos. No puedo hacerte eso. Creo que
necesitamos tomarnos un tiempo para…

—Ver a otras personas. Claro, ¿por qué no? —Se encoge de hombros,
sonando enfadado. Sus dedos se centran en un puño y parece como si
quisiera golpear la pared, pero no lo hace. En lugar de eso respira
profundamente e intenta sacudirse la ira que se forma dentro de él.
Jamás le he visto tan enfadado. Jamás pensé que lo tendría.

Levantando su cabeza, se vuelve hacia mí.

—Sólo dime por qué.


—Ya lo he hecho —le digo. Me siento nerviosa y no sé por qué. Algo de
él me hace dar un paso atrás—. No nos haremos felices mutuamente.
Tú eres vainilla, Edward, y yo soy pegajosa. Tú mismo lo dijiste…

Se acerca a mí, con las manos hacia fuera.

—Cariño, dije que podría cambiar eso por ti. Podría…

—No, no puedes. No puedes cambiar quién eres, lo que quieres, lo que


te excita. No somos iguales, Edward. Jamás lo seremos. No está
destinado a ser. —Se queda de pie en silencio, completamente
sorprendido—. Lo siento —le digo.

Edward inclina la cabeza, pero no dice nada mientras se dirige a la


puerta. Me siento fatal. El nudo de mi garganta hace que no pueda
tragar. Quiero decirle algo, consolarle, pero eso solo lo empeorará.

Antes de abrir la puerta, se vuelve y me mira.

—Podríamos haber sido geniales, ¿sabes? Podrías haber aprendido a


apreciar lo que yo te quiero.
26
Le miro durante un momento, y luego digo:

—Pero quiero más que…

Me mira.

—¿Así que hay alguien más?

Demonios, no, no hay nadie más. Siento burbujas en mi interior, pero


meneo la cabeza y digo:

—No, no estoy viendo a nadie más. No me estoy acostando con nadie


más. Hemos sido tú y yo todo este tiempo y ni siquiera hemos tenido
sexo ni una vez. Cada vez que estoy contigo, siento que no me quieres,
que no soy lo suficientemente buena para ti. —Tengo miedo de decirle
cuánto más quiero, cuánto más necesito. No lo sabe, pero creo que lo
sospecha—. Ya no puedo hacerlo más. Ya he tenido esta relación antes.
No termina bien.

Parpadea lentamente. La tristeza se desvanece de sus ojos. Su mirada


se encuentra con la mía y dice:
—Te quiero, Anna. Siempre lo haré.

—Entonces déjame marchar.

27
Traducido por Veroonoel

Corregido por LulaaMaddox

En el momento que estoy manejando hacia el este en mi moto, estoy de


un humor horrible. Edward no tomaría un no por respuesta. Está
convencido de que debemos estar juntos, que el destino nos reunirá.
Terminé siendo más dura de lo que quería. Tomé sus hermosas rosas,
las metí en sus brazos, y lo empujé fuera de la puerta. Literalmente lo
eché. Me dio su amor y lo lancé hacia fuera como basura.

Desearía que hubiera tráfico, algo que me distraiga mientras conduzco,


pero las carreteras están bastante vacías. Cuando llego al final de la
autopista y se convierte en caminos rurales, es estéril. No hay ningún
otro vehículo a la vista. 28

Sigo las instrucciones de Cole y me detengo en una casa frente a la


playa que se ha convertido en su estudio. En el exterior está el letrero
de “Le Femme”, pero los colores son diferentes: rosa caliente y negro.
Su estudio en Nueva York es azul pálido y gris. Me pregunto por qué
este es diferente, pero no le presto mucha atención. Diferentes lugares
pueden tener diferentes colores. Además, ¿qué se yo? Le Femme es su
negocio, no el mío, y si él piensa que tiene sentido renombrar su
estudio, no tiene nada que ver conmigo.

Estacionando mi moto a un lado de la casa, me bajo y me estiro. El aire


es cálido y acogedor. El sonido del océano llena mis oídos. Ver a Cole
luego del evento de esta mañana con Edward es demasiado. Mis
emociones están en sobre marcha y no las puedo contener. Me siento
como si mis ojos me van a traicionar y las lágrimas brotarán en
cualquier momento.

No, no puedo ver a Cole. No aún. Así que dejo el casco en la moto y
camino hacia el agua. El sonido del mar rompiendo en la orilla me
calma. Cole es tan afortunado de tener este lugar. Viviría aquí todo el
año si tuviera un lugar como este. Está aislado, pero es parte de una
pequeña ciudad fuera de la aldea de los Hamptons1, o como quieras
llamarlos. ¿Municipios? De todas maneras, es perfecto. La ciudad en sí
se siente como un pedazo de Nueva Inglaterra Americana. Es
pintoresca. Agrégale la casa y es un sueño. Me siento en la arena, y
miro las olas rompiendo en la orilla. El viento azota mi cabello,
separando pequeñas hebras que flotan por su cuenta. Mi mente se
despeja luego de unos momentos y me siento un poco mejor.

—Es hermoso, ¿no? —fluye su voz por encima de mi hombro, enviando


un escalofrío por mi espalda. Me doy la vuelta, dando una respiración
profunda. Cole está mirando las olas como si pudiera haber sirenas allí.

—Sublimemente así —respondo suavemente. Me pregunto cómo Cole


puede actuar como si nada hubiera pasado anoche, pero lo hace. Me
hace preguntar si lo malinterpreté, si realmente me estaba ofreciendo
sólo una habitación de huéspedes.

—Ah, y ese es el tipo de belleza más fascinante. ¿No es así? —Cole está 29
de pie, descalzo, a unos pasos de mí.

Me ofrece su mano, pero no la tomo.

—Vamos, Lamore. Déjame mostrarte los alrededores. —Pone sus


manos en sus bolsillos de nuevo y mira al océano una vez más antes de
darse la vuelta hacia la casa. Se aleja de mí antes de que pueda
levantarme. Me levanto de un salto y lo sigo dentro.

El exterior del estudio luce como una pequeña casa de tejas grises y
ribetes blancos al estilo Cape Cod2. Es perfecta. Pasamos a través de
las puertas corredizas de vidrio que conducen a la playa.

Cole dice:

1 Los Hamptons: Son un grupo de villas y aldeas al este de Long Island, Nueva York. Contiene
algunas de las propiedades más caras de los Estados Unidos.

2Cape Cod: Es un estilo de casa originaria en Nueva Inglaterra en el siglo XVII. Se caracteriza por
ser un edificio de poca amplitud y de media altura, con un techo empinado de aguilón (tejas), una
gran chimenea en el centro y poca ornamentación.
—El estudio tiene varias habitaciones. Hay una sección de invitados
con ropa de cama completa. Cada habitación tiene un baño privado. —
Y lo hace. Mientras echamos un vistazo en las habitaciones vacías, Cole
me muestra las exclusivas terminaciones con azulejos de mármol y
lámparas blancas. Es tan suave y femenino. Desearía tener un baño
como este. Es completamente perfecto. Cole no se olvidó de nada.

Me mira y me dice:

—El personal recibe estas dos habitaciones y el resto son para clientes
que necesitan quedarse por la noche. Algunos querrán volar o
necesitan la sesión en la tarde. La asistente se encargará de supervisar
todo eso, así que no tienes que preocuparte por eso. —Antes de que
pueda preguntar algo, está caminando de nuevo. Dejo de mirar la
habitación y lo sigo.

Cole me lleva a una habitación que aún huele a pintura.

—Esta es la habitación de grabación. Los electricistas se atrasaron, por


eso no está lista aún. Eso retrasa un poco las cosas. Las luces estarán
ahí y ahí. Las unidades adicionales pueden ser colocadas en esos 30

intervalos. —Me muestra la habitación, y está hablando de diseño, pero


no entiendo lo que está grabando.

El montaje es similar a su estudio en la ciudad, pero es diferente: más


pequeño y más elegante. Los conjuntos tienen más detalles, más
colores. Un set es de color rosa sólido como la soda de fresa. Tiene una
ligereza, y se siente femenino y seductor al mismo tiempo.

Camino a través de él y toco las mantas de terciopelo, y luego el papel


flocado en las paredes. Hace que se me caiga la mandíbula. Me doy
cuenta de las cosas a medida que caminamos alrededor. Luego de ver
la sala de grabación, Cole me muestra la oficina en la que estaré
trabajando y cuál será mi computadora. Todo es rosado y negro. La
decoración no coincide con su otro estudio. Su marca es notoriamente
diferente, como si estuviera tratando de hacer algo diferente aquí, pero
por mi vida, no puedo decir qué.

Finalmente pregunto:
—¿Qué es este lugar, Stevens? Tiene el nombre de tu estudio, pero no
es tu marca. ¿Qué pasa?

Se apoya en el mostrador de recepción y cruza los brazos sobre su


pecho.

—Es una nueva división de Le Femme, una división que estoy


poniendo a tu cargo. —Me mira por debajo de las pestañas oscuras,
esperando mi reacción.

—¿Qué? —Respiro, volviéndome hacia él. ¿Habla en serio? No puede


ser. Soy una interna, lo que hace su sugerencia loca.

—Estoy intentando algo nuevo. Esa es la razón por la que quería que tú
tomaras la pasantía conmigo y no con Sottero. He mantenido un
seguimiento sobre ti por un tiempo, viéndote convertir en la artista
perfecta para trabajar aquí.

Mis cejas se arrastran hacia arriba de mi cara mientras habla. No


ignoro el hecho de que me ha estado mirando, pero no puedo superar
lo obvio. 31

—Pero soy una interna —farfullo.

Me mira como si estuviera loca.

—¿Y? —Se encoge de hombros—. ¿Eso es malo porque…?

—Porque soy muy joven para ser confiada en algo como esto.

Una ceja oscura se levanta. Sacude su cabeza.

—¿Quién lo dice? ¿Tú? ¿Me estás diciendo que no querrías esto? ¿Que
no lo podrías hacer?

Mis ojos se estrechan. Me pregunto qué juego está jugando, si esto


tiene algo que ver con la noche pasada o si sólo me quiere hacer llorar.
Me siento muy emocional hoy. No puedo lidiar con sus bromas, no
luego de todo lo que ha pasado.

—No me molestes sólo porque puedes. No todos nacimos con una


cuchara de plata en nuestras bocas. Un trabajo como este me
importaría…
Me interrumpe.

—Ni siquiera sabes de qué es el trabajo. —Es presumido—. Así que no


vayas tirando la mierda de la cuchara de plata. Y para tu información,
este estudio provino de mi propia sangre, sudor y lágrimas y de nada
más. Ambos estudios.

Me río. Mis brazos se pliegan sobre mi pecho defensivamente.

—Sí, claro. El fondo fiduciario del bebé debe haber tenido dificultades
instalando todo esto. —Hay algo de mi voz cuando hablo de nuevo.
Dice no jodas conmigo y Cole lo siente—. Cada cosa que tienes te fue
entregada por tu nombre y tu fortuna. No me hables de sangre, sudor y
lágrimas. Esas son cosas que tú no entiendes. Los ricos son frías
serpientes maquinadoras, jugando juegos por la eternidad, tratando de
burlarse de todos a su alrededor, pero al final pierden, siempre
pierden, porque descubren que nunca tuvieron a alguien que no los
amara por su dinero. —Cuando he terminado, mi cuerpo está cerca de
temblar. Por alguna razón esto se siente increíblemente personal.
Estabilizándome a mí misma, me doy cuenta que es por mi abuela y el 32
efecto que ha tenido en mi familia.

La ceja de Cole se levanta más y más alto mientras hablo.

—¿Así que piensas que conoces mis motivaciones?

—No dije eso. —Quiero decirlo que ya lo he descubierto, que es como


el resto de ellos, pero sé que no es verdad. Hay una pieza que no encaja.
Tratar de descubrir a Cole es como tener un puzle con muchas piezas
perdidas. Tengo una idea de lo que hay ahí, pero sin esas piezas, nunca
podré ver la imagen completa.

Está en silencio, mirándome mientras hecho humos. Finalmente dice:

—¿Qué quieres, Anna?

Quiero que me quieras. Quiero tus brazos alrededor de mi cintura, tu


mano en mi mejilla. Quiero sentirte contra mí. Te quiero a ti… No digo
ninguna de esas cosas.

Respiro fuerte, y miro hacia otro lado.


—Sólo dime qué quieres de mí. He sido molestada lo suficiente como
para toda una vida.

Me mira como si estuviera evaluando algo. Su expresión no se puede


leer. Mira hacia abajo y dice:

—Está bien. —Nuestras miradas se encuentras cuando mira hacia


arriba—. Quiero que dirijas este estudio. Mi intención es pasar el
verano contigo, enseñándote cómo. En el otoño, volveré a la ciudad y
nos pondremos al día un par de veces al año cuando examinemos
información fiscal. Como dije, te he estado vigilando por un tiempo.
Tienes las habilidades que se necesitan para esto.

Lo miro. Sigue escondiendo algo, un detalle pertinente. Aún no sé qué


está grabando allí, así que pregunto:

—¿Qué tipo de estudio es este?

—Boudoir.

—¡Cole! —Estoy gritando y no sé por qué. Es mi trabajo ideal, pero en


vez de fotografiar novias, fotografiaré mujeres desnudas. Lágrimas 33

pican mis ojos, pero parpadeo. Me doy la vuelta hacia él y se desliza del
escritorio. Golpeo mis manos en su pecho—. ¿Cómo me pudiste hacer
esto? ¡Me ofreciste todo lo que quiero y todo lo que dije que nunca
haría! —No es algo que me debería hacer llorar, pero estoy hecha un
lío. Lágrimas corren por mis mejillas y no las puedo detener.

Los dedos de Cole se envuelven alrededor de mis manos, manteniendo


mis palmas de empujarlo de nuevo.

—¿Por qué estás llorando? Pensé que estarías feliz. Te gusta aquí. Tu
familia está cerca. No estarás sola. Y el estudio…

Intento dar un tirón a mis manos, pero no me deja. Siento el ritmo de


su corazón en su pecho. Lo miro.

—El estudio es perfecto. Es hermoso, pero quiero fotografiar novias,


¡no pechos! ¡No puedo hacer esto! ¡No puedo!

Tiro todo. La maldita Sottero me jodió. Puedo ver el comienzo y el final


de mi carrera en este edificio. Aunque no me molesta fotografiar
modelos, no quiero hacer esto por siempre. Se supone que Le Femme
es un paso. Se supone que Cole me enseñaría. Sé que tiene habilidades
que Sottero no.

—Escucha —me dice bruscamente, apretando su agarre en mis manos.


Hace que mi pánico acelere hacia abajo—. No creo que estuviera
equivocado. Puedes hacer esto. Tienes las habilidades. Sólo tienes tu
cabeza metida en esta fantasía de fotografiar bodas. ¿Por qué? ¿Por qué
te importa tanto fotografiar novias?

—Porque ese es el momento más romántico de sus vidas. Es el más


importante.

—¿Y este no lo es?

—¡No! ¡No lo es! Estas son fotos de por favor fóllame. Ni siquiera es
arte. Cole, el hecho de que tú…Deja caer mis manos como si lo hubiera
quemado y sacude su cabeza. Se aleja de mí y corre sus manos en su
pelo.

—¡Anna! —Su voz retumba. Cuando se da la vuelta, sus ojos azules 34


están furiosos. Lo he insultado. Su mandíbula se retuerce como si
quisiera decir cosas que está aguantado. Finalmente dice:

—Si puedes ver que esto es arte, si puedes ver que esto es romántico e
importante, ¿puedes hacerlo? ¿Puedes intentarlo?

—No hay manera de que pueda llegar a decir eso.

Se ríe y sacude su cabeza.

—Eres un dolor en el culo. Sólo di sí o no. Si puedes ver que es arte, ¿lo
harás?

Su risa me desarma un poco. Asiento con la cabeza y doblo los brazos


sobre mi pecho.

—Sí. Ahora, por favor pruébame que no has jodido mi vida sin
posibilidad de reparación. Muéstrame los artísticos pechos para que
pueda rogarle a Sottero por una segunda oportunidad el próximo año.

Cole gruñe, acercándose a mi cara.


—A la única persona que le rogarás por algo será a mí.

Mi corazón late con fuerza. No puedo respirar. Quiero darle un


puñetazo. Quiero darle un beso. Este arrogante bastardo piensa que
voy a creer todo lo que dice, y dice que hizo este lugar para mí. No
puedo dejar que se meta bajo mi piel así, pero ya está ahí.

Me inclino más a él y respiro.

—Nunca te rogaré por una sola cosa.

35
Traducido SOS por Fanny

Corregido por LulaaMaddox

Cole me evade por el resto de día. Probablemente no tiene idea de


cómo probarme que este estudio es artístico. Estoy sentada en mi
nuevo cuarto, sobre mi cama, con mi cabeza contra la pared. Es un
pequeño cuarto de invitados fuera del pasillo principal.

Una chica envuelve sus dedos en mi puerta y la empuja.

—¿Hola? —dice. Una masiva cantidad de cabello rojo se ve alrededor


de la puerta con un sorprendente pálido y bonito rostro en el centro.
Ojos imposiblemente verdes parpadean hacía mí—. ¿Tú eres Anna?

Asiento y me arrastro al borde de mi cama. 36

—Sí. ¿Puedo ayudarte en algo?

Ella camina dentro del cuarto.

—Soy Regina Davenport. Soy la asistente del Sr. Stevens. Escuché que
eres la nueva interna, bueno, la única interna.

Confundida, pregunto:

—¿A qué te refieres?

Ríe:

—Lo siento. Pensé que era de conocimiento común. Cada año Le


Femme toma una interna, y cada año esa interna renuncia antes de que
termine. Usualmente, Sottero las levanta y molesta al Sr. Stevens.
Nunca lo hemos visto en términos de hablar con alguien internando
después de tanto tiempo.

Mi boca cuelga abierta.


—Sólo ha pasado una semana.

Sus cejas se elevan:

—Sí, como dije, un largo tiempo en internolandia. —Duda y luego


pregunta tímidamente:

—¿Es verdad? ¿En verdad vas a manejar esto si terminas el internado?


O sea, parece un buen trato, asumiendo que puedas tolerar a Stevens…

Asiento lentamente.

—¿Persigue a las otras internas? ¿Cómo?

Regina mira hacia la puerta como si no debiera estar hablando, pero es


la única persona a la que he visto hoy que es casi de mi edad. Sé que
estaremos trabajando juntas si me quedo aquí y ella también. Sonríe.

—Sólo es difícil llevarse con él. Tiene sus propias ideas sobre cosas y si
las tuyas no se alinean, bueno, no hay futuro para ti aquí. Pero te
ofreció esto, así que debe respetarte muchísimo.
37
No sé qué decir, así que asiento. Dice:

—Te está buscando. Dijo algo sobre un trabajo de arte que mostrarte.
Le dije que iba a checar, que pensaba que estabas durmiendo. ¿Qué te
gustaría que le dijera?

Me está protegiendo de él. En realidad no entiendo por qué. Ni siquiera


la conozco. Un pensamiento se me ocurre y lo dejo salir.

—¿Estás tratando de asegurarte de que no me vaya?

Sonríe como si fuera culpable y asiente.

—Una chica tiene que hacerse su vida, Srta. Lamore. Y es mucho más
bonita allá afuera que en Manhattan. Sin desplazamientos. ¿Se
imagina?

Finalmente lo entiendo.

—¿Serías la asistente que se quede aquí, conmigo?

Asiente, sintiendo, esperanza fluyendo de sus ojos.


—Ese es el plan, señora. Entonces, ¿qué debería decir?

—Dile que estaré ahí. Y Regina…

—¿Sí?

—No me llames señora. Soy más joven que tú. Y si me hablas como si
fuera una persona vieja, de verdad voy a volverme loca.

38
Traducido SOS por Isa 229

Corregido por beatrix85

Cole reduce el coche y acelera duro mientras entramos en el tráfico de


la autopista. Los estrechos faros disparan luces de largo alcance en la
oscuridad mientras nos dirigimos por las carreteras secundarias. Me
pone nerviosa conducir a la civilización. No hay nada alrededor por
kilómetros. Parece ser un camino de abducción alienígena. La mirada
de Cole sigue moviéndose hacia mí y me pone muy nerviosa. No puedo
decir lo que piensa. La parte enferma de mi mente se pregunta si me va
a llevar a los campos de fresas para matarme. Mi dedo meñique se
levanta hacia la manija de la puerta mientras bajamos la velocidad.

Sacudiendo la cabeza, sonríe. 39

—Dios mío. Señorita Lamore, sólo salta. Si de verdad crees que voy a
matarte, por favor salta ahora antes de que realmente lo haga.

Frunzo el ceño.

—Yo no…

—Es así. Tu cuerpo entero se está ciñendo tan estrechamente que


podría... bueno, no importa lo que podría hacer. Puedo decir que no
confías en mí. —Su voz es fría como si lo hubiera ofendido. Después de
un momento pregunta—. ¿Te importaría decirme por qué? ¿Qué he
hecho para justificar esta reacción de tu parte?

Mordiendo mi labio inferior, no estoy segura si quiero contestar. Sigo


enojada con él, pero me encuentro diciendo:

—Realmente no te conozco y no sé dónde estoy.

Me mira con el rabillo del ojo. Su agarre se aprieta en el volante de su


Porsche.
—Estás al norte del estudio, cerca de la autopista, con un hombre que
valora tu reputación y no lo desperdiciaría en arrojar tu cuerpo en el
campo de un granjero, sin importar cuánto le irrites.

—¿Yo te irrito? —Me río. Doblo mis brazos sobre mi pecho para
asegurarme de no estremecerme y alcanzar la puerta otra vez.
Murmuro algo sobre los agricultores y las horcas.

Sonríe, mirándome con el rabillo del ojo. Después de un momento dice:

—Entonces, Señorita Vainilla… —Mi estómago cae cuando me dice eso.


Me trae el sueño y cada sensación prende fuego a mi cuerpo, rogando
por su toque. Me pongo rígida. Cole me echa un vistazo y continúa:

—Dime por qué te opones tan detestablemente a las bellas artes


nudistas. Encuentro eso irónico, ya que afirmas ser una artista y todo.

Me está tendiendo una trampa. Lo sé, pero respondo de todas formas.

—No soy Señorita Vainilla, listillo, así que deja de llamarme así. —
Estoy callada por un momento, tratando de ponerlo en palabras—. En
cuanto a los desnudos, creo que pertenecen a las pinturas, no a las 40

fotografías. Desnudos en fotografía generalmente es igual a


pornografía.

Se ríe, una risa profunda en una ráfaga corta.

—¿En verdad crees eso? —Asiento con una expresión seria en la


cara—. Entonces eres una hipócrita, Lamore. No puedes ser un artista y
sólo valorar un medio y hacer caso omiso de los otros.

—No lo hago —digo tranquilamente. Estoy con mis manos en mi


regazo, mirando al mundo pasar zumbando. El pie de Cole es pesado
cuando está irritado. Parece que tengo fácil acceso a los botones de sus
locuras y parecen estar siendo golpeados como una máquina de
escribir esta noche—. No es el medio. Es el contenido.

—¿Pero el mismo contenido está bien en una pintura?

Asiento.
—Sí. Botticelli era un artista. Heffner es un pornógrafo. Nadie se
masturba mirando a Venus en una concha.

Su voz se carga de emoción.

—Los chicos se tiran todo tipo de cosas, así que eso no debería ser tu
criterio para algo. En cuanto a tus factores de identificación de lo que
es arte y qué no, dime… ¿Qué hace al arte? ¿Puedes definir eso?

Lo pienso por un instante. Lo sé en mis entrañas. Lo sé cuándo lo veo.


Mis labios se abren y le digo:

—Es arte cuando es evocador, cuando puede transportar emociones y


sentimientos al espectador. Una idea… o un ideal.

—¿Y la sensualidad no cuenta?

—No. Bueno… —Pienso en ello. La sensualidad no es mi problema. No


estoy segura lo que es. Niego con la cabeza y sin mirarlo digo:

—Sí, cuenta. —Cole esta silencioso con una expresión de sorpresa en


su rostro. Miro por la ventana mientras las luces resplandecen en la 41
oscuridad. Ahora estamos en la carretera, acercándonos más y más
cerca de su apartamento. Estoy nerviosa. Nerviosa de lo que voy a
decir. De lo qué voy a hacer.

Su voz es suave.

—¿Por qué? ¿Por qué cuenta?

Ya no está desafiándome, pero parece que realmente quiere saber lo


que pienso. Esta conversación está fuera de mi zona de comodidad,
pero no me echo atrás. Quiero que vea que estoy en lo correcto y no
sólo soy una loca puritana. Inclinando la cabeza en el asiento, pienso.

—Porque es una emoción. La sensualidad no me molesta... es más el


hecho de que las fotos nudistas son degradantes para la mujer.

Cole se ríe.

—¡Oh Dios mío! ¿Cuántas mujeres locas viven dentro de tu cerebro?


¿Cómo te las arreglas con todas ellas ahí diciéndote lo que tienes que
decir? ¿Una de ellas ata a las otras y se hace con el control?
—Eres un idiota. —Suspiro, sacudiendo mi cabeza—. Pediste mi
opinión. No preguntes si no quieres oír...

—No, esa no fue tu opinión. Era lo que has oído, lo que has aprendido.
No es lo que piensas. La semana pasada lo vi en tu cara durante las
filmaciones. Este tipo de fotografía, este tipo de trabajo, no es lo que
pensabas que era.

Niego con la cabeza.

—No lo es. Nada de esto es lo que pensé que sería.

—Ya somos dos.

42
Traducido por Clary y PatyNenu

Corregido por beatrix85

Cuando llegamos a un edificio alto, ya es tarde. Se pone en frente,


saliendo y caminando alrededor de mi puerta. Antes de que pueda
moverme, él está abriéndola y jalándome levantándome de mis pies.
Cole lanza las llaves a un aparcacoches y caminamos dentro.

El portero asiente.

—Sr. Stevens —Cole asiente y lo pasa, su mano tira de la mía


haciéndome reír.

La puerta del ascensor se abre y sé que Cole me lleva dentro. Cuando


las puertas se cierran, mi corazón está golpeando. Lo miro, recordando 43
sus manos sobre mí... recordando el sueño. Trago duro.

Cole mantiene su distancia. Sé dónde vamos incluso si no me lo dice.


Me doy cuenta de un lugar en la carretera de regreso hacia la ciudad.
Está llevándome a ver las pinturas, lo mencionó antes.

Mi estómago se tuerce mientras me mira, el elevador se detiene y las


puertas se abren. Estamos en el ático. En su casa.

Cole avanza, pero no puedo moverme. El miedo serpentea subiendo


por mis piernas y atándome al suelo. Todo, desde el aroma de los
colores tiene a mi corazón corriendo más rápido. Se trata de Cole. Este
lugar es su refugio, su manta de seguridad. No debería estar aquí.

Antes de que pueda hacer algo estúpido, suspira y camina hacia mí. Él
sostiene mi mano.

—Vamos, Anna. No muerdo.

Mis ojos se deslizan sobre la cara y sostengo su mano. Esto no me


gusta.
Estar en su casa es demoler los restantes conceptos enfermos de Él
como un búfalo en una tienda en China. Sólo destruye todo. No hay
ningún mueble moderno, estéril y frío. Todo es cálido y de lujo,
decorado en azules intensos, marrones y negros. No es una de las casas
museo de ricos, es la casa de Cole y vive aquí.

Cambia las luces mientras caminamos e iluminan las paredes creando


un sutil brillo dorado. Cole se detiene en la cocina y va a los gabinetes,
retirando copas de vino. No digo nada. Me siento nerviosa y no sé por
qué. Una parte de mí está asustada de estar de acuerdo con él y
cambiara mi opinión. La otra parte siente algo por él, por Cole, eso me
pone nerviosa.

Me da un vaso de vino.

—No sé tú, pero esto es inusual para mí. —Sé lo que quiere decir. Esta
situación lo pone nervioso. Ya que me siento de la misma manera, tomo
el vaso.

Lo sigo a una habitación en la parte posterior del apartamento. Cuando


veo la cama, me doy cuenta que es su dormitorio y me detengo. Esto se 44

siente como si estuviera siendo estrangulada. Mi agarre en el cristal es


tan fuerte que podría romperse. Levanto el vino a mis labios y sorbo,
esperando que esto calme lo que sea que me tiene en el borde. Entro en
la habitación detrás de Cole, pero no veo el arte que quiere enseñarme.
Las paredes son estériles, como si él no hubiera decorado esta parte
del apartamento. Una cama con dosel grande hecho de madera oscura
yace en el centro de la habitación. Miro, pensando cosas sobre Cole que
no debería. Llevo mi mirada lejos de la cama, miro el piso de madera
oscura y alrededor. Hay una fila de ventanas y un balcón con vistas a
un horizonte perfecto.

No estoy segura de dónde está yendo, pero Cole continúa caminando


delante de mí y cruza la habitación. Mi ritmo cardíaco es regular, pero
aún hay algo íntimo acerca de esto. Inhalo un poco demasiado
profundamente y me doy cuenta de que es la colonia de Cole que tanto
me gusta después de haberlo hecho. La culpabilidad ataca mis mejillas
y finjo que no hago eso.
Cole pasa directamente a través de la habitación sin hacer comentarios
y jala abriendo las puertas del armario. Una luz aparece. Es un enorme
vestidor con forro de ropa, dos paredes y una silla. Cajones de roble y
estantes de línea en la parte inferior de las paredes. La habitación
huele a Cole. No cruzo el umbral. Me detengo y lo miro.

Cole cruza el armario en tres pasos y alcanza una perilla en la parte de


atrás del armario y tira de la puerta. Hay un pequeño armario oscuro
allí lleno de grandes cubiertas en forma de rectángulo. Deben ser las
pinturas. No entiendo por qué están escondidas en su armario si las
valora.

Mira atrás hacia mí. Como si leyera mi mente, dice:

—Están escondidos por una razón. Lo qué voy a mostrarte se ve


raramente. Tengo curiosidad de lo que piensas y me aterroriza. —
Traga duro, sus ojos zafiro en mi cara. Está parado allí por un
momento, suspendido como si no pudiera decidir si quiere
mostrármelo o no.

Mi voz es pequeña. Doy un paso hacia él preguntando: 45

—¿Por qué te importa lo que pienso? No soy nadie. —La condensación


adorna mi vaso. Limpio un rastro a través de ella con mi pulgar. No
levanto la mirada hacia él. No quiero ver su cara cuando responda.

Hay una pausa antes de que diga:

—Ahí es donde estás equivocada totalmente.

Levanto los ojos y lo veo observándome. La mirada azul de Cole hace


que mi estómago sienta que está en caída libre. Parte de sus labios
quieren decir más. Pero no lo hace. Me gustaría que lo hiciera. Desearía
que se sintiera cómodo diciéndome sus secretos, pero supongo que
esto es un secreto. Las pinturas son algo que no le muestra a la gente y
estoy aquí esperando para verlas. Un cálido resplandor se extiende a
través de mí hasta que me acuerdo de las circunstancias de mí estando
aquí. Fue para probar un punto y nada más. Agarro mi vaso más fuerte.

En lugar de decir más, Cole alcanza en las sombras y saca una gran
pintura que está cubierto con una sábana blanca. Acercándome, entro
en su armario conteniendo el aliento. Se me pone la piel de gallina en
mis brazos. Y los pelos de punta en la parte trasera de mi cuello. Estoy
nerviosa. Mi estómago está retorciéndose y no sé por qué.

La voz de Cole es demasiado suave. Me da la pintura y dice:

—Toma. —Lo tomo de él.

—Cole. —Me quedo ahí congelada. Por alguna razón no se siente como
si estuviera tratando de probar un punto. No puedo sacar la sábana.
Parece que estoy viendo algo prohibido.

Después de un momento, Cole me mira.

—Sólo un vistazo, Anna.

Trago saliva y tiro de la sábana. La cortina cae al piso y no entiendo lo


que estoy viendo. Siento a Cole detrás de mí, pero es silencioso. Mis
ojos toman la obra de arte en mis manos. El lienzo es demasiado
grande para mantenerlo por mucho tiempo, así que lo bajo. No tiene
ningún marco, sólo un borde negro. Mi mirada sigue las líneas azules a
través de la pintura. Son las curvas de una mujer su cuerpo, cuello, 46

brazos, la cintura, pechos, pero no puedo verla. Ella está perdida en la


sombra. Es sensual mostrando sus curvas en la sombra y luz. Estoy
muda, mirándolo. Mientras que la pieza es impresionante, eso no es lo
que me dejo sin palabras. No puedo admitir por qué me siento atraída
hacia él.

Trago el nudo en la garganta mientras miro. Me acerco, tratando de


entender cómo se creó. Parece una fotografía impresa en lienzo que fue
pintado, pero la luz es tan inusual. Casi parecen acuarelas, suaves y
puras.

Encuentro mi voz y pregunto:

—¿Cómo fue hecho?¿Por qué la fuente de luz tiene ese aspecto?

—Te prometo que te lo voy a contar —dice Cole—, pero dime lo que
piensas.

Trago duro. Siento el anhelo de esta pieza. No puedo dejar de mirarla.


—Es hermosa —respiro—. Nunca vi nada igual. La luz es tan pálida
que parece como si se hubiera pintado, pero no es una pintura, ¿o sí?
Es una fotografía, o al menos empezó así. —Llego a tocarlo y me
detengo a mí misma.

—Adelante —dice. Mis dedos se deslizan a través de la tela lisa. No


puedo entender cómo lo hizo—. ¿Qué más? —Siento a su mirada en el
lado de mi cara. Cada vez que late mi corazón, lo siento. Lo siento todo.
Es como si estuviera dentro del cuerpo de Cole, tocando su alma. Lo
que me da escalofríos. No tengo palabras para él.

Finalmente digo algo.

—Ella es diferente de tus modelos de Le Femme. Esta mujer es inédita,


imperfecta. —Lo primero que noté. La mayoría de mi tiempo en Le
Femme se ha gastado en edición dejando fuera la celulitis y suavizando
la piel. Miro la pieza sin editar—. Pero esa imperfección la hace real.
Me pregunto quién es y por qué se siente tan perdida. La manera en
que la luz cae a través de su cuerpo desnudo, la manera que se estaba
moviendo, me recuerda a… —Muerdo mi lengua. Era un pensamiento 47
tonto, un recuerdo de una vieja historia.

—Te recuerda a ¿qué? —Su voz es tan dulce, tan frágil, no respondo.

Miro sobre mi hombro hacia él y después bajo mis pestañas, no


capaces de mirarlo a los ojos cuando lo digo:

—Me recuerda a Bathsheba bañándose en el techo de la luna,


consciente de su efecto sobre el rey. Ella no tiene idea de lo hermosa
que es, lo que le hace a él, cómo le hace sentir... Es bella y trágica. Como
esta... —Volteo y miro arriba hacia él. Un rastro de líneas en sus
mejillas hace que sus ojos parezcan más azules que esta mañana.
Quería reprimir un escalofrío y regresar a la pieza—. ¿Cuándo hiciste
esto?

—Hace mucho tiempo.

Presiono mis labios juntos cuando me doy cuenta de que esta pieza se
ajusta a mi descripción de arte. No quiero reconocerlo, pero es verdad.
Es evocador. Cierro los ojos, al darme cuenta de que lo digo, que acabo
de probar su punto para él. Cuando abro mis ojos le susurro:

—No soy hipócrita. No todos pueden ser así. Cada imagen no puede
representar emociones así, Cole. No es posible.

Cuando empiezo a hablar, gira alejándose y toma el siguiente cuadro


del armario. Quita la cortina y jadeo y me alejo de ella cuando me doy
cuenta de lo que estoy viendo. Pone la pintura abajo y dice:

—Te prometí que lo verías. Anna, esto no es algo que nunca has visto
antes. Míralo y dime lo que ves... por qué te volteaste.

—¡Cole, ella está…! ¡Eso es…! —Yo estoy farfullando como una idiota.
La imagen es hermosa, pero siento la cara creciendo más y más
caliente. No puedo ver esto.

—¿Qué es? No te entiendo… —dice, desconcertado. Cole camina


delante de mí y mirando la pieza y volviendo a mi cara—. ¿Cómo
puedes mirar el primero y no éste?

De repente, no sé. Debe ser el mismo. Pero no lo es. Este muestra a una 48

mujer con su espalda arqueada, sus pechos empujando hacia arriba, la


mano justo debajo del ombligo. Es sexy, todas las líneas y las curvas y
las sombras. La fuente de luz pálida define sus curvas en un violeta
cremoso. El resto de su cuerpo se pierde en las sombras de la tinta.

Nerviosamente, lo miro otra vez.

—Porque no son lo mismo.

—Lo son. Los hice la misma manera. ¿Cómo son diferentes? No te


entiendo. ¿Es sugerente? ¿Puedes sentir una emoción fuerte cuando lo
miras? —Su voz es suave. Recuerdo que no se lo muestra a nadie, pero
todavía no puedo ocultar mi sorpresa.

—Ese no es el punto. —Mi cara está sonrojada y sus ojos en mí lo


hacen peor. De repente me siento como si la habitación fuera
demasiado pequeña y Cole demasiado cerca. Quiero salir, pero no
puedo.

—¿Anna? —pregunta, casi suplicándome.


Al mirarlo, mi voz se queda atrapada en mi garganta. Se ve tan
vulnerable, como si una sola palabra pudiera aplastarlo. La expresión
de sus ojos me hace responder:

—La primera era hermosa y sensual. Ésta es demasiado gráfica,


demasiado audaz. Tú no puedes hacer eso. No se puede tomar fotos de
mujeres que hacen eso. No es justo.

Mira la imagen y vuelve a mí.

—¿Haciendo qué? —En serio. Miro a través de la pintura y me


ruborizo—. Anna… —dice—. ¿Es posible que tu mente sea mucho más
sucia que las imágenes que estamos viendo? ¿Hay alguna probabilidad
de que pienses que las cosas que sucedieron allí no sucedieron?

Quizás. No me atrevo.

—¿Ella no está... tocándose? —pregunto tímidamente. Eso es lo que


pensé cuando miré. El arco de su espalda, la forma en que sus pechos
están empujados hacia arriba, y no podía ver la otra mano.

Él se ríe. 49

—No. Ella estaba tirada en el piso frío. Eso la hizo arquear la espalda
así. —Él me mira, sus ojos estudiando mi cara. No está siendo
arrogante ahora. La incertidumbre le sienta bien, si nada lo hacía más
atractivo. Ver a este confiado hombre preocupado por lo que yo
pensaba me hace preguntarme por qué.

Interrumpe mis pensamientos.

—Anna, me gustaría que pudieras ver lo que yo veo. —El tono de voz
de Cole es suave, melancólico.

No puedo quedarme tranquila. Lo miro por el rabillo de mi ojo.

—¿Qué es lo que tú ves en esa pieza? —Ahora quiere saberlo. Si no es


lo que yo pensaba, entonces quiero saber lo que él cree que es. Me
obligo a mirar la obra de arte de nuevo. Se me retuerce el estómago. La
forma en que su cuerpo está sentando, el arco de su espalda, la tensión
en sus brazos, se ve como si estuviera en éxtasis. No puedo ignorarlo.
El carácter evocador de la imagen es demasiado poderoso.
Sacudiendo la cabeza, respiro.

—Nadie me ha tocado así, para que mi cuerpo se moviera de esa forma.


—Una vez que las palabras salen, me hubiera gustado que no lo
hicieran.

Cole da unos pasos más cerca de mí. Sus ojos están a un lado de mi
cara, tomándola como si no pudiera tener suficiente. Puedo decir que
quiere decir algo, que quiere responderme, pero no lo hace. Mi corazón
se acelera mientras me mira. No puedo respirar. Está demasiado cerca.
Esto es demasiado íntimo. Parece como si estuviera comenzando a
trastornarme y no sé qué hacer, qué decir. El efecto que tiene sobre mí
es de gran alcance, y estoy teniendo problemas para ocultarlo. Si mi
corazón latiera más duro, lo juro por Dios, él lo oiría.

Cole baja su barbilla. Pone su vaso de vino en alguna parte. Sus brazos
se cruzan sobre su pecho. El hermoso cabello oscuro brillante cae
sobre sus ojos, por lo que es imposible verle en la luz tenue. Me
gustaría poder leer su cara, sus ojos, de la misma manera en que él lee
la mía. Me gustaría estar en su cabeza cuando hizo esta pintura. 50
¿Realmente ve algo más? ¿No es realmente una representación de
éxtasis? ¿Y si lo es, está mal? ¿Es pornográfico? En este mismo
momento, no parece que lo fuera. Es más como una belleza sublime,
como el último lienzo que me mostró.

Finalmente, responde a mi pregunta anterior, y se aparta de mí. Su voz


es profunda y seductora.

—Veo sombras y luz, curvas y líneas. Belleza mezclada con poder.


Feminidad y suavidad. Veo el deseo. Veo a alguien que no sabe si su
cuerpo es lo suficientemente bueno. La posición de la mano me hace
pensar eso. Se sienta en su estómago como si estuviera ocultando algo.
Como si ella tuviera secretos que nunca voy a saber...

El silencio nos envuelve y ambos miramos fijamente su trabajo,


ninguno de los dos es lo suficientemente valiente para hablar. Mi
cuerpo está cubierto de piel de gallina. No sé qué pensar. Estoy
atrapada en el medio. Mi mente registra este tipo de cosas como
basura, o se supone que debían ser, pero después de ver, después de
escuchar a Cole hablar de ello, ¿cómo podría pensar eso? Fue mi boca
la que dijo que el requisito para que algo sea arte era la capacidad de
evocar la emoción y aquí estoy inmóvil, en silencio, por algo que ayer
no habría considerado arte.

Maldita sea. Soy una hipócrita. No me gusta. Se siente como si me


hubieran cegado, pero Cole no se detiene. No dejo que se me corte la
respiración.

En su lugar, toma otro lienzo de su lugar de descanso y tira fuera la


tela. Cuando la cortina cae al suelo, mis dedos se enroscan dentro de
mis zapatos. No puedo respirar. Es otro desnudo, otra mujer bañada en
luz dorada.

El cabello largo oscuro cae sobre sus caderas en rizos. Sus brazos están
estirados por encima de su cabeza, empujando el pecho hacia fuera. La
luz ilumina la curva de la parte inferior de su pecho, la suavidad de su
mandíbula, la plenitud de sus caderas, y las brillantes joyas cuelgan
encima de sus pezones.

Mirándola, soy híper consciente de cada centímetro de mi cuerpo. Mis


ojos se fijan en sus pechos, sobre esas joyas que cuelgan. Se siente 51

como si alguien tomara todo el aire fuera de la habitación. El calor me


envuelve. No debería estar mirando, pero no puedo detenerme. Este
tipo de cosas son muy sensuales, y demasiado hermoso. No puedo
apartar la mirada. No puedo entender por qué no me sentía ofendida, y
me di cuenta de que era porque este es el arte que refleja el corazón de
Cole. Estoy viendo una parte de él cuando miro estas piezas. Esta mujer
significa algo para él. Tiene que hacerlo.

Echándole un vistazo, me pregunto quién es, esta mujer sin rostro que
está oculta en las sombras, oculta en el fondo de su armario, encerrada
del mundo. Es parte de una vida oculta, una parte de Cole Stevens que
sigue siendo un secreto.

—¿Quién es? —pregunto finalmente.

Cole niega con la cabeza una vez. El pelo oscuro se balancea sobre sus
ojos bajos. No mira hacia arriba. No responde. No sé si no quiere o no
puede. Esta no es una modelo aleatoria. La imagen parece demasiado
intensa para eso.
Tratando de ser menos personal, pregunto:

—¿Cómo hiciste eso? La luz es tan suave. Impresionante. No puedo


imaginar cómo lo hiciste

Cole despliega sus brazos, retomando el papel de maestro. La suavidad


en sus ojos se filtra de nuevo al lugar en el que se esconde su corazón.

—Se trata de una imagen con luz. Se utiliza la cámara, pero la


exposición es mucho más larga. La modelo se sentó en una habitación
de tono negro. Puse la cámara en el trípode y liberé el obturador.
Entonces, literalmente, tomé la modelo con una luz de color. Moviendo
la luz sobre ella y es un poco como un pincel, destacando las áreas que
quería y dejando el resto en la oscuridad. Hay un color suave lavado
sobre la piel de ella.

Parpadeo dos veces y vuelvo la cabeza hacia la imagen.

—Pero yo no te veo en esta. —Para que eso sucediera, la exposición


tendría que ser bastante larga como de minutos, no segundos. Estoy
asombrada de que pensara en hacer esto. Nunca lo he visto antes. Al 52
menos, nunca este concepto con los retratos de tocador. Cole me mira
mientras corren las preguntas en mi mente. Sabe que se trata del
aspecto técnico y parece ansioso por hablar conmigo.

—¿Por cuánto tiempo es la exposición?

—Varios minutos. —La punta de su zapato recorre un punto en el


suelo. Y con los brazos doblados sobre su pecho, dice:

—Tú no podrás verme a menos que yo me quede quieto por un


momento, pero estoy allí, moviéndome a través de las sombras,
derramando luz a través de su cuerpo como una lluvia del cielo.

Algo se me ocurre mientras habla. Volviéndome a Cole, digo:

—Este es el tipo de trabajo que quieres tomar, ¿no es así? El estudio de


Le Femme que estás poniendo a cabo no es como el que está en la
ciudad. Quieres que sea algo más, algo como esto. —Ya sabe la
respuesta, pero eso no detiene la sorpresa que se propaga a través de
mi cara. Cuando me preguntó si podía dirigir el estudio de Long Island
y me dijo que era fotografía boudoir, totalmente me asusté pensando
que quería algo más.

Pero esto. Esto me intimida como nunca. No sé cómo hacer esto. No sé


cómo hacer imágenes poderosas como éstas.

—Sí. —Asiente—. O algo similar. Quiero fotografiar arte. Quiero que


tus imágenes sean evocadoras y poderosas; seductoras y femeninas.

Miro el lienzo y no giro la cara hacia él. Por un momento, no digo nada.
Un pensamiento loco está rebotando en mi mente y no se calla. Ver
esto, ver esta parte de Cole, es impactante. No sé por qué, pero
supongo que no soy capaz de esto. Sólo estoy ahí, muda, hasta que me
lo pregunta de nuevo y esta vez asiento. En ese momento, reconozco
que mi percepción ha cambiado. Puedo sentirla haciéndose añicos,
agrietándose como fragmentos de hielo, desapareciendo.

Su arte me ha cambiado, Cole me ha cambiado.

Mi mente se resiste a aceptarlo. Mi cuerpo se siente como que está


siendo estrangulado. No puedo hacer esto. No sé cómo. La pasión de 53
Cole se derrama a través del lienzo con más fuerza que cualquier cosa
que he visto en mi vida. Es femenina y bella y de gran alcance. Es todo
lo que quiero hacer, todo lo que quiero ser. La fotografía de bodas es
algo que necesitan la mayoría de las mujeres en algún momento. Es
una única oportunidad de demostrarles que son hermosas, pero esto,
la oferta de Cole me da la oportunidad de hacer eso, y aún más. Lo veo.
Está claro como el cristal. Y me doy cuenta de que quiero aprender. Mi
mente está en guerra en sí. El lado prudente asalta mi razonamiento
tratando de hacer agujeros en ella. No puedo ver quién está ganando,
pero mi boca sorprende de ambos, cuando hablo y digo la loca idea que
se está formando en mi cabeza.

Echando un vistazo a Cole, digo con toda seguridad.

—Quiero uno.

—¿Qué? —Cole se vuelve hacia mí. Parpadea y abre más los ojos como
si pudiera refutar lo que él me ha escuchado decir.
Esa era la idea que estaba atrapada dentro de mi mente. Tan pronto
como siento mis conceptualizaciones anteriores agrietarse, sé que me
gustaría aprender todo lo relacionado con esto. Estoy intrigada y
aterrorizada.

Mi corazón palpita mientras lo digo, y mis palmas se ponen más


calientes.

—Necesito saber lo que se siente en el otro extremo de la lente. Puedo


aprender la parte práctica con las modelos, pero esto. —Niego con la
cabeza—. No se trata de conocimiento, se trata de sentimiento. Captura
la belleza del cliente de una manera poderosa. La única manera de que
sepa cómo se siente el cliente va a ser en realidad ser la mujer en el
retrato. —Mi mirada se fija en la de él. Sus ojos zafiro buscan los míos,
su frente se comprime con sorpresa—. Fotografíame, Cole.

Parece tímido, como si la idea no se le hubiera pasado por la cabeza. No


aleja la mirada mientras dice:

—No creo que sea una buena idea. —Sus labios se mueven como si
quisiera decir más, pero no lo hace. 54

—Cole. —No sé lo que iba a decir. Sólo sé que se trataba de algo


importante. No podría entender esto completamente si no lo fuera—.
Por favor. Es una fotografía. Los dos somos adultos aquí. Podemos
manejar esto. —Bueno, yo esperaba poder. Me encojo de hombros
como si no fuera gran cosa—. Además, dijiste que eras de tener un
rollo de una noche. No soy ese tipo de chica.

Moviendo la mandíbula y mirándome por debajo de su ceja dice:

—Nunca dije que fuera sólo un rollo de una sola noche. Te ofrecí una
aventura de una noche.

—Y te dije que no —le contesto con aire ausente, ya no lo miro—. Así


que no hay nada de qué preocuparse.

Estoy mirando las pinturas. La idea de una sesión como esta tiene
mariposas arremolinándose en mi estómago. Camino más allá de Cole
y saco más lienzos, mirando más de las obras de Cole. Me mira en
silencio. Las pinturas no son lo que yo pensaba que serían. Si la luz
pudiera estar licuada y vertiente en una lata de pintura, lo que Cole
hace era algo sensual, bello y completamente sexy.

—Puedo admitir que estaba equivocada —le digo volviéndome hacia


él—. Esto es arte. Lo veo ahora. Tú me mostraste algo que no creía que
fuera posible y no hay manera en el infierno que pueda dirigir este tipo
de cosas sin sumergirme en ella. Hay una razón por la que Sottero me
quería, Cole. Hay una razón por la que estoy en la parte superior de mi
clase. No hago las cosas a la mitad del camino. Si veo algo que quiero
hacer, me meto de lleno en todo lo relacionado con ello, y voy a tomar
tu oferta. Voy dirigir el estudio de Long Island de Le Femme. Voy a
fotografiar este tipo de cosas, pero tienes que fotografiarme primero.
Esto no es negociable.

Parpadea hacia mí y sacude la cabeza:

—Dios, Anna. Yo… —Pasa sus manos por su pelo y suspira. Sé que he
ganado. Sé que lo hará.

55
Traducido SOS por magdys83

Corregido por beatrix85

Nos quedamos en su apartamento por la noche. Duermo bastante


inquieta en su habitación de invitados. El lugar huele como a Cole. No
puedo dejar de pensar en él, pero finalmente pierdo el conocimiento
sin querer considerar en lo que le ofrecí más temprano en la noche. Me
deja dormir hasta tarde y salgo de la ducha aproximadamente al
mediodía. Llegamos a la oficina de Manhattan y trabajamos hasta el
atardecer, editando las imágenes restantes del rodaje de la semana
pasada.

Ninguno de los dos dice mucho. Cuando nos marchamos, él sostiene


abierta la puerta de su Porsche y me deslizo adentro. 56

Siento su mirada en el lado de mi cara mientras regresamos al estudio


nuevo. Cole está callado. Sus dedos se envuelven firmemente alrededor
del volante. Es como si nada hubiera pasado anoche, como si nunca
hubiera aceptado hacer algo completamente sexy conmigo. Inclino mi
cabeza hacia atrás y miro por la ventana. No me giro a verlo.

Es tarde para el momento en que alcanzamos el tramo abierto de la


autopista de regreso a la casa de la playa. Me pregunto acerca de él. Me
pregunto quién es realmente, lo que realmente ve. Hace un buen
trabajo escondiendo todo de lo que me doy cuenta que no tengo idea.
Existe un lado apasionado de Cole, pero existe algo más suave y más
vulnerable también.

—¿Qué estás pensando? —pregunta finalmente, mirando entre la


carretera y yo.

Me encojo de hombros, como si no estuviera pensando en nada, como


si no estuviera obsesionada acerca de él y preguntándome acerca de su
pasado.
—Sólo estoy preguntándome sobre cosas —murmuro la verdad a
medias para cubrir la mentira, después agrego:

—Nada realmente.

—Tienes esa mirada distante en tus ojos. He estado a tu alrededor lo


suficiente para darme cuenta lo que eso significa, así que escúpelo
Lamore. ¿Qué tiene a tu cerebro en un nudo? —Me sonríe dulcemente.

Echo un vistazo sobre él preguntando si soy tan trasparente todo el


tiempo, o si solo me lee mejor que otros. Suspiro y sacudo la cabeza.

—No es asunto mío, pero vi algo que se suponía que no debí ver
cuando agarré tu dinero de la fianza. —Me encojo de hombros como si
no fuera gran cosa, y lo miro por el rabillo de mi ojo—. Era una
fotografía tuya en un uniforme del ejército y una desvencijada caja de
Tiffany’s. Se veía como si hubiera sido atropellado. —No dice nada y
mira fijamente la carretera vacía, concentrándose como si fuera hora
de apresurarse. Me miro las manos, dirigiendo mi pulgar sobre la vista
en miniatura en mi otra mano.
57
Mi voz es suave.

—Te ves tan joven y asustado. Y el anillo, ¿supongo que hay una
historia desgarradora ahí? —Sus hombros se tensan. Cole mueve su
mandíbula y traga duro mientras termino de hablar. Pienso que está
enojado, pero no lo puedo asegurar. Miro a mis manos y digo:

—No pretendía mirar. Lo siento. No debí decir nada.

No me vuelve a mirar. Sus ojos toman una mirada ausente como si


estuviera recordando algo que quiere olvidar.

—Está bien. Había olvidado que estaba ahí. El resto de esas fotografías
fueron quemadas. —No admite el anillo de Tiffany’s.

¿Quemadas? Hay una historia ahí, una parte de él que quiero conocer.
No puedo no preguntar. Cuidadosamente digo:

—¿Por qué te alistaste? Quiero decir, la mayoría de las familias habrían


repudiado a un chico por algo como eso.
Ahora me mira fijamente. Sus ojos son fríos como una piedra y me
estremezco visiblemente.

—¿Qué te hace pensar que la mía no lo hizo? —Sus palabras están


llenas de desprecio por algo más, pero algo de eso gotea en mí.

Titubeo. Mi boca abierta.

—Pero, eres el único heredero… —balbuceo, impactada, sin creer lo


que está insinuando. El único heredero no debía ser repudiado. Eso era
extraordinariamente malo. No puedo ni siquiera imaginarme lo que
hizo. Alistarse no parecía ser lo suficientemente grande para garantizar
semejante reacción, pero mientras lo miro, sé que no puedo preguntar.
En verdad dudo de que mi madre pudiera haber sido repudiada si no
habían sobrinos, si no había nadie más que reclamara el derecho de
nacimiento de mi madre.

Contestando con evasivas, dice:

—Pareces saber algunas cosas, para una chica que odia tanto a las
personas ricas. 58

Rio, pero no hay alegría en eso.

—Sí, bueno, digamos que la vida no fue amable con mis padres. Vi
cosas desde el lado equivocado y tomó su cuota en mí. —De repente
dejo de hablar. Ese es mi secreto más oscuro. Me llena de rabia y
vergüenza incluso mencionarlo, rabia hacia mi abuela por tratar a su
hija tan cruelmente, vergüenza de que ya no soy como mi madre. Ella
tenía unas agallas que nunca voy a tener. Miro por la ventana, pero aún
veo a Cole por el rabillo de mi ojo, mirándome.

—Entiendo —dice y me echa un vistazo de nuevo—. Las cosas llegaron


un poco más cerca de casa para mí y no importaba que fuera el único
heredero. Me alisté para probar un punto. Ellos me repudiaron por
probar un punto. —Está mirando el parabrisas. Su voz es fría. No me
mira. Agarrando el volante del Porsche, sus nudillos se vuelven
blancos. Siento que he abierto viejas heridas para ambos y
desesperadamente deseo alejarlas. Esa mirada distante, el sentimiento
de que él no es lo suficientemente bueno, de que nunca será lo
suficientemente bueno, está pegada en toda su cara.

Volteando, lo miro fijamente con mi mandíbula abierta. Hay una


palabra que se atasca en mi garganta, algo que iba a decir… pero olvidé
que era.

No puede ser verdad. No pudo haber sido desheredado. ¿La familia de


Cole Stevens no tiene millones? Pero, lo dijo todo el tiempo, él hizo Le
Femme, era su sangre, sudor y lágrimas.

Oh Dios mío. Mirándolo, todavía boquiabierta, no sé qué decir. Quiero


decirle que lo entiendo, pero no de la forma en que mi madre lo hace.
No sé lo que se siente tener todo un día y nada al siguiente. Sus padres
lo atacaron por la espalda. Eligieron el dinero sobre el amor.
Rechazaron a su único hijo.

Finalmente digo:

—Lo siento. No lo sabía.

Encogiéndose de hombros, dice: 59

—No es tu culpa, así que no hay motivos para disculparte. Y nadie lo


sabe. Esa fue parte de nuestro acuerdo. —Se ríe y sacude la cabeza
como si fuera una broma cruel—. Me fue permitido quedarme con mi
nombre, mi jodido nombre, si no le decía a nadie que perdí mi
herencia. Incluso no era mía. De cualquier manera, es una larga
historia, pero la versión corta es que no deberías molestar nunca a un
Stevens. Ellos tienen una gran memoria y te van a destrozar cuando
menos te lo esperes.

El salvajismo en su voz me asusta.

—Pero —digo suavemente—, tú eres un Stevens. —No eres como ellos.


No puedes serlo, pienso.

Sus ojos están en la carretera, mirando en la noche oscura.

—Ya lo sé.
Traducido por Lola Irina y Lapaskis

Corregido por beatrix85

Cuando llegamos al estudio, estoy exhausta. Tropiezo en el auto y sigo


a Cole al interior. Las otras dos personas que se están alojando aquí ya
están dormidas. Antes de que Cole me deje para encontrar mi
habitación, dice:

—Ese rodaje será la primera cosa de mañana. Si tienes joyería en


cuerpo, póntelas. —No me mira cuando habla. En cambio, camina a la
recepción y recoge una pila de correo, y lo arranca. Mi corazón
martillea. Asiento y silenciosamente voy a mi habitación con el corazón
en la garganta.
60
El sueño llega finalmente, pero mis sueños me hacen estar inquieta.
Sueño con Cole como un hombre joven. Veo la expresión atormentada
en sus ojos, el hecho de que sabe que no hay tal cosa como el perdón.
Aprendió esa lección demasiado bien. No hay manera de que jamás la
olvide.

El sueño se desvanece a Edward. Sus ojos son de un negro hueco. Con


sangrantes senderos gemelos de tinta derramándose por sus mejillas
pálidas. Dice:

—Me destruiste. —Alcanza mi garganta, con los dedos moviéndose


hacia mi ojo con un clavo negro en el puño. Sé qué hará que mis ojos
sangren negro como los suyos, mi corazón nunca se curará. Sé que
estoy soñando, pero grito de todos modos.

Me despierto, aterrada y temblando. El sol está apenas sobre el


horizonte. Columpio mis piernas a un lado de mi cama y me froto los
ojos. Respiro profundamente tratando de alejar la pesadilla.

Golpean en mi puerta.
—Adelante —digo. Cuando lo miro, Cole está de pie en la puerta. Estoy
usando pantalones cortos de algodón y una camiseta delgada. Son
pijamas de residencia de estudiantes, que significa que son seguros de
chicos. Al menos eso es lo que Emma y yo solíamos decir.

Tiene líneas de barba incipiente en sus mejillas. Una camiseta blanca se


aferra a su torso. Pantalones vaqueros oscuros abrazan sus caderas
estrechas, y está descalzo. Cole parece tener algo en contra de los
zapatos. Sus ojos son rojos como si no hubiera dormido.

—¿Estás bien? Te oí gritar.

—Sí. Bien. —No detallo. Lo miro, y empujo el nido de ratas que es mi


cabello fuera de mi cara—. ¿A qué hora estamos filmando? Dime que
no es en quince minutos. —Sólo estoy medio bromeando. Cole es una
persona mañanera. Aparentemente, eso es todavía verdad a pesar de
que sólo ha tenido un par de horas de sueño.

Sonríe.

—No, no en quince. —Mira su reloj y luego hacia mí—. ¿Por qué no lo 61


intentamos a las nueve? Puedes obtener algunas pocas horas más de
descanso.

Me río y salgo de la cama, sacudiendo la cabeza.

—Me llevará mucho tiempo estar preparada. Y tengo que decirte que
no me traje nada conmigo que pudiera ser incluso un poco adecuado
para este rodaje. ¿Tiene respaldos o algo que yo podría ver?

—¿No hay desnudos, señorita Lamore? —pregunta apoyado en el


marco de la puerta, y cruza los brazos sobre el pecho. Una ceja oscura
se levanta en su rostro. Sus ojos están fijos en los míos.

Mi estómago se agita. Una ligera sonrisa raya mis labios y sacudo la


cabeza.
—Pensé que debería ver cuáles son mis opciones. Escuché acerca de
buenos fotógrafos de lencería1. —Bromeo, sabiendo que le molestará.
Cualquier cosa sobre fotografías de boda parece molestarle.

—Los malditos fotógrafos de bodas y su encaje. —Se ríe en voz baja. El


sonido es impresionante. Me gustaría que fuera así todo el tiempo,
pero este es el Cole que se desvanece como el humo. Creo que este es el
verdadero Cole, el que esconde de todo el mundo a toda costa. Se aleja
del marco de la puerta, y mueve la cabeza—. Vamos. Te voy a mostrar
donde está situado el guardarropa. Utiliza lo que quieras. Literalmente
lo terminaron la pasada noche e instalaron las luces. Vamos a bautizar
el nuevo estudio y luego volveremos al trabajo.

***

Una hora después, Cole se ha ido y todavía estoy mirando entre las
cajas. Encuentro algunos pendientes largos de piedras preciosas que
puedo usar. Tienen un gancho, pero cojo un cortador y alambre. Planeo
modificar su uso, un poco, si es necesario. Aparte de eso, no veo nada
más. 62

Regina entra y enciende las luces.

—Hey, jefa. ¿Puedo ayudarte en algo?

Rápidamente, decido decirle lo que estamos haciendo. Esto hace que


parezca menos subido de tono, a pesar de que hablarle de la sesión me
hace sonrojar.

Regina es muy profesional. No reacciona. En lugar de eso me ayuda.


Excava en unas cuantas cajas, mostrándome más collares y trajes de Le
Femme.

Me da unas braguitas y toco el fino encaje entre mis dedos.

—Esto es hermoso, pero quisiera algo diferente.

—¿Cuánto de diferente? —pregunta.

1N. de Tr: En el original hace una broma con un juego de palabras utilizando lace, en primer lugar
como lencería y en segundo lugar como encaje (en los vestidos de novia).
Me encojo de hombros y pongo las braguitas de nuevo en su sitio. Me
río nerviosamente y la miro.

—No tengo ni idea de lo que estoy buscando. O lo que quiero. Sólo


necesito que sea sensual, que me cubra un poco, y que sea algo que
grite, Anna. —Niego con la cabeza—. Nada de esto parece hacer todo
eso.

Regina asiente, escuchando. Sonriéndome, dice:

—Tengo algo. —Mira por encima del hombro como si estuviera


haciendo algo que no debería hacer y llega a una caja en el estante
superior. Miro dentro cuando la baja. Está llena de pequeños cristales.
Muchos son claros, como pequeños diamantes, pero algunos son de
colores vibrantes. Saca un papel de una funda de plástico en la parte
superior de la caja—. Estoy pensando que podríamos utilizarlos… para
hacer esto.

—¿Qué es? —pregunto y desdobla el papel. Mis mejillas se sonrojan


cuando lo veo, pero no puedo dejar de mirar. Mi mandíbula cae.
63
—Vajazzling2. Al menos así es como se llama. —Se encoge de
hombros—. Imagino que puedes hacer algo poniendo los cristales
sobre tu cuerpo, como la modelo. —Señala en el papel a una mujer
desnuda de cintura para abajo. La franja de pelo entre sus piernas ha
desaparecido y en su lugar hay un intrincado diseño de una mariposa.
Los destellos desaparecen entre sus piernas—. Esto es muy bonito —
dice señalando a la mariposa—. Por supuesto, esto sólo funciona si ya
tienes hecho un brasileño.

Miro el papel, leyéndolo. Una sonrisa se arrastra lentamente por mi


cara. En realidad, lo tengo.

—Esto es perfecto. Gracias Regina.

2 Vajazzling: técnica de decoración de pubis, mediante joyas.


Traducido por SOS MaEx, SOS Isa 229, Clary y Shilo

Corregido por Mariandrys

En el momento en que veo a Cole, mi confianza cae. La caja de cristales


está en mi mano y mi estómago se está retorciendo tan violentamente
que casi los dejo caer. Siento frío y calor al mismo tiempo. Mi corazón
está golpeteando.

Cole no lo nota. Camina hacia mí, perdido en sus propios pensamientos


con la cámara alrededor de su cuello y una pequeña lámpara en la otra
mano. Los coloca en una mesa en la parte de atrás de la sala de
fotografía. Todavía huele a nuevo, como a pintura y serrín. Regina
encendió una vela para ayudar a aliviar los gases de la pintura en la
habitación. 64

Estoy de pie al otro lado de la mesa con mi caja de cristales. Cuando


Cole mira hacia arriba, decido embotellar la original idea de Regina. No
soy tan valiente, y no soy capaz de aplicar las joyas yo misma. No hay
suficiente tiempo y no puedo ver lo que está haciendo. Cuando sus ojos
se deslizan por mi cuerpo desde la caja hasta mi cara, me doy cuenta de
que estoy sobre mi cabeza. No puedo hacer esto. Pero no puedo volver
atrás.

Cole dice:

—Bonita bata. ¿Dime que no te vas a fotografiar en eso?

Niego con la cabeza y pongo la caja en la mesa. Mis manos tiemblan


levemente. Intentando ocultarlo, empujo la caja y la deslizo hacia él.

—Pensé que podríamos verter esto sobre mí. —Eso parece una versión
más moderada de mi plan original. No tengo ni idea de lo equivocada
que estoy hasta que empezamos.
Él mira a escondidas en la caja y su frente se arruga. Mirando hacia mí,
puedo ver que no lo entiende.

—No lo estoy viendo, Lamore. Guíame. ¿Qué más llevarás puesto? ¿Sólo
estas piezas decorativas? —Mete la mano en la caja y cuando la
levanta, los cristales se vierten entre sus dedos.

Cuando no respondo, me mira. Mi cara está enrojecida. Cole niega con


la cabeza y sonríe suavemente, mirando abajo hacia los cristales.

—¿Cómo eres tan tímida? Tienes veintidós años, por el amor de Dios.
¿Cómo todavía te sonrojas de esa manera?

Sus palabras hacen mis mejillas enrojecerse más. Mis ojos se


ensanchan mientras él habla, y no puedo ocultarlo.

—Cállate Stevens. —Golpeo su brazo. Él me mira desde el otro lado de


la mesa, una mirada infantil en su rostro. Me río—. Mi cerebro está mal
cableado, ¿de acuerdo? Y tú de entre todas las personas deberías
haberlo sabido.

Presiona los dedos contra su pecho. 65

—¿Yo? —Se ríe.

—Sí, tú —digo, sonriendo como una idiota, sintiendo el rubor


quemando todavía en mis mejillas—. Has estado alrededor lo
suficiente para saber que todo lo hago mal y al revés.

Riendo, dice:

—Sí, quizás. —Me sonríe—. Lo siento, Anna. No era mi intención


hacerlo peor. Sé que esto no es fácil para ti. —Aclara su garganta y
trata de ser serio de nuevo—. De acuerdo, ¿así que quieres usar los
cristales?

Asiento con la cabeza.

—Pensé que podríamos verterlos sobre mí, ya que hay un montón de


ellos, en una línea, como una cinta cubierta atravesándome. —Señalo a
mis pechos, y luego a través de mis caderas—, y a través de aquí. —Él
está asintiendo, como si entendiera lo que estoy pensando. Sus azules
ojos se deslizan sobre la bata, luego arriba hacia mí.

—¿Qué más llevarás puesto? —pregunta.

—Nada —respiro. Me apuro antes de que tenga tiempo para notar el


rubor extendiéndose por mi cuerpo—. Me gustó el arte que me
mostraste. Pensé que quería algo similar, pero no tan revelador. Los
cristales me cubrirán lo suficiente.

Está sonriendo, mirándome mientras hablo. Cuando termino, mira


hacia abajo a la caja en sus manos.

—De acuerdo, veo lo que quieres hacer, pero tengo que decirte que
mentí la otra noche. No puedo fotografiar exactamente lo mismo. Ya no
soy la misma persona. Y tú eres… —Él me mira sonriendo—. Diferente.
Así que la pregunta es, ¿confías en mí para hacer algo nuevo, algo
igualmente fascinante y hermoso?

Su pregunta me toma por sorpresa.

—¿Confiar en ti? —Sonriendo sacudo la cabeza, sorprendida de que 66

tenga que preguntarlo. Mi corazón late más fuerte cuando le respondo:

—Sí, por supuesto que confío en ti. No estaría aquí si no lo hiciera.


Estaría escondida en los campos de fresa, saltando entre coches en
movimientos, y ese tipo de cosas, ¿recuerdas? —Río nerviosamente.

—Anna Lamore, artista, heroína de acción y un poco loca. —Su voz


imita esa voz profunda de los tráilers de películas justo hasta la última
palabra y se ríe.

—Mmmm —digo asintiendo—. Eso es cierto. Mejor cuida tu espalda,


Jack. —Meneo mis cejas y él niega con la cabeza.

Cole me mira, sonriendo, y da zancadas alrededor de la mesa,


parándose frente a mí.

—De acuerdo, de ahora en adelante, éste es mi rodaje. Harás lo que te


pida rápidamente, sin preguntas y, con suerte, aprenderás lo que
necesitas para hacer esto. —Asiento con la cabeza una vez. Mis nervios
están retorciéndome hasta la locura.
Cole se apoya contra la mesa y junta las manos en su regazo.
Explicando el rodaje, dice:

—Esto tomará unas cuantas horas. Estaré buscando la toma perfecta.


Es más fácil para mí encontrarla si me tomo mi tiempo. Las luces
estarán apagadas, así que estará totalmente oscuro. Tomaré algunas
fotografías de prueba para averiguar en qué pose te preferiré antes de
apagar la luz. Una vez que elija la pose, empezaremos. Usaré las luces,
por lo que verás y podrás verme un poco, pero no voy a estar en el
producto terminado. Recuerda, no puedes moverte. Incluso respirar
profundamente puede estropear la imagen, así que no importa qué, no
te muevas una vez que el obturador se dispare.

Estoy asintiendo mientras él está hablando, tratando de resistir la


tentación de torcer mis dedos como un niño nervioso. He hecho
suficientes tomas con él para saber cómo es, Cole será más que
profesional, pero mi corazón sigue latiendo salvajemente.

Sus ojos están arrastrándose sobre mí mientras habla. Cuando Cole se


endereza y camina detrás de mí, no me muevo. Su voz está detrás de mi 67
oreja.

—Voy a tomar tu bata para que podamos empezar. —La mano


extendida de Cole está a mi lado, esperando.

Lentamente, me giro hacia él. Mis ojos se encuentran con los suyos.
Sabía que esto pasaría, pero parecía mucho más sensato en mi cabeza.
Respirando demasiado fuerte, alcanzo el lazo en mi cintura y tiro. El
nudo se suelta y el cinturón cae al suelo, revelando la piel desnuda de
mi cuello para abajo. Mis dedos se deslizan debajo de los hombros de la
bata y resbala, cayendo al suelo junto al cinturón.

Estoy totalmente desnuda y de pie delante de él. Resisto el impulso de


cubrir mi cuerpo con mis manos y le pregunto:

—¿A dónde voy?

Una expresión en blanco llena sus ojos mientras me deslizo fuera de la


bata. Cuando ésta cae al suelo en vez de en su mano, Cole traga con
dificultad. En vez de contestar, apunta a un fondo blanco al otro lado de
la habitación. Me giro y camino al lugar al cual él me dirige,
sintiéndome insegura.

Cole se suaviza, su tono es dulce e inseguro. Me pide que me quede de


pie allí, que pose por allá. Pongo mis muñecas encima de mi cabeza,
poniendo mi peso en un pie. La pose fuerza la curva de mis caderas, la
suave pendiente de mi espalda y empuja mis pechos hacia adelante.
Mis pezones se levantan en cuanto la bata cae. Intento no
horrorizarme.

Cole me rodea, sus ojos deslizándose por cada centímetro de mi


cuerpo, examinándome. Las mariposas revolotean a través de mi
estómago. Él se detiene detrás de mí y frota las manos por su pelo. Ya
me ha puesto en varias poses y ha tomado fotografías de prueba, pero
parece insatisfecho. Niega con su cabeza.

—Esto no va a funcionar. Los cristales no van a quedarse en su lugar.


No hay manera de que cuelguen sobre ti, Lamore. Eres demasiado
curvilínea para eso. Cada pose en que te he puesto muestra
perfectamente esas curvas, pero eso significa que los cristales 68
resbalarán. —Hace una pausa, acariciando su mentón. Siento su
mirada a un lado de la cara, pero no me giro hacia él.

Mi corazón se hunde en mi estómago mientras habla.

—¿Así que no puedes hacerlo?

Sacudiendo su cabeza, pasa sus dedos por su cabello.

—Yo no dije eso. —Se detiene delante de mí y me mira a los ojos. Mis
latidos se aceleran—. Puedo hacerlo; sólo que es más complicado de lo
que originalmente pensabas.

Miro a sus ojos, y cuando siento cada centímetro de mi piel ardiendo,


anhelando su toque, aparto la vista.

—Sóolo hazlo, Cole. Sé que ésta es tu forma de decirme que mi idea era
buena, pero imprecisa. Sólo arréglalo y haz lo que quieras. — Mi voz
suena brusca, pero no era mi intención. Estoy más que nerviosa y no sé
lo que quiere hacer él.
Cole asiente con la cabeza y sale de la habitación por un momento. La
tensión se drena de mí tan pronto como él se aleja. Me siento en una
silla y cruzo las piernas, regañándome, enfócate, Anna. Cuando Cole
regresa, tiene un brazo lleno de botellas de plástico y unos pinceles.

Confundida, pregunto:

—¿Para qué son?

Toma una botella y vierte un contenido claro en otro recipiente.

—Para hacer que los cristales se queden fijos.

Lo veo mientras mezcla tres líquidos claros y luego sacude con fuerza
la botella. Los músculos en sus brazos se abultan ligeramente mientras
lo hace. Mis ojos están puestos en sus brazos y mi cerebro no está
funcionando. Él se detiene, vierte el contenido en una taza, agarra un
pincel y dice:

—Arriba. —Él me pasa y camina hacia el otro lado de la habitación.


Apunta a un taburete y dice:
69
—Siéntate.

No tengo ni idea de lo que está haciendo. No es hasta que sumerge el


pincel en el líquido transparente y lo acerca a mí que retrocedo y
pregunto:

—¿Qué haces?

Él me echa un vistazo. Cole está en modo trabajo. Sus ojos habían


pasado todo por alto, pero reacciona cuando escucha mi voz.

—Aplicando los cristales. Pintaré en el adhesivo y los colocaré a mano.


Entonces podemos verter más, así todavía parecerán sueltos y
fluyendo. —Él me está mirando, absorbiendo mi expresión confundida.
Se ríe y se frota la cara con la palma de su mano—. Me olvidé la caja de
cristales sobre la mesa. No es de extrañar que estuvieras confundida.
—Mientras se apresura para agarrar la caja, me siento con mi
mandíbula abierta.
Cuando Cole regresa, sumerge nuevamente el pincel y puntea el frío
contenido viscoso tres veces en mi garganta. Luego se gira hacia la caja
y selecciona tres cristales de diferentes tamaños, todos blancos y los
aplica. Se pegan. Una sonrisa se propaga a través de sus labios y el
pincel se sumerge en la mezcla otra vez, moviéndose más abajo esta
vez.

Estoy sentada en el taburete con mis manos en el asiento, mis dedos


aplastando la madera. Cada vez que su pincel me toca, intento no
estremecerme. Está tan frío. Y luego presiona los cristales en mi piel.
Sus cálidos dedos se rozan contra mí mientras lo hace. No puedo
respirar. Mis brazos empiezan a temblar mientras su pincel acaricia la
parte superior de mi pecho. Cole detiene lo que está haciendo y alza la
vista hacia mi cara. Había concentrado su atención en la curva de mi
pecho y donde poner las piedras, pero cuando empiezo a temblar,
parpadea dos veces y me mira.

—¿Qué pasa? —pregunta. Su voz es demasiado suave. No lo he notado


porque estoy lista para arrastrarme fuera de mi piel. Sus pequeños
toques me están volviendo loca. Sus dedos ya han encendido un 70
camino en mi pecho y cuanto más se aproxima a mi pezón, no puedo
soportarlo más. Esa sexy mirada azul encuentra la mía.

Quiero decir que no puedo hacer esto. Quiero tirármele encima, pero
no lo hago. Mis uñas se clavan en la madera.

—Nada —digo—. Yo sólo... bueno, esto es un poco con demasiado. —Sé


que estoy divagando, pero no puedo detenerme. Por alguna razón no
importa cuantas pinturas de desnudo haya visto, es completamente
diferente cuando yo soy la chica desnuda siendo pintada. Literalmente.
Con pegamento. Y luego siendo deslumbrada por esos dedos perfectos
de Cole. Mi cerebro estalla mientras estoy hablando. Puedo sentir lo
que está pasando, pero no puedo detener el torrente de palabras. Y el
pegamento y los cristales, Cole, es sólo...

Él me aquieta con una mano firme en mi hombro. Lo miro a los ojos, a


esas oscuras pestañas.

—¿Es un poco más personal de lo que pensabas que sería? —Asiento


una vez, y él aparta la mirada. La mano de Cole libera mi hombro y
siento un escalofrío—. Sí, es así para mí, también. —Aclara su garganta
y mira de nuevo hacia mí—. ¿Quieres parar?

La tristeza me atraviesa y niego con la cabeza.

—Yo quería hacer esto. Yo quería... —Mi voz es forzada.

Cole aparta el cabello fuera de sus ojos y dice:

—Lo sé. Y esta es una gran idea. Sé exactamente lo que quiero hacer...
—respira con fuerza—. Pero es extraño porque eres tú. Te conozco. —
Me mira por un momento y se da cuenta de lo tonto que suena. Una
sonrisa pasa por sus labios y se sienta en la mesa—. Entonces, los dos
queremos esto, pero es…

—Incómodo. Incómodo como el infierno. —Me encorvo en mi taburete.


Mientras hablábamos, mis brazos intentaron cubrir mis senos tres
veces. Cada vez tuve que detenerme a mí misma o movería los
cristales. El pegamento aún no se ha secado.

—Sí, así es. —Levanta la vista hacia mí. Cole parece más relajado que
yo. Mi mirada se bloquea con la suya y mis labios se separan. Sé que lo 71

estoy mirando por mucho tiempo, mirándolo fijamente, deseando que


camine hacia mí y haga cosas indescriptibles a su pasante, pero sé que
no lo hará.

Cole deja que la mirada persista. Su voz me fija en el lugar.

—Necesitamos algo para romper la tensión, para ayudarte a relajarte.

—Sí —respondo, asintiendo con la cabeza, sin quitar mis ojos de los
suyos. Mientras él se acerca, mi estómago revolotea y mi piel
hormiguea. Cole se detiene delante de mí. Sus manos están en sus
bolsillos. Sus hombros están caídos hacia adelante levemente, como si
estuviera dudando acerca de algo. Y su mirada no deja mi cara. La
mirada en sus ojos hace que mi pulso se acelere.

Cole está tan cerca que puedo sentir su aliento en mi piel. Se inclina
más cerca de mi cara y no se detiene hasta que estamos nariz con nariz.
Yo lucho por controlar mi respiración, tratando de tranquilizar mi
acelerado corazón. Rompe la mirada y mira mis pechos cubiertos de
cristales y eleva los ojos a mis labios. Cuando él habla, me derrito.

—Esto no debería ser así... pero lo es. Quería tener una excusa para
tocarte, cualquier cosa... y ahora que la tengo, no puedo hacerlo.

—¿Hacer qué? —Estoy mirando su rostro, incapaz de mirar a otro lado.


¿Él está diciendo lo que creo que está diciendo? Mi corazón late más
fuerte, amenazando con romper mis costillas. No puedo alejar mi
mirada. No me puedo mover. Mis labios hormiguean, como si supieran
lo que Cole decía antes que el resto de mí se diera cuenta.

Se inclina más cerca y puedo sentir su aliento caliente a través de mis


labios. Observo cómo baja sus pestañas y se mueve hacia mi boca.
Cuando sus labios tocan los míos, apenas me besa. Dejo de respirar. Mi
cabeza se precipita con sensaciones que me hacen sentir mareada y
encendida. Mis labios hormiguean, con ganas de más.

Cole vacila mientras estoy sentada frente a él, desnuda, salvo por el
pegamento y la brillantina. Siento sus dedos en mi mejilla,
deslizándose lentamente sobre mi cara, apartando hacia atrás mi 72

cabello. Lo siento luchando, tratando de negar la atracción que nos


arrastra juntos más y más fuerte. Su mano avanza por mi mejilla hasta
que su pulgar se desliza por mi labio inferior. Lo mueve lentamente,
sintiendo la suavidad de mi boca contra su dedo, trazando mi labio
inferior. Su boca está justo allí, lo suficientemente cerca como para
besarme, pero no lo hace. Su otra mano no me toca. Mantiene un
espacio entre su cuerpo y el mío. Tiemblo cuando me toca, mientras
observa mi reacción hacia él.

—Esto —dice, respondiendo a mi pregunta. Su voz está llena de ricas


corrientes profundas que perforan mi interior. Cuando desliza su
pulgar lejos, se mueve lentamente, como antes. Su labio inferior toca el
mío, gentilmente probando para ver qué es lo que haré. Mis manos se
levantan por sí solas, encontrando el grueso cabello en la nuca de su
cuello. Lo atraigo hacia abajo, así sus labios se presionan firmemente
contra mi boca.

Cada centímetro del cuerpo de Cole es un cable ajustado, como el mío,


y cuando lo toco, él se derrite. Sus labios presionan los míos,
mansamente. Se burla de mí, besándome suavemente antes de deslizar
su lengua entre mis labios. Sus manos abarcan mi cara, sus dedos
patinan a través de mis mejillas y se enredan en mi cabello oscuro. Una
mano se desliza por mi cuello, avanzando dolorosamente lento hacia
mi pecho. Cada centímetro de mi cuerpo se siente como si estuviera en
llamas. Presiono mi pecho contra él, empujando mi seno en su mano.
Los cristales están secos. Los siento bajo sus manos cuando desliza sus
dedos sobre mi tenso pezón, girándolo suavemente entre sus dedos.
Gimo en su boca, y él me besa más duro. Mi cuerpo entero se ha
derretido en sus brazos. Me apoyo en él y desplazo la silla cuando una
voz hace que nos alejemos.

—Hey, jefe. Sólo revisando... —Regina mira hacia arriba, mortificada.


Sus palabras mueren en su boca mientras ella aparta sus ojos—. Sólo
quería ver si necesitas algo. —Ella se queda de pie allí, sin saber qué
hacer o adónde mirar.

Cole se aleja de mí, apartando sus manos de mi cuerpo. Se vuelve hacia


ella diciendo:
73
—No. Estamos bien. —Regina asiente con la cabeza y huye por la
puerta sin mirar atrás.

Mi corazón está latiendo en mi pecho, cada centímetro de mí es de un


enrojecido y brillante rojo. Cole me mira por encima de su hombro con
una expresión que no puedo leer. Me estoy preguntando si va a negar
la atracción otra vez, pero no dice nada. Por el contrario, camina de
regreso hacia la copa y el pincel. Yo me deslizo de regreso sobre el
taburete y él me pinta en pequeños trazos, colocando cristales sobre
mí a medida que avanza.

Ninguno de los dos dice una palabra. Actuamos como si no hubiera


pasado nada, aunque desearía tener más. Su pincel se mueve sobre mis
pezones y Cole prensa sus dedos contra mi piel sensible, presionando
las piedras en su lugar de una en una. Sus manos pasan sobre mi
cuerpo y disfruto cada segundo de ello, pero una sospecha toma fuerza
en mi mente. ¿Y si me besó para deshacerse de la tensión? ¿Y si no
significa nada? Estoy sentada, esperando que diga algo, pero Cole está
silencioso. Desearía saber que está pensando.
Cuando termina de colocar las piedras en mi lado, dice:

—Ponte de pie.

Sin decir una palabra, hago lo que dice. Cole pasa su pulgar sobre la lisa
piel que desaparece entre mis piernas y yo jadeo.

—Los cristales deben atravesar tus caderas y por aquí, ¿correcto? —Su
dedo dibuja la línea curva que pretende cubrir con cristales. Parece
que dibujara en mi piel con fuego.

Trato de ocultar mis emociones y hacer lo mismo que está haciendo,


pero apesto en eso completamente. Mi voz tiembla cuando hablo.

—Sí. —Esa corta palabra me traiciona. Cole está de rodillas frente a mí.
Llega a los cristales y a la taza de adhesivo y los pone en el piso.

—Extiende tus piernas, Lamore. —No hay ninguna burla en su tono. Él


suena duro otra vez, frío. Él espera, pero no me muevo. Me mira y
comienza a explicar:

—Aparta tus… 74

Lo corto en seco:

—¿Qué pasa contigo? ¿Me besaste porque querías? ¿O había alguna


otra lógica demente en medio de eso? —Sueno enojada. No me gusta la
manera en la que me está hablando. Su tono implica que no soy nada
para él.

Él no me mira:

—Lógica demente, Lamore. ¿Qué otra razón habría? Ahora,


simplemente hagamos esto. Por favor, separa tus tobillos así puedo
terminar. —Me mira, exhausto. No digo nada más. Extiendo mis
piernas ligeramente y acaricia mi sensible piel con su pincel. Cuando
sus dedos presionan contra mi suave carne, permanezco rígida, como
si no estuviera haciéndome nada. Como si el pensamiento de sus
labios, su aliento tan cerca del lugar entre mis piernas no fuera
intoxicante.
Cuando termina, hay un millón de refulgentes cristales pegados a mi
cuerpo.
Él nos detiene delante de un espejo de cuerpo entero para que me vea.
Sin embargo, no me molesto en mirar hacia arriba y camino al set que
quiere usar.

Antes de que pueda caminar lejos, Cole agarra mi muñeca y me empuja


de regreso.

—Mírate.

—Sé cómo me veo Cole. Déjame ir. —Salgo de su agarre. No quiero ver
como luzco. Eso podría traer recuerdos que se hicieron hoy más
profundos en mi mente. Con Cole actuando frío y caliente, no quiero
correr el riesgo.

Él no me alcanza otra vez. En cambio, me instala en una pose en el set


blanco. Estoy desnuda en el suelo. Cole se mueve alrededor de mí
buscando ángulos y miro más allá de él, mi mirada se pierde en algún
lugar en el techo.
75
—Estás frunciendo el ceño. —Cole retira la cámara de su cara y mira
abajo, hacia mí. Trato de detenerme, pero estoy muy irritada con él.
Cole me mira por un momento y después enfoca su cámara
directamente sobre mí en un brazo que se abre hacia fuera de la pared.
Saca un cuadrado y negro control remoto de su bolsillo y lo enciende.
Cole lo prueba, y oigo el obturador cerrarse de golpe.

Mientras prepara las cosas para la pose que quiere, dice:

—¿Por qué siempre ofreces una cláusula de escape? —El desprecio se


desliza fuera de mi cara y lo miro. Sus anchos hombros están llegando
por encima de su cabeza cuando mueve las luces atrás lejos del set.

—¿De qué estás hablando?

Cole no me mira cuando me responde. Continúa moviéndose alrededor


del set, poniendo las cosas en su lugar.

—Tú preguntaste esta discordante y emocionalmente cargada


pregunta que exige una respuesta honesta, pero viras en éstas
cláusulas que permiten a la persona que pides una respuesta echarse
para atrás y no responder.

—De nuevo, ¿de qué estás hablando? Estoy cansada de tus juegos y tú
Síndrome Pre Menstrual está dándome latigazos.

Cole se detiene y mira hacia abajo, hacia mí. Sus ojos están brillando,
azul brillante.

—Es increíble que seas tan ciega… que no veas lo que me haces.
Lo juro, Anna... —Aprieta sus manos y las obliga a abrirse. Cierra los
ojos con fuerza y cuando los abre, baja la mirada moviendo la cabeza—.
¿Lógica demente? ¿En serio? ¿Eso es más fácil de creer que la verdad?

—Oh, por favor —digo, sintiéndome demasiado expuesta—. Como si tú


me dijeras la verdad de todos modos. —Aparto la mirada, demasiado
molesta para verlo, pero Cole se queda de pie sobre mí. Cae de rodillas
con el control remoto en la mano.

—Te he dicho cosas que nunca le dije a nadie. Yo te diría cualquier cosa
si tuvieras las agallas para preguntar sin agregar esas ridículas 76
clausulas al final. —Él apaga la luz y la sala se queda en oscuridad.

Mi corazón se acelera y me sacudo cuando escucho el obturador de la


cámara. Es una exposición prolongada y sé que no me puedo mover o
arruinaré la imagen. Una luz azul aparece y él comienza a moverse a mí
alrededor, deslizando la luz arriba y abajo de mis costados
rápidamente.

Su voz llena las sombras.

—Si me preguntaras, te diría que tú me inspiras. Tu pasión encendió


algo dentro de mí, algo que pensaba que se había ido hace mucho
tiempo. Te diría que creo que eres demasiado joven para mí. Que te
dañaría si actuara e hiciera las cosas que quiero hacer contigo. —La luz
está sobre mis labios y estos se separan. Mi mirada está en su cara.
Está cerca de mí, arrodillado, arrastrándose por mi cuerpo desnudo en
el suelo—. Quédate justo así. Eso es perfecto, Anna.

La pregunta que quiero preguntar quema en mi mente, pero no me


muevo. Cole guarda silencio mientras se arrastra a mi alrededor,
cubriendo mi cuerpo en luz, centímetro a centímetro. Cuando el
chasquido del obturador suena otra vez, sé que puedo hablar.

Empiezo a sentarme, pero sus manos están sobre mis hombros,


manteniéndome abajo.

—No te muevas. Todo está perfecto. No quiero reajustar la pose. —


Todavía estoy bajo sus manos y me libera, diciendo:

—Haz tu pregunta, Lamore.

—¿Cómo te sientes por mí? —Antes de que pueda decir algo más, el
obturador de la cámara se dispara y estoy quieta de nuevo. Cole no
responde de inmediato. Su luz está al lado de mi cabello, moviéndose
en rápidas barridas sobre el lado derecho de mi cuerpo.

Finalmente dice:

—Demasiadas cosas. Siento como si te conociera, pero no estoy


completamente seguro de que lo haga. —Moviéndose hacia mi seno,
balancea la luz cerca de mi piel. Lucho contra la urgencia de moverme,
de hablar. Él continúa: 77

—Siento como si quisiera conocerte más. No hay nada de ti que no me


cautive. Eres adictiva, y no puedo evitarlo, Anna. Quiero cosas de ti,
cosas que no puedo tener. Siento cosas que no debería sentir. —Su voz
se calla mientras se mueve a mi alrededor.

Mi cuerpo reacciona a sus palabras y se vuelve cada vez más difícil


mantenerme quieta. Está tan cerca. Esa luz recorriendo mi cuerpo
pone sus manos justo sobre mi piel. Mientras esta pasa, deseo que él
realmente me estuviera tocando. Mi mente está corriendo con
pensamientos. Mientras que sé que la diferencia de edad es amplia, no
sé por qué él se está conteniendo.

Cuando el obturador chasquea, le pregunto:

—¿Qué es lo que sientes, Cole?

Presiona el botón casi inmediatamente. Apenas tuve tiempo para


preguntar. Habla mientras trabaja. Un tenue resplandor azul perfila su
rostro. Se ve encantado, casi dolorido. Su voz es un respiro, apenas un
susurro. No se mueve esta vez. La luz no parpadea, delineando mi
cuerpo. Él sólo se sienta ahí a mi lado, sobre sus rodillas, mirando
fijamente a la oscuridad.

—Siento que me estoy enamorando de ti, Anna. Y no importa lo que


haga, no puedo detenerme. —Está respirando fuertemente,
mirándome.

Cuando responde ésta vez, lo alcanzo. Paso mis dedos detrás de su


cuello y atraigo sus labios a los míos. Cole trata de alejarse, pero no lo
dejo. Lo puedo sentir en una guerra consigo mismo. La tensión en su
espalda y la fuerza de sus brazos dice que está tratando de resistir,
pero lo sostengo contra mí, gentilmente acariciando sus labios con mi
lengua. Cuando accedo dentro de su boca, cuando el beso se
profundiza, se derrite contra mí. Su cuerpo se relaja y Cole me besa de
regreso, suavemente al principio. Sus manos encuentran mi rostro y
escucho el control remoto caer al suelo. Su cuerpo se alinea con el mío
y puedo sentir su erección a través de sus pantalones. Ejerce presión
sobre mí y gimo, queriendo sentirlo dentro de mí. Mis manos fluyen
por sus costados, sintiendo la curva de su cuerpo bajo mis manos. 78

Los dedos de Cole se enredan en mi cabello. Mientras sus manos se


deslizan por mi rostro, él toca mi cuello, rozando mis senos hasta llegar
a mis caderas. Me sujeta más cerca de su cuerpo y me besa con más
fuerza, trazando el interior de mi boca con su lengua. Cada beso se
vuelve más ardiente, haciendo que mi corazón lata con más fuerza. Sus
manos sobre mi piel desnuda están mandando corrientes a través de
mi cuerpo y no puedo ignorarlas. Me doy cuenta de que no quiero. La
habitación está tan caliente que el cuerpo de Cole se desliza contra mí.
Pasando mis manos por debajo de su camiseta, coloco mis palmas en
su espalda. Cuando Cole me estrecha me siento segura y deseada. Sus
dedos encuentran mis pezones y me tienta, sosteniéndolos entre sus
dedos, besándome suavemente.

Jadeo mientras lo hace y arqueo mi espalda para empujar mi pecho


hacia su boca. Quiero que me bese, que me pruebe. No hay nada más en
este momento, sólo él y yo. La perdición, el deseo que había sentido
por tanto tiempo, se desvanece mientras siento mi cuerpo calentarse
en los brazos de Cole. Quiero sentir su cuerpo moviéndose con el mío.
Quiero conocer cada centímetro de él. Quiero deslizar mi lengua sobre
su precioso cuerpo y hacerle gritar mi nombre. Los besos de Cole
explotan con pasión. Se mueve como si esto no fuera real, como si
súbitamente le dijera que se quitara. Sus tibios besos dejan una estela
en mi cuello mientras su respiración se incrementa. Otra fuerte
respiración sale de mis pulmones. Cada músculo de mi cuerpo está
tenso, gritando para ser liberado.

Cole cambia su peso por lo que una de sus piernas está entre las mías y
la otra está sobre un costado. Los músculos de sus brazos están
apretados como cables mientras se sostiene arriba para evitar
aplastarme. Tomo una de sus manos entre las mías y la bajo
lentamente. Sus dedos están bajo los míos. Mientras muevo su mano,
siento que su palma patina sobre mi estómago y desciende a mi muslo.
Cole levanta sus labios de mi cuello. Respira fuertemente, mirándome,
sintiendo mi piel. Su palma está caliente mientras su mano se mueve
cada vez más abajo.

Nuestros ojos se bloquean. Esto es más que besos, más que lujuria. Lo
siento. Sé que él lo siente. Mientras su mano se desliza sobre los 79
cristales en mi labio inferior, lo miro a los ojos. Él no está respirando.
Mi boca está abierta, esperando que sus dedos lleguen entre mis
piernas y me acaricie. Mis rodillas se separan mientras muevo su mano
ahí, pero se detiene. El sonido de mi pulso ruge en mis oídos. Cole
respira lentamente, deteniendo su mano. Esta descansa un poco más
arriba. Sus pulgares acarician una de las piedras en mi piel, dudando.

Sin aliento, Cole aleja su mano y se sienta.

—Lo siento, Anna.

No sé qué pasó. Sentándome, trato de tomar su brazo, pero él ya está


poniéndose de pie. Lo puedo ver en el tenue resplandor azul de la luz
que estaba usando. Ruedo a mi costado y agarro su muñeca antes de
que pueda alejarse. Mientras lo agarro, la luz azul parpadea una vez y
muere. No hay nada más que el tacto y las sombras.

Somos voces incorpóreas en la oscuridad. No puedo verlo. Sólo puedo


sentir dónde está. Juro que puedo escuchar su corazón latiendo fuerte
en su pecho. Mis manos buscan su rostro. Encuentro sus mejillas y
deslizo mis manos por su fuerte mandíbula, sintiendo su barba debajo
de mis dedos.

—Cole, detente. Quiero esto tanto como tú… —Está callado. La tensión
crece entre nosotros. Me inclino hacia adelante hasta que puedo sentir
su aliento en mis labios—. ¿Cole?

—Anna, yo…

Respiro.

—¿Me deseas?

No dice nada, pero tampoco se aleja. Siento un hormigueo en cada


centímetro de mi piel. No puedo dejarlo ir. No hasta que me diga que
esto nunca va a pasar. Entre más largo es el silencio, más se hunde mi
corazón. Finalmente agrego:

—Si no lo haces, nunca volveré a mencionar esto, pero si lo haces… si


de verdad piensas que te estás enamorando de mí…

Él se aleja y arranca mi corazón de mi pecho. Estoy temblando, y no 80


puedo detenerme. Escucho sus pisadas atravesar la habitación. La luz
se enciende. Me lanza mi bata. Cae en el piso junto a mí. No se da la
vuelta.

De espaldas a mí, como si fuera muy difícil verme, Cole dice:

—Vístete. Ya obtuve lo que necesitaba.

La manera en que su voz atraviesa la habitación me hace estremecer.


Es como si parte de él estuviera encerrado y nunca podré conseguirlo.
Mientras se apura para alejarse de mí, estoy conmocionada en silencio.
No entiendo qué está ocurriendo. ¿Por qué Cole se cierra de esta
manera? Sentada desnuda en el piso, me doy cuenta que la única vez
que Cole se comporta así es cuando actúa por sus sentimientos.
Traducido por Isa 229

Corregido por Mariandrys

Para cuando me pongo mi bata, Cole no está en ningún parte. Camino a


mi habitación y me baño, lavando el resto del adhesivo que se aferra a
mi piel. Quiero saber por qué Cole huyó. ¿Cómo pudo decir que está
enamorándose de mí y luego negarse a tocarme? Por un momento, me
siento enferma, que tal vez no me quiera, que solamente dijo esas cosas
para tocarme, pero así no es como es él. Lo he visto fotografiar a otras
mujeres. Cole no es ese tipo. Él no da ni toma afecto a la ligera. El agua
rocía mi cara y me doy cuenta de que no puedo racionalizar lo que ha
pasado. No puedo hacer que se vaya.

Para el momento en que me visto, ya es mediados de la tarde. Subo mi 81


cabello en una cola de caballo y voy a buscar a Regina. Por más
mortificante que sea, tengo que limar asperezas con ella. Cuando la
encuentro, está en el área de almacenamiento clasificando telones de
fondo antiguos. Su cabello rojo está sobre sus hombros mientras se
encorva sobre unas cajas, desembalándolas una por una. Regina alza la
vista hacia mí cuando entro por la puerta y rápidamente aparta sus
ojos.

Antes de que pueda decir algo ella se endereza y deja escapar:

—No sabía que ustedes dos eran íntimos. Pensé que era una sesión de
fotos. —Ella hace caer la tela que agarraba entre los dedos. La
expresión de su cara me dice que está igual de horrorizada.

Levanto mi mano para silenciarla.

—Si era una sesión de fotos, pero… —Me encojo de hombros como si
no supiera lo que pasó—. Las cosas tomaron un giro interesante. Te lo
hubiera dicho, ya sabes. Si nosotros fuésemos... —Dejo de hablar. El
nudo en mi garganta me está estrangulando. ¿Si nosotros fuésemos qué,
Anna? No hay nada entre Cole y yo, salvo unos cuantos besos. En lo
profundo de mi mente, escucho su voz… ese tono silencioso
confesando que está enamorándose de mí. No puedo ignorarlo.

Regina me observa por un momento. Parece que no sabe qué decir.

—No me corresponde preguntar o saber algo así. No necesitas decirme


nada, señorita Lamore. Sólo espero que no te haya incomodado tanto
como para perder mi trabajo. —La cara de Regina se sonroja mientras
dice esto. La mujer pudo haberme evitado durante días y nunca
preguntado, pero ella es demasiado directa para eso.

Sonrío. Me gusta su franqueza. Negando con la cabeza, digo:

—Tu trabajo no se verá afectado por mi estupidez. Lo prometo. —Ella


me sonríe y yo asiento.

Cuando me doy vuelta para irme, dice:

—Por si sirve de algo, no he visto el señor Stevens con nadie durante


algún tiempo. De verdad debes haberle trastornado la cabeza.
82
Me detengo y la miro.

—¿A qué te quieres?

Se encorva sobre la caja y vuelve a trabajar. Puedo notar que no quiere


decir más, pero lo hace:

—Solamente digamos que sus costumbres de playboy son algo así


como una ilusión.

No sé qué decir, así que asiento. Regina vuelve a su trabajo. Me voy


sintiéndome más confundida que antes. Vagando por el estudio,
planeando en ir de paseo en mi motocicleta para despejar la cabeza,
noto que el auto de Cole se ha ido. Ningún Porsche a la vista. Cierro mis
ojos y sacudo mi cabeza. ¿Qué hice? Suspirando profundamente,
camino hacia mi moto y me apoyo en ella.

Tengo que ser yo, ¿cierto? Es decir, Cole estaba sumergido en el


momento y entonces algo lo hizo huir. Fue como si él hubiese sido
rociado con agua helada. Ni siquiera se quedó para darme una
explicación. No puedo entenderlo y me está volviendo loca. Me
pregunto si esa pequeña sesión acaba de destruir nuestra relación. Me
gustaría poder retroceder. Desearía no haberlo hecho. Las lágrimas
pican mis ojos, pero me niego a llorar. Froto mi ojo con la palma de mi
mano cuando una voz me hace saltar.

—¡Es tiempo de playa, nena! Pensé en por qué esperar a que me


invites. Es decir, ¿cuán difícil sería encontrar éste lugar? —Emma está
parada ahí con su cabeza inclinada a un lado y con una sonrisa irónica
en su cara.

—Emma. —Giro hacia ella y siento las lágrimas liberarse.

—¡Uau! —dice cuando envuelvo mis brazos alrededor de ella y


empiezo a sollozar en su oreja. Ella acaricia mi espalda—. ¿Qué pasa?
¿Qué sucedió?

Niego con la cabeza, demasiado molesta hablar. Moqueando- le digo:

—Simplemente salgamos de aquí. Dime que condujiste, porque no


puedo ver directamente como para llevarnos. 83

Ella asiente con la cabeza, llevándome a su auto al otro lado de la casa.


Cuando estamos dentro, muerdo los sollozos que quieren seguir
viniendo mientras las lágrimas se derraman por mis mejillas.

—¿Qué demonios pasó? —pregunta, mirándome.

—Pensé que todo había sucedido, pero resultó ser nada. Emma,
llévame lejos de aquí.
Traducido por Lexie'

Corregido por Mariandrys

Conducimos a lo largo de la autopista. El aroma del océano llena mi


cabeza mientras le cuento a Emma lo que pasó con Cole. Ella escucha y
no dice nada por un largo tiempo.

Cuando por fin habla, parece confundida.

—Edward parece pensar que ustedes todavía están juntos.

Golpeo mi cabeza atrás en el asiento y miro hacia el techo.

—No, Em. Rompimos hace un tiempo. Lo tomó muy mal. —Silencio


llena el aire mientras el pequeño auto se sacude y zigzaguea a través
84
del tráfico. Después de unos momentos pregunto:

—¿Supongo que no le va demasiado bien?

Ella sacude la cabeza.

—Al parecer no. Dijo que necesitabas espacio, pero que ustedes
estaban bien. Siempre ha sido un poco idealista, pero esto es un poco
extraño, incluso para él. —Inclina su cabeza de lado mientras cambia
de carril, diciendo:

—Por otro lado, no es como si yo normalmente fuera amiga de sus


novias. Sabes cómo la gente puede actuar de una manera con una
persona y totalmente diferente con otra. Parece que mi hermano tiene
un poco de esas cosas raras sucediéndole. Pero él no es lo que está
molestándote. ¿Por qué estás tan fuera de forma? Quiero decir, ¿pasó
algo con Cole antes de ahora?

Sacudo mi cabeza, mirando por la ventana.


—No realmente. No sé por qué me molesta tanto. No es como si Cole
me prometiera algo. Sólo esperaba que... —Me trago mis palabras. No
sé lo que sucedió, pero tengo la intención de averiguarlo. Las cosas no
pueden quedarse así entre nosotros. No quiero presionar a Cole, y no
quiero tomar algo que él no esté dispuesto a dar. Sólo desearía saber
por qué. Hay algo entre nosotros, algo impidiéndole actuar de acuerdo
a sus sentimientos. Lo siento atascado ahí como un abismo que nos
tragará enteros.

El silencio llena el auto. Finalmente, Emma dice:

—¿Realmente te gusta, cierto? —Asiento. Ella se ríe—. Cuando lo


conociste, pensé que lo odiabas. Hiciste un cambio de ciento ochenta
grados bastante rápido, Anna. Incluso para ti.

—¿Incluso para mí? ¿Qué se supone que significa eso?

—Nada malo —dice Emma—. No te lo tomes así. Hay dos tipos de


personas que cambian así de rápido. El primer grupo son los
perdedores, las personas que no saben qué demonios quieren. Esa no
eres tú. Tú estás en el segundo grupo, las personas que saben 85

exactamente lo que quieren, pero no lo pueden encontrar.

—La cosa es que creo que lo he encontrado. Cole no es como nadie que
haya conocido. —Él es apasionado, determinado, poderoso.

—¿Es algo mayor para ti, no?

—Gracias por afirmar lo obvio, Em —espeto—. Lo siento —digo


empujando mi cabello fuera de mi cara. Miro hacia ella—. ¿Crees que es
por eso que está actuando de esa manera? ¿Porque soy demasiado
joven?

—Anna, si alguna vez tengo alguna idea de por qué un hombre hace
algo moriré de la impresión. —Ella se lanza entre los autos mientras
conducimos hacia la ciudad. Ella me mira antes de agitar el volante—.
Una cosa es cierta, él piensa que eres ardiente y es demasiado cobarde
para actuar. Puedes olvidar todo el asunto que pasó o acorralarlo y
obtener tu respuesta.
Eso suena como una mala idea. Arrinconar a Cole. Me estremezco sólo
pensando en ello. Vamos en silencio cuando finalmente se me ocurre
que Emma condujo dos horas para verme y no llamó primero. La miro,
notando que ella parece feliz, pero está tratando de ocultarlo. Una
sonrisa torcida se extiende a través de mis labios:

—Eres increíble, ¿sabes eso?

Ella se ríe.

—¡Sí! ¿Pero qué puedo hacer?

—Algo importante tuvo que pasar para que vinieras hasta aquí, sin ni
siquiera una llamada... —Le sonrío, esperando que me lo diga. Cuando
sonríe, sé que tengo razón.

—¡Conseguí un trabajo! Es mío, Anna.

—¡Eso es genial! ¿Es el que querías, en el periódico?

Emma está desenfrenada ahora. Asiente.


86
—¡Sí! Todo lo que tengo que hacer es terminar las prácticas,
graduarme, y estoy en la rama más baja del poste totémico. —Ella
chilla y no puedo evitar sentirme emocionada por ella—. Es perfecto,
Anna. Y, ¡oh, Dios mío! Tenías que haberme visto en la entrevista. ¡He
dado en el clavo! ¡Como, totalmente en el clavo! Estaré trabajando
junto a Stacy James...

—De ninguna manera —digo inclinándome hacia adelante.

Asintiendo con entusiasmo, golpea sus manos en el volante y chilla:

—Lo sé, ¿cierto? Él supervisará las prácticas y empezaré a escribir mis


propias historias dentro de unos meses. ¡Es totalmente perfecto!

—Estoy tan feliz por ti, Em. Sé lo mucho que querías esto. Vas a hacerlo
genial. Sólo imagina, tu propio artículo de periódico con una pequeña
fotografía de tu cabeza. Va a ser retuiteado en todo el mundo y se
convertirá en una sensación de la noche a la mañana.

Ella resopla.
—¡Es por eso que venía por ti! ¡Sabía que serías la persona perfecta
para celebrarlo! —Ella me mira—. Tengo una bolsa de playa llena con
toallas, bikinis, y libros de romance basura. Mi plan original era
descansar en tu playa, pero creo que un poco de tiempo lejos de Cole le
ayudará a tu cerebro a funcionar mejor. Necesitamos una zona libre de
Cole. ¿Por qué no nos desviamos a Jones Beach y pasamos el rato? Tú
puedes relajarte y yo puedo celebrarlo.

Inclinando mí cabeza hacia atrás contra el asiento, digo:

—Eso suena completamente perfecto.

Emma corta a través de seis carriles de tráfico y creo que voy a morir.
Llegamos a la rampa de salida para la playa y las dos empezamos a reír.

87
Traducido por Lapaskis

Corregido por flochi

La playa es uno de mis lugares favoritos… cuando está vacía. Hoy está
rebosante de gente. Emma para en un sitio apartado y elegimos un
lugar en la arena entre varios buscadores de sol. Levanto la cara y
respiro profundamente. El sonido del océano llena mis oídos, mientras
la brisa salada mueve mi pelo. Emma arroja las toallas y las estira.
Mientras Em corre a cambiarse, me acuesto en las toallas con mis
tirantes y pantalones vaqueros cortos, ajustando mis gafas de sol para
que estén en el lugar correcto. Mientras entrelazo mis dedos detrás de
mi cuello, cierro los ojos.

Esto es perfecto. Me dará tiempo para pensar, para decidir lo que 88


quiero hacer antes de ver a Cole de nuevo. Una parte de mí quiere
ignorar todo el asunto y no lidiar con el drama, porque desde que
conocí a Cole me he dado cuenta de que es lo único que él promete… un
montón de drama. No estoy segura de si estoy para eso. Especialmente
según está mi vida. Tengo un montón de drama por mi cuenta. Darle
más intensidad a Cole podría hacer explotar mi cabeza.

Eres una cobarde, Anna, susurra una voz en el fondo de mi mente. Tal
vez lo soy. Quizá Cole no es el hombre adecuado, pero tan pronto como
lo pienso, sé que eso es una equivocación. Cole se siente adecuado.

El sonido de su voz me hace saltar.

—Anna —dice Edward. Su sombra cae sobre mí. Entorno los ojos hacia
él, preguntándome cómo pudo verme. Estoy rodeada de un montón de
gente y después de lo que dijo Emma, realmente no quiero hablar con
él ahora mismo.

Me empujo hacia arriba sobre los codos.


—Ey. Em acaba de ir a cambiarse. Estará de vuelta pronto.

Edward se queda allí congelado, con las manos en las caderas,


vistiendo un traje de baño azul que muestra su cuerpo. Tiene un
intenso bronceado que sugiere que ya ha estado aquí durante horas.
Me pregunto si Emma sabe que está aquí, si está tratando de hacer que
nuestros caminos se crucen. Mi estómago se retuerce. Eso no puede
ser. Ella había planeado ir a los Hamptons, no venir aquí.

—Lo sé —dice, pasándose las manos por el pelo—. En realidad, vine a


ver cómo estabas. Ha pasado un tiempo. —En realidad, no es así, pero
parece bastante dulce.

Poniendo mi mano como una visera, la pego a mi frente para poder


verlo. El sol está detrás de su espalda.

—Estoy bien. Trabajando mucho, pero bien. —Hago una pausa y trato
de mirar su cara otra vez. Algo en la forma en que está de pie me hace
sentir incómoda. No puedo decidir qué. Me aclaro la garganta y le
pregunto:
89
—¿Cómo van las clases? ¿Alejado de problemas?

Levantando la mano a su cara, sonríe hacia mí. Puedo ver sus ojos
ahora.

—Las clases bien. Bueno. ¿Oí que te quedabas en los Hamptons este
verano?

—Sí, por las prácticas, ¿recuerdas? —Asiente. No entiendo por qué


actúa como si nunca le hubiera hablado sobre ello. Lo hice. Recuerdo la
conversación—. ¿Pensé que ya te lo dije?

Sonríe tímidamente.

—Lo hiciste. Me puse nervioso y no quería alejarme, todavía. Anna... —


Su tono es demasiado suave, suplicante. Me mata oírlo.

Antes de que pueda decir nada, Emma se acerca detrás de mí y parece


sorprendida de ver a su hermano mellizo.
—Ey, Eddy. ¿Qué estás haciendo aquí? —Gira la cabeza a ambos lados,
buscando al resto de sus amigos, pero de nuevo se vuelve a su hermano
con una ceja levantada.

—Tan sólo pasando el rato.

—Faltando a clase, sin duda —replica Em. Agarra un enorme par de


gafas de sol de plástico negro de su bolso y se las pone. Su bikini negro
la hace parecerse a una súper modelo. Cuando miro a mi alrededor, veo
muchas miradas masculinas en Emma, sin duda preguntándose si
deben probar y hablar con ella.

Mi teléfono suena. Lo cojo y miro la pantalla. Cole. Lo envío al correo de


voz. No puedo hablar con él ahora. Edward me está mirando cuando la
conversación con su hermana comienza.

—Igual que tú, a menos que te echaran… —Sabe cómo alterarla. Sus
palabras hacen a Emma hincharse, lista para pelear.

—Para tu información, conseguí el trabajo y Anna y yo hemos salido a


celebrarlo. Así que vete a cavar un agujero o algo y déjanos en paz. — 90
Hace gestos y señala, indicándole que debería irse.

Edward sonríe.

—¿Es eso cierto? Bueno, bien por ti, hermanita. Bien por ti. —Me mira
y asiente con la cabeza—. Nos vemos, Anna.

Asiento de vuelta, viéndolo alejarse. Una parte de mí se pregunta si he


cometido un error, si Edward era el hombre adecuado. Parece poca
cosa, después de todo, una relación no es solamente sexo. En una
relación la mayor parte del tiempo se hacen otras cosas, cosas que he
disfrutado con él. En mi interior, gimo. Sueno como alguien de ochenta
años.

Emma se inclina atrás en sus manos, mirando a la gente.

—Hay un montón de chicos calientes aquí, Anna. —Su mirada se fija en


un grupo de jóvenes unas toallas abajo.

—Entonces ve por ellos, Em. No estoy de humor.


—Psh —dice, dándome una palmada—. Nunca estás de humor. Esto
sólo significa que no has encontrado a la persona correcta… una que
encienda un fuego en tus bragas y haga latir tu corazón fuera de tu
pecho hasta que sientas que se detendrá y morirás.

La miro inexpresivamente. Me siento así por un tipo. Ese es el


problema. Río y niego con la cabeza.

—Hazme un favor y coge al hombre que estás eligiendo para mí,


además, tengo serias dudas de que a él le importe —bromeo, pero
Emma tiene una sonrisa diabólica en su cara.

—Veremos. —Se pone de pie y se quita la arena de sus delgadas


piernas. Sin decir una palabra ella avanza hacia el grupo de chicos
jugando al voleibol. Sus miras están puestas en un hombre que es
claramente mi tipo y no el suyo. Me enderezo y observo con horror
cuando se detiene detrás de él. El hombre se da la vuelta y mira a
Emma y luego a mí. Él asiente con la cabeza, escuchándola y luego me
sonríe. Regreso su sonrisa, pero me siento tonta. Emma es chica
muerta en cuanto vuelva. 91

Hablan durante unos minutos. El chico es forzado a salir del juego


cuando sus amigos lo reanudan sin él. Sigue a Emma de vuelta hacia
nuestro sitio y dice:

—Tú amiga me invitó a acompañarte un rato.

—Mmm. —Miro a Emma y moviendo mi boca le digo, voy a matarte,


cuando el chico caliente vuelve a mirar a sus amigos, pero ella
simplemente aplasta su mano en mí.

—Soy Jesse. Jesse Oden.

—Anna Lamore —respondo sintiéndome ridícula. Jesse parece que


tiene veintipocos años. Está claro que Emma me está diciendo que me
quede con los chicos de mi edad. Odio cuando hace cosas como esta.
Decido cortar todo el asunto—. Escucha, Jesse… No sé lo que te dijo,
pero…

Me sonríe.
—No me dijo gran cosa. Sólo que eras su amiga y que yo era tu tipo. Así
que pensé en venir, decir hola, y ver si nos llevamos bien. Si no es así —
dice encogiéndose de hombros—, ningún problema. ¿De acuerdo?

Estoy lanzando dagas a Emma, que está de pie detrás de él y asiento


lentamente. ¿Por qué últimamente todo el mundo necesita demostrar
su punto conmigo? ¿Soy tan espesa?

Interiormente, me quejo, pero él es demasiado agradable. Le sonrío y


asiento:

—Claro ¿Por qué no?

Y resulta que, tenemos mucho en común y pronto me doy cuenta de


que me estoy riendo y hablando con él porque quiero, y no por ninguna
otra razón. Emma se escapa en el oleaje después de unos minutos y nos
deja solos en la toalla. Jesse se sienta junto a mí. Él es totalmente mi
tipo: de cabello oscuro, ojos azules, y completamente impresionante.
Su sonrisa es tan perfecta que podría estar en un comercial de pasta de
dientes.
92
Escalofríos brotan en la parte trasera de mi cuello. Por alguna razón
me siento incómoda, pero no tiene nada que ver con Jesse. Me
estremezco y sacudo. Volviéndome, miro a mi alrededor a través de la
masa de gente. Se siente como si alguien me estuviera observando,
pero no veo a nadie mirando. Hay gente por todas partes. Es estúpido
estar así de asustada, pero no puedo evitarlo. Ignoro la sensación y
vuelvo a hablar con Jesse. Me hace sonreír.

—De ninguna manera —le digo, sorprendida, tirando de mis pies más
cerca de mí—. ¿Cuándo te graduaste? —Envuelvo mis brazos alrededor
de mis rodillas mientras hablo.

—El año pasado. Oh, ¡Ya sé dónde estaba! Me senté delante de ti en


historia del arte con Peters. Pensé que me resultabas familiar. —Está
convencido de que me vio en el campus, pero no lo puedo situar. Eso
no es raro, pues la universidad es enorme. Así son las clases. Sin
embargo, en este caso, sólo soy despistada.
—¡Dios mío! ¿Eras tú? ¡Eras tú! —Me río, sacudiendo la cabeza—. Es un
mundo pequeño, ¿eh?

—Parece que sí. Es bueno para nosotros, ¿verdad? Quiero decir,


¿cuáles son las probabilidades? De todos los lugares para parar y luego
poner tu toalla, ¿cuáles son las probabilidades de que fuera cerca de la
mía? —Me lanza esa sonrisa de estrella de cine. Jesse es tan dulce.

—Bueno, debe ser el destino, porque no tengo suerte.

—Creo que es posible que tengas un poco. —Se acerca más a mi cara y
roza un beso en mis labios. Estoy sorprendida, pero no me muevo. Mil
pensamientos corren por mi mente, y cada uno deriva en Cole. Me
siento atrapada en el medio. Jesse es el tipo de persona que me
gustaría. Emma lo hizo bien, pero no quiero renunciar a Cole.

No le devuelvo el beso.

Jesse se mantiene así durante un momento, sus cálidos labios


esperándome. Cuando no lo beso, se aleja. Jesse sonríe y pasa la mano
por su pelo, mirando las olas en la distancia, dice en voz baja: 93

—Creo que no es el momento adecuado para nosotros, ¿verdad? —A


través de mis pestañas bajas le miro y sacudo la cabeza—. Bueno, sea
quien sea, tiene suerte. Espero que lo sepa. —Se aparta de la toalla y se
levanta—. Me gustó mucho conocerte. Si mi suerte cambia, házmelo
saber.

Me da su número, y lo cojo.

Miro a Jesse alejarse y me pregunto qué estoy haciendo. Acabo de


rechazar a un chico impresionante después de que Cole me dejara
claro que no quiere estar conmigo. Mirando a las olas, decido que tengo
que averiguar por qué. Tiene que haber una razón. No tiene sentido
que Cole haga esa pequeña escena del momento de la verdad y luego la
apague con absoluto rechazo. Tiene que haber una explicación. Una
parte de mí se esconde y no quiere oír, pero no puedo dejarlo solo. No
puedo dejar solo a Cole. Hay algo en él que me cautiva, algo por lo que
vale la pena luchar.
Traducido por Lexie'

Corregido por flochi

Emma me deja en el nuevo estudio y cuando entro, un uniforme azul


capta mi atención. El cartero está de pie junto a la recepción con un
sobre grande, solo.

—¿Puedo ayudarle? —pregunto.

Él asiente.

—Gracias a Dios. ¿Dónde está todo el mundo? —Sacudiendo su cabeza,


lanza el paquete hacia mí y me entrega una pluma—. Estaba a punto de
irme, pero esto necesita una firma.
94
—Gracias por esperarme. Sé que usted no tenía por qué y se lo
agradezco mucho. —Le sonrío y su hosca brusquedad parece
derretirse a pesar de mi apariencia. Estoy segura de que luzco como si
estoy loca, con el cabello arrasado por el viento con brillo cereza a
través del puente de la nariz, pero él no parece notarlo. Debe ser parte
de tener una ruta de correo en los Hamptons.

Asiente una vez y dice:

—Por supuesto. Que tenga un buen día. —Me deja sola en el vestíbulo
con un gordo sobre.

Me he estado preguntando por qué parece que hay sólo tres personas
trabajando aquí. He estado asumiendo que simplemente no he
coincidido con los otros, especialmente desde que Cole dijo que el
equipo de Nueva York fue enviado aquí, pero aparte de los primeros
días, parecen haber desaparecido.

Echo un vistazo a la carta en mis manos. Es del señor J. H. Hashre, y una


estampa URGENTE CONTIENE MATERIALES con un “abrir en” la fecha
de hoy. ¿Qué es esto? Mirando el sobre, pienso en abrirlo, pero está
dirigido a Cole, no al estudio.

Mientras atravieso el edificio, enciendo las luces buscándolo. Regina no


está alrededor. Ella debe haber terminado su trabajo e ido a almorzar.
Me detengo en la sala de tomas y miro alrededor. Los recuerdos de ese
día más temprano inundan mi mente. Sus manos sobre mí, sus labios.
Quiero más de eso… más de él.

—Señorita Lamore. —La profunda voz de Cole hace eco a través del
espacio. Se pone de pie enfrente del camino al otro lado de la sala de
tomas en un pasillo contiguo.

—Esto llegó para ti. Parece importante. Pensé que lo querrías. —Cruzo
la habitación y lo coloco en su mano. Cuando baja la vista hacia él, se
pone rígido.

—Gracias. —Se voltea para irse, pero agarro su brazo. Cole se detiene y
mira hacia abajo, a mi mano sobre su piel.

—Dime —exijo, mi voz firme. Cruzo los brazos sobre mi pecho y miro 95
un lado de su cara—. Dime, ¿cómo pudiste hacer esas cosas, decir esas
cosas, y luego irte como si no significara nada?

Sus ojos se encuentran con los míos.

—Porque no estamos juntos, señorita Lamore. Porque sería un terrible


error hacer más, decir más, de lo que ya dije tontamente. No hay futuro
aquí. —Hace un gesto entre nosotros—, nada que continuar. Me
disculpo por no controlar mi lengua. No hay excusa para ello.

Cada palabra se siente como una púa en mi corazón.

—Ya veo. —Mi voz tiembla ligeramente. No entiendo. ¿Cómo es un


error? No tengo idea, pero por la mirada en los ojos de Cole puedo
decir que no hay manera de convencerlo de lo contrario. Bajo la cabeza
y miro al suelo, a sus pies descalzos. Cole parece como si no pudiera
esperar para alejarse de mí. Cambia su peso de un pie a otro, mirando
en cualquier lugar, a todas partes, excepto a mí.

Al final, digo:
—¿Tal vez debería trabajar en otro lugar?

Eso capta su atención. Sus cejas de fruncen.

—¿Acaso Sottero habló contigo?

—No, Cole. No lo hizo. Sólo pensé que tal vez sería demasiado
incómodo estar aquí, que debería...

Sacude su cabeza.

—Anna, no estaré aquí mucho más tiempo. Es sólo por un par de


semanas más. —Golpea el sobre contra su muslo y lo miro—. Te
prometo que no volverá a suceder. Regina te puede mostrar mucho de
lo que necesitas saber, y en cuanto a tus habilidades… creo que serás
perfecta para este puesto. Realmente espero que te quedes. —Mientras
habla, su voz se suaviza.

—Cole, no entiendo por qué quieres que trabaje aquí. Hay personas
más cualificadas, honestamente. Y el personal...

Él me mira confundido. 96

—¿Qué pasa con el personal?

—¿Dónde están? Pensé que había más gente. Cuando estábamos en la


ciudad, dijiste que estaban fuera, pero ahora que estamos aquí, está
sólo Regina.

Su mirada cae al suelo y respira profundamente. Sacudiendo la cabeza,


dice:

—Hay algunas cosas sucediendo, algunas cosas que me obligan a hacer


cambios. Los hice. Y sólo mantuve lo mejor.

—Cole —susurro su nombre y lo veo responder a mi voz. Quiero


tocarlo, empujar su cabello hacia atrás y abrir la carta que cuelga en su
mano, como un trozo de plomo. Tiene algo que ver con esto, puedo
sentirlo. Pero, antes de que pueda decir algo más, él se aleja.

—Hay una sesión en la mañana —dice—. Es mejor descansar un poco.


Traducido por Lapaskis

Corregido por flochi

La sesión de la mañana siguiente se siente tensa. Cole está


malhumorado y en silencio. Hablo en nombre de él, y me hago cargo de
la sesión sin que me lo pida. En un momento dado me entrega la
cámara.

—Es hora de lucirse, Lamore. Haz tu mejor esfuerzo. Tengo lo que


necesito. —Cole se mueve a la parte trasera de la sala y presiona un
botón. Regina aparece y desaparece en la parte de atrás,
discretamente.

El cliente es paciente. Ella conoce a Cole y su trabajo, y confía en él. No 97


se inmuta cuando Cole me entrega la sesión, lo que me pone aún más
nerviosa. ¿Por qué todos menos yo piensan que puedo hacerlo?
Después de unas poses me siento menos nerviosa. Empiezo a ver lo
que quiero fotografiar y me olvido de que todavía no lo he hecho sola.
No me preocupo por Cole, gritándome por arruinar la sesión. Él confía
en mí, tal vez demasiado. Echo un vistazo alrededor preguntándome
dónde se fue.

El cliente y yo charlamos sobre un montón de cosas hasta que


pregunta:

—¿Te ha fotografiado Cole?

Su pregunta me toma por sorpresa. Asiento tímidamente, mis mejillas


en llamas.

—En realidad, sí. Aunque no he visto los resultados todavía.

Ella sonríe.
—Espero que te luzcas en su obra. Hay algo en la mente de un artista
como Cole. No lo sé. Es como si estuviese roto y sólo me dieran ganas
de arreglarlo. Al mismo tiempo, si no estuviese en tan mal estado, no
podría crear tan maravilloso trabajo.

Se ríe suavemente y la miro. ¿Es eso lo que me atrae de él? Cole está
roto. Fue abandonado por sus padres, llevando una vida totalmente
solitaria, una vida que nadie conoce. Cole ha estado solo desde que
tenía dieciocho años, desde su fotografía con el uniforme del ejército. Y
ahora algo más está sucediéndole, algo que le está pesando. Ella tiene
razón. Quiero arreglarlo. Quiero que Cole sepa que no está solo.

La sesión continúa y dirijo la conversación lejos de Cole. Aunque no sé


adónde se ha ido, no estoy segura de si puede oírnos. Y un nivel de
protección me envuelve cuando habla de él de esa manera. No sé lo que
está atormentando a Cole, pero no puedo hablar de él con tanta
facilidad como lo hace ella.

Cuando se va, trato de encontrar a Cole, pero sólo veo a Regina.


Después de que el cliente se va, Regina se va a la recepción para 98
contestar el teléfono y devolver las llamadas.

—¿Dónde diablos se fue Cole? —pregunto.

Me mira.

—Traté de preguntarle, pero salió sin decir palabra. Parecía enojado,


Anna. ¿Qué pasó?

Con los ojos muy abiertos, le digo:

—Nada. Estábamos en la sesión, y luego empujó la cámara en mis


manos y se fue. No hice nada.

Irritada, empujo la puerta principal y camino fuera en el aire de la


tarde. El olor salado del océano llena mis pulmones mientras camino
por el sendero detrás del estudio. Mi corazón cae a mis pies cuando lo
veo. Está sentado en un banco entre dos pinos enormes con la cabeza
entre las manos, los hombros encorvados hacia el suelo como si
estuviera completamente derrotado.
Estoy segura de que sabe que estoy ahí para cuando doy un paso a su
lado, pero no se mueve. Me consume la pena de verlo de esta manera.
Se siente como que hay dos manos en mi garganta, presionando lejos el
aire. Me deslizo en el banco junto a él. Mirando los pinos dispersos que
se interponen entre nosotros y el océano, le pregunto:

—¿Cuánto tiempo te llevó elegir esta propiedad para el estudio? Lo


quisiste por un tiempo, ¿no es así?

No se mueve. Después de un minuto, vuelve su rostro lentamente hacia


mí.

—¿Cómo lo sabes?

Me encojo de hombros.

—Simplemente parece que estás familiarizado con este lugar, como


alguien que ha estado aquí antes lo haría. Quizás más de una vez. —
Sonríe, pero se desvanece demasiado rápido. Se frota las manos por el
pelo y se endereza.

—Vine aquí un par de veces cuando era más joven. Me dije que si salía 99

a la venta, lo conseguiría. Todo acerca de este lugar me recuerda las


cosas que amo. —Se encoge de hombros—. No pensé que era tan
transparente.

—No lo eres —contesto. Arquea una ceja hacia mí como si no me


creyera—. Eso era lo único que imaginé y ni siquiera estaba segura de
tener razón. Así que, ¿quieres decirme por qué te fuiste de la sesión? —
Parpadea una vez y vuelve la mirada al suelo. La expresión claramente
dice NO—. Está bien —le digo—. Bueno, al menos, la próxima vez dime
que te vas.

—No habrá una próxima vez —dice y me mira—. Voy a volver a la


ciudad. Tú puedes hacer esto. No necesito estar más aquí. Además, hay
algo que ocurrió y que sería más fácil de tratar si estuviera en Le
Femme y no aquí.

Mi boca cae abierta y trato de cerrarla, pero el shock me envuelve


demasiado rápido. Después de una sesión en solitario aquí, ¿se
marcha? Cole no dice nada más. No sé qué decir. Parece que debería
estar emocionada, pero no lo estoy. Todo se siente incorrecto.

—Por lo tanto, ¿estamos sólo Regina y yo? —Asiente y no levanta la


vista. Su mirada está en el suelo, en el camino de guijarros bajo sus
pies—. Cole. —Levanta la cabeza y me mira. Quiero abrazarlo y
sostenerlo—. No tienes que estar solo. —Se ríe cuando lo digo, pero
suena tan atormentado que me dan ganas de llorar—. Lo digo en serio.

—No es una opción para algunas personas, Anna.

—Bien —digo y su risa oscura se interrumpe—. Vamos a aceptarlo. Tú


y yo estamos solos. No contamos con nadie. Dormimos solos, si
dormimos algo.

—¿Qué quieres decir? —pregunta.

—Sólo, que la vida no tiene que ser tan malditamente solitaria. —Mis
ojos se encuentran con los suyos y no puede mirar hacia otro lado. Esas
infinitas piscinas azules me clavan al suelo. Dentro de mi mente estoy
rogándole, suplicándole que me deje entrar, pero no digo nada. No hay 100
nada más que decir. De pie, me dirijo a él y apoyo mi mano sobre su
hombro, y descanso. Hay tantas cosas que quiero decir. Siento las
palabras en mi boca, pero no digo ninguna de ellas. Mi mano se
desprende de su hombro. Me alejo y Cole me deja.
Traducido por Shilo

Corregido SOS por LadyPandora

Las semanas pasan. Tomo fotografías en el estudio y la única persona


que me hace compañía es Regina. Trato de trabajar, de atender a los
clientes lo mejor que puedo, pero mi mente sigue regresando a Cole.
No puedo sacarlo de mi cabeza. Tomando mi teléfono, regreso a mi
cuarto y marco su número. He hecho esto demasiadas veces, pero
nunca presiono el botón. Mientras me siento en mi cama, sostengo mi
pulgar sobre su nombre. Un toque y lo llamaré. Escucharé de nuevo su
voz. Sentándome completamente quieta, sé que no puedo hacerlo. Hay
demasiadas cosas con él, cosas que no pueden ser dichas por teléfono.
Tengo que estar ahí para decirlas en persona. Por qué dejé pasar
101
semanas me supera. Tal vez soy una cobarde. Molesta conmigo misma,
lanzo el teléfono a mi cama, me pongo unos vaqueros y una camiseta
de tirantes. Tiro mi pelo en una cola y me dirijo al garaje por mi
motocicleta.

El viaje a la ciudad pasa en un borrón mientras pienso qué diré, qué


excusa daré para aparecer en su puerta sin anunciarme, pero no puedo
seguir ignorándolo. Entre más me acerco a Manhattan, se vuelve más
oscuro y frío hasta que pequeñas gotas de agua caen del cielo. Las
calles se vuelven resbaladizas como hierba. La poca luz solar que había
se ha ido y se encienden las luces de la calle. Para el momento en el que
me detengo enfrente del edificio de Cole, el cielo se ha abierto y estoy
totalmente empapada. Mi camiseta negra se adhiere a mí como una
segunda piel. Mis vaqueros están cargando cinco kilos extra de agua,
haciéndolos sentir rígidos y pesados. Estaciono la moto y chapoteo a la
puerta. Antes de poder entrar, el portero me detiene.

—Cole Stevens —digo y trato de pasar.


Está de pie bajo el pórtico, perfectamente seco, y no me deja pasar. Me
mira una vez y dice:

—Lo lamento, pero el Sr. Stevens no está esperando a nadie esta noche.

—Lo sé —replico, empujando mi cabello mojado fuera de mi rostro. El


tipo me mira como si estuviera loca—, no le dije que iba a venir.
¿Puede decirle que estoy aquí?

Niega con la cabeza.

—Lo lamento, señorita. Mejor siga su camino.

Estoy a punto de protestar cuando veo al aparcacoches aparcar el auto


negro de Cole. Me giro a las puertas con una lenta sonrisa
extendiéndose por mis labios. Finalmente, algo trabajará en mi favor.
Cole saldrá y me verá. Hablaremos y todo estará mejor.

Pero eso no es lo que pasa. Cole camina a través de la puerta vestido en


un esmoquin negro. Se ve maravilloso. Mis labios se separan mientras
cae mi mandíbula y es todo lo que puedo hacer para seguir respirando.
La manera del corte, como si estuviera hecho justo para él, luciendo 102

cada ángulo de su cuerpo perfecto. Su cabello oscuro está alisado hacia


atrás, lejos de sus ojos azules. Extiende su codo y una mujer en un
vestido rojo lo sigue.

Mientras la realidad me golpea, mientras me doy cuenta de su vestido


de costura y sus zapatos, su estatus, Cole me ve. La expresión de su
rostro titubea cuando nuestros ojos se encuentran. Siento el deseo en
esa mirada, el tirón de un hilo imaginario que corre entre nosotros. El
mismo hilo que ha estado arrastrándome de vuelta a él desde que se
fue. Pero Cole no dice nada. Continúa caminando y ayuda a la hermosa
mujer a entrar a su auto. Cuando la puerta se cierra, levanta la mirada
hacia mí.

Nuestros ojos se encuentran y siento que voy a vomitar. De ninguna


manera posible, me comparo con ella. Su elegancia, su gracia, sus
movimientos fluidos gritan del refinamiento que es el orgulloso
distintivo de los adinerados.

Antes de que pueda irme, Cole le dice al portero.


—Enséñale el camino. Regreso enseguida.

El portero asiente, sorprendido.

—Sí, Sr. Stevens.

Soy dejada en la puerta del apartamento y camino dentro. Está vacío.

Temblando, espero en la cocina, goteando en el suelo, pensando que


pronto estará de vuelta. Pero Cole no está pronto de vuelta. Espero en
mis empapadas ropas, demasiado emocional y cansada. Después de
agarrar unas cuantas toallas, las coloco debajo de mí y me siento en su
sillón.

Antes de darme cuenta qué ha pasado, la voz de Cole está en mi oído.

—Anna, despierta. Necesitamos quitarte esas ropas. Estás helada.

Con la vista nublada, lo miro. Todavía está usando ese esmoquin. Me


siento horrible y completamente congelada. Mis brazos están pegados
cerca de mi cuerpo y no puedo dejar de temblar. Lo dejo levantarme y
preparar una ducha caliente para mí. Para cuando termino, es bastante 103
después de la una de la mañana. Envuelvo la toalla alrededor de mi
cuerpo y salgo hacia su habitación.

Cole se ha quitado su chaqueta y su corbata. Su almidonada camisa


blanca está abierta en el cuello. Cole está sentado en una silla de cuero
azul en la esquina de su habitación, sus manos en sus sienes.

Cuando entro al cuarto, levanta la mirada. Sus ojos se suavizan.

—¿Te sientes mejor? —Asiento, apretando la toalla contra mi pecho—.


Bien. ¿Quieres decirme por qué estabas conduciendo tu motocicleta en
la lluvia? —dice, y el enojo vibra en su voz.

—No estaba lloviendo cuando me fui.

—Fue estúpido, Anna. —Su voz está entrecortada, la tensión alinea sus
hombros.

Murmuro.
—Hago cosas estúpidas, Cole. —Como seguir pensando en ti cuando
obviamente tienes mejores cosas que hacer. Quiero pelear. Lo siento
dentro de mí, la tensión esperando para explotar.

Alza su mirada hacia mí. Su expresión es suave, seria.

—Te vas a quedar aquí está noche. —Es una afirmación. Un hecho.

—¿Lo haré? —No quiero irme, pero algo en la manera en que lo dice, lo
hace rechinar.

—Lo harás. Déjame quitarme esto y podemos hablar. —Se levanta y va


a su armario. Toma algunas ropas y me lanza una camiseta blanca—.
Puedes dormir en eso.

Me la pongo mientras él está en la ducha y me siento en su silla. Tengo


tanto frío, no puedo dejar de temblar. Cole tarda una eternidad en la
ducha. Al menos se siente como una eternidad. Entre ser una lunática
emocional, el largo viaje a la ciudad, y la lluvia, apenas puedo tener mi
cabeza levantada. Descansando mi cabeza en el brazo de la silla, me
quedo dormida de nuevo. 104

La voz de Cole me levanta, pero no me despierto por completo hasta


que siento sus manos deslizarse bajo mi fría piel.

—No puedo dejar que te congeles en una silla. —Me deposita en su


cama enorme y me entierra bajo las mantas, pero aún tiemblo. Después
de un momento, lo siento sentarse a mi lado. Sus manos se mueven
bajando por mis costados, arropándome en las mantas tan
estrechamente que no me puedo mover.

Me mira desde arriba.

—¿Mejor?

Asiento.

—Gracias. —No sé cómo me siento. No sé qué es lo que quiero. Una


parte de mí sólo quiere quedarme ahí y ver qué pasa.

Mi corazón revolotea cuando sus manos arropan las mantas.


¿Realmente me puso en su cama? La última vez que estuve aquí, Cole
me dio una habitación de huéspedes. Esta vez está sentado junto a mí y
estamos en su cuarto. En su cama.

—Espero no haber arruinado tu velada. Ella era muy bonita, Cole. Lo


siento mucho.

Aparta la mirada y dice:

—No arruinaste nada. —Su voz es suave, como si quisiera decir más,
pero no lo hace—. Y bueno, ¿qué era tan importante que condujiste
hasta aquí en la lluvia?

Trato de encogerme de hombros, pero estoy envuelta en las mantas. La


somnolencia me está llegando fuertemente. Mis párpados se sienten
como plomo.

—Tuve un presentimiento de que algo estaba mal. Sólo sentí como que
necesitabas ayuda. No puedo explicarlo. No tiene sentido. Entonces,
salté a mi moto y vine a asegurarme que estabas bien.

Está mirando directamente al frente cuando contesta.


105
—Tienes una sincronización impecable… para evitar que cometa
errores terribles. —Me observa, con el cabello oscuro cayendo sobre
sus ojos.

—Mmmm, tal vez, pero ella se veía mucho menos que horrible para mí.

Cole se ríe. Su rostro entero se ilumina.

—Dios, te extrañé, Lamore.

Y sé que lo dice en serio. No lo presiono para saber quién era la mujer,


pero soy la que está en su cama.

Cole se acuesta sobre su costado a mi lado y puedo sentir el cambio en


él mientras estamos tendidos ahí y hablamos. Los apretados músculos
de su cuello parecen relajarse mientras los minutos se convierten en
horas. El sueño tira de mí, pero no me rindo.

Después de un rato, me vuelvo hacia mi costado y estamos de frente. La


cabeza de Cole está en su almohada, sus brillantes ojos azules
parpadean lentamente como si estuviera exhausto.
—Tienes razón —dice.

—¿Acerca de qué?

Sonriendo, baja sus pestañas oscuras y responde.

—Todo, Anna.

Hay una punzada de dolor en mi corazón cuando lo dice. Son las


palabras que había esperado escuchar, pero no están en el tono
correcto. Su voz dice que puede admitirlo, pero sé que todavía está
manteniendo la distancia de un brazo, en la zona segura.

No hay manera de acercarse a Cole, y sé que es ahí donde quiero estar.

106
Traducido por LizC

Corregido SOS por LadyPandora

Estirándome, parpadeo un par de veces a medida que mi corazón late


fuerte en mi pecho. Suspiro y me siento rápidamente.

—¿Olvidaste dónde estabas? —pregunta Cole desde el sillón de cuero.


Él ya está vestido, sentado con un e-reader en su regazo.

Respirando con dificultad, sonrío tímidamente y me relajo.

—Tal vez —digo sonriendo. Él está sonriendo ahora, observándome.

—Nunca pensé que te tendría en mi cama, Lamore —bromea,


sacudiendo la cabeza. Esa sonrisa suave hace que sus ojos brillen
107
cuando es feliz.

—Sí, bueno, incluso hasta tú tienes suerte de vez en cuando. —Me río.
Mis dedos acarician las sábanas de seda. El número de hilos tiene que
estar cerca de un trillón. Se siente como si fuera de mantequilla, suave
y flexible bajo mi palma. Me dejo caer de espaldas en las almohadas y
miro al techo—. Será mejor que me vaya. Mi jefe va a estar enojado. No
he avisado que voy a faltar hoy y voy a llegar tarde unas tres horas
para el momento en que llegue. —Me quedo mirando el techo, notando
que tiene un aspecto nacarado que hace que la habitación tenga un
suave resplandor.

—Sí, he oído que puede ser un idiota. Es posible que desees darte prisa
y salir de aquí, encargarte de tus clientes, y tal vez él no te encadene en
el sótano por llegar tan condenadamente tarde… bueno, no por más de
unas cuantas noches de todos modos. —Las esquinas de los labios de
Cole se alzan. Es una sonrisa sexy que hace que mi estómago de
volteretas. Sus dedos tocan el e-reader, y lo levanta, sus ojos
escaneando las líneas, pero veo el protector de pantalla y sé que no
está ni siquiera encendido.

Cuando levanta la vista, nuestros ojos se encuentran. Mi corazón se


estremece como si me estuvieran electrocutado. Nuestras miradas se
bloquean y un calor me abrasa a través de mi estómago y entre mis
piernas. La habitación de repente se siente demasiado calurosa. Quiero
apartar las sábanas y alejarme. No quiero que él tenga este efecto sobre
mí, sobre todo porque parece ser principalmente de un solo lado. Yo no
lo puedo retener así. Demonios, ni siquiera puedo conseguir que me
bese. Estos pensamientos pasan por mi mente mientras sus ojos azules
se clavan en los míos.

Se siente como si pudiera ver cada centímetro de mí. Me doy cuenta de


que no estoy respirando y aspiro una bocanada de aire jadeante y
tembloroso. Todo mi cuerpo está hormigueando. Rompo la mirada y
lanzo mis pies sobre el borde de la cama y me quedo mirando mis
dedos de los pies. ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué estoy persiguiendo a
este tipo? Él está demasiado jodido como para estar alguna vez con él,
y sin embargo… no puedo alejarme. 108

—¿Lamore? —dice mi nombre y echo un vistazo a él. Se inclina hacia


atrás en la silla como si nada pasara, como si él no sintiera nada.

—¿Sí, jefe? —Formo una sonrisa, pero se siente hueca. Lo miro desde
detrás de una pared de cabello oscuro y rizado.

—¿A qué hora es tu última sesión de hoy?

Pienso en esto por un segundo y respondo:

—A la seis. La señora Patterson quiere que fotografíe algo sexy con su


Pomeranian. Sabías lo jodidamente demente que están ahí, ¿no? Fotos
sexy con un perro. Tiene que haber algo en el agua… —Estoy
balbuceando ahora, sorprendida por las extrañas peticiones que tiene
la gente. Así como no hay dos personas que se pongan de acuerdo en lo
que es sexy—. ¿Qué demonios se supone que debo hacer con un perro?

Cole ignora mi desconcierto.


—Vendré a las ocho y entonces me puedes mostrar tu trabajo. Te
ayudaré a mantener el rumbo cuando cosas como estas aparecen. La
mejor manera es fotografiar lo mejor que puedas y luego hablar sobre
lo que se debe hacer la próxima vez. Y ya que no pude traerte el
desayuno, te voy a llevar a cenar. —Baja el e-reader a medida que está
hablando y se levanta. Cuando termina de pronunciar la última
palabra, está de pie frente a mí—. ¿Asumiendo que cenas y no tienes
otros planes?

El punto entre mis cejas se tensa y le echo un vistazo. Él está


sosteniendo una hoja de papel blanco entre sus dedos. Tiene escrito
diez dígitos negros y el nombre JESSE OWDEN en ella, está ligeramente
arrugada y con pelusas de una vuelta a través de la lavadora y
secadora. Miro más allá de él, molesta de que revisara mi ropa, pero
puedo decir que las lavó para mí. Mi ropa está doblada
cuidadosamente en la cómoda de Cole. El papel debe haber quedado en
mi bolsillo y se empapó, pero cualquier idiota puede ver lo que era.

—Esta noche no —respondo evasivamente, no queriendo decir nada.


Me levanto y me doy cuenta de que es mucho más alto que yo. Arranco 109
la hoja entre sus dedos.

—¿Quieres decirme quién es? —pregunta, cruzando los brazos sobre


su pecho, su cabeza inclinada hacia un lado como si hubiera hecho algo
malo.

Imito su pose. Cruzando los brazos e inclinando la cabeza, le digo:

—¿Quieres hablarme de la chica caliente del vestido rojo? —Nos


miramos el uno al otro, cada uno de nosotros impulsado a esconder
nuestros secretos. La tensión en el aire es densa, recubriéndonos hasta
hacer que mis cabellos se ericen en las puntas.

Cole se pliega primero.

—Bien jugado, Lamore. —Despliega sus brazos y me mira directo a los


ojos. La mirada es tan vulnerable, tan dulce que no puedo creer que
pertenezca a Cole—. Te veré a las ocho. —Con eso, se da vuelta y se
aleja, dejándome sola en su habitación para vestirme.
Traducido por LizC

Corregido SOS por LadyPandora

Durante la sesión fotográfica mis pensamientos están dispersos. No me


puedo concentrar. El perrito ladra cada vez que voy a tomar la foto.
Hacer posar a los perros es como intentar enseñar a un disco volador a
caminar.

—Regina, por favor, calma al perro —le digo, apretando mis sienes con
los dedos. Por una fracción de segundo me imagino dispersando a un
cortejo de damas de honor y a la feliz pareja sonriéndome de vuelta.
Entonces miro hacia abajo a Mitsy quien piensa que morder constituye
hablar. Muerde a Regina mientras reposiciona al perro por orden de su
amo. 110

La pose es perfecta. Elegí el set blanco e hice que el cliente se pusiera


boca abajo en sábanas de satén. Ella se apoya en un codo ligeramente.
La pose muestra sus curvas sin ser demasiado reveladora. Es el tipo de
pose que se ve seductora. Funciona perfectamente para ella. Todo es
blanco sobre blanco, con capas de texturas. Las sábanas, el encaje, las
almohadas de seda esparcidas a través del set. Es completamente
perfecto. Incluso el pequeño perro ayuda a unificar la toma. Su pelaje
blanco nieve añade solo la justa dosis de suavidad, pero el pequeño
animalito no se queda quieto.

Regina recoge a Mitsy. El pequeño perro descubre sus dientes


pequeños y luce muy triste al ser puesto de nuevo en la cama. Regina
sale corriendo del set y yo tomo la foto. Trabajar rápido es nuevo para
mí. Normalmente, me tomo todo el tiempo que necesito. Cuando pienso
que tengo la foto, seguimos adelante. La pieza final va a ser la clave, en
blanco y negro. Todo luce pálido desde la piel del cliente hasta el pelaje
del perro. Ella no lleva nada más que un tanga blanca. Sus implantes la
hacen lucir como de veinte años, a pesar de que esos años de su vida
quedaron al menos hace una década atrás. Ella sostiene al perro en sus
brazos, su pelaje ayudando a ocultar sus pechos. El perro está feliz en
sus brazos y el propietario mira directo hacia la cámara, mirando a la
lente. El producto final será sorprendente.

Más tarde esa noche, Cole llega y hojea a través de las fotos sin
procesar conmigo. Cuando llega a la última de las tomas se detiene y
mira a la pose con el perro en sus brazos con más cuidado. Se inclina
cerca de la pantalla conmigo sentada frente a la computadora.

Golpea una pluma en sus labios.

—Ábrela. —Hago doble clic en la imagen y se abre en un programa de


edición—. Muéstrame lo que planeas hacer.

Mi mano se mueve en la tableta, haciendo clic en la configuración y


alterando la imagen a blanco y negro. Adapto algunas opciones de
configuración, ejecuto algunas de las técnicas de Cole para suavizar su
piel, y luego subo el contraste.

—¿Qué piensas? El perro me volvió loca. No sabía qué hacer con ella y 111
la estúpida cosa no se quedaba sentada en silencio.

Se inclina sobre mi hombro, con la mirada fija en la pantalla. Pone una


mano sobre mi hombro. Se siente cálida y fuerte. Su aroma llena mi
cabeza y vuelvo a pensar en la noche anterior, acostada en su cama y
durmiendo a su lado.

—Creo que esto es increíble. Quiero decir, la gente nos pide hacer y
fotografiar todo tipo de cosas, pero esto… maldición Anna… —Se
acaricia la barbilla, mirando la pantalla—. Incluso hiciste que el perro
se vea sexy. —Se ríe y me mira.

Sonrío alegremente.

—Gracias, Cole. Eso significa mucho para mí. —El peso de su mano de
repente se siente como algo más. Mi piel hormiguea y quiero que me
toque, que acaricie mi rostro con su mano. Cole me observa con esa
expresión que no puedo descifrar.

Él acaricia mi hombro antes de alejarse.


—No hay problema. Sabía que tenías talento para esto antes de
siquiera conocerte. Algunas personas simplemente lo tienen. Tú eres
uno de ellos. Tienes suerte, Lamore.

—Sí, bueno, no tanto. En realidad, la suerte y yo somos extraños. Tal


vez incluso enemigos —bromeo. Termino con todo el trabajo por la
noche y cierro el programa de edición, la pantalla atenuando su brillo
antes que su luz se apague por completo a medida que lo hace la
computadora. Alcanzo las plumas y papeles esparcidos sobre mi
escritorio, y los empujo en un cajón—. Si viera a la suerte en el metro,
probablemente me asaltaría. Nunca me ha pasado nada por suerte.

Cole tiene esa sonrisa en su rostro mientras escucha. Desliza las manos
en sus bolsillos e inclina la cabeza.

—Oh, no sé si yo diría eso. La suerte es el tipo de cosa que la mayoría


de la gente nota en retrospectiva. Es difícil verla en el momento.

Dejo lo que estoy haciendo y me vuelvo para mirarlo. Está rebosante de


encanto juvenil. Todo, desde la forma en que se para hasta la curva de
su boca hace que mi corazón se acelere. Niego con la cabeza, tratando 112

de evadir sus encantos. ¿Por qué estoy atormentándome al pasar


tiempo con él?

—Y en este momento, ¿estoy de suerte? ¿Está pasando algo que no


puedo ver? —Llevo una carpeta a mi pecho y espero a que él responda.

—Tal vez —dice, con voz suave y sensual.

Mi ceja se levanta. Me quedo ahí por un momento pérdida para saber


qué decir. Abrazo la carpeta con más fuerza. Sus ojos viajan hacia mis
manos antes de que él se gire, asintiendo con la cabeza hacia la puerta.

—Vamos, Lamore. Cena. Ahora.

Bajo la carpeta y lo sigo hasta fuera. Cuando mi mano apaga las luces,
me pregunto cuándo me volví tan obediente y descubro que no me
importa. Si eso significa estar cerca de Cole, y verlo feliz, voy a saltar
cuando él chasquee los dedos. Por lo menos un poco. Va en contra de
cada fibra de mi ser dejar que otra persona se haga cargo, pero con
Cole, se siente cómodo.
Traducido por LizC

Corregido por LadyPandora

De alguna manera se desarrolla una rutina. Me ejercito en East, Cole


trabaja en la ciudad. Cenamos juntos y luego regresamos a su casa en la
que hablamos hasta que uno de nosotros se queda dormido. Me he
despertado en su cama más veces en las últimas tres semanas de lo que
he dormido en la mía. Me pregunto de qué se trata esto, qué está
haciendo, pero tengo demasiado miedo de preguntar. Simplemente me
alegro de tenerlo en cualquier forma en absoluto.

Una noche después de la cena, estoy acostada en su cama mirando al


techo. Siento los ojos de Cole en mí, siempre están en mí, pero no me
giro a mirarlo. Su mirada permanece, deslizándose sobre mis pechos, 113
observándome respirar a medida que mi pecho se levanta y cae
lentamente. Sus dedos se deslizan a través de los botones en su camisa.
Dejo que mire. Me gusta y deseo que lo haga más. El hombre tiene
dominio de sí mismo como nada que haya visto en mi vida.

—¿Cole? —pregunto, sin dejar de mirar al techo.

—Mmmm —dice, sus ojos aun abrasando mi cuerpo mientras se quita


la camisa y la arroja en el cesto. Él se detiene allí medio desnudo, con
nada más que sus pantalones vaqueros. Me muero de ganas de verlo,
pero no lo hago. Vacila como si supiera que yo quiero mirar antes de
agarrar una camiseta de la cómoda.

Quiero preguntarle cómo lo hace, cómo se puede acostar a mi lado,


noche tras noche, y no tocarme. Mis dedos retuercen las sábanas.

—¿Estás saliendo con alguien? —Tal vez eso era todo. Tal vez tiene a
una amiga para el sexo y yo soy su otra amiga. Con la que duerme.
Flameantes celos se disparan a través de mí ante el pensamiento.
Quiero ser la amiga para el sexo. Caray, quiero ser su única amiga.
—¿Por qué lo preguntas? —Se detiene y me mira desconcertado.

Me encojo de hombros.

—No lo sé. Es sólo que… —De repente él está mucho más cerca. Está de
pie al lado de la cama mirando hacia mí. Mantengo mi mirada en el
techo.

—¿Sólo qué? —pregunta, como si esto fuera normal. Bajo mi mirada y


miro a mis manos. La pregunta queda atrapada en mi garganta. Yo no
lo miro—. ¿Quieres más?

Siento sus ojos en mi cara, pero no puedo levantar la vista. Mi corazón


late con fuerza, preguntándome si acabo de arruinar cualquier cosa
que tuviéramos.

—No hay más que esto. Esto es lo mejor que puedo ofrecerte. El resto
es demasiado… —Niega con la cabeza—, simplemente no es posible.

114
Cuando Anna admite que está
enamorada de Cole, no puede creer
su respuesta. Él la aparta con una
excusa que parece dudosa para ser
real. Aplastada, Anna sigue
trabajando en el estudio de Cole en
Long Island, pero no puede dejar de
pensar en él. No es hasta que Anna es
llamada a la oficina del decano que
comienza el verdadero problema.
Para empeorar las cosas, Edward
sigue apareciendo en los peores
momentos, recordándole todo lo que
ella quiere olvidar.
115
H.M. Ward es una autora
superventas del NEW YORK TIMES,
habiendo vendido más de 5 millones
de libros desde su debut en 2011.

Estos números uno según NEW


YORK TIMES, WALL STREET
JOURNAL, USA TODAY y Amazon
incluyen las series del escritor: THE
FERRO FAMILY: DAMAGED, THE ARRANGEMENT, y STRIPPED; así
como SCANDALOUS, TRYSTAN SCOTT, y SECRETS. Ward fue
presentada recientemente en Forbes, el Wall Street Journal y el
Washington Post.

Puedes interactuar con esta autora de éxito en:


116
www.facebook.com/AuthorHMWard.
Moderadora
Lola Irina

Staff de traducción
Lola Irina Fanny Isa 229

Flochi Isa 229 Shilo

magdys83 Clary Lexie'

Selene1987 PatyNenu Lapaskis

Veroonoel Lapaskis LizC


117
MaEx

Staff de corrección
beatrix85 Mariandrys Flochi

LulaaMaddox LadyPandora

Recopilación y revisión
LadyPandora

Diseño
Móninik
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