Está en la página 1de 78

1

Sinopsis ____________________________________________________________________ 3
Sinopsis ____________________________________________________________________ 3
Capítulo 1 _________________________________________________________________ 4
Capítulo 2 ________________________________________________________________ 14
Capítulo 3 ________________________________________________________________ 19
Capítulo 4 ________________________________________________________________ 28
Capítulo 5 ________________________________________________________________ 31
Capítulo 6 ________________________________________________________________ 34
Capítulo 7 ________________________________________________________________ 42
Capítulo 8 ________________________________________________________________ 45
Capítulo 9 ________________________________________________________________ 49
Capítulo 10 _______________________________________________________________ 52
Capítulo 11 _______________________________________________________________ 57
Capítulo 12 _______________________________________________________________ 59 2

Capítulo 13 _______________________________________________________________ 63
Capítulo 14 _______________________________________________________________ 67
Capítulo 15 _______________________________________________________________ 70
Próximo libro ______________________________________________________________ 75
Sobre la autora ___________________________________________________________ 76
Créditos __________________________________________________________________ 77
Cuando Anna admite que está enamorada de Cole, no puede creer su
respuesta. Él la aparta con una excusa que parece dudosa para ser real.
Aplastada, Anna sigue trabajando en el estudio de Cole en Long Island,
pero no puede dejar de pensar en él. No es hasta que Anna es llamada a
la oficina del decano que comienza el verdadero problema. Para
empeorar las cosas, Edward sigue apareciendo en los peores
momentos, recordándole todo lo que ella quiere olvidar.

3
Traducido por Lola Irina y flochi

Corregido por LadyPandora

No lo entiendo. Lo miro con la boca abierta.

—¿Qué no es posible? Al menos dímelo.

Cole se inclina lo suficientemente cerca para besarme, pero no lo hace.


Mi corazón salta. Esos ojos azules están sobre mí y mi cerebro se
derrite. Sus perfectos labios forman palabras y no puedo despegar mis
ojos de ellos.

—Nosotros. Lo nuestro no es posible. —Lame sus labios cuando habla.


Mis ojos se centran en el movimiento. Pienso que va a decir algo más,
pero no lo hace. 4

La desilusión se derrama a través de mi cara. Mi corazón está latiendo


con fuerza y ni siquiera sé el por qué. La forma en que me mira, los
toques suaves, ese beso, todo eso dice que estamos fuera de la zona de
amigos, pero esto me confunde absolutamente.

Cole lo ve en mis ojos, sé que lo hace. Pero en vez de poner mi


confusión a reposar, la deja allí. Me siento hueca. Como una copa frágil,
como si me pudiera hacer añicos.

Quiero que él lo diga. Pienso acerca de forzar el problema, pero no


puedo. Destrozar la relación y desterrar las piezas que tengo por las
piezas que quiero, parece una tontería.

La desilusión se desliza fuera de mi cara. Cole cruza la habitación y se


sienta en la silla azul. Su cabello oscuro cae hacia delante, ocultando
sus ojos. La tensión se palpa en sus hombros y arruga su ceja. Esta
relación se romperá si lo empujo. Algo está ahí, algo oculto que no
puedo ver. Lo refrena. Lo obliga actuar así.
Cambio mi peso en la cama y retiro mis rodillas de mi pecho. No
despego mis ojos de los él. Cole siente mi mirada y me mira. Logro
decir:

—Entonces dame algo más. —Mi corazón está latiendo con fuerza—.
Mantienes el brazo extendido hacia mí en algunas cosas y luego con
otras cosas, bueno… —Señalo ambas manos en la cama que la que
estoy sentada—. Sólo dame algo. Cualquier cosa… —La súplica de mi
voz hace que mi estómago se revuelva.

Cole me mira desde la silla.

—¿Qué quieres, Anna? Nadie es tan cercano a mí como tú. Nadie más
comparte mi cama. Nunca. Han pasado años desde que otra mujer
entró por esa puerta cada noche. —Señala hacia el frente de la casa
cuando lo dice. Cole no suena como parece, pero suena como si
estuviera pidiendo algo que no puede dar.

Mi voz es suave.

—No te estoy pidiendo todo. En realidad me gusta esto, a pesar de que 5


suene una locura. —Desearía que fuera más, pero si es esto o nada,
escojo esto. Lamo mis labios, mirándolo cambiar su peso en la silla
suave—. Dime algo, algo acerca de ti. Podemos intercambiar secretos.
Ojo por ojo.

La mirada de Cole se contrae y una ceja oscura se levanta.

—¿En serio? ¿Estarías dispuesta a responder a cualquier cosa que te


pregunte? ¿Una revelación completa? ¿Sin retener? ¿No hay áreas fuera
de los límites? —Se inclina hacia delante, colocando los codos sobre las
rodillas. Cole niega con la cabeza, pero sonríe suavemente cuando lo
hace—. Apenas pienso que sea sensato, señorita Lamore.

—La mitad de las cosas que hago no son sensatas, Sr. Stevens. Como un
acto de buena fe, tú primero. —Mis manos están empujando la sábana
sobre mi regazo. Mis pantalones no son más que un pantalón corto de
chico y encaje.

Cole está con el torso desnudo. Pantalones de franela suave cuelgan de


sus caderas luciendo su cuerpo tonificado. Su piel bronceada es suave y
completamente lamible. Cole se sacude en la silla mientras líneas de
una sonrisa se asoman en sus labios.

—Esto no es una buena idea, pero...

—¿Es demasiado tentador negarse?

Él asiente.

—Como tantas cosas de ti, esto tiene el mismo encanto atractivo. —


Las esquinas de mi boca se alza y miro hacia otro lado. Su mirada es
demasiado intensa. Cole se endereza y se inclina hacia atrás en la
silla—. Muy bien, voy a jugar adelante, pero eso sólo porque tengo
unas pocas preguntas ya que no eres muy comunicativa, y tu lógica es
desconcertante en el mejor…

—Sólo pregunta, Cole.

Toma un respiro.

—El día que viniste a la entrevista de internos, era obvio que no me


tenías en la más alta consideración… 6

Me río.

—No me gustabas, amigo. Puedes decirlo. —Bajo mi voz e inclino mi


cabeza cuando lo imito:

—Anna me detestaba.

—¿Así piensas que sueño ? —Sonríe ligeramente y niega con la cabeza.


Sonriendo, Levanto una ceja y digo:

—¿Esa es tu pregunta?

—No. — Se convierte en formal de nuevo—. Sin embargo estoy


preguntándome si quiero saber la respuesta. Parecía como si te
disgustara. Quiero saber por qué. —La voz de Cole se convierte en un
susurro cuando habla.

Me muevo nerviosamente en la cama. Tragando saliva, le miro a los


ojos.
—Las razones parecen estúpidas ahora. Yo no te conocía entonces.
Pensaba que lo hacía y estaba equivocada.

—Eso apenas era una respuesta personal, señorita Lamore. ¿Le


importa detallar? —Su voz se está burlando, pero también puedo
escuchar la curiosidad genuina allí.

Presiono mis labios juntos reuniendo mis pensamientos.

—Pensé que eras un cerdo, gestionando un estudio asqueroso,


manoseando chicas en ropa interior. Añádele tu dinero y no tienes una
oportunidad.

—¿El dinero lo hizo peor? —pregunta, sus dedos impregnados en sus


labios. Esos ojos azules me miran sin pestañear, esperando una
respuesta.

Asiento lentamente, sintiéndome más expuesta de lo que pensé que


sería.

—Sí, el dinero lo hizo mucho peor. Hubiera sido mejor saber que fueras
repudiado. —Me enderezo y arranco las sábanas. Pasando al final de la 7

cama, me doy la vuelta sobre mi estómago y saco mis pies detrás de mí,
retorciendo mis tobillos juntos. Puedo decir que él quiere preguntar
más, pero no lo hace.

—Ahora es mi turno.

Cole parece nervioso, pero no aparta la vista. Se inclina hacia un lado,


apoyando su cabeza en su mano.

—Pregúntame, Anna.

—¿Quién es la chica del vestido rojo? —Meto nerviosamente algunos


de mis rizos sueltos detrás de mi oreja. Desde que la vi por primera
vez, he querido saber quién era y lo que significa para él.

—Mi abogada. Ha estado ayudando a prepararme para algo...


desagradable. —Su voz es fría incluso cuando él lo dice. Esta no era la
respuesta que esperaba. Esto revela más preguntas que no tengo las
respuestas. Pero, lo que sea que está pasando, lo que sea que Cole está
enfrentando, está ahí, estrujándolo. Esas cosas lo obligan a sonar con
un nivel en la voz hasta el punto de la apatía… son esas cosas que son
lo peor. Algo malo está pasándole, algo que requiere de asesoría legal.

—¿Y? —suelto rápidamente.

—Y nada más. Creo que estabas preguntando acerca de nuestro estado


de la relación. Es profesional y siempre lo ha sido. La formalidad de
nuestro atuendo era sólo de apariencias, parte de una exhibición
pública para ayudar a amortiguar lo que está viniendo. —Cuando
habla, los ojos de Cole obtiene una expresión distante. Los músculos de
sus brazos se tensan mientras sus dedos se vuelven un puño. Trata de
ocultarlo, pero no puede. Algo va a ocurrirle, algo que no puedo
detener.

—Lo siento —digo—. No tenía ni idea. —Deseo arreglarlo, deseo


quitarle sus cargas, pero no sé cómo. Yo ni siquiera sé lo que está mal.
Intentando aligerar el ambiente le digo:

—Pregúntame acerca de la vainilla.

Los ojos de Cole se alzan y se encuentran con los míos. Él sostiene mi 8


mirada y finalmente dice:

—Dime por qué prefiere la vainilla, señorita Lamore.

—Anna. Llámame Anna, Cole.

Su pecho se expande cuando toma una respiración profunda y yo


abiertamente lo admiro, mis ojos flotan y permanecen en su piel suave.

—¿Por qué prefieres vainilla, Anna? —Respira mi nombre y envía


escalofríos bajos a mi espina.

Una sonrisa malvada se retuerce en mis labios.

—No lo prefiero. —Las palabras ruedan en mis labios y de repente soy


muy consciente de mi lengua.

Los ojos de Cole se oscurecen. La línea de la barba en sus mejillas


acentúa las líneas fuertes de su mandíbula. Él está mirándome con una
mirada depredadora.

—Explícate.
—A mi ex le gustaban las cosas simples y sencillas. A mí no. Me gustan
las cosas que él pensaba que no eran sexis. Me gusta el sexo pegajoso,
sudoroso y resbaladizo. Yo no soy la señorita Vainilla, Cole. Yo soy lo
opuesto.

Cole aprieta la mandíbula mientras habla; sus ojos fijos en mi rostro. Se


queda mirándome a los ojos, luego pasa a mi boca. Aspira el aire e
inclina su cabeza hacia atrás cuando hablo.

—¿Lo opuesto?

Asiento con lentitud. Mi cabello se desliza hacia adelante, lo alcanzo y


lo retiro hacia un costado. Los ojos de Cole vagan hacia mi pecho y el
escote que se hace visible cuando hago eso. Algo ha cambiado, pero no
lo noto todavía.

—Sí —digo, mirándolo. Encogiéndome de hombros, agrego:

—Acababa de conocerte y estaba pensando que era un poco rara por


incluso querer lo que quiero. Parecía algo extraño para decirte, así que
lo oculté y cambié las cosas. 9

La tensión de Cole sale disparada como un cohete hacia el cielo cuando


hablo, pero cuando digo que soy una rara, baja sus manos y me mira
boquiabierto.

—¿Cómo puedes pensar eso?

—No sabes lo que quería hacer. —Mi rostro se enciende cuando me


atraganto con las palabras. Cole abre la boca para preguntarme algo
más, pero niego con la cabeza—. Así que ya sabes, estamos cruzando
mi límite de ¡diablos no! Y lo que sea que te pregunte a continuación
tiene que ser igual de horripilante. Así que adelante, Sr. Stevens.

Cole asiente lentamente mientras sus labios tiran en la sonrisa más


sexy que he visto jamás. Negando con la cabeza, dice:

—Entiendo. Y prometo que responderé lo que preguntes, incluso si eso


cruza mi línea de “¡diablos no!”, como lo llamas. —Le sonrío y meneo
mis cejas. Respirando hondo, levanto las sábanas. La voz de Cole me
interrumpe y me hace derretir.
—¿Qué es lo que más querías que él no?

Un gemido agudo se alza en mi garganta. No quiero decirlo. Sí quiero


decirlo. Me aferro a la sábana y me cubro el rostro. Chisporrotea
cuando él lo pregunta; porque conozco la respuesta. Cole se levanta,
cruza la habitación, y retira la sábana de mi cara a la vez que se
arrodilla en el suelo frente a mí. Estamos nariz a nariz. Siento su
respiración en mis labios mientras su mirada me mantiene fija en el
lugar. No puedo apartar la mirada. Mi pulso late en mis oídos y me
estremezco.

—Dime —dice suavemente, tomando mis hombros en sus manos. Sus


dedos hacen pequeños remolinos en mi suave piel. Traga saliva con
fuerza, esperando.

Mariposas llenan mi cuerpo, mareándome. Sus manos son fuertes y


cálidas. Las siento presionando contra mi piel y deseo que estuvieran
en mi cara, ahuecando mis mejillas. Como si me escuchara, Cole levanta
las manos y las pone a ambos lados de mi cara. Sus pulgares acarician
mi piel a la vez que sus dedos se deslizan en mi cabello. 10

—Suena tonto, como nada. —Mi voz es ligera como una caricia, apenas
audible. Observo los labios de Cole mientras lo digo. No puedo mirarlo
a los ojos y soportar el pleno calor de su mirada—. Quería que me
besara entre las piernas, donde nadie lo ha hecho, saborearme, tragar y
pedir más. —El temor retuerce mi estómago, enviando una serie de
escalofríos en cascada sobre mi piel. Me aferro a la sábana,
estrangulándola. Cuando mencioné el sexo oral con mis novios
anteriores estaban eufóricos de que quisiera hacer eso con ellos, pero
no sentían el deseo de hacerlo recíproco. Eso me hizo sentir como si
querer que ellos lo quisieran fuera sucio.

Cole libera mi rostro un segundo después. Permanece frente a mí, pero


aparta la mirada.

—No hay nada raro en eso, Anna. Es un acto sexual normal y lamento
que él te privara de eso, pero eso no significa necesariamente que estés
metida en las cosas pervertidas. —Me mira, su expresión suave y
amable.
—Ah, ese solo es un ejemplo, Cole. Lo que más quisiera él no lo haría.
No dije que esa fuera la más pervertida. Esa es la punta del iceberg de
la insatisfacción, sexualmente frustrada. —Mi voz suena ronca y no
puedo apartar la mirada.

Cole me mira como si nunca me hubiera visto antes. El brillo rosa que
estaba limitado a mis mejillas ahora quema mi cuerpo entero y él
sonríe.

—Entonces, ¿me estás diciendo, déjame ver si entendí bien, que una
diosa del sexo pervertido ha estado yaciendo en mi cama cada noche
por las últimas semanas?

Sonriendo, asiento una vez. La manera en que Cole me mira me hace


pensar que está bien, que las cosas estarán muy bien. Baja sus oscuras
pestañas y libera una respiración lentamente. Sus manos pasan a
través de su cabello alborotándolo más. Cuando alza su mirada hacia
mí, no puedo respirar. Todo en él me tienta más allá del control. Quiero
enredar mis dedos en su cabello y tirar de su boca hacia la mía.

Cole sacude la cabeza como si no pudiera creerlo y vuelve a sentarse en 11

su silla. Es mi turno de preguntar. En el interior, estoy luchando sobre


qué preguntarle, sobre el anillo en la caja de seguridad o por qué no me
toca. Cada centímetro de mi piel pica cuando pienso en sus manos
sobre mí. Deseo que estuviera cerca. Me gustaría tanto que me lo
dijera. Pese a que quiero saber sobre el anillo, quiero saber más sobre
esto.

—¿Por qué no me tocarás? —Mi voz es un susurro. No lo miro. Espero


que su respuesta sea un golpe al estómago. Espero escuchar que no
piensa en mí de esa manera, que soy demasiado joven, demasiado
inexperimentada para estar con él así.

—Anna —dice mi nombre en voz baja como si lo obsesionara. Cuando


echo un vistazo a hurtadillas, sus ojos están cerrados y tiene la cara
entre las manos. Me doy la vuelta antes de que lo diga. No quiero
escuchar la razón. Lamento haber preguntado. Cuando Cole abre la
boca para hablar, lo interrumpo.

Levantando una mano, la extiendo frente a mí, alzándola y diciendo:


—Detente. Espera. —Respirando con fuerza, lo miro a la cara. El
remordimiento lo consume. Deseo poder arreglarlo. Deseo que me
dejara abrazarlo y quitarle cualquier pecado que ronde sus recuerdos.
Los labios de Cole permanecen separados, pero no habla. Espera a que
yo termine. Me siento en la cama y pongo los pies debajo de mí—. No
quiero saberlo.

Se queda callado por un momento y los únicos sonidos que escucho


son del latido apresurado de mi corazón y mis respiraciones
irregulares. Entonces Cole dice:

—La respuesta no se debe sólo a una cosa. No puedo echarte, Anna,


pero no puedo hacer más de lo que ya está hecho.

—¿Qué es, Cole? ¿Somos amigos? Se siente más para mí, pero no puedo
dilucidar lo que es. No entiendo cómo puedes acostarte a mi lado a la
noche sin tocarme. —Siento el pánico en mi voz e intento contenerlo,
pero no retrocede—. No me des esperanzas. No me hagas pensar en
una cosa y luego en otra. Yo…

Cole cruza la habitación en dos pasos y me alza en sus brazos. Se sienta 12

en la cama conmigo en su regazo y apoyo la cabeza contra su pecho


desnudo. Su corazón late acelerado. Sus brazos se aprietan a mi
alrededor antes de besar suavemente mi cabello.

—No fue mi intención darte esperanzas.

—Entonces, ¿cuál fue tu intención?

—Protegerte. Evitar que salgas lastimada. Pensé que así era mejor,
pero no lo es. Debería haber mantenido mi distancia, pero no lo hice.
No puedo revertir esto, Anna. No puedo deshacer semanas durmiendo
en mi cama y viendo tu cara todas las mañanas.

Lo miro. El miedo constriñe mi garganta.

—¿Lo quieres?

Sus ojos azules son cristal claro y se quedan fijos en los míos. Empiezo
a apartar la mirada, pero Cole empuja suavemente mi barbilla para
encontrarme con su mirada.
—No. Cada recuerdo de ti, cada momento fue… —Presiona sus labios y
deja de hablar por un minuto. Finalmente, respira hondo y me
acomoda en la cama—. Tengo que mantener mis límites originales, de
lo contrario esto no funcionará y no estoy listo para decir adiós
todavía. Es totalmente egoísta, pero es lo mejor que puedo ofrecer.

No lo entiendo, pero no lo digo. Abatida, me deslizo de regreso a la


cama lejos de él. ¿Qué es esto? ¿Por qué no me dejará acercarme?
Apoyo mi cabeza en la almohada y me quedo mirando al techo.

No hay nada más que decir.

13
Traducido por Selene1987

Corregido por LadyPandora

La mañana siguiente temprano, me escabullo al garaje al otro lado de la


calle para coger mi moto. Es seguro, bueno, tan seguro como puede ser
un garaje. Está bien iluminado y tiene una caseta de vigilancia al frente,
pero aún hace que Cole esté inquieto. Si aparco en uno de sus
aparcamientos, debajo de su edificio, sabe que nada me pasará a mí o a
mi moto. Aunque después de anoche, no quiero traer nada que pueda
encender la antorcha a nuestra ya precaria relación.

Cerrando mis ojos mientras cojo la moto, suspiro y aprieto mis dedos
contra mis ojos. ¿Qué relación, Anna? No hay ninguna relación.
Corrección, no hay ninguna relación sexual. De alguna manera he 14
terminado en el mismo barco maldito con el que había estado con
Edward. Con ese pensamiento, la piel de la parte de atrás de mi cuello
empieza a erizarse, haciéndome mirar alrededor, pero no puedo ver
nada excepto coches aparcados.

Cojo mi casco y lo desabrocho, guardando las llaves en el bolsillo


mientras me lo coloco en la cabeza. Cojo una goma para el pelo de mi
otro bolsillo y echo mi pelo hacia la base de mi cuello y retuerzo el
trozo elástico. Mientras me abrocho el casco, siento que alguien me
observa. Mi piel se eriza por todo el cuerpo y mi corazón empieza a
acelerarse. Me vuelvo y miro alrededor, pero aún no veo a nadie. Un
coche se acerca y se dirige a la salida. Puedo ver la calle desde donde
estoy. El tráfico mañanero atrae mi atención con luces traseras de color
rojo y bocinas estridentes sonando. Entonces le veo en la acera.
Edward. Me ve, saluda y se acerca desde la calle.

Trotando, dice:

—Anna, qué bueno verte.


Edward se ve perfecto. Sus vaqueros abrazan sus caderas esbeltas y su
camisa de manga larga azul pálido resalta sus ojos. Pero algo me pone
en alerta. No puedo decir qué, simplemente me siento inquieta a su
alrededor y quiero salir lo más rápidamente posible. Pero parece que
no puedo apretar la correa de mi casco. Aparentemente, se atascó
cuando tiré de los lazos de metal. Intento arreglarlo sin quitármelo.
Quiero marcharme.

Asiento y sonrío aunque no lo siento así.

—Buenos días, Edward. —Puedo ser civilizada. No pasa nada malo. El


revoloteo de mi corazón y el sentimiento de pánico me dicen que algo
no está bien. Es Edward—. ¿Qué estás haciendo tan temprano en la
mañana aquí?

Miro hacia arriba, preguntándome dónde está el guarda de seguridad.


Su caseta está vacía, y un coche que está esperándole decide saltarse el
pago y sale a la calle. Hay silencio de nuevo. No hay motores de coche
rugiendo en el cemento hundido, no hay gases que se aferren al techo.

Se encoge de hombros y mete sus manos en sus bolsillos. 15

—De camino a una entrevista arriba.

Arqueo una ceja.

—¿Quién está aquí? Pensaba que todos estos edificios eran


residenciales. —El casco no está cooperando. Parece que no puedo
desenredarlo. Deshago la correa de la barbilla completamente, tiro de
ella, y empiezo de nuevo.

Los ojos de Edward se fijan en mis manos revolviendo la correa de la


barbilla.

—Así es, pero hay un… —Deja de hablar y se acerca a mí. Coge las
correas negras y dice:

—Dame, deja que lo haga. Pareces alterada.

Quiero echar mi cabeza hacia atrás, pero no lo hago. En lugar de eso,


me quedo ahí parada como una idiota y dejo que me ate el casco. Sus
dedos aprietan la correa de la barbilla por los cerrojos del casco y tira,
apretándola. Agarro mis manos alrededor de mi cintura e intento
ralentizar mi pulso.

Cuando termina, me sonríe. Cuando no le sonrío de vuelta, pregunta:

—¿Qué pasa? Pareces de mal humor.

Quiero decirle: Sólo a tu alrededor, pero no quiero que piense que me


afecta. Además, esto no tiene sentido, nada de sentido. ¿Por qué está
aquí? ¿Cuáles son las probabilidades de que paseara enfrente de este
garaje a esta hora? ¿Me está siguiendo? Creo que estoy siendo
paranoica, pero la sensación no desaparece.

Me alejo de él, sonriendo nerviosamente y cojo la moto.

—No pasa nada. Sólo me he hartado de cafeína. Ya me conoces —


miento y coloco mi pierna a un lado de la motocicleta.

—Sí que te conozco, Anna. Y estoy aquí si me necesitas. —Me mira a mí


en la moto durante un segundo y añade.

—Ten cuidado con ese chico, Anna —dice como si supiera algo que yo 16
no sé, como si fuera más que una advertencia en general.

Me pregunto cómo sabe nada de mí y Cole. Debe haber sido Emma.


Debe haberle contado que estaba con Cole. La irritación me recorre
todo el cuerpo. No creo que fuera necesario decirle que no hablara de
mi vida amorosa con su hermano, pero aparentemente estaba
equivocada.

Arranco la moto y digo:

—Puedo cuidar de mí misma, Edward. Y tú más vale que vayas a tu


entrevista o llegarás tarde.

Él se ríe.

—Nunca llego tarde. Voy temprano de hecho. —Probablemente fuera


cierto. Siempre llega temprano. Me irritaba cuando salíamos. Cada vez
que salíamos, él tenía que llegar media hora antes. Edward mira de su
reloj a mí y se para enfrente de la moto. Descansa sus dedos sobre el
manillar y me mira—. Simplemente ten cuidado, ¿vale?
Le asiento, esperando que la conversación se acabe.

—Tengo que irme.

Edward se echa a un lado y le doy vueltas al motor y me alejo de él.


Puedo sentir sus ojos en mi espalda hasta que salgo del garaje y hacia
la calle mezclándome con el tráfico mañanero.

***

Me detengo a un lado de la autopista de Long Island y cojo una taza de


café. El aire mañanero es más frío que de costumbre. Respiro
profundamente, admirando las nubes blancas esponjosas esparcidas
por el cielo. Si aún estuviera en el instituto, hoy dibujaría nubes. Tenía
un profesor de arte que siempre se emocionaba cuando esas
esponjosas blancas aparecían. No entendía por qué hasta que intenté
dibujar una. Resulta que dibujar nubes es difícil. Las mías parecía como
ladrillos flotantes. No había nada luminoso ni esponjoso en ellas.

Saco mi teléfono y coloco el café en mi muslo. No tendré tiempo para


ver a Emma hasta el fin de semana, pero tengo que saber si ella le 17
contó a su hermano lo mío y lo de Cole.

Le envío un mensaje mientras bebo mi café.

Yo: Hola, Em. He visto a tu hermano. ¿Le contaste algo de Cole?

Pasan unos cuantos minutos. Emma está en clase. No espero nada de


inmediato, pero mi teléfono salta.

Emma: No. Eso sería peor que hablar contigo de él. ¿Qué ha pasado?

Yo: Lo he visto en el garaje esta mañana. Me advirtió que me alejara de


Cole. Me pregunté cómo lo sabía.

Emma: No lo sé. Juro que no dije nada.

Yo: Vale. Sólo preguntaba. ¿Estarás esta noche?

Emma: Sí. ¿Nos ponemos al día entonces?

Yo: Demonios, sí. Mucho que contarte.


Durante un segundo miro a la pantalla. ¿Cómo sabía él lo de Cole? ¿Y de
verdad Edward sabía algo de Cole, o sólo se estaba metiendo conmigo?
No estoy segura, pero me dejó muy inquieta.

Echo el resto de mi café por mi garganta y tiro la taza antes de volver al


tráfico. Por qué tomé este camino está más allá de mí. Siempre está
atestada de tráfico al oeste. Una vez que salga de la isla un poco, se
aclarará. Mientras tanto, me balanceo y voy entre los coches y
camiones, pasando por el conductor ocasional que tiene miedo de las
motocicletas. Una mujer casi se estrella contra la pared intentando
alejarse de mí. Paso a su lado y siento la brisa del aire mañanero en mi
cara.

Me niego a dejar que mi cabeza juegue conmigo. Edward no es un


acosador. Me olvido de mi aprehensión persistente de esta mañana y lo
alejo de mi cabeza, dejando la situación con Cole con acceso completo a
todo mi cerebro.

Anoche no fue como yo había planeado. Quiero más de Cole, pero no


quiero arriesgarme a perderle. Descubrir que la mujer del vestido rojo 18
era su abogada no me hace sentir mejor. Al principio sí, luego me di
cuenta que si ella está tanto a su alrededor algo tiene que ir mal. Ojalá
me hubiera pedido ayuda o al menos se hubiera apoyado en mí un
poco, pero Cole es demasiado cerrado. Mantiene sus emociones
encerradas en su pecho y es difícil saber lo que está pensando. Pero
después de anoche, aprendí una cosa: significo algo para él. Sólo que no
tengo ni idea de qué.
Traducido por magdys83

Corregido por LadyPandora

—Regina, hoy tenemos el calendario lleno así que necesito que


arregles los conjuntos a medida que nos rotemos. De esa manera tan
pronto como el próximo cliente este aquí, podemos empezar.

Regina levanta su mirada hacia mí. Su cabello cobrizo cuelga sobre sus
hombros. El top verde que lleva hace el color más asombroso y sus
pantalones capri son muy lindos. Como todos los empleados de Le
Femme, está descalza. Asiente.

—No hay problema. Oh, había un mensaje de tu escuela. Dijeron que


aún no recibieron tus papeles de pasantía y los necesitan antes de que
19
finalice de la semana.

—¿Para mañana? —Mis cejas se aprietan juntas mientras me enderezo


y la miro. Dejo caer la alfombra que estoy sosteniendo y la miro
fijamente. Eso no es bueno. Los papeles de pasantía no se presentan
hasta dentro de dos semanas después de que la pasantía haya
terminado. Eso es dentro de cuatro semanas.

—Sí —dice Regina. Levanta la mirada hacia mi cuando ve mi


expresión—. No me preocuparía por eso. Cole probablemente perdió
los papeles o algo.

Asiento lentamente y regreso a lo que estoy haciendo.

—O algo —digo por lo bajo, tratando de imaginar qué es.

***

Para el momento en que llego al campus, son cerca de las cinco. Cierran
antes de que llegue a hablar con alguien. Le echo un vistazo a mi reloj.
La cola para la oficina del registro se mueve a la velocidad de un
caracol. Cuando finalmente llego al frente, estoy muy nerviosa y sin
ganas de hablar con ningún chico emprendedor acerca de los papeles
perdidos o de por qué la universidad los quiere antes de tiempo.

Avanzo, preparada para preguntar qué demonios les pasa, cuando


Jesse Oden levanta la vista hacia mí desde el escritorio.

—¿Puedo ayudar…? —Sonríe cuando me ve, cambiando


completamente su expresión—. Anna.

—¿Jesse? ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Pensaba que te habías graduado?


—La chica detrás de mí suspira de forma audible y cruza los brazos.

Él la ignora.

—Lo hice. Estoy haciendo algo de trabajo de postgrado durante el


verano. Tarea de estudiante. Y pues, ¿Qué necesitas? ¿Formularios de
inscripción? ¿Solicitud para la graduación? —adivina.

—No, ya hice todas esas cosas. Recibí hoy una llamada telefónica que
decía que mis papeles de pasantía no se habían entregado. Pensé que
se presentaban después de que la pasantía terminara. Me quedan dos 20

semanas. ¿Podrías revisar mi cuenta y ver qué es lo que quieren?

—Claro. —Sonríe presionando el teclado. Después le digo mi número


de estudiante, está en mis archivos. Sonríe—. Impresionante GPA1.

—Fisgón. —Me río. Me mira y guiña el ojo.

—Vamos a ver —dice, su dedo trazando líneas en la pantalla,


analizando rápidamente. Su expresión cambia mientras lo hace. Me da
un vistazo y puedo decir que algo está muy mal, pero dice:

—Sí, quieren tus papeles antes. Hay una nota aquí que tengo que
entregarte cuando vengas, y programarte una cita con el decano.

—¿El decano? ¿Para qué? —Ahora todos me están observando. Esto no


es habitual. Algo está mal, sólo que no sé qué es.

1 GPA: Grade Point Average. Promedio de calificaciones.


Jesse asiente mientras reúne los papeles que necesito de las ranuras de
su escritorio. Tomando la pila, los golpetea antes en el escritorio y los
empuja bajo la grapadora, después me los entrega.

—Me devuelves estos mañana. Y te voy a programar para una cita con
el decano para mañana a las cuatro. —Me entrega una tarjeta de cita.
Estoy irritada y preocupada. Sólo la tomo y no la miro.

—Gracias —digo y me marcho por la puerta.

Si arruino esta pasantía, no me podré graduar. Quiero arrancar mi


cabello. Salgo del edificio y encuentro un banquillo. La luz del sol se
vierte a través de las hojas formando un patrón de encaje en el suelo.
Tomando mi teléfono, escribo la hora de la cita para mañana y me doy
cuenta que Jesse escribió una nota en la parte trasera de la tarjeta.

Espérame.

Me siento bajo un árbol y veo a los estudiantes mientras se dirigen a


sus actividades de la tarde. Cerca de diez minutos después, Jesse sale
del edificio y me ve. Al principio sonríe, pero desaparece rápidamente. 21
Se sienta a mi lado en el banquillo.

—Y bueno, ¿Qué hay de nuevo? —pregunta burlonamente.

—¡Oh, Dios mío! ¿Es tan malo? Vi tu cara. Sólo dímelo.

Jesse levanta su mirada hacia mí y puedo decir que es malo. Su sonrisa


titubea y se mira las manos.

—No se supone que deba decir nada, pero parece demasiado loco para
ser verdad. Tu pasantía terminó antes —dice en voz baja—. Alguien
reportó que estás teniendo relaciones sexuales con tu jefe. —Sus cejas
oscuras se mueven arriba en su cara mientras lo dice, mirándome
como si no pudiera creerlo.

No puedo respirar. Siento como si alguien me golpeara en el estómago


con una tabla. Me inclino hacia adelante, el pánico inundando cada
centímetro de mí. A pesar de que Cole y yo no tenemos una relación
sexual, parece como que la tenemos.
—Entonces, ¿Es verdad? Supongo que es el tipo que tenía tu corazón
cuando te conocí, ¿no es así? —Se escucha comprensivo. Coloca su
mano en mi espalda y la acaricia como un amigo—. Esto no va a ir bien
si lo dices.

Me levanto rápidamente y lo miro fijamente:

—No hay una relación sexual con él. No la ha habido. Todo ha sido
trabajo. Nada más. —Mi voz es baja, arrepentida.

—Pero te gustaría que lo fuera —añade, y yo asiento. Parpadeando


fuerte, miro por encima de él.

—Gracias. Sé que te meterás en problemas si se enteran de que me lo


dijiste. ¿Dice quien hizo la denuncia?

Mueve la cabeza.

—No. La queja se presentó directamente a tu decano. La información


no estaba en tu archivo principal.

—Esto no está pasando. —Agarro mi cara, horrorizada de que estoy 22


reaccionando de esta manera enfrente de alguien que apenas conozco.

—Oye, si no pasó nada, no tienes de que preocuparte. —Me siento


desesperada y perdida. Se inclina cerca de mi cara, metiendo un rizo
detrás de mi oreja. Nos miramos fijamente. Él quiere lo que Cole no.
Jesse respira—. Yo te cubriré. Puedo decirles cómo te conocí ese día en
la playa. Había otras personas alrededor. Si dices que tú y yo estamos
juntos, y niegas tu relación con tu jefe, lo van a dejar pasar.

—No puedo dejar que mientas por mí —digo, mirando a otro lado, sin
poner más espacio entre nosotros.

—No es una mentira —dice levantando su mano a mi mejilla—. No he


dejado de pensar en ti. Sigo revisando mi teléfono, esperando que estés
sobre él… y llamándome.

Me siento tan perdida, tan sola. Necesito a Cole, pero eso sólo lo va a
empeorar. Toda mi relación con él hace que todo sea peor,
incluyéndome. Quiero algo con él que no va a darme. Quiero todo su
corazón, pero no me deja entrar. La soledad y el miedo se mezclan y no
puedo dejar de ver los labios de Jesse. Me tira lentamente hacia él,
suavemente presionando su boca en la mía. Es como la última vez. El
beso es dulce y casto, preguntándome si lo quiero.

La indecisión destella a través de mi mente. Podría tratar de aferrarme


a lo que sea que tengo con Cole, pero no hay nada ahí. Corrección, hay
amistad, pero nada más. Intercambiamos secretos sexuales y él ni
siquiera me vio anoche. Creo que significo algo para él. Por la manera
en la que me acunó en sus brazos se sintió como si le importara, pero
me fui a dormir sola y desperté sola. Cole no me vio salir esta mañana y
anoche no dijo nada más. ¿Estaba mintiendo para continuar este beso?

No hay nada entre Cole y tú, así que, ¿cómo le estás engañando? La voz
en mi cabeza me da un chasquido como si debiera saber eso.

El aliento de Jesse es cálido, y la sensación de su mano en el lado de mi


cara es fuerte y perfecta. Se demora en mis labios, las pestañas bajas,
mirando… esperando que lo aparte. Pero no lo hago. Me inclino hacia
su beso, sintiendo un torrente de emociones en carrera mientras yo
caigo en picada en un acantilado emocional y elimina cualquier 23
oportunidad de estar con Cole.

La lengua de Jesse se desliza más allá de mis labios y en mi boca. Me


acaricia lentamente, como si pensara en esto desde la primera vez que
nos encontramos. Quiero apoyarme en él. No quiero sentir nada, dejar
de lado las semanas que he pasado con Cole, pero no puedo. Rompo
este beso y miro hacia abajo. Las manos de Jesse permanecen
extendidas en mis mejillas, acunando mi cara. No puedo verlo.

—Lo siento. Sólo… no puedo… —Mi voz es temblorosa y se apaga.

Su frente toca la mía.

—Está bien. No tienes que decir nada, Anna. —Cuando se recuesta,


deja caer sus manos en su regazo. Me sonríe tristemente—. Me
gustaría haber tenido un mejor momento. Me gustaría haberte
encontrado primero.

Miro hacia arriba de mis manos y trato de sonreír, pero no puedo. Todo
me está presionando hacia abajo, haciéndome sentir como un
claustrofóbico atrapado en un ataúd. No lo puedo soportar. Quiero
asentir a Jesse y actuar como que no me afecta, pero lo hace. Me
levanto y el hace lo mismo.

—¿Estás bien? —pregunta, tratando de atraer mi atención.

Tengo la intención de mirar arriba y asentir, pero un sollozo se captura


en mi garganta. Lágrimas llenan mis ojos mientras asiento y lloro_

—Síiii.

—Creo que quieres decir que no. —Da un paso hacia mí y dice:

—Vamos. Vamos a tomar una cena temprana.

—¿Por qué eres tan amable conmigo?

—Prefiero ser tu amigo que nada en absoluto. Además, parece que


podrías necesitar un amigo en este momento, de todas maneras. —
Mantiene su distancia, ocasionalmente rozando contra mi brazo o
dirigiendo mi codo, mientras caminamos a través del campus y salimos
hacia las abarrotadas calles. Es la hora punta. Me lleva al primer lugar 24
que ve y coge una mesa en la esquina.

Doy un golpecito a mis ojos con un pañuelo de papel y lo miro. Él es el


único que parece quererme, y sigo diciéndole que no. ¿Qué está mal
conmigo? Jesse es de mi edad, mi tipo, y lo estoy alejando porque
quiero algo que no puedo tener… Cole Stevens.

—Entonces, ¿quieres hablar de esto? —pregunta, apoyando sus manos


en la mesa.

—No hay nada que hablar. Nada pasó entre Cole y yo. Nada pasó en
todo el verano.

—¿Pero desearías que pasara?

Asiento.

—Pensaba que había algo ahí, pero estaba equivocada. Anoche cuando
hablamos de esto, prácticamente me dijo que no.

La cara de Jesse se retuerce con confusión.


—Entonces, ¿de dónde viene la queja?

Me encojo de hombros.

—No tengo ni idea. Es una bofetada en la cara después de lo de anoche.


Honestamente, tú has llegado más lejos conmigo de lo que yo lo he
hecho con él.

Jesse sonríe.

—¿Lo hice?

Asiento y lo miro.

—Si te hubiera conocido hace algunas semanas…

—Lo sé —dice—. Escucha. Si las cosas se desmoronan, te arriesgas a


no graduarte. Necesitamos enfocarnos en eso. Es el problema principal
en este momento. —Asiento, de acuerdo con él—. Vamos a suponer
que te encuentran culpable. —Mi columna vertebral se pone rígida
mientras mi boca cae abierta.
25
—Pero yo no…

—Lo sé, pero digamos que las cosas se van al infierno, en el peor de los
casos. Necesitarás otra pasantía. Algo en lo que puedas zambullirte y
arrasar rápido con la tonelada de horas. ¿Tienes una solución
alternativa? —Asiento. Sophia terminó siendo mi segunda opción—. Yo
contactaría a esa persona si la mierda nos llega al cuello y la
universidad cancela tus horas, especialmente si ese estudio mostró
cualquier interés en ti. Es la forma más rápida de arreglarlo.

Pienso acerca de eso por un segundo. Voy a regresar a donde estaba en


el principio, excepto que Sophia sabría que elegí a Cole por encima de
ella. No estoy segura de cómo va a estar con eso. Asiento y miro a Jesse
a través de la mesa. Me pregunto por qué no puedo dejar que Cole lo
deje. Me pregunto si me voy a hacer esto a mí misma, elegir chicos que
están defectuosos para evitar tener una relación real con ellos. Parece
una doble eliminación, primero con Edward y ahora con Cole. Mientras
tanto hay un chico perfectamente caliente sentando frente a mí, que
parece sinceramente interesado en mí. Suspiro y bajo mi mirada hacia
la mesa. Estoy loca.

—¿Es en verdad la única opción que tengo, verdad? ¿Regresar a


Sottero y suplicar? —Miro hacia Jesse y lo veo asentir.

—¿Tienes clases en otoño?

Niego con la cabeza.

—No, terminé todo antes para tomar cursos cortos el último año.
Generalmente las personas tienen su pasantía durante el verano,
regresan y completan sus clases. El decano me dejó darle vueltas
alrededor, así podría caminar en la graduación al final de agosto.

—Así que esa es tu mejor apuesta. Ir a ver al decano, negar todo el


asunto y esperar que fuera sólo un tipo celoso vomitando mierda. Tal
vez no vaya a ningún lado. —Jesse ondea la mano a la camarera y ella
rellena nuestros vasos.

Sorbiendo mi refresco, pregunto:


26
—¿Piensas que alguien me hizo esto a propósito? ¿Quién haría eso?

Jesse encoge los hombros.

—Tal vez. O tal vez algo no se ve bien. ¿Hay algo que podría hacerle
creer a alguien que están juntos?

Mi cara llamea.

—Ah, bueno eso responde la pregunta. Escucha, Anna… —Él se inclina


hacia adelante en el reservado y palmea mi mano para llamar mi
atención—. Piensa en ello como otro obstáculo que saltar antes de la
graduación. No es gran cosa. Es tu jefe quien va a tomar el infierno por
esto, no tú.

—¿Qué quieres decir?

—Está en contra de la política de la universidad tener relaciones


sexuales con tu becario. Punto. Si ellos piensan que lo hizo, bueno, no
estoy seguro de lo que van a hacer, pero ya que es Cole Stevens no creo
que sólo lo escondan bajo la alfombra. La prensa sensacionalista lo ha
estado siguiendo por las pasadas dos semanas. Es como si hubieran
olfateado algo destilándose debajo de su superficie.

Mientras Jesse habla pienso en la mujer en el vestido rojo, su abogada.


Algo malo se está acercando. Algo que Cole ya sabía. Mi estómago se
retuerce y me pregunto si él ya sabía lo de las acusaciones, si esa es la
razón por la que no me tocará. La esperanza y el pavor se desbordan a
través de mí, haciéndome sentir mal.

Jesse me ve pálida.

—Escucha, puedes manejar esto. Sigue actuando como si nada. No


reacciones hasta que la mierda salpique, ¿de acuerdo? —Aprieta mi
mano. Lo miro y asiento lentamente. No hay duda en mi mente de que
ya lo está y soy la última en enterarse.

27
Traducido por veroonoel

Corregido por flochi

—Anna Lamore está aquí para verte —dice una mujer que me dobla la
edad. Me mira con expresión de juicio en sus ojos.

El intercomunicador zumba de vuelta:

—Un momento.

—Tome asiento. Estará con usted en breve. —Me mira brevemente y


luego vuelve a tocar las teclas de su computadora. Me deslizo en un
asiento y espero. Estudiantes entran y salen, programando sus citas
para hacer cambios a último segundo en sus horarios de otoño.
28
La alfombra comercial está limpísima. Debe ser nueva. Las paredes
están llenas con arte comercial, si se puede llamar así, de grandes
flores en floreros horribles. La pálida pintura verde menta tampoco
hace nada para agregar calidez a la habitación.

La gran puerta marrón frente a mí se abre y sale el decano. El Dr. Grillo


es un hombre petiso, cercano a los cincuenta años con una pizca de gris
esparcido en el cabello que le queda. Usa un traje marrón con un par de
mocasines que han visto días mejores.

—Señorita Lamore —llama mi nombre y mantiene la puerta abierta.


No me sonríe de la forma en que normalmente lo hace y mi estómago
cae a mis pies.

Camino dentro de la oficina. Cierra la puerta y aclara su garganta


mientras va hacia su escritorio.

—Ya que no hay una manera fácil de comenzar esta conversación, sólo
voy a saltar al hecho. —Se sienta detrás de un viejo escritorio de
madera con una pila de papeles. Mueve su trabajo hacia un lado, cruza
sus manos juntas, y me mira sentada frente a él—. Señorita Lamore,
alguien ha traído a nuestra atención que podría estar teniendo una
inapropiada relación con el supervisor de su pasantía. ¿Es verdad?

Mi voz se rompe un poco cuando hablo:

—No. —Me aclaro la garganta y lo digo de nuevo, más fuerte—. No, no


es verdad. Quien dijo eso estaba mal informado.

Los hombros del decano no se desploman de alivio cuando lo digo.

—Anna, sabemos que eres una adulta y puedes tomar tus propias
decisiones en cuanto a citas, sin embargo, cuando está relacionado con
el mundo académico…

Lo interrumpo.

—No sucedió nada. —Mis manos están agarrando los brazos de la silla
tan fuerte que mis nudillos se están volviendo blancos. No me dejo
llevar. Esto me tiene tan enojada que no lo puedo soportar—. Cole
Stevens ha sido un excelente supervisor. Mis prácticas van bien, por lo
que no puedo entender quién diría eso. 29

—¿No te has estado acostado con él? —me pregunta directamente.

No creo que lo diga literalmente, así que sacudo mi cabeza.

—No. No tenemos una relación sexual. ¡Esto es ridículo! La graduación


está tan cerca como para empezar de nuevo. Tiene que creerme. —Le
estoy rogando. Me dolió que Cole me rechazara, pero esto lo hace aún
peor.

—Me gustaría, Anna, pero la persona que trajo el asunto a nuestra


atención tiene pruebas de que te quedaste en la residencia del Sr.
Steven en múltiples ocasiones.

Mi piel pincha mientras me doy cuenta lo que esto significa: alguien me


ha estado siguiendo. Todas esas veces en que sentí como si alguien me
estuviera mirando, pensé que estaba loca, pero ahora estoy enojada.

—Así que, déjeme ver si lo entiendo, Dr. Grillo. Alguien le proporcionó


pruebas de que estábamos teniendo sexo. ¿Eso es lo que está diciendo?
—Estoy en el borde de mi asiento, lista para saltar fuera de él. La furia
está echando humo silenciosamente dentro de mí, amenazando con
explotar. Esto está tan mal.

—Por favor Anna, cálmate. Es suficiente con suspender tus prácticas y


amonestar al Sr. Stevens. No podemos permitir ni siquiera la
apariencia de indiscreción en lo que se refiere al mundo académico.
Sabes esto, Anna. ¿Quieres que la gente cuestione tus calificaciones?
¿Quieres que digan que tu posición en la clase no tiene nada que ver
con tu mente? Lo harán, especialmente con respecto a ti. Eres la
primera de tu clase. Lo siento Anna, no podemos dejar pasar esto.
Tendrás que encontrar otra pasantía y comenzar de nuevo en el otoño.

—Pero eso significa que no me graduaré hasta diciembre.

—Lo siento —dice—. No puedo hacer nada al respecto. La pasantía es


un requerimiento para la graduación.

—Si consigo otra pasantía y completo los requerimientos en las tres


próximas semanas, ¿todavía puedo graduarme en agosto? —No
respiro. No quería que llegara a esto, pero a eso es a lo que llegó. 30

El decano inclina su cabello hacia atrás y me mira como si sintiera


lástima por mí.

—Si puedes completar los requerimientos, entonces sí.

Asiento lentamente. No sé qué decir. Me duele que mi palabra no


importe, que la apariencia de una relación fuera suficiente para
condenarme. Una pregunta cruza por mi mente.

—¿Ya ha hablado con el Sr. Stevens?

El Dr. Grillo asiente.

—Sí. Sabe las repercusiones para tal acusación. —Espero que se


explique, que me diga más, pero no lo hace. En su lugar, se levanta y
dice:

—Ve a la oficina de registros, consigue nuevos formularios, y si te las


arreglas para conseguir una pasantía ahora, preséntame los papeles
directamente a mí.
Traducido por Azulmort

Corregido por flochi

Emma aún no está en casa. Me muevo por el pequeño apartamento,


recorriéndolo como si estuviera perdida. No sé qué hacer. Jesse tenía
razón. Mi pasantía con Cole está anulada y debo empezar de nuevo. Los
nervios me asfixian, pero tengo que hacerlo, no hay otras opciones.

Marcando su número, espero que Sofía me atienda.

—Sottero Studio —dice, aunque tiene identificador de llamadas y sabe


perfectamente quién es.

—Señora Sottero, soy Anna Lamore. Nos conocimos a principios de


verano en una entrevista por la pasantía. 31

—Sí, Anna. ¿En qué puedo ayudarte? —Aunque eso es lo que dice, su
voz suena cortante, como si no quisiera perder más tiempo en mí.

—Necesito una pasantía. Estoy dispuesta a trabajar cada minuto que


esté despierta por el resto del mes.

Suspira.

—¿Qué pasó? ¿Cole te despidió? Te dije que evitaras a ese hombre,


pero no me escuchaste. ¿Por qué debería tomarte ahora?

Es una buena pregunta.

—No debería —digo—. Debería haberla escuchado. Lamento haberla


molestado. Ha sido más que amable. Gracias por su tiempo… —Me
siento abatida y avergonzada.

Me interrumpe.
—Oh, no seas tan melodramática, Anna. No es el fin del mundo, es una
pasantía. Ven a mi oficina mañana por la mañana. Trae los papeles.
Vamos a empezar. ¿Cuántas horas necesitas completar antes de que
termine agosto?

—Trescientas veinte —digo servilmente.

—No hay problema —me contesta—. Es la temporada de bodas.


Podemos alcanzarlas en un par de semanas si estás dispuesta a
trabajar 18 horas por día.

—Lo estoy.

—Bien. Preséntate a las 8:00.

Después de darme instrucciones finales sobre la vestimenta y


localizaciones, cuelga.

Sostengo el teléfono en la mano mirándolo. Las náuseas me invaden. Se


siente como si hubiera apuñalado por detrás a Cole. Es necesario, me
digo. Cole lo entenderá.
32
La llave raspa la cerradura y Emma empuja la puerta.

—Oh, Dios mío. ¿Se ha congelado el infierno? —Recorre la habitación


con la mirada y luego de nuevo a mí con una sonrisa en su rostro—.
¿De verdad vas a dormir en nuestro apartamento esta noche?

Emma debe haber sido la única que sabía dónde había estado
durmiendo. Apoyándome en la mesa, le pregunto:

—¿Alguien te preguntó sobre mí? ¿Sobre dónde estaba durmiendo?

Deja caer su bolso en el sofá y se sienta como si sus rodillas se


hubieran roto.

—No. ¿Qué está pasando?

Le cuento todo y escucha con la boca abierta.

—De ninguna manera. ¿Qué dijo Cole?

—Todavía no he hablado con él.


—Va a estar enojado.

—Creo que ya lo sabe —digo—. Su abogada ha aparecido mucho


últimamente. —Presiono mis labios para no decir más—. Tengo que ir
a verlo.

Me dirijo a la puerta.

33
Traducido SOS por Rivery, magdys83 y Scarlet_danvers

Corregido SOS por LadyPandora

Para el momento en que llego al apartamento de Cole, es casi


medianoche. Camino a través de la puerta principal y digo su nombre
en voz alta. Cuando no obtengo respuesta, me abro camino a través de
su casa y lo encuentro sentado en la silla azul en su dormitorio. Un
vaso de líquido ámbar está en su mano izquierda. Sus ojos oscuros
parecen más negros que azules. Está sentado en las sombras con las
luces apagadas.

—Cole —digo, y él levanta la mirada hacia mí en la puerta. Me quedo


ahí por un momento, asustada de lo que ocurrirá cuando se lo cuente,
pero por la mirada en su cara sospecho que ya lo sabe. 34

—Señorita Lamore.

—Anna —corrijo y camino hacia la cama y me siento en el borde frente


a él—. Supongo que ya lo sabes.

Me mira fijamente sin expresión. Los nervios se deslizan sobre mi piel


y me hacen temblar. Finalmente dice:

—La Universidad me dijo que ya no vas a trabajar para mí. ¿Ésa es tu


decisión?

—No tengo decisión, Cole. Necesito una pasantía para graduarme. Si no


hago una, los últimos cuatro años no significan nada. —Mi voz es más
alta de lo habitual. El pánico se extiende a través de mí. Él no quiere
que me marche, pero tengo que hacerlo.

—Tú eres la que decide, Anna. No ellos. —Hace girar el contenido del
vaso y se queda mirándome como si yo lo apuñalase por la espalda.
—Mi decisión habría sido estar contigo. Mi decisión habría sido hacer
que me tocaras. Mi decisión habría hecho ciertas las acusaciones. —Las
palabras salen de mi boca y no se detienen mientras me levanto y
camino hacia él—. Pero mi decisión no parece importar. —Estoy de pie
ante él con las manos en las caderas. Cole me mira.

—Te pido disculpas por privarte, señorita Lamore.

—Anna.

La forma en que sus ojos me atraviesan me roba el aliento.

—Pero yo tomo decisiones y me ciño a ellas. No te tocaré.

—Está bien. Entonces no lo hagas. —Girando sobre mis talones, tengo


intención de salir, pero me agarra la muñeca.

Mi pulso se dispara cuando habla.

—No lo haré. —Respira a centímetros de mis labios. La forma en que lo


dice suena atractiva, como si eso fuera todo lo que piensa. Da un paso
hacia adelante y yo retrocedo hacia la cama—. Siéntate —dice y 35
obedezco.

La intensidad de su mirada y la forma en que su cuerpo se mueve,


como si quisiera gatear sobre la cama y tomarme, me hace temblar. No
hablo. No puedo. Todo el asunto parece surrealista.

—Tócame —exhalo.

Cualquier restricción que Cole mantenía bajo control se quiebra. Sus


labios rozan suavemente los míos y me derrito. Mi estómago da un
vuelco dentro de mí y quiero enredar mis dedos en su pelo, pero él se
aparta. Sus manos se extienden por mi cara. Él presiona su frente
contra la mía y toma una respiración entrecortada, antes de caminar
lejos de mí y volver a su silla. No sé por qué se marchó, qué está
haciendo. Se relaja un poco y agarra los laterales de la silla.

Mi cuerpo duele por su toque. Estoy tan duramente lastimada que


parece que estoy perdiendo el control.

—Cole, no puedes dejarme así.


—No creo que estés preparada para el tipo de cosas que me gusta
hacer. —Cole vuelve a remover el resto de su bebida y deja el vaso en
la mesa junto a él—. Y no tengo intención de presionarte. Eres
demasiado joven para mí, señorita Lamore. No hay forma de que esto
termine bien.

—Anna —digo sin aliento. Mis ojos se traban con los suyos—. Y no me
importa lo mayores que seamos o no. Sé que me deseas. Puedo sentirlo.
Puedo verlo en tus ojos, en la forma en que me miras. —Sus labios se
separan como si fuera a decir algo, pero no lo hace. Me observa
mientras me arrastro de vuelta a su cama y levanto mi camiseta por
encima de la cabeza. Me quito los pantalones con un contoneo y me
siento medio vestida en su cama. Él me mira, sus ojos absorbiendo
cada centímetro de mi cuerpo. Me arrodillo allí, dejando que mire antes
de decir:

—Muéstrame lo que te gusta.

Cole permanece inmóvil, encorvado en la silla como si no le importase


que haya una mujer desnuda en su cama, pero sus ojos dicen algo 36
completamente diferente. Son de color oscuro, y amenazan con
devorarme.

Cole parpadea lentamente, como si tomara una decisión. Su voz es


incluso impasible. Respira normalmente, como si yo no lo afectara.

—Recuéstate atrás contra la cabecera y separa tus piernas. —Su tono


es firme, imponente. Me hace sentir asustada y excitada. Mis ojos están
bloqueados en su cara. No puedo apartar la mirada. Subiéndome, me
recuesto atrás contra la cabecera y separo mis piernas. Él puede ver
entre mis piernas desde donde está sentado. Mi corazón golpea contra
mis costillas mientras mi estómago se arremolina con anticipación.

—Quítate el sostén —ordena. Lo alcanzo y desengancho el sostén. Cole


observa atentamente, tomando el balanceo de mis senos. Cuando mis
manos están sobre mi cabeza, me doy cuenta de lo mucho que le gusta
mirar. Desacelero mis movimientos antes de lanzar el sostén en el piso,
dejándolo mirar—. Ahora tus bragas —dice.
Levanto mi trasero, y las deslizo debajo de mis muslos. Levanto mis
piernas, sacándolas de los agujeros de las piernas uno a uno. Cole los
atrapa y presiona el pedazo de tela en su cara y aspira. El acto me
impacta tanto que jadeo. Cole me da un vistazo y sonríe con esa mueca
depredadora que hace algunas veces. Me hace temblar, pero no voy a
dar marcha atrás. Lo deseo y esto es lo que él quiere. Separo mis
piernas, extendiéndolas bien. Los ojos de Cole se bloquean en la carne
sensible entre mis piernas. Me empujo atrás contra la cabecera,
arqueando mi cuerpo mientras lo hago. Sus ojos se desvían de mis
senos y después a mi cara. Sus ojos bloqueados con los míos.

—Toma una mano y separa tus labios. Toma la otra mano y pasa un
solo dedo por encima de tu clítoris, apenas tocándolo. —Su voz se
desliza sobre mí. Sus palabras hacen que mi cara se vuelva rojo
brillante. Cole me observa, sus brazos cruzados, su mirada caliente. Mi
mano izquierda separa mis labios y mi respiración se dificulta. Bajo mi
mirada cuando mi mano derecha está en mi clítoris, pero él dice:

—Mírame, Anna. No mires a otro lado.


37
Acaricio mi clítoris y miro en sus ojos.

—Sí, Cole —ronroneo su nombre y parpadeo lentamente. Mi mano se


mueve entre mis piernas acariciando la piel sensible una y otra vez,
nunca apartando mis ojos de los suyos. Mi cuerpo estalla a la vida, las
partes más bajas de mí se estremecen con anticipación, queriendo más.
Mis caderas se levantan levemente, encontrándose con mi mano.

Cole se sienta al otro lado de la habitación. Se recuesta en su silla, sus


manos en los brazos. Respira profundamente, y se inclina hacia
adelante observándome, sin romper el contacto visual. Cuando mis
caderas empiezan a corcovear, dice:

—Sólo mueve tu mano, Anna. —La voz de Cole es dura, dominante.

Lo veo mientras lo dice y me doy cuenta de que su mirada se oscurece.


Me ve mover mi mano a través de mi cuerpo, acariciándome
lentamente. Trato de no moverme y lo encuentro difícil. Si hubiera
sugerido hacer esto, habría estado avergonzada, pero en el momento,
se siente sexy y no quiero parar. Mi dedo se mueve contra mi carne
resbaladiza con Cole observando, su mirada tomando cada lento
parpadeo, cada respiración enganchada mientras lucho por mantener
mis sentidos y no correrme.

La mirada de Cole se traslada entre mis ojos y el lugar entre mis


piernas. Observa cuando mis músculos se tensan, e intento permanecer
inmóvil. Tengo problemas manteniendo mis ojos abiertos. Quiero
cerrarlos y perderme en el calor constante que se está construyendo
entre mis piernas, pero Cole cambia las cosas. El asalto de sensaciones
desbordando a través de mi cuerpo me abruma. Quiero hacer cualquier
cosa que diga, quiero escuchar su voz diciéndome qué hacer. Es difícil
permanecer quieta, pero los ojos de Cole me fijan, así que sólo se
mueven mis manos.

—Más rápido —dice—. Más duro.

Mi mano desarrolla un rápido movimiento rítmico entre mis piernas.


Calor húmedo palpita dentro de mí, suplicando por alivio. Cada
centímetro de mi cuerpo es atado con una cuerda apretada. Mi
estómago se enrosca en nudos cuando Cole me mira. La manera en que 38
está sentado ahí me hace pensar que no le importa, pero sus ojos dicen
algo más.

El calor húmedo se extiende cuando mis dedos acarician la piel entre


mis piernas. Mi boca se aparta y estoy respirando duro. Peleo con mi
cuerpo mientras quiere moverse, y corcoveo mis caderas en mi mano.
Nunca había querido tanto ser tocada en mi vida, pero Cole no se
mueve.

En su lugar dice:

—Detente. —Mi mano se calma y estoy temblando—. Pellizca tu


clítoris. Duro.

Mis dedos agarran la protuberancia y la presionan. El aire se precipita


fuera de mi garganta en un gemido agudo. No puedo pensar. No puedo
hablar. Quiero que Cole me folle hasta que no pueda caminar. Quiero
sentirlo dentro de mí, empujando contra mí. La presión en mi clítoris
me está atormentando y me doy cuenta de que he cerrado mis ojos.
Cuando los vuelvo a abrir, Cole está sobre mí.
Estoy tratando tan duro de permanecer inmóvil, pero no puedo. Mis
músculos se contraen por su cuenta, haciendo que mis caderas se
muevan una mínima cantidad. Cole me agarra por los tobillos. Me da
un tirón hasta que mis pies cuelgan al final de la cama. Cruzando mis
tobillos, me obliga a dar la vuelta. Me tumbo boca abajo en mi
estómago jadeante, con Cole entre mis piernas, parado al pie de la
cama. Antes de que pueda decir nada, siento una mano a través de mi
trasero. Me golpea y escuece, enviando sacudidas de electricidad a
través de mi coño. Aúllo y miro atrás hacia él.

Cole dice:

—Un pequeño error obtiene una pequeña nalgada. Dos, más, Lamore.

Me relajo y pongo mi cara hacia abajo en las sábanas frescas. Ronroneo


y su mano se posa sobre mi piel desnuda de nuevo. Jadeo y mis rodillas
amenazan con no resistir. Lo quiero. No puedo soportar que se burle
así de mí. En el momento en el golpe final viene, mi cuerpo está listo
para ello. Mis caderas se sacuden mientras su mano se conecta
haciéndole empujar más fuerte. 39

Cole me tira hasta que mis caderas están colgando de la cama.

—Abre las piernas. —Yo separo mis tobillos y siento la corriente aire
frío entre mis labios inferiores. Antes de que tenga la oportunidad de
respirar, siento la mano de Cole en mi espalda, empujándome hacia la
cama. Su mano se desliza más abajo, hasta la parte baja de mi espalda.
Permanezco así, con mi culo en el aire, con la esperanza de que él vaya
a follarme.

Cole frota sus vaqueros contra mi culo, lo que me permite sentir su


excitación. Quiero su dura longitud dentro de mí. Me muerdo los labios
para no gritar. No puedo ver lo que está haciendo, pero siento sus
manos sobre mí, entre mis piernas. Él me acaricia suavemente un par
de veces, sintiéndome, aprendiendo cada centímetro de mí. Agarra
fuerte mi clítoris y empiezo a levantarme de la cama, pero su mano
todavía está en mi espalda y sujetándome.

—No te muevas, Lamore.


Mientras habla, siento su cálido aliento sobre mi piel suave y húmeda.
Me estremezco. Él va a darme un beso entre mis piernas. El calor de su
lengua me hace jadear, pero me quedo quieta. Él lame de mi culo a mi
clítoris, su ancha lengua barriendo sobre cada centímetro de mí,
acariciando cada suave pliegue. Mis manos agarran la cama para no
gritar. Quiero más. No puedo quedarme quieta. Luego, su lengua está
dentro de mí, empujando más profundo, degustándome. Mueve sus
manos hasta que sostienen mis caderas y me tira con más fuerza a su
rostro. Balanceándome lentamente, construye un ritmo que no puedo
ignorar. Su lengua me lame y me chupa, saboreando cada centímetro
de mí, volviéndome loca hasta que mi cuerpo se enrolla tan fuerte que
no puedo durar un segundo más.

—Cole. —Lloro mientras me rompo, viniéndome en su boca. Sus labios


no se apartan. Su lengua me lame la piel tierna, probándome hasta que
él está satisfecho.

Cuando levanta la cabeza, Cole da un paso atrás. Mis brazos están


débiles, temblando, pero me las arreglo para rodar sobre mí misma. Mi
corazón parece como si hubiera explotado. Trato de hablar, pero sólo 40
solo salen jadeos. Cuando miro a Cole, su mirada es ilegible. Él me
levanta en la cama, me pone suavemente en las almohadas a su lado.
Estoy completamente desnuda, jadeando entrecortadamente, trato de
parar y obtener una cierta apariencia de control. Pero Cole solo me
mira. Él yace de lado, con el torso desnudo, por encima de sus
pantalones vaqueros. Su mirada ilumina un sendero sobre mi abdomen
mientras arrastra su dedo de mi ombligo hasta mi cuello.

—Cole —gimo su nombre, porque no quería que se detuviera.

—Anna —susurra en mi oído, haciéndome temblar. Cuando por fin


vuelvo a mí misma, lo miro a los ojos.

—Esa fue la cosa más sexy que alguien me ha hecho.

Él no dice nada. Cole simplemente desliza su mirada sobre mi cuerpo


asimilando el ligero brillo de sudor y deslizando su dedo sobre mis
curvas. Por último, dice:

—No debería haberlo hecho.


Tomando su mano, me empujo en mi codo y lo miro a los ojos.

—No digas eso.

—Anna, fue un error. Tengo problemas para negarme a ti. Por favor,
perdóname. —Él se sienta y saca su mano de la mía. Cruzando la
habitación, coloca sus manos sobre la cómoda y no me mira de vuelta.

Mi corazón late con fuerza otra vez, reaccionando, no a la excitación,


sino al arrepentimiento que inunda su voz.

—No hay nada que perdonar.

—Pero lo hay. Hay tantas cosas. —Se vuelve y cuando él me mira un


temor trepa por mi garganta como una mano helada—. Creo que lo
mejor para los dos es si completas tu práctica y buscas empleo en otros
lugares.

—¿Qué? —Se siente como un golpe bajo. Me siento allí, tirando de la


sábana para cubrirme.

—Es lo mejor. 41

La ira destella en mis ojos, pero Cole no mira hacia otro lado.
Agarrando mi ropa, me la pongo a toda prisa.

—Está bien. —Mi voz es plana—. Ya he terminado con esto. Ya he


terminado contigo.
Traducido por PatyNenu

Corregido SOS por LadyPandora

Lloro mis ojos apagados por el resto de la noche y se nota. Sophia


Sottero se ve perfecta a mi lado, con mis ojos hinchados y ojeras.

Le echa una vez más una mirada a mi falda negra y blusa blanca. Era el
mismo traje que Cole me dijo era demasiado formal para el trabajo.

—Anna, querida, te ves como el infierno congelado. Si quieres trabajar


dieciocho horas al día, no puedes permanecer haciendo dios sabe qué
la noche anterior. Por las próximas tres semanas, tú eres mía. Nadie
más. ¿Entiendes? Dile a este novio que tendrá que esperar, porque no
voy a tener esto. —Hace un gesto hacia mí como si yo fuera un asco.
42
Una ofensiva fluye a través de mí. No me veo tan mal, pero tampoco me
veo perfecta, lo cual exige, obviamente, Sophia. Asiento con la cabeza.

—Sí, señora.

Ella pone sus manos en las caderas y dice:

—Bueno. Me alegro de que nos entendamos. Ahora, ve por mi taza de


café y con dos cremas, sin azúcar y llévalo a mi escritorio. Lo vas a
hacer todas las mañanas. —Yo asiento, dándome cuenta de que he sido
degradada a la chica de los recados.

Pensamientos de Cole inundan mi mente cuando trato de adaptarme al


trabajo con Sophia. Ella es un dolor en el culo al máximo. Si pienso en
ella demasiado hace que mi ojo tenga un tic. Por la tarde, otra interna
me encuentra en la baño de mujeres.

—Has estado aquí demasiado tiempo —dice cerrando alrededor del


cuarto, se lava las manos y las seca antes de correr hacia la puerta.

—¿De qué estás hablando? Apenas han pasado tres minutos.


Ella me mira, con sus ojos oscuros bien abiertos.

—Lo sé. Date prisa o va a arrancarte la cabeza.

Después de lavarme las manos, salgo del baño.

—La Sra. Sottero te quiere en la sala de fotografía —dice otra interna.


Me mira como si yo fuera una irresponsable.

Me dirijo a la sala de fotografía golpeando mis talones mientras camino


a través de la puerta. Sophia me mira, sus ojos oscuros lanzándose a
mis pies y luego de vuelta a mi cara.

—Se requieren zapatos en todo momento, Anna, querida. —Suspira y


camina hacia mí—. Parece que voy a estar deshaciendo lo que Cole te
ha enseñado. Suponiendo que nada, ¿de acuerdo?

Me deslizo de nuevo en mis zapatos y asiento. No me gusta la forma en


que habla de Cole. Percibo cierto resentimiento tácito allí, pero no
puedo poner mi dedo sobre qué es exactamente. Una novia y su séquito
llegan a los pocos minutos. Yo convertida en un perchero. Después
ayudo a vestir a la novia, moviendo los hilos del corsé y asegurándome 43

de que se vea perfecta. Abanico su cortejo. Le llevo agua. Hago todo lo


que hace Regina. Sophia no me confía las luces o la cámara. Me quejo
internamente. Esto va a apestar.

Sophia chasquea los dedos en mi cara.

—¡Despierta, Anna! —Me regaña—. Abanica su cortejo de nuevo y


devuélvele sus flores.

Cuando le entrego a la novia sus flores, me doy cuenta de que está


inquieta, lo que parece irritar a Sophia.

—¿Hay algo mal? —pregunto.

—Sí, la parte superior de mi pie pica. Creo que es por el fondo de la


falda. Se mantiene haciéndome cosquillas. —Ella se mueve de nuevo
tratando de aliviar el picor. Cuando no puede me mira—. ¿Puedes?

Eso resume el resto de mi primer día en Sottero: de rasca pies, ir a


buscar el café y haciendo todo el trabajo esclavo. Sophia tiene la
amabilidad de recordarme antes de irme que este puesto de prácticas
no se paga.

44
Traducido por Clary

Corregido SOS por LadyPandora

Es tarde para la hora que camino a través de la puerta principal. Emma


está sentada en el sofá con Jesse. Sorprendida, me detengo en mis
pasos y lo miro.

—Hey —digo.

Emma dice hola con la mano.

—Vino hace una hora. Le dije que te esperara. —Se mete una patata
frita en su boca.

Jesse está parado y camina hacia mí. —Espero que este bien —dice, la
45
incertidumbre se ve en su cara.

—Por supuesto. Está bien.

—Vi los papeles para las nuevas prácticas a través de la oficina. En


realidad, estaba por entrar en tu cuenta. Supongo que las cosas con el
decano no fueron bien.

—Apenas —digo, sacando mis talones y frotando mis pies. La idea de


los empujones de mañana suena horrible—. Desecharon mis horas con
Cole y me hizo empezar de nuevo.

—Lo siento Anna. Sé cuánto estaba temiendo eso.

Intento que suene como una buena cosa, pero absolutamente no puedo
manejarlo.

—Está bien. Yo originalmente quería esta pasantía de todos modos. La


vida tiene una divertida manera de ordenar las cosas fuera. Yo sólo no
encajaba con Cole, supongo.
Jesse me mira. Nos miramos el uno al otro por un golpe, antes de que
mire lejos.

—Uh, vamos aquí para hablar, Em mira lo que sea en la televisión.

—Me puedo ir. Anna —dice Em levantándose.

—Siéntate, quejosa. Come tu chocolate. Estás actuando como el


monstruo del síndrome premenstrual otra vez. —Los ojos de Jesse se
mueven de Emma a una barra de Hershey.

Ella lo atrapa y se ríe.

—Lo siento. Y gracias.

—No hay problema —digo e indico a Jesse para que me siga. Cuando
camina por mi habitación, digo:

—Ahora no te confundas. El apartamento es realmente pequeño y por


alguna razón tú sabes más sobre mí y Cole de lo que Emma.

Jesse asiente y mira a su alrededor por un lugar para sentarse. Elige la


46
silla al frente de mi escritorio.

—No pensé que era una invitación para una llamada. —Él sonríe.

—No soy tan densa.

—Y por eso me caes bien. —Me quito mi chaqueta cuando hablo y


pongo mis zapatos en el armario. Jesse me observa. Él cuelga su brazo
sobre el respaldo de la silla.

—Entonces… —dice, mirándome tímidamente. Es una mirada muy


diferente a las miradas intensas que Cole me da.

—Entonces… —respondo y le sonrío débilmente. Las comisuras de mis


labios caen y mis preocupaciones se ven claramente en mi cara.

—Estará bien, Anna. Puedes hacer esto. Piensa en el tiempo con


Sottero como intentando aguantar la clase de Peters como si fuera un
curso corto.

—Eso es lo único que sería peor. —El profesor Peters era tan aburrido
que ni siquiera noté a Jesse sentado frente a mí. Tenía que beber dos
Red Bulls para impedir que mi cabeza golpeara la mesa. Pensando
acerca de Sottero, digo:

—Ella no es nada como pensé que sería. Cole me dejo filmar… por mi
cuenta. Sophia estaba tomando su café y rascando los pies de la gente.
Pies, Jesse.

Él asiente con simpatía.

—Eso he oído. —Hace una pausa por un segundo y se inclina hacia mí.
Su mirada cae al piso y luego regresa a la cara—. Ya sabes, ha habido
algunas observaciones interesantes sobre ella cuando todos los
papeles de prácticas se dan.

—¿Tales cómo?

Me sonríe y me da la sensación que me está diciendo cosas que se


supone que no debería saber. —Nada que no puedes manejar, no
después de aguantar a Stevens. Sottero puede ser desconsiderada y
prepotente. Los internos no se sienten como que realmente obtuviesen
una experiencia de aprendizaje práctico. Más bien pasan por las 47
propuestas para llegar a la siguiente fase de la vida. Pero en el brillante
lado, el nombre de Sottero es oro. Conseguirás un trabajo cuando
termines sin un problema.

Me quito mis calcetines, los hago una bola y los lanzo en mi cama antes
de sentarme duro.

—Tuve un trabajo. Fue un gran trabajo.

Jesse cuestiona:

—Suena a como que perdiste ese.

—Un poco. —Miro para arriba.

Jesse mira su reloj.

—Tengo que irme. Sólo quería pasar para asegurarme de que estabas
bien.

Asiento y me levanto.
—Mejor. Hoy fue definitivamente mejor que ayer. —Ayer, cuando Cole
apretó mis emociones como si no importaran. Ayer, cuando finalmente
renuncié a él aunque no quería.

48
Traducido por PatyNenu

Corregido por LulaaMaddox

Sophia chasquea los dedos hacia mí:

—Anna, querida, tenemos que apresurarnos.

¿Apresurarse? ¿En serio? Sophia Sottero es como Mary Poppins en la


grieta. Ella sonríe ampliamente y hace que todos la quieran. Así que,
todos los que no lo hacen trabajan para ella. Parece que los internos se
dispersan cuando Sophia está alrededor.

Ella está constantemente chasqueando los dedos y golpeando a las


personas con periódicos y revistas como si fueran cachorros
descarriados. Se está haciendo con mis nervios, pero lo hizo a través de 49
una semana. Jesse tenía razón. Yo puedo hacer esto.

El lapso de tiempo más corto significa más horas cada día, pero eso
significaba menos días también.

Corro hacia ella y ella me frunce el ceño, arrebatándome el apoyo de mi


mano.

—No corras.

Sonrío y asiento con la cabeza. Quiero decirle que está jodidamente


loca y luego renunciar, pero no puedo. Me ocupo de ella lo mejor que
puedo. Si me he quedado atrapada aquí permanentemente, podría
golpear mi cerebro.

Mi mente se desvía de nuevo a Cole. Esa noche en la cama todavía


inunda mis sueños y no puedo dejar de pensar en ello, en él. Sophia le
dice a la novia lo impresionante que es y parece sincera, pero ella se
burla cuando se gira para tomar la otra cámara en mis manos. Está
claro que piensa que la chica se ve como un accidente de tren, pero
cuando se da vuelta Sophia es todo falsos elogios. Me canso de esto. Día
tras día, es la misma cosa.

Finalmente le pregunto, después de una sesión de una tarde:

—¿Cuándo se me permitirá asistir con las luces? ¿O a un rodaje? ¿O


puedo ir a una boda?

Sophia se gira lentamente y me mira como si hubiera dicho algo


gracioso. Cuando espero una respuesta, ella coloca su mano sobre su
corazón y dice:

—Oh Dios mío, es en serio. ¿Crees que llegarás a fotografiar? ¡Qué


dulce!

—Claro que pensé que llegaría a fotografiar. Usted me dijo por teléfono
que estaría haciendo todas estas cosas increíbles, y no estoy haciendo
ninguna de ellas. No voy a aprender nada. —Sophia me tiene
clasificando cables de extensión y envolviéndolos con ataduras de
cremallera. Un cable naranja grande cuelga de mis muñecas mientras
hablo. 50

—Te hablé acerca de las cosas que harías si te contrataran aquí. Yo no


estaba refiriéndome a las prácticas, querida. —Cuando Sophia dice
"querida" realmente quiere decir "idiota".

Recordando la conversación, sacudo la cabeza.

—No, no. Recuerdo específicamente que usted me dijo de hacer una


pasantía con ustedes, que Cole no podía enseñarme las cosas que usted
sí. Entonces, entró en detalles sobre lo que eran esas cosas. Sujetar los
cables de extensión no estaba en la lista. —Sueno presumida, pero no
me importa. Siento que este fue el mayor señuelo en el que jamás he
caído.

Sophia da unos pasos hacia mí, su tacón de aguja hace clic sobre el
suelo de baldosas.

—¿Cole? ¿No el Sr. Stevens? —Ella arquea una ceja ante mí. Cuando no
digo nada, ella sonríe como si supiera cuánto me he enamorado de él
—. Hazte un favor y supéralo.
No me gusta la forma en que me habla. Sonrío.

—Nunca he estado debajo de él y no pienso en él, por lo que no hay


nada que superar. Fue sólo más casual en la forma en que llevó a cabo
su negocio.

Cruzando sus delgados brazos sobre el pecho, dice:

—Ya veo. Y dime, Anna querida, ¿Él te ha mantenido alrededor? No. Él


te despidió como a todas las demás. Cada año es lo mismo; pasantes
llaman, llorando a moco tendido que Cole Stevens las fotografió. Por
favor, contráteme, Sra. Sottero. —Ella inclina la cabeza hacia mí—. Yo
habría pensado que eras más sensata.

Nunca le dije que la universidad era la razón por la que no terminé con
Cole. No puedo responder sin darlo a conocer, así que simplemente
miro hacia otro lado.

—Lo imaginaba —dice y camina alejándose, arrojando vómito verbal


en el próximo cliente.
51
Traducido por IvanaTG y SOS Rivery

Corregido por LulaaMaddox

Después de dos semanas sin parar en Sottero quiero rasgar mis orejas
y mis nervios se disparan al infierno. Jesse ofrece encontrarnos en el
bar de camino a casa. Todavía llevando mi ropa de trabajo, lo veo
afuera esperándome. Se ve bien, vestido con unos lavados vaqueros
oscuros y una chaqueta negra. Cuando vuelve su mirada hacia mí, sus
ojos se deslizan por encima de mi apretada falda y simple blusa. La
chaqueta está por encima de mi brazo. Hubiera arrojado los zapatos
lejos en el metro, pero caminar descalza en la ciudad era una manera
segura de contraer piojos.

—Gracias a Dios —le digo, cuando me acerco lo suficiente. Todo mi 52


cuerpo quiere doblarse por la mitad.

Jesse sonríe y toma mi chaqueta.

—¿Eso es malo?

—Peor aún —digo yendo hacia la puerta—. Toma lo peor que se pueda
imaginar y multiplícalo por cien. Luego, agrega la palabra idiota al final
y eso lo resume todo. Mi plan es ponerme completa y totalmente ebria.
Temo que serás responsable de mí para el resto de la tarde.

—Claro, pero ¿Sophia no se volvería loca si te presentas con una


resaca? —Sostiene la puerta para mí. Miro en mi bolso, tratando de
pescar mi identificación en la penumbra. Frente a nosotros, hay unas
pocas personas en la fila.

Niego con la cabeza:

—No. Mañana soy libre de Sottero. Tengo el día libre. Mi único día
libre, por lo que planeo conseguir sacar de mi cabeza cada
pensamiento molesto, así que el martes por la mañana no te enfrentes
arañándola accidentalmente.

Jesse se ríe.

—Tu ojo está crispándose de nuevo.

Siento que revolotean y los cierro presionándolos, escuchando a Jesse


reírse. Su brazo se envuelve alrededor de mis hombros y me empuja
hacia adelante. Cuando levanto la vista, entrego mi identificación al
chico de la puerta. Asiente y nos deja pasar.

El bar es oscuro y bastante concurrido, pero hay tanta gente en


Manhattan que, a veces, pasan semanas sin ver una cara familiar. No
espero verlo allí sentado en el bar, encorvado sobre una bebida.
Cuando Cole levanta la vista, su mirada hace que mi corazón
convulsione. Mis pies no se mueven. Lo que sea que Jesse estaba
diciendo se pierde.

La mirada de Cole se desliza de mí a Jesse, el brazo de Jesse en la parte


baja de mi espalda me presiona hacia la barra, y Cole. Me pongo rígida 53
y siento la mirada de Jesse en mi rostro. Sigue mi mirada por el local
mientras pregunta:

—¿Qué pasa?

No respondo. En su lugar observo a Cole levantarse y tirar dinero en la


barra. Camina hacia mí y estoy atrapada en esos ojos color zafiro. No
hay nada más allí. No hay bar. No hay Jesse. No hay Sophia haciendo mi
vida un infierno. Es la forma en que estuvimos juntos la última vez.
Todo es tensión y hormigueo. Todo son pensamientos sudorosos y
oleadas escandalosas de deseo.

Cole se detiene delante de nosotros.

—Señorita Lamore —dice.

No lo corrijo. Trato de calmar mi voz, aunque mi corazón está latiendo


salvajemente.

—Este es Jesse.
Cole vuelve su mirada hacia Jesse.

—Señor Oden.

Jesse finalmente se da cuenta de quién se trata.

—Guau, Señor Stevens. —Suena como si pensara que es una estrella


adolescente.

Cole me mira de nuevo y dice:

—¿Así que esto es lo que estás haciendo ahora?

Con una sonrisa burlona digo:

—Esto y Sottero. Apuesto a que desearías poder verlo.

Cuando digo el nombre de Sophia, los ojos de Cole se ajustan a los


míos. No tengo idea de lo que me poseía decirlo, excepto que no me
gusta su insinuación y no puedo dejarlo solo. Diciendo que sé cómo le
gusta observar parece bastante inofensivo, pero sé lo que hace.
Recordar la forma en que sus ojos se movieron por mi cuerpo la última
54
vez que estuve con él es suficiente para dejarme húmeda sólo de
pensar en ello.

—Se equivoca, señorita Lamore. —Su tono es plano, como si no le


importara—. Buenas noches. —Cole camina hacia la puerta sin mirar
atrás.

Todo mi cuerpo está encadenado con tanta fuerza que siento que mi
cabeza va a estallar. Jesse toma mi mano y me lleva a la barra. Hace
señales al camarero y nos pide unos chupitos.

—Entonces, ése era Cole. ¿El tipo que ha estado dándote un


quebradero de cabeza desde antes de que nos conociéramos? —
pregunta Jesse y yo asiento.

Colocan las bebidas delante de nosotros. Yo no soy una gran bebedora


y sé que si me bebo esto me caeré de la silla, pero no estoy pensando.
Tomo el diminuto vaso y apuro el contenido. Quema mi garganta
mientras trago y abro mi boca.

Jesse me mira y se ríe:


—¿Qué fue eso?

—No bebo mucho. Me gusta tener el control de las cosas, y estar


borracha es algo así como lo contrario. —Le echo un vistazo—. Suelo
beber vino.

—¿Cuántos vasos hasta que te caes?

Me encojo de hombros.

—Tres, tal vez cuatro.

Se ríe.

—Bueno, no más chupitos para ti. Parte de esta terapia es darte rienda
suelta y no puedes hacer eso si te desmayas tras un chupito. —Él me
ordena vino. Agradecida, cojo la copa y doy un sorbo—. Así que
empieza a despotricar. Elige uno, porque ahora sospecho que Stevens
va a ser parte de lo que está volviéndote loca. Si te mirara con más
fuerza, él necesitaría un condón.

Haciéndole una mueca digo: 55

—No le gusto así.

—Um, ¿estás ciega? ¿No lo viste ahí atrás? —Las cejas de Jesse se
arquean de repente en su cara y apuntan al lugar donde Cole estaba—.
Te desea tanto.

—Bueno, le dije que estaba acostándome contigo.

—Sí, gracias por eso. Por cierto, probablemente esté esperándome


fuera para así poder cortarme las pelotas.

Escupo mi vino y trato de usar la pequeña servilleta para limpiarlo.

—No. Él no es así.

—¿No es cómo? ¿Un tío? Anna, puedo estar equivocado en otras cosas,
pero no en esto. —Él cambia a la cerveza después de tomarse el
chupito —. Diablos, yo ni siquiera... —Tomando las solapas de su
chaqueta en mis manos, tiro de Jesse hacia mi boca. Sus labios
aterrizan suavemente en los míos. La conmoción lo silencia y siento sus
labios moverse contra los míos. Cuando se aleja está sonriendo—.
¿Siempre haces que los chicos dejen de hablar de esa forma?

Sonrío suavemente y termino el resto de mi vino.

—Espera a ver lo que hago después. —Muevo mis cejas hacia él.

Jesse es demasiado dulce para su propio bien. Toma mi mano.

—Sobre eso, no me importa ser tu juguete, quiero decir que estoy


realmente muy excitado por ello, pero vamos a mantenerlo a una sola
cosa a la vez, ¿de acuerdo? Comprueba tu lista en orden. Número uno:
emborracharse. Número dos: llegar a casa. Número tres: dar a Jesse un
beso de buenas noches.

Sonriéndole digo:

—Tú no quieres ser el chico de rebote. —La suavidad de su voz y la


forma en que me mira me hace pensar que él quiere más que eso,
cuando esté lista para darlo.

Niega con la cabeza. 56

—Definitivamente no. Cuanto más cerca estoy de ti más puedo ver que
vale la pena esperar por ti.
Traducido por flochi

Corregido por LadyPandora

Ya no sé lo que estoy diciendo. Mi corazón se derrama por mis labios


mientras Jesse alterna entre acompañarme a casa y llevarme alzada a
casa.

—Sencillamente quiero estar con alguien a quien le guste de la manera


que soy. Eso parece un problema grave. —Me tropiezo y Jesse me
sostiene por el codo, enderezándome. Lo miro y las farolas de la calle
siguen dando vueltas—. Vaya.

Me sonríe y me ayuda todo el camino, ocasionalmente diciendo


palabras reconfortantes. Finalmente caigo en la cuenta de que no
57
debería estar diciéndole a él estas cosas y me quedo en silencio.

Me quedo mirando la acera, a mis pies a la vez que camino. Estoy


descalza. Mis botas altas las tengo en mi mano derecha. No considero
dónde doy un paso. Jesse me dirige alrededor de las cosas que podrían
perforar mis pies.

—¿Un centavo por tus pensamientos? —pregunta finalmente cuando


llegamos a las escaleras principales.

Recostándome en la puerta, me vuelvo hacia él.

—¿Por qué lo dejé hacer esto? ¿Por qué lo dejé llegar hasta a mí de esta
manera? No puedo quitármelo de la cabeza. Siempre está presente. Su
voz siempre está ahí, reverberando dentro de mi mente. —Alzo la
mirada hacia él y digo lo que estoy pensando—. Soy una idiota. Sottero
tiene razón. Me llama Anna Idiota, sabes, y tiene razón. Sólo una
completa idiota, o sea una suprema y primera de la clase idiota se
enamoraría de un sujeto que le dobla su edad que ni siquiera se siente
atraído por ella. ¿Cómo se supone que lidie con esto? Ni siquiera sé qué
hacer, Jesse. No hubo ninguna relación. Ninguna ruptura. No debería
haber nada que superar, pero siento como si mis entrañas hubieran
sido arrancadas.

A medida que hablo, me voy deslizando hacia abajo por la puerta y me


siento en la escalera. Son casi las tres de la madrugada y Nueva York
está tan aletargado como va a llegar a estar. Una pareja caminando de
la mano baja la calle, con sus rostros cercanos mientras se susurran
cosas entre sí.

Jesse se sienta a mi lado y se pasa las manos por el cabello.

—Anna, tuviste una relación. Es normal sentir algo cuando ha acabado.


No importa lo que él diga, lo veo cuando te mira. Te quiso. Te sigue
queriendo. No sé qué es lo que lo está deteniendo, pero puedo decir
que no se siente contento con ello. —Me inclino sobre su hombro y él
me rodea con su brazo.

Suspiro.

—¿Estás seguro que no quieres ser el rebote? ¿Todo sexo, sin 58


ataduras?

Se echa a reír.

—No quieres un rebote. Tienen herpes.

Esto tira una sonrisa en mis labios y lo miro. Me está sonriendo.

—Sólo espera un poco más. Sobrelleva una cosa paso a paso. Espera a
terminar con Sottero, luego enfréntate al resto. —Asiento, aceptando
su plan, porque no sé qué más hacer.
Traducido por magdys83

Corregido por flochi

El golpe en la puerta de mi habitación suena como disparos de cañón.


Me quejo para que Emma se vaya, pero entra de todas formas.
Cruzando la habitación, rápidamente enciende la luz. Entierro mi
cabeza bajo la almohada.

—Vete, Em.

—No puedo, nena —dice y se sienta en el borde de la cama—.


Necesitas levantarte. —El tono de su voz es malo, incluso con la
terrible jaqueca, puedo oírla.

Echando un vistazo por debajo de la funda pregunto: 59

—¿Qué pasa?

Me entrega un periódico, pero no entiendo. Me siento lentamente y


agarro mi cabeza. El periódico se resbala de mi regazo. Emma lo recoge
y me lo entrega de nuevo.

—Mira, Anna.

Obligo a mis ojos a centrarse y veo una fotografía de Cole. El titular dice
«El multimillonario Cole Stevens está arruinado.» Mi corazón da
bandazos mientras me aferro al periódico y jadeo. Volteándome hacia
Emma, pregunto:

—¿Qué es esto?

Tiene esa mirada en su cara que tienen los padres cuando deben
decirle a su hijo que murió su perrito. Mi estómago se revuelve y me
siento enferma. Toma mi mano como si fuera a necesitar su apoyo.
—No lo sé. Dice que Cole estaba en una demanda y logró una
resolución. Sus propiedades fueron otorgadas a la contraparte como
una fracción de la conciliación. Le Femme se ha acabado.

—Oh, Dios mío. —No puedo pensar, no puedo respirar.


Incontroladamente, intento leer el artículo, pero mis ojos no se
enfocan—. ¿Quién es la contraparte? ¿Con quién llegó a una
resolución?

—Sophia Sottero.

El nombre me golpea como una sartén.

—¿Qué? ¿Sophia? ¿Cómo? ¿Qué dice? ¡No puedo ver, carajo! —Las
lágrimas escuecen en mis ojos e incluso el titular se hace borroso.

—No tiene todos los detalles, pero suena como que habían estado en
una disputa por años y Cole finalmente llegó a una resolución para
mantenerlo fuera de los juzgados. Sus activos van a ser liquidados para
amortizar la conciliación. Parece una acusación de violación que fue
silenciada. El artículo afirma que la condición del ataque era privada y 60
que Sottero no hizo comentarios al periódico esta mañana.

—Es por eso que me dio el día libre. —Froto la palma de la mano en
mis ojos—. No puedo creer esto.

Emma se sienta a mi lado y no dice nada. Su mano está en mi hombro,


después sólo me mira con simpatía.

—¿Él te lastimó? —La pregunta hace que algo dentro de mí se quiebre.

—¡No! —grito en su cara—. ¡Ni siquiera me tocó, diablos!

Ella sostiene las palmas hacia arriba.

—Lo siento, no sabía cómo preguntarlo y después de leer esto…


perdóname, pero vi la forma en que te mira. Sólo quiero asegurarme de
que estás bien.

Ahí está otra vez, la misma frase… la forma en que me mira. Meneo la
cabeza e inmediatamente me arrepiento.
—¿Cómo es que me mira, Em? ¿Como a una pasante? ¿Como a una
estudiante? ¿Como que no puede soportar mirarme?

Ella inclina la cabeza y salta hacia atrás.

—No, Anna. Como si quisiera atarte y follarte. Como si no pudiera tener


suficiente con sólo mirarte. Como que no se va a detener si alguna vez
le das la oportunidad. —Escupe las palabras como si fueran veneno.
Cada una hace que me sienta más perdida de lo que ya estoy.

Cerca de los sollozos, digo:

—Él nunca me miró de esa manera.

Em sonríe y sacude la cabeza.

—Te mira así cada día.

Sus palabras son demasiado. Lágrimas se derraman por mis mejillas y


el tono de Emma se suaviza.

—Oye, no tenía la intención de volcarte esto en primer lugar, pero se


61
vuelve peor.

Limpiando las lágrimas de mis ojos pregunto:

—¿Cómo puede ser peor?

Voltea la página con el artículo completo de que Cole está en la ruina y


hay un pequeño artículo frente a él con información acerca del
supuesto escándalo sexual en la universidad. Termina con no
mencionar a la estudiante involucrada. Miro hacia Em.

—¿Lo averiguaron? —pregunto.

—Los reporteros han acampado en las escaleras frontales desde las


cuatro de la mañana. Tienes suerte de haberlos perdido anoche.

Entierro mi cara en mis manos. La vergüenza me inunda, un rubor


escarlata en todo mi cuerpo. Esto no puede estar pasando. Tropiezo
fuera de la cama y voy hacia la ventana con Emma advirtiéndome que
me quede fuera de vista. Doy un vistazo a través de las persianas y me
avergüenzo. Es verdad. Hay una multitud de personas cargando
cámaras en el exterior. Sorbo un fuerte jadeo y suelto las persianas.

Mirando a Emma, digo:

—¿Qué voy a hacer? —Mi voz tiembla. Necesito llorar o gritar o hacer
algo, pero mi resaca me lo impide.

Emma dice:

—Nos empujamos a través de ellos y nos vamos a largar de aquí.


Vamos a pasar el rato con tus padres por un momento y les vamos a
dar tiempo para que desaparezcan. No deberían desprestigiarte por no
querer hablar con ellos acerca de esto.

—Pero lo van a hacer parecer culpable si no lo hago. —Inclino la


cabeza hacia atrás contra la pared. Todo mi cuerpo duele. ¿Por qué
elegí ayer por la noche para beber tanto? Esta clase de mierda siempre
me pasa a mí. Por una vez que decido hacer algo egoísta, como
regodearme alrededor de mi propia miseria por una noche, me ataca
por sorpresa al día siguiente. 62

—Sólo quiero superarlo —le digo a Emma con mis ojos bien cerrados.

—Lo sé, Anna. Lo sé.


Traducido por Lapaskis

Corregido por flochi

Me visto y Emma dice que me ayudará a salir. No pienso hablar con


ellos. Voy a ir directamente hacia mi moto y no volveré hasta que se
hayan ido.

—¿Lista? —me pregunta Emma cuando llega al picaporte de la puerta


principal.

Aliso mis vaqueros y tiro de mi chaqueta de cuero. Me veo demasiado


agresiva para que se aprovechen… al menos eso espero. No tengo ni
idea de cómo voy a reaccionar a sus preguntas, así que me pongo las
enormes gafas de sol que Emma llevaba el año pasado, en la fiesta de la 63
playa de los años 70. Cubren la mitad de mi cara.

—Estas son gafas de culpabilidad —le digo. Son las típicas que las
estrellas de cine usan cuando las meten en la cárcel por beber y
conducir o algo igualmente estúpido.

—No te ves culpable. En realidad intimidas un poco con ese casco


debajo del brazo. Escucha, seguiré a tu moto para asegurarme de que
sales bien. Sólo sigue caminando. No te detengas. —Asiento con la
cabeza tristemente—. Puedes hacer esto, Anna. Sé lo que van a hacer.
Este es mi trabajo, ¿recuerdas? Moriría por poder entrevistarte en este
momento. Todos y cada uno de ellos están de pie allí, esperando que
confieses y que digas algo digno de publicar. Están esperando que se lo
cuentes, para poder ser el reportero que consiga la historia.

—Espera —le digo cuando comienza a abrir la puerta. Emma se


detiene y se vuelve hacia mí—. No es una mala idea. ¿Qué tal si me
entrevistas? ¿Y si tuvieras la historia de modo que ellos te sigan cuando
yo salga por la puerta? Puedes decirles que vas a contestar a algunas
preguntas y que la historia completa saldrá en tu periódico.
Emma se me queda mirando fijamente por un momento.

—No puedo pedirte que hagas eso. Han pasado tantas cosas. No quiero
perjudicarte más, y esta historia podría hacerlo.

Señalo a la gente estacionada en el porche.

—Es demasiado tarde para eso ahora. Vamos a tratar de controlar la


masacre. Además, no puedo esconderme en casa de mis padres para
siempre y Sophia me espera mañana. Es mi última semana.

Sus ojos saltan.

—¿Todavía vas a ir?

—He de hacerlo. ¿Qué otra opción me queda?

Asiente con la cabeza lentamente y cruza la habitación.

—Así que, señorita Lamore —dice en un tono diferente, que me hace


saber que habla en serio—, venga, siéntese y cuénteme su historia.

*** 64

El plan funciona. Cuando salgo al porche, una serie de flashes me


ciegan. Esperan que Emma camine conmigo, pero se queda en las
escaleras y hace lo que le pedí.

—Contestaré unas preguntas en nombre de la señorita Lamore. Toda la


historia saldrá mañana en Newsday. —Los periodistas se polarizan.
Algunos continúan siguiéndome, ignorando a Emma, pero de repente
detienen su marcha y miran atrás hacia ella, sin saber a quién seguir.

Camino rápido hasta el aparcamiento y una vez que estoy fuera de su


vista, respiro profundamente para tranquilizarme. Todavía puedo
verlos, a pesar de que estoy en las sombras y fuera de la vista. Me
buscan, pero no saben adónde fui.

Girando, me acerco a mi moto y voy calmando el ritmo de mi corazón.


Subo mi pierna por encima y rápidamente me pongo mi casco. Es
entonces cuando, otra vez, aparece Edward. Está caminando hacia su
coche, que está aparcado justo a mi lado.
Se precipita hacia mí y envuelve sus brazos a mí alrededor antes de
que tenga tiempo de parpadear.

—¡Anna! Gracias a Dios que estás bien. Voy a matarlo por tocarte. Lo
juro —dice sosteniendo mi casco en sus manos—, me aseguraré de que
nunca te toque de nuevo.

Estoy más allá del punto de una conversación razonable. Estoy enojada
y herida. Odio que esté aquí ahora, viéndome así. Odio que asuma que
dejé a Cole usarme de ese modo. Golpeo sus manos lejos. La expresión
de su cara cambia rápidamente de preocupación a conmoción. Sus
labios se separan como si fuera a decir algo más estúpido o
condescendiente.

Hablo antes de que tenga la oportunidad.

—No pasó nada entre nosotros. Era mentira. No te engañé. Nunca hice
nada con Cole como dieron a entender en ese artículo, así que no te
quedes ahí sintiendo lástima por mí, porque no pasó nada. Es parte de
la mierda que está pasando con mi actual jefe… un intento de
desprestigiar a Cole más de lo que ella ya ha hecho. Me empujó debajo 65

del autobús con él. ¿Entiendes? Estoy enojada, pero aparte de eso,
estoy bien.

Los ojos de Edwards son demasiado fríos para alguien que estaba
como loco hace sólo unos segundos. Asiente con calma.

—Muchas víctimas no pueden aceptar lo que les sucedió. No es culpa


tuya, Anna. —Alcanza mi mano.

Me rompo por dentro. No lo puedo soportar. No quiero estar aquí con


él. Golpeo su mano y acelero el motor, poniendo en marcha la moto.

—Aléjate de mí, Edward. Si te vuelvo a ver, aunque sea por accidente,


juro por Dios que te voy a golpear. Así que sólo mantente alejado. —Mi
voz está llena de ira mientras hablo. Cuando termino no espero que él
responda. En cambio acelero la moto y me voy del aparcamiento,
zigzagueando en el tráfico.

Conduzco demasiado rápido, esquivando y adelantando cuando no hay


ninguna necesidad. Hago todo lo posible para no desmoronarme hasta
que entro por la puerta de mis padres. Entonces las lágrimas
comienzan y no paran.

Mi madre me toma en sus brazos y por una vez no pregunta nada. Toca
con su mano mi nuca, y me lleva adentro.

66
Traducido por Shilo

Corregido SOS por LadyPandora

—Frankie, tráenos unos cafés. Se ve que Anna necesita uno —dice


mamá.

Papá toma la cafetera y me prepara una taza de la manera en que me


gusta. Luego agarra algunas galletas de una caja blanca de la panadería
y las coloca en el plato también. Me lo da y sé que está pensando en mí,
en cuando era pequeña y él sabía qué hacer. Ahora está de pie ahí
incómodamente, inseguro de si debería perseguir a Cole y desollarlo, o
esperar y escuchar lo que yo tengo que decir.

—Toma bebé —dice papá. Su voz es brusca, como si estuviera apenas


67
controlando su ira. Después de un momento, dice:

—Dime la verdad. Ese tipo, el que trajiste aquí… ¿te estaba forzando
a…? —Papá no puede terminar la oración. Su rostro se torna rojo, su
boca estrujándose en una expresión de furia mientras lo dice.

Alcanzo su mano y lo miro a los ojos.

—No. Mintieron. El periódico mintió, papá. Quien quiera que tuviera


ese artículo circulando estaba atacando a Cole. Yo sólo quedé atrapada
en la salpicadura. —Al menos espero que sea eso. Admitiendo que de
alguna manera Cole había agraviado a Sottero de esa manera, con un
acuerdo tan grande, es impensable. Cole siempre es tan cuidadoso, sin
tocar, siempre pidiéndole a la asistente que haga cosas en las sesiones.
Nunca jamás lo vi tocar a una mujer en el estudio, bueno, aparte de a
mí.

Vuelvo hacia atrás y les cuento a mis padres lo del decano y el


internado. Les digo cómo estaba sorprendida de que me gustara
trabajar con Cole y lo horrible que era con Sottero. Cuando he
terminado ellos lo saben todo. Hasta les digo que me sentía atraída por
Cole, y que él dijo que no.

Los hombros de papá se relajan mientras hablo, pero la tensión en sus


brazos se mantiene igual. Todavía quiere romper algo. No hay duda de
que papá estaría feliz de matar a alguien y enterrarlo en el patio si me
lastimase. El movimiento nervioso de sus manos, la manera en que sus
dedos se mueven como si quisiera estrangular a alguien no se detienen,
aún después de que sepa la verdad.

Mamá está silenciosa, lo que es inusual. Me observa mientras hablo y


me siento tonta hablándole de mi capricho con Cole. No menciono que
me desnudó, que me tocó justo antes de decirme adiós. La tristeza me
consume, pero no quiero. Aclarando mi garganta, me alejo de la mesa.

Mamá dice:

—¿Dónde vas?

—Tengo que encontrar a Cole. Necesito saber qué está pasando. Me


guste o no, fui metida en este enredo, y ¿mañana se supone que vaya 68
donde Sottero y actúe como si nada pasó? —Mi voz es cada vez más
fuerte, más brusca mientras hablo. No puedo evitarlo.

—No, claro que no, pero no estoy segura de que hablar con Cole sea o
no una cosa buena ahora.

Agarrando mi casco, digo:

—Es una cosa buena. Lo necesito. Me dirá lo que necesito saber. Me


dará un cierre. —Me aseguro el casco con la correa mientras hablo, mis
dedos moviendo expertamente la correa a través de los broches de
metal. Pauso por un segundo, pensando en Edward y miro a mis
padres—. ¿Ha estado alguien afuera buscándome?

Papá sacude la cabeza, pero mamá desvía la mirada. Inclino mi cabeza


extra grande, cubierta por el casco y pongo mis manos en mis caderas.

—Sólo dímelo, mamá. ¿Quién fue? ¿Y cuándo?

Parpadea rápidamente, observando mi rostro.


—Sólo un muchacho. Él dijo que lo conocías.

Mi corazón revolotea rápidamente.

—¿Cuál era su nombre?

Palpa sus manos por un momento y sacude su cabeza mientras trata de


recordar.

—No lo dijo, pero sabía tanto de ti que pensé que eran cercanos. ¿Pasa
algo malo?

La miro fijamente por un minuto, demasiado asustada para preguntar


si había sido Edward, si el hombre de la puerta calzaba con su
descripción. No puedo comprenderlo. No puedo imaginarlo
encontrando a mis padres y conduciendo todo el camino hasta aquí
para hacer… ¿qué? Un escalofrío recorre mi columna.

—¿Alguien te está siguiendo? —pregunta papá, con voz severa. Me


mira, todavía tenso.

No quiero preocuparlos más, pero me siento enferma. Mi estómago se 69


está revolviendo como si hubiera tomado leche agria. Con una sonrisa
falsa, sacudo mi cabeza.

—No, papá. Estoy bien. —Le doy un abrazo por detrás, cuidadosa de no
golpearlo con mi casco—. Volveré después de la cena. Llámenme si
necesitan algo.
Traducido SOS por Magdys83

Corregido por LulaaMaddox

Marcando el número de Cole, me siento en mi moto y espero, pero él


no contesta. Pienso en dónde estaría, a dónde iría, y sé en dónde está.
Ese lugar fuera del estudio Le Femme en los Hamptons. Él fue ahí la
última vez que tuvo malas noticias.

Cuando llego ahí, mi piel está fría. Comienza el rocío como si el cielo
fuera a abrirse. No hay coches en el frente. No hay reporteros. Hay una
señal en la puerta de que el estudio está cerrado. Ignorándolo, la
alcanzo por el picaporte, pero no se abre. Pongo mi casco en el portal,
debajo de la marquesina, así no se va a mojar.

Bajando el cierre de mi chaqueta de cuero, doy vueltas atrás buscando 70


el camino que conduce a la banca bajo el agua. El sonido de las olas
llena mis oídos. Mi estómago está escalando a mi garganta. No sé qué
hacer o qué decir cuando lo vea.

Me detengo algunos pasos atrás. Cole está sentado en la banca. Está


inclinado hacia adelante, su cabeza en sus manos. Su cabello oscuro
sobresale de sus dedos mientras mira el suelo. Todo lo que siento por
él vuelve rápidamente. No puedo soportar verlo así. De repente, no me
importa que me alejara, que le dijera a Jesse que podía tenerme.
Camino lentamente hacia él, con cuidado.

Cuando estoy a pocos pasos detrás de él, grito su nombre.

—Cole.

Él no se mueve. En cambio, cierra sus ojos firmemente y aprieta fuerte


su cabello. Sus dedos prácticamente lo arrancan en el momento en que
se levanta y me mira.

—Lamore. ¿Qué estás haciendo aquí?


Quiero ir hacia él y envolver mis brazos alrededor de sus hombros,
pero no lo hago. Mantengo mi distancia. El cielo se abre y el rocío se
vuelve una llovizna. Gotas de agua se aferran a mis brazos descubiertos
y chorrean por mis muñecas. Mi cabello finalmente termina de rizarse
bajo el peso del agua y gotea en mi camiseta sin mangas. Mis vaqueros
se adhieren a mi piel, haciéndome tiritar. Pero nada de eso importa. La
mirada en los ojos de Cole me hace olvidar todo lo demás.

—Vi el periódico. ¿Qué sucedió contigo y Sottero? —Cole me mira, con


sus ojos sin proporcionar nada. Doy un paso más cerca—.Tengo que
saberlo. Imprimieron un artículo a su lado. Uno acerca de mí.

Cole exhala enérgicamente y se pone de pie.

—¿Así que eso es lo que quieres? ¿Un pedazo de mí? Bueno, ponte en la
fila. Sottero me va a dejar limpio. Puedes tomar lo que puedas recoger
antes de eso. —Cole me da la espalda y camina hacia el agua. El océano
se está removiendo como si una tormenta se acerca. Las olas chocan en
la costa.

—¿De qué estás hablando? No estoy aquí por ninguna maldita cosa. 71

¡Mierda, Cole! ¡Espera! —Corro detrás de él y agarro su codo.

Se da la vuelta. Inclinándose hacia abajo enfrente de mi cara, dice:

—Sí, lo estás. ¿Es por eso que lo hiciste? ¿Es por eso que no podías
mantener tus pantalones? ¿Ahora tienes algo con lo que hacer tu
reclamo en la Universidad? Podría haberte dado cualquier cosa que
pidieras, pero hacerlo de esta manera era… —Sacude su cabeza y no
termina. Sus dedos aprietan sus ojos y puedo decir que su voz está
atrapada en su garganta—. Sólo vete. Dile a Sottero que tienes lo que
ella necesitaba. Juego terminado.
—Lo juro por Dios, no tengo idea de lo que estás hablando. —Lágrimas
corren por mi cara y se mezclan con las gotas de lluvia—. Me fui
arrastrando con Sottero después de que la escuela me dijera que no
podía ser tu pasante. No le dije nada. —Él no se gira para mirarme—.
¡No hice nada! —Él se da la vuelta rápidamente, sus ojos quemando
como llamas azules. En una baja voz tensa advierte:
—No me mientas—. Prácticamente me gruñe las palabras. Mi corazón
golpea más fuerte en mi pecho. No me alejo a pesar de que quiero
correr—. Alguien le dio a Sottero exactamente lo que necesitaba para
ahorcarme. Tú eres la única explicación.

Tragando duro, lo miro a los ojos.

—Nunca dije nada a nadie acerca de ti. ¡Estoy segurísima de que no se


lo dije a Sophia Sottero!

Estoy gritando en su cara. Él no se encoge. No se inmuta.

—Es una perra de dos caras. No puedo soportarla. Ésa es la verdad. —


Cole sacude la cabeza muy ligeramente, como si todavía pensara que
estoy mintiendo. Me inclino más cerca así que estamos nariz con
nariz—. Nunca te he mentido. Adelante y piensa cualquier cosa que
jodidamente quieras, pero te estás engañando.

—¿No tenías nada que ver con Sophia? ¿Nada que ver con el periódico?
Vamos, Anna. ¿Tan tonto crees que soy? Tu compañera de cuarto es
una reportera. Has estado planeando esto con Sottero desde el primer 72
día. ¿Piensas que no me di cuenta del chico que enviaste a espiar?
¿Crees que no lo vi observándome? ¿Observándote? Buscando por lo
que necesitaba para cerrar el caso.

—¿De qué diablos estás hablando? ¡No envié a nadie a que te siguiera!

Él siguió como si no hubiera hablado:

—No la toqué. Nunca la lastimé. ¿Sabes por qué hizo esto? ¿Lo sabes?
—Me estremezco cuando me grita en la cara—. Porque pensó que le
mentía cuando éramos más jóvenes. Ese anillo de Tiffany en la caja
fuerte era de ella. La noche que se lo di, ella corrió jodidamente por
encima con el coche. ¿Quieres saber por qué, Lamore? ¿Quieres saber
por qué tu jefa desgarró mi corazón y corrió por encima? Por mi
nombre. Mi jodido nombre. Ella pensaba que todavía tenía mi herencia
y yo era lo suficientemente estúpido para pensar que me amaba. —Mi
mandíbula cae mientras el horror burbujea en mi garganta. La caja del
anillo, la que había visto, era de Sophia. Ella lo usó. Ella lo rechazó
después de que su familia lo repudiara. Dios mío. La desolación de esa
traición yace esparcida por toda su cara. Era demasiado grueso para
ocultar.

—¿Piensas que la ayudé? —No puedo respirar. Algo cambia cuando


habla. Finalmente entiendo lo que ha pasado, por qué no podía
acercarme a él. Sophia lo rompió. Su familia lo destrozó y Sophia
destruyó cualquier esperanza que mantuviera. Cole ha estado solo todo
este tiempo, demasiado asustado de acercarse a cualquier persona.

—Deja de actuar ahora, Anna. Aplaudo tus esfuerzos. Fuiste demasiado


convincente. Lo admito, me enamoré de ella, me enamoré mucho de ti.
—Sus ojos se estrechan mientras su voz cambia. En lugar de ira, se
entrelazó con indiferencia—. Así que dime, ¿Cuánto te pagó para
acercarte a mí y apuñalarme en la espalda? ¿Un millón? ¿Dos?

Lo miro fijamente. Lágrimas se desbordan de mis ojos y siguen


cayendo en un arroyo silencioso. Él piensa que lo traicioné. Él piensa
que todo lo que está pasándole es por mí. No puedo pensar en nada
qué decir, alguna súplica que podría hacerlo escucharme. Sus ojos
queman en los míos cuando se desliza sobre mi piel con desprecio. 73

No le respondo. No puedo.

—Me lo imaginaba —dice. Se siente como si me pegara con un bate.

Sus palabras golpean el aliento de mis pulmones, pero no miro hacia


atrás. El hecho de que pueda siquiera pensar eso me hace sentir
enferma. No hay reconciliación. No en este momento. No para
nosotros. Sophia Sottero dañó cualquier oportunidad que teníamos.

Ella lo jodió con su mente hace veinte años y hoy robó el trabajo de su
vida.
Me encontré caminando hacia mi bicicleta, preguntándome cómo pasó
esto. Sophia Sottero era todo lo que quería ser. Se lo dije tanto a Cole.
Maldita sea, debió haberse avergonzado cuando lo dije. Él sabía lo que
era ella, de lo que era capaz y estuve balbuceando como idiota…
hablando de mi ídolo, como que era perfecta, como si fuera un ídolo.
No me asombra que él piense que la ayudé. No podía culparlo. Si
estuviera en sus zapatos, tampoco podría confiar en nadie. No podría. Y
después de esto, no sabía si alguna vez podría. Me habían mentido y
utilizado, manipulado hasta ser la gota que derramó el vaso del famoso
Cole Stevens.

Dando la vuelta, contemplo al hombre destruido mirando el mar. El


viento azota su pelo oscuro, su ropa húmeda se aferra a su cuerpo,
pero a él no le importa. Veo a Cole, veo al hombre que amo convertirse
en un cascarón vacío de lo que era alguna vez y juro que voy a destruir
a Sophia Sottero por todo lo que le hizo a él. A nosotros. Cole nunca ha
visto el perdón, por lo que tampoco lo hará ella.

74
Por la noche, cuando Anna cierra
los ojos, todo viene precipitándose;
el sonido sensual de la voz de Cole,
su toque de escaldado y la forma en
que sus ojos recorren su cuerpo
como si nunca obtuviera suficiente.
Coqueteo, promesas de sexo
apasionado y noches llenas de la
sonrisa sexy de Cole se han ido.
Anna se preocupa de que su
enamoramiento por Cole fuera algo
más, porque su vida es completa
agonía sin él.

Anna se da cuenta de que ella está 75


en un punto decisivo. Alguien la quemó. Esto no es una ampolla
pequeña que desaparecerá por sí sola, es un infierno que ha destruido
todo lo que tocaba. En cuestión de minutos, Anna perdió su futuro y el
hombre que tiene su corazón.
H.M. Ward es una autora
superventas del NEW YORK TIMES,
habiendo vendido más de 5 millones
de libros desde su debut en 2011.

Estos números uno según NEW


YORK TIMES, WALL STREET
JOURNAL, USA TODAY y Amazon
incluyen las series del escritor: THE
FERRO FAMILY: DAMAGED, THE ARRANGEMENT, y STRIPPED; así
como SCANDALOUS, TRYSTAN SCOTT, y SECRETS. Ward fue
presentada recientemente en Forbes, el Wall Street Journal y el
Washington Post.

Puedes interactuar con esta autora de éxito en:


76
www.facebook.com/AuthorHMWard.
Moderadora
Lola Irina

Staff de traducción
Lola Irina Azulmort IvanaTG

flochi Rivery Lapaskis

Selene1987 Scarlet_danvers Shilo

magdys83 PatyNenu

veroonoel Clary
77

Staff de corrección
LadyPandora

Flochi

LulaaMaddox

Recopilación y revisión
LadyPandora

Diseño
Móninik
78

También podría gustarte