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El Club de las Excomulgadas

Agradecimientos
Al Staff Excomulgado: Excopic por la Traducción
y el Diseño de Portada, a Kiti08 por la
Corrección, Diagramación y Lectura Final de este
Libro para El Club De Las Excomulgadas…

A las Chicas del Club de Las Excomulgadas, que

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nos acompañaron en cada capítulo, y a Nuestras
Lectoras que nos acompañaron y nos acompañan
siempre. A Todas….

Gracias!!!

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M e desperté lentamente, disfrutando de la agradable sensación de hormigueo

de esas callosidades deslizándose por mi vientre. Las manos ásperas de un hombre


acariciándome.

No todos los días me despertaba con alguien compartiendo mi lecho. Mi corazón


dio un vuelco. Y entonces me acordé. Craig. Ese era su nombre. Estaba en la cama
con un extraño llamado Craig.

La luz del día se burlaba de los bordes de mis párpados, así que los apreté
cerrándolos de nuevo, no estaba lista para poner fin, todavía, a la felicidad. Al
menos podría fingir unos momentos más que significábamos más el uno para el
otro que el calor de la aventura del momento.

De todos modos, se había quedado toda la noche, y el peso del empuje de su polla

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en mi trasero telegrafió el hecho que él no tenía ninguna prisa por marcharse.

Un beso acarició la esquina de mi cuello.

– ¿Estás despierta? –gruñó lamiendo el extremo inferior del lóbulo de mi oreja.

–Todavía no. Haz eso un poco más, – murmuré.

Su sonrisa era cálida, malvada.

Estiré mis piernas y luego acurruqué mi trasero cerca a su erección. –Estoy lo


suficientemente despierta, –susurré.

–Y yo estoy interesado, como puedes ver, – murmuró él. –Pero me debes algo
primero.

Gemí y empujé mi cara en la almohada, queriendo esconderme porque él se había


levantado sobre un codo y estaba empujando mi pelo detrás de mi oreja para
mirarme.

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Él tomó un pecho, manoseó el pezón. –Lo prometiste.

–No estaba en mi sano juicio.

–Cobarde.

Gemí, y luego di vuelta sobre mi espalda para encontrarme con su mirada. – ¿Por
qué no vas primero?

Él negó con la cabeza, una sonrisa se dibujó en las comisuras de sus labios. –Ahora,
¿ves? Eso no es lo que quiero. Y dijiste que podría tener lo que quisiera si hacía que
te corrieses.

Resoplé. – ¿Cómo sabes que no te engañé?

Una sexy sonrisa se extendió por su cara. –Cariño, te corriste con tanta fuerza que
te hiciste pis en mí.

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Su suave risa hizo arder mis mejillas. Entrecerré mis ojos. –Y pensar que Bev dijo
que eras un tipo agradable.

Sus cejas dieron un meneo. –No demasiado agradable. ¿Y no te alegras? Además,


estás preciosa cuando te avergüenzas.

Arrugué la nariz. –No pareció que te molestase ni un poco.

– ¿Por qué debería? Me gustas mojada. – Se apoderó de mí, suspirando cuando se


acomodó entre mis piernas.

– ¿Qué más te gusta? –Pregunté, dirigiendo mis yemas ligeramente por su espalda.

Él bajó su cabeza y me mordió la oreja. –Te estás evadiendo.

Su aliento me hizo cosquillas en el cuello y levanté mi hombro. – ¿Por qué


simplemente no me follas?

–Porque esto será más íntimo.

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– ¿Más que follar?

Su mejilla se deslizó de arriba abajo por mi cuello mientras asentía con la cabeza.

Puse los ojos en blanco, pensando con fuerza, o al menos con tanta fuerza como
podía con su polla deslizándose de arriba abajo entre mis pliegues. – ¿Puedo
enfrentarme a ello de inmediatos? –Jadeé.

– ¿Qué te parece? –De repente, él se empujó hasta que se arrodilló entre mis
muslos. – ¿Necesitas almohadas?

–No seas servicial, –refunfuñé.

–Realmente no te gusta.

Tuve ganas de gritar mi frustración. Él estaba ahí mismo. Yo estaba abierta.


Impaciente. Y, sin embargo, se sentó mirando con una firme expresión en aquella

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dura máscara que me había hecho rasgar mi ropa al momento en que él había
cerrado la puerta del dormitorio. –Podría gustarme más si estuviéramos en medio
de algo, pero así esto se siente...

– ¿Sucio?

Asentí con la cabeza. Por fin, lo entendió. Ahora tal vez él se acercaría.

– ¿Sabes lo qué me atrajo de ti primero?

Parpadeé ante su cambio de tema.

–Lo valiente que eres.

Mentiroso. Sin embargo, no me importaba que me incitase. Sus aguijoneantes


desafíos nos habían llevado a esta cama. Algo que no podía lamentar.

Sus manos acariciaron de arriba abajo mis muslos interiores y su mirada cayó a mi
sexo. Sin embargo la exposición - mi coño a la luz del día - no era tan vergonzoso,
porque él me estaba induciendo otra vez, levantando mis rodillas, colocando mis

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talones justo así. Como si estuviera creando una imagen para su placer. Entonces
puso sus palmas contra mi entrepierna y me abrió aun más.

Podía ver directamente dentro de mí. Un rubor se extendió por mi piel, de las
mejillas a los pechos.

Sus fosas nasales llamearon mientras miraba hacia abajo. Yo fui más feliz de lo que
alguna vez habría admitido mientras me había permitido que me bañara después de
mi "accidente," entonces aliviada por ello, él había cambiado las sábanas mientras
yo me encogía en la ducha. Él no me había dejado esconderme allí mucho tiempo,
sacudiendo la cortina y uniéndose a mí para "lavar" su pene dentro en mi interior.

Mi modestia yacía en pedazos. Curiosamente, esto generó un sentimiento de


profunda y feroz euforia. Nunca había estado con nadie como él. Alguien que
pudiera hacerme reírse un momento, luego temblar con anticipación con
simplemente una única y dominante mirada.

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No lo conocía lo suficientemente bien como para confiar en él. Y, sin embargo,
estaba emocionada por que estuviese aquí, aunque estuviera ocupado
contemplando mis partes íntimas. – ¿Sólo vas a mirar?

–Estoy esperando.

Joder. Él esperaba que cumpliera aquella promesa. La que había hecho mientras se
reía, sosteniéndome contra él, mientras ambos estábamos tan mojados, y había
estado desesperada por un poco de intimidad, para lloriquear por mi falta de auto
control.

–Todavía estoy esperando.

La textura de su voz, tan firme, me excitó. No podía sacar de mi cabeza la idea de


cuánto lo deseaba. O que lo necesitaba para que se hiciese cargo. De mí.

Desde el primer momento en que habíamos sido presentados durante la cena de


unos amigos, estuve atrapada.

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Todo que había necesitado era una larga, provocativa mirada de sus ojos azules
oscuros y me había sentido al instante excitada, y luego enfadada conmigo misma
porque lo deseaba y él lo sabía.

Al igual que lo sabía ahora.

Sus dedos se arrastraron de mi clítoris directamente a mis pliegues resbaladizos. Se


arremolinó en la humedad y luego lamió sus dedos, todo el tiempo sosteniendo mi
mirada. –En cualquier momento, Heather.

–Esto será rápido, –murmuré, sonrojándome otra vez.

–Rápido, lento, no me importa. Pero tienes que correrte.

– ¿Y tú crees que lo sabrás?

Él inclinó la cabeza. –Conozco la mirada.

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– ¿Tengo una mirada?

–Oh sí.

– ¿Puedo cerrar los ojos?

Una oscura ceja se arqueó.

Negué con la cabeza. –No sabía que fueses un fanático del control.

–Sí, lo soy, –dijo suavemente. –Comienza por dondequiera quieras.

Tragué, sabiendo que estaba a punto de paralizarme porque estaba terriblemente


excitada. Ahuequé mis pechos, con la esperanza de que me mirara y le tentara a
participar y terminar con esto. Él había dicho que le gustaban mis pechos, y las
puntas estaban doloridas desde donde había jugado sin parar, lamiendo,
chasqueando, chupando, mordiendo…

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Mis pezones se endurecieron y los agarré y retorcí, tirando de ellos para luego
dejarlos y sacudir mis pechos.

Pero él se quedó quieto, mirando, con sus manos sobre las rodillas, mientras se
arrodillaba entre mis muslos extendidos.

¿Qué demonios? ¿Por qué me importaba que mirase? Su intensa mirada y el color
oscuro de su cara me decía que estaba en ello. Que lo estaba excitando. Su polla
palpitó, sobresaliendo de su ingle, dura y gruesa.

Mis manos acariciaron mi vientre; alcancé con las yemas el vello rubio y corto de
mi montículo. Usé una mano para extender mis pliegues, la otra para jugar con mi
clítoris, haciéndolo girar en el nudo hasta que se puso más duro y dilató la capucha,
haciendo que se deslizase fuera.

Entonces empujé dos dedos en mi coño, curvando mis caderas para profundizar mi

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alcance. Deje mis pliegues y deslicé una mano debajo de mi trasero, jugando con
mi perineo mientras empujaba mis dedos más profundamente y los retorcía.

La humedad brotaba de mi interior, empapando mi mano, deslizándose para gotear


en mi trasero. Y porque su respiración se hizo más fuerte, más chirriante, me atreví
a mucho más – usando la humedad para empapar la punta del dedo y pegarlo a mi
ano.

– ¿Seguro que no quieres algo de esto? –Pregunté, con mi voz ronca. Levanté mis
piernas y curvé mi abdomen, los músculos de mi vientre ardían por sostener la
apretada posición, pero ahora podía acariciar ambos agujeros más profundamente y
él podía ver todo que hacía.

Mi pulgar hizo girar mi clítoris mientras me follaba. Metí otro de mis dedos en mi
culo y dejé de desear parecer hermosa, al tratar de no hacer caras o los ruidos poco
atractivos, y sólo me dejé llevar. Mi orgasmo floreció, y mi rostro se crispo en
aquella expresión, la que él conocía, la que significaba que me estaba corriendo - y
exploté. Mi grito fue suave y se alejó flotando.

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Las manos se deslizaron sobre mis rodillas para acomodarlas, hacia abajo.
Parpadeé, apenas sin darme cuenta de que había cerrado mis ojos al final.

Craig vino a mí, esperando mientras poco a poco sacaba mis dedos de mi interior.
Entonces él encajó su polla en mi entrada y empujó profundamente en mi centro
húmedo y caliente.

Nos mecimos juntos, agarrándome a su espalda, él gruñía mientras empujaba más


rápido y más duro. Otra quemadura rápida de un placentero destello me barrió. Él
gritó, afilando sus cortos empujes - hasta que puso la cara, que sabia significaba que
había encontrado su propia orgásmica felicidad.

Sonreí, malditamente cerca de un ronroneo mientras sus respiraciones se igualaban.


–Ahora estás en deuda conmigo.

Él gruñó. – ¿Crees que me importa que me mires correrme?

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–Piénsatelo, porque me permitirás decirte cuando te puedes correr.

Él parpadeó y luego soltó una carcajada. –Sabes que voy a tardar un poco.

Arrugué mi nariz. –Yo, en cambio, no sufro ninguna deficiencia como esa. –


Alcancé y agarré sus orejas, luego tiré de él, mostrándole exactamente como podía
pasar el tiempo.

Fin

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