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Agradecimientos
Al Staff Excomulgado: Excopic por la Traducción
y el Diseño de Portada, a Kiti08 por la
Corrección, Diagramación y Lectura Final de este
Libro para El Club De Las Excomulgadas…
Gracias!!!
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El Club de las Excomulgadas
La luz del día se burlaba de los bordes de mis párpados, así que los apreté
cerrándolos de nuevo, no estaba lista para poner fin, todavía, a la felicidad. Al
menos podría fingir unos momentos más que significábamos más el uno para el
otro que el calor de la aventura del momento.
De todos modos, se había quedado toda la noche, y el peso del empuje de su polla
–Y yo estoy interesado, como puedes ver, – murmuró él. –Pero me debes algo
primero.
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El Club de las Excomulgadas
Él tomó un pecho, manoseó el pezón. –Lo prometiste.
–Cobarde.
Gemí, y luego di vuelta sobre mi espalda para encontrarme con su mirada. – ¿Por
qué no vas primero?
Él negó con la cabeza, una sonrisa se dibujó en las comisuras de sus labios. –Ahora,
¿ves? Eso no es lo que quiero. Y dijiste que podría tener lo que quisiera si hacía que
te corrieses.
Una sexy sonrisa se extendió por su cara. –Cariño, te corriste con tanta fuerza que
te hiciste pis en mí.
– ¿Qué más te gusta? –Pregunté, dirigiendo mis yemas ligeramente por su espalda.
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El Club de las Excomulgadas
– ¿Más que follar?
Su mejilla se deslizó de arriba abajo por mi cuello mientras asentía con la cabeza.
Puse los ojos en blanco, pensando con fuerza, o al menos con tanta fuerza como
podía con su polla deslizándose de arriba abajo entre mis pliegues. – ¿Puedo
enfrentarme a ello de inmediatos? –Jadeé.
– ¿Qué te parece? –De repente, él se empujó hasta que se arrodilló entre mis
muslos. – ¿Necesitas almohadas?
–Realmente no te gusta.
– ¿Sucio?
Asentí con la cabeza. Por fin, lo entendió. Ahora tal vez él se acercaría.
Sus manos acariciaron de arriba abajo mis muslos interiores y su mirada cayó a mi
sexo. Sin embargo la exposición - mi coño a la luz del día - no era tan vergonzoso,
porque él me estaba induciendo otra vez, levantando mis rodillas, colocando mis
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El Club de las Excomulgadas
talones justo así. Como si estuviera creando una imagen para su placer. Entonces
puso sus palmas contra mi entrepierna y me abrió aun más.
Podía ver directamente dentro de mí. Un rubor se extendió por mi piel, de las
mejillas a los pechos.
Sus fosas nasales llamearon mientras miraba hacia abajo. Yo fui más feliz de lo que
alguna vez habría admitido mientras me había permitido que me bañara después de
mi "accidente," entonces aliviada por ello, él había cambiado las sábanas mientras
yo me encogía en la ducha. Él no me había dejado esconderme allí mucho tiempo,
sacudiendo la cortina y uniéndose a mí para "lavar" su pene dentro en mi interior.
–Estoy esperando.
Joder. Él esperaba que cumpliera aquella promesa. La que había hecho mientras se
reía, sosteniéndome contra él, mientras ambos estábamos tan mojados, y había
estado desesperada por un poco de intimidad, para lloriquear por mi falta de auto
control.
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El Club de las Excomulgadas
Todo que había necesitado era una larga, provocativa mirada de sus ojos azules
oscuros y me había sentido al instante excitada, y luego enfadada conmigo misma
porque lo deseaba y él lo sabía.
–Oh sí.
Negué con la cabeza. –No sabía que fueses un fanático del control.
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El Club de las Excomulgadas
Mis pezones se endurecieron y los agarré y retorcí, tirando de ellos para luego
dejarlos y sacudir mis pechos.
Pero él se quedó quieto, mirando, con sus manos sobre las rodillas, mientras se
arrodillaba entre mis muslos extendidos.
¿Qué demonios? ¿Por qué me importaba que mirase? Su intensa mirada y el color
oscuro de su cara me decía que estaba en ello. Que lo estaba excitando. Su polla
palpitó, sobresaliendo de su ingle, dura y gruesa.
Mis manos acariciaron mi vientre; alcancé con las yemas el vello rubio y corto de
mi montículo. Usé una mano para extender mis pliegues, la otra para jugar con mi
clítoris, haciéndolo girar en el nudo hasta que se puso más duro y dilató la capucha,
haciendo que se deslizase fuera.
Entonces empujé dos dedos en mi coño, curvando mis caderas para profundizar mi
– ¿Seguro que no quieres algo de esto? –Pregunté, con mi voz ronca. Levanté mis
piernas y curvé mi abdomen, los músculos de mi vientre ardían por sostener la
apretada posición, pero ahora podía acariciar ambos agujeros más profundamente y
él podía ver todo que hacía.
Mi pulgar hizo girar mi clítoris mientras me follaba. Metí otro de mis dedos en mi
culo y dejé de desear parecer hermosa, al tratar de no hacer caras o los ruidos poco
atractivos, y sólo me dejé llevar. Mi orgasmo floreció, y mi rostro se crispo en
aquella expresión, la que él conocía, la que significaba que me estaba corriendo - y
exploté. Mi grito fue suave y se alejó flotando.
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El Club de las Excomulgadas
Las manos se deslizaron sobre mis rodillas para acomodarlas, hacia abajo.
Parpadeé, apenas sin darme cuenta de que había cerrado mis ojos al final.
Craig vino a mí, esperando mientras poco a poco sacaba mis dedos de mi interior.
Entonces él encajó su polla en mi entrada y empujó profundamente en mi centro
húmedo y caliente.
Él parpadeó y luego soltó una carcajada. –Sabes que voy a tardar un poco.
Fin
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El Club de las Excomulgadas
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