Está en la página 1de 74

1

Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por lo cual no tiene costo
alguno.

2 Es una traducción hecha por fans y para fans.


Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo.
No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus redes
sociales, recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso
haciendo una reseña en tu blog o foro.
Índice
Sinopsis Capítulo 9
Capítulo 1 Capítulo 10
Capítulo 2 Capítulo 11
Capítulo 3 Capítulo 12
Capítulo 4 Capítulo 13
Capítulo 5 Capítulo 14
Capítulo 6 Próximo Libro
Capítulo 7 Biografía del Autor

3 Capítulo 8
Sinopsis

S
ean Ferro es un mentiroso. Todo lo que alguna vez me dijo se
desvanece hasta que sólo la verdad permanece y no me gusta
lo que veo. Gabe intentó advertirme, pero no entiendo las
profundidades de la corrupción de Sean hasta que dejo que me derriben.
Después de todo lo que hemos pasado, estoy devastada, pero me niego a
aceptar este destino. Que se joda, no voy a morir esta noche.

The Arrangement #14

4
Capítulo 1

M
i cabeza se siente como un globo, hinchado y ligero. Estoy
acostada en mi espalda, en el interior de la caja, mientras
mi mente grita histéricamente por la libertad. Parpadeo una
y otra vez, tratando de concentrarme, pero no hay más que oscuridad.
Todavía puedo moverme, pero es como si mis miembros fueran un peso
muerto. Cualquier cosa que me hayan inyectado me está mareando, pero
aún no ha hecho su pleno efecto. Puedo sentirlo tratando de derribarme
con cada momento que pasa.
La caja se inclina un poco hacia delante y sé que estamos en el
hueco de la escalera.
Todavía estoy lo suficientemente coherente como para pensar y estoy
tan airada que estoy dispuesta a arañar la cara de cualquiera que se me
5 atraviese. Que se jodan. No me voy a morir en una caja. Y Sean. ¿Qué coño
fue lo que hizo?
Mi cerebro trata de correr a través de escenarios a un ritmo más
lento y sé que no puedo esperar más. Estamos en un rellano. Reacciono, y
golpeo mi cuerpo contra el costado de la caja. El movimiento repentino
hace que el extremo se incline y deslice de sus manos. Golpeo el suelo con
fuerza, pero no pensaron en sellarme en el interior. La caja cae abierta de
su lado y me escabullo a toda prisa. Gabe está maldiciendo y atrapado en
la esquina al otro lado del contenedor. El otro delincuente cayó por el
siguiente tramo de escaleras.
Muévete, me regaño a mí misma, y empiezo a gatear por las
escaleras.
—No lo hagas —me advierte Gabe. Pero no escucho. Él no me
persigue. En su lugar, va a ayudar al otro hombre.
Me las arreglo para tropezar de nuevo a mi habitación. Asia ve mis
pasos torpes y se ríe.
—Estás un poco demasiado ebria para estar caminando por ahí.
¿Quieres ayuda?
Trato de decirle que no, pero cree que estoy borracha e insiste en
llevarme a mi habitación.
—Estoy bien.
—No, no lo estás. —Ella se ríe suavemente y toma mi brazo,
ayudándome por el pasillo.
Todo está girando e inclinado. Definitivamente voy a vomitar. Asia ha
estado hablando y finalmente capto sus preguntas.
—Y tampoco ha estado en clase. ¿Sabes en dónde está Mel? Estoy
preocupada.
—Ha estado por ahí —miento—. La vi anoche.
—Ah, entonces eso significa que Mel tiene algunas cosas entre
manos otra vez. No es de extrañar por qué no regresó anoche. No quería
compartir. —Lo que dice Asia no tiene sentido, y cuando llegamos a mi
puerta, alcanza la perilla. No tengo idea de lo que Black y Sean están
haciendo, pero me preocupa que vayan a disparar contra ella.
Sacando bruscamente mi brazo del suyo, espeto:
—Eres una perra, Asia. Mel no volvió a casa porque no te soporta.
Maldita sea, capta las jodidas pistas.
6 Asia se endereza y echa los hombros hacia atrás. Su mandíbula cae
abierta a medida que hablo y luego se cierra de golpe. Gira sobre sus
talones y se marcha de regreso por el pasillo a su habitación y cierra de un
portazo. Me siento mal por decirlo, pero no quiero que se involucre. Puedo
arrepentirme cuando pueda pensar con claridad, pero apenas puedo
encadenar los pensamientos, y mucho menos llegar a mentiras creativas.
Sé que tengo segundos antes de que Gabe y su compañero me
arrastren de regreso, así que cargo contra la puerta. Sean está de pie
delante de Black, con furia en sus ojos. Black da un vistazo por encima del
hombro hacia mí. Sus delgados brazos están doblados sobre el pecho y se
ve molesta.
Tengo problemas para controlar mi velocidad y arrojo mi cuerpo
justo directo a ella, derribándola. La Señorita Black golpea el suelo con un
sonoro golpe. Me las arreglo para mantenerme en pie, y girar para
enfrentarme a Sean. Por medio segundo sólo me quedo mirándolo, y luego
formo un puño. Antes de darme cuenta, mis nudillos han conectado con
su mandíbula. La cara de Sean se azota a un lado por el impacto y un
pequeño rastro de gotas rojas se deslizan desde su labio. Su mirada azul
está en llamas ahora, y eso me da miedo.
Voy a darle otro puñetazo pero él atrapa mi mano. Trato de
apartarla, pero él no me lo permite.
—Te dije que te fueras con ellos —gruñe las palabras como un
animal salvaje.
Sin hacerle caso, le grito en la cara.
—¡Estás comprometido con otra persona! ¿¡Qué carajo!? ¡Me
mentiste, todo este tiempo me has estado mintiendo! Quiero saber por qué.
Black se pone de pie detrás de mí y hace un sonido horrible a
medida que aprieta los dientes. Estoy bastante segura que va a llevarme al
bosque y enterrarme en esa caja.
La mirada de Sean se fija sólo en la mía.
—Avery, tienes que irte. Ahora.
—¡No! —Empujo contra su pecho. Black intenta tocar mi hombro
para girarme, pero entonces le siseo—: ¡No me toques! —La Señorita Black
rechina los dientes, pero retrocede después de mirar a Sean. Me vuelvo a él
una vez más y digo las palabras que están haciendo un agujero en mi
lengua—: Toma, hijo de puta. Toma tu maldito anillo y nunca vuelvas
hablar conmigo de nuevo. Jamás. —Me arranco el anillo de mi dedo y lo
arrojo a su cara.
7
Para el momento en que me doy vuelta, Gabe está detrás de mí. Su
cómplice luce molesto y ensangrentado. Todavía estoy luchando contra las
drogas que están tratando de derribarme, pero no voy a dejar que ellos
ganen. Me tambaleo cuando el torrente de energía desaparece y Gabe me
agarra del brazo.
—¿Por qué no escuchas? —pregunta en voz baja.
Sean no se ha movido, ni ofrecido alguna explicación o cualquier
cosa. Él permanece rígido y sin vida. El hombre está hecho de piedra y le
di mi corazón. Dejo escapar un sollozo patético y caigo en el agarre de
Gabe antes de que Black diga:
—Sácala de aquí. Ahora.
Capítulo 2

M
e arrastran lejos y me arrojan en un auto. Abandonaron la
caja. No tengo idea de adónde fue. No estaba en el hueco de
la escalera cuando me llevaron por ahí. Lo que sea que me
hayan inyectado en el brazo hace que mis párpados se sientan como si
pesaran un millón de kilos. Siguen tratando de cerrar la puerta, pero yo
los obligo a abrir de nuevo.
El tiempo es una locura. No sé cuánto tiempo ha transcurrido o lo
que está pasando, pero reconozco el edificio en la ciudad. Es temprano en
la mañana para el momento en que llegamos. Nos dirigimos a la oficina de
la Señorita Black, donde me dicen que espere hasta que ella regrese.
Cuando el otro hombre se va, Gabe apunta una silla en la esquina.
—Ve y acuéstate.
8
—No. —Tengo los brazos cruzados sobre el pecho. Estoy sentada en
una silla, mirando al frente.
—Si fueras mi hija, te pego.
—Oh, por favor. Si fuera tu hija, no estaría aquí. Habrías matado a
todos y cada uno de ellos por mirarme curiosos. No sigamos con los
juegos, viejo, nunca más. ¿Por qué estoy aquí? —Puedo verlo sacudir la
cabeza por el rabillo del ojo, pero no habla—. Estoy muerta, ¿verdad? —
pregunto porque tengo que hacerlo. Mi corazón golpea en mis costillas una
vez y luego vuelve a su lento latir confuso.
—Avery, escúchame. No tienes amigos, ni respaldos, no tienes nada.
La única persona bateando para ti en este equipo soy yo, y no estás
prestando atención. —Suspirando, se agarra la frente como si tuviera un
dolor de cabeza enorme. Cuando me mira, su voz es más suave—.
Escucha, por una vez en tu puta vida, y escucha con atención. Black es
una perra mentirosa. Sólo vigila lo que dice. No aceptes su palabra sobre
Ferro. Los dos son mentirosos, pero uno de ellos está a dos pasos por
delante del otro.
Todavía estoy demasiado aturdida y confundida para comprender lo
que está diciendo.
—¿Qué están haciendo? ¿Y cuál está a dos pasos por delante? —Me
vuelvo y lo miro.
—No sé, pero el tablero de juego es mucho más grande de lo que
piensas. —Gabe desaparece sin más explicaciones.
Nunca antes me sentí tan estúpida en toda mi vida. Apenas puedo
pensar con esta cosa en mis venas y deseo jamás haber conocido a Black.
Mi vida se ha desmoronado por completo. Estoy persiguiendo a un hombre
demente que jamás podré tener. Sin importar lo que hago, Sean siempre
será perseguido por los recuerdos que se esconden detrás de esos bellos
ojos. Black es igualmente implacable y me asusta terriblemente. No tengo
ninguna duda de que ella acabó con las otras chicas que le dieron
problema y las plantó como margaritas en el jardín.
Tengo que salir de aquí, pero no tengo a dónde ir, nadie que me
oculte. Gabe tiene razón. Estoy sola. Entierro mi cara en mis manos y dejo
escapar una ráfaga de aire. Estoy jodida. ¿Cómo puedo salir de esta?
En ese momento, Black avanza en la habitación. Cierra la puerta y
tira su bolso sobre la mesa, casi golpeándome en la cabeza, antes de
sentarse en su silla.
9
—¿Tienes alguna idea por lo que me has hecho pasar?
—No eres mi madre, así que no pretendo que me importe. —La miro
lentamente. Mis palabras son agudas, pero estables. Mi discurso no la
insultó de la forma en que esperaba. El zumbido parece estar
desapareciendo.
Los labios rojos de la Señorita Black se fruncen en una mueca.
—No me importa en lo más mínimo el trauma por el que has pasado
y si alguna vez me comparas con tu madre otra vez, voy hacer que me
ruegues que te mate. —Sus ojos se estrechan mientras habla y sé sin
ninguna duda que me odia—. Lo único que me importa es esta compañía y
tu pequeño truco en el hotel la puso en peligro. ¿Dónde está Mel? —Me
observa fijamente a los ojos, así que me encojo de hombros—. Bien.
Quieres jugar de esta manera, entonces, vamos a jugar.
Black agarra un par de tijeras de costura en su escritorio. Son de
plata con cuchillas largas. Se levanta entonces y se pasea por detrás de
mí. Antes de saber lo que está haciendo, la lunática mujer rebana la parte
posterior de mi camisa. Ésta cae hacia delante y se derrumba en un bulto
en mi regazo.
—Sólo hay ciertas capas por cortar antes de llegar a la piel, y por lo
visto ya tienes una cicatriz. ¿Por qué añadir más?
Estoy lista para comenzar una diatriba histérica, pero me contengo.
Tengo que pensar. La Señorita Black no es más que lógica. Así que decido
darle la información que quiere.
—Mel está bien. Está escondida. La última vez que la vi fue ayer por
la noche en Long Island. No va a volver hasta que encuentren al que
asesinó a la chica parecida a ella en la habitación del señor Ferro.
Ella se ríe suavemente.
—Ah, ¿regresamos de nuevo a las formalidades con Sean? Muy bien.
Es lo mejor, porque no puedes casarte con él y trabajar para mí.
—No quiero trabajar para ti. —Sueno bastante digna para alguien
sentada en sujetador y jeans.
Ella sonríe, se desliza sobre el escritorio, y cruza las piernas.
—Ah, ahí es donde te equivocas. Tengo un nuevo trabajo para ti, uno
que vas a adorar. Y puesto que has tomado tus planes de carrera
10 anteriores y los enviaste directamente al infierno, pensé que esto te
interesaría.
Le doy un vistazo.
—Nada de lo que puedas decir me va a interesar. He terminado. Me
salgo de esto. No vi nada y no voy a decir nada. No ha habido ningún
policía siguiéndome y nada de la noche en el hotel apunta a ti.
—Ah, entonces no encontraron el brazalete. Es curioso, porque
pensé que lo hicieron. —La Señorita Black sonríe—. Avery, querida, no vas
a ninguna parte, no por un tiempo. Y al igual que el resto de las chicas,
trabajas cuando yo lo diga.
—No, no lo hago. He terminado.
—Entonces, dime, ¿en dónde vas a vivir? ¿Cómo vas a pagar la
comida? ¿Qué hay de tus cuentas? ¿Tienes un fondo fiduciario secreto del
que no estoy consciente, o realmente crees que puedes lograrlo por tu
cuenta trabajando en algún asador? Porque esa vida no era una que
querías, si no recuerdo mal. Este es dinero fácil, Avery. Hay una bonita
casa con hermosos jardines, una piscina, y luego está el dinero, pero no
necesitas eso.
Black se desliza fuera del escritorio y se acerca a su armario y
continúa hablando.
—Los ideales no te alimentarán ni mantendrán la lluvia fuera de tu
espalda. Tampoco te protegen, y te guste o no, los hombres te quieren.
Tienes algo que los hace volver por más, una y otra vez. Me tomó un
tiempo ver que te tengo en la posición equivocada.
Me vuelvo en mi asiento, sosteniendo mi camisa rota y arrugada en
la mano. Estoy tan cansada no puedo pensar con claridad. Por una vez,
sólo quiero acostarme y estar sola. Las palabras de Black suenan como un
ruido sordo en mis oídos.
—¿De qué estás hablando? —No debería preguntar. Sé que no
debería, pero estoy jodida. Estoy jodida y lo sé.
La graduación vendrá y se irá y yo seré echada de una patada en el
culo. Me voy a quedar sin hogar.
A menos que vaya y le ruegue a Marty por una cama, y Dios sabe lo
incómodo que sería eso puesto que está enamorado de mí. Podría haber
compartido su cama y acampado por allí cuando pensaba que era gay,
pero ya no. Han sucedido demasiadas cosas, pero aun así añoro su
amistad. ¿Qué demonios significa eso? Parece que sólo me atraen chicos
que no valen la pena. Me mienten a la cara una y otra vez, y sin embargo
11 no puedo dejarlos ir. Tengo demasiado miedo de dejar que todos se vayan.
Siento como si mi vida se ha roto, los fragmentos habiendo sido aplastados
hasta volverse polvo y salir volando. No puedo soportarlo más.
—No es una idea complicada, Avery. Por mucho que te detesto, hay
algo en ti. Añade esa desesperación tuya por sobrevivir y el trabajo es
perfecto para ti.
—Una vez más, ¿de qué estás hablando?
Ella sonríe amablemente y el suelo de mi estómago entra en caída
libre. No debería haber preguntado. La parte posterior de mi cuello
hormiguea, como si lo que sea que va a decir, va a cambiar mi vida.
—Una vez estuve en tu posición: sola y desesperada, forzada a hacer
cosas que no quería hacer. —Se inclina hacia atrás en su silla y entrelaza
sus dedos—. Pero entonces me convertí en una Señora y todo mi mundo
cambió. Mi patrón me hizo la oferta una vez, justo como lo estoy haciendo
por ti. ¿Entiendes lo que te estoy ofreciendo?
Fijo la mirada en ella. Esto es irreal. No puede estar pasando.
—¿Qué? —Es todo lo que puedo decir.
Black me devuelve la mirada, sus ojos oscuros completamente
indiferentes.
—Me escuchaste.
No tengo ni idea de qué decir. Después de unos momentos, me
humedezco los labios y digo:
—A ver si entiendo. ¿Me secuestraste y me trajiste hasta aquí para
pedirme que tome tu lugar? —Mi voz adquiere un tono de tienes-que-
haber-perdido-la-cabeza.
Black ríe ligeramente y el sonido envía un escalofrío por mi espalda.
—Nadie puede tomar mi lugar, pero me he dado cuenta que no estoy
utilizando tu conjunto de habilidades de la mejor manera posible. Serías la
Señora en el lugar donde te instale. Todavía responderás a mí, pero ya no
te ganarías la vida sobre tu espalda. Otras mujeres lo harán por ti y tú
estarás a cargo de ellas.
Me río, porque creo que está bromeando.
—Sí, claro. Muy divertido. ¿Cuándo vas a dispararme y volcar mi
cuerpo en Captree? Esto se está poniendo viejo. —La tiento a dispararme.
Tal vez no es mi más brillante jugada, pero estoy demasiado cansada para
pensar.
12
La Señorita Black se pellizca el puente de la nariz y suspira, antes de
pulsar un botón debajo de su escritorio. Un momento más tarde, Gabe
abre la puerta.
—¿Sí?
—La señorita Stanz pidió que su cuerpo sea arrojado al Captree
después de su eliminación.
El arrugado rostro de Gabe se vuelve blanco, pero sus viejos ojos
permanecen sin vida. Él asiente, diciendo:
—Sí, señora.
—¿O prefieres tener el trabajo anterior que he mencionado? —le
pregunta entonces a Gabe.
La expresión de Gabe es severa.
—El trabajo anterior, Señorita Black.
—Entonces convence a tu molesta amiga que lo acepte y luego me lo
agradeces. —La Señorita Black se levanta y sale de la habitación, como si
no puede soportar verme.
Gabe deja escapar una ráfaga de aire después de que la puerta se
cierra detrás de ella. Sus hombros pierden un poco de la tensión
acumulada a medida que desciende su enorme cuerpo en la silla junto a la
mía.
—¿Le dijiste que no?
—Gabe, no estaba hablando en serio. Ella me odia. ¿Por qué me
ofrecería algo así?
—Porque eso es lo que hace. Los negocios de Black inundan este
país de costa a costa. Periódicamente, una chica viene que tiene ese
atractivo añadido, como tú, donde los chicos no pueden tener suficiente de
ellas. Y entonces, BINGO, ha encontrado su aguja en el pajar. Las otras
mujeres aprovecharon la oportunidad de inmediato, pero tú… —Sacude la
cabeza antes de bajarla entre sus manos.
No puedo soportarlo. Volviéndome hacia él, agarro su brazo y quito
las manos de su cara. Él me mira con esos ojos plateados.
—Gabe, dime qué demonios está pasando. No puedo soportar esto.
¿Alguien está tratando de matarme y Black está hablando de puestos de
13 trabajo? ¿Ha perdido la maldita cabeza? —Estoy prácticamente gritando
para el momento en que termino de hablar.
—Shh —espeta y tira de mi brazo, de modo que mi oído está más
cerca de él—. No creas que no eres prescindible para ella, porque lo eres…
con oferta de trabajo o no. Toda esta mierda no es lo que piensas y no soy
la persona que debería decírtelo. Pregunta a Ferro. Pregunta a Black, pero
no a mí.
—No, tú me dirás. ¿Por qué me alejaste de Sean?
—Le dije que te diera una pista. Obviamente, no lo hizo. Ferro no
quería que estuvieras allí cuando el asesino apareciera. Tenían que
asegurarse que la persona te viera entrar en la habitación y saber que
estabas allí, pero no podíamos hacerles verte salir. Es por eso que te
arrojamos en esa caja, o lo intentamos. Todo el plan se fue probablemente
al infierno, por el hecho de tener que cargarte cuando aún presentabas
pelea.
Le doy un vistazo enojado.
—Me metiste en una caja.
—Touché.
Hago un sonido molesto.
—Gabe, esto no tiene sentido. ¿Entonces Sean está trabajando con
Black?
Gabe se ríe como si esa era la cosa más estúpida que jamás haya
escuchado.
—No, Black es el menor de dos males. Ferro no te quería en la
habitación. Es protector contigo y la única persona que podía mantenerte
a salvo es Black. Ferro ya no puede confiar en su personal, así que está
jodido. Le pidió a Black que te vigile. En serio dudo que sepa lo que ella
quiere de ti. Black tiene sus propios planes y algunos de ellos chocan con
los de Ferro.
—¿Entonces, estoy a salvo? —Gabe asiente. Su confirmación libera
una gran cantidad de emociones que había estado conteniendo bajo llave.
Brotan y comienzo a temblar antes de aferrarme a su brazo—. Pensé que
se volvió contra mí. Pensé que ustedes iban a…
Gabe no me suelta.
—Cálmate. No bajes la guardia, niña. Todavía no sabemos quién está
tratando de acabar contigo ni por qué. Ferro y Black lo han estado
14 discutiendo, y yo tampoco tengo ninguna teoría. Lo mejor a lo que han
llegado es que se trata de alguien tratando de desquitarse con Ferro.
—¿Alguien como Henry Thomas?
—Exactamente, como Thomas. Pero Ferro tiene demasiados
enemigos. No pudimos rastrearlos a todos y Black alega que es problema
de Ferro, no de ella. Así que acordaron una tregua temporal de modo que
Ferro pudiera hacerse cargo del problema y mantenerte a salvo a la vez.
—Excepto que, el asesino nunca apareció. —Sean está de pie en la
puerta. Tiene bolsas bajo los ojos como si no hubiera dormido en días. Su
cabello oscuro es un desastre y su mandíbula está cubierta de una ligera
barba. Sean entra sin mirarme y se sienta en el escritorio de Black antes
de dirigirse a Gabe—: Vete.
Capítulo 3

D
espués que Gabe refunfuña se va de mala gana, estamos
solos. Me enderezo en mi asiento. Quiero matarlo. Después
de todo lo que hemos pasado, todavía no confía en mí lo
suficiente como para compartir sus planes. Mientras trabo mi mandíbula,
echo un vistazo a mis uñas y digo:
—Entonces, eres un idiota.
—Posiblemente. —La voz de Sean es profunda y firme. Lo odio
cuando suena así—. Mis planes se arruinaron cuando esa caja apareció
antes de tiempo. Iba a decirte. —Las manos de Sean se encuentran
entrecruzadas en su regazo como si esto fuera una cosa normal para él.
Está actuando como si estuviera en una puta reunión de negocios.
Quiero cancelar todo esto y decirle que se vaya a la mierda, pero digo
15 otra cosa.
—Ajá, y ¿qué hay de la otra prometida? ¿Ya escogieron una fecha
para la boda o se supone que íbamos a tener una boda doble de la que
nadie se molestó en contarme? —Levantando la mirada, continúo—:
Porque estaría bien con eso, siempre y cuando sea la primera esposa.
Después de todo, estoy detrás de ti por tu dinero. No tengo ninguna
inversión emocional en nuestra relación en absoluto. —Mi tono baja
mortalmente a medida que mi voz surge con una amargura que es tan
hastiada que me alarma, pero no me importa.
Sean busca en su bolsillo y saca el anillo de compromiso. Cuando lo
sostiene para mí, dice:
—Póntelo de nuevo.
—Muérdeme.
—Me encantaría. —La comisura de su boca tiembla nerviosamente
como si quisiera sonreír, o ganar, no puedo decir lo que le motiva.
—Te odio.
—Tengo serias dudas de que hayas perdido todo afecto por mí. Fue
un riesgo calculado; uno que tenía que tomar. No podías estar allí. —Sus
ojos lucen fríos y sin remordimiento. Me observa, notando hasta mis
movimientos más leves, y la forma en que me siento. Me está calibrando y
absorbiendo hasta la última gota de detalles como una esponja. Me
gustaría poder ser tan indescifrable como Sean, pero no es lo mío.
Lo mío es la locura, así que la saco a relucir y le permito asimilarlo.
—¡Eso es una estupidez! ¿Qué te hace pensar que estoy a salvo con
Black? Podría haberme matado antes de que incluso tú te dieras cuenta
que algo pasaba. Sólo porque tú y Black parecen haber tenido algo no
significa que puedes confiar en ella.
Sean clava su mirada en mi sujetador por primera vez desde que
entró en la habitación.
—¿Obra de ella?
—No, corté mi propia camisa por diversión. Todo el mundo va a estar
vestido así para mañana mismo. —Pongo los ojos en blanco y aprieto la
mandíbula con firmeza para detener la oleada de palabras con las que
quiero abordarlo.
—Avery, Black es poderosa y si quiere mantenerte con vida,
permanecerás de esa manera. Ella no invierte tiempo ni dinero en
16 productos perecederos.
—Qué bonito.
—Es la verdad. —Su tono es plano. No me implora ni me ruega que
escuche; espera que lo maldiga y lo mande de paseo. Hay miedo detrás de
esos ojos azules, pero eso no es lo que quiero.
—¿Desde cuándo te importa la verdad? —Sean empieza a abrir la
boca para responder, pero le cortó de inmediato—. No, en serio, me
gustaría saber. ¿Fue antes o después de follarme en la caja?
Algo cambia tan pronto como las palabras salen de mi boca. La
magnánima presencia de Sean se desvanece. Por un momento ninguna de
sus preocupaciones están ocultas y cada una se muestra en su rostro. Sus
labios se abren, como si acabara de recibir un golpe bajo.
—Avery. —Cuando habla, mi nombre suena como una advertencia
más que cualquier otra cosa.
—Sean. —Lo imito, sin prestar atención a su advertencia—. En serio.
Estás comprometido con otra persona. Explícame eso. ¡Dime por qué
nunca surgió el tema, o por qué está viviendo en tu maldita casa, mientras
me follas en hoteles al otro lado del país! ¿Es rubia con enormes tetas? ¿Se
las compraste sólo para ella? ¿Es alta y perfecta? ¿Te satisface de la forma
en que yo lo hago? Probablemente no, ¿verdad? —La furia arde brillante en
los ojos de Sean a medida que mis preguntas surgen sucesivamente, pero
es la última lo que le hace enojar—. ¿O simplemente la mantienes a tu
alrededor porque se parece a Amanda?
Sin previo aviso, Sean se desliza fuera del escritorio y está en mi
cara. La ira envuelve sus hermosos rasgos, distorsionándolo en alguien
irreconocible. Su voz suena más a un animal que a un hombre.
—Nunca digas su nombre otra vez.
Mi corazón late fuerte y rápido. Está furioso y debería estarlo, pero
no voy a dar marcha atrás. Las lágrimas escuecen las comisuras de mis
ojos cuando su nombre cae de mis labios.
—Amanda Ferro.
Por un segundo no pasa nada. Nuestras miradas son a la vez
estrechas y trabadas, pero luego Sean empieza a temblar.
Me presiono de nuevo contra el asiento lo más lejos que puedo, para
tratar de poner espacio entre nosotros, pero no hay. La nariz de Sean entra
en contacto con la mía y su aliento caliente se desliza enojado por mis
17 mejillas. Por un momento pienso que va a pegarme. Su mandíbula se
tensa de un lado a otro como si quisiera gritarme, pero no puede encontrar
las palabras adecuadas. Sus dos manos están agarrando el sofá detrás de
mi cabeza, aplastándolo. Si se mueve, mi esbelta garganta quedará
atrapada en su férreo control y romperá mi cuello.
No miro hacia otro lado. No respiro. Por un segundo, el tiempo se ha
detenido y me siento horrible. El remordimiento me inunda y antes de que
pueda decirle que no quiero este tipo de cosas, él se quiebra.
Sean Ferro se rompe.
Grita y se gira rápidamente, de modo que no puedo ver su rostro.
Sus hombros se tensan aún más antes de empezar a sacudirse. Me
incorporo un poco y escucho. Sean trata de controlar su respiración, pero
no puede. Las respiraciones irregulares lo ahogan, y no es hasta que se da
la vuelta que veo lo que ha pasado. Sus ojos están vidriosos y hay una
sonrisa devastadora en su hermosa boca.
—Te dije que no sé cómo hacer esto, y esa no es una excusa. Es la
verdad. Durante años he estado completamente aislado y tenía que ser así.
Entonces te conocí y me jodí, Avery. Cada vez que dejo caer mis defensas,
tú eres la que sale lastimada. No puedo dejar que eso ocurra. No puedo ser
el hombre que quieres que sea. Han sucedido demasiadas cosas y sin
importar lo que haga, no hay manera de que cambie mi pasado.
—No quiero que cambies. —Mis palabras son tan suave que apenas
puedo oírlas.
—Sí, quieres. Quieres que sea alguien que no soy. Soy una persona
solitaria y me gusta que sea así.
—Sean Ferro, te estás mintiendo a ti mismo. Si eso fuera cierto, ¿por
qué estarías aquí conmigo, ahora? —No lo he perdonado pero no voy a
tirarlo por su acantilado mental. Me estremezco y Sean se quita su
chaqueta y me la lanza. Me la pongo y envuelvo mis brazos alrededor de mi
cintura—. Gracias.
Él asiente.
—¿Y ahora qué?
—Buena pregunta. ¿Qué quieres?
—Lo mismo que siempre he querido: a ti.
Sonrío con tristeza y sacudo la cabeza.
18
—Esas son unas palabras muy bonitas, pero la otra prometida
estará enfadada cuando se entere de mí. Tal vez las cosas están mejor así.
—Avery. —Intenta interrumpirme, pero no se lo permito porque es
demasiado difícil de decir, y una vez que empiezo no puedo parar.
Las lágrimas ruedan por mis mejillas, una y luego otra. Las seco con
el dorso de la mano.
—No, en serio. Tal vez tú y yo se supone que sólo debemos ser
amigos. Tal vez se supone que no debemos ser nada en absoluto. A veces,
una persona aparece cuando más la necesitas y desaparece de tu vida
después de eso. Tal vez eres ese tipo de persona. Te necesitaba Sean y
ahora…
—Avery… —Sean se apodera de mis hombros y se agacha frente a
mí—. No me voy a casar con otra persona. Y si dices que no me necesitas…
no lo digas. No en este momento. —Su voz se eleva con un temblor cuando
termina de hablar.
—No tienes que endulzar las cosas para mí.
—No lo hago. Escúchame. Estaba tratando de decirte y pensé que
tenía más tiempo, pero luego Black se presentó y lo soltó sin pensar. Le di
un anillo a alguien porque mi publicista dijo que haría que la gente piense
que así era más accesible. Tiene un gran diamante en su dedo y vive en
una de mis casas, pero nunca estoy allí. Las cosas no son así con ella.
Jamie en realidad es una empleada. Está en la nómina, Avery. —Estoy
sacudiendo la cabeza mientras él está hablando, pero él sigue adelante—.
Llámala. Dile quién eres. Pregúntale si deberías casarte conmigo. —Sean
me entrega su teléfono y antes de que pueda decir que no, ya está
marcando.
Una voz de tono agudo responde enseguida.
—Buenos días, señor Ferro. ¿Cómo puedo ayudarle? —Suena como
una secretaria.
Sean asiente una vez, pero no puedo formar palabras, por lo que él
dice:
—Jamie, por favor, dile a Avery el estado de nuestra relación. No
dejes nada por fuera y utiliza tantos detalles como desees. No ocultes
nada. —Sean me da el teléfono de nuevo.
Lo presiono contra mi oído y escucho a esta mujer repetir la historia
19 de Sean, pero según su lado de las cosas.
—Fui muy afortunada. El señor Ferro pagó mis préstamos
estudiantiles y dijo que sólo tenía que ir a cenar con él cuando estuviera
en la ciudad. La gente era terrible conmigo al principio, pero el dinero
habla. Sean me dio una cuenta de gastos y me dijo que pasee, vaya de
compras y cene, y le diga a la gente quién era yo. Era parte de un intento
de influir en la opinión pública de él. Ya ves, hago mucho trabajo de
caridad. Me encanta y siempre quise trabajar para una organización no
lucrativa, pero no había manera de que pagara mis préstamos. El señor
Ferro hizo que eso fuera posible y no me importa lo que dicen los
periódicos, no es un monstruo. El hombre ha pasado por mucho. Qué
importa si no lleva su luto abiertamente, ¿sabes?
—Sí, lo sé. —Mi pecho está tan apretado que casi no puedo
respirar—. ¿Así que es una farsa?
—Exactamente. Nuestra relación es cien por cien negocios y siempre
lo ha sido. No sé si lo has notado o no, pero tiene un tipo: morenas con
cerebros. Siempre bromeo con él porque soy pelirroja y ocasionalmente
actúo un poco como rubia para su gusto. —Ella se ríe suavemente—. No
hay nada entre nosotros, Avery. Es sólo un espectáculo y siempre lo ha
sido.
No sé qué más decir. Ella parece genuina, y lo que es aún más
sorprendente es que parece preocuparse por Sean, como si fueran amigos.
Mirando hacia la alfombra, digo:
—Gracias por hablar conmigo.
—¡Seguro! Llama en cualquier momento. —La línea muere, así que le
entrego el teléfono a Sean.
Por un segundo me siento muy mal, pero eso desaparece. Todavía
estoy enojada con él.
—Se honesto, aquí y ahora. Todo. Pon las cartas sobre la mesa y
veamos si podemos recoger los pedazos.
Sean asiente solemnemente.
—Está bien, pero no aquí.
En ese momento, Black entra y se fija en la escena. Hay un montón
de tensión y me encuentro de pie delante de Sean, vestida con su chaqueta
de cuero, mirando hacia arriba en su hermoso rostro. Ella pone los ojos en
blanco y suspira dramáticamente.
20 —Bueno, Avery, veamos tu respuesta.
La Señorita Black sonríe satisfecha hacia Sean después de sentarse
detrás de su escritorio. Una ceja oscura se levanta cuando Black se fija en
la confusión de Sean, y sus labios de rubí se extienden en una sonrisa.
—¿No te lo dijo? Le ofrecí hacerla una Señora.
Capítulo 4

S
ean simplemente me mira y luego mira fijamente a Black.
—Teníamos un acuerdo.
—Esto no viola nuestro acuerdo en lo más mínimo. Ella todavía va a
vivir en Nueva York, pero su ocupación será algo diferente. De todos
modos, si ustedes dos ya no están comprometidos, no veo cómo esto te
afecta. —La Señorita Black piensa que ha ganado. La confianza en su
mirada dice mucho. Al entrecruzar los dedos, me mira.
A medida que observo a Black, las cosas caen en su lugar. Ella ha
estado mintiendo, pero siempre han estado entrecruzadas con la verdad.
Sean estando comprometido con otra persona, y lo está, pero la mujer es
su empleada. Todo este tiempo Black ha estado tratando de conseguir que
deje a Sean. Por un segundo, pienso en gritarle, pero es mejor si ella me
21 subestima, así que le sigo el juego.
—¿Qué pasa si digo que no?
La Señorita Black deja caer sus manos y se sienta completamente
erguida.
—Ese no sería un movimiento muy prudente.
Me rio.
—No hay nada en este trabajo que sea prudente, y ese que me estás
ofreciendo es aún peor en la escala de la moralidad.
—Ya rebasaste la escala cuando aceptaste el dinero por follarte al
señor Ferro, así que dudo que sea una preocupación sincera. Lo que
deberías estarte preguntando es: “¿qué pasa si digo que sí?”
Cruzando los brazos sobre mi pecho, aprieto aún más contra mi
cuerpo la flexible chaqueta de Sean.
—Si digo que sí, tendrás una salida fácil cuando la policía venga
buscando al dueño de ese brazalete. Si los lleva hasta aquí y tú no estás
me van a echar la culpa de la chica muerta en la habitación de Sean.
Puedo parecer estúpida, pero créeme, no lo soy.
Sean se mueve detrás de mí y se sienta de modo que sólo Black y yo
estamos de pie. Está echando humo, pero no habla. Este es mi lío y me
está permitiendo luchar mi batalla.
Los labios de la Señorita Black se curvan en una sonrisa divertida.
—Creo que eres joven e ingenua, pero no carente de inteligencia. El
brazalete en la habitación del hotel no era el de tu amiga. Perteneció a la
chica muerta. La envié ahí para comprobar las cosas y algo salió mal.
Nadie va a rastrear el brazalete de vuelta aquí, y si lo hacen, de cualquier
forma todos estaríamos jodidos. Aunque intente no dejar ningún rastro
apuntando hacia aquí, todavía hay señales.
Necesito más tiempo para procesar la información. Esto es nuevo
para mí.
—¿Y si digo que sí?
Ella sonríe ampliamente.
—Entonces te convertirás en mi protegida y harás más dinero de lo
que jamás pensaste posible. Serás la propietaria de Long Island, porque
todos los políticos y burócratas irán buscándote, y cuando lo hagan, los
22 tendrás por las bolas. Es un lugar bastante agradable, Avery. Y con el
encanto de chica de al lado que tienes, combinado con la actitud de poder,
serás la dueña de Nassau y el Condado de Suffolk. Jamás tendrás que
preocuparte por el dinero otra vez. Siempre tendrás un techo sobre tu
cabeza, sin importar que tus padres te dejaran en la indigencia.
El comentario acerca de mis padres corta a través de la bruma y me
deja con la boca abierta. Siento como si ella me hubiera dado un gran
puñetazo en el estómago. Me quedo sin aire. Mis padres no me dejaron por
gusto. Hicieron todo lo posible por mí cuando estaban vivos, pero ahora se
han ido y estoy sola. Si las cosas no salen bien con Sean, estoy jodida. No
tengo ningún plan B y todo en lo que he trabajado tan duro quedará
arruinado. Mi vida se compone de vestigios, cenizas y lágrimas. Y estoy tan
lista para seguir adelante, tan desesperada por eludir el dolor y la pena,
que su oferta suena tentadora.
—Basta. —Sean se levanta y toma mis manos, antes de empujarme
hacia la puerta.
—Creo que ella es capaz de hacer su propia decisión, señor Ferro.
Sean mira hacia atrás en Black.
—Sé de lo que es capaz —dice y sonríe—, tú eres la que tienes que
cuidarse las espaldas.
Salgo del agarre de Sean y miro hacia Black.
—Puedo tomar mis decisiones, Sean. No necesito que me protejas, y
tal vez no es una mala idea. Si digo que sí, ¿voy a tener mis propios
guardaespaldas así como tú los tienes?
La sonrisa de Black se vuelve sincera cuando asiente.
—Por supuesto, y Gabe será uno de ellos. Ya sé que te sientes
cómoda con él.
Asiento, y contemplo lo que está diciendo. Sean está de pie junto a
mí y se ve completamente en shock.
—No estás considerando en serio esto, ¿cierto?
—Le debo una maldita fortuna, no puedo irme como si nada.
—Le pagaré, Avery.
—No puedes. Es mi desastre. —Echo un vistazo a Black detrás de su
escritorio—. También pagaste mis gastos médicos, ¿verdad?
—Por supuesto. No podía tener coleccionistas examinando a una de
23 mis chicas. Lo añadí a tu cuenta. Esa deuda desaparecería en cuestión de
semanas si aceptas el trabajo que estoy ofreciéndote. Y recuerda, sólo lo
voy a ofrecer una vez.
Las ruedas en mi cabeza están girando rápidamente.
—¿Puedo quedarme con Mel?
Black sonríe.
—No, quiero que empieces de cero y contrates a la clase de mujer
que eres, ya no más de aquellas como Mel. —Debido a que Mel es un
centavo en una docena, está implícito en su tono.
—Te equivocas con ella.
—De todos modos, soy su dueña, como tú me perteneces. ¿La
cuestión es si vas a seguir trabajando sobre tu espalda o ansias algo más?
No sé qué decir. Una parte de mí quiere decir que sí, pero la otra
parte quiere aceptar la oferta de Sean a pagar mi deuda. La verdad es que
no quiero deberle nada a ninguno de los dos. Tengo que ir a buscar ese
tesoro enterrado en la Isla Oak o algo así. Estoy tan jodida. Este es un
momento trascendental, pero no uno bienvenido.
—No… —No sé lo que voy a decir… sólo comienzo a hablar.
La Señorita Black levanta la mano y me interrumpe.
—No decidas ahora. Una cosa a la vez. Vamos a poner a la persona
que está tratando de matarte bajo tierra, y entonces podremos seguir
adelante con nuestros planes de negocio.

24
Capítulo 5

S
ean se queda en silencio. Nos dirigimos al este en su pequeño
auto deportivo negro y ninguno de los dos habla, pero
aceptamos el silencio. Una vez que hablemos, las cosas
terminarán de una de dos maneras: estaremos juntos o no. Sinceramente,
no sé lo que quiero. Este hombre tiene la oscuridad en su sangre. Es parte
de lo que es y sin importar lo mucho que lo amo, siempre estará allí. Dudo
que pueda manejar eso. Tener relaciones sexuales en la caja me hizo
darme cuenta que ese lado de él está todavía vivo y ansiando la
dominación. No, es más que eso. Quiere poseerme y controlar todo lo que
hago.
La oferta de Black es tan similar, pero de manera diferente. Si le digo
que sí a ella, entonces me controlará, pero eso se siente más como un
trabajo y el dinero que gane es mío. Con Sean, me siento como una
25 vividora. Vivir a expensas de otros no es mi estilo, pero soy demasiado
pobre y me he quedado sin opciones. Permanecer con el psico mentiroso o
trabajar para la otra psico mentirosa.
Tal vez debería comprar una tienda de campaña con lo que me
queda de dinero y convertirme en un ermitaño. Puedo acampar en el
Parque Hecksher y robar perritos calientes de otros campistas. ¿Por qué
todos mis planes se arruinan? Antes incluso de que pueda pensar en ello,
entramos en el estacionamiento del club nudista. Sean apaga el motor y
sale. Abro mi puerta antes de que él pueda rodear el auto, y luego cerrarla
inmediatamente. Lo sigo hasta la puerta.
Él toca fuertemente. Trystan abre de un fuerte tirón la puerta
metálica y se detiene en el umbral. Sonríe cuando ve a Sean.
—¿Necesitas algo, Ferro?
—No de ti, pedazo de mierda. —Sean intenta pasar junto a él, pero
Trystan no se mueve.
—No-no. —Él menea su dedo en la cara de Sean—. ¿Dónde están tus
modales? Tu madre estaría horrorizada.
—Mi madre ya está consternada, como la tuya, excepto que la mía
no se escabulle en la noche. —Sean dice las palabras a la ligera, pero
escuecen como ácido. Lo puedo ver en la cara de Trystan.
Antes de que la constante sonrisa desaparezca, Trystan lanza un
puñetazo. Atrapa a Sean con la guardia baja y conecta con su mejilla. En
un abrir y cerrar de ojos, Sean reacciona y los dos se están golpeando
salvajemente entre sí en el estacionamiento, mientras yo estoy allí, a punto
de colapsar. ¿Por qué se odian tanto? En realidad, tienen tanto en común
que podrían ser hermanos. En cambio, luchan como locos.
Más golpes vuelan a medida que las maldiciones y los insultos se
tornan cada vez más fuertes. Me quedo ahí con los brazos cruzados sobre
el pecho, molesta. Un momento más tarde, Jon se detiene junto a mí.
—Ah, qué coño. ¿No podían pelear adentro?
Le doy un vistazo.
—Entonces, ¿no vas a separarlos?
—Lo he intentado antes. Una vez que los dos comienzan, es difícil
separarlos. —Jon suspira y se pasa las manos por el cabello antes de
26 caminar hacia la lucha y gritarles para que terminen con el asunto. Como
predijo, no lo escuchan.
Mel sale y se para a mi lado, observándolos.
—Mierda. Qué manojo de chicos blancos estúpidos. ¿Por qué no
terminan de invitar a toda la maldita fuerza policial al bar? Avery, esto
tiene que parar. Como ahora.
Estoy de acuerdo y estoy demasiado cansada para pensar. Hace frío
aquí fuera y no estoy usando una camisa debajo de la chaqueta de Sean.
Me duele todo el cuerpo y estoy tan cansada que estoy lista para
desmayarme. Podría agarrar a Mel e irme, pero tengo que hablar algunas
cosas con Sean. No quiero andar por ahí por el resto de mi vida sin saber
lo que habría pasado.
—A la mierda. —Estoy agotada y Mel lo nota. También se da cuenta
que no estoy pensando en realidad. Voy a un lado del edificio donde hay
un grifo y lo giro varias veces. Hay agua, pero ninguna manguera. Eso no
va a detenerme. Vuelvo a la puerta y arranco el cartel de CERRADO de
plástico grueso.
—Uh, Avery… —Mel intenta detenerme, pero no la escucho. Si
quieren actuar como niños, entonces los voy a tratar de esa manera.
Abro el grifo hasta que el agua escurre y luego presiono el pedazo de
plástico sobre la cabeza de metal. No funcionaría si estuvieran al otro
extremo del estacionamiento, pero no lo están. Los tres se detienen cuando
quedan rociados por la congelada agua fría. Trystan tiene un corte en la
mejilla y cuando se mezcla con el agua, esta corre por su rostro en un río
de color rojo. El corte en la sien de Sean se abrió de nuevo y el costado de
su cara está cubierto de sangre. Me quedo ahí rociándolos mientras me
miran fijamente y no paro hasta que Sean se aleja de Trystan.
También estoy empapada. El agua salió rociada por todas partes,
mojándome hasta los huesos. Cuando por fin suelto el trozo de plástico,
digo:
—Voy adentro, y si tienen dos dedos de frente, me seguirán.
Mel está en mis talones cuando camino por la puerta.
—¡Mierda! Vas a morir por una estrella de rock y dos de los
hermanos Ferro. Ya puedo ver los titulares: La Pobre Chica Blanca Nunca
Supo Lo Que La Golpeó.
—No estoy de humor, Mel.
27 —¡Por supuesto que sí! —Es animada por alguien en la carrera.
—Mel, necesito hablar contigo. Un montón de mierdas están
pasando y estoy agotada.
Su sonrisa se desvanece.
—No hay problema, nena Avery. Deja que te busque algo de ropa
seca, ¿o sólo quieres unos pantalones? Ese aspecto de sólo sujetador es
tan de la década de los 80, por cierto.
Lo olvidé. Estoy de pie allí, goteando, con la chaqueta abierta. Todo
el mundo me está mirando. Hay algunas chicas en el interior, junto con
Bryan Ferro. Espero que él se burle de mí, pero no lo hace. Regaña a Mel:
—Date prisa y búscale una sudadera. Se está congelando. —Él se
acerca a mí antes de que Sean entre y la mirada de preocupación en su
rostro me mata. Este hombre que siempre está riendo, no tiene ningún
rastro de sonrisa en su rostro—. ¿Cómo van las suturas?
—Las mías están bien. Gracias.
Bryan mira a su alrededor de forma rápida y se inclina para decirme
algo al oído, algo que él no quiere que nadie oiga. Pero cuando Sean
avanza por la puerta, y nos ve, prácticamente entra en erupción. Bryan
reacciona dándome un beso en la mejilla y sonriéndole pícaramente a
Sean.
—Tu novia es absolutamente ardiente y se está congelando. Deja de
ser un idiota durante dos segundos y cuida de ella, o yo lo haré.
Sean está listo para arrancarle la cabeza a Bryan, pero su primo se
aleja riendo antes de que algo suceda.
—Sean. —Cuando digo su nombre, la ira desaparece de su cara y
baja la vista hacia mí—. Arruiné tu chaqueta.
—Está bien. —Sean se pasa los dedos por el cabello, haciendo que el
agua salpique en el suelo—. Avery, lo siento.
—No me lo digas a mí, díselo a él. —Señalo a Trystan, que acaba de
entrar. Él está en el proceso de sacarse la camisa, dejando al descubierto
sus abdominales y una cadena con un anillo colgando de ella.
Trystan levanta la mirada y se lleva la camisa mojada hasta su corte.
—¿Qué?
La mandíbula de Sean se tensa con firmeza y creo que va a perder el
28 control, pero no lo hace.
—No debí haber dicho eso, Scott. Mis disculpas.
Jon se detiene junto a Trystan. Sus ojos abiertos de par en par y su
barbilla tocando el piso. Un segundo más tarde, Jon y Trystan se miran el
uno al otro. Entonces, Trystan sonríe y levanta sus manos.
—Si intentas abrazarme, voy a patearte el culo de nuevo.
Sean intenta no sonreír.
—Estúpido.
—Más o menos, sí.
Le doy un codazo a Sean en las costillas.
—No puedes disculparte con alguien y luego insultarlo otra vez.
¿Qué sucede contigo?
Jon lanza con fuerza la mano por el aire y se ríe.
—Hemos estado tratando de descubrir eso desde hace años. Buena
suerte. —Jon y Trystan desaparecen en la oficina después de bloquear la
puerta principal.
Mel me trae ropa seca, y luego Sean y yo nos colamos a la parte
trasera para encontrar una mesa. Cerramos la puerta. Tengo miedo y estoy
furiosa. Las emociones están batallando dentro de mí. Sean se sienta en la
pequeña mesa negra. Está cubierta de mellas y tiene nombres tallados en
la parte superior. Se ha pintado con laca negra una y otra vez. No me
siento. Presiono mi dedo sobre la madera y digo:
—Dime por qué debería quedarme.
Sean se queda en silencio por un momento y luego responde:
—Porque te amo. Porque tú me amas.
—Y, sin embargo, actúas de esta manera. Hiciste que uno de tus
socios de negocios me secuestre. ¡Me drogaron, Sean!
—Fue la mejor manera de protegerte. Lamento que no funcionara y
que el hijo de puta siga ahí fuera. No dejaré que se te acerque, incluso si
ya no quieres que estemos juntos.
Estoy tan frustrada que hago un ruido en la parte posterior de mi
garganta y jalo mi cabello.
29 —¿No lo ves? ¡Quiero estar contigo! Quiero ser tu esposa y compartir
tu vida, pero parece que no puedes captar el concepto de compartir. No
quiero que me obliguen a ser alguien que no soy. No estoy bien contigo
ocultándome cosas, así que dime la verdad, y dime ahora mismo o esto se
termina. —El ultimátum. Ahí está, lo dije, aunque no quería… Las cosas
no pueden seguir así.
Sean toma una respiración larga y lenta, y baja la mirada. Se queda
mirando fijamente, y pregunta:
—¿Qué quieres saber? Pregunta y te lo diré, pero date cuenta que
puede que no te guste la respuesta.
Me deslizo en el asiento frente a él. No nos tocamos, a pesar de que
los dos tenemos nuestras manos sobre la mesa. No puedo mirarlo a los
ojos, pero me las arreglo para sacar la pregunta.
—¿Cuántas prometidas has tenido, incluyendo a tu última esposa?
—Cuatro.
Él tiene razón; no quiero escuchar eso.
—¿Si yo soy la cuarta? Y la tercera es la falsa, y la primera fue
Amanda. Entonces, ¿quién fue la segunda? —Una sensación de
hundimiento llena mi pecho mientras lo observo. Es evidente que Sean no
me quiere decir, pero lo hace.
—Tu jefa, la Señorita Black. —Sus ojos azules se alzan para
encontrarse con los míos. Suspiro cuando lo dice—. Y ella fue la primera,
no la segunda.
Mis labios se abren en estado de shock. El chico que Black
mencionó, aquel del que lamentó separarse, ¿era Sean?
—¿Saliste con Black cuando ella era una prostituta?
—Sí, pero no tenía ni idea, y cuando lo descubrí mi estúpida moral
no pudo tolerar sus acciones, así que me fui. Cuando estuve en Nueva
York, me puso a prueba con una chica de su compañía, después de eso,
actuamos como si nada hubiera pasado entre nosotros. Era muy joven
entonces, recién salido de la secundaria, y ella estaba muy preocupada de
que la dejara y se quedara sin nada. Su miedo dio lugar a la realidad.
No sé qué hacer con esta información, así que la guardo en lo más
profundo de mi cabeza. Black mencionó que cometió un error cuando nos
conocimos por primera vez. Que había un hombre que perdió debido al
30 trabajo y ella parecía lamentarlo. ¿Estaba hablando de Sean? Ni siquiera
puedo imaginar la idea. Ella es mayor que él por lo menos por cinco años.
¿Cómo es que incluso se conocieron?
Cambio a toda marcha a las otras preguntas que he tenido
agitándose en mi mente.
—¿Amabas a Amanda?
Él me mira.
—¿Amabas a tus padres?
Mi mandíbula se cierra con fuerza y me niego a mostrar más
emociones. Mi mirada se estrecha.
—No voy a tomar nada por sentado. ¿La amabas?
Sean suspira y pasa las manos por su cabello oscuro.
—Sí, la amaba. Desearía haber estado allí esa noche. Desearía haber
muerto con ella de modo que no hubiera tenido que soportar esto. Soy un
hijo de puta mórbido, Avery. Verte, y descubrir que estabas trabajando
para Black, me cayó como una bofetada en la cara. Pero, entonces me di
cuenta que no sabías de nuestra historia; que estabas diciendo la verdad.
Me cautivaste de una manera que es incomparable. Tenía que saber más
de ti. Pero entonces, Black se puso firme y dijo que no. Tuve que forzarla
para que aceptara otra cita. Siempre dice que sí a más dinero. Es la grieta
en su armadura. Tiene tanto miedo de ser pobre otra vez.
—¿Espera un segundo; me pediste que me case contigo sabiendo
que Black iba a armar un berrinche?
—Eso es un eufemismo. Es más probable que ponga una bala en mi
cerebro, pero sé que no te hará daño. Eres el premio por el que estamos
luchando. Ella te quiere mantener alrededor porque eres su árbol de
dinero y yo te quiero porque, bueno, ya sabes esa parte.
Trago fuerte. Me guardé la pregunta más oscura para el final. Ha
llegado el momento de hacerla.
—¿Y la caja? —No necesito elaborar más; los dos sabemos de lo que
estoy hablando.
Sus labios se tensaron con fuerza y contiene el aliento. Sé que no me
quiere decir, pero lo hace.
—Estaba enojado después que Amanda murió y jugué con una
prostituta un poco demasiado brusco en un espacio pequeño. Estaba
aterrorizada y me rogó que pare. No lo hice. —Él no levanta la vista. En
31 cambio, la mirada de Sean se mantiene pegada al suelo con las manos
aferrándose con fuerza a su nuca, como si espera que la tierra se abra y se
lo trague directamente al infierno.
Tengo frío, y no lo evito. Tengo que saber lo que hizo y lo que ocurrió.
Estar así con él desencadenó algo. Necesito saber.
—¿Qué ocurrió con ella?
Los labios de Sean se aplastan entre sí, formando una fina línea. Los
músculos de sus brazos se abultan cuando tira de su cuello. Después de
un momento, toma aire y confiesa:
—La empujé más allá de su límite. No podía dejar de gritar mientras
yo seguía follándola, y entonces se quedó en silencio. Me pareció que
estaba bien, pero no era así. Cuando terminé con ella, la solté, pero tenía
una expresión en blanco. Hablé con ella, pero no respondió. Sus ojos
tenían una mirada vacante, como si ya no estuviera allí. La mujer es como
una cáscara de lo que había sido. La destruí. Está en South Oaks y ha
estado ahí desde nuestro encuentro.
Mis ojos están muy abiertos por la conmoción.
—¿El hospital mental? —Él asiente—. Y estar así conmigo, en ese
pequeño espacio oscuro, ¿qué hizo? ¿Te hizo pensar en ella? —Mi piel está
cubierta de piel de gallina. Quiero llorar. Esa mujer podría haber sido yo
fácilmente. He tratado de hacer eso por él, y él reacciona a mi miedo… le
excita de una manera que es incomparable a cualquier otra cosa.
—Sí, pensé en ella, y luego en Amanda. Todo lo que toco muere en
mis manos y lo mismo está pasando contigo. Eras vibrante cuando te
conocí, y ahora he palidecido el color de tus mejillas y no te he provocado
nada más que dolor.
Digo las palabras que he estado pensando, porque eso es lo que
realmente importa.
—¿Cómo quieres que termine esta historia?
Sean me mira. Hay un brillo sobre esos ojos oscuros y puedo decir
que está sorprendido. Esperaba que saliera corriendo, pero todavía estoy
aquí sentada. No me he movido o reprendido por sus acciones. La muerte
puede destruir a las personas y hacerlos añorar estar entre aquellos que
perdieron. Entiendo esa parte de él más de lo que piensa.
—Quiero que estés a salvo.
Le sonrío tristemente.
32
—Los dos sabemos que no hay tal cosa. El concepto de seguridad es
falsa. Los dos sabemos eso. Cualquier cosa puede suceder a cualquier
persona en cualquier momento.
—Estás más segura sin mí. Los dos sabemos eso. —Se sienta con la
espalda recta y sacude la cabeza.
—Tal vez, pero si no hubieras aparecido cuando lo hiciste, habría
hecho algo horrible con otra persona para aliviar mi dolor. Y ellos no se
habrían preocupado por mí. Tú lo haces.
—Deja de hacer argumentos lógicos, señorita Smith. Se supone que
ese es mi trabajo. —Él me mira y aunque quiero sonreír, no lo hago. Sean
aparta la mirada y suspira—. ¿Y ahora qué? ¿Qué quieres, Avery?
—Sé exactamente lo que quiero. Quiero al hombre que se esconde
debajo de las capas de dolor y desprecio. Quiero dejar de alimentar al
monstruo que se nutre de la oscuridad y el miedo. Quiero al verdadero
Sean, ese al que has desterrado, porque tienes miedo que ese hombre se
convierta en polvo a plena luz del día. Te quiero a ti… al verdadero tú. El
hombre que ríe con todo su cuerpo, aquel que rellena mis pantalones con
nieve, y me lleva a una cena gourmet en la playa. Quiero al hombre que
puso el anillo en mi dedo y no quiero que huya cuando tiene miedo.
Nuestras miradas colisionan cuando hablo, y esas últimas palabras
le hacen daño, pero es verdad y él necesita oírlo. Lo digo lo más sutil que
puedo, pero los guantes de seda no ayudarán en este momento. Él tiene
que escuchar la verdad.
—Sean, sé que no piensas en ti mismo como una persona débil, pero
en esto, lo eres. Acobardarte, y disfrazar lo que eres y lo que piensas, no es
vivir… es esconderse.
Sean se para bruscamente. Sus manos tensas a los costados y sus
pulmones se llenan de aire con rapidez, como si quisiera gritar. Pero Sean
traga de nuevo y avanza a zancadas por la habitación, lejos de mí. Antes
de que pueda decir otra palabra, Sean desaparece por la puerta sin mirar
atrás.

33
Capítulo 6

M
e quedo en el vestuario de las nudistas hasta que Mel me
encuentra. Estoy acostada en un banco con el brazo por
encima de mi cara. Mel comienza a charlar al instante en
que me ve.
—Ese hombre tiene unos ovarios en serio inmensos. ¿Digamos
SPM1? Le ladró a todos y cada uno antes de irse a empujones.
Retirando el brazo, le echo un vistazo.
—Dime que estás hablando de Trystan.
—¡Oye! No te pongas a ofender a mi hombre. Créme Brule y yo vamos
a ser la pareja perfecta, casarnos, y tener un montón de bebés perfectos.
Sólo espera y verás. —La voz de Mel tiene ese tono burlón de siempre. Pero
34 tiene un serio flechazo con Trystan, lo que significa que no va a ir tras él.
Ella es como Sean con cosas por el estilo. Cualquier persona que
realmente le importa, la mantiene expresamente a distancia… excepto yo.
Me incorporo y balanceo las piernas hasta el suelo.
—¿Sabe que lo llamas así?
—¿Qué? Como si se ofendiera. Es el postre perfecto, todo rico y
blanco. —Se ríe como una colegiala y luego se lleva la mano sobre su
boca—. Eh, no viste eso.
Pongo los ojos en blanco.
—Estás absolutamente loca. Si te gusta, invítalo a salir.
—Es una estrella de rock, Avery. Tú no sólo te acercas hasta el tipo y
dices: “Oye, ¿quieres salir conmigo?” Además, la Señorita Black me
mataría.
—La Señorita Black te quiere matar de todos modos. Y deberías
hacer lo que quieras. La vida es demasiado corta. —Siento una mirada
aturdida posarse en mi cara; esa que tengo cuando mi mente comienza a
caminar a través de pensamientos oscuros. Mi mente es un maldito

1 SPM: Síndrome Pre-menstrual.


pantano. Sin importar en qué dirección me vuelva, hay más lodo oscuro.
Está en todas partes.
—Entonces, ¿por qué el Sr. Pañales Ajustados huyó?
La observo con una tímida sonrisa.
—Le dije que era un cobarde.
La mandíbula de Mel cae abierta.
—¡Santa mierda tostada! ¡No lo hiciste!
—Lo hice. Me preguntó lo que quería y se lo dije; quiero que deje de
huir de sí mismo.
—Uff, si eso no es más que el ciego guiando a otro ciego, no sé lo que
es.
—No lo es.
—Definitivamente lo es. Vas a llevar a ese chico justo al borde de un
acantilado. Avery, ni siquiera has resuelto tus propios asuntos. ¿Cómo
puedes pedirle que haga eso cuando tú no puedes?
35 Resoplo, ofendida.
—¡Por supuesto que puedo!
—Nena Avery, te amo, pero no puedes ver más allá de sus tetas en
esto. Te acobardas y escondes de la vida de la misma manera que él lo
hace. Cómo eliges manifestar ese miedo es diferente y más socialmente
aceptable, pero los dos son como una llama expuesta. No eres mejor que
él.
Siento como si me diera un puñetazo en el estómago. Alzo mi voz y
sacudo un dedo en su cara.
—No tienes ni la más puta idea de esto, de acuerdo. No conoces a
Sean o lo que ha hecho. No somos iguales.
—Sí, ahí es donde te equivocas. Los dos son unos dulces lunáticos.
Se ven muy dulce por fuera, pero una vez que pasas la carcasa exterior,
los dos están completamente jodidos. Si no puedes admitir eso, no sé si
podemos ser amigas. Es una de las únicas cosas que tenemos en común.
—Ella me sonríe—. Avery, tienes que saber eso sobre ti. ¿En serio puedes
sentarte allí y decirme que no tenías ni puta idea?
¿En serio estoy tan jodida? Pensé que estaba sanando. Mis defensas
bajan un poco y tengo que admitirlo.
—No es intencional.
—Por supuesto que no, y ese es el punto. Es un mecanismo de
defensa que no puedes apagar. Si lo intentaras, no tendrías nada para
protegerte a ti misma. Justo acabas de decirle a Wonderbread que es un
cobarde por tener sus defensas en alto. El hombre ha pasado por un
motón de mierda seria.
—Y lo estás defendiendo…
—Si ese es el principal problema que tienes con el chico, sí.
—Mandó a una prostituta a South Oaks.
—¿La prendió en llamas o se la folló? —Le echo un vistazo como si
estuviera loca—. Uh, Avery, las prostitutas están ahí por ser jodidas. Si
ella no quería que él lo hiciera, no debería haber aceptado el trabajo. Si él
la incendió o enterró viva para escuchar sus gritos, entonces estaría más
preocupada.
—Él no hace eso, pero le gusta el miedo. Se nutre de él.
—Es un hijo de puta oscuro, ¿verdad? —Asiento—. Un poco como
36 yo. Bueno, ya que los dos no son una pareja, quiero a Sean. Apuesto a que
puedo hacerlo llorar.
—Él va a hacerte llorar y pedir misericordia. —Sé que ella está
bromeando, tratando de levantarme el ánimo, pero no muerdo el cebo.
Mel golpea las manos en sus rodillas revestidas de jean.
—Bueno, si eso es todo, entonces yo…
Mel está lista para alejarse, pero la oferta de Black sigue apareciendo
y desapareciendo en mis pensamientos. Cada vez que lo pienso, creo que
es ridículo y lo empujo hacia abajo, pero aparece de nuevo. Así que lo
suelto abruptamente antes de que pueda terminar la frase.
—Black me ofreció a hacerme una Señora.
Mel se queda a medio camino, con su trasero despegado del asiento
y sus manos todavía en las rodillas, cuando se detiene a mirarme. Su
mandíbula cae abierta y vuelve a sentarse.
—¿La chica blanca dijo qué?
—Oye, ese es mi eslogan.
—Sí, no sonó bien saliendo de esta boca deliciosa. Pero basta de eso.
¿Black en serio te lo ofreció? —Asiento y entro en los detalles. Cuando
termino, Mel se queda inusualmente silenciosa—. ¿Qué te dijo?
—Me dijo que lo piense.
—¿Vas a hacerlo?
—No sé. —Me estoy mordiendo mis uñas mientras hablo—. En cierto
modo pensé que depende de lo que suceda con Sean, pero entonces estaría
dependiendo de Sean para todo. Black agarró justo uno de mis mayores
temores y lo retorció.
—Te diría que te quedes conmigo, pero estoy jodida en todos los
sentidos hasta que atrapen a quienquiera que le disparó a mi gemela.
Parpadeo hacia ella.
—Se parecía a ti.
Mel se pone las manos en las caderas e inclina su cabeza hacia un
lado.
—Sí, ya hemos pasado por esto. La viste, pensaste que era yo…
37
Mi cerebro se sujeta a las cadenas y mi cuello hormiguea. No sé lo
que es, pero algo se me está escapando. No puedo poner mi dedo en la
llaga.
—Espera un segundo. —Saco mi teléfono y llamo a Black.
—¿Qué? —espeta.
—La chica que envió a vigilarnos en el hotel… ¿qué aspecto tenía?
Black suspira dramáticamente en el teléfono.
—Avery, no tengo tiempo para tus…
Estoy loca y la interrumpo, diciendo cada palabra en staccato.
—¿Qué. Aspecto. Tenía?
Black suspira y escupe una descripción.
—Era Tawny, de cabello oscuro con vetas doradas difusas, caucásica
con piel oliva, ojos verdes, de un metro setenta, y todo un bombón.
—¿Y murió?
—¡Sí! Avery, ya hemos hablado sobre esto. —La Señorita Black está
gritándome, pero se equivoca. Su información es totalmente equivocada y
no lo sabe—. A menos que tengas algo útil que añadir o si buscas aceptar
tu nueva posición, te sugeriría que cuelgues.
Una vez hecho. Desconecto y me quedo mirando a Mel.
—Hay otro cadáver.

38
Capítulo 7

—¿Q
ué? ¿Quién? —Los ojos dorados de Mel se
abren como platos.
—La chica que estaba en la habitación, esa
que se parecía jodidamente a ti, no es la chica
que Black envió. Era otra persona. Black asumió que la prostituta muerta
era ella. Nunca vio el cuerpo y la policía aún no ha dado a conocer su
nombre, pero yo la vi. —Sacudo la cabeza y tiemblo. Continuando, pienso
en voz alta—: Eso significa que la prostituta original que Black envió a
nuestra habitación estaba bien sea metida en esto o está muerta. —Le
cuento a Mel lo que Black me dijo.
—Conozco a Tawny y esa no era ella. La voy a llamar. —Mel saca su
teléfono y marca. Después de un segundo, cuelga—. Se fue directamente al
39 correo de voz.
—Su batería está muerta.
—O está en el fondo de la bahía. —Mel se tensa y presiona el borde
del teléfono contra sus labios.
—Mel, no me gusta esto. ¿Y si es sólo una persona al azar matando
a las chicas de Black? Es decir, trataron de dispararme, intentaron acabar
contigo, y ahora Tawny está desaparecida. —Mi garganta se aprieta tanto
que no puedo tragar—. ¿Y si esto no tiene nada que ver con Sean y todo
que ver con Black?
La mirada dorada de Mel se clava en la mía.
—No me fío de Black, y punto. Pero ofrecer su propio personal al
matadero no es normal en ella. Especialmente tú y yo. Somos su pan y
mantequilla. Nadie me valoraba hasta que tú llegaste.
—Black tiene un muy gran temor de ser pobre —añado.
—No puedo culparla. —Mel se frota las manos por la cara y sacude
la cabeza—. No tiene ningún maldito sentido. Alguien está jugando con
nosotros y me inclino a pensar que es uno de los jodidos Ferro ya que todo
esto comenzó cuando Sean volvió por ti.
—No es él. —Lo digo con convicción.
—¿Pero, cómo lo sabes?
—Solamente lo hago.
—Esa es una respuesta de mierda que la gente usa cuando está
completamente exhausta, Avery, y lo sabes.
—No es Sean. —Repito con total confianza. Poniéndome de pie,
comienzo a pasearme mientras froto mi barbilla—. Sean tiene sus propios
asuntos en este momento, y sólo se defiende cuando es necesario.
—¿Y qué hay de toda esa mierda con Trystan en la entrada?
—Tienen sus problemas.
—Pero la Estrella del Rock no comenzó la pelea. Tu chico lo hizo.
—Y nadie terminó muerto en un contenedor de basura, Mel. ¡Vamos,
piensa! ¿Qué es lo que no estamos viendo?
Las dos nos quedamos en silencio por un largo tiempo. Sigo tratando
de unificar esto con Tipo Desnudo o Henry Thomas, pero algo se siente
fuera de lugar. Es demasiado fácil culpar a uno de ellos y no hay ningún
motivo real. Bueno, no uno por el que valga la pena matar. Henry se siente
40 avergonzado y furioso por el hecho de que Sean le robara a alguien que
quería, una vez más. Henry también está cabreado porque Amanda murió,
pero no tiene ningún sentido que llegue al extremo de matarme para
vengarse de Sean, no si en realidad le gusto a Henry. Esa es la parte que
no encaja en su rompecabezas.
Tal vez no le gustabas. Tal vez estaba usándote. Mi voz interior es un
dolor en el culo.
Mel resopla y niega con la cabeza, todavía sentada en el banco.
—No tiene sentido. Tenemos a alguien disparándonos a las dos. ¿Tal
vez es una venganza contra Black?
—¿Pero quién? —Me vuelvo y la miro—. ¿Quién querría acabar con
su personal, porque eso es lo que parece que están haciendo. Por eso es
que Black me quiere proteger y definitivamente no quiere que nada te pase
a ti.
Mel hace un sonido de incredulidad.
—No le importa ni un comino lo que me pase.
Sacudiendo la cabeza, la corrijo.
—Le pedí llevarte conmigo, si aceptaba la posición como Señora.
Black dijo que no.
Mel me mira con las cejas profundamente fruncidas.
—Eso es raro.
—No, si eres su chica principal. Quiero decir, te quiere mantener
cerca.
—Sí, pero te está alejando a ti. Alguien no quiere que hablemos entre
nosotras. Seguro piensan que vamos a descubrir todo este asunto. —Mel
se muerde los labios a medida que piensa.
Me apoyo contra la pared y tamborileo mis uñas contra la espesa
pintura oscura.
—Mel, no sé cómo manejar esto. Si llamamos a la policía, no
tenemos nada que decirles.
—Y mandarán nuestros culos a la cárcel. Sin policías. —Sus ojos se
abren de par en par, asustados.
—Entonces, ¿qué podemos hacer?
41
—Es sencillo. Así es cómo eran las cosas en las calles donde crecí.
Nadie te salva, excepto tú misma. No hay caballeros blancos, ningún
agente de policía que te rescate. Nada. Es hora de luchar o morir, Avery.
Repito las viejas palabras de Mel, en voz baja:
—Sobrevivir justifica cualquier cosa.
—Mierda, así es.
Capítulo 8

E
stoy nerviosa, pero intento contener las emociones. Si me
vuelvo un troll psicótico, entonces no encontraré las
respuestas a lo que está pasando. Las emociones nublan mi
juicio y me hacen juzgarme. Eso no me ayudará ahora mismo. Tengo que
confiar en mi instinto y eso es todo lo que importa. Papá solía decir que las
mejores decisiones son las que puedes sentir. No tienen ninguna
explicación… solo lo sabes.
Por eso es que busco a Sean. Está sentado en una mesa con media
botella de whisky vacía. Estoy agotada y lista para quedarme dormida de
pie. Cuando me siento, sé que voy a tener problemas para levantarme otra
vez. Sean no reconoce mi presencia, así que hablo primero. Ofrezco lo que
quiero, porque no hay manera en que pueda comunicarle lo que siento.
Estoy enfadada con él y decepcionada, pero ya no quiero seguir peleando.
42
Me estiro por encima de la mesa y toco el dorso de su mano.
—Ven a la cama conmigo.
Sean no se mueve. En cambio, se queda mirando mis dedos en los
suyos. Después de un momento, retiro mi mano y repito. Ahí es cuando
finalmente habla.
—Avery, no puedo.
—Necesito dormir y tú también.
Sus ojos se alzan ligeramente. Están llenos de tantas emociones que
apenas puedo soportar mirarlo. Es como si el hombre se hubiera partido
en dos y aún está vivo. Es cruel y despiadado, las emociones inundándolo
una y otra vez como las olas golpeando contra la orilla. No puede escapar
de su agonía.
—No esta vez.
—No voy a aceptar un no por respuesta. No tenemos que hablar.
Sólo te quiero cerca de mí… no tenemos que tocarnos. Sé que no quieres
eso en este momento. Ven conmigo, Sean. Jonathan dijo que hay una
oficina atrás con una cama inflable. Él ya la mandó a inflar para mí. No
me hagas ir sola.
Sé que hay unas cuantas palabras afiladas en la punta de su
lengua, pero se las traga de nuevo.
—¿Qué esperas que haga?
—Dormir.
—No, después de eso. Mañana y al día siguiente. En un momento
pareces estar muy bien con lo que soy y lo que he hecho, y al siguiente me
llamas cobarde. —Sean se recuesta en su silla mientras frota un lado de
su vaso vacío con el pulgar.
—Nada bueno puede salir después de las 3 am y estamos muy lejos
de eso, Sean. Los dos estamos agotados. Vamos a dormir un poco y
hablaremos de esto más adelante. —Mis párpados son de plomo y juro por
Dios que mi cabeza va a caer hacia delante y golpear la mesa en cuestión
de momentos. Se balancea sobre mis hombros así como mis párpados se
entrecierran.
—¿Todavía confías en mí?
—Sí. —No hay ninguna duda, ninguna vacilación al respecto. Confío
en él por completo. Sean me observa mientras pongo mi cabeza en mi
43 mano y me inclino pesadamente sobre ella.
—¿Tú confías en mí?
La comisura de sus labios se contrae nerviosa.
—Esa es una pregunta tonta.
Mi codo comienza a deslizarse y mi cabeza empieza a caer. No puedo
evitarlo. Apoyo mi cara del tamaño de un inmenso melón entre mis brazos
mientras los pliego encima de la mesa.
—Soy una chica tonta.
—No, no lo eres. Es por eso que tengo tantos problemas contigo.
¿Avery?
Escucho su voz, pero ya no puedo seguir hablando. Estoy demasiado
cansada.
—¿Mmmm?
—No me dejes.
Volviendo la cabeza, abro los ojos y sonrío, medio dormida.
—No voy a ninguna parte. Está atrapado conmigo, señor Jones. —
Mis palabras se convierten en un susurro mientras mis ojos se cierran. La
voz de Sean llena mis oídos un momento después, pero no tengo ni idea de
lo que está diciendo. Cuando no respondo, me despierto de golpe a medida
que me alzan de la silla. Cuando mis pies no se mueven para caminar,
Sean maldice en voz baja, y luego me levanta en sus brazos.
Él me carga hasta la habitación trasera con la cama inflable,
murmurando:
—No tenemos que tocarnos por un tiempo, ¿no?

44
Capítulo 9

M
is sueños son extraños. La pesadilla donde me ahogo choca
con algo nuevo. Un segundo tengo la soga del agua
alrededor de mi cuello y al próximo estoy sosteniendo un
arma y las paredes están sangrando con mi nombre.
He disparado a alguien. Al piloto. Un segundo después de su muerte,
el hombre se pone de pie. Su cara es perturbadora: tiene una palidez
fantasmal y el rigor ya ha aparecido, de modo que toda su carne suelta se
presiona hacia un lado. La sangre carmesí se desborda de sus párpados,
vertiéndose por sus mejillas calcáreas como ríos gemelos de sangre. Se
mueve muy lentamente, pero siento que no puedo escapar. El hombre llega
a mi cuello y me estrangula. Justo cuando tomo mi último aliento, él
explota.

45 Los pedazos de carne vuelan en todas direcciones y salpican contra


mí. Grito y veo a Sean de pie entre el humo de color rojo sangre. Camina
hacia mí sosteniendo una soga. Su voz suena como si estuviera a un
millón de kilómetros de distancia a pesar de que está justo en frente de mí.
—Todo lo que toco…
Cuando sus dedos fríos se presionan contra mi mejilla, chillo,
aterrada. De repente, estoy en una caja y las bolas de embalaje se
desbordan. El cartón se convierte en seda y me doy cuenta que es un
ataúd. Grito hasta que mi garganta está en carne viva y mis pulmones
arden, pero nadie me salva.
Mel se sitúa sobre mi tumba, por encima de mí, secándose los ojos
con un pañuelo de papel.
—Traté de decirle, pero no quiso escuchar. —Está hablando con
Marty, que no dice nada—. Sobrevivir justifica cualquier cosa.
El interior de la urna se enciende en llamas y el fuego lame mis pies,
no puedo soportarlo más. Grito mientras me siento en posición vertical. He
arañado la seda del ataúd y está envuelta alrededor de mí, sujetando mis
brazos a los lados. Las lágrimas se deslizan por mis mejillas a medida que
sacudo las piernas, tratando de salir.
Es entonces cuando siento unas manos en mis hombros y escucho
su voz:
—Estás bien. Despierta, Avery. ¿Avery…?
Cuando abro los ojos, estoy aterrada. Sean está sosteniendo mis
hombros y me mira. Quiero romper a llorar. Quiero caer en sus brazos y
purgar mi dolor hasta que no quede nada, pero no puedo.
—Estoy bien —espeto las palabras, avergonzada, y me aparto de él.
Las mantas se enredan alrededor de mis caderas y piernas.
—No quería despertarte, pero estabas…
—Estoy bien. —Repito las palabras de nuevo, más severamente esta
vez.
—Muy bien. —Sean se inclina hacia atrás contra la cama. Todavía
lleva su ropa. Yo uso una camisa y voy sin pantalones. Enredarme en las
sábanas siempre empeora mis pesadillas, pero esta ha sido la más horrible
que he tenido. Estoy sentada en el borde de la cama, de espaldas a él—.
¿Quieres hablar sobre esto?
46 —No.
—Muy bien, entonces, vamos a conseguir algo de comida y salir de
aquí por un rato.
—Sean… —Me vuelvo a mirarlo, preguntándome lo que quiere de mí.
La habitación está fría y tiene un aspecto desagradable. Es como si no la
hubieran limpiado en una década. Mugre cubre las paredes y la vieja
pintura está agrietada.
Hay archivadores a lo largo de la pared opuesta y una puerta de
metal para mantener a los empleados fuera. Me sorprende que Jon nos
dejara entrar aquí, especialmente por la forma en que él y Sean están a la
greña.
El vacío me consume y tiemblo. No sé qué hacer. Me siento tan
perdida. No puedo ir al único lugar donde quiero estar. Sean no me deja
tocarlo.
Sean debe leer mis pensamientos porque él extiende sus brazos
hacia mí.
—Ven aquí. —Hago lo que dice y me arrastro hacia él en la cama.
Cede por debajo de mí y me estrello contra su pecho. Los fuertes brazos de
Sean se cierran herméticamente alrededor de mí y besa la parte superior
de mi cabeza—. Aquí es donde perteneces.
Sé que no me quiere contra su pecho, de modo que es raro oírle
decir eso.
—Nadie se acerca de esta forma a tu corazón por mucho tiempo. Sé
eso. Está bien, Sean. Estoy pidiendo demasiado —comento evasivamente.
—Pero tal vez tienes razón. Tal vez deberías estar así de cerca de mí
todo el tiempo. Tal vez debería bajar un poco mis murallas, al menos
alrededor de ti. Confiaste en mí para hacer cosas que te aterrorizan porque
es lo que yo necesitaba. Puedo hacer lo mismo por ti. Te puedo sostener.
Te puedo dejar entrar.
Las lágrimas escuecen mis ojos y comienzo a parpadear
rápidamente, tratando de ahuyentarlas.
—No me digas cosas como esas. —Me aparto de él. No puedo aceptar
más promesas que se desmoronan en mis manos. Estoy completamente
loca.
Trato de ponerme de pie y caminar lejos, pero Sean agarra mi
muñeca.
—Quiero estar allí para ti, lo juro por Dios. Es sólo que no sé cómo.
47 Avery, dime lo que necesitas.
Niego con la cabeza y vuelvo el rostro lejos de él para que así no
pueda ver el dolor en mis ojos. Quiero un hombre que no necesite
instrucciones. Esa pequeña voz ágil en mi cabeza me recuerda, todos
necesitan instrucciones.
Presionando mis labios en una línea firme, miro de nuevo hacia él.
La ropa arrugada de Sean se aferra a su cuerpo tonificado. Su brazo se
extiende hacia mí, apenas aguantando. Es como si fuera a dejarme en paz,
si eso es lo que quiero. Y esa es la pregunta que no puedo responder. ¿Qué
quiero? ¿Quiero este tipo de relación? ¿Quiero ser propiedad de alguien?
Sin importar lo que diga, eso es parte de Sean Ferro. Aun cuando trate de
romper esa costumbre, siempre se sentirá de esa manera. Soy suya. ¿Es
eso tan malo?
Mi mente gira y lo compara con Black. Si trabajo para ella, también
será mi dueña. Parece que sin importar cuál es el camino que elija, alguien
va a hacer que haga cosas que no quiero hacer. No puedo imaginarme en
absoluto en la posición de Black, pero por otra parte, tener dinero y no
tener que preocuparme por dónde voy a vivir estaría bien. Se siente más
seguro que una vida con Sean. Los estados de ánimo de Sean cambian con
la brisa. Estoy caminando sobre cáscaras de huevo alrededor de él. Quiero
ser yo misma y Black me ofrece eso.
Antes de que pueda responder, Sean descarrila mis pensamientos.
Libera mi muñeca y se arrastra a través de la cama, arrodillándose delante
de mí. Me ofrece una sonrisa insegura. Esta ilumina su rostro por un
segundo y luego se desvanece.
—Debería devolverte esto, si te vas a ir. —Él saca el anillo de su dedo
y lo sostiene en alto para mí.
Mirándolo fijamente, me pregunto qué hacer. Quiero recuperarlo y a
la vez no. Quiero gritarle y quiero abrazarlo. Eso es… esa es la prueba. Si
él no puede hacer algo tan simple como un abrazo, no puedo soportar más
esto. Necesito ser consolada y necesito sus brazos alrededor de mí. Avanzo
sin previo aviso y envuelvo mis brazos alrededor de su cintura, y presiono
mi cuerpo firmemente contra su pecho. Sean se tensa y sus manos se
ciernen como si no sabe qué hacer. Justo cuando estoy a punto de
apartarme, sus manos fuertes vienen a mi alrededor, y me sostiene con
firmeza. Sean presiona un beso en mi sien y luego hace lo impensable: él
se da la vuelta y me posiciona encima de él.
Chillo y caigo sobre su pecho. Se ríe ligeramente, pero no me suelta.
—Tienes una mente morbosa, señorita Smith. Todo lo que quieres
48 son abrazos, día y noche. ¿Qué es lo que se supone que debe hacer un
chico como yo? Voy a tener una pequeña excoriación a este ritmo. —Su
burla es ligera, pero hay preocupación en sus ojos.
Le doy una palmadita en el pecho y trato de apartarme, pero él no
me lo permite. Los dos estamos riendo y un segundo más tarde estoy
mirando fijamente hacia sus labios, con ganas de probarlos. Sean desliza
su anillo en un archivador y desliza sus ojos por encima de mi cuerpo
antes de inclinarse lentamente. Es como un primer beso. Estoy ruborizada
y nerviosa, caliente y excitada. Me pregunto si va a hacerlo, si realmente
va a probar mis labios. Sean dijo que no lo haría, que necesitaba tiempo,
pero por la forma en que su mirada se sumerge en mi boca y la forma en
que apenas respira… me hace pensar que quiere este beso tanto como yo.
Decídete, Avery. No puedes seguir haciéndote esto a ti misma. La voz
dentro de mi cabeza tiene un tono de advertencia, como si estuviera
tratando de poner las pestañas en el fuego.
Él pasó la prueba del abrazo. ¡Cállate!, contrarresto.
Sí, porque esa era una gran prueba.
Dios mío, me he vuelto loca. Estoy hablando conmigo misma en
lugar de besar a un chico muy caliente. Un beso no va a doler nada.
Todavía puedo decidir las cosas más adelante. Esto no quiere decir nada.
Bueno, no debería, pero lo hace, y este abrazo lo es todo para mí, también.
Los ojos de Sean se clavan en mi boca y a medida que se acerca a
centímetros de mí, mi estómago se llena de mariposas. Observo esas
pestañas oscuras mientras se acerca cada vez más. En algún momento
dejo de respirar y sólo lo noto cuando me estremezco. Sean perdura
besablemente cerca, pero no se mueve.
—Bésame, Avery.
Aprieto los labios de una manera firme y muevo la cabeza muy
ligeramente.
—Sean…
—Bésame. Úsame. Toma todo lo que quieras. Soy tuyo. Voy a ser
tuyo hasta que tome mi último aliento y pienso en ti cada vez que veo el
cielo, el sol, o un copo de nieve. No puedo escapar de ti y no quiero. Di que
no te he perdido. Dime que todavía me amas.
—Yo… —Lo amo. Sé que lo hago, pero las palabras se pegan en mi
garganta. Me dan ganas de llorar, pero en lugar de ceder al lado emocional
49 dentro de mi ser, cierro la distancia y presiono mis labios sobre los suyos.
Mis ojos se cierran a medida que saboreo la forma en que su boca se siente
contra la mía, cálida y suave. Permanezco así un poco más de lo que
debería y luego me alejo.
Sean me mira cuando me siento de vuelta en mis rodillas y presiono
mis manos en mi regazo. Estoy temblando. Tengo que poner algo de
espacio entre nosotros. Tengo que pensar las cosas. Mi vida no ha salido
de la forma que quería, pero todavía hay un rescoldo de esperanza que me
indica que puedo cambiar las cosas. Me levanto de la cama y me pongo en
pie. Sean no se mueve. Su mirada azul decae como si supiera lo que voy a
decir.
—No puedo. Tengo que irme. —No doy más detalle. Mis ojos se
tornan vidriosos y le doy la espalda antes de que las lágrimas se derramen
por mis mejillas. Es como si alguien está apretando mi corazón con tanta
dureza que no puedo superarlo. Lo necesito y eso es lo que más me asusta.
Capítulo 10

D
ejo a Sean solo en la habitación y trato de encontrar a Jon.
El lugar está tranquilo. No creo que haya abierto el club
nudista ni una noche desde que lo compró. Me pongo los
zapatos, en cierto modo esperando saltar a través de la habitación con
poca luz. Justo antes de envolver mis nudillos en la puerta, una mano se
posa en mi hombro.
Quiero que sea Sean, pero cuando me doy la vuelta, es Trystan.
—Yo no entraría ahí, si fuera tú.
Asiento y evito su intensa mirada. Metiendo un mechón de cabello
detrás de mi oreja, explico:
—Necesito un paseo.
50 —Y un guardaespaldas. ¿En serio Sean va a permitirte andar por ahí
sin uno? —Trystan mira hacia atrás en la habitación en la que Sean y yo
dormimos con disgusto.
—No quiero uno. Trystan, sólo necesito un paseo. —Cuando él no
contesta, saco mi teléfono celular y busco algunas compañías de taxis.
Es entonces cuando resopla. Sus ojos se dirigen a la puerta y luego
de nuevo a mí.
—Guarda eso. Te llevaré a donde necesites ir.
—¿Tienes auto? —Lo digo porque no vi uno en el estacionamiento.
Él sonríe.
—Sí, tengo auto. —Unos momentos después una enorme Hummer se
detiene al frente. Las ventanas están tintadas tan negras como la pintura.
Hay un anciano conduciendo. Él se desliza fuera del vehículo y abre una
puerta.
Golpeo el hombro de Trystan a la ligera y rio.
—Bonito auto. Lo has hecho sonar como un viejo cacharro.
—Me guardo ese para uso personal. —Sonriendo satisfecho, Trystan
cruza los brazos sobre el pecho y se apoya en el vehículo—. Entonces,
¿necesitas compañía? No tengo que estar aquí para el ensayo por un par
de horas.
Echo un vistazo a sus ojos y puedo ver la preocupación. Él piensa
que Sean me maltrata, que estas lágrimas son debido a él, pero no lo son.
Son por mi culpa. Yo soy la que se alejó.
—No tienes que hacer eso. Sólo necesito un poco de aire, ¿sabes?
Él asiente. La sonrisa desaparece y se torna serio por un momento.
Trystan agacha la barbilla y mira hacia abajo a sus zapatos.
—¿Crees en el destino? ¿O crees que la vida es un evento aleatorio
tras otro?
Lo miro por un momento. Cuando levanta la vista hacia mí, puedo
decir que esto es importante para él, pero no estoy segura de lo que quiere
saber. Debe leerlo en mi cara, porque se explica.
—Si se trata del destino, sin importar lo que hagas, vas a terminar
con Ferro. Pero si vamos con los eventos aleatorios… a veces no hay
segundas oportunidades. A veces las cosas no funcionan, y la gente dice
“no estaba destinado a ser”, pero eso es mentira, ¿cierto? Quieres empezar
51 de nuevo. Lo veo en tus ojos, pero sigues permaneciendo en el pasado. Soy
culpable del mismo delito. Si eres una entusiasta del destino, entonces
hazlo, pero si quieres que las cosas salgan bien, entonces sólo hay una
manera de hacerlo y salir corriendo no va a resolver ese problema.
Me tenso y le espeto:
—Una vida de psiquiatras no pudo solucionar mis problemas. No
actúes como si me conocieras. No tienes derecho.
Trystan levanta sus manos con las palmas hacia mí, como si él no
pretendiera hacer daño.
—Por supuesto. —Su sonrisa regresa cuando subo el Hummer—.
Dile al conductor a dónde quieres ir. Espero que esta no sea una
despedida, Chica Prostituta.
Sólo puedo asentir, porque no sé lo que es esto. Mi estómago se
retuerce y apenas puedo tragar. El chofer cierra la puerta y le doy la
dirección antes de sentarme en el asiento. Disfruto el silencioso paseo
hasta que nos detenemos frente a los apartamentos.
Después que el conductor abre la puerta, yo salto.
—¿Esperaría un momento? No estoy segura que esté en casa.
—Por supuesto. —El viejo no es como Gabe. Él es delgado como un
riel y parece que podría caerse si el viento sopla demasiado fuerte.
Me apresuro a la puerta y llamo. El temor inunda mi estómago,
porque es posible que él me pida que me vaya, pero no puedo. Es uno de
mis mejores amigos y cuando todo esto empezó no me condenó por mi
nuevo trabajo.
Marty abre la puerta. Es temprano y nublado. Se detiene en la
puerta con el sueño en sus ojos y su cabello color arena completamente
desordenado. Lleva unos calzoncillos a cuadros que cuelgan bajo en sus
caderas delgadas y una camiseta suelta una vez blanca.
—Hola —digo tentativamente. Cuando él no contesta agrego—: No
sabía si debía venir…
Marty me da una de sus sonrisas características y me arroja entre
sus brazos para un abrazo rápido. Cuando se retira, me sostiene por los
hombros.
—Siempre serás bienvenida aquí.
Me despido del conductor con la mano y avanzo al interior. Su
52 apartamento luce justo de la forma en que lo recuerdo. La pequeña
habitación tiene su cama, una cocina con platos sucios en el fregadero,
cajas de pizza esparcidas por el suelo, y sus libros están en todas partes.
—Los finales acaban de terminar. Lo siento, el lugar es un desastre.
—Se frota los ojos con fuerza y toma una respiración profunda.
—Está bien.
Él me mira mientras va a la cocina.
—Entonces, no te presentaste a ninguno, ¿verdad? —Hay una
pequeña molestia en su tono de voz, como si estuviera decepcionado
conmigo.
—No, algo ocurrió. —No quiero entrar en detalles sobre el hombre
que trató de matarme, porque no puedo decirle a nadie, ni siquiera a
Marty, que asesiné al piloto. Me estremezco de pensar en ello, y empujo el
pensamiento a distancia. Voy a volverme loca antes de cumplir los treinta.
Puedo sentirlo. Voy a ser la señora Long Island con cuarenta y dos
millones de gatos. Va a ser gatolandia por todas partes. Gimo y me siento
en un taburete.
Marty mete un plato de cereal seco frente a mí.
—Lo siento, no tengo leche. Se volvió requesón hace una semana. No
he ido de compras todavía.
—Está bien. —Alzo algunas hojuelas de maíz azucaradas y la arrojo
en mi boca—. ¿Cómo han estado las cosas?
Se inclina hacia atrás contra el mostrador y vierte un poco de cereal
en su boca directamente de la caja antes de contestar.
—¿Quieres decir antes o después que encontraran a una chica
muerta en el hotel donde estabas? ¿O cómo me colgaste a mitad de la
llamada y no te molestaste en decirme ni una mierda? Porque justo en ese
entonces, estaba de maravilla. Jodidamente maravilloso, Avery. —Golpea
la caja sobre el mostrador y me da la espalda.
Se aferra las sienes con las manos como si tuviera un dolor de
cabeza enorme.
—Pensé que estabas muerta. Mel desapareció, y nadie tuvo la
decencia de decirme ni una puta mierda, así que por supuesto que estoy
bien. —Cuando se da la vuelta, Marty me mira enojado. La mirada es tan
fría que me estremezco.
53 Nunca antes le había oído maldecir tanto. Es enervante viniendo de
él.
—Te habría llamado si hubiera podido. Las cosas están fuera de
control y vine aquí porque quería tu ayuda, pero si estás demasiado
molesto…
Marty inclina la cabeza hacia un lado y sus hombros se tornan
rígidos. Tan pronto como hablo, comienzo a ir hasta la puerta, lista para
irme. Marty se desinfla y me detiene. Agarrando mi muñeca, me da la
vuelta.
—Estaba preocupado por ti, eso es todo.
—Y hay mucho de qué preocuparse, es por eso que estoy aquí.
Él asiente. Es un reconocimiento de que no traerá a colación las
últimas noches, o preguntar por ellas otra vez. Su mano sigue aferrando
mi muñeca. Es entonces cuando su mirada se estrecha en la herida en mi
brazo. Estoy usando una sudadera con capucha por encima de mi camisa
y unos pantalones vaqueros. Tenía frío cuando me fui, así que la agarré.
Creo que es la sudadera de Jon, así que es demasiado grande para mí.
Empujé las mangas hasta mis codos, de modo que él puede ver parte de
mi herida.
—¿Qué demonios?
Jalo mi brazo lejos de él y empujo hacia abajo las mangas.
—No lo hagas. —Son sólo algunas palabras de advertencia que
significan un millón de cosas. No lo digas. No me presiones. No
preguntes… simplemente no lo hagas.
Su mandíbula se tensa y puede decir que quiere gritarme, pero no lo
hace.
—Entonces, ¿qué puedo hacer por ti, Avery?
Resoplo y murmuro:
—Me gustabas más cuando pensaba que eras gay.
Él pone los ojos en blanco antes de revolotear sus pestañas hacia
mí.
—Vamos, amiga. Dime qué está pasando por tu mente y entonces así
podemos tener un festival de perras, quejándonos sobre los hombres y
comer demasiadas rosquillas. —Él me mira y finalmente sonríe. Su voz se
remonta al tono anterior, sin la llamarada adicional—. En serio, Avery,
54 estoy aquí para ti. Sólo estoy agotado. Los finales fueron terribles y ya
estaba muy preocupado por ti. Parece que tenía todo el derecho a estar
preocupado.
—Lo hiciste. Estoy en un mal lugar. —Le cuento la forma en que
Black me quiere hacer una Señora y que le debo un montón de dinero.
Explico por qué no quiero que Sean pague la deuda y que Black pagó mis
facturas de hospital—. Me horroriza decir que la idea de ser una Señora no
es horrible. —Estoy agarrando mis manos en mi regazo, retorciéndola
hasta que arden.
Marty está sentado en el suelo frente a mí, de espaldas a la pared.
—Sólo hay una pregunta que debes hacerte, ¿quieres hacerlo? —Me
encojo de hombros—. Suena mejor que ser una prostituta. ¿Cuánto tiempo
te llevará pagar a Black si dices que sí?
—No lo sé. No mucho, supongo. Mucho más rápido que si siguiera
trabajando como una puta.
—Parece que quieres el trabajo, entonces, acepta.
—¡Es inmoral, Marty! —Mi mandíbula cae por la rapidez con que me
impulsa a tomar el trabajo.
—¿A quién le importa? Te dará la vida que querías y, además, no es
como si fueras la pequeña Señorita Santa en este momento de todos
modos. Eres una puta. Una Señora es un paso adelante. —Jadeo cuando
dice esas últimas palabras. Siento como si me diera un puñetazo en el
estómago—. Avery, no seas así.
—¿Cómo? ¿Humana? ¡Marty! —Hago un ruido en la parte posterior
de la garganta y salto a mis pies. Marty no se levanta. Se sienta allí con
sus largas piernas extendidas, cruzadas en los tobillos. Camino de un lado
a otro como un elefante, golpeando mis pies con fuerza en el suelo.
—Avery, eso es lo que eres. Tienes que estar orgullosa de eso, de lo
contrario va a carcomerte hasta que no puedas ni soportar mirarte en el
espejo nunca más. ¿Acaso Black tiene problemas éticos con su trabajo?
¿Con aprovecharse de las universitarias pobres? No, no lo hace. Si quieres
esa vida, no te tiene que importar ni una mierda. Es dinero. Es tu cuerpo.
Siéntete orgullosa o déjalo. No puedes ser una mojigata y una puta a la
vez. La dicotomía te volverá loca.
Dejo de caminar y apunto dos dedos a mi cabeza.
—¡Hola! ¿Qué crees que está pasando aquí? ¡Odio esto!
55
—Entonces, renuncia. Deja que Ferro pague tu deuda y aprovecha.
Es por esto que vine aquí. Marty es tan práctico que a veces resulta
siendo más que despiadado. Mirando hacia él, confieso finalmente.
—Sean me propuso matrimonio.
—Entonces, hay condiciones en ese dinero. ¿Y qué? Acepta y luego
déjalo.
Niego con la cabeza y me apoyo contra la pared, de pie al lado del
lugar donde se encuentra Marty.
—No quiero dejarlo. —Me deslizo por la pared hasta que Marty y yo
estamos sentados cadera a cadera.
Él se queda en silencio por un tiempo.
—¿Dónde está tu anillo?
—Lo devolví.
—¿Por qué?
—Porque no sé lo que quiero. Es oscuro, Marty. Estoy harta de vivir
así. He estado de luto por demasiado tiempo. Paso más tiempo en el
cementerio que un niño gótico. Sólo quiero vivir de nuevo, pero no sé
cómo. Sean me hace retroceder.
—Recuerdo escucharte decir lo contrario. En realidad, sé que dijiste
que él te hace olvidar tu pena y dolor. Todo se desvanece cuando el hadita
Sean esparce su polvo mágico sobre ti y te honra con su presencia mágica.
—Marty mueve sus dedos cuando dice polvo mágico y utiliza una voz
burlona que se parece mucho a la mía.
—Sí lo he dicho, y la mayor parte del tiempo es verdad.
—Pero… —Indica cuando no contesto. Sin embargo, no puedo
responder. Sería cruel. El chico está enamorado de mí y hablar de tener
relaciones sexuales con otro hombre es simplemente incorrecto. Antes de
que pueda responder, dice—: Ah, la bestia de dos espaldas. Sí, sería raro
hablar de eso.
—¿Tuviste final de literatura inglesa?
—Sí. Shakespeare era un poco pervertido. De todos modos, de nuevo
a tu problema con el trabajo: resuélvelo.
—Vaya, gracias. ¿Por qué no pensé en eso? —Pongo los ojos en
56 blanco cuando Marty choca su hombro contra el mío.
—Puedes ser toda una idiota, ¿lo sabes?
—¿Qué? ¿Yo?
—Sí, tú. Si no te gusta la forma en que van las cosas con el Sr.
Monstruo en el Saco, dile. Los buenos amantes se hacen, no nacen. Si no
hablas con él, ¿cómo se supone que va a saber?
—Él sabe. Me pareció que era una buena cosa comprometernos,
pero no puedo seguir haciendo las cosas que le gustan. —Me quedo
mirando hacia la nada recordando la caja. Me llevo mis rodillas hacia el
pecho y aferro mis tobillos tan fuerte como puedo—. A veces me da miedo,
Marty.
Durante mucho tiempo, nadie habla. Nos quedamos sentados allí en
un silencio cómodo. Marty finalmente comienza.
—Tu marido debe ser tu mejor amigo, él no debería asustarte. Estoy
a favor de que seas feliz, Avery, pero suena como a un imbécil. En
realidad, sé que lo es.
Me estoy mordiendo el labio superior, pensando.
—Entonces, ¿piensas que debería tomar el trabajo con Black y dejar
a Sean?
Se levanta del suelo.
—Creo que deberías hacer lo que te hace feliz. De todos los que
conozco, tú te mereces la felicidad más que nadie. —Él se agacha,
extendiendo su mano hacia mí—. Venga. Te voy a llevar a Friendlys.
Necesitas un helado… un Jim Dandy Sundae.
Tomo su mano y Marty me ayuda a ponerme de pie. Es tan fuerte
que casi choco contra su pecho. Me quedo ahí por un segundo. Nuestros
ojos están fijos y sé lo difícil que debe ser para él. No podría estar en torno
a Sean y escucharlo sincerar su alma por otra persona. Prefiero clavar
algunas astillas en mis ojos.
Él se mantiene cerca, mirándome con sus ojos castaños.
—Gracias por ayudarme.
—En cualquier momento. —La mirada de Marty permanece fija en
mi cara por un rato más, y luego se aleja.
57
Capítulo 11

D
espués que Marty se viste con su atuendo hippie, nos
dirigimos de nuevo a mi habitación. Necesito buscar ropa y
ducharme.
—No debería estar aquí. Alguien me disparó el otro día.
Para cuando lo digo, ya estamos en mi habitación. Amber ha estado
aquí y vació la mitad de su armario en mi cama. Ha destrozado la
habitación totalmente y todavía huele a humo. Sus sábanas están
arrugadas y hay una marca de agua en ellas, todavía fresca. Es tan
desagradable. Tomo toda su basura y la descargo en su cama.
—Desearía que mantenga sus porquerías en su lado de la
habitación. Odio cuando hace esto.

58 Marty me agarra por el codo. Me estremezco y él me libera. La herida


todavía me duele.
—¿Qué carajo está pasando contigo? ¿Quién te disparó?
Sacudo la cabeza.
—Ahora no. Deja que busque mis cosas y salgamos de aquí. Si Sean
o Black se enteran que estuve aquí, bueno, prefiero que no.
Marty se pone rígido, y cruza los brazos sobre el pecho. Se ve como
un hippie que podría acabar con Manhattan. Ironía.
—Bien. Date prisa. Voy a vigilar la puerta, y no hace falta decir que
cualquier persona que se meta contigo mientras estoy cerca muere.
Le sonrío. Las palabras suenan tan mal que es ridículo, sobre todo
viniendo de su boca.
—Entendido.
Me las arreglo para ducharme, cambiar, y agarrar una bolsa de ropa
antes de salir a toda prisa otra vez. Marty y yo dejamos la habitación y es
entonces cuando nos encontramos con Amber.
—Puta —dice al pasar a mi lado.
Me detengo y vuelvo.
—Yo no soy la que ha dejado manchas en las sábanas. Y, oh sí, no
arrojes tus porquerías en mi cama. Me tomé la libertad de poner tus cosas
en tu lado de la habitación. Podrías querer mover esa camisa de seda zorra
que tanto te gusta. Sería una lástima si se moja.
Marty parece aburrido.
—¿En serio? ¿Van a tener otra pelea de gatas? Deberíamos
comprarle a las dos trajes de Catwoman. Al menos eso sería más
entretenido.
—Cállate, rarito —le espeta Amber. Marty sólo se ríe en respuesta, lo
que hace a Amber pasar a modo perra nuclear—. Ríete, porque mientras
ustedes dos estaban hablando sobre problemas de chicos, yo estaba allí en
realidad follando con un hombre de verdad.
—Creo que querías decir tres o cuarenta. —Marty responde con una
sonrisa en su rostro—. Olvido lo perra que eres cuando no nos vemos
durante unos días. Verás, yo, soy un chico de una sola chica y también lo
es Avery. Somos románticos y tú eres repugnante. Como ella dijo, camisa
de seda, parte inferior de la pila de mierda que Avery echó en tu cama.
Mejor que vayas por ella.
59
—¡Me las vas a pagar incluso tú por eso, zorra!
La gente nos está viendo ahora. Algunas puertas se han abierto y
algunos estudiantes se ciernen al final de los pasillos.
—Adelante, inténtalo. —Me di vuelta para irme, pero Amber se ríe
con esa horrible carcajada de ella mientras me hace volver atrás.
Ahora está sosteniendo su teléfono.
—¿Quién quiere ver a Avery enviándose mensajes sexuales con mi
hombre?
Por un segundo, creo que es un farol, pero varía el volumen en su
teléfono y escucho mi voz medio extasiada. Me abalanzo, tratando de
quitarle el teléfono, pero ella ya está pasándolo a otra persona. Amber me
da una sonrisa satisfecha.
—¿Quién es la verdadera puta aquí, Avery? Por lo menos no acepté
dinero de su parte.
Ella sabe. Mierda, ella sabe lo que he hecho.
Amber se ríe y grita a la multitud:
—Asegúrense de ver muy bien. Ustedes también pueden obtener ese
tipo de acción, y por lo que sé, no cuesta mucho. —Amber se vuelve hacia
mí y me guiña. Avanza a nuestra habitación, cacareando.
Mis manos están apretadas a los costados y todo mi cuerpo está
temblando. Si voy detrás del teléfono, van a seguir alejándolo de mí.
Empiezo a temblar. Rechinando los dientes juntos, siseo:
—Espero que muera. Es una horrible excusa de ser humano. ¡Tú
eres la maldita zorra! —le grito, pero Amber está muy lejos.
Las manos de Marty se posan en mis hombros.
—Vamos, Avery. Sigue caminando.
Las lágrimas se derraman en mi cara.
—Van a compartirlo. Ese video estará en todas partes.
—Conociendo a Amber, ya lo está. Camina. Vamos. —Él tira de mi
brazo bueno y me empuja hacia las escaleras. No me concentro en nada
hasta que estamos frente al restaurante.
Marty está sentado frente a mí y me dejo caer en el asiento,
60 odiándome.
—Es por esto que no creo que debas aceptar el trabajo de Señora. Si
esto le sucedió a Black…
—Esto no le habría sucedido a Black.
—Exactamente mi punto. El sexo es poder, Avery. Todos saben eso.
No es que Amber se metió en tu vida privada. Si vas a hacer esto tienes
que ser temible. No lo eres.
Me quejo, está bien, es más como un gemido.
—No sé cómo serlo.
—Sí lo sabes. Luchas en respuesta, y me di cuenta que querías
arañarle la cara. Bájale aunque sea una muesca de modo que no esté claro
cómo vas a lastimarla, pero que sepa que vas por ella. Y entonces
aduéñate de la situación. Si te cogiste a la mitad en Manhattan, es tu
problema. Siéntete orgullosa. Elegiste esta vida.
Esas tres últimas palabras hacen algo por mí. No sé si es bueno o
malo, pero siento algo entrar en combustión dentro de mí. Estoy cansada
de luchar con la gente y ansío el respeto que exige la Señorita Black. Tal
vez no voy a ser como mi madre y hacer las mejores albóndigas del mundo,
pero ¿a quién le importa cuando nadie me respeta?
Mi mirada se desplaza hasta Marty.
—Lo hice, y lo haré. Basta de esconderme. Basta de medias Avery.
—Así se habla.
—Lo haré, y ni siquiera voy a llegar al mismo nivel de Amber, voy a
superarla.
Una sonrisa repta por mis labios.
—Bueno, esa es mi chica.

61
Capítulo 12

M
arty y yo somos los únicos que pedimos helado. Todavía no
es aún la hora del almuerzo. Me pedí un helado de
chocolate con salsa de mantequilla de maní y chocolate
caliente. Cinco cucharadas. Marty está sentado frente a mí, tratando de
mostrarme que puede tragar todo un plátano entero.
—¿Y eso impresionaría a una mujer, porque…? —Me rio de él
cuando se ahoga—. Dame eso. —Tomo la otra mitad del plátano de su
helado y lo deslizo entre mis labios hasta que desaparece casi hasta la
punta.
—Superdotada.
La forma en que lo dice me hace reír y comienzo a ahogarme. La
mitad del plátano desciende y la otra mitad sobresale fuera, cae de mi
62 boca, y rueda sobre la mesa. Los ojos de Marty se abren como platos.
—Eso fue realmente aterrador. Mi verga simplemente saltó en mi
cuerpo y dudo que baje otra vez por semanas.
Me rio y asfixio de nuevo. Agarro mi vaso de leche y me lo tomo.
—Tus niños necesitan un poco de atención.
—No de ti. ¡Querido Dios! ¡Lo aterraste!
Los dos estamos riendo tanto que en realidad no podemos hablar.
Cuando recupero el aliento, me las arreglo para decir:
—En serio, Marty. Necesitas algún tipo de acción. Salir con alguien.
Tener una cosa de una sola noche.
Me ofrece la clásica expresión de Marty, con la comisura de su boca
alzada en una sonrisa al estilo Elvis.
—Oh, ¿tienes a alguien en mente? ¿Y qué me vas a cobrar, Señorita
Thang? ¿Ese va a ser tu nombre de Señora? Porque definitivamente creo
que debería serlo. La Señorita Thang, con algunos chasquidos adicionales
al pronunciarlo. —Él lo hace y me observa.
Me quedo viendo mi helado.
—Estoy tan confundida. Quiero la valla blanca, no una oficina llena
de idiotas comprando chicas.
—Entonces, quédate con ambas cosas. Puedes ser la Señora
suburbana. ¿Quién dijo que no podías tener la valla?
—No van juntos. Esa clase de vida es dulce y tranquila, con niños y
un perro. La vida que Black me está ofreciendo es agitada, poderosa y con
dinero en efectivo —contesto, echándole un vistazo.
—Como he dicho, haz las dos cosas. —Estoy a punto de decirle que
no puedo, y él me interrumpe—. Piensa a largo plazo, Avery. Haz esto por
un tiempo, el suficiente para comprar la casa y la vida que deseas, luego
renuncias.
—Eso me suena familiar.
—En ese momento no eras una Señora, y has tenido una racha de
mala suerte.
—Nadie se casaría conmigo después de eso. Eso sería todo un
armario y medio lleno de esqueletos, más esqueletos en el sótano,
esqueletos en el baúl… estarían en todas partes para entonces. —Por no
63 hablar del real descomponiéndose en estos momentos. El pensamiento me
da náuseas.
Debo haberme puesto verde, porque Marty me empuja su refresco.
—Bebe. —Después de un momento, pregunta—: ¿Te sientes mejor?
Asiento.
—Sí, gracias.
Recostándose en la cabina, Marty asiente.
—Y si no es demasiado atrevido, yo lo haría.
—No podría pedirte que hagas eso. —Meto el helado en mi boca y me
concentro en el chocolate. El increíble dulzor podría hacer que una
persona tenga un orgasmo. Una persona, como yo. Estuve a punto de
gemir.
Marty se ríe.
—Te daría una jarra de chocolate caliente todos los días.
—Y pesaría unos ciento cuarenta kilos.
—Y nunca me olvidaría de tu cumpleaños, y de vez en cuando me
vestiría como un vaquero, sólo por diversión.
Eso me hace querer vomitar.
—¡Marty! —El sexy vaquero Marty era la cosa más divertida que
jamás había visto y me habría reído si no quisiera matarlo a la vez.
Empuja una servilleta hacia mí y me limpia las salpicaduras de
chocolate con sus manos.
—Lo digo en serio. Voy a ser tu plan de respaldo. Si le dices que sí a
Black, te aceptaré sin importar la cantidad de cosas que hayas hecho, o
con quién las hayas hecho. Dime que soy lo suficientemente bueno para
ser el plan B, Avery. Te daré la valla blanca y podemos nombrar al perro
Bob. ¿Qué dices? —Él extiende su mano, para dar mayor seriedad a su
oferta.
Es entonces cuando me doy cuenta que así es. Me quiere de todas
formas que me puede tomar, y si sigo adelante con el trabajo de Black
nadie me querrá. Significará que tendré que dejar a Sean, porque si elijo a
Black por encima de él, nunca me perdonará.
64 Extendiendo la mano, acepto la mano de Marty y la agito.
—Es un trato. Soy tu esposa de vallas blancas. Cuando todo se vaya
a la mierda, me tendrás que levantar.
Él sonríe y sigue con un guiño.
—No lo dudes.
Capítulo 13

P
aso el resto del día con Marty. Mi teléfono suena justo después
de comer la cena. Es Black.
—¿Hola?
—Ve a tu dormitorio y espera. Ferro estará allí en breve. —La línea
muere.
Suspiro, y me dejo caer en mi asiento antes de empujar mi cabello
fuera de la cara.
—¿Me puedes llevar de nuevo al dormitorio?
Marty se ve confundido.
—Pensé que se suponía que debías mantenerte alejada de allí.
65 —Así es, pero Black dijo que Sean irá hasta allí.
Marty asiente y paga la cuenta. Me deja en la residencia y se aleja
después que entro. Me detengo en la parte inferior de la escalera, sin
querer hacer frente a todas las burlas que vendrán cuando suba. Decido
tomar una copa primero y luego subir con Sean.
Empujo la puerta y entro al bar más cercano, que me lleva una
pequeña caminata conseguir. Los autos pasan zumbado más allá de mí y
me preocupa que cada uno intente hacerme un agujero en la cabeza. Le
escribo a Sean y le digo dónde encontrarme.
Él responde: No. Ve a tu habitación.
Eso me hace reír. Le escribo de vuelta: Oblígame.
Entonces guardo mi teléfono y no contesto cuando llama. Sí, estoy
actuando como un niño caprichoso, pero puedo tratar con eso. Me meto al
interior y voy a un rincón del fondo para que nadie pueda caminar detrás
de mí.
El camarero es muy caliente. Toma mi pedido y lo lleva de inmediato.
—¿Día duro? —pregunta después de colocar el vodka frente a mí.
—Vida dura. Trae un poco más de estos en un rato.
El chico caliente me sonríe.
—Sí, señora.
Voy por la bebida y sólo jadeo un poco. Para cuando mi tercera copa
está en mi mano, Sean está en la puerta. Se ve molesto y hermoso. Sus
hombros se elevan rígidos y su mandíbula está tensa. Una camisa oscura
se aferra a su pecho por debajo de la chaqueta de cuero que tanto ama.
Unos jeans azules encajan cómodamente en sus caderas y tiene sus botas
asesinas.
Sean echa un vistazo por la habitación hasta que me ve. Toma un
par de zancadas, saca una silla y se sienta.
—¿Oblígame?
Mis ojos se clavan en Sean.
—Eso es lo que dije.
—Escucha, me puedes odiar todo lo que quieres mañana. Tenemos
todo preparado. Tengo una caja para colarte en ella, pero la gente necesita
ver que entras en la habitación. Los hombres de Black están en su lugar.
66 Entras y sales. Nada malo va a pasarte. Lo prometo. —Sean toma mis
manos cuando dice las dos últimas palabras—. Tenemos que hacer esto.
Asiento lentamente y finalmente siento los efectos del alcohol.
—Lo sé, pero no lo voy hacer sobria. Las chicas claustrofóbicas no
tienen cabida en cajas, no a menos que estén drogadas. Así que aquí
vamos. —Me bebo otra copa, y sin querer respiro cuando no bebo lo que
hace que mi nariz se sienta como si estuviera en llamas. Me ahogo y busco
el vaso de agua.
—Todo un peso ligero.
—Mucho mejor que ser una puta gorda. Una flaca es preferible,
¿verdad? Salud. —Sostengo mi próximo vaso frente a él cuando él me da
una mirada interrogativa.
—¿De qué estás hablando?
—De los videos de Tipo Desnudo escribiéndose mensajes sexuales
conmigo. Resulta que Amber no los eliminó todos y esta mañana pasó su
teléfono alrededor de medio piso y yo tuve que quedarme allí de pie
mientras ella lo hacía.
La ira brama en los ojos de Sean. Se pone de pie bruscamente y
toma mi muñeca.
—Vámonos. Nos ocuparemos de esto.
Me aparto.
—Mierda, no. Yo me encargo de esto. Voy a patearle el culo y echarla
por la ventana. Después, voy a meterme en mi caja y dejar que tu gente
limpie el desorden. —Me bebo otra bebida de golpe antes de que él me
pueda guiar, pero la mayor parte de la gente se aparta de su camino—.
Sean —lloriqueo su nombre antes de dejar caer el vaso en el suelo.
El camarero comienza a decir algo. Él se detiene frente a Sean, pero
Sean empuja doscientos dólares en su mano.
—Perdona el desorden.
—¿Estás bien? —pregunta el camarero caliente.
—Sí, este es el señor Ferro y el señor Ferro es en cierto modo un
malhumorado, el cien por ciento de las veces. —Sonrío al camarero y me
despido balanceando mis dedos—. Por favor, discúlpame. Tengo que ir a
buscar mi caja.
Sean resopla y espera a regañarme hasta que estamos fuera, pero ya
67 estoy borracha, así que no me importa. Hay una serena sonrisa pegada a
mi cara.
—Avery, vamos muy tarde. Este plan no funcionará si la gente no te
ve.
—Sí, soy consciente de eso. —Sean está molesto pero no dice más
nada. Me subo a su pequeño auto deportivo negro que está estacionado
junto a la acera, y conducimos de nuevo al dormitorio—. ¿Dónde está tu
moto?
—Ya no la uso, nunca más.
—¿Por qué?
—Porque sólo es divertido cuando estás conmigo. Por lo demás es
una gran pieza voluminosa de mierda.
Me rio. No puedo evitarlo.
—Eso no está bien, Sean. Dijiste que te gustaba. Es tan bonita y
brillante.
—Y pesada y lenta…
Sean nos conduce de vuelta al dormitorio y estaciona hacia la parte
posterior del lote antes de apagar el motor, y rodea el auto para abrir mi
puerta. Puedo caminar, pero mi cabeza se siente ligera, lo cual es bueno.
Tengo que golpear a Amber en la cara y entrar en una caja. Uno y dos.
Sean se encargará del lunático que me está cazando y luego no habrá
ningún problema.
Todo estará bien.

68
Capítulo 14

N
adie me dice ni una palabra cuando Sean está a mi lado.
Tiene esa vibra escalofriante que irradia de él en olas
descomunales. Caminamos por las escaleras lentamente.
Sean está tan irritado conmigo que está a punto de estallar. Vamos muy,
muy tarde. No me molesté en decirle en qué bar estaba exactamente, sólo
que estaba en Sunrise Highway. De manera que cuando él me encontró y
me trajo de nuevo al dormitorio, ha pasado casi una hora.
Caminamos por el pasillo juntos y saludo a las personas que quieren
contratarme luego, pero parecen asustados del fuerte hombre escalofriante
en mi brazo. Paso la habitación de Asia y la veo sentada con su novio. Ella
llama entonces:
—¡Oye! ¡Avery, espera un segundo! —Asia sale corriendo y le da una
69 mirada a Sean. Todavía está enojada conmigo, pero no dice nada acerca de
cómo la traté el otro día—. Creo que eres una perra, pero me acabo de
enterar que Mel abandonó todos sus finales, cosa que no es característico
de ella. Si no vuelve a casa pronto, voy a reportar su desaparición.
Sean habla por mí.
—Tu amiga se enamoró de una estrella de rock y la vieron por última
cerca de treinta kilómetros de aquí.
Asia se ve sorprendida.
—¿Tú la viste?
—Regresará pronto. Si nos disculpas, tenemos que llevar a esta
chica a la cama. Ha tomado un poco demasiado.
—Sí, claro. —Asia desaparece en su habitación.
Cuando estamos frente a mi puerta, puedo escuchar la música de
Amber a tope en el interior.
—Oh, qué asco. Esa es la canción de Amber cuando tiene sexo.
—¿Está con un tipo allí dentro? —Sean me mira, mientras aún
sostiene mi brazo.
—Sí, eso o se lo está haciendo a sí misma. ¡Amber! —Desbloqueo la
puerta y entro lista para luchar, pero me quedo sin aire. La primera cosa
que veo es a mi compañera sentada en el suelo, frente a la puerta, con un
agujero de bala en la cabeza. La sangre fluye de la herida y se escurre
entre sus ojos. Mis pies no se mueven. No puedo hacer que lo hagan. Sean
me empuja dentro y pronuncia una serie de malas palabras, pero todo lo
que puedo pensar es que la quería ver muerta y ahora lo está.
Mis manos vuelan a mi boca a medida que trato de tragar un sollozo.
Es cuando giro lentamente y veo a Sean. Él está mirando alrededor de la
habitación, y notando el montón de cosas en la cama de Amber. Mi cama
está a medio camino en el suelo y la otra mitad cubriendo el colchón. Tiene
bultos, como si alguien estuviera bajo las sábanas. Una mancha de color
rosa se está extendiendo a través de mis sábanas blancas. Sean llega a la
manta y tira de ella hacia atrás.
Tipo Desnudo está acostado en la cama. Le dispararon varias veces,
pero los lugares que se destacan son los hombros y entre sus piernas. Es
como si alguien quería torturarlo antes de matarlo.
Es cuando comienzo a tartamudear.
70 —Pero esa se suponía que era yo. Esa es mi cama. Alguien quería…
quería hacerme eso a mí. Se suponía que iba a ser yo. —Mi cuerpo se
torna rígido y siento que voy a vomitar.
Sean no espera. Me saca corriendo de la habitación, bajamos las
escaleras y entramos en un auto esperando por nosotros.
Gabe suena molesto.
—¿Sin ninguna caja otra vez? Black va a estar…
—Sal de una puta vez de aquí y no dejes que vuelva. Él ya estaba
aquí y confundió a su compañera de cuarto con Avery.

Fin…
Próximo Libro

Es difícil confiar en nadie más. Todo


el mundo es sospechoso. Y no tengo
ningún respiro, no hay descanso. No
puedo dormir después de todo lo que he
pasado.
Sean se está escapando entre mis
manos, retrocediendo de nuevo al
monstruo que era. Sola, estoy siendo
sofocada por la cubierta fría de la muerte.
Demasiadas personas han muerto… esto
71 termina esta noche. Si me mata, que así
sea.
Sobre la Autora

H.M. Ward nació en Nueva York, y vive


en Texas. Estudió teología, ciencia que le
fascina. Le encantan las historias que
combinan la teología, la cultura y la vida.
Siempre le ha gustado crear. Desde
pequeña ama escribir y pintar. Opina que
ambas se complementan entre sí en su
mente. Dice: ¨Mis palabras se extendían como
la pintura sobre el papel, y me gusta recrear
un encuentro emocional entre el lector y la
72 experiencia¨.
Es una romántica empedernida. Cree
en el amor verdadero, y tuvo la suerte de
encontrarlo y mantenerlo. Le encantan las
historias sombrías y melancólicas y la
música. Toca el violonchelo, y competía
cuando era más joven.
Créditos
Moderadora.
LizC

Traductora.
LizC
73

Corrección, recopilación y revisión.


Samylinda y LizC

Diseño.
Cecilia.
¡Visítanos!

74

También podría gustarte