Está en la página 1de 73

1

Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por lo cual no tiene costo
alguno.
Es una traducción hecha por fans y para fans.
2
Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo si consigue
atraparte.
No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus redes
sociales, recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso
haciendo una reseña en tu blog o foro.
Índice
Sinopsis Capítulo 11
Capítulo 1 Capítulo 12
Capítulo 2 Capítulo 13
Capítulo 3 Capítulo 14
Capítulo 4 Capítulo 15
Capítulo 5 Capítulo 16
Capítulo 6 Capítulo 17

3 Capítulo 7 Capítulo 18
Capítulo 8 Próximo Libro
Capítulo 9 Biografía del Autor
Capítulo 10
Sinopsis
Hay tanta sangre que no puedo pensar. La noche va de la felicidad al
caos en cuestión de segundos. A medida que la verdad comienza a
desmoronarse, está claro que no puedo confiar en nadie, excepto en Sean
Ferro. El mismo hombre que amenaza con destruirme también podría ser
mi salvación… y yo podría ser la suya.

The Arrangement #12

4
Capítulo 1
Traducido por âmenoire

E
sto no puede estar pasando. La frase se repite una y otra vez
en mi mente mientras mi piel hormiguea con temor. Hay tanta
sangre en la alfombra, filtrándose desde debajo de la sábana.
Aplastar la piedra negra no le ayudó.
El policía todavía no me ve. En cualquier segundo girará y no tengo
idea de lo que diré. El piso no está cerrado. No sé por qué y no me importa.
Sean va a matarme por regresar aquí arriba, pero no puedo dejar a Mel
así. Mi corazón está atrapado en mi garganta, formando un nudo gigante
que no se irá sin importar cuán fuerte trague.
Un ruido me saca de mi trance y miró hacia el bolso, apretado
fuertemente en mis manos. El policía se gira y me ve. La voz de Sean se
5 extiende desde dentro de la habitación y solo lo notó cuando se detiene.
Sabe que estoy aquí. El tono de llamada suena de nuevo antes que me dé
cuenta lo que eso significa. Mis hombros se tensan y busco a través de mi
bolso, tratando de encontrar el teléfono tan rápido como es posible.
—No debería estar aquí arriba, señorita —dice el policía y empieza a
caminar hacia mí.
Mi sonrisa es débil, casi tímida.
—Lo siento, yo… —Dejo de hablar y miro la fotografía en mi pantalla.
Hielo baja por mi columna e inunda mi estómago. El asesino de Mel robó
su teléfono y me está llamando. El vulgar tono de desnudista suena de
nuevo y deslizo el botón para aceptar la llamada—. ¿Hola?
El policía avanza hasta mí a medida que me quedo parada ahí
quieta, temblando. Espero escuchar una voz masculina, alguien enfermo y
retorcido. Va a decir algo horrible, pero lo que escucho me sorprende aún
más.
—¿Avery? ¿Me escuchas? ¡Sal de una jodida vez de ahí! ¡Ahora! —Es
Mel. Mis manos empiezan a temblar y tomo una respiración profunda.
—¿Mel…? —Mi voz queda atascada en la parte trasera de mi
garganta mientras mi piel se recubre con una nueva capa de piel de
gallina.
—Señorita, el piso está cerrado. —El policía habla al mismo tiempo
que Mel. El hombre viste su uniforme y tiene esa mirada seriamente
descontenta que los policías llevan cuando han visto demasiado. Dios mío,
¿qué sucedió en esa habitación cuando Sean y yo estábamos abajo?
—Avery. Vete. Ahora. —Sus palabras salen en un estacato,
enfatizando cada una de ellas para que se asienten.
Todavía estoy sorprendida, con una confusión colgando sobre mí,
donde apenas puedo pensar.
—¿Dónde estás?
Mel no me dice.
—No estás escuchado. Algo sucedió e hice lo que tuve que hacer. Sal
de ahí inmediatamente. No te hubiera ni llamado, pero la cosa es que, creo
que ella iba tras de ti, no de mí. Ponte a salvo. Llámame si necesitas
ayuda. —La línea se corta.
6
Tragando fuerte, coloco mi teléfono en mi bolso y asiento para nadie.
El policía cree que es hacia él y levanta su mano hacia el control del
elevador. En ese momento, Sean se asoma desde la puerta. Me giro y
nuestros ojos se encuentran, pero ninguno de los dos habla. No me quiere
involucrar en esto, pero no sé si puede evitarlo.
—Señor Ferro —dice una profunda voz desde el interior de la
habitación—, no hemos terminado aquí.
Sean mira de vuelta hacia el hombre y luego hacia mí.
—Un momento. —Sean camina por el pasillo hasta mí con rápidos
pasos determinados. Se detiene a un paso de mí, como si fuéramos
conocidos y me pasa una tarjeta—. Iré en un rato. Encuéntrame aquí.
Tengo que ir a Long Island para encargarme de algo, después de terminar
con esto. —Sus ojos son azul líquido y están llenos de preocupación.
Parpadea para hacerla desaparecer y su mirada se vuelve una vez más de
acero.
Un gran detective vistiendo un traje azul que apenas le queda
aparece en el pasillo.
—Señor Ferro, no hemos terminado. —El hombre tiene una papada
que parece de dibujos animados. Está más allá de su mejor momento, con
un vientre prominente que cuelga sobre el cinturón y bolsas debajo de los
ojos. Tiene una gran nariz en el centro de su rostro que me recuerda a
Gabe. El hombre me mira y luego observa a Sean—. ¿Quién es ella?
Sean habla antes que yo tenga la oportunidad de contestar.
—Una amiga. No estaba aquí arriba cuando esto sucedió.
El policía uniformado me mira con añadido interés. El detective
pregunta:
—Entonces, ¿dónde estaba?
Me siento nerviosa con todos sus ojos en mí y dejo salir la verdad.
—En el restaurante, abajo.
El detective camina hacia mí.
—¿Cuál es tu nombre, cariño? —Le digo y me pregunta si he estado
aquí arriba esta noche. Omito el hecho que estuve aquí arriba con Mel más
temprano y hablo sobre la cena—. ¿Qué haces aquí ahora?
—Vine a ver al señor Ferro. —Es la verdad y luzco demasiado
7 inocente o ingenua para ellos. Ambos me ignoran después de un par de
preguntas más, pero luego me piden la tarjeta que Sean me entregó—.
Déjame verla y te puedes ir.
No quiero enseñársela, pero lo hago. Sosteniendo la tarjeta de
negocios entre dos dedos, la levanto para que así pueda leerla. El hombre
gruñe y sacude la cabeza.
—¿Un club de desnudistas? ¿Te entregó una tarjeta para un club de
desnudistas?
Me encojo de hombros y sonrío tímidamente, como si Sean y yo
estuviéramos en cosas sucias. El policía inhala repentinamente y es
bastante ruidoso. Mi atuendo grita decente, refinada y totalmente
promedio, pero la tarjeta lo descoloca.
—¿Por qué te la ha dado? —pregunta el policía.
Sonrío y miro hacia la alfombra, y digo la primera mentira que puedo
inventar.
—Estaba buscando un lugar para dar una despedida de soltera. Dijo
que conocía un lugar.
El policía mira mi anillo y luego a Sean quien tiene una expresión
estoica y no habla. Las manos de Sean están en sus bolsillos, como si
estuviera aburrido. Los dos oficiales de policía se miran el uno al otro,
como si supieran que están pasando por alto algo, pero ninguno está
seguro de qué. Parece que eso les convence, gracias a Dios. La última cosa
que necesito es que piensen que estoy mintiendo.
Sean finalmente deja escapar un sonido irritado y dice:
—Caballeros, ¿podemos por favor resolver quién mató a la mujer en
mi habitación de modo que pueda seguir con mis asuntos?
Maldición, su voz es fría. Sean hace sonar la muerte de la mujer
como un inconveniente al mismo nivel que perder un tren. Las palabras
envían un escalofrío por mi columna. Sean inclina su cabeza hacia mí,
dándome las buenas noches, se da la vuelta sobre sus talones y se dirige
de nuevo a la habitación. Lo veo desaparecer detrás de la puerta y más allá
del cuerpo sin vida. No se inmuta, ni mira hacia ella. No hay ninguna
indicación de que esté molesto de cualquier manera, lo que es realmente
preocupante. La cosa es que, sé que ésta es la forma en que actúa cuando
tiene la guardia alta. Sean se convierte en una roca, este hombre estoico
completamente carente de emoción. Es condenable porque luce como un
jodido sociópata.
8 En ese momento, me pregunto realmente qué está pasando por su
mente y si está enojado, preocupado o qué. Esa mujer está muerta.
Alguien la mató y no creo que Sean sepa más sobre ello de lo que sé yo.
Mi boca se siente como su tuviera pesas colgando en las esquina,
haciéndome fruncirla. Mirando la mano muerta, pregunto:
—¿Quién es ella? —Mi voz gorjea ligeramente mientras mi mano se
levanta hacia mi corazón.
Miro boquiabierta hacia la sábana, pensando en todo y nada. Es uno
de esos momentos extraños donde tantos pensamientos y temores están
corriendo por mi mente que no puedo ver ninguno de ellos. Es como la
ráfaga de la tormenta, devastadora y poderosa, recordándome que la vida
es fugaz, como si no lo supiera ya.
No puedo evitarlo, empiezo a temblar. Mi reacción es involuntaria y
no tengo idea de cómo Sean puede compartimentar tan bien que pudo
pasar sobre ella sin mostrar preocupación alguna. Yo soy toda emoción y
la agitación dentro de mí está ganando velocidad, arrancando la pequeña
fracción de control que me queda. Mi estómago se tuerce y mi garganta se
contrae a medida que el contenido de mi estómago amenaza con salir.
Cubro mi boca y alejo la mirada mientras gotas de sudor cruzan mi frente.
El detective maldice, antes de decir:
—Sácala de aquí antes que se ponga enferma. —El policía asiente,
toma mi codo y nos guía hacia los elevadores mientras su jefe camina de
vuelta hacia Sean. Hay más gente en la habitación. Escucho sus voces,
pero nunca veo sus rostros.
El elevador suena y las puertas se abren. El policía me acompaña al
interior y dice que me sostenga del barandal, antes de presionar el botón
hacia la recepción. Su oscura mirada se levanta y encuentra mi pálido
rostro sudoroso. Me dirige una mirada de lástima y sonríe.
—No se preocupe, señorita. No era nadie que conociera. La mujer era
una prostituta. Vaya abajo al bar y pida un limón. Chúpelo y la sensación
nauseabunda menguará.
Todo lo que puedo hacer es asentir. Las puertas se cierran y estoy
sola.

9
Capítulo 2
Traducido por LizC

E
l tiempo pasa extrañamente en los próximos momentos.
Siento como si estoy en mi cuerpo y mirando desde arriba al
mismo tiempo. Mis pasos desde el ascensor se sienten
pesados y ligeros a la vez. Contradicciones me inundan y no tengo ni idea
de por qué. Las palabras del policía resuenan en mi oído, su voz ronca y
profunda continúa repitiéndose interminable.
—La mujer era una prostituta.
Oigo el sonido de mis tacones retumbando en el suelo de mármol y
continúo con rapidez hacia el bar. No tengo nada de alcohol en mi bolso y
mi garganta está muy apretada. Añadido a esto está el torrente en mi
10 estómago y si no consigo un limón en los próximos dos segundos, voy a
perder el control.
Sólo percibo a las personas que me rodean como un ruido sordo. No
conozco a nadie, no veo a nadie. Estoy envuelta en mi propio infierno
personal que se cierne alrededor de mí como una nube. Cuando entro al
bar, una mano se posa en el hueco de mi brazo y jala.
Mi reacción es instantánea. Giro de golpe con el puño ya hecho una
bola, lanzando todo mi peso en el balanceo de mi brazo. El hombre atrapa
mi puño en su palma y lo retiene por un segundo.
—Avery, cálmate. ¿Dónde demonios has ido? Tengo que sacarte de
aquí. —Es Gabe. No puedo calmarme lo suficiente como para dejar escapar
un suspiro de alivio. Todo mi cuerpo se encuentra tenso y listo para
estallar.
Asiento y él baja mi brazo a mi costado.
—Vamos. Volvamos donde Black antes de que este desastre se ponga
peor.
Salgo de mi estupor con fuerza y sacudo la cabeza.
—No, tengo que ir aquí. —Levanto la tarjeta de Sean y Gabe la
arranca de mis dedos.
La gente se mueve a nuestro alrededor, murmurando acerca de la
mujer muerta en la suite de Ferro. Oigo sus voces, y no puedo bloquearlas.
—El hombre es un monstruo. Simplemente deberían dispararle —
dice una mujer con severidad a medida que avanza con prisa.
Un hombre que pasaba en la otra dirección sonríe maliciosamente.
—Esa es una manera de evitar pagar, ¿eh? Siempre he oído que
Ferro era un bastardo tacaño.
Los comentarios me inundan, y no se detienen. Cada oleada de
insultos es peor que la anterior. Todos lo odian, todos piensan que él lo
hizo y Sean ni siquiera estaba en la habitación.
Mis labios se presionan cerrados de una manera nerviosa a medida
que recupero la compostura suficiente para actuar. Me giro sobre mis
talones para agarrar el hombro del imbécil y decirle que se calle, pero Gabe
ve el movimiento y me detiene antes de tener la oportunidad.
Sus manos se posan en mi cintura y me aparta de un tirón. Quiero
girarme y desgarrar su cara. Estoy echando humo. Siento como si alguien
me rasgara desde el esternón hasta el ombligo, y no puedo decir si quiero
11 luchar o acostarme y llorar.
—Basta, señorita Stanz. No llame más la atención sobre sí misma —
sisea Gabe en mi oído—. Te llevaré a este lugar, si ahí es donde quieres ir,
pero nos vamos ahora mismo. Sin comentarios. No sabe absolutamente
nada, y si derriba a alguien, lo juro por Dios que voy a electrocutar tu culo
y arrojarte en el maletero. ¿Entendido? —El viejo ni se inmuta, como si
fuera en serio.
Atacar a esos pendejos no ayudará a Sean, así que asiento. No
esperaba que Gabe se conformara tan fácilmente, pero no pienso hacer
preguntas. Él me libera, lo sigo por una puerta lateral, y nos abrimos paso
por una turba de personas tratando de entrar. Los reporteros nos miran y
algunos flashes se disparan, pero luego se dan cuenta que no somos nadie
y bajan sus cámaras a sus lados. La charla comienza de nuevo y escucho
más de lo mismo. Están condenando a Sean y cayendo en un frenesí.
Escucho a alguien decir que la muerte de Amanda era innecesaria y ahora
esto.
Me doy vuelta y miro al chico. Hacemos contacto visual, pero Gabe
se aferra a mi brazo y me aleja. No hablo, pero me pregunto, ¿qué clase de
vida habría tenido Sean si Amanda no se hubiera suicidado y llevado
consigo a su único hijo? Su infierno personal está expandiéndose, y este
evento hará que sea mucho peor.
Después que Gabe me deja en el asiento trasero, salta en la
limusina, y partimos. Conducimos a través del túnel Brooklyn-Battery y de
nuevo a Long Island rápidamente. Miro por la ventana, observando las
luces entrar y salir de enfoque, perdida en mis pensamientos.
Gabe finalmente habla.
—¿Dónde estabas?
Llevando la vista al espejo, miro en sus viejos ojos.
—No en la habitación, si eso es lo que estás preguntando. No hice
esto, ni tampoco Sean. Estábamos en el restaurante.
Él asiente y agarra el volante con más fuerza.
—Noté la roca en tu dedo. ¿Las personas los vieron a los dos juntos?
—Sí, nos vieron. —Mi voz es suave y mis hombros finalmente se
relajan. Me siento como un globo desinflado que fue golpeado demasiadas
veces.
—Bueno, entonces esto no debería llegar a oídos de Black.

12 Lo miro fijamente y sé que está equivocado, llámenlo instinto. Esto


ya llegó a oídos de la Señorita Black, y posiblemente de todos los demás.
Mis labios se abren a medida que mi mirada se estrecha. Las palabras no
salen de mi boca, pero él me observa. El viejo lo ve todo y aún sigo siendo
un libro abierto, incapaz de ocultar los pensamientos que corren por mi
mente. La línea de preocupación entre sus cejas se profundiza.
—Escúpelo, niña. Estás pensando en algo, y si nos afecta a todos
nosotros, tienes que escupirlo.
Sólo digo dos palabras, pero él sabe lo que quiero decir.
—El brazalete.
Capítulo 3
Traducido por Ximena Vergara

G
abe traga con tanta fuerza que lo puedo escuchar desde el
asiento trasero. El hombre en realidad gira su cabeza para
mirarme.
—¿Ella aplastó la piedra negra? —Después que nuestras miradas se
encuentran, ambas llenas de preocupación, asiento una vez—. Mierda.
Gabe gira la cabeza de vuelta con fuerza y acelera, esquivando y
pasando a través del tráfico como si su culo estuviera en llamas. Murmura
cosas para sí mismo, pero no regresa donde Black. En cambio, mantiene
su palabra y me lleva al club de desnudistas en Long Island, donde se
supone me veré con Sean más tarde.
13 Me desplomo en el asiento y pienso en las ramificaciones de la
piedra rota y por qué Gabe no sabía que fue aplastada. Cuando yo aplasté
la mía, él estuvo allí rápidamente, irrumpiendo a través de la puerta y
luego derribando a Henry Thomas contra el suelo. Mi corazón comienza a
correr de nuevo. Nunca pensé en tener un transmisor defectuoso en mi
brazalete. ¿Es eso lo que pasó a Mel? Dios mío. No puedo ni imaginar lo
que habría pasado si yo hubiera aplastado la piedra y Gabe no se hubiera
presentado la noche en que Henry se volvió loco. El pensamiento envía un
escalofrío por mi espalda y por una vez mantengo mi rostro inexpresivo
cuando mi mente divaga a lo largo de las consecuencias.
Si Gabe no se presentara y estuviera por mi cuenta, ¿qué haría? Esa
idea nunca se me pasó por la cabeza. Siempre he tenido una sensación de
seguridad, que si algo sale mal todo lo que tengo que hacer es aplastar la
piedra y la ayuda llegaría. Nunca me he sentido como si estuviera sola, con
mis propios medios para defenderme por mi cuenta, pero parece que eso
es exactamente lo que pasó con Mel.
¿Qué haría Mel si la ayuda no llegara? Ella se mantuvo en las calles
por su cuenta mucho tiempo antes de que yo la conociera. La actitud que
proyecta exclama no me jodas, así que no puedo imaginar qué haría… o
por qué. No tiene sentido. Cuando Sean y yo nos fuimos, Mel estaba
ordenando un buffet al servicio de habitaciones. ¿Cómo terminó yendo de
saciarse de comida a huir, dejando tras de sí un cadáver en el piso?
Veo los dedos curvados sin vida sobresaliendo por debajo de la
sábana en mi mente. Recuerdo la enorme cantidad de sangre que
empapaba la alfombra a su alrededor. ¿Qué pasó? Mejor aún, ¿quién era
ella? ¿Por qué estaba allí y quién la mató?
“Mierda” es la expresión correcta. Todos estaremos jodidos si esto
llega a Black. Echo un vistazo hacia Gabe y trato de mantener mis
pensamientos fuera de mi cara.
—¿Por qué su trasmisor no funcionó?
Gabe tiene la mandíbula tensa y la mueve de un lado a otro. Está
furioso, pero no estoy segura de la razón. Pudiera ser miedo a la
exposición o algo peor. Dios, ¿qué podría ser peor? Él deja escapar un
resoplido e inhala de nuevo antes de mirarme por el espejo.
—No tengo idea. —Eso es todo lo que dice antes de cerrar con fuerza
su mandíbula de nuevo.
Los vellos de mi nuca cosquillean cuando aparta la mirada. Es una
14 sensación ominosa y sé que él me está mintiendo. Aquí hay más de lo que
estoy al tanto, mucho más.
Salimos de la autopista y conducimos por algunas calles laterales
hasta que nos detenemos frente a un cuchitril. De acuerdo, llamar al club
de desnudista un cuchitril es bondadoso. Esto es simplemente macabro,
con una fachada descuidada y un estacionamiento decadente que está
cubierto de polvo.
La expresión de Gabe se transforma en una mirada de preocupación.
—¿Estás segura que aquí es donde el señor Ferro quería que fueras?
Asiento hacia el edificio con la boca abierta y la misma expresión
atónita.
—Sí.
—Parece que el lugar está cerrado.
Sí, lo está. Solo hay unos pocos autos en el estacionamiento y el
cartel de la puerta está volteado a CERRADO. ¿En qué demonios está
pensando Sean? Solo hay una forma de averiguarlo. Me muevo antes de
que Gabe reaccione, y abro mi puerta. Mis tacones golpean la grava y casi
me tuerzo el tobillo, pero me recupero y me enderezo.
Gabe se precipita hacia mí, y cierra mi puerta. Los dos nos
quedamos ahí de pie, hombro con hombro, contemplando fijamente el
antiguo edificio.
—Creo que debería acompañarte al interior.
También creo que debería hacerlo. Honestamente, el lugar me pone
la carne de gallina, pero Sean no me habría enviado aquí si no estuviera a
salvo. Mi mirada se desplaza hacia el anillo en mi dedo, y sé sin lugar a
dudas que Sean me pidió que viniera aquí para mantenerme a salvo.
Aunque quiero que Gabe me acompañe, no sé qué secretos ha escondido
Sean aquí y no quiero causarle más problemas.
—No te preocupes, voy a estar bien. Puedes volver con Black.
El viejo me mira como si fuera realmente valiente y asiente. Se rasca
su desaliñada mejilla y mira al auto.
—Le diré a Black que no te encontré… que ya te habías marchado.
—Pero, ¿qué hay del brazalete? —Ella verá que estuve en la
limusina.

15 Se encoge de hombros.
—Algo se me ocurrirá.
Lo alcanzo y aprieto su antebrazo. Es lo más parecido a un abrazo
que puedo ofrecerle sin que él me arranque la cabeza. Bueno, no es que
crea que Gabe me haría daño, pero quiero tranquilizarlo de alguna manera
y parece que es el gesto correcto.
—Ten cuidado. No sé lo que está pasando, pero esto se siente mal. —
Gabe mira mi mano y luego mi cara. Él tiene el perpetuo ceño fruncido que
siempre lleva y acaricia la parte superior de mi mano—. Confía en tus
instintos, niña. —Eso es todo lo que dice antes de girarse. No espera a que
entre antes de conducir alejándose.
Veo las rojas luces traseras desaparecer por la calle y permanezco
allí, sola, mirando la puerta del club de desnudistas. Mejor entro y
averiguo por qué Sean me envió hasta aquí.
Capítulo 4
Traducción SOS por LizC

M
i corazón late un poco más rápido mientras cruzo el
estacionamiento. El viento susurra entre las ramas
desnudas de los árboles en la parte trasera del edificio,
haciéndome ver en las sombras figuras siniestras. Había planeado en ir
dentro y sentarme en la parte de atrás, mezclándome entre los otros
clientes tanto como sea posible, y esperar a Sean. Es tarde y el lugar está
vacío, cerrado, así que el plan queda descartado. Cuando entre al interior,
asumiendo que la puerta está abierta, todo el mundo va a mirarme y
preguntarse qué demonios estoy haciendo aquí.
Tengo que ser valiente. Lo juro, parece que todo me da miedo
últimamente. Antes de llegar a la puerta, mi teléfono vibra. Echo un
16 vistazo a la pantalla. Es Mel.
—¿Dónde estás? —espeto antes de que ella tenga la oportunidad de
decir nada más.
—Conduciendo en círculos. ¿Dónde estás tú? —La voz de Mel no
tiene la fría compostura por la que es conocida, cosa que me preocupa.
Le cuento dónde estoy.
—Trae tu culo aquí ahora mismo. —Mel accede y la línea se corta.
Presionando mis dedos contra mis sienes, trato de luchar contra la
compulsión a golpear mi cabeza contra la pared. A la mierda. Golpeo mi
frente contra la puerta y dejo que el metal frío congele mi cerebro.
¿Qué he hecho? ¿Cómo es que terminé involucrada con toda esta
mierda? Soy un desastre emocional sin la necesidad de los cadáveres.
Cierro los ojos y tomo una respiración profunda, con la intención de
armarme de valor para abrir la puerta y entrar como si perteneciera a este
lugar, pero eso no sucede.
Después de un momento de descansar mi cabeza en la puerta, se
abre de golpe y caigo hacia delante. Mi cuerpo choca contra algún sujeto.
Unos brazos fuertes me atrapan y por un segundo todo lo que puedo ver es
una camisa de vestir oscura con los botones superiores desabrochados, y
un anillo de plata colgando de su cuello. El hombre me endereza,
sujetándome por los hombros. Sus labios se tuercen en una sonrisa sexy.
—¿Estás bien?
Finalmente consigo echar un vistazo a su cara y me congelo.
Maldición, ¿ese es Trystan Scott? El tipo es una leyenda. Él es la mayor
estrella de rock alrededor, y el chico está de pie frente a mí. Mis ojos se
abren aún más, aunque me las arreglo para parpadear una vez. No puede
ser él. De ninguna manera. Este tiene que ser un doble, o algún tipo de
imitador, para el club.
Una sonrisa tonta cruza mi boca y meto mi cabello detrás de mi
oreja.
—Sí, estoy bien. Sean Ferro me dijo que viniera aquí…
La sonrisa del hombre se desvanece y él me mira de nuevo.
—¿Conoces a Sean? —Asiento—. ¿Y viniste voluntariamente a verlo?
—Él mira más allá de mí, como si pudiera haber una milicia escondida en
el estacionamiento, reteniéndome aquí a punta de pistola.

17 Estuve a punto de reír. Él conoce a Sean, eso es seguro, ya que no le


agrada en absoluto. Empujo al chico en el pecho y atraigo su mirada. Hoy
ha pasado demasiado en mi vida como para hacer frente a este imbécil.
—Escucha, imitador de Trystan, no tengo que decirte ni una maldita
cosa. Ahora déjame entrar antes de que me asalten y Sean te mate y
entierre por allá atrás.
La sonrisa regresa, pero más brillante esta vez. Está tratando de no
reírse.
—Uh, sí, lo primero es lo primero, no le tengo miedo a Sean Ferro, y
segundo, soy Trystan Scott. —Él mira hacia abajo en mi dedo, que todavía
está presionado en su pecho, como si tuviera la intención de patearle el
culo, antes de mirarme a la cara.
Una expresión estúpida se congela en mis labios y de repente no
puedo hablar. Mis ojos se abren lentamente cuando reconozco los
hoyuelos, la cicatriz, y los distintivos rasgos de la estrella de rock. Su
padre le dio una paliza cuando era más joven y la prueba está para
siempre en su piel. Estoy atrapada entre verme como una idiota y una
mujer enloquecida. Mierda. Tengo que escoger una y simplemente ir con
ella. Dejo caer mi dedo y pongo mis manos en mis caderas e inclino mi
cabeza hacia él.
—¿Por qué Sean me enviaría hasta ti, si lo odias?
Trystan se encoge de hombros; no puedo creer que sea realmente él.
Esto es totalmente extraño.
—Ni idea. Él hace un montón de mierdas ilógicas que sólo tienen
sentido en su mente retorcida. —Él deja que sus ojos vaguen sobre mí una
vez más y ve el anillo en mi dedo. Su mandíbula cae abierta a medida que
señala hacia mi mano—. De ninguna jodida manera. ¿Eso vino de Ferro?
Ahora me siento desnuda. La forma en que este chico me mira, con
tanto asombro absoluto, es inquietante. Cubro mi anillo de compromiso
con mi otra mano.
—Sí.
Algo encaja y la sonrisa divertida retorna.
—Bueno, tienes que entrar. —Miro hacia él y me pregunto qué le
hizo bajar la guardia, porque claramente lo ha hecho. En lugar de
sospechar de mí, parece que le agrado. El cambio ocurrió en un instante.
—No lo entiendo. —Mirando a esos ojos azules helados, puedo ver
18 que Trystan sabe lo que estoy preguntando.
—Cualquier persona que es capaz de domar a Sean Ferro es alguien
a tener en consideración. Has atrapado mi atención, futura señora Ferro,
algo que es difícil de hacer. —Trystan abre la puerta, extendiendo su
brazo, y apresurándome al interior.
Capítulo 5
Traducido por Crazy_mofos168

E
l interior es tan monótono como el exterior. Trystan tiene una
mirada atónita en su rostro, y ocasionalmente dispara
miradas de reojo hacia mí. Veo a alguien, una mujer con
cabello largo, sentada sola en una mesa enfrente del escenario. Su espalda
está curvada, y se encuentra apoyada pesadamente sobre sus codos.
Trystan camina directamente hacia ella.
—Oye, Sidney, mira a quién he encontrado en el pórtico delantero, a
la futura señora de Sean Ferro. —Guiña hacia mí y toma asiento frente a
la mujer.
No es sino hasta que ella voltea que la reconozco. Parte de la
19 angustia en mi pecho se disipa y me apresuro hacia ella con una
gigantesca sonrisa.
—¡Dios mío! ¡Eres tú!
Sidney ríe y me abraza de vuelta.
—Avery, ¡es muy bueno verte!
—Aw, una reunión. Si hubiera sabido, habría traído refrigerios. —
Trystan se reclina en su silla y coloca sus pies sobre la mesa. Está usando
un viejo par de Chucks negras. Calcetines con rombos azules se asoman
por debajo de sus vaqueros oscuros. El dobladillo está despedazado, junto
con una de las rodillas. El anillo de plata alrededor de su cuello está
oculto, pero la cadena es aún visible.
Sidney chasquea sus dedos frente a él luego de liberarme.
—Cállate, Trystan. Cualquier persona que haya tenido que soportar
a Sean…
Él deja caer los pies en el suelo, se inclina hacia delante y toma mi
mano, empujándola hacia Sidney para que pueda ver mi anillo.
—No, no soportar, domar… esta chica domó al imbécil conocido
como Sean Ferro.
La mandíbula de Sidney cae abierta y toma mi mano de Trystan, y
luego mira hacia mi rostro.
—¡Oh, por Dios! ¿Te propuso matrimonio?
No puedo evitarlo. Por un momento, olvido todas las horribles cosas
que han pasado y le sonrío.
—Sí, lo hizo.
—¿Cuándo?
—Esta noche.
Sidney chilla y salta de arriba abajo. Ya que está sosteniendo mi
mano, salto con ella. Trystan tiene los brazos cruzados sobre su pecho y
nos observa. No hay nadie más alrededor, pero escucho voces. Echo un
vistazo alrededor y le pregunto:
—¿Por qué estás aquí?
—Porque Peter está aquí. Su hermano compró este lugar y no debió
hacerlo, al menos eso es lo que dice Pete, así que Sean hizo algo para que
pareciera como que nunca pasó. Jonathan sólo tiene que firmar unos
20 papeles, pero no quiere hacerlo.
Me aparto y lanzo una mirada hacia Trystan, sin entender por qué
está aquí. Inclina la silla en sus dos patas traseras, y alza un dedo.
—Mejor amigo del acusado. Y para que conste, creo que Jon debería
hacer lo que sea que le de la puta gana. Dios sabe que Sean lo hace.
—¿Así que conoces a Sean? —pregunto. Por la manera en que
Trystan habla, suena a que se han topado más de una vez.
Me observa desde debajo de esas oscuras cejas suyas y asiente.
—Síp. Odia mis entrañas. —Mis labios se abren para decir que eso
no puede ser verdad, pero Trystan sonríe y sacude la cabeza, haciendo que
su largo y oscuro cabello caiga sobre sus ojos.
Lo empuja hacia atrás y deja que las patas de su silla caigan.
—Está bien, el sentimiento es mutuo. No tienes que disculparte por
él. Es simplemente la manera en que son las cosas, además, me dejas
sumamente impresionado. Cualquiera que pueda domesticar a Sean Ferro
merece una estatua y un día festivo nombrado en su honor. —Trystan se
levanta y cruza la habitación hacia el bar, sosteniendo vasos de chupito y
una botella de líquido ámbar. Camina de vuelta a nuestra mesa y los
coloca sobre ella—. Hay que celebrar.
Sidney lanza una mirada hacia la puerta cerrada al fondo de la
habitación.
—Pero, podrían terminar en cualquier momento.
Trystan sacude la cabeza.
—Nah, estarán allí dentro por un rato. Cassie está allí, y de ninguna
jodida forma dejará que Jon firme los papeles. Estaría sorprendido si se
rinde, especialmente frente a ella. Será una larga noche. Beban. —Trystan
sirve tres chupitos y los desliza hacia nosotras.
—Por lo imposible. —Alza su bebida, esperando que Sidney y yo
choquemos su vaso.
A la mierda. Dios sabe que me vendría bien una bebida. Mis nervios
están destrozados más allá del conocimiento y si sigo pensando
demasiado, me voy a derrumbar en lágrimas. Tomo el vaso de la mesa y
miro hacia Sidney, sabiendo que ella no bebe mucho.

21 —Bébelo de una.
Sidney toma una gran respiración profunda, y levanta el vaso. Está
nerviosa. Los tres chocamos nuestros chupitos y bebemos el licor. Trystan
actúa como si fuera agua y lo traga, sin expresión alguna. Mi nariz se
arruga cuando el licor recorre mi garganta, y la pobre Sidney no lo pasa lo
suficientemente rápido. El alcohol debe haberse apropiado de sus
amígdalas, porque hace la expresión más horrible y se ahoga, pero de
alguna manera su pequeño vaso está vacío. Tose fuertemente mientras le
doy palmaditas en la espalda.
Cuando sube la mirada hacia mí, está riéndose.
—Sí, traté de sorberlo. —La manera en que actúa me recuerda a la
primera vez que la conocí. Hay algo en la prometida de Peter que es
demasiado dulce e inocente. La envidio en ese momento y asumo que ha
tenido una vida fácil, pero el pensamiento tropieza. También hay algo
oscuro allí… alguna razón por la que Peter le pidiera ayuda a Sean, y tenía
algo que ver con Sidney.
Trystan empuja el cabello fuera de su rostro y sirve otra ronda.
—Ustedes, chicas, serán hermanas políticas, lo que me hace su
nuevo mejor amigo político. —Me lanza una mirada y empuja mi bebida
hacia mí, a medida que sus labios adoptan la misma sonrisa sorprendente
que usó en la puerta—. Así que, dime, ¿cómo hiciste para tener a Sean
Ferro envuelto en tu pequeño dedo? —Allí es cuando las cosas empiezan a
ponerse interesantes.

22
Capítulo 6
Traducción SOS por LizC

N
o pienso decirle a Trystan mi ocupación, pero nada sale como
lo he planeado esta noche. Nos sentamos alrededor de la
mesa y hablamos de todo y nada. Es extraño, apenas conozco
a esta gente, pero no se siente de esa manera. Me desplomo de nuevo en
mi silla y me quedo mirando el escenario con otro vaso en la mano.
—¿Por qué el hermano menor de Sean compraría este lugar?
Trystan se reclina en su silla, con los pies sobre la mesa otra vez,
mirando el fondo de un vaso vacío. La esquina de su boca se alza a un
lado, recordándome a un niño con un caleidoscopio.
—¿Por qué cualquier hombre hace algo estúpido?
23
—Por una mujer. —Sidney sumerge su dedo en su vaso y deja caer
la gota en su lengua antes de hacer una mueca.
Trystan asiente hacia ella.
—Tienes toda la maldita razón, pero me preocupo por él. Ésta es la
chica que destrozó a Jon en pedacitos y está arriesgando todo por ella.
Parece bastante sincera, pero también pensó que ella iba en serio la última
vez. Es difícil decir quién es amigo en estos días. —Su voz suena hueca,
como si estuviera completamente solo.
No puedo evitarlo, lo observo fijamente. La mirada perdida en sus
ojos se evapora y me lanza una sonrisa.
—Oh, vamos, Avery. No eres tan ingenua. Tienes que saber que las
personas tienen motivos ulteriores. No todo el mundo es bueno y amable.
Si pensaras eso de Sean, estarías en una zanja en alguna parte.
—Oye, él no es así. —Me muerdo la lengua antes de dar a mis
palabras un pensamiento—. Además, el ser cínico es tan malo como ser
ingenuo. Son los lados opuestos de la misma moneda. Ambos jugando con
tu percepción de la realidad y haciéndote perder algo, alguna parte de ti
que es necesaria. —Bueno, maldita sea. Escúchame siendo toda filosófica
cuando estoy medio borracha. ¿Quién sabe? Ni siquiera arrastré ninguna
palabra.
Una expresión extrañada cruza su cara y pone el vaso sobre la mesa.
La silla de Trystan permanece inclinada hacia atrás y ladea la cabeza como
si me hubiera subestimado. Sus labios se abren como si fuera a decir algo,
pero no lo hace. En cambio, esas oscuras pestañas descienden y ve a un
lado.
Conozco esa expresión. He conjurado un fantasma, le estoy
recordando a alguien, algo que alguien que ya no está aquí le ha dicho.
Trystan deja caer su silla de regreso sobre las cuatro patas y se inclina
adelante. Está lo suficientemente cerca de mí como para que Sean le
arranque la cabeza si entrara ahora mismo, sobre todo debido a la
hostilidad entre estos dos hombres.
—No necesariamente, y la moneda no puede permanecer en su lado
para siempre. En algún momento cae, y prefiero ser cínico que ingenuo
cualquier día de la semana.
Me rio en su cara.

24 —¿Crees que soy ingenua? ¿Estás loco? Soy una maldita


acompañante, mis padres están muertos, y estoy comprometida con Sean
Ferro. No hay mariposas ni unicornios en mi cabello, ni una sonrisa
siempre presente en mi cara, así que, ¿qué es lo que te hace pensar que
tienes la más remota idea de lo que soy y lo que soy capaz de hacer?
Nuestros ojos colisionan, y me niego a romper el contacto visual
primero. Él no me conoce, y esa arrogancia… la forma en que supone que
soy una mocosa malcriada que no sabe ni mierda, es simplemente
incorrecto.
—No soy una rica mocosa de Long Island. Podrías pensar que me
conoces, pero no es así. No tienes la más mínima idea de lo que he vivido,
pero sé lo que tú has pasado. Conozco esa mirada en tu cara, sé que
hemos estado en las mismas profundidades del infierno. La diferencia
entre nosotros es que me niego a ceder y tú ya lo has hecho. —Por alguna
razón desconocida, entrecierro los labios y soplo una bocanada de aire en
su cara.
Trystan se estremece y retrocede. Su boca se presiona en una línea
firme y sé que me quiere pedir que me vaya, pero algo lo detiene. El tipo no
dice nada. En cambio, se levanta y se mueve a otra silla y se lanza en ella
de modo que una pierna queda colgando del borde sin darme una segunda
mirada.
Maldita sea, tal vez no debería haber dicho eso, pero cualquier chico
cuyos muros construidos son tan gruesos como esos están pasando por
algo. Detrás de todas esas sonrisas suaves está un hombre roto. Es
imposible pasarlo por alto porque somos iguales, él y yo. No me extraña
que no se lleve bien con Sean. Debe ser como mirarse en el espejo.
Sidney mira el intercambio en un silencio incómodo. Cuando
Trystan se aleja, y me da la espalda, voy a ponerme de pie, decir algo más,
tal vez disculparme, pero Sidney agarra mi brazo y me detiene.
Cuando miro hacia ella, niega con la cabeza y, entonces, cambia el
tema de conversación.
—Así que, ¿alguna vez te has desnudado?

25
Capítulo 7
Traducido por Apolineah17

L
a observo de reojo y sonrío.
—Sí, como que va con la ocupación. ¿Y tú? —Siento a Trystan
levantar la mirada hacia mí, pero no dice nada. Sidney se
sonroja furiosamente y trata de esconder su rostro. Me rio y golpeo su
hombro ligeramente—. Tengo una idea, vamos. —Me levanto y agarro su
muñeca.
Sidney chilla mientras tiro de ella hacia atrás.
—¿Qué estamos haciendo?
—Buscando los vestidores.
26 —Están allá atrás —dije y señala por un pasillo, así como yo tiro de
ella junto conmigo—. Avery, ¿qué estamos haciendo?
—Vamos a desnudarnos. ¿Qué más? —Está bien, podría estar un
poco más que alegre porque eso sonó totalmente equivocado.
Sidney aparta su muñeca de un tirón.
—¡No me voy a desnudar frente a Trystan!
—¡Eso no es lo que quise decir! —Por alguna razón empiezo a reír
porque parece realmente divertido. Puedo imaginarme a mí misma en el
escenario y a Sean entrando. Creo que él los mataría a todos. Cuando me
las arreglo para controlarme de nuevo, pongo mi mano en su hombro—.
No, vamos a agarrar algunas de sus cosas y a bailar en el escenario. Será
divertido, y creo que ambas necesitamos un poco de diversión.
Encontramos un vestidor y nos ponemos camisas de hombres y
pantalones cortos de mezclilla. Agarro un sombrero de copa y Sidney
agarra una boa de plumas. Nos dirigimos al escenario desde detrás de la
cortina y Sidney empieza a reír descontrolada. Su rostro sigue siendo de
un brillante carmesí y está murmurando las mismas palabras una y otra
vez.
—No puedo creer que esté haciendo esto.
Cuando salimos al escenario, levanto mi voz.
—Oye, Trystan, enciende las luces. —Lo escucho quejarse, pero el
chico se mueve. Un par de segundos después algunas de las luces del
escenario se encienden así que no está completamente oscuro, y luego
aparece un simple foco. Es tan brillante que tengo que proteger mis ojos si
quiero observar a Trystan por ahí—. Gracias. —Nadie responde. Genial,
ahora él también me odia.
—Él volverá —dice Sidney, leyendo mis pensamientos.
Me doy la vuelta y la miro, ofreciéndole una media sonrisa. Echo un
vistazo a nuestros atuendos. Las camisas de hombres cubren los
pantalones cortos. Desabotono el final de mi camisa, la ato bajo mis tetas
y le digo a Sidney que haga lo mismo. Espero que proteste, pero no lo
hace. La música suena desde alguna parte y sonrío. Sidney y yo bailamos
juntas por un rato. Ella se está riendo y sonrojándose como una loca. Le
digo que ralentice sus movimientos y de repente está bailando como una
diosa. Es increíble. La chica no tiene idea de lo sexy que es. Añade la
enorme sonrisa en su rostro y el largo cabello y no es extraño que Peter
esté loco por ella.
27 Me quedo allí de pie por un segundo, observándola echar la cabeza
hacia atrás y balancear sus caderas. Se ríe y me mira.
—Apesto en esto.
—No, no lo haces. En realidad eres bastante buena. —Me rio con ella
y digo—: Observa esto. —Me dirijo hacia el tubo y básicamente hago el
mismo baile. Siento el pulso de la música a través de mí y no me importa
quién me está viendo.
Mirando por encima hacia Sidney, la veo mover su cabello en un
círculo e imitar el movimiento con sus caderas. Se ríe y me mira justo a
tiempo para verme agarrar el tubo, y levantar mis piernas. Envuelvo mis
muslos alrededor del metal frío y fijo los tobillos juntos, antes de soltar mis
manos, y colgar boca abajo. Mientras me deslizo lentamente hacia abajo en
el tubo alcanzo el suelo, y cuando mis palmas encuentran una base firme,
me suelto del tubo y aterrizo sobre mis pies. Levanto mis manos sobre mi
cabeza como una gimnasta y sonrío.
Es cuando escucho la voz de Mel.
—Te dejo sola por un par de horas, ¿y empiezas a desnudarte? —
Escucho sus tacones golpeando el suelo duro a medida que avanza hacia
nosotras—. ¿Qué demonios está pasando aquí?
—¿Mel? —Protejo mis ojos y camino hasta el borde del escenario.
Sidney deja de bailar y Trystan se levanta, listo para echarla. Me bajo y me
abro paso hacia ella. Envolviendo mis brazos a su alrededor, digo—: Estoy
tan contenta de que estés bien. Pensé que tú… —Mi mandíbula se tensa y
no puedo decir las palabras. No puedo decirle que pensé que la perdí.
—¿Quién es ésta? —exige Trystan. Cruza los brazos sobre su pecho
y mira hacia atrás, hacia la puerta, donde los otros todavía están
hablando, y ocasionalmente gritando.
Mel escapa de mi abrazo de muerte y se gira hacia él, lista para
decirle que se marche.
—No vengas a hablarme como si fuera alguna… —Su mandíbula cae
abierta cuando ve a Trystan. Los ojos caramelo de Mel se ensanchan y no
parpadea.
Empujo su hombro.
—Mel, este es Trystan. Odia a Sean.
—También yo —murmura.

28 —Sí, bueno, entonces ustedes tienen algo en común —le digo.


Trystan sonríe, y luego aclara.
—¿Por qué está aquí?
—Porque yo le dije que viniera.
Trystan suspira y levanta la mirada hacia el techo antes de pasar
sus manos sobre su cabeza.
—Genial. Jon va a matarme. Se supone que nadie debería estar aquí
además de Sidney y yo, incluso le dije a su portero que vaya a casa.
¿Supongo que Sean vendrá? —Trystan vuelve su mirada hacia mí y
asiento—. Genial. —Se da la vuelta y se aleja, dejándose caer de nuevo en
la silla.
Mel sigo mirando boquiabierta y señalando.
—Ese es Trystan Scott.
—Lo sé. ¿Estás bien? ¿Qué pasó?
Ella no me mira.
—Ese es Trystan Scott. Como, el Trystan Scott. Aquí.
Oh, Dios mío. Qué lindo. Mel está enamorada de una estrella de
rock. Se queda allí de pie como una niña de doce años, prácticamente
atolondrada. La miro y no veo ninguna herida abierta. No hay sangre, y su
cerebro obviamente ha dejado su cuerpo.
—Escucha, esta noche en cierto modo ha sido un asco. Agarra una
bebida y únete a nosotras en el escenario cuando superes todo tu
enamoramiento de banda juvenil.
—No pertenezco a ninguna banda juvenil. —Trystan me mira
enojado con la boca fruncida a un lado.
Sonrío.
—Por supuesto que no.
Los labios de Trystan se contraen a medida que intenta no sonreír, o
maldecirme, se está volviendo difícil decir cuál. Camino hacia nuestra
mesa y sirvo otra bebida para cada uno de nosotros, antes de avanzar con
ella hasta él. Sus largas piernas están extendidas sobre el brazo de la silla
como un adolescente hosco. Le tiendo el vaso.
Sus ojos oscuros miran la bebida por un momento demasiado largo,
29 pero finalmente la toma.
—Sólo para que conste —dice, mirando al suelo—. Te admiro. —Alza
la mirada y levanta su vaso.
¿Qué cambió? No estoy a punto de arruinarlo y preguntarle. Tal vez
tiene el SPM1 de estrella de rock.
—Bueno, genial. —Le sonrío, sinceramente esta vez, y miro hacia mi
bebida—. Y sólo para que conste, soy una completa fanática. Tu música es
impresionante, además tienes agallas. Así que, supongo que también te
admiro. —Levanto mi rostro, de modo que él me está mirando
directamente—. ¿Tregua? ¿O es demasiado tarde? —Extiendo mi mano,
con la esperanza de que él vaya a estrecharla.
Esa sonrisa burlona en sus labios se convierte en una sonrisa plena.
—No puedo odiar a la futura señora Ferro, no cuando cabreará a
Sean saber exactamente cuánto me agradas. —Se ríe, choca su vaso con el
mío, y bebe su trago. Hago lo mismo y me dirijo de nuevo al escenario.
Cuando paso a Mel, ella todavía está mirando a Trystan,
murmurando para sí misma.

1 SPM: Síndrome Pre-menstrual.


—Bueno, no te quedes simplemente allí, ve a saludar. —La empujo
de vuelta a él.
Mel se acerca a él como si estuviera hecho de magia, como si la
ilusión fuera a desaparecer si se mueve demasiado rápido. Su voz es
inusualmente suave.
—Oh, Dios mío… es Trystan Scott.

30
Capítulo 8
Traducido por Xhex

S
idney y yo estamos riendo histéricamente, bailando en el
escenario, cada una con una bebida en la mano, cuando
siento que alguien nos mira. Mel ha estado parloteando con
Trystan durante la pasada media hora, una y otra vez, divagando y
empujándolo juguetonamente como si fuera un espejismo. Es algo
gracioso. Nada la desconcierta, pero pon a una estrella del rock en la
habitación y su cerebro se desconecta. Trystan se lo toma bastante bien.
Sólo ríe, palmea el brazo de su silla y le dice que se siente.
Entonces, dos cosas pasan a la vez. La espalda de Mel se endereza,
la veo con el rabillo de mi ojo, está rodeada de sombras. Y entonces, su
rigidez se vuelve papilla y cae. Dejo de bailar y miro detrás de ella, allí
31 también hay más sombras moviéndose en el fondo de la sala, personas que
no había visto antes.
Trystan levanta a Mel y la acomoda en su silla.
—Avery, tu amiga ni siquiera ha bebido nada. —Él me mira y luego
de regreso al fondo de la sala—. Hola, chicos. —Incluso con mi mano
protegiéndome los ojos, no puedo ver quién está allí atrás, al menos, no
más allá del resplandor de los reflectores.
—¿Avery? —pregunta una voz familiar, caminando hacia mí—. ¿Qué
demonios le hiciste a Sidney? —Peter Ferro, eh Granz, avanza hacia mí
rápidamente. Me siento y descuelgo mis piernas del escenario. La sala se
inclina un poco y parpadeo fuerte. Peter parece tenso, y en ese momento
me recuerda a Sean. Maldita sea, ya es tarde. ¿Cuándo va a llegar Sean?
—Nada —respondo—. Ella pidió bailar, así que hemos estado
bailando. —Le sonrío ampliamente—. Pídele que te muestre lo que puede
hacer con el tubo.
Sidney ríe y casi tropieza. Peter la mira.
—¿Está borracha? —La cabeza de Peter se dispara de nuevo hacia
Trystan con una mirada enojada que podría fácilmente ser como la de
Sean en ese momento.
Trystan está abanicando a Mel, tratando de despertarla.
—No me mires. Ellas fueron las que se lo tragaron.
De repente, Sidney comienza a reír. Es demasiado fuerte, y se da
cuenta que nadie pensó que la oración era vulgar, por lo que se tapa la
boca con las manos y cubre el sonido. Peter frota las palmas de sus manos
sobre sus ojos y suspira.
Me siento avergonzada.
—Lo siento, Peter.
—No es tu culpa. —Él le sonríe a su futura esposa—. Ven, pastelito.
Vamos a llevarte a casa.
Peter levanta una mano, y Sidney se acerca al borde del escenario.
La forma en que ella lo mira es la combinación perfecta de lujuria y
adoración. La emoción es tan cruda, tan intensa, que aparto mis ojos y
miro el piso. Peter usa zapatos de lengüeta, negro sobre marrón, y de
aspecto antiguo, por cómo se ven. Ella se sienta a mi lado, y luego Peter la
alcanza. Ella se desliza en sus brazos y él la levanta, caminando hacia la
puerta, murmurando cosas que hacen a Sidney reír en voz baja.
32
Mi cabeza se inclina hacia un lado y reprimo las ganas de decir:
aww.
Hay una dulce sonrisa en mi cara cuando el resto de las personas
entran en mi campo visual. Un tipo es alto y musculoso, con el cabello
oscuro y los ojos verdes brillantes. Tiene una sonrisa maliciosa en su
rostro a medida que sus ojos viajan sobre mi cuerpo.
—Oye, chica nudista. Yo te puedo acompañar. ¿Quieres divertirte un
rato? —El tipo que está con él golpea a Ojos Verdes detrás de la cabeza—.
¿Qué?
—Sean te matará. —Cuando el hombre avanza hasta mí, veo el
parecido. El cabello oscuro de los Ferro y los brillantes ojos azules, la
sonrisa de medio lado, y la piel perfectamente suave. Parece una versión
más joven de Sean—. Soy Jonathan Ferro. Este idiota es mi primo, Bryan.
—Señala con el pulgar hacia él. Hay una chica detrás de él usando una
chaqueta y una capa, y no mucho más. Ella no se encuentra con mi
mirada.
—Soy Avery Stanz. Soy…
—Es mi prometida. —La voz de Sean retumba desde el fondo de la
sala. Nadie lo escucha entrar, pero todo el mundo se vuelve para mirarlo.
Capítulo 9
Traducido por AsheDarcy

M
e deslizo fuera del escenario y corro hacia él, esquivando las
sillas y mesas vacías alrededor. La tensión en su cara es
horrible. No puedo imaginar por todo lo que ha pasado esta
noche, qué horrores estarán grabados en la vanguardia de su mente. Sin
decir una palabra, arrojo mis brazos alrededor de su cuello mientras que
los otros jadean y susurran.
Beso su mejilla y cubro con mis manos los lados de su cara,
obligándolo a volver sus ojos cansados hacia mí.
—¿Estás bien? ¿Qué pasó?
Hay círculos oscuros debajo de sus ojos y la tensión en su cuello y
33 hombros hace que su cuerpo se sienta como de piedra. Inclinándose cerca
de mi oído, susurra:
—Ahora no.
Me quedo ahí parada por un segundo, y luego me aparto de él a
pesar de que todos mis instintos dicen que lo sostenga firmemente y
nunca lo deje ir.
Sean pasa junto a mí y mira a su hermano.
—¿Y bien?
Jon se acerca a él. Maldición se parecen mucho, pero Jonathan no
tiene las líneas finas grabadas en su rostro.
—Sean, esto no te concierne.
—Ya veo. Así que, vas a desperdiciar tu futuro. Buen plan.
Jonathan se pone rígido y se acerca al rostro de Sean.
—¿Desde cuándo te importa?
Sean ríe, pero suena más como si Jonathan clavara una estaca en
su corazón. Sean no contesta esta vez. En cambio, niega con la cabeza y se
aleja, tomándome de la mano y llevándome detrás del escenario. Grita por
encima del hombro:
—Tus decisiones son tan abismales como la compañía que buscas.
Alguien grita algo a cambio, pero sus palabras no llegan. La
mandíbula de Sean está firmemente cerrada y apenas respira. Una vez que
estamos de vuelta en los vestuarios, me sienta en una silla, se arrodilla
delante de mí, y me mira.
—¿Estás herida?
Colocando las manos sobre sus hombros, niego con la cabeza.
—Estoy bien. ¿Tú estás bien? ¿Qué pasó? Estaba tan preocupada
por ti.
—¿Te maltrataron?
Al principio no estoy segura de lo que quiere decir, pero entonces
supongo que está hablando de Trystan, Jonathan y Bryan. Tocando su
mano, le sonrío.
—No, claro que no. Trystan en realidad fue muy agradable conmigo,
34 al igual que tu hermano, ambos.
—¿Pete estaba aquí?
Asiento.
—Así como Sidney. Estoy bien, Sean. Mel está bien, a excepción de
la parte del desmayo.
—¿Está borracha?
—No, simplemente se muere por Trystan. —Me rio otra vez y le
sonrío después, empujando un mechón de cabello oscuro fuera de sus
ojos—. Habló con ella y sólo se desmayó.
Eso le hace hacer una mueca.
—¿En serio?
—Sí, al parecer tiene una debilidad.
Sean asiente pensativo y luego me mira. Nuestros ojos se
encuentran y no puedo dejar de notar la enorme cantidad de preocupación
que tienen.
—Gracias a Dios esa es su única debilidad.
—¿Qué quieres decir?
—Tengo que decirte algo. —Su voz suena como si no quisiera
decirme nada en absoluto—. La policía sabe que la mujer que se
encontraba en mi habitación era una prostituta, y que fue asesinada con
un cuchillo… una apuñalada en el costado, y luego otra, fatal, en su
garganta. —La voz de Sean es tan nivelada y carente de emoción. Sé lo que
está tratando de decirme, lo que quiere decir, pero no quiero admitirlo.
Sacudo la cabeza lentamente, con lágrimas formándose en mis ojos.
—No, ella no podía haber… no lo hizo…
—Ella lo hizo, nena. —Mi respiración queda atrapada en mi garganta
y me inclino sobre su hombro cuando las lágrimas empiezan a caer—. Mel
mató a esa mujer y tenemos que averiguar por qué.

35
Capítulo 10
Traducido por Ximena Vergara

S
ean y yo permanecemos así por lo que parecen horas. Sus
manos deslizándose por la parte trasera de mi cabeza,
alisando mi cabello mientras susurra palabras
tranquilizadoras en mi oído. Al principio, no estoy segura de por qué estoy
llorando, pero entonces las imágenes flotan en mi mente y lo recuerdo.
Después de todo lo que Mel ha sufrido, después de luchar con uñas y
dientes por salir del barrio en que creció, conseguir una beca, vender su
cuerpo para pagar las cuentas, y todo fue en vano. Está de vuelta donde
comenzó. Si la policía la captura, no hay forma de que lo declaren en
defensa propia, no con las heridas que Mel infligió. El pensamiento me
hace temblar aún más. ¿Qué le haría asustarse tanto que respondió de esa
36 manera? Tiene que haberse dado cuenta que iba a perderlo todo al
momento en que pasó la hoja a través de la garganta de la mujer. Cierro
los ojos y me aferro a Sean con más fuerza.
—¿Piensan que tú lo hiciste? —Hago la pregunta que he estado
temiendo. Todo el mundo lo odia, incluso su propia familia parece estar
disgustada con Sean, pero no puedo ver por qué. Jonathan estaba furioso,
pero desde una perspectiva externa, Sean sólo estaba tratando de ayudar,
de la misma manera en que ayudó a Peter. ¿Por qué Jonathan no puede
ver eso?
Hay muchas más cosas en juego en la familia Ferro de lo que puedo
ver, asuntos escondidos bajo la superficie. Incluso Peter, que para todos
los efectos prácticos parece normal, está lejos de ello. ¿Qué diablos pasó
con ellos?
El pecho de Sean sube y baja con un movimiento constante mientras
me abraza muy fuerte. Su voz es suave y tensa. Besa la parte superior de
mi cabeza.
—No tienes que preocuparte por mí.
Mierda.
—¿Entonces no te descartaron? ¿Piensan que eres sospechoso? —
Apartándome un poco, lo miro directamente a sus ojos cansados—.
¿Cómo? Estuviste conmigo todo el tiempo. —Sean cierra sus ojos con
fuerza y se aleja, dándome la espalda como si estuviera tratando de ocultar
el hecho de que está perdiendo su compostura—. Sean, habla conmigo. —
Alcanzo su hombro y lo toco suavemente.
Él no me aparta, pero tampoco se da vuelta. Sean se pasa las manos
por la cara y habla en voz baja, asegurándose que nadie más pueda
escucharlo.
—No soy un sospechoso, aún no, pero estoy lo suficientemente cerca
y es debido a Amanda.
Un escalofrío me recorre y se instala en mi estómago. La sensación
es tan horrible que quiero llorar y sé que es sólo una fracción de la
emoción que se extiende a través de Sean. No espero a que él me mire. En
su lugar, lo rodeo y lo miro a la cara. Hay un brillo cristalino en sus ojos,
así que evade mi mirada.
Le digo lo que sé, lo que nadie más se da cuenta y lo único que Sean
está desesperado por olvidar.
37
—Eres un buen hombre, Sean. Sin importar lo que ellos digan, sin
importar lo que ellos vean. —Toco su mejilla y le sonrío cálidamente—. Lo
escondes tan bien que incluso tú lo olvidas a veces.
Él toca mi mano, deslizando sus dedos sobre la parte posterior de la
misma.
—Tú me asustas más que nada en el mundo, y al mismo tiempo, te
amo por eso. Ves a través de mí, Avery Stanz, bajo mi alma destrozada, y
aun así te quedas. Siempre te quedas. —La voz de Sean es inusualmente
suave, cierra los ojos por un momento, y presiona mi mano más firme a su
mejilla.
No me preocupo por romper el momento esta vez. Estoy segura de mí
misma, y aún más segura de nosotros. Sé lo que él necesita, pero no
puedo dárselo aquí, así que tomo sus manos y tiro de él a un lugar en la
parte de atrás. Sean me sigue sin protestar. Cuando me detengo, tomo sus
manos y las deslizo alrededor de mi cintura y coloco mis manos alrededor
de su cuello.
Bailamos lentamente, sin decir nada, hasta que Sean baja la cabeza
y se apoya en mi hombro. Nos quedamos así por un largo tiempo, de vez
en cuando nos movemos como si todavía estamos bailando. No paso por
alto que Sean me deja consolarlo. Ha cedido el control por el momento y
cuenta conmigo para que lo mantenga unido. Esto es tan diferente en él
que me preocupa. No sé si está madurando emocionalmente o se está
cayendo a pedazos. A veces ambas cosas se parecen.
Un movimiento fugaz me llama la atención cuando una de las
cortinas frente a nosotros se sacude. Levanto la mirada y veo a Jonathan
allí de pie en las sombras, observándonos. Nuestros ojos se encuentran y
le ruego mentalmente que deje en paz a Sean por el momento. No puedo
soportar verlo aún más lastimado en este momento, porque sin importar lo
que Jonathan piensa, Sean se preocupa por él. El hombre haría cualquier
cosa por sus hermanos, estoy segura de ello.
La ira se desvanece del rostro de Jonathan y se queda ahí parado un
poco más de lo necesario, casi en shock. Sus labios se abren ligeramente y
sus manos, que estaban hechas un puño, se aflojan y caen sueltas a sus
costados. ¿Nunca antes ha visto a su hermano lastimado? Sean el
invencible luce débil al momento, sin duda, reviviendo la infernal noche en
la que su mujer se quitó la vida.
Tal vez el abrazo, y la forma en que baja la cabeza, hace parecer a
Sean más humano. No lo sé, pero sea cuál sea la razón, Jonathan se retira
38 de nuevo a las sombras y desaparece sin hacer ruido. Nadie más viene a
buscarnos. Permanecemos así por un largo tiempo, y no nos separamos
hasta que estamos preparados para enfrentar lo que viene a continuación,
aunque no creo que yo alguna vez esté lista.
Capítulo 11
Traducción SOS por LizC

M
el. Todo este maldito lío se remonta a ella y tengo que
averiguar qué pasó. Había asumido que ella no estaba en la
habitación después de descubrir que no era su cadáver
debajo de la sábana. No había sangre en su ropa y ningún indicio de que
ella había hecho algo malo. Parecía que Mel dejó el hotel cuando se enteró
lo que pasó, de la misma manera que yo lo hice. Si una de las dos éramos
atrapadas y eso llegaba a oídos de Black, todos estábamos jodidos.
No quiero creer que mi mejor amiga mató a alguien, pero estamos
hablando de Mel. La he visto amenazar a las personas con cuchillos y por
lo tanto, no es una sorpresa que usara uno en alguien. En realidad, tenía
la impresión de que había cortado a alguien en el pasado por meterse con
39 ella, pero eso fue en una vida pasada, mucho antes de que la conociera.
La pregunta que estaba arremolinándose en el fondo de mi mente es,
¿por qué no huyó? Incluso después de apuñalar a la mujer, se quedó ahí y
cortó su garganta. ¿Por qué matarla? Que sea en defensa propia es
comprensible y perdonable… esto no lo es. Mel ha arruinado su vida, todo
lo que era volviendo a toda prisa, con toda su fuerza. Jamás terminará la
universidad o tendrá una carrera. Tiró todo su futuro a la basura y no
entiendo por qué.
Sean accede a ir al bar y darnos a Mel y a mí un poco de espacio.
Camino a través de la cortina desgastada y vago hacia las escaleras que
conducen fuera del escenario. Mel está despierta y hablando con Trystan
que parece ser un ave nocturna. ¿Alguien duerme alguna vez? Me siento
como un zombi. He estado corriendo malhumorada durante horas y estoy
bastante segura que voy a desmayarme y enterrar mi cara en el suelo en la
próxima hora.
Mel está sentada en una silla frente a Trystan. Ella levanta la vista y
me sonríe, antes de levantar un dedo hacia Trystan.
—Es realmente él.
No puedo evitarlo, me rio.
—Lo sé. Me lo encontré afuera. Casi me caigo sobre él.
—De hecho, sí caíste sobre mí, no es que me importara. —Trystan se
sienta un poco más erguido y mira a su alrededor. Estoy segura que está
buscando a Sean.
Pongo los ojos en blanco a medida que cruzo mis brazos sobre mi
pecho, y echo mi cadera hacia un lado. Es una mirada severa que mi
madre me dio demasiadas veces.
—¿Estás buscando pelea, Trystan Scott?
—Uff, no. —Él sonríe ampliamente, lo que contradice sus palabras.
Dejo caer mis brazos y camino hacia su asiento. Trystan se inclina
hacia atrás y me observa atento cuando me siento en el brazo de su silla.
—Escucha, Sean te va a destrozar si te metes con él esta noche.
Hazme un favor y déjalo en paz. —No lo habría dicho, pero no creo que
Trystan sea un imbécil. Supongo que el desprecio por el hombre proviene
de Sean, porque no me siento de la misma manera de Trystan. Es más
como si Trystan estuviera reaccionando a algo. Es difícil que te agrade
alguien cuando te odian. Tengo que preguntarle a Sean lo que tiene en
40 contra de la estrella del rock, porque me parece muy agradable para mí.
Trystan no promete nada, pero su mirada se encuentra con la mía y
su sonrisa cambia. Las comisuras de sus labios pierden esa sonrisa
burlona y su mirada se suaviza a algo que se asemeja a la comprensión, y
tal vez incluso empatía.
Sin previo aviso, mira a Mel y golpea sus manos sobre sus rodillas.
—Entonces, supongo que ustedes dos quieren hablar. —Trystan
apunta su pulgar hacia Mel—. Ha tenido una mala noche. No seas dura
con ella. —Y entonces se ha ido.
Me deslizo en el asiento aterciopelado y observo a Mel. Ella se ve a la
perfección como siempre. El silencio se extiende entre nosotras y por el
tiempo más largo posible ninguna de las dos habla. Cuando no puedo
soportarlo más, espeto abruptamente.
—¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Cómo puedes simplemente sentarte allí
y pretender…?
Mel apunta una de sus bien cuidadas uñas hacia mí y su expresión
cambia de agradable a furiosa.
—¡No te atrevas a actuar como si tuvieras una puta idea de nada!
Me inclino hacia delante y mis manos comienzan a volar mientras
hablo, pidiendo una explicación.
—¡Entonces dime!
—No finjas que te preocupas por mí. Si esto no ocurriera en tu
habitación, ni siquiera habrías hablado conmigo esta noche.
Eso es todo. Presionó el botón de mi psico-puta. Vuelo de la silla y
estoy de pie, gritando en su cara.
—¡Eso es una estupidez! ¡Eso es una absoluta mierda y lo sabes!
¿Sabes lo que pensé cuando regresé a la habitación? ¡Pensé que tú estabas
debajo de esa maldita sábana! Vi tu mano allí en el suelo, flácida y pálida y
pensé que te había perdido. ¡Pensé que estabas muerta! ¡Así que no te
sientas ahí y actúes como si no me importa una mierda sobre ti!
Mel está en mi cara con sus labios apretados firmemente, dispuesta
a decapitarme verbalmente cuando una voz profunda corta a través de la
habitación.
—Siéntense. —Es Sean. Ambos lo miramos. Se ve más despeinado
de lo que jamás le había visto. La tensión que oscurece su rostro está
41 surcando profundamente en su hermosa piel. Sean tiene un vaso en la
mano y camina hacia nosotras.
Cuando ninguna de los dos nos movemos, gruñe otra vez:
—Siéntense. —Mel y yo obedecemos, y evitamos sus ojos.
Mel deja escapar un resoplido a medida que Sean pasa entre
nosotras. Él fulmina a Mel con la mirada.
—No tienes idea lo mucho que he pasado esta noche por ti. Avery es
tu amiga, así que deja de actuar como una niña. Has matado a alguien y
necesitamos saber por qué.
Mel está apretando los dientes y se pone rígida en su silla. Tampoco
nos mira a ninguno de los dos, así es como sé que ella no quiere hablar.
Sus fosas nasales se dilatan cuando respira y clava sus uñas en los brazos
de la silla. Finalmente mira a Sean.
—Me cuesta creer que dieras la cara por mí.
Sean parece agitado. Él pone los ojos en blanco y engulle el resto de
su bebida antes de golpear el vaso sobre la mesa junto a Mel. Ella se
estremece cuando lo hace. Sean se pone a nivel de sus ojos. Su voz es
profunda y amenazante.
—No lo hice por ti, lo hice por Avery. Has estado cuidando de ella,
por lo tanto, he estado cuidando de ti.
A Mel no le gusta esa respuesta.
—¿Me has estado siguiendo?
—He estado vigilando. Vigilo todo, especialmente cuando se trata de
ella. —Sean apunta hacia mí—. Sé cosas que ella no ha dicho y sé que
cosas tú no has admitido. Dile lo que pasó esta noche o lo haré yo, y te
garantizo que sería mejor viniendo de ti. —Sean se endereza y se aleja,
antes de tomar asiento a un lado.
Mel traga fuerte y me mira de nuevo. Pierdo la paciencia.
—¡Oh, por el amor de Dios, sólo dilo! Me caías mejor antes, cuando
sabía que te metías con las personas. Has amenazado a Tipo Desnudo en
más de una ocasión. Sé que no eres la Madre Teresa y nunca lo has sido,
¡así que sólo dime!
Mel observa a Sean por el rabillo del ojo, casi suplicándole.
—Es una mala idea.
42 —Dile —exige Sean en un tono que me hace temblar. Una de las
cejas de Sean se alza mientras cruza los brazos sobre su pecho y sus ojos
de hielo se estrechan sobre ella.
A Mel no le gusta que le digan qué hacer. Sus ojos se mueven de
lado a lado y se inclina hacia atrás, relajando el cuello. Después de tomar
un gran suspiro, ella se sumerge en una historia que me gustaría jamás
haber oído.
Capítulo 12
Traducido por Crazy_Mofos168

M
i cuerpo se tensa cuando Mel habla. Temo por ella incluso
sabiendo que sobrevivió. Después que Sean y yo dejamos la
habitación, las cosas se salieron de control. Mel ordenó la
cena, y cuando hubo un golpe en la puerta media hora después, ni
siquiera lo pensó. Mel abrió la puerta sin siquiera ver quién era, y allí se
encontraba de pie una mujer con su complexión y ojos color caramelo.
—Lucía como una jodida gemela. Era aterrador. La tipa era casi de
la misma altura y peso y, escuchen esto, estaba usando el mismo vestido
—explica Mel.
—Eso es raro. —Mi rostro se frunce porque no me gusta a dónde
43 está yendo esto.
—Sin mentir. Así que, estoy como: “¿Qué es lo que quieres?”, ella ríe
y trata de entrar a la habitación, pero no dejo que llegue muy lejos. Era
como si estuviera buscando algo. —Mel sacude la cabeza y se muerde el
labio inferior, pensando antes de agregar—: Entonces, se detiene frente a
mí. La mujer piensa que hay más personas en la habitación. Dejé la
televisión encendida en el baño y la bañera estaba llenándose. Planeaba
relajarme y ver televisión, comer mientras me remojaba. Como sea, la
chica da un paso hacia mí y sonríe aterradoramente, una sonrisa maníaca
y siento un cañón presionado sobre mi estómago. La muy perra tenía una
pistola. No está ni dos pasos dentro de la habitación y me saca una puta
pistola. Después de eso, las cosas se ponen borrosas.
—Mel —le escarmienta Sean.
—Estoy diciendo la verdad, chico blanco. —Mel resopla y profundas
líneas fruncidas atraviesan su rostro—. Avery, todo sucedió tan rápido.
Pasé de tener la pistola en mis entrañas, a jalar su cabello y rodar en el
suelo. La desgraciada me quitó mi brazalete, así que aplasté la piedra
pensando que Black enviaría a sus ninjas, pero nunca aparecieron. Así
que, me di cuenta que estaba sola y usé mi cuchillo contra la perra. Me
tenía clavada.
—¿Tenías un cuchillo contigo? —Sueno estúpida por preguntar,
¿pero en dónde diablos estaba?
Mel asiente una vez. La sonrisa que usualmente está en sus labios
se ha ido y su cabeza cuelga entre sus hombros cuando entierra el rostro
en sus manos.
—Siempre lo tengo amarrado a mi muslo. Cuando lo estoy haciendo,
escondo la cuchilla, pero aún a mi alcance: bajo la almohada o entre el
colchón. Cuido de mí misma. Siempre lo he hecho. —Mel alza la mirada y
no parpadea. Sus ojos son fríos y duros, como si estuviera cerrándose
emocionalmente para contarme el resto de la historia—. Antes de que la
desgraciada sepa lo que pasó, la apuñalé en el costado. Empieza a
murmurar sobre algo sin sentido, después de maldecirme.
—¿Qué dijo? —pregunta Sean—. ¿Cuáles fueron sus palabras
exactas?
—Su voz no se escucha alarmada, es aterrador, clara como el vidrio,
y dice: “No tienes idea de lo que has hecho, pequeña puta. Todo era
perfecto, y ahora ellos van…”, sus palabras se tornan inentendibles y no
puedo comprenderla. Su rostro se retuerce en dolor y comienza a gritar. Es
44 una horrible manera de morir, y con la cantidad de sangre saliendo de ella
de esa manera, definitivamente iba morir. Empezó a rogarme, así que lo
terminé. Luego tomé mis cosas y hui. Deben haber encontrado el cuerpo
cuando llegó la comida.
No puedo respirar por unos segundos, y Mel no voltea a verme. Sean
está observando un lado de mi rostro, esperando mi reacción. Unas
cuantas lágrimas se escapan y las seco bruscamente.
—Alguien estaba tratando de incriminarte por algo más… ¿sino por
qué habría estado esa mujer vestida como tú?
—¿Y? —insiste Sean, observándome de cerca.
—El brazalete no funcionó. O alguien lo manipuló o nunca funcionó
para empezar. Black dice que los revisa cada vez que nos registramos, así
que no debería ser eso. —Lanzo una mirada hacia Mel—. ¿Tú qué crees?
Cuando Mel levanta la mirada, quiero arrojar mis brazos a su
alrededor y decirle que todo estará bien, pero sé que no lo estará.
—Creo que estamos jodidas. Alguien me estaba usando para llegar a
ti y lo están haciendo a través de Black. El problema ahora es que nada de
esto llegará a ella.
—Pero, ¿el transmisor? —pregunto, sin entender lo que están
tratando de decirme.
Las cejas de Mel están marcadas con preocupación cuando ve hacia
mí. Su mano se aferra al cabello de sus sienes y escucho la angustia en su
voz.
—Avery, no había ningún jodido transmisor. Cuando los policías
vieron el brazalete, creyeron que sólo era una joyería barata. No los guiará
a Black, les llevará hasta mí.

45
Capítulo 13
Traducido por LizC

S
ean no está tenso por primera vez. En algún momento
mientras Mel estaba hablando, sus hombros se relajan y él se
recuesta en la silla como si fuera un trono. Sus labios lucen
firmes, no hay curvaturas en las comisuras de su boca. Se queda mirando
al frente, perdido en sus pensamientos.
Todavía estoy armando las cosas y no me gusta la forma que el
rompecabezas está adoptando. Si alguien se estaba haciendo pasar por
Mel, entonces, ¿qué estaba haciendo ella allí? Siento como si Mel dejara
trozos de la historia fuera, pero por mi vida, no puedo imaginar qué podría
ser. Me encuentro mirando fijamente a un lado de su cara.
46 Mel se inclina hacia atrás en su silla con su cuello descansando en
el respaldo, mirando hacia el techo.
—¿Qué? —espeta finalmente.
—Dile —dice Sean de repente, y mira hacia mí—. Ya te dije que le
voy a decir si tú no lo haces. —Mel no se mueve. En cambio, se pone rígida
y sella sus labios—. Avery…
Mel se endereza de golpe.
—¡Se lo diré! No tienes que decir ni una palabra. —El dolor está
grabado por toda la cara de Mel—. Alguien ha estado jodiendo contigo,
¿verdad? Asia me dijo que estuvo en tu habitación una noche… que algo te
asustó. —Mi mandíbula cae abierta. Estoy a punto de negarlo, pero ambos
me dan una mirada que me calla—. Esta noche, antes de que todo se fuera
al infierno, recibí un mensaje con un video adjunto. Eras tú. Él dijo que
fuera a buscarlo o lo publicaría en línea. Avery, se suponía que iba a dejar
la habitación y se suponía que ustedes estarían allí. No me fui porque
pensé que él estaba jugando conmigo al principio, y luego le dije que iba a
ir, pero la comida se suponía que debía estar allí y no había llegado.
Supuse que él esperaría, así que no me fui… sólo le dije que estaba en
camino.
Parpadeo hacia ella.
—Espera un segundo, ¿alguien te dijo que tenían un video sexual de
mí y que lo publicarían si no ibas, pero no fuiste porque querías cenar
primero? —Le doy una mirada de asombro y no sé si debo gritar, chillar o
abrazarla.
Sean me mira duramente.
—Hay otro jugador, y tú eres su objetivo.
No puedo procesar lo que están tratando de decirme. Me rio y niego
con la cabeza, como si ambos estuvieran locos.
—¿Crees que alguien está tratando de matarme? —Qué idea tan
estúpida. Me rio más fuerte y más alto, pero cuando levanto la vista, Mel y
Sean me están observando. Ninguno de los dos piensa que es gracioso,
ambos creen que alguien está tratando de hacerme daño.
Pongo los ojos en blanco, negándome a creerlo.
—El tipo estuvo en mi habitación cuando estaba sola. ¿Por qué no lo
hizo entonces? ¿Y qué iba a ganar con eso? No tengo nada, soy una don
nadie. No tengo familia y nadie me ama, excepto tú.

47 Sean me mira con esos ojos oscuros suyos y el terror se desliza en


mi estómago como ácido. Es por él. Alguien está tratando de hacerme daño
para llegar a Sean. Oh Dios. Mi mandíbula cae abierta y me estremezco.
Antes de que pueda decir nada más, él me acuna en sus brazos y me
abraza contra su pecho, aplastándome con sus fuertes brazos.
—No voy a dejar que te toquen.
Capítulo 14
Traducido por HeythereDelilah1007

M
e siento con Mel mientras Sean intenta hablar con su
hermano una última vez. No sale bien. Puedo escucharlos
gritar desde donde estoy sentada. Trystan regresa, viéndose
como una margarita primaveral.
Arquea una de sus cejas hacia mí.
—¿Qué?
—¿Eres nocturno, o una de esas personas extrañas que puede estar
bien con solo dos horas de sueño? —Me desplomo de vuelta en mi silla con
un dolor de cabeza nauseabundo, sosteniendo mi cara con mi mano. De
otra manera, estaría recostada en el piso, dado que empezó a verse
48 cómodo desde hace unas cuantas horas. Trystan se ve incómodo y
distraídamente toca el anillo bajo su camisa. Lo entiendo—. Ah, no eres
ninguno, lo que significa que también estás loco. Bienvenido al club.
Se ríe a carcajadas, presiona sus dedos sobre sus sienes y parece
relajarse otra vez. Nadie habla y me sigo haciendo la misma pregunta. Sé
que no debería, pero lo hago de todas maneras.
—¿Mel?
—¿Sí? —dice desde el piso. Tiene un brazo sobre su cara y está
acostada sobre su espalda.
—¿Cómo se sintió? —Ella aleja su brazo de sus ojos y se sienta un
poco.
—No quieres saber realmente, ¿cierto?
Soy una estúpida. Asiento. La cosa es que, si hubiera tenido que
defenderme, me pregunto si hubiera sido capaz. Soy melindrosa cuando se
trata de sangre, así que, ¿cómo podría infringir el daño suficiente para
evitar que alguien me mate? Me pregunto si es como si otra parte de tu
cerebro toma el control y eso es todo.
Mel se sienta y envuelve sus brazos alrededor de sus rodillas.
—Sabía lo que estaba haciendo, si eso es a lo que te refieres. Desde
el momento en que la vi, supe que había algo mal… como en, demasiado
mal. Cuando alguien te amenaza con un cuchillo, un arma, o lo que sea…
no hay tiempo para pensarte nada dos veces. Eres tú o ellos, y yo no iba
morir.
Los ojos de Trystan se mueven entre nosotras mientras hablamos,
pero no dice nada. Me pregunto qué horror habrá visto, porque no parece
reaccionar con nada de lo que decimos. Sólo se sienta ahí, escuchando,
como si supiera exactamente a lo que se refiere Mel.
—¿Pero cómo puedes hacerlo? Creo que yo no podría.
Ahí es cuando Trystan habla.
—Hay algo dentro de ti que va a despertarse si llegas a necesitarlo.
Espero por Dios que nunca lo hagas, pero no dudes que está ahí. Como
dijo Mel, tu cuerpo va a querer actuar, protegerte. No pienses. Sólo hazlo, y
vivirás otro día.
Mel y yo lo miramos fijamente. Hay un segundo en el que sus
palabras son aterrorizantes, pero luego no siento nada más que empatía
49 por él. Debe haber aprendido eso por haber vivido con su padre. El hombre
lo golpeaba a más no poder cuando era un niño. Estuvo en los periódicos y
fue todo de lo que la gente habló por un tiempo. Trystan Scott es un
hermoso, carismático y encantador cantante. Todos los que lo conocen lo
aman. No parece tener un hueso violento en su cuerpo, pero viene de un
pasado sangriento y lleno de maltrato. Hay más de la historia ahí, cosas
que nunca sabré, secretos que nunca compartirá.
Asiento, y me salvo de tener que encontrar una respuesta cuando
Sean aparece.
—Vámonos. Jon puede lidiar con su mierda él solo. —Mira a Trystan
y parece que quiere deshacerse de él, pero no dice nada.
—Espera, ¿qué pasa con Mel? —pregunto, mientras Sean me guía
hacia la puerta.
—Ella sabe qué hacer. No te preocupes por ella. Vamos, tengo el jet
esperanto en el aeropuerto McArthur.
¿El jet? ¿A dónde vamos? Sé lo suficiente para no preguntar, así que
no digo nada cuando lo sigo afuera. Hay una limusina esperando. Nos
agachamos para entrar y arrancamos. Sean sigue enojado por lo que sea
que haya pasado con su hermano. Deja salir todo el aire y dice:
—Mi hermano es un idiota.
Le sonrío, intentando aligerar el humor.
—¿Cuál de todos?
Sean sonríe y voltea a mirarme, antes de envolver su brazo alrededor
de mis hombros y halarme hacia él. Besa la punta de mi cabeza y empieza
a hablar.
—Jon piensa que lo abandoné cuando era un niño, pero eso no es lo
que pasó. Pete parece entenderlo mejor, pero Jon no. No va a perdonarme,
y actúa como si su infancia hubiese sido un infierno y eso fuera mi culpa.
El tipo lo tiene todo, incluyendo la fortuna familiar, y sin embargo va y
hace cosas como esta. Podría entender este comportamiento de parte de
Bryan o Trystan, pero no de Jon. Tiene demasiado en juego y nuestra
madre no es exactamente dada a perdonar. Hay cosas que él no sabe. —
Sean suspira y deja de hablar. Parece como si fuera a decir más, pero no lo
hace.
—Desearía tener un hermano o una hermana, incluso si no nos
lleváramos bien. Te envidio. —Sean hace un ruido de incredulidad—. No,
es en serio. Tener unos hermanos de mierda es mejor que no tener
ninguno. No estás solo. Yo sí. Además, Peter parece haberte perdonado.
50 Jon va a entenderlo tarde o temprano.
Sean no dice nada, sólo me abraza con más fuerza y mira por la
ventana hasta que la limusina se detiene junto a un pequeño jet
estacionado sobre la pista. Las luces brillan suavemente desde el interior y
la puerta está abierta con una escalera que nos invita a abordar. Sean
toma mi mano y me lleva al avión. Cuando doy un paso dentro, no sé qué
hacer. Hay ocho asientos de cuero enormes que parecen girar sobre sus
puestos. Hay una mesa, un bar y una inmensa televisión delgada como
una hoja de papel en la pared de atrás. Todo se ve inmaculado y tiene ese
olor de auto, eh, jet nuevo.
—Siéntate donde quieras. —Sean me hace gestos para que continúe
hasta la parte de atrás por mi cuenta. Desaparece detrás de una cortina al
frente y habla con el piloto antes de regresar. Para entonces, estoy sentada
en la última fila y mirando por la ventana.
—Esto es extraño. —Estoy en un avión, uno muy lujoso, y sin haber
ido al aeropuerto o lidiado con seguridad. Nadie me manoseó como si mi
ropa interior pudiera ser usada como un arma. Los de la TSA confiscaron
una vez mi cannoli porque no estaban sellados. Pienso que la organización
tiene un problema serio con la pastelería. Tan pronto como Sean se sienta,
empezamos a movernos por la pista. Sin retrasos.
Me sonríe, disfrutando de mi expresión maravillada.
—Voy a malcriarte hasta el punto en el que no pienses que nada es
inusual.
—No creo que eso sea posible, pero no me molesta que lo intentes. —
Una sonrisa perezosa llena mis labios. Casi amanece y estoy exhausta.
—Duerme. Te despertaré cuando estemos allá. —Sean me pasa una
manta y una almohada, me acurruco y antes de que pueda acosarlo para
averiguar a dónde vamos, me quedo dormida.

51
Capítulo 15
Traducido por Apolineah17

L
a constante vibración del avión se ha detenido, cosa que me
despertó. Está bien, es más que nada los dedos de Sean
clavándose en mis costillas.
—Avery, despierta.
Quiero rodar y permanecer aquí. Debo murmurar algo al respecto
con un improperio al final para dar énfasis, porque Sean se ríe y dice:
—No puedes quedarte aquí. Vamos.
Me levanta en brazos y pongo una sonrisa boba en mi rostro. Él va a
cargarme como una novia sobre un umbral. Suspiro internamente, porque
52 él es el hombre más increíble en la tierra, pero el gesto dura poco. Sean
suelta mis piernas de modo que estoy erguida. Chocan contra el suelo del
avión y me despierto de golpe. Pensé que iba a dejarme caer.
—¡Oye! —Tiro de mis hombros lejos de su agarre y me giro a tiempo
para ver una ligera sonrisa encajar en sus labios. Maldita sea. ¿Por qué se
tiene que ver tan hermoso? Contengo el montón de vulgaridades que iba a
decir y recurro a algo menos insultante—. Imbécil.2
Eso le hace reír, con hoyuelos completos y todo. Sean debe estar
histéricamente cansado porque eso no fue del todo divertido.
—Usaré tu culo de cualquier forma en que me lo permitas.
Mi rostro se ruboriza y miro alrededor, asumiendo que no estamos
solos, y no lo estamos. El piloto lo escuchó, y quienquiera que esté de pie
en la puerta abierta del avión. Golpeo su brazo, lo cual le hace reír más.
Nota mental, dejar de llamar a Sean un “imbécil”. Al parecer eso le hace
pensar en hacer cosas sexis con mi culo. Psh. Qué niño. La expresión debe
cruzar mi rostro, porque los ojos azules de Sean se abren de par en par.
—¿Acabas de ponerme los ojos en blanco?

2 Imbécil: Del original “asshat”, palabra traducida de forma insultante, relacionada al


juego de palabras con la cual Sean responde después.
—No, señor Jones —respondo sarcásticamente—. Nunca le pondría
los ojos en blanco. Una vez que empecé, simplemente siguieron adelante y
Dios sabe que se habrían caído para ahora.
La sonrisa de Sean desaparece cuando se inclina más cerca de mi
oído:
—Pagarás por eso.
—Lo espero con ansias. —Estamos frente a frente, nariz con nariz, y
a un beso de distancia. Sean está cargado, como un enorme campo
magnético y se siente imposible mantener el poco espacio entre nosotros.
Cuando respira, su pecho al alzarse roza contra el mío y envía hormigueos
por mi cuerpo. Una mirada de suficiencia cruza mi rostro, e inclino mi
cabeza hacia un lado para susurrar en la voz más seductora que puedo
manejar—: Imbécil.
Sus ojos se oscurecen y cierto aspecto primitivo se apodera de su
rostro, antes de cerrar esos párpados. Quiero besar ambos y sostenerlo en
mis brazos, pero la mirada que tiene dice que las cosas no serán así esta
noche, u hoy. He perdido la noción del tiempo.

53 Cuando sus ojos se abren, una ráfaga viaja a través de mí cuando


esa malvada sonrisa se dibuja en su rostro. Sean levanta el puño hacia su
boca y lo muerde durante medio segundo y luego me da una mirada que
hace a mi corazón latir rápido y furioso.
—Vamos a meter su culo dentro, señorita Smith, y veré lo que puedo
hacer.
Se me escapa una risita tonta aunque trato de tragarlas. Mis
emociones hicieron corto circuito hace horas. Mis manos cubren mi boca,
pero no puedo parar. De repente veo la mano de Sean volar y lo siguiente
que sé es que golpea mi culo fuertemente. Mis manos se mueven para
cubrir mis cuartos traseros y me giro para mirarlo, boquiabierta.
—¿Qué? ¿Pensé que querías dejar de reír? —dice y ríe.
Oh, Dios. Eso lo empeora. Más pensamientos incoherentes
cosquillean en mi estómago, deteniéndose solo después que Sean me
ayuda a bajar las escaleras del avión. Me detengo abruptamente y miro
alrededor. ¿Hay vigas altas y heno?
—¿Estamos en un granero? ¿En serio? ¿Nos montamos a tu avión
privado para escondernos en un granero? —Debo lucir extrañamente
preocupada, porque Sean es amable conmigo. Tal vez piensa que mi
cerebro colapsó en el avión.
—Es un colgador.
Señalo a la esquina:
—Hay heno.
—Sí, es para los caballos. ¿Dónde más debería guardar los envíos
cuando llegan?
Me encojo de hombros y empiezo a reír de nuevo.
—No sé, ¿en un granero?
Sean no contesta. En lugar de eso, agarra mis brazos y me aleja del
colgador hacia afuera al espacio abierto.
—Listilla.
—Ah, de nuevo a mi culo3.
—Tu culo va a estar adolorido si sigues hablando de ello.
—Psh, igual que el tuyo. —Sí, no tengo idea de qué demonios estoy
hablando, pero sonaba bien.
54 Eso le hace mirar hacia mí. La diversión brilla en sus ojos cansados.
—Lo espero con ansias.
Oh, mierda. Parece que está en cualquier cosa y todo. ¿Por qué no
puedo mantener mi boca cerrada? Cambio de tema. Hemos estado
caminando por un campo. La hierba llega a la altura de la rodilla, y los
rayos solares de la mañana hacen que la hierba muerta parezca dorada.
Es bonito, pero parece que vamos a caminar por siempre ya que no hay
nada más que ver, salvo hierba y árboles.
—¿Dónde estamos? —Justo cuando la pregunta sale de mi boca, veo
una hermosa casa. Es una cabaña de madera con enormes ventanas
brillantes. Hay un arroyo que corre detrás de ella, cortando la hierba
dorada en dos como una larga cinta azul. Mi mandíbula cae abierta al
mismo tiempo que mis pies se detienen. Se ve como algo de una revista de
esquí, y no uno de los penthouses exclusivos y personalizados donde Sean
Ferro normalmente reside.
—En una de mis casas. —Su voz se suaviza, y casi suena sombría—.
Vamos. Te mostraré los alrededores. —Caminamos hacia la parte
delantera y subimos los escalones hacia un porche cubierto. La vista desde
aquí es impresionante. Puedo ver el espacio abierto por el que caminamos,

3 Juego de palabras, ya que listilla en inglés es “smartass”.


el arroyo, un lago resplandeciente a la distancia, y todo está ubicado entre
montañas que lucen increíblemente azules en el sol de la mañana.
Sean abre la puerta y la sostiene para mí. Es casi como si no
quisiera entrar. Mi pecho se contrae a medida que camino junto a él y
entro a la cabaña. Apenas estoy en el interior antes de exclamar:
—Guau.
Mi cuello se estira hacia atrás y mijo fijamente las vigas que se alzan
a seis metros o más por encima de mi cabeza. Un extremo de la cabaña
está hecha de vidrio… seis metros de vidrio. Es una locura. La vista desde
el porche no es nada comparada con la que hay desde esta enorme
ventana. Soy atraída hacia ella, y lentamente cruzo la cabaña. Los pisos
son de color oscuro, madera tallada a mano con un acabado desgastado.
Hay una cocina equipada con una encimera de madera y armarios
rústicos, pero no me detengo. La ventana es increíble. Paso una prístina
cama blanca con un dosel de hierro forjado y cortinas de terciopelo que se
ven lo suficientemente suaves como para olfatearlas. Apuesto a que huelen
como el oso Snuggle4. Definitivamente voy a olerlas después.
Deteniéndome frente a la ventana, miro hacia afuera y no puedo
55 evitar sonreír. Pero algo no encaja. Esto parece tan diferente a Sean, y él
apenas ha cruzado la puerta. Esta allí de pie con la puerta abierta detrás
de él, como si pudiera salir corriendo. Dándome la vuelta, le pregunto:
—¿Qué es este lugar?
Los ojos de Sean se clavan en los míos por un momento, luego mira
hacia abajo y sacude la cabeza. Da un paso a través del umbral, y cierra la
puerta hermosamente tallada sin decir una palabra.
—¿Sean? —Estoy preocupada por él. Nunca antes lo he visto así.
Éste es mi Sean, pero luce roto. A veces no hay palabras. Cruzo la
habitación y lanzo mis brazos alrededor de su cuello y lo sostengo fuerte.
Para mi sorpresa, él no se aleja, sino que entierra su rostro en mi cuello.
Me aferro a él por un tiempo, como lo hice en el club, y me pregunto qué
fantasmas rondan este lugar. ¿Qué significa esta cabaña para él?

4Snuggle: Es la mascota de un suavizante de telas vendido por Sun Products en Estados


Unidos y Canadá.
Capítulo 16
Traducido por Xhex y AsheDarcy

C
uando Sean se recupera, se ve como su antiguo él. Sus
defensas están levantadas y esa expresión severa está de
vuelta. Mierda. Quería engatusarlo para salir, pero Sean tiene
otros planes.
—Necesito tiempo para pensar y nadie conoce este lugar. Si alguien
se presenta, sabremos que intenta lastimarte —me explica.
—¿Dónde estamos?
—Al norte del estado, en las Catskills. —Nueva York estaba dividida
en muchas partes, las tres secciones principales son Long Island, La
ciudad de Nueva York, y luego esa enorme cantidad de tierra al norte de
56 Manhattan llamada “Norte del estado”. Su referencia a las Catskills es la
única cosa que me da una idea de dónde estoy. Si él no lo dice, podríamos
estar en cualquier lugar entre la Ciudad y Canadá.
Asiento, y los recuerdos de anoche comienzan a aparecer detrás de
mis ojos. Sean agarra mi muñeca y me ordena:
—No, Avery. Deja de pensar. Quiero que te acuestes en esa cama y
dejes que cada pensamiento salga de tu cabeza. Solo quiero que sientas lo
que te esté haciendo. Quiero ser el que evoque tu miedo o éxtasis. Durante
las próximas horas, soy tu dueño.
Las comisuras de mis labios se elevan cuando avanzo hasta él.
—Serás mi dueño durante mucho más tiempo que eso. —Le guiño, y
lo que le queda de restricción se ha ido. Sean me levanta y me lleva a la
cama. Me mira y juro que ya no hay azul en su mirada. Esos ojos están
tan oscuros que son casi negro sólido. A medida que sus ojos vagan sobre
mí, me siento desnuda aunque estoy vestida. Mi corazón late más rápido,
preguntándome qué va a hacer.
—¿Dónde está tu brazalete? —pregunta de pronto, mirando mi
muñeca desnuda.
—En la limusina de Gabe. Lo metí entre los asientos. —Una sonrisa
cruza mis labios cuando pienso en ello—. Black va a suponer que la estoy
acechando.
Sean me sonríe antes de inclinarse y besar mi frente.
—Buena chica. Eso debería darnos unos días si el problema se
originó con ella. Pensará que Gabe te está protegiendo.
—Eh, creo que lo hace.
—¡No! —La voz de Sean es feroz. Todo su cuerpo se tensa hasta el
punto que tiembla cuando grita—. Nadie te está protegiendo, excepto yo.
No quiero que confíes en nadie hasta que esto termine, ni Mel, ni Gabe, ni
siquiera mis hermanos, nadie. ¿Me entiendes?
Tocando un lado de su cara, asiento.
—Entiendo. —Mis palabras tienen más significado, y me pregunto si
sabe lo mucho que entiendo. Él ya ha perdido todo y falló en detenerlo. La
muerte de Amanda fracturó su vida de una forma que no ha podido
reparar. Si Sean no detiene a este lunático que está molestándome, lo
destruirá. Las últimas piezas que lo mantienen unido quedarán
57 trastocadas y el monstruo que acecha en su interior será la causa de su
muerte.
El cuerpo de Sean se sacude con una tensión que raya en la rabia.
Sé lo que necesita y quiero dárselo. Presiono mis labios y digo las palabras
que él necesita escuchar.
—Tómame, de cualquier forma que desees. Úsame, Sean.
Respirando con dificultad, mira hacia abajo, observándome. El
temor se aparta de su rostro y la parte que me asusta de él emerge. No hay
pensamiento racional, ni lógica en esos ojos. Se convierte en algo carnal y
fuera de control. Sean agarra mi vestido del escote y lo rompe en dos.
El repentino movimiento, el sonido de la tela desgarrándose, me
sobresalta. Antes de que pueda parpadear, está sobre de mí, rasgándome
la ropa y lanzándola a un lado hasta que estoy desnuda. Mi corazón late
tan fuerte que estoy segura que puede oírlo. Ya no tengo el valor para
mirarlo a los ojos, a pesar de que quiero. Me concentro en su pecho, en los
lugares que quiero tocar, pero no me atrevo. No ahora, no cuando está así.
Sean me monta a horcajadas, fijándome a la cama y se quita el
cinturón. Rápidamente, me da vuelta, de modo que quedo boca abajo y tira
mis manos sobre mi cabeza. En segundos, mis muñecas están amarradas
juntas y atadas al cabecero. Deja mis pies sin atar, y me pregunto si es
porque quiere o porque está cambiando. Sean es diferente ahora, ¿verdad?
Esto no es como la primera vez que me hizo esto. Además, yo me ofrecí.
Sabía para qué le estaba dando permiso esta vez. Quizá soy yo la que
cambió.
Siento su aliento en mi oreja antes de escuchar su voz.
—Deja de pensar. —Trato de apartar todos los pensamientos de mi
mente, pero soy mala en ello. La mano de Sean me golpea duro en mi
trasero desnudo. El ardor me hace gruñir—. Di, “sí, señor”.
Mis labios se curvan en una expresión desafiante y petulante.
—Sí, Sean.
Su mano baja otra vez, golpeando la otra nalga. Jadeo, y trato de
mirar hacia él, pero no lo puedo ver muy bien. Está justo detrás de mí y
sólo puedo distinguir su ubicación.
—Las palabras equivocadas conseguirán que te castigue, señorita
Smith. Quiero que digas: “sí, señor”.
Una loca urgencia a desafiarlo se alza dentro de mí mientras una
58 sonrisa cruza mi rostro. Quiero decir, ¿qué va a hacer? ¿Golpearme de
nuevo? Eso me gusta un poco. Hace que mis partes femeninas
hormigueen. Estaría satisfecha con otra nalgada. Así que suelto:
—Sí, señor Jones.
Sean deja escapar un pequeño ruido, como si no pudiera creer que
lo desafié de nuevo, pero su sorpresa dura poco. Toma una almohada y la
mete debajo de mis caderas, antes de abrir mis piernas. No tengo ni idea
de lo que va a hacer, pero me gusta. El estremecimiento corre por mis
venas, me hace tirar de mi amarre. Quiero tentarlo y hacer todo lo que no
debería. Tal vez estoy tan mal como él.
Mantiene mis piernas totalmente abiertas y con esa voz profunda de
él, me da otra oportunidad.
—Deja de pensar.
Estoy loca.
—No. —La palabra resuena como si alguien golpeara un gong.
Mi culo está en el aire gracias a la almohada. Espero que su mano
baje a mis redondas nalgas otra vez, pero no es así. En cambio, su palma
abierta me da una palmada entre mis muslos, escociendo entre mis partes
más sensibles. La sacudida me sobresalta y trato de alejarme a rastras,
pero Sean sigue sosteniendo mis caderas.
—Dilo.
Me muerdo los labios y siento su mano descender de nuevo. Esta vez
trae lágrimas a mis ojos, pero hay algo más, también. No sé cómo
describirlo. Mi interior se siente como si estuviera en fuego y quiero ser
saciada. ¿Estoy tan mal como él? Me azota el coño y me gusta. ¿Qué
demonios significa eso? Antes de que otro pensamiento pueda cruzar mi
mente, su mano aterriza entre mis piernas otra vez y gruño.
Sin previo aviso, Sean desliza un dedo dentro de mí y jadeo. Se
queda quieto por un momento y luego retira la mano y se inclina sobre mi
espalda, prensando su cuerpo contra mí. Su rostro aparece junto al mío,
presionando suavemente mi mejilla hacia las almohadas.
—Así que, parece que tienes un pequeño deseo pervertido, ya que
darte palmadas hace que estés bien mojada.
—No es así. Yo… —Antes de poder terminar mi mentira, Sean mete
el dedo que estaba dentro de mí, en mi boca.
59 —Chupa. —Mi lengua saborea la dulzura y reconoce mi esencia.
Hago lo que él dice, y chupo el dedo, hasta que se ha ido y sólo pruebo la
piel de Sean—. Buena chica. Y recuerda, el comportamiento que me
agrada será recompensado.
Me gusta como suena eso.
—¿Cualquier cosa que quiera?
—Sí, si te portas bien. Hasta ahora, tengo que decir, has sido
bastante traviesa. Te habría dado otra palmada, pero creo que en realidad
te gusta, así que serán otras cosas.
Casi me quejo, de acuerdo, ruego, para que haga más, pero lo pienso
mejor. El loco de Sean suena más tranquilo de lo que pensé que estaría, lo
que es interesante.
—Volvamos contigo siendo buena… di, “sí, señor”.
Hago una mueca en la almohada y murmuro.
—Sí, señor. —Ser mala es más divertido, al menos eso creo hasta
que siento el cuerpo desnudo de Sean apretado contra mi espalda y
besándome. Maldita sea, se desnudó rápido. Su dura longitud empuja
contra mis nalgas a medida que sus labios encuentran el lugar en mi
hombro que me hace derretir. Está cerca de encontrar mi punto débil, el
lugar que me hace actuar totalmente desenfrenada, así que me muevo,
tratando de alejarlo de allí, porque quiero conservar la cordura y desafiarlo
sólo un poco más, y tan pronto como encuentre ese lugar, estoy acabada.
Voy a estar rogándole cualquier cosa y todo. Maldito sea. Creo que trazo
un mapa de mi cuerpo cuando no estaba prestando atención.
Sean me sostiene en el lugar, avanzando sus labios lentamente cada
vez más y más cerca al punto débil en mi espalda, mientras una de sus
manos se sumergen entre mis muslos. Me fuerza a abrirlos y levanta la
cabeza por un momento.
—Haz lo que te haga sentir bien, nena. No te voy a obligar. No esta
vez.
¿Qué? Mi mente de pronto se pone en alerta máxima cuando Sean
sumerge su cabeza y su boca pecaminosa cae en el lugar perfecto en mi
hombro. Suspiro y me muevo, tratando de conseguir que se detenga
durante medio segundo antes de perder la cabeza. Sus labios se presionan
en mi piel, mientras que su lengua me acaricia. Mi cuerpo se retuerce sin
mi consentimiento a medida que el lugar entre mis piernas va de húmedo
a mojado. Mi mente se desvanece y siento… no, quiero. Los dedos de Sean
60 se presionan entre mis muslos y dentro de mí, haciéndome gemir. Mi
cadera retrocede, insatisfecha con los dedos mientras sigue besando mi
espalda. Lo quiero a él, y empiezo a decir cosas que normalmente me
hacen sonrojar.
Sean saca sus dedos y los eleva hacia mi boca.
—Lámelos. —Hago como dice, cerrando los ojos, y disfrutando de la
forma en que mi cuerpo responde a su voz, a sus mandados. Sus labios
trabajan en ese lugar en mi espalda y yo chupo sus dedos, imaginando que
es su dura longitud cuando se viene.
Levanta la cabeza.
—Buena chica. —Cuando retira sus, hago pucheros, pero la emoción
dura poco.
Sean se apodera de mis caderas y se empuja justo en mi punto
resbaladizo, lento y duro. Gimo y ruego por cosas que no debería decir. Él
suena feliz, tentándome, empujando lentamente y luego retirándose hasta
la punta, antes de golpear en mí de nuevo, más profundo. Le ruego para
que me embista, me azote, o cualquier otra cosa.
Sean suena contenido, casi feliz, cuando susurra en mi oído.
—Dime cuándo parar.
Antes de que pueda suplicarle que me folle más, se ha ido. Su
cuerpo deja el mío y sus labios de repente están entre mis piernas. Su
aliento caliente hace que mis muslos se tensen, pero Sean los empuja
aparte y lame hábilmente mi carne con su lengua. Lamida tras lamida, se
queda allí, presionando sus dedos en mí, lamiendo y chupando. No tengo
idea de lo que está haciendo, pero estoy gritando su nombre, rogándole
que me lleve hasta el borde. Lo necesito, todo mi cuerpo se siente
apretado, anhelando la liberación. Sean me lleva hasta el borde y creo que
voy alcanzar el éxtasis, pero se aleja dos segundos antes de tiempo. Grito y
me sacudo cuando desaparece. Su calor se ha ido y le estoy rogando que
vuelva.
—Sean, por favor… —Mi voz sale entrecortada, y completamente
desvergonzada. Le ruego por algo, para que me haga venir de cualquier
manera posible. Lo necesito muy dentro de mí. Le ruego de nuevo, y él está
de vuelta, tumbado a mi lado.
—Dime lo que quieres, nena.
—Hazme venir, por favor, Sean. Te quiero a ti dentro de mí. Por
favor.
61 Antes de que algo más sea dicho, siento algo frío deslizándose entre
mis piernas. Sean empuja un juguete muy adentro y comienza a vibrar.
Me siento tan decepcionada que no es él que casi lloro. Quiero a Sean. Es
entonces cuando las cosas van a una dirección diferente. Baja la cabeza
entre mis muslos y vuelve al lugar que había estado lamiendo y
presionando con sus dedos antes. Me tenso cuando me doy cuenta en
dónde está y lo que está haciendo. Su lengua lame la piel delicada detrás
del vibrador, y luego más allá de ella, oh Dios. No debería gustarme eso,
pero me hace sentir definitivamente extasiada. Mis caderas caen a medida
que la aprehensión me ahoga.
Sean se da cuenta y vuelve al punto en mi espalda, pero mantiene el
vibrador entre mis piernas. Besa mi punto débil y mi mente se apaga. Sólo
así, mis pensamientos se desvanecen y soy un ser salvaje otra vez. Mi
caderas se sacuden, tratando de encontrar la liberación, pero Sean no
mueve el juguete o aumenta la velocidad. Gimo y ruego por cosas que no
sabía que quería.
Sean está encima de mí, y siento su dura longitud presionándose
contra mi espalda mientras sostiene el juguete en su lugar. Él susurra en
mi oído:
—Sé que lo deseas. Dime nena, y lo haré. Dime que te folle de esta
forma.
No puedo. Aunque estoy retorciéndome contra él, no puedo decirlo.
Sus labios chupan el lugar en mi espalda y después de un rato lo intenta
de nuevo, pero aun así no lo admitiré, de modo que hace lo impensable y
se aleja.
—¡No! —Sacudo las piernas, tratando de verlo. El juguete se ha ido,
el cálido cuerpo de Sean se ha ido, y lo necesito. Cada parte de mí está
pulsando con necesidad. No puedo controlarme y sé que quiero lo que está
ofreciendo.
—Entonces dilo.
—Quiero que folles mi…
—Dilo —gruñe, su voz es más profunda de lo que nunca he
escuchado.
—Folla mi culo. —Las palabras salen volando de mi boca y suenan
terriblemente sucias para mí. Le ruego una y otra vez, y le digo que lo
quiero dentro de mí en cualquier manera posible, ahora mismo. Entonces
le suplico que vuelva y me sacie—. Sean, por favor.
Cuando siento que regresa y presiona su cuerpo al mío, gimo
62 ruidosamente. No puedo ocultar lo que me hace, lo loca que me pone.
Deliciosos remolinos se lanzan a través de mi estómago y mis muslos se
tensan, esperando por su toque. Sean desliza el juguete en el lugar entre
mis piernas y lo empuja profundamente en mis pliegues resbaladizos. Sus
labios vuelven, besando ese lugar en mi espalda hasta que estoy
estremeciéndome y gritando para que me tome por completo. No tengo
miedo de lo que quiere hacer, así que cuando él presiona su polla en mi
culo, gimo y presiono en su contra. Sean desliza su larga y dura longitud,
en mi interior, llenándome de una manera que nunca he conocido. Se
desliza y empuja hasta el fondo.
Jadeo ante la sensación, la opresión. No hay suficiente aire y no creo
que alguna vez pueda tener suficiente de este hombre. Me sorprende lo
mucho que quiero esto, lo mucho que quiero que me tome y use. Antes de
que pueda pensar, me empujo contra él y deseo poder tocarlo. Mi cuerpo
está sobrecargado sensorialmente. La sensación de sus labios sobre mi
espalda, su polla dentro de mí por un lado y el vibrador por el otro es
demasiado. No puedo contenerme más y grito su nombre cuando llego al
clímax. Mis caderas chocan de nuevo contra él una y otra vez hasta que
gruñe. Lo siento ponerse rígido y luego volverse flojo contra mí. Sus
rápidas respiraciones se vuelven lentas, se sale de mi interior y luego quita
el juguete.
—¿Estás bien? —pregunta, y besa mi mejilla.
No contesto. En cambio digo:
—Desátame.
Sean traga tan fuerte que puedo oírlo. Está preocupado por mí. Tal
vez piensa que voy a correr, o que mi cara está cubierta de lágrimas y lo
odio. De cualquier manera, me libera. Me doy la vuelta, me levanto sobre
mis rodillas y lo miro a los ojos. Dios, esos hermosos ojos atormentados,
lucen tan preocupados. Presiono mi mano en su pecho desnudo y lo
empujo de nuevo en la cama.
—No puedo creer que hayas hecho eso.
Él evita mi mirada.
—Avery, lo siento. Pensé…
Le sonrío.
—Y no puedo creer que me gustara. La próxima vez que me quieras
de esa manera, no tienes que preguntar. Confío en ti, cariño. Quiero estar
contigo, de cualquier modo que quieras.
63
Trata de no sonreír y es el aspecto más dulce que he visto en su
rostro.
—¿Y ahora qué?
—Ahora, yo consigo lo que quiero, porque soy una muy buena chica
mala.
Las comisuras de los labios de Sean se levantan.
—Sí, señora.
Capítulo 17
Traducido por LizC

D
espués de una ducha rápida, cabalgo a Sean hasta que no
puedo sentarme más. Eso podría no sonar romántico, pero
es lo que necesitábamos. A veces la vida es dura y el sexo
duro le sigue. Sean tiene marcas de arañazos por su pecho y pellizqué su
pezón un poco demasiado duro. Él empezó a llamarme vampiro porque me
gusta morder.
Ahora estoy acostada desnuda en la cama, enredada en las sábanas,
observándolo. Estoy tan cansada, y me siento tan saciada, que es difícil
mantener los ojos abiertos. No sé cómo se sienta allí, trabajando. Hay un
pequeño escritorio de donde sacó un ordenador portátil, y está
investigando algo. Lo observo detrás de mis ojos perezosos, en sus
64 pantalones vaqueros y torso desnudo.
Debe sentir mis ojos en su espalda, ya que se vuelve y me mira.
—Ve a dormir, Stanz.
Palmeo el espacio vacío a mi lado.
—Ven a dormir conmigo, Ferro. Y me refiero a dormir de verdad, no
a dormir sexualmente —digo y le sonrío.
Sean me observa por medio segundo, como si estuviera
considerándolo, pero no se mueve.
—No puedo. Tengo que hacer esto.
—Hazlo después.
Él está escribiendo, sin mirarme.
—Pero te quiero a ti después.
—Entonces, ¿estás boicoteando dormir, ahora? —Me empujo en mi
codo, y la sábana cae revelando mis pechos.
Sean me mira y luego suspira, antes de acercarse a la cama y
sentarse a mi lado. Traza la yema de su dedo a lo largo de mi pecho,
trazando la pendiente hasta el pezón. Sonríe como si no debiera y levanta
las mantas, antes de recostarse contra la cabecera. Sean aparta el cabello
de mi cara, repitiendo suavemente el movimiento una y otra vez.
Él mira por la ventana y luego hacia mí.
—Nunca he dormido mucho, mi amor. —Sonríe con tristeza y me
besa en la frente—. Está bien. Descansa. Tengo planes para más tarde.
No discuto, principalmente ya que su toque me ha puesto en un
estado de coma. Cuando mis párpados aletean, me sonríe. Me siento feliz
aunque el día fue horrible, porque puedo ver el cariño en sus ojos. Sean no
se esconde de mí en este momento, y espero que confíe en mí lo suficiente
como para seguir así.

65
Capítulo 18
Traducido por âmenoire

P
ara el momento en que despierto, está anocheciendo. Sean
está de pie frente a la gran ventana de vidrio, totalmente
vestido en vaqueros ajustados y un suéter negro con esas
gruesas bota y sus manos sostenidas detrás de su espalda. Lo observó
desde mi almohada, preguntándome en qué piensa. Antes que pueda
moverme, se gira y me observa. Dios, su rostro es hermosos. Le sonrío,
todavía atontada por el sueño.
—Hola —digo, sintiéndome un poco avergonzada por lo que hicimos,
ahora que puedo pensar más claramente. Jalo las sábanas conmigo
mientras me enderezo y alzo mis rodillas contra mi pecho. Mi cuerpo está
adolorido, pero de una buena manera. La idea me hace pensar en Sean
66 detrás de mí, empujándose dentro de mí y el hecho que empujé de regreso.
Sean habla antes que el rubor avergonzado se extiende por mis
mejillas.
—No te menosprecies por lo que disfrutaste. —Se para frente al
vidrio con el cielo oscuro y el puñado de estrellas detrás de él. La luz de la
luna llena la ventana, dándole a Sean un leve halo. Siempre suena tan
certero, tan seguro de quién es y lo que quiere.
No soy así. No he tenido el lujo de experimentar y vivir la vida que he
querido. Pero las cosas cambiaron de alguna manera y ahora aquí estoy
con este hombre. Estoy demasiado nerviosa para mirarlo pero me obligo a
verlo de todas formas.
—¿Cómo reaccionas después de hacer algo que pensabas que nunca
harías? ¿Especialmente cuando te das cuenta que te gustó?
Sean desliza sus manos en sus bolsillos y me estudia.
—¿Cuántas líneas cruzamos, Avery?
Le sonrío débilmente y me pregunto si va a esquivar mi pregunta.
—Bastantes. Tenía esta imagen en mi cabeza de la forma en que
serían las cosas y así no era. Fue más salvaje y estoy sorprendida de mí y
tal vez un poco perturbada. ¿Qué significa que me guste ser atada aunque
me asusta a muerte? ¿Qué significa que me guste rasguñarte y morderte
tan fuerte que sangras? Sean… —Sacudo mi cabeza. No quiero continuar
la idea porque no me gustan los lugares oscuros a los que se dirige.
Sean mira por la ventana de nuevo y toma una respiración
tranquilizante.
—Las cosas para mí fueron probablemente de la forma en que
imaginabas tu futuro. Tuve mi esposa, estuvimos juntos de forma
civilizadas y luego se fue. Se sintió… —Su voz se vuelve tan tensa que sus
palabras se atragantan. Sean me echa un vistazo desde debajo de sus
largas pestañas—. Crucé tantas líneas que no había vuelta atrás después
de eso. Un hombre honesto no usa prostitutas. Un hombre bueno no las
somete y obliga a su gusto. Yo lo hice. Aprendí a provocar sus miedos y
alimentarlos para que así me tuvieran miedo. —Está respirando fuerte,
observándome y sé que está pensando en algo en específico. La forma en
que sus ojos viajan por mi cuerpo me dice que nunca terminó lo que
quería hacer conmigo.
Mi corazón late más rápido y ya no me siento avergonzada, pero
67 tiene razón. Una vez que la línea es cruzada, no hay vuelta atrás. Sé lo que
quiero e incluso si no quiero admitírmelo, sé que quiero que me haga
cosas… cosas que me aterrorizan.
—No has terminado conmigo, de esa forma, ¿cierto?
Sostiene mi mirada y sacude su cabeza.
—Quiero acabar con ello, pero todavía está ahí. Todavía imagino
haciéndote cosas. —Arranca su mirada y observa una vez más por la
ventana. Sus pulmones se llenan con aire y su cuerpo se hincha—. Lo
siento.
—No lo estés. —Se da la vuelta y me da una mirada cuestionadora.
Me encojo de hombros y digo incómodamente—: En cierto modo me gustó.
—Temo lo que pensará sobre mí, porque odio esto. No es normal que
quiera ser usada y tomada de esa forma, pero lo hago, si Sean es quien
está conmigo.
—Avery, no tienes que fingir…
—No lo hago. ¿Por qué crees que estoy en pánico ahora mismo? Todo
lo que has hecho me ha sorprendido muchísimo, y en lugar de correr hacia
el otro lado, quiero más. ¿Qué tipo de persona retorcida quiere más? —
Casi estoy llorando, porque sé lo que esto significa. He leído mis libros de
texto, he estudiado. Los dos estamos totalmente jodidos y es el ciego
guiando al ciego. Ambos vamos a caer por el hoyo.
Sean empieza a reírse, y al principio estoy horrorizada que se esté
riendo de mí. Cuando se mueve hacia la cama, arranca las sábanas y me
pone de pie, llevándome a la ventana. Me tambaleo, dejándolo que me
lleve, preocupada de que sus vecinos vean mi cuerpo desnudo. Sean me
jala frente a él y hace la última cosa que espero y empuja contra mi
espalda, presionando mi piel contra el cristal.
Jadeo y trato de quitarme, pero me retiene y susurra en mi oído:
—¿Cómo se siente? —Mi corazón está latiendo fuerte, mis pezones
endurecidos por el frío y siento que estoy siendo expuesta como un pedazo
de carne. Presiona sus caderas contra mi espalda dejándome sentir que
tan listo está—. Contéstame, Avery. Dime si te gusta esto o no.
Tragando fuerte, miro sobre mi hombro hacia él y asiento.
—Es frío e incorrecto, y si me follas contra el vidrio, me vendría en
un segundo porque no deberíamos hacer esto… pero me gusta.
—¿Eso es todo?
68
Asiento de nuevo y trató de alejarme de él. Mis pechos estarán muy
fríos además de que estoy segura que veo gente ahí abajo.
—¿Sean?
No me libera. En lugar de eso me sostiene con firmeza, revelando
cada centímetro de mí a quienquiera que está caminando abajo. Sus labios
encuentran mi cuello y la tensión se relaja. Susurra:
—Quieres esto, ¿cierto? Quieres que te retenga contra el vidrio y te
folle hasta que caigas de rodillas. —Asiento, pero me niego a pensar en las
repercusiones, cosa que le gusta a Sean—. No pienses, sólo siente, Avery.
Haz lo que se sienta bien y si se siente bien, hazlo.
Antes que pueda hablar, se quita los pantalones y siento su caliente
polla deslizarse a través de mi trasteo antes de mover mis caderas y
meterse dentro de mis mojados pliegues. Sean me exhibe a medida que se
empuja en mi interior, más fuerte y más rápido, mientras me presiona
contra el vidrio. Sus manos se enredan en mi cabello y lo jala hacia atrás,
de modo que estoy mirando al cielo. Ráfagas de lujuria se construyen
dentro de mí y viajan a través de mi cuerpo, haciéndome jadear y rogar por
más. Jala mi cabello más fuerte y se empuja más profundo, obligando a
que mi clímax haga erupción en un jadeo placentero ruidoso. Araño el
vidrio cuando mi cuerpo se tensa y provoca la liberación del miembro de
Sean una y otra vez.
Respiro tan fuerte y todavía estoy tan extasiada, que al principio no
me doy cuenta lo que veo. Después de algunas respiraciones
tranquilizantes, Sean se sale y abrocha su pantalón. Me sigue
manteniendo presionada contra el vidrio, no ha terminado conmigo, pero
la figura abajo está observando.
—¿Sean?
—¿Mmm? —Sus labios están en mi cuello con su cuerpo firmemente
presionado contra el mío.
—Hay alguien ahí fuera.
Sean no se mueve. Se queda ahí como si no pensara que hay algo
mal, pero la manera en que su cuerpo se tensa me dice que nadie debería
estar cerca de aquí.
—¿Puedes ver su rostro?
—No, está vestido con un abrigo oscuro y parado cerca de la línea de
69 los árboles. Vi destellar algo hace un segundo, como una pieza de cristal o
algo así, y…
Antes que pueda terminar de hablar, Sean me quita rápidamente de
la ventana y me jala hacia el suelo. No entiendo lo que está sucediendo o
por qué lo hizo hasta que un fuerte ruido estalla a través de la habitación.
Un grito sale de mi garganta al mismo tiempo que Sean se lanza sobre mí,
y la ventana de cristal de piso a techo explota en un millón de piezas.

Fin.
Próximo Libro

«No puedo perderla». Esas son las


palabras que me persiguen, la frase que se
repite en un bucle sin fin en mi mente.
Imágenes de mi pasado chocan con el presente
hasta que ya no puedo distinguirlos. Trato de
aferrarme a lo que es real… aferrarme a ella,
Avery, pero la muerte es inminente y parece
que sin importar lo que hago, no puedo
salvarla.

70
Sobre la Autora

H.M. Ward nació en Nueva York, y vive


en Texas. Estudió teología, ciencia que le
fascina. Le encantan las historias que
combinan la teología, la cultura y la vida.
Siempre le ha gustado crear. Desde
pequeña ama escribir y pintar. Opina que
ambas se complementan entre sí en su mente.
Dice: ¨Mis palabras se extendían como la
pintura sobre el papel, y me gusta recrear un
encuentro emocional entre el lector y la
71 experiencia¨.
Es una romántica empedernida. Cree en
el amor verdadero, y tuvo la suerte de
encontrarlo y mantenerlo. Le encantan las
historias sombrías y melancólicas y la música.
Toca el violonchelo, y competía cuando era más joven.
Créditos
Moderadora.
LizC

Traductores.
Apolineah17
Âmenoire
AsheDarcy
72 Crazy_mofos168
HeythereDelilah1007
LizC
Xhex
Ximena Vergara

Corrección, recopilación y revisión.


LizC

Diseño.
Cecilia.
¡Visítanos!

73

También podría gustarte