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HISTORIA DE ARTIGAS Y LA INDEPENDENCIA ARGENTINA – E.

AZCUY AMEGHINO

La Revolución de Mayo
El pronunciamiento revolucionario de 1810 puso en marcha, en el Virreinato del Río de la Plata,
dos procesos dirigidos al logro de la independencia nacional y a la transformación democrática
de la sociedad feudal heredada de la colonia.
La prioridad del objetivo independentista (frente político antiespañol) seria la soberanía política,
económica, territorial del nuevo estado en gestación.
Enfrentando esta alternativa, el despotismo fue la respuesta de los grupos sociales que
alcanzaban el predominio y el poder dentro de un sistema que más que transformar se
propondría aprovechar.
Contrariamente, el cauce democrático abierto por la revolución de mayo tuvo sus hitos en tres
ciclos históricos:
a) El ciclo morenista de mayo a diciembre de 1810, en que Mariano Moreno orienta la marcha
del gobierno patriota.
b) El ciclo artiguista de 1811 a 1820
c) El ciclo paraguayo que se extendió desde la Revolución de 1811 hasta 1870

La sociedad y el estado colonial


Dos grandes cargas pesaban sobre los americanos: la dependencia colonial y el sistema de
organización feudal al que se le sumaba la esclavitud del negro.
Esas cargas oprimían de diferente manera a la gran mayoría de indígenas, negros, mestizos,
mulatos y blancos pobres. En cambio, las aristocracias criollas, sólo soportaban las molestias
causadas por la dependencia colonial.
El poder español, concentrado en el estado colonial, se expresó a través del virrey, la audiencia
y una amplia burocracia siendo su principal sostén la fuerza armada, oponiéndose al poder
patriota hasta mediados de 1814.
El estado colonial sostuvo las trabas al libre comercio, el cierre de determinados puertos, la
prohibición de realizar algunos cultivos (vid - olivo) o determinada razas de animales, así como
garantizar el monopolio en beneficio de la corona y comerciantes españoles que centralizaban y
acaparaban el trafico mercantil del virreinato.
Al mismo tiempo, el estado colonial impulsó la lucha contra el contrabando y las demás
manifestaciones de la expansión portuguesa e inglesa. Como así también sofocar los vientos de
la rebeldía americana (indios) creando en 1776 el virreinato del Río de La Plata significando
modernización y reforzamiento del aparato estatal colonial.
En la integración del núcleo del poder español en el estado colonial junto al centro estatal
(representante de las clases dominantes en España), pueden reconocerse instituciones estatales
secundarias urbanas, como los cabildos y consulados; y rurales como las alcaldías de
hermandad, milicias, entre otras.
En todas ellas, las aristocracias locales de americanos y españoles afincados con interés en
permanecer en el país, ocupan posiciones dominantes en la ciudad, mientras que en la campaña
las formas estatales están básicamente controladas por los principales terratenientes o
campesinos acomodados.
Para esta elite, una cosa era la dependencia colonial de los españoles y otra el régimen feudal
esclavista del que indudablemente se beneficiaban. Estos son los sectores a los que,
objetivamente, les bastaba eliminar el centro estatal (España) para alcanzar todo el poder.
Un grupo que cobro creciente importancia y que tuvo un papel significativo en la formación de la
sociedad posrevolucionaria fue el compuesto por un núcleo terrateniente, de criollos y algunos
españoles que se constituyó en propietario de la mayor parte de la tierra útil, subordinando sobre
la base de esta propiedad a los pobladores sin títulos ni fortuna.

Un segundo grupo social relevante fueron los comerciantes intermediarios de otras potencias
colonialistas, vinculado con el contrabando y ligados a nuevas rutas de exportación-importación
distintas a las españolas. Tenían afinidad con los dueños de tierras y ganados así como con el
comercio exterior.
Junto con estos, y a menudo subordinados por diversos vínculos mercantiles y financieros,
firmaron parte del bloque antiespañol las diversas categorías de mercaderes, tenderos y aún
pulperos, que sufrían algunas de las consecuencias del monopolio, imposibilitados de acceder a
los principales circuitos de comercio.
Fuera de estos sectores es indudable que la fuerza social principal estuvo constituida por el
campesinado en todas sus categorías: acomodados, medianos, y sobre todo, campesinos
pobres y jornaleros.
Todos ellos, productores directos, dependientes y oprimidos, por terratenientes, mercaderes y
usureros, vieron en la revolución la esperanza de una vida mejor.
Una política de España, en America, fue prohibir todas aquellas producciones que resultaban
competitivas con las de origen español. Resulta evidente que los artesanos rioplatenses, y el
resto de la población vinculada de una manera u otra a esta actividad, tenían sobradas razones
para sumarse a la lucha antiespañola.
Otro sector de singular importancia fue el constituido por los esclavos negros en su calidad de
productores directos urbanos y rurales en chacras y estancias. Ellos eran victimas del régimen
esclavista establecido y sostenido por la dominación peninsular. También los indios acuñaban
ancestrales razones para sumarse al frente antiespañol.
Finalmente la oposición al dominio metropolitano se expresó entre los intelectuales, clero y
empleados urbanos toda vez que una ínfima minoría, generalmente europea de origen, logró
acceder a cargos de importancia, resultando la mayoría condenada a un alejamiento perpetuo de
los primeros cargos. Muchos de los criollos así postergados, cumplieron luego un importante
papel en la organización y conducción de la revolución.
En suma, se constituyó una amplísima unidad antipeninsular.

La revolución y los revolucionarios


La época de comienzo del siglo XIX estuvo influida por las revoluciones francesa, industrial
inglesa y la independencia norteamericana; y particularmente por las insurrecciones, a partir de
1780, de Tupac Amaru las cuales conmovieron los cimientos del edificio español en las Indias y
constituyó uno de los jalones mas importantes en el camino hacia la independencia de
Hispanoamérica. Resistencia de grandes masas de indios y mestizos oprimidos por el régimen
feudal.
Tupac Amaru dirigió un movimiento de indios y mestizos, pero procuró incorporar a los esclavos
y aun a los criollos pobres, condición que revestían varios de los curas que lo acompañaron en
distintos momentos de su lucha. La última rebelión quechua (o de indios y mestizos en general)
dirigida, no era más que una muy numerosa fracción del campesinados colonial, integrado por
las castas más sumergidas y explotadas. En adelante solo servirían de tropa de maniobra y de
carne de cañón en el marco de las políticas orientadas por las aristocracias americanas.
La generación de Mayo hizo la revolución sin saberlo; un grupo que obra casi a ciegas, movido
por vientos externos, por hay de acción proyectada. La generación de Mayo solo pudo presidir el
derrumbe del antiguo orden. En Buenos Aires, ya desde 1804 hubo evidencias de que se estaba
conspirando contra España.
En 1806 durante la primera invasión inglesa, un grupo de criollos tuvo esperanzas en la
posibilidad de acceder a la independencia con el apoyo de los recién llegados. Cual seria su
sorpresa al constatar que los colonialistas ingleses solo pretendían reemplazar a España en el
dominio de estos territorios.
Por algo Belgrano escribía una frase que sintetiza la actividad conspirativa antiespañola “amo
viejo o ningún amo”.
Es decir que en le marco de las invasiones inglesas, la reconquista y defensa de 1807, se fueron
conformando grupos políticos, más o menos secretos, que podrían, aceptando el lenguaje de
época, denominarse “partidos”.
De las invasiones inglesas, además de la toma de conciencia realizada por los americanos de
sus posibilidades y fuerza (vale recordar que un cabildo abierto depuso al Virrey Sobremonte y
designóa Liniers), quedó como resultado más significativo la estructuración de un nuevo cuadro
militar.
1808 fue un año de gran ebullición política en ambas orillas del Plata. En suma una situación de
caos político en la que operaban los distintos grupos locales, alguno de los cuales perfilaba ya
con cierta claridad el objetivo independista.
Los sucesos en España: motín de Aranjuez, reclusión de Carlos IV y Fernando VII, invasión
francesa y nombramiento del hermano de Napoleón como monarca, la insurrección de Madrid,
implicaban un salto cualitativo en la situación de crisis de dominación en que habían ingresado el
poder español y su estado colonial.
Iba quedando claro que los de arriba no podían superar este peligro; sin embargo la revolución
difícilmente se habría producido si “los de abajo” no hubieran querido sacudir la hegemonía
española.
Debe destacarse lo que ha sido llamado el “carlotismo”, por haber contado entre sus principales
promotores un núcleo de la futura Junta de 1810.
La acefalía borbónica en España creaba inmejorables condiciones para el desarrollo de
iniciativas políticas por parte de sus rivales colonialistas con vistas a incrementar su influencia en
la región. Así la princesa Carlota – esposa del monarca portugués - comenzó a operar como
postulante, por sucesión familiar a reemplazar en calidad de regente a los reyes cautivos. Tanto
portugueses, como ingleses apoyaron esa medida.
En el virreinato se resistía la propuesta corlotista por parte del centro estatal; sn embargo el
grupo criollo encabezado por Castelli creyó ver una nueva oportunidad para avanzar hacia la
independencia.
El grupo de Castelli pretendía que ella reine pero no gobierne, es decir ampararse en una
monarquía borbónica para facilitar el transito hacia una América independiente o autónoma
sobre la base del convencimiento generalizado de que España estaba perdida.

Conservar o reformar: los dos caminos de Mayo


A partir del 25 de Mayo se abrió un nuevo periodo en el cual además de la independencia se
puso en discusión si, mientras se procuraba eliminar la dependencia colonial, se desarrollaría o
limitaría el peso del régimen feudal; es de decir, si solo se sustituiría a España en la cúspide del
poder o se buscaría una modernización y democratización de la sociedad colonial.
A) La lucha por la independencia. Aquellos más decididos a transformar la sociedad colonial
invariablemente sostienen las posiciones independistas más audaces, y lo hacen con mayor
firmeza y constancia; diferenciándose así de otros grupos conservadores que prefiriendo
alcanzar la independencia solo marchan hasta tanto los sacrificios no amenacen su estabilidad y
patrimonio.
Las distintas opciones acerca de cómo encarar la lucha independentista puede analizarse en
relación a como se posicionaron frente a la política denominada “actuar bajo la mascara de
Fernando VII”, antes y después del 25 de Mayo.
Distintos grupos y personalidades tuvieron otras interpretaciones sobre lo que debía significar la
mascara de Fernando. No parecía importar si se gobernaba en nombre de aquel rey, puesto que
creían que de esta manera sus negocios y seguridad estarían cubiertos, por si los Borbones
recuperaran el poder. Así como hubo quienes propusieron desecharla luego de haberla utilizado,
hubo otros dirigentes que la trataron de conservar como una salida de emergencia ante cambios
adversos en la situación local o internacional.
Lo que debe entonces destacarse es que los dos caminos de Mayo se diferenciaron y
enfrentaron en torno al modo sobre como acceder a la independencia: si como objetivo principal
a conquistar fundamentalmente con la lucha armada o por la vía de las tendencias que
“eventualmente” y sobre las bases de las negociaciones diplomáticas, se acomodaban a los
espacios que les otorgaría alguna potencia europea.

B) también en torno a la democracia hubo diferencias.


El núcleo revolucionario de Mayo – Moreno, Castelli, Belgrano - impulsó que se dictara el
reglamento de igualdad y libertad entre las distintas castas que tiene el Estado, a fin de excitar
más los ánimos.
Otras corrientes políticas, mayoritarias, sostendrían una perspectiva opuesta.
Estas diferencias se vinculan con el hecho de que la movilización amplia de las clases y castas
mas oprimidas traía aparejado el resquebrajamiento de la disciplina y el orden social
colonial. Las relaciones feudales, de dependencia personal, eran en muchos casos disueltas por
la revolución y la guerra. Todo el sistema de relaciones se encontraba en crisis e implicaba un
desafío para la dirigencia patriota.
No todos los jefes estuvieron de acuerdo con correr el riego de desorden. Por eso a la práctica
de la democracia, se le opuso la lucha contra la anarquía (ausencia del Estado/poder público),
tan temida por la aristocracia porteña.
Inicialmente la Primera Junta se planteó combinar el envío de una expedición militar con el
alzamiento de las masas norteñas, principalmente indígenas, que eran convocadas a resolver,
sumándose a la revolución.
Se torna evidente la inexistencia de una burguesía en la cual pudieran apoyarse con mayor
naturalidad los intelectuales revolucionarios.
Los sectores altos tienden a creer que el poder colonial garantiza sus privilegios. Al mismo
tiempo, los pueblos no alcanzaban a sentirse expresados por un discurso que adolecía del mal
de la exterioridad respecto a su experiencia y practicas concretas, razón por la cual su
protagonismo es restringido.
C) La oposición entre el régimen centralista y el sistema federal, como modos de unir y organizar
las distintas regiones del antiguo virreinato.
La hegemonía de la capital o el respeto a la soberanía de las provincias constituyeron un
enfrentamiento que tuvo vitales consecuencias en la formación de mercados; además la
perspectiva antidemocrática que justificó e impuso el dominio de Buenos Aires sobre el resto,
dificultaría la integración nacional por largos años.
También la separación del Alto Perú, Paraguay y la Banda Oriental de su antiguo tronco virreinal
–“dividir para reinar”-.
En la política bonaerense, debe aclararse que la perspectiva del centralismo a ultranza se
consolida y establece definitivamente con la instalación del Primer Triunvirato en 1811
Sería Artigas quien mejor expresaría la línea morenista la cual sería finalmente responsable del
estallido de la guerra civil, desde 1814 hasta 1820, que enfrentaría a Buenos Aires con las
provincias del litoral acaudilladas por la Banda Oriental.
El caso del Paraguay –revolución 1811- se sumó uniéndose y confederándose con la misma
ciudad de Buenos Aires para la defensa común y para procurar la felicidad de ambas bajo la
igualdad de derechos. Esta línea acuerdista e integradora fue rota por el creciente centralismo de
las clases dominantes de Buenos Aires al poner un impuesto al tabaco paraguayo.

D) Proteccionismo o librecambio.
La vigencia de la libertad de comercio conquistada al eliminar el monopolio español, articulada
con el fomento de las artesanías o la aplicación a fondo del librecambio de materias primas por
todo tipo de manufacturas importadas del extranjero, definen los términos de la contradicción que
divide los rumbos económicos de Mayo. Muchos patriotas lucharon por la libertad de comercio, al
mismo tiempo que sostuvieron posiciones proteccionistas con respecto a las producciones
nacionales, ya que a la opulencia no se llega sino por medio de la industria.
Se ha tendido a confundir a la libertad de comercio con el librecambio, como si necesariamente
significaran la misma cosa. Esto surge necesariamente en función de los intereses de los
grandes mercaderes y terratenientes.
Belgrano planteó un camino proteccionista para las artesanías locales y la inclusión de una idea
industrialista siguiendo la idea de los comerciantes europeos para desarrollar las manufacturas
importadas. La industria local, semidoméstica, atrasada y precapitalista llevaba en su seno las
condiciones potenciales de un futuro desarrollo pero se ve frustrada por el ingreso masivo de
mercancías europeas que impedían el consumo de las del país. Haber alentado el progreso,
dotando de maquinaria y técnicos especialistas, desarrollando la implementación de cultivos, tal
debió ser la política de una clase progresista.
Tocaría, sin embargo, a Mariano Moreno brindar el más acabado ejemplo de cómo era posible
conciliar la ruptura del monopolio comercial con el fomento y desarrollo de las artesanías e
industrias coloniales. En su Plan de Operaciones, se prohibía absolutamente que ningún
particular trabaje minas de plata u oro, quedando los beneficios y tesoros de las mismas en
manos de la nación.
El camino propuesto por Belgrano, Moreno, entre otros, fue el camino que siguieron los grandes
librecambistas europeos para desarrollar lo que serían sus poderosas manufacturas.
La tendencia hegemónica en Buenos Aires se reforzaría por el monopolio aduanero y portuario,
lo que dificultó aun más la formación del mercado nacional y la integración de las provincias,
condenando a muchas de ellas a una marginación económica.
E) Reforzar o reformar el régimen latifundista de ocupación del espacio rural.
Es decir, la consolidación del latifundio presentado como la unidad de producción más adecuada
para el desarrollo agropecuario, y la consecuente dependencia de los habitantes del campo
respecto de los grandes terratenientes; o la critica al monopolio de la autoridad y la postulación
de repartos de terrenos a quienes quisieran trabajarlos, el impulso de la agricultura y la
aplicación de políticas de auténtica colonización, como plantearon Moreno, Belgrano, Artigas,
etc.

La existencia de un campesinado mayoritariamente sujeto y dependiente de unos pocos


“señores” contrasta claramente con la idea de un otorgamiento de tierras en propiedad o en
arrendamiento perpetuo lo cual favorece a la disolución de aquellas relaciones de dependencia
personal que vinculaba a la mayoría de los campesinos con los propietarios. De esta manera,
era posible romper el círculo vicioso en que se constituía el asentamiento precario del campesino
y se podía favorecer a la creación de un proceso de formación originaria de las clases sociales
que en el campo expresaran al nuevo modo de producción.

La democratización del acceso al derecho de propiedad permitirá entonces la ruptura de los


tradicionales vínculos patrón-campesino, lo que debilitaba relativamente el poder de los grandes
terratenientes.

Los inmensos latifundios, el monopolio ganadero y la subordinación y falta de fomento de la


agricultura eran rasgos conocidos.
Frente a ellos, se presentan los dos caminos de Mayo que tuvieron una vigencia real: la solución
artiguista -de confiscación y reparto gratuito de la tierra- y la solución terrateniente –todo
individuo de la campaña que no tenga propiedad legitima de que subsistir será declarado de la
clase de sirviente -.
LA UNIFICACION OLIGARQUICA

Una vez solucionado el conflicto entre Buenos Aires y la Confederación, el país se fue unificando
según los cánones del liberalismo, que intentaba conciliar el predominio en la base de la
oligarquía de grandes hacendados y comerciantes con la necesaria modernización de la
economía y de las instituciones.
Esto se vio estimulado por nuestra creciente vinculación con el mundo exterior; interés del
capitalismo ingles para introducir sus manufacturas y proveerles materia prima.
Una de las primeras medidas del gobierno de Mitre fue la resolución del problema del poder
Judicial, con la creación de la Suprema Corte de Justicia y los tribunales inferiores. Como así
también la creación de un ejercito nacional que sirviera a sus propósitos de asegurar la
unificación del país.
Este Ejercito Nacional tuvo una creciente incidencia en la política nacional. Pero sobre todo se
convertirá en el árbitro de la situación bajo la presidencia de Avellaneda, con Roca como
comandante en jefe y futuro presidente en 1880.
Recién bajo la presidencia de Sarmiento, se creó en 1869 el Colegio Militar que inició la
formación de un cuerpo de oficiales de carrera y con la ley de 1872, se avanzó en el camino de
la conscripción obligatoria.
Por otro lado, la unificación de la legislación privada y penal para todo el país se dio a través del
dictado de los códigos comercial y civil. Como así también los códigos rurales.
El gobierno de Sarmiento se caracterizó por un fuerte impulso a la educación, la imposición del
sistema métrico decimal, la creación del Banco Nacional y la iniciación por el estado de la
construcción del ferrocarril de Córdoba a Tucumán. También continuó la política de concesiones
garantidas al capital extranjero iniciada por Mitre en 1862.
En todo este periodo se observa una importante diversificación en la producción, con la
incorporación de la agricultura y el inicio de la construcción de los ferrocarriles, se va
consolidando la unificación nacional sobre la base del mantenimiento del predominio de los
intereses latifundistas.
Importantes sectores terratenientes adhieren al programa de modernización de la economía,
viéndose estimulados para ello por la perspectiva de valorización de sus tierras que provoca el
auge de la lana y la posibilidad del ferrocarril.
En la conformación de la oligarquía terrateniente que se irá dando en todo este proceso, tendrán
también una gran incidencia los terratenientes del Interior, lo que se reflejó en el origen de los
presidentes posteriores a Mitre (Sarmiento sanjuanino, Avellaneda y Roca tucumanos, etc.).
No hay dudas que de fondo, y globalmente, fue el proceso de expansión del capitalismo a escala
mundial, ya en su fase imperialista, el que impulsó y posibilitó las medidas para el programa
hegemónico de 1880.

LA CONQUISTA DEL DESIERTO


La apropiación de las tierras públicas fue una preocupación permanente de los grandes
terratenientes desde la época colonial. Dichas tierras les interesaban sólo para ellos y para su
producción exclusiva, la ganadería, principalmente la vacuna y luego la lanar.
Hasta 1877 se venía operando con el sistema de fortines, complementado con el de zanja de
Alsina. Sistema por el que se iban quitando lentamente las tierras a los indios.
El incremento de los rodeos y las perspectivas que se abrían con la incorporación del ferrocarril y
el acercamiento de Europa por la navegación a vapor, fueron los elementos que impulsaron a los
grandes terratenientes ganaderos a dar un corte definitivo al “problema” del indio con la llamada
Campaña al desierto, excluyendo no sólo al indio de la tierra sino también a todo otro
pretendiente que no tuviera poder para merecer participar del reparto. Generó una extrema
concentración de muchas tierras en pocas manos.
Al morir Adolfo Alsina en 1877, le sucedió en el Ministerio de Guerra, Julio Roca quien planteó
quitarles de un solo golpe todas las tierras de Buenos Aires y La Pampa a los indios, llevando el
limite hasta el Rió Negro. Se ganarían así más de 20.000 leguas cuadradas, cuyo reparto en
beneficio de los terrateniente s y especuladores se hizo incluso antes de su conquista, con el
pretexto de obtener los fondos para financiar la expedición. Es decir, que la campaña se financia
con empréstitos internos.
La Campaña del Desierto se organizó desde un principio al fin como un negocio de grandes
terratenientes de Buenos Aires. El punto de partida fue la ley 947, que decía que a partir de
octubre de 1878, se determinaba la venta anticipada de todas las tierras que ganaría la
expedición al sur. El 16 de abril de 1879 partió el general Roca de la estación Constitución al
frente de las fuerzas expedicionarias con destino al Azul.
Así, los indios fueron expulsados más allá del Río Negro, muriendo o subordinándose. Luego
aprovechando que Chile se hallaba en Guerra ene l norte con Perú y Bolivia, se avanzaría en la
ocupación de la Patagonia. En 1881 se firmaría en Chile el primer Tratado de límites por el que
la oligarquía chilena reconocía a la oligarquía argentina la posesión de la Patagonia y esta le
reconocía a cambio el Estrecho de Magallanes, la mitad de Tierra del Fuego y las islas del Sur.
El “problema” del indio fue resuelto de la peor manera para el desarrollo de la riqueza nacional.
Porque no lo fue en beneficio de una autentica colonización, como se hubiera podido dar si se
hubiera posibilitado el acceso a esas tierras a quienes verdaderamente las iban a trabajar, que
hubieran podido ser tanto los indios como los criollos nativos. Sino que lo fue en beneficio de los
grandes terratenientes y especuladores, que se apropiaron para si de extensiones inmensas sin
el propósito inmediato de ponerlas en producción. Así el indio y el criollo, como los mestizos y el
negro, fueron convertidos en peonadas de las estancias, y los inmigrantes en esclavos blancos.
El feudalismo heredado de la Colonia, que no había sido roto ene el Litoral ni en el Noroeste, se
extendió también al país de la selva y al país del viento. En el país de la pampa, que se
transformaría en granero de Europa y paraíso del ganado refinado, seguiría el latifundio.

LA CAPITALIZACION DE BUENOS AIRES

Resuelto el problema de la tierra, se impuso la solución del problema de la capital de la


república, con la capitalización de Buenos Aires. Esta solución que venía reclamando el capital
extranjero, se obtendría con la oposición del mitrismo, quien anteriormente apoyaba dicha
medida.
Es que con el reparto de la tierra, Roca había logrado ganar para su proyecto a la cúpula del
autonomismo bonaerense, que de la noche a la mañana había visto multiplicar su fortuna.
También los sectores dominantes de las oligarquías del interior cuyas tierras se verían
valorizadas con su acercamiento a Buenos Aires por el ferrocarril.
En esas condiciones, la capitalización de Buenos Aires resultaría peligrosa para el desarrollo
nacional, pues consolidaba el poder de Buenos Aires sobre el resto del país en su calidad de
intermediaria de la alianza de la oligarquía terrateniente con el capital extranjero. La mayoría de
la oligarquía del interior se mostraría ahora dócil ante la tiranía del puerto único, al ofrecerle una
alternativa de progreso que le permita conservar sus prerrogativas feudales. Se estrangularían
las artesanías locales y se beneficiaran a las compañías especuladoras.
La federalización de Buenos Aires sería la muerte del federalismo e implicaría la postergación
por lo menos de 30 años más de la vigencia de un gobierno republicano y representativo. De
todas maneras, se cerraba así un proceso de 70 años de guerra civil abriéndose una nueva
etapa para el desarrollo del país. Etapa que nos ubicaría como país dependiente dentro del
conjunto de países coloniales que se definiría con el predominio del imperialismo a escala
mundial.

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