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SECCION MIXCO
Carné 200017847
Del proceso de independencia hasta la época federal sucedieron hechos que marcaron la
historia de nuestro país muy significativamente, héroes les podemos llamar ya que está
de moda a todos aquellos seres, hombres y mujeres que dejaron una enseñanza de lucha
con tal de no seguir gobernados por los mismos más bien buscar intereses propios o
simplemente llegar a que Guatemala fuera un país próspero.
LAS REFORMAS BORBONICAS
¿Pero quiénes son o eran los Borbones? Los Borbones una dinastía real de origen
francés que reinaron sobre Navarra (actualmente territorio español). Francia, el reino de
las Dos Sicilias (en el sur de Italia) y España, donde son la casa reinante en la actualidad.
La Casa de Borbón (en francés: Bourbon, en italiano Borbone) es una casa real de origen
francés (aunque la primera corona a la que accedió fue la del Reino de Navarra), actual
casa reinante en España y en el Gran Ducado de Luxemburgo.
La riqueza se encontraba mal distribuida; como observó Alexander von Humboldt, México
es el país de la desigualdad. España, envuelta en guerras, unas veces con Inglaterra por
compromisos diplomáticos y otras con Francia, no exigió mayores y más directas
exacciones fiscales a las provincias costeras, al tiempo que debilitaba su control militar y
administrativo sobre ellas. Al acudir al dinero mexicano, son intereses de la Iglesia,
principal capitalista del país.
Era evidente que España ya no era la potencia que había sido durante el siglo XVII y sólo
la alianza dinástica con Francia le permitiría seguir siendo considerada como una nación
relativamente poderosa. Por esta razón Felipe V y sus consejeros se empeñaron
en devolver a España su antiguo prestigio. Incrementaron la capacidad de las fuerzas
armadas y protegieron la economía del reino de la competencia de sus enemigos. La
principal debilidad de estas medidas fue que prácticamente desatendieron las colonias
costeras, cuya función continuó limitándose al aporte de recursos para financiar las
campañas militares europeas y los experimentos económicos en la península. El fracaso
de dicha política quedó en evidencia con la derrota española frente a Inglaterra en la
guerra de los Siete Años (1756-1763), que culminó con la caída de La Habana y Manila, y
obligó al rey Carlos III a reconocer la importancia de sus posesiones en el Nuevo Mundo.
El alcance de las reformas aplicadas por Carlos III en América fue mucho más profundo
que las introducidas por Felipe V, debido en parte que para su diseño los asesores del rey
contaron con detallados informes sobre la realidad americana. Los consejeros de Carlos
dejaron de concebir a América como un mundo dedicado exclusivamente a la minería y
cuya producción debía servir de fuente de recursos para el tesoro real, sino que se
empeñaron en estimular las demás actividades productivas y el comercio; mejorar el
sistema de administración colonial y hacer más efectiva la autoridad de la Corona en sus
dominios. En el plano administrativo, se concentraron en un ministerio todos los asuntos
relativos a las Indias; se crearon los virreinatos del Río de la Plata y Nueva Granada; y se
instauró el régimen de Intendencias en diversas provincias, lo que suponía el reemplazo
de funcionarios criollos por peninsulares más calificados. En el ámbito económico se
dispuso la aplicación de estímulos que favorecieran el desenvolvimiento de la agricultura y
la minería, mientras que lentamente se elimina el monopolio comercial de la metrópoli
sobre sus dominios americanos, aunque se reestructuró el sistema tributario a objeto de
elevar sustantivamente la recaudación en las aduanas reales. En materia eclesiástica, se
eliminó toda objeción respecto de la primacía de los derechos de la Corona con la
expulsión de la Compañía de Jesús de los dominios de los borbones españoles.
Finalmente, en el ámbito militar, las antiguas milicias fueron reemplazadas por ejércitos
profesionales, cuya formación se centró en oficiales y tropas desde Europa.
En definitiva, las reformas borbónicas cumplieron con los objetivos de dar un nuevo
impulso a la economía americana, incrementar el aporte de ésta al imperio español y
establecer una burocracia eficiente y leal. Sin embargo, afectaron los intereses de las
elites locales y su aplicación fue tan arbitraria, que contribuyeron a provocar un clima de
resentimiento que finalmente derivó en la emancipación política de América.
MOVIMIENTO INDEPENDENTISTA
CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ
Cartera de terciopelo rojo con cordones de seda roja y borlas que penden
de las esquinas, con cerradura de metal plateado, probablemente
utilizada para transportar la Constitución de Cádiz de 1812
(390 x 330 x 95 mm.) Federico Reparaz
Federico Reparaz.
La soberanía, poder pleno y supremo del Estado, que hasta entonces había
correspondido al Rey, pasa ahora a la Nación, como ente supremo y distinto a los
individuos que la integran, representado por los diputados, sin estamentos ni mandato
imperativo. La separación de poderes, la más rígida de nuestra historia, siguió el modelo
de la constitución francesa de 1791 y la de los Estados Unidos, lo cual impidió el
nacimiento del régimen parlamentario en España.
Federico Reparaz.
Los diputados a Cortes eran elegidos mediante sufragio indirecto, siendo necesario para
ser candidato poseer una renta anual procedente de bienes propios, con lo cual, el
Parlamento quedaba en manos de las clases acomodadas. En lo que a los poderes del
Rey se refiere, se introdujeron modificaciones sustanciales. Si en el Antiguo Régimen el
Rey había ostentado su condición en virtud de un título divino, ahora lo hacía por la gracia
de Dios y la Constitución. Su poder se vio limitado, conservando una participación en el
Poder legislativo, con una tímida iniciativa y un veto suspensivo, así como la titularidad del
Poder ejecutivo, aunque sus actos debían ser refrendados por los Secretarios de
despacho. Podemos destacar dentro de la Comisión Constitucional las figuras de D.
Diego Muñoz Torrero, Presidente de la misma, y a D. Agustín Argüelles, que fue el
encargado de redactar el Proyecto de la Constitución y su discurso preliminar.
EL ACTA DE INDEPENDENCIA
Así que Guatemala (es decir, Centro de América como Reino) pasó de formar parte de un
imperio transcontinental, a un imperio americano, a quedarnos reducidos a intentar
conservar la unidad territorial a través de una nueva alianza política. ¿Buscaríamos una
monarquía católica propia, una república federal con varios estados o que cada Estado
persiguiera sus propios intereses? ¿Qué procedía? ¿Qué factor interno o externo nos
brindaría la unidad en la diversidad?
Las diferencias geográficas, sociales y culturales entre, digamos, Costa Rica y Guatemala
o El Salvador o Nicaragua, no son tan diferentes a las que existen entre Chihuahua y
Tabasco o Jalisco y Campeche. Sin embargo, México, en un espacio geográfico mucho
mayor, logró mantener unido su territorio por medio de una federación y Centro América
fracasó. Las diferencias entre los Estados, entre las clases sociales, o incluso las disputas
personales en México eran muy similares a las de Centro América.
Pero Centroamérica no era precisamente libre de perseguir su propia suerte. No hay que
olvidar que otros poderes europeos mantenían interés en su devenir. Con esa
preocupación en mente, en diciembre de 1823, el presidente James Monroe emitió un
discurso que advertía a los otros poderes europeos que no intervinieran en los asuntos
propios del continente americano. Monroe quería evitar que estos poderes se expandieran
en América. A esta declaración, sintetizada en la frase “América para los americanos”, se
le conoce como la doctrina Monroe.
(Versión contemporánea)
Habiendo discutido la materia: oído el informe de las diversas comisiones que han
trabajado para acumular y presentar á esta Asamblea todas las luces posibles acerca de
los puntos indicados: teniendo presente cuando puede requerirse para el establecimiento
de un nuevo Estado; y tomando en consideración:
PRIMERO:
Que la naturaleza misma resiste la dependencia de esta parte del globo, separada por un
océano inmenso de la que fue su metrópoli, y con la cual le es imposible mantener la
inmediata y frecuente comunicación, indispensable entre pueblos que forman un solo
Estado.
Que la arbitrariedad, con que fue gobernada por la Nación Española, y la conducta que
ésta observó constantemente, desde la conquista, excitó en los pueblos él más ardiente
deseo de recobrar sus derechos usurpados.
Que, a impulsos de tan justos sentimientos, todas las provincias de América sacudieron el
yugo que las oprimió por espacio de tres siglos: que las que pueblan el antiguo Reino de
Guatemala proclamaron gloriosamente su independencia en los últimos meses del año
1821; y que la resolución de conservarla y sostenerla es el voto general y uniforme de
todos sus habitantes.
SEGUNDO:
Que no fue acordada ni pronunciada por órganos ni por medios legítimos; que por estos
principios la representación nacional del Estado Mexicano jamás la aceptó expresamente,
ni pudo con derecho aceptarla; y que las providencias que acerca de esta unión dictó y
expidió Agustín de Iturbide, fueron nulas.
3. Que las Provincias sobre dichas, representadas en esta Asamblea (y las demás
espontáneamente se agreguen de las que componían el antiguo Reino de Guatemala), se
llamarán, por ahora, y sin perjuicio de lo que se resuelva en la Constitución que ha de
formarse,
LA ANEXION A MEXICO
En vez de esperar una Asamblea, se aceleró una votación de ayuntamientos que optaron por la
unión de Centro América al Imperio de Agustín de Iturbide. Ni siquiera se había secado la tinta
del Acta de Independencia y ya se desataba una nueva pugna. Y no era entre partidarios
o adversarios del régimen colonial, sino entre quienes preferían la conformación de una
República Federal y los que deseaban que el territorio de la extinta Capitanía General de
Guatemala se uniera al Primer Imperio Mexicano, de Agustín de Iturbide. “Si todas las
clases convinieron unánimes en la necesidad de separar a Guatemala de su antigua
metrópoli; si todos los partidos se habían reunido en este punto, no todos se habían
propuesto unos mismos fines”, escribió el historiador Alejandro Marure sobre lo que
ocurrió después del 15 de septiembre.
Los independentistas o cacos se dividieron en dos facciones: los imperiales o serviles,
que apoyaban la anexión, a quienes se sumaron antiguos rivales realistas, denominados
bacos o gases.
El otro bando era el partido liberal o “republicano”, que defendía una organización de
estados federados a través del cumplimiento de lo escrito en el acta: crear una Asamblea
Nacional Constituyente a más tardar en marzo de 1822, un objetivo que los imperiales
socavaron con rumores y ataques. No querían esperar un Congreso.
Para convencer a la gente, se difundía el argumento de que la unión con México traería
más prosperidad. Hasta españoles enemigos de la Independencia se plegaron a la unión
con México, pues la veían como un mal menor.
Gabino Gainza Foto: Hemeroteca PL
Para decidir sobre la anexión se propuso una consulta con los 241 ayuntamientos del
Reino, ubicados en ciudades principales y territorios.
También se propaló el rumor de que venía una fuerza de 5 mil soldados desde México.
Las posturas fueron divididas y fragmentadas, ya fuera por intereses económicos de
familias locales, la oposición o falta de interés.
El marqués de Aycinena se comunicó con Iturbide para expresarle que hacía todo lo
posible por concretar la anexión. Los opositores no tenían tanto capital, fuerza política o
armas, mientras que los anexionistas ya usaban los colores del Imperio para exhibir su
poder. Hubo reyertas, una de las cuales ocurrió el 30 de noviembre de 1821. En ella murió
Mariano Bedoya, opositor a la unión con México. Este suceso devastó la moral de los
republicanos.
LA VOTACIÓN
Gabino Gaínza y otros partidarios de la anexión aceleraron una consulta con los 241
ayuntamientos de la región. Hubo respuesta de 170.
21 manifestaron que esperarían a que decidiera el futuro Congreso (que nunca llegó).
61 no contestaron.
LA FEDERACIÓN CENTROAMERICANA
A partir del 15 de septiembre de 1821, las antiguas provincias que integraban el Reino de
Guatemala quedaron libres del dominio de la Corona Española. A pesar de ello, el
régimen gubernativo no sufrió alteración debido a la permanencia de las mismas
autoridades y funcionarios públicos españoles en sus respectivos puestos, con la
condición de trabajar por el nuevo país independiente. La crisis económica después de la
Independencia obliga a los Estados recién independientes a aceptar la propuesta del
Imperio de Agustín de Iturbide de anexarse a México, la cual es aceptada por la Junta
Gubernativa de Guatemala encabezada por Gabino Gaínza, confirmándola el 5 de enero
de 1822 ante la oposición de San Salvador. La caída de Iturbide representó un triunfo
para recobrar la independencia de la Federación Centroamericana, la cual declaró,
mediante Decreto del 1º. de julio de 1823, su absoluta independencia no solo de España y
México, sino de cualquier otra nación que quisiera gobernarlos, tomando a partir de ese
momento el nombre de Provincias Unidas del Centro de América, integradas por
Guatemala, San Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Las primeras monedas de
la Federación fueron acuñadas en 1824; un Decreto, del 19 de abril de ese mismo año,
autorizó únicamente a la Casa de Moneda de Guatemala la producción de piezas que
circularían en la Federación.
CONSTITUCION DE 1,984
Los Altos tuvo la mayor producción económica de la época dentro del territorio gracias al
desarrollo del comercio cafetalero que contribuyó a que pudieran mantener su poder
a pesar de la resistencia de parte del Estado guatemalteco y los habitantes
indígenas quienes rechazaban el movimiento.
Mapa de la división territorial de Guatemala en 1839. (Elaborado por: José Martínez y Julio Simón)
La razón por la cual se le llamó el Sexto Estado fue por que en aquel entonces Guatemala
era uno de los 5 Estados de la Federación Centroamericana, la cual incluía a los demás
países actuales de Centroamérica: Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica.
Hubo planes de parte del Estado de Los Altos de integrarse a México, con la esperanza
de debilitar el control que la ciudad de Guatemala poseía a su alrededor.
EL FRACASO DE LA FEDERACION
La debilidad latente del imperio español, que vio perdido su poder naval en el Atlántico a
manos británicas tras la Batalla de Trafalgar, permitió el ingreso regular de productos de
los asentamientos británicos en los circuitos comerciales centroamericanos, y ocasionó
que a mediados del siglo XVIII Gran Bretaña controlase en gran medida el comercio
exterior de las actuales Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Esta cuestión implicó que a
finales del período colonial los comerciantes de Belice ya como principal puerto comercial
caribeño tuviesen bajo su dominio la totalidad del comercio de la región. Con todo, el
monopolio inglés en el istmo se tenía que consolidar, y la imposición de un férreo bloqueo
comercial a todo el continente europeo ayudó al colapso del comercio entre España y sus
colonias.
Por otro lado, la situación económica de la región en ese momento era de fuerte crisis al
no existir productos exportables rentables ni propuestas de desarrollo comercial. Dicho
contexto empeoró en el momento en que el costo de la guerra con Inglaterra comenzó a
superar de manera alarmante los escasos ingresos fiscales del Reino de Guatemala.
Asimismo, en 1808 se produjo la invasión francesa del territorio español y el apresamiento
y exilio a suelo galo del rey Fernando VII. Con todo, tras el vacío de poder propiciado por
la no aceptación de José Bonaparte como monarca español, Centroamérica vivió el inicio
de su particular transición política de la mano de la élite guatemalteca que, tras las
noticias de la guerra de España, tuvo que mantener el poder en todas las provincias del
istmo. Para este cometido fueron organizadas milicias bajo su control, sofocaron los
primeros conatos de rebelión.
Ahora bien, es conveniente señalar que a pesar de que el proceso de independencia
centroamericano nació con el Acta de Independencia suscrita en 1,821, ésta no vino
acompañada de una proclamación real de sus provincias como naciones independientes,
sino que fue consecuencia directa de la invitación que el gobierno mexicano hizo a las
autoridades centroamericanas para adherirse al Plan de Iguala, y que se llevó a cabo el 5
de enero de 1,822 con el Acta de Unión de las Provincias de Centro América al Imperio
mexicano.
La clase dominante centroamericana se encontraba aterrada con la posibilidad de que en
el seno de la región se pudiese dar un alzamiento popular articulado. Así, a pesar de que
los grupos independentistas que habían impulsado dichos acontecimientos se
encontraban completamente aislados y debilitados a causa del aparato represor del
gobierno colonial, desde el comienzo de las guerras de independencia que se daban en
todo el continente, en la región del istmo centroamericano se inició un nuevo movimiento
republicano que entre 1,820 y 1,821 buscó la forma de organizarse a nivel nacional. Por
consiguiente, desde que comenzó a circular la noticia de la posible anexión al imperio
mexicano, esta facción inició su propio proceso de independencia mediante el alzamiento
militar. La oligarquía era plenamente consciente de que tras el éxito del Plan de Iguala y
de las guerras de independencia que asolaban Sudamérica, el antiguo Reino de
Guatemala no podía continuar bajo condiciones político-administrativas coloniales. Estos
hechos, junto con el mencionado auge republicano, convenció a la aristocracia colonial de
la necesidad de proclamar la independencia para así tener la posibilidad de seguir
conservando en sus manos el poder político.
Las elites prefirieron proclamar la independencia por el temor, fundamentado en los
diferentes alzamientos populares, de que finalmente fuese el mismo pueblo el que
mediante un alzamiento definitivo tomase las riendas del proceso. Con todo, cabe aclarar
que, a pesar de este nuevo rumbo político, tanto las provincias como las capitales de la
región, continuaron gobernadas por la misma elite que proclamó la independencia y que
previamente ostentaba el poder en el istmo. Desde cierto punto de vista, este episodio no
representó más que el triunfo de los planes políticos de la oligarquía frente a los intereses
reales del conjunto de la sociedad centroamericana.