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Conciencia Emocional 123dde
Conciencia Emocional 123dde
1 Febrero 2021
Psicosociología, Salud y bienestarCultura 5Zero Cultura Preventiva Emociones Empatía Empresa
saludableGlobal
Existen muchos ejemplos de conciencia emocional. En el plano personal, podemos decir que
somos conscientes emocionalmente cuando comprendemos que no estamos dando lo mejor
de nosotros en el trabajo porque nos sentimos desmotivados – no aburridos ni abúlicos sino
desmotivados – y comprendemos que esa sensación proviene de la falta de retos, por lo que
tomamos cartas en el asunto, ya sea cambiando de trabajo o buscando nuevos proyectos que
representan un desafío motivador.
Otro ejemplo de conciencia emocional en el plano interpersonal es cuando llegamos a un sitio
y notamos cierta tensión en el aire. Podemos percatarnos de que las personas estaban
discutiendo justo antes de que llegáramos y nos proponemos hacer todo lo posible por
distender el ambiente.
Por tanto, la conciencia emocional implica un camino a través del cual percibimos la emoción,
la etiquetamos, buscamos sus causas e intentamos darle una salida asertiva.
Bruma emocional: Los peligros que entraña no distinguir las emociones
“El hombre, durante mucho tiempo, ha estado más interesado en el control de sus pasiones
que en el conocimiento de sus emociones”, escribió el psicólogo Paul Fraisse. Sin embargo,
sumirnos en una especie de bruma emocional es lo peor que podemos hacer.
Un estudio muy interesante realizado por psicólogos de la Universidad de Michigan reveló que
las personas que sufren depresión tienen una característica en común: no distinguen con
precisión las diferencias entre las emociones negativas que experimentan, como la tristeza, la
culpa, la ira y la frustración. Esto podría explicar, al menos en parte, por qué la depresión es
tan difícil de superar.
Para llegar a estas conclusiones los investigadores pidieron a personas sanas y a otras que
padecían depresión que reportaran sus emociones en momentos concretos a lo largo de una
semana. Así descubrieron que a las personas deprimidas les resultaba muy difícil distinguir
entre las diferentes emociones negativas.
Estas personas estarían sumidas en una especie de “bruma emocional”, la cual se genera
cuando no somos capaces de distinguir las emociones que experimentamos y etiquetarlas. El
problema es que ese estado puede agravar trastornos como la depresión o la ansiedad. De
hecho, es difícil mejorar nuestra vida si no sabemos exactamente cómo nos sentimos respecto
a ciertos aspectos.
Por ejemplo, ¿te imaginas qué difícil sería saber cuándo ha llegado el momento de llenar el
tanque de combustible si no tuvieras ese indicador en el salpicadero del coche? Algo similar
ocurre con nuestro estado emocional, no podemos mejorar o utilizar las emociones a nuestro
favor si no sabemos cómo nos sentimos y por qué.
¿Qué sucede en el cerebro cuando etiquetamos una emoción?
En 1915, el fisiólogo Walter Cannon descubrió el vínculo entre el miedo y el aumento de la
secreción de adrenalina. Propuso que los estímulos emocionales tienen dos efectos
excitatorios independientes ya que provocan tanto un cambio a nivel cerebral como a nivel de
sistema autónomo y somático. Desde entonces las Neurociencias no han dejado de estudiar
los efectos de las emociones a nivel cerebral, comprobando que estas producen y se
producen debido a una compleja cascada de cambios cerebrales.
Un estudio llevado a cabo en la UCLA reveló qué ocurre en nuestro cerebro cuando
etiquetamos las emociones negativas. Estos neurocientíficos pidieron a un grupo de
participantes que vieran imágenes en las que aparecían rostros enfadados o con miedo.
Esas imágenes incrementaban la actividad en la amígdala, una región del cerebro
íntimamente vinculada con las emociones que actúa como una alarma cuando detecta un
posible peligro y desencadena una serie de cambios fisiológicos que nos preparan para huir o
atacar. De hecho, se ha apreciado que la amígdala responde intensamente incluso ante
imágenes subliminales, que nuestra conciencia no capta.
En este punto, los investigadores se preguntaron si el simple hecho de etiquetar esas
emociones podría atenuarlas y disminuir el nivel de activación de la amígdala. A continuación,
les pidieron a los participantes que identificaran las emociones que estaban viendo. Los
resultados fueron asombrosos: casi inmediatamente la actividad de la amígdala comenzó a
disminuir, mientras se activaba la corteza prefrontal ventrolateral, una zona vinculada con el
pensamiento, la inhibición del comportamiento y el procesamiento racional de las emociones.
En práctica, lo que sucede es que cuando etiquetamos lo que sentimos nos vemos obligados
a activar la parte más racional del cerebro. Esa zona echa una especie de “freno de mano”,
evitando que las emociones tomen el control y se produzca un secuestro emocional. Al
entender lo que nos ocurre, el impacto emocional negativo disminuye y hace que las
emociones sean menos dolorosas.
¿Cómo desarrollar la conciencia emocional?
No nacemos con una conciencia emocional desarrollada, esta va perfeccionándose poco a
poco, a medida que vamos experimentando nuevas emociones y los adultos que nos rodean
nos ayudan a etiquetarlas y gestionarlas.
Por desgracia, en muchos casos ese aprendizaje no se produce y la conciencia emocional se
atrofia. Eso no significa que la persona no sea capaz de experimentar muchísimas emociones
y sentimientos, sino que no es capaz de reconocerlos y, por ende, le resulta mucho más
complicado gestionarlos.
La buena noticia es que la conciencia emocional se puede potenciar en cualquier etapa de la
vida.
Fuente RincóndelaPsicología
https://www.prevencionintegral.com/actualidad/noticias/2021/01/26/conciencia-emocional-
emociones-que-no-gestionas-te-controlan?
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