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EL ÉXODO Y LA LEYENDA NEGRA 167

EL ÉXODO
y
LA LEYENDA NEGRA

Fabián Melogno Vélez

Nuestra exposición se ajustará al título, no vamos a ha- blar


por lo tanto ni dela ruta del Éxodo, ni tampoco de las bon- dades del
Éxodo (de si con el Éxodo nació el estado uruguayo como han
pretendido con cierta audacia algunos autores, o si como han
aseverado otros más prudentes: no nació el Estado Oriental, pero sí
la Nación Oriental, producto del “querer vivir colectivo” del que habla
el ilustre jurista Hauriou).
En el año 1950, el profesor Juan E. Pivel Devoto publicó en el
Semanario “Marcha”, una serie de artículos que tituló “De la leyenda
negra al culto artiguista”. Practicamente medio siglo después tuvo el
acierto de reunirlos en un volumen de la “Bi- blioteca Artigas de
Clásicos uruguayos”, el profesor Abelardo García Viera.
El profesor Pivel Devoto, en los aludidos artículos, recuer- da
que en el año 1823, en plena dominación lusobrasileña, San- tiago
Vázquez, publicó en un diario que se editaba en Montevi- deo, “El
Ciudadano”, una reseña histórica de los sucesos del año 1811 y al
llegar al Éxodo atribuye a Artigas, el empleo de medios coactivos para
obligar a los orientales a acompañarle. Dice que Artigas envió a sus
procónsules y visires con escogi- das escoltas para obligar a los
vecinos a acompañarle. El profe-
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sor Pivel Devoto no precisa el mes y el día del citado artículo


periodístico. Fue el día 20 de julio de 1823, según nos lo recuer- da el
Dr. Luis Bonavita en un artículo que bajo el título de “Juicio Histórico”
publicó en el Suplemento Dominical del dia- rio “El Día” el 8 de julio
de 1956. El Dr. Bonavita, era un médi- co que se dedicó al periodismo
histórico, usando el seudónimo de: Ferdinand Pontac y escribió
algunos libros entre otros: “Co- bre Bruñido” y “Aguafuertes de la
Restauración”. Vamos a transcribir textual las palabras de Santiago
Vázquez con rela- ción al Éxodo: “Como los lobos o tigres
hambrientos a la vista de la presa, así se lanzaron aquellos caudillos
sobre los pueblos y campa- ñas. La violencia, el robo, la desolación y
el terror marcaban sus pisadas. Así al volver ellos de su comisión,
Artigas se vio rodeado de diez mil almas.” Y agrega que Artigas les
había dicho a sus ofi- ciales: “Id y convidad a los pueblos que me
sigan, auxiliad a la emi- gración y haced todo el mal posible a los que
no quieran adoptarla: talad, destruid, quemad, porque todo cuanto
quede detrás de mí es enemigo, no sólo los hombres, sino los
ancianos, los niños, las muje- res, las haciendas, las casas, los pastos.”
Realmente que Santiago Vázquez tendría que haber teni- do
una memoria de elefante para recordar 12 años después las
instrucciones impartidas por Artigass a sus oficiales.
El Dr. Bonavita en el artículo citado, recuerda que cuan- do en
1953 se editó el primer volumen de la “Biblioteca Artigas” de Clásicos
uruguayos, el Ministro de Instrucción Pública, el Dr. Justino Zavala
Muniz, le concedió el honor al Dr. Bonavita, de prologar ese primer
volumen que era una reimpresión de la obra del Dr. Carlos María
Ramírez, reivindicatoria de la figura de Artigas. Dice el Dr. Bonavita
que él creyó oportuno recordar a dos personajes que se habían
expresado negativamente de Artigas: Santiago Vázquez y su juicio
sobre el Éxodo en “El Ciudadano” de 1823 y el Gral. Antonio Díaz en
“El Piloto” de 1825, diario del cual era redactor el aludido General.
Recuerda el Dr. Bonavita que legisladores del Partido de gobierno,
cursa- ron un pedido de informes al Ministro de Instrucción Pública,
indignados porque se recordara negativamente a tan impor- tante
prócer: Santiago Vázquez. Felizmente el Dr. Zavala Muniz no se dejó
intimidar y respaldó al Dr. Bonavita. El Gral. Anto- nio Díaz había
expresado en “El Piloto” de 1825 que la Provin-
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cia Oriental estaba gobernada en aquellos tiempos por un hom- bre


ambicioso e inculto.
En realidad que acuse a Artigas de ambicioso, no me pa- rece
un agravio, porque todo caudillo por definición debe ser ambicioso.
El Dr. Bonavita reflexiona acerca de la ingratitud de estos dos
próceres: Santiago Vázquez y Antonio Díaz que le debían el primero
la vida de su hermano el Cnel. Ventura Vázquez y Antonio Díaz su
propia vida. En 1815, la vanguardia del ejérci- to de Carlos de Alvear,
se le subleva en Fontezuelas (al mando de Ignacio Álvarez Thomas),
ello provoca la caída de Alvear en ese entonces; Director de las
Provincias Unidas. El nuevo go- bierno porteño, procurando un
avenimiento pacífico con Artigas, le envía siete de los principales
oficiales de Alvear, a Paysandú. El nuevo gobierno porteño los envía
engrillados para que Artigas los ejecute. Entre estos colaboradores de
Alvear, venía el Cnel. Ventura Vázquez (hermano de Santiago), Anto-
nio Díaz y el anciano coronel Matías Balbastro (hermano de la madre
de Alvear). Artigas manda que les quieren los grilletes y los devuelve
a la Capital, expresando: “Yo no soy verdugo del gobierno de Buenos
Aires”. Precisamente y aplicando con pro- piedad la doctrina de la
obediencia debida les dice a estos ofi- ciales: “Yo no tengo nada
contra ustedes. Ustedes han actuado en cumplimiento de las órdenes
de sus superiores, como mis oficiales actúan en cumplimiento de las
órdenes que yo les doy.”
Carlos Anaya en sus “Apuntaciones históricas”; recuer- da que
cuando Manuel de Sarratea que ejercía la Presidencia del Primer
Triunvirato, viene al Ayuí a relevar del mando del Ejército a Artigas, lo
hace acompañado de Santiago Vázquez, que desempeñaba el cargo
de Comisario de Guerra y destaca Anaya que:
“Habra un genio de dialocación cerca del Sr. Sarratea que fo-
mentaba la discordia por animosidad con el Gral. Artigas. Este era
el señor Santiago Vázquez Feijoo.”
Anaya cree que el resentimiento de Santiago Vázquez contra
Artigas, se debía a que él aspiraba a ser secretario de Artigas y éste
eligió a un sobrino Miguel Barreiro (cuya madre:
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Bárbara Bermúdez Artigas era su prima hermana de Artigas). No


creemos que esta fuera la causa de su animosidad. Induda- blemente
sentía envidia por el ascendente prestigio de Artigas, designado
General en Jefe de los Orientales en la asamblea de la quinta de la
Paraguaya en octubre de 1811 y caudillo carismático que en el
Éxodo fue acompañado por una gran parte de los vecinos de la Banda
Oriental. Pero además había otro motivo de resentimiento, Santiago
Vázquez tenía un hermano militar: Ventura Vázquez que acompañó a
Belgrano en su cam- paña del Paraguay y que tuvo distinguida
actuación en la bata- lla de Las Piedras. Artigas envió a Ventura
Vázquez a Buenos Aires a traer un dinero que le enviaba el gobierno
porteño. Al retornar, Artigas advirtió que faltaba dinero, conforme a
la can- tidad que figuraba en la nota que acompañaba la remesa y
Ven- tura Vázquez le respondió: “No falta nada, lo que sucede es que
yo ya desconté mi comisión”. Artigas se indignó y dio cuenta del
hecho al gobierno de Buenos Aires, pero éste no adoptó ningu- na
medida contra el aludido oficial.
Anaya recuerda que cuando se tornaron más ásperas las
relaciones entre Sarratea y Artigas, se urdió un plan para asesi- nar a
éste y en dicho plan jugó un papel protagónico Santiago Vázquez. El
plan consistía en conseguir que Fernando Otorgués aceptara ultimar
a Artigas. Para ello se envió al joven Juan José Aguiar (quien nada
tiene que ver con el Gral. Félix Aguiar, ni con Gorgonio Aguiar, el
cuñado de Lavalleja) ante Otorgués de quien era amigo, con dos
“ricas” pistolas (así les llama Anaya) de regalo para el citado oficial
artiguista, como pago anticipa- do por el servicio de eliminar a
Artigas. Otorgués era sobrino de Artigas, su madre era prima-
hermana de Artigas. La abuela materna de Artigas, la canaria María
Rodríguez Camejo, era la bisabuela de Otorgués. Otorgués les tomó
el pelo a los camara- das y les aseguró que lo iba a matar,
indicándoles el día y el momento en que cumpliría el encargo. Juan
José Aguiar, envió la noticia del éxito de su misión a Santiago
Vázquez, mediante una carta que Santiago Vázquez abrió y leyó
delante de Carlos Anaya y exclamó aliviado: “Estamos salvados”.
De acuerdo con el Derecho Procesal no es válido el testi-
monio de quien es enemigo notorio de otro, Santiago Vázquez autor
ideológico de un plan para asesinar a Artigas no es por lo
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tanto, ni jurídica y históricamente aceptable con respecto a las


acusaciones que formula respecto del Éxodo.
Posteriormente Santiago Vázquez fue constituyente por ello
una calle de Pocitos lleva su nombre. Fue Ministro en la Presidencia
del Gral. Fructuoso Rivera y la oposición lavallejista en un diario que
se editaba en Montevideo con el nombre de:
“La diablada o el robo de la bolsa”, lo acusaba de estar
comprometido en negociados, junto al Dr. Lucas Obes y sus cuatro
cuñados, los llamados “Los cinco hermanos (Nicolás Herrera, José
Ellauri, Julián Álvarez y Juan Andrés Gelly).
Aparecía en la portada del diario aludido la figura de cin- co
diablos que representaban a Lucas Obes y sus cuñados y un hombre
con cara de lobo agachado en el piso en actitud de re- coger unas
monedas al lado de una bolsa llena de monedas. Ese hombre con
cara de lobo simbolizaba a Santiago Vázquez. Al pie figuraba este
verso: “Ya lo veis para el robo somos seis”. Dada la virulencia de los
ataques de este diario, luego de imprimir en el mes de marzo de
1832, cinco números. Fue clausurado. En julio de ese año se produjo
la revolución del Gral. Juan Antonio Lavalleja y Eugenio Garzón
que lideraba la revolución lavallejista en Montevideo, le exigió al
Presidente interino de la República Luis Eduardo Pérez que
destituyera a Vázquez, éste se asustó y buscó refugio en un barco
extranjero. Abortada la revolución lavallejista, fue reintegrado al
ministerio con todos los honores. Destaca Pivel Devoto que el año
siguiente, Rivera le exigió la renuncia y comentó este hombre ha
empleado la mayor parte de su vida en fomentar la discordia entre
nuestros amigos para hacerlos instrumentos de sus más pequeños
inte- reses. El Gral. Tomás de Iriarte en sus memorias, lo juzga como
“uno de los hombres más fecundos en intrigas”.
Santiago Vázquez nunca le perdonó a Rivera que le exi- giera su
renuncia al ministerio y en la “Guerra Grande” que se produce una
fractura del Partido Colorado en principistas o conservadores y
caudillistas, se alineó con los colorados llama- dos principistas:
Melchor Pacheco, Manuel Herrera y Obes, José de Béjar, Francisco J.
Muñoz que se oponían a Rivera.
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El Gral. Nicolás de Vedia, suegro del Gral. Bartolomé Mitre (su


hija Delfina de Vedia se casó en Montevideo con el en ese entonces
Capitán Bartolomé Mitre), en un manuscrito que pu- blicara cien
años más tarde su pariente el Dr. Mariano de Vedia y Mitre (Editorial
La Facultad, Buenos Aires, 1937); expresa que: “Es de saber que al
alzamiento del primer sitio, Artigas arras-
tró con todos los habitantes de la campaña. Sus Comandantes ame-
nazaban con la muerte a quienes eran morosos y no fueron pocos los
que sufrieron la crueldad de los satélites de Artigas.”
El Gral. Nicolás de Vedia no fue testigo ocular del Éxodo,
porque se embarcó para Buenos Aires con Rondeau y no acom- pañó
a Artigas en su marcha hasta Salto. De Vedia se limita a repetir lo que
le oyó aseverar a Santiago Vázquez. En ese ma- nuscrito, de Vedia
cuenta que el gobierno de Buenos Aires lo envió a explorar los
sentimientos de Artigas y de los vecinos que lo acompañaban (previo
a la llegada del Presidente del Triun- virato Manuel de Sarratea al
Ayuí). A su retorno a Buenos Ai- res, de Vedia ponderó el orden y la
disciplina que reinaba en el campamento de Artigas en el Ayuí y la
buena disposición de Artigas y los vecinos que lo acompañaban para
continuar el sitio. Agrega de Vedia que el gobierno de Buenos Aires lo
escu- chó sombríamente y señala: “... después supe que el Gobierno
no gustaba que se hablase en favor del caudillo oriental, pero yo
había desempeñado mi comisión con franqueza y sin doblez alguna.”
Artigas no era hombre de doble discurso, cuando en no-
viembre de 1811, desde Cololó, en Soriano, le envía un Oficio a
Mariano Vega, ordenándole: “No quiero que persona alguna ven- ga
forzada” está demostrando que era contrario al empleo de medios
coactivos como lo acusan sus enemigos.
Pero además si examinamos los vecinos de Soriano que
participaron del Éxodo, vamos a constatar que fueron muchos
vecinos los que se quedaron en sus establecimientos y no se in-
corporaron al Éxodo.
Pongo como ejemplo y me comprenden las generales de la ley,
porque son parientes míos a:
Esteban Caballero, natural de Herreruela de Oropesa, Toledo,
hacendado en Soriano, Alcalde de Primer Voto del
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Cabildo de Soriano en 1794, casado con la hija de un portugués:


Antonio Montero y de una criolla: Juana Francisca Garzón (her- mana
del padre del Gral. Eugenio Garzón) no va en el Éxodo su yerno el
gallego Domingo Paz, tampoco va en el Éxodo.
En mayo de 1812 el Ministro de la Real Hacienda de Co- lonia
Berrotaveña, ordena practicar un inventario de los bienes de la
estancia de Ángela Pérez, viuda de un paraguayo de ape- llido
Paredes. Ella está ausente y al frente de su estancia, está el gallego
Ramón Pagés. El inventario de sus bienes, está firmado por el capataz
Ramón Pagés y como testigo y contador Marcos Vélez, un porteño
que durante todo el gobierno de Artigas será juez de Dolores. Ni
Pagés, ni Marcos Vélez fueron en el Éxodo.
Doña Ángela Pérez, viuda de Paredes es la abuela mater- na del
ilustre sacerdote que fuera constituyente: Lázaro Gadea (hijo de
Patricio Gadea y Clemencia Paredes).
Tampoco va en el Éxodo Miguel Bonifacio Gadea (hijo de Juan
Antonio Gadea y de María Florencia Salado) que en 1835 será Jefe
Político y de Policía de Soriano (en la Presidencia del Brigadier Gral.
Manuel Oribe).
Con respecto al número de vecinos que acompañaron a Artigas
en el Éxodo creo que se ha exagerado la cantidad.
Si ustedes toman papel y lápiz, me dirán si me asiste ra- zón.
Don Carlos Anaya habló de 16.000, el Gral. de Vedia de
14.000 y Santiago Vázquez de 10.000. Artigas a mediados de
diciembre de 1811 en el Salto Chico y próximo a iniciar el cruce del
río Uruguay levantó un padrón de familias. En él figuran
4.031 personas. María Julia Ardao y Aurora Capillas de Caste- llanos
que hicieron un prolijo examen de ese padrón, señalan que la suma
está mal hecha y que en realidad había 4.426 per- sonas. Artigas
destaca que hay 100 carretas aguardando (no censados), vamos a ser
generosos e imaginar que en cada uno de ellos hubiera 10 personas,
serían 1.000 vecinos más, un total de 5.426 vecinos. Las milicias de
Artigas no creo que superaran los 2.000 efectivos. La suma estimativa
sería de 7.500 personas en un total de población de la Banda Oriental
(según censos practicados en los primeros lustros del siglo XIX, pero
anterio- res al Éxodo) de 29.000 habitantes. Por lo tanto solo
aproxima- damente un cuarto de su población acompañó a Artigas.
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En cuanto al nombre que ha prevalecido sobre esta histó- rica


emigración: Éxodo, algunos autores han señalado que fue un hombre
que le dio el distinguido historiador mercedario: Cle- mente L.
Fregeiro, pero que el hombre que debería designar este magno
episodio es el de “La Redota” que fue el nombre que le dieron
nuestros paisanos en aquel tiempo. La única versión de que nuestros
paisanos lo llamaron “La Redota” la da Anaya en sus “Apuntaciones
históricas”. Anaya no participó del Éxodo porque al llegar a San José,
le pidió permiso a Rondeau y a Artigas y se volvió para Montevideo.
Estando en una chacra de Juan José Durán en la perisferia de
Montevideo fue detenido junto con Narciso Crosa Peñarol y recluido
en un calabozo de la Ciudadela con una docena de peligrosos
delincuentes. Al día siguiente se le trasladó a otro calabozo más
presentable y a las 48 horas se le devolvió su libertad, reintegrándole
la pistola y sable que portaba al ser detenido e incluso se le ofreció
un caba- llo para retornar a la chacra de Juan José Durán. Tenía
buenos padrinos Anaya, en cambio Narciso Crosa Peñarol, detenido
con él, sufrió tres meses de prisión. Anaya sostiene que el moti- vo de
su prisión se debió a la vehemencia con que atacó a las autoridades
de Montevideo en las asambleas previas al armisti- cio entre el Virrey
Elío y la Junta de Gobierno de Buenos Aires.
Recuerda Anaya que hubo un capitán de Dragones lla- mado
Luis Larrobla a quien el califica de “hijo desnaturalizado y cruel”,
“corazón de tigre” que se dedicó a perseguir a todos aquellos que
colaboraron con la revolución artiguista “que per- seguía sin piedad ni
distinción a todos los hijos de su tierra que tu- vieran la desgracia de
caer en sus manos donde eran fusilados sin causa”.
Pese a tan pocos honorables antecedentes fue distinguido con
el cargo de Tesorero de la Provincia Oriental en 1826 (claro que tenía
un hermano sacerdote que presidiera en aquella fe- cha la Sala de
Representantes de la Florida) y en 1830 fue el primer Administrador
General de Correos.
Pero volviendo al término “La Redota” no sabemos si Anaya se
lo escuchó a muchos vecinos o si sólo lo escuchó a dos o tres
paisanos y generalizó. Pero aún cuando hubieran mu- chos vecinos
que así le hubieran llamado, el término me parece
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peyorativo, calificar de derrota a este magno episodio de nues- tra


Historia. Me parece mas apropiado el nombre que le dio Fregeiro por
su símil con el episodio bíblico.

Por lo expuesto debemos concluir que carece de funda- mento


válido la leyenda negra sobre el Éxodo porque:
1) La opinión de Santiago Vázquez, principal artífice sobre esta
leyenda negra carece de valor por ser enemigo notorio de
Artigas que tuvo un papel protagónico en el plan para ultimar a
Artigas en el año 12. Jurídicamente el testimonio de un enemigo
notorio es inválido.
2) El testimonio del Gral. Nicolás de Vedia tampoco tiene va- lor,
por la sencilla razón de que no fue testigo ocular del Éxodo (se
embarcó para Buenos Aires con Rondeau, luego de levantarse el
sitio de Montevideo). Él se limita a repetir la versión de Santiago
Vázquez.
3) Las palabras de Artigas en su oficio a Mariano Vega, des- de
Cololó, en Soriano, el 3 de noviembre de 1811: “No quie- ro que
persona alguna venga forzada”, demuestran que Artigas era
contrario a procedimientos coactivos.
4) Las propias palabras del Gobierno de Buenos Aires a Sarratea,
en su oficio del 14 de enro de 1813, revelan que la Junta que
regía los destinos de las Provincias Unidas, esta- ba convencida
de que los vecinos acompañaban a Artigas voluntariamente:
“El numeroso vecindario que le sigue, más que por fuerza de
grado”.
La palabra “de grado” que ya no se usa en nuestra habla
cotidiana, según el Diccionario de la Lengua Española sig- nifica
con agrado, gustoso presente.
5) Los ejemplos de vecinos de Soriano que hemos citado, de-
muestran que muchos se quedaron en sus establecimientos sin
ser forzados a acompañar al Prócer.
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FUENTES DOCUMENTALES Y BIBLIOGRÁFICAS

- Archivo General de la Nación. Fondo Archivo General Administrativo.


Caja
- ANAYA, Carlos: Apuntaciones históricas sobre la Revolución Oriental en Revista
Histórica Nos. 58-60, Tº XX del Museo Histórico Nacional, Monte- video, Imp.
Nacional, 1954.
- ARDAO, Mª Julia y CAPILLA de CASATSELLANOS, Aurora: Éxodo del Pueblo
Oriental. Padrón de las Familias, Montevideo, Monteverde, 1968.
- BONAVITA, Luis: “Juicio Histórico”. Suplemento dominical del diario “El Día” de 8
de julio de 1956.
- PIVEL DEVOTO, Juan E.: De la leyenda negra al culto artiguista”. Bibliote- ca
Artigas, Volumen 171. Montevideo, Multigráfica S.A., 2004.

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