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La leyenda negra artiguista: el Libelo de Cavia

El Libelo de Cavia es un folleto contra Artigas publicado a inicios de 1818 y escrito por el
periodista Pedro Feliciano Sáenz de Cavia a pedido del Gobierno de Buenos Aires, que se
encontraba bajo la dirección de Juan Martín de Pueyrredón (Ardao y Capillas de Castellano,
1953). Aunque sabemos quién lo escribió, originalmente no registraba la firma del autor,
manteniéndose bajo el anonimato por mantener un pasado conflictivo con Artigas y por ser,
además, el oficial mayor del Ministerio de Gobierno de Pueyrredón, quien, al momento de
publicarse el folleto, encabezaba una campaña combinada entre argentinos y portugueses
contra Artigas (Acevedo, 1950).

En cuanto al contenido del Libelo, titulado “El protector nominal de los Pueblos Libres, don
José Artigas, clasificado por el amigo del orden”, se dedica a desglosar, detallar y exaltar de
la forma más denigrante la vida y obra del General José Gervasio Artigas. Cavia afirma que
antes de formar parte del Cuerpo de Blandengues, Artigas, en su infancia, abandonó su
hogar paterno “para dar rienda suelta a sus pasiones”, integrándose a la campaña hasta el
punto de ser “Capitán de bandidos” (Ardao y Capillas de Castellano, 1953). Con respecto a
su integración al Cuerpo de Blandengues: “Artigas se dedica en su nuevo destino a borrar la
memoria de sus excesos” (Cavia, 1818, citado por Ardao y Capillas de Castellano, 1953,
p.11). Se identificaría a la causa revolucionaria en 1811 “por inferiores sentimientos de
venganza”, y su aporte en acontecimientos destacados como la Batalla de Las Piedras sería
reducido a su mera presencia en el campo de batalla (Cavia, 1818, citado por Ardao y
Capillas de Castellano, 1953). Se acusa a Artigas de violar la paz al atacar a los
portugueses, de entablar relaciones indebidas con otros gobiernos, de desobediente, de
traidor, del responsable de múltiples abusos y atentados cometidos en la Banda Oriental
desde 1811, de excitar el odio de los pueblos contra Buenos Aires e incluso de pretender la
supremacía sobre “el Entre Ríos, Corrientes, en Buenos Aires mismo, y aún en toda la
América Meridional” (Cavia, 1818, citado por Ardao y Capillas de Castellano, 1953, p.12).
Describe a los resultados de las políticas de Artigas como funestos y en cuanto a su
accionar “no paró hasta verla segregada [a la Provincia Oriental] del resto de las provincias
unidas” (Cavia, 1818, citado por Ardao y Capillas de Castellano, 1953, p.12). Realiza una
clasificación difamante a modo de conclusión:

[...] facineroso que fue indultado por el gobierno español, patriota insulso, accidental,

por motivos innobles, insubordinado, inobediente, rebelde, traidor de los destinos de

América, desertor de sus estandartes, confabulado con los españoles, fanatico, turbulento,

seductor de pueblos, anarquista, apóstol de la mentira, impostor hipócrita, propagador de


máximas erróneas, de teorías falsas y de principios antisociales, destructor de pueblos,

inmoral, corrompido y libertino, promotor de la guerra civil, terrorista despechada y

ambicioso [...]. Cavia, 1818, citado por Ardao y Capillas de Castellano, 1953, p.12.

En cuanto a las fuentes que sustentan estas acusaciones, Antony Zinny (1869) afirma que
las mismas provienen de los archivos de Montevideo que Cavia, como escribano del
gobierno, tuvo acceso: Esta circunstancia, agregada a la de haber sido contemporáneo y
compatriota de aquel, hace que la vida licenciosa del célebre caudillo haya sido descrita por
Cavia en su verdadera luz” (citado por Acevedo, 1950, p.45). Sin embargo, la
documentación referida no tiene rastros de existencia en ninguno de los archivos oficiales
del Río de la Plata (Acevedo, 1950).

El Gobierno de Pueyrredón y el Cabildo de Buenos Aires se encargaron de difundir


intensamente el folleto de Cavia (Ardao y Capillas de Castellano, 1953). Por ejemplo, a fines
de enero de 1818, Pueyrredón notifica al Brigadier Cornelio Saavedra y le remite la
“clasificación de Artigas” con el fin de que la distribuya entre los alcaldes de hermandad y
curas párrocos de la campaña bonaerense, para que, a su vez, estos la divulguen entre los
vecinos para que leyesen su contenido (Molinari, 1938, citado por Ardao y Capillas de
Castellano, 1953).

Un hecho particular es que la aparición del folleto de Cavia coincidió con la llegada a
Buenos Aires de una fragata en la que arribaban comisionados del presidente de EEUU,
James Monroe, enviados para saber si se podía o no proceder al reconocimiento de la
independencia de las provincias del Río de la Plata, descalificando a Artigas en el concepto
de esta visita (Acevedo, 1950; Ardao y Capillas de Castellano, 1953).

A fin de cuentas “la obra buscó formar un clima contra Artigas en el Río de la Plata y en el
exterior” (Ardao y Capillas de Castellano, 1953, p.15). Sin embargo, cuando Artigas se
enteró de la existencia y circulación de este panfleto en su contra, le restó importancia
guardando silencio (Ardao y Capillas de Castellano, 1953).

Este relato sentó las bases para formar la llamada Leyenda negra de Artigas, pues, a partir
de él comienza a circular la versión difamada de la figura y el accionar de Artigas. Aunque
muchos autores se adhirieron a la versión de Cavia, reproduciéndola y potenciándola, lo
que considero sumamente destacable y valorable de este relato es que generó una
respuesta con el propósito de dar a conocer la versión de los hechos más apegada a lo que
realmente ocurrió, más allá de la figura de Artigas, como un favor a la historia de nuestra
nación y de su surgimiento.

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