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Actividad de Aprendizaje 3.

Naturalizándonos con una Fobia

Patología I
Mtra. Cecilia Isabel Marchi Pelayo

Danielle Crespo Smith


Matrícula: 135603
Grupo: LP50

CDMX, México.
30 Septiembre 2021
FOBIA SOCIAL

La fobia social se caracteriza por miedo o ansiedad ante determinadas situaciones sociales o
actuaciones en público. La persona afectada a menudo evita estas situaciones, o bien las vive
con mucha angustia.

El ser humano es un animal social, y su capacidad para relacionarse sin problemas en


diferentes situaciones sociales influye en aspectos importantes de su vida como la familia, la
educación, el trabajo, el ocio y las relaciones sociales y de pareja.

Las fobias son un tipo de trastorno de ansiedad  en el que ciertas situaciones u objetos
provocan miedo y ansiedad en las personas afectadas, lo que da lugar a su evitación. El
miedo y la ansiedad son desproporcionados respecto a la amenaza real. Existen
muchas fobias específicas.
Aunque es normal sentir cierta ansiedad en las situaciones sociales, las personas que tienen
fobia social experimentan ansiedad en tal grado que tratan de evitar dichas situaciones o las
enfrentan con gran malestar. Aproximadamente el 13% de las personas presentan fobia
social en algún momento de su vida. El trastorno afecta con una prevalencia anual cercana al
9% de las mujeres y al 7% de los varones.

Algunos adultos con fobia social eran tímidos cuando eran niños, mientras que otros no
desarrollaron síntomas significativos de ansiedad hasta después de la pubertad.

Las personas con fobia social experimentan preocupación por la posibilidad de que sus
comportamientos o actuaciones en público puedan ser considerados inapropiados. A menudo
les preocupa que su ansiedad resulte evidente (que lleguen a sudar, ruborizarse, vomitar,
temblar o se les quiebre la voz). También les preocupa poder perder el hilo de su
pensamiento o no ser capaces de encontrar las palabras adecuadas para expresarse.

Algunas fobias sociales están ligadas a situaciones públicas específicas, por lo que la
ansiedad aparece únicamente cuando la persona debe realizar un tipo concreto de actividad
en público. La misma actividad desarrollada de forma solitaria no provoca ansiedad. Entre las
situaciones que habitualmente desencadenan ansiedad se incluyen:

 Hablar en público
 Realizar una actividad en público, como leer un texto en la iglesia o tocar un
instrumento musical
 Comer en público
 Conocer nuevas personas
 Mantener una conversación
 Firmar un documento ante testigos
 Usar un lavabo o baño públicos

Una variedad más general de fobia social se caracteriza por la aparición de ansiedad en
numerosas situaciones sociales.
En ambos tipos de fobia social, la persona teme que, si su actuación no está a la altura de las
expectativas o es juzgada en interacciones sociales, esto le provoque vergüenza, humillación
o rechazo por parte de otras personas, o incluso que pueda ofender a alguien.

Las personas afectadas pueden ser conscientes o no de que sus miedos son irracionales y
excesivos.

DIAGNÓSTICO

 Evaluación de un médico, en base a criterios específicos

Los médicos llegan al diagnóstico de fobia social cuando la persona afectada presenta miedo
o ansiedad que comporta todos los factores siguientes:

 Se trata de miedo o ansiedad de un grado intenso y ha estado presente durante 6


meses o más
 Se refiere a una o más situaciones sociales
 Casi siempre se presenta ante la misma situación o situaciones
 Implica miedo a una evaluación negativa por parte de otras personas
 Conduce a la persona a evitar la situación o a soportarla de forma incómoda
 Se trata de miedo o ansiedad desproporcionados respecto al peligro real
 Provocan un malestar significativo a la persona afectada o perjudican notablemente su
funcionamiento

Además, los médicos deben descartar otros trastornos mentales que pueden causar síntomas
similares, tales como agorafobia , trastorno de angustia , o trastorno dismórfico corporal .

TRATAMIENTO

 Terapia de exposición
 Terapia cognitivo-conductual
 Antidepresivos, por lo general inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina

La fobia social tiende a persistir si no se trata, provocando conductas de evitación de


actividades que, de no padecer dicho trastorno, la persona desearía realizar.

La terapia de exposición es habitualmente efectiva. No obstante, puede ser difícil conseguir


que la exposición dure lo suficiente para permitir que el paciente se habitúe y llegue a estar
cómodo en esa situación. Por ejemplo, en el caso de una persona que tiene miedo a hablar
delante de su jefe, es probable que sea difícil organizar una serie de sesiones con la
presencia de este. Pueden ser de utilidad las situaciones sustitutivas que se realizan, por
ejemplo, dentro de ciertas asociaciones de personas que presentan ansiedad fóbica a hablar
ante una audiencia, o efectuar una lectura pública en una residencia geriátrica.
También puede ser útil la terapia cognitivo-conductual. Con esta terapia, las personas
aprenden a hacer lo siguiente:
 Uso de técnicas de relajación
 Identificar patrones de pensamiento y comportamiento que pueden desencadenar
ansiedad o pánico
 Ajustar esos patrones de pensamiento
 Modificar su comportamiento en consecuencia

Los antidepresivos , como los ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) y


las benzodiacepinas (ansiolíticos) a menudo pueden ayudar a las personas con fobia social.
Suele preferirse el uso de ISRS, ya que, a diferencia de los benzodiacepinas, es improbable
que interfieran con la terapia cognitivo-conductual. Los benzodiacepinas afectan el sistema
nervioso central (cerebro y médula espinal) y pueden causar somnolencia y problemas de
memoria.

Los betabloqueantes pueden utilizarse para reducir la frecuencia cardíaca, la sudoración y el


temblor experimentados en las situaciones públicas que generan ansiedad, pero estos
fármacos no reducen la ansiedad en sí misma.

SÍNTOMAS

La timidez o incomodidad en ciertas situaciones no son necesariamente signos de trastorno de


ansiedad social, especialmente, en los niños. El nivel de comodidad en las situaciones sociales
varía y depende de los rasgos de la personalidad del individuo y de sus experiencias de vida.
Algunas personas son reservadas por naturaleza, y otras son más extrovertidas.

A diferencia del nerviosismo diario, el trastorno de ansiedad social comprende miedo, ansiedad
y evasión, que interfieren con la rutina diaria, el trabajo, la escuela u otras actividades. El
trastorno de ansiedad social suele comenzar a principios o mediados de la adolescencia,
aunque a veces puede empezar en niños más pequeños o en adultos.

Síntomas emocionales y conductuales

Los signos y síntomas del trastorno de ansiedad social comprenden la persistencia de lo


siguiente:

 Temor a situaciones donde podrías ser juzgado

 Angustia por sentirte avergonzado o humillado

 Temor intenso de interactuar o hablar con extraños

 Temor a que los demás noten que estás ansioso


 Temor a tener síntomas físicos que puedan causarte incomodidad, como sonrojarte,
sudar, temblar o que te tiemble la voz

 Dejar de hacer algunas actividades o dejar de hablar con ciertas personas por miedo a
sentirte avergonzado

 Evitar situaciones donde puedas ser el centro de atención

 Tener ansiedad en los momentos previos a enfrentar una situación o actividad que te da
miedo

 Miedo intenso o ansiedad durante las situaciones sociales

 Después de una situación social, analizar tu desempeño e identificar fallas en tus


interacciones

 Esperar las peores consecuencias posibles de una experiencia negativa en una


situación social

En el caso de los niños, es posible que exterioricen la ansiedad al interactuar con adultos o
pares a través de llantos, berrinches, aferrarse a los padres o negarse a hablar en situaciones
sociales.

El trastorno de ansiedad social del tipo de desempeño se produce cuando se experimenta un


miedo y una ansiedad intensos al hablar o actuar en público, pero no en otros tipos de
situaciones sociales más generales.

Síntomas físicos

A veces, hay signos y síntomas físicos que pueden acompañar el trastorno de ansiedad social
y pueden ser:

 Enrojecimiento

 Latidos rápidos del corazón

 Temblores

 Sudoración

 Malestar estomacal o náuseas

 Dificultad para respirar

 Mareos o aturdimiento

 Sensación de que tu mente se quedó en blanco


 Tensión muscular

Evitar situaciones sociales comunes

Las experiencias comunes y de todos los días que pueden ser difíciles de soportar cuando
padeces un trastorno de ansiedad social son, por ejemplo:

 Interactuar con personas desconocidas o extraños

 Asistir a fiestas o reuniones sociales

 Ir al trabajo o a la escuela

 Iniciar la conversación

 Hacer contacto visual

 Tener citas

 Entrar a una habitación donde los demás ya estén sentados

 Devolver artículos a una tienda

 Comer frente a los demás

 Usar un baño público

Los síntomas del trastorno de ansiedad social pueden cambiar con el tiempo. Pueden
exacerbarse ante exigencias o situaciones de estrés. Aunque evitar situaciones que produzcan
ansiedad puede hacerte sentir mejor a corto plazo, es probable que tu ansiedad continúe en el
largo plazo si no recibes tratamiento.

Consulta con el médico o tu profesional de salud mental si temes o evitas situaciones sociales
normales porque te causan incomodidad, angustia o pánico.

CAUSAS

Como sucede con muchas otras enfermedades de salud mental, el trastorno de ansiedad social
probablemente surge de una interacción compleja de factores biológicos y ambientales. Entre
las causas posibles se incluyen las siguientes:

 Atributos hereditarios. Los trastornos de ansiedad suelen ser hereditarios. Sin


embargo, no está completamente claro hasta qué punto pueden deberse a la genética o a
conductas adquiridas.

 Estructura del cerebro. Una estructura del cerebro llamada «núcleo amigdalino»


puede influir en el control de la respuesta ante el miedo. Las personas que tienen un
núcleo amigdalino hiperactivo pueden tener una respuesta exacerbada ante el miedo, la
cual causa un aumento de la ansiedad en situaciones sociales.

 El entorno. El trastorno de ansiedad social puede ser una conducta adquirida. Algunas
personas pueden desarrollar esta afección después de una situación social desagradable
o incómoda. Además, puede existir una relación entre el trastorno de ansiedad social y los
padres, que modelan un comportamiento ansioso en situaciones sociales y que son más
controladores o protectores con sus hijos.

Factores de riesgo

Varios factores pueden aumentar el riesgo de desarrollar trastorno de ansiedad social, entre
ellos:

 Antecedentes familiares. Si tus padres biológicos o hermanos tienen trastorno de


ansiedad social, tienes más probabilidades de desarrollarlo.

 Experiencias negativas. Los niños que experimentan burlas, hostigamiento, rechazo,


ridículo o humillación pueden ser más propensos a desarrollar trastorno de ansiedad
social. Además, otros acontecimientos negativos de la vida, como los conflictos familiares,
los traumas o los abusos, pueden estar asociados a este trastorno.

 Carácter. Los niños que son tímidos, retraídos, introvertidos o reservados al enfrentar


situaciones o personas nuevas pueden tener un riesgo mayor.

 Nuevas exigencias sociales o laborales. Los síntomas del trastorno de ansiedad


social suelen comenzar en la adolescencia, pero conocer a gente nueva, dar un discurso
en público o hacer una presentación de trabajo importante puede desencadenar los
síntomas por primera vez.

 Tener una apariencia o afección que llame la atención. Por ejemplo, la desfiguración


facial, la tartamudez o los temblores debidos a la enfermedad de Parkinson pueden
aumentar la sensación de inseguridad y provocar trastorno de ansiedad social en algunas
personas.

Complicaciones

Si no se trata, el trastorno de ansiedad social puede controlar tu vida. La ansiedad puede


interferir con el trabajo, la escuela, las relaciones o la capacidad para disfrutar la vida. Este
trastorno puede provocar:
 Baja autoestima

 Problemas para ser asertivo

 Diálogo interno negativo

 Hipersensibilidad a las críticas

 Habilidades sociales deficientes

 Aislamiento y relaciones sociales difíciles

 Logros académicos y profesionales deficientes

 Abuso de sustancias, por ejemplo, beber demasiado alcohol

 Suicidio o intentos de suicidio

Otros trastornos de ansiedad y algunos otros trastornos de salud mental, en particular el


trastorno depresivo mayor y los problemas de abuso de sustancias, suelen acompañar al
trastorno de ansiedad social.

Prevención

No hay forma de predecir qué hará que una persona padezca un trastorno de ansiedad, pero
puedes tomar medidas para disminuir la repercusión de los síntomas si eres ansioso:

 Pide ayuda enseguida. La ansiedad, al igual que muchas otras afecciones de salud
mental, puede ser más difícil de tratar si no buscas ayuda de inmediato.

 Lleva un diario personal. Llevar un registro de tu vida personal puede ayudarte a ti y a


tu profesional de salud mental a identificar cuál es la causa del estrés y qué parece
ayudarte a sentirte mejor.

 Establece prioridades en tu vida. Puedes disminuir la ansiedad si administras bien tu


tiempo y tu energía. Asegúrate de dedicarle tiempo a hacer cosas que disfrutas.

 Evita el consumo de sustancias no saludables. El consumo de alcohol y de


sustancias, e incluso de cafeína o nicotina, puede provocar o empeorar la ansiedad. Si
tienes una adicción a estas sustancias, dejarlas puede provocarte ansiedad. Si no puedes
dejarlas solo, consulta con tu proveedor de atención médica o busca un programa de
tratamiento o un grupo de apoyo que te sirva.

CASO CLÍNICO
Cristina, una mujer de 27 años que consultó terapia por ataques de pánico que comenzaron
año y medio antes de acudir a la misma y que se agudizaron en el mes previo a la consulta.
Tras cuatro sesiones de evaluación y una entrevista se consideró que se trataba de un
trastorno de ansiedad social.
Los ataques eran desencadenados por situaciones sociales y la paciente temía vomitar delante
de otros y ser evaluada negativamente.
Se aplicó a lo largo de 21 sesiones un tratamiento cognitivo-conductual que incluyó autor
registros, entrenamiento en respiración controlada, entrenamiento en atención, reestructuración
cognitiva, auto exposición en vivo y entrenamiento en asertividad respecto a su pareja, ya que
había sintomatología ansiosa asociada con las discusiones y maltrato por parte de su
compañero. Las puntuaciones obtenidas en las escalas administradas a lo largo del proceso
indicaron una mejora progresiva y clínicamente significativa.
Las razones principales que pueden haber contribuido al éxito terapéutico son la motivación
para el cambio, la sólida alianza terapéutica establecida, la aceptación y aplicación constante
de la técnica de exposición y el entrenamiento asertivo respecto a la pareja.

Recuperado de:
https://www.redalyc.org/pdf/970/97026840007.pdf

CONCLUSIÓN

Tras la aplicación del tratamiento, se consiguieron de forma ampliamente satisfactoria los


objetivos propuestos.
Cristina logró afrontar, con una mínima ansiedad y sin mostrar conductas defensivas,
interacciones sociales antes evitadas. Al mismo tiempo, adoptó una actitud asertiva y de no
tolerancia hacia las conductas agresivas de su compañero. También redujo de modo notable la
hipervigilancia a las sensaciones físicas y el miedo a las mismas. Los ataques de pánico fueron
apenas inexistentes y, cuando ocurrieron, no tuvieron una interferencia significativa. Es
interesante destacar también que las reducciones en ansiedad y evitación social fueron
acompañadas de una disminución de las preocupaciones sociales y de la creencia en las
consecuencias sociales negativas, variables que pueden considerarse mediadoras de los
resultados de la terapia cognitivo conductual (Vögele et al., 2010).
Todos estos resultados van en la línea de diversos estudios que han mostrado que la terapia
cognitivo-conductual para los trastornos de ansiedad aplicada en la práctica clínica habitual,
incluso por terapeutas en formación debidamente supervisados, obtiene resultados
comparables a los observados en investigaciones controladas (Bados, Balaguer y Saldaña,
2007; Stewart y Chambless, 2009). Además de los logros mencionados, y en consonancia con
datos meta-analíticos (Powers, Sigmarsson y Emmelkamp, 2008), hubo una mejora significativa
en el estado de ánimo, en autoestima y en el malestar emocional global.

El trastorno de ansiedad social (TAS) también llamado fobia social, se manifiesta como un
temor excesivo e irracional a enfrentarse a situaciones e interacciones sociales, por miedo a
desempeñar un papel humillante y a ser enjuiciado por los demás. Este temor puede llevar al
sujeto a evitar las interacciones sociales impidiéndole desarrollar una vida normal y generando
muchas veces otras patologías.

Existen actualmente dos subtipos consensuados del trastorno; el generalizado y el no


generalizado. El primero se caracteriza por un temor a muchas situaciones sociales y el
segundo sólo a una o dos.

El inicio del trastorno suele ser en la adolescencia, aunque hay casos en que podría detectarse
en la infancia. Puede aparecer bruscamente después de una experiencia traumática o de forma
lenta e insidiosa. Es una patología crónica, que difícilmente remite sin tratamiento.

El TAS ha sido de interés para los investigadores sólo a partir de la década de los 80, fecha en
que se consolida el trastorno con su inclusión en el DSM-III. A pesar de ser el tercer trastorno
psiquiátrico más común (Ollendick y Hirshfeld-Becker, 2002), se considera una patología
subdiagnosticada y subtratada debido, entre otras razones, a la falta de información en clínicos
y en la población, a la trivialización de los síntomas, a la naturaleza misma del trastorno que
acentúa la dificultad de pedir ayuda y a la falsa creencia de que sería una condición
inmejorable.

En la actualidad, los profesionales de la salud mental contamos con recursos (farmacológicos y


psicoterapéuticos) para abordar esta problemática con resultados respaldados científicamente.
Exponer y comparar estas herramientas en relación a su eficacia, es el principal objetivo de
este trabajo.
La principal línea de tratamiento farmacológico lo constituyen los ISRS (Inhibidores Selectivos de la
Recaptación de Serotonina) e IMAO (Inhibidores irreversibles y reversibles de la
monoaminooxidasa). En cuanto al tratamiento psicológico, las TCC son las más estudiadas y hay
contundentes pruebas de su eficacia, aunque sin clara distinción entre cuál de las intervenciones es más
efectiva. Parece ser que la reestructuración cognitiva más exposición resulta una combinación eficaz.
También hay pruebas de que el formato individual de intervención cognitivo conductual, sería más
indicado para este trastorno.

Lo estudios sugieren que el tratamiento farmacológico (ISRS e IMAO) y TCC (terapia cognitivo
conductual) son equiparables en cuanto a resultados, o muestran una sutil ventaja para la
farmacoterapia, pero la TCC ofrece la ventaja de un fuerte mantenimiento de los logros
obtenidos y una prometedora relación costo-beneficio cuando los costos a largo plazo son
considerados.

Otras psicoterapias y fármacos han mostrado ser potencialmente beneficiosos, pero requieren
más investigación.

Muchas fobias se desarrollan en momentos claves como en la infancia ya sea por un evento
traumático o estresante, aunque también puede desarrollarse en edad adulta, pero esto de por
sí puede afectar la funcionalidad de un individuo lo que hace que su diagnóstico y tratamiento
sea una prioridad.

Una fobia se presenta de distintas formas como distorsión del pensamiento frente a ciertos
estímulos aunque los síntomas físicos son más comunes como sudoración, escalofríos y
aceleración del ritmo cardiaco, todo esto puede ser síntomas de una fobia severa a algo en
particular y debe ser tratado.

Aunque regularmente queda de mano de un psicólogo la diagnosis de una fobia y su


consecuente tratamiento de manera que esa persona pueda recibir el tratamiento necesario
para su recuperación pues a veces las fobias en las condiciones más horribles pueden llevan a
situaciones muy lamentables.

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