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Descripción legal

Este delito se encuentra regulado en el artículo 365º del actual Código


Penal, bajo los siguientes términos:

El que, sin alzamiento público, mediante violencia o amenaza, impide a


una autoridad o a un funcionario o servidor público ejercer sus funciones
o le obliga a practicar un determinado acto de sus funciones o le estorba
en el ejercicio de estas, será reprimido con pena privativa de libertad no
mayor de dos años.

El Anteproyecto del Código Penal peruano, presentado por la Comisión


Especial Revisora del Código Penal del Congreso de la República del Perú
(2008-2010)[1], en el Capítulo VI regula bajo el rubro “Delitos contra la
Administración pública”, el denominado delito de “violencia contra la
autoridad para obligar, impedir o estorbar en el ejercicio de su función”,
en el artículo 420º en los siguientes términos:

El que, sin alzamiento público, mediante violencia o amenaza, impide a


una autoridad, a un funcionario o servidor público ejercer sus funciones,
le estorba en el ejercicio de estas o le obliga a practicar un determinado
acto contrario a sus funciones será reprimido con pena privativa de
libertad no mayor de cuatro años e inhabilitación de dos a cuatro años y
pena de cien a doscientos días multa. Igual pena se aplicará si se impide,
estorba u obliga a una persona que presta asistencia a una autoridad,
funcionario o servidor o actúa por delegación de estos.

2. Tipicidad objetiva

2.1. Sujeto activo

Cualquier persona puede ser autor de este delito, por lo tanto se trata de
un delito común.

2.2. Sujeto pasivo


En cuanto al sujeto pasivo, habrá que identificar dos supuestos: por un
lado, sujeto pasivo de la acción que lo será la autoridad, funcionario o
servidor público; y por otro lado, el sujeto pasivo del delito que siempre
será, en todos los casos, la Administración pública[2].

2.3. Conducta típica

La conducta típica tiene las siguientes características:

2.3.1. Ejercer violencia o amenaza, pero sin alzamiento público

2.3.1.1 Violencia

Violencia es el empleo de la fuerza o energía física sobre las personas


especiales señaladas en el tipo legal para el logro de los resultados en la
figura penal, tratándose por tanto de una violencia instrumental. La
noción de violencia también abarca la fuerza física sobre las cosas,
cuando ésta es usada como medio para dificultar o imposibilitar al sujeto
público el ejercicio de sus funciones[3].

Una Ejecutoria Suprema da cuenta que el intercambio de palabras con


faltamiento de respeto a efectivo policial no constituye violencia o
amenaza:

La violencia debe ser entendida como la fuerza irresistible empleada


contra un tercero para que haga aquello que no quiera o se abstenga de
lo que sin ello se quería o se podía hacer; que siendo así, el intercambio
de palabras entre los procesados y los efectivos policiales, que llegó a un
faltamiento de respeto a estos últimos, hecho de por sí censurable, no
constituye elemento probatorio suficiente de la existencia de violencia o
amenaza.[4]

2.3.1.2 Amenaza

La amenaza deberá ser, igual que la violencia, idónea para obtener el


efecto buscado, es decir, tener aptitud causal para inducir o determinar al
sujeto pasivo, ser grave, seria, posible, y de real e inminente realización.
Las amenazas pueden ser directas o indirectas[5].
En principio, la norma penal exige que la amenaza o violencia sea
ejercitada en contra de una persona, es decir, el agente público; sin
embargo, en la práctica se ha demostrado (sobre todo en protestas
sociales o huelgas de servidores) que existe un número importante de
personas que protestan en las calles, y asimismo también hay casos
donde existe un determinado número de funcionarios públicos, que son
las personas que tienen que atender –y hasta cierto punto solucionar– el
pedido.

En tal sentido, puede caber la posibilidad de que la amenaza y/o violencia


pueda venir tanto del lado del o los sujetos activos, como que pueda
recaer también en varios funcionarios públicos. En nuestra opinión, si
bien puede haber varias personas de uno y otro lado, empero lo cierto y
concreto, para efectos de la tipicidad penal es que la violencia o amenaza
sea ejercitada en contra de uno o varios funcionarios, pero plenamente
individualizados, personalizados cada funcionario o servidor público. La
amenaza o violencia necesariamente tiene que estar dirigido a alguien
con nombre y apellido, y ese es el funcionario o servidor público.

2.3.1.3 Los actos deben realizarse sin alzamiento público

Aquí la norma penal también delimita un supuesto concreto: que la


violencia o amenaza tiene que ser “sin alzamiento público”, es decir, que
la conducta del sujeto activo solo constituya un serio riesgo para el
normal funcionamiento de la Administración pública. Que la violencia o
amenaza no implique un cambio de régimen en la organización de los
Poderes del Estado, que no ponga en serio riesgo el Orden Constitucional;
pues de ser así, ya estaríamos hablando de un delito de rebelión (artículo
346º del Código Penal).

Según Pariona Arana el término “sin alzamiento público” forma parte del
tipo objetivo y es un elemento normativo-contextual necesario en la
formación del delito. El “alzamiento público” se entiende como el
concurso de varias personas, con hostilidad declarada contra el Estado,
la publicidad de sus hechos y, por lo general, con empleo de armas. La
configuración del delito supone que la acción de violencia contra la
autoridad se realice en un contexto distinto al alzamiento público, es
decir, que la acción de violencia contra el funcionario público no forme
parte de un alzamiento público, pues de producirse los actos de violencia
contra los funcionarios públicos en el marco de un alzamiento público
estaríamos ante otros delitos. El “alzamiento público” es un elemento
objetivo de carácter contextual que sí está presente en otros delitos,
como el de rebelión (art. 346 del CP) y el de sedición (art. 347 del CP)[6].

2.3.2. Impedir a una autoridad o a un funcionario o servidor público ejercer


sus funciones

Impedir es un verbo de acción que implica el hacer no realizable el


ejercicio de las funciones propias de la autoridad, funcionario o servidor.
Por lo tanto, esta primera modalidad de coacción al sujeto público es de
naturaleza activa y de resultado[7].

Una Ejecutoria Suprema da cuenta de un hecho constitutivo del injusto


materia de análisis. En efecto, realizar disparos por el procesado para
evitar que el Secretario de Juzgado lleve a cabo una diligencia de
lanzamiento será típico. “Al haber el procesado realizado disparos con su
arma de fuego, con la finalidad de impedir que el Secretario del Juzgado
lleve a cabo la diligencia de lanzamiento ordenada sobre su inmueble, ha
incurrido en el delito de violencia y resistencia a la autoridad”[8].

En esta misma línea, el hecho por ejemplo de realizar una tenaz


resistencia coadyuvada con una agresión verbal a un efecto policial será
típico. “Al haber el procesado opuesto tenaz resistencia a la intervención
policial y agredido verbalmente al policía nacional ha incurrido en el delito
de violencia y resistencia a la autoridad”[9].

En esta línea también podemos citar el caso del Despacho de un Juez


que es amenazado para que no lleve a cabo la diligencia pública de
lectura de sentencia, en donde, por el procedimiento procesal vigente en
el Distrito Judicial de Lima, se va a leer el texto de una sentencia
necesariamente condenatoria. También es el caso del trabajador
administrativo de Mesa de Partes de una Fiscalía del Ministerio Público
que es amenazado por un litigante para que no ingrese al sistema
electrónico un escrito de ampliación de denuncia penal[10].
O aquellos procesados que impiden la labor policial de desalojo lanzando
piedras y botellas conteniendo combustible. En efecto, “De autos se
encuentra acreditada la responsabilidad penal de los encausados y la
comisión del ilícito instruido, toda vez que obra la ocurrencia de calle en
la que se indica que los procesados impidieron y obstaculizaron la labor
policial lanzando piedras; según se advierte del acta de hallazgo y recojo,
se encontraron botellas conteniendo combustible, asimismo la pericia de
medicina forense concluye que, los encausados presentan lesiones en el
cuerpo; que si bien los imputados niegan los cargos atribuidos, versión
que resulta poco creíble, puesto que como lo señalan en sus instructivas,
estos vivían en el lugar de los hechos y se encontraban en el mismo al
momento de la diligencia de lanzamiento; fundamentos por los cuales
confirmaron la sentencia condenatoria”[11].

El momento de la comisión de los actos violentos o amenazantes


ejercidos sobre el sujeto público también es un elemento de importancia
para distinguir esta modalidad delictiva de la figura penal del Art. 366º y
de la misma tercera modalidad del art. 365º en estudio; y dicho momento
comisivo tiene que producirse necesariamente antes de que se dé
comienzo al ejercicio de los actos funcionales, pues de no ser así se
generaría la tipicidad del artículo 366º[12].

2.3.3. Obligar a practicar un determinado acto de sus funciones

Esta conducta constituye un plus de disvalor en relación al anterior


supuesto, ya que implica que el sujeto activo realice directamente un
influjo psicológico de carácter coactivo en contra del funcionario público
o servidor para que este realice una conducta que quiere el sujeto activo.

Se trataría, en consecuencia, de una conducta de carácter extorsivo que


impide que el funcionario público realice sus actividades funcionales de
acuerdo a su libre voluntad. La norma penal no exige expresamente
determinados “medios” o “instrumentos” para obligar al funcionario
público o servidor a realizar un acto, sino que bastará con lo
estrictamente necesario y suficiente para doblegar la voluntad del
funcionario o servidor público, y caer a la merced o designios del sujeto
activo.
Estamos así ante un acto voluntariamente de carácter delictivo,
imputable al sujeto activo, que busca acelerar de forma arbitraria la
realización por parte del sujeto público de un acto funcional que quedaba
a su determinación –dentro de los plazos legales– cuándo hacerlo[13].
En otras palabras, la presión a la que se refiere el espíritu del tipo penal
en comentario es aquella que va acompañada de violencia o amenaza,
necesariamente, por la manera cómo está redactada la descripción
típica. Es el caso del magistrado violentado o amenazado por un
justiciable para que expida sentencia o emita dictamen fiscal dentro del
plazo de ley”[14].

2.3.4. Estorbar en el ejercicio de la función pública

Este supuesto constituye en nuestra opinión el más polémico y


controvertido de todos por sus límites fronterizos con la mera infracción
administrativa y de alto contenido ético que conlleva. En todo caso, la
diferencia en torno a la gravedad de la conducta estaría en la
determinación judicial que imponga el juez.

Estorbar en el ejercicio de funciones mediante violencia o amenazas es


poner obstáculos no insuperables, dificultar, incomodar o molestar a los
sujetos especiales que se hallan ya en ejercicio en sus funciones[15]. El
motivo que tenga el sujeto activo del delito puede ser de orden múltiple,
siendo por lo mismo irrelevante (por diferencias políticas, personales,
etc.), así como la modalidad o forma desplegada de estorbo[16].

El verbo “estorbar” significa impedir mínimamente las funciones y


atribuciones que está realizando el funcionario público. En otras palabras,
estorbar, sería cuando coloca obstáculos para que pueda lograr dicha
finalidad, mediando una actividad positiva, tal vez retardando la ejecución
del acto administrativo o judicial, pero sin la intención de que este no se
realice; v. gr., alzando barricadas en el camino para que el servidor no
llegue a su destino[17].

En este punto nos hacemos la siguiente pregunta: ¿si la conducta de


“estorbar” tendría que ser realizado “antes” o “durante” el ejercicio de las
funciones del agente estatal? En nuestra opinión, y tal como está
redactado el tipo penal bajo análisis, la acción de estorbar tendría que ser
realizado una vez que el funcionario público haya empezado el ejercicio
de sus funciones, de lo contrario supondría adelantar en demasía los
márgenes de protección del Derecho penal en la presente figura. Así por
ejemplo: un militante se pone delante de la comparsa de personas, que
está escoltando al Presidente de la República, produciéndose un
altercado entre dichas personas interrumpiendo el inicio de las funciones
públicas del Presidente; el objetivo (ilícito) del citado militante era impedir
que el Presidente ponga la “primera piedra” en una obra pública en la
Plaza de la ciudad. El ejemplo citado demuestra que penalizar esta
conducta sería a todas luces un exceso, pues igual quedará procesado y
sancionado –judicialmente–, porque constituiría una falta o una
infracción administrativa.

3. Tipicidad subjetiva

Resulta claro que el agente debe tener consciencia y voluntad en los tres
supuestos típicos analizados, es decir, debe existir dolo. Normalmente
será con dolo directo, aunque se descarta la posibilidad de la presencia
del dolo eventual.

En este mismo sentido, la Corte Suprema ha dicho que este delito no es


posible la comisión por dolo indirecto o eventual, porque las formas
comisivas descritas en el tipo objetivo solo pueden implicar el
conocimiento potencial pero directo, tanto de los medios empleados
(violencia o amenaza) entendidos como el preordenamiento mental del
agente para conseguir cualquiera de las tres modalidades descritas en el
tipo penal objetivo (impedir, estorbar u obligar), como de la finalidad
perseguida con su uso; tampoco cabe una conducta culposa[18].

4. Grados de desarrollo del delito

En cuanto a la consumación, esto dependerá de cada uno de los


supuestos típicos. En el primer supuesto, habrá perfeccionamiento típico
en el mismo instante que el sujeto activo “impide” a la autoridad o a un
funcionario o servidor público ejercer sus funciones. Puede admitir la
tentativa, en la medida que por ejemplo, el sujeto activo haya empezado a
ejercer violencia contra la autoridad o funcionario público, pero que la
seguridad que había en la zona, la ceremonia de inauguración de un local,
igualmente se realiza, es decir, se logra interrumpir el curso causal del
delito.

En el segundo supuesto, habrá que tener en cuenta dos aspectos: cuando


el sujeto activo realiza el influjo psicológico, si es amenaza, y esto ha
llegado a conocimiento del sujeto pasivo: es decir, de la autoridad o
funcionario, y resultará irrelevante si es que finalmente el sujeto activo
logra que el funcionario realice lo que quería realizar; esto constituirá un
delito agotado. Igualmente puede admitir la tentativa.

En el tercer supuesto, se trata de un delito de mera actividad en la medida


que se consumará cuando se cause el estorbo en las funciones del
agente público.

 Véase, en este sentido, el trabajo presentado por: TORRES CARO, Carlos


[1]

Alberto; El nuevo Código Penal peruano, Exposición de Motivos,


Anteproyecto del Código Penal y estudios sobre Derecho penal, Fondo
Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2011.

 En cuanto a las particularidades del sujeto pasivo, en este delito, una
[2]

Ejecutoria Suprema nos señala: “Siendo el Estado el ente agraviado en


los delitos de violencia y resistencia a la autoridad y contra la función
jurisdiccional, deviene impropio tenerse también como agraviado a la
policías víctimas de la agresión”. 14-10-96 EXP. No. 4649-95-B-
AREQUIPA.

 ROJAS VARGAS, Fidel; Delitos contra la administración pública, Lima,


[3]

2007, p. 976. Como dice Rojas Vargas: “Estamos frente a una figura penal
que de no mediar la calidad especial de los sujetos pasivos directos, se
trataría de un típico delito genérico de coacciones”.

Una Ejecutoria Suprema nos da cuenta de las modalidades delictivas y


falta de creación de riesgos jurídico-penales: “[…] la violencia debe ser
entendida como la fuerza irresistible empleada contra un funcionario
para que se abstenga de realizar sus funciones. Por su parte, la amenaza
se presenta en aquellos casos en que se infiere al funcionario un temor
fundado de sufrir un mal inminente y grave en su persona, libertad, honra
o bienes, o de los que su cónyuge, ascendientes o descendientes […] en el
caso de autos los procesados estos medios contra la policía para
impedir que les impongan una infracción al reglamento de tránsito y los
conduzcan a la comisaria, pues los policías cumplieron su cometido”
[Ejecutoria Suprema Del 13-08-98.] EXP .No. 8831-97. LIMA, extraído de:
SALAZAR SANCHEZ N. [2004] Delitos contra la administración
pública  (Jurisprudencia Penal), Lima, Jurista pp. 24 y 79)

 Ejecutoria Superior de la Sala Penal de Apelaciones para procesos


[4]

sumarios con reos libres de la Corte Superior de Justicia de Lima del 13


de julio de 1998, Exp. N° 137-98. BACA CABRERA – ROJAS VARGAS –
NEIRA RUMIAN, Jurisprudencia penal procesos sumarios, Gaceta jurídica,
Lima, 1999, p. 493.

[5]
 ROJAS VARGAS, ob. cit., 2007, p. 978.

[6] PARIONA ARANA, Raúl. “El delito de violencia contra la autoridad”,


en:  Justicia y Derechos Humanos. Revista del Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos, Año 1, Número 1, Lima, p. 183.

[7]
 ROJAS VARGAS, ob. cit., 2007, p. 679.

 Ejecutoria Superior de la Sala Penal de Apelaciones para Procesos


[8]

Sumarios con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima del 1


de octubre de 1998, Exp. N° 137-98. BACA CABRERA – ROJAS VARGAS –
NEIRA HUAMÁN, Jurisprudencia penal. Procesos sumarios, Gaceta
Jurídica, Lima, 1999, p. 496.

 Ejecutoria Superior de la Sala Penal de Apelaciones para procesos


[9]

sumarios con reos libres de la Corte Superior de Justicia de Lima del 19


de mayo de 1998, Exp. N° 137-98. BACA CABRERA – ROJAS VARGAS –
NEIRA HUAMAN; Jurisprudencia penal. Procesos sumarios, Gaceta
Jurídica, Lima, 1999, p. 498.
[10] 
GUEVARA VÁSQUEZ, ob. cit., 2013, p. 484.

 Ejecutoria Superior de la Sala Penal de Apelaciones para procesos


[11]

sumarios con reos libres de la Corte Superior de Justicia de Lima del 27


de septiembre de 2000, Exp. N° 1000-2000. ROJAS VARGAS, Fidel,
jurisprudencia penal y procesal penal, IDEMSA, Lima, 2002, p. 726.

[12]
 ROJAS VARGAS, ob. cit., 2007, p. 980.

[13]
 ROJAS VARGAS, ob. cit., 2007, p. 981.

[14]
 GUEVARA VÁSQUEZ, ob. cit., 2013, p. 486.

[15]
 ROJAS VARGAS, ob. cit., 2007, p. 982.

[16]
 ROJAS VARGAS, ob. cit., 2007, p. 982.

 PEÑA CABRERA FREYRE, Alfonso Raúl. Derecho penal. Parte


[17]

especial, tomo V, Idemsa, Lima, 2010, p. 120. Este autor agrega que: “Los
motivos que impulsan al autor a cometer este supuesto delictivo no son
relevantes, en orden a establecer la tipicidad penal, a menos que la
deliberación delictiva sea de orden institucional, pero para ello deberá
concurrir el alzamiento público, que hace de este comportamiento un
delito de Rebelión o de Sedición”, (p. 120).

[18] Véase, en este sentido: Ejecutoria Suprema de 18 de octubre de


2018, recaído en la Casación Nro. 446-2016-Ancash. Sala Penal
Transitoria.

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