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velocidad
C onsidere la situación que imperaba cuando los televidentes sintonizaron el Super Bowl en
febrero de 2009. Los bancos estaban en crisis, aún no se anunciaba el paquete de
estímulos, y el desempleo estaba en aumento. La evasión estaba a la orden del día, y la
mayoría de los anunciantes adoptaron la postura de que todo estaba bien, y marcas como Bud Lite
y Coke transmitían anuncios de mucha felicidad que no
concordaban con la realidad. Sin embargo, hubo un anunciante
que no lo hizo. En el tercer trimestre, en una situación en la que
en otras circunstancias sería la normal, con automóviles
recorriendo un paisaje, la voz del anunciante sacó a relucir el
tema del que nadie quería hablar. “Ahora compre a crédito o
rente un nuevo Hyundai, y si el próximo año pierde su empleo,
podrá devolverlo sin afectar su crédito”. Con esa jugada hábil, Hyundai (sí, Hyundai), un fabricante
de automóviles que no era muy conocido por un marketing temerario, inició en verdad un
enfrentamiento con una recesión que no sólo estaba disminuyendo el entusiasmo de los
consumidores, sino que estaba acabando con él. Luego, en un agudo contraste con el estilo tímido
(de la cola entre las patas) de los rivales de Hyundai, muchos de los cuales habían reducido
radicalmente sus presupuestos de marketing, la empresa automotriz coreana metió el acelerador
del marketing y repitió la promesa de Hyundai Assurance en nueve anuncios sorprendentes de
gran calidad, transmitidos durante la entrega de los Premios de la Academia.